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FACULTAD DE CIENCIAS ECONÓMICAS

ESCUELA DE ECONOMÍA

Economía Ambiental
Profesor: Moises Quiroz Peña

Turno y Sección: Noche – “D”

Tributaciones ambientales: Enfoque de Piugo

Integrantes:

- PEÑA VALVERDE, GUIDO ANTHONY

- MOLERO RAMIREZ, EDGAR ANTENOR


INTRODUCCIÓN:

Como bien sabemos, la economía ambiental es un análisis


recientemente tomado en cuenta, sobre todo por los diversos estragos que se
están causando por la contaminación, entonces se han estado planteando
ideas de cómo controlar el daño causado al medio ambiente, como lo es un
impuesto ambiental.
Cuando hablamos de impuesto ambiental, cabe aclarar, nos referimos al
conjunto de herramientas fiscales que regulan la relación entre las personas,
medio ambiente y empresas.
El objetivo de la investigación es describir cómo la tributación ambiental
se puede aplicar como instrumento económico ante la contaminación, siendo
esta una externalidad negativa. Sobre la base del objetivo en mención, se
realizó un análisis descriptivo del fallo de mercado que representa la polución, y
se presentó como herramienta de acción el instrumento económico tributario en
materia ambiental, el cual actúa primero, como compensación por el daño
realizado y segundo, como incentivo de comportamientos no perjudiciales para
el medio ambiente. Del mismo modo, se determinó cuáles son los problemas
ambientales prioritarios que generan los costos económicos más significativos.
De esta manera, se concluyó que los recursos naturales más afectados son el
aire y el agua, que consecuentemente afectan a la salud y el bienestar general,
y que la fiscalidad o tributación ambiental existe como instrumento económico
para aminorar y evitar acciones dañinas que atenten a corto o largo plazo
contra nosotros mismos y el medio en el que vivimos.
Contenido

INTRODUCCIÓN:...........................................................................................................................2
Capítulo 1: TEORÍA PIGUVIANA....................................................................................................4
1.1. Teoría de las Externalidades.........................................................................................5
1.2. Solución Pigouviana:.....................................................................................................8
I) Economías Externas y subsidios pigouvinos:................................................................8
II) Deseconomías externas e impuestos pigouvianos:....................................................10
Capítulo 2: IMPUESTOS AMBIENTALES......................................................................................13
2.1 Fundamentos:............................................................................................................14
I) El empleo del sistema tributario para lograr que quien contamina pague.................14
II) La necesidad de asegurar que los instrumentos fiscales no agraven los problemas
ambientales........................................................................................................................15
2.2 Aplicación de los impuestos ambientales:..................................................................16
I) Establecimiento de la base imponible:.......................................................................16
II) Fijación de la tasa impositiva:.....................................................................................16
III) Control de la contaminación:.................................................................................17
2.3 Impuestos y reformas fiscales ambientales................................................................18
2.4 Impuestos sobre la energía:.......................................................................................22
I) Razones para gravar el uso de la energía...................................................................22
II) Razones por las que la sola aplicación de impuestos por el uso de energía puede
resultar insuficiente............................................................................................................23
Capitulo 3: CONCLUSIONES:.......................................................................................................24
BIBLIOGRAFÍA.............................................................................................................................26
Capítulo 1: TEORÍA PIGUVIANA

El impuesto pigouviano, proviene del apellido de Arthur Cecil Pigou,


economista inglés. El profesor Pigou escribió una serie de trabajos que
guardan relación con los impuestos piguvianos fueron: Riqueza y bienestar
(1912) y La economía del bienestar6 (1920). Pigou mencionaba que el Estado
tenía la capacidad de mejorar la calidad de vida de las personas, como
producto de ese argumento, propone arreglar esta falla de mercado producida
en el sistema de precios por la presencia de las imperfecciones del mercado
denominadas externalidades negativas las cuales no permitían asignar
eficientemente los recursos y que; con el cobro de un impuesto cuyo monto
compensaría los daños causados.
Es así como nace el denominado Impuesto Piguviano los cuales originan
los impuestos ambientales o también denominado tributos destinados al
cuidado del medio ambiente, cuyo objetivo es lograr la internalización de las
externalidades producidas a través del uso del mismo sistema de precios. En
pocas palabras, el impuesto pigouviano hace que el generador de una
externalidad negativa (la contaminación) deba pagar por el daño que infringe al
resto de la sociedad asumiendo el costo de la externalidad.
La creación de este instrumento económico se origina en la lógica de que
a el agente contaminador solo le resulta beneficioso contaminar hasta el punto
de que le resulte más barato pagar el impuesto que adquirir tecnología
ecológica, estimulando comportamientos que favorezcan al medioambiente
produciendo la eficiencia dinámica.
Es importante resaltar que el impuesto pigouviano no grava el producto
asociado con la deseconomía externa, lo que realmente grava el impuesto
pigouviano es el elemento que forma parte del producto que genera el daño
sobre los agentes económicos afectados por la externalidad. Para hacerlo notar
en un ejemplo, donde la externalidad sea el alcoholismo producido por el
consumo excesivo de alcohol, siendo un elemento alcohol puro o etanol, esta
bebida a su vez tiene distintas bebidas alcohólicas (como vino, cerveza,
whisky, vodkas, entre otros) las cuales varían en la cantidad de gramos de
alcohol puro por litro. Esta externalidad provoca conflicto entre vecinos,
accidentes automovilísticos, desintegración familiar, inseguridad, etc. Es allí
donde entra a tallar el impuesto pigouviano gravando cada bebida alcohólica en
función en la cantidad de gramos de alcohol puro de cada envase.
Los impuestos Piguvianos fueron inspiración del Principio “El que
contamina paga” aceptado e implementado por una gran parte de naciones del
mundo estableciéndose como principio básico de política pública fiscal que
implementan y ponen en práctica instrumentos económicos como tributos
destinados al cuidado del medioambiente que favorecen el bienestar de la
comunidad.
Mankiw presenta el Manifiesto del Club de Pigou, señalando: “es un grupo
de elite de economistas y expertos con el buen sentido de haber apoyado
públicamente impuestos pigouvianos más altos, tales como impuesto a la
gasolina o impuesto al carbono. Estos expertos y economistas a menudo
apoyan reducir otros impuestos para mantener constante la cantidad total de
impuestos recaudados, aunque muchos otros han propuesto también dedicar la
recaudación a otros proyectos valiosos”.
Finalmente, Mankiw menciona dos razones porque los impuestos
pigouvianos son populares entre los economistas: “Primero, ellos ofrecen a
menudo la manera menos invasiva para remediar una falla de mercado.
Segundo, ellos producen recaudación que el gobierno puede usar para reducir
otros impuestos”.

