He visto las esperanzas de mis amigos perecer ante la beca que no sale, el premio que no llega, acceder a un trabajo que promete un brillante futuro pero no un presente sustentable, sucumbir ante enfer- medades reales y ficticias, caer y levantarse ante un cansancio siempre presente marcado por la agitación de una fecha límite de entrega, ensa- yo o proyecto que se engancha con el siguiente en una cadena infinita. Más que ingresar al paraíso por dedicarte a lo que quieres, como algunos sospechan, perseguir una vocación artística implica una batalla que ine- vitablemente lo coloca a uno en una posición falaz en el mundo, pues más allá de la imagen novelesca de aquel que se muere de hambre o se corta una oreja, el arte tiene un lugar bien ubicado en la academia como una de las profesiones a las que una persona puede dedicarse, pero no un objetivo laboral claro y suficientemente amplio para albergar a to- dos sus egresados. El que sueña no puede trabajar o como trabaja en lo que le gusta se cree que no trabaja, pero en realidad trabaja para tener tiempo de hacer lo que su- puestamente le gusta, un contrasentido persistente que no causa más que deterioro. Aquel supuestamente llamado por la musa se pregunta: ¿Qué tanto se puede seguir en esta absurda ficción? Y quizás motivado por sus propios recursos ilusorios, llega a creer que después de toda la lucha ha- brá un final feliz, pero la verdad es que es uno más de los engaños que se utilizan como estrategia para sobrevivir. Esta es una afrenta que se vive en soledad, raramente expuesta por es- tudios o instancias que únicamente hacen parcialmente visible la carencia
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u ofrecen una nueva oportunidad de ser engullidos Su trabajo más conocido mundialmente, El en- por la vorágine. Es común sentirse perdido, pero es en tusiasmo: precariedad y trabajo creativo en la era digital los libros, esos lugares en donde uno busca respuestas (ganador del premio Anagrama de Ensayo en 2017), es que aparecen fugazmente después de haber recorrido una incesante enunciación de cuerpos deseantes, cuer- muchas páginas, donde aparece prodigiosamente una pos con aspiraciones de vida y profesionales, cuerpos de voz que claramente ubica todos estos retos y preocupa- una “generación de quienes nacieron al final del siglo ciones, enunciándolos de un modo que sacude y en el xx y crecieron sin épica, pero con expectativas”, cuerpos que se encuentra, ade-más, una compañera gentil con desencantados que encuentran en las páginas de Zafra quien dialogar esos intensos e incesantes ritos de paso más que un diagnóstico, la crónica insospechada de sus a los que se enfrenta todo aquel que aspire a vivir fue- propias vidas en donde aquel “rapto divino” que les llevó ra de un trabajo rutinario y burocrático. a perseguir una vocación se ha convertido en la moneda Esa voz pertenece a Remedios Zafra (Zuheros, de cambio para un sistema que carece de una economía España, 1973), una mujer auténtica del siglo xxi por sustentable y sólo ofrece visibilidad o experiencia como la que corren múltiples conexiones académicas y sen- pago. Zafra retrata escenarios conocidos de cuerpos ago- sibles que atraviesan justamente la temática de la tados que se reconocen en la autoexplotación de trabajos precariedad de los cuerpos que se dedican a la crea- temporales, mal llamados freelance, en los que se vive ción (así como a la investigación académica), en una enganchado cual hámster en su rueda, ya sea por necesi- época en la que las competencias se han agudizado dad o miedo de no ser llamado la próxima vez, dejando gracias a la democratización de la educación que cada atrás aquello que supuestamente había impulsado las vez produce más profesionales y a la aparición de In- motivaciones en un inicio. También aborda el tema de la ternet y los medios virtuales que facilitan tanto como brutal competencia con el otro ante una limitada oferta pervierten los modos de acceder a la sustentabilidad laboral y de desarrollo creativo, el desprecio por los cuer- económica. pos que se encuentran siempre en la línea del desempleo Remedios Zafra, académica de profesión y