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PNL-Edu-8920-2021

A LA SALA SEGUNDA DEL TRIBUNAL SUPREMO

EL ABOGADA DE LA GENERALITAT DE CATALUNYA suscrita, en su representación y


defensa, en uso de las facultades que me confiere el artículo 551.3 de la Ley Orgánica del
Poder Judicial; la Ley 7/1996, de 5 de julio, de Organización de los Servicios Jurídicos de la
Administración de la Generalitat de Catalunya, y el Decreto 57/2002, de 19 de febrero, que
modifica el Decreto 257/1997, de 30 de septiembre, por el que se aprueba el Reglamento que
desarrolla la mencionada Ley,

DIGO:

Que, en cumplimiento del Orden del secretario general del Departament d’Educació de fecha
20 de diciembre de 2021, mediante el presente escrito formulo QUERELLA, de conformidad
con lo establecido en los artículos 270 y siguientes de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, y
con arreglo al artículo 277 de la citada Ley, contra:

-El Excmo. Sr. Pablo Casado Blanco, de conformidad con los artículos 27, 28 y 30.2.1
del Código Penal.

Con fundamento en los siguientes HECHOS:

ÚNICO- El querellado, Excmo. Sr. Pablo Casado Blanco, presidente del Partido Popular y
diputado en las Cortes Generales por dicho partido, compareció, en rueda de prensa, el
pasado día 17 de diciembre de 2021, en su condición de presidente del Partido Popular, tras

la reunión de la Junta Directiva provincial del Partido Popular celebrada en A Coruña.

En el curso de dicha rueda de prensa, el querellado efectuó una serie de declaraciones.


Dichas declaraciones aparecen recogidas y pueden escucharse en:

C. Jaume I, 2-4
08002 Barcelona
Tel. 93 302 06 24
Fax 93 301 85 47
https://twitter.com/populares?lang=ca

O en:

https://twitter.com/pablocasado_/status/1471817703660920837 (27:37 minutos).

Concretamente, el Excmo. Sr. Casado efectuó, entre otras afirmaciones, las siguientes:

- “¿Se puede tolerar de verdad que a un niño de cinco años se le pida apedrear, aislar
en clase?” (minuto 5:41).

- “¿Se puede tolerar que hay profesores con instrucciones para no dejar ir al baño a
niños porque hablan en castellano? ¿Se puede tolerar que haya niños que por
hablar castellano en el recreo les metieran piedras en las mochilas? ¿Se puede
tolerar que a los hijos de la Guardia Civil y de la Policía Nacional se les señale en clase
y se diga que estos niños no pueden estar integrados?” (minuto 5:48).

FUNDAMENTOS DE DERECHO

PRIMERO- Competencia. Dado que la presente querella se dirige contra una persona que
ostenta la condición de Diputado de las Cortes Generales, el Excmo. Sr. Pablo Casado
Blanco, ésta se presenta ante la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo, por ser la competente
para su instrucción, a tenor de lo dispuesto en el artículo 73.1 de la Constitución (según el
cual “En las causas contra Diputados y Senadores será competente la Sala de lo Penal del
Tribunal Supremo”), en el artículo 57.1.2º de la Ley Orgánica del Poder Judicial (que dispone
que la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo conocerá “de la instrucción y enjuiciamiento de
las causas contra el Presidente del Gobierno, Presidentes del Congreso y del Senado,
Presidente del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial, Presidente del
Tribunal Constitucional, miembros del Gobierno, Diputados y Senadores, Vocales del Consejo
General del Poder Judicial, Magistrados del Tribunal Constitucional y del Tribunal Supremo,
Presidente de la Audiencia Nacional y de cualquiera de sus Salas y de los Tribunales
Superiores de Justicia, Fiscal General del Estado, Fiscales de Sala del Tribunal Supremo,
Presidente y Consejeros del Tribunal de Cuentas, Presidente y Consejeros del Consejo de
Estado y Defensor del Pueblo, así como de las causas que, en su caso, determinen los
Estatutos de Autonomía”), y demás preceptos concordantes.

