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Introducción:
Se ha llegado a decir que la Teoría del Vinculo (“Attachment Theory”)
constituye uno de los avances mas importantes del Psicoanálisis realizados después
de Freud. Formulada por John Bowlby (nació el 27 de Febrero de 1907), combina
el riguroso empirismo científico de la Etología con el Psicoanálisis. Ha tenido un
gran impacto en la Psicología del Desarrollo, la Psicoterapia, la Psiquiatría y el
Trabajo Social.
Un poco de historia:
En las décadas del 30 y 40 se investigó como influía negativamente sobre el
desarrollo de la personalidad el prolongado cuidado del niño en instituciones y los
frecuentes cambios en la figura materna. En la década del 50 Bowlby comenzó a
ocuparse de estos problemas, o sea, de como influía negativamente sobre el niño el
cuidado maternal inadecuado, su pena por verse separado de los seres a quienes
aman, y las consecuencias de todo ello a corto y largo plazo.
A mediados de los 60, en plena euforia de las teorías del aprendizaje con
sus refuerzos y castigos y en un momento de desatención casi total de los
fenómenos afectivos, la propuesta de Bowlby era atrevida y original. Hacía
tambalear uno de los pilares de la doctrina conductista que sostenía que la relación
afectiva madre-criatura es una secuela de la alimentación y los cuidados típicos de
crianza (principio que también suscribió Freud). La tesis de Bowlby, en cambio,
equivale a reconocer que existen otros sistemas motivacionales en el niño, aparte
de los llamados "primarios" por los psico-fisiólogos, desencadenantes de conductas
afiliativas que cumplen un importante papel en la existencia humana. Ya Harlow(*)
(1959) había mostrado poco antes que monitos rhesus acudían a refugiarse,
cuando estaban asustados, a una "madre" de felpa y no a otra "madre" de alambre
en la cual tenían su fuente de alimentación. Bowlby encontró además en la etología
un sustento a sus ideas: en los animales se dan sistemas de comportamiento que,
a grosso modo, tienen como función mantener la proximidad entre madre y crías.
Uno de ellos es la "impronta" (imprinting) descrito por K.Lorenz en los patos. Los
etólogos opinan que esta cercanía de la madre y el estrecho seguimiento de los
pequeños tienen una finalidad de protección frente a los depredadores.
A mediados de los años 50, el psicólogo Harry Harlow llevó a cabo una serie de
experiencias con crías monos rhesus en su laboratorio de primatología de la
Universidad de Wisconsin. Frente a las ideas, por entonces mayoritarias, de que "el
amor el niño lo aprende" por asociación del rostro y contacto con la madre y la
recompensa concomitante de la alimentación, Harlow analizó otras alternativas.
Ante la dificultad de utilizar niños (aparte de los imperativos éticos, por causa de
su inmadurez motora) recurrió a pequeños primates de su laboratorio. Diseñó dos
muñecos que hicieran de "madres" de los monitos rhesus pero atribuyéndoles
separadamente a uno la función de alimentación y a otro la función de contacto
corporal. En concreto, a uno de ellos, construido de alambre, le puso un par de
tetinas de las que se podía mamar; al otro muñeco simplemente lo recubrió de
felpa. Los monitos pasaron mucho más tiempo en contacto con la "madre" de felpa
y sólo visitaban esporádicamente a la "madre" de la que extraían la leche. Harlow
dice que, aunque fisiológicamente ambas cumplían (algunas) funciones de madre,
psicológicamente era superior la "madre" de felpa. La segunda parte la experiencia
fue someter a los monitos a situaciones que provocasen miedo. Para ello introdujo
en el recinto objetos extraños: un osito mecánico que caminaba tocando un
tambor. Todos los monitos, sin excepción, acudieron a refugiarse en la "madre" de
felpa. Pasado un rato y tranquilizados, descendían de la "madre" del felpa y
cautelosamente se acercaban a inspeccionar el osito tamborilero. Ampliaron la
experiencia situando a los monitos en una habitación nueva, extraña, y llena de
objetos desconocidos. El resultado fue idéntico. Harlow estableció una analogía
entre estos comportamientos y el del apego humano.
Planteamiento de Bowlby:
• El vinculo contribuye a la creación de un “núcleo de estado seguro”
en la personalidad. Este vínculo permitirá fluidez en las posteriores relaciones.
• Existe una relación entre la “vinculación segura” en la infancia y la
“competencia autobiográfica”
• El vinculo incorrecto puede manifestarse por conductas de evitación o
conductas ambivalentes
• El “núcleo de estado” de la persona es una condensación de la historia de
sus relaciones primarias.
