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PSICOLOGÍA DEL DESARROLLO (SIC 226-81)

UNIDAD III: DESARROLLO DE LOS PRIMEROS AÑOS DE VIDA. LACTANCIA


FUNCION DE APEGO. DESARROLLLO AFECTIVO Y SOCIAL

Introducción:
Se ha llegado a decir que la Teoría del Vinculo (“Attachment Theory”)
constituye uno de los avances mas importantes del Psicoanálisis realizados después
de Freud. Formulada por John Bowlby (nació el 27 de Febrero de 1907), combina
el riguroso empirismo científico de la Etología con el Psicoanálisis. Ha tenido un
gran impacto en la Psicología del Desarrollo, la Psicoterapia, la Psiquiatría y el
Trabajo Social.

Un poco de historia:
En las décadas del 30 y 40 se investigó como influía negativamente sobre el
desarrollo de la personalidad el prolongado cuidado del niño en instituciones y los
frecuentes cambios en la figura materna. En la década del 50 Bowlby comenzó a
ocuparse de estos problemas, o sea, de como influía negativamente sobre el niño el
cuidado maternal inadecuado, su pena por verse separado de los seres a quienes
aman, y las consecuencias de todo ello a corto y largo plazo.

A mediados de los 60, en plena euforia de las teorías del aprendizaje con
sus refuerzos y castigos y en un momento de desatención casi total de los
fenómenos afectivos, la propuesta de Bowlby era atrevida y original. Hacía
tambalear uno de los pilares de la doctrina conductista que sostenía que la relación
afectiva madre-criatura es una secuela de la alimentación y los cuidados típicos de
crianza (principio que también suscribió Freud). La tesis de Bowlby, en cambio,
equivale a reconocer que existen otros sistemas motivacionales en el niño, aparte
de los llamados "primarios" por los psico-fisiólogos, desencadenantes de conductas
afiliativas que cumplen un importante papel en la existencia humana. Ya Harlow(*)
(1959) había mostrado poco antes que monitos rhesus acudían a refugiarse,
cuando estaban asustados, a una "madre" de felpa y no a otra "madre" de alambre
en la cual tenían su fuente de alimentación. Bowlby encontró además en la etología
un sustento a sus ideas: en los animales se dan sistemas de comportamiento que,
a grosso modo, tienen como función mantener la proximidad entre madre y crías.
Uno de ellos es la "impronta" (imprinting) descrito por K.Lorenz en los patos. Los
etólogos opinan que esta cercanía de la madre y el estrecho seguimiento de los
pequeños tienen una finalidad de protección frente a los depredadores.

A pesar de que Bowlby estaba profundamente convencido de que el


concepto etológico de "impronta" no podía homologarse con el vínculo humano,
reconoció que "el hecho de que el proceso exista en numerosas especies de
vertebrados obliga a tener en cuenta ciertos principios que gobiernan el desarrollo
y la organización de este comportamiento. Estos son principios de índole funcional
que dan razón de la aparición de comportamientos muy adaptativos, comunes a
diversas especies, aunque los mecanismos neurofisiológicos que los rigen no sean
idénticos en cada una. Son configuraciones de conductas que se desencadenan
oportunamente sin que medie al parecer experiencia o aprendizaje; es por ello que
se les otorga el carácter de instintivos o innatos. Por tanto, lo que Bowlby afirma
del vínculo es que es un comportamiento instintivo que ha llegado a los humanos a
través de la evolución y que persiste en nosotros porque sigue cumpliendo
funciones de vigilancia y protección de los adultos sobre las criaturas. En los
pueblos primitivos es la protección ante la naturaleza, sobre todo los depredadores
carnívoros; en los tecnológicamente avanzados es la protección frente a las
incertidumbres aparejadas al hábitat y a la vida urbana.

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(*)Las experiencias de Harlow con monos rhesus.

A mediados de los años 50, el psicólogo Harry Harlow llevó a cabo una serie de
experiencias con crías monos rhesus en su laboratorio de primatología de la
Universidad de Wisconsin. Frente a las ideas, por entonces mayoritarias, de que "el
amor el niño lo aprende" por asociación del rostro y contacto con la madre y la
recompensa concomitante de la alimentación, Harlow analizó otras alternativas.
Ante la dificultad de utilizar niños (aparte de los imperativos éticos, por causa de
su inmadurez motora) recurrió a pequeños primates de su laboratorio. Diseñó dos
muñecos que hicieran de "madres" de los monitos rhesus pero atribuyéndoles
separadamente a uno la función de alimentación y a otro la función de contacto
corporal. En concreto, a uno de ellos, construido de alambre, le puso un par de
tetinas de las que se podía mamar; al otro muñeco simplemente lo recubrió de
felpa. Los monitos pasaron mucho más tiempo en contacto con la "madre" de felpa
y sólo visitaban esporádicamente a la "madre" de la que extraían la leche. Harlow
dice que, aunque fisiológicamente ambas cumplían (algunas) funciones de madre,
psicológicamente era superior la "madre" de felpa. La segunda parte la experiencia
fue someter a los monitos a situaciones que provocasen miedo. Para ello introdujo
en el recinto objetos extraños: un osito mecánico que caminaba tocando un
tambor. Todos los monitos, sin excepción, acudieron a refugiarse en la "madre" de
felpa. Pasado un rato y tranquilizados, descendían de la "madre" del felpa y
cautelosamente se acercaban a inspeccionar el osito tamborilero. Ampliaron la
experiencia situando a los monitos en una habitación nueva, extraña, y llena de
objetos desconocidos. El resultado fue idéntico. Harlow estableció una analogía
entre estos comportamientos y el del apego humano.

Un nuevo enfoque de la teoría:


El vínculo del niño con su madre: Bowlby no está de acuerdo con la teoría según la
cual el niño desarrolla un vínculo estrecho con la madre porque ella lo alimenta
(vínculo primario) y establece una relación personal de dependencia con ella
(vínculo secundario). Si fuese cierto cualquier niño se apegaría a quien lo alimenta.
Bowlby vio, por las investigaciones etológicas en animales de Lorenz, que se podía
desarrollar un fuerte vínculo con la madre sin necesidad de que esta lo alimentara.
A partir de aquí Bowlby comenzó sus investigaciones en humanos, llegando a la
conclusión siguiente: "la conducta de apego es cualquier forma de conducta
que tienen como resultado el logro o la conservación de la proximidad con
otro individuo claramente identificado al que se considera mejor
capacitado para enfrentarse al mundo", lo cual se ve especialmente claro
cuando la persona está enferma o asustada.
La función biológica atribuida al otro es distinta a la alimentación o al sexo: es la
protección, es decir, poder contar con el otro porque se sabe que está dispuesto a
ayudar en momentos difíciles. Así se establece una relación de apego al otro.

La ansiedad de la separación. Es la ansiedad por perder al ser amado o quedar


separado de él. Para Bowlby, esta ansiedad se produce no porque haya una
situación de peligro o riesgo real, sino por estar aumentada la probabilidad de
dicho riesgo. Por lo tanto, la ansiedad de separación no aparece algunas veces sino
que es una disposición humana básica: por ello la ansiedad no surge sólo cuando
se abandona al niño, sino cuando se amenaza con abandonarlo (aumenta el
riesgo). Tal amenaza produce también ira para disuadir al que quiere abandonar,
ira que puede volverse disfuncional (por ejemplo que lleve a matarlo).
Otra situación patógena es cuando la madre sobreprotege al hijo, o bien cuando la
misma madre pretende que su hijo sea su figura de apego, con lo cual el niño ha
de soportar la responsabilidad de cuidarla.

Duelo.- Mientras que la ansiedad de separación es la reacción habitual a una


amenaza u otro riesgo de pérdida, el duelo es la reacción habitual ante la pérdida

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cuando ésta ha ocurrido. En un comienzo, el psicoanálisis sostuvo que los niños no


podían hacer duelos, Bowlby, decidió hacer un estudio prospectivo observando
directamente a los niños: protesta, desapego, desesperación, etc., como reacción
frente a una separación temporal de la madre, reacciones que por lo demás se
observan también en el duelo de personas sanas. Los niños y los adultos pueden
asimismo sufrir perturbaciones en su proceso de duelo.

Mecanismos de defensa.- Cuando un niño se reencuentra con su madre luego de


una separación temporal, es normal que la trate como si fuese una desconocida,
aunque luego de un tiempo se pone ansioso por temor a perderla nuevamente.
Esta situación momentánea de rechazo de la madre se llama desapego, y es para
Bowlby un mecanismo de defensa, y más concretamente una exclusión defensiva
(exclusión de la conducta de apego) equiparable a lo que Freud denominó
represión.

Planteamiento de Bowlby:
• El vinculo contribuye a la creación de un “núcleo de estado seguro”
en la personalidad. Este vínculo permitirá fluidez en las posteriores relaciones.
• Existe una relación entre la “vinculación segura” en la infancia y la
“competencia autobiográfica”
• El vinculo incorrecto puede manifestarse por conductas de evitación o
conductas ambivalentes
• El “núcleo de estado” de la persona es una condensación de la historia de
sus relaciones primarias.

El desarrollo de ese núcleo hace de la experiencia personal una narración, una


historia que es temporal, coherente y que tiene un sentido. Esa dimensión narrativa
hace posible objetivar la experiencia de tal modo que quien sufre puede separarse
de su dolor, puede convertir sentimientos básicos en símbolos. Puede crear una
cadena que une el presente con el pasado y con el futuro. Esta dimensión narrativa
da a la persona un sentido de posesión de su pasado y de su vida.

Ideas centrales:
• El apego constituye un sistema interno autogenerado e instintivo, que le
permite al individuo sobrevivir, a través de conductas de acercamiento (llanto y
búsqueda de proximidad) en torno a una figura vincular específica.
• Es un sistema motivacional, compartido con otros animales, con elementos
neuropsicológicos en el SNC, que permite la protección y confort, a través de la
sincronía psicobiológica establecida entre el bebé y su cuidador, enlazando sus
estados internos.
• El apego se define como un vínculo emocional recíproco y perdurable entre
el niño y el cuidador, donde ambos contribuyen a la calidad de la relación.
• El apego permite sentir la garantía de que las necesidades psicosociales y
físicas serán satisfechas, por lo tanto se torna adaptativo.
• Cualquier actividad que el bebé genera permite una respuesta en un adulto
correspondiendo a un comportamiento de apego
• Los principios fundamentales del Apego son la mantención de la proximidad,
la protesta ante la separación y establecer una relación estable y segura con su
figura vincular.
• La formación de ese apego es de vital importancia para el pleno desarrollo
de los niños ya que proporciona seguridad, sentido del yo y hace posible su
socialización, es decir, mantener adecuadas relaciones interpersonales a futuro.
Esto se convierte en la base para la formación de la personalidad y el carácter

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Definición de los patrones de apego.

La relación entre los procesos de apego y la construcción del sentido de sí


mismo es muy importante en el desarrollo humano. Una de las características del
apego en el sistema humano es que se trata de un proceso autorreferencial que
permite construir un sentido de si mismo consistente, estable y continuo en el
tiempo. La explicación de por qué el apego es el proceso a partir del cual se
construye el sentido de sí mismo es lo que se preguntaba Karl Popper como ¿de
dónde saca un niño las informaciones más importantes para verse como persona y
saber quién es? No las puede obtener de su observación. Él se puede reconstruir
como persona a través de la actitud de los padres, por la manera como se
relacionan con él y expresan sus emociones hacia él. Esta es la manera a través de
la cual puede comenzar a percibirse con las características y las cualidades que lo
definen como ser humano. En otras palabras, si el niño elabora a partir de los
demás una autoimagen determinada, ésta no queda como un mero dato sensorial
para ser almacenado, sino que orienta y coordina procesos emocionales y
cognitivos hasta que el niño puede percibirse a sí mismo en forma consistente con
la autoimagen que ha podido abstraer del ambiente familiar.
Históricamente, en las primeras investigaciones se entendía el apego
solamente como un sistema de conductas que el niño tenía para mantener la
proximidad con sus padres. Predominaba la tendencia a entender el apego como
cercanía o alejamiento físico. Posteriormente, el apego comenzó a entenderse como
un proceso más complejo, el cual emergía de un continuo intercambio entre
cercanía y separación. Es decir, un niño que acepta la separación de sus padres, y
puede soportarla y desempeñarse bien, no es un niño que no tenga apego hacia
sus padres, sino por el contrario, es un niño que tiene un buen apego hasta el
punto de poseer una casi perfecta internalización de la imagen de los padres,
pudiendo quedarse psicológicamente vinculado a ellos sin sentir angustia por la
separación.
Los patrones de apego son casi el 100% de la vida del bebé. El bebé casi no
se diferencia de sus padres, dándose una especie de estado indiferenciado con
ellos. Sin embargo, al final del primer año llegamos al fenómeno llamado por Piaget
“la permanencia del objeto”, en que los objetos existen a pesar de que hayan
desaparecido de su campo visual. Es desde este momento que el infante empieza a
percibir los objetos exteriores con continuidad, es decir, no dependen de la
percepción inmediata del momento; y esa misma continuidad y estabilidad empieza
a percibirla en si mismo. El infante mantiene el sentido de sí mismo independiente
de los otros, comenzándose a observar aproximadamente a los 2 años y medio de
edad, lo que se llaman organizaciones centrales de apego, es decir, el niño tiene
una actitud hacia los padres de mayor constancia y estabilidad. A esta edad los
investigadores describen las categorías de apego: seguro, evitante, ambivalente.
Brevemente, la primera categoría es la de apego evitante (“A”), que son los
niños que mantienen un grado de proximidad de los padres y emplean sus recursos
cognitivos para controlar lo exterior, anticipando las posibles situaciones de rechazo
o indiferencia. Es un niño que en general guarda cierta distancia de los padres, si
los padres se acercan se pone rígido como una manera de limitar o reducir lo más
posible el contacto emocional. Una segunda categoría es la de los niños de apego
seguro (“B”), que no tienen dificultad para acercarse o alejarse de las figuras
cuidadoras y no presentan problemas para relacionarse con los padres, se
muestran alerta y sensibles a las señales y las comunicaciones de sus hijos. Es un
niño que ha aprendido a predecir y comunicar el valor de muchas señales
interpersonales; ellos han creado significados tanto cognitivos como afectivos.

