Está en la página 1de 4

05-079-001

4 cop
Las representaciones sociolingüísticas:
elementos de definición
Henri Boyer

Se puede razonablemente considerar que las representaciones de la lengua


son solo una categoría de representaciones sociales: incluso si la noción de
representación sociolingüística, desde un punto de vista epistemológico,
funciona de manera autónoma en ciertos sectores de las ciencias del
lenguaje, conviene referir la problemática de las representaciones a su
campo disciplinario original: la psicología social.
Se sabe que precisamente en psicología social la noción de
"representación social" es una noción central; se la considera "una forma de
saber práctico que liga a un sujeto con un objeto", "una forma de conocimiento
socialmente elaborada y compartida, que tiene un fin práctico y concurre a
la construcción de una realidad común a un conjunto social" (Jodelet 1989).
Ese funcionamiento cognitivo es analizado por los psicosociólogos
esencialmente en términos de estructuración y regulación sociales. Así,
según W. Doise (1985), la representación social es "una instancia
intermediaria entre concepto y percepción; [...] se sitúa sobre dimensiones de
actitudes, de información y de imágenes; [...] contribuye a la formación de
conductas y a la orientación de las comunicaciones sociales; [...] lleva a
procesos de objetivación, clasificación y anclaje; [...] se caracteriza por una
focalización sobre una relación social y una presión a la inferencia; y, sobre
todo, [...] se elabora en diferentes modalidades de comunicación: la difusión,
la propagación y la propaganda". Y el mismo Doise considera, en otro
estudio, que "es el análisis de las regulaciones [sociales] lo que constituye el
estudio propiamente dicho de las representaciones sociales" (Doise 1988).
Así, "la representación social" [cumple] ciertas funciones en el
mantenimiento de la identidad social y del equilibrio sociocognitivo ligado a
ella (Jodelet 1989): además de una "función cognitiva esencial", una "función
de protección y de legitimación", así como funciones "de orientación de las
conductas y comunicaciones, de justificación anticipada o retrospectiva de
las interacciones sociales o relaciones intergrupales" (Jodelet, 1989).
Lo que choca, sin embargo, en el discurso canónico sobre las
representaciones sociales en la psicología social francesa, además del
estatuto polisémico de esa "noción-encrucijada" (Doise 19851), es el hecho de
que sea pensada fundamentalmente en el interior de una dinámica,
ciertamente, pero de una dinámica "suave", si se me permite. El caso del
tratamiento del estereotipo por parte de A. Arnault de la Menardière y G. de
1
Lo cual le permite a S. Ehrlich ironizar un poco: "La representación es como la
meteorología. Delicadamente etérea, es fuente de esperanza inquieta y de algunas
satisfacciones. Presta servicios sin ser verdaderamente fiable. Sospechamos vagamente cómo
se la construye. No vemos en absoluto cómo funciona. Y estamos casi seguros de que existe
realmente." (Ehrlich 1985).

