Está en la página 1de 12

Hoy interesa La última tentación ONCE Amelia Bono Suplementos alimenticios Pluto TV Noticias La Vanguardia

a d
Cultura
CINE / TEATRO / MÚSICA / LIBROS / CULTURA|S / LIBROS DE VANGUARDIA / AGENDA / CA SUSCRÍBETE

CULTURA|S

La vida trágica de Vsévolod


Meyerhold
En la celebración del centenario de la Revolución Rusa
(1917) conviene recordar a quien fue primero una de sus
grandes figuras culturales y, después, uno de sus
damnificados

El director de teatro ruso Vsévolod Meyerhold (1874-1930)


(Getty)

k l s m

Tony Casia
18/11/2017 00:02

En una pequeña ciudad del Imperio Ruso llamada Penza,


un 28 de enero de 1874, nació Karl Fíodor Kasimir
Meyerhold. Su padre, Emil Meyerhold, un rico fabricante
i
de vodka, era de origen alemán. Su madre, Alvina
Danilovna, de ascendencia báltica, era una amante de las
artes, sobre todo de la música.

Meyerhold tuvo una infancia normal y bastante


acomodada en Penza. Esa ciudad era un pequeño centro
cultural y artístico, y empezó a interesarse por el arte. A
los 18 años se trasladó a Moscú para comenzar la carrera
de Derecho, que nunca acabará. La abandonó porque en
realidad deseaba estudiar la carrera de violín, o bien, arte
dramático. Finalmente, no aprobó la audición para
ingresar como segundo violinista en la Filarmónica de
Moscú. Por ese motivo, decidió en 1896, estudiar arte
dramático en la escuela de Nemiróvich Danchenko de
Moscú, capital del Imperio. La rebeldía comenzó a los 21
años, cuando decidió cambiarse el nombre per Vsévolod
Emílievich, homenajeando a uno de los escritores
decadentes más famosos de la época, Vsévolod Garshin,
un joven que acabó suicidándose. Meyerhold se sentía
más ruso que alemán y más ortodoxo que protestante. Era
el principio de una vida más austera y más artística.

La Tarara, sí; la tarara, no; la Tarara, niña; que la he visto


yo.

Meyerhold empezó su carrera como actor una vez que


finalizó sus estudios. Su ídolo era el director teatral
Konstantín Stanislavski y consiguió entrar en el Teatro
del Arte de Moscú como actor. Allí representó multitud de
personajes, sobre todo, de Hauptmann y Chejov, con
quien mantuvo una relación amistosa muy profunda. El
aburrimiento de encarnar a los personajes según los
principios naturalistas o el realismo psicológico de
Danchenko, hicieron que abandonara el Teatro del Arte
cuatro años después. Convencido de que otro tipo de
teatro era posible, se centró en desarrollar un método
propio o teoría interpretativa. “La Sociedad del Nuevo
Drama” era el nombre de la compañía que fundó y dirigió,
donde actuaba con un total de 16 actores y 11 actrices.
i
Viajaron a Italia y a Tíflis, actual capital de Georgia,
donde llevó un montaje dando más importancia tanto a la
movilidad del escenario como a la concepción plástica y
lumínica. El público no lo entendió y fue un rotundo
fracaso.

Todo se ha roto en el mundo. No queda más que silencio.


(Dejadme en este campo, llorando.)

En los alrededores de los obradores teatrales y demás


artes, se comienzan a saborear las vanguardias y sus
corrientes más actualizadas. Revistas como “El mundo
del arte” recogen los nuevos valores estéticos, que ahora
son sobre todo formales. Desafían los antiguos preceptos
naturalistas y acarician el movimiento que muchos
artistas europeos seguirán: el Simbolismo. Una búsqueda
incesante por encontrar la esencia de la verdad, de la
realidad, como hicieron Meyerhold, Baudelaire, Oscar
Wilde, Rimbaud… Artistas que aprovecharán sus épocas
más oscuras y decadentes para transformarlas en arte,
dejando, a veces, la sonrisa encarcelada.

Llegó 1905 y Stanislavski recibió un encargo del


dramaturgo Maeterlink. El Simbolismo iba ganando
fuerza y Stanislavski no sabía cómo abordar ese texto.
Pero, de pronto, recordó que uno de sus mejores alumnos,
Meyerhold, era capaz de montar el espectáculo “La
muerte de Titangiles”. Así fue cómo el joven director
lideró la construcción del Teatro Estudio del Teatro del
Arte de Moscú. Sin embargo, en el ensayo general,
Stanislavski se dio cuenta de que sus actores estaban
actuando de una manera que nada tenía que ver con la
formación que él les había dictado; no tenían técnica para
crear personajes no naturalistas y acabaron bloqueados.
Así que decidió cerrar el Estudio y despidió a Meyerhold.

