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Donald Meltzer

HORME

El proceso
psicoanalítico

BREVIARIOS
PSICOANALITICOS
EL PROCESO PSICOANALíTICO
COLECCION: PSICOLOGIA DE HOY

Biblioteca: Breviarios psicoanalíticos

l H. Nágera: Desarrollo de la teoría de la libido en la


.obra de Freud
2 H . Nágera: Desarrollo de la metapsicologia en la
obra de Freud
3 D. Rapaport: El modelo psicoanalítico, la teoría
del pensamiento y las técnicas proyectivas
4 Ch. Brenner: Técnica psicoanalítica y conflictos
psíquicos
5 A. Freud: Psicoanálisis del niño
6 M. Klein : Envidia y gratitud
7 M. Klein y J. Rivíere: Amor, odio y reparación
8 M. Klein: El sentimiento de soledad y otros ensayos
9 M. Klein: Psicoanálisis del desarrollo temprano
10M. Klein: Principios del análisis infantil
11 M. K1ein: Psicoanálisis de las perturbaciones psico-
lógicas
12 1. E. P. Menzies y E. Jaques: Los sistemas sociales
como defensa contra la ansiedad
13 H. Nágera: Neurosis infantil
14 R. Sterba: Teoria psicoanalítica de la libido. M.
Langer: Aporte kletntano
15 W. R. Bion: Volviendo a pensar
16 K. Abraham : Contribuciones a la teoría de la libido
17 H. Nágera: Desarrollo de la teoría de los sueños en
la obra de Freud
18 Donald Meltzer: El proceso psicoanalítico
Y:OLUMEN
18
· DONALD MELTZER

EL 'P R O C E S O
,
!

PSICOANALITICO
P,esentación a la versión
castellana po, el
DR. LEÓN GRINBERG

I
EDICIONES HORM~, S. A. E.
Distribución exclusiva:
EDITORIAL PAIDÓS
BUENOS AIRES
Título del original inglés:
The Psycho-Analytical Process

Editado por
WILLIAM HEINEMANN MEDlCAL BOOKS, LTD.
(Londres)

- Traducido por
HA YDEE FERNANDEZ DE BREYTER

3a. Edición: 1987

1 S.B.N. 95~61S-042-2

Queda hecho el depósito que previene la ley 11.723


IMPRESO EN LA ARGENTINA
.
,

©
Copyright de todas las ediciones en castellano por
, EDICIONES HORME, S.A.E.
Castillo 540 - Buenos Aires
INDICE

Pág.
Presentación a la versión castellana .. .. .. .. . .. .. .. . . .. .. 7
Reconocimiento . 13
Prefacio .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. . .. .. .. . .. .. .. . .. . .. .. .. .. .. .. . . 15
Introducción .. .. .. .. .. .. .. .. .. . .. .. .. .. .. .. .. . .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. 19

Sección I
Cap. .I La recolección de la transferencia ... 29
11 El ordenamiento de las confusiones
" geogra,f'teas . 46
III El ordenamiento de las confusiones
" 1
zona¡es .. 61
IV El umbral de la posición depresiva . 74
" V El proceso del destete . 91
"
Secci6n II
VI
El proceso en pacientes adultos .... 105 ·
" VII
El ciclo del proceso en la sesiónindi-
" vidual 123
VIII El trabajo analítico 138
" IX El psicoanálisis como una actividad
" humana 157
Apéndices 163
lndice alfabético 179
PRESENTACION A LA VERSION CASTELLANA

Considero "que este libro es una excelente exposición


de las distintas y complejas fases que configuran el pro-
ceso analítico. Su autor logra transmitir, de una manera
original, su propia experiencia de muchos años de ana-
lista de niños y de adultos, con la misma convicción que
siente el artista al presentar una obra en la que alcanza
a reflejar plenamente su verdadera esencia.
No es casual que haya equiparado a Donald Meltzer
con un artista. En realidad, estoy aprovechando el mismo
modelo que él utiliza al referirse a la labor , del psico-
analista como a la de un artesano que ha aprendido un
oficio pero que debe tener algo más que su simple
metier: el talento nato del artista. Donald Meltzer es
sin lugar a dudas, y a pesar de su juventud, un maestro
artesano del psicoanálisis en el que se combinan arm6-
nicamente la sagacidad técnica, el conocimiento cien.
tífico y la chispa creadora del artista. Fuimos afortu-
nados en poder apreciar las excelencias de ese cocktail
durante los seminarios, supervisiones y conferencias que
dictó en la Asociación Psicoanalítica Argentina en el
año 1964.
Hay muchos aciertos en este libro. Como no puedo
referirme a todos, intentaré resumir algunos de los más
importantes:
1) La correlación que se establece entre la estruc-
tura de la mente y la naturaleza del proceso analítico a
~ .
10 DONALD MELTZER

través del vínculo transferencial y ccntrarransferencial. El


analista debe proveer con su actitud a que el paciente
pueda comunicar verbalmente los contenidos de su meno
te sin tener que recurrir a la acción.
2) El concepto original de que el encuadre de la
tarea analítica que modula la ansiedad del paciente,
contiene sus partes infantiles y limita las interferencias,
debe ser una cieaci6n por parte del analista. Por su-
puesto, Meltzer no se está refiriendo a los aspectos for-
males del encuadre sino a la actitud básica con que el
analista enfrenta su relación con el paciente.
3) La importancia que otorga a lo que describe como
la "parte adulta" del paciente, opuesta a la "parte infan-
til", que constituye el nivel más maduro, con mayor
adaptación a la realidad, y cuya alianza es necesaria y
propicia para el éxito del trabajo analítico.
, 4) La secuencia de los capítulos brinda una visión
muy acertada de las vicisitudes que ocurren en un aná-
lisis a través de sus distintos períodos. Parte del fenó-
meno de la "recolecccí ón de la transferencia," desarro-
llado en el capítulo I, que es peculiar de los períodos
iniciales y que lleva a la disminución de los síntomas,
a una aparente mejoría, y al riesgo paradojal -si se
trata de un análisis de niños- de que los padres quie-
ran interrumpir el tratamiento dando al paciente por
curado. En el capítulo II plantea el problema de las
"confusiones geográficas" originado por la utilización
masiva de la identificación proyectiva con objetos ex-
ternos e internos y su tentativa de ordenamiento. En el
mismo capítulo intercala el concepto de toilet-breast
(pecho -inodoro) que constituye un verdadero hallazgo,
ya que expresa en forma gráfica la naturaleza de la fan-
tasía inconsciente y de la relación con un objeto par-
EL PROCESO PSICOANALÍTICO 11

cial, frecuentemente usadas por el paciente (tanto niño


como adulto) para descargar en el analista los senti-
mientos angustiantes y displacenteros, ' Una vez esta-
blecido el "pecho-inodoro", aparece el ordenamiento de
las "confusiones zonales" (capítulo 111) sobre -Ia base
de las fantasías edípicas y preedípicas con sus corres-
pondientes interacciones entre las zonas eróticas y sus
objetos. Al interpretar el analista' la idealización, la ra-
bia, la ansiedad y la disociación, disminuyen las confu- .
siones y emerge la fase siguiente. El capítulo IV plan- '
tea el período en que el paciente entra en el "umbral"
de la posición depresiva", Finalmente, en el "proceso
del destete" (capítulo V) se encaran diversos aspectos
de la situación depresiva relacionados con el problema
de la muerte, de la noción del tiempo y del impulso a la
integración de partes del sel] que han estado disociadas.
En la segunda sección del líbro se expone material .
clínico (capítulo VI) tendiente a introducir la discu-
sión de las analogías y diferencias entre el análisis de
adultos y el de niños. El caso presentado es el de una
niña púber, en su cuarto año de análisis, y constitu-
ye -a mi juicio- un verdadero modelo de trabajo
analítico en el que se pone de manifiesto una muy ade-
cuada integración de teoría y .técnica. Es seguido, en el
capítulo siguiente, por el desarrollo de una sesión indi-
vidual de una niña de cuatro años y medio para mos-
trar la continuidad con que suele presentarse el mate-
rial asociativo, y también como una descripción de la
técnica de supervisión empleada en la enseñanza del
psicoanálisis. El capítulo VIII presenta una explicación
clara y bien fundamentada de dos funciones primordia-
les del proceso analítico como son el encuadre y la
elaboración.
12 DONALD MELTZER

El capítulo IX, titulado "El psicoanálisis como una


actividad humana" es un digno broche para cerrar un
libro de tan alta calidad. Una frase, elegida un poco al
azar, da la pauta de su contenido: " .. .la actividad psi-
coanalítica.. , tiene que «doler», Debe realizarse con
tanto esfuerzo como lo permita la fortaleza del analista,
Sólo dentro de un marco de trabajo, bajo una tensión
equilibrada, puede surgir la misteriosa función de la
creatividad que por sí sola hace que el analista sienta
que tiene un lugar en una sociedad científica de sus
iguales, más bien que en un gremio de maestros jor-
naleros y aprendices",

LEÓN GRINBERG

,.
RECONOCIMIENTO

Quisiera agradecer a los siguientes amigos por su


ayuda y consejos en la preparación de este libro: señora
Esther Bick, señorita Betty Joseph, señorita Patti Koo:k,
doctor Herbert Rosenfeld, doctora Hanna Segal, señor
Adrian Srokes, señorita Doreen Weddell.
)

PREFACIO

Este libro fue creciendo en los últimos seis años a


través de conferencias y seminarios, hasta adquirir la
forma presente en un ambiente de estrecha colabora-
ción en la tarea y la investigación clínica. La mayor
parte de su forma proviene del autor, pero mucha de su
riqueza proviene de los estudiantes y colegas con los
cuales ha sido "elaborado". Comenzó, poco antes de la
muerte de Melanie Klein en 1960, con una serie de
conferencias-seminarios dictados a psicoterapeutas de
niños que se habían formado en la Tavisrock Clinic.
En esas sesiones se presentó material seleccionado por
los terapeutas que controlaban con el autor. Estas pre·
sentaciones fueron precedidas por conferencias improvi-
sadas sobre el proceso psicoanalítico y la oosología y
prognosis que serían luego ilustradas por el caso pre-
sentado: Las conferencias fueron grabadas, mimeogra-
fiadas y distribuidas.
Este método se repitió varias veces 'durante esos seis
años COn diferentes grupos: psicoterapeutas-esrudiantes,
estudiantes de análisis de niños, analistas y candidatos
de la Asociación Psicoanalírica Argentina y finalmente
en un seminario de Investigación compuesto por estu-
diantes y analistas de niños. Fue posible operar en esta
forma debido a una vasta experiencia en supervisión
de la cual se podía extraer el material clínico oportuno.
16 DONALD MELTZER

Fué a través de una abundante supervisión de casos


infantiles y adultos yuxtapuesto al trabajo con mis
propios pacientes que tomé conciencia de los modelos
descriptos en este libro. La publicación constituyó el
paso lógico que siguió a la convicción.
Menciono estos hechos para ubicar la experiencia
aquí materializada dentro del marco de la historia psi-
coanal ítica y mostrar que hay un grupo en funciona-
miento que difunde la teoría y la práctica de los apor-
tes iniciados por Melanie Klein. En consecuencia, este
libro no puede ser leído COn provecho sin referirlo a
ese contexto histórico dentro del cual el libro de Harina
Segal Introducción a la obra de Melanie Klein, Bs. As.,
Paidós, 1965, constituye un requisito mínimo. Por otra
parte, resulta difícil imaginar que el presente libro pue-
da tener importancia para alguien que no haya experi-
mentado el proceso analítico directamente como pacien-
te. .Está dirigido a los analistas en el ejercicio de su
profesión para su uso y como una contribución al re-
ciente y difundido interés en el proceso analítico.
En cuanto a la terminología, la mayor parte de los
términos técnicos empleados son bien conocidos en la
literatura kleiniana, tales como splitting·, splitting-e-
idealización, identificación proyectiva, objetos internos,
etc. Pero otros resultarán menos familiares, aunque se
han convertido ya en lenguaje corriente entre los ana-
listas kIeinianos. Son principalmente notacionales, un
estilo de referencia, antes que técnicos. Su significado
no implica un aporte a la teoría, sino que se hace evi-

• Mantenemos el término original splitting en Jugar de tra-


ducirlo por "disociación" debido a que, conceptualmente, está
referido a un tipo específico dé disociación, de índole más
regresiva. (N. de la T.)
,
EL PROCESO PSICOANALITlCO 17

dente por el contexto. Me refiero a términos tales co-


mo "pecho-inodoro ", "rnarni-inodoro", "pecho-nutrido",
. "parte-niño ( del selj) ", etc. Es una taquigrafía que re-
fiere a una estructura cuyos principios generales son
simples : 1 ) se les ,da a los objetos nombres adultos o
infantiles, ya sea que correspondan a la experiencia
adul ta o a niveles infantiles de la personalidad, por
ejemplo, "mamá" o "rnarni"; 2 ) se nombra a los obje-
tos según indiquen status de objetos pardales o totales,
por ejemplo, "rnami" o "pecho"; 3) se otorga a las par-
res del sel] nombres que diferencien su nivel de madu-
ración y cualidad predominante, de modo de definir el
grado de splitting, por ejemplo, el "hombre", la "parte-
niño", el "bebé-pene".
Una notaci ón similar indica la distribución geogr á-
fica de la fantasía. Se usan "interno" y "externo" para
describir los mundos interno y externo, mientras que
"interior" y "exterior" son usados para definir la rela-
ción del adentro o el afuera del cuerpo de un objeto.
. La' separación con guiones es copiosamente empleada
en esta notación y puede ser siempre considerada im-
plicando cierto grado de confusión cuando se unen tér-
minos del mismo valor gramatical, como en "lengua-
pene-bebé". De este modo usaremos el término "vagi-
na-ano" antes que un término biológico como "cloa-
ca", porque el primero puede inverrirse en "ano-vagina"
cuando se le adscriben al recto funciones reproductoras,
en lugar de adscribírsele al útero funciones excretorias
(como en los conceptos infantiles de la menstruación).
Sin embargo, no ha sido posible escribir este libro sin
a veces trascender en la referencia teórica la literatura
publicada hasta hoy. En parte se debe al contacto con
colegas que na han publ icado aún sus apor tes. Cuando
18 DONALD MELTZER

se trata de trabajos míos que han quedado rezagados,


intenté remediar la situación mediante un apéndice teó-
rico al cual se remite al lector. Esto me pareció prefe-
rible a interrumpir el texto con notas al pie. Aconsejo
al lector dejar el apéndice para el final, a menos que el
texto le resulte incomprensible sin él.
Una palabra más a modo de prefacio acerca del mé-
todo de exposición. Muchos colegas y candidatos han
escrito con generosidad material clínico para que yO
lo usara en este trabajo. Mas he decidido en esta pre-
sentación inicial emplear pocos ejemplos clínicos en la
descripci ón del proceso analítico (Sección 1) e intentar
en cambio una descripción genérica de los fenómenos
clínicos que hará más vívida la referencia a lo que
ocurre en el consultorio y en el cuarto de juegos. Este
método tiene el propósito de evocar en el lector asocia-
ciones de su propia experiencia como paciente y analis-
ta. la Sección II se ocupa de la tarea del analista y sus
funciones y se usará materia! clínico que también ilus-
trará aspectos de la Sección 1.

D. M.
INTRODUCCIÓN

El "hacer" de la tarea analítica y el "hablar" acerca


de la misma son dos funciones muy diferentes del aná-
lisis. El analista al trabajar debe estar . "sumergido" en
e! proceso analítico del mismo modo que el músico en
. su .instrumenro, confiando en la virtuosidad de su men-
te en las profundidades. Debe "emerger" de esta ab-
sorción cuando descansa, entre pacientes, cuando habla
con sus colegas y cuando escribe. Existen pocas dudas
de que estas dos áreas de función deben interactuar si
es que el analista individual y el psicoanálisis Coma to-
talidad han de desarrollarse. Nada puede ser más peli-
groso para este desarrollo que una disociación entre el
"hacer" y el "hablar", entre el practicante y el teórico.
Una manera de asegurarse que no se va a dar esta
disociación es el uso de! lenguaje para unir y mante-
ner conectadas funciones y áreas de la personalidad que
tienen tendencia a separarse. La obra de Melanie Klein
tiene el mérito singular de conservar el mismo lenguaje
para sus pacientes que para sus colegas, con algunas no-
tables excepciones. Términos tales romo "posición pa-
ranoide-esquizoide" y "posición depresiva" pueden ser
necesarios como un meta-lenguaje, para usar el término
de Berrrand Russell, un nivel de abstracción por encima
. de la tarea clínica. Pero tal vez "identificación proyee-
tiva" tenga eventualmente que ser cambiada por algo así
como "identificación intrusiva", si es que se puede en-
20 DONALD MELTZER

centrar una palabra que exprese una función de la fan-


tasía tan alejada de la conciencia, salvo en los cuentos
de hadas.
Aparte de estas pocas excepciones lingüísticas, el len-
. guaje de este libro refleja una actitud básica acerca de
la estructura de la mente por un lado y de la natura-
leza del proceso analítico por el otro, en el sentido de I

que lo segundo es el producto natural de lo primero. Se


podría decir con mayor precisión que el valor del pro-
ceso analítico deriva del grado a que está determinado
por la estructura de la mente. El vínculo es, por su-
puesto, la "transferencia" y la "contra-transferencia", las
funciones inconscientes e infantiles de las mentes del
paciente y el analista. Si el único derecho que tiene el
analista para considerarse especialmente calificado es su
capacidad para desplegar su "órgano de la conciencia"
hacia adentro para comprender su conrrarransferencia,
el resto del "trabajo" analítico es técnico en la sesión
e intelectual en el descanso. Provisto de su equipo téc-
nico e intelectual, el analista decide conducirse de un
modo especial, y estimular al paciente hacia una con-
ducta semejante, o sea, utilizar la conciencia (de los de-
. rivados de los procesos inconscientes) para el pensa-
miento verbal, en lugar de recurrir a la acción. Lo cual
equivale a "contener" los aspectos infantiles de la mente
y sólo comunicar acerca de ellos. Esta comunicación
constituye la actividad interpretativa del analista, que
luego contribuirá a la capacidad del paciente pata el
insight.
Mas no obstante lo importante que la interpretación
pueda ser para la "curación" y el insight, no constituye
la tarea principal del analista en lo que hace al estable-
cimiento y mantenimiento del proceso analítico. Esto
último se ' efectúa mediante la creacián del "encuadre"
/

, '


EL PROCESO PSICOANAI.lTICO 21
en el cual los procesos transferenciales de la mente del
paciente pueden encontrar expresión. La palabra "crea-
ción" enfatiza la naturaleza de esta parte técnica de la
tarea, porque resulta evidente que se requiere un pro-
ceso de constante descubrimiento por parte del analista,
refiriéndose a la modulación de la ansiedad por un lado
y a reducir al máximo la interferencia por el otro.
Nótese que se empleó el término "modulación" de la
ansiedad y su "modificación", dado que este últim o es
con seguridad una función del aspecto interpretativo
de la tarea, mientras que la modulación es entendida
como parte del encuadre. Esta modulación se da a
través de la reiterada vivencia que tiene el paciente en
análisis de que hay un lugar donde la expresión de sus
procesos transferenciales no será satisfecha mediante la
. actividad contra-transferencial, sino solamente mediante
la actividad analítica, es decir, una búsqueda de la ver-
dad.
Para que tenga lugar esta búsqueda de la verdad sobre
la mente del paciente, es necesario que el encuadre re-
duzca al mínimo las interferencias en el desarrollo y
elaboración de su transferencia, tales como las que po-
drían ser causadas por la intrusión de realidades ex-
ternas en el encuadre. El sentido común predecirla que
esto
>
es imposible en lo que hace a la edad, sexo,'. as-
pecro y carácter del analista. Pero afortunadamente el
análisis no está sujeto al sentido común y encuentra que
el impulso que surge del paciente hacia la resolución
de sus conflictos actuará al margen de todas estas -rea-
lidades externas, si es que no le san impuestas con de-
masiada fuerza. El secreto reside en la estabilidad, y la
clave para la estabilidad es la simplicidad. Cada analista
debe idear para sí mismo un estilo simple de trabajo .
22 DONALD MEL'fZER

analítico, en los arreglos de horarios y de pago, en el


consultorio, en su ropa, en sus modos de expresión
\y comportamiento. Debe trabajar bien dentro de los lí-
mites de su capacidad física y tolerancia mental. Pero
también, en el proceso de descubrimiento con el pacien-
te, debe encontrar, a través de su sensibilidad, los me-
dios de modulación requeridos por ese individuo dentro
del marco de su técnica. En una palabra, debe contro:
lar el encuadre de tal manera que permita la evolución
de la transferencia del paciente. , ,
Como se verá, este enfoque del proceso analítico des-
cansa primordialmente en el componente estructural de
la metapsicología y, tamo con niños como con adultos,
contempla la existencia del splitting del selj, tanto ho-
rizontal ( nivel de edad) como vertical (anatómico y
funcional) .'" y de este modo, en menor o mayor grado,
siempre existe, aunque no siempre sea asequible al con-
.1 tacto, un nivel de la mente que es el más maduro, el
cual, debido a la identificación proyectiva con objetos
internos adultos, puede ser razonablemente llamado la
"parte adulta". Es con esta parte de la personalidad
que se propicia una alianza durante la tarea analítica.
Un aspecto de la tarea analítica que alimenta esta alian-
za involucra la indicación y explicación de la coopera-
ción requerida, así como también su estimulación, El
analista tiene la esperanza de que esta "parte adulta"
gane progresivamente el control sobre el "órgano de
la conciencia", y de este modo sobre la conducta, no
sólo con el propósito de incrementar la cooperación,
sino eventualmente para el desarrollo de la capacidad de
auto-análisis.
En ' consecuencia, se puede establecer una distinción

• Véase Apéndice K.
,
EL PROCESO PSICOANALITICO 23
,
entre el "análisis" del paciente, como un proceso poten..
cialmente tan largo como la vida y que constituye una
forma de vida con la responsabilidad obtenida a través
de! insight y el ser analizado como el método de poner
en acción el auto-análisis. Este último estado da con-
sistencia al concepto de "terminación", que se diferencia
del de "interrupción", y a objetivos de logro de la
organización básica de la personalidad antes que a la
resolución de determinados rasgos o síntomas psíco-
patológicos. Se podría decir que este enfoque está ale-
jado del mod elo médico de la tarea psicoanalírica, pues
, significa el abandono de conceptos tales como "enferme-
dad" y "curación" a favor de un enfoque puramente
metapsicológico. '
Fue un desarrollo natural el que vinculó al psicoaná-
lisis tan estrechamente con e! campo médico y la neu -
ropsiquiatr ía; se recogieron muchos beneficios mutuos,
especialmente en los comienzos cuando la gama tera- ,
péurica del análisis era tan limitada que e! diagnóstico
psiquiátrico diferencial constituía un resguardo ese-ncial
para la práctica analítica. Pero como la psiquiatría ha
avanzado con las drogas, psicoterap ias, tratamientos en
grupo y enfoques sociológicos, la presión sobre el psi-
coanálisis para que "cure" los enfermos ha disminuido
y ha comenzado a escIarecerse su posición en el rnun-"
do. El psicoanálisis se ha convertido por un lado en
el más fructífero método de investigación de la m en-
talidad humana, donde el concepto de "mente" es di-
ferenciado del de "cerebro" y constituye su principal
foco de inter és, Por otra parte, el psicoanálisis ha de-
mostrado ser un campo de aprendizaje y fuente de in-
.ormaci ón para los campos afines, o sea, la psicología,
las ciencias sociales y la medicina.
24 DONALD MELTZER

Liberado del peso de la "curación", el psicoanálisis


se ha orientado hacia el desarrollo del carácter con ·10
cual atrae a un tipo diferente de paciente que tiene
distintos objetivos. Al abarcar un área ubicada en al-
g ún lugar del triángulo entre medicina psicológica,
I

educación y crianza del niño, parece estar pronto para


desarrollar una nosología, un sistema prognóstico y un
método de evaluación del progreso separado del método
descriptivo clínico usado por la psiquiatría. Su alterna-
tiva debe ser un sistema basado en el proceso analítico
como un concepto unificado, pero esto no se puede lo-
grar sin la unidad del método clínico. Afortunadamente
sucede que el "método clínico" no necesita abarcar
el área de la teoría y su resultado, la interpretación.
Existe un amplio campo para que la unidad de las
experiencias clínicas posibilite la comunicación cientí-
. fica mientras el aspecto técnico del método se man-
tenga constante, es decir, el encuadre. Se da por sen-
tado que cualquier método que no centralice su inda-
gación en la transferencia no está en absoluto relacio-
nado con el psicoanálisis. .
Si se piensa un poco se verá qué razonable es, según
el punto de vista expresado aquí, que el análisis ·de
niños revele el proceso analítico en su forma más pura.
N o sólo viene el niño al análisis libre de conceptos
culturales errón eos respecto de la naturaleza del pro-
ceso, sino que también se acostumbra al mismo en foro
ma natural y sin motivaciones conscientes. Dado que
los niveles de su mente están pobremente diferenciados
y su vida está colmada de fenómenos transferenciales,
se introduce en el dominio del proceso analítico sin
darse cuenta. Por esta razón paradójica la cooperación
en el análisis no se desarrolla en los niños hasta un
)