1/4
Montmollin (1985) es significativo al respecto. Se trata, en efecto, del análisis
del funcionamiento de una estructura cognitiva: "[Es] el conjunto de rasgos
atribuidos a un grupo (étnico, nacional, sexual, profesional) de personas,
resultante de una categorización [...] sin la cual el entorno no puede ser
tratado, teniendo en cuenta su complejidad" y que "parece [...] tener un
papel de "guía" para el tratamiento de la información relativa a una persona
de la cual se conoce solamente la categoría social". Se está lejos de una
aproximación ideológica al estereotipo; tendería a asociar más bien esa
"actitud mental" a los "prejuicios", los "sentimientos negativos" y otros
"juicios preconcebidos" y a ver en el estereotipo del gitano, por ejemplo, un
funcionamiento psicosocial problemático, pues "la manera de definir y
encerrar en un estereotipo termina por surtir efecto sobre aquellos que son
arbitrariamente su objeto; esas actitudes mentales, reforzadas por medidas
abiertamente represivas [...] engendran en ellos una actitud ambivalente
frente a su propia cultura y su propia lengua" (Hancock 1988). Retomaré
esta cuestión del análisis del estereotipo (en términos de representación
fosilizada y estigmatizante), pero quisiera apuntar sin dilación lo que parece
caracterizar el análisis psicosocial de la "representación": el hecho de que
tienda a no insistir en las dinámicas conflictivas en las cuales funcionan
imágenes, actitudes y otras categorizaciones más o menos estereotipadas.
Por añadidura, este análisis distingue bien la ideología de la
representación social: "Con relación a los sistemas ideológicos, las
representaciones sociales deben [...] ser estudiadas como subsistemas que
tienen, no obstante, un funcionamiento que les es propio y que las hace
funcionar también en otros campos o sistemas" (Doise 1985). Aparece aquí
una diferencia bastante importante entre los psicosociólogos y los
sociolingüistas en el tratamiento de las representaciones. Sin embargo, no
habría que concluir que la psicología social rechaza tener en cuenta la
dinámica interaccional de las representaciones. Pues insiste, según se ha
visto, en su dimensión "práctica", a la manera de Doise (1985), según el cual
"las representaciones sociales son principios generadores de tomas de
posición ligadas a inserciones específicas en un conjunto de relaciones
sociales y organizan los procesos simbólicos que intervienen en esas
relaciones". Y si "la representación sirve para actuar sobre el mundo y sobre
los demás", ese "carácter práctico, el hecho de que sea una reconstrucción
del objeto [...] implica un desfase con respecto a su referente". Ese "desfase
puede deberse igualmente a la intervención especificadora de los valores y
códigos colectivos, de las implicaciones personales y los compromisos
sociales de los individuos" (Jodelet 1989).
Este es un reconocimiento claro de que las representaciones se basan
en desafíos y decenas de conflictos. Sin embargo, me parece que, sobre todo
en Francia, cierta sociología y cierta sociolingüística se han inclinado por
sacar de este tipo de observaciones todas las consecuencias relativas al
carácter "fundamentalmente dinámico, activo, conflictual, interactivo, de la
reconstrucción permanente de la realidad social" (Windisch 1989), el cual

2/4
engendra necesariamente polarización y antagonismo, y a privilegiar esta
dimensión de las "representaciones".
Para retomar el caso del estereotipo, interesante en muchos aspectos,
se puede evocar los análisis ejemplares de W. Labov (1976), en particular
sobre la estigmatización social de las formas lingüísticas. Labov, según el
cual el estereotipo "es un hecho social" observa "cuán variadas son las
relaciones de los estereotipos con la realidad y cuán cambiantes aparecen
los valores sociales anejos a ellos". Las consideraciones de Labov sobre el
estereotipo referido al "hablar cockney" fueron corroboradas por una
encuesta realizada en una escuela de Londres, donde se mostró claramente
que un acento estigmatizado puede ser juzgado negativamente por sus
propios usuarios y que el funcionamiento del estereotipo está estrechamente
ligado a la estratificación social y a la posición de los sujetos.
De manera general, las "actitudes lingüísticas" y, por tanto, las
representaciones de la/s lengua/s y de su/s variación/es "forma parte del
objeto de estudio de la sociolingüística" (Garmadi 1981). A ese respecto, el
sociólogo P. Bourdieu (1982) es una referencia importante para el
sociolingüista. Al considerar que hay que "incluir en lo real la representación
de lo real o, más exactamente, la lucha de las representaciones, en el sentido
de imágenes mentales, pero también de manifestaciones sociales destinadas
a manipular las imágenes mentales", ha contribuido a privilegiar un
tratamiento dinámico de las representaciones sociales y, en particular, las
sociolingüísticas. Pues según él, "la lengua, el dialecto o el acento",
realidades lingüísticas, "son objeto de representaciones mentales", es decir,
de actos de percepción y apreciación, de conocimiento y reconocimiento, en
los que los agentes invisten sus intereses y sus presupuestos". Bourdieu ha
insistido sobre todo en la dimensión fundamentalmente polémica, agresiva,
de las actitudes, los prejuicios, los estereotipos, etc., y en el poder de las
representaciones sobre actos que son las categorizaciones y las
nominaciones y sobre los desafíos de los procesos de evaluación y, por ende,
de estigmatización. Ha mostrado cómo las representaciones participan de la
violencia simbólica, de esa "forma de dominación que, superando la
oposición que comúnmente se traza entre las relaciones de sentido y las
relaciones de fuerza, entre la comunicación y la dominación, se cumple solo
a través de la comunicación, bajo la cual se disimula". Cómo, pues, las
representaciones están en el centro de una "lucha ideológica entre los grupos
[...] y las clases sociales". Por ejemplo, a propósito de la identidad, en
particular la cultural y lingüística, Bourdieu insiste en la "lucha colectiva
para la subversión de las relaciones de fuerza simbólica que apunta no a
borrar los rasgos estigmatizados sino a revertir la escala de los valores que
las constituye como estigmas". Pues "el estigma produce la revuelta contra el
estigma, que comienza por la reivindicación pública del estigma" (Bourdieu
1980): así, la "licencia lingüística" es ciertamente del orden de la
representación", de la "puesta en escena" (Bourdieu 1983). Por lo demás, esa
"transgresión de normas oficiales", como acto de resistencia a las
representaciones dominantes y por ende a la dominación (lingüística, por