Ideas centrales:
• El apego constituye un sistema interno autogenerado e instintivo, que le
permite al individuo sobrevivir, a través de conductas de acercamiento (llanto y
búsqueda de proximidad) en torno a una figura vincular específica.
• Es un sistema motivacional, compartido con otros animales, con elementos
neuropsicológicos en el SNC, que permite la protección y confort, a través de la
sincronía psicobiológica establecida entre el bebé y su cuidador, enlazando sus
estados internos.
• El apego se define como un vínculo emocional recíproco y perdurable entre
el niño y el cuidador, donde ambos contribuyen a la calidad de la relación.
• El apego permite sentir la garantía de que las necesidades psicosociales y
físicas serán satisfechas, por lo tanto se torna adaptativo.
• Cualquier actividad que el bebé genera permite una respuesta en un adulto
correspondiendo a un comportamiento de apego
• Los principios fundamentales del Apego son la mantención de la proximidad,
la protesta ante la separación y establecer una relación estable y segura con su
figura vincular.
• La formación de ese apego es de vital importancia para el pleno desarrollo
de los niños ya que proporciona seguridad, sentido del yo y hace posible su
socialización, es decir, mantener adecuadas relaciones interpersonales a futuro.
Esto se convierte en la base para la formación de la personalidad y el carácter
también evitan expresar sus estados internos. Son niños muy hábiles es disimular y
no expresar sus estados de sufrimiento como angustia, ansiedad y desesperación;
intentando siempre comunicar a sus padres que todo va bien y que no tienen
ninguna necesidad ni urgencia emocional. Asimismo, son niños que de alguna
manera se toman la responsabilidad de que la relación con los padres sea sin
problemas; y si se presentan problemas o tensiones que ellos no resulten
culpables. Son niños que invierten sus habilidades cognitivas en controlar y
disimular sus estados internos y opiniones.
Otra categoría importante es la de los cuidadores compulsivos (“A3”). Éstos
niños se pueden presentar en muchas maneras, pero la forma más común sería la
del niño que se hace cargo de sus padres con atenciones y cuidados físicos. Lo que
caracteriza a los cuidadores compulsivos es que se toman la responsabilidad de
interesar a los padres, de estimularlos para que se sientan motivados a interactuar
con él. Es como si fuera un niño que tiene que merecer la atención de otros, que
toma por hecho que él en sí mismo no lograría captar la atención, pero se esfuerza;
por ejemplo toma iniciativas originales y consigue que el padre deje de hacer sus
cosas para relacionarse con él. Pero el factor importante es que el niño percibe que
debe hacer mérito para lograr atención.
Una tercer sub-categoría de apego evitante es la de los compulsivos
complacientes (“A4”), los niños que se caracterizan por no expresar nunca lo que
verdaderamente “sienten”. Siempre están de acuerdo con sus padres y monitorean
las conductas de sus padres para anticiparse a sus instrucciones. Es un niño muy
particular, porque en todo momento intenta corresponder a las expectativas de los
padres, hasta el punto que el sentido de sí mismo se transforma en estable y
aceptable sólo en la medida que corresponde con ellos. En otras palabras, es la
correspondencia a la expectativa la que le da el sentido de si mismo, y se podría
decir que su lema es: “Yo corresponde, se quine soy; y si no correspondo, no se
quién soy”.
¿Qué características tienen los padres para que el niño se organice con un
apego evitante? Por una parte, son padres rechazantes, especialmente cuando el
niño expresa sus problemas, sus necesidades o pide ayuda; en cambio, los padres
se transforman en aceptantes cuando el niño no da ningún problema. También
pueden ser padres indiferentes y poco atentos a las necesidades del niño. Esta es la
diferencia entre evitantes de tipo inhibido “A1-A2” y cuidador compulsivo “A3”. Los
niños evitantes inhibidos tienen padres que generalmente son explícitamente
rechazantes, y por eso de organizan en la inhibición de no expresar sus estados
internos, porque cada vez que expresan algo la respuesta predecible es un rechazo
y cuando expresan urgencias son más rechazados aún.
Los padres de los niños evitantes A3 son indiferentes. Estos niños se
caracterizan por usar sus recursos cognitivos para motivar a los padres a que
interactúen con él y de esa manera controlan la proximidad y la indiferencia.