SEGUNDO- Punibilidad. Las expresiones vertidas por el Excmo. Sr. Pablo Casado Blanco,
antes reproducidas, no estarían en ningún caso amparadas por el privilegio parlamentario de
la inviolabilidad del artículo 71.1 de la Constitución, no sólo porque en dicho privilegio, cuya
indiscutida finalidad y cabal entendimiento se fundamenta en la necesidad de garantizar el
correcto ejercicio de las funciones parlamentarias, no pueden encontrar amparo ni las injurias,
ni conceptos ofensivos contra personas, instituciones o colectivos ajenos a la actividad
parlamentaria del Congreso, pues, obviamente, tales personas no pueden defenderse en tal
cámara (así, Auto TS de 23-1-2003) y tales manifestaciones mal pueden contribuir al correcto
ejercicio de las funciones parlamentarias, sino también, y muy especialmente, porque dichas
expresiones fueron proferidas por el querellado completamente al margen de sus funciones
parlamentarias, es decir, no como Diputado y miembro del colegiado órgano legislador, sino
en ejercicio de su cargo como presidente del Partido Popular, tras la reunión de la Junta
Directiva provincial del Partido Popular celebrada en A Coruña.

Como ha señalado el Tribunal Constitucional, "El interés a cuyo servicio se encuentra


establecida la inviolabilidad es el de la protección de la libre discusión y decisión
parlamentarias" (STC 51/1985), precisando que "La inviolabilidad es un privilegio de
naturaleza sustantiva que garantiza la irresponsabilidad jurídica de los parlamentarios por las
opiniones manifestadas en el ejercicio de sus funciones, entendiendo por tales aquellas
que realicen en actos parlamentarios y en el seno de cualquiera de las articulaciones
de las Cortes Generales o, por excepción, en actos exteriores a la vida de las Cámaras
que sean reproducción literal de un acto parlamentario, siendo finalidad específica del
privilegio asegurar a través de la libertad de expresión de los parlamentarios, la libre formación
de la voluntad del órgano legislativo al que pertenezcan” (STC 243/1988).

En lógica consecuencia, no todas las opiniones o manifestaciones de un diputado o senador


están protegidas por la prerrogativa de la inviolabilidad, sino sólo aquellas "manifestadas en
el ejercicio de sus funciones" (como precisa el propio artículo 71.1 de la Constitución), pues
lo contrario supondría cercenar de manera intolerable el derecho fundamental a la tutela
judicial efectiva.

El Tribunal Constitucional, en coherencia con su estricta interpretación del privilegio


parlamentario antes expuesta, ha fijado que esta protección decae: "...cuando los actos
hayan sido realizados por su autor en calidad de ciudadano (de “político” incluso) fuera
del ejercicio de competencias y función que le pudieran corresponder como
parlamentario. Así las funciones relevantes para el artículo 71.1 de la Constitución no son
indiferenciadamente todas las realizadas por quien sea parlamentario, sino aquellas
imputables a quien siéndolo, actúa jurídicamente como tal" (STC 71/1985).

En el presente caso, resulta obvio que las manifestaciones del querellado, Excmo. Sr. Pablo
Casado, noquedan amparadas por el privilegio de la inviolabilidad parlamentaria. (més que
res perquè diputat ho és sempre…)

TERCERO- Tipificación. De todo lo hasta ahora expuesto, resulta, prima facie y sin perjuicio
de una mejor calificación ulterior una vez finalizada la correspondiente instrucción, que los
hechos expuestos podrían ser constitutivos de los siguientes ilícitos penales:

a) En primer lugar, los hechos podrían ser constitutivos de un delito de injurias. Según el
artículo 208 del Código Penal:

“Es injuria la acción o expresión que lesiona la dignidad de otra persona, menoscabando su
fama o atentando contra su propia estimación.

Solamente serán constitutivas de delito las injurias que, por su naturaleza, efectos y
circunstancias, sean tenidas en el concepto público por graves, sin perjuicio de lo dispuesto en
el apartado 4 del artículo 173.