Patrón de Apego Evitante (“A”):


La primera sub-categoría es la de los evitantes inhibidos (“A1-A2”), que son
los niños que siempre están aislados, que no hablan y que nunca están presentes.
Lo que les caracteriza es que no sólo evitan el contacto con los padres, sino que

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también evitan expresar sus estados internos. Son niños muy hábiles es disimular y
no expresar sus estados de sufrimiento como angustia, ansiedad y desesperación;
intentando siempre comunicar a sus padres que todo va bien y que no tienen
ninguna necesidad ni urgencia emocional. Asimismo, son niños que de alguna
manera se toman la responsabilidad de que la relación con los padres sea sin
problemas; y si se presentan problemas o tensiones que ellos no resulten
culpables. Son niños que invierten sus habilidades cognitivas en controlar y
disimular sus estados internos y opiniones.
Otra categoría importante es la de los cuidadores compulsivos (“A3”). Éstos
niños se pueden presentar en muchas maneras, pero la forma más común sería la
del niño que se hace cargo de sus padres con atenciones y cuidados físicos. Lo que
caracteriza a los cuidadores compulsivos es que se toman la responsabilidad de
interesar a los padres, de estimularlos para que se sientan motivados a interactuar
con él. Es como si fuera un niño que tiene que merecer la atención de otros, que
toma por hecho que él en sí mismo no lograría captar la atención, pero se esfuerza;
por ejemplo toma iniciativas originales y consigue que el padre deje de hacer sus
cosas para relacionarse con él. Pero el factor importante es que el niño percibe que
debe hacer mérito para lograr atención.
Una tercer sub-categoría de apego evitante es la de los compulsivos
complacientes (“A4”), los niños que se caracterizan por no expresar nunca lo que
verdaderamente “sienten”. Siempre están de acuerdo con sus padres y monitorean
las conductas de sus padres para anticiparse a sus instrucciones. Es un niño muy
particular, porque en todo momento intenta corresponder a las expectativas de los
padres, hasta el punto que el sentido de sí mismo se transforma en estable y
aceptable sólo en la medida que corresponde con ellos. En otras palabras, es la
correspondencia a la expectativa la que le da el sentido de si mismo, y se podría
decir que su lema es: “Yo corresponde, se quine soy; y si no correspondo, no se
quién soy”.
¿Qué características tienen los padres para que el niño se organice con un
apego evitante? Por una parte, son padres rechazantes, especialmente cuando el
niño expresa sus problemas, sus necesidades o pide ayuda; en cambio, los padres
se transforman en aceptantes cuando el niño no da ningún problema. También
pueden ser padres indiferentes y poco atentos a las necesidades del niño. Esta es la
diferencia entre evitantes de tipo inhibido “A1-A2” y cuidador compulsivo “A3”. Los
niños evitantes inhibidos tienen padres que generalmente son explícitamente
rechazantes, y por eso de organizan en la inhibición de no expresar sus estados
internos, porque cada vez que expresan algo la respuesta predecible es un rechazo
y cuando expresan urgencias son más rechazados aún.
Los padres de los niños evitantes A3 son indiferentes. Estos niños se
caracterizan por usar sus recursos cognitivos para motivar a los padres a que
interactúen con él y de esa manera controlan la proximidad y la indiferencia.
Los compulsivos complacientes (A4) tienen padres que pueden ser percibidos como
rechazantes, pero generalmente son diferentes a los de los niños inhibidos. Estos
padres pueden tal vez parecer rechazantes, quieren que el niño sea un modelo de
perfección, y por ello, solamente son rechazantes y muy críticos cada vez que el
niño no se comporta acorde al nivel de perfección que ellos quieren. Pero cuando el
niño se somete y adquiere como fachada todas las características que los padres
desean, entonces los padres lo reconocen. Son padres que llevan la imagen de su
hijo con orgullo, pero que impiden al niño ser “niño”, ya que tiene que actuar como
si fuera mucho mayor de lo que es.

Patrón de Apego ambivalentes con Estrategias Coercitiva (“C”):


Estos niños tienen padres más atentos. Son padres que le transmiten al niño
la idea de que se vive en un mundo muy peligroso y sólo se puede sobrevivir si se
tiene la protección de personas como ellos. Pero la protección otorgada por parte
de los padres es discontinua y no predecible. Es más, cuanta más necesidad o
urgencia tienen de ser protegidos por los padres, más probables es que se presente

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esta discontinuidad en la protección. Por ejemplo: el niño está jugando con sus
amiguitos y la madre lo mira por la ventana y le dice: “Ten cuidado, no corras”; la
madre lo está protegiendo cuando el niño no lo necesita, pero cuando el niño se
hace daño y realmente la necesita, ella no lo atiende y debe verlo su amigo.
Entonces el niño coercitivo tiene un problema, que se refiere a qué hacer para
resolver esta discontinuidad en la protección y poder garantizarse y controlar que la
protección sea 24 horas al día. Por esto, el niño coercitivo se organiza de manera
opuesta al evitante, ya que se especializa en amplificar al máximo todos los estados
internos negativos, de manera que un pequeño malestar se transforma en un
peligro de vida, una pequeña irritación en un ataque de llanto que dura horas. En
este sentido, el niño evitante no expresa sus estados internos, en cambio el
coercitivo expresa todo con exageración.
Otra diferencia es que el niño evitante aprende que las explicaciones
proveen de base predictiva para relacionarse con sus padres. Ellos aprenden a
depender de la cognición para regular su comportamiento y defenderse de los
afectos. Es decir, se sienten satisfechos con las explicaciones y no tienden nunca a
un verdadero contacto emocional, y por ello su relación con los padres siempre es
con explicaciones, por ejemplo, el padre pregunta ¿cómo estás? Y él le explica que
está bien por muchas razones. En otras palabras, podríamos decir que es un niño
focalizado en el conocimiento y explicaciones.
Por el contrario, los niños coercitivos han aprendido lo opuesto. Ellos exaltan
los afectos y se defienden de las cogniciones, es decir, no confían en las
explicaciones. La razón es que sus padres frecuentemente les dan explicaciones
para engañarlos, por eso desde el principio de su desarrollo comienzan a desconfiar
de la cognición; básicamente esto se debe a que los niños coercitivos son muy
exigentes, por lo que los padres aprovechan sus capacidades cognitivas para
engañarlos y poder hacer sus cosas. Caso típico es lo observado en un niño de 2 ½
años cuando por primera vez debe quedarse con su nueva nana y mama debe salir,
lo que pasaría en este caso es que mamá lanzará un pelota hacina un extremo de
la pieza y dirá “toma la pelota” y mientras el niño sigue a la pelota y no la ve, ella
se va.
Los niños coercitivos del tipo C1 y C2, son los llamados coercitivos más
activos. El C1 es el típico hiperactivo, el prototipo de niño imposible. El C1 se llama
“amenazante” , es el niño al que no se le puede dejar solo ningún instante, porque
por ejemplo, lo dejan solo en el baño 5 minutos y lo inunda; lo dejan 5 minutos
solo en la cocina y provoca un incendio, lo dejan solo en el baño 5 minutos en la
sala y rompe el televisor. Siempre hay que tenerlo en el campo visual, siendo esta
su manera coercitiva para mantener la atención constante de sus padres. Hay poca
diferencia con el niño C2, el “desarmarte”. Este niño quiere que papá lo lleve a
pasear todos los días y que le compre helados, por ejemplo, el papá le dice que no
pueden salir en ese momento, sino a las 5 de la tarde, pero el papá no podrá hacer
lo que tiene que hacer, ya que enseguida el niño se siente mal, rompe algo, se
pone a llorar, y por lo tanto, el padre tiene que dejar de hacer sus cosas y llevarlo a
pasear y comprarle un helado.
Los niños coercitivos activos son los que se especializan en tener el control
de la relación con el adulto, por lo que son muy manipuladores. En cambio, los
niños coercitivos pasivos, se especializan en mantener la cercanía física y no el
control de la figura de apego. La forma clásica del coercitivo pasivo es el niño
hipocondríaco, que se siente mal físicamente, es decir, siempre se que de dolor de
estómago, de cabeza, tiene náuseas, etc. También es un niño opuesto al
amenzante, pues éste último siempre finge desesperación; en cambio el coercitivo
pasivo aparece siempre impotente ante cualquier contexto, incluso el familiar. Es
un niño que desde los 6 años será atendido por un niño menor.

Otra categoría es la del coercitivo indefenso (C4), que se caracteriza por


estar siempre indefenso y los padres no lo pueden dejar solo. Aparece como

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ineficaz y vulnerable frente a la vida, y en su actitud estimular en las personas que


se relacionan con él un instinto de protección y cuidado.
Hay una categoría de apego importante que es intermedia entre la pasiva y
la activa que es la del llamado coercitivo seductor (C6). En esta categoría de niño
ambivalente la estrategia coercitiva adquiere una forma de conducta seductora
complaciente, y se observa especialmente en las niñas que atraen la atención de
esta manera desde la infancia temprana.

Patrón de Apego seguro (“B”) y desorganizados (“D”):


Éstas son 2 categorías que se encuentran en trabajo de investigación y
según Guidano no existen como categorías en si mismas, sino que los niños
seguros y los desorganizados son los extremos de un continuo, es decir, entre
formas organizadas y desorganizadas.
En la categoría de los seguros, los “B”, se encuentra el subtipo “B1-B2”, que
es el niño descrito como seguro-reservado, es un evitante abstracto y armónico. El
niño seguro-reservado no tiene problemas en acercase a los padres, pude tomar la
iniciativa para comunicarse y relacionarse con ellos, pero siempre es resistente a
compartir situaciones emocionales cara a cara. Por ejemplo, en todo contacto
emocional con los padres él nunca tiene iniciativa emocional de buscar intimidad o
iniciativas que puedan producirle mucha activación emocional, y si el padre la
inicial, el niño solamente la asume como una suerte de espectador que es
complaciente, pero su participación es mínima; es decir, el padre inicia un tipo de
interacción y también la termina.
Un niño de apego seguro “B3”, que es descrito como seguro confortable, es
un coercitivo independiente y armónico que no tiene problemas para acercarse o
alejarse de sus padres. Es un niño que siempre tiene el control de la relación, y se
aprecia en que toma todas las iniciativas para interactuar con los padres y todas
son fundamentalmente emociónales. En cuanto al procesamiento de la información,
es un niño que privilegia información emocional más que cognitivos para
organizarse.
El seguro “B4”, que es descrito como seguro reactivo, es un coercitivo muy
“elegante”, ya que tiene la capacidad de atraer la atención de los padres sin llegar a
ser un “niño imposible”, y ello lo logra a través de sus capacidades emocionales y
de expresión comunicativa que presenta.
El componente seguro (“B”) es la parte flexible y armónica de un niño
evitante y ambivalente. En cambio, el componente no armónico es el componente
“D” o desorganizado, que se puede encontrar en los niños evitantes y
ambivalentes. Cada patrón o cada actitud puede darse en su forma organizada o
desorganizad, y en los primeros meses de vida la oscilación entre organización y
desorganización es continua.