Sin trabajo, Meyerhold y algunos de sus colaboradores,


inundados de dudas por lo ocurrido, se encerraron
durante meses para profundizar en la técnica actoral
i
apropiada para abordar textos y montajes no naturalistas.
Esta reflexión se tuvo gracias a la oportunidad de trabajar
con Stanislavski. Una amistad, de momento, herida, pero
que no impedirá el estudio de la conjunción del teatro con
la forma, la línea, el color, la música, las artes visuales, las
artes gráficas, el grabado… No podemos olvidar las
influencias en aquellos momentos del cubismo, del
impresionismo y del expresionismo alemán.

Durante la temporada 1905-1906, Meyerhold, todavía


desempleado, no disponía de presupuesto ni para
continuar trabajando con su compañía la “Sociedad del
Nuevo Drama”. Sin embargo, la suerte volvió a llamarle a
la puerta. Una gran diva del teatro ruso, Vera
Komissarzhevskaia, decidió construirse un teatro propio
y le ofreció la dirección artística del mismo. Para él era
una gran oportunidad, impensable después de todo lo que
le había pasado hasta entonces. Era el momento de poder
mostrar su teatro no realista. El 10 de noviembre de 1906
estrenó “Hedda Gabler”. Dos temporadas después, a pesar
del éxito, la actriz y dueña del teatro, rompió el contrato
porque, según ella, con su manera de dirigir, no podía
mostrar su temperamento dramático. El sueño de ser
director artístico de un gran teatro en San Petersburgo
había llegado a su fin. Llega una de las crisis más
profundas para el director.

¿No ves cómo me estoy desangrando? No mires nunca


hacia atrás, vete despacio y reza como yo a San Cayetano,
que ni tú ni yo estamos en disposición de encontrarnos.

Cuando había asumido su fracaso, Teliakovski, director


de los teatros imperiales, le ofreció la dirección artística
del Teatro Aleksandrinski y del Teatro Mariinski (Teatro
de la ópera) de San Petersburgo. La oferta era tan increíble
que prometió que haría grandes espectáculos comerciales
y aparcaba la experimentación. Es en este momento,
cuando Meyerhold se interesó por el circo, por el music
hall, por el movimiento, por los clásicos rusos y españoles
i
y, sobre todo, por la dirección escénica de la ópera. Volvió
a experimentar su otra pasión: la música. Sintió a su
madre en cada nota musical, como si estuviese allí, con
él... Es su época dorada.

Durante diez años capitaneó la dirección de los dos


grandes teatros imperiales. A parte de esta tarea,
Meyerhold nunca abandonó el trabajo que había estado
experimentando con su teoría interpretativa. En
pequeños teatros, él seguía instruyendo a actores bajo el
seudónimo de “Doctor Dapertutto”, ya que Meyerhold era
en aquel momento una gran figura teatral que estaba
presente por todos lados. Fue una época en la que dictó
centenares de conferencias aprovechando la fama de ser
director de los imperiales.

La revolución de 1917 sorprendió a Meyerhold con el


estreno de “La mascarada”. Por decreto, el 22 de
noviembre, todos los teatros de Petrogrado fueron
agrupados en un departamento especial. Meyerhold fue
nombrado jefe de la Sección en Petrogrado. En menos de
dos años, con la Guerra Civil, tuvo que abandonar la
ciudad con su mujer y sus tres hijos para dirigirse a
Crimea. En Novorossijk, los blancos lo aprisionaron.
Hasta que el ejército rojo no liberó la ciudad no pudo
volver a Moscú. En cuanto salió, se convirtió en militante
del Partido Comunista. Vestido de comisario de guerra,
fue muy bien acogido por las figuras teatrales de Moscú.
En 1920, fue nombrado jefe del Departamento Teatral del
Comisariado de Instrucción, la categoría politizada más
importante de la Federación Rusa Soviética.
Aprovechando esta jerarquía, lanzó la idea del Octubre
Teatral: un teatro proletario, comunista. Esa partida no le
salió bien. La revolución proletaria-teatral que pretendía
llevar a cabo fue boicoteada y lo destituyeron. Desde ese
momento, pasó a ser un artista independiente. Se
radicalizó como protesta de la censura que había recibido
durante toda su carrera. Pero lo que nunca se imaginaría
es que sería una de las etapas que encumbrarían la i
personalidad de Vsévolod Meyerhold: el desarrollo de la
biomecánica. Un método de trabajo basado en la
naturaleza racional y natural de los movimientos. Para
Meyerhold la racionalización de cada movimiento en los
actores exigía una tarea concreta. Los gestos, el dibujo
total de los pliegues del cuerpo del actor, si conformaban
una imagen completamente precisa, las emociones y
entonaciones lo serían también. La creación artística era,
pues, una creación plástica. Un actor-artista que era
también un clown, un acróbata, un juglar, un bailarín,
cuyos ejercicios los dotaban, después, en escena, de una
expresividad física destacable capaz de transmitir
emoción dejando de lado el psicologismo. Meyerhold
repetía a sus actores que debían permanecer alegres y no
tenían que concentrarse interiormente, pues podían
volverse neurasténicos. El desarrollo de la biomecánica
fue posible porque ensayaban en el gran teatro Sohn, el
cual permanecía semiabandonado. Las ganas por
continuar su sueño, a pesar de las humillaciones
continuadas, se consiguieron en un estado austero.
Eliminó cualquier ornamentación escénica, hizo
desaparecer las cámaras, el telón, los decorados, amplió el
escenario al máximo, prescindió de la maquinaria
escénica y centró el trabajo en el actor. Sin dinero, en
algunos momentos, y en secreto, en otros, era lo único
que disponía: actores. Una nueva dramaturgia había
empezado, pobre económicamente, pero increíblemente
original en la puesta en escena. Una nueva etapa, solo
como él la quería. Siendo libre.