,
EL PROCESO PSICOANALITICO 25
largo tiempo. Pero tampoco es razonable decir que no
cooperan, hasta que se haya establecido una franca
alianza con la parte "adulta" de su personalidad, de mo-
do tal que se puedan estudiar las fluctuaciones en el
esfuerzo.
Por estas razones, este libro ha sido construido al-
rededor del proceso tal como se manifiesta en el con-
sultorio de niños y puede parecer aplicable principal-
mente la experiencia del analista de niños. Sin em-
bargo, si los lectores que carecen de experiencia en este
área perseveran hasta el Capítulo VI, encontrarán que
el panorama total entra en relación con los hechos' del
consultorio adulto. En realidad cada analista está cons-
tantemente viendo al niño, o más precisamente, a las
distintas partes-infantiles de su paciente adulto, en sue-
ños, así como también en el acting-in y acting-out de
la transferencia. Pero es también cierto que, puesto
que la experiencia en niños enriquece el trabajo de los
analistas, su ausencia puede hacer que las descripciones
de los Capítulos I-V sean menos vívidas.
Volvamos por un momento a la necesidad de cons-
truír, en el futuro, una nosología y un método de ,prog-
nosis puramente psicoanalíticos. A lo largo del texto
se indican sugerencias que apuntan a dicha fundamen-
tación, a los fines del aspecto clínico. Pero para que
sea . de valor científico, un sistema de nomenclatura y
prognosis deberá existir en íntima conexión con un
método de evaluación y con un concepto del proceso
analítico debidamente esclarecido y unificado. Está claro
que los pasos a seguir deben ser: primero, proceso ana-
lítico; segundo, método de evaluación; tercero, cons-
trucción de una nosología y prognosis. Gracias al genio
de unos pocos ya se cuenta con trabajos teóricos y téc-
26 DONALD MELTZER

nicos básicos. Es factible ahora que otros estudiosos


brinden su contribución para unificar al psicoanálisis
en una ciencia que contenga en sí misma todos sus ele-
mentos y que sea lo suficientemente sólida como para
satisfacer a sus amigos más exigentes y protegerse de ,
sus enemigos más virulentos.
Dado que vamos a rastrear ahora la evolución de la
transferencia como proceso, con una historia natural
propia, tal vez lo mejor sería ser claro, desde el cornien-
zo, acerca de la utilidad y de los peligros de tal con-
ceprualización. H e dicho que el analista debe estar
"sumergido" en la experiencia interna del material del
paciente, confiando en que su virtuosídad analítica rea-
lizará en la sesión el manejo técnico y la tarea inter-
pretativa. .Pero debe "emerger' en el descanso para
comprender 10 que ha estado haciendo en realidad y
qué área del proceso analítico ha atravesado. A partir
de estas consideraciones puede predecir el curso futuro
y llevar adelante la validación mediante la predicción,
que es el instrumento científico pr incipal del. psicoaná-
lisis.
Resulta obvio que la convicción acerca de la teoría
analítica sólo puele provenir de la experiencia; cada
analista, guiado por sus profesores y por la literatura
correspondiente, debe "descubrir" la totalidad del an á-
lisis por sí mismo. Esto, creo, no ocurre en las otras
ciencias en las cuales 'no existe una absoluta inrerdepen-'
dencia entre cada área de la teoría. Si hay pirámides
que descansan sobre sus bases, el 'psicoanálisis es de
las que descansa sobre su ápice constituido por el con-
cepto del inconsciente. la historia del psicoanálisis se
asemeja al juego de construir con fósforos sobre el
cuello de una botella y cal es la esrrucrura de las teorías
,
. EL PROCESO PSICOANALlTICO 27

que toman forma en la mente del analista a medida


que éste se va formando. Al igual que el que contruye
sobre-la-botella, el analista siente que esta estructura está
en peligro constante ante cada perturbación, particular-
mente ante los ataques que provienen de sus propias
estructuras infantiles. Hasta que el analista no tiene
una vasta experiencia y su carácter se ha estabilizado
por el tratamiento analítico, esta estructura de teoría
es frecuentemente derribada por el stress de la tarea
analítica, su dolor, confusión, preocupación, culpa, des-
ilusión. El "emerger" para hacer inventario, que ocurre
mientras el candidato está en análisis y mientras el ana-
lista joven está en supervisión, debe eventualmente to-
marse como un proceso autónomo. La conceptualización
del proceso analítico puede contribuir a esta función y
de ese modo estimular la capacidad de investigación del
analista en formación. Me refiero a su capacidad de
"descubrir" los fenómenos psicoanalíticos más allá de
'la verificación de todo lo que se le ha enseñado.
Si bien este es el valor de la concepción, debemos
recordar sus peligros, es decir, la tentación de prote-
gernos de las zozobras antes enumeradas mediante la
escotornización, el control obsesivo, la dependencia fácil
de la teoría y la sumisión a la misma. Por lo que antes
de comenzar, insisto en que los Capítulos que" siguen
no pueden ser "usados" en el consultorio, sino sola-
mente durante el descanso, cuando se escriben anota-
ciones, se reconsidera el . progreso de un paciente, se
presenta material, se escriben trabajos.
SECCIóN 1

CAPÍTULO 1

LA RECOLECCIÓN DE LA TRANSFERENCIA

Los niños se aproximan al análisis, como a cualquier


nueva experiencia en la vida, bajo la orientación y la
autoridad de sus padres. Se solía pensar que el deseo
de complacer a los padres, la esperanza de gratificar an-
helos secretos y la expectativa de encontrar alivio para
las aflicciones cotidianas se mezclaban en grados varía-
bles para impulsarlos hacia la nueva experiencia, mien-
tras que las ansiedades los retenían. A su vez podemos
pensar que el modelo motivacional es más inconsciente
y pertenece a la categoría general del deseo de manteo
ner el Jtatu-qtto que se opone al impulso hacia la inre- ,
gradón. No creo que estos dos puntos de vista sean in-
compatibles, pero encuentro que este último es más
acorde con mi experiencia y modo de describir los fe-
nómenos analíticos.
Según este punto de vista la vida de un niño al ' co-
mienzo de su análisis parecería estar colmada de obje-
tos del mundo externo: padres, hermanos, familiares"
sirvientes, maestras, animales, juguetes, máquinas y tam-
bién por elementos de la naturaleza. Aunque su tenden-
cia, impelida por distintos impulsos y ansiedades, es
la de extender los límites del setf para abarcar todo
objeto nuevo, también padece el temor a la sobreexren-
30 DONAW MELTZER
1

sión a "perderse", y por esta razón intenta mantener


un perímetro definido. La geografía 'de este perímetro,
en relación con el mundo externo, está principalmente, co-
mo en tamos juegos, definida por la distancia emocio-
nal del "hogar" que es, en verdad, el domicilio real,
pero es también fundamentalmente los cuerpos de los
padres y en especial el de la madre. De este modo las
personas y las cosas tienen una valencia positiva o ne-
gativa según se los sienta cercanos a los padres. La in-
tensidad de la valencia. varía según el grado de intimi-
dad amistosa u hostil. Es po~ esta razón que una fobia,
por ejemplo, estará casi siempre vinculada a una ten-
dencia fóbica de los padres. Por otra parte sabemos que
aparece una valencia edípica negativa en el momento
en que se sospecha de una intimidad demasiado posi-
tiva con una figura parental.
Creo que podemos decir, can seguridad, que los ni-
ños "miden" a su analista de este modo: con un ojo
puesto en el padre o madre y el otro en el analista ob-
servando la interacción en el momento del encuentro.
Se puede pensar en la incapacidad de integración de
los niños en forma muy provechosa y sostener que no
se debe principalmente a un emergente persecutorio,
sino a su incapacidad de internalizar la yuxtaposición
de la figura del padre y la del analista a los fines de
"medir", Un niño con una mayor capacidad para la in-
troyección lo puede hacer, utilizando datos que su pa-
dre o madre le pueden dar del analista, y viceversa, ais-
landa a uno del otro. la forma en que los padres han
presentado la necesidad y el propósito del análisis, por
ejemplo, puede yuxtaponerse en el pensamiento a la
presentación del analista, o a su actitud o modales. Toda
disonancia tiene el efecto de una valencia negativa que
,
EL PROCESO PSICOANALITICO 31
se agrega 'al procedimiento analítico o al analista como
persona. Por esta razón vale la pena que los padres
preparen cuidadosamente al niño para esta primera
sesión y para el manejo del niño en las diversas even-
tualidades que surgen de la misma, a pesar de que con
frecuencia comprobamos que las más cuidadosas ins-
truccicnes se pierden con la excitación del momento.
Este modo de comprender el problema que se nos
presenta, en el sentido general de introducir una per-
sona nueva en la vida del niño, podría sugerir que
el estrecho margen entre la amistad y la valencia ne-
gativa persecutoria o edípica debe ser utilizado por ha-
cerle evidente al niño la existencia de un grado correcto
de relación amistosa, pero no demasiado intima entre
10., padres y el extraño. Esto es de hecho lo que una
m3;cstra o médico preparado harán a través de su con-
ducta , forma de dirigirse, breve charla con los padres
antes de dirigir su atención hacia el niño con cierto
grado de contacto físico y a la vez emocional.
Pero los requisitos del proceso analítico probable-
mente no se cumplirán a la larga con esta forma de
comienzo, dado que nuestros objetivos difieren mucho
de los de la maestra o el médico. No pretendemos es-
tablecer una relación de confianza y obediencia para
con nosotros como sustituto de los padres dentro de un
área limitada. Deseamos emprender una relación nue-
va y trascendente que pueda separarse de la vida del
niño en su hogar y convertirse eventualmente en una
tarea privada, de cooperación y de responsabilidad. Es-
ta alianza con los aspectos más maduros del niño sólo
se podrá lograr, creo, siguiendo los métodos postulados
por Melanie Klein, según los cuales la interpretación,
junto can el esclarecimiento Jel encuadre y el método
32 DONALD MELTZER

de análisis, es utilizada para poner en marcha el pro-


ceso analítico, con todas las cualidades orgánicas que
nos proponemos investigar: su "historia natural", como
ya lo he llamado.
Parecería ser mejor, teniendo este objetivo en vista,
que los padres hablaran con el niño 10 menos posible
acerca de las razones para su análisis o de los objetivos
del proceso y que sólo le dieran informaci6n acerca del
horario, frecuencia de las sesiones, nombre del analista
y le indicaran que las preguntas restantes se le pueden
formular al analista. En forma similar, sería deseable
que el contacto entre los padres y el analista fuera tan
restringido y ambiguo como la buena educación lo per-
mita.
Este procedimiento can seguridad creará en el niño
una tendencia a la valencia . negativa más persecutoria
respecto del analista, quién debe intentar neutralizar-
la lo antes posible mediante la interpretación de ' las
ansiedades' inconscientes y conscientes y esclareciendo
el encuadre, método y propósito del procedimiento ana-
lítico.
llamo la "recolección de los procesos transferencia-
les" a lo que sucede como consecuencia de este tipo
de enfoque, durante el período introductorio del aná-
'lisis de niños. Puede durar algunas semanas o varios
/
meses. Difícilmente pueda imaginar la conformación'
de una resistencia intratable al análisis en este período,
suponiendo se cuenta con una técnica adecuada e inter-
pretaciones con un grado mínimo de corrección, a ex-
cepción de una razón que sería la de una folie (/ deux
entre madre y niño. Estoy tentado a decir "la persona
que lo trae a análisis', pero no creo realmente que esto
sea correcto, porque he tenido experiencia de que no era
EL PROCESO PSICOANALÍTICO 33
la madre la que "traía" al niño, sino que era ella, en-
vuelta en una folie a deux, lo que impedía que la con-
centración tomara la forma necesaria para poner el pro-
ceso de análisis en movimiento.
Acabamos de considerar brevemente la organización
del espacio-vital del niño respecto de la distribuci ón ge-
neral de las valencias positiva y negativa y la creación
del perímetro dentro del cual todos los objetos nega-
tivos, temidos y odiados tienden a ser excluidos y den-
tro del cual 10$ procesos de relación objeral e identifi-
cación están en cambio constante. lo que también está
en una serie continua de cambios es su relación con los
objetos internos; la inestabilidad .cs el aspecto más
significante de la organización de la personalidad por
el cual el niño puede ser diferenciado del adulto, desde
.el punto de vista analítico. No sólo están sus relaciones
interna s en constante cambio, sino que la diferenciación
I entre lo interno y Jo externo se desdibuja constante-
mente por la externalización de su situación interna y
por su actuación. los objetos del mundo exterior que
habitualm ente representan ciertos aspectos de ' la reali-
dad interna pueden haber adquirido la suficiente cons-
tancia como para merecer el nombre de síntoma, tal
como en una fobia, un ritual obsesivo, una relación pa-
ranoide ya establecida con . el matón del vecindario o
manías en la comida. Hasta cierto punto se puede ha-
blar del carácter de un niño, pero sólo en niños muy
enfermos sc encuentra la rigidez y limitación que se
aproxima en calidad a la constancia o cristalización ob-
servada en el paciente adulto. A estos niños, de hecho,
tendemos a describirlos como pequeños hombres o
mujeres viejos precisamente por esta rigidez.
Pero, generalmente, el cambio en las relaciones in-
34 DONALD MELTZER
,I
ternas y la fluidez de transición al acting out es la
orden 'd el día en los niños y son precisamente ese cam-
bio y fluidez los que constituyen las facetas principales
de su disponibilidad para el enfoque analítico. lo que
he descripto podría expresarse en otros términos dicien-
do: en los niños el nivel más maduro de relaciones con
los objetos externos está constantemente contaminado
por el descontrolado acting out de las consecuencias del
constante cambio en los niveles internos e infantiles
de su vida psíquica. No existe área libre de esta con-
taminación. Sin embargo, la conciencia que el niño
tiene de su perturbación varía mucho y es más aguda
en el niño que tiene conciencia de una interferencia
en su deseo de satisfacer las exigencias y expectativas
de los padres. Cuando el splitting de niveles se hace
más constante, como durante la latencia, las incursiones
de la realidad psíquica son racionalizadas como ego sin-
tónicas o negadas, desde el punto de vista de su signi-
ficancia. De este modo el niño en latencia siente con
frecuencia que sus padres están "de mal humor" o "ha.
ciendo mucho lío por nada", en relación con una explosión
de conducta desaforada de su parte. Siente que "toman
todo demasiado en serio", que "todos los chicos (o
chicas) lo hacen" o "sienten del mismo modo" y sus
padres le dan la libertad de hacer ·10 que a él [usramen-
te se le ha negado.
En una palabra, la vida del niño está llena de pro-
cesos transferenciales. También 10 es así la vida del
adolescente (desde los 12 años hasta X), pero con una
diferencia importante. Mientras que el niño externaliza
sus objetos internos en el acting out, el adolescente pro-
yecta partes y entra así en un tipo de acting out mucho
más narcisista en el cual la complicidad desempeña un
\
EL PROCESO PSICOANALÍTICO 35
papel importante." Esta distinción es de suma impor-
tancia para comprender por qué es relativamente fácil
, iniciar a los niños en el proceso analítico, mientras que
los adolescentes, más parecidos a los psicóticos, son tan
difíciles. Se debe a que los niños externalizan objetos
y entran entonces en relaciones transferenciales con es-
tos sustitutos objetales del mundo exterior que se con-
ducen de un modo que suele ser ajeno a su mejor nivel
de relación Con esa persona, animal o éosa. Mientras /

que el sustituto externo puede ser llevado por provoca-


ción a. actuar el rol deseado, como está expresado en
el sueño que se expulsa, lo hace con cierto grado de
resistencia interna. Esto se ve muy claramente con ju-
guetes que, al ser . usados en forma inapropiada, se rom-
pen, pierden o resultan inadecuados para el rol que se
les impone. Algo similar ocurre con los animales, quie-
nes como los escritores de la Gestalt describen, "aban-
donan el campo" cuando se les exige en forma excesiva.
Sólo los seres humanos, 'y especialmente los adultos,
ofrecen, debido a su propia perturbación o buena vo-
luntad mal dirigida, la capacidad de ser sustitutos obje-
tales realmente adecuados. Por esta razón, a pesar , de
que la vida del niño está "colmada" de objetos, cualquier
adulto COn el que tenga contacto seguido .tiende-a acu-
o mular significancia transferencial, tal como el dinero
que dejado en el banco acumula interés por el solo
hecho de "estar allí".
Sin embargo, a pesar de la propia perturbación y aun
contando con grandes cantidades de buena voluntad
mal dirigida, la mayoría de los adultos en el mundo del
niño no tienen la requerida intensidad de interés como
para sostener un rol transferencial sin ocasionales rebe-

• Véase Apéndice A.
DONALO MELTZER

Iiones contra la tiranía y la restricción. Por esta razón,


exceptuando e! deseo de los padres de ser idealizados
o e! de la niñera o abuelos de ser supra-parentales, los
procesos transferenciales del niño se ven forzados casi
constantemente a buscar objetos nuevos. Esto consti-
tuye un impulso hacia la retención de la situación in-
terna patológica y la evolución de síntomas corno con-
secuencia. Cuando un niño y un adulto forman una
estable colaboración en el acting out, surge la folie a
deux, tan refractaria al análisis. Es, en mi experiencia,
poco frecuente y generalmente implica a un adulto psi.
cótico. La colusión de tipo narcisista entre niños, tan
predominante en la pubertad, no tiene la misma calidad
de coraza anti-analítica.
Este rasgo, esta disposición para incorporar a un
.adulto nuevo, que es con frecuencia un sustituto de los
objetos internos, constituye el área principal de la dis-
ponibilidad del niño para el análisis, tal corno la carga
en un ión o la ligadura no saturada en un compuesto
orgánico. Enfrentadas con la cualidad ambigua de! en-
cuadre y la persona del analista, las necesidades o ten-
dencias transferenciales del niño comienzan a ."tantear"
la situación y empiezan a aparecer un ballon d'essai
tras otro en los juegos, comportamiento, conducta, ver-
balización, al principio tal vez lentamente, pero luego
con mayor rapidez. Con estas amenas -creemos- in-
tentan envolver al analista en un acting out recíproco
y les molesta encontrar la interpretación por respuesta.
Estas primeras interpretaciones deben ser suaves y am-
pliadas por explicaciones que señalen cómo difiere el
análisis de otras situaciones corrientes en la casa o en
el colegio.
¿Qué es 19 que pensarnos ocurre cuando interpreta-

-,
'1

,
EL PROCESO PSICOANALITICO 37
m03 en lugar de entrar en el acti1lg out de la transfe-
rencia? Antes que nada sentimos que, como Melanie
Klein lo ha demostrado, se alivia la ansiedad en niveles
profundos. Pero ¿sabemos por qué o cómo? W . R.
Bion 1< ha sugerido que el paciente, como el lactante,
exrernaliza una situación interna mediante la identifi-
cación proyectiva de una parte del sel! que está an-
gustiada. Esta parte es luego experimentada como
devuelta, desprovista del dolor a través del proceso de
la comprensión. Claro que para lograr esta función el
analista debe realmente recibir la identificación pro-
yectiva y su dolor sin dejarse dominar ni ser llevado a
la acción por la misma. La actitud del analista, de re-
ceptividad, introyección, auto-control y sobre todo, el
deseo de comprender, no puede . ser fingida. No deseo
enfatizar demasiado la exactitud de la intervención ya
que se pueden recibir proyecciones y comprenderlas
mucho antes de ser capaz de verbalizarlas en forma
correcta. Pero no tengo dudas de que la natutraleza
exploratoria del proceso interpretativo es esencial para
posibilitar que este tanteo cobre impulso.
Ante esta acumulación de impulso el primer fin de
semana los hace sentir como un lobo acorralado y to-
davía no he visto ni me han contado de un niño que
no haya regresado el lunes' siguiente en un estado de
rabia interna, recubierto por una "corteza", como la llama
Freud. Estos dos ' procesos, el alivio que proviene de
la comprensión y el shock de la separación ponen en
movimiento el ritmo que es la forma ondu lante, para
decirlo así, del proceso analítico, que vuelve con fre-
cuencias variables, de sesión en sesión, de semana en
semana, de período en período y de año en año.

• Aprendiendo de la experiencia, Bs, Aires, Paidós, 1966.


38 OONALD MELTZER

Esta tendencia de los procesos transferenciales a en-


contrar expresión cuando sus ansiedades han sido ali-
viadas resulta en el fenómeno que he llamado "la reco-
lección de la transferencia". Cuando el niño se adapta
bien al análisis esto puede ocurrir muy rápido al prin-
cipio y resultar en el tipo de mejoría de la perturbación
clínica que se da fuera del análisis y que ha sido lla-
mada, en forma algo equívoca, "cura transferencial",
término tomado del análisis adulto donde probablemente
es sinónimo de la "fuga en salud". Es importante pre-
parar a los padres para esta mejoría temprana y ase-
gurarles que no ha de durar, ya sea que piensen seria-
mente en sacar al niño del análisis o no.
.Esta recolección inicial de la transferencia es más
evidente en los niños que en los pacientes adultos, en
los cuales la así llamada transferencia pre-formada es
tan prominente en las primeras semanas y meses. Los
niños, gracias a su relativa ingenuidad acerca del psico-
análisis, no presentan esta fachada, ya sea de pseudo-
cooperación o de pseudo-transferencia, de modo tal
que la verdadera naturaleza de los acontecimientos que
ponen al análisis en movimiento son más ostensibles.
En realidad, los acontecimientos son los mismos para
todos los pacientes, y mientras que el niño al comienzo
intenta imponer al analista el rol de alguna figura muy
conocida, como ser el de doctor si el analista es un
hombre o el de maestra si es mujer, el adulto o el ado-
lescente impondrán el rol del "psicoanalista" derivado
de lecturas, películas, rumores y fantasías. Este gambito
inicial no tiene consecuencias serias y no es necesario
considerarlo con atención ya que explota COmo una
burbuja ante la primera interpretación que llega a lo
. profundo.
)

,
EL PROCESO PSICOANALITICO 39
Cada niño pronto se acomoda en su propio método de
presentación de los fenómenos transferenciales, su estilo
propio. Los niños pequeños jugarán con juguetes, reve-
larán sus ansiedades a través de una conducta muy evi-
dente como ser huyendo de la habitación, y en forma
ostentosa se relacionarán con el analista. o lo ignorarán
completamente. Los niños en latencia frecuentemente
recapitularán su conducta escolar sentándose, dibujando
o escribiendo. El niño en la pubertad puede querer
hablar pero ser incapaz de aceptar la dependencia y la
pérdida de anclaje con la realidad al yacer en el diván.
Todas estas cuestiones como son de estilo no tienen
mayores consecuencias. El proceso esencial, la evolución
de la transferencia, continúa sin ser visible para el ana-
lista hasta que el encuadre se haya c.rcunscripto y defi-
nido de modo que las ansiedades' queden contenidas'
dentro del mismo. Con los niños pequeños esto toma
nuevamente la forma de una necesidad por parte del
analista de definir e imponer límites geográficos al
encuadre. Con el niño en latencia la transferencia pasa
a la persona y conducta del analista, o sea, a su nega-
tiva a coincidir con el rol doctor, maestra, niñera,
tío o semejantes, que el niño modela para él. Con
el niño en la pubertad gira alrededor de cualidades
de una mayor significación social tales como la nega-
tiva del analista a representar e! "mundo adulto"
contra los "adolescentes", .
Durante las primeras semanas en que se están
viendo problemas técnicos de! encuadre, el material
parece variar y moverse de un punto a otro, en cuanto
a su contenido latente y ser nebuloso y ambiguo en
calidad, edípico genital en un momento, muy infan til
en seguida, con ansiedades persecutorias y depresivas
40 DONALD MELTZER

alternativamente y confusiones que surgen a todos los


ni veles. En cierto modo el material es un vehículo para
los problemas del encuadre y un reflejo de las fan-
tasías proporcionadas por la forma en que se mane-
jan estos problemas. La firmeza en el manejo del
pro blema de la separación en la sala de espera que
un niño pequeño puede presentar pu ede brindar ma-
terial en relación con la identificación proyecriva con el
perseguidor, lo cual requi ere poner límites a la con-
ducta agresiva. Esto p uede conducir a material ed í-
píco femen ino pasivo, lo cual req uiere esclarecimiento
de restricción sobre el contacto corporal: esta res-
tricción p uede provocar angustia de castración mas-
culina y el impulso homosexual a seducir y aplacar
con caramelos de bolsillo, lo cual .llevará al esclare-
cimiento de las razones que tiene el analista para
rechazar este u o tros regalos. Un a explicación puede
llevar a una conducta expulsiva anal de índole ma-
níaca y la necesidad de defecar, lo cual requiere el
esclarecimiento de la in sistencia del analista en acom-
pañar al niñ o al baño y la elaboración de detalles en
torno de la . ayuda real que el niño necesita para des-
vestirse, vestir se, limpiarse, apretar el descargador, etc.,
a diferencia de su seducción por un lado y -de su an-
siedad persecutoria por otro y así sucesivamente.
En otras palabras, en las primeras sesiones el mate-
rial no tiende a derivar su contenido latente del ma-
terial anterior, como ha de ocurrir luego siempre en el
análisis, sino que parece ser la respuesta a la conducta del
analista en relación con el encuadre. Sin embargo la ten-
dencia a r eaparecer posteriormente está relacionada con
el proceso interpretativo y su capacidad de estable cer
un vínculo con esta configuración de' la fantas ía, "en-
EL PROCESO PSICOANALÍTICO 41

gancharla" y conservarla como modelo transferencial en


el análisis.
Mientras están surgiendo estos fugaces modelos de
fantasía y transferencia potencial en respuesta a los
problemas del encuadre, se ha puesto en movimiento
otra secuencia en respuesta a la primera interrupción
del fin de semana, o sea una secuencia de configuración
transferencial que gira alrededor de problemas de se-
paración y por lo tanto, de individuación. El niño va
probando todos los recursos que conoce, de mayor o
menor omnipotencia, los descarta, los vuelve a probar
y eventualmente los abandona por un uso cada vez más
consistente de la única defensa infalible ante la sepa-
ración: la identificación proyectiva masiva.
Esta constituye la secuencia esencial en la profundi-
zación de la transferencia que pone en marcha al pro-
ceso analítico, con todo su poder autónomo. Pero esta
profundización puede vacilar y quedarse entonces lar-
gos períodos a menores profundidades y en un trabajo
analítico más fortuito, si el manejo técnico de la se-
cuencia de la defensas ante la experiencia de separación
no es adecuado. Tácticas dilatorias, de construcción a
último momento y de denigración del encuadre, robos,
partidas antes de tiempo (ya sea saliendo del consultorio
o perdiendo el contacto), reversión de tipo maníaco
yendo hacia la madre que lo aguarda en la sala de
·espera, y otros innumerables recursos deben ser enfren-
· rados, analizados por sus ansiedades subyacentes y re-
· sueltos mediante un reajuste de la técnica del encuadre.
Nuevamente la forma del problema es diferente con
pacientes adultos porque a su vez se centra más en pro-
blemas de horarios, honorarios, modalidades de actividad
y comunicación, pero el proceso es el mismo.
42 DONALD MELTZER