Las injurias que consistan en la imputación de hechos no se considerarán graves, salvo cuando
se hayan llevado a cabo con conocimiento de su falsedad o temerario desprecio hacia la
verdad.”
Añade el artículo 209 añade que:

“Las injurias graves hechas con publicidad se castigarán con la pena de multa de seis a catorce
meses y, en otro caso, con la de tres a siete meses.”

Y el artículo 211 que:

“La calumnia y la injuria se reputarán hechas con publicidad cuando se propaguen por medio
de la imprenta, la radiodifusión o por cualquier otro medio de eficacia semejante.”

Así mismo, el artículo 504.1 del Código Penal añade que:

“Incurrirán en la pena de multa de doce a dieciocho meses los que calumnien, injurien o
amenacen gravemente al Gobierno de la Nación, al Consejo General del Poder Judicial, al
Tribunal Constitucional, al Tribunal Supremo, o al Consejo de Gobierno o al Tribunal Superior
de Justicia de una Comunidad Autónoma”.

En los hechos descritos en el apartado fáctico de la presente querella, es posible distinguir


entre la utilización, por parte del querellado, de expresiones que “per se” presentan ya una
clara naturaleza injuriosa, por un lado, y, por otro, la afirmación de hechos que no se ajustan
a la realidad y que resultan también manifiestamente injuriosos.

Respecto a la utilización de expresiones con una clara naturaleza injuriosa, el querellado


afirmó, por ejemplo, que “hay profesores con instrucciones para no dejar ir al baño a niños
porque hablan en castellano” o “que haya niños que por hablar castellano en el recreo
les metieran piedras en las mochilas”.

Respecto a estas expresiones son utilizadas por el querellado, el Excmo. Sr. Pablo Casado,
para menospreciar públicamente la dignidad de los maestros, profesores, su labor docente,
así como el sistema educativo que hay en Cataluña.

Resulta obvio que, en ningún caso, por parte del profesorado de las escuelas de Catalunya
han realizado este tipo de conductas. Y también es obvio que ni por parte de los partidos
políticos aludidos por el querellado, ni por el Departament d’Educació de la Generalitat de
Catalunya se han dado dichas instrucciones.

Al respecto, hay que tener muy presente que, tal y como ha declarado reiteradamente el
Tribunal Constitucional (entre muchas, Sentencia 204/1997, de 25 de noviembre), la
Constitución no ampara el derecho al insulto (idea reiterada, entre otras, en las Sentencias
del Tribunal Constitucional 112/2000, 99/2002, 186/2006, 9/2007, 39/2007 o 56/2008), y que
el ejercicio de la libertad de expresión no puede justificar la utilización de expresiones o
apelativos insultantes, injuriosos o vejatorios que excedan del derecho de crítica y que sean
claramente atentatorios para la honorabilidad de aquel cuyo comportamiento se critica,
aunque se trate de una persona pública.

En esta misma línea, la Sentencia del Tribunal Constitucional 76/1995, de 22 mayo, deja bien
claro que, en ningún caso, la dimensión pública de las personas puede justificar las injurias,
reiterando que, como ya se ha dicho, la Constitución no reconoce el derecho al insulto, y, por
tanto, las injurias devienen incompatibles con la dignidad de la persona que recoge el art. 10.1
del texto fundamental.

Nuevamente, en la Sentencia 49/2001 de 26 febrero, el Tribunal Constitucional, con cita de la


jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos en esta cuestión (caso Lingens,
de 8 de julio de 1986; caso Barfod, de 22 de febrero de 1989; caso Castells, de 23 de abril de
1992; caso Thorgeir Thorgeirson, de 25 de junio de 1992; caso Schwabe, de 28 de agosto de
1992; caso Bladet Tromsø y Stensaas, de 20 de mayo de 1999) vuelve a remarcar este límite
de la libertad de expresión, negando categóricamente la posibilidad de ampararse en este
derecho para proferir insultos y expresiones difamantes. Además, en aquél caso, aun
admitiendo que son los tribunales ordinarios quienes deben interpretar en cada momento el
concepto jurídico de honor y de qué manera este puede ser delimitado según las costumbres
sociales de cada momento, el Tribunal Constitucional no renunció a proporcionar un contenido
mínimo del derecho, según el cual, en ningún caso, tienen cabida los insultos ni las
descalificaciones insidiosas.

