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Zonas mas afectadas por las lluvias acidas

En nuestros días, el problema de la lluvia ácida, aunque presente en todo el planeta, afecta
especialmente a Rusia, China y diferentes países del centro y el norte de Europa.

Problemas de los ciclos biogeoquímicos

Todos los elementos químicos y nutrientes – tales como el carbono, el nitrógeno, el oxígeno, el
fósforo – que se utilizan en los ecosistemas por los organismos vivos funcionan en un sistema
cerrado, lo cual significa que estos elementos químicos deben ser reciclados a lo largo y ancho
de todos los procesos del Sistema Tierra, aunque en algunos de los ciclos puede haber lugares
(depósitos) donde el elemento se acumule o se mantenga durante un largo periodo de tiempo
(el carbono, por ejemplo, en el carbón). El carbono se mantiene durante un periodo de tiempo
relativamente corto en las plantas y los animales.

Las sociedades humanas, por el contrario, son sistemas abiertos, en crecimiento y,


aparentemente, sin límites, con pérdidas o necesidad de reemplazamientos constantes, por
ejemplo, en los recursos que utiliza, o cómo se organizan estas sociedades. De esta colisión
entre un sistema cerrado y un sistema abierto como las sociedades humanas en constante
desarrollo, surgen las alteraciones en los ciclos Biológicos, Geológicos y Químicos, que son uno
de los problemas socioambientales globales graves.

El Cambio Medioambiental Global y las actividades humanas alteran los ecosistemas y los
ciclos, los cuales son cruciales para la habitabilidad de nuestro planeta. Los bosques, por
ejemplo, tienen un papel importante en los ciclos ecológicos globales ya que reciclan el agua,
el carbono, el oxígeno y otras sustancias relacionadas con la vida en la Tierra.

Aunque los ciclos ecológicos han sufrido cambios en épocas prehistóricas anteriores, es desde
mediados del siglo XX cuando estos cambios están siendo preocupantes, debido
principalmente al enorme incremento en la cantidad de energía y de materias primas que se
consumen, teniendo como resultado una gran cantidad de entrada de productos en estos
ciclos.

El incremento de materia orgánica producida por hogares e industrias ha llevado a una


deficiencia en oxígeno en el medio acuático, con ocasionales episodios de muertes masivas de
peces. La emisión de nitrógeno y de fósforo ha llevado al incremento en el crecimiento de las
algas, que al decaer producen una gran deficiencia en oxígeno. El contenido de nitratos en las
aguas subterráneas se ha triplicado o cuadruplicado, según los lugares. La emisión de dióxido
de azufre y de óxidos de nitrógeno al aire ha dañado la salud de las poblaciones humanas, de
los animales y de las plantas, así como a los edificios y los materiales, y ha dado como
resultado una acidificación de suelos y agua. En algunos lugares, la cantidad de metales
pesados, pesticidas y otros tóxicos que se han emitido ha sido tan grande que los peces y las
plantas han muerto o no son comestibles por la cantidad de veneno que contienen.

Las consecuencias globales son todavía materia de debate científico, pero incluyen asuntos
como cambios en el clima; en la distribución y extensión de los ecosistemas; impactos en la
productividad de los recursos naturales (alimentos, fibra, combustibles, por ejemplo);
disminución de los servicios de los ecosistemas (limpieza del agua o el aire, regulación del
clima y el tiempo, mantenimiento de los nutrientes y el carbono así como su circulación;
aportación de hábitats, mantenimiento del recurso agua); y variaciones en procesos
fundamentales como el intercambio de energía, entre otros.

Los ecosistemas no son ajenos a los efectos de la contaminación. Este impacto ha recibido,
posiblemente, una menor atención si se compara con otros problemas como el cambio
climático. Pero la contaminación puede poner en peligro la provisión de los denominados
servicios ecosistémicos(4), es decir, los recursos o servicios que proporciona la naturaleza tales
como agua potable, alimentos, regulación del clima, protección frente a eventos
meteorológicos extremos, etc.

En los ecosistemas acuáticos, la contaminación del aire ocasiona o contribuye a la acidificación


del agua y los procesos de eutrofización como consecuencia de la deposición de compuestos
de azufre y nitrógeno. La acidificación es, por ejemplo, uno de los grandes riesgos para la
continuidad de las pesquerías de salmón en Noruega, como señalaban Forseth et al. En 2017 o
la Agencia Europea de Medio Ambiente en 2014(5), o el cultivo de mejillones en zonas como
Galicia (España)(6).

– En los ecosistemas terrestres, los efectos de la contaminación del aire afectan sobre
todo al correcto funcionamiento de los ciclos biogeoquímicos (ciclo del nitrógeno,
carbono, azufre, agua y oxígeno). Así, existen pruebas sólidas del negativo efecto que
ocasiona la deposición de nitrógeno y azufre, a través de la lluvia ácida, por ejemplo,
en pastizales, zonas alpinas o humedales. También existen evidencias del impacto que
ocasiona el ozono troposférico sobre la función de fotosíntesis de las plantas,
ocasionando un menor crecimiento y desarrollo de la vegetación y los cultivos.
– El principal impacto de la contaminación sobre las infraestructuras y edificaciones se
manifiesta a través de su corrosión, un problema que obliga a destinar grandes
cantidades de dinero para su renovación y mantenimiento. Francia, por ejemplo,
tomando como referencia los resultados del estudio de la Universidad de Karlsruhe
(2000) External costs of transport – Accident, environmental and congestion costs in
Western Europe, destinó en el año 2000 unos 3 400 millones de euros(7) solo para la
reparación de estos daños.