Los compulsivos complacientes (A4) tienen padres que pueden ser percibidos como
rechazantes, pero generalmente son diferentes a los de los niños inhibidos. Estos
padres pueden tal vez parecer rechazantes, quieren que el niño sea un modelo de
perfección, y por ello, solamente son rechazantes y muy críticos cada vez que el
niño no se comporta acorde al nivel de perfección que ellos quieren. Pero cuando el
niño se somete y adquiere como fachada todas las características que los padres
desean, entonces los padres lo reconocen. Son padres que llevan la imagen de su
hijo con orgullo, pero que impiden al niño ser “niño”, ya que tiene que actuar como
si fuera mucho mayor de lo que es.
esta discontinuidad en la protección. Por ejemplo: el niño está jugando con sus
amiguitos y la madre lo mira por la ventana y le dice: “Ten cuidado, no corras”; la
madre lo está protegiendo cuando el niño no lo necesita, pero cuando el niño se
hace daño y realmente la necesita, ella no lo atiende y debe verlo su amigo.
Entonces el niño coercitivo tiene un problema, que se refiere a qué hacer para
resolver esta discontinuidad en la protección y poder garantizarse y controlar que la
protección sea 24 horas al día. Por esto, el niño coercitivo se organiza de manera
opuesta al evitante, ya que se especializa en amplificar al máximo todos los estados
internos negativos, de manera que un pequeño malestar se transforma en un
peligro de vida, una pequeña irritación en un ataque de llanto que dura horas. En
este sentido, el niño evitante no expresa sus estados internos, en cambio el
coercitivo expresa todo con exageración.
Otra diferencia es que el niño evitante aprende que las explicaciones
proveen de base predictiva para relacionarse con sus padres. Ellos aprenden a
depender de la cognición para regular su comportamiento y defenderse de los
afectos. Es decir, se sienten satisfechos con las explicaciones y no tienden nunca a
un verdadero contacto emocional, y por ello su relación con los padres siempre es
con explicaciones, por ejemplo, el padre pregunta ¿cómo estás? Y él le explica que
está bien por muchas razones. En otras palabras, podríamos decir que es un niño
focalizado en el conocimiento y explicaciones.
Por el contrario, los niños coercitivos han aprendido lo opuesto. Ellos exaltan
los afectos y se defienden de las cogniciones, es decir, no confían en las
explicaciones. La razón es que sus padres frecuentemente les dan explicaciones
para engañarlos, por eso desde el principio de su desarrollo comienzan a desconfiar
de la cognición; básicamente esto se debe a que los niños coercitivos son muy
exigentes, por lo que los padres aprovechan sus capacidades cognitivas para
engañarlos y poder hacer sus cosas. Caso típico es lo observado en un niño de 2 ½
años cuando por primera vez debe quedarse con su nueva nana y mama debe salir,
lo que pasaría en este caso es que mamá lanzará un pelota hacina un extremo de
la pieza y dirá “toma la pelota” y mientras el niño sigue a la pelota y no la ve, ella
se va.
Los niños coercitivos del tipo C1 y C2, son los llamados coercitivos más
activos. El C1 es el típico hiperactivo, el prototipo de niño imposible. El C1 se llama
“amenazante” , es el niño al que no se le puede dejar solo ningún instante, porque
por ejemplo, lo dejan solo en el baño 5 minutos y lo inunda; lo dejan 5 minutos
solo en la cocina y provoca un incendio, lo dejan solo en el baño 5 minutos en la
sala y rompe el televisor. Siempre hay que tenerlo en el campo visual, siendo esta
su manera coercitiva para mantener la atención constante de sus padres. Hay poca
diferencia con el niño C2, el “desarmarte”. Este niño quiere que papá lo lleve a
pasear todos los días y que le compre helados, por ejemplo, el papá le dice que no
pueden salir en ese momento, sino a las 5 de la tarde, pero el papá no podrá hacer
lo que tiene que hacer, ya que enseguida el niño se siente mal, rompe algo, se
pone a llorar, y por lo tanto, el padre tiene que dejar de hacer sus cosas y llevarlo a
pasear y comprarle un helado.
Los niños coercitivos activos son los que se especializan en tener el control
de la relación con el adulto, por lo que son muy manipuladores. En cambio, los
niños coercitivos pasivos, se especializan en mantener la cercanía física y no el
control de la figura de apego. La forma clásica del coercitivo pasivo es el niño
hipocondríaco, que se siente mal físicamente, es decir, siempre se que de dolor de
estómago, de cabeza, tiene náuseas, etc. También es un niño opuesto al
amenzante, pues éste último siempre finge desesperación; en cambio el coercitivo
pasivo aparece siempre impotente ante cualquier contexto, incluso el familiar. Es
un niño que desde los 6 años será atendido por un niño menor.
Patrones de vinculamiento:
Tipo B: infantes con vínculo seguro
Cuando los cuidadores responden a las señales de los niños, les otorgan la
información respecto de los efectos de su comportamiento. Ya que existen
diferencias en el comportamiento del cuidador, algunos niños aprenden que los
efectos son puntuales, predecibles y consoladores. Para estos niños, la expresión de
ansiedad o incomodidad llevan al cuidador, en cambio, a acercarlos a la comodidad.
