Está en la página 1de 8

LECCIÓN 1. EL DERECHO.

EL DERECHO CIVIL

1. DERECHO PÚBLICO Y DERECHO PRIVADO.

Esta división procede del Derecho Romano, concretamente aparece en un texto de Ulpiano recogido en
el digesto (D 1, 1, 1,2). Según dicho texto, mientras que el DERECHO PRIVADO se refiere al provecho o
utilidad individual de cada persona, el DERECHO PÚBLICO se ocupa de las útiles a la comunidad, y
concretamente, al estado o gobierno de la República.

La división puede tener un valor estrictamente clasificatorio, de ordenación de materias, o puede


utilizarse también con una carga ideológica, a favor o en contra del predominio de determinadas formas
de organización social.

 Desde el primer punto de vista, hoy en día nadie duda en calificar como DERECHO PRIVADO
tanto el Derecho Civil como el Derecho Mercantil. Tampoco existe duda en calificar como
DERECHO PÚBLICO al Derecho Administrativo y al Derecho Financiero.
 Desde el segundo punto de vista, se ha tratado de potenciar el predominio del DERECHO
PRIVADO a partir posiciones liberales, como garantía de los valores que para dichas posiciones
deben regir en la organización social y política. Igualmente, desde posiciones totalitarias o
intervensionistas, se ha pretendido potenciar al DERECHO PÚBLICO, como garantía de la
consecución de los ideales sociales o políticos representados por tales ideologías.

Las teorías que han pretendido explicar la división entre el DERECHO PÚBLICO y DERECHO PRIVADO
pueden agruparse según cual sea el criterio predominante adoptado. Todas ellas revelan normalmente
aspectos que en verdad marcan una diferencia entre esos dos campos del Derecho, con mayor o menor
intensidad. Pero lo que también es cierto, y así se ha puesto de relieve es que, en la medida en que se
pretenda alcanzar una solución clara y omnicomprensiva, a la hora de definir el DERECHO PÚBLICO frente
al DERECHO PRIVADO y viceversa, todas esas teorías adolecen de insuficiencias.

Una primera teoría es la del interés. Cuenta a su favor con el antecedente romano antes mencionado:
según ella, sería

 DERECHO PRIVADO aquél que se ocupa del interés individual.


 DERECHO PÚBLICO el que se ocupa del interés colectivo.

Una segunda teoría es la de los sujetos corresponderían al:

 DERECHO PÚBLICO las relaciones jurídicas, y las norma que las regulan, en las que intervenga el
estado.
 DERECHO PRIVADO se ocuparía de todas aquellas relaciones y normas que afectan a sujetos en
situación de igualdad. Mientras que el DERECHO PÚBLICO sería el que se ocupa de aquellas
relaciones y normas en que intervienen sujetos en situación de desigualdad; concretamente en
las que interviene el estado.

Una tercera teorías relaciona el DERECHO PÚBLICO con normas imperativas y las relaciones de jerarquía,
mientras que, las normas dispositivas, las relaciones de libertad y de autonomía corresponderían al
DERECHO PRIVADO. La división entre un DERECHO PÚBLICO y un DERECHO PRIVADO puede tener:

 Carácter radical.
 Existen numerosas normas construcciones doctrinales que sirven para ambos campos jurídicos.
Tal es el caso de las fuentes del Derecho, de su interpretación, de su eficacia, de su aplicación.
Por otra parte resulta difícil contraponer dos sectores del Derecho, que estén caracterizados por
intereses y fines antagónicos. En cambio, lo que sí resulta evidente es que en toda sociedad
coexisten los fines personales, de carácter individual, y los fines colectivos, de carácter social. A
parte de ese planteamiento,
 cabe considerar como DERECHO PRIVADO aquella parte del Derecho en cuyas normas
predomina con carácter inmediato la protección de fines personales. Cabe considerar
como DERECHO PÚBLICO aquella parte del Derecho en cuyas normas predomina con
carácter inmediato la protección de fines sociales.
 En el DERECHO PRIVADO, caracterizado de esa forma, deberán predominar los
principios jurídicos personales e individuales. Mientras que en el DERECHO PÚBLICO
deberán predominar los principios jurídicos sociales y colectivos.