Organización de Significado Personal Depresivo A1-A2: inhibidos


A3: cuidadores compulsivos
Organización de Significado Personal de Desorden A4: compulsivo complaciente
Alimenticio A4/C: compulsivo complaciente con componente
coercitivo
Organización de Significado Personal Obsesivo A4/C: compulsivo complaciente con componente
coercitivo
A3/C: cuidador compulsivo con componente
coercitivo

Organización de Significado Personal FóbicoC1: amenzante


C2: desarmante
C3: agresivo
C4: indefenso
C5: punitivo
C6: seductor
ESQUEMA DE ORGANIZACIONES SIGNIFICADOS Y ESTILOS DE APEGO DE AINSWORTH.

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PATRONES DE VINCULAMIENTO Y COMPORTAMIENTO SEXUAL:


RIESGO DE DISFUNCIÓN VERSUS
LA OPORTUNIDAD DE INTEGRACIÓN CREATIVA.
Patricia McKinsey Crittenden
Extracto del texto

Traducción hecha por Susana Reyes R.

Patrones de vinculamiento:
Tipo B: infantes con vínculo seguro
Cuando los cuidadores responden a las señales de los niños, les otorgan la
información respecto de los efectos de su comportamiento. Ya que existen
diferencias en el comportamiento del cuidador, algunos niños aprenden que los
efectos son puntuales, predecibles y consoladores. Para estos niños, la expresión de
ansiedad o incomodidad llevan al cuidador, en cambio, a acercarlos a la comodidad.
En términos de la teoría del Aprendizaje, estos niños están en programas de
refuerzo positivo predecible de señales afectivas. Además, la habilidad de los
padres de diferenciar las necesidades de los niños y sus señales habilita a los niños
para diferenciar mejor sus señales, así llegar a una comunicación más clara y
menos ambigua. Al año de vida, le llamamos a estos niños seguros, tipo B (B1-4).
(Ver figura 3.1)

Tipo A: infantes con vinculo evitativo


Otros niños aprenden que los efectos de su comportamiento afectivo son
puntuales, predecibles e implacenteros. Por ejemplo, algunas madres se exasperan
con el llanto del niño, las demandas para que lo tomen en brazos; estas madres
rechazan, se apartan o castigan a sus hijos. En tal caso, la expresión de ansiedad
lleva a un comportamiento maternal que elicita incomodidad, esto exacerba el
distress en el niño. Estos niños están en un programa de castigo predecible de
señales afectivas por consecuencia. Ellos aprenden de forma sensoriomotriz a
inhibir las demostraciones de afecto. Los niños, que han inhibido la expresión de
sentimientos de miedo, deseo de cuidado y rabia por sus madres, invariablemente,
son llamados “evitativos”; tipo A (A1-2). Sin embargo, esta expresión de afecto
negativo no es premiada por el cuidador. Tales cuidadores son protectores y dan
cuidado apropiado a sus niños. De hecho, la mayoría de estos niños aprende a
confiar en que sus cuidadores los protegerán, sin la prueba del afecto negativo (ver
figura 3.1)

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Tipo C: infantes con vínculo ambivalente


Estos niños aprenden que los efectos de su comportamiento son
impredecibles; para ellos los cuidadores responden a veces y otras veces no, o
responden de manera calmada sólo a veces. Estos niños están en un programa de
refuerzo intermitente, impredecible. Tal programa es muy poderoso en términos de
elicitación y mantenimiento del comportamiento a niveles intensos por largos
períodos de tiempo, del rechazo al castigo, del refuerzo de comportamiento
incompatible o de la ausencia de respuestas. Los niños que han experimentado
sentimientos coexistentes y desagradables de rabia, miedo y deseos de comodidad
asocian tanto los sentimientos como las condiciones coexistentes con peligro
posible. Cuando este sentimiento está directamente dirigido a la misma figura de
apego, estos niños son llamados ambivalentes, tipo C (C1 –2). A diferencia de los
niños del tipo A, los niños del tipo C tienen una pequeña base para predecir la
disponibilidad de protección de sus cuidadores (ver Fig. 3.1)

Tipo A/C: infantes evitativos/ambivalentes


Algunos niños, cuyo contexto hogareño es complejo y variado, activan
tanto la inhibición del tipo A como el funcionamiento y distress del tipo C. La
mayoría de los niños A/C experimentan un pobre cuidado, de madres que abusan y
son negligentes con sus hijos o que padecen depresión bipolar. Puesto en otra
forma, los niños con patrón A/C experimentan tanto ambientes impredecibles como
peligrosos. El patrón A/C en sí mismo representa una hazaña que fomenta la
protección y, al mismo tiempo, la experiencia subjetiva del niño a una considerable
ansiedad e incomodidad.
En cada uno de estos cuatro casos, los cuidadores enseñan a los niños, por
medio de sus patrones de respuestas, las señales afectivas a los niños, además de
cómo usar la información afectiva y cognitiva accesible a sus mentes. En el caso de
la respuesta sensitiva predecible, los niños aprenden a usar la información cognitiva
y afectiva. A aquellos niños a los que se le han castigado su señales afectivas,
aprenden a confiar en la predicción cognitiva, pero a desatender a los afectos, en
consecuencia, tienden a descartar (por ejemplo, defenderse contra) la información
respecto sus propios sentimientos en la organización de su comportamiento. Los
niños de cuidadores inconsistentes, a quienes el afecto no les es reforzado ni
castigado consistentemente, son incapaces de organizar efectivamente su
comportamiento al respecto de los afectos o cogniciones. Ellos tienden a mucho
distress.

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Al año de vida, estos cuatro grupos de niños, son diferenciables con


facilidad. Dos de ellos, los niños evitativos y ambivalentes, enfrentan
particularmente problemas que no pueden solucionar con su fundamentación
mental sensoriomotriz. Específicamente, los niños inhibidos saben cómo prevenir el
rechazo indeseado y el castigo, pero no cómo elicitar el cuidado deseado, puesto
que los niños de madres inconsistentes no saben como influenciar predeciblemente
el comportamiento de cuidado.

Integrado
(seguro)

Cognición Afecto
real real

Cognición Afecto
evitativa (ambivalente)

No integrado

Figura 3.1. Patrones de vinculamiento en la infancia como función del tipo de información y la
graduación de la integración de la información. 1=evitativo/ambivalente. De Crittenden (1995).

LOS AÑOS PREESCOLARES:


Tras el período de cambios neurológicos rápidos, al final del segundo año
de vida, los niños logran nuevas competencias mentales. Éstas aumentan la forma
en que puede integrarse la información cognitiva y afectiva. El rango de relaciones
vinculares en preescolares se expande para incluir múltiples relaciones jerárquicas
(por ejemplo, asimétricas), no recíprocas con sus adultos cuidadores así como con
sus proveedores diurnos y abuelos. Tener un rango de modelos promueve la
flexibilidad de la conducta, donde la distorsión de una relación es reducida con la
experiencia con otras figuras de vinculamiento. Finalmente, las diferencias
culturales influencia notablemente la conducta de los niños. Esta información es
traspasada de adultos a niños, así reducen la necesidad de aprender experiencias y
aumentan la probabilidad de que los patrones de conducta sean aprobados,
protegiendo al niño. En los años preescolares, las influencias culturales se reflejan
con énfasis en la organización afectiva – cognitiva de la información y el
comportamiento además en las diferencias en los patrones basados en el género.

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Patrones de vinculamiento:
Tipo B y la representación equilibrada
Con la ventaja de la representación lingüística y lógica intuitiva, los niños en
edad preescolar son capaces de comunicarse con sus cuidadores con respecto de
futuros eventos. De particular interés es la disponibilidad de los adultos para los
niños, si es que éstos necesitan ayudan y protección. Cuando los adultos y los hijos
son capaces de intercambiar información precisa respecto de sus emociones e
intenciones, tanto los padres como los hijos, pueden separarse sin tener
sensaciones ansiosas. Esto facilita la exploración segura por parte de los niños de
su medio ambiente. Además, fomenta la habilidad de los niños de aprender acerca
del mundo, para desarrollar relaciones filiales con otros y para aprender las
destrezas necesarias para cuidarse a sí mismos. Como consecuencia, los modelos
representables de algunos niños reflejan tanto su propia observación como el
conocimiento de sus cuidadores. Los niños que integran mentalmente, tanto la
información cognitiva como afectiva, son llamados “equilibrados / seguros”, con
subgrupos que van de lo reservado a cómodo a lo reactivo.
Ya que los niños equilibrados / seguros son capaces de comunicar el rango
de sus sentimientos y también de razonar intuitivamente con sus cuidadores acerca
del peligro de la situación, a menudo se sienten cómodos, aun cuando ellos no se
alejan. Los estudios preliminares, sin embargo, sugieren que los niños y niñas
puede que no experimenten estos resultados de igual forma. Por el contrario, los
niños son clasificados, más a menudo como más seguros que las niñas. Esto puede
reflejar tanto las influencias culturales como psicológicas que promueven la
inhibición de las demostraciones de rabia entre niños.

Dominio y sumisión
Los niños en etapa preoperacional utilizan comportamientos tímidos
para negociar disputas por dominios. Estos comportamientos están compuestos por
conductas utilizadas en otros mamíferos para terminar con la agresión de otros; por
ejemplo, esconder el estómago y el cuello y elicitar alimentación; establecer
contacto ocular y una sonrisa de boca abierta cubierta de dientes. Estas señales
(las cuales utilizadas juntas son llamadas comportamiento sumiso) permiten a los
niños “desarmar” la rabia parental y transformarla en cuidados parentales. El
comportamiento tímido, junto a competencias intelectuales sofisticadas de la mente
preoperacional, capacitan al niño a organizar e implementar una estrategia
coersitiva comportamental.

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Esta estrategia implica exhibir amenazas de rabia y/o agresión de alta


intensidad hasta que exista respuesta parental. También reduce el problema de la
incapacidad parental, la naturaleza de la respuesta queda incierta. Si la respuesta
parental es aliviadora, la exhibición de rabia, usualmente, disminuye. Si, por otro
lado, la respuesta parental es de rabia, el niño activa el comportamiento tímido. La
timidez, el desamparo fingido son usados para “sobornar” al padres hasta que él o
ella se exaspere también, con eso; ahí el niño activa de vuelta la amenaza de
agresividad. Por ejemplo, en un negocio el niño pide un chocolate. El padre lo
ignora. El niño comienza a gemir y, rápidamente, a llorar, gritar y, posiblemente,
haga una pataleta. A esta altura, el padre se da por alterado. Si el padre intenta
descubrir qué es lo que el niño quiere para dárselo, el niño mantendrá
probablemente la demostración de rabia. Puede que el niño incluso rechace el
chocolate ofrecido y pida uno distinto. Esto continuará hasta que el padre se harte
y se enoje. El niño entonces activa su comportamiento tímido. El niño mira humilde
e inocentemente, con la cabeza erguida hacia un lado, miradas pequeñas y dulces
al enojado padre, el estómago empujado hacia afuera, una sonrisa pequeña y
tierna (sin embrago, evidencia de agresividad) El padres está, probablemente,
ablandándose y el castigo esperado, por desaforado el comportamiento agresivo del
niño, es reducido y olvidado. El niño continúa actuando dependiente he
incompetente hasta que ha exasperado a los padres, con el desamparo fingido del
comportamiento tímido y en contra de demostrar rabia. Entonces, el niño activa la
exhibición de rabia. La mayoría de los padres temen otra pataleta, tratan de
aplacar al niño quien demanda más. Y así se vuelve un patrón complejo del cual
muchos padres son incapaces de solucionar ellos mismos.
Todos los niños en edad preescolar descubren esta estrategia. Entre niños
jóvenes, la amenaza y el desarme de patrones son exhibidos aproximadamente
iguales y en una alteración rápida. Con el desarrollo, la exhibición se vuelve más
discreta y, a menudo, uno puede dominarla. Los valores de género culturales
aparecen para influenciar esta selección de tal manera que los niños y las niñas
mostrarán diversos patrones dominantes; con los niños exhibiendo
mayoritariamente comportamientos de amenaza / dominio y las niñas más
conductas de ingenuidad / sumisión.

