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Presunto culpable

José Antonio Zúñiga alias el (Toño), un joven tianguista de Iztapalapa  que trabaja


en su negocio de reparación de computadoras y venta de videojuegos, de 26
años, cambió para siempre su vida cuando el lunes 14 de diciembre de 2005,
elementos de la policía lo arrestan abruptamente sin justificar el motivo de su
detención, y siendo víctima de malos tratamientos después se entera que es
acusado de del delito de Homicidio Calificado.

Preso por un crimen que no cometió, Toño logra contactar a dos jóvenes
abogados, quienes toman el caso con la esperanza de poderle regresar la libertad.
Ahora deben encontrar alguna manera de reabrir el caso y probar la inocencia de
Toño. Tras noches de desvelo y una investigación exhaustiva, descubren que el
abogado defensor que lo asistió durante el procedimiento penal seguido en su
contra, en el cual fue condenado Toño a una pena de prisión de 20 años,  dicho
profesionista legal había litigado con una cédula profesional falsa, ya que la cedula
que presentaba era una copia certificada, la certificación fue elaborada, por un
auxiliar del notario de Salinas Cruz Oaxaca, información que al ser verificada por
el registro de profesiones se constató precisamente que tal pseudoabogado no
contaba con cédula profesional alguna que avalara el ejercicio de su profesión.

Este descubrimiento permite la reposición del procedimiento, reabrir el caso


y anular la sentencia  del 18 de abril del 2006, para comenzar un nuevo juicio y
emprender la lucha por la libertad de Toño. Juicio que retomara nuevamente el
juez de origen, puesto que el dicto la sentencia del 18 de abril del 2006, impuesta
a Toño.

Con un testigo acusador, el juez Héctor Palomares Medina quien ya había


dictado una  sentencia de prisión de 20 años y un sistema judicial fallido, la
libertad de Toño parece casi imposible, pero Layda y Roberto no desisten. Suman
a Rafael Heredia, audaz y determinado abogado, para completar el equipo de
defensa.
Ahora, este equipo, armado de una cámara que los acompañará durante
todo el juicio, enfrenta las pruebas falsas, como lo son las testimoniales  y careo,
que se realizaron a los dos policías, y el testigo acusador Víctor quien es un
testigo de oídas, asimismo las deficiencias que acompañan a la averiguación
previa y las pesquisas, siendo que además no se hace constar que el testigo de
oídas fue privado de su libertad desconociéndose el motivo de su detención,
además, en cuando a las fotos o retratos hablados realizados por el testigo, nunca
fueron encontrados en el expediente,  en cuanto a la prueba de harrizon  realizada
a Toño no se le encontraron residuos de plomo,  así mismo la arbitrariedad que
cometen los policías al sacar a Víctor  (testigo acusador) sin orden judicial y sin
conocimiento del M.P. , después del desahogo de las pruebas y alegatos, solicita
el abogado defensor de José Antonio se dicte sentencia absolutoria a favor de su
representado, recalcando el dolo, la mala fe, y la temeridad de la resolución. Se le
dicta la sentencia el 25 de febrero del 2008 y se le condena a 20 años 5 meses,
así mismo se le informa al abogado que tiene 5 días para la apelación, a lo que la
defensa interpone dicho recurso de apelación.

            Entonces revisan nuevamente el caso en donde se encuentran muchas


anomalías, ya que del la cinta de video adjuntada como prueba en el proceso, se
advierte que no aparece en las actas levantadas en las diligencias todo lo que
dijeron los testigos en la declaración y en el careo no se puso todo lo manifestado,
omisión realizada por la secretaria auxiliar, es por eso que toma la decisión de
acompañar la apelación, con la prueba del video tomado, así se pudo demostrar la
inocencia de Toño revocando la sentencia de primera instancia y obteniendo su
libertad. El no lo puede creer y termina diciendo que se siente feo dejar a las
personas con las que convivio, y que no lo cree. Que haya salido de prisión.