1.1. Teoría de las Externalidades

Para profundizar sobre esta falla del mercado podemos señalar que “las
externalidades ocurren porque los agentes económicos tienen efectos en
terceros, es decir, sus acciones afectan directamente en el bienestar de otros,
los cuales dichos costes no están siendo reflejados en las transacciones del
mercado” (Nicholson, 2008, p.586).
Por su parte, Arthur Cecil Pigou - en su libro “Economics of Welfare26 ”-
definió la externalidad como: “La diferencia entre el costo marginal neto privado
y el costo marginal social de una actividad”.
Siendo esta diferencia el valor del costo social infringido por el agente
económico que produce dicha actividad. Por tanto, para poder interpretar lo
argumentado por Pigou, haremos referencia a Parkin (2010) para que nos
detalle ciertos conceptos, explicándonos que:
Un costo privado de producción es el que recae sobre el productor de un
bien o servicio. Mientras que un costo marginal es el costo de producir una
unidad adicional de un bien o servicio. Por lo tanto, el costo marginal privado
(CM) es el costo de producir una unidad adicional de un bien o servicio que
recae sobre el productor de dicho bien o servicio. Y por tanto un costo externo
es un costo de producir un bien o servicio que no recae sobre el productor del
mismo, sino sobre alguien más. Asimismo, un costo marginal externo es el
costo de producir una unidad adicional de un bien o servicio que recae sobre
otras personas distintas del productor.
Ahora bien, el costo marginal social (CMS) es la suma del costo marginal
privado y el costo marginal externo. En otras palabras: CMS= CM + Costo
marginal externo (Parkin 2010, p.377).
Por lo señalado, podemos entender que los efectos involuntarios en el
bienestar de las terceras personas y empresas son denominadas
externalidades que puede ser positivas cuando generan un beneficio a otros y
negativas cuando perjudican a terceros, de ahí que, las positivas no generan
mayores problemas sino son las negativas en donde es necesaria su
intervención, buscando internalizar estos costes que no se encuentran
reflejados en el mercado.
En el siguiente ejemplo, graficaremos lo explicado: Supongamos que una
empresa industrial que produce un Bien X produce 4000 toneladas de gases
contaminantes por mes, considerando un costo marginal privado de 100
dólares por tonelada. Obteniendo como equilibrio del mercado, a un precio de
100 dólares por tonelada, la generación de 4000 toneladas de gases
contaminantes por mes, siendo este ineficiente pues no está considerando el
costo por la externalidad, puesto que, el costo marginal social no contempla el
costo marginal externo.

Sin embargo, considerando el costo marginal externo de 125 dólares por


tonelada, siendo este el valor social infringido, obtendríamos como equilibrio de
mercado la cantidad eficiente de 2000 toneladas por mes de gases
contaminantes, con un precio 225 dólares por tonelada, en donde sí se estaría
considerando el costo por la externalidad obteniendo un nuevo equilibro de
mercado con mayor eficiencia.
En palabras de Roberto Urrunaga et al. (2005, p. 52) es que el objetivo de
los impuestos pigouvianos, llamados así en honor a Arthur Pigou, es que las
empresas también maximicen sus beneficios totales incluyendo los costos de la
contaminación:  = IT – C(Q)– Ce(Q).
Donde Ce(Q) es el costo externo generado por la contaminación, siendo
este incluido su precio real (P) en el mercado obteniendo: P = CMg + CMge

Es así como en un escenario en donde las empresas no estén


internalizando los costos de la contaminación, el Estado puede establecer un
impuesto para que la empresa tome en cuenta el costo por la contaminación en
sus efectos: T = CMge
Podemos concluir de lo expuesto líneas arriba, que una externalidad
como su mismo nombre lo denomina son los efectos externos de las acciones
de ciertos individuos hacia terceros; siendo estos efectos un costo o beneficio
como resultado de las actividades económicas de la producción y el consumo,
que si bien este beneficio no es retribuido al individuo que lo origina, tampoco
el costo es compensado, por lo que estos no quedan reflejados en el precio de
las transacciones del mercado.

1.2. Solución Pigouviana:

Uno de los aportes de Pigou a la economía fue ofrecer una solución al


efecto de las economías y las deseconomías externas en la asignación
eficiente de los recursos. Esta sección la separaremos entre
I) Economías Externas y subsidios pigouvinos:

En el caso de las economías externas ya se mostró que el mercado


funcionando libremente asigna una cantidad de recursos menor que la
socialmente óptima, por lo tanto, la solución requiere inducir a los
consumidores a que compren una cantidad mayor y los oferentes a que
produzcan una cantidad mayor del producto. La solución será aplicar una
política económica llamada el subsidio pigouviano, y después, permitir que el
mercado continúe funcionando libremente para asignar los recursos en forma
socialmente eficiente. Recordemos que en el mercado la conducta de los
agentes económicos está representada por la función demanda y oferta precio.
En el Gráfico se puede ver que los consumidores comprarán
voluntariamente la cantidad socialmente óptima si y solo si el precio que se les
cobra en el mercado desciende al nivel del precio consumidor, PC, o precio
neto del subsidio, PN. Sabemos de la teoría del consumidor que cuando el
precio disminuye las personas tienden a aumentar la cantidad demandada del
bien. Los oferentes aumentarán voluntariamente la producción si y solo si el
precio que se les pague en el mercado aumenta hasta el nivel del precio
productor, PP, o precio bruto de subsidio, PB. Sabemos de la teoría de la
producción que al aumentar el precio de venta del producto los oferentes
aumentarán la cantidad ofrecida. Note que se ha producido una discrepancia
entre el Pp y el Pc, siendo mayor el primero sobre el segundo, PP > PC. La
solución de la economía externa requiere resolver el siguiente problema:
¿Quién cubre la diferencia entre el PP – PC? La respuesta es simple, el
gobierno, a través del pago de un subsidio unitario o específico de monto igual
al Beneficio Marginal medido al nivel de la Qe ÓPTIMO. La magnitud de la tasa
del subsidio pigouviano por unidad de producto es igual a la distancia L Z, o
también PB – PN = PP - PC. El monto del subsidio total es igual a la
multiplicación entre la tasa del subsidio unitario y la Qe ÓPTIMA, lo cual es
igual al área de la figura PP L Z PC.