En este caso, añadió también el querellado que ¿Se puede tolerar que a los hijos de la Guardia
Civil y de la Policía Nacional se les señale en clase y se diga que estos niños no pueden
estar integrados?”. Es decir, califica el problema de discriminación o xenofobia por parte del
profesorado, y del Gobierno de Cataluña, hacia los hijos de los agentes de la Guardia Civil y
de la Policía Nacional que se encuentran en Cataluña.
El querellado hizo tales afirmaciones sin que aportara ningún tipo de dato objetivo que
acreditara que lo que estaba manifestando era cierto, limitándose a afirmar, en claro
menosprecio hacia la lengua catalana, los maestros y los profesores, la educación que se
imparte, así como a la Generalitat de Catalunya y con clara intencionalidad injuriosa.
Dichas afirmaciones pueden considerarse atentatorias a la honorabilidad del Gobierno de
Catalunya que, por ostentar competencias sobre el sistema educativo en Catalunya de
conformidad con el artículo 130 del Estatuto de Autonomía, se le atribuye, vejatoriamente, el
hecho de dar a sus empleados públicos pertenecientes al ámbito educativo (maestros,
profesores, trabajadores públicos y autoridades) determinadas instrucciones o conductas que
no son ciertas; también afecta a la honorabilidad de todos estos funcionarios que integran en
el sistema educativo catalán, y también constituyen una evidente falta de consideración para
las familias que llevan a sus hijos a la escuela.

En cuanto a si resulta posible predicar la condición de sujeto pasivo de una calumnia o injuria
respecto a las personas jurídicas, organismos y colectivos, hay que recordar que el Tribunal
Constitucional, a partir del Auto del propio TC de fecha 16 de junio de 1990, lo afirma
claramente. El citado auto ya declaró existente un delito de calumnia proferido contra la propia
Judicatura en entender que resultaron afectados los jueces en particular, ya que estos
conforman dicha institución, por tratarse de personas individualizadas, perfectamente
identificables, cuyo honor resultó lesionado como el de las restantes personas físicas.

En esta misma línea, se inserta la STC de 11 de noviembre de 1991, que estimó vulnerado el
derecho al honor de un colectivo, el pueblo judío, representado por la persona física de la
querellante, una ciudadana judía, en calidad de miembro integrante del mismo.

Esta doctrina se corresponde con la posición jurisprudencial sostenida por el TC sobre este
extremo en los últimos tiempos, y con la de otras instancias judiciales que la han secundado,
como es el caso de la STS 12.11.1995, que alude a la legitimación por sustitución de las
personas físicas que forman parte de un ente supraindividual, y según la cual "el significado
del derecho al honor ni puede ni debe excluir de su ámbito de protección a las personas
jurídicas".

En cualquier caso, basta también recordar que el citado artículo 504.1 del Código Penal
sanciona las injurias al Consejo de Gobierno de una Comunidad Autónoma.

Respecto el animus injuriandi, las expresiones proferidas, en su sentido gramatical, resultan


claramente ofensivas y vejatorias. El ánimo específico se desprende ya implícitamente,
poniéndose al descubierto con la expresión “hay profesores con instrucciones para no dejar
ir al baño a niños porque hablan en castellano” o “que haya niños que por hablar
castellano en el recreo les metieran piedras en las mochilas”, y está fuera de toda duda
la finalidad difamatoria y ofensiva de atentar y poner en duda la imagen y la dignidad del
Departament d’Educació de la Generalitat de Catalunya y de los responsables del sistema
educativo, de forma totalmente innecesaria y gratuita. Realizar dichas manifestaciones, en
una rueda de prensa, lo que pretende el querellado es descalificar la institución de la
Generalitat de Catalunya, así como la dignidad de maestros, profesores, miembros de la
comunidad educativa de cada colegio.