Asumido ese criterio para la división entre el DERECHO PÚBLICO y el DERECHO PRIVADO, resulta
consecuencia inevitable del mismo aceptar que esa división no puede marcarse con fronteras claras. Lo
que repercute incluso en la utilización de la misma con fines meramente sistemáticos o clasificatorios.

Como se señalaba al principio, no hay duda de que hoy en día el núcleo central del DERECHO PRIVADO
viene constituido por el Derecho Civil, por el Derecho Mercantil y por el Derecho del Trabajo. Al mismo
tiempo habrá que admitir que tanto el Derecho Penal, como el Derecho Procesal, el Derecho
Administrativo o el Derecho Financiero son DERECHO PÚBLICO.

También a la hora de abordar el Derecho Internacional habrá que admitir la coexistencia de parcelas
correspondientes al Derecho Privado y de parcelas correspondientes al Derecho Público. Y lo mismo
ocurre incluso con el propio Derecho de la Constitución, aunque el mismo, en su mayor parte, constituya
el núcleo del Derecho Público.

2. DERECHO COMÚN Y D ERECHO ESPECIAL.

El artículo 4.3 del Código Civil establece que las disposiciones del mismo se aplicarán como supletorias en
las materias regidas por otras leyes. Ese contenido es consecuencia de la consideración del Código como
derecho común. Refleja el significado y valor que se quiso asignar en el momento de la codificación a los
códigos civiles como cuerpos legales encaminados a sustituir al corpus iuris civiles (Digesto), DERECHO
COMÚN en toda Europa hasta ese momento. Si el Código Civil venía a erigirse en el nuevo DERECHO
COMÚN, ello suponía que el mismo pretendía regular la vida social en su totalidad, por consiguiente
contenía y se inspiraba en los principios generales ordenadores de esa vida social, y, por consiguiente
también sería, al igual que el Digesto, el Derecho supletorio, al que acudir para integrar las lagunas de
todos los demás textos legales.

Sin embargo, ese significado del Código Civil como DERECHO COMÚN y, consecuentemente, Derecho
supletorio de todas las demás leyes, que constituirían DERECHOS ESPECIALES frente a aquél, ha ido
perdiendo su valor inicial. Se mantiene todavía dentro del campo del DERECHO PRIVADO. De ahí la plena
eficacia, aun hoy en día, de las llamadas contenidas en el Código de Comercio a una aplicación supletoria
del DERECHO COMÚN (Art. 2 y 50 del mismo). En cambio, dicho valor se ve cuestionado actualmente
con respecto a los Derechos civiles, forales o especiales de las CCAA. De ahí que la doctrina foralista venga
a atribuir el carácter de DERECHO COMÚN a todo el Derecho Civil, (con respecto a las demás ramas del
Derecho) y, muy especialmente, al propio Derecho civil foral, en su respectivo ámbito de vigencia, por
delante del Código Civil.

Otra causa de esa devaluación del Código Civil como DERECHO COMÚN procede del desarrollo de las
ramas jurídicas que se integran dentro del DERECHO PÚBLICO, dando lugar a través de ese desarrollo a
propios principios generales, que han venido a desplazar a los contenidos en el Código Civil. No obstante,
aunque sea residualmente, sigue recogiéndose en algunos textos legales propios del DERECHO PÚBLICO
esa referencia al Derecho Común (Art. 4.3 de la ley 47/2003, General Presupuestaria), es decir, al Código
Civil como Derecho supletorio. La devaluación del Código Civil como DERECHO COMÚN se ha producido
ciertamente por lo que a los principios generales del mismo se refiere. Estos ya no son los únicos
inspiradores de nuestra sociedad; han perdido pues en parte su fuerza expansiva, que ha venido a ser
sustituida por otros principios generales en los que se fundamentan, por un lado los Derechos civiles,
forales o especiales, por otro lado el DERECHO PÚBLICO.

No obstante, el Código Civil sigue teniendo un valor general propio del DERECHO COMÚN. En él se
encuentran recogidos los elementos fundamentales de la dogmática jurídica elaborada por la doctrina a
lo largo de la edad media y de la edad moderna sobre la base de los textos jurídicos del Digesto. Sigue
siendo pues el Derecho al que hay que acudir para la mayor parte de las construcciones de nuestra
dogmática jurídica: el contrato, el derecho subjetivo, la obligación, la responsabilidad, el patrimonio, el
sujeto de derecho, la persona jurídica, la capacidad, la legitimación y el Derecho transitorio.