El 2 de abril de 1923 se celebró en el Teatro Bolshoi de


Moscú el 50º aniversario de Meyerhold y el 25º de su
carrera teatral. Además, le concedieron el título de Artista
del Pueblo. Un grupo de amigos publicaron un libro en
homenaje a su figura e incluía una serie de elogios que
corroboraron la etapa más famosa del director y teórico
teatral. A finales de ese año, el Teatro RSFSR pasó a
llamarse Teatro Meyerhold. Esta es la etapa más
i
homenajeada del director y en la que todos los actores de
la escena rusa desean formarse con él.

En 1924, el Congreso del Partido pidió a Meyerhold obras


que reflejaran la vida cotidiana. Tres años más tarde, le
pidieron prioridad en la dramaturgia e hizo adaptaciones
de los clásicos. Sin embargo, cada vez era más difícil para
Meyerhold poder trabajar a su manera. En 1930, su gran
amigo y el único dramaturgo que hablaba su mismo
lenguaje, se suicidó de un disparo al corazón. Murió su
hermano, Maiakovski.

La llegada del socialismo, con Stalin en la delantera,


prohibió cualquier tipo de teatro y propuesta artística que
no fuera afín al régimen y al realismo socialista.
Meyerhold, solo otra vez, recibió la última ayuda de
Stanislavski, dirigir los ensayos de las óperas, pero murió
a los pocos meses. Su ídolo y ángel de la guarda le volvió a
abandonar, esta vez, para siempre.

En el Primer Congreso Nacional de los directores,


Meyerhold tenía que hacer un discurso y pedir perdón
púbicamente por sus errores. Pronunció estas palabras:
“Esta cosa indigente, pobre, que se pretende llamar teatro
del realismo socialista, no tiene nada que ver con el arte.
¡Y es que el arte es arte! Y sin arte no hay teatro (…)
Persiguiendo el formalismo han aniquilado el arte”.
Meyerhold envió una carta al fiscal de la Unión Soviética,
denunciando los malos tratos y las presiones que recibía
para que pidiese perdón por sus ideas. Tres días después
fue capturado, deportado a un campo de exterminio en
Siberia y, torturado. Veinticinco días más tarde, dos
asaltantes entraron en su casa de Moscú y apuñalaron 17
veces, incluidos ambos ojos, a su segunda esposa, la actriz
Zinaida Reich. Fue encontrada agonizando y consciente,
pidiendo que sacaran a sus hijos del apartamento y,
después, rogando a su médico que desistiera y que la
dejara morir en paz. Absolutamente nada fue sustraído de
su casa. Presuntamente, el crimen fue perpetrado por el
i
Comisariado del Pueblo de Asuntos Internos, la NKVD. El
apartamento fue adquirido por miembros de ese
comisariado y lo dividieron en dos. Actualmente, es el
Museo Meyerhold.

Duérmete, niñito mío, que tu madre no está en casa; que


se la llevó la Virgen de compañera a su casa.

El primero de febrero de 1940, un tribunal militar


condenó a Meyerhold a la pena capital bajo las falsas
acusaciones de ser un trotskista y un espía de los
británicos y japoneses. Al día siguiente, y a los sesenta y
cinco años, vio, a través de sus ojos, cómo se cerraba su
propio telón, fruto de un fusilamiento, Vsévolod
Meyerhold.

