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HORME
El proceso
psicoanalítico
BREVIARIOS
PSICOANALITICOS
EL PROCESO PSICOANALíTICO
COLECCION: PSICOLOGIA DE HOY
EL 'P R O C E S O
,
!
PSICOANALITICO
P,esentación a la versión
castellana po, el
DR. LEÓN GRINBERG
I
EDICIONES HORM~, S. A. E.
Distribución exclusiva:
EDITORIAL PAIDÓS
BUENOS AIRES
Título del original inglés:
The Psycho-Analytical Process
Editado por
WILLIAM HEINEMANN MEDlCAL BOOKS, LTD.
(Londres)
- Traducido por
HA YDEE FERNANDEZ DE BREYTER
1 S.B.N. 95~61S-042-2
©
Copyright de todas las ediciones en castellano por
, EDICIONES HORME, S.A.E.
Castillo 540 - Buenos Aires
INDICE
Pág.
Presentación a la versión castellana .. .. .. .. . .. .. .. . . .. .. 7
Reconocimiento . 13
Prefacio .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. . .. .. .. . .. .. .. . .. . .. .. .. .. .. .. . . 15
Introducción .. .. .. .. .. .. .. .. .. . .. .. .. .. .. .. .. . .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. 19
Sección I
Cap. .I La recolección de la transferencia ... 29
11 El ordenamiento de las confusiones
" geogra,f'teas . 46
III El ordenamiento de las confusiones
" 1
zona¡es .. 61
IV El umbral de la posición depresiva . 74
" V El proceso del destete . 91
"
Secci6n II
VI
El proceso en pacientes adultos .... 105 ·
" VII
El ciclo del proceso en la sesiónindi-
" vidual 123
VIII El trabajo analítico 138
" IX El psicoanálisis como una actividad
" humana 157
Apéndices 163
lndice alfabético 179
PRESENTACION A LA VERSION CASTELLANA
LEÓN GRINBERG
,.
RECONOCIMIENTO
PREFACIO
D. M.
INTRODUCCIÓN
, '
•
EL PROCESO PSICOANAI.lTICO 21
en el cual los procesos transferenciales de la mente del
paciente pueden encontrar expresión. La palabra "crea-
ción" enfatiza la naturaleza de esta parte técnica de la
tarea, porque resulta evidente que se requiere un pro-
ceso de constante descubrimiento por parte del analista,
refiriéndose a la modulación de la ansiedad por un lado
y a reducir al máximo la interferencia por el otro.
Nótese que se empleó el término "modulación" de la
ansiedad y su "modificación", dado que este últim o es
con seguridad una función del aspecto interpretativo
de la tarea, mientras que la modulación es entendida
como parte del encuadre. Esta modulación se da a
través de la reiterada vivencia que tiene el paciente en
análisis de que hay un lugar donde la expresión de sus
procesos transferenciales no será satisfecha mediante la
. actividad contra-transferencial, sino solamente mediante
la actividad analítica, es decir, una búsqueda de la ver-
dad.
Para que tenga lugar esta búsqueda de la verdad sobre
la mente del paciente, es necesario que el encuadre re-
duzca al mínimo las interferencias en el desarrollo y
elaboración de su transferencia, tales como las que po-
drían ser causadas por la intrusión de realidades ex-
ternas en el encuadre. El sentido común predecirla que
esto
>
es imposible en lo que hace a la edad, sexo,'. as-
pecro y carácter del analista. Pero afortunadamente el
análisis no está sujeto al sentido común y encuentra que
el impulso que surge del paciente hacia la resolución
de sus conflictos actuará al margen de todas estas -rea-
lidades externas, si es que no le san impuestas con de-
masiada fuerza. El secreto reside en la estabilidad, y la
clave para la estabilidad es la simplicidad. Cada analista
debe idear para sí mismo un estilo simple de trabajo .
22 DONALD MEL'fZER
• Véase Apéndice K.
,
EL PROCESO PSICOANALITICO 23
,
entre el "análisis" del paciente, como un proceso poten..
cialmente tan largo como la vida y que constituye una
forma de vida con la responsabilidad obtenida a través
de! insight y el ser analizado como el método de poner
en acción el auto-análisis. Este último estado da con-
sistencia al concepto de "terminación", que se diferencia
del de "interrupción", y a objetivos de logro de la
organización básica de la personalidad antes que a la
resolución de determinados rasgos o síntomas psíco-
patológicos. Se podría decir que este enfoque está ale-
jado del mod elo médico de la tarea psicoanalírica, pues
, significa el abandono de conceptos tales como "enferme-
dad" y "curación" a favor de un enfoque puramente
metapsicológico. '
Fue un desarrollo natural el que vinculó al psicoaná-
lisis tan estrechamente con e! campo médico y la neu -
ropsiquiatr ía; se recogieron muchos beneficios mutuos,
especialmente en los comienzos cuando la gama tera- ,
péurica del análisis era tan limitada que e! diagnóstico
psiquiátrico diferencial constituía un resguardo ese-ncial
para la práctica analítica. Pero como la psiquiatría ha
avanzado con las drogas, psicoterap ias, tratamientos en
grupo y enfoques sociológicos, la presión sobre el psi-
coanálisis para que "cure" los enfermos ha disminuido
y ha comenzado a escIarecerse su posición en el rnun-"
do. El psicoanálisis se ha convertido por un lado en
el más fructífero método de investigación de la m en-
talidad humana, donde el concepto de "mente" es di-
ferenciado del de "cerebro" y constituye su principal
foco de inter és, Por otra parte, el psicoanálisis ha de-
mostrado ser un campo de aprendizaje y fuente de in-
.ormaci ón para los campos afines, o sea, la psicología,
las ciencias sociales y la medicina.