En términos de la teoría del Aprendizaje, estos niños están en programas de
refuerzo positivo predecible de señales afectivas. Además, la habilidad de los
padres de diferenciar las necesidades de los niños y sus señales habilita a los niños
para diferenciar mejor sus señales, así llegar a una comunicación más clara y
menos ambigua. Al año de vida, le llamamos a estos niños seguros, tipo B (B1-4).
(Ver figura 3.1)
Integrado
(seguro)
Cognición Afecto
real real
Cognición Afecto
evitativa (ambivalente)
No integrado
Figura 3.1. Patrones de vinculamiento en la infancia como función del tipo de información y la
graduación de la integración de la información. 1=evitativo/ambivalente. De Crittenden (1995).
Patrones de vinculamiento:
Tipo B y la representación equilibrada
Con la ventaja de la representación lingüística y lógica intuitiva, los niños en
edad preescolar son capaces de comunicarse con sus cuidadores con respecto de
futuros eventos. De particular interés es la disponibilidad de los adultos para los
niños, si es que éstos necesitan ayudan y protección. Cuando los adultos y los hijos
son capaces de intercambiar información precisa respecto de sus emociones e
intenciones, tanto los padres como los hijos, pueden separarse sin tener
sensaciones ansiosas. Esto facilita la exploración segura por parte de los niños de
su medio ambiente. Además, fomenta la habilidad de los niños de aprender acerca
del mundo, para desarrollar relaciones filiales con otros y para aprender las
destrezas necesarias para cuidarse a sí mismos. Como consecuencia, los modelos
representables de algunos niños reflejan tanto su propia observación como el
conocimiento de sus cuidadores. Los niños que integran mentalmente, tanto la
información cognitiva como afectiva, son llamados “equilibrados / seguros”, con
subgrupos que van de lo reservado a cómodo a lo reactivo.
Ya que los niños equilibrados / seguros son capaces de comunicar el rango
de sus sentimientos y también de razonar intuitivamente con sus cuidadores acerca
del peligro de la situación, a menudo se sienten cómodos, aun cuando ellos no se
alejan. Los estudios preliminares, sin embargo, sugieren que los niños y niñas
puede que no experimenten estos resultados de igual forma. Por el contrario, los
niños son clasificados, más a menudo como más seguros que las niñas. Esto puede
reflejar tanto las influencias culturales como psicológicas que promueven la
inhibición de las demostraciones de rabia entre niños.
Dominio y sumisión
Los niños en etapa preoperacional utilizan comportamientos tímidos
para negociar disputas por dominios. Estos comportamientos están compuestos por
conductas utilizadas en otros mamíferos para terminar con la agresión de otros; por
ejemplo, esconder el estómago y el cuello y elicitar alimentación; establecer
contacto ocular y una sonrisa de boca abierta cubierta de dientes. Estas señales
(las cuales utilizadas juntas son llamadas comportamiento sumiso) permiten a los
niños “desarmar” la rabia parental y transformarla en cuidados parentales. El
comportamiento tímido, junto a competencias intelectuales sofisticadas de la mente
preoperacional, capacitan al niño a organizar e implementar una estrategia
coersitiva comportamental.
Tipo A/C
El desarrollo del patrón A/C de los años preescolares es notoriamente mayor
que en la infancia. Esto es, en parte, porque las estrategias coercitivas están
organizadas para modificar efectivamente el comportamiento del cuidador y, en
parte porque, con una mejor flexibilidad mental, los niños son capaces de combinar
no sólo los patrones de tipo A y C sino también los subpatrones específicos. En
suma, ellos pueden exhibir selectivamente variados subpatrones con una
estrategia, por ejemplo, variando de una simple inhibición de los afectos (A1 – 2) al
cuidado compulsivo (A3) Aunque, técnicamente, no es una estrategia A/C, es
fundamentalmente similar. Finalmente, los niños pueden utilizar estrategias
defensivas con uno de los padres y una coercitiva con el otro. Así construye un
patrón A/C que está unida a interactuantes específicos. En cualquiera de estos
casos, el patrón A/C implica un cambio mental en la atención otorgada a la
información, un cambio en el cual cierta información es ignorada o distorsionada.
Tal agilidad mental es tanto adaptativa en la variación de circunstancias peligrosas
como predictiva del riesgo por desórdenes posteriores, incluyendo, en algunos
casos, procesos de disociación mental.