3. EL DERECHO CIVIL. CONCEPTO

3.1. FORMACIÓN HISTÓRICA DEL DERECHO CIVIL: LA CODIFICACIÓN


CÓDIGO: Ley con la que el legislador pretende regular de forma completa una rama del Derecho
siguiendo un sistema racional de las materias a tratar. Se plasma en libros, divididos en títulos, éstos en
capítulos, éstos en secciones y finalmente en artículos.

Una RECOPILACIÓN constituye una colección de leyes preexistentes, aprobadas en diversos momentos
y de diversa categoría normativa, que siguen vigentes, y que el recopilador agrupa en un único libro, de
acuerdo con el orden (temporal, de materias, de rango normativo) con el fin de facilitar el uso de tales
leyes.

La codificación civil española se inicia a comienzos del siglo XIX.

Será en la Constitución de 1812 cuando haya la necesidad de elaborar un Código Civil para toda la
Monarquía, pero por sucesos políticos se impidió redactar incluso un proyecto oficial susceptible de ser
aprobado por el legislador. Este proyecto sí se pudo realizar en 1851 por la Comisión General de
Codificación. Con ello se pretendía unificar todo el Derecho Civil español pretendiendo alcanzar un Código
vigente para toda la monarquía.

Pretender unificar todo el Derecho Civil español fue la causa principal del fracaso del proyecto habida
cuenta la importancia política del llamado problema foral.

La imposibilidad política de alcanzar la codificación civil, da lugar a codificaciones parciales concretándose


en materias:

 Ley Hipotecaria (1861)


 Ley del Notariado (1862)
 Ley Provisional del Registro Civil y Ley del Matrimonio Civil (1870)
 Ley de Aguas (1886)

Se pensaban incluir en el Código una vez aprobado pero finalmente quedaron al margen junto a los
Derechos Civiles Forales.

El Código Civil se aprueba siguiendo la técnica de una Ley de Bases (1888) que autoriza al gobierno para
su redacción de acuerdo con dichas Bases, en un momento de estabilidad política, una vez que se ha
renunciado a la total unificación del Derecho Civil español, aceptando la subsistencia de los derechos
civiles forales.

3.2. CONTENIDO DEL DERECHO CIVIL


El DERECHO CIVIL es el Derecho de la persona en general. Trata de regular los aspectos más esenciales en
la vida de las personas: su nacimiento, su matrimonio y familia, su patrimonio y la gestión del mismo, su
muerte y la sucesión patrimonial derivada de ella.

Será pues aquella parte que queda del DERECHO PRIVADO, una vez excluido los contenidos propios del
Derecho Mercantil y del Derecho del Trabajo (contrato de trabajo) fundamentalmente.

El espacio correspondiente al Derecho Civil dentro del ordenamiento jurídico es mucho más amplio que
el que ocupa el Código. La suma de las leyes civiles especiales constituye hoy en día un conjunto legislativo
cuantitativamente más importante que el representado por el articulado del Código. No obstante, las
materias reguladas por el Código siguen representando un índice casi completo de las materias propias
de Derecho Civil, sin perjuicio de que las mismas reciban una regulación complementaria en leyes
especiales.

Pues bien, siguiendo el orden de los cuatro Libros en que se divide (además del Título Preliminar) el Código
Civil, resultan las siguientes materias: la persona, la familia, los bienes, la propiedad en general y las
propiedades especiales, sus modificaciones o derechos reales distintos de la propiedad, los modos de
adquirir intervivos y mortis causa, las obligaciones y los contratos. Ese es hoy en día el contenido propio
del Derecho Civil.

4. EL CÓDIGO CIVIL Y LAS LEYES ES PECIALES CIVILES

El Código Civil consta de:

 Un Título Preliminar.
 Cuatro Libros.
 Una Disposición Final derogatoria (art. 1.976).
 Trece Disposiciones Transitorias.
 Cuatro Disposiciones Adicionales.