Tipo C y la estrategia coercitiva con sub-patrones obsesivos


Aunque las estrategias coercitivas son descubiertas por todos los niños, se
vuelven características de niños con cuidadores inconsistentes, ya que aumenta la
predictibilidad del comportamiento del cuidador. Mentalmente, envuelve
sentimientos agudos de rabia, miedo y deseo en un grupo de demostraciones que

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son exhibidas alternadamente de forma exagerada. El afecto, en otras palabras, es


enfatizado (a través de demostraciones intensas de sentimientos) en orden de
tener predictibilidad cognitiva. Los niños en edad preescolar que usan esta
estrategia en una base regular de su significado primario de la regulación de las
relaciones son llamados “coercitivos” (Tipo C)
Los niños coercitivos transforman efectivamente sus situaciones de no ser
capaces de predecir aquello que los padres harán en situaciones en las que los
padres no pueden predecir aquello que los niños harán. Ya que los padres hallan
entrampamientos y frustración, muchos tratan de desenredarlos ellos mismos
utilizando falsas cogniciones. Esto es, que se comportan de manera que despistan a
sus hijos observando sus intenciones. Si ellos quieren hacer algo que no les gustará
a sus hijos, los despistan haciéndoles creer que harán aquellos que ellos desean.
Cuando el niño se relaja confiadamente baja la guardia, y el padre hace aquello que
el niño no quiere. Los padres que hacen esto enseñan a sus hijos a no confiar en la
información cognitiva y, por el contrario, a introducir intensamente las demandas
afectivas. En el medio (normativo) de la estrategia coercitiva, las dos mitades de
padres son llamados “amenazantes” (C1) e “ingenuos” (C2), considerando la forma
más severa que traerá mayor riesgo de disfunción, donde los padres son llamados
“agresivos” (C3) y “desamparados fingidos” (C4). Ya que la estrategia coercitiva
funciona sólo en presencia de la figura de apego, los niños coercitivos son
excesivamente perseverantes; en el subpatrón más extremo, esto se vuelve
obsesión con acceso constante a sus figuras de apego. Aunque niños y niñas
difieren en los patrones de exhibición dominante, no existe diferencia en el número
de niños y niñas que son clasificados como “coercitivos”

Tipo A y la estrategia defensiva con sub- patrones compulsivos


Los niños, cuyos cuidadores les castigan, no necesitan utilizar una
estrategia coercitiva. No obstante, necesitan una manera de elicitar el apoyo del
cuidador. La utilización de una conducta tímida demuestra rápidamente que al
cuidador le gusta la sonrisa y la dulzura de los niños. Consecuentemente, muchos
niños con cuidadores rechazadores e intrusivos, aprenden a actuar felices cuando
realmente están asustados y enojados. Ellos aprenden, en otras palabras, a
falsificar la exhibición de los afectos para obtener la respuesta nutricia que desean
de la figura de apego. Los niños en edad preescolar, que utilizan la demostración de
falsos afectos para elicitar el cuidado deseado son llamados “defendidos” tipo A.
En niños inhibidos (A1 – 2), este comportamiento es utilizado en la forma
media, que distorsiona su realidad sólo un poco; de hecho, un poco de falso afecto
positivo puede pulir la relación interpersonal, sin embrago, tiene más dificultad

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circunstancial. Cuando los cuidadores están alejados, estos es, psicológicamente


inasequible, los niños aprenden a utilizar falsos afectos positivos para elicitar
atención sin hacer ninguna demanda que pueda causar el distanciamiento del padre
(psicológicamente) de nuevo. Tales niños están en un subgrupo de niños
defendidos etiquetados de “cuidadores compulsivos” (A3). En el otro extremo,
existen cuidadores que son hostilmente agresivos cuando sus demandas no son
conocidas. Estos niños aprenden a esconder sus reales deseos y preferencias y
hacen inmediatamente aquello que sus padres desean. Tales niños son llamados
“obedientes compulsivos” (A4). En los años preescolares, aparece una mayor
porción de niñas clasificadas como defendidas, especialmente del tipo cuidadores
defendidos / compulsivos.

Tipo A/C
El desarrollo del patrón A/C de los años preescolares es notoriamente mayor
que en la infancia. Esto es, en parte, porque las estrategias coercitivas están
organizadas para modificar efectivamente el comportamiento del cuidador y, en
parte porque, con una mejor flexibilidad mental, los niños son capaces de combinar
no sólo los patrones de tipo A y C sino también los subpatrones específicos. En
suma, ellos pueden exhibir selectivamente variados subpatrones con una
estrategia, por ejemplo, variando de una simple inhibición de los afectos (A1 – 2) al
cuidado compulsivo (A3) Aunque, técnicamente, no es una estrategia A/C, es
fundamentalmente similar. Finalmente, los niños pueden utilizar estrategias
defensivas con uno de los padres y una coercitiva con el otro. Así construye un
patrón A/C que está unida a interactuantes específicos. En cualquiera de estos
casos, el patrón A/C implica un cambio mental en la atención otorgada a la
información, un cambio en el cual cierta información es ignorada o distorsionada.
Tal agilidad mental es tanto adaptativa en la variación de circunstancias peligrosas
como predictiva del riesgo por desórdenes posteriores, incluyendo, en algunos
casos, procesos de disociación mental.

Resumen
Los niños defendidos aprenden a usar información cognitiva para organizar
su comportamiento, a inhibir la exhibición de los sentimientos reales y exhibir
falsos afectos positivos. Hacer esto les posibilita experimentar más relaciones
satisfactorias con cuidadores y reducir el aislamiento de sus patrones evitativos
infantiles. Los niños coercitivos aprenden a separar sus sentimientos mezclados y
exhibirlos con exageración alternando patrones coercitivos de amenaza, rabia y
sobornos ingenuos. En suma, de los niños cuyos padres se comportan de manera

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rechazadora y punitiva en algunas ocasiones y responden de manera inconsistentes


en otras, aprenden tanto estrategias defendidas como coercitivas y las utilizan
selectivamente dependiendo de la conducta del cuidador. Los niños de padres con
depresión bipolar y niños de padres abusadores o negligentes, a menudo muestran
esta estrategia. Aunque los tres grupos de niños muestran distorsión
comportamental y mental, todos han aprendido estrategias comportamental
efectivas que aumentan su seguridad dada la forma en que se comportan sus
padres. Los niños clasificados como “depresivos ansiosos” no han encontrado una
estrategia que cambie las probabilidades del comportamiento del cuidador; en lugar
de eso, ellos organizan para consolarse ellos mismos.

INTEGRACIÓN MENTAL Y LOS AÑOS ESCOLARES


En los años escolares, los niños ganan habilidades mentales adicionales.
Entre las variadas implicaciones del funcionamiento lógico concreto, considero dos:
falsa cognición e integración mental de información de diversos sistemas de
memoria. En términos de vinculamiento, los niños en edad preescolar desarrollan
relaciones de “mejor amigo”. Esto puede considerarse el primer paso en el proceso
de desarrollar vínculos con pares. Así, las figuras de vinculamiento, en niños en
edad escolar, incluyen no sólo adultos (con quienes tienen una relación recíproca,
jerárquica, sino también mejores amigos con quienes tienen relaciones simétricas,
pero no recíprocas). Esto es que los niños son de estatus equivalente y cada uno
trata al otro, en situaciones poco estresantes; como una figura de apego, pero
ninguno piensa en sí mismo como figura de apego.

Información falsa
Una implicación de las operaciones mentales concretas, es que los niños en
edad escolar tienden a aprender a utilizar falsas cogniciones para engañar a los
otros, observando sus intenciones. Esto no es simplemente mentir; es organizar el
propio comportamiento para guiar a otras personas a falsas predicciones acerca de
lo que uno intenta hacer. Hacer esto previene a otros de protegerse a sí mismos de
las acciones de otros individuos. También, distorsiona la información cognitiva
predictiva de los otros. Por ejemplo, el desamparo fingido para elicitar cuidados.
Por supuesto, estas estrategias mentales y comportamentales pueden distraer a los
otros, con fines más antisociales, como por ejemplo, cuando el niño entra en la
tienda y se ve como compradores, pero en verdad está robando.
Los niños coercitivos tienden tanto a sumar falsas cogniciones a sus
estrategias para regular el acceso a la figura de apego como ajustar su
comportamiento antisocial “punitivo” (C5). Es decir, algunos niños,

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extremadamente agresivos, pueden ocuparse demasiado de la justicia, estar


obsesionados con la venganza en contra de aquellos que les han ofendido y pueden
utilizar decepción al servicio del comportamiento punitivo. Otros niños coercitivo
pueden integrar la decepción con el comportamiento ingenuo para crear un patrón
“seductor” (C6) aparente y otros observando las propias necesidades de libertad y
buena voluntad para resignarse ante otras personas. Las falsas cogniciones del
patrón coercitivos junto a los falsos afectos asociados al patrón defensivo,
expanden simétricamente, mi modelo de tipo de información asociados con las
estrategias ABC de Ainsworth. La estrategia A/C, por supuesto, utiliza tanto falso
afecto como falsa cognición.

Integración mental de la información


Una segunda implicación del fundamento mental concreto es que, en los años
escolares los niños comienzan a integrar información de variados sistemas de
memoria. Puesto de otra manera, los niños en edad escolar son capaces de
mantener concientemente información de más de un sistema de memoria en un
momento y comparar esta información. Esto se refleja en la fascinación de los niños
en edad escolar por adivinanzas y bromas donde la situación tiene un significado
visto de una manera, pero de otra perspectiva, otro significado. Más aún, los niños
en edad escolar reconocen la relación e incongruencia de la perspectiva.
Por analogía, la integración de la información de diferentes sistemas de
memoria funciona aun cuando los niños tengan variados lentes distorsionados a
través de los cuales ven la realidad. Al observar, primero uno y luego el otro, los
niños son capaces de construir modelos de la realidad más completos y exactos.
Por supuesto, la realidad y los modelos integrados son a menudo menos puros,
seguros, defensivos o coercitivos que los patrones ABC de la infancia o incluso los
años preescolares. Como consecuencia, muchos niños construyen tanto modelos
representacionales complejos que mezclan características A y C, como patrones de
comportamiento complejo que reflejan más diferencias sutiles en el
comportamiento del cuidador.
A menudo, los modelos son organizados en una jerarquía condicional, por
ejemplo, “Mi madre es usualmente apoyadora, pero, si está cansada, entonces
puede rechazarme”.

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Integrado
(seguro)

Cognición Afecto
Real Real

Cognición Afecto
(defendida) (coercitivo)

Falso Falsa
afecto Cognición

No integrado

A4: Obediente compulsivo B3: Cómodo B4: Reactivo


A3: Cuidador compulsivo C1-2: Amenazante/ingenuo
A1-2: inhibido C3-4: Agresivo/desamparado
B1-2: Reservado C5-6: Castigador/seductor
Figura 3.3. Patrones de vinculamiento en los años escolares como función del tipo de información y
la graduación de la integración de la información. 1= defendido/coersitivo; 2= ansioso depresivo. De
Crittenden (1995)

Diferenciación al interior de un patrón


En algunos casos, un gran patrón simplemente se diferencia. Por ejemplo,
algunos niños C2 se vuelven “afeminados” y otros payasos. Aunque ambos
subpatrones son “ingenuos” en el sentido de que evitan conflicto, no obstante, el
uso del humor en los patrones “payasos” crea el potencial para que el niño
reconozca sin integración completa alguna o negación completa, dos aspectos
discrepantes de la realidad.
Así, este patrón puede proveer una nueva gradiente entre niños coercitivos y
equilibrados. De manera similar los subpatrones defensivos se vuelven
posteriormente más diferenciados en algunos niños inhibidos poniendo la sonrisa
falsa de popularidad, mientras otros se retraen en el aislamiento de los interese
compensatorios y privados, es decir, autoconfianza compulsiva temprana.

Diferenciación al interior del patrón A/C


En otros casos, los patrones están combinados, pero no con igual peso, por
ejemplo, A3/C2. Los niños más equilibrados aprenden a usar las estrategias

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defensivas y coercitivas cuando las condiciones son tales que una estrategia será
más efectiva que la otra. Ellos hacen esto, sin embargo, sin distorsionar el cómo
sus mentes procesan la información. Particularmente en relaciones de pares,
incluyendo el vínculo con el mejor amigo, los niños aprenden que otras personas a
veces utilizan falsos afectos o falsas cogniciones para obtener ventaja. Tener este
conocimiento es altamente adaptativo, presumiendo que no crea dudas acerca de
que si la comunicación es honesta y las relaciones confiables. La meta, por
supuesto, es aprender cómo distinguir entre la comunicación falsa y la verdadera.