24 DONALD MELTZER
,
EL PROCESO PSICOANALITICO 25
largo tiempo. Pero tampoco es razonable decir que no
cooperan, hasta que se haya establecido una franca
alianza con la parte "adulta" de su personalidad, de mo-
do tal que se puedan estudiar las fluctuaciones en el
esfuerzo.
Por estas razones, este libro ha sido construido al-
rededor del proceso tal como se manifiesta en el con-
sultorio de niños y puede parecer aplicable principal-
mente la experiencia del analista de niños. Sin em-
bargo, si los lectores que carecen de experiencia en este
área perseveran hasta el Capítulo VI, encontrarán que
el panorama total entra en relación con los hechos' del
consultorio adulto. En realidad cada analista está cons-
tantemente viendo al niño, o más precisamente, a las
distintas partes-infantiles de su paciente adulto, en sue-
ños, así como también en el acting-in y acting-out de
la transferencia. Pero es también cierto que, puesto
que la experiencia en niños enriquece el trabajo de los
analistas, su ausencia puede hacer que las descripciones
de los Capítulos I-V sean menos vívidas.
Volvamos por un momento a la necesidad de cons-
truír, en el futuro, una nosología y un método de ,prog-
nosis puramente psicoanalíticos. A lo largo del texto
se indican sugerencias que apuntan a dicha fundamen-
tación, a los fines del aspecto clínico. Pero para que
sea . de valor científico, un sistema de nomenclatura y
prognosis deberá existir en íntima conexión con un
método de evaluación y con un concepto del proceso
analítico debidamente esclarecido y unificado. Está claro
que los pasos a seguir deben ser: primero, proceso ana-
lítico; segundo, método de evaluación; tercero, cons-
trucción de una nosología y prognosis. Gracias al genio
de unos pocos ya se cuenta con trabajos teóricos y téc-
26 DONALD MELTZER
CAPÍTULO 1
LA RECOLECCIÓN DE LA TRANSFERENCIA
• Véase Apéndice A.
DONALO MELTZER
-,
'1
,
EL PROCESO PSICOANALITICO 37
m03 en lugar de entrar en el acti1lg out de la transfe-
rencia? Antes que nada sentimos que, como Melanie
Klein lo ha demostrado, se alivia la ansiedad en niveles
profundos. Pero ¿sabemos por qué o cómo? W . R.
Bion 1< ha sugerido que el paciente, como el lactante,
exrernaliza una situación interna mediante la identifi-
cación proyectiva de una parte del sel! que está an-
gustiada. Esta parte es luego experimentada como
devuelta, desprovista del dolor a través del proceso de
la comprensión. Claro que para lograr esta función el
analista debe realmente recibir la identificación pro-
yectiva y su dolor sin dejarse dominar ni ser llevado a
la acción por la misma. La actitud del analista, de re-
ceptividad, introyección, auto-control y sobre todo, el
deseo de comprender, no puede . ser fingida. No deseo
enfatizar demasiado la exactitud de la intervención ya
que se pueden recibir proyecciones y comprenderlas
mucho antes de ser capaz de verbalizarlas en forma
correcta. Pero no tengo dudas de que la natutraleza
exploratoria del proceso interpretativo es esencial para
posibilitar que este tanteo cobre impulso.
Ante esta acumulación de impulso el primer fin de
semana los hace sentir como un lobo acorralado y to-
davía no he visto ni me han contado de un niño que
no haya regresado el lunes' siguiente en un estado de
rabia interna, recubierto por una "corteza", como la llama
Freud. Estos dos ' procesos, el alivio que proviene de
la comprensión y el shock de la separación ponen en
movimiento el ritmo que es la forma ondu lante, para
decirlo así, del proceso analítico, que vuelve con fre-
cuencias variables, de sesión en sesión, de semana en
semana, de período en período y de año en año.
,
EL PROCESO PSICOANALITICO 39
Cada niño pronto se acomoda en su propio método de
presentación de los fenómenos transferenciales, su estilo
propio. Los niños pequeños jugarán con juguetes, reve-
larán sus ansiedades a través de una conducta muy evi-
dente como ser huyendo de la habitación, y en forma
ostentosa se relacionarán con el analista. o lo ignorarán
completamente. Los niños en latencia frecuentemente
recapitularán su conducta escolar sentándose, dibujando
o escribiendo. El niño en la pubertad puede querer
hablar pero ser incapaz de aceptar la dependencia y la
pérdida de anclaje con la realidad al yacer en el diván.
Todas estas cuestiones como son de estilo no tienen
mayores consecuencias. El proceso esencial, la evolución
de la transferencia, continúa sin ser visible para el ana-
lista hasta que el encuadre se haya c.rcunscripto y defi-
nido de modo que las ansiedades' queden contenidas'
dentro del mismo. Con los niños pequeños esto toma
nuevamente la forma de una necesidad por parte del
analista de definir e imponer límites geográficos al
encuadre. Con el niño en latencia la transferencia pasa
a la persona y conducta del analista, o sea, a su nega-
tiva a coincidir con el rol doctor, maestra, niñera,
tío o semejantes, que el niño modela para él. Con
el niño en la pubertad gira alrededor de cualidades
de una mayor significación social tales como la nega-
tiva del analista a representar e! "mundo adulto"
contra los "adolescentes", .
Durante las primeras semanas en que se están
viendo problemas técnicos de! encuadre, el material
parece variar y moverse de un punto a otro, en cuanto
a su contenido latente y ser nebuloso y ambiguo en
calidad, edípico genital en un momento, muy infan til
en seguida, con ansiedades persecutorias y depresivas
40 DONALD MELTZER
• Véase Apéndice B.