EL TÍTULO PRELIMINAR. “De las normas jurídicas, su aplicación y eficacia” (arts. 1. ª a 16), regula las
fuentes del Derecho, la aplicación y eficacia de las normas, recoge normas de DERECHO INTERNACIONAL
PRIVADO, así como las normas relativas a la coexistencia del Código Civil con los Derechos Civiles forales
o especiales.

EL LIBRO PRIMERO, De las personas (art. 17 a 332), se ocupa de la nacionalidad, de las personas físicas y
jurídicas, del domicilio, del matrimonio, de la filiación, de los alimentos entre parientes, de la patria
potestad, de la adopción, guardia y acogimiento de menores, de la ausencia, de la incapacitación, de las
instituciones tutelares, de la mayoría de edad, emancipación y del Registro Civil.

EL LIBRO SEGUNDO. “De los bienes, de la propiedad y de sus modificaciones” (arts. 333 a 608), se ocupa
de la clasificación de los bienes, de la propiedad, de la comunidad de bienes, de propiedades especiales,
de la posesión, del usufructo, uso y habitación, de las servidumbres y del Registro de la Propiedad.

EL LIBRO TERCERO. “De los diferentes modos de adquirir la propiedad” (arts. 609 a 1.087), enumera dichos
modos de adquirir la propiedad, y regula la ocupación, la donación y las sucesiones.
EL LIBRO CUARTO. “De las obligaciones y contratos” (arts. 1.088 a 1.976), se ocupa de las obligaciones y
de los contratos en general, del régimen económico matrimonial, de la compraventa, permuta,
arrendamientos, censos, de la sociedad, del mandato, del préstamo, del depósito, de los contratos
aleatorios, de las transacciones, de la fianza…

Durante los primeros años de vigencia el Código Civil sufrió muy escasas modificaciones. Con el tiempo y
de forma más continuada las actualizaciones del Código han sido cada vez más necesarias. Especialmente
se destaca, las sucesivas modificaciones encaminadas a concordar el Código Civil con los principios
constitucionales en materia de igualdad, matrimonio, filiación y Derecho de familia.

Nuestro derecho de familia y nuestro Derecho de sucesiones se encuentran hoy en día plenamente
actualizados en el Código Civil. En cambio, no cabe decir lo mismo en cuanto a los Libros del Código que
se ocupan del DERECHO PATRIMONIAL. La capacidad de adaptación del Código a los cambios económico-
sociales no resulta suficiente en algunas cuestiones. El Código recoge hoy en día regulaciones claramente
desfasadas (censos, arrendamientos, obligaciones extracontractuales), mientras que, al mismo tiempo,
presenta carencias evidentes (ventas especiales, condiciones generales de los contratos, propiedades).

El Código dejó fuera de su articulado (aparte de los Derechos Civiles Forales) un número importante de
leyes civiles especiales que habían sido dictadas con anterioridad a su promulgación. Incluso después de
la aprobación del Código han proliferado las leyes especiales. Ejemplo de Leyes especiales:

 Ley Hipotecaria.
 Ley del Registro Civil.
 Ley de Arrendamientos Urbanos.
 Ley de Propiedad Horizontal.
 Ley de Propiedad Intelectual…etc.

Todas estas leyes especiales se encuentran dentro del ámbito del Derecho Civil, al igual que la mayor parte
del Derecho Civil se encuentra fuera también del Código. Pese a todo, el Código Civil, en cuanto al derecho
común, constituye el primer cuerpo legal del ordenamiento jurídico español, y en cuanto al derecho civil,
contiene la mayor parte y además lo más sustancial de nuestra disciplina.

5. EL DERECHO CIVIL DE LAS CC.AA.

LOS DERECHOS FORALES O ESPECIALES


En el momento en el que se intenta codificar por primera vez el Código Civil, surgen ciertas dificultades
sobre la subsistencia de Derechos Civiles propios en algunos territorios del Estado español, son los
llamados Derechos Civiles Forales, como consecuencia en la mayor parte de los casos de un pasado
histórico en el que dichos territorios habían gozado frente a Castilla de autonomía legislativa.

