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ÁREA

RELIGIÓN
CURSO : RELIGIÓN
GRADO : 1RO

La razón nos prepara

Usando bien nuestra razón, liberándola de todo vicio de intereses pasajeros, ella
misma nos dispone para escuchar a Dios Creador. Todas las cosas que conocemos han
comenzado y un día se acaban. Esto quiere decir que no son dueñas de su existencia sino que la
han recibido, pero no basta pensar que su último origen sea otro ser también pasajero. porque
a su vez éste también la ha recibido. Siempre tendremos que remontarnos hasta los primeros
seres de los que todos los demás derivan: ¿de dónde recibieron ellos su existencia?

Luego fijamos los ojos en un cielo estrellado. Al leer los artículos de los astrónomos
nos enteramos de que el sol y todo su sistema de planetas de los que forma parte nuestra
Tierra. No son más que uno de los cien billones de estrellas con sus propios sistemas que
forman la Vía Láctea, y ésta es una más de los cientos de millones de nebulosas que
construyen el Universo.

También aprendemos que todos estos miles de millones de astros se mueven a


velocidades impensables, con órbitas inmensas y precisas, en direcciones tan bien trazadas
matemáticamente que los científicos pueden predecir sus movimientos. Y nos preguntamos con
honestidad si un universo de tales proporciones y organizado con precisión matemática puede
ser un fruto del acaso, y no de una inteligencia infinita.

Los cristianos no podemos creer en un mundo que es sólo materia y que se rige por
leyes ciegas. Tampoco podemos poner nuestra fe en un Dios lejano, que haya hecho el mundo
y a los seres humanos para luego abandonarlos perdidos en el universo. Pensar así sería
resignarnos a dejar nuestra vida sin sentido. Y si la vida no tiene sentido, ¿para qué amar a los
demás sin buscar cada uno los intereses de su vida limitada? ¿Para qué luchar por la justicia y
el derecho de los seres humanos? ¿Para qué serviría el esfuerzo por una vida moral digna?
DIOS El CREADOR NOS HA HABLADO

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COLEGIO PITÁGORAS RELIGIÓN 1RO - 10

El Dios que nos hizo por amor no podía dejar que nos hundiéramos en el absurdo de
una vida sin significado. Cierto que Dios había dejado en todos los seres que Él hizo, una marca
de su cariño. Pero nuestra mirada miope que sólo ve las cosas que tenemos más pegadas a los
ojos, no era capaz de verlas. Además, porque sólo un corazón desinteresado puede advertir las
muestras del amor. Por eso Él, a su creación, añadió su Palabra que nos descubre su
presencia. Como un padre educa a su hijo paso a paso, así Dios nos reveló primeramente que Él
fue quien nos creó, y luego, poco a poco, nos fue descubriendo para qué nos hizo, y las huellas
de su amor marcadas en esa existencia que nos había dado.

El primer relato de la creación

Los relatos de la creación son dos: Génesis 1, 1 - 2, 4a y Génesis 2. Ab-25. Fueron


escritos en distintas épocas de la historia del antiguo pueblo de Israel. El primer relato
(Génesis 1, 1 - 2, 4a) fue redactado unos cinco siglos y medio antes de Cristo, cuando los
judíos estaban en Babilonia después de la caída de Jerusalén. sometidos a una terrible
esclavitud y a trabajos agobiantes. La finalidad de este primer relato es hacer ver que no es
el rey de Babilonia, sino Dios. el Creador y Señor de todas las cosas, que las hizo para el bien
de todos los hombres, y que a todos ellos les dio una inmensa dignidad porque los hizo a su
imagen y semejanza, y para defender el descanso necesario un día por semana. Pone la
creación del ser humano al final de todas las criaturas, como la cima de todas las cosas
hechas.

El segundo relato de la creación

El segundo relato (Gen 2. 4b-25) es muy anterior, fue escrito durante el reinado de
Salomón, unos 970 años antes de Cristo. El autor recogió muchas tradiciones muy antiguas de
su pueblo en las que la fe de los hebreos describía las relaciones entre Dios y los seres
humanos desde que éstos comenzaron a existir. Presenta a un Dios que ama al ser humano y le
es fiel desde el principio, que marca todo el universo conocido con huellas de su amor, para que
esté al servicio del hombre. Por eso, no pone a éste al final. sino en el centro mismo de la
creación: todo lo demás fue hecho para su bien y su servicio. Descubre la dignidad humana de
modo distinto del primer relato: haciendo caer en la cuenta de que el «aliento de la vida» por
el que el hombre vive, es el Espíritu de Dios, que Él le infundió al formar su cuerpo de la
materia de la tierra (Gen 2, 7). De este modo añade la revelación de que el hombre no sólo
es un ser corporal, sino también un ser que vive por el espíritu que lleva en su interior, y al que
más tarde hemos llamado el alma.

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