Modelos representacionales múltiples


Finalmente, en los años escolares, los niños se vuelven capaces de articular
integraciones de los modelos representacionales de la relación con más de una
persona. Así, los niños pueden caracterizar a sus madres al compararlas con sus
padres y pueden describir cómo actúan observando a cada uno (algo que traen
preconsientemente desde la infancia). Por ejemplo, un niño puede concientemente
darse cuenta que si desea afectuosidad o simpatía, entonces debe ir donde mamá,
por el contrario papá es un rótulo fácil de dinero. Cuanto más equilibrado el
procesamiento mental infantil, cuanto más es probable que un niño sea capaz de
construir modelos diferenciados de sí mismo y los otros. Por ejemplo, un niño
puede ser capaz de describir a su padre como atento y paciente, excepto cuando ha
tenido un duro día de trabajo; en ese caso es sabio hacerse a un lado de su
camino. Los modelos similares de uno mismo capacitan a los niños para percibirse
como un todo unificado, aún cuando si son consientes de que actúan diferente con
diferentes personas o en diferentes ocasiones. Los niños que son menos
equilibrados, considerando el afecto y la cognición, y quienes son menos capaces
de acceder a diferentes sistemas de memoria, tienen menor posibilidad de
desarrollar modelos jerárquicos y condicionales de sí mismo y los otros. Para ellos,
algunos aspectos de sí mismo y los otros pueden negarse o dividirse.

Distribución por género


Aunque hay pocos datos empíricos en niños en edad escolar derivados de la
perspectiva teórica aquí utilizada, parece probable que durante los años escolares,
los niños son sometidos a predisposiciones culturales enfatizando la fuerza e
invulnerabilidad de los machos. Esto puede expresarse como un aumento en la
clasificación defensiva de los niños cuando la defensa es específica en
contraposición a la exhibición de vulnerabilidad, es decir, miedo al abandono o
deseo de comodidad. La rabia no sería defensa en algunos niños porque es un
sentimiento de género aceptado.

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Sexualidad
Sexualidad e integración mental
Es significante, creo, que el proceso de integración mental de múltiples
modelos representación interna comiencen en el minuto en que 1) los niños no
tienen aún sentimientos sexuales y 2) se han vuelto completamente competentes
para cuidarse a sí mismos bajo circunstancias comunes. Estas condiciones tenderán
a llevar al bajo arousal afectivo a niveles manejables que facilitarán el proceso
integrativo.
Bajo estas condiciones, el proceso de integración mental de información
puede en si mimo capacitar a algunos niños con modelos representacionales
internos tipos A y C, y estrategias comportamentales, para autocorregir su
funcionamiento mental y conductual, esto los posibilita para volverse más
equilibrados. Tal proceso de reorganización implica que el niño a reconocido una
discrepancia entre las condiciones esperadas y las experimentadas, a generado un
modelo alternativo de la realidad, y ha sido evaluado este modelo y hallado que
calza mejor con las experiencias que el modelo original. Sin embargo, si el medio
ambiente parece amenazante o es percibido como demasiado amenazante para
arriesgar la evaluación de la hipótesis alternativa, los niños pueden no ser capaces
de ajustarlo en el proceso integrativo. Más aún, debe destacarse que para algunos
niños un medio ambiente formalmente apoyador puede volverse amenazante, así
aumenta la probabilidad de cambiar el funcionamiento equilibrado a defensivo,
coercitivo o A/C. Cualquiera de estos casos de integración puede demorar hasta
después de la pubertad, cuando esto debería ocurrir en el medio ambiente sexual
más complejo intra e interpersonal.

Sexualidad e intimidad
A pesar de que argumenté que la mayoría de los niños prepuberales no son
aún sexuales, los niños en edad escolar son concientes de la sexualidad de otros.
Esto incluye tanto la importancia relativa de la sexualidad para los adultos y las
actitudes sociales asociadas a ello. Ya que los niños en edad escolar no tienen
experiencias propias de intimidad sexual, probablemente no sean capaces de
diferenciar intimidad de reserva o comprender la importancia de la sexualidad en la
relación parental, incluyendo la importancia de lazo sexual parental de protección a
los niños. No obstante, los niños en edad escolar aprenden un gran manejo de las
actitudes culturales y de su familia hacia el sexo, incluyendo qué es aquello “sexy”
y cómo es la gente que exhibe interés en la sexualidad. En muchas culturas, esto
significa aprender que los machos demuestran interés sexual más abiertamente a
cómo lo hacen las hembras, estas hembras son a menudo el objeto de disputas de

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dominio de machos, y que la hembra a menudo es sometida a insinuaciones que no


son deseadas o recíprocas. De manera similar, los niños pueden observar que las
hembras pueden obtener estatus a través de la selección de la pareja sexual, y que
ellas utilizan los signos sexuales para lograr esto. Posiblemente, ya que los niños no
pueden comprender completamente la sexualidad, muchos experimentan
incomodidad con el comportamiento sexual.

ADOLESCENCIA, SEXUALIDAD, E INTEGRACIÓN MENTAL


Existen dos avances maduracionales mayores en la adolescencia que son
relevantes para esta discusión. El primero es la habilidad de la mente adolescente
para ajustarse en las operaciones mentales abstractas, es decir, la integración
cortical sofisticada de la información, incluyendo la integración consiente de la
información a cerca de sí mismo y los otros. Aún más que en los años escolares, el
humor recibe un significado con el que las mentes no integradas completamente
pueden hacer uso de las fuentes discrepantes de información sin realizar una
integración completa o descartar un set de información. Para el adolescente y
adulto tipo A, el humor seco permite incluir sentimientos, sin ser establecidos; para
los tipo C, el humor les permite el conocimiento de que la emergencia de poder o
sumisión pueden cubrir condiciones opuestas, es decir, que los abiertamente
poderosos son cubiertamente manipulados por apariencias de impotencia. El humor
permite que estas contradicciones coexistan sin tener una resolución integrativa, de
negación o sumisión. El segundo envuelve al logro de la madurez sexual y la
integración de la sexualidad en estrategias de manejo de las relaciones con otros.

Integración cortical de los valores personales


Los adolescentes examinan activamente sus propios valores y conductas,
éstos son comparados y contrastados con aquellos de otras personas, incluyendo
los padres, pares, y figuras públicas. El resultado es la resolución de dos asuntos:”
¿Quién soy yo? y “¿Son los otros de la manera que parecen serlo?”.
En la adolescencia, el reto es reconciliar aspectos del sí mismo que son
compartidos con otros importantes, con aspectos que no lo son. Ya que los otros
importantes nunca están completamente de acuerdo (entre ellos) considerando los
valores y las conductas apropiadas, los adolescentes encaran el riesgo de enajenar
algunas personas importantes, por ejemplo, los padres y pares, con cada selección
que ellos hacen. Aquellos que temen la pérdida del apoyo parental esencial pueden
dejar el auto-desarrollo para adelantarse a la protección parental u opuestamente,
desesperarse ante cualquier hallazgo de aceptabilidad. Esto enfatiza una vez más el
tema de la seguridad. Los adolescentes que se sienten confiados de su agrado a

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otros y de sus propias competencias, a menudo se sienten más cómodos tomando


decisiones personales que adolescentes menos seguros. Irónicamente, los
adolescentes seguros probablemente tienden más a experimentar sistemas de
apoyo menos discordantes, esto, hace sus decisiones realmente menos
amenazadoras.
El interés particular de los adolescentes está en la naturaleza de la
“verdadera” información. Habiendo intuitivamente descubierto los falsos afectos y
las falsas cogniciones en los años preescolares y escolares, los adolescentes
conscientemente disciernen discrepancias entre lo que otros comunican y la forma
en que lo hacen. Puesto de otra manera, a los adolescentes les concierne la
posibilidad de que de otros no siempre hagan aquello que dicen.
Consecuentemente, a los adolescentes les agrada el gran valor en la comunicación
explícita y consistente. La hipocresía y la ausencia de sinceridad se vuelven
crímenes cardinales en la adolescencia. Los adultos, por supuesto, a menudo son
percibidos como estáticos en sus propios valores, aunque, no obstante, se
comporten de otra manera (a menudo con auto-ayuda). Esto elicita burla y
desconfianza de los adolescentes. Nuevamente, sin embargo, es una tendencia de
exagerar y polarizar los modelos de la realidad de tal forma, que los otros son
identificados como siempre sinceros o siempre sospechosos. Como resultado, las
propias perspectivas adolescentes pueden volverse ingenuamente confiables y
crédulas o bilateralmente cínicas. La condición real de conflicto ente la creación de
valores que varía el comportamiento entre ocasiones resulta una difícil de sostener
para los adolescentes (y muchos adultos). En particular, es difícil para los
adolescentes conceptuar el “carácter” como una interacción de uno mismo y un
contexto que debe necesariamente dirigir a ciertos inciertos considerando el
comportamiento en una ocasión específica.

Pubertad y diferencias individuales en las estrategias reproductivas


El segundo avance maduracional mayor asociado con la adolescencia tiene
que ver con la sexualidad. La llegada de la pubertad presenta el tema de la
reproducción. Por primera vez, las relaciones íntimas importantes (con una polola o
pololo) combinan la función de protección con la otra función, la de reproducción.
Este foco combinado sugiere una razón funcional de las relaciones amorosas en la
adolescencia, en cuanto al poder del apoyo o de la amenaza a la identidad persona
adolescente y para la permanente calidad de los vínculos nupciales de formación
tardía. Tras las relaciones físicamente limitadas de los años escolares, los vínculos
con pares heterosexuales se vuelven sensuales, físicamente más cercanos que en la
díada madre-hijo.

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La sexualidad, finalmente transforma al patrón ABC al que uno pertenece.


Existen diferencias individuales substanciales en cómo esto es logrado. Por ejemplo,
con la sexualidad, un niño tipo C2 que antes era vulnerable puede ahora volverse
un adolescente encantadoramente seductor. Tal chico, que es relativamente
incapaz de protegerse a sí mismo y tiene un bajo estatus en la jerarquía de macho
dominante, puede, no obstante, encontrar formas de atraer deseablemente a las
mujeres y, como consecuencia, reproducirse efectivamente. La conducta abierta del
chico, sin embargo, disfraza los escondidos sentimientos de rabia, miedo o
abandono, y el deseo de comodidad. Irónicamente, la parte de su atractivo puede
ser el activar los sentimientos de comodidad en las chicas en la seductora presencia
del chico; tal sentimiento puede ser más motivador entre chicas que se sienten
vulnerables también. Los sentimientos sexuales, en otras palabras pueden volverse
fácilmente confusos con la función de protección de los sentimientos de
vinculamiento. La sobreposición de las funciones de vinculamiento y sexuales, y los
sistemas de sentimientos y comportamentales, probablemente promuevan la
supervivencia, con cada sistema sirviendo como apoyo al otro de tal forma de que
los lazos con los pares y la familia se mantengan, así promueve la supervivencia de
los niños.
Los patrones defensivos de vinculamiento pueden transformarse
distintamente en la sexualidad. Por ejemplo, los adolescentes aislados (A5) y
defendidos que están incómodos en la intimidad, pueden encontrar en la
promiscuidad (A6) el alivio a su soledad, capacitándoles a “bailar” el baile de la
intimidad (aún si sólo son reflexiones psíquicas), y, al mismo tiempo aumentar su
probabilidad de reproducción. Otros adolescentes defendidos pueden sublimar sus
sensaciones sexuales en actividades deportivas, excelencia académica, o liderazgo
entre los pares. Nuevamente, la ironía subyace a algunas de las transformaciones.
Lograr la popularidad través de falsas fachadas sociales puede mantener al
individuo popular en contacto con muchos pares que le admiran, al mismo tiempo
limita el actual acceso a relaciones íntimas. También ocurre que el adolescente no
tenga a nadie, de hecho, puede que ella o él no tengan.