El subsidio unitario o específico, pigouviano, corresponde a una cierta


cantidad de unidades monetarias por unidad de producto. En economías
inflacionarias la tasa del subsidio se puede establecer en unidades monetarias
corregidas por inflación.
¿A quién entregar el subsidio? La respuesta a esta pregunta es muy
interesante y puede dar origen a una larga discusión. Acá se asumirá que
estamos actuando en mercados perfectamente competitivos, excepto la
economía externa, donde hay perfecta información y donde se producen los
mismos efectos económicos si el subsidio se da a la demanda o a la oferta. En
la práctica, si en el mercado hay asimetría de información, ya no dará lo mismo
dar el subsidio a la demanda o a la oferta.
El otorgamiento del subsidio genera una pérdida de eficiencia en el uso
de los recursos, igual al área de la figura M L Z en el Gráfico. ¿Esa pérdida de
eficiencia compensa o no el beneficio, BSN, de corregir la economía externa?
La respuesta es no lo compensa, veamos por qué.
Primero, analicemos la pérdida de eficiencia del subsidio pigouviano. El
costo del subsidio lo paga el gobierno y corresponde al monto total del subsidio
entregado, es decir, el área de la figura PP L Z PC. Uno de los efectos del
subsidio pigouviano es incrementar el excedente agregado de los
consumidores (aumento de sus ingresos por menor precio del producto) en la
magnitud del área de la figura Pe MERCADO M Z PC. A su vez, también
aumenta el excedente agregado de los oferentes (aumento de sus ingresos por
mayor precio del producto) en la magnitud del área Pe MERCADO M L PP. Por
lo tanto, si al monto del subsidio total (costo) le restamos la suma de los
excedentes de consumidores y oferentes, igual al área PP L M Z PC
(beneficios), queda una pérdida igual al área M L Z.
Segundo, la corrección de la economía externa produjo un incremento del
beneficio social igual al área de la figura A L Z M, que proviene de restarle al
BST (área bajo la función de BMgS) el beneficio privado total (área bajo la
función de BMgP). El área de la figura A L Z M se descompone en dos áreas M
A L + M L Z. Por lo tanto, la pérdida de eficiencia del subsidio pigouviano es
más que compensado por el incremento del beneficio total, quedando una
ganancia social neta igual al área M A L.

II) Deseconomías externas e impuestos pigouvianos:

En el caso de las deseconomías externas ya se mostró que el mercado


funcionando libremente asigna una cantidad de recursos mayor que la
socialmente óptima, por lo tanto, la solución requiere inducir a los
consumidores a que compren una cantidad menor y los oferentes a que
produzcan una cantidad menor. La solución será aplicar una política económica
denominada el impuesto pigouviano, y después de ello, dejar que el mercado
continúe funcionando libremente para asignar los recursos en forma
socialmente eficiente. En la práctica la conducta de los consumidores se
expresa en la función demanda precio y la conducta de los oferentes se
encuentra en la función oferta precio.
En el Gráfico se puede ver que los consumidores comprarán
voluntariamente la cantidad socialmente óptima si y solo si el precio que se les
cobra en el mercado aumenta al nivel del precio consumidor, PC, o precio bruto
de impuesto, PB. Sabemos de la teoría del consumidor que cuando el precio
aumenta las personas tienden a disminuir la cantidad demandada del bien. Los
oferentes disminuirán voluntariamente la producción si y solo si el precio que se
les pague en el mercado se reduce hasta el nivel del precio productor, PP, o
precio neto de impuesto, PN. Sabemos de la teoría de la producción que al
disminuir el precio de venta del producto los oferentes disminuirán la cantidad
ofrecida. Observe que se ha producido una discrepancia entre el PC y el PP,
siendo mayor el primero con respecto al segundo, PC > PP. La solución de la
deseconomía externa requiere resolver el siguiente problema: ¿Quién se
apropia de la diferencia entre el PC – PP? La respuesta es simple, el gobierno,
a través del cobro de un impuesto unitario o específico de monto igual al
Beneficio Marginal medido al nivel de la Qe ÓPTIMO. La magnitud de la tasa
del impuesto pigouviano por unidad de producto es igual a la distancia M Z, o
también PB – PN = PC – PP. El monto del impuesto total es igual a la
multiplicación entre la tasa del impuesto unitario y la Qe ÓPTIMO, lo cual es
igual al área de la figura Pc M Z PP.
El

impuesto unitario o específico, pigouviano, corresponde a una cierta cantidad


de unidades monetarias por unidad de producto. En economías inflacionarias la
tasa del impuesto se puede establecer en unidades monetarias corregidas por
inflación.
¿El impuesto debe ser colocado sobre los consumidores o sobre los
oferentes? La respuesta es que los efectos económicos de un impuesto
pigouviano dependen de las elasticidades precio de la función demanda y de la
función oferta. La incidencia económica del impuesto depende de las
elasticidades precio de la demanda y de la oferta. La autoridad solo puede
establecer la incidencia legal del impuesto, es decir, quien lo recaudará y
entregará al Fisco, pero no quien realmente lo pagará.
El impuesto genera una pérdida de eficiencia en el uso de los recursos,
igual al área de la figura M L Z en el Gráfico. ¿Eso compensa el BSN logrado al
corregir la deseconomía externa? La respuesta es no, veamos por qué.
Primero, analicemos la pérdida de eficiencia del impuesto pigouviano. La
recaudación del impuesto la hace el Fisco y corresponde al monto total del
impuesto cobrado, es decir, el área de la figura PC M Z PP. Uno de los efectos
del impuesto pigouviano es la disminución del excedente agregado de los
consumidores (reducción de sus ingresos por pago de una parte del impuesto
pigouviano y de la pérdida de eficiencia) en la magnitud del área de la figura Pe
MERCADO L M PC. A su vez, también disminuyó el excedente agregado de los
oferentes (disminución de sus ingresos por pago de parte del impuesto y una
parte de la pérdida de eficiencia) en la magnitud del área Pe MERCADO L Z
PP. Por lo tanto, si a la suma de los excedentes perdidos por consumidores y
oferentes, igual al área PC M L Z PP (costos), le restamos el monto del
impuesto total (beneficios), queda una pérdida igual al área M L Z.
Segundo, la corrección de la deseconomía externa produjo un incremento
del beneficio social igual al área de la figura M A L Z, proviene de restarle al
BST (área bajo la función de CMgS o ahorro de costos de producción) el
beneficio privado total (área bajo la función de CMgP). El área de la figura M A
L Z se descompone en dos áreas M A L + M L Z. Por lo tanto, la pérdida de
eficiencia del impuesto pigouviano es más que compensada por el incremento
del beneficio total, quedando una ganancia social neta igual al área M AL.
Capítulo 2: IMPUESTOS AMBIENTALES

