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D. DEBEN LAS MUJERES SER OFICIALES DE LA IGLESIA?

Página 102 a la 106 DEL MANUAL

La mayoría de las teologías sistemáticas no ha incluido una sección sobre la


cuestión de si las mujeres pueden ser oficiales de la iglesia, porque se ha dado
por sentado en toda la historia del cristianismo, con muy pocas excepciones, que
sólo los hombres pueden ser pastores o funcionar como ancianos dentro de la
iglesia.

Pero en años recientes ha surgido una controversia seria dentro del mundo
evangélico: ¿pueden las mujeres servir como pastoras tanto como los hombres?
¿Pueden ellas tener parte en todos los cargos de la iglesia? He tratado esta
cuestión mucho más extensivamente en otras obras, pero un breve resumen de la
cuestión se puede dar en este punto.

Debemos afirmar desde el principio que la narrativa de la creación en Génesis 1:


27 ve a hombres y mujeres como creados igualmente a imagen de Dios.
27 
Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.

Por consiguiente, hombres y mujeres tienen igual valor ante Dios, y debemos
verlos como teniendo valor absolutamente igual como personas, e igual valor para
la iglesia.

Es más, las Escrituras aseguran que hombres y mujeres tienen igual acceso a
todas las bendiciones de la salvación (ver Hch 2:17-18; Gá 3: 28).

Y en los postreros días, dice Dios,


Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne,
Y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán;
Vuestros jóvenes verán visiones,
Y vuestros ancianos soñarán sueños;
18 
Y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días
Derramaré de mi Espíritu, y profetizarán

Hch 2:17-18

28 
Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos
vosotros sois uno en Cristo Jesús. Gálatas 3:28
Esto se afirma en forma impresionante en la alta dignidad y respeto que Jesús
concedió en su ministerio terrenal a las mujeres.

También debemos admitir que las iglesias evangélicas a menudo no han


reconocido la plena igualdad de hombres y mujeres, y por consiguiente no han
considerado a las mujeres iguales en valor a los hombres. El resultado ha sido que
no se ha reconocido que Dios a menudo les da a las mujeres dones espirituales
iguales o mayores que a los hombres, que no se ha animado a las mujeres a tener
participación completa y libre en los varios ministerios de la iglesia, y que no se ha
tomado plenamente en cuenta la sabiduría que Dios les ha dado a las mujeres
respecto a importantes decisiones en la vida de la iglesia.

Si la controversia presente sobre el papel de las mujeres en las iglesias puede


resultar en la erradicación de algunos de estos abusos pasados, entonces la
iglesia como un todo se beneficiará grandemente.

Sin embargo, la cuestión persiste: ¿deben las mujeres ser pastoras o ancianas en
las iglesias? (¿O, deben llenar funciones equivalentes a las de un anciano con las
iglesias que tienen formas alternas de gobierno?) Mi propia conclusión sobre este
asunto es que la Biblia no permite que las mujeres funcionen en el papel de
pastoras o ancianas dentro de la iglesia.
Esta ha sido también la conclusión de la vasta mayoría de iglesias en varias
sociedades en toda la historia.

Las razones que me parecen más persuasivas al responder a esta pregunta son
las siguientes:
1.1a TIMOTEO 2: 11.14.

EI pasaje individual de la Biblia que trata más directamente de esta cuestión es 1


Timoteo 2:11-14

La Mujer Debe Aprender Con Serenidad, Con Toda Sumisión. No Permito


Que La Mujer Enseñe Al Hombre Y Ejerza Autoridad Sobre El; Debe
Mantenerse Ecuánime. Porque Primero Fue Formado Adán, Y Eva Después.
Además, No Fue Adán El Engañado, Sino La Mujer; Y Ella, Una Vez
Engañada, Incurrió En Pecado.

aquí Pablo está hablando de la iglesia cuando está reunida (ver vv. 8-9). En tal
ambiente Pablo dice: «No permito que la mujer enseñe al hombre y ejerza
autoridad sobre él» (v. 12). Estas son las funciones que las realizan los ancianos
de la iglesia, y especialmente los que conocemos como pastor en las situaciones
de la iglesia contemporánea: Son específicamente estas funciones particulares de
los ancianos que Pablo prohíbe que las mujeres ejerzan en la iglesia.