La ligereza con que el declarante se sirve de una rueda de prensa posterior a una reunión de
su partido para vejar la dignidad, el honor del Gobierno de Catalunya, a los maestros, y
profesores, atribuyéndoles injustamente hechos falsos, permite afirmar que en el presente
caso concurren los elementos objetivos y subjetivos de la conducta tipificada en el artículo
208 y concordantes y 504.1 del Código Penal.

b) Los hechos descritos también podrían ser susceptibles de constituir un delito de


calumnias. Concretamente, dispone el art. 205 del Código Penal que:

“Es calumnia la imputación de un delito hecha con conocimiento de su falsedad o temerario


desprecio hacia la verdad.”

Añade el art. 206 que:


“Las calumnias serán castigadas con las penas de prisión de seis meses a dos años o multa
de doce a 24 meses, si se propagaran con publicidad y, en otro caso, con multa de seis a 12
meses”.

Por su parte, el ya citado artículo 504.1 del Código Penal establece que:

“Incurrirán en la pena de multa de doce a dieciocho meses los que calumnien, injurien o
amenacen gravemente al Gobierno de la Nación, al Consejo General del Poder Judicial, al
Tribunal Constitucional, al Tribunal Supremo, o al Consejo de Gobierno o al Tribunal Superior
de Justicia de una Comunidad Autónoma”.

En este caso, el Excmo. Sr. Casado afirmó, textualmente, que “¿Se puede tolerar de verdad
que a un niño de cinco años se le pida apedrear, aislar en clase?”, o “Se puede tolerar que
hay profesores con instrucciones para no dejar ir al baño a niños porque hablan en
castellano? ¿Se puede tolerar que haya niños que por hablar castellano en el recreo les
metieran piedras en las mochilas? ¿Se puede tolerar que a los hijos de la Guardia Civil y
de la Policía Nacional se les señale en clase y se diga que estos niños no pueden estar
integrados?

El hecho de impedir a un niño de no ir al baño, meter piedras en su mochila por el hecho de


hablar castellano serían constitutivos, como mínimo, de delitos contra la integridad moral del
art. 173.1 del Código Penal. Lo mismo cabe decir respecto a que los hijos de los agentes de
la Guardia Civil como de la Policía Nacional no pueden estar integrados en los colegios.
También, el hecho de dar dichas instrucciones por parte del Departament d’Educació a sus
empleados públicos constituiría un delito de coacciones del artículo 172 del Código Penal. En
todos estos supuestos existe un ejercicio “vis psíquica” contra ellos, estaríamos ante
numerosos delitos contra la integridad moral o coacciones.

c) Sin perjuicio de su apreciación conjunta y simultánea con los anteriores, los hechos
descritos también podrían ser susceptibles de constituir un delito de incitación al odio o
a la violencia. Así, el art. 510 del Código Penal dispone que:

1. Serán castigados con una pena de prisión de uno a cuatro años y multa de seis a doce
meses:
a) Quienes públicamente fomenten, promuevan o inciten directa o indirectamente al odio,
hostilidad, discriminación o violencia contra un grupo, una parte del mismo o contra una persona
determinada por razón de su pertenencia a aquél, por motivos racistas, antisemitas u otros
referentes a la ideología, religión o creencias, situación familiar, la pertenencia de sus miembros
a una etnia, raza o nación, su origen nacional, su sexo, orientación o identidad sexual, por
razones de género, enfermedad o discapacidad. (….)

“c) Públicamente nieguen, trivialicen gravemente o enaltezcan los delitos de genocidio, de lesa
humanidad o contra las personas y bienes protegidos en caso de conflicto armado, o enaltezcan
a sus autores, cuando se hubieran cometido contra un grupo o una parte del mismo, o contra
una persona determinada por razón de su pertenencia al mismo, por motivos racistas,
antisemitas u otros referentes a la ideología, religión o creencias, la situación familiar o la
pertenencia de sus miembros a una etnia, raza o nación, su origen nacional, su sexo,
orientación o identidad sexual, por razones de género, enfermedad o discapacidad, cuando de
este modo se promueva o favorezca un clima de violencia, hostilidad, odio o discriminación
contra los mismos.”