– Esta corrosión se produce al precipitar los compuestos de nitrógeno y azufre que
previamente han reaccionado con el vapor de agua presente en la atmósfera. Pero el
deterioro también puede producirse por abrasión, deposición y remoción, ataque
químico directo o ataque químico indirecto, con materiales como el mármol o el acero
no inoxidable que muestran una elevada sensibilidad a la contaminación del aire
(Venkat Rao, Rajasekhar & Chinna Rao, 2014).
– Producto del acelerado crecimiento de la actividad industrial y productiva desde el
siglo XIX, el equilibrio existente entorno a los ciclos biogeoquímicos se ha visto
alterado, principalmente por el abuso en la utilización de los combustibles fósiles, la
deforestación y tala indiscriminada de bosques a nivel mundial, y el aumento de
liberación de gases como el dióxido de carbono (CO2) a la atmósfera, provocando que
el clima a nivel global cambie drásticamente en la forma de un aumento de
temperatura exponencial, fenómeno descrito desde los años 1970 como
calentamiento global. El calentamiento global ha provocado un deshielo progresivo de
polos y glaciares, fuentes de agua dulce para el consumo de todos los seres vivos, muy
en particular de los humanos. También ha alterado la composición química de la
atmósfera, aumentando esta su concentración en gases como los óxidos de nitrógeno
(NOx) y el óxido nitroso (N2O) los cuales poseen la capacidad de retener temperatura
en la atmósfera, impidiendo que el calor y radiación de la Tierra escape al espacio y
por consiguiente aumentando e intensificando el fenómeno de calentamiento global.
Las alteraciones climáticas globales, deshielos y cambio de la composición química
atmosférica ineludiblemente alteran la dinámica natural de los ciclos biogeoquímicos,
al estar estos interrelacionados con la atmósfera, hidrósfera y suelo, y junto con ellos
con los ecosistemas.
– El aumento demográfico humano ha determinado que los humanos exploten de
manera desmedida recursos como los mares y el suelo. El desarrollo de tecnologías de
mejora agrícola ha llevado al uso indiscriminado de fertilizantes ricos en sustancias
nitrogenadas, los cuales alteran la composición del suelo y la fijación del nitrógeno. La
contaminación de ríos, lagos y mares con estas sustancias ha llevado a un aumento de
la población de organismos acuáticos unicelulares en un proceso conocido como
eutroficación de las aguas, las que son sobreexplotadas por estos organismos hasta
agotar sus nutrientes. Para aumentar los suelos aptos para cultivo y siembra, y
también para solucionar el problema de espacio para la construcción de urbes
humanas, se han talado grandes extensiones de bosques, lo que ha llevado a una
disminución progresiva de la tasa fotosintética, es decir, de la cantidad de fotosíntesis
realizada en el tiempo. Con esto se lleva a una disminución del oxígeno liberado a la
atmósfera y al aumento del CO2 en la misma. La gran mayoría de las industrias ocupan
como fuente energética combustibles fósiles como petróleo y/o carbón, cuyos
residuos son liberados a la atmósfera bajo la forma de gases contaminantes, los que al
precipitar llegan de retorno al suelo como ácidos, los que afectan directamente su
composición química. Producto de la tala de bosques (es decir, eliminación de
productores) muchos ecosistemas han visto modificada su estructura de organismos,
disminuyendo la biodiversidad a nivel mundial; la base de los ecosistemas son los
organismos productores, cualquier alteración a este nivel incide negativamente en los
demás niveles ecosistémicos. La acumulación en la atmósfera de gases tóxicos
industriales provoca el aumento de la temperatura a nivel global, aumentando el
denominado efecto invernadero. El efecto invernadero en primera instancia provoca
un calentamiento masivo de la superficie terrestre, al no poder escapar la radiación
solar hacia el espacio, generando un calentamiento global, pero después de
aproximadamente 50 años los científicos estiman que, paradójicamente esta
acumulación de gases tóxicos provocará la disminución progresiva de la temperatura
(al no poder reingresar los rayos del sol a nuestro planeta), generando un fenómeno
de glaciación.
– Una de las alteraciones a los ciclos biogeoquímicos que mayores problemas causa a
los humanos es la alteración del ciclo del agua; la aceleración de los procesos que
involucran la movilidad del agua por los ecosistemas ha llevado a:

– Alteración de precipitaciones: aquellas zonas del planeta donde llueve poco verán
incrementado este efecto, provocando sequía extrema, y por el contrario, aquellas
zonas del planeta donde llueve más, también incrementarán este efecto, provocando
inundaciones.
– Baja retención de suelos: el aumento de las precipitaciones provocará un mayor
lavado de los suelos, barriendo de ellos los nutrientes y dejándolos estériles para el
cultivo, o por el contrario, la disminución de las precipitaciones generará
desertificación al no tener los suelos una capacidad de retención mínima generada por
la presencia de agua.
– Aumento del nivel del mar: producto del aumento del deshielo de glaciares y
casquetes polares muchos lugares geográficos continentales e insulares se verán
sometidos a inundaciones y hundimientos, lugares en los cuales hay ciudades y
asentamientos humanos actualmente construidos.

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