Varias objeciones se han presentado contra esta jposición:


(A) Se ha dicho que este pasaje se aplica sólo a una situación específica que
Pablo está considerando, posiblemente una en donde las mujeres estaban
enseñando doctrina herética dentro de la iglesia de Éfeso.

Pero esta objeción no es persuasiva, puesto que no hay ninguna declaración clara
en 1ª Timoteo que diga que las mujeres en realidad estaban enseñando doctrinas
falsas. (1 Ti 5:13 habla de mujeres que son chismosas, pero no menciona doctrina
falsa).

NOTA. Ver la explicación en las arriba respecto a las funciones de enseñar y gobernar que
les corresponde a los ancianos en una iglesia. Para afirmaciones más extensas de estas
objeciones ver los libros marcados como "favorecen a las mujeres como pastoras) en la
bibliografía al fin de esta capitulo, especialmente los libros de Mickelsen, Spencer, y
Bilezikian.

Todavía más, Pablo no les dice simplemente a las mujeres que están enseñando
doctrina falsa que guarden silencio, sino que dice: «No permito que la mujer
enseñe al hombre y ejerza autoridad sobre él». Finalmente, la razón que Pablo da
para esta prohibición no es la propuesta en esta objeción, sino una muy diferente:
la situación de Adán y Eva antes de la caída, y antes de que haya ningún pecado
en el mundo (ver v. 13), y la manera en que una inversión en los papeles de
hombre y mujer ocurrieron en el momento de la caída (ver v. 14).

Estas razones no están limitadas a una situación en la iglesia de Éfeso, sino que
tienen aplicación en general a los hombres y mujeres.

(B) Otra objeción dice que Pablo da esta prohibición porque las mujeres no tenían
mayor educación en el primer siglo, y por consiguiente no estaban calificadas para
papeles de enseñanzas o de gobierno en la iglesia. Pero Pablo no menciona la
falta de educación como razón para decir que la mujer no puede «enseñar o tener
autoridad sobre los hombres». Sino más bien señala en retrospectiva a la creación
(vv. 13-14). Es precario basar un argumento en una razón que Pablo no da en
lugar de la razón que sí da.

Además, esta objeción entiende mal los hechos reales de la iglesia antigua y del
mundo antiguo. La educación formal en las Escrituras no fue requisito para el
liderazgo de la iglesia y la iglesia del Nuevo Testamento, porque varios de los
apóstoles no tuvieron educación bíblica formal (ver Hch 4: 13).

Por otro lado, la destreza de alfabetización básica y por consiguiente la capacidad


de leer y estudiar las Escrituras estaban disponibles por igual a hombres y mujeres
(notar Hch 18: 26; Ro 16: 1; 1a Ti 2: 11; Tit 2: 3-4). Hubo muchas mujeres bien
educadas en el mundo antiguo, y particularmente en un centro cultural tal como
Efeso.
Finalmente, los que presentan tal argumento a veces son incoherentes en que en
otros lugares señalan a mujeres que tuvieron cargos de liderazgo en la iglesia
antigua, tales como Priscila.

Este punto es especialmente relevante en 1a Timoteo 2, porque Pablo está


escribiendo a Efeso (1 Ti 1:3), que fue donde residían Priscila y Aquila (ver Hch
18: 18-19, 21).

Fue en esta misma iglesia de Éfeso que Priscila supo las Escrituras lo suficiente
como para ayudar a instruir a Apolos en el año 51 d.C. (Hch 18:26).