Los territorios en cuestión eran:

 Baleares
 Cataluña
 Aragón
 Navarra
 parte de Vizcaya y Álava
 Galicia.
En ellos seguía rigiendo un Derecho Civil propio respectivamente, distinto del derecho Civil de Castilla,
que regulaba fundamentalmente el régimen económico del matrimonio, las sucesiones y figuras jurídicas
relacionadas con la explotación del campo.

Las mencionadas dificultades dan lugar a que finalmente se renuncie a la unificación total del derecho
Civil español en el Código. En la Ley de Bases de 1888 se prevé la conservación de esos Derechos civiles
forales a pesar de la publicación del Código Civil que regirá sólo como supletorio en defecto del que lo sea
en cada uno de esos territorios por sus propias leyes, junto con la eficacia inmediata y general (para toda
España) del título preliminar del Código, así como de la regulación del matrimonio contenida en él.

Además la Ley de Bases prevé la elaboración de Apéndices al Código Civil “en los que se contengan las
instituciones forales que conviene conservar en cada una de las provincias o territorios que hoy existen”

Habiendo fracasado este sistema de Apéndices al Código Civil, después de la Guerra Civil (1936-1939) se
opta por un sistema de codificación o compilación para cada uno de los Derechos Civiles Forales o
Especiales. En el momento de aprobación de la Constitución dicho sistema había quedado ultimado,
habiéndose aprobado y entrado en vigor, sucesivamente en el tiempo, las Compilaciones de Vizcaya y
Álava (1959), Cataluña (1960), Baleares (1961), Galicia (1963), Aragón (1967) y Navarra (1973).

Según el artículo 149.1 de la Constitución Española, El Estado tiene competencia exclusiva sobre las
siguientes materias: Legislación civil, sin perjuicio de la conservación, modificación y desarrollo de las
Comunidades Autónomas de los derechos civiles, forales o especiales, allí donde existan. En todo caso, las
reglas relativas a la aplicación y eficacia de las normas jurídicas, relaciones jurídico-civiles relativas a las
formas de matrimonio, ordenación de los registros e instrumentos públicos, bases de las obligaciones
contractuales, normas para resolver los conflictos de leyes y determinación de las fuentes del Derecho,
con respeto, en este último caso, a las normas de derecho foral o especial.

De acuerdo con el artículo 149.3 de la Constitución, podrá corresponder a las Comunidades Autónomas
con Derecho civil, foral o especial, en virtud de sus respectivos Estatutos, competencia sobre dicha
materia, dentro del respeto debido a las competencias atribuidas al Estado por el Art. 149.1.8. Todas las
Comunidades Autónomas afectadas han asumido tal competencia en sus respectivos Estatutos. Como se
dijo anteriormente, en el momento de aprobación y entrada en vigor de la Constitución, el Derecho civil
foral o especial vigente se encontraba recogido en las respectivas Compilaciones. Hoy en día, esas
compilaciones han sido transformadas en legislación autonómica, alterando su título, en su caso, para
suprimir el calificativo de especial, que aquellas atribuían al Derecho civil compilado, y, además, han sido
ampliamente desarrolladas, además de traducidas a las correspondientes lenguas oficiales en las
respectivas Comunidades Autónomas. También se ha procedido, como primera medida, a una adaptación
de sus preceptos a los principios constitucionales, especialmente al derivado del principio de igualdad,
recogido en el art. 14 de la Constitución.

El art. 149.1.8 reconoce pues a ciertas CCAA la conservación de su derecho civil propio. Pero también
reconoce la posibilidad de desarrollar ese derecho civil propio.

¿Cuál es el sentido de la palabra desarrollo?

Según la interpretación del Tribunal Constitucional del artículo 149.1.8 de la Constitución se permite a las
Comunidades Autónomas que han asumido la competencia correspondiente, modificar la regulación de
las instituciones ya contenidas en su Derecho Civil propio, vigente en el momento de la promulgación de
la Constitución así como la regulación ex novo de otras figuras o instituciones no reguladas previamente
en su Derecho, pero no de forma ilimitada, sino únicamente con respecto a figuras conexas con las ya
reguladas, siempre que la actualización de su Derecho Civil propio lo requiera, y en consonancia con los
principios informadores del mismo.
Con esto se persigue que las Comunidades Autónomas en cuestión puedan actualizar sus propios
Derechos Civiles de acuerdo con sus principios generales, extendiéndose, si ello es necesario a materias
conexas con las ya reguladas.

