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¿Qué tan reales son los números reales?

ROMEO PÉREZ ORTIZ

Los números reales son el resultado de un largo proceso de abstracción del ser humano.
En primer lugar, son producto de su observación de la naturaleza y del universo y, en
segundo lugar, de su razonamiento como un sistema de riguroso análisis abocado a la
búsqueda de la verdad.

La historia de los números reales comenzó cuando el ser humano tuvo la necesidad de
expresar, por ejemplo, la cuarta parte de una fruta, la mitad de un lago, la tercera parte de
un terreno, la quinta parte de una madera, o fracciones de piedras como el cuarzo u
obsidiana. Esta necesidad práctica lo obligó a crear un sistema numérico para comprender
de una mejor manera el mundo que lo rodeaba. Se sabe que el sistema creado por los
fenicios impactó positivamente en su comercio; que el de los babilonios fue trascendental
en la navegación y que el desarrollado por los egipcios ayudó a conocer la porción de
tierra perdida anualmente con los desbordes del río Nilo.

Así fue como “surgió” el primer conjunto de los números naturales (1, 2, 3 etc.,);
posteriormente se desarrolló el segundo conjunto de los números enteros, que incluye al
primer conjunto más el cero y los números negativos. Siglos después, el hombre se dio
cuenta que en su quehacer diario necesitaba otro tipo de números para intercambiar
productos y comunicarse con mayor claridad. Entonces emergió un tercer conjunto, el de
los números racionales, que incluye al primer y segundo conjunto más los números
fraccionarios. Sin embargo, con la intensificación del comercio, la navegación, la
construcción de pirámides y edificios, etc., fue necesario el desarrollo de un cuarto
conjunto, el de los números irracionales. Se sabe que en la antigüedad ya se tenía la
noción de dichos números como la razón áurea usada en la arquitectura, la raíz de dos
con Pitágoras, o el número pi con Arquímedes, quien calculó su valor hasta once dígitos,
al inscribir una figura de muchos lados en una circunferencia de radio 1. Los números
irracionales también se encuentran en problemas concretos antiguos, como la cuadratura
del círculo, la trisección de un ángulo y la duplicación del cubo, que fueron imposibles de
resolver por la vía geométrica. Se requería, pues, de otro conjunto de números que unido
al álgebra proporcionara una solución a dichos problemas.

Ante esa necesidad concreta, fue crucial unificar los números racionales e irracionales en
un quinto conjunto, el de los números reales. A este resultado contribuyeron, cada uno
con su metodología, los matemáticos mundialmente reconocidos: el ruso George Cantor
(1845 – 1918) y el alemán Richard Dedekind (1832 – 1916). Sus aportaciones
representaron un gran paso para las matemáticas, pues ayudaron al ser humano a
comprender que en la naturaleza no solamente había fenómenos discretos, sino también
continuos.

A partir de entonces, las ciencias en general, entre ellas la economía y la biología,


tuvieron un gran impulso, ya que los números reales permitieron hablar de continuidad y,
por tanto, de tasas de crecimiento en la población humana, en las bacterias, o en la
rapidez con que se reproducen los conejos. Gracias a su uso se supo, por ejemplo, que el
crecimiento poblacional era mayor que la producción de los alimentos, lo que permitió al
ser humano prepararse ante una eventual crisis alimentaria.

Como se ve, los números reales tuvieron su origen en una realidad concreta, nacieron de
la necesidad práctica del hombre y contribuyeron a un mayor conocimiento de los objetos
y fenómenos. Por ejemplo ahora es fácil comprender 1) la probabilidad que oscila entre
los valores cero y uno, y todos los números fraccionarios existentes en dicho intervalo; 2)
la división infinita de un objeto en partes cada vez más pequeñas, e identificar la parte de
un pastel que su hijo o marido comió; 3) la geometría y la dimensión de objetos
fracturados como las hojas de un helecho o las montañas, cuya dimensión es fraccionaria;
4) el análisis de cada una de las partes infinitesimales de una materia o la estructura
cuántica de una micropartícula. En síntesis, los números reales son tan reales como el
pedazo de pan que usted, amable lector, comió hoy en la mañana.

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