Luego ella probablemente había aprendido de Pablo mismo por otros tres años
mientras él se quedó en Éfeso enseñando «todo el propósito de Dios» (Hch20: 27;
31; también 1° Co 16:19). Sin duda muchas otras mujeres de Éfeso habían
seguido su ejemplo y también habían aprendido de Pablo. Aunque más tarde ellos
fueron a Roma, hallamos Aquila y Priscila de nuevo en Éfeso al fin de la vida de
Pablo (2 Ti 4: 19), alrededor del año 67 d.C.

Por consiguiente, es probable que estuvieron en Éfeso en el año 65 dC., alrededor


del tiempo cuando Pablo escribió 1a Timoteo (alrededor de catorce años después
de que Priscila había ayudado a instruir a Apolos). Sin embargo, Pablo no permite
ni siquiera a Priscila bien educada o a cualquier otra mujer bien educada de Efeso
que enseñe a los hombres en la asamblea pública de la iglesia. La razón no fue
falta de educación, sino el orden de la creación que Dios estableció entre hombres
y mujeres.

2. 1 CORINTIOS 14: 33 B-36.


En una enseñanza similar Pablo dice:

33 
pues Dios no es Dios de confusión, sino de paz.

Como en todas las iglesias de los santos,


34 
vuestras mujeres callen en las congregaciones; porque no les es permitido hablar, sino
que estén sujetas, como también la ley lo dice.
35 
Y si quieren aprender algo, pregunten en casa a sus maridos; porque es indecoroso que
una mujer hable en la congregación.
36 
¿Acaso ha salido de vosotros la palabra de Dios, o sólo a vosotros ha llegado?

1 Co 14:33-36
En esta sección Pablo no puede estar prohibiendo toda habla pública de parte de
las mujeres en la iglesia, porque en 1" Corintios 11:5 claramente les permite orar y
profetizar en la iglesia. Por consiguiente, es mejor entender este pasaje como
refiriéndose al discurso que está en la categoría que se considera en el contexto
inmediato, es decir, la evaluación hablada y juzgar las profecías en la
congregación (ver v. 29; «En cuanto a los profetas, que hablen dos o tres, y que
los demás examinen con cuidado lo dicho»).
En tanto que Pablo permite que las mujeres hablen y profeticen en la reunión de la
iglesia, no les permite hablar en voz alta y dar evaluación o análisis de las
profccías quc se han dado, porque esto sería una función de gobernar con
respecto a toda la iglesia. Esta comprensión del pasaje depende de nuestra
noción del don de profecía en la edad del Nuevo Testamento, es decir, que la
profecía no incluye enseñanza bíblica autoritativa, ni decir palabras de Dios que
son iguales a las Escrituras, sino más bien informar algo que Dios
espontáneamente trae a la mente.
De esta manera, las enseñanzas de Pablo son muy consistentes en 1 Corintios 14
Y 1a Timoteo 2: en ambos casos se preocupa por preservar e liderazgo de los
varones para enseñar y gobernar en la iglesia.

NOTA: Esta noción del don de profecía se explica más completamente en el capítulo 53.

Una objeción evangélica reciente a esta conclusión sobre 1Co 13:33-36


simplemente dice que estos versículos no fueron escritos por Pablo y no
pertenecen en el texto de 1 Corintios, y por consiguiente no se los debe considerar
como Escrituras autoritativas para nosotros hoy: ver Gordon Fee, The First Epistle
to the Corinthians, PP. 699-708.

EI argumento básico de Fee es que es imposible reconciliar este pasaje con 1" Co
11: 5, en donde Pablo claramente permite que las mujeres hablen en la iglesia.
(También da mucho peso al hecho de que los vv. 34-35 están movidos a fin de 1
Col 4 en algunos manuscritos antiguos). Pero Fee no da a consideración
adecuada
a la noción representada aquí, es decir, que Pablo simplemente está prohibiendo a
las mujeres la tarea autoritativa de juzgar las profecías en la iglesia reunida.