docente y la crisis económica, así como la imposibilidad de con- de la Universidad de Sevilla, posee una obra reconoci- jugar un tiempo futuro. El tono agridulce, casi amargo da en el género ensayístico centrada en una temática de Zafra se hace presente como una señal inequívo- que atraviesa una revaloración de elementos como el ca de nuestro tiempo, el embate con el que nos tocó tiempo propio, el marco de acción y las posibilidades lidiar a una generación que nació con la palabra cri- que ofrece el mundo virtual, los cuerpos creativos y la sis como uno de sus primeros vocablos y la primera precariedad económica desde una perspectiva feminis- en vivir el cambio de una existencia siempre conecta- ta y sui generis que mezcla un serio trabajo de análisis da a una pantalla, un factor decisivo de esta época que crítico y filosófico con una perspectiva literaria. Ese en- ha facilitado tanto como desestimado actividades por foque le permite proveer una mirada íntima que pone la extrema posibilidad y acceso que provee sin discri- a los cuerpos como protagonistas, aludiendo a una minación, devolviendo a ciertos oficios y profesiones clara posición política que busca reivindicar las fuer- relacionadas a lo creativo a su condición de aficiones o zas de los individuos creativos, pese a la densa oscuri- exponiéndolos a la afrenta del amateur con capacidad dad del panorama. de sobreexposición.
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Ante semejante panorama, el lector no sucumbe ante el desencanto (o el intento de suicidio) porque Remedios Zafra resulta ser una inter- locutora más que una académica vetusta o impenetrable, cuyo nivel de pensamiento recuerda aquellas profecías de Italo Calvino para este ya no nuevo milenio. Su análisis, que prefiere la intimidad a la estadística, se basa en casos conocidos más que en números sin rostro y desde luego cimbra una auténtica crisis que provoca una toma de conciencia o, mejor dicho, una auténtica anagnórisis que si bien es dolorosa, apunta no a una solu- ción inmediata o al vaticinio rancio de un final feliz, sino a la conjunción de fuerzas creativas “para no repetir el mundo” y posicionar a los suje- tos en su potencia como unidad creativa y fuerza capaz de urdir, desde la resistencia, la posibilidad de un cambio de paradigma: “Porque la con- ciencia sobre uno mismo aumenta la exigencia sobre el mundo que nos forma y nos transforma”. La valía de Zafra en esta obra persiste en su po- tencia de señalamiento, en hacer evidente la trampa en la que algunos nos ensartamos diaria y conscientemente para distinguir “…entre fuerzas crea- tivas y fuerzas de domesticación”, como marca la autora citando a Gilles Deleuze y en una revaloración de la creatividad como una verdadera zona de libertad, una sentencia que realmente logra recuperar “el entusiasmo”, aunque sea en el plano creativo como el mismo remate del libro lo hace. Pero la obra de Zafra no queda aquí, se expande y viaja apresuradamente, desiste de los caminos pautados y reformula sus tesis desde otros parape- tos que se conservan interconectados por las pasiones y objetos de estudio que punzan a la reconocida académica y autora, como un auténtico hiper- texto por el que cruzan espacios reales y virtuales, tiempos propios, deseos, ímpetus, la red como un espejo mágico de reinvenciones, pero también dia- bólica en su cualidad ultrapresente en nuestras vidas y particularmente la visibilidad como una condición contemporánea de la experiencia humana, centrada en su facultad como capital laboral, pero también como ejercicio de la representación en el ecosistema virtual como una exploración por la identidad y un modo de ser de nuestra época. En toda la propuesta creativa y teórica de Zafra yace también una fuerte pulsión feminista, no únicamente por ser un cuerpo femenino quien escribe, reivindicar el papel de las muje- res en el curso de los acontecimientos o denunciar la desigualdad, sino por apelar al cambio de curso de una forma de proceder agotada, una narrativa de causas y efectos, de lecturas lineales. Su obra pone los cuerpos al cen- tro de todo. Materia real y tangible. Nunca ceros y unos. Nunca solxs.