En los últimos años ha habido en todo el mundo un creciente interés en


emplear para la protección del ambiente instrumentos fiscales que,
fundamentalmente, obligan a quienes contaminan a pagar impuestos que
reflejen los costos que la polución implica para la sociedad en general. En
muchos países industriales, los aspectos ambientales se toman en cuenta de
manera explícita en el régimen tributario y los ingresos provenientes de los
impuestos que, al menos en parte, se establecen por razones ambientales y
gravan principalmente la energía y el transporte, son un importante
componente de las entradas del gobierno central. En algunas economías en
transición también han aumentado considerablemente los ingresos de origen
tributario relacionados con el medio ambiente, sobre todo por concepto de
impuestos aplicados a la energía.
En muchos países en desarrollo los problemas ambientales se han
agudizado, quizás de manera más drástica en las zonas urbanas
superpobladas, pero también en muchas áreas rurales. Por lo tanto, la mira del
público y de los responsables de formular las políticas se ha centrado cada vez
más en el ambiente. También han contribuido a este proceso la creciente
atención internacional prestada a los temas ambientales y el progresivo
reconocimiento de la interdependencia entre las condiciones ambientales de
diferentes partes de mundo.
Un indicador de este cambio de perspectiva es el hecho de que durante
los últimos años en muchos países en desarrollo se han establecido ministerios
y otros organismos públicos con responsabilidades explícitas en materia de
medio ambiente, en niveles tanto centrales como más bajos del gobierno. El
cambio institucional frecuentemente ha ido acompañado de un cambio en la
política, y aunque en muchas ocasiones este último ha sido leve, en todo el
mundo se ha introducido una amplia variedad de medidas para tratar los
problemas ambientales. En numerosos casos, probablemente en la mayoría de
ellos, estas medidas han sido de carácter regulatorio, pero en muchos otros,
registrados en todos los continentes, han sido de carácter fiscal y su propósito
básico ha sido desalentar la contaminación por la vía de gravarla con
impuestos. Sin embargo, de acuerdo con la experiencia que se tiene hasta
ahora, no puede afirmarse que su impacto, ya sea ambiental o fiscal, haya sido
en general muy importante, aunque ciertamente se han registrado éxitos a nivel
local. La cuestión que surge entonces es si el uso de instrumentos fiscales con
fines ambientales ha de mantenerse como un fenómeno marginal o si debería
considerarse como un sistema que se encuentra en sus inicios y cuyo potencial
no se ha hecho efectivo aún.
2.1 Fundamentos:

I) El empleo del sistema tributario para lograr que quien contamina


pague

El fundamento para el uso de instrumentos fiscales con fines ambientales


es que resulta mejor trabajar con el sistema de precios que contra él. Este
principio es aplicable en todos los países, con independencia de su grado de
desarrollo. En ausencia de mecanismos de compensación, es probable que las
externalidades ambientales (al igual que otras) lleven a un mal funcionamiento
del mercado, es decir, a situaciones en las que los precios generados por la
acción de las fuerzas del mercado no indiquen a los agentes económicos los
verdaderos costos y beneficios de sus actividades. Si el número de aquellos
que contaminan y de quienes padecen la contaminación es pequeño, quizás la
negociación o el sistema jurídico permitan hallar soluciones aceptables. Sin
embargo, cuanto mayor sea el número de quienes tienen parte en la situación,
menos probable será que esto ocurra y más sólido se tornará el argumento
(con vistas a una asignación de recursos eficaz) a favor de una intervención
gubernamental que, mediante un impuesto que grave la contaminación,
armonice mejor los costos y los beneficios sociales con los precios del
mercado. En tal caso, los impuestos son el instrumento para lograr que “quien
contamina pague”.
En principio, con la vigencia de una tasa retributiva por contaminación,
quienes contaminan pagan impuestos equivalentes al valor del daño social que
resulta de sus actividades. Al mismo tiempo, son libres de decidir sobre la
manera reaccionar ante el impuesto, tanto en lo relativo a la proporción en que
se comprometen a reducir la contaminación como a la forma de cumplir ese
objetivo. Su incentivo (en ausencia de otras distorsiones de precios) es
disminuir la contaminación de la manera más eficaz posible y continuar
haciéndolo hasta el punto en que los costos de la reducción (por unidad de
contaminación) sean equivalentes a la tasa impositiva, sin llegar a superarla.
Dicho curso de acción sería favorecido por el hecho de que es probable
que quien contamina tenga un buen conocimiento (mejor que el de otros)
acerca de las oportunidades más adecuadas para reducir la contaminación.
Esto se contrapone al peligro que implica la adopción de medidas
administrativas inadecuadas para establecer la magnitud en que debe
disminuirse la contaminación, los medios para hacerlo, o ambas cosas a la vez,
decididas sobre la base de información incompleta, con el riesgo consiguiente
de que la reducción resulte insuficiente o excesiva o que no se logre en forma
eficaz.
La viabilidad de gravar la contaminación depende fundamentalmente de
que sea posible controlar en forma precisa las emisiones de cada sujeto
contaminante imponible y de que exista una base de aceptación general para la
fijación de tasas impositivas adecuadas.
II) La necesidad de asegurar que los instrumentos fiscales no
agraven los problemas ambientales

Tal como se ha dicho, los instrumentos fiscales pueden emplearse para


aliviar la contaminación. Pero igualmente importante, y quizás más, es
asegurarse de que las políticas fiscales (y cuasi fiscales) existentes no agraven
el problema de manera innecesaria. Sin embargo, con frecuencia así sucede,
principalmente como resultado de tres situaciones:
 Actividades cuyos efectos secundarios son perjudiciales para el
ambiente pueden recibir subsidios presupuestarios expresos. Los
subsidios otorgados a insumos para la producción agrícola (como
energía, agua, fertilizantes y pesticidas) constituyen un ejemplo claro y
muy frecuente. Del mismo modo, en muchos países, especialmente en
los productores de petróleo, los precios del combustible son altamente
subsidiados y menores en comparación con los precios internacionales,
deducidos los impuestos.
 Los subsidios pueden también recibirse por conductos menos visibles, a
menudo extrapresupuestarios. Por ejemplo, cuando los gobiernos se
hacen cargo de las pérdidas y otorgan o garantizan préstamos a
empresas públicas y privadas. Nuevamente, los subsidios a los servicios
públicos de suministro de energía y agua son ejemplos frecuentes.
 Determinadas actividades pueden verse beneficiadas por ventajas
tributarias otorgadas en muchas formas. Por ejemplo, en casos en que
ciertos bienes y servicios quedan totalmente exentos del pago del
impuesto general sobre las ventas, del impuesto al valor agregado o son
gravados con una tasa reducida. También cuando se conceden
exenciones o tasas preferenciales a los ingresos y beneficios generados
por actividades específicas.
Determinar el impacto total que ejercen las políticas de este tipo sobre la
distribución de la carga tributaria neta en una economía puede ser
extremadamente difícil, en particular cuando las operaciones
extrapresupuestarias son importantes y no claramente observables. Tampoco
son fáciles las generalizaciones. Las actividades perjudiciales para el ambiente
no son por cierto las únicas beneficiarias, ni necesariamente las más
importantes, de los subsidios y las exoneraciones impositivas. Y, por supuesto,
nada indica que esas actividades sean subsidiadas porque causen
contaminación. Sin embargo, es evidente que en muchos países la tasa
efectiva de tributación neta a la que están sujetas determinadas actividades
altamente contaminantes es inferior a la tasa habitual de la economía en su
conjunto, lo cual, además del costo presupuestario que supone, puede agravar
en forma considerable los problemas ambientales.
2.2 Aplicación de los impuestos ambientales:

