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Rosert A. DAHL LA DEMOCRACIA UNA GUIA PARA LOS CIUDADANOS, Traduccién de Fernando Vallespin TAURUS, PENSAMIENTO Titulo original: On Dewaaay © 1998, by Yale Universi © De esta edicion 1900, Aguilar, tea, Taurus, Alfguara, SA. G0. (1437) Buenos Aires Beale + Santillana S.A, Torrelaguna 60) 28043, Madrid, Es Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara, SA, de CAV Ava. Universidad 767, Cal. del Valle, 03100, Mei + Ediciones Sancillana SA, Galle 80, 1 # Santilana S.A, ‘Avda. San Felipe 731 - Jess Maria, Lima, Pert Ediciones Santillana SA Invier d 0.11 ‘Aguilar Chilena de Ediciones Lid, De Anibal Arata 1444, Providencia, Sntiago de Chile, Chie Santillana de Ediciones 5. Avenida Arce 2853, Barvio de Salinas, La Paz, Bolivia + Santillana SA, 3, Bogoti, Colombi 00, Montevideo, Uruguay Précer Garlos Argtillo 288, Asuncidn, Paraguay As ISBN: 95051148 Disefio de enbierta: Pep Carri y Sonia Sinehex Fotografia: Alfonso Zubiaga Hecho el depésito que indica la Ley 11.723, Impreso.en Argentina. Print in Argentina INDICE 1, a pais: un caso, podria decinse, de genocidio autoinfligido. El temor de Pol Pot las clases instruiidas era tal que fueron casi exterminadas: llevar gafas 0 no tener manos callosas equivalia casiliteralmente a una pena de muerte. A decir verdad, la historia del gobierno popular no carece dle sus propias y serias sombras. Como todos los gobiernos, el gobierno popular ha actuado a veces injusta y cruelmente ha Gia personas de fuera de sus fronteras, gentes de otros Estados —extranjeros, habitantes dle las colonias y otros—. A este res- pecto, los gobiernos populares no se comportaron peorha los extraiios de lo que lo hicieran los gobiernos no democ cos, ya veces se comportaron mejor: En algunos casos, como en la India, las potencias coloniales contribuyeron, conscien- te 0 inconscientemente, a la creacién de valores ¢ institucio- nes democraticas. Pero no deberiamos condonar las injusti- clas mostradas por paises democriticos hacia los extratios, puesal hacerlo contradicen un prineipio moral fundamental, que —como ver yuda ajust ficar la igualdad politica entre los eiudadanos de tuna demo- cracia. La tinica solucién a esta contradiccién puede que con. sista en imponer un c6digo universal de derechos hurranos que de hecho sea efectivamente respetado en todo el mundo. Por muy importante que sea este problema y su solucién, esta, sin embargo, fuera del émbito de este pequetio libro. Un desafio mas directo a las ideas y priicticas eemocriticas ¢sel daiio infligido por gobiernos populares a personas que vi- ven dentro de su jurisdiccién y que estan obligadas a obedecet sus leyes, pero que carecen de los derechos a participar en el gobierno. A pesar de que estas personas son gobernadas, no go- biernan. Afortunadamente, la solucién aeste problema es ob via, aunque no sea siempre ficil de poner en prictica: los dere- chos democraticos deben extenderse a los miembros de los grupos excluidos. De hecho, esta solucién fue ampliamente adloptada en los sigios xr¢y XX cuando fueron abolidos loslimi (es anteriores al derecho de sufragio y el sufragio adulto uni- versal devino en la pauta basica del gobierno democratico? iEsperel, podremos decir. :Acaso los gobiernos democrat cos no pueden infligir dantosa una minoria de ciudadanos que sseen derecho al voto, pero que sisteméticamente pierden Be las elecciones a favor de tuna mayoria? 2No es eso a lo que ea fern cua halos decade mors Desearia que la respuesta fuera sencilla, Por desgracia, es mucho mis complicada de lo que pueda imaginar. Las com. plicaciones obediecen al hecho de que pricticamente toda fey o politica piiblica, ya sea adoptada por una mayoria de mocritica, una minoria oligarquica 0 un dictador benigno, fst llamada a provocar algin daio a algunas personas. Di cho llanamente, la cuesti6n no es si un gobierno puede dise far todas sus leyes de forma que ninguna de ellas lesione los intereses de algiin ciudadano, Ningin gobierno, ni siquiera ‘un gobierno democritico, puede estar a la altura de tal pre- tensidn. La cucstion es si, a largo plazo, un proceso democrat co tender a producir menos dao a los derechos € intereses iva no demo: de sus ciudadanos que cualquier otra alte critica. Aunque solo sea porque los gobiernos democraticas impiden que lleguen a gobernar autocracias abusivas, satis cen este requisito mejor que los gohiernos no democraticas. Pero, precisamente porque las democracias son mucho menos tirinicas que los gobiernos no democriticos, los civ dadanos democraticos apenas pueden permitirse ser com: placientes, No podemes justificar razonablemente la comi: sién de un crimen menor porque otros cometan crimenes mayores. Incluso cuando un pais democratico, siguiendo procedimientos democraticos, crea una injusticia, el resulta do... sigue siendo una injusticia. El poder de la mayoria no se convierte en el derecho de la mayoria’. Con todo, hay otras razones para creer que las democra- iuosas de los intereses hu cias tienden a ser mis justas yre ‘manos hisicos que las no democracias. 