,
EL PROCESO PSICOANALlTICO 49
por Me1ani e Klein en Enoidi« 'Y Gratitud y en Iden-
tificación.
4 ) Los celos constituyen una complicada emoción y
su diferenciación de la envidia puede con frecuencia ser
algo má s compleja que la sugerida por Melanie Klein
y aplicada a tres o a dos personas respectivamente. La
dificultad proviene de dos direccio nes: existe una pri-
mitiva elaboración de la envidia a la madre o al padre
o a su coito que es tan oral, tan de objeto parcial y tan
raimada en sus manifestaciones, que la he llamad o "ce-
los delirantes" ji (aun cuando se aproxima peligrosa-
mente al término "delir ios de celos" usado en la literatura
pisiq ui átrica de la paranoia, erc.). Estos celos son de-
lirantes porque están basados en una relación omnisciente
con el cuerpo de la madre, según la cual se representan
mentalmente a bebés internos retozando en todas las
form as imaginables, especialmente aquellas másanhe-
ladas y frustradas en la organización infantil. No son
realm ente celos porque se trata de una representación'
desviada de una actitud envidiosa frente a las figuras
adultas.
En segundo lugar, existen celos posesi vos que apa-
recen como una forma de amor primitiva, altamente
oral y de objeto pa rcia!. Es bipersonal y sin embargo
no es prop iamente envidia; podría incluirse en la des-
cripción que hace Me1anie Klein de la envidia-al-pecho-
que-se-alimenta-a-sí-mismo. Se la ve con marcada in-
tensidad en los niños autistas y en los niños cuyos
impulsos hacia la maduración son muy débiles, de modo
tal , que desean perma necer infantiles o morir. Lo cual
significa para su inconsciente volver-a-dormir-dentro-
de-la-madre. Esta forma primitiva de celos posesivos
• Véase Apéndice C.
50 , DONALD MELTZER
• Véase Apéndice B.
52 DONALD MELTZER
• Véase Apéndice D.
,
EL PROCESO PSICOANALITICO 55
ter una transgresión técnica. El hecho de que el control
omnipotente se ejerce a través de la fantasía de la
identificación proyecriva no se hace inmediatamente
evidente sino que se observa en las consecuencias de
una transgresión técnica provocada por alguno de los
métodos ya mencionados. El material puede brusca-
mente pasar a las formas dentro-dei-objeto ya mencio-
nadas y en las cuales hay evidente ansiedades claustro-
f óbicas, O el resultado puede ser una respuesta maníaca
inmediata con consecuencias hipocondríacas posteriores.
En los pacientes más psicóticos se da un cambio más
sorprendente que se expresa mediante el compor tarse
corno si fueran el analista haciendo interpretaciones,
comenzando una conferencia o repri menda de tipo des-
pectiva. Por otra parte, se puede dar una brusca re-
gresión en la cual se adoptan posturas infantiles , se
chupan el dedo; se quedan dormidos. Tal vez lo más
desconcertante sea un ataque de ansiedad aguda. en la
cual se van del cuarto y se niegan a entrar nuevamente,
en cuyo caso es necesario reconocer e interpretar en
forma inmediata la transgresión técnica y la exper iencia
concreta de control omnipotente.
Debe entenderse que el término "transgresión" se
refiere a los modos establecidos por un analista- deter-
minado en relación COn el manejo del encuadre. General-
mente al comienzo del análisis, cuando las actividades
que requieren manejo técnico muy probablemente al-
canzan su puntO culminante, rara vez la conducta a
seguir. ha sido elaborada en detalle. Por cierto que yo
estoy, por ejemplo, a favor de una elaboración gradual
de dicha conducta que dependerá de cada niño en par--
ticular, comenzando con una técnica laxa que se irá
ajustando según lo indiquen los hechos que correspon-
den a los tipos descriptos en a) y d ) ("utlización del
56 DONALD MELTZER
EL PROCESO PSICOANALÍTICO 57
de la madre, maestra, hermanos, amigos. lo cual no
significa que no tenga lugar un proceso introyectivo,
sino que nose 10 reconoce en el análisis: se 10 atribuye,
y en realidad se 10 experimenta, en otros lugares. De
este modo el niño pued e durante un largo período
traer juguetes, caramelos, comida o libros de su cara,
hacer los deberes o tejer. la razón de la rigidez de
este splitting se ve con claridad cuando el splitting
comienza a debilitarse y surgen agudas ansiedades de
ensuciar, contaminar y envenenar el pecho nutricio. Esto
esrá maravillosamente ilustrado en "La Narracción" en
las sesiones posteriores cuando la amenaza de termi-
nación 10 hace surgir con desesperada urgencia.
Esta escisión en la transferencia constituye un tipo
de negación de la realidad psíquica y puede estar acom-
pañado de un marcado acting 01lt en la casa, en relación
con la comida. De modo que se hace evidente que en
este momento la confusión geográfica implica no sólo
una confusión entre el adentro y el afuera de un objeto,
sino también una confusión entre .la realidad externa
y la realidad psíquica. Sólo con el establecimiento del
pecho-inodoro como un objeto de la realidad psíquica
a través de haberlo experimentado a veces en forma
externa en la transferencia, es posible el abandono de
la identificación proyectiva masiva, dado que este
mecanismo tiene por objeto el escapar de una identi-
ficación infantil intolerable. Una vez que esta identid ad
separada se ha hecho tolerable a través de la modulación
del dolor, queda el camino abierto para otras etapas del
desarrollo, como se verá en los capítulos posteriores
que se ocupan de las fases siguientes en el proceso
analítico.