A este respecto surgen tres temas primordiales: el establecimiento de la


base imponible, la fijación de la tasa impositiva y el control de las emisiones
contaminantes para determinar la responsabilidad de cada contribuyente.

I) Establecimiento de la base imponible:

La actividad gravada debe tener una relación lo más estrecha posible con
el problema ambiental en cuestión. Una razón de esto es que se trata de dirigir
con la mayor precisión posible el efecto de los incentivos que genera el
impuesto a las actividades causantes de la contaminación sobre las que este
recae. Otra razón es que se debe evitar atenuar los incentivos que tienen los
causantes de la contaminación para reducirla. Por ejemplo, existe una amplia
variedad de productos químicos que pueden ser extremadamente peligrosos si
se usan o desechan en forma inadecuada, pero que resultan relativamente
inocuos si esto se hace en la forma correcta. Un impuesto que grave la compra
de esos productos y que deba pagarse independientemente del uso que se les
dé o de la forma en que se desechen sería un instrumento con objetivos muy
reducidos y, entre otras carencias, no ofrecería un incentivo para que su
disposición final sea segura.

II) Fijación de la tasa impositiva:

La tasa de un impuesto ambiental no puede fijarse arbitrariamente sin


comprometer su base lógica y, quizás, el fundamento mismo a partir del cual se
recabó el apoyo político para su aplicación. La tasa impositiva debe estar de
alguna manera vinculada a los costos generados por el problema ambiental
que intenta resolver.
El análisis que en principio debería servir de base para la determinación
de una tasa impositiva puede dividirse teóricamente en tres partes: la primera
es la identificación del origen del problema que se va a tratar, por ejemplo, las
emisiones de determinados contaminantes del aire; tal como se señaló más
arriba, esto determinará la elección de la base imponible. La segunda es reunir
conocimientos sobre los efectos nocivos de los cambios en las actividades de
dicha base como, por ejemplo, un aumento de la frecuencia de las
enfermedades respiratorias. Finalmente, debe atribuirse a tales efectos un valor
monetario.
Nada de esto resultará fácil, por razones tanto científicas como políticas.
Las pruebas científicas pueden dar lugar a dudas razonables en relación con
aspectos importantes, en tanto que el logro de un consenso político puede
verse influido por el hecho de que entre las personas habrá diferencias en
cuanto a su grado de exposición al problema, a sus oportunidades para
minimizar los efectos perjudiciales, al valor que atribuyen al daño resultante y,
quizás, a las opiniones que asumirán acerca de los posibles incrementos del
perjuicio en el futuro. Estas últimas pueden depender en gran medida del nivel
de ingresos de los interesados.
En la práctica, es probable que en el debate público se prescinda de
muchos de los detalles a los que puede prestarse la reflexión sobre estos
temas. Sin embargo, el hecho es que la decisión final y necesariamente política
acerca de la tasa de un impuesto ambiental debe, por lo menos implícitamente,
apoyarse en una opinión mayoritaria respecto de la naturaleza del problema,
sus consecuencias y costos, y la tasa impositiva mínima necesaria para
tratarlo.

III) Control de la contaminación:

Como se ha mencionado, para la aplicación eficaz de una tasa retributiva


es necesario poder llevar un control razonablemente preciso y confiable de las
emisiones de cada contaminador sujeto a tributación o, de no ser esto posible,
es preciso fijar un impuesto representativo de la contaminación por la cual el
contribuyente es responsable. La viabilidad y la conveniencia de poner en
práctica el esquema de supervisión requerido dependerá en gran medida de los
siguientes factores: los costos que implique un control confiable de las
emisiones de un contaminador individual, el número de contaminadores que
habrá que controlar, el volumen de las emisiones del contaminador (y, por lo
tanto, la medida de la responsabilidad tributaria correspondiente), y las
posibilidades de evasión.
La imposición de tasas retributivas por contaminación puede, por
consiguiente, resultar más viable cuando el número de contaminadores es
relativamente pequeño, el volumen general de emisiones de responsabilidad de
cada contaminador relativamente grande y las posibilidades de evasión
limitadas. A la inversa, cuando los costos del control son elevados en relación
con los ingresos esperados de cada contribuyente y la evasión resulta
relativamente fácil, es probable que los altos costos de administración impidan
la aplicación del impuesto.
No existe necesariamente una relación entre la movilidad de una fuente
de contaminación y la posibilidad de gravarla en forma eficaz. Por ejemplo,
como se analiza en la siguiente sección, hay diversas maneras de gravar las
emisiones de los vehículos, aunque la fuente de la contaminación sea móvil.
Sin embargo, la vigilancia de las fuentes móviles de contaminación
intermitente, por ejemplo el vertido y la descarga de desechos en las corrientes
de agua, puede resultar muy difícil. Peor aún, si la evasión es fácil, la aplicación
de un impuesto a esta práctica en lugares donde la vigilancia es posible puede
conducir al traslado de la actividad infractora a lugares no controlados.
La gama de posibilidades a disposición de un país en desarrollo (y, de
hecho, de cualquier otro) dependerá por supuesto en gran medida de la calidad
de la administración pública, el grado de ejecución de las leyes y la disposición
del público en general a cumplir las obligaciones jurídicas.