Selección de la pareja en términos de vínculo


Las relaciones de “pololeo” proveen de patrones de selección nupcial. Basado
en parte en la emergente integración de las diferencias individuales en
vinculamiento y sexualidad, los adolescentes eligen pareja. A diferencia de la
relación con el mejor amigo de la infancia, esta relación de amor es simétrica y
recíproca. Esto significa, que cada uno de los integrantes de la pareja es consiente
de la responsabilidad de cuidar al otro. El proceso de selección puede ser

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informativo para los adolescentes que atienden a informase a cerca de las


discrepancias. Por ejemplo, muchos adolescentes en algún momento responden a
las iniciativas seductoras de pares. Una vez en tal relación, sin embargo, muchos
son heridos y confundidos con los intereses propios de la pareja, con ausencia de
reciprocidad y la inhabilidad de compartir la intimidad. La promesa del
comportamiento seductor no es completa. En casos más extremos, la vulnerabilidad
de la pareja y las expectativas de engaño pueden llevar a un deseo obsesivo de
contacto y celo infundado; de manera similar, la rabia subyacente puede lleva a la
violencia, particularmente cuando se percibe amenaza en la relación. Las
experiencias con tales parejas pueden ser valoradas para el alerta mental de los
adolescentes, que desean explorar los lazos entre apariencias y realidad; ya que en
el futuro, puede que sean menos deslumbrados por las apariencias y más
evaluadores por otros características del trato.
La selección de la pareja probablemente dependa también del calce entre los
patrones mentales y de comportamiento de cada miembro. A menudo las parejas
tendrán patrones similares o compatibles donde cada uno conoce frecuentemente
las expectativas del otro; es decir, seleccionamos compañeros que resultan
similares a nosotros. También es cierto, sin embargo, que los opuestos se atraen.
Cuando los patrones de nuestro compañero no calzan, los resultados son variados y
a veces dramáticos. Algunos compañeros potenciales serán rechazados por
incongruencias, mientras que otros serán aceptados porque llenan vacíos en el
funcionamiento de la personalidad o mental. Algunas parejas pueden tomarse como
díadas A/C, donde cada uno de los miembros toma la mitad del patrón. Así, el
sujeto con las características A/C, aumenta el rango de adaptación a la pareja.
También aumenta la probabilidad de conflicto si cada uno experimenta reiteradas
fallas en las expectativas del otro y carece de comprensión del otro. La adaptación
a la atracción de opuestos puede depender, en circunstancias de intimidad en la
pareja, de su habilidad y disposición para responder con flexibilidad mental y
comportamental, y de sus capacidades de “darse cuenta”, y aceptación de sus
diferencias. Cuando no ocurre, cada miembro de la pareja puede comportarse de
manera inesperable y dolorosa para el otro. Cuando esto ocurre, frecuentemente
las dudas e inquietudes caracterizan la relación conduciendo la contención
emocional y psíquica del tal modo, que en extremo puede crear en ambos daños
físicos y psicológicos.

Diferencias de género
En la adolescencia, las diferencias físicas de género se vuelven más
distintivas y adquieren significado psicológico. Los hombres se vuelven más altos y

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fuertes que las mujeres y ellas se vuelven capaces de engendrar hijos. Ambos
cambios pueden funcionar para promover o destruir la intimidad. Específicamente,
la fuerza de los hombres puede ser usada para proteger a su esposa e hijos o para
dominarlos y asustarlos. De manera similar, el poder de convencimiento a los niños
puede usarse para promover la posibilidad reproductiva masculina o para
engañarlo. Finalmente, en el intercambio sexual propiamente tal, el hombre puede
abrumar con el poder físico y la mujer puede negar la participación psicológica. En
cada uno de estos casos, la confianza mutua es necesaria. Sin esta confianza, cada
uno de los miembros corre el riesgo de perder algo importante en el actual y
peligroso medio ambiente de la relación íntima.

ADULTEZ, INTEGRACIÓN INTERPERSONAL Y PATERNIDAD


La adultez es caracterizada por la relativa competencia en la habilidad de
protegerse a sí mismo físicamente y focalizar oportunidades de reproducción,
proteger a la prole y expandir el rango de dichas competencias. El rango individual
en la relación a través de todo el espectro de intimidad, incluye el resto de los
vínculos jerárquicos no recíprocos de uno de los padres, el vínculo simétrico y
recíproco a la esposa (y mejor amigo/a) y el vínculo jerárquico no recíproco con los
hijos. Mentalmente, la adultez está marcada por una sofisticada y progresiva
integración. Las dos primeras son consideradas brevemente, seguida por una
mayor perspectiva comprensiva del funcionamiento mental adulto.

Reproducción y protección de sí mismo y su progenie


Aunque pueda parecer que el uso de la autoprotección esta ampliamente
resuelto en la adultez, esto es limitado a una escasa definición física del “sí mismo”.
En la adultez, las personas enfrentan desafíos a su identidad psicológica como
pareja, padres, y como miembros de la comunidad adulta. En cada uno de los roles,
debe funcionar en nuevas formas no familiares que crean tanto oportunidades de
crecimiento personal. Así como riesgo de fallar. Al encarar este riesgo, ellos vuelven
a figuras de apego por apoyo. Cuando llegan muy lejos o tienen muy poca
seguridad psicológica en sus relaciones, el riesgo se transforma en miedo o rabia.
El manejo del feedback respecto a su comportamiento y sentimientos une a estas
experiencias reflejando estrategias mentales y conductuales pasadas, así como una
permanente reorganización del modelo del manejo de circunstancias desafiantes.
Otra tarea importante en el desarrollo de los adultos es la protección de la
propia prole. El manejo de esta labor a menudo refleja el patrón utilizado en otras
relaciones. En algunos casos, sin embargo, el deseo consiente de los padres de no
repetir su historia de infancia los lleva a esforzarse cuando los patrones aparecen

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en los niños. Por ejemplo, un padre formalmente rechazado que es defensivo puede
volverse el rondín, el padre sobreprotector de un hijo coercitivo. Al intentar
proteger al niño de experiencias displacenteras, especialmente de los sentimientos
de ansiedad y rechazo, el padre puede fallar en permitir al niño fiarse de sus
competencias emergentes. Esto, a su vez, es similar a crear un autoengaño en el
niño y miedo al trato inadvertido de protección que ofrece el cuidador. Más aun, ya
que el trato no es visto, no aparece como señal segura para el niño. Así, el niño
tiende a utilizar estrategias coercitivas de inmadurez y conducta dependiente (esto
agrada al padre defensor) además de exposiciones poco claras, ansiedades difusas
y miedo. Irónicamente, los adultos defensores, que tienen poca experiencia con la
demostración y regulación de emociones se vuelven relativamente no preparados
para reconocer y protegerse de estrategias basadas en la exageración y mínima
regulación de los afectos.
Existen variadas razones del porqué los padres pueden tener parejas o hijos
con estrategias oposicionistas a las propias. Primero, los adultos coercitivos y
defendidos presentan poca experiencia con la regulación afectiva e integración de
afectos y conocimientos; esto reduce su habilidad de equilibrarse observando
señales afectivas de los demás. Más aún, cree en toda la gama de información que
el patrón oposicionista falsifica. Por ejemplo, los adultos coercitivos creen predecir
el valor de los afectos; por lo tanto, son fácilmente despistados por individuos
defendidos que falsifican afectos. Juntos, conllevan a la probabilidad de elección de
algunos vínculos ansiosos con patrones oposicionistas y/o a que sus hijos utilizarán
este tipo de patrones. Finalmente, como se ha señalado anteriormente, los adultos
que son consientes de sus limitaciones buscarán enmienda en su pareja e hijos, y
en el proceso de sobrecorregirlos.

Manejo de la multiplicidad y variedad de relaciones de intimidad


Ya que la adultez es caracterizada por el rango de vínculos, donde el rol
varía, es importante que el adulto tenga la habilidad de organizar jerárquicamente
el meta-modelo de vinculamiento. Este modelo refleja tanto la diferencia en el tipo
de relación (por ejemplo, el patrón de vinculamiento a uno de los padres, con la
esposa y los niños) así como la diferencia singular en la calidad de cada relación
(por ejemplo, una segura relación con la madre, pero una relación coercitiva con el
padre). Las relaciones que difieren en su tipo hacen diferentes y a menudo
competitivas demandas de uno mismo. Tanto el equilibrio en lealtades a diferentes
miembros de la familia como el conocer las necesidades de 1) protección de los
hijos; 2) protección e intimidad sexual de la esposa, y 3) protección de los ya
envejecidos padres, requiere un funcionamiento mental bien integrado. En suma,

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es de ayuda si otros creen que uno eventualmente será capaz, incluso si se


demora, a menos que la protección sea esencial, en tal caso uno será capaz
inmediatamente.
Para algunos adultos, esta integración está seriamente incompleta. El efecto
en la conducta puede resultar realmente perturbador e incluye un rango de
desorden. Para los tipos A/C, este es un riesgo particular de producir depresión
bipolar y de la comprensión de la relación, donde la limitación en la relación es
satisfecha en otra relación o es resuelta utilizando conductas apropiadas para otras
relaciones. La conducta sexual con niños refleja algo de comprensión y puede
resultar de uno de estos procesos, esto es, buscar la satisfacción que se ha perdido
con la esposa, en los hijos u ofreciendo conductas sexuales a los niños cuando se
siente incompetente con otras formas de intimidad. En el primer caso, la función
reproductiva se ha distorsionado, en tanto, en el segundo caso, la conducta
protectora es la distorsionada. En ambos casos, la integración de la información ha
sido insuficiente para inhibir la conducta inapropiada. Creo, sin embargo, que esto
no sirve de nada y que probablemente sea una ventaja relativa de supervivencia de
la especie (como oposición a la felicidad personal) cuando las protecciones y las
respuestas reproductivas están sobredeterminadas, y cuando se sobreponen
funcional y conductualmente. La alternativa se pierde en protección y reproducción.
Para concluir, una mayor tarea en la adultez se encuentra en las maneras de
encontrar el rango de las necesidades y deseos de otros importantes, mientras se
mantiene la propia coherencia. El meta-modelo jerárquico ayuda a organizar y
elegir entre demandas que compiten en la flexibilidad y la manera que promueven
el bienestar de los miembros de la familia.
De manera similar, el meta-modelo asiste a responder a relaciones de
diferente calidad. También uno puede presumir que toda las relaciones de un
individuo serán de la misma calidad, las relaciones opuestas serán o creadas entre
tipos A y C. Los adultos equilibrados pueden también tener variadas relaciones. Por
ejemplo, uno de los padres puede no ser equilibrado o responder sensitivamente.
No obstante, a través de la propia y continua integración mental, uno puede
haberse convertido en un individuo equilibrado, que tiene una relación insegura con
uno de sus padres. En suma, para todas las personas, no existen dos relaciones
iguales. Así, la falla en diferenciar entre relaciones es desadaptativo e indica una
distorsión del procesamiento de la información.
Finalmente, incluso dentro de una relación, existen variaciones a través del
tiempo y los contextos. El meta-modelo jerárquicamente organizado provee de
información condicional que posibilita el ajuste conductual para adecuarse a la
variación de las condiciones en el tiempo a pesar del mantenimiento del equilibrio

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en el procesamiento mental de la información. Cuando el patrón de cambio es


predictible, puede moldearse de manera de producir coherencia del sí mismo y de
los demás, así como la variación en la conducta tanto propia como de los otros.
Cuando la predicción es pobre, o bien el modelo requiere de revisión para
adecuarse mejor a la realidad predictible, o si la conducta del otro significativo es
impredecible, este modelo está organizado de manera incompleta. En la adultez, la
desorganización es probablemente una dimensión (más que un estado o rasgo) y
puede variar observando la porción del meta-modelo que está desorganizado o las
condiciones bajo las cuales se ha desorganizado. Esto se reflejará en una variación
de la conducta.