Es en esta fase cuando podemos ver en forma más
gráfica la verdad del gran descubrimiento de Melanie
58 DONALD MELTZER
,
EL PROCESO PSICOANALITICO 59
dado que la resolución de esta configuración de relación
objeral constituye el límite entre la enfermedad mental
(psicosis) y la salud mental, del mismo modo que la
resolución de los obstáculos ante la relación introyectiva
dependiente con el pecho cruza el límite entre la ines-
tabilidad mental y la estabilidad mental y del mismo
modo que la superación del complejo de Edipo lleva
de la inmadurez a la madurez." Esta fase del análisis
puede durar unos años con pacientes muy perturbados
y, según mi experiencia, puede no llegar a resolverse
en forma muy satisfactoria y ser una resistencia intra-
table que con un apoyo ambiental inadecuado puede
convertir las interrupciones analíticas en intolerables,
en niños lo mismo . que en adultos. Sin embargo, al
mismo tiempo que se requiere del analista tolerancia
y una paciencia sin fi n en esta fase casi siempre se
logra progresar. El paciente que no lo pueda manejar
tendrá una crisis durante las vacaciones o abandonará
el tratamiento antes o después de las mismas. El mé-
todo analítico parece ser básicamente adecuado para
esta situación que debe ser diferenciada de aquéllas qu e
veremos más adelante y que reciben COn mayor pro-
piedad el nombre de resistencias intratables. En otras
palabras, si el an alista puede tolerar y perserverar
cuando las confusiones geográficas ocupan el primer
plano de la transferencia, será con seguridad recom-
pensado con el progreso. Progreso que será lento por-
que no depende casi en modo alguno de la cooperaci ón
de la parte adulta de la personalidad. Un ejemplo 1I.l-
mativo se ve en los adolescentes perturbados cuya forma
primaria de efectuar la identificación proyectiva puede /
ser el faltar a sesión por períodos prolongados o faltar
-,
60 DONALD MELTZER
\
-- I
J
I
CAPÍTULO III
• Véase Apéndice G.
68 DONALD MELTZER
• Véase Apéndice H
EL PROCESO PSICOANALÍTICO 69
hace surgir más claramente 10 que llamo el problema
de posesián en esta fase de confusión zonal y modal.
La posesivídad, como una forma de amor primitiva, se
centra fundamentalmente en torno del pecho como un
objeto introyectivo en el sentido más esencial y pre-
ciado en cuanto a su capacidad de reparar los objetos
de la realidad psíquica para el bebé. Pero no son estas
las cualidades que constituyen el núcleo de la posesivi-
dad en este momento. La posesividad deriva aquí de la
tendencia a los celos por un lado, y de la sensualidad
ya descripta, por el otro. Por ello tiende a focalizarse
en las cualidades socialmente visibles del pecho, cuya
posesión, como objeto, puede proyectar celos y envidia
en los demás. El atributo de esta excelencia es la be-
lleza del pecho que 10 califica magníficamente para la
confusión, o la vequiparaci ón, con las nalgas, los ojos,
las mejillas, las piernas, las manos, y con toda parte
anatómica que tenga forma, simetría, color y textura
sensual. .La identificación proyectiva con .estas partes
del objeto refuerza la vanidad del niño acerca de su /
propio cuerpo, pero también , lo mismo que con la sen-
sualidad, se puede estructurar una competencia entre el .
mundo de los niños y el de los adultos, en la cual la
afirmación, no del todo refutada por la conducta"de los
adultos, que los niños son más hermosos que los adul-
tos, desempeña un papel fundamental. Se hace osten-
tación de la' ausencia de vello corporal en marcado
contraste con la otra área de intensa envidia al, vello
pubiano, que es equiparado a la potencia sexual.
Dado que la posesión de estas partes hermosas del
objeto es tan fundamental, los medios para tomar po-
sesión y retener y defender 10 poseído constituyen una
preocupación abrumadora que contribuye junto con la
equiparación de los objetos parciales entre sí, a la con-
70 DONALD MELTZER
72 DONALD MELTZER
CAPÍTULO IV
EL PROCESO PSICOANALÍTICO 75
EL PROCESO PSICOANALÍTICO 77
el ínterin, el paciente encuentra ahora que el mundo
ha mejorado, en lugar de pensar que es su relación con
el mundo lo que ha mejorado. POt lo que se queda
pasmado al notar la paradójica vehemencia de sus re-
acciones ante la separación y su creciente inquietud por
la salud y vitalidad del analista. Ha llegado el "perío-
,
do de latencia" del proceso analítico y suele estar acorn-
pañado en los adultos, lo mismo que en los niños, de
un insidioso empobrecimiento del material y una ca-
llada actitud de esperar-la-terminación, como si fuera
. una liberación de la servidumbre, pues es otorgada por
la benevolencia del . analista despótico. Además tiende
a instalarse cierta "estupidez analítica", a medida que
los procesos de externalización de situaciones internas
comienzan a oscurecer y diferenciar relaciones objeta-
les en ciertas áreas fuera del análisis que trae como se-
cuela una atmósfera de negación de la realidad psíquica.
El acting out patológico debido a la identificación pro-
yectiva y estados confusionales es reemplazado por un . .
acting out más benigno y adaptado a la realidad debido
a la externalización a un nivel que corresponde menos
al de objeto parcial. «<
Suele ser generalmente cierto que para esta. época
del análisis, que rara vez se alcanza antes de los dos
o tres años en los niños y cuatro o cinco en los adultos,
se hayan abandonado las perversiones, hayan desapa-
recido de la vigilia las actividades masturbarorias com-
pulsivas y que los ataques destructivos a objetos inter-
nos ocurran principalmente durante el dormir. Pero de
todos modos la seguridad del mundo interno aún no
ha sido establecida y no se puede pensar en termina-
ción. La estructura de carácter es obsesiva y se percibe
• Véase Apéndice A.