Resumen
Los niños defendidos aprenden a usar información cognitiva para organizar
su comportamiento, a inhibir la exhibición de los sentimientos reales y exhibir
falsos afectos positivos. Hacer esto les posibilita experimentar más relaciones
satisfactorias con cuidadores y reducir el aislamiento de sus patrones evitativos
infantiles. Los niños coercitivos aprenden a separar sus sentimientos mezclados y
exhibirlos con exageración alternando patrones coercitivos de amenaza, rabia y
sobornos ingenuos. En suma, de los niños cuyos padres se comportan de manera
Información falsa
Una implicación de las operaciones mentales concretas, es que los niños en
edad escolar tienden a aprender a utilizar falsas cogniciones para engañar a los
otros, observando sus intenciones. Esto no es simplemente mentir; es organizar el
propio comportamiento para guiar a otras personas a falsas predicciones acerca de
lo que uno intenta hacer. Hacer esto previene a otros de protegerse a sí mismos de
las acciones de otros individuos. También, distorsiona la información cognitiva
predictiva de los otros. Por ejemplo, el desamparo fingido para elicitar cuidados.
Por supuesto, estas estrategias mentales y comportamentales pueden distraer a los
otros, con fines más antisociales, como por ejemplo, cuando el niño entra en la
tienda y se ve como compradores, pero en verdad está robando.
Los niños coercitivos tienden tanto a sumar falsas cogniciones a sus
estrategias para regular el acceso a la figura de apego como ajustar su
comportamiento antisocial “punitivo” (C5). Es decir, algunos niños,
Integrado
(seguro)
Cognición Afecto
Real Real
Cognición Afecto
(defendida) (coercitivo)
Falso Falsa
afecto Cognición
No integrado
defensivas y coercitivas cuando las condiciones son tales que una estrategia será
más efectiva que la otra. Ellos hacen esto, sin embargo, sin distorsionar el cómo
sus mentes procesan la información. Particularmente en relaciones de pares,
incluyendo el vínculo con el mejor amigo, los niños aprenden que otras personas a
veces utilizan falsos afectos o falsas cogniciones para obtener ventaja. Tener este
conocimiento es altamente adaptativo, presumiendo que no crea dudas acerca de
que si la comunicación es honesta y las relaciones confiables. La meta, por
supuesto, es aprender cómo distinguir entre la comunicación falsa y la verdadera.
Sexualidad
Sexualidad e integración mental
Es significante, creo, que el proceso de integración mental de múltiples
modelos representación interna comiencen en el minuto en que 1) los niños no
tienen aún sentimientos sexuales y 2) se han vuelto completamente competentes
para cuidarse a sí mismos bajo circunstancias comunes. Estas condiciones tenderán
a llevar al bajo arousal afectivo a niveles manejables que facilitarán el proceso
integrativo.
Bajo estas condiciones, el proceso de integración mental de información
puede en si mimo capacitar a algunos niños con modelos representacionales
internos tipos A y C, y estrategias comportamentales, para autocorregir su
funcionamiento mental y conductual, esto los posibilita para volverse más
equilibrados. Tal proceso de reorganización implica que el niño a reconocido una
discrepancia entre las condiciones esperadas y las experimentadas, a generado un
modelo alternativo de la realidad, y ha sido evaluado este modelo y hallado que
calza mejor con las experiencias que el modelo original. Sin embargo, si el medio
ambiente parece amenazante o es percibido como demasiado amenazante para
arriesgar la evaluación de la hipótesis alternativa, los niños pueden no ser capaces
de ajustarlo en el proceso integrativo. Más aún, debe destacarse que para algunos
niños un medio ambiente formalmente apoyador puede volverse amenazante, así
aumenta la probabilidad de cambiar el funcionamiento equilibrado a defensivo,
coercitivo o A/C. Cualquiera de estos casos de integración puede demorar hasta
después de la pubertad, cuando esto debería ocurrir en el medio ambiente sexual
más complejo intra e interpersonal.
Sexualidad e intimidad
A pesar de que argumenté que la mayoría de los niños prepuberales no son
aún sexuales, los niños en edad escolar son concientes de la sexualidad de otros.
