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Jugar a pensar con cuentos
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Ebook77 pages44 minutes

Jugar a pensar con cuentos

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Se narran algunas aventuras de la simpática Juanita, que en esta ocasión viaja por el mundo y trae distintos cuentos populares, como recuerdos, en su mochila. Estas historias le inspiran muchas preguntas y las comparte con nosotros para que, junto con ella, juguemos a pensar. El libro es un viaje reflexivo que invita a los niños a pensar mientras se divierten con Juanita y sus interrogantes..
Al final se incluye un apartado dirigido a los adultos donde se proponen actividades y reflexiones para tratar algunas cuestiones planteadas en el cuento. Además, se dispone de una guía educativa (Jugar a pensar con niños y niñas de 4 a 5 años) que plantea más actividades y amplía lo que se propone en estas páginas.
LanguageEspañol
Release dateJan 1, 2020
ISBN9788418083372
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    Jugar a pensar con cuentos - Irene de Puig i Oliver

    Garbancito

    Érase una vez un padre, una madre y un hijo tan y tan pequeñito que le llamaban Garbancito. Era pequeño como un garbanzo, pero listo como el que más. También era muy trabajador, todo lo quería hacer, a todas partes quería ir.

    Un buen día, su madre, mientras preparaba la comida, se dio cuenta de que le faltaba azafrán. Dijo en voz alta y un poco preocupada:

    —¡Vaya, no tengo azafrán y lo tendré que ir a comprar!

    Pero Garbancito, que la oyó, le dijo:

    —No, mamá, no te preocupes, ya iré yo a comprarlo.

    Su madre le dijo que de ninguna manera, que era demasiado pequeño y que al andar por la calle las personas no lo verían y podían pisarlo.

    Garbancito le respondió que iría cantando por la calle y así la gente, si no lo veía, por lo menos lo oiría.

    Tanto insistió Garbancito que al final la convenció. Así que su madre le dio un céntimo y Garbancito se fue contentísimo a la tienda.

    Por el camino, para que la gente no lo pisara, Garbancito iba cantando:

    PATÍM, PATÁM, PATÚM,

    PONGAN TODOS ATENCIÓN.

    PATÍM, PATÁM, PATÚM,

    NO ME DEN UN PISOTÓN.

    Al llegar a la tienda nadie vio a Garbancito y, para que le atendieran, se puso a gritar:

    —¡Por favor, señor, señor! ¡Quisiera un céntimo de azafrán!

    El vendedor miraba y miraba por todas partes, pero no conseguía ver de dónde venía aquella voz:

    —¿Quién grita por ahí?

    Hasta que vio una moneda que se movía. La recogió y puso un cucurucho con azafrán allí donde estaba la moneda.

    Garbancito se cargó el cucurucho a cuestas y se fue a casa muy satisfecho cantando:

    PATÍM, PATÁM, PATÚM,

    PONGAN TODOS ATENCIÓN.

    PATÍM, PATÁM, PATÚM,

    NO ME DEN UN PISOTÓN.

    Cuando la madre lo vio llegar se puso muy contenta, y le dijo:

    —Ahora quédate aquí que yo iré al campo a llevar el cesto de la comida a papá.

    Pero Garbancito se sentía tan valiente y tan mayor que le pidió permiso para ir él.

    La madre no quería de ninguna de las maneras, pero él

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