,
/8 DONALD MELTZER
• Véase Apéndice l.
•
EL PROCESO PSICOANALITICO 81
• Véase Apéndice ].
I
EL PROCESO PSICOANALIl'ICO 83
realidad psíquica. Este desarrollo de la mitad de la
semana permanece en marcado contraste con las sesiones
en torno de las interrupciones, y que están dominadas
por las estructuras infantiles destructivas con su cinismo,
deshonestidad, búsqueda de autocompasión y ataques
despiadados a la capacidad de pensar del analista. En
ningún otro momento es más crudamente evidente la
naturaleza concreta de los procesos de splitting.
Como lo he señalado en un trabajo anterior", este
período del análisis asiste a la aparición en primer pla-
no, del material de problemas relacionados con el spUt-
ting en el sel] y su resolución, así como también cierto
grado de disminución de la severidad del spUtting. Pero
el temor a las partes destructivas y el fenómeno de co-
bardía plantean un grave problema en las separaciones.
Puede aparecer pánico ante síntomas somáticos, ya que
es probable que se fusionen tendencias al delirio somá-
tico con fenómenos hipocondríacos, ambos a un nivel
relativamente obsesivo. Para complicar aun más, el as-
pecto persecutorio de las ansiedades depresivas que 'se
encuentran al "umbral de la posición depresiva", en
pacientes can tendencias a la adicción o a perversiones,
puede surgir el problema del terror, como una- forma
de miedo abrumador y paralizante, conectado con obje-
tos muertos, en especial con los bebés de la madre de
la realidad psíquica- -. Parecería que no hay progreso
posible en la posición depresiva hasta que se haya re-
suelto este conflicto que resulta ser una complicación
del problema de celos posesivos infantiles y la voracidad
84 DONALD MELTZER
• Véase Apéndice E.
•
,
EL PROCESO PSICOANALITICO 87
CAPÍWLO V
• Véase Apéndice K.
,
EL PROCESO PSICOANALITICO 97
recen como una "modulación". En cierto sentido todo
está relacionado con el complejo de Edipo, pero de un
medo algo diferente de los aspectos pregenitales que
se observaron en distintas formas durante las fases ter-
cera y cuarta, cuando las confusiones zonales y el acer-
camiento a la dependencia introyectiva estaban en pri-
mer plano. En ese momento los aspectos reparadores
del coito parental eran más prominentes, dado que se
relacionaban con fa reparación del daño ocasionado por
los ataques sádicos que se habían efectuado por envidia
primero y luego por celos, especialmente en conexión
con hábitos masturbatorios. A medida que se estable-
cen con las figuras internas y externas relaciones más
de objeto total, la particular preocupación por el as-
pecto reproductivo del coito cobra prominencia. Es ne-
cesario diferenciar esto de la más temprana preocupa-
ción por los beb és interiores de la madre interna que
dominaban, bajo la forma de celos delirantes, los aspec-
tos pregenitales del complejo de Edipo. La disociación
entre "deber" y "placer", por decirlo así, se mantiene
todav ía y sólo muy de mala gana se la abandona, en
un contexto que tiene el carácter de un regateo. A los
padres se les permite realizar su "deber" con éxito,
pero se les retacea por mucho tiempo el que 'puedan
gozar en la relación sexual.
Este problema del aspecto reproductivo del coito de
los padres guarda una relación de suma importancia
con el problema de la integración por un lado y con
el de la terminación por el otro. Este último es bas-
tante obvio por su referencia a la "espera del próximo
bebé" que ocupará su lugar junto al lecho de la ma-
dre. Lo que resulta menos obvio es que la misma ex-
periencia controla el movimiento hacia la integración
de las partes del sel] seriamente escindidas, como ha
98 DONALD MELTZER
. ,
EL PROCESO PSICOANALITICO 99
riendo que tal como la practicamos hoy no se puede
esperar del psicoanálisis que logre hacer alcanzar a los
pacientes algo que vaya más allá de cierto grado de con-
fianza en un correcto splitting-e-idea1ización del sel] y
los objetos que ' a su vez es la base sobre la cual se
sentara la salud mental. Por ejemplo, parece haber
evidencia de que cada persona contiene una parte es-
quizofrénica, la cual, si es que se quiere alcanzar la
salud mental, debe permanecer escindida y proyectada,
dado que es por su propia naturaleza imposible inte-
grarla con las otras partes de la personalidad.
A 10 largo de estos capítulos he enfatizado el papel
del proceso rransferencíal como el árbitro del progreso -
analítico, mirando de dejar en claro que los criterios ,
externos que están basados en "el paciente se casó y vivió
feliz" no pueden ser considerados v61idos como una
descripción científica de logro terapéutico si es que los
analistas han de poder comparar sus descubrimientos.
Puede parecer que esto requiere un grado de fe en
nuestra comprensión de los mecanismos internos del
psicoanálisis que estimula la acusación de fanatismo y
delirio, pero no veo otro camino dentro de un futuro
inmediato. W. R. Bion " ha propuesto una tabla basada
en una notación no analítica que puede ser la respuesta
a nuestra necesidad de contar con un sistema de refe-
rencia interrelacionado, pero hasta que aprendamos a
usarla, o hasta que se haya adoptado cierta elaboración
uniforme de la misma (tal como la tabla periódica de
Mende1eyeff aportó una notación racional a la química),
no tenemos otra alternativa más que esforzarnos por
lograr una descripción más precisa de la situación trans-
ferencia1 y sus progresiones.
.
•
JECCIóN ]]
CAPÍTULO VI
Material clínico
Los hechos que se describen ocupan los seis meses
previos al comienzo de la menstruación. Este período
coincidió con la transición del consultorio de niños al
diván y el cumplir los 11 años, y ocurrió hacia el
cuarto año de un análisis que había sido iniciado por
inhibiciones en el aprendizaje, tendencia a, los acciden-
res, ataques de gritos y agudos celos patológicos de los
hermanos.