La posición de Fee es sorprendente a la luz del hecho de que ningún manuscrito


antiguo de 1 Corintios omite estos versículos. (Los pocos manuscritos que ponen
esta sección al fin del capítulo 14 son manuscritos mucho menos confiables que
tienen también variaciones frecuentes en otras partes en 1' Corintios).

3. 1 TIMOTEO 3: 1-7 Y TITO 1:5-9.

Tanto 1 Timoteo 3: 1-7 como Tito 1: 5-9 dan por sentado que los ancianos van a
ser hombres. Un anciano (u obispo o presbítero) debe ser «esposo de una sola
mujer» (1* Ti 3:2; también Tit 1: 6), y «Debe gobernar bien su casa y hacer que
sus hijos le obedezcan con el debido respeto» (1 Ti 3:4).
Algunos pueden objetar que estas fueron direcciones dadas sólo para la situación
cultural en el mundo antiguo, en donde las mujeres no tenían mucha educación,
pero la misma respuesta que se dio arriba respecto a 1 Timoteo 2 se aplicaría en
este caso por igual.

4. LA RELACION ENTRE LA FAMILIA Y LA IGLESIA.


EI Nuevo Testamento hace conexiones frecuentes entre la vida de la familia y la
vida de la iglesia. Pablo dice: «Porque el que no sabe gobernar su propia familia,
¿cómo podrá cuidar de la iglesia de Dios?» (1 Ti 3: 5). Le dice a Timoteo: «No
reprendas con dureza al anciano, sino aconséjalo como si fuera tu padre. Trata a
los jóvenes como a hermanos; a las ancianas, como a madres; a las jóvenes,
como a hermanas, con toda pureza» (13 Ti 5: 1-2). Se podrían citar varios otros
pasajes, pero la relación estrecha entre la familia y la iglesia debe ser clara.

Debido a esta conexión es inevitable que los patrones de liderazgo de la familia


reflejarán los patrones de liderazgo en la iglesia, y viceversa. Es muy apropiado
que, conforme los hombres santos cumplen sus responsabilidades de liderazgo de
la familia, deben también cumplir responsabilidades de liderazgo en la iglesia.

A la inversa, si en la iglesia se establecen patrones de liderazgo femenil,


inevitablemente eso pondrá presión hacia un mayor liderazgo femenil, y hacia la
abdicación de liderazgo masculino, dentro de la familia.

ANOTACIONES ADICIONALES

Las mujeres, primeras testigos de la resurrección de Jesús

“Muy temprano, apenas salido el sol”, precisa el evangelio de Marcos, el primer día de la semana
las mujeres fueron al sepulcro a cumplir con el ritual que como mujeres les correspondía: ungir el
cadáver que habían depositado en la tumba. Por eso “compraron perfumes para perfumar el
cuerpo de Jesús”, escribe Marcos  y Lucas, que “llevaban los perfumes que habían
preparado”.

Según el evangelio de Mateo, eran dos mujeres: María Magdalena y la otra María; según el de
Lucas, eran muchas: María Magdalena, Juana, María la madre de Santiago y las otras mujeres;
según Marcos, eran tres mujeres: María Magdalena, María la madre de Santiago y Salomé;
mientras Juan solo menciona a María Magdalena. Bueno, no importa quiénes eran. El hecho es
que las primeras que llegaron a la tumba de Jesús eran mujeres y discípulas: las mismas
que según el evangelio de Lucas habían seguido a Jesús desde Galilea (8,2-3).