Funcionamiento mental en la adultez


La intimidad se vuelve un tema central en la adultez como una búsqueda
individual de diferenciar tipo de uniones con otros, incluyendo padres, esposa, e
hijos.
Irónicamente, la hazaña de una unión perfecta crea el descontento de ceder
en aspectos esenciales de sí mismo, puesto que el fallar en establecer la intimidad
perfecta, unidad o comprensión crea el descontento de relaciones incompletas y
aislamiento. De manera similar, los adultos se vuelven consientes de que pequeñas
cosas pueden ser determinantes y volverse completamente verdad en cualquier
minuto y con todas las personas. Con su nueva capacidad de integración, algunos
adultos se vuelven consientes de sus límites de realidad e intimidad y de los límites
paradójicos de todas sus fuentes de información o del modelo representacional de
la realidad.
Por ejemplo, la memoria de imágenes provee indicadores constantes de
contextos asociados con la ocurrencia activa de los afectos; esto refleja
temporalmente la verdad invariante. Algunas imágenes facilitan la acción rápida de
autoprotección. Las imágenes, sin embargo, están sacadas del contexto temporal e
interpersonal en el que han ocurrido. Temporalmente, excluyen información
respecto a lo que elicita el evento y sus consecuencias. Interpersonalmente, limitan
la imagen personal a un aspecto fragmentado de la conducta. Por ejemplo, la
imagen de manos puede referirse a miedo y terror asociados con ser castigados, así
como al confort de manos que cuidan, o hacen galletas. Tales imágenes pueden
mantener vigentes miedos y rabias mucho tiempo después de que el evento haya
perdido el valor de daño en sí mismo. Esto no sólo lo ata a uno al pasado, sino que
también predispone al reconocimiento de toda la humanidad de otras personas,
incluyendo su habilidad para sentir y elicitar en otro cierto rango de emociones.
Para ser completamente certeras y para formar la base de la comprensión íntima

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de otra persona (y de sí mismo), esta imagen debe ubicarse en un contexto


interpersonal.
Las imágenes expresan intimidad cuando la imagen compartida captura la
naturaleza de las relaciones de manera similar para dos personas. Por ejemplo, las
parejas generalmente asocian una melodía (“nuestra canción”) con una etapa
romántica pasada de su relación que es recordada profundamente por ambos.
Irónicamente, a medida que pasan los años, las melodías sirven de recuerdo no
sólo del amor compartido en el pasado, sino también de las experiencias
desencantadoras de la relación en el presente. El reconocer que la pareja ha
cambiado de alguna manera, que falla en satisfacer las promesas de la imagen,
deja a ciertas personas resentidas. El problema, por supuesto, es que la realidad
temporalmente invariante captura la esencia afectiva de un aspecto de la relación
por contraste a una sola dimensión que ha sido temporalmente “congelada”. Las
personas y las relaciones cambian. Puesto de otra manera, la veracidad en la
relación debe necesariamente cambiar; sin cambio resulta falsa en todo ámbito
pero sólo por un momento, incluso cuando ese momento en restringido a sólo un
aspecto de la relación.
El comportamiento procede a la unión íntima con otra persona cuando cada
una se comporta de la misma manera. Esta “verdad” es una coordinación afectiva
del comportamiento. Puede experimentarse a veces como una simple
contemplación mutua o en el complejo proceso de evadir la rabia maternal
sonriendo alegría no sentida y consolar los miedos, pero de una madre sarcástica.
Interpersonalmente, la singularidad de la relación es experimentada en el proceso
en que el cuerpo infantil se sumerge en contraposición al cuerpo receptivo de la
madre o cuando los amantes llegan en el mismo punto, en el mismo momento a un
beso de igual intensidad. Pero cuando el comportamiento de uno es exactamente
reflejado por otra persona, de tal manera que no pueda transformarse en una
danza diádica, el efecto es de burla, la parodia de uno mismo. La unión perfecta
destruye el vacío. Esto, por supuesto, es frustrante y encolerizante. Lo que se
requiere es un ingenioso desajuste, un “enredo” del comportamiento de una
persona con el de otro. El consuelo maternal al llanto infantil y el intercambio
sexual entre un hombre y una mujer proveen ejemplos del proceso de “enredo” que
no calza, pero que puede producir extrema armonía.
Los patrones semánticos proveen una paradoja similar. Lo más real de las
predicciones semánticas es que algo será él mismo. Tal predicción es una alianza
perfecta; sin embargo, resulta un argumento que no informa. En otras palabras, las
cosas reales son pasajeras y las cosas relevantes son falsas. Irónicamente, debe
existir algún error en las conclusiones semánticas para calzar con las peculiaridades

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de otras personas, y el patrón semántico relacional debe ser (más o menos) falso
en general para ser real en lo específico.
Los individuos que dependen excesivamente de la memoria semántica y
patrones representacionales tienden a estructurar lógicamente la información y
experimentan las relaciones como un compartir creencias y valores. Este tipo de
personas buscan la “verdad” en la coherencia lógica, cualidad proposicional de
principios generalizadores en modelos de memoria semántica. También, se
distancian de “vivir” sus afectos tratándolos como definiciones para ser analizados
independientemente por afectos experimentados por la persona. Así, ellos tienden a
excluir a los afectos como una motivación primaria o real del comportamiento. En
orden de evitar luchar contra la discrepancia entre la experiencia y las creencias
semánticas, tienden a 1) excluir la información discrepante de la percepción; 2)
deformarla para producir coherencia semántica, o 3) mantenerla en la memoria
inconsciente (juntos producen idealización).
Para la mayoría de las personas tipo A, el pensar adecuadamente y el
comportarse adecuadamente son buscados con afán como caminos evasivos a los
resultados punitivos, especialmente rabia y abandono de los cuidadores. No
obstante, cuanto más temprano esto haya empezado, es más probable que los
infantes y niños aprendan a asociar supersticiosamente la ocurrencia azarosa de
eventos con los resultados deseados. Por consiguiente, serán hipervigilantes,
estarán en constante automonitoreo, y, a veces, actuarán de manera compulsiva
tanto racional como irracionalmente. En términos relacionales, la unión
interpersonal es alcanzada cuando concuerda con principios lógicos; es una
ausencia de intimidad personalmente relevante y finalmente lleva a la
insatisfacción, sentimientos de aislamiento, y la búsqueda de alternativas.
La memoria episódica, por otro lado, codifica los incidentes autobiográficos.
Representa el intento de recrear en la memoria una réplica exacta de un momento
particular en el tiempo, esto es, una representación correspondiente a la verdad. La
paradoja de la memoria episódica es que, ya que la experiencia no es recordada
perfectamente calzará en cualquier otra ocasión, los patrones episódicos perfectos
pueden mostrar sólo el pasado y no tienen valor para el futuro. Se requieren ciertos
errores en el patrón para poder generalizarlo. Las relaciones son establecidas
episódicamente cuando algunos individuos comparten recuerdos de las mismas
experiencias. Cuanto más correspondan los recuerdos entre sí, cuanto más
cercanos serán los sentimientos de la experiencia compartida. Esto explica las
interminables riñas entre miembros de una familia sobre los detalles de algunas
experiencias comunes, por ejemplo, ¿Fue martes o miércoles que tu madre llegó
para navidad? Estos detalles, sin embargo, no son el rasgo central y unificador de

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la memoria episódica. Si lo fuera, no podríamos experimentar la unión con


personas que no participaron en la experiencia recordada. Más bien es que el afecto
experimentado que unifica al locutor con el oyente. Así, las riñas por detalles
pueden reducirse si el locutor puede concordar con el significado afectivo del
oyente. Si no pueden, la disputa simbólica respecto de quién recuerda con mayor
exactitud continuará. Más aún, un oyente que no participa puede experimentar una
relación cercana con el locutor, si él o ella logran capturar la esencia afectiva de la
experiencia del locutor. Esto, por supuesto, es empatía, el punto donde el oyente
puede verdaderamente decir “yo entiendo”. Pero, cuando el oyente comprende
completamente (“verdaderamente”), éste siente las sensaciones; de hecho, él o
ella sienten de la misma manera que el locutor. Esto, sin embargo, no es empatía;
esto es contagios de afectos. Se “roba” los afectos del locutor, haciéndolos propios.
Ahora, el locutor se siente robado en su autenticidad y abandonado por el oyente.
Mas aún, ahora el oyente necesita de respuestas consoladoras que el locutor ha
deseado recibir. La intimidad muy cercana falla.
Así como la memoria semántica, la episódica resulta finalmente paradójica.
A tal grado que la memoria corresponde con exactitud al evento recordado, es
“real”. Pero si es completamente real, esta calza únicamente en una instancia y en
ninguna otra. Para todas las demás, la verdadera memoria episódica es (más o
menos) irreal.

Integración
¿Cuáles serán las causas de que uno se comprometa con el difícil proceso de
integración? Expectativas erróneas. En cualquier momento dado, la conducta
interpersonal está basada en el modelo propio de uno mismo y de los demás. Si
establecer este esquema conduce a los resultados esperados, uno se mueve
(mentalmente) a la situación siguiente. Todo esto es preconsiente, como manejar
sin golpear a ningún auto en un camino familiar, llegando finalmente a nuestro
destino (a menudo sin el recuerdo de haber manejado hasta ahí). Si el esquema
procedural dirige a resultados inesperados (por ejemplo, hay un letrero de desvío),
el proceso puede volverse conciente y gatillar una resolución mental del problema.
Los modelos procedurales, por lo tanto, regulan nuestra conducta diaria bajo
condiciones familiares. Si ocurre algo inesperado, uno puede acceder a modelos
semánticos de memoria para ver si existe información al respecto de uno mismo,
otra persona, o del contexto, que permita ajustar la conducta. Se prueba un
esquema procedural nuevo o revisado. En otras palabras, los modelos semánticos
de memoria regulan la conducta de resolución de problemas y funcionan

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promoviendo respuestas más sofisticadas a las utilizadas previamente por el


individuo.
Por otro lado, si la situación es emocional y altamente alborotante, es
improbable que la gente sea capaz de ajustarse fríamente en el proceso cognitivo
de resolución de problemas. En cambio, un calce de los afectos presentes con
ocasiones previas donde se halla experimentado los mismos afectos, o similares
inicia el recuerdo de una imagen o un episodio. Este recuerdo entonces, suple los
patrones de conducta común. Tales recuerdos, sin embargo, representan la
conducta previa que es menos madura que la presente. Esto, por supuesto,
considerado como la percepción que el individuo ha “retrocedido”.
Así, las expectativas desconocidas incitan el proceso de integración
conciente. La resolución exitosa de este proceso, sin embargo, requiere del
reconocimiento tanto del afecto como de la explicación. Cuando el individuo
aprende a desconfiar de uno o del otro, puede que no exista forma de manejar la
integración. Si el afecto no es intenso, uno puede acertar a la “verdad” semántica y
negar (excluir mentalmente de la percepción) la información contradictoria. Si el
afecto es intenso, uno es responsable desde la base de ello y construye una lógica
falsa (razonamiento invertido dirigido por afectos) para racionalizarlo. Ya que
ambas estrategias simplifican la complejidad de la realidad, existe una tendencia
innata a adoptarlas, siempre y cuando conduzcan a resultados satisfactorios.

A/C, B, y el merecido B
¿Dónde dejamos nuestros patrones A, B, C y A/C? El uso individual de las
estrategias de defensa (A) y coercitivas (C) se ha adaptado a medios ambientes
particulares y funcionan efectivamente al interior de ellos. Cada uno también está
limitado, más o menos, si el medio ambiente cambia considerablemente.
Teóricamente, el cambio más retador sería aquel del patrón opuesto. Si es que los
A y los C al menos calcen en el medio ambiente del otro.
El tipo B presenta un dilema interesante. Parece fácil presumir que éste
puede cambiar sus conductas y acomodarse normativamente al medio ambiente de
A y/o C (sin distorsionar el funcionamiento de sus mentes), pero ¿qué hay respecto
a la adaptación al medio ambiente que generan los patrones compulsivos u
obsesivos o el A/C? Tal adaptación requiere de darse cuenta, incluso de algunas
expectativas de falsos afectos y falsas cogniciones. Más aún, resulta beneficioso
tener experiencias diferenciando éstos de la información real, así como de ser capaz
de integrar este conocimiento en patrones uniformes de conducta adaptativa.
Posiblemente, los B que creen en un medio ambiente integrado, tendrán pocas
experiencias con informaciones falsas o integración con información discrepante. Si

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consideramos a un niño seguro con una figura de vinculamiento sensible,


podríamos decir que ya que el niño experimenta una realidad integrada y
apoyadora, él o ella ahora tiene relaciones en las que confía, caracterizadas por una
comunicación abierta y clara de sentimientos e intenciones verdaderas. Sin
embargo, que es la realidad la integrada y no necesariamente la mente del niño.
Para estar completamente integrada, la mente del adulto debe estar conciente de la
información falsa (tanto cognitiva como afectiva), las relaciones manipuladoras y la
posibilidad de ser traicionado. Para individuos ingenuamente confiados, los medio
ambientes amenazantemente traicioneros pueden generarles un gran daño.
Por otro lado, en la adultez, la integración A/C se vuelve una posibilidad en
la manera que no lo fue en los años pasados. Conceptualizado como un tipo B
”merecido”, han logrado su estado de equilibrio como resultado de una integración
previa de realidades desagradables. Esto puede proveer la ventaja de adaptación
bajo un gran rango de condiciones. En suma, (ya que el adulto se comporta sin
sentimientos vulnerables todo el tiempo), la integración A/C puede resultar útil para
aceptar el riesgo de actuar incluso cuando el resultado no sea certero. Habiendo
experimentado tantas relaciones de confianza como de competencia en sus mentes,
ellos, unos más que otros, serán capaces de tomar este salto a la esperanza.
Así que sería el logro de este equilibrio mental en el contexto de una
realidad a veces peligrosa, el que crea conductas adaptativas bajo el rango más
amplio de condiciones. Visto desde esta perspectiva, la categoría B “merecida” es
un tipo especial de A/C que no es meramente protectora y reproductiva. Mejor
dicho, puede abrir a la ventana de la autodeterminación y a la realidad
personalmente creada dentro de las estrecheses (aún sí son severas) de la realidad
externa.
En el otro extremo, sin embargo, existe un tipo diferente de A/C integrativo,
un AC (sin el “/”). El psicópata presume que toda la información puede ser
potencialmente falsa, engañosa y combinada de falsos afectos con falsas
cogniciones que conllevan a una realidad distorsionada donde nada es cierto para
estar a salvo y todo es potencialmente peligroso. El comportamiento mostrado por
psicópatas es un compuesto de todos los subpatrones de A y C (el encanto seductor
del C2, el cuidado de A3, la complacencia de A4, etc.) todos presentan en extremo
el deseo y expectativas de la ingenua y crédula víctima. Una vez ahí, no hay
amenaza, sin embargo, todas las caras inferiores peligrosas de los patrones A y C
se vuelven aparentes en la rabia letal del psicópata.