Esto incluye tanto la importancia relativa de la sexualidad para los adultos y las
actitudes sociales asociadas a ello. Ya que los niños en edad escolar no tienen
experiencias propias de intimidad sexual, probablemente no sean capaces de
diferenciar intimidad de reserva o comprender la importancia de la sexualidad en la
relación parental, incluyendo la importancia de lazo sexual parental de protección a
los niños. No obstante, los niños en edad escolar aprenden un gran manejo de las
actitudes culturales y de su familia hacia el sexo, incluyendo qué es aquello “sexy”
y cómo es la gente que exhibe interés en la sexualidad. En muchas culturas, esto
significa aprender que los machos demuestran interés sexual más abiertamente a
cómo lo hacen las hembras, estas hembras son a menudo el objeto de disputas de
Diferencias de género
En la adolescencia, las diferencias físicas de género se vuelven más
distintivas y adquieren significado psicológico. Los hombres se vuelven más altos y
fuertes que las mujeres y ellas se vuelven capaces de engendrar hijos. Ambos
cambios pueden funcionar para promover o destruir la intimidad. Específicamente,
la fuerza de los hombres puede ser usada para proteger a su esposa e hijos o para
dominarlos y asustarlos. De manera similar, el poder de convencimiento a los niños
puede usarse para promover la posibilidad reproductiva masculina o para
engañarlo. Finalmente, en el intercambio sexual propiamente tal, el hombre puede
abrumar con el poder físico y la mujer puede negar la participación psicológica. En
cada uno de estos casos, la confianza mutua es necesaria. Sin esta confianza, cada
uno de los miembros corre el riesgo de perder algo importante en el actual y
peligroso medio ambiente de la relación íntima.
en los niños. Por ejemplo, un padre formalmente rechazado que es defensivo puede
volverse el rondín, el padre sobreprotector de un hijo coercitivo. Al intentar
proteger al niño de experiencias displacenteras, especialmente de los sentimientos
de ansiedad y rechazo, el padre puede fallar en permitir al niño fiarse de sus
competencias emergentes. Esto, a su vez, es similar a crear un autoengaño en el
niño y miedo al trato inadvertido de protección que ofrece el cuidador. Más aun, ya
que el trato no es visto, no aparece como señal segura para el niño. Así, el niño
tiende a utilizar estrategias coercitivas de inmadurez y conducta dependiente (esto
agrada al padre defensor) además de exposiciones poco claras, ansiedades difusas
y miedo. Irónicamente, los adultos defensores, que tienen poca experiencia con la
demostración y regulación de emociones se vuelven relativamente no preparados
para reconocer y protegerse de estrategias basadas en la exageración y mínima
regulación de los afectos.
Existen variadas razones del porqué los padres pueden tener parejas o hijos
con estrategias oposicionistas a las propias. Primero, los adultos coercitivos y
defendidos presentan poca experiencia con la regulación afectiva e integración de
afectos y conocimientos; esto reduce su habilidad de equilibrarse observando
señales afectivas de los demás. Más aún, cree en toda la gama de información que
el patrón oposicionista falsifica. Por ejemplo, los adultos coercitivos creen predecir
el valor de los afectos; por lo tanto, son fácilmente despistados por individuos
defendidos que falsifican afectos. Juntos, conllevan a la probabilidad de elección de
algunos vínculos ansiosos con patrones oposicionistas y/o a que sus hijos utilizarán
este tipo de patrones. Finalmente, como se ha señalado anteriormente, los adultos
que son consientes de sus limitaciones buscarán enmienda en su pareja e hijos, y
en el proceso de sobrecorregirlos.
de otras personas, y el patrón semántico relacional debe ser (más o menos) falso
en general para ser real en lo específico.
Los individuos que dependen excesivamente de la memoria semántica y
patrones representacionales tienden a estructurar lógicamente la información y
experimentan las relaciones como un compartir creencias y valores. Este tipo de
personas buscan la “verdad” en la coherencia lógica, cualidad proposicional de
principios generalizadores en modelos de memoria semántica. También, se
distancian de “vivir” sus afectos tratándolos como definiciones para ser analizados
independientemente por afectos experimentados por la persona. Así, ellos tienden a
excluir a los afectos como una motivación primaria o real del comportamiento. En
orden de evitar luchar contra la discrepancia entre la experiencia y las creencias
semánticas, tienden a 1) excluir la información discrepante de la percepción; 2)
deformarla para producir coherencia semántica, o 3) mantenerla en la memoria
inconsciente (juntos producen idealización).
Para la mayoría de las personas tipo A, el pensar adecuadamente y el
comportarse adecuadamente son buscados con afán como caminos evasivos a los
resultados punitivos, especialmente rabia y abandono de los cuidadores. No
obstante, cuanto más temprano esto haya empezado, es más probable que los
infantes y niños aprendan a asociar supersticiosamente la ocurrencia azarosa de
eventos con los resultados deseados. Por consiguiente, serán hipervigilantes,
estarán en constante automonitoreo, y, a veces, actuarán de manera compulsiva
tanto racional como irracionalmente. En términos relacionales, la unión
interpersonal es alcanzada cuando concuerda con principios lógicos; es una
ausencia de intimidad personalmente relevante y finalmente lleva a la
insatisfacción, sentimientos de aislamiento, y la búsqueda de alternativas.