A 10 largo del tratamiento se hizo característico en
esta niña el tener períodos en los que trabajaba y pro-
gresaba, que a su vez eran seguidos por períodos de
falsa cooperación en los cuales repetía en forma me-
cánica las formas del material anterior y desplegaba
una intensa actividad en el consultorio que solía ser
peligrosa y . provocativa. Siempre prefirió la drama-
tización de las fantasías inconscientes a la representa-
ción gráfica, pero en el tercer año pasó a hablar y a
presentar sueños, mientras que la actividad funcionaba
puramente como resistencia. Fue al comienzo del cuar-
to año cuando la niña comenzó a usar el diván del
consultorio de niños y habló de un eventual cambio al
consultorio de adultos. Surgieron entonces una serie de
problemas transferenciales que giraban en torno a este
cambio como contenido manifiesto.
El primero de estos problemas se expresaba a través
de una relación a niveles infantiles entre la parte-beba
y la parte-gato-de-la-bruja que le había anteriormente
impedido pensar y aprender, que ahora quería aplacar
y hacia la cual se dirigía el aspecto infantil presun·
tuoso de su desafiante movilidad y con la cual mantenía
una secreta alianza-contra los padres. Fueron infruc-
• Véase Apéndice H .
•
EL PROCESO PSICOANALITICO 107
ruosos los intentos anteriores de acostarse en el diván
en el consultorio de niño s, debido a la urgencia por
moverse, ya sea para agujerear las paredes (destructo-
ra ) o balancearse (exhibicionista). Luego esto dismi-
nuyó y fue reemplazado por ataques cínicos al análisis,
a los valores de los adultos y al concepto de verdad en
los cuales evidenciaba una facilidad verbal de la cual
no habíamos tenido conocimiento hasta entonces duran-
te el tratamiento (véase Capítulo IV) .
Pero no bien se dio este cambio pasó a primer plano
la disociación de la transferencia paterna en héroe y en
padre loco que se manifestó en el consultorio a, través
de la incapacidad de dejar de mirar al analista mientras
permanecía en el diván. El temor a los obreros de la
calle, los hombres en el subterráneo, la corriente de an-
siedad en la transferencia y la desconfianza que ante-
riormente había sentido de su padre poblaban los sue-
ños y las asociaciones. Se pudo detectar la evidencia del
temor a ser mirada junto al emergente deseo puberal ,
de vestirse bien, de ser mirada y admirada por los hom-
bres.
Cuando al taparse un caño se inundó el consultorio
de niños y comenzó a oler mal, decidió pasar. al con-
sultorio de adultos pero en forma transitoria según en-
fatizó, porque era obvio que temía ejerciera sobre ella
una coerción del tipo "quemar las naves". Los sueños
y .su conducta evidenciaron ahora que los dos aspectos
de la transferencia paterna disociados estaban muy acti-
vos y contribuían a que continuara sentada sobre el
diván y mirando al analista. Trajo un sueño en el que
le divertía que una especie de mono de tipo amisro.o
la persiguiera a lo largo de corredores y escaletas que
siempre descendían y al cual ella engañaba salteando
escalones y escondiéndose detrás de puertas hasta que
lOS DONALD MELTZER
• Véase Apéndice E.
•
• Véase Apéndice A.
EL PROCESO PSICOANALÍTICO 119
de la realidad psíquica" incluye, dentro de la estruc-
tura de la mente, funciones casi idénticas a las de un
adulto supervisando las actividades de un grupo de ni-
ños, o sea, observar y, si es necesario, refrenar su con-
ducta. En el material que acabamos de ver, por ejemplo
en el sueño de las "cloacas", esta función adulta estaba
todavía delegada en un objeto, representado por la ma-
dre de la paciente que le decía que subiera de las
cloacas y pasara por la puerta de la 'izquierda para tener
su baño, o sea, su análisis.
la niña no había todavía aceptado la responsabilidad
de la realidad psíquica. Se puede ver una situación si-
milar en el sueño y acting-out de una paciente en el
mismo punto de desarrollo del proceso analítico pero I
los cuales los hechos fueron revelados uno por uno, que
había descuidado su trabajo, que había dormido la siesta
en lugar de escribir un informe para su jefe, que había
tomado un baño caliente porque había comenzado a
sentirse sola. Finalmente surgió el sueño que no estaba
olvidado, sino más bien dejado de lado. En el sueño
subía a la cúpula de Sto Paul detrás de su madre. Lle-
vaba de la mano a una niña pequeña, que era también
ella misma. Pero cuando la niña dijo que estaba can-
sada, retornó, dejando a su madre, para permitir que
la niña durmiera la siesta. Cuando la niña despertó
tenía hambre, de modo que permitió que una mujer
joven (que solía trabajar para su hermana y que siem-
pre estaba enredada en algún triste affaire amoroso), le
diera algo rojo (que era, señaló la paciente, del mismo
color castaño rojizo del estiércol de vaca que ella había
comido en otro sueño, unos meses antes).
En este sueño, y el"acting-out can él relacionado, se
puede ver con claridad que por negligencia de la parte
adulta de la personalidad, es responsable de ceder sin
luchar a las exigencias infantiles de gratificación sen-
sual, sin importarle la ruptura de la relación objetal
,con la madre interna (yen consecuencia, con la externa
en la transferencia). Podemos observar aquí el acting-
out (la siesta, el baño caliente, el informe postergado),
y el acting-in (las quejas persecutorias de la parte sir-
vienta infeliz de sus"estructuras infantiles que se siente
traicionada y descuidada por su amante, el padre-ana-
lista) .