3/4
ejemplo), "se dirige por lo menos tanto contra los dominados "ordinarios" que
se le someten como contra los dominantes o, a fortiori, contra la dominación
en sí".
Hay en Bourdieu una atención muy especial puesta en las dinámicas
de las representaciones cuando aboga por una "ciencia rigurosa de la
sociolingüística espontánea que los agentes ponen en marcha para anticipar
las reacciones de los demás y para imponer la representación que quieren
dar de ellos mismos", la cual "permitiría, entre otras cosas, comprender
buena parte de lo que, en la práctica lingüística, es objeto o producto de una
intervención consciente, individual o colectiva, espontánea o
institucionalizada"; como por ejemplo todas las correcciones que los locutores
se imponen o que les imponen: en la familia o en la escuela, sobre la base
del conocimiento práctico, parcialmente grabado en el lenguaje mismo
("acento parisiense", "marsellés", "arrabalero", etc.), correspondencias entre
las diferencias lingüísticas y las diferencias sociales a partir de una
localización más o menos consciente de rasgos lingüísticos marcados o
remarcados como imperfectos o erróneos (sobre todo en las cartillas de
costumbres lingüísticas del tipo "Diga... no diga...") o, por el contrario, como
valorizadores y distinguidos". (Bourdieu 1983).
Esa dialéctica fundadora de la representación (que es siempre más o
menos una evaluación) y del comportamiento sociolingüísticos, muy presente
en la obra de Bourdieu, su funcionamiento ideológico, están en el centro de
la reflexión de los sociolingüistas del conflicto intercultural.

─────────────────────

BIBLIOGRAFIA CITADA
Arnault de la Menardière, A. y G. de Montmollin (1985). "La représentation comme structure
cognitive en psychologie sociale", Psychologie française, tomo 30, 3/4.
Bourdieu, P. (1980). "L'identité et la représentation". Actes de la recherche en sciences
sociales, nº 35.
-- (1982). Ce que parler veut dire. París: Fayard.
-- (1983). "Vous avez dit »populaire«?" Actes de la recherche en sciences sociales, nº 46.
Doise, W. (1985). "Les représentations sociales: définition d'un concept". Connexions, nº 45.
-- (1988). "Les représentations sociales: un label de qualité". Connexions, 51.
Ehrlich, S. (1985). "La notion de représentation: diversité et convergences".Psychologie
française. tomo 30, 3/4.
Garmadi, J. (1981). La sociolinguistique. París: PUF.
Hancock, I. (1988)."Le stéréotype du Gitan". Études Tsiganes, 3.
Jodelet, D. (1989). "Représentations sociales: un domaine en expansion", en Denise
Jodelet (dir.). Les représentations sociales, París, PUF.
Labov, W. (1976). Sociolinguistique, París, Éditions de Minuit.
Windisch, U. (1989). "Représentations sociales, sociologie et sociolinguistique", en D. Jodelet
(dir.). Les représentations sociales, París, PUF.

Extracto de Henri Boyer (1991): Langues en conflit. París: L'Harmattan, 39-44. Traducción: Roberto Bein.

4/4

También podría gustarte