A pesar del miedo y la tristeza que sentían madrugaron para ir a la tumba de Jesús. Más miedo
sintieron al llegar al lugar y encontrar que la piedra que tapaba el sepulcro no estaba en su lugar, y
más todavía porque no estaba en la tumba el cuerpo de Jesús y “vieron a dos hombres de pie junto
a ellas vestidos con ropas brillantes”, narra Lucas, mientras en la versión de Marcos “vieron,
sentado al lado derecho, a un joven vestido con una larga ropa blanca” y Mateo se refiere a un
ángel que “brillaba como un relámpago y su ropa era blanca como la nieve”: no importa, son
maneras de expresar la experiencia de la trascendencia. Lucas constata que estaban “llenas de
miedo” y Marcos escribe que “se asustaron”. Por eso el ángel que cuidaba el lugar las saludó: “No
tengan miedo”, en palabras de Mateo y “No se asusten”, en palabras de Marcos”; en cambio los
tres evangelios sinópticos coinciden en la confesión de fe: “No está aquí, sino que ha
resucitado” (Mt 28,7; Mc 16,7; Lc 24,6).

Ejemplos de mujeres:

La historia del Antiguo Testamento incluye relatos de sólidos liderazgo femenino


en muchos roles, tal como los siguientes ejemplos dignos de destacar: Miriam fue
profetisa en Israel durante el éxodo, junto a sus hermanos Moisés y Aarón (Éxodo
15:20). Débora, que era no sólo
profetisa sino jueza, dirigió a Barac para que guiara al ejército de Israel hacia un
combate exitoso contra los opresores (Jueces 4 y 5). Hulda, también profetisa,
autenticó el rollo de la Ley encontrado en el templo y ayudó a iniciar la reforma
religiosa en los días de Josías (2 Reyes 22:14-20; 2 Crónicas 34:22-28).

El Nuevo Testamento también muestra que las mujeres desempeñaban roles


ministeriales importantes en la Iglesia Primitiva. Tabita (Dorcas) puso en marcha
un efectivo ministerio de benevolencia (Hechos 9:36). Las cuatro hijas solteras de
Felipe eran profetisas reconocidas (Hechos 21:8,9). Pablo señaló a dos mujeres,
Evodia y Síntique, como mujeres que “combatieron juntamente conmigo en el
evangelio” (Filipenses 4:2,3). Priscila fue otra de las mujeres que Pablo consideró
ejemplar entre sus “compañeros de trabajo en Cristo Jesús” (Romanos 16:3,4). En
Romanos 16, Pablo saluda a muchos colegas ministeriales, entre los cuales
muchas eran mujeres. En estos saludos, la palabra que Pablo usa para hablar del
“trabajo” (kopiaō), o la “labor” de María, Trifena, Trifosa, y Pérsida (Romanos
16:6,12) es una que utiliza con frecuencia para su propia labor ministerial (1
Corintios 16:16; 1 Tesalonicenses 5:12; 1 Timoteo 5:17).

Febe, una líder de la iglesia en Cencrea, fue muy elogiada por Pablo ante la
iglesia de Roma (Romanos 16:1,2). Lamentablemente, las parcialidades de las
traducciones han oscurecido la posición de Febe en el liderazgo; por ejemplo,
algunas versiones en inglés traducen el término como “sierva”, pero Febe era
diakonos de la iglesia en Cencrea. Por lo general, Pablo utilizaba este término
para identificar a un ministro o líder de una congregación, y lo aplica
específicamente a Jesucristo, Tíquico, Epafras, Timoteo, y su propio ministerio.
Según el contexto, diakonos por lo general se traduce como “diácono” o “ministro”.
Aunque algunas traducciones han escogido la palabra “diaconisa” (por ejemplo, la
NVI, pues Febe es mujer), el griego diakonos es un sustantivo masculino. Por
tanto, es probable que diakonos fuera una designación para una posición de
liderazgo oficial en la Iglesia Primitiva. Por tanto, la traducción correcta para el rol
de Febe sería “diácono” o “ministro” (como lo reflejan algunas versiones en inglés,
por ejemplo, la New Living Translation, NLT).
Además, muchas traducciones reflejan inclinaciones similares al referirse a Febe
como alguien que “ha ayudado” (NVI), “ha sido de ayuda” (NTV) para muchos,
incluido el mismo Pablo (Romanos 16:2). El término griego aquí es prostatis, que
NRSV [versión en inglés] se traduce como “benefactor’, con sus matices de
igualdad y liderazgo.