La diferencia que demuestra este sueño entre objeto
(su madre), la parte adulta (su set¡ adulto) y partes
infantiles (la niña y la sirvienta) no se da con fre-
cuencia en los sueños de las tempranas fases del análisis,
es decir, antes del umbral de la posición depresiva
•
, ,
EL PROCESO PSICOANALITICO 121
,
EL PROCESO PSICOANALITICO 125
j\fATERIAL • FORMULACIóN
Int erpretación 1
Paciente 2
Interpretaci6n 2
Paciente 3
Paciente 4
• Véase Apéndice J.
- I
128 DONALD MELTZER
Paciente 6
Interpretación 7
Paciente 8
Interpretación 8
Paciente 9
Paciente 10
Interpretación 14
Paciente 15
1 Jane coloca la franela sobre el
diván, diciendo: "Voy a hacer Luego de haber vaciado a la
unos ricos panqueques, Nin- madre de heces idealizadas, la
guno para ti. Ninguno para runa se ocupa de alimentarse
marni, Todos para mí", con sus propias heces de rata
,
EL PROCESO PSICOANALlTICO 133
Interpretación U idealizadas, invirtiendo la si-
tuación en la cual se sospecha
que la madre se guarda toda
la comida buena para ella y
sus bebés internos y el herma-
nito-al-pecho, todavía repre-
sentado por el rraje-de-cowboy-
delante-del-fuego,
Paciente 16
Paciente 17
.
Jane dice: "No sé y no me El proceso interpretativo la
importa". Y nuevamente can- toca nuevamente y vuelve el
ta: "Está lloviendo, está llo- delicado equilibrio entre an-
viendo mucho", con la misma siedades persecutorias y depre-
melodía. Está en parte preo- sivas junto con una desespe-
cupada y en parte provocado- rante negación de la realidad
• ••
ra, con una cunosa expresión psíquica ("No me importa")
que evidencia la lucha interna. y su desprecio por el padre
("Está lloviendo, está llovien-
Interpretación 17 do mucho", etc.) tal como en
Paciente 10. CRISIS 11.
134 DONALD MEL'fZER
Paciente 18
Paciente 19
Paciente 21
Jane esta acostada quieta so- Surge el sentimiento depresivo
bre el diván; murmura algo por la destrucción de los pe-
•
EL PROCESO PSICOANALlTICO 135
acerca de la señora Kíng y zones a través de un canto
comienza a cantar "The Lon- triste que se conecta con el
don bridge is falling doum-i: material de la chimenea (Pa-
fallÍlzg Jown.my fa;, lady". Lo ciente 11), posiblemente en-
hace con voz muy triste y lo fatizando la belleza del pecho
repite 3 ó 4 veces. (tHy fai, lady).
Inlerp,eltlció" 21
Paciente 23
Paciente 24
Es el final de la sesión y Triunfa el sadismo oral, la
tengo que ord enar las cosas. parte "zorro" de sí misma,
Jane camina hasta mi sillón, dentro de la analista-madre
señala el tapizado y dice: "El (en el dibuj o del sillón que
136 DONALD MELTZER
,
EL PROCESO PSICOANALITICO 137
las fantasías de identificación proyectiva implican in-
cursiones intrusivas en los contenidos de la madre y en
menor grado la apropiación de su identidad. ' ( Véase Ca-
Ȓrulo III.) ,
"
CAPÍTULO VIII
EL TRABAJO ANAUTICO
•
EL PROCESO PSICOANALITICO 139
El enCUaMe
Los fundamentos de la técnica analítica fueron explí-
citados por Freud; y se han modificado muy poco desde
entonces, particularmente en la serie de trabajos técni-
cos anteriores a la Primera Guerra Mundial. No es
necesario rcverIo aquí. La evolución gradual, o se podría
decir, la purificación, del método se ha realizado de
modo tal que el psicoanálisis es ahora un proceso cla-
ramente diferenciable en su técnica de las psicoterapias
que emplean elementos como modificaciones ambien-
tales, consejos, educación, estimulación, drogas, terapia
familiar, persuasión, sugestión, hipnosis, conversión re-
ligiosa, terapia ocupacional, experiencia grupal, trata-
mientos hormonales, modificación quirúrgica plástica, etc.
También en forma progresiva se ha generalizado el es-
clarecimientodel requerimiento de reclusión para el
proceso, de modo que admitimos la incompatibilidad
del análisis con relaciones sociales con el paciente, el
riesgo de contactos sociales preanalíticos, el efecto in-
trusivo que tiene en los pacientes toda información
acerca del , modo de vida de su analista o de sus incli-
naciones políticas, preferencias estéticas, intereses fuera
del análisis y salud. En los pacientes psicóticos aun el
tratamiento en el consultorio en la casa del analista -
puede Ilegar a ser intolerable. La importancia del pro-
blema del dinero, arreglos de horario y aspectos formales
del encuadre son también muy conocidos y aceptado3.
Podemos ahora discriminar con cierta certeza entre
técnica y estilo, dándonos cuenta que esta última va-
riable entre analistas es inevitable y '00 tiene por qué
interferir en los aportes y comunicaciones científicas.
No nos vamos a ocupar aquí de ninguno de estos aspec-
tos del encuadre que ya están bien ,establecidos.
140 DONALD MELTZER
•
EL PROCESO PSICOANALITICO 147
• Véase Apéndice J.
,
EL PROCESO PSICOANALITICO 149
un ingrediente compuesto de desvalorización depresiva
y sentimientos de inferioridad, que urgen a un posterior
desarrollo. El delirio de identidad debido a la identi-
ficación proyectiva contiene una sensación de hecho en
sí, de complacencia interna, para decirlo así.