Centenares de personalidades del teatro y del arte fueron


torturados, capturados, aprisionados, asesinados o se
suicidaron en Europa y Estados Unidos. Vidas llenas de
altibajos, de éxitos y fracasos, profesionales o
emocionales, unidas por el teatro. Es la muestra de cómo
las vidas han sido víctimas, de una manera muy similar,
por las políticas europeas de la primera mitad del siglo
pasado. De todos aquellos que lucharon por la libertad de
expresión, por la libertad artística e individual, tenemos
un legado que conforma la memoria histórica y artística
de nuestro pasado reciente.

Hay cosas encerradas dentro de los muros que, si salieran


de pronto a la calle y gritaran, llenarían el mundo.

Meyerhold y Lorca, vidas paralelas

A fines del siglo XIX nacieron dos figuras imprescindibles


del teatro europeo del siglo XX que, asombrosamente,
comparten una biografía casi paralela. De una parte, al
norte, Meyerhold, en el frío imperio ruso. Y de otra, al sur
de España, en Fuente Vaqueros, Granada, Federico García
Lorca. Los padres de ambos eran empresarios pudientes y, i
las madres, amadoras de la música. Así, Meyerhold tocaba
el violín, y Federico el piano. Con el tiempo, ambos
decidieron trasladarse a una ciudad más grande, atraídos
por atracciones culturales más ambiciosas. Los dos
estudiaron Derecho, y los dos lo abandonaron para
dedicarse a lo que más anhelaban. Meyerhold contó con
el mejor profesor de actores que existía en el momento:
Konstantín Stanislavski. Lorca, por su parte, entró en la
Residencia de Estudiantes de Madrid, apta sólo para las
mentes más privilegiadas. Con esos beneficios, no era
demasiado raro que mantuvieran amistad con
personalidades como Chéjov o Maiakovski, en el caso del
ruso; o Juan Ramón Jiménez, Salvador Dalí o Buñuel, en
el del granadino. En un ambiente altamente competitivo,
la primera gran oportunidad de ambos fue un auténtico
fiasco. Sus peculiares maneras de ver el mundo y
expresarlo artísticamente no fueron comprendidas.

Ese fue el inicio de altibajos emocionales que les


acompañarán el resto de sus vidas. Épocas de absoluto
frentismo que daban paso al declive más profundo. Aun
así, salían a flote, con ganas de seguir nadando. Las obras
clásicas eran una especie de oráculo para los dos. No
entendían cómo era posible que no llegaran a las
localidades más pequeñas. Por ese motivo, Meyerhold
creó su compañía Sociedad del Nuevo Drama y García
Lorca, La Barraca, donde hizo labores de director de
escena. No sería esta la única vez que incursionarían en
otras artes. Meyerhold se interesó por la pintura gracias a
su amigo, el pintor Golovin. Lorca, de la mano de Dalí,
llegó a pintar cuadros y sus dibujos son hoy en día piezas
artísticas de gran valor.

Durante los últimos años, sobre todo en el primer


quinquenio de la década de los años treinta, ambos
fueron homenajeados y admirados por su trabajo. A pesar
de que, ciertamente, sufrieron la censura, la humillación
y la vejación de una parte de su obra artística por las
autoridades gobernantes. Poemas y obras de García Lorca i
no vieron la luz en España hasta la década de los sesenta.
Y Meyerhold fue completamente censurado hasta
después de la muerte de Stalin (1953).

Romper moldes,se paga. Ser original, innovador e


investigador, se paga. Con un tiro. Hoy en día, ellos están
incrustados en el teatro, como una bala. Con una vida,
para muchos, desconocida y compartida. Ambos fueron
fusilados por regímenes dictatoriales. Aún no se sabe
dónde se encuentran sus restos mortales. Ellos, al menos,
se miran cara a cara, en el mar, quizá…

Quiero dormir un rato,

un rato, un minuto, un siglo;

para que todos sepan que no he muerto.

LEER COMENTARIOS

CONTENIDO PATROCINADO

i
BBVA gana €3.311 millones y pone en marcha
una de las mayores recompras de acciones de
Europa
BBVA

¡Los precios de Implantes Dentales de alta


calidad son sorprendentes! Busque aquí
Implantes dentales | Enlaces Publicitarios

recomendado por

i
Al Minuto

LaLiga SmartBank 2021-2022: calendario, horario y partidos de la Jornada


14

Marina y Jesús viven una preciosa hoguera final: “Quiero levantarme


contigo todos los días”

Acuerdo para poner fin a la deforestación

El armario de otoño de Amelia Bono se viste en clave 'low cost'

Schubert hace triplete en Barcelona

En el siglo XV entre un 10 y un 15% de la población de Barcelona eran


esclavos

Cargando siguiente contenido...

Cultura

© La Vanguardia Ediciones, SLU Todos los derechos reservados.

Quiénes somos
Contacto
Aviso legal
Política de cookies
Otras webs del sitio

Política de privacidad
Área de privacidad

También podría gustarte