En cuanto a la letra a), la redefinición típica efectuada por la última reforma operada por la
Ley Orgánica 1/2015 ha ampliado la redacción anterior, incluyendo expresamente la incitación
indirecta y pública, no sólo al odio, sino también a la hostilidad, por lo que, para colmar las
exigencias típicas del delito, basta con que, de forma tangencial o indirecta, las expresiones
formuladas puedan generar en terceros dichas actitudes hostiles, aunque, de hecho, ya la
jurisprudencia anterior a la reforma había subsumido en este tipo la mera generación de un
clima desfavorable por el que se creen “las condiciones óptimas para que tal situación de
riesgo y peligro se desarrollen en un futuro más o menos inmediato” (Audiencia Provincial de
Tenerife, 7 de marzo de 2014).

Como ha afirmado el Tribunal Constitucional, la libertad de expresión en ningún caso ampara


la difusión de frases y expresiones ultrajantes y ofensivas, innecesarias para las ideas u
opiniones que se quieran exponer (TC 25.11.1997, 17-1-00, 15-9-03), de manera que el art.
20.1 de la Constitución no incluye el derecho a expresar o difundir una determinada
concepción de la historia y del mundo con el deliberado ánimo de menospreciar y discriminar
a personas o grupos por cualquier condición o circunstancia personal o social, pues así lo
impone el valor igualdad –art. 1.1 CE- y la dignidad de la persona –art. 10.1 CE- (TC
214/1991).

En este caso, de las palabras del querellado, Excmo. Sr. Casado, se constata claramente la
incitación a la hostilidad contra una parte de la población determinada por el uso de una lengua
oficial, reconocida y protegida en la propia Constitución, en concreto el artículo 3 manifiesta:

1. El castellano es la lengua española oficial del Estado. Todos los españoles tienen el deber
de conocerla y el derecho a usarla.

2. Las demás lenguas españolas serán también oficiales en las respectivas Comunidades
Autónomas de acuerdo con sus Estatutos.

3. La riqueza de las distintas modalidades lingüísticas de España es un patrimonio cultural que


será objeto de especial respeto y protección.

En el mismo sentido, el Estatuto de Autonomía de Cataluña en su artículo 6 dispone:

1. La lengua propia de Cataluña es el catalán. Como tal, el catalán es la lengua de uso normal y
preferente (...), y es también la lengua normalmente utilizada como vehicular y de aprendizaje
en la enseñanza.

2. El catalán es la lengua oficial de Cataluña. También lo es el castellano, que es la lengua


oficial del Estado español. Todas las personas tienen derecho a utilizar las dos lenguas oficiales
y los ciudadanos de Cataluña el derecho y el deber de conocerlas. Los poderes públicos de
Cataluña deben establecer las medidas necesarias para facilitar el ejercicio de estos derechos
y el cumplimiento de este deber. De acuerdo con lo dispuesto en el artículo 32, no puede haber
discriminación por el uso de una u otra lengua.

En este caso, de las palabras del querellado, Excmo. Sr. Casado, se constata claramente la
incitación a la hostilidad contra la población de Catalunya por tener una lengua propia oficial,
el catalán, constitucionalmente reconocida, y que convive con la lengua castellana. Basta en
este sentido recordar sus afirmaciones, ya reproducidas en el apartado fáctico de esta querella
y no sustentadas en ningún hecho concreto o dato objetivo. Las manifestaciones realizadas
por el querellado manifiestan un claro afán discriminatorio y denigrante, dirigida contra una
parte de la población, por motivos culturales o idiomáticos, con capacidad suficiente para
incitar al odio contra ellas, o lesionar su dignidad, así como justificar, enaltecer o dar publicidad
a tales conductas mendaces.

