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EN EL ÁMBITO ESCOLAR
Y es que, para que una sociedad avance en un sentido realmente intercultural, todos
los grupos que la integran deben estar en condiciones de igualdad, sea cual sea su
cultura; es necesario que se combinen muchos esfuerzos que impliquen al conjunto de
las partes de una sociedad. Es difícil poder avanzar, si se dirigen estos esfuerzos
únicamente hacia los grupos mayoritarios o solo hacia los grupos minoritarios.
También es difícil avanzar si restringimos la intervención tan solo al mundo de lo
educativo, especialmente a la escuela, aunque es desde esta en particular desde
donde podemos trabajar de una forma privilegiada por el respeto hacia lo diferente, por
una sociedad más plural, más variada, más rica, y desde donde podemos combatir el
racismo, la discriminación y la xenofobia.
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Generalmente, las respuestas a los conflictos que surgen en el contexto de la escuela,
se centran en lo individual o en lo grupal, pero no todos son conflictos interpersonales
o intergrupales, ya que con frecuencia nos encontramos con que las mayores
dificultades surgen de las propias estructuras del marco escolar: la cultura del centro,
los materiales y formas de hacer, las políticas educativas y de integración, etc. Para
intervenir sobre los conflictos que surgen de estas últimas, tenemos que pensar en
cambios profundos que transformen estas estructuras y para ello es necesaria una
planificación de cambios a corto, medio y largo plazo, que tenga en cuenta cada
contexto particular.
Cada vez más nos vamos encontrando con más centros educativos cuya realidad se
ha ido transformando poco a poco por la presencia de chicos y chicas y familias de
otras culturas, viéndose obligados a ir incorporando nuevas perspectivas a sus
proyectos educativos en relación a estas nuevas realidades, e iniciando con ello un
camino de cambios no exento de conflictos. Es entonces cuando comienzan las
demandas de verdad, sobretodo del profesorado, para encontrar elementos que les
permitan afrontar los conflictos que surgen de la convivencia multicultural en las aulas
y en el centro. Se va ampliando el abanico de situaciones sobre las que
irremediablemente es necesario buscar respuestas; comienzan a aparecer cuestiones
aparentemente relevantes (aunque estas no estén presentes en cada centro particular,
lo están en el debate mediático): el burkini, el velo, la ablación del clítoris, como mucho
las diferentes dietas o el absentismo de los gitanos, y poco más. La conciencia sobre
el encuentro intercultural y sus repercusiones en el contexto escolar suele ser muy
leve: no tenemos la suficiente conciencia aún sobre los problemas que subyacen a ese
encuentro, porque habitualmente nos faltan los elementos que ayuden a entender la
educación intercultural como un esfuerzo no solo dirigido al alumnado inmigrante cada
vez más en alza o a las minorías, sino como una educación para todos, llámense
“minorías” o “mayorías”. Faltan elementos para analizar y afrontar los conflictos desde
una perspectiva positiva.
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Las actitudes guían los procesos perceptivos y cognitivos que conducen al aprendizaje
de cualquier contenido educativo, e intervienen de modo decisivo en la adquisición de
conocimientos. Los factores afectivos y emocionales contribuyen al éxito o fracaso del
aprendizaje; una valoración positiva del ambiente que reina en cualquier espacio
formativo, puede fomentar el interés por un contenido concreto. El mero conocimiento
intelectual de la injusticia o de la discriminación no nos lleva a un cambio de actitudes.
Pero un cambio de actitudes solo no nos vale, es necesaria una transformación de las
estructuras en las que nos movemos, que posibilite la construcción de una sociedad
realmente intercultural, y una de estas estructuras es la escuela, que necesita también
de esos cambios. Siendo muy necesarias las transformaciones personales, aún lo es
más transformar las estructuras donde estas personas se mueven, porque son las que
moldean las actitudes, favoreciendo o dificultando la convivencia. Los cambios
significativos conseguidos en las personas no modifican las estructuras por sí mismos,
ya sea en el ámbito escolar o en la sociedad en general, si no están planificados como
una parte más de los procesos de transformación y llevados a cabo con el
protagonismo de las mismas.