2.3 Impuestos y reformas fiscales ambientales

Los países en desarrollo enfrentan la necesidad de movilizar un volumen


creciente de recursos internos para financiar sus metas de desarrollo
sostenible. En este contexto, una evolución del régimen fiscal acorde con
dichas metas necesariamente desempeñará un papel preponderante en los
años venideros, tal como lo demuestran las reformas fiscales “verdes” que ya
se están poniendo en práctica en varios países.
1. Utilización de impuestos ambientales y otros instrumentos económicos
como mecanismos para internalizar el costo social de la degradación
ambiental.
Una reforma fiscal ambiental en el sentido “pigouviano” tendría como
objetivo internalizar en el sistema de precios, mediante la implementación del
principio de “el que contamina paga”, los costos reales de aquellas actividades
que ocasionan impactos sobre el medio ambiente y afectan al bienestar social.
El objetivo central de una reforma fiscal de este tipo sería establecer,
mediante impuestos que apunten en la forma más directa posible a las
actividades contaminantes que se pretenda corregir, una estructura de
incentivos que lleve estas actividades a un nivel socialmente óptimo,
entendiendo este último desde una perspectiva integral que considere la
totalidad de los costos sociales y beneficios que conlleva una determinada
actividad económica. Una reforma fiscal ambiental de este tipo tendría como
principal finalidad incentivar una reducción de la contaminación y la
degradación ambiental e inducir un mejor desempeño ambiental de los agentes
económicos.
Es decir, su justificación y principio rector sería la búsqueda de formas de
corregir las externalidades presentes e internalizar los costos ambientales
mediante un ajuste por la vía impositiva de los incentivos que mueven a los
agentes económicos. Una reforma así tendría propósitos estrictamente
ambientales, más que fiscales o recaudatorios, y teóricamente pudiera
realizarse bajo criterios de neutralidad fiscal. Esto significa que una reforma
fiscal de este tipo puede diseñarse para que, en términos netos, no implique
una carga tributaria adicional con respecto al actual régimen impositivo, porque
los nuevos impuestos introducidos se compensarían con rebajas equivalentes
de los impuestos existentes.
2. La utilización de impuestos ambientales con fines recaudatorios
Como se mencionó anteriormente, los países de la OCDE recaudan casi
el 7% de sus ingresos fiscales totales (OCDE, 1999, p. 5) mediante impuestos
que gravan una base impositiva relacionada con los sectores del transporte y la
energía, ambos con importantes externalidades ambientales. En los países
industrializados, los llamados impuestos “ambientales” incluyen una amplia
gama, en la que figuran los aplicados a la energía, al contenido de carbono en
los combustibles fósiles (impuesto al CO2), al contenido de azufre en los
combustibles, a la gasolina y a la gasolina con plomo, al diesel, a las emisiones
de óxidos de nitrógeno (Nox) en plantas generadoras, a los vehículos
automotores, a los compuestos orgánicos clorados (pesticidas y solventes), a
los metales pesados (en baterías) y compuestos tóxicos en diversos productos
químicos, a los clorofluorocarbonos (CFC) —sustancias que destruyen la capa
de ozono—, y al cadmio, nitrógeno y fósforo en fertilizantes, entre otros.
Se han hecho esfuerzos por expandir la base impositiva y eliminar
subsidios, tarifas e impuestos a la exportación. Uno de los objetivos
estratégicos a mediano y largo plazo será el avance hacia una ampliación de la
base impositiva. Es precisamente en este sentido que una mayor utilización de
impuestos y cargos ambientales ofrece una importante área de oportunidades
para el futuro desarrollo institucional de la región en materia fiscal.
En sus esfuerzos por incrementar su base impositiva, los países en
desarrollo enfrentan el reto de encontrar suficientes fuentes de recaudación
cuyos efectos distorsionantes sean bajos. Toda actividad impositiva introduce
distorsiones en los precios relativos e implica una pérdida económica,
denominada “exceso de carga tributaria”. Presumiblemente, en el caso de los
nuevos impuestos ambientales, el “exceso de carga tributaria” implícito en ellos
es menor, porque contribuyen a internalizar el costo social del daño ambiental
ocasionado por las actividades gravadas. En este sentido, la introducción de
estos impuestos estaría ayudando a corregir una externalidad ambiental y, por
ende, a aumentar el bienestar social, en lugar de introducir nuevas distorsiones
y hacer aún más pesado el “exceso de carga tributaria” o costo económico del
régimen fiscal.
La gradual complementación del régimen impositivo con impuestos
ambientales y sobre el uso de recursos naturales abre oportunidades para
expandir la base impositiva mediante impuestos que impliquen un menor costo
económico y, al mismo tiempo, corregir el uso sostenible de los recursos. En
este sentido, las reformas fiscales “ambientales” ofrecen una importante área
de posibilidades, sobre todo para aquellos países en cuya economía
predominan los sectores dependientes de los recursos naturales, agrícolas,
pesqueros y forestales, como muchos de la región.
3. La aplicación de cargos y tasas por efluentes, productos y actividades
contaminantes y por uso de recursos naturales
A diferencia de los impuestos de aplicación más general (cuya
recaudación va al fisco central). Los cargos son la que genera el pago de los
cargos por uso de recursos naturales, de bienes y servicios públicos y
actividades contaminantes que se destina específicamente al financiamiento de
los costos operativos del servicio público pertinente o de algún programa que
tenga por objeto compensar o controlar la contaminación producida. los cargos
por uso de recursos naturales pueden interpretarse como pagos por un servicio
ambiental. Los cargos o tasas por efluentes contaminantes son pagos por
utilizar la capacidad de absorción de los cuerpos de agua nacionales y pueden
emplearse para financiar el costo del tratamiento de efluentes industriales y
aguas servidas.
En los países en desarrollo los cargos por uso tienden a ser bajos, lo cual
se traduce en una subvaloración de los recursos naturales (agua, minerales,
forestales y pesqueros), lo que puede conducir a su explotación excesiva y a
una baja recaudación. Generalmente existen oportunidades para optimizar el
nivel de estos cargos y permitir así que el gobierno capte una mayor proporción
de la renta económica asociada a la explotación de dichos recursos. Así ocurre,
por ejemplo, en el caso de los cargos asociados al uso de recursos mineros
con vistas a optimizar el nivel de regalías, de las tarifas por utilización de agua,
de los cobros por la explotación maderera y de las licencias pesqueras
(Gandhi, Gray y McMorran, 1997). En general, la experiencia de los países de
la región en materia de cargos ambientales es aún incipiente, por lo cual la
introducción y potencial aplicación estos instrumentos abre claramente un área
de nuevas oportunidades. A continuación, se mencionan algunos tipos de
cargos ambientales con un evidente potencial para una aplicación más
vigorosa en la región.
a) Cargos por uso de agua
La subvaloración del recurso agua también es frecuente en el plano
mundial. En la mayoría de los países el precio del agua cubre, cuando
mucho, el costo unitario de operación, pero no refleja el valor real del
recurso ni las externalidades negativas que genera su uso excesivo. En
muchos países en desarrollo el precio del agua todavía se encuentra por
debajo de los costos de operación del servicio, lo cual supone un importante
drenaje de recursos públicos.
En Costa Rica, la empresa de servicios públicos de la provincia de Heredia
cobra a los consumidores una tarifa hídrica adicional de 1.90 colones por
metro cúbico. El dinero recaudado se destina a un fondo en fideicomiso,
administrado por la misma empresa, que se utiliza para financiar actividades
de reforestación y regeneración del bosque en las cuencas hídricas que
proveen de agua a la provincia. La iniciativa fue motivada por la
preocupación ante una notoria disminución del agua, con la consiguiente
necesidad de racionarla, debido a la progresiva deforestación (Orozco y
Ruiz, 2002).
b) Cargos por uso de recursos naturales (flora y fauna).
En México se han implantado procedimientos para otorgar autorizaciones y
permisos y llevar registros relacionados con la conservación, manejo y
aprovechamiento sustentable de la flora y la fauna silvestres y otros
recursos biológicos. El instrumento es recaudatorio, ya que se cobran
derechos por la prestación de servicios relacionados con la flora y fauna
silvestres, tales como, entre otros, la obtención de permisos y certificados
para la recolección científica de material biológico y el registro de viveros,
jardines botánicos, y zonas de conservación, así como el procesamiento de
solicitudes de permiso para el aprovechamiento en dichas zonas de
especies autorizadas.
La recaudación de estos derechos sirve para cubrir los costos de servicios
que dan seguimiento a las obligaciones de la autoridad ambiental y también
para desincentivar la explotación ineficiente de especies de la flora y la
fauna.
Un ejemplo interesante de aplicación de este tipo de cargos es el de los
permisos para la caza del borrego cimarrón. En este caso se les ha
reconocido a las comunidades el derecho de permitir o no la caza de esta
especie en sus predios y, por lo tanto, los dueños de estos pueden subastar
el derecho, pero no el permiso de caza mismo. La autoridad ambiental
realizó un estudio acerca de la sostenibilidad de este esquema, según el
cual los permisos de caza de borrego cimarrón alcanzaban en el mercado
abierto a un total que oscilaba entre los 100.000 y los 300.000 dólares
(Escalante y Aroche, 2002).
c) Cargos por efluentes contaminantes
En Colombia se ha llevado adelante con éxito una experiencia de aplicación
de tasas sobre el vertido de efluentes contaminantes (demanda biológica de
oxígeno (DBO) y sólidos suspendidos totales (SST)) en varias cuencas. La
finalidad es introducir incentivos para lograr metas de descontaminación
consensuadas pluralmente y recaudar fondos destinados a costear
actividades de gestión ambiental y proyectos asociados a la
descontaminación en cada cuenca.
Se ha señalado que “…al completar los primeros seis meses de este
proceso mostró importantes reducciones de 28,48% y 7,43% de las cargas
contaminantes de DBO y SST, respectivamente, para la cuenca del Río
Negro, la más contaminada. Igualmente en este período se logró recaudar
casi el 70% del total facturado…” (Colombia, Ministerio del Medio Ambiente,
1998).
Este ejemplo pone de manifiesto algunos factores importantes para
maximizar las posibilidades de éxito en la aplicación de un instrumento de
esta naturaleza:
i) Recaudación directa y destinación específica de las tasas por parte
de las autoridades ambientales regionales.