Si la secuencia de los acontecimientos en la historia
natural del proceso psicoanalítico es una ' recapitulación
tan fiel del desarrollo temprano como 10 estoy sugi-
riendo, podemos observar que el progreso desde el
superyó hasta el ideal del yo es en primer lugar y fun-
damentalmente una consecuencia del abandono de la
omnipotencia por las partes infantiles del self. Extra-
polando se puede suponer que este proceso se aproxi-
maría en forma sintomática a un estado de "darles (los
padres internos) su libertad". Libertad significaría con-
trolar las estructuras infantiles y también el inconsciente.
En el Capítulo IV describimos el paso crucial en
este sentido, el "umbral de la posición depresiva". In-
cluye las descripciones de Freud de la "decisión de opo-
nerse a las resistencias" y la "elaboración de las resis-
tencias". A la primera la consideramos aquí como una
función de la parte adulta de la personalidad, equiva-
lente a un contrato, promesa o compromiso, mientras
que la segunda es un lento y tedioso proceso de aban-
dono gradual de la omnipotencia (yen consecuencia
es un abandono de las prácticas masturbatorias que 10
generaron) ,. a niveles infantiles. Lo que quiero señalar
a través de esta desviación en la teoría es que: la modi-
ficación de la ansiedad se ve en la fantasía inconsciente
mediante alteraciones de la estructura psíquica por un
lado y cambios al nioe] de la omnipotencia por el otro.
Esto es tan válido para las medidas defensivas adoptadas
• Véase Apéndices F y G.
150 OONALD
, MEL'IZER
,
EL PROCESO PSICOANALITICO 155
Luego contó el segundo sueño, que si bien parecía ser
una continuación del primero tenía lugar el domingo
próximo. Otra vez sus padres se habían ido y ella es-
taba sola Con su amiga que volvía a sugerir un paseo
en coche. la paciente se negaba y bajaba las escaleras
hacia nn lugar donde parecía haber mucha gente. Luego
todos se habían ido y ella tenía en su mano cuatro
tarjetas rosas, dirigidas a alguien que le era desconocido,
llamado M. T. Brown.
Es evidente que en vez de . masturbar y ensuciar su
cuna en venganza ante los padres como bebé, su sueño
estaba ahora dominado por una parte más adulta que
era capaz de controlar sus esfínteres, ya que las heces
estaban representadas por la multitud de personas que
desaparecen, y de limpiarse. Los cuatro dedos cubiertos
de papel higiénico rosa estaban representados por las
cuatro tarjetas y dirigidas a .su recto vado. (M. T.
Brown.) 011< •
• Véase Apéndice E.
162 DONALD MELTZER
,
AP:SNDICES
•
EL PROCESO PSICOANALÍl'ICO 167
.
Apéndice C - Celos delirantes
lNDICE ALFAB:snco
Abraham, K., 172 Carácter, 24, 33, 77
Aeting-in, 25, 73, 118, 145, Castración, aer Angustia
163 Celos, 48, 69
Acting-our, 25, 34, 36, 37, delirios de, 49
71, 77, 85,91, 118, 147, delirantes,' 4, 63, 167
163, 164 posesivos, 49, 83
Actitud, 140, 146 Claustrofobia, ocr Angustia
Adicción, 73, 83, 85 Complejo de Edipo, 62, 64,
Adolescencia, ver Niños 67, 75, 84, 85, 86, 97
Adultos, análisis , 105, 118 'Comunicación, 18, 20, 24, 81,
Análisis de niños, 24 87
Angustia de separación, ver Confianza, 48, 75, 78. 81, 86,
Angustia 88
Ansiedad o Angustia, 37 Confusión, 17
de castrad6n, 68 geográfica, 46, 57, 58, 59,
claustrofóbica, 50, 53, 55 62 '
depresiva, 149 bueno - malo, 48
hipocondríaca, 55, 83 masculino - femenino, 86
modificación, 21, 43, 148, persecusión • depresión, 83
149, 150 84 , "
modulación, 21, 22, 42 temporal, 53, 88, 175
terror sin nombre, 50 zonal, 61, 64, 70, 81, 176 .
persecutoria, 50 Confusión geográfica, oer Con- '
liberación, 37 fusión
separación, 13, 37, 41, 48, Consciente, ver Órgano' de la
59, 72, 80, 82, 83, 165, conciencia
166 ' Constitución, 42, 47
terror, 50, 83 Contaminación, 34, 43
Autismo, 42, 49, 51, 62, 166 Continente, 20
Auto-análisis, 22, 23, 84, 94 Conr.ratransferencia, 20, 21
66, 143
Bebés • interiores, 53, 63, 72, Convicción, 16, 26
85, 167 Cooperación, 36, 44, 91, 113,
Belleza, 69, 89, 92 119
Bick, E., 165, 166, 171 pseudo, 38
Bion, W . R., 37, 57, 74, 99, Creación, 20, 159
176, 177 , Curación, 20, 23
180 ÍNDICE ALFABÉTICO
/
Donald Meltzer, distinguido psicoanalista
didáctico de la British Psychoanalytic Associa-
tion, gracias a este libro le permite al lector
participar en su larga experiencia en anál isis
de niños y adultos. Logra una claridad excep-
cional en la exposición de ras complejas fases
que constituyen el proceso de un tratamiento
psicoanal ítico. A través de material el ínico
cuidadosamente seleccionado, Meltzer esclare-
ce su concepción del psicoanálisis y los con-
ceptos básicos de su personal enfoque: la re-
colección de la transferencia, el toilet breast,
las confusiones zonales, el proceso del destete,
etcétera. Esta edición cuenta con un prólogo
del doctor León Grinberg.