Es un documento valioso, de reflexión, que sin duda pone al descubierto al


sistema de justicia penal en nuestro país. Este filme ha sido visto por miles de
personas y ha obtenido premios en diversos foros. Se le reconoce como un trabajo
de investigación que nos debe llevar a un análisis más cuidadoso sobre la
actuación de los que intervienen en las diversas instancias del procedimiento
penal.

Pone al descubierto graves fallas que históricamente no se ha podido superar. Es


un reflejo del sistema inquisitivo, donde se ventila el abuso de autoridad por parte
de la policía e indiferencia por parte del Ministerio Público. En el cual se ventila la
falta de firmeza del juez y la pobreza en todos los aspectos de la vida en los
reclusorios. Así como la falta  de una carencia ética, falta de conocimientos y
cinismo por parte del fiscal.

El documental exhibe una intención de menosprecio hacia el juez. Sólo basta


observar la agudeza con que plasman sus características físicas. Definitivamente
tenemos que cambiar el sistema de justicia. Pero no de esa forma, desdeñando la
imagen de las personas. Debemos hacerlo con una crítica objetiva y veraz.

Es importante destacar que los juzgados en los reclusorios se construyeron hace


más de 40 años. Se hizo un diseño adecuado para las circunstancias y el número
de personal que se requería; pero ese proyecto está totalmente rebasado. Ahora
existe un mayor número de personal y consignaciones. Se puede advertir que los
escritorios se pegan y se comparten por el propio personal; hay una especie de
hacinamiento laboral. Pero eso no es todo. Los jueces no están preparados para
ese tipo de representaciones. Los espacios y las condiciones no están diseñados
para mostrar dignidad y transparencia en la función jurisdiccional.

Es un documento con cierta orientación; sólo visualizamos una parte del proceso.
Por ejemplo: no se analiza la primera parte del proceso, donde el juez dicta
sentencia condenatoria, el imputado interpone un recurso de apelación y la Sala
del Tribunal Superior de Justicia confirma la sentencia. Es sólo después, en un
segundo momento, cuando se plantea la reposición de las actuaciones porque el
defensor no era abogado. Al reponer el procedimiento, surge el parteaguas de la
narrativa. Pero ¿qué es lo que omiten los creadores del documental? Que en la
reposición también perfeccionan las pruebas. El escenario cambia totalmente. El
documental nos muestra partes de la reposición del procedimiento, pero enseña
sólo lo que le interesa a la defensa. No es lo mismo las 350 horas de un proceso,
a una edición de una hora 27 minutos.

En cuanto al fondo, hay cosas que hemos perdido de vista. Una de ellas es el
análisis técnico; es decir, la valoración de las pruebas. Doy otro ejemplo: cuando
se le pregunta al único testigo si el inculpado fue el que disparó, y contesta el
testigo “no”, por esa simple respuesta la opinión pública piensa que por el hecho
de no haber disparado el inculpado no es responsable. Sin embargo, nadie
reflexiona en que el testigo nunca se desmiente. No sólo es responsable el que
dispara, sino también el que colabora de alguna otra forma. El testimonio del
testigo fue constante. Al final, sólo muestra una cara del procedimiento.

El documental es una visión del productor; es un trabajo con ciertos objetivos.


Primordialmente, sensibilizar a la opinión pública para reflejar la crisis del sistema
penal. Pero también busca estimular la aplicación de las reformas constitucionales
en materia penal.

Por otra parte, debemos entender que constitucionalmente quien dicta la verdad
legal es el juez. Y en la película se advierte que los magistrados absolvieron por
duda razonable, no por insuficiencia de pruebas. Eso es un aspecto técnico que
no ha sido debidamente reflexionado.

Definitivamente son las fallas del sistema. Tenemos que ser más cuidadosos tanto
en la procuración como en la impartición de justicia. En particular, para que los
seudoabogados no hagan de las suyas y orienten mal el proceso o estafen a los
familiares. Necesitamos caminar hacia una colegiación obligatoria, para que exista
el rigor ético y académico en el gremio y los abogados cumplan con una defensa
adecuada.

Xareni Hernández García.

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