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Entre estos dos polos hay un surtido de A/C. Tales individuos reconocen, más o
menos, que tanto la información falsa como real existe. Más aún, son más o menos
capaces de discernir correctamente la peligrosidad de la situación. Algunos son
combinaciones A/C y los otros son oscilaciones A/C. El rango de su conducta está
cuidadosamente organizada y regulada para encontrar realidades variadas a
aquellos individuos cuyos funcionamientos mentales se vuelven internamente
manejados, de tal manera que la realidad externa tiene poco que hacer con sus
perspectivas variadas y su conducta. Algunos son A o C en el proceso de terapia
“incompleta”. Para la mayoría, sin embargo, existe la frecuente experiencia
inestable de un modelo de trabajo que choca contra una realidad diferente. Tal
choque tiene el potencial, creo yo, de destruir la personalidad o de facilitar la
solución integradora que puede ser origen de una creatividad brillante- una
creatividad que hace aparentemente la realidad que el resto de nosotros
conocíamos por completo, pero no podíamos articular. Por todo, sin embargo,

Integrado
(Seguro)

Cognición
Real Afecto
Real

Cognición
(defensiva) Afecto
(Cohercitivo)

Falsa
Falso Cognición
Afecto

No Integrado
(Psicopatía)

existe un equilibrio tenue entre la armonía imaginada y el funcionamiento actual.

A5-6: Aislado/promiscuo B3: Cómodo B4: Reactivo


A4: Obediente compulsivo C1-2: Amenazante/ingenuo
A3: Cuidador compulsivo C3-4: Agresivo/desarmado
A1-2: Inhibido C5-6: Castigador/seductor
B1-2: Reservado C7-8: amenazante/paranoide

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Figura 3.4: patrones de vinculamiento en la adolescencia y la adultez como una función del tipo de
información y acuerdo de la integración de la información. 1= defensivo/coercitivo; 2= ansioso
depresivo; 3= no-integración AC. De Crittenden (1995)

El riesgo de la creatividad
Una razón por la que estoy intrigada con A/C es que a diferencia del tipo A
o C, que tiene sólo mitad de la información que necesitan, los A/C la tienen
completa. Pero a diferencia de los B que están equilibrados en su uso de la
información, los A/C no pueden integrarla; en cualquier momento dado, están en el
estado A o C y sólo es levemente conciente (si es que está conciente en algún
grado) de cualquier otro estado. Para ellos, la vida es un proceso constante
oscilación entre un set de expectativas desconocidas que requieren acceso a la
información perdida y defendida de resolución. Así, los A/C existen en un estado
cercano y constante de tensión causado por la colisión de dos miradas separadas
del mundo que no están integradas. Cada choque, sin embargo, provee una nueva
oportunidad para la mente de acceder y tomar concurrentemente ambas miradas y,
probablemente, para utilizar cada fuente de información para corregir y modificar la
otra, así lograr la integración.
Comparado con la integración del equilibrado, pero ingenuo tipo B, la
integración de A/C tiene la posibilidad de ser más profunda. Los A/C son consientes
de falsos cogniciones y falsos afectos de una manera que pocos B lo son; en suma,
ellos experimentan las paradojas de la realidad y la unidad de maneras inesperadas
y dolorosas. Así, sus experiencias con los rangos de experiencias humanas es tanto
mejor como perturbadoramente intensa (también puede argumentarse que ello
tienen poca experiencia con un medio ambiente apoyador y honesto, yo creo que
ellos pueden enfrentar mentiras, traición y decepción. Sus fallas en lograr la
armonía imaginada es la fuente de la tragedia). Así, los A/C tienen un rango de
experiencias de creatividad pero también reiterados momentos discordantes que lo
desafían a uno a remodelar o revisar la realidad. Cuando los A/C son inteligentes (e
inteligencia, por ejemplo, la habilidad mental de hacer asociación, me parece una
dimensión importante e independiente), existe un potencial para un genio creativo.
Históricamente, al parecer a esta expresión de genialidad a menudo le siguen
períodos de intensa decepción.
Tales períodos también traen el riesgo de una depresión. Los tipo A tienen
un riesgo de depresiones afectivas, fallas en el sentir genuino y participar
afectivamente con otros. Más aún, sin información respecto a los afectos los sujetos
A pueden encontrarse a sí mismos en una situación sin solución. Cuando esto es
penetrante, al punto de que el progreso hacia las metas consideradas esenciales
por si mismas son imposibles y cuando los afectos pueden acceder a corregir un

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patrón distorsionado y la conducta, la depresión es un resultado posible. Volar a un


mundo artificial y privado de una realidad construida puede ser otra, ya que tal
mundo puede colapsar si es compartido, no puede permitirse ser penetrado por
otros.
Los tipo A/C que carecen tanto de afecto como de conocimiento (en tiempos
diferentes), que desconfían de ambas fuentes de información, ya que perciben la
discrepancia entre expectativas y resultado, pueden encontrar que muchas
situaciones no tienen solución. Su riesgo de depresión es muy alto. Cuando, por lo
tanto ellos experimentan la paradoja natural de la realidad, la vida en si misma
puede parecer fútil y al final realmente una broma cruel. Así, aquellos A/C que se
vuelven consientes de su imposibilidad de la “realidad” en ninguna variación
temporal, del sentido coordinado, coherente o correspondiente experimentan la
base de la desesperación. Por otro lado, las soluciones creativas proveen la
integración que salva la vida. De ser así, la línea entre depresión y logro creativo,
entre genialidad y locura, estéril (tipo a) y encolerizante (tipo C), se vuelve
delgada.
La paradoja e ironía sustenta la perspectiva que ha sido ofrecida aquí. Si lo
que he escrito es más o menos preciso, entonces, el logro del individuo seguro tipo
B no es la armonía perfecta en las relaciones (que es imposible), pero, por el
contrario, la tolerancia para la ambigüedad y la imperfección y también el
significado por el cual la armonía perfecta puede aproximarse aumentando la
exactitud – sin haber sido lograda. Emocionalmente, la vida y las relaciones son
experimentadas como “suficientemente buenas”. Las relaciones le permiten a uno
experimentar suficiente armonía empática para sentirse relativamente bien. Ambas
formas de armonía, sin embargo, cada vez menos perfectas, mantienen una
constante tensión. De esta forma, el tipo B seguro y equilibrado se parece a un
A/C. Su tensión, sin embargo, no está matizada con miedo a la destrucción o el
abandono, más bien, es suficientemente blando para ser vigorizante sin ser
aterrorizante. Consecuentemente, el cambio es un proceso gradual y fluido donde
la disonancia es apenas perceptible, fácilmente tolerada y utilizada para
transformar patrones representacionales internos erróneos en patrones
representacionales internos menos inexactos. En términos visuales, donde tipos A,
C, A/C se azoten en contra de erróneas blanco y negro; los equilibrados B disfrutan
la percepción de la suave sombra del gris. Para ellos, la satisfacción en las
relaciones viene del proceso de estar ahí juntos, considerando a individuos con
menos patrones equilibrados de integración mental, las relaciones son evaluadas en
términos de logro de metas. Ya que las metas de verdad y singularidad siempre
eluden, las relaciones evaluadas de esta forma deben fallar siempre. La seguridad,

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equilibrio individual, en otras palabras encontrar la belleza en un mundo


imperfecto, expresa inexactitud. Para ellos, la empatía y la intimidad se vuelven
posibles la mayor parte del tiempo. Al no demandar singularidad perfecta, pueden
relajarse en la perfección cercana al gris suave .
Su comodidad, sin embargo, puede que no muy a menudo los lleve a la
brillante reflexión y construcción creativa de algunos de los tipos A/C. Entre la
locura y terror de los A/C, la esterilidad de los A, la fantasía de los C y la
comodidad de los B, se encuentran los A/C. Son ellos los que han heredado
finalmente una base de seguridad, sin darse por vencido en la cara de la
desincronía, la paradoja y el dolor, que pueden tener la mejor oportunidad para la
integración creativa que promueva la armonía, la actividad, la producción, el
análisis y la conciencia compasiva por otros. Aquellos incapaces de lograr una
integración equilibrada encaran un mayor riesgo de psicopatología.

CONCLUSIONES
Para concluir, ofrezco un acercamiento dimensional a los patrones de
Ainsworth de vinculación, e intento de concadenar procesos mentales y
comportamentales básicos a través de una serie de cambios maduracionales. En
suma, busco una forma de integrar el énfasis de Freud en la sexualidad (por
ejemplo, reproducción), con el de Bowlby en protección, nada más que estas son
las dos funciones esenciales para cualquier especie. En términos de desarrollo,
construyo la mente como interactuando activamente con la realidad, con figuras de
apego que provean apoyo. Las figuras vinculares pueden asistir y acompañar a los
niños otorgándoles una realidad integrada y apoyadora o pueden fallar al proteger
a los niños, dejándoles con sus propios e ineficientes recursos. Otras figuras de
apego distorsionan la realidad y a ellos mismos amenazando a sus hijos, así
colaboran en la creación de una realidad sesgada. En la adultez, la mayoría de
nosotros ha experimentado alguna combinación de estas condiciones, y
dependiendo tanto de la combinación como de nuestras características innatas
(especialmente la inteligencia), organizamos de manera adaptativa el mejor o más
angosto rango de circunstancias. Para aquellos en las circunstancias más
desafiantes, los resultados pueden alegrar profundamente o apenar intensamente.
Este es un recordatorio de que el vínculo no es una teoría de la felicidad; es
respecto a la protección y la reproducción exitosa. La felicidad es deseable, pero no
es esencialmente el final; más aún, puede limitar el funcionamiento adaptativo bajo
ciertas circunstancias. Así, el ingenuo patrón tipo B de vinculamiento es adaptativo
bajo ciertas, pero no todas, las condiciones, y que puede traer un riesgo sustancial
bajo condiciones de peligro. Los patrones integradores de adultez proveen tanto el

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significado para adultos que establezcan el equilibrio, incluso bajo circunstancias


difíciles, como la oportunidad para ellos de crear una variedad de ambientes donde
sus hijos puedan desarrollarse seguramente. La cultura refleja los patrones de
prácticas infantiles que representan el resultado de generaciones de tales
interacciones persona-ambiente. Desde esta perspectiva, cada uno de los patrones
(uno cada variación cultural y distribución de patrones) tiene un valor adaptativo
bajo ciertas circunstancias, así como acarrear riesgo bajo otras. Es la función de la
mente madura aumentar cada holgura individual de adaptación. La excitación e
ímpetu por crecer, sin embargo, persiste hasta el punto de la incongruencia y
discrepancia entre la nueva información y los modelos representacionales internos
existentes.
Es en este tipo de incongruencias donde los elementos de la personalidad
individual se reorganizan para reflejar una nueva y más profunda comprensión. Ya
que los A/C tienen acceso tanto a toda la información como a la experiencia
frecuentemente de incomodidad de la discrepancia, sus personalidades contienen a
veces los ingredientes esenciales de un genio creativo. Para ellos no hay un arte
más profundo que no tener sombras o puntos de vanidad, tampoco buena música
sin contrapuntos o escalas menores, tampoco un baile exquisito son la distancia
que hace la conmovedora cercanía. De hecho, John Bowlby devocionó dos de sus
tres volúmenes del vínculo a la separación y pérdida, no porque fueran a ser
evitados, si no porque no pueden evitarse. Los humanos, a diferencia de cualquier
otra especie, recuerda separaciones y pérdidas pasadas y también anticipa aquellas
que ocurrirán en el futuro. La vinculación no es respecto a la felicidad. Por el
contrario, es respecto a las diferencias individuales en manejar la realidad que
contiene tanto seguridad como desilusión, alegría y preocupación. No obstante,
ocasionalmente, cuando los elementos de la personalidad se ofrecen al fuego de la
experiencia, la luz que se descarga puede casi cegar y puede casi calar la oscuridad
de más allá.

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