. Estos dos problemas, la recolección de las configura-


ciones transferenciales que surgen respecto del encuadre
y la profundización de la respuesta transferencial a las
separaciones, interactúan entre sí para intensificar el
compromiso con el análisis. Movilizan la omnipotencia
del niño en su intento de estabilizar la situaci ón a
medida que lucha contra la evolución de cualquier tipo
de dependencia del proceso analítico y de la persona del
analista. Los servicios del analista en relación con estos
dolores psíquicos que son afectados e intensificados '
constituyen una compensación ante los intentos del pa-
ciente de controlar la situación. Su recepción de las
proyecciones del dolor psíquico actúa como un factor
modulador hasta que el dolor sea modificado por la
. .,
inrerpretacron,
Lentamente este movimiento relativamente fortuito
de la transferencia disminuye a medida que se establece
el encuadre con todas sus facetas complejas y se afirma el
ritmo del proceso analítico. Lo cual rara vez ocurre
antes de que las consecuencias de una interrupción por
vacaciones hayan sido resueltas. Tal vez sea la única
fase del análisis en la cual la experiencia cuenta mucho
en relación con el tiempo. El tiempo de esta primera fase
está determinado en gran parte por la habilidad técnica
y el criterio clínico del analista, a diferencia de fases
más tardías en las cuales la elaboración sigue un curso
que está determinado por la estructura y corrsritución
del paciente. Este punto será aclarado en los capítulos
siguientes de esta sección.
En estos capítulos sobre la ."historia natural" del pro-
ceso analítico (Capítulos I-V) el énfasis clínico está
puesto, por las razones dadas en la Introducción, en el
proceso tal como se da en el análisis de niños, dejando
,
EL PROCESO PSICOANALITICO 43

la orientación de la totalidad en relación con el análisis


adulto para el Capítulo VI. Pero podemos muy bien
dedicar aquí cierta atención a las diferencias aparentes
en el enfoque y período de introducción del paciente
adulto no psicótico para demostrar que estas notables
diferencias son en realidad superficiales ya que son di-
ferencias de forma y no de estructura.
El adulto viene al análisis con un carácter más cris-
talizado y modelos de transferencia can objetos externos
más estables que el niño, pese a lo cual existe aú n una
vasta contaminación de su vida adulta. Su vida sexual
está altamente contaminada de sexualidad infantil de
I modo que su esposa es también su hermana delictiva,
como una continuación de los modelos de la adoles-
cencia. Sus hijos contienen partes infantiles suyas pro-
yectadas ante las cuales actúa como el padre que idea-
liza o que persigue. Sus perseguidores más infantiles
pueden ahora vivir en Marte o en Rusia pero existen,
y su actitud ante el dinero, bienes, status social, polí-
tica y aun su campo de trabajo y conocimiento están
destinados a estar más o menos contaminados de signi-
ficación infantil. En el sentido estructural parece ser
cierto que la mayor parte de los adultos continúan
teniendo una estructura de personalidad adolescente
hasta lo que Elliott Jaques llamó "la crisis de la edad
media de la vida" cuando comienza la lucha por una
integración mayor (y con ella la rebelión contra los
modelos culturales) o un retorno a la rigidez del pe-
ríodo de latencia, lo cual implica "el acomodamiento.a
la edad media de la vida",
Ya sea que el paciente adulto venga al análisis du-
rante esta adolescencia prolongada o con la angustia
de la crisis de la mitad de la vida o se sienta en la cié.
44 DONALD MELTZER

naga del período de latencia que se da en este momento,


su contención de estructuras infantiles y su reconocí-
miento de la realidad psíquica serán muy limitadas. : '
Las estructuras de personalidad del adulto desde el
puntO de vista psico-patológico difieren entonces poco
.le las del niño. En cuanto a la motivación, la situación
es similar y la diferencia es entonces más aparente que
real. ¿Qué analista al pensar sobre los motivos que lo
llevaron al análisis no se daría cuenta que fue "el azar"
y no la sagacidad de criterio lo que lo llevó aI.diván? Lo
mismo ocurre con todos los pacientes porque ninguna
persona que ha haya vivenciado el proceso analítico
puede realmente comprender su significado emocional
independientemente de la comprensión intelectual de la
literatura. Eramos pordioseros cuando creíamos ser pa-
trones, pacientes cuando creíamos ser estudiantes.
Del mismo modo que la motivación de los adultos
es espuria, su alarde de cooperación es igualmente falso.
Con toda sinceridad, conscientemente y con todo el es-
fuerzo de su intelecto, no pueden cumplir con la primera
regla, tan frecuentemente mal entendida como "decir
todo lo que les viene a la mente". En realidad queremos
que nuestros pacientes "observen sus estados mentales
y comuniquen sus observaciones", lo cual no pueden
hacer, y no podrán hacer con precisión o consistencia
por algunos años. No pueden ni "observar", tal es el
grado de constricción de la conciencia en relación con los
procesos internos, ni tampoco pueden "comunicar", de-
bido a lo inadecuado que es su vocabulario desarrollado
en relación con objetos hechos del mundo externo.
De hecho, lo mismo que el niño, el paciente adulto
está obligado, por un período largo, a "actuar en la
transferencia" en alto grado y, asimismo a actuar para
EL PROCESO PSICOANALÍTICO 45

tristeza de su familia y amigos. Por lo tanto, el pnn-


cipio del tratamiento de un paciente adulto también
comienza realmente luego de la primera interrupción
del fin de semana. Al igual que con el niño un período
de mejoría general está acompañado de "la recolec-
ción de la transferencia" y es luego interrumpido por
la aparición de modelos de acting out, a medida que la
principal corriente de transferencia toma forma, y
la "historia natural del proceso analítico" cobra vida
propIa.
Si todo esto es válido para el paciente adulto que
va al encuentro del análisis sólo debido a imight y
conccirnienro, cuanto más lo será para la gran mayoría
de pacientes que vienen, como los niños, por requeri-
miento de doctores, esposos y amigos, con la seguridad
de ses, "curados" a través de la sumisión a "ser ana-
lizados".
CAPÍTULO 11

EL ORDENAMIENTO DE LAS CONFUSIONES


GEOGRAFICAS

En el primer capítulo describí mi experiencia acerca


de la fase inicial del proceso analítico en los niños
afirmando como tesis central que este proceso tiene
una historia natural propia determinada por la estruc-
tura del aparato mental a niveles inconscientes profun-
dos. Si el analista tiene "el control de este proceso me-
diante la creación de un encuadre adecuado y una
intervención interpretativa lo suficientemente correcta
y oportuna como para modificar las ansiedades más
intensas y facilitar la elaboración, se puede observar
(principalmente en forma retrospectiva) la aparición
de una secuencia de fases. Quisiera ahora ilustrar la se-
gunda de ellas.
La separación del primer fin de semana establece una
modalidad de relación a niveles profundos del incons-
ciente que aumenta en intensidad a" medida que los
procesos transferenciales infantiles se concentran e in-
fluyen en el análisis. Esta modalidad, o la tendencia
hacia ella, se libera en cada experiencia de separación
periódica y más tarde en el análisis será reavivada por
cada interrupción no prevista en la continuidad analí-
tica. La modalidad a la que me refiero es la tendencia
infantil a una identificación proyectiva masiva con ob-

EL PROCESO PSICOANALITICO 47

jetos externos y pronto también con objetos internos.


Surge de una configuración de motivos y da lugar a
un espectro de consecuencias que requieren un deta-
llado examen. Mas es necesario aclarar primero un prin-
cipio económico general. La duración de la fase domi-
nada por cualquier organización transferencial particular
no es realmente predecible en el presente momento ya
que los factores que gobiernan la movilidad de las de-
fensas, la inten sidad del impulso hacia la integración,
la capacidad para aceptar la dependencia, etc., están
todos oscuros por el momento y se los suele agrupar
bajo la rúbrica de "constitucionales", lo cual a pesar de
la referencia biológica, en la práctica probablemente _
signifique que sólo los podemos evaluar retrospectivamen-
te pero no por anticipado. En segundo lugar, también de-
bemos tomar el término "dominio de la transferencia"
como relativo, dado que la economía de esta disposición
no es clara. El proceso analítico es cíclico y las fases
que bosquejo aquí en forma panorámica pueden en
cierto grado aparecer en secuencia en cada sesión, cada
semana, cada período, cada año, o sea, en las cuatro
unidades temporales cíclicas del proceso analítico. La
fase en discusión, que se relaciona con la experiencia
de separación y de identidad separada, naturalmente
tiende a ser más dominante al comienzo y al final de
dichos ciclos, sesión, semana, período, año. Pero se
puede decir en forma razonable que el análisis mismo
está siendo "dominado" por este dinamismo en tanto
éste ocupe una porción abrumadora del tiempo analítico
y hasta que se hayan dilucidado las ansiedades con las
que está asociado de modo tal que pueda comenzar la
elaboración. Probablemente sea correcto sostener que
esta elaboración nunca cesa en forma completa, que es
48 DONALD MELTZER

otra forma de decir que la lucha contra la regresión y


la desintegración es continua.
Volvamos ahora a los diversos motivos subyacentes
a la tendencia a' la identificación proyecriva masiva:
Los principales motivos podrían ser enumerados del
siguiente modo: intolerancia a la separación, control
omnipotente, envidia, celos, falta de confianza, ansiedad
persecutoria excesiva. Se verá cómo inmediatamente
se superponen o mejor dicho se entrelazan.
1) Se puede decir que la intolerancia a la separación
existe cuando se presenta una dependencia absoluta de
un ob jeto externo para mantener la integración. Esto '
se puede observar en niños autistas y esquizofrénicos en
los cuales la necesidad de contacto físico o de atención
permanente, o de estar en contacto a través de la verba-
lización constante, revela la ausencia del equivalente
psíquico de la piel *. Necesitan un objeto externo para
mantener juntas las partes del sel] de modo tal que se
delimite un área de espacio vital dentro del seli que
pueda contener los objetos de la realidad psíquica.
2) Cuando la diferenciación entre bueno y malo está
pobremente definida debido a un inadecuado o defi-
ciente splitting-e-idealización del sel! y los objetos, el
uso de la indentifi cación proyectiva sirve a los fines
del control omnipotente y opera como precondición
para la relación objetal, preferentemente a una organi-
zación' narcisista. Esto es evidente en una estructura
muy paranoide (véaseel trabajo de Betty ]oseph "Per-
securory Anxietyin a Four Year üld Boy", lnt, I, Psych-
Anal., Vol. XLVII) .
3) No es necesario que dediquemos mucho tiempo
a la envidia ya que ha sido tan ricamente explorada

• Véase Apéndice B.
,
EL PROCESO PSICOANALlTICO 49
por Me1ani e Klein en Enoidi« 'Y Gratitud y en Iden-
tificación.
4 ) Los celos constituyen una complicada emoción y
su diferenciación de la envidia puede con frecuencia ser
algo má s compleja que la sugerida por Melanie Klein
y aplicada a tres o a dos personas respectivamente. La
dificultad proviene de dos direccio nes: existe una pri-
mitiva elaboración de la envidia a la madre o al padre
o a su coito que es tan oral, tan de objeto parcial y tan
raimada en sus manifestaciones, que la he llamad o "ce-
los delirantes" ji (aun cuando se aproxima peligrosa-
mente al término "delir ios de celos" usado en la literatura
pisiq ui átrica de la paranoia, erc.). Estos celos son de-
lirantes porque están basados en una relación omnisciente
con el cuerpo de la madre, según la cual se representan
mentalmente a bebés internos retozando en todas las
form as imaginables, especialmente aquellas másanhe-
ladas y frustradas en la organización infantil. No son
realm ente celos porque se trata de una representación'
desviada de una actitud envidiosa frente a las figuras
adultas.
En segundo lugar, existen celos posesi vos que apa-
recen como una forma de amor primitiva, altamente
oral y de objeto pa rcia!. Es bipersonal y sin embargo
no es prop iamente envidia; podría incluirse en la des-
cripción que hace Me1anie Klein de la envidia-al-pecho-
que-se-alimenta-a-sí-mismo. Se la ve con marcada in-
tensidad en los niños autistas y en los niños cuyos
impulsos hacia la maduración son muy débiles, de modo
tal , que desean perma necer infantiles o morir. Lo cual
significa para su inconsciente volver-a-dormir-dentro-
de-la-madre. Esta forma primitiva de celos posesivos

• Véase Apéndice C.
50 , DONALD MELTZER

juega un papel importante en la perpetuación de la


identificación proyectiva masiva de este tipo particular
caracterizado por el retraimiento y la somnolencia.
5) Es más dudoso que la falta de confianza sea Un
factor de esta fase, dado que es generalmente una con-
secuencia de la proyección excesivamente destructora.
Pero pienso que se la puede aislar en una forma parti-
cular que está relacionada con secretos y engaños.
Cuando la identificación proyectiva se consuma en la
fantasía mediante el engaño o la astucia, antes que por
la violencia, la desconfianza del objeto y la consiguiente
claustrofobia son intensas, dado que se' sospecha que el
objeto es muy tramposo en su aparente vulnerabilidad.
Esto parece ser, a mi juicio, un fenómeno distintivo
que no puede ser atribuido a la inconsistencia de los
padres o al engaño dado que surge en el análisis como
una preferencia positiva por un mundo de engaño.
Desempeña un papel importante en la paranoia y en la
actitud perversa generalmente.
6) Finalmente llegamos al factor de la excesiva ano
gustia persecutoria. Creo que ahora estamos en condi-
ciones de establecer una distinción cualitativa para
ampliar el principio cuantitativo general postulado por
Melanie Klein, haciendo referencia especial a 10 que
W. R. Bion ha llamado "terror sin nombre", ll< y yo he
descripto como "terror"." ll< En ambos casos se han
descripto ansiedades paranoides que son fundamental-
mente intolerables en calidad a diferencia de otras for-
mas de persecución que pueden alcanzar una intensidad
que es intolerable en cantidad.
Antes de delinear las consecuencias de este ataque

• Aprendiendo de la experiencia, Bs. Aires, Paidós, 1966.


•• Véase Apéndice C.

EL PROCESO PSICOANALITICO 51
masivo a la individualidad de los objetos, y del analista
en la transferencia, sería útil intentar catalogar breve-
mente algunas de las manifestaciones de conducta típicas
que se observan en el consultorio de niños. La si-
guiente podría ser una clasificación lógica: a) utiliza-
ción del cuerpo del analista como una ' parte del seii;
b ) utilización del cuarto como el interior de un ob-
jeto; en tales situaciones el analista tiende a representar
un objeto parcial dentro de este objeto al mismo tiempo
que se lo equipara con el objeto; c) inversión de la
delación adulto-niño; en la cual se le hace al analista
.contener y representar una parte alienada del sel] in-:
fantil; d ) ejercicio de un control omnipotente sobre
el analista.
,
a) Es más característico de niños pequeños y de
niños autistas o muy psicóticos el abordar el cuerpo
del analista en forma frontal. Aquí la técnica juega
un papel importante en determinar su perspectiva o su
mutación hacia formas que emplean de alguna manera
la simbolización. Probablemente los niños autistas sean
los que más persisten en esto no obstante los intentos
técnicos para apartarlos y tal vez se 10 deba tolerar en
forma temporaria si el niño está claramente impulsado
por la ansiedad ante la fragmentación.· Subirse a
la falda, mirar dentro de los ojos, orejas y boca, repre-
sentaciones concretas de comerse las palabras del ana-
lista, empujar la cabeza contra el abdomen del analista,
rodear el cuerpo del analista con los brazos, empujar
sus genitales o el trasero contra el analista; éstas son
algunas formas típicas de acercamiento. Una vez que
cede, surge en forma casi inmediata una reacción ma-
níaca y un cambio de material. Un niño autista correrá

• Véase Apéndice B.
52 DONALD MELTZER

hasta la ventana y gesticulará triunfal a los pájaros en


el jardín, a pesar de que son generalmente objetos de
pu ñetazos enfurecidos cuando siente que está afuera y
vivencia al jardín como el interior del cuerpo de la ma-
dre. Luego de oír ladrar a un perro en el jardín, un
niño pequeño se apoyó en mí brevemente, luego se
zambulló detrás del diván y ladró excitado.
Estos tipos de contacto pueden resultar en un estado
de identificación proyectiva masiva en los cuales el
contacto físico proporciona una experiencia de puerta
de entrada. Lo menciono con cierto detalle para dis-
tinguirlo como un pro blema general conectado con la
identificación proyectiva de actitudes y conducta hacia
el cuerpo del analista que san manifestaciones de un
estado existente de identificación proyectiva, Un niño
autista en tal condición tomará la mano del analista
para usarla como un instrumento para abrir una puerta
o cortar un trozo de papel. Un niño paranoide puede
ingeniárselas para conseguir ponerse los anteojo s del
analista o pedírselos para ver mejor o intentar usar su
lapicera, convencido de que podría escribir o dibujar
si la tuviera.
b ) Utilización del cuarto como el interior de un
objeto que es frecuentemente revelada por el mismo
modo de entrar al cuarto, de golpe, o golpeándose con-
tra el quicio de la puerta o por el modo de mirar a su
alrededor tal como si estuviera en un vasto anfiteatro.
En forma inversa la fantasía de haber permanecido se-
cuestrado dentro del analista durante una separación
puede ser expresada escondiéndose detrás de la puerta
en la sala de espera o debajo de una silla. El mirar
fuera de la ventana, aunque sea a una pared de ladrillos
desnuda, como en' mi consultorio de niños, puede con-
,
EL PROCESO PSICOANALITICO 53
vertirse en una actividad significativa y el arrojar ob-
jetos a través de la puerta o la ventana puede ser un
modo de representar la expulsión de rivales o perse-
guidores. Se puede notar con frecuencia que la confu-
sión acerca del tiempo es un fenómeno acompañante
de modo que la ansiedad claustrofóbica puede ser expre-
sada mediante un control desconfiado del reloj del
analista, la intensa erotización de la situación se hace
frecuentemente manifiesta y se puede expresar en que-
ja:; acerca del calor que hace en la habitación o me-
diante una aguda sensibilidad y curiosidad por los
ruidos que provienen de otras áreas de la casa. las
paredes del cuarto suelen aparecer muy ero rizadas y
se las palpa y acaricia, o en forma inversa, pueden ser
objetos de indagación sádica al horadarlas, investigar
la entrada y salida de las cañerías, alambres, la estruc-
rura de las puertas y ventanas y los orígenes de defectos
estructurales o decorativos.
En esos momentos la relación con el analista suele
ser peculiar y mezclada. los niños menos psicóticos
mantendrán un comentario continuo con el analista, al
tiempo que dramatizan sus fantasías de entrada, pose-
sión, persecución, caer en una trampa, etc. los niños
, . , . ,
mas pSlCOtlCOS o menores son mas propensos a ' per-
derse en la fantasía e ignorar al analista como persona,
de modo que el analista se siente, en su tarea interpre-
tativa , como si fuera un observador o comentador no
participante. En otros momentos puede figurar como
un objeto-parcial-dentro-de-la-madre, generalmente el
pene del padre o un bebé interno, en ambos casos, per-
secutorio, aunque muy erótico en importancia. Es en
esos momentos cuando, según mi experiencia, tienen
lugar las más inesperadas explosiones de ansiedad, y
junto con esto, estallidos de una agresión desusada. Por
54 DONALD MELTZER

alguna razón, probablemente conectada con la fantasía


de intrusión y el temor de ser espiado, los ojos del ana-
lista parecen ser un objeto de ataque particular. Pero
es aún más peligrosa la identificación coa el persegui-
dor que puede poner fin a los ataques de ansiedad y
resultar en un ataque rencoroso e inflexible.
e) La inversión de la relación adulto -niño, puede ser
la representación más prominente de la identificación
proyectiva masiva y, lo mismo que el ejercicio del con-
trol omnipotente, debe ser diferenciada cuidadosamente
del juego de roles como una forma de comunicación.
Se ve especialmente en niños que comienzan a ir a la
escuela, en los que tienen fobia a la escuela, o en su
opuesto, el niño que ataca a los demás niños en la es-
cuela. Pienso que los niños tienen valiosas y consrruc-
. tivas partes del sel] escindidas y proyectadas '. ("mutila-
ciones del yo") ,. y están funcionando a un nivel defi-
ciente, con mucha dificultad en la maduraci ón y el
-,
aprendizaje, también se convierten en maestras tiránicas
o madres irritables durante largos y desalentadores pe-
ríodos del análisis. En esos casos no se espera del ana-
lista que desempeñe un rol, sino que se lo trata como
a un niño, con frecuencia como si fuera uno de muchos
niños imaginarios dentro del consultorio.
d) Este proceso de inversión, cambia sutilmente en
un proceso de control omnipotente sobre el analista.
Se apela a todas las técnicas imaginables, verbales y no
verbales, que van desde la coerción, amenazas, seduc-
ción, chantaje, aparente desamparo, llanto fingido, pro-
mesas imperativas, todo lo cual puede ser resumido en
un concepto: el intento de inducir al analista a come-

• Véase Apéndice D.
,
EL PROCESO PSICOANALITICO 55
ter una transgresión técnica. El hecho de que el control
omnipotente se ejerce a través de la fantasía de la
identificación proyecriva no se hace inmediatamente
evidente sino que se observa en las consecuencias de
una transgresión técnica provocada por alguno de los
métodos ya mencionados. El material puede brusca-
mente pasar a las formas dentro-dei-objeto ya mencio-
nadas y en las cuales hay evidente ansiedades claustro-
f óbicas, O el resultado puede ser una respuesta maníaca
inmediata con consecuencias hipocondríacas posteriores.
En los pacientes más psicóticos se da un cambio más
sorprendente que se expresa mediante el compor tarse
corno si fueran el analista haciendo interpretaciones,
comenzando una conferencia o repri menda de tipo des-
pectiva. Por otra parte, se puede dar una brusca re-
gresión en la cual se adoptan posturas infantiles , se
chupan el dedo; se quedan dormidos. Tal vez lo más
desconcertante sea un ataque de ansiedad aguda. en la
cual se van del cuarto y se niegan a entrar nuevamente,
en cuyo caso es necesario reconocer e interpretar en
forma inmediata la transgresión técnica y la exper iencia
concreta de control omnipotente.
Debe entenderse que el término "transgresión" se
refiere a los modos establecidos por un analista- deter-
minado en relación COn el manejo del encuadre. General-
mente al comienzo del análisis, cuando las actividades
que requieren manejo técnico muy probablemente al-
canzan su puntO culminante, rara vez la conducta a
seguir. ha sido elaborada en detalle. Por cierto que yo
estoy, por ejemplo, a favor de una elaboración gradual
de dicha conducta que dependerá de cada niño en par--
ticular, comenzando con una técnica laxa que se irá
ajustando según lo indiquen los hechos que correspon-
den a los tipos descriptos en a) y d ) ("utlización del
56 DONALD MELTZER

cuerpo del analista" y "ejercicio del control ornnipo-


rente"). De este modo, imponiendo restricciones sobre
las bases de claros ejemplos de enojosas consecuencias
en el análisis, se libera al proceso de esa rigidez que
siempre parece al niño arbitraria y básicamente hostil.
Una vez que ya han sido considerados en cierto
grado los motivos para la identificación proyectiva
masiva que desdibuja los límites del selj y del objeto
en la transferencia y produce la concomitante confusión
geográfica y que se han descripto algunas de las formas
rípicas de conducta por las cuales se pone de manifiesto
en la sesión analítica, quedamo s en libertad de dedi-
carnos a una consideración más general del proceso
analítico como totalidad y del papel que desempeña
esta fase en el mismo. En las secciones anteriores in-
tenté dejar aclarado que el problema básico es el del
dolor psíqui:o y la necesidad de un objeto en el mundo
exterior que puede contener la proyección de dicho
dolor. O sea lo que he llamado el "pecho-inodoro".
En este nombre englobo la naturaleza de objeto parcial
de la relación y la cualidad de ser valorado y necesitado,
pero no amado. Considero que es muy importante re-
conocerlo para poder comprender la inevitable escasez
de ansiedades depresivas en esta fase. Lo cual no quiere
decir que no surjan ansiedades depresivas durante este
período del análisis en relación con todo otro tipo de
aspectos transferenciales, pero las transacciones centra-
les que he bosquejado como referentes a las confusiones
geográficas, vienen acompañadas de poca ansiedad de-
.
presrva.
Tiene lugar, en cambio, un agudo Jplitting del objeto
que puede prolongarse por un largo tiempo, de
modo que el analista es de hecho Jólo un inodoro, y
todas las cosas buenas para ser introyectadas vienen
,

EL PROCESO PSICOANALÍTICO 57
de la madre, maestra, hermanos, amigos. lo cual no
significa que no tenga lugar un proceso introyectivo,
sino que nose 10 reconoce en el análisis: se 10 atribuye,
y en realidad se 10 experimenta, en otros lugares. De
este modo el niño pued e durante un largo período
traer juguetes, caramelos, comida o libros de su cara,
hacer los deberes o tejer. la razón de la rigidez de
este splitting se ve con claridad cuando el splitting
comienza a debilitarse y surgen agudas ansiedades de
ensuciar, contaminar y envenenar el pecho nutricio. Esto
esrá maravillosamente ilustrado en "La Narracción" en
las sesiones posteriores cuando la amenaza de termi-
nación 10 hace surgir con desesperada urgencia.
Esta escisión en la transferencia constituye un tipo
de negación de la realidad psíquica y puede estar acom-
pañado de un marcado acting 01lt en la casa, en relación
con la comida. De modo que se hace evidente que en
este momento la confusión geográfica implica no sólo
una confusión entre el adentro y el afuera de un objeto,
sino también una confusión entre .la realidad externa
y la realidad psíquica. Sólo con el establecimiento del
pecho-inodoro como un objeto de la realidad psíquica
a través de haberlo experimentado a veces en forma
externa en la transferencia, es posible el abandono de
la identificación proyectiva masiva, dado que este
mecanismo tiene por objeto el escapar de una identi-
ficación infantil intolerable. Una vez que esta identid ad
separada se ha hecho tolerable a través de la modulación
del dolor, queda el camino abierto para otras etapas del
desarrollo, como se verá en los capítulos posteriores
que se ocupan de las fases siguientes en el proceso
analítico.
Es en esta fase cuando podemos ver en forma más
gráfica la verdad del gran descubrimiento de Melanie
58 DONALD MELTZER

K!ein, ampliado por los recientes trabajos de W . R.


Bion, que sostiene que la forma más primitiva de alivio
del dolor psíquico se realiza mediante la evacuación
en el objeto externo de partes angustiadas del sel] y
de los restos persecutorios de obj etos internos atacados,
recibiendo luego, a través del aspecto inrroyectivo, los
objetos reparados y las partes liberadas del selj. En
los niños se manifiesta en su forma más concreta cuando
orinan o defecan en el inodoro o, a veces desafortuna-
damente, en el consultorio. Es sorprendente el cambio
que se opera en el comportamiento del niño al co-
mienzo y al final de dichas sesiones. Se va alegre, sin
decir adiós, can una mezcla de alivio y menosprecio
cuando había irrumpido en el consultor io en forma
desorganizada y frené rica.
He llamado a este objeto en la transferencia el
"pecho-inodoro" porque es su representación más pri-
mitiva, anterior a la defensa, al ubicar, por un splítting
horizontal de la madre, las funciones del inodoro abajo,
en conexión COn las nalgas, mientras que reserva la
función alimentaria para la parte superior del cuerpo
de la madre: pechos, pezones, ojos y boca y por lo
tanto también su mente.
En los pacientes adultos los fenómenos son más su-
tiles. Describí algunos como la fenomenología del as-
pecto "pseudo-maduro" de la personalidad que se ob-
serva en tantos casos de pacientes border-line o en una
psicopatología más seria, en mi trabajo "Masturbación
Anal y su Relación con la Identificación Proyectiva"."
Subrayo la relación existente entre esta fase de con-
fusión geográfica del proceso analítico y los casos de
adultos border-line o de una psicopatología más grave

• ·· ReN':" de Psicoan álisis, tomo 24. N9 4, 1967.