La memoria episódica, por otro lado, codifica los incidentes autobiográficos.
Representa el intento de recrear en la memoria una réplica exacta de un momento
particular en el tiempo, esto es, una representación correspondiente a la verdad. La
paradoja de la memoria episódica es que, ya que la experiencia no es recordada
perfectamente calzará en cualquier otra ocasión, los patrones episódicos perfectos
pueden mostrar sólo el pasado y no tienen valor para el futuro. Se requieren ciertos
errores en el patrón para poder generalizarlo. Las relaciones son establecidas
episódicamente cuando algunos individuos comparten recuerdos de las mismas
experiencias. Cuanto más correspondan los recuerdos entre sí, cuanto más
cercanos serán los sentimientos de la experiencia compartida. Esto explica las
interminables riñas entre miembros de una familia sobre los detalles de algunas
experiencias comunes, por ejemplo, ¿Fue martes o miércoles que tu madre llegó
para navidad? Estos detalles, sin embargo, no son el rasgo central y unificador de
Integración
¿Cuáles serán las causas de que uno se comprometa con el difícil proceso de
integración? Expectativas erróneas. En cualquier momento dado, la conducta
interpersonal está basada en el modelo propio de uno mismo y de los demás. Si
establecer este esquema conduce a los resultados esperados, uno se mueve
(mentalmente) a la situación siguiente. Todo esto es preconsiente, como manejar
sin golpear a ningún auto en un camino familiar, llegando finalmente a nuestro
destino (a menudo sin el recuerdo de haber manejado hasta ahí). Si el esquema
procedural dirige a resultados inesperados (por ejemplo, hay un letrero de desvío),
el proceso puede volverse conciente y gatillar una resolución mental del problema.
Los modelos procedurales, por lo tanto, regulan nuestra conducta diaria bajo
condiciones familiares. Si ocurre algo inesperado, uno puede acceder a modelos
semánticos de memoria para ver si existe información al respecto de uno mismo,
otra persona, o del contexto, que permita ajustar la conducta. Se prueba un
esquema procedural nuevo o revisado. En otras palabras, los modelos semánticos
de memoria regulan la conducta de resolución de problemas y funcionan
A/C, B, y el merecido B
¿Dónde dejamos nuestros patrones A, B, C y A/C? El uso individual de las
estrategias de defensa (A) y coercitivas (C) se ha adaptado a medios ambientes
particulares y funcionan efectivamente al interior de ellos. Cada uno también está
limitado, más o menos, si el medio ambiente cambia considerablemente.
Teóricamente, el cambio más retador sería aquel del patrón opuesto. Si es que los
A y los C al menos calcen en el medio ambiente del otro.
El tipo B presenta un dilema interesante. Parece fácil presumir que éste
puede cambiar sus conductas y acomodarse normativamente al medio ambiente de
A y/o C (sin distorsionar el funcionamiento de sus mentes), pero ¿qué hay respecto
a la adaptación al medio ambiente que generan los patrones compulsivos u
obsesivos o el A/C? Tal adaptación requiere de darse cuenta, incluso de algunas
expectativas de falsos afectos y falsas cogniciones. Más aún, resulta beneficioso
tener experiencias diferenciando éstos de la información real, así como de ser capaz
de integrar este conocimiento en patrones uniformes de conducta adaptativa.
Posiblemente, los B que creen en un medio ambiente integrado, tendrán pocas
experiencias con informaciones falsas o integración con información discrepante. Si
Entre estos dos polos hay un surtido de A/C. Tales individuos reconocen, más o
menos, que tanto la información falsa como real existe. Más aún, son más o menos
capaces de discernir correctamente la peligrosidad de la situación. Algunos son
combinaciones A/C y los otros son oscilaciones A/C. El rango de su conducta está
cuidadosamente organizada y regulada para encontrar realidades variadas a
aquellos individuos cuyos funcionamientos mentales se vuelven internamente
manejados, de tal manera que la realidad externa tiene poco que hacer con sus
perspectivas variadas y su conducta. Algunos son A o C en el proceso de terapia
“incompleta”. Para la mayoría, sin embargo, existe la frecuente experiencia
inestable de un modelo de trabajo que choca contra una realidad diferente. Tal
choque tiene el potencial, creo yo, de destruir la personalidad o de facilitar la
solución integradora que puede ser origen de una creatividad brillante- una
creatividad que hace aparentemente la realidad que el resto de nosotros
conocíamos por completo, pero no podíamos articular. Por todo, sin embargo,
Integrado
(Seguro)
Cognición
Real Afecto
Real
Cognición
(defensiva) Afecto
(Cohercitivo)
Falsa
Falso Cognición
Afecto
No Integrado
(Psicopatía)
Figura 3.4: patrones de vinculamiento en la adolescencia y la adultez como una función del tipo de
información y acuerdo de la integración de la información. 1= defensivo/coercitivo; 2= ansioso
depresivo; 3= no-integración AC. De Crittenden (1995)
El riesgo de la creatividad
Una razón por la que estoy intrigada con A/C es que a diferencia del tipo A
o C, que tiene sólo mitad de la información que necesitan, los A/C la tienen
completa. Pero a diferencia de los B que están equilibrados en su uso de la
información, los A/C no pueden integrarla; en cualquier momento dado, están en el
estado A o C y sólo es levemente conciente (si es que está conciente en algún
grado) de cualquier otro estado. Para ellos, la vida es un proceso constante
oscilación entre un set de expectativas desconocidas que requieren acceso a la
información perdida y defendida de resolución. Así, los A/C existen en un estado
cercano y constante de tensión causado por la colisión de dos miradas separadas
del mundo que no están integradas. Cada choque, sin embargo, provee una nueva
oportunidad para la mente de acceder y tomar concurrentemente ambas miradas y,
probablemente, para utilizar cada fuente de información para corregir y modificar la
otra, así lograr la integración.