Subsidiariamente, y para el improbable caso que no se considerara aplicable el delito tipificado


en la letra c) del art. 510.1, también podría resultar de aplicación el tipificado en el art. 510.2
a), según el cual:

“a) Quienes lesionen la dignidad de las personas mediante acciones que entrañen humillación,
menosprecio o descrédito de alguno de los grupos a que se refiere el apartado anterior, o de una
parte de los mismos, o de cualquier persona determinada por razón de su pertenencia a ellos por
motivos racistas, antisemitas u otros referentes a la ideología, religión o creencias, situación
familiar, la pertenencia de sus miembros a una etnia, raza o nación, su origen nacional, su sexo,
orientación o identidad sexual, por razones de género, enfermedad o discapacidad...”.

Precisa el art. 510.2, último párrafo, que:

“Los hechos serán castigados con una pena de uno a cuatro años de prisión y multa de seis a doce
meses cuando de ese modo se promueva o favorezca un clima de violencia, hostilidad, odio o
discriminación contra los mencionados grupos.”

Por otro lado, el apartado 3 del artículo 510 añade que:

“Las penas previstas en los apartados anteriores se impondrán en su mitad superior cuando los
hechos se hubieran llevado a cabo a través de un medio de comunicación social, por medio de
internet o mediante el uso de tecnologías de la información, de modo que, aquel se hiciera accesible
a un elevado número de personas.”

En este caso, las declaraciones se efectuaron ante numerosos medios comunicación, y han
sido retransmitidas y ampliamente difundidas, haciéndolas conocidas y accesibles a toda la
población.

Respecto a tales circunstancias, basta recordar que el querellado, Excmo. Sr. Casado, cuando
profirió todas estas expresiones, estaba actuando, no como un simple particular, sino
como presidente del partido que ejerce las máximas responsabilidades en la oposición
al Gobierno del Estado.

CUARTO- Solicitud de diligencias. Incoado el correspondiente procedimiento, para


concretar la comisión de los posibles delitos y para determinar la responsabilidad de los
eventuales responsables de los mismos, esta parte interesa la práctica de las siguientes
diligencias:

- Que se tome declaración, en calidad de investigado, asistido de abogado y previa


lectura de sus derechos, al Excmo. Sr. Pablo Casado Blanco, el cual podrá ser citado
en su domicilio profesional en la sede del Partido Popular, sita en la calle Génova, 13,
28004, Madrid.

- Que se requiera al Partido Popular la grabación completa de la rueda de prensa en la


que el querellado, Excmo. Sr. Casado, efectuó las declaraciones objeto de la presente
querella.

- Que se requiera al Partido Popular la relación de medios de comunicación que


asistieron a la citada rueda de prensa.

- Que se aporte a la causa la hoja de antecedentes penales del querellado.

- Que se practiquen todas las diligencias de investigación que deriven de las anteriores
o puedan ser relevantes para la causa.

OTROSÍES:

1. DIGO: Que, de conformidad con lo dispuesto en la Ley 52/1997, de 27 de noviembre,


de Asistencia Jurídica del Estado y Administraciones Públicas (BOE 285, de 28-11-
1997), esta representación está dispensada de prestar fianza.

2. DIGO: Que, a efectos de notificaciones, citaciones y demás diligencias procesales y


conforme a lo dispuesto en el art. 8.2 de la Ley 7/1996, de 5 de julio, de Organización
de los Servicios Jurídicos de la Administración de la Generalitat de Catalunya, designo
como domicilio el sito en la C/ Ayala, 116, bajo Madrid (28006), que lo es del
procurador de los Tribunales Don Anibal Bordallo Huidobro.

En su virtud,

A LA SALA SOLICITO:

Que tenga por presentado el presente escrito, y por efectuadas las manifestaciones en el
mismo contenidas, se sirva admitirlo y acuerde la incoación del correspondiente procedimiento
y la práctica de las diligencias solicitadas.

De Barcelona para Madrid, 20 de diciembre de 2021

La abogada de la Generalitat de Catalunya

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