,
EL PROCESO PSICOANALITICO 59
dado que la resolución de esta configuración de relación
objeral constituye el límite entre la enfermedad mental
(psicosis) y la salud mental, del mismo modo que la
resolución de los obstáculos ante la relación introyectiva
dependiente con el pecho cruza el límite entre la ines-
tabilidad mental y la estabilidad mental y del mismo
modo que la superación del complejo de Edipo lleva
de la inmadurez a la madurez." Esta fase del análisis
puede durar unos años con pacientes muy perturbados
y, según mi experiencia, puede no llegar a resolverse
en forma muy satisfactoria y ser una resistencia intra-
table que con un apoyo ambiental inadecuado puede
convertir las interrupciones analíticas en intolerables,
en niños lo mismo . que en adultos. Sin embargo, al
mismo tiempo que se requiere del analista tolerancia
y una paciencia sin fi n en esta fase casi siempre se
logra progresar. El paciente que no lo pueda manejar
tendrá una crisis durante las vacaciones o abandonará
el tratamiento antes o después de las mismas. El mé-
todo analítico parece ser básicamente adecuado para
esta situación que debe ser diferenciada de aquéllas qu e
veremos más adelante y que reciben COn mayor pro-
piedad el nombre de resistencias intratables. En otras
palabras, si el an alista puede tolerar y perserverar
cuando las confusiones geográficas ocupan el primer
plano de la transferencia, será con seguridad recom-
pensado con el progreso. Progreso que será lento por-
que no depende casi en modo alguno de la cooperaci ón
de la parte adulta de la personalidad. Un ejemplo 1I.l-
mativo se ve en los adolescentes perturbados cuya forma
primaria de efectuar la identificación proyectiva puede /
ser el faltar a sesión por períodos prolongados o faltar
-,
60 DONALD MELTZER

un número determinado de sesiones por semana. El


analista que pueda resistir, manejando al mismo tiempo
los problemas técnicos de modo de que no parezca que
está comprometido en la falta hacia los padres, saldrá
exttoso.
A medida que el dominio de la confusión geográfica
se aleja de la transferencia, la mitad de la semana co-
mienza a despejarse y a ser dominada a su vez por la
que surge de la investigación sistemática de la identi-
ficación proyecriva masiva, tal como se intensifica en
configuración de la cual nos debemos ocupar ahora.
Pero por un largo período en el análisis debemos es-
perar este modelo de identificación proyectiva masiva
. en la región de cada interrupción, ésp ecialrnente aque-
llas que se dan fuera de la rutina analítica.

\
-- I

J
I

CAPÍTULO III

EL ORDENAMIENTO DE LAS CONFUSIONES


ZONALES

En los dos primeros capítulos he bosquejado las


tempranas fases del proceso analítico, primero, la acu-
mulación de los procesos transferenciales en el trata-
miento, y luego, la diferenciación entre self y objeto
.que surge de la investigación sistemática, de la identi-
ficación proyectiva masiva, tal como se intensifica en
la transferencia en relación con la separación. Es evidente
que dado que la identificación proyectiva masiva puede
funcionar para oponerse a cualquier configuración que
produzca dolor psíquico a niveles infantiles, no se podrá
elaborar ningún problema realmente hasta que este me-
canismo haya sido, en gran parte, abandonado. En
un paciente neurótico se podrá lograr en unos mese,
o en un año de análisis, pero en pacientes borderline y
psicóticos, constituye un trabajo fundamental que puede
llevar años, y el conseguirlo significa un logro de ·pri-
rner orden. En realidad, como ya he dicho, se lo podría
llamar el paso crucial para el establecimiento de las
bases de la salud fundamental, y la eliminación del
peligro del deterioro psicótico.
El abandono de este mecanismo para salir del dilema
de desazón infantil, posibilita el esclarecimiento de un
tipo limitado de dependencia. La hemos llamado la
relación ."pecho-inodoro" para designar su finalidad
62 DONALD MELTZER

puramente expulsiva, y la experiencia de objeto parcial.


Parecería que antes de que se haya establecido el "pecho-
inodoro" inrernalizado, la imposibilidad de disponer de
u~ objeto en el mundo externo capaz de contener di-
cho dolor, arroja al yo nuevamente a la identificación
proyecriva masiva como un objeto interno: si esto
fracasa para controlar la ansiedad, surgen, como único
recurso, estados de aislamiento esquizofrénico en forma
de delirios o fragmentación autista, ya sea separados, o
bien uno tras otro.
Pero volviendo a la fase del proceso terapeúrico en
discusión, he indicado que el "heredero", para decirlo
así, del abandono de la identificación proyectiva masiva,
es la dependencia tipo pecho-inodoro de un objeto ex-
terno y, eventualmente, de un objeto interno. Su esta-
blecimiento en los momentos de separación comienza a
dejar libre el período analítico central, la mitad de la
semana y la mitad del año, para la aparición del com-
plejo edipico en sus formas genital y pregeniral, todo
mezclado, en 10 que he llamado la "confusión de zonas
y modos". Este rérrnino "zonas y modos" proviene de
Erikson: la manera en que él lo emplea puede encon-
trarse en su libro Infancia y Sociedad", El término
"modo" es algo diferente del de "finalidad" que emplea
Freud en relación con los instintos y se relacionan más es-
trechamente con la Fantasía inconsciente en tanto des-
cribe la inreración existente entre la zona erógena y su
objeto en términos de extrusión, incorporacióa, reten-
ción, penetración, etc. lo que aparece en este momento
en el consultorio de niños con fuerza arrolladora es una
creciente exitación de distribución difusa y amorfa en
busca de todo tipo imaginable de gratificación. Esto se

• Edic, Hormé, Bs. Aires, 1966, 2:" ed,


EL PROCESO PSICOANALÍTICO 63
hace más evidente en los niños pequeños y en los la-
tentes más perturbados, pero aun un niño rígido y ob-
sesivo 10 traducirá a través de la palabra, el gesto, la
postura, el juego, el traba jo gráfico y la escritura. si es
que ya no lo hace en sueños. Es en este momento cuando
el cuarto ·analítico deja de ser 'en forma alternada el
"adentro" o el "afuera" para convertirse en el lugar de
"análisis", diferenciado de todas las otras áreas y activi-
dades en la vida del analista y del niño. Los "otros" en
la vida del analista ya no son más los bebés-internos de
los celos delirantes sino que son sus hijos, esposa, amigos,
enemigos, en equilibrio con figuras de importancia como
parable o idéntica significación en la vida del niño fuera
del análisis.
Si bien es cierto que .la renuncia a la identificación
proyectiva masiva como defensa de elección acentúa la
distinción entre el interior y el exterior de los objetos,
la diferenciación entre realidad externa y realidad psl-
quica dista mucho todavía de haberse logrado y la ma-
yor parte de la tarea de esta tercera fase del. proceso ana-
lítico tiene lugar en medio de una constante confu-
sión y oscilación entre estos dos mundos de relaciones
objetales. Es por esta razón que se confunden el soñar y
la vigilia y la relación masturbatoria con objetos inter-
nos se da asimismo con objetos externos. Sólo más
adelante, cuando se lucha para establecer la relación
nutricia con el pecho, en el umbral de la posición de- ~

presíva, se impone la tarea económica de diferenciar lo


interno de 10 externo, y es el momento en el cual
el problema de la reparación ocupa el centro de la es-
cena. Esto será discutido en los capítulos siguientes.
En este punto, nos corresponde describir y, si es posi-
ble, categorizar el proceso de movimiento a través. de
este caos de zonas y modos mediante el cual crearemos
64 DONAI.D MELTZER

el orden suficiente como para hacer posible la expe-


riencia de la dependencia introyectiva del pecho nutri-
cio y del concomitante complejo edípico genital , con
los acompañantes esfuerzos hacia la integración de la
bísexualidad y de las partes escindidas.
La estructura general de la transferencia es, enton-
ces, en esta fase, la siguiente: a ) el período de trabajo
central de cada sesión, semana y año, queda relativa-
mente libre del obstáculo de la identificación proyec-
tiva masiva y su fenomenología, que continúa, en gra-
dos variables, dominando las separaciones; b) la rela-
ción proyectiva "pecho-inodoro" forma el trasfondo de
dependencia de la tarea analítica y todos los excesos de
desasosiego psíquico, ya sea persecutorio, depresivo o
confusional, son expelidos dentro del analista a través
de los medios característicos; c ) la relación transfe-
rencial resulta inundada por una excitación en la cual
se confunden las zonas y los modos; d ) el aspecto in-
troyectivo de la dependencia infantil es progresivamen-
te mantenido en una posición escindida fuera de la
situación analítica, a medida que la relación introyec-
tiva oral con el pecho se diferencia con mayor claridad
de las otras zonas y modos de la transferencia infantil;
e) la identificación proyectiva como mecanismo fun-
ciona ahora en forma menos masiva, en relación con
las zonas selectivas, para borrar la diferenciación entre
la adultez y la infancia. .De modo que ya no sirve para
obviar las experiencias de desamparo infantil, sino que
es usada para erradicar las barreras contra las anheladas
gratificaciones en los conflictos edípicos genital y pre·
genital. .
En consecuencia, parecería justificable decir que esta
fase del análisis está dominada por deseos y celos,
antes que por los esfuerzos contra la vivencia de sepa-

EL PROCESO PSICOANALJTICO 65

ración, con las ansiedades concomitantes, como sucede


en la fase previa de confusión geográfica, o por la os-
cilación entre las ansiedades paranoides y depresivas e .i
el umbral de la posición depresiva, de la que seremos
testigos en nuestra discusión de la próxima fase del
proceso terapéutico. Esto significa que la tendencia ha-
cia el desarrollo es muy fuerte en esta etapa y el tra-
bajo con las ansiedades asume una posición algo se-
cundaria; por ejemplo, nos sorprendemos analizando las
ansiedades que son · manifiestas, y tratando de determi-
nar sus orígenes que derivan del uso de ciertos mera-
nismos, tales como splitting, identificación proyectiva,
control omnipotente, negación, erc., más que analizan-
do los mecanismos mismos en un intento de contactar
las ansiedades subyacentes. Otra forma de expresar esto
ced a decir que estamos analizando la omnipotencia, in-
tentando disminuirla, demostrando las ansiedades resul-
tantes de su funcionamiento antes que analizando las
ansiedades que requieren la conservación de la ornni -
potencia de las defensas. *
Es esta fase del análisis en particular la que de modo
importante es tan "opuesta a las tendencias yoicas del
niño' " * en el período de latencia, cuando una estabi-
lidad relativa ha sido trabajosamente constitu ida"a tra-
vés del empleo de mecanismos obsesivos en la situ a-
ción interna para satisfacer las exigencias de la situa-
ción externa; por ejemplo, la asistencia a la escuela.
Por lo tanto, esta fase puede progresar muy lentamen-
te bajo una tremenda oposición consciente en los ni-
ños latentes de tipo rígido, mientras que avanza como
• Ver Apéndice F.
• • Véase capitulo sobre latencia en el libro de Me1anie
Klein El psicoanálisis de niños, Bs, Aires, Edic, Hormé, 1964,
cap. IV, págs. 75·94.
66 DONA LD MELTZER

un torbellino en los niños pequeños y nuevamente ea


la pubertad.
Los deseos y los celos tienen también un encanto
qu e hace que esta fase del análisis exija menor tensión
qu e fases anterior es 0, posteriores, desde el p unto de
vista de la con tratransferencia, aunqu e la lucha cons-
tante para resistir la seducción y la agresión pu ede ser
fatigosa y la violencia de las pasiones alar mante. Este
encanto, sin embargo, empieza a evaporarse a med ida
que el análisis progresa y comienza a imperar el a rde"
donde antes había habido confusión; los deseos dan
paso a la arrogancia y desprecio por el analista como
una "rnami-i nodoro", un mero receptáculo para el do-
lor, esto es, dado que los intentos para mantener el
pecho-inodoro y el pecho-nutricio separados requi ere el .
despliegue de toda la capacidad de amor infa ntil , fuera
de la situación analítica.
Es posible describir las más características configu-
raciones de confusión zonal y modal y su yuxtaposi-
ción en la econom ía del proceso. Creo que esta fase
puede ser subdi vidida en cienos problemas que g uar-
dan una secuencia de relación esencial entre sí y que
describiré como: a) problemas de exci ración; b ) pro-
blemas de posesión, y c) problemas de idealización
mutua.
Los problemas de excitación se centran en torno de la
capacidad para el deleite sensual y clínicamente deben
ser diferenciados de la excitación alocada de los distin-
tos estados maníacos. Esto, de hecho, no es difícil por-
q ue el estado man íaco, con su núcleo de triunfo, es
siempre de cualidad fugaz, que toca y se va, dejando
un depósito de depresión detrás suyo. La excitación
de la sensualidad busca contacto físico. el estado de
exclusividad mutua, la perpetuación del arrobamiento
,
EL PROCESO PSICOANALITICO 67
hasta la eternidad. Yo pienso que su esencia es la ,ge-
nitalización combinada con impotencia orgástica. Esto
deriva de la sensibilidad y el deleite sensual agrupado
alrededor del pene-clítoris y la vagina-ano estimulados
por la técnica del cosquilleo, toqueteo y golpecitos a
diferencia del tipo de actividad masrurbatoria de pene-
trar frotando, que está asociada con problemas de pose-
sión y reparación maníaca y relacionada al sadismo y
a la identificación proyectiva.·
La fantasía edípica que subyace esta área de la sen-
sualidad contempla una cópula polimorfa de objetos par-
ciales que tiene lugar entre los padres como un pro ·
ceso virtualmente continuo. Naturalmente la situación
en la cama constituye el foco de este proceso y la re-
presentación de situaciones alrededor de la cama ad-
quiere infinitas variaciones en el juego, dibujos y con-
ducta en el consultorio de niños. La piel como zona
erógena u órgano con sus propios derechos, a diferencia
de los orificios del cuerpo -se afirma-, exige un or-
denamiento genitalizado de cosquilleos, caricias, baños
calientes, baños de sol, picoteas, rasguños, etc. Los ojos,
como zonas genitales pasivas y activas, pasan a primer
plano a través de diversos tipos de mirar penetrante,
y a la inversa en experiencias pasivas de visiones trau-
rnatizantes. Y por supuesto también surgen el frotarse
los ojos y pestañear como actividades masturbatorias.
Es muy poco el interés sensual por los productos
del cuerpo en esta área de problemas zonales, pero se
ven rodeados de una preocupación ansiosa cuando se
los puede examinar para encontrar evidencia del daño
al cuerpo provocado por la masturbación, que es ex-
perimentado como un castigo antes que como estados

• Véase Apéndice G.
68 DONALD MELTZER

de persecución por objetos dañados o malos de la rea-


lidad psíquica. Se puede pensar que el concepto de la
"afanixis", de Jones , o sea la incapacidad para el pla-
cer, tiene especial aplicación aquí y puede ser la repre-
sentación difusa de una forma primitiva de la angustia
de castración, es decir, que la zona masturbatoria es
castigada mediante el retiro de su capacidad sensual; por
ejemplo, en la irritación uretral.
Las principales ansiedades en conexión con la geni-
talización difusa son, sin embargo, las que surgen como
consecuencia de los estallidos de sadismo posteriores a
la frustración, ya sea que se expresen mediante ataques
a objetos externos o mediante ataques masturbatorios
a los objetos internos. Me parece que la identifica-
ción proyectiva es muy po:o activa en relación con este
problema porque, lejos de sentirse incapaces de deleite
sensual, en comparación con los adultos, los niños se
suelen sentir superiores. Lo cual resulta en que se ten-
ga poca evidencia de la ansiedad ocasionada por la iden-
tificación proyectiva, tal como se da en la claustrofo-
bia, la hipocondría, etc. Lo que sí es prominente -y
está en relación con el sentido de superioridad-, es
la tendencia hacia la organización narcisista" bajo el
sl¿gan que "los niños se divierten más en sus cuartos,
que mami y papi en el suyo". Creo que éste consti-
tuye el principal aspecto defensivo de .la capacidad para
la excitación genital difusa, y hasta que no disminuya
mediante la diferenciación de zonas y sus funciones,
existirá un obstáculo muy importante para el avance del
proceso rransferencial,
La disminución de esta sensualidad, con su tenden-
cia a promover un tipo narcisista de arrogancia infantil,

• Véase Apéndice H
EL PROCESO PSICOANALÍTICO 69
hace surgir más claramente 10 que llamo el problema
de posesián en esta fase de confusión zonal y modal.
La posesivídad, como una forma de amor primitiva, se
centra fundamentalmente en torno del pecho como un
objeto introyectivo en el sentido más esencial y pre-
ciado en cuanto a su capacidad de reparar los objetos
de la realidad psíquica para el bebé. Pero no son estas
las cualidades que constituyen el núcleo de la posesivi-
dad en este momento. La posesividad deriva aquí de la
tendencia a los celos por un lado, y de la sensualidad
ya descripta, por el otro. Por ello tiende a focalizarse
en las cualidades socialmente visibles del pecho, cuya
posesión, como objeto, puede proyectar celos y envidia
en los demás. El atributo de esta excelencia es la be-
lleza del pecho que 10 califica magníficamente para la
confusión, o la vequiparaci ón, con las nalgas, los ojos,
las mejillas, las piernas, las manos, y con toda parte
anatómica que tenga forma, simetría, color y textura
sensual. .La identificación proyectiva con .estas partes
del objeto refuerza la vanidad del niño acerca de su /
propio cuerpo, pero también , lo mismo que con la sen-
sualidad, se puede estructurar una competencia entre el .
mundo de los niños y el de los adultos, en la cual la
afirmación, no del todo refutada por la conducta"de los
adultos, que los niños son más hermosos que los adul-
tos, desempeña un papel fundamental. Se hace osten-
tación de la' ausencia de vello corporal en marcado
contraste con la otra área de intensa envidia al, vello
pubiano, que es equiparado a la potencia sexual.
Dado que la posesión de estas partes hermosas del
objeto es tan fundamental, los medios para tomar po-
sesión y retener y defender 10 poseído constituyen una
preocupación abrumadora que contribuye junto con la
equiparación de los objetos parciales entre sí, a la con-
70 DONALD MELTZER

fusión de las zonas relacionadas: boca-vagina-ano-mano-


ojo-lengua-pene.
Debido a que el funcionamiento de la identificación
proyectiva equipara los productos del cuerpo con los
del objeto, se evidencia cierto grado de preocupación
por los productos, pero no llega a ser tan prominente
como lo será más adelante. En este punto la belleza
es en particular lo central; heces :..- bebés, flatos = la
música de la voz de la madre, el color de la orina = los
cabéllos dorados de la madre, etc. En otras palabras,
una confusión de la sensualidad de las diversas zonas y
sus correspondientes objetos equipara la nariz-boca-ojo-
orejas-manos y estimula la idealización de los produc-
tos del cuerpo como objetos 'de esta apreciación cuasi
, .
esrenca,
Se puede observar la progresiva reducción del nar-
cisismo que ha tenido hasta este punto del análisis. la
diferenciación entre el set! y el objeto se ha logrado
mediante el análisis de las confusiones geográficas; la
autonomía sensual de la nursery ha sido cuestionada por
el análisis de la genitalización; y la vanidad ha sido
ahora socavada por la interpretación de las pretensio-
nes de poseer los objetos hermosos que se desean. la
orina, las heces y otros productos del cuerpo han sido
desprovistos de gran parte de idealización sensual; la
fragilidad del sel! infantil para sosrenerse a sí mismo
ha quedado expuesta y todo está listo para abordar su
dependencia introyectiva escindida y severamente ne-
gada.
Pero antes de que esta batalla tenga lugar, u na esca-
ramuza de intensa furia debe reemplazar la relativamen-
te placentera bacanal de sensualidad y belleza que se ha
estado dando en la transferencia. La última trinchera
de la "independencia" 'narcisista asume la forma de la
EL PROCESO PSICOANALÍTICO 71

negación de la necesidad de un objeto ' de dependencia


introyecriva en virtud de una afirmación de reciproci-
dad.
En cierto modo esto adquiere la form a de una espe-
cie de regateo, de buscar una transacción entre un nar-
cisismo desenfrenado y una dependencia infantil abso-
luta. La oferta que se ofrece es la de una recíproca
idealización, un sistema cerrado, una sociedad secreta.
"Somos simbióticos" es el slogan y muchos padres caen
en la trampa. Ahora el énfasis pasa a la esfera de los
productos del cuerpo y su idealización, a medida que
la disociación del pecho-nutricio disminuye. La renden-
cía a unirse con el pecho-inodoro y la dependencia del
pene del padre, hacen surgir el conflicto central del com-
plejo edípico genital en el horizonte. Pero esta unión
encuentra oposición y existe una tendencia muy peli-
grosa en este momento en la transferencia a que se dé
una inversión del .rplitting,· por ejemplo, traer el pe-
cho-nutricio al consultorio y disociar el pecho-inodoro
en otro lugar. Naturalmente esto produce una plétora
de acting out agresivo, que se suele ver con mayor freo
cuencia en forma tardía en el análisis de adultos, que
está contrarrestado por el verdadero amor que sienten
por sus padres y por 10 que dependen de ellos:
Esta idealización recíproca representa una reparación
que debe ser diferenciada de la que se observa luego
en el umbral de la posición depresiva. En este punto la
diferenciación entre realidad interna y externa está to-
davía muy pobremente establecida en las relaciones ob-
jetales infantiles y existe la tendencia a desechar la im-
portancia de la diferencia entre los mundos adulto e in-
fantil, en contraste Con la urgencia posterior de conver-
tirse en adulto a toda prisa. .
Las confusiones zonal y modal que se utilizan para
"

72 DONALD MELTZER

seducir al objeto a una idealización recíproca y sistema


cerrado de gratificación recíproca se centran, tal como
10 sugerí anteriormente, en los productos del cuerpo:
orina-semen-saliva-heces-pene-bebé. Las confusiones zo-
nales tales como pezón-pene-lengua y boca-vagina-ano,
son introducidas con un énfasis en la equiparación de
las constelaciones: pezón - que - da - leche - a - la - bo-
ca - pene - que - da - semen - a - la vagina - lengua -
da - saliva - al - pecho - ano - que - da - heces - a - la -
bacinilla - mami - que - sonríe - al bebé - bebé - que -
se - acurruca - en - mama, " etcetera. '

Es en este punto, con la intensificación de las reac-


ciones ante la separación que acompañan este conflicto,
cuando vuelve a tomar marcada prominencia el con-
cepto de bebés internos, tal como lo tenía en la fase
de las confusiones geográficas, pero como el énfasis está
pu esto en la idealización y no en la negación del des-
amparo infantil, son los celos antes que la envidia 10
que pasa a primer plano. Esto impone al paciente la
idea de . los niños que el analista tiene en su casa, pero
que ahora son niños amados, reales, buenos y no que-
rubines mimados.
A medida que el analista resiste sistemáticamente la
seducción, interpreta el splíttíng y la idealización, re-
duce las confusiones y ecuaciones zonales y se enfrenta
con la creciente rabia y ansiedad, la situación está dada,
tal como yo la veo, para luchar para establecer el pecho-
nutricio. Esta batalla que suele ser muy larga y no
siempre exitosa se da en el umbral de la posición de-
presiva y será considerada en el próximo capítulo.
Recapitulemos brevemente. He postulado el concep-
to de una fase de confusión zonal y modal como el tema
central de la transferencia e intenté también describir
su organización a la luz de los esfuerzos para debilitar
,
EL PROCESO PSICOANALlTlCO 73
el narcisismo y colocar las estructuras infantiles al al-
cance de la experiencia de dependencia de la madre y
el padre como pareja parental. La-sugerida organización
de esta fase ocasiona una secuencia de problemas que
guardan relación económica esencial entre sí. El pri-
mero constituye la tendencia hacia la geniralización di-
fusa de todas las zonas con la concomitante excitación
y búsqueda de gratificación sensual. El segundo es la
idealización de la belleza de los objetos parciales y una
búsqueda de su exclusiva posesión. El tercero es un
intento de formar un sistema cerrado de idealización
recíproca con un objeto a través de la idealización de
las cualidades reparadoras de los productos del cuerpo.
la tarea en esta fase está acompañada, como en la
anterior, de un intenso acting in y acting out de la
transferencia, en el niño y en el adolescente, así como
tambi én en el adulto. Como en el acting out se nece-
sitan compañeros para la organización narcisista, los
hermanos son presionados a cumplir esta función en
los niños, del mismo modo que el adulto presiona sobre
amigos o cónyuge. La resistencia intratable es una ra-
reza que muy pocas veces se ve, salvo cuando se da una
folie a deux con unos de los padres como la fuente de
la psicopatología. La más demorada resistencia -en esta
fase se da con pacientes que tienen modelos muy for-
mados de delincuencia, perversión o adicción. Pero aun
en esos casos se puede lograr un progreso en el ordena-
miento de las confusiones si el analista puede perseve-
rar hasta que la verdadera lucha de la fase próxima se
establezca en serio.
J

CAPÍTULO IV

EL UMBRAL DE LA POSICIÓN DEPRESIVA

En los tres primeros capítulos esbozé un ensayo de


reconstrucción de la hist oria natmal del proceso analí-
tico, una secuencia que está determinada por la .econo-
mía de la vida psíquica, tal como se desarrolla en el
análisis cuando se lo maneja adecuadamente . y está
apoyado por factores ambientales .fuera del análisis. Es
importante recordar que este concepto de la historia na-
tural del proceso analítico no puede ser usado en la
tarea diaria del consultoría. No es una concepción tác-
tica, sino estratégica que al igual que la .tabla" de W.
R. Bion es para ser usada para movilizar y preservar
la vitalidad terapéutica del analista. Tal vez sea también
para ser usada en la retrospección necesaria para efec-
tuar las comunicaciones
. científicas.
Se ha descripto cómo la concentración de las tenden-
cias transferenciales infantiles posibilita un esclarecí-
miento sistemático de los estados confusionales durante
cuyo transcurso' tiene lugar un abandono del narcisis-
mo (como un principio de organización) a favor de la
dependencia de objetos buenos internos primarios (y
externamente del analista y del encuadre y del proceso
analítico). He subrayado que el crecimiento de la real
dependencia y el crecimiento de su reconocimiento se

• Elemento¡ de p¡icoanáli¡i¡, Bs. Aires. Edic. Hormé, 1966.