ii) Fijación de metas regionales de reducción de carga contaminante en


cada cuenca, acordadas unánimemente por todas las partes
interesadas y sobre la base de parámetros de calidad ambiental de
fácil seguimiento.

iii) Realización de actividades de monitoreo, recolección y divulgación


transparente de los parámetros de calidad ambiental escogidos para
evaluar el desempeño de los agentes regulados y el avance hacia la
meta consensuada.

iv) Negociación de un consenso para asignar los fondos recaudados, en


proporciones preestablecidas, a los programas de descontaminación
ejecutados por cada uno de los actores participantes: las
municipalidades, las industrias y el organismo regulador regional
(Colombia, Ministerio del Medio Ambiente, 1998).

2.4 Impuestos sobre la energía:

I) Razones para gravar el uso de la energía

De todas las posibilidades de tributación ambiental, la aplicación de impuestos


por el uso de energía es quizás la más promisoria, porvarias razones:
 Se relaciona con una amplia variedad de problemas ambientales, entre
los que se incluyen el cambio climático global, la contaminación
atmosférica, la congestión y el ruido. Estos problemas afectan a muchas
personas, particularmente en las áreas urbanas, lo cual incrementa la
posibilidad de lograr un consenso amplio en el sentido de que “debe
hacerse algo al respecto”. Las opiniones pueden diferir acerca de
muchos aspectos específicos del problema, pero esto no impide lograr
apoyo general a un grado de tributación dado, que será como mínimo el
que la situación requiera.
 La mayor parte de la energía mundial deriva de combustibles fósiles,
cuyas fuentes de suministro en un país cualquiera (producción nacional
e importaciones) son relativamente escasas. Por lo tanto, la aplicación
de impuestos a un número relativamente pequeño de fuentes en la
etapa inicial de producción, a un bajo costo administrativo, puede influir
en los incentivos de un gran número de usuarios de energía en la etapa
final de producción.
 La relación entre el uso de las principales clases de combustibles fósiles
y la contaminación que esto genera es, en muchos sentidos, estable y
predecible. La más directa es la que existe entre el uso del combustible
y las emisiones de dióxido de carbono, ya que no se dispone de una
tecnología de bajo costo que reduzca estas emisiones por unidad de
combustible empleada. No obstante (con diversos grados de
variabilidad), hay también relaciones estrechas entre el uso de
combustibles y la incidencia de otros tipos de contaminación, sea o no
por gases. En suma, el aumento del precio del combustible tenderá a
desalentar hasta cierto punto una amplia gama de actividades
contaminantes.
 Los combustibles fósiles pueden constituir una extensa base imponible,
que cabe esperar que se expanda a medida que aumenten los ingresos.
Además, el gravamen de los combustibles fósiles en general apunta a
desalentar su uso, no a evitarlo totalmente. Por lo tanto, aunque es
probable que la demanda sea a la larga muy elástica con respecto a los
precios, puede esperarse que la aplicación de impuestos a estos
combustibles sea una fuente duradera de ingresos considerables.