En este sentido, la escuela de las propuestas es una actividad de futuro, que pretende
partir del análisis del pasado y del presente. Es una propuesta práctica, cuyo principio
básico es el hacernos conscientes del protagonismo de las personas en los conflictos
en los que estamos inmersos, y de los cambios personales y organizativos necesarios
para hacer cada vez más real nuestro centro como una escuela realmente
intercultural.
General las bases para tratar de cambiar actitudes y percepciones positivas hacia el
hecho de la diversidad cultural, nos parece importante pero a la misma vez
insuficiente. Por ello, la propuesta ha de ir enfocada a darle un sentido más amplio a la
propuesta con la que estemos trabajando haciendo que esta sea también una
oportunidad de entrenamiento de las habilidades necesarias para abordar una
convivencia intercultural enriquecedora. Uno de los objetivos básicos de la educación
intercultural es educarnos para la acción, desde lo personal, grupal, social.
Prepararnos para actuar, entrenándonos en las habilidades necesarias para hacer
frente a las diferentes situaciones que surgen fruto de la convivencia intercultural.
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En este sentido, las propuestas para la actuación parecen ser bastante coincidentes,
partiendo todas de factores psicosociales (percepciones), factores antropológicos
(ampliar nuestras vistas) y de factores socioeconómicos (interdependencia)
(COLECTIVO AMANI, “Sentir, pensar y actuar”, en Cuadernos de Pedagogía nº 264).
Las propuestas que planteamos a continuación son fruto de una recopilación que tiene
en cuenta los diferentes objetivos que nos podemos plantear a la hora de intervenir
sobre los conflictos de nuestro entorno desde una perspectiva intercultural. Son una
recopilación clara de propuestas cuya finalidad es el conocimiento y puesta en marcha
de las actitudes y habilidades necesarias para poder afrontar el encuentro y los
conflictos desde una perspectiva positiva y creativa. La metodología en la que se basa
fundamentalmente la propuesta tiene como eje central el enfoque socio-afectivo. A
través de él se trata de potenciar lo afectivo y vivencial, tanto como el conocimiento,
para poder afrontar lo social.
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Una intervención educativa que, ante la presencia de personas de otras culturas,
trabaja desde el modelo de Educación Intercultural, no puede ser la misma que
cuando no cuenta con estas personas. Todos los elementos que articulan la
intervención deben verse tocados por este hecho. Se trata de promover el orgullo por
tu cultura (aquí no se trata de que nadie renuncie a sus raíces) y estar abiertos a que
nos aporten las demás culturas. Algunos antropólogos hablan de actuar sobre un
amplio espectro de bases culturales.
Debemos entender que los conflictos son inherentes a las relaciones humanas,
pudiendo ser positivos y tener un carácter pedagógico. La educación intercultural es
heredera de la Educación para la Paz en cuanto a la importancia que esta otorga a
aprender a regular los conflictos de forma positiva. Debemos ser conscientes de que al
aumentar la diversidad cultural en nuestra sociedad, en nuestras escuelas, van a
aumentar los conflictos.
Desarrollar estrategias para la planificación del cambio. Hace falta una planificación de
cambios; pensar en estrategias, logros a corto, medio y largo plazo. Para planificar
algo, necesitamos saber qué es lo que queremos conseguir (por orden de prioridad),
con qué recursos contamos (humanos y otros), en qué conflicto nos metemos, cuánto
tiempo y esfuerzo podemos dedicar a ello y con quién entramos en el conflicto. En
definitiva, tenemos que planear una estrategia de “lucha” para conseguir los cambios
deseados.
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cualquier propuesta por muy maravillosa que sea, no tienen sentido si no la llevamos a
cabo enmarcadas en un proceso conectado con la realidad de cada contexto, con su
propia problemática. No podemos olvidar la necesidad de un proyecto global, en el que
la participación de toda la comunidad educativa es un requisito ineludible y sumamente
imprescindible.