Comparado con la integración del equilibrado, pero ingenuo tipo B, la
integración de A/C tiene la posibilidad de ser más profunda. Los A/C son consientes
de falsos cogniciones y falsos afectos de una manera que pocos B lo son; en suma,
ellos experimentan las paradojas de la realidad y la unidad de maneras inesperadas
y dolorosas. Así, sus experiencias con los rangos de experiencias humanas es tanto
mejor como perturbadoramente intensa (también puede argumentarse que ello
tienen poca experiencia con un medio ambiente apoyador y honesto, yo creo que
ellos pueden enfrentar mentiras, traición y decepción. Sus fallas en lograr la
armonía imaginada es la fuente de la tragedia). Así, los A/C tienen un rango de
experiencias de creatividad pero también reiterados momentos discordantes que lo
desafían a uno a remodelar o revisar la realidad. Cuando los A/C son inteligentes (e
inteligencia, por ejemplo, la habilidad mental de hacer asociación, me parece una
dimensión importante e independiente), existe un potencial para un genio creativo.
Históricamente, al parecer a esta expresión de genialidad a menudo le siguen
períodos de intensa decepción.
Tales períodos también traen el riesgo de una depresión. Los tipo A tienen
un riesgo de depresiones afectivas, fallas en el sentir genuino y participar
afectivamente con otros. Más aún, sin información respecto a los afectos los sujetos
A pueden encontrarse a sí mismos en una situación sin solución. Cuando esto es
penetrante, al punto de que el progreso hacia las metas consideradas esenciales
por si mismas son imposibles y cuando los afectos pueden acceder a corregir un
CONCLUSIONES
Para concluir, ofrezco un acercamiento dimensional a los patrones de
Ainsworth de vinculación, e intento de concadenar procesos mentales y
comportamentales básicos a través de una serie de cambios maduracionales. En
suma, busco una forma de integrar el énfasis de Freud en la sexualidad (por
ejemplo, reproducción), con el de Bowlby en protección, nada más que estas son
las dos funciones esenciales para cualquier especie. En términos de desarrollo,
construyo la mente como interactuando activamente con la realidad, con figuras de
apego que provean apoyo. Las figuras vinculares pueden asistir y acompañar a los
niños otorgándoles una realidad integrada y apoyadora o pueden fallar al proteger
a los niños, dejándoles con sus propios e ineficientes recursos. Otras figuras de
apego distorsionan la realidad y a ellos mismos amenazando a sus hijos, así
colaboran en la creación de una realidad sesgada. En la adultez, la mayoría de
nosotros ha experimentado alguna combinación de estas condiciones, y
dependiendo tanto de la combinación como de nuestras características innatas
(especialmente la inteligencia), organizamos de manera adaptativa el mejor o más
angosto rango de circunstancias. Para aquellos en las circunstancias más
desafiantes, los resultados pueden alegrar profundamente o apenar intensamente.
Este es un recordatorio de que el vínculo no es una teoría de la felicidad; es
respecto a la protección y la reproducción exitosa. La felicidad es deseable, pero no
es esencialmente el final; más aún, puede limitar el funcionamiento adaptativo bajo
ciertas circunstancias. Así, el ingenuo patrón tipo B de vinculamiento es adaptativo
bajo ciertas, pero no todas, las condiciones, y que puede traer un riesgo sustancial
bajo condiciones de peligro. Los patrones integradores de adultez proveen tanto el