2 Lademocracia garantiza a sus ciuladanos una cantidad de derechos fundamentales que los gobiernos no democriticos no gavantizan ni pueden garantizar La democracia no es tinicamente un procedimiento de gobierno, Dado que los derechos son elementos necesarios de las instituciones politicas democraticas, la democracia es también intrinsecamente un sistema de derechos. Los dere chosse encuentran entre los pilares esenciales de un proceso de gobierno democratico. Consideremos por un momento los criterios democriticos descritos en el iltimo capitulo. No es evidente que para satis- facer esos criterios un sistema politico habria de asegurar ne- cesariamente a sus ciudadanos algunos derechos? Tomemos Ja participaci6n efectiva: para satisfacer ese criterio, zno debe. rian poseer sus ciudadanos necesariamente un derechos parti- cipar y un derecho a expresar sus puntos de vista sobre asantos politicos, a escuchar lo que otros ciudadanos tengan que de ir, a discutir asuntos politicos con otros ciudadanos? © ten- gamos en cuenta lo que exige el criterio de la igualdad de vor (0: los ciudadanos deben tener deredo'a votar ya que sus votos cuenten equitativamente. Yasi con otros criterios democrati- cos: claramente, los ciudadanos deben tener un dereche a in- vestigar las alternativas, un derecho participar a cidir como y qué debe ir en la agenda, ewetera Por definici6n, ningtin sistema no democratico otonga a sus ciudadanos (0 stibditos) este amplio elenco de derechos politicos. Si algtin sistema politico lo hiciera, jse convertiia, por definicién, en un sistema democritico! Con todo, la diferencia no es una mera cuestién de defini ciones. Para satisfacer las exigencias de la democracia, los dere chos que le son inherentes deben estar efectivamente a disposi- cién de sus ciuidadanos. No basta con prometer derechos democraticos en textos escritos, en la ley, o incluso en un cocte mento constituicional, Los derechos ceben hacerse verdadera- mente efectivosy estar efectivamente a disposicién de los ciudae danos en la practica, Sino lo estan, entonces el sistema politico no es, a estos efectos, demoeratico, con independencia de lo que el gobernante pretend; los adornos de “democracia” son luna mera fachada para un gobierno no demoeritico, Ante la atraccion de las ideas demoeraticas, en el sigh XX los gobernantes despoticos han encubierto muchas veces sit dominio bajo un espectaculo de “democracia” y “elecciones” Imaginemos, sin embargo, que en tal pais los ciudadanos lle lahorace de- 60 eguir disponer de alguna forma, por hablar co an a conseguir csp is I 0 cia, El pais ha hecho entonces una transicién a la democracia como ha ocurrido con gran frecuencia a lo largo de la se- india mitad del siglo xx. B Llegadosa este punto, podria objetarse que la libertad de Jabra, digamos, no existira simplemente por el mero he- zh quién le importan las definiciones? Seguramente diria mos que la conexi6n debe estar en algo que se encuentra mis alli de la definici6n. Y, desde luego, estariamos en lo cierto. Las instituciones que otorgan y protegen los derechos yoportunidades democraticos basicos son necesarias para la democracia: no simplemente como una condicién logica mente necesaria, sino como una condicién empiricamente necesaria para que exista ka democracia. ‘Aun asi podriamos preguntarnos, zacaso no estamos aqui ante pura teoria, abstracciones, ante el juego de te6ricos, fi Js0fos y otros intelectuales? Sin duda, podtians atiadi, se ria demencial pensar que el apoyo de unos cuantos fil6sofos basta para crear y sustentar la democracia. ¥, desde luego, es tarfamos en lo cierto. En la parte IV examinaremos algunas de las condiciones que aumentan las posibilidades de que la democracia sea mantenida, Entre ellas esti la existencia de tuna amplia presencia de los valores democriticos entre los cludadianos y lideres politicos, incluidos los relativos a los de echos y oportunidades necesarios para la democracia. Afortunadamente, la necesidad de estos derechos y opor- tunidades no esalgo tan ininteligible como para que no pue- daser comprendido por los ciudadanos corrientes y sus lide 1€s politicos. Para los estadounidenses totalmente corrientes de finales del siglo xv, por ejemplo, era bastante obvio que tener una repiiblica democratica sin libertad de expresién, Una de las primeras decisiones de Tomas Jeffer- son después cle haber accedido a la presidencia en 1800 fue la de abolir Ia infamante Ley de Extranjeria y Sedicion, apro- bada bajo su antecesor, John Adams, que hubiera sofocado la exptesion politica. Al hacerlo, Jefferson no s6lo respondia a “6

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