Pablo identificó a Junia como apóstol (Romanos 16:7). A comienzos del siglo
trece, algunos eruditos y traductores masculinizaron su nombre como Junias, al
parecer estaban renuentes a reconocer que había una apóstol mujer. Sin
embargo, el nombre Junia se encuentra más de 250 veces solamente en Roma,
mientras que la forma masculina Junias es conocida en cualquier fuente greco-
romana. Pablo claramente fue en defensor de la mujer en el ministerio.

Estas instancias de mujeres cumpliendo funciones de liderazgo en la Biblia, deben


considerarse como un patrón aprobado por Dios, no como excepciones a sus
normas divinas. Incluso un número limitado de mujeres que cumplían funciones de
liderazgo con el respaldo de las Escrituras afirman que Dios en verdad llama a
mujeres al liderazgo espiritual.

Un estudio del rol de la mujer en el ministerio

El significado bíblico del término “ministerio” es fundamental para definir el rol


escritural de las mujeres en el ministerio. De Cristo, nuestro gran modelo, se dijo lo
siguiente: “Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido [diakoneō], sino
para servir [diakoneō], y para dar su vida en rescate por muchos” (Marcos 10:45;
cf. Mateo 20:28). El liderazgo del Nuevo Testamento que ejemplificó Jesús,
encarna al líder espiritual como servidor, sea hombre o mujer. El asunto de la
autoridad humana no tiene una significancia primordial, aunque surja naturalmente
con el desarrollo organizativo y estructural.

Génesis 2:18-25 Algunos expositores han enseñado que todas las mujeres deben
subordinarse a los hombres adultos porque Eva fue creada después de Adán para
ser su “ayuda adecuada” (NVI; ayuda idónea”, RV60). Sin embargo, la palabra
ēzer (“ayuda”) nunca se usa en la Biblia hebrea con un sentido de subordinación;
diecisiete de veinte veces se utiliza con referencia a Dios como ayudador. Eva fue
creada para ser una ayuda “adecuada” o “correspondiente a” (kenegdo) Adán, no
subordinada.

Algunos argumentan que Dios creó a los hombres y a las mujeres con diferentes
características y deseos, y que estas diferencias explican por qué las mujeres no
deben acceder a los roles de liderazgo. Otros atribuyen estas diferencias
percibidas a expectativas culturales y sociales impuestas sobre los hijos desde la
niñez hasta la adultez. Las diferencias físicas y las típicas funciones biológicas son
obvias; pero sólo por deducción se afirma que las diferencias de género sugieren
limitaciones en el liderazgo.
¿Deberían las mujeres servir
como pastoras / predicadoras?
RESPUESTA

Posiblemente no hay un tema más discutido en la iglesia de hoy que el tema de las mujeres que
sirven como pastoras / predicadoras. Por consiguiente, es muy importante no mirar este tema
como hombres contra mujeres. Hay mujeres que creen que las mujeres no deberían servir como
pastoras y que la Biblia coloca restricciones en el ministerio de las mujeres, y hay hombres que
creen que las mujeres pueden servir como predicadoras y que no hay restricciones sobre las
mujeres en el ministerio. Este no es un asunto de machismo o discriminación. Es un asunto de
interpretación bíblica.

1ª Timoteo 2:11-12 proclama, "La mujer aprenda en silencio, con toda sujeción. Porque no
permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio". En la
iglesia, Dios asigna diferentes roles a los hombres y a las mujeres. Este es el resultado de la
manera en que la humanidad fue creada (1ª Timoteo 2:13) y la manera en la que el pecado entró
en el mundo (2ª Timoteo 2:14). Dios, a través de los escritos del apóstol Pablo, restringe a las
mujeres de servir en roles de enseñanza y/o tener autoridad sobre los hombres. Esto impide a las
mujeres servir como pastoras sobre los hombres, lo cual definitivamente incluye predicarles,
enseñarles públicamente y ejercer autoridad espiritual sobre ellos.

Hay muchas "objeciones" a este punto de vista sobre las mujeres en el ministerio pastoral. Una
objeción común es que Pablo restringe a las mujeres de enseñar porque en el siglo primero, las
mujeres por regla general eran incultas. Sin embargo, en ninguna parte de 1ª Timoteo 2:11-14
menciona el nivel educativo. Si la educación hubiese sido un requisito para el ministerio, la
mayoría de los discípulos de Jesús probablemente no habrían calificado. Una segunda objeción
común era que Pablo solamente restringió a las mujeres de Éfeso de enseñar a los hombres (1ª
Timoteo fue escrita a Timoteo, un pastor en la iglesia de Éfeso). La ciudad de Éfeso fue conocida
por su templo de Artemisa, y las mujeres eran la autoridad en esa rama del paganismo; por lo
tanto, la teoría dice que Pablo sólo reaccionaba contra las costumbres de los idólatras de Éfeso
dirigidas por mujeres, y la iglesia necesitaba ser diferente. Sin embargo, en ningún lugar del libro
de 1ª Timoteo se menciona a Artemisa, ni Pablo menciona la práctica estándar de los adoradores
de Artemisa como una razón para las restricciones en 1ª Timoteo 2:11-12.

Una tercera objeción común es que Pablo solamente se está refiriendo a los esposos y las esposas,
no a los hombres y a las mujeres en general. Las palabras en griego para "mujer" y "hombre" en 1ª
Timoteo 2:11-14 podrían referirse a esposos y esposas. Sin embargo, el significado básico de las
palabras es más amplio que eso. Adicionalmente, las mismas palabras en griego son utilizadas en
los versículos 8-10. ¿Solo los esposos deben orar en todo lugar, levantando manos santas, sin ira ni
contienda (versículo 8)? ¿Solo las esposas deben vestirse con ropa decorosa, con pudor y
modestia; tener buenas obras y adorar a Dios (versículos 9-10)? Por supuesto que no. Los
versículos 8 al 10 claramente se refieren a los hombres y mujeres en general, no solamente a los
esposos y a las esposas. No hay nada en el contexto que debiera indicar una limitación para
esposas y esposos en los versículos 11 al 14.

Sin embargo, otra objeción a esta interpretación de mujeres en el ministerio pastoral es en


relación con Miriam, Débora, Hulda, mujeres que mantuvieron posiciones de liderazgo en el
antiguo testamento. Es verdad que estas mujeres fueron escogidas por Dios para un servicio
especial para Él y que ellas son modelos de fe, coraje y, sí, liderazgo. Sin embargo, la autoridad de
las mujeres en el antiguo testamento no es relevante para el tema de los pastores en la iglesia. Las
epístolas del nuevo testamento presentan un nuevo paradigma para el pueblo de Dios, la iglesia, el
cuerpo de Cristo y, ese paradigma involucra una estructura de autoridad única para la iglesia, no
para la nación de Israel o cualquier otra entidad del antiguo testamento.

Argumentos similares se hacen usando a Priscila y Febe en el nuevo testamento. En el libro de los
Hechos, el capítulo 18, Priscila y Aquila son presentados como ministros fieles de Cristo. El nombre
de Priscila es mencionado primero, indicando probablemente que ella era más "prominente" en el
ministerio que su esposo. ¿Enseñaron Priscila y su esposo el evangelio de Jesucristo a Apolos? Sí,
en su casa "le expusieron más exactamente el camino de Dios" (Hechos 18:26). ¿Dice la Biblia
alguna vez que Priscila pastoreó una iglesia, o enseñó públicamente o se convirtió en la líder
espiritual de una congregación de santos? Sin embargo, en ninguna parte se describe a Priscila
participando en una actividad de ministerio que esté en contradicción con 1ª Timoteo 2:11 al 14.

En Romanos 16:1, a Febe se le considera una "diaconisa" (o "sierva") en la iglesia y es altamente


elogiada por Pablo. Pero, como con Priscila, no hay nada en las Escrituras que indique que Febe
fuera una pastora o maestra de hombres en la iglesia. "Apto para enseñar" es un calificativo dado
para los ancianos, pero no para los diáconos (1ª Timoteo 3:1-13; Tito 1:6-9).

La estructura de 1ª Timoteo 2:11 al 14 deja la razón perfectamente establecida. El versículo 13


comienza con "Porque" y da la "causa" de lo que Pablo declara en los versículos 11 y 12. ¿Por qué
las mujeres no deberían enseñar o tener autoridad sobre los hombres? Porque "Adán fue formado
primero, luego Eva. Y Adán no fue engañado; sino que la mujer, siendo engañada, incurrió en
transgresión". Esa es la razón. Dios creó a Adán primero y luego creó a Eva a fin de que fuera
"ayuda idónea" para Adán. Este orden de la creación tiene una aplicación universal para la
humanidad en la familia (Efesios 5:22-23) y en la iglesia.
El hecho de que Eva fuera engañada también se da en 1 Timoteo 2:14 como una razón para que
las mujeres no sirvan como pastoras o tengan autoridad espiritual sobre los hombres. Esto no
significa que las mujeres sean ingenuas o que sean engañadas más fácilmente. Si todas las mujeres
son engañadas más fácilmente, ¿por qué se les permitiría enseñar a los niños (quienes son
fácilmente engañados) y a otras mujeres (quienes supuestamente son engañadas más
fácilmente)? El texto simplemente dice que las mujeres no deben enseñar o tener autoridad
espiritual sobre los hombres porque Eva fue engañada. Dios ha dado a los hombres la autoridad
de enseñanza principal en la iglesia.

Muchas mujeres sobresalen en dones de hospitalidad, misericordia, enseñanza, evangelismo y


ayuda. Gran parte del ministerio de la iglesia local depende de las mujeres. Las mujeres en la
iglesia no están restringidas de orar o profetizar en público (1ª Corintios 11:5), solamente de tener
autoridad en las enseñanzas espirituales sobre los hombres. La Biblia en ninguna parte restringe a
las mujeres de ejercitar los dones del Espíritu Santo (1ª Corintios capítulo 12). Así como los
hombres, las mujeres, están llamadas a ministrar a otros, a demostrar el fruto del Espíritu (Gálatas
5:22-23), y a proclamar el evangelio a los perdidos (Mateo 28:18-20; Hechos 1:8; 1ª Pedro 3:15).

Dios ha ordenado que solamente los hombres sirvan en posiciones de autoridad de enseñanza
espiritual en la iglesia. Esto no es necesariamente porque son mejores maestros, o porque las
mujeres son inferiores o menos inteligentes (tal no es el caso). Es simplemente la manera en que
Dios designó la iglesia para que funcione. Los hombres deben ser ejemplo en el liderazgo
espiritual, en sus vidas y a través de sus palabras. Las mujeres deben asumir un papel menos
autoritario. Se las anima a enseñar a otras mujeres (Tito 2:3-5). La Biblia tampoco restringe a las
mujeres de enseñar a los niños. La única actividad de la que están restringidas es de enseñar o
tener autoridad espiritual sobre los hombres. Esto impide que las mujeres sirvan como pastoras de
hombres. De ninguna manera esto las hace menos importantes, más bien les da un ministerio
enfocado más de acuerdo con el talento dado por Dios.

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