Lo que quiere decir que esas Comunidades Autónomas pueden legislar dentro del referido marco sobre
cuestiones reguladas hasta ese momento por Derecho estatal, derogando por consiguiente, dentro de su
ámbito de aplicación personal y territorial, ese Derecho estatal.

Tras esta interpretación del Tribunal Constitucional queda claro que la competencia sobre el desarrollo
del propio Derecho civil permite al legislador autonómico legislar sobre nuevas materias o instituciones.
Permite pues, el crecimiento de ese Derecho civil, especial o foral, pero no ilimitadamente, sino
únicamente con respecto a instituciones o materias conexas con las ya reguladas, y siempre que ello
responda a una actualización acorde con sus principios generales.

Esta conexión no puede referirse a materias o instituciones no reguladas por el Derecho civil, foral o
especial, en el momento de la promulgación de la Constitución, aunque lo hubiesen estado en un pasado
histórico más o menos remoto. El artículo 149.8.1 de la Constitución no es cauce para resucitar Derechos
históricos sino para actualizar Derechos vigentes allí donde existan.

Esto implica que las Comunidades Autónomas que hayan adoptado competencia para conservar,
modificar y desarrollar su Derecho civil, foral o especial, pueden hacerlo allí donde exista, en la medida
en que exista y en la medida en que se responda a una actualización del mismo acorde con sus principios
generales inspiradores. Fuera de esos limites carecería de toda justificación el trato diferenciado que la
Constitución concede a las Comunidades Autónomas en las que existe el Derecho civil, foral o especial,
frente a aquéllas en las que no existe, y que, por consiguiente, no pueden asumir competencia alguna
sobre la legislación civil, salvo en la medida en que la misma pueda quedar subsumida en otro capítulo
competencial.

6. LA CONSTITUCIÓN C OMO NORMA SUPREMA DEL ORDENAMIENTO JURÍDICO

La Constitución es la norma suprema del ordenamiento jurídico, con eficacia directa en el mismo, en todos
sus ámbitos. Determina la derogación de todas las normas anteriores contrarias a ella y la nulidad de las
leyes declaradas inconstitucionales por el Tribunal Constitucional. Vincula tanto a los ciudadanos como a
los poderes públicos (Art. 9.1 CE). Contiene los principios generales más importantes de nuestro
Ordenamiento. Regula minuciosamente las fuentes legales y reglamentarias del Derecho.

La constitución incide de forma significativa sobre el Derecho Civil, al igual que sobre las demás ramas del
Derecho. Tiene, además una especial incidencia en determinadas materias del Derecho Civil, algunas muy
concretas, otras con repercusión en algunas de las partes en las que cabe dividir aquél.

La Constitución fija la mayoría de edad a los 18 años (Art. 12) e introduce normas específicas en materia
de nacionalidad y extranjería (Arts. 11 y 13).

Al amparo de la protección que nuestra constitución concede a los derechos fundamentales y a las
libertades públicas (Arts. 15 y ss.), se ha producido una consolidación de la doctrina de los derechos o
bienes de la personalidad.

La regulación del matrimonio (Art. 32), junto con el principio de igualdad, especialmente referido al
nacimiento y al sexo (Art. 14), y los principios de protección a la familia, a la infancia y a la maternidad
(Art. 39), han determinado una transformación radical de todo el derecho de familia, así como algunos
cambios en el Derecho de sucesiones.
El reconocimiento de la propiedad privada (Art. 33.1) y de la libertad de empresa (Art. 38) ha constituido
un reforzamiento de la economía de mercado y de la autonomía privada, si bien matizada por la función
social y por la subordinación de la riqueza del país al interés general (Arts. 33.2 y 128.1).

Hay que destacar también que la Constitución marca también un nuevo hito para la problemática de los
Derechos Civiles, forales o especiales desde el momento en que prevé su conservación, modificación y
desarrollo junto con la atribución de la competencia legislativa correspondiente a las Comunidades
Autónomas en los que aquéllos subsistan (Art. 149.1.8).

También podría gustarte