II) Razones por las que la sola aplicación de impuestos por el uso
de energía puede resultar insuficiente

A pesar de las importantes ventajas señaladas, es poco probable (por las


razones analizadas en secciones anteriores) que la aplicación de un impuesto
general por el uso de combustibles fósiles constituya, por sí sola, una política
ideal. En términos amplios, sería deseable que fuera acompañada de otras
medidas. La razón principal es que la relación entre uso de combustibles y
clases de contaminación, aunque estrecha, no es fija. Por ejemplo, la relación
entre el uso de gasolina y la congestión del tráfico depende de la distancia
recorrida por el gas del vehículo y del lugar en que este se desplaza (áreas
congestionadas u otras). Del mismo modo, la relación entre el consumo de
combustible del motor y las emisiones de contaminantes atmosféricos
dependerá en parte del funcionamiento del vehículo, de la utilización de
tecnologías para reducir las emisiones (como los convertidores catalíticos) y,
nuevamente, del área en la que se desplaza el vehículo.
Por estas razones, una política ideal debería abarcar varios elementos.
Por ejemplo, un aumento del precio de los combustibles fósiles para desalentar
su uso en general podría combinarse con otras medidas dirigidas a
determinadas clases de contaminación asociadas al uso de estos
combustibles. Estas medidas adicionales pueden ser reguladoras (por ejemplo,
normas con respecto al funcionamiento de los vehículos) o relacionarse con los
precios, como las tasas por el uso de calles y estacionamientos o impuestos
que graven la propiedad de los vehículos. Debe señalarse que este último tipo
de impuestos influye en los costos fijos que supone el uso de un vehículo, es
decir, en la decisión de comprar o no un automóvil, pero no en los costos
marginales, como en la decisión de hacer un viaje determinado.
Evidentemente, las condiciones previas, sean administrativas o de otra
naturaleza, para la aplicación de un conjunto ideal de medidas como el descrito
son varias y el logro de un nivel óptimo puede no ser factible. En tal caso, un
impuesto que grave el uso de la energía probablemente sea el más
representativo de los que pueden recaer sobre las diversas clases de
contaminación que dicho uso genera.
Capitulo 3: CONCLUSIONES:

La proposición del impuesto pigouviano fue realizada en el contexto que el


único problema que había en la economía era una deseconomía externa que
ocurría en un mercado competitivo y que genera una asignación de recursos
ineficiente. Los modelos económicos más tradicionales han sido presentados
por sus autores de igual manera y queda para el resto de la profesión extender
el tema central cambiando los supuestos básicos con que partió el análisis. Por
lo tanto, esa es la tarea que Pigou heredó para los continuadores de su idea.
Precisamente un conjunto de críticas al impuesto pigouviano apuntan a sus
supuestos, cuando el desafío es cómo incorporar más realismo a través de
levantar los supuestos de la propuesta original.
Las críticas al impuesto pigouviano van desde las que señalan que esta
promueve la intervención del Estado en la economía en vez de buscar una
solución de mercado, pasando por las dificultades para medir la deseconomía
externa, la no consideración del medio ambiente en que se propone aplicar la
solución del impuesto, dificultades para determinar la base del impuesto y la
propuesta de Coase que presenta una solución en que no sería necesaria la
intervención del Estado.
El impuesto pigouviano debe cumplir ciertos requisitos en la determinación de
la base y la tasa. La base debe corresponder al elemento del producto que es
el responsable de producir la deseconomía externa y no el producto
propiamente tal. La tasa debe ser igual al valor del daño marginal que causa el
elemento dañino y debe ser establecida en forma unitaria o específica,
corregida por el fenómeno inflacionario.También para efectos del comercio
internacional se recomienda aplicar la regla de la OMC que prohíbe exportar
impuestos indirectos, estableciéndose la devolución de estos impuestos a los
exportadores.
El impuesto pigouviano enfrenta instrumentos de política económica
alternativos para buscar la solución de las deseconomías externas. Estos
instrumentos económicos al igual que el impuesto pigouviano tienen sus pros y
sus contras, no son la solución perfecta del problema. Los instrumentos
alternativos son los estándares, subsidios, permisos negociables y el teorema
de Coase.
El sistema tributario chileno tiene una serie de impuestos que tienen el mismo
nombre de los impuestos pigouvianos que aparecen en la literatura, pero al
examinarlos con cuidado se detecta que no son impuestos reguladores, sino
meros impuestos recaudadores. Por ejemplo, el impuesto a los combustibles
grava cuatro veces más fuerte a las gasolinas que al petróleo diesel, cuando de
acuerdo con estudio de Parry y Strand24 las tasas deberían ser casi idénticas y
más cerca del valor de la gasolina. El impuesto a las bebidas alcohólicas está
fijado en la forma ad valorem y estas se encuentran agrupadas en dos
categorías según graduación alcohólica y sus tasas son 20,5% y 31,5%. El
impuesto a las bebidas analcohólicas es ad valorem, agrupadas en dos
categorías según contenido de azúcar de las bebidas y sus tasas son 10% y
18%. El impuesto a los cigarrillos tiene una tasa compuesta de una parte ad
valorem y la otra como impuesto unitario o específico. Ninguno de estos
impuestos cumple cabalmente con los requisitos de un impuesto pigouviano
(regulador).
En primer lugar, es necesario destacar que luego de analizar la viabilidad de la
implementación de incentivos económicos en distintos sectores de la economía
peruana, no puede pasar desapercibida la existencia de un consenso acerca
de la complementariedad entre los instrumentos de mercado con los
instrumentos de regulación directa. En segundo lugar, es notorio el atraso
existente, en el Perú, en relación con la implementación e incluso a la discusión
del uso de instrumentos económicos de manera integral en el marco de la
política fiscal. Si bien se ha avanzado en términos de principios de política, en
el sentido que, actualmente, la legislación ambiental en Perú ha logrado
incorporar el principio “usuario–pagador”, esto no se ha traducido en acciones
concretas Más atrasada aún se encuentra la aplicación práctica del principio
“contaminador–pagador” en el contexto del uso de instrumentos de política
para controlar y prevenir la contaminación (sector “marrón”), en parte debido a
la promulgación de Ley para la Promoción de la Inversión Privada, la cual
debilitó dicho principio en forma significativa.
En nuestro país el nivel de información que existe sobre la tributación ambiental
es regular, por lo que es necesario realizar charlas dirigidas a los sujetos
pasivos, personas físicas y sociedades mercantiles, a fin de que conozcan este
nuevo tributo antes de querer implementarlo. Cabe indicar que según algunos
estudios se ha podido comprobar que la aplicación de los tributos ambientales
tiene un resultado positivo, por lo cual sería ideal implementar dichos modelos
en nuestro país, empezando por las empresas mineras, las cuales tributarían
por la cantidad de contaminación que generen poniendo en práctica el principio
de “quien contamina paga”, el cual produce un efecto positivo en la disminución
de la contaminación y como efecto secundario ayudaría a aumentar la
recaudación tributaria. También se podrían generar beneficios tributarios a
aquellas empresas que mejoraren sus prácticas ambientales, como es la
adquisición de tecnología limpia.
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