, '

EL PROCESO PSICOANALÍTICO 75

dan en forma independiente. Se establece con mayor


facilidad la relación proyeetiva con la madre (pecho-
inodoro) que la introyectiva (pecho-nutricio) que va-
mos a estudiar ahora. Esto a la vez es más fácilmente
aceptado que el rol necesario que desempeña el pene del
padre. Este conflicto, el complejo edípico, a nivel ge-
nital y pregenital constituye el núcleo de ' la lucha por
la integración e independencia que estudiaremos en el
capítulo próximo.
Las distintas constelaciones transferenciales descrip-
tas en forma separada en cada capítulo se hacen visi-
bles en forma más minuciosa y en las cuatro dimen-
siones del proceso analítico, según se verá en el Capí-
tulo VII. Por último recordemos que las diferentes cons-
telaciones de la psicopatología causarán mayor o menor
dificultad a la elaboración en las distintas fases del
proceso, pero no se puede concebir el pasar por alto
ninguna de estas fases, dado que cada una de ellas
tiene una absoluta dependencia meta psicológica de la
elaboración adecuada de la anterior.
En el capítulo sobre 'el "ordenamiento de las zonas y
modos", bosquejé una 'posible comprensión de la ,se·
cuencia de hechos por los cuales la erotización, la 'in-
tolerancia a la separación, los celos posesivos y sus con-
comitantes confusiones acerca de las relaciones objerales,
permiten un acercamiento al pecho como objeto de de-
pendencia introyectiva infantil. Creo, que siempre re-
presenta un shock descubrir en el análisis ' que este '
dificil trabajo de preparación -que exige inventiva,
constancia y rolerancia-s-, no es rápidamente recomo
pensado por la aceptación del paciente de una depen-
dencia del proceso analítico y confianza en este 'm ismo
proceso. En realidad, parece ocurrir exactamente lo
opuesto, ° sea la aparición de desconfianza no de la
76 DONALD MELTZER .

benevolencia del analista sino de su fuerza y adecuación


para ser un pecho bueno. Por un lado ésto aparece
otra vez a partir de la matriz de negación en cuanto a
que no existe ninguna necesidad de un objeto de de-
pendencia. Y por el otro, esta desconfianza reemplaza
al tipo de desconfianza más paranoide que había exi>
tido bajo la influencia de las confusiones geográfica y
zonal. A partir de una actitud de "N o te necesito" la
transferencia pasa por desilusión a la posición de "No
eres lo que necesito". En una palabra y siguiendo a Freud,
pasa de la negación (de1zial) · a la negación (negati01z) .
En ese momento tiene lugar en el análisis una lucha
peculiar y prolongada. He empleado el término "lucha"
aquí por primera vez, en estos capítulos, por una razón
muy especial. Es un momento en el cual el analista
sentirá que se le pide más que nunca que apele a todo
su espíritu de lucha y perseverancia en comparación
con períodos anteriores. en los cuales su capacidad par~
soportar la proyección del dolor psíquico constituía pro-
bablemente la cualidad de carácter más exigida por la
tarea analítica.
Debido a los logros terapéuticos anteriores, los esta-
dos confusionales y la tendencia al acting out concomi-
tante han. disminuido, y la vida infantil está más cla-
ramente diferenéiada de los procesos adultos y está
mejor contenida en el análisis y en la vida onírica. En
consecuencia el paciente experimenta períodos de bien-
estar y relaciones externas e internas armoniosas que
no sólo aligeran su sentimiento de necesidad de análi-
sis, sino que también vienen acompañados de cierto
olvido de la tristeza, inadecuaciones y confusiones an-
teriores. Así como el estudiante que a su regreso al
hogar luego del primer año de estudios universitarios
encuentra que su padre ha mejorado intelectualmente en
\ .

EL PROCESO PSICOANALÍTICO 77
el ínterin, el paciente encuentra ahora que el mundo
ha mejorado, en lugar de pensar que es su relación con
el mundo lo que ha mejorado. POt lo que se queda
pasmado al notar la paradójica vehemencia de sus re-
acciones ante la separación y su creciente inquietud por
la salud y vitalidad del analista. Ha llegado el "perío-
,
do de latencia" del proceso analítico y suele estar acorn-
pañado en los adultos, lo mismo que en los niños, de
un insidioso empobrecimiento del material y una ca-
llada actitud de esperar-la-terminación, como si fuera
. una liberación de la servidumbre, pues es otorgada por
la benevolencia del . analista despótico. Además tiende
a instalarse cierta "estupidez analítica", a medida que
los procesos de externalización de situaciones internas
comienzan a oscurecer y diferenciar relaciones objeta-
les en ciertas áreas fuera del análisis que trae como se-
cuela una atmósfera de negación de la realidad psíquica.
El acting out patológico debido a la identificación pro-
yectiva y estados confusionales es reemplazado por un . .
acting out más benigno y adaptado a la realidad debido
a la externalización a un nivel que corresponde menos
al de objeto parcial. «<
Suele ser generalmente cierto que para esta. época
del análisis, que rara vez se alcanza antes de los dos
o tres años en los niños y cuatro o cinco en los adultos,
se hayan abandonado las perversiones, hayan desapa-
recido de la vigilia las actividades masturbarorias com-
pulsivas y que los ataques destructivos a objetos inter-
nos ocurran principalmente durante el dormir. Pero de
todos modos la seguridad del mundo interno aún no
ha sido establecida y no se puede pensar en termina-
ción. La estructura de carácter es obsesiva y se percibe

• Véase Apéndice A.
,

/8 DONALD MELTZER

una penetrante actitud delictiva y de reserva que puede


negar al secreto per se.
El material de las sesiones pone de manifiesto la ac-
tividad de la parte infantil destructiva luchando desde
su última trinchera para conservar los restos de nar-
cisismo mediante ataques cínicos a la verdad y la inten-
sificación de las ansiedades depresivas a través de la
desconfianza, burla e insinuaciones que provoquen celos,
hasta el p unto que la desesperación suele ser para el
paciente ind íferenciable del estado de persecu ción. . A
niveles infantiles esto toma la forma de una organiza-
ción de las partes infantiles en lo que yo llamo "la
agonía de la narsery", para usar la frase de Thurber,
ante cada experiencia de separación. Se pueden obser-
var varios temas centrales en los ataques cínicos a la
confianza, y cada tema infantil está también expresado
en forma transferencial contra el analista y la situación
analítica. a) "Los padres abandonan a sus hijos para
gozar sexualmente, y los analistas abandonan a sus pa-
cientes durante los fines de semana y las vacaciones."
Pero no se puede tener evidencia de esto, dado que los
padres y los analistas no dejan de estar disponibles, y
cuando es necesario proporcionan un sustituto que cui-
de y supervise. En pacientes no internados este susti-
tuto es, en gran medida, en el paciente adulto 10 mismo
que en el niño, el aspecto más maduro de la personali-
dad del paciente armado de insigb: y defendido por
toda la fortaleza y comprensión disponibles del am-
biente inmediato, en especial de los padres. b) "Ojos
que no ven, corazón que no siente." Los padres (y los
analistas) no piensan en sus niños (y pacientes) cuan-
do están lejos. Pero esto se ve claramente refutado por
la frescura con que recuerdan hechos (y sesiones ) pre-
. vias, y la naturaleza inmodificable de sus contactos,
EL PROCESO PSICOANALÍTICO 79
mientras que los niños (y los pacientes) claramente eví-
dencian un deterioro en el recuerdo y en el contacto.
Es indudable que Son los niños (y los pacientes) quie-
nes tratan a sus padres ( y analistas) según el "ojos que
no ven, corazón que no siente". c) "Los padres (y los
analistas) sólo cuidan a sus hijos ( y pacientes) porque
los obliga la ley o la costumbre ( ética, reputación y ne-
cesidad económica ), o para engrandecerse ante sus
iguales ( para coleccionar material para libros, trabajos
y conferencias) ", pero la Ley (y la ética) no evitaría
que los padres (y los analistas) pasaran sus obliga-
ciones no deseadas a sustitutos, en última instancia a la
comunidad. Los niños malos ( y los pacientes malos)
podrían fácilmente ser reemplazados por otros buenos
mediante la procreación o la adopción (ocupando horas
libres). d ) "La división padre-niño (analista-paciente)
es una estructura de clase en la cual la fuerza, la pose-
sión y otras formas de poder . son utilizadas para tira-
nizar, explotar y controlar." Pero esto no puede ser así,
dado que los niños (y los pacientes) se dañan unos a
Otros en el momento en que no están sujetos al control
y supervisión del adulto, y no tienen ni riquezas ni ser-
vicios que ofrecer a sus padres (analistas) . Los heno-
rarios que se pagan al analista no provienen 'de las
estructuras infantiles, sino que las paga la parte adulta
de la personalidad, tal como en el análisis de niños. Es
una estructura de cIase por cierro, _pero basada en dife-
rencias reales de capacidad, y sobre todo en la capaci-
dad para la responsabilidad. Los niños quedan exclui-
dos de la actividad sexual porque son genitalmente in-
capaces y sólo usan sus genitales para expresar impulsos
y fantasías pregenitales. e) "Los roles de los padres
( interpretaciones y técnicas analíticas) son arbitrarios
y constituyen un despotismo racionalizado, adivinación
so DONALD MELTZER

y amenazas veladas." Pero esto no puede ser así, dado


que los castigos significan solamente el retiro de los
servicios; las reglas san solamente sugerencias metodo-
lógicas de proceder y las interpretaciones son formula-
ciones sugeridas para la comprensión de los datos con
que se cuenta. La negativa del analista a abandonar el
campo de su propio funcionamiento profesional (téc-
nica y encuadre) no puede ser considerado coercitivo,
aunque queda libre a la sospecha de ser agresivo. f)
"Si los padres (analistas) amasen a sus hijos (pacien-
tes), se ocuparían más de mantenerlos contentos." Pero
resulta claro que los padres (y los analisras) no aman
a sus hijos (pacientes), en primer lugar, sino que ma-
nifiestan hacia ellos cierta tierna preocupación que
deriva de sus otras (internas y externas) relaciones, un
producto accesorio, por decirlo así. Esta tierna preocu-
pación, en verdad, se centra más en promover el des-
arrollo que en brindar placer o proteger del dolor, ya
que naturalmente anhela liberarse de sus cargas, aun
cuando fueran placenteras. El amor, por otra parte, de-
be merecerse. g) "Aun cuando se admita la diferencia
entre el bien y el mal, la belleza y la bondad no siem-
pre van juntas, ni tampoco sucede que la bondad sea
la victoriosa en esta lucha," Pero aunque esto parezca
ser cierto en el mundo externo, no lo es en la realidad
psíquica, de la cual deben derivar todos los sentimientos
de seguridad, vitalidad y capacidad para la alegrfa.?
Tales son algunas de las líneas de ataque a la con-
fianza en los objetos buenos que se puede observar
abruman las partes buenas de la organización infantil
durante la separación y que llevan a una regresión temo
poraria y a ataques masturbatorios a objetos internos

• Véase Apéndice l.

EL PROCESO PSICOANALITICO 81

Ningún otro período del análisis nos enseña los ele-


mentas de la técnica tan bien como la tarea a desarro- .
llar durante el umbral de la posición depresiva. Debido
a que cada faceta de actitud, sobre la cual la técnica
debe basarse, está bajo el examen hostil de una parte
infantil destructiva de la personalidad del paciente, el
analista está continuamente sometido a la prueba de
esclarecer, para él y para su paciente, la base racional
del encuadre y la mecánica de la comunicación.
Probablemente la más importante diferenciación en \

este respecto sea la que el analista establezca .entre res-


ponsabilidad y omnipotencia. Nuevamente es en los
niños en los cuales se puede ver con mayor claridad,
dado que las divisiones primarias de responsabilidad, o
sea parental, legal, médica y psicoanalítica, están bien
separadas en sí mismas. Pero si bien es cierto que el
analista puede sólo asumir la responsabilidad psicoana-
lítica, los límites distan de ser definidos allí donde el
proceso analítico trae apareado un peligro para la salud
física del paciente, para su seguridad física y sn in-
tegración a la comunidad. Mientras las partes destruc-
tivas se mantienen escindidas, lo cual significa que
aparecerán en el soñar, en juegos y en las asociaciones
representadas por distintas figuras del seli, será poco
el progreso que se obtendrá para disminuir la pérdida
constante de la confianza. Se debe investigar mejor el
splitti11g y la proyección. Y aquí vemos surgir una
dificultad sumamente fascinante, es decir, que las "bue-
nas" partes-infantiles mantienen a las "malas" escindi-
das; por ejemplo, fuera de la familia, lejos del pecho,
principalmente fuera de los celos posesivos.- La po-

• V éase mi trabajo "Somatic Delusion", I .].P.A., Vol. XLV,


p. 294, 1964.
82 DONALD MELTZER

sesividad se racionaliza como un sentido de injusticia,


preocupación por la seguridad de los objetos buenos o
elevados ideales de pureza, En realidad puede consti-
tuir, por esta razón, una lucha muy larga hasta lograr
traer las voces destructivas al consultorio para que pue-
dan desafiar al analista directamente. Cuando esto co-
mienza a ocurrir en la esfera de las experiencias de
separación, antes y después de las interrupciones, deja
el período analítico intermedio libre para trabajar con
el material edípico al nivel genital y pregenital, en un
grado en que no fue posible hacerlo hasta entonces. Y
lo que es más importante surge la oportunidad de de-
mostrar la relación entre la realidad interna y la exter-
na. Para esta época del análisis ya se ha alcanzado el
suficiente splitting horizontal * para que la parte adul-
ta de la personalidad sea claramente difereneiable de
aquellos estados mentales pseudoadultos que son conse-
cuencia de la identificación proyectiva masiva, que aún
puede darse ocasionalmente. La estructura adulta es
muy sensible. a través de la identificación introyecriva
al estado de los objetos internos. L03 trastornos en el
bienestar físico y mental, de los objetos internos, debido,
ya sea al control omnipotente y a la separación de uno
y otro (obsesivo), o a ataques (rnasrurbarorios, princi-
palmente por identificación proyectiva ), son rápidamen-
te reflejados por el estado físico y mental del self adul-
to. Se convierte entonces en una experiencia frecuente
que el análisis traiga alivio, debido a la relación intro-
yectiva con el pecho externo en la transferencia infantil.
Este proceso, cuyos detalles se pueden seguir mejor
en los sueños de los adultos y los niños, conforma, se-
sión a sesión, el reconocimiento de la supremacía de la

• Véase Apéndice ].
I

EL PROCESO PSICOANALIl'ICO 83
realidad psíquica. Este desarrollo de la mitad de la
semana permanece en marcado contraste con las sesiones
en torno de las interrupciones, y que están dominadas
por las estructuras infantiles destructivas con su cinismo,
deshonestidad, búsqueda de autocompasión y ataques
despiadados a la capacidad de pensar del analista. En
ningún otro momento es más crudamente evidente la
naturaleza concreta de los procesos de splitting.
Como lo he señalado en un trabajo anterior", este
período del análisis asiste a la aparición en primer pla-
no, del material de problemas relacionados con el spUt-
ting en el sel] y su resolución, así como también cierto
grado de disminución de la severidad del spUtting. Pero
el temor a las partes destructivas y el fenómeno de co-
bardía plantean un grave problema en las separaciones.
Puede aparecer pánico ante síntomas somáticos, ya que
es probable que se fusionen tendencias al delirio somá-
tico con fenómenos hipocondríacos, ambos a un nivel
relativamente obsesivo. Para complicar aun más, el as-
pecto persecutorio de las ansiedades depresivas que 'se
encuentran al "umbral de la posición depresiva", en
pacientes can tendencias a la adicción o a perversiones,
puede surgir el problema del terror, como una- forma
de miedo abrumador y paralizante, conectado con obje-
tos muertos, en especial con los bebés de la madre de
la realidad psíquica- -. Parecería que no hay progreso
posible en la posición depresiva hasta que se haya re-
suelto este conflicto que resulta ser una complicación
del problema de celos posesivos infantiles y la voracidad

• Véase mi trabajo "The Differentiation of Somadc Delusions


from Hypochondrícal", Int, J. Psa., Vol. XLV.
•• Esto fue ampliado en un trabajo leído en el Congreso
Internacional de Psicoanálisis, 1967, Copenhague. Véase Apén-
dice C. • ,
\

84 DONALD MELTZER

por el pecho, que en este momento del análisis se con-


vierte cada vez más en la fuerza central que se opone
a la integración. Debe entenderse que la integración es
un problema a dos niveles. A un nivel infantil es el
problema de compartir los objetos buenos con las otras
partes del sel], vivenciadas como hermanos (problemas
de celos posesivos), así como también el problema de
compartir el objeto bueno entre sí (complejo de Edipo).
Esto último está, por supuesto, acompañado de una
disminución del splitting-e-idealización del self y los
objetos de la realidad psíquica a medida que la posición
depresiva se establece más firmemente. A un nivel
adulto, por otra parte, es el problema de la responsa-
bilidad por la realidad psíquica, la aceptación de la cual,
bajo la forma del incipiente esfuerzo hacia el autoaná-
. lisis, sienta las bases para la eventual terminación del
análisis, como veremos en el próximo capítulo.
He estado considerando el problema central del "um-
bral de la posición depresiva", es decir, el ataque con-
certado a la fortaleza del objeto bueno que es llevado
a cabo por las partes escindidas más destructivas de la
personalidad infantil. En este proceso la severidad del
rplitting disminuye g,fadualmente y los ataques a la re-
lación con el pecho en la transferencia, que original-
-, mente tomaron la forma de sensaciones corporales dolo-
rosas en el consultorio, gradualmente se metamorfosean
en formas más mentales y eventualmente en verbaliza-
ciones. * Por ejemplo, un niño pequeño euyo acerca-
miento al pecho adoptó la forma de un rítmico cabe-
ceo con la pelota durante el cual el analista tenía que
llevar el score, experimentó, durante unos meses, una
serie de ataques a su concentración y en consecuencia

• Véase mi trabajo "Somatic Delusion",


,
EL PROCESO PSICOANALITlCO 85
a su éxito. Al comienzo aparecían corno un cosqui-
lleo en el cuerpo, luego como bromas sucias que le ve-
nían a la mente y lo hacían reírse y finalmente como
sospechas verbalizadas de una conexión sexual entre su
madre y el analista que ocasionaban bruscos estallidos
de ataques destructivos a la pelota, al cuarto y al ana-
lista. Al morder la pelota, arañar la cabeza del analis-
ta, y patear sus genitales expresaba con claridad el
odio por la configuración pene-en-el-pecho.
Esta configuración " constituye el foco del ataque
a la fortaleza del pecho y abre el área del complejo de
Edipo genital para que sea detalladamente explorada.
Como ya lo mencioné anteriormente, el núcleo de las
perversiones y adicciones, aun cuando su acting out ha-
bía anteriormente disminuido o había sido abandonado,
sólo puede ser examinado en este momento en que las
formas primitivas de voyeurismo del pecho"" y de
ataques proyectivos omnipotentes por medio de los ojos,
el viento o el flato, se declaran abiertamente. la opo-
sición al rol de la madre interna con muchos penes-en-,
su-interior que le dan a ella fuerza para resistir estos
ataques a su estructura, a sus funciones y a sus bebés
internos, puede originar una lucha prolongada y. difícil
y probablemente sea la causa más frecuente de impasse
en el progreso terapéutico que sigue de cerca la historia
de esta fase del análisis. las ansiedades aterradoras que
resultan de estos primitivos ataques sádicos orales y
anales contra el pecho se atenúan fácilmente a través
de la adicción a la omnisciencia de las partes desrructi-

• Véase mi trabajo "A Contribution to the Metapsychology


of Cyclothymic States", Ins. }. 01 Psvcbo-Analysis, vol. XLIV,
p. 83, 1%3.
•• Véase Apéndices C y F.
86 DONALD MELTZER

vas del sel] en lugar de resolverlo mediante la repara-


ción a través de los servicios a los objetos buenos, que
viene siempre acompañada de intensos dolores depre-
SIVOS.

Los roles del pene y los testículos del padre comien-


zan a ser claramente diferenciados de los diversos roles
de los penes .internos de la madre" y se sientan las
bases para una correcta diferenciación entre masculino
y femenino , algunas de las cuales ya se habían estableci-
do durante la organización de las confusiones zonales.
Sólo ahora se . alcanza el pleno reconocimiento del rol
reparador y creati vo del padre. El complejo de Edipo
en su crescendo genital total pasa al primer plano de la
transferencia y con ello se da el último paso de la po-
sición depresiva con el cambio de valores que va del
egocentrismo a la solicitud que se centra en el objeto.
Hasta aquí he considerado principalmente el proble-
ma central de esta fase del análisis, es decir, el estable-
cimiento de la confianza en la idoneidad de los obieros
buenos, especialmente el pecho materno, para cumplir
sus funciones de reparación y protección, al mismo
tiempo que resistía los ataques . de destrucción y repa-
ración, desesperación y esperanza, dolor mental y ale-
. gría, donde se vivencia la gratitud con la cual se forja
el vínculo del amor y cuidado de los objetos buenos. .A
medida que . se penetra más y más en la posición de-
presiva, el problema del umbral de ser capaz de acep-
tar el perdón de los objetos buenos por ataques y aban-
dones es reemplazado por el problema de ser capaz de
perdonarse a sí mismo por haber transgredido anterior-
mente la buena fe. Esto, junto con el complejo de Edipo

• Véase Apéndice E.

,
EL PROCESO PSICOANALITICO 87

genital, constituye el terna central de la fase de destete


. .,
o rermmacion.
Esta experiencia rítmica de reparación y desrruc-
ción, de dolor psíquico y alivio a través del contacto
con el pecho analítico, se ve reflejado en el juego de los
niños por el rol que adquiere el ritmo en su participa-
ción analítica: el hacer rebotar la pelota; el realizar
actividades acrobáticas que declaran y desafían su re-
mor a las alturas; la oscilación entre dibujos con estruc-
turas o con figuras; la representación en el juego de
situaciones en las cuales hay un desafío a la confianza
tales como el aprender a nadar o aprender las tablas
aritméticas; oscilación entre cercanía y distancia del
cuerpo del analista o el diván, estados mentales alter-
nativamente soñadores o vigilantes; todas estas y otras
innumerables manifestaciones toman, o mejor dicho,
recapturan la vivencia de la relación de alimentación al
pecho. Lo más notable de todo es el desarrollo del in-
terés en las palabras del analista y por supuesto la
consecuente urgencia de verbalización como el camino
principal para la comunicación. Mientras que la ante-
rior actividad interpretativa del analista pudo haber
sido recibida con indiferencia, interferencias, paciendo
eco o tapándose los oídos, ahora reina el silencio cuan-
do habla el analista, se suspende el movimiento, se lo
mira a los ojos, a veces con una mirada interior leve-
mente deslumbrada que puede durar hasta unos mo-
mentos después que la interpretación ha terminado.
Aun los niños muy pequeños, de cinco o seis años
de edad, pueden traer sueños durante esta epoca, ya
que se diferencia mejor las experiencias del soñar y las
de vigiiia. El jugar con juguetes o lo que hay en el
cuarto }' los juegos que implican el cuerpo del anali -ra
ceden el lugar a la representaci ón gráfica, asociaciones,
88 DONALD MELTZER

escribir historias y discutir. Pero es un momento de


un equilibrio extremadamente sensible, en los niños
como en los adultos, porque la tarea analítica de la mi-
tad de la semana con un contacto estrecho con el pe-
cho analítico está bajo el constante examen hostil de las
partes infantiles destructivas. Esta vigilancia cínica está
dirigida hacia la técnica del analista en especial, de modo
que toda transgresión injustificada puede ser seguida
de una seria regresión, mientras que al acercarse las in-
terrupciones se apela a intentos sistemáticos, a través
de la seducción, el engaño, la agresión y la amenaza,
de romper el encuadre del análisis, La reparación ma-
níaca que anteriormente estaba dirigida hacia afuera,
hacia los juguetes, lo que hay en el cuarto y el analista
está ahora dirigida más hacia adentro. Una corriente
de pseudo-análisis, que sigue las formas verbales de la
interpretación, pero que es grotesca en lo caricaturezco
de su contenido, se puede oír aun de los niños más
pequeños, pero especialmente .de los pacientes adoles-
centes. Con frecuencia se encontrará una identifica-
ción proyectiva con el pezón subyacente a esta activi-
dad y puede, en los niños tan comúnmente como en
los adultos, conducir al acting out en forma de un pseu-
do-análisis con hermanos y amigos. Como tal se con-
trapone a la corriente general de secreto que está
determinada por la posesividad del pecho.
En el próximo capítulo sobre "El proceso del deste-
te" estudiaremos esta posesividad, pero un aspecto de
. la misma es particularmente aplicable al "umbral", y
es el requisito del analista, y del análisis generalmente,
de que se está más allá de la burla y el desprecio.
Esto forma parte de la posterior fenomenología de la
"agonía de la nU1sery", cuando la confianza en la bon-
dad y fortaleza del pecho ha sido bien establecida, pero
,
EL PROCESO PSICOANALITICO 89

el complejo de Edipo dista mucho de estar resuelto.


En la casi diaria experiencia analítica de alivio de la
desesperación y retorno a la esperanza, el poder del
pecho externo de reparar la situación interna ha pro-
ducido amor, pero no la fuerza necesaria para defender
este amor. La belleza del objeto es esencial aquí; : y
cuando no se hace alarde de su posesión exclusiva para
proyectar el dolor de los celos edípicos en las partes-
hermanos del self represenradas en el mundo externo,
su posesión es cuidadosamenre escondida de la voraci-
dad y burla de los hermanos. Una niña pequeña cuyo
hermaniro generalmenreestaba en el auto esperándola
al final de las sesiones solía, en los últimos minutos,
garabatear frenéticamente un dibujo para llevárselo.
Cumplía diversas funciones: aplacar su curiosidad,
crear la falsa idea de que compartían el análisis, pero
por sobre todo proporcionarle a su hermano mayor,
que vería el dibujo cuando llegaran a casa, un falso
blanco para sus ataques de burla, que serían ahora so-
portados por el hermanito y na por ella.
Antes de terminar con esta fase del proceso analí-
tico quisiera enfatizar que es el área donde es más
frecuente la resistencia intratable al análisis, en los
adultos como en los niños. La razón es, en mi opinión,
puramenre económica, a pesar de sus aspectos o mani-
festaciones estructurales. El umbral de la posición de-
presiva es un momento de cambio decisivo en la eco-
nomía del dolor mental en el proceso analítico, cuando
el desvanecimienro de las ansiedades persecutorias da
lugar al dolor depresivo, El reflujo de la experiencia
de bienestar general tiende a no reconocer la depen-
dencia extrema del pecho analítico externo bajo una
profunda negación inconsciente de la inevitable y even-
tual renuncia. Cada paso que se profundiza en la po-
90 DONALD MELTZER

sición depresiva, con el cambio del interés en sí mismo


por el cuidado por el objeto, llevan a tomar conciencia
de la dependencia y del eventual destete. La "lucha",
como 10 he llamado, en esta fase' del análisis, es contra
el impulso violento hacia una transacción para mante-
ner el statu q1tO ante el reflujo del dolor. Esto adopta
la forma del "fenómeno de las dos caras", es decir, el
nene de mamá durante el día y uno de la patota durante
la noche, ad in/initum. Se puede ver con facilidad
que la negación del tiempo como un implacable feri ó-
\ meno unidireccional en el mundo externo es de fun-
darnenral importancia aquí, ya que el tiempo es co.is i-
derado en forma concreta como circular u oscilante.
En cambio, como veremos en el próximo capítulo, la
vivencia de estar recibiendo "tiempo de la vida del
analista" desempeña un papel importante en la acep-
tación del destete.
/

CAPÍWLO V

EL PROCESO DEL DESTETE

Como dijimos en el capítulo anterior, cuando la rela-


ción alimentaria con el pecho en el nivel infantil em-
pieza a ser reconocida en la experiencia transferencial,
la terminación inmediatamente amenaza en el horizonte
y el temor a una finalización prematura gravita desde
entonces en todo el trabajo siguiente. Este temor
interactúa a niveles infantiles con la preocupación de-
presiva por los "bebés de la madre" y rige la lucha
hacia la integración, que es una tarea de toda la vida.
Su contraparte al nivel más adulto surge como una
estimación estética e intelectual del proceso analítico
aun en niños pequeños, que conduce al paciente a "ce-
der su turno al próximo analizado" y ahorrar al 'analis-
ta trabajo innecesario: "tiempo de su vida".

Este último punto, que constituye el foco principal
de la alianza terapéutica para enfocar en forma coope-
rativa la decisión de la terminación, puede ocupar nues-
tra atención, en primer lugar para poder luego retornar
a los problemas infantiles en una forma más organi-
zada. Cuando se alcanza esta fase en el análisis, aun
en niños pequeños, es asombroso el interés y la coope-
ración con el trabajo analítico, que comprende no
sólo el control del acting 01lt y una continua recolección
de material para el análisis de los hechos de la vida
cotidiana, sino también un entusiasmo por el análisis
92 DONALD MELTZER

de los sueños que proviene del pleno reconocimiento


de la realidad psíquica y su prioridad sobre el estado
mental. La reiterada experiencia de despertar con un
humor del cual no se puede desprender hasta que la
sesión analítica lo resuelve, trae consigo la convicción
y 'la gratitud que ponen en marcha la urgencia del auto-
análisis positivamente motivada en contraste con la mo-
tivación envidiosa o competitiva que constituía la fuer.
za dominante de los intentos de pseudo-análisis durante
las fases dos "y cuatro en particular.
Así, una apreciación adulta de la belleza y bondad
del proceso analítico y del método para descubrir la
verdad puede comenzar a diferenciarse de la transfe-
rencia infantil que parece adherirse tan tenazmente a la
persona del analista. El analista puede ahora presidir
el proceso en forma tal que cede razonablemente al
paciente la asunción de estas responsabilidades. Es
" algo parecido a la tarea de la supervisión analítica y
que a su vez puede ser facilitado por la reserva del
analista. La experiencia aumentará, en forma típica,
durante la sesión del lunes: el estado mental persecu-
torio que seis meses antes hubiera requerido del ana-
lista un intenso trabajo hasta el martes, el paciente 10
resolverá ahora en los primeros 15 minutos de la sesión
del lunes, si el analista permite que lo haga por "sí
solo.
Yo me siento realmente impresionado por la expe-
riencia de la belleza del proceso que surge regularmen-
te, primero en forma separada pero fácilmente remon-
rable a sus orígenes. Por ejemplo, en una sesión" temo
prana por la mañana de una niña de catorce años, que en
"siete años de análisis se había recobrado de un pro-
fundo trastorno de carácter esquizoide, se había forrnu-
lado una larga interpretación conectando el material
,
EL PROCESO PSICOANALlTICO 93

inmediato con el de dos semanas anteriores y también


con unos dibujos hechos tres años antes. Se quedó en
silencio por un tiempo bastante largo; luego dijo, con
una emoción poco frecuente en ella, que el cielo había
tomado un color azul brillante, realmente hermoso.
Aceptó inmediatamente que no era probable que sus
palabras tradujeran una percepción correcta de un ob-
jeto externo concreto, dado que estaba mirando a tra-
vés de una cortina de encaje y el cielo había estado f
muy nublado cuando llegó a la sesión, 30 minutos
antes. Pudo entonces establecerse un vínculo con los
ojos azules de la madre, ya que habíamos estado 'ocu-
pándonos en el análisis de algunas de sus prop ias difi-
cultades para percibir los objetos muy próximos y
muy distantes que contrastaba, en su sentir, con la
claridad de percepción de la madre en las relaciones
humanas.
En forma similar, el interés que surge en esta época
en los sueños y el análisis de los sueños refleja la alte-
ración en la relación del paciente COn la vida mental
nocturna. El espectro de la estructura de los sueños
puede agruparse en algunas de estas formas: a) sueños
en los que- el paciente está mirando una película, un
cuadro, erc., desde una posición, distante en relación con
el proceso cuya realidad se niega; b) la persona está
observando los hechos, pero no está en ninguna forma
comprometida con lo que paEa; e) está observando los
hechos como un observador interesado, pero sin com-
prometerse con las facciones en lucha; d) es un niño
ocupado con otros niños y adultos; e) es un niño ocu-
pado con otros niños que son sus hermanos o partes de
sí mismo; f) es un adulto ocupado con adultos y ni-
ños que son reconocidos como partes de sí mismos. Este
espectro refleja la estructura psíquica y sólo se puede
94 DONALD MELTZER

esperar que los tipos e) y f) aparezcan en forma re-


gular cuando se ha desarrollado la responsabilidad por
la integración en .la posición depresiva dentro de la
esfera de los objetos buenos internos, especialmente el
pecho al nivel infantil. Puede también desarrollarse el
tipo de sueño rector en el cual el pensamiento analítico
acompaña la experiencia del ' dormir soñando y puede
influir sobre el desenlace del sueño, utilizando insigbts
logrados en el análisis de sueños anteriores. He obser-
vado este hecho ya en púberes y no me sorprendería
encontrarlo en edades aun más tempranas.
Estos fenómenos reflejan los dos logros básicos de
esta fase del análisis, o sea el establecimiento interno de '
la dependencia introyectiva infantil del pecho de la
madre, y segundo .la diferenciación de niveles por la
cual el segmento más maduro de la personalidad, a
través de la identificación introyectiva, comienza a des-
arrollar su capacidad para la introspección y el pensa-
miento analítico y para la responsabilidad.
Estos logros preparan la escena para el trabajo de
terminación por un lado y para el interminable trabajo
de la búsqueda de la integración ' a través del análisis
y el autoanálisis por el otro. Quisiera considerar este
punto con detenimiento antes de ocuparnos del tema
final de nuestra indagación, el triste y frecuente pro-
blema de la intermpción del análisis. Tomaré en pri-
mer lugar el trabajo de terminación, o el "proceso
del destete", porque es en su matriz antes de la termi-
nación y en su honor, in memoriam, se podría decir,
que tiene lugar el trabajo de integración. Tal vez es el '
momento de ser sincero en relación con el trasfondo de lo
. que sigue y que de alguna manera también es válido
para todo este 'capítulo en contraste con los anteriores
y decir que las conclusiones formuladas están basadas en
,
EL PROCESO PSICOANALITICO 95
tendencias observadas en aquellos casos, ya sean los míos
propios o los que he supervisado, que han alcanzado
una terminación relativamente satisfactoria. Este con-
cepto difícilmente pueda aplicarse a los niños que to-
davía tienen por delante la importantísima conmoción
biológica y social de la pubertad. Pero lo mismo es
también aplicable en cieno grado a los pacientes adultos
cuyos padres todavía viven y que en consecuencia toda-
vía no se han enfrentado con la situación primaria de
duelo. Sin haber atravesado estas grandes conmociones
es virtualmente imposible lograr la total resolución de
la transferencia mediante la Internalización, dado que
siempre permanece activo un remanente de los padres
externos.
Como ya he dicho, el destete se presenta como una
posibilidad real con el ,primer reconocimiento de la ex-
periencia de introyección del pecho en la transferencia
y desde entonces pende de la cabeza del paciente y del
analista. Resulta de interés notar que este momento
suele ser claramente discernible en el material, ya sea
como una ansiedad consciente de que se lo está apu-
rando o como un concepto intelectual de que el ana-
lista tiene una "lista de espera". Pero pueden pasar me-
ses o años antes de que el proceso del destete comience
a configurarse: y esto es también fácilmente distingui-
ble. Se presenta a través de un ' cambio sorprendente
durante unas vacaciones, generalmente la interrupción
más larga que es la del verano, de las cuales el paciente
regresa habiendo dado un paso hacia adelante en el ín-
terin, en contraste con la usual regresión. De allí en
adelante casi todo fin de semana o interrupción es vivi-
do, en forma depresiva, como una tarea a realizar que
implica confianza depositada en el paciente y no como "
un abandono.
96 DONALD MELTZER

Esta situación depresiva, en el fondo la muerte-del-


pecho", constituye un hilo constante en la trama del
material presente. La atención por el estado físico y
mental del analista, la urgencia en diferenciar la per-
sona del analista en el mundo externo de las figuras
transferenciales proyectadas por la realidad psíquica, y
la sensibilidad ante intrusiones externas en el proceso
analítico se intensifican o también pueden aparecer
por la primera vez.. Un paciente adulto que venía tem-
prano por la mañana insistió durante unas semanas
en que se me veía más "descansado" y "feliz" después
de su sesión que antes, aunque dudaba en creer real-
mente en este cambio. Una paciente infantil se deses-
peraba o se ponía apática cada vez que ' su madre la traía
tarde y sentía la presión de la familia sobre ella para
que terminara su análisis a fin de "cederle el lugar a
su hermanito", sobre las bases de la limitación econó-
mica. A lo cual se oponía insistiendo en venir sola, ne-
gándose a aceptar ropas nuevas y dándole mucho én-
fasis al hecho de que había ganado una beca en el
colegio.
Entre los niños se dan dos tipos de conducta fuera
del análisis que probablemente tiendan a asegurar el
proceso ante la prematura terminación propiciada por
los padres. Uno de ellos se expresa a través de una
manifiesta tristeza en la casa en contraste con el co-
mentario de situaciones de alegría, cooperación, etc.,
vividas en la escuela. El otro se expresa a través de un
silencio en torno del análisis que se aproxima a algo
furtivo, como el escribir un diario privado.
Debido a la frecuencia portadora del proceso del des-
tete los conflictos
, de integración más tormentosos apa-

• Véase Apéndice K.
,
EL PROCESO PSICOANALITICO 97
recen como una "modulación". En cierto sentido todo
está relacionado con el complejo de Edipo, pero de un
medo algo diferente de los aspectos pregenitales que
se observaron en distintas formas durante las fases ter-
cera y cuarta, cuando las confusiones zonales y el acer-
camiento a la dependencia introyectiva estaban en pri-
mer plano. En ese momento los aspectos reparadores
del coito parental eran más prominentes, dado que se
relacionaban con fa reparación del daño ocasionado por
los ataques sádicos que se habían efectuado por envidia
primero y luego por celos, especialmente en conexión
con hábitos masturbatorios. A medida que se estable-
cen con las figuras internas y externas relaciones más
de objeto total, la particular preocupación por el as-
pecto reproductivo del coito cobra prominencia. Es ne-
cesario diferenciar esto de la más temprana preocupa-
ción por los beb és interiores de la madre interna que
dominaban, bajo la forma de celos delirantes, los aspec-
tos pregenitales del complejo de Edipo. La disociación
entre "deber" y "placer", por decirlo así, se mantiene
todav ía y sólo muy de mala gana se la abandona, en
un contexto que tiene el carácter de un regateo. A los
padres se les permite realizar su "deber" con éxito,
pero se les retacea por mucho tiempo el que 'puedan
gozar en la relación sexual.
Este problema del aspecto reproductivo del coito de
los padres guarda una relación de suma importancia
con el problema de la integración por un lado y con
el de la terminación por el otro. Este último es bas-
tante obvio por su referencia a la "espera del próximo
bebé" que ocupará su lugar junto al lecho de la ma-
dre. Lo que resulta menos obvio es que la misma ex-
periencia controla el movimiento hacia la integración
de las partes del sel] seriamente escindidas, como ha
98 DONALD MELTZER

sido indicado en la discusión de los celos posesivos en


el capítulo IV. Esto se manifiesta a través de material
que refleja el proceso en el cual la parte escindida gra-
dualmente altera su representación siguiendo una in-
crementación que puede partir de una máquina que se
convierte en un animal, luego en un amigo de la fami-
lia, en un hermano y finalmente es aprehendido como
una parte del selj. Entre el paso que va del amigo-de-
la-familia al hermano se desencadena la tormenta de
los celos posesivos que se resisten a este paso funda-
mental hacia la integración." Este paso está fre cuen-
temente reflejado en los sueños y asociaciones por el
material que habla del bebé-nuevo-en-la-familia. .
Todavía es relativamente poco lo que sabemos acer-
ca de este proceso en relación con las partes más escindi-
das, más allá de 10 que Melanie Klein nos ha dado en
E1zvidia y Gratitud, que son las partes destructivas
envidiosas y las que todavía son más oscuras, o sea
las partes esquizofrénicas. Sin embargo, difícilmente po-
demos imaginar el logro de pasos tan avanzados en la
integración fuera del encuadre del análisis formal en
primer lugar, y sin que se corra el peligro de enferme-
dades somáticas y episodios esquizofrénicos. Pero de
algo estoy bien seguro y es que cuando existen dichas
partes (y pueden ser universales) no existe ninguna
posibilidad de que se alcance una integración segura
hasta que se hayan establecido la salud mental y la for-
taleza de carácter básicos. Toda modificación de la téc-
nica que tienda a fomentar una prematura aparición
de las mismas en el proceso analítico es peligrosa en
sumo grado.
En cuanto a la teoría, es evidente que estoy sugi-

• Véase mi trabajo "Somatic Delusion" .


-
"

. ,
EL PROCESO PSICOANALITICO 99
riendo que tal como la practicamos hoy no se puede
esperar del psicoanálisis que logre hacer alcanzar a los
pacientes algo que vaya más allá de cierto grado de con-
fianza en un correcto splitting-e-idea1ización del sel] y
los objetos que ' a su vez es la base sobre la cual se
sentara la salud mental. Por ejemplo, parece haber
evidencia de que cada persona contiene una parte es-
quizofrénica, la cual, si es que se quiere alcanzar la
salud mental, debe permanecer escindida y proyectada,
dado que es por su propia naturaleza imposible inte-
grarla con las otras partes de la personalidad.
A 10 largo de estos capítulos he enfatizado el papel
del proceso rransferencíal como el árbitro del progreso -
analítico, mirando de dejar en claro que los criterios ,
externos que están basados en "el paciente se casó y vivió
feliz" no pueden ser considerados v61idos como una
descripción científica de logro terapéutico si es que los
analistas han de poder comparar sus descubrimientos.
Puede parecer que esto requiere un grado de fe en
nuestra comprensión de los mecanismos internos del
psicoanálisis que estimula la acusación de fanatismo y
delirio, pero no veo otro camino dentro de un futuro
inmediato. W. R. Bion " ha propuesto una tabla basada
en una notación no analítica que puede ser la respuesta
a nuestra necesidad de contar con un sistema de refe-
rencia interrelacionado, pero hasta que aprendamos a
usarla, o hasta que se haya adoptado cierta elaboración
uniforme de la misma (tal como la tabla periódica de
Mende1eyeff aportó una notación racional a la química),
no tenemos otra alternativa más que esforzarnos por
lograr una descripción más precisa de la situación trans-
ferencia1 y sus progresiones.

• Elementos de psicoanálisis, Bs. Aires. Edic. Hormé, 1966.


100 DONALD MELTZER

Como etapa final de la descripción de la "historia


natural" del proceso analítico, quisiera describir mi ex-
periencia de tres tipos distintos de terminación del tra-
bajo analítico: la terminación, la interrupción por ra-
zones externas y la interrupción debida a un impasse
terapéutico. Ya me he referido a las razones para la
terminación en el proceso del destete. Una vez que se
fija la fecha de la terminación se da un proceso fre-
nético de revisión del proceso analítico, probablemente
similar en lo que tiene de alarmante a la regresión en
niños muy pequeños cuando sus madres están embara-
.zadas,
Como yo lo entiendo, el propósito parece ser na
tanto el de consolidar la experiencia en la mente del
paciente como el de comprobar, usando su propia me-
moria, la inrroyección que el analista ha efectuado del
paciente como persona. Por esta razón se insiste en in-
quirir "¿se acuerda? " y en los niños pequeños, que
están aún en el consultorio de niños, se suele recapitu-
lar configuraciones de juegos anteriores.
¿Qué hará el analista can los juguetes? ¿Quién será
su próximo paciente: otro niño o un adulto? El deseo
de elegir el próximo paciente entre los amigos que lo
necesitan, en especial, un hermano o padre que no se
analiza; la cuestión de si se usará el material del pa-
ciente para un libro o un trabajo; el deseo de que el
analista haya aprendido algo nuevo de modo que con
su tarea analítica haya hecho un aporte al conoci-
miento y finalmente el admitir en un tono de disculpa
que sus ambiciones lo impulsan en varias direcciones,
p ero no ·hacia el análisis como carrera; todo esto surge
en un triste desfile para ser examinado. Por último y lo
que es más triste, viene el admitir el deseo de limitar
todas las relaciones futuras con el analista -conservar-
,
EL PROCESO PSICOANALITICO 101
lo en reserva, por decirlo asÍ- en contraste doloroso con
las tempranas fantasías de futura intimidad social.
En contraste con este proceso hermoso si bien dolo-
roso, debemos describir los finales trágicos o casi trá-
gicos de la interrupción. Aunque se da tanto en 103
niños como en los adultos, naturalmente la interrupción
por razones externas es el desenlace usual del análisis
de niños, excepto cuando los padres se han analizado.
El impasse es el desenlace más frecuente en nue.tro
trabajo con adultos, especialmente con el preponderante
grupo de pacientes borderlines que ocupan gran parte
de la práctica analítica y casos en análisis didácticos. .,
Cuando los padres no están en análisis no es posible
ir más allá de adivinar los motivos que están detrás de
la gran frecuencia con que se impone una interrupción
prematura contraria a la opinión analítica. No me estoy
refiriendo a aquellos casos en que desde el punto de
visea de los padres no han logrado mejoría, sino a los
que sí la admiten y donde no existe la necesidad de
un ulterior sacrificio económico. Debido a que los pa-
dres adoptan una actitud normativa y sintomática al
traer los niños a análisis, no debemos deducir que es
esta la razón por la cual propician la interrupción. En
realidad las circunstancias suelen indicar que "las ver-
daderas causas se encueneran en motivos inconscientes
de celos, envidia y estados mentales basados en la iden-
tificación proyectiva. Motivos similares suelen estar
indicados por la conducta de los padres hacia el ana-
lista de su hijo bajo la forma de, por ejemplo, tardanza
en el pago, regateo en torno de los honorarios, intentos
de reducir el número de sesiones, intervenciones tera-
péuticas propias con el niño, arribu ír la mejoría a otros
factores que no son el análisis, especialmente a una
"maduración norma!". Complacencia, provocación y
102 DONALD MELTZER

complicidad sin analizar por parte del niño suelen ser


de importancia y ocasionar un elemento similar al que
i'
luego describiremos como un impasse en la tarea ana-
lítica.
El proceso analítico que acompaña la fijación de una
fecha para la interrupción impuesta es muy doloroso,
dado que una sistemática destrucción de todo el trabajo
previo comienza a ahogar los esfuerzos del analista por
salvarlo. Una triunfante y no integrada parte destruc-
tiva de la personalidad infantil parece tomar el control
con burla, negativismo, reteniendo material, mintien-
do, gritando para no escuchar, con gélida indiferencia
y desprecio por el analista y su labor. Es evidente que
sólo se 10 puede tratar mediante la interpretación de
la subyacente desesperación, en busca de la complicidad
inconsciente y, sobre todo, de la aceptación estoica del
dolor que está proyectado. La única notade optimismo
que puedo ofrecer a partir de una abundantísima expe-
riencia de este tipo obtenida durante años de labor ana-
lítica con pacientes en el servicio militar (personal y
subalternos) está dada por ,la sorprendente cantidad de
cartas ' que indicaban la permanencia de los logros y
la recuperación de los aspectos positivos de la relación.
El tipo de interrupción por un impasse es distinto,
porque a pesar de todos los defectos que podamos en-
contrar en la cooperación de nuestros pacientes, debe-
mos aceptar el peso de que todos constituyen fracasos
analíticos, debidos a las propias limitaciones de la cien-
cia y a nuestro ejercicio de la misma. Estoy persuadido
de que se da con mayor frecuencia en el umbral de la
posición depresiva (fase IV) y que se pueden identi-
ficar dos tipos de factores como los causantes, aunque
están íntimamente vinculados. Estos factores son por
un lado la inadecuación del encuadre y la técnica en la
,
EL PROCESO PSICOANALITICO 103

rarea analítica, y por el otro los factores traumáticos


en la historia del desarrollo del paciente. No diré más
sobre este tema aquí porque constituye un área técnica
muy vasta.
Para terminar esta sección quisiera repetir, tal como
ya 10 he hecho tal vez con demasiada frecuencia, que he
inrentado describir la experiencia, obtenida de mi pro-
pio trabajo y de una abundante experiencia en la su-
pervisión de casos infantiles y adultos, de la historia 114-
tural del proceso analítico qtle preside el analista. No '
puede ser usado en el consultorio, sino solamente como
una ayuda para la orientación del manejo de la contra-
transferencia y para las comunicaciones a los colegas.

.

JECCIóN ]]

CAPÍTULO VI

EL PRO~ESO EN PACIENTES ADULTOS

Pensamos que sería mejor dejar la discusión de las


similitudes y diferencias entre el análisis de adultos
y el de niños para luego que quedaran expuestas al lec-
tor las observaciones acerca del proceso analítico en los r

niños. Confiamos en que las preconcepciones que pu-


diera albergar no impedirían que proseguiera la lectura
aun cuando careciera de experiencia en el análisis de
niños. Tal vez la mejor forma de introducir la discu-
sión del presente tema sea la presentación de un .
caso clínico que ilustra la transición en el método en
niños púberes. Todo aquel que ha comenzado un aná-
lisis con un niño púber o adolescente sabe que deberá
transcurrir un largo tiempo antes que el proceso psico-
. terapéutico dé lugar al verdaderamente analítico. El ana-
lista se ve enfrentado con todas las limitaciones del
análisis de niños en cuanto a motivaciones y responsa-
bilidad, sin contar con las ventajas de la técnica de
juegos con su forma ingenua de comunicación.
La situación es muy diferente con un niño que ha
estado en análisis durante algunos años del período de
latencia y en ese contexto enfrenta los cambios meno
tales y físicos de la pubertad. En ese momento podemos
ver suspendidas ante nuestros ojos las dos técnicas en
oscilación y competencia.
106 DONALD MELTZER

Material clínico
Los hechos que se describen ocupan los seis meses
previos al comienzo de la menstruación. Este período
coincidió con la transición del consultorio de niños al
diván y el cumplir los 11 años, y ocurrió hacia el
cuarto año de un análisis que había sido iniciado por
inhibiciones en el aprendizaje, tendencia a, los acciden-
res, ataques de gritos y agudos celos patológicos de los
hermanos.
A 10 largo del tratamiento se hizo característico en
esta niña el tener períodos en los que trabajaba y pro-
gresaba, que a su vez eran seguidos por períodos de
falsa cooperación en los cuales repetía en forma me-
cánica las formas del material anterior y desplegaba
una intensa actividad en el consultorio que solía ser
peligrosa y . provocativa. Siempre prefirió la drama-
tización de las fantasías inconscientes a la representa-
ción gráfica, pero en el tercer año pasó a hablar y a
presentar sueños, mientras que la actividad funcionaba
puramente como resistencia. Fue al comienzo del cuar-
to año cuando la niña comenzó a usar el diván del
consultorio de niños y habló de un eventual cambio al
consultorio de adultos. Surgieron entonces una serie de
problemas transferenciales que giraban en torno a este
cambio como contenido manifiesto.
El primero de estos problemas se expresaba a través
de una relación a niveles infantiles entre la parte-beba
y la parte-gato-de-la-bruja que le había anteriormente
impedido pensar y aprender, que ahora quería aplacar
y hacia la cual se dirigía el aspecto infantil presun·
tuoso de su desafiante movilidad y con la cual mantenía
una secreta alianza-contra los padres. Fueron infruc-

• Véase Apéndice H .

EL PROCESO PSICOANALITICO 107
ruosos los intentos anteriores de acostarse en el diván
en el consultorio de niño s, debido a la urgencia por
moverse, ya sea para agujerear las paredes (destructo-
ra ) o balancearse (exhibicionista). Luego esto dismi-
nuyó y fue reemplazado por ataques cínicos al análisis,
a los valores de los adultos y al concepto de verdad en
los cuales evidenciaba una facilidad verbal de la cual
no habíamos tenido conocimiento hasta entonces duran-
te el tratamiento (véase Capítulo IV) .
Pero no bien se dio este cambio pasó a primer plano
la disociación de la transferencia paterna en héroe y en
padre loco que se manifestó en el consultorio a, través
de la incapacidad de dejar de mirar al analista mientras
permanecía en el diván. El temor a los obreros de la
calle, los hombres en el subterráneo, la corriente de an-
siedad en la transferencia y la desconfianza que ante-
riormente había sentido de su padre poblaban los sue-
ños y las asociaciones. Se pudo detectar la evidencia del
temor a ser mirada junto al emergente deseo puberal ,
de vestirse bien, de ser mirada y admirada por los hom-
bres.
Cuando al taparse un caño se inundó el consultorio
de niños y comenzó a oler mal, decidió pasar. al con-
sultorio de adultos pero en forma transitoria según en-
fatizó, porque era obvio que temía ejerciera sobre ella
una coerción del tipo "quemar las naves". Los sueños
y .su conducta evidenciaron ahora que los dos aspectos
de la transferencia paterna disociados estaban muy acti-
vos y contribuían a que continuara sentada sobre el
diván y mirando al analista. Trajo un sueño en el que
le divertía que una especie de mono de tipo amisro.o
la persiguiera a lo largo de corredores y escaletas que
siempre descendían y al cual ella engañaba salteando
escalones y escondiéndose detrás de puertas hasta que
lOS DONALD MELTZER

se dio cuenta que otra niña estaba haciendo 10 mismo.


Esto demostraba claramente que el flirteo con el padre.
héroe -ella había dicho con frecuencia que el anali sta
parecía un lindo mono- y la huida del padre loco se
combinaron para determinar su conducta y su modo de
comunicación en el cual se daban en forma alternada
cambios bruscos de tema y episodios de ·' falta de aten-
ción a la interpretación que me llevaban a una perse-
cución divertida.
A medida que nos acercábamos a la Navidad, la fal-
ta de cooperación de índole maníaca fue gradualmente
cediendo a una preocupación de tipo depresiva por no
poder acostarse en el diván O "esforzarse" en el aná-
lisis. Se preocupaba ahora porque estaba gastando tiem-
po y dinero y pensaba que tal vez sería mejor que
interrumpiera y cediera su turno a su hermano me-
nor, etc. Es evidente que nos acercábamos a su into-
lerancia a la dependencia del pecho que quedaba tes-
timoniado en cantidades de pequeñas críticas a su ma-
dre en la realidad externa y en la tendencia a cuestio-
nar al analista acerca de la base racional de su técnica
en sus facetas más minuciosas. La sospecha de impro-
visación, racionalización y desorganización en la trans-
ferencia materna difería de la sospecha anterior de hi-
pocresía en la transferencia paterna.
Apareció con una manía por los Beatles que traía apa-
reado un reclamo algo complejo del tipo usted-no-nos-
entiende, pero sin mucha convicción. Dos sueños de
esta época demostraron que acostarse en el diván signi-
ficaba la aceptación del cuidado dependiente de su
mente ensuciada en oposición a los residuos de la alian-
za anal-rnasrurbatoria con la bruja-gato. En el primer
sueño estaba en el baño, tenía puestos unos pantalones
de baño (como siempre hacía su hermanito) y los pe-
. ,
EL PROCESO PSICOANALITICO 109
chos no estaban desarrollados. Hugh (un primo) es-
taba allí. Luego él se . había ido o ella no lo podía
ver y no tenía la malla puesta y los pechos se estaban
desarrollando. Este sueño sugería que algún tipo de
angustia de castracióri del tipo pequeño-niño acerca de
su padre loco interfería con su dependencia de beba
de la madre, representada por Hugh " ( "usted"-el ana-
lista), a quien se 10 puede ver (si se está sentada) y no
~er (si se está acostada), respectivamente.
Dos días más tarde soñó que la familia estaba en Ale-
mania durante la guerra y tenía que bajar a un refugio.
En lugar de doblar a la izquierda al llegar al fondo, con-
tinuó bajando a través de una abertura que había que-
dado al sacarse una piedra del suelo. Cuando su madre
le dijo que subiera, se negó y luego el sueño se fue con-
virtiendo en cada vez más maníaco -manejaba una am- .
bulancia, le tiraban tiros, etc. En realidad se llegaba al
consultorio bajando unos, escalones externos y había
una puerta a la izquierda sobre la cual estaba la tapa
de las cañerías que la paciente habías visto quitar cuando
unos obreros estaban arreglando el problema de la inun-
dación del consultorio, Se hizo evidente que en el sueño
había permitido que su mente penetrara en las.cloacas
(su preocupación por los penes nazis en sus pr~ocu­
paciones masturbatorias anales) en vez de tener su ba-
ño de análisis. Continuó el delicado equilibrio entre
acostarse y sentarse. Dos semanas después soñó que
salía de un lago barroso y estaba sobre la orilla con
césped, mientras que algunos sombreros de brujas se
hundían sugiriendo que otras brujas habían sucumbido.
Reveló ahora que había tenido su primer período mens-
trual antes del sueño del "baño";
• Hugb y yau (usted) se pronuncian en forma muy simio
lar en inglés. (N. de la T.)
110 DONALD MELTZER

Pero entre estos hechos que-sugerfan la disminución


de la excitación erótica y masoquista relacionada con el
diván en la transferencia paterna, tuvimos una sesión
muy valiosa que demostraba parte del splitlÍwg en la
transferencia materna que estaba en oposición a su
propósito de hacer todo lo que podía por la tarea ana-
lítica.
Un miércoles, dos días después del sueño de las
"cloacas" y dos semanas antes del sueño del "lago ba-
rroso", entró en el consultorio dos minutos tarde y se
'mostró muy jocosa acerca del final de la sesión anterior
en que había contado una broma familiar acerca del
señor X y su admiración por los pavos reales. Pasó por
alto mis palabras que le recordaron la interpretación
del día anterior en la que le señalaba el aspecto de
burlarse de los mayores y como en realidad su hilaridad
era provocada. por la excitación de las palabras pee y
cock", Siguió hablando rápidamente sobre las formas
de los pulgares en su familia. Algunos los tenían dere-
chos y otros torcidos. Le interpreté nuevamente la pre-
ocupación por los penes que estaba rigiendo su relación
conmigo en ese momento e impidiendo mi trabajo analí-
tico, tal como en el sueño de la "persecución del mono".
Por un momento cesó la hilaridad y un hosco "Bue-
no, pero es gracioso" reemplazó las burlas, pero rápida-
mente volvió el humor maníaco, esta vez comentando
las burlas de su hermana acerca de dos mujeres del ba-
rrio que la habían invitado a tomar té y helados, respec-
tivamente. Imitando las muecas de su hermana intentó
hacerme reír hasta que fue evidente que la paciente sen-

• El autor se apoya en la pronunciación de "pavo real",


--peacock en inglés- que se puede asociar con el verbo lo
pee, que es la forma familiar del verbo "orinar", y cock, que
es el término vulgar para significar "pene". (N. de la T.)
.'
EL PROCESO PSICOANALÍTICO 111

tía que la voracidad y desprecio de su hermana habían


sido tan intensos que se había olvidado de averiguar los
nombres de sus benefactoras y le fue así imposible
cumplir con ninguno de los dos compromisos (con los
pechos).
¡Oh!, había tenido un sueño, recordó súbitamente. No,
dos sueños; ambos relacionados con cómodas. En el
primero, la cómoda estaba en su cuarto y tenía los dos
cajones superiores llenos Con su peine y cepillos y el
cajón grande del medio estaba abierto, vacío. Luego
notó que una niña pequeña de cabellos negros, escon-
dida detrás de la cómoda, éstiraba el brazo hasta al-
canzar la parte frontal de la cómoda y lustraba el inte-
rior de este cajón .vacío con pomada marrón. (La niña,
asoció, era como la imagen que ella tenía de una niña
en un libro sobre niños adoptados, una niña que había
demostrado aptitudes para el ballet.) Cuando le inter-
preté que el cajón en el sueño estaba conectado con su
propio cajón en la cómoda del consultorio de niños,
aceptó que estaba en la misma posición. Cuando vincu-
lé el análisis en el consultorio con los dos cajones su-
periores,' a través de la ecuación del día anterior que
equiparaba el tener los cabellos peinados con el tener
los pensamientos en orden, también lo aceptó. Pero
cuando sugerí la existencia de una mezcla de cuidado
(de que el cajón en el consultorio fuera revuelto por
otro niño como lo había sido por ella) y celos (temía
que otro niño 10 tratara bien, que era equivalente a lus-
trarse los zapatos, cosa que ella nunca había hecho),
protestó que en el sueño sólo sentía que podía necesi-
tar el cajón alguna vez y de todos modos no estaba
. tan segura de que no tendría que regresar al consulto-
rio de niños en su análisis.
En el segundo sueño la cómoda blanca del comedor
112 DONALD MELTZER

en su casa tenía pilas de comida apoyada sobre la parte


superior y lista para un picnic -en los Chilterns- y
se fijaba si había papas fritas, y las había. Le interpreté
primero que el sueño demostraba que su relación con la
madre-pecho en el análisis estaba siendo disociada, que
al analista se le permitía ser sólo la madre que baña y
limpia y no la madre deliciosa de los picnics en las
montañas que permanecía adjudicada a la madre en casa.
El resultado era que en el sueño y probablemente tam-
bién en la realidad se comportaba en forma in fantil,
siempre buscando las faltas (¿eran las papas fritas?)
en lugar de reconocer las virtudes (todas las exquisi-
teses exhibidas) del pecho. Esto se relacionaba con la
forma constantemente crítica en que su parte beba-
gato-de-la-bruja siempre examinaba y criticaba mi téc-
nica. Sugerí que el sentarse en el diván en lugar de
acostarse tendía a conservar esta disociación entre la
mami-inodoro aqui y la rnami-nutricia en casa (ver Ca-
pítulo III).
Se fue protestando que rara vez se quejaba de la
comida en casa ahora y que casi nunca comía cosas dul .
ces entre comidas. Pero le encantaban las papas fritas.
En este material la situación transferencial ha sido
tomada en el momento que rondaba el umbral de la
posición depresiva descripta en el Capítulo IV. Los cua-
tro primeros años de análisis habían atravesado serios
estados confusionales debido a la identificación proyec-
tiva y confusiones zonales. Estas últimas se centraban
especialmente en un splitting deficiente entre lo bueno
y lo malo dentro de ella y en el cual había predominado
una marcada confusión ano-vagina y heces-pene. El tra-
bajo, especialmente en el tercer año, había producido
una mayor diferenciación de esta parte suya, la bruja-
gato, que mantenía sometidos a niveles infantiles su
,
m, PROCESO PSICOANALITICO 113
intelecto y capacidad de amar. la tarea de separar esta
parte de su posición proyectada dentro de la hermana y
amiga "malas" había sido tediosa, pero había contri-
buido mucho a disminuir la hiperactividad que desple-
gaba en el consultorio y alcanzar una mayor verbali-
zación e inteligencia para cooperar en la tarea analí-
tica. Esta transición está muy bien ilustrada por una
sesión que había tenido lugar unos nueve meses antes
del material anterior, próxima a una interrupción que
había despertado su preocupación por mis supuestos hi-
jos. Era una época en la que estaba muy excitada y con
conflictos debido a dos causas: una era su reciente
participación en una representación teatral y la otra
eran sus clases de baile. Las dos habían alterado en
parte el horario de análisis.
De pronto, en la mitad de la sesión del miércoles,
acostada en el diván del consultorio de niños, recordó
un sueño y se sintió contenta porqlle hacía unas se-
manas que no recordaba ninguno. Comenzó diciendo
precipitadamente: "Estaba sentada a la mesa y la co-
cinera puso un poco de jalea y luego yo estaba acari-
ciando el gato, pero en otro lugar". Cuando el analista
empezó a preguntar, se puso impaciente y saltando del
diván tomó una hoja, de papel para dibujar la dispo-
sición de los elementos en el sueño, demostrando que
'ocurría durante el almuerzo en la escuela. Al comienzo
había estado en uno de los lados de la mesa, pero luego
estaba en la cabecera, en el lugar del prefecto." "La co-
cinera, sabes, una de las mujeres que sirve la comida -
no sé si cocina también- ni la vi en el sueño -puso
una taza chica de papel llena de jalea-, ves. ¡Aquí!

• Preject es, en algunas escuelas inglesas, uno de los niños


mayores al cual se le da cierta autoridad. (N. de la T.)
I

114 OONALD MELTZER

(marcando en e! papel), para saber si nos gustaba y


si queríamos mucho o poco cuando nos sirvieran los pos-
tres. i Yo quise mucho, por supuesto! Luego, no sé
cómo, estaba sentada en el lugar de! prefecto y el gato
(aquí saltó sobre la mesa imitando e! ronronear y mo-
vimientos sensuales de un gato) estaba sobre la me:a
y yo lo acariciaba. ¡Yo no sé lo que significa esto!"
(saltando hacia el analista en dirección al suelo).
El analista interpretó, en reaimen, que este sueño de-
mostraba la relación entre la parte de su self-bebé que
se sentía resentida y voraz debido a la interrupción por
las vacaciones y por sus nuevas actividades y la otra
parte muy envidiosa y tramposa que hacía tiempo co-
nocíamos como la parte gatuna y que también se co-
nectaba ~n sus fantasías masturbarorias, Esta parte ga-
to, actuando a sus espaldas (la mujer que servía que
ella no había visto) le servía una porción de celos"
(Jelly!-se e! ¡Jalea-ves!) e inmediatamente la des.
viaba hacia un estado mental masturbarorio (sentada
en el lugar del prefecto, acariciando el gato) mediante
una identificación proyectiva con su mami-herrnana-
mayor.
Su respuesta fue inmediata y casi explosiva: "Sí, es
como Jane. Ella siempre dice, «Oh, me enteré de algo
. realmente. .. Oh, no te va a interesar». N o 10 puedo
evitar, tengo que escuchar el resto, aun cuando sé que
no es cierto, Pero ahora le digo al final, «¿Y qué prue-
bas tienes de eso?", como usted hace conmigo y eso
ayuda". Volvió a sentarse a la mesa de juegos.
Aquí el impulso hacia la movilidad que deriva de
su alardear infantil y ' está dirigida hacia la parte gato

~ Juego de palabras que se apoya en la casi idéntica pro-


+
, nunciación entre ielly see = jalea ves y iealousy = celos.
(N. de la T.)
,
EL PROCESO PSICOANALITICO 115
tramposa es evidente y podemos ver la misma 'estruc-
tura interna en el sueño de la "persecución del mono"
nueve meses después en el cual, de hecho, la "otra niña"
que aparece haciendo lo mismo con el mono está re-
presentada por una niña un poco mayor que se esconde
detrás de una puerta del mismo modo que la mujer
que le sirve a sus espaldas en el sueño de la "porción
de jalea".
Si ordenamos las etapas de cooperación de esta pa-
ciente a lo largo de los cuatro años de análisis aquí
mencionados serían más o menos las siguientes:

I. Dos años de juego, caracterizados por actividad


física en el consultorio de niños, uso de juguetes, pocos
dibujos y respuestas verbales sólo al ser interrogada.

II. Un año de menor actividad, más dibujos y ver-


balización, poco análisis de sueños.

III. Seis meses de transición a la técnica de adultos


(como en el ejemplo del sueño de los celos o la jalea)
que empezaron acostándose en el diván del consultorio
de niños, pero durante los cuales no podía controlar sus
manos (agujereaba la pared, erc.), ni sus ojos (necesi-
dad de mirar al analista) y tenía estallidos de actividad .
fuera del diván.

IV. Seis meses de transición al consultorio de-adul-


tos y empleo total de la técnica de adultos y el estable-
cimiento de la responsabilidad unos meses después de
la primera menstruación y el sueño de la "orilla con
césped".
Este es un tipo de secuencia característica: I-juego
espontáneo que da lugar a Il-represenracíón en el jue-
116 DONALD MELTZER

go, dibujos e historias que da lugar a III-análisis de


sueños y IV-"cooperación". Reservé la palabra "coope-
ración" para el proceso "adulto" de responsabilidad
por la tarea analítica, pero no porque deje de figurar en
la tarea con los niños en el sentido de que el paciente
está comprometido en el proceso analítico y trabajando
duro en contraste con intentos caprichosos de destruir
el proceso e irse. Es mejor usar un término como "tra-
bajo" para describir esto y reservar el término "coope- ·
ración" para una función estrechamente ligada a un
sentido de responsabilidad de la misma. Es de interés
señalar que, en el caso de la niña descripta, a continua-
ción de ia aceptación del empleo total de la técnica de
. adultos, o sea de "trabajo", surgió una crisis en la "coo-
peración" que ocupó los próximos seis meses de análisis,
un virtual punto muerto debido a su incapacidad para
decidir si continuaba analizándose. Le iba bien en el
colegio, tenía buenas relaciones sociales con sus iguales,
su "conducta" era satisfactoria, pero aún faltaba mucho
para lograr la capacidad para el cuidado, el amor o la
vivencia de gratitud. En otras palabras, su dolor mental
estaba en "reflujo", tal como fue descripto al final del
Capítulo IV. Desde el punto de vista de los padres
podía haber terminado su análisis y algunas conside-
raciones de tipo económico pudieron haberla animado
a hacerlo. Se. quedó demorada en esta coyuntura, entre ,
standards externos e internos, ante el umbral mismo
de la posición depresiva y el pleno reconocimiento de
la realidad psíquica, durante seis tristes meses que in-
cluyeron las vacaciones de verano en las cuales decidiría
si iba a continuar o no. Fue durante esta separación,
en la cual se encontró llorando frecuentemente, sin-
tiéndose sola, fácilmente herida y perturbada por sueños
aremorizantes de todo tipo, cuando cristalizó su decí-
,
EL PROCESO PSICOANALITICO 117

sión de asumir toda la responsabilidad y continuar.


Decidió pedir a sus padres y al analista el continuar el
tratamiento para alcanzar una "terminación" . verdadera
en lugar de una "interrupción" en el. "proceso del. des-
tete" (Capítulo V).
Esta aceptación de la responsabilidad, en última ins-
rancia la responsabilidad de la realidad psíquica, puede
ccurrir a una edad increíblemente temprana. La he
visto a los siete años, luego de sólo cuatro años de aná-
lisis, en un niño de constitución especialmente vigorosa.
Pero esta responsabilidad es, por supuesto, asumida /

primero por los padres cuando buscan tratamiento para


el hijo y es mantenida por ellos a lo largo de la mayor
parte del análisis del niño. Aun en padres que se han
analizado bien y que tienen un buen imight de las di-
ficultades del niño esta responsabilidad puede ser, en
el mejor de los casos, de tipo subrogada y debe even-
tualmente ser asumida por el yo del paciente." En
realidad esta función es compartida desde el comienzo
por el padre que paga el tratamiento, trae al niño y lo
protege fuera del. análisis y el analista que crea y pro-
tege el encuadre analítico. Eventualmente todas estas,
funciones deberán ser asumidas por el yo del niño si
es que ha de establecerse el autoanálisis como un coro-
lario a la responsabilidad por la realidad psíquica. Esto
incluye aun el "pago", porque el "precio" del análisis
no está sólo representado por los honorarios sino que
está materializado en una forma mucho más importante
en el dolor de la posición depresiva en las relaciones
objerales externas e internas.
Todo esto parece ser distinto en el caso de pacientes
adultos neuróticos que impresionan como que vienen

• Véase Apéndice E.

118 DONALD MEL'fZER

y pagan solos, se protegen, ·aceptan y preservan el en-


cuadre y cooperan en todas las formas desde el comienzo.
En pacientes bordeline o psicóticos, en adictos o psicó-
patas, el paralelismo con el análisis de niños es más
obvio, porque se requiere la autoridad o respaldo de
alguna persona o institución ya sea en forma constante
o periódica. Pero un examen más minucioso revelará
que la situación es escasamente diferente en pacientes
adultos en términos cualitativos y cuantitativos, si es
que se 10 contempla correctamente desde el punto de
vista de la estructura psíquica y no de la mera des-
. .,
cnpcion.
El concepto central para nuestra comprensión de la
conducta del paciente adulto en análisis es el acting-
out, que debe entenderse, comprende el acsing-ou» de
las fantasías inconscientes que dominan la transferen-
cia, dentro y fuera de la sesión analítica propiamente
dicha.'" Recientemente se ha comenzado a diferenciar
entre acting-in y acting-out. La diferenciación paralela
en el dominio del aspecto interpretativo de la tarea
analítica asume la forma, en la mente del analista, de
la necesidad de decidir si lo que se va a interpretar es
contenido o conducta. Es ya conocida la relación recí-
proca que existe particularmente entre la capacidad del
paciente para traer sueños a la sesión y estas tendencias
al acting-out, Es una conexión íntima y de ningún modo
fortuita que reside en la función de la parte adulta de
la personalidad respecto de su control sobre el órgano
de la conciencia o aun,-en cierto sentido, la posesión de
dicho órgano. Esto incluye la capacidad para la "obser-
vación de las cualidades psíquicas" y el control de la
movilidad, es decir, la conducta, La "responsabilidad

• Véase Apéndice A.
EL PROCESO PSICOANALÍTICO 119
de la realidad psíquica" incluye, dentro de la estruc-
tura de la mente, funciones casi idénticas a las de un
adulto supervisando las actividades de un grupo de ni-
ños, o sea, observar y, si es necesario, refrenar su con-
ducta. En el material que acabamos de ver, por ejemplo
en el sueño de las "cloacas", esta función adulta estaba
todavía delegada en un objeto, representado por la ma-
dre de la paciente que le decía que subiera de las
cloacas y pasara por la puerta de la 'izquierda para tener
su baño, o sea, su análisis.
la niña no había todavía aceptado la responsabilidad
de la realidad psíquica. Se puede ver una situación si-
milar en el sueño y acting-out de una paciente en el
mismo punto de desarrollo del proceso analítico pero I

para la cual el baño tenía un significado muy diferente, -


o sea una cámara de masturbación, un lugar de retiro.
Al comienzo de la sesión, en el sexto año de análisis, se
quejaba de la realidad exterior y atacaba al analista
porque prestaba poca importancia a las dificultades de
la paciente en el mundo externo. Se sentía perseguida
y expresaba sentimientos de autocornpasión. A partir
de los tres últimos años de análisis sabíamos muy bien
que estos estados encubrían culpa y vergüenza por
haber actuado o haberse masturbado, y que el contenido
de sus quejas representaba los requerimientos de una
parte mala de su self que nutría sus partes bebé con el
equivalente mental de la orina y heces para promover
la autocompasión. Esta parte estaba frecuentemente te-
presentada en sus sueños por un portero, una hermana
mayor mala, un sirviente o mozo, que le daba comida
dudosa en un restaurante sucio, vino con borra de una
botella rota de debajo del mostrador, etcétera.
En la- sesión a Ola que me estoy refiriendo estos des-
bordes amargos duraron unos cuarenta minutos, durante

120 DONALD MELTZER

los cuales los hechos fueron revelados uno por uno, que
había descuidado su trabajo, que había dormido la siesta
en lugar de escribir un informe para su jefe, que había
tomado un baño caliente porque había comenzado a
sentirse sola. Finalmente surgió el sueño que no estaba
olvidado, sino más bien dejado de lado. En el sueño
subía a la cúpula de Sto Paul detrás de su madre. Lle-
vaba de la mano a una niña pequeña, que era también
ella misma. Pero cuando la niña dijo que estaba can-
sada, retornó, dejando a su madre, para permitir que
la niña durmiera la siesta. Cuando la niña despertó
tenía hambre, de modo que permitió que una mujer
joven (que solía trabajar para su hermana y que siem-
pre estaba enredada en algún triste affaire amoroso), le
diera algo rojo (que era, señaló la paciente, del mismo
color castaño rojizo del estiércol de vaca que ella había
comido en otro sueño, unos meses antes).
En este sueño, y el"acting-out can él relacionado, se
puede ver con claridad que por negligencia de la parte
adulta de la personalidad, es responsable de ceder sin
luchar a las exigencias infantiles de gratificación sen-
sual, sin importarle la ruptura de la relación objetal
,con la madre interna (yen consecuencia, con la externa
en la transferencia). Podemos observar aquí el acting-
out (la siesta, el baño caliente, el informe postergado),
y el acting-in (las quejas persecutorias de la parte sir-
vienta infeliz de sus"estructuras infantiles que se siente
traicionada y descuidada por su amante, el padre-ana-
lista) .
La diferencia que demuestra este sueño entre objeto
(su madre), la parte adulta (su set¡ adulto) y partes
infantiles (la niña y la sirvienta) no se da con fre-
cuencia en los sueños de las tempranas fases del análisis,
es decir, antes del umbral de la posición depresiva

, ,
EL PROCESO PSICOANALITICO 121

(Capítulo IV). En cambio el paciente es I- un adulto


que se maneja con otros adultos, o 1I- es un niño con
otros niños o adultos, o lII- es un adulto con niños
que son claramente no-sel], tales como sus propios
hijos.· En el primer caso se trata de sueños en los
cuales figuran un Jelf-adulto y una parte-niño-con-deli-
rios-de-adultez (debido a una identificación proycctiva
masiva). (Véase mi trabajo sobre el aspecto pseudo-
maduro del carácter "La relación entre la masturbación
anal y la identificación proyecriva".) En el segundo
caso el self-adulro perdió el rol supervisor pero retiene
la capacidad de observar cualidades psíquicas, como una
maestra inepta con niños alborotadores. En el tercer
caso, donde el paciente está con niños específicos que -
son no-self, se trata de situaciones de identificación pro-
yectíva con objetos externos, donde partes infantiles de
la personalidad están permanente o ternporariamente
situadas en objetos externos. El cónyuge del paciente,
sus hijos o hermanos son los más frecuentes recipientes
de estas identificaciones proyt ctivas.
Si consideramos el sueño de , esta paciente ("subir
hasta la cúpula de .Sto Paul") corno tipo IV, logramos
una secuencia de tipos oníricos que corresponde a los
cuatro tipos de colaboración observados en el .an álisis
de niños antes descripto. I-juego espontáneo; U-juego
represenracional y verbalización; Ill-verbalización y aná-
lisis de sueños; IV-cooperación y responsabilidad. Po-
demos establecer una notación refiriéndonos a tipos la-
IVa,ln-IVn. Esta comparación tiene el propósito de
demostrar que, no obstante todas las diferencias super-
ficiales en la conducta, el verdadero modo de colabo-
ración en el proceso analítico es idéntico en los adultos

• En el capitulo V esto es considerado más detalladamente.


122 DONALD MELTZER

y en los niños y difiere solamente en las formas (no


en los modos) de comunicación. • También se puede
establecer una correspondencia general con las fases
numeradas del análisis descripto en los Capítulos I-IV.
La dificultad para hacerlo, sin embargo, está dada por
la naturaleza cíclica de la transferencia, que ya ha sido
explicada en los capítulos anteriores, dado que la se-
cuencia completa del desarrollo de la transferencia en
el proceso total también se puede ver en las más peque·
ñas unidades temporales del trabajo analítico, o sea en
la resión, la semana, el año. Veremos un ejemplo de
esto en el próx imo capítulo.

• Esto se profundiza en el Capítulo VIII.


I
CApíTULO VII
EL CICLO DEL PROCESO EN LA SESIÓN
INDIVIDUAL

Probablemente los aportes que presenta este libro


provengan tanto de la experiencia de supervisar candi-
datos y colegas como de la experiencia inmediata en el
consultorio. Una descripción de la técnica de super-
visión que empleo puede ayudar a orientar al lector
respecto de las contribuciones de este capítulo. El én-
fasis está siempre en el material de la sesión que pido
sea leído, libremente comentado y elaborado sobre la base
de las anotaciones que se hayan tomado. Interrumpo en
cuanto siento que yo hubiera interpretado, generalmente
antes de escuchar la interpretación de la persona que
presenta el caso. Cuando se trata de un caso nuevo
suelo trabajar sin material anterior preguntando sólo al
comenzar la edad, el sexo, número de hermanos, estado
civil, número de hijos, si los padres viven; ocupación y
trastorno principal. Por supuesto \ cuando se sigue un
. caso durante unos meses los claros se van llenando pero
yo siempre pongo el énfasis en la inmediatez de la si-
tuación analítica, incluyendo aspectos del encuadre y
dejando a un lado los problemas de contratransferencia
por considerarlos limitados a la persona que presenta
el caso.
He encontrado que este método es apropiado para
trabajar con colegas que analizan en otros idiomas y
124 DONALD MELTZER

presentan e! material traducido, aun cuando su inglés


sea extremadamente limitado, siempre que sea el ana-
lista y no el traductor el que lea el material y yo
tenga una copia delante mío. Este aspecto de la técnica
puede ' ilustrar la importancia de la comunicación no
verbal efectuada a través de los mecanismos de la iden-
tificación proyectiva e introyectiva que tiene lugar du-
rante la supervisión.
Dado que por ansiedad y modestia los candidatos
suelen limitar la información de su trabajo interpreta-
tivo a la indicación de haber arriesgado una interpre-
tación, he tenido can frecuencia la experiencia de
observar e! desarrollo del material de! paciente sin tener
un conocirnento detallado de! contenido del trabajo in-
terpretativo. El fenómeno de la continuidad es igual-
mente sorprendente en los pacientes adultos e infantiles,
aun cuando el contenido manifiesto puede cambiar con-
siderablemente luego de una interpretación. Por esta
razón, el concepto de un "cambio" en e! material como
indicador del impacto del proceso interpretativo es
aplicable al contenido latente pero no al contenido rna-
.nifiesto, como se verá en el siguiente material clínico.
Con e! propósito de ilustrar y estudiar estos factores
a los fines de la enseñanza, he desarrollado también una
técnica para seminarios. A continuación me referiré
al material de una reunión reciente que sirve para in-
troducir el tema del trabajo analítico asi como también
para ilustrar el ciclo analítico de una sola sesión. En
un seminario de doce candidatos y analistas de niños
hemos empleado la siguiente técnica: se le pide a un
miembro que dentro de la semana próxima elija una
sesión de un paciente que es desconocido para el que
conduce el seminario. Es necesario disponer de tiempo
libre luego de esta sesión a fin de que se pueda efectuar

,
EL PROCESO PSICOANALITICO 125

una minuciosa transcripción de la misma. Se hacen co-


pias de este material que sólo contendrán 10 que dijo
el paciente dejando espacios en blanco que correspon-
den a las interpretaciones. Se distribuyen las copias
duratzte el seminario y se trabaja sobre ellas sin material
previo. Una vez que se ha logrado un acuerdo en
cuanto a la formulación de la transferencia, se efectúa
la evaluación de la evidencia del impacto debido al
proceso interpretativo, transgresiones técnicas y fallas en
el encuadre. Luego se reconsideran -las interpretaciones
verdaderas primero por su valor teórico y segundo por
su contenido verbal y estilo _de presentación. La sesión
que sigue ocupó dos seminarios de noventa minutos
dedicados al mater ial del paciente y otros dos dedicados
al proceso interpretativo. Se presentará solamente el
material y las formulaciones del seminario ya que el con-
tenido fue relativamente simple, las interpretaciones en
general correctas, según lo decidió el seminario, y los
pUlttOs principales de la técnica y el encuadre adecuados.
Jane, 4 años y seis meses de edad, la mayor de dos
niños, el otro es un hermano, Edward, de dos años.
Ha comenzado su análisis hace 18 meses a una frecuen-
cia de 5 sesiones semanales.

j\fATERIAL • FORMULACIóN

Paciente 1 Viene dominada por su parte


niño (traje de cowboy) y bus-
SCJión del miércoles: ca inmediatamente un equipo
fálico (el lápiz verde ) . pero
Jane viene vestida con un tra- está llena de odio y sospecha
je y sombrero de cowboy. Al que se la priva del pene bue-

• Mi agradecimiento a la senoCIta Ruch Riesenberg por


permitirme usar este material.
126 DONALD MEL'J'ZER

entrar dice que la "señora" n-o (el auto rojo) escondido


no vino porque está resfria- en algún lugar secreto del ana-
da (la "se ñora" es una per- lista (su cara roja), dejando
sona encargada de traerla los sólo un pene fecal para el
miércoles. Tenía que -comen- nino (el lápiz verde con plas-
zar a hacerlo esta semana). tilina) . Surge la hipocresía,
Jane se dirige a un _cajón y que es experimentada como la
saca un lápiz verde que tiene venganza adecuada por el en.
un trozo de plastilina adheri- gaño de la madre-analista, y
da (no sé si ya estaba en el usa el pene fecal (la plastili-
lápiz o si ella la puso). Hace na usada como goma de bo-
un gesto de estar buscando al- rrar ) para ensuciar el pecho
go en el cajón, pero sin ha- (1a mesa).
cerlo realmente, me pregunta
"¿Dónde está el auto rojo?"
Con el lápiz en la mano se
sienta a la mesa y mirándome
dice: "Su cara está roja se-
ñorita R"; luego saca la plas-
cilina del lápiz y dice que es
una goma. Borra la mesa y
dice que es difícil y mirán-
dome dice: "Hoy no voy a
hacer lío".

Int erpretación 1

Paciente 2

Jane traza una línea sobre la El pene fecal y la orina, con-


mesa, comienza a borrarla con fundidos con su lengua-pene
la plasrilina, moja la plastilina y saliva, limpian la suciedad
con._salíva y dice que le hace del pecho-mesa, del cual ella
falta agua. Va hacia la jarra luego bebe a modo de triunfo
con agua, moja la plastilina sobre la parte niña proyecta-
y luego la deja caer en la ja- da en Chrisrine, que está in-
-,
,
EL PROCESO PSICOANALlTICO 127

rra; lleva la jarra a la mesa, vertida, o sea, confundida acero


bebe un poco de agua, saca ca de lo de arriba y las nalgas
la plastilina y borra la mesa (pechos y nalgas).·
con ella. Toma un lápiz y
, , 1'uego un crrcu-
traza una 1mea ,
lo, luego dos líneas que salen
del círculo, diciendo "las píer-
nas" y luego otras dos líneas,
diciendo "los brazos". Mirán-
dolo desde donde ella está
sentada es una figura Inver-
tida; dice algo de Christíne, I

borra la figura y hace una J


g rande diciendo "J de Jane".

Interpretaci6n 2

Paciente 3

Dice, mostrándome la plasti- El trabajo interpretativo no ha


lina : "Mi escopeta, mi pincel tocado todavía lo maníaco pe-
de pintar", y lo mueve como ro aproxima a la paciente ha-
si estuviera dibujando sobre la cia un mayor contacto que le
mesa. hace mostrar su equipo de ni-
ño en el aspecto creador (el
Interpretación . 3 pincel de pintura) y en el as-
pecto destructivo (la escopeta).

Paciente 4

jane se sonríe diciendo: "Es· Se toca un poco lo maníaco,


te traje es de Edward", "Se que está defendido por la neo
lo dieron para Navidad." "To- gacíón respecto a la implica-
davía no se lo ha puesto." ción de haber robado la mas-
"Yo SI.'" culinidad del hermano (no es

• Véase Apéndice J.

- I
128 DONALD MELTZER

Interpretación 4 realmente del hermano sino


que se lo han dado, y muy
recientemente, y además no le
va bien y, de .todos modos, a
a no le interesa).
Paciente 5

Jane deja caer la plastilina en Enfrentada con el efecto co-


el agua diciendo "Plop"; trae rrosivo de la interpretación
una toalla, cubre la jarra con de su situación maníaca, Jane
la toalla y dice "Aquí va a comienza a seducir al analista
crecer una flor". Me sonríe para que sea su cómplice en
en forma muy seductora, en- la manía y le ofrece (a ma-
vuelve la jarra en la toalla y mi ) un bebé (flor), pero el
dice: "Así es lindo y tibio" . "Plop" pone en descubierto la
naturaleza fecal de la fecun-
Interpretación .5 dación de! estómago (jarra).

Paciente 6

Saca la toalla de la jarra y Al haber fracasado en su ofre-


dice "Un pescado"; saca la cimiento de una beba (flor),
plastilina de adentro y dice ahora me promete un niiio
"No, una flor, pero está creo (pescado) pero sin convic-
ciendo". ción, volviendo a la esperan-
za de que la niña (flor) pue-
Interpretación 6 · da todavía crecer. Está co-
menzando a demostrar y sen-
tir cierta ansiedad ahora que
., ,
su reparaci ón man íaca tam-
balea.

POl1~la tolla nuevamente so- La manía es destruida no sólo


bre la jarra y comienza a por la imposibilidad de la re-
,
EL PROCESO PSICOANALITICO 129
mover esta última, inclinán- presentación (tal como cuan-
dala, y comienza a derramar. do los niños intentan realizar
se agua que moja la toalla. actos que van más allá de su
También se mojan sus pan. competencia) sino por el re-
talones de cowboy. Dice: "Es- conocimiento de Jane (el in~
tá mojado"; va hacia la silla elinar la jarra) de que ha es-
sobre la que suele estar la tado idealizando su orina .y
.toalla; se da cuenta entonces defecación en la mami-inodo-
que la toalla está en la jarra ro y teme que sus productos
y está mojada; dice: "Tendré no sean contenidos (el inodo-
que sacarme mi traje de cow- ro que desborda, el analista
boy y ponerlo a secar", y ca. que pierde la paciencia, etc.) ,
míenza a sacárselo. Pone los disociando otra vez su rna scu-
pantalones cerca del fuego; linidad en el hermano-bebé-al-
vuelve al agua, termina derra- pecho (el traje de cowboy de-
mando toda el agua sobre el lante del fuego). Su femineidad
piso y tira 'la jarra. Mira sus domina la escena inmediata-
zapatos, señala que están mo- mente y .ensucía los pechos
jados, les tira más agua y dice: (sus zapatos, [os hushpuppies)
'''Mis hushpuppies ". Ya no y se siente desesperanzada. -
sirven. No los podré usar
, "
mas.

Interpretación 7

Paciente 8

Jane . rn íra con un a expresión Oscila entre el dolor de en-


que tiene mucho de desolación tregarse a la desesperanza y el
y dice: "¡Ah! No me impor- abandonarse a la desesperación
ta. ¡Ah!" ("No me importa."). CRISIS r.

Interpretación 8

.. H1tshpuppÍlis es un tipo de zapatos usado por los runos


en Inglaterra y los BE.UU. Su traducción literal sería: "cacho-
rrítos silenciosos". (N. de la T.)
130 DONALD MELTZER

Paciente 9

Dice: "Te odio. Eres horri- Esta interpretación parece ha-


ble. Estás toda sucia. Tú mo- berla hecho oscilar hacia el
jaste todo esto. Realmente te abandono que comienza con
odio. Sí, te odio. . Y, de todos una mezcla de acusación y .ca-
modos, no me importa". lumnia contra la mami-analis-
ta que muestra la primera cla-
1lI1erpreJaci6n 9 ra diferenciación entre externo
(transferencia) e interno (la
situación de sus fantasías y
sueños de' masturbación repre-
sentados en el juego anterior).
En efecto, dice ahora: "Es
porque te odio, madre-analis-
ta, cuando me hablas de este
modo (Interpretación 8) que
hago estas cosas horribles a
mis pechos-de-marni internos
(hIlJhpuppiel) ".

Paciente 10

Mitad cantando y mirad ha- Se burla de la madre dañada


blando dice: "Está lloviendo, que ha sido mojada y ensu-
está lloviendo mucho". ciada, pero cuyo marido es
demasiado perezoso para repa-
interpretación la rarla (la canción continúa:
"El viejo está roncando", etc.).
Este es el primer material edí-
pico en la sesión, resultado del
abandono de la negación ma-
níaca de la distinción en-
tre adultos y niños a favor de
un abandono narcisista de sí
mismo.
EL PROCESO PSICOANALÍTICO 131
Paciente 11

Jane dice: "Quiero ir al ba- Sus ganas de ir al baño com-


ño" ; toma una casita de ma- binan aquí el deseo de expe-
dera, la moja en el agua del ler su situación interna con el
piso y dice: "La chimenea se deseo de irse por el inodoro
está cayendo". como la Christine invertida,
junto con sus objetos destre-
Int erpretación 11 zados y arruinados (chimenea,
hlishp¡Ippies) •
Paciente 12
,
Se acuesta en el diván; dice: Se observa un abandono total
"No me importa". Se mete el a preocupaciones de tipo anal
dedo en la nariz y se come lo a través del mererse el dedo
que saca. Saca una muñeca en la nariz y otras indicacio-
del cajón; dice : "Es Helen" nes de equiparar los pechos
(el nombre de la madre). "E. con las nalgas, su cola con la !
la señorira R" (!a analista). de la madre, y el idealizar sus
"Vaya comerle ia cola." Tra- heces como si fueran comida,
ta de sacarle el vestido a la por ejemplo, yendo" al baño
muñeca y dice: "Le voy a sa- para solazarse en la perver-
car la bombacha. Se la voy a sión anal. Nuevamente está
sacar" . relativamente fuera de con-
tacto, no con el analista y la
lt1lerpretación 12 situación analítica, ' sino que
con el proceso interpretativo.
Paciente 13
Jane trata de meter una pier- La cerradura, que representa
na .de la muñeca dentro de la su voyeurismo, se convierte
cerradura de varios cajones di- ahora en manifiestamente sá-
ciendo: "C1ump-dump. Un ti· dica oral, como un tigre o un
gte. ¡Ah! Clump-dump. Un cocodrilo, que ataca los pe-
cocodrilo. ¡Ah!" Se lo come. chos de la madre-analista te-
Interpretación 13 presentados por los pies de la
• En el original: halling tbroum bersel] = habiéndose
arrojado. (N. de la T.)
132 DONALD MELTZER

muñeca, vinculado alos besl»


puppies sucios. Esto tal vez
signifique entrar dentro de la
madre con los ojos y comer el
interior de las nalgas-pechos.
Paciente 14
Jane se ríe, saca dos franelas Este tema se hace más evlden-
del cajón, las pone sobre el te ahora, dado que los peda-
diván; luego saca un pañuelo citos-ratones de sí misma se
de papel del cajón; mientras, meten en los bolsillos de la
canta "Poo Poo" varias veces. madre-analista, también repre-
Dice: "¡Ah! Voy a traer a los sentada por las dos franelas,
ratones, están gritando". Vie- para destruir los pañuelos bue-
ne hacia mí y mete la mano nos (las heces idealizadas de
en mi bolsillo diciendo al- la madre), y luego los rompe
go que suena como "'Aha' I ' en pedacitos para formar he-
¡Aha!" Saca un pañuelo de ces de rata. Todo esto es
papel de mi bolsillo dicien- realizado en un triunfo ma-
do: " ¡Aha! De todos modos". níaco que combina voyeurismo
Vuelve al diván, rompiendo y sadismo anal y oral.
el pañuelo en pedacitos y de-
jándolos caer en el suelo.
(~ientras le interpreto se me·
te el dedo en la nariz.)

Interpretación 14

Paciente 15
1 Jane coloca la franela sobre el
diván, diciendo: "Voy a hacer Luego de haber vaciado a la
unos ricos panqueques, Nin- madre de heces idealizadas, la
guno para ti. Ninguno para runa se ocupa de alimentarse
marni, Todos para mí", con sus propias heces de rata
,
EL PROCESO PSICOANALlTICO 133
Interpretación U idealizadas, invirtiendo la si-
tuación en la cual se sospecha
que la madre se guarda toda
la comida buena para ella y
sus bebés internos y el herma-
nito-al-pecho, todavía repre-
sentado por el rraje-de-cowboy-
delante-del-fuego,

Paciente 16

Me mira en forma algo pro- Está más en contacto con el


vocativa, toma un pedazo de analista, se esfuerza por con-
papel, diciendo: "Es mi chi- tinuar el triunfo maníaco que
cle. Ricos panqueques", Esto comienza a debilitarse, del
. , un rato; mientras
continua . '
tan- mismo modo que los panque-
to enrolla y dobla las franelas. ques comienzan a convertirse
en chicle, oscila entre ser una
Interpretación 16 deliciosa sustancia masticable
y una pasta pegajosa.

Paciente 17
.
Jane dice: "No sé y no me El proceso interpretativo la
importa". Y nuevamente can- toca nuevamente y vuelve el
ta: "Está lloviendo, está llo- delicado equilibrio entre an-
viendo mucho", con la misma siedades persecutorias y depre-
melodía. Está en parte preo- sivas junto con una desespe-
cupada y en parte provocado- rante negación de la realidad
• ••
ra, con una cunosa expresión psíquica ("No me importa")
que evidencia la lucha interna. y su desprecio por el padre
("Está lloviendo, está llovien-
Interpretación 17 do mucho", etc.) tal como en
Paciente 10. CRISIS 11.
134 DONALD MEL'fZER

Paciente 18

Jane dice: "iAh! iAh! De El equilibrio continúa, con


todos modos, estoy bebiendo más evidencia de "presión de-
lluvia. Quiero ir al baño". presiva" ("estoy bebiendo llu-
via" equivale a beber-mis-lá-
lnterpretilción 18
"
cron en su mama, .
grimas), pero ya sin convic-

Paciente 19

jarre habla del colegio; dice Prevalece la depresión y la


que quiere un banderín, que función más adulta de la ni-
la señora King tiene un loro. ña, la de hablar a la analista
"Un pajarito, sabes, no un pa- del colegio, se convierte en un
jarito de Papá Noel; tiene dos, vehículo para la expresión de
uno en casa y otro en el cuarto la tristeza infantil, el anhelo
de adelante". de tener sus pezones propios
(el banderín), por un lado,
lnterpretilción 19 y los de la madre (Ios paja-
ritos de la maestra, diferencia.
dos del pene del padre, el pa-
jarito de Papá Noel). &ta
es la primera "cooperación", a
diferencia de un acting-in.
Pilciente 20

Jane dice: ": Oh! La señora Al sentirse deprimida y peno


King tiene muchos pajaritos y sativa surge la confusión en-
muchísimos chicos"; y habla tre el afuera (pezones-paiari-
.u n rato sobre esto. tos) y el adentro ( muchos
chicos) del rico cuerpo de la
lnterpretilción 20 madre.

Paciente 21
Jane esta acostada quieta so- Surge el sentimiento depresivo
bre el diván; murmura algo por la destrucción de los pe-

EL PROCESO PSICOANALlTICO 135
acerca de la señora Kíng y zones a través de un canto
comienza a cantar "The Lon- triste que se conecta con el
don bridge is falling doum-i: material de la chimenea (Pa-
fallÍlzg Jown.my fa;, lady". Lo ciente 11), posiblemente en-
hace con voz muy triste y lo fatizando la belleza del pecho
repite 3 ó 4 veces. (tHy fai, lady).

Inlerp,eltlció" 21

Paciente 22 la tolerancia al dolor depre-


sivo ha durado probablemen-
Jane está seria y con una ex- te cinco minutos. Está física.
presión que traduce su lucha mente en contacto con el di-
interna ' y dice: "The London ván a un nivel infantil, neceo
bridge". sitando que la mimen, pero
.también sostenida por la V'Oz
Interpretación 22 de la analista. Al mismo tiem-
po parece tener un buen con-
tacto intelectual con el con-
tenido de las interpretaciones
de la analista.

Paciente 23

Jane comienza diciendo "¡Oh! Probablemente al percibir en


Yo", cambia la voz y dice: el tono de la voz de la analis-
"No me importa. Gana". ta la terminación de la sesión,
la niña se aleja del dolor de-
Interpretación 23 presivo.

Paciente 24
Es el final de la sesión y Triunfa el sadismo oral, la
tengo que ord enar las cosas. parte "zorro" de sí misma,
Jane camina hasta mi sillón, dentro de la analista-madre
señala el tapizado y dice: "El (en el dibuj o del sillón que
136 DONALD MELTZER

zorro. El zorro , que se come es visualizado y no verdade-


todos los pollitos. Yo gano. ramente representado) cornién-
E! zarco". dose los bebés rivales y el in-
terior de los pechos (pollitos).

Ya he dicho que cuando el seminario se ocupó de


la tarea interpretativa de' la analista, se pensó que fun-
damentalmente era correcto, en cuanto a la geografía,
distribución de las partes del seli, naturaleza de los
objetos y los mecanismos empleados. S6lo se pudo
encontrar un defecto que puede haber afectado el curso
del proceso transferencia!. En la Interpretación 8 la
analista introdujo la idea de "pequeñez", que parece
no haber sido esencial en el material. Puede haber
precipitado el rencoroso tu qaoque tipo de ataque en
Paciente 9 y facilitar que la niña se escapara de la an-
siedad depresiva en la CRISIS 1.
En el Capítulo VIII se usará este material como puntO
de referencia para la discusión del trabajo analítico.
Antes de ocuparnos de ese tema medular, puede ser de
interés señalar la fidelidad con que puede el fluir
de una sesión individual representar, y así contener, el
esquema básico del proceso analítico.
1) Desde Paciente 1 hasta 6 el juego de Jane es un
, puro tlcting-in de la transferencia, dominado por una
identificación proyectiva masiva, .a través del herma-
nito y su traje de cowboy, con el pene del padre repa-
rador y creativo. , (Véase Capítulo II.)
2) Desde Paciente 7 hasta 16 el juego de jane se da
dentro de un mayor contacto con la madre analista.
1.as confusiones zonales son de importancia medular y
\

,
EL PROCESO PSICOANALITICO 137
las fantasías de identificación proyectiva implican in-
cursiones intrusivas en los contenidos de la madre y en
menor grado la apropiación de su identidad. ' ( Véase Ca-
Ȓrulo III.) ,
"

3) Desde Paciente 17 hasta 22 las confusiones zo-


nales han sido dejadas de lado, se ha superado la deses-
peración y el sadismo y predomina un acercamiento
a los pechos y pezones nutricíos, con mucho dolor de-
presivo (CRISIS II) [Véase Capítulo IV]; que sólo se
quebrará ante el impacto de la proximidad del fin de la
sesió n. Es sólo en este área del material que la diferen-
ciación entre realidad externa e interna se hace ma-
nifiesta.
, '

CAPÍTULO VIII

EL TRABAJO ANAUTICO

No se puede suponer que material como el que se


presenta en el Capítulo VII sea convincente en relación
con los detalles de la,formulación, sin embargo ilustra las
formas de pensamiento y métodos de trabajo de un
grupo mediante los cuales la producción de pensamiento
y su expresión da lugar a una homogeneidad en el en-
foque que no puede dejar de ser idiosincrático en sus
aspectos superficiales. Pero se verá que ilustra los puno
tos que" debemos ahora examinar en detalle en nuestra
investigación de la naturaleza del trabajo analítico.
En cierto sentido todo ' este libro está dedicado a la
tesis de que la tarea principal del análisis se realiza en
el inconsciente del paciente de donde emana la "historia
natural" del proceso analítico. Por otra parte, la con-
' tribución del analista es de dos tipos: la creación y
mantenimiento del encuadre dentro del cual el proceso
analítico, la evolución de la transferencia, tiene lugar , ,
y la creación del aspecto del proceso interpretativo que
en varios momentos facilita la superación de ciertos
obstáculos hacia esta evolución así como también me-
diante la construcción del insight protege la personali-
dad del paciente ante la regresión. Como estas dos
funciones parecen ser fundamentalmente distintas será
útil considerarlas en forma separada en términos de a)
el encuadre y b) la elaboración.


EL PROCESO PSICOANALITICO 139

El enCUaMe
Los fundamentos de la técnica analítica fueron explí-
citados por Freud; y se han modificado muy poco desde
entonces, particularmente en la serie de trabajos técni-
cos anteriores a la Primera Guerra Mundial. No es
necesario rcverIo aquí. La evolución gradual, o se podría
decir, la purificación, del método se ha realizado de
modo tal que el psicoanálisis es ahora un proceso cla-
ramente diferenciable en su técnica de las psicoterapias
que emplean elementos como modificaciones ambien-
tales, consejos, educación, estimulación, drogas, terapia
familiar, persuasión, sugestión, hipnosis, conversión re-
ligiosa, terapia ocupacional, experiencia grupal, trata-
mientos hormonales, modificación quirúrgica plástica, etc.
También en forma progresiva se ha generalizado el es-
clarecimientodel requerimiento de reclusión para el
proceso, de modo que admitimos la incompatibilidad
del análisis con relaciones sociales con el paciente, el
riesgo de contactos sociales preanalíticos, el efecto in-
trusivo que tiene en los pacientes toda información
acerca del , modo de vida de su analista o de sus incli-
naciones políticas, preferencias estéticas, intereses fuera
del análisis y salud. En los pacientes psicóticos aun el
tratamiento en el consultorio en la casa del analista -
puede Ilegar a ser intolerable. La importancia del pro-
blema del dinero, arreglos de horario y aspectos formales
del encuadre son también muy conocidos y aceptado3.
Podemos ahora discriminar con cierta certeza entre
técnica y estilo, dándonos cuenta que esta última va-
riable entre analistas es inevitable y '00 tiene por qué
interferir en los aportes y comunicaciones científicas.
No nos vamos a ocupar aquí de ninguno de estos aspec-
tos del encuadre que ya están bien ,establecidos.
140 DONALD MELTZER

En cambio centraremos nuesta atención en la unidad


fundamental del encuadre, el estado mental del ana-
lista, y exploraremos los diversos aspectos que están
comprenidos en el concepto la actitud psicoanalítica.
Todo lo que se ha escrito en este libro apoya ·la
creencia de que la base de esa actitud debe ser la dedi-
cación al método psicoanalítico. Es incompatible con
la concepción fundamental de la transferencia conside-
rar que cualquier aspecto del .beneficio que los pacientes
reciben del psicoanálisis debe surgir como una emana-
. ción de una cualidad del analista que no sea sus fun-
ciones analíticas, es decir, del hecho de que controle el
proceso psicoanalítico.
Como corolario de esta dedicación la actitud analítica
implica un compromiso con el paciente en el sentido
de realizar el mejor trabajo analítico de que él, el ana-
lista, es capaz y continuarlo mientras tenga la espe-
ranza, apoyada por la evidencia, de que el paciente está
progresando en su estructura de perJonalidad o ha al-
canzado un grado de capacidad de autoanálisis que hace
pensar en que será capaz de preservar y ampliar sus
logros sin la ayuda de sesiones regulares con su analista.
"Realizar el mejor trabajo analítico" significa que el
analista decide destinar cierto "tiempo de su vida" a
esta tarea por un período indefinido, durante el cual
tiene la intención de llevar adelante el método psico-
analítico, sin detenerse ante el sacrificio de su propio
dolor mental, hasta el límite de su tolerancia, y dentro
de un marco de consideración por la seguridad física del
paciente y la suya propia. Pero ésto también significa
que el analista asume el proteger a otros de cualquier
sacrificio que se les pueda imponer por cuidar del pa-
ciente, especialmente ' a las familias del analista y del
paciente. Esto adquiere una especial importancia en re-
EL PROCESO PSICOANALÍTICO 141

lación con el desarrollo de la actitud del analista ante el


acting-out, pagos, sesiones extras, llamadas telefónicas,
hospitalización, el manejo de los peligros de suicidio
y .conducta agresiva. ' _
El punto central reside, por supuesto, en que el ana-
lista asuma el soportar, dentro del límite de su capa-
cidad, el ataque directo de las proyecciones del dolor
mental del paciente, empleando solamente su hora de
control y, si está todavía en tratamiento, a su propio
analista para aumentar sus capacidades en este sentido.
Esta concepción no tiene la intención de implicar nada
heroico, sino que debe ser considerada como corres-
pondiente, en forma absoluta, a la mejor tradición de
la ética médica. Debe reconocerse, entonces, que la
aptitud interna del analista para llevar a cabo un tra-
bajo independiente, es una cuestión muy diferente de '
su aptitud externa, concedida por su Instituto y Aso-
ciación, para que represente ame el mundo a un psico-
analista. En realidad se puede plantear la cuestión si
un analista qnerri«, en algún momento trabajar, inde-
pendientemente de sus colegas, sin supervisión de sus
casos más difíciles, sin la experiencia regular de semi-
narios o grupos de estudio, que impiden la desviación,
inducida por la constante presión de los pacientes sobre
su contratransferencia, del método psicoanalítico y que
puede, .llevar, .
al ejercicio megalomaníaco de un poder
rerapeunco unico.
El decidir cuál es la actitud correcta del analista en
relación con la "terapia" y 'el "beneficio" que el trabajo
analítico proporciona a su paciente, es una cuestión que
requiere urgente consideración. Ciertamente, desde el
punto de vista ético, está obligado por un contrato con
su paciente a empeñarse en beneficiarlo con el método
analítico y por la ética médica del nihil nocere a no
142 DONALD MELTZER

hacerle daño. Sin embargo, Con la misma seguridad


que en cirugía, el tratamiento psicoanalítico no puede
realizarse sin peligro para el paciente, tanto mental
como físico. El sentido común sugeriría que el celo
terapéutico, un deseo intenso de ayudar al paciente,
sería una cualidad tan beneficiosa en un analista como
en un médico o un cirujano. Pero el insight analítico
muestra claramente que esto está lejos de ser cierto.
El celo terapéutico contiene muchos peligros latentes
para el trabajo psicoanalítico, entre los cuales, el más
importante es el siguiente factor. Mientras que en un
tratamiento médico la confianza del paciente debe to-
mar la forma de sumisión al juicio del doctor y predis-
posición a seguir sus indicaciones, la confianza no es
un requisito del trabajo analítico. En realidad es im-
posible que se dé al comienzo, y puede sólo crecer en
forma gradual, luego de provechosos años de experien-
cia en el proceso analítico. 41 La pasividad de la con-
fianza médica es un estado transferencial actuado con
, sumisión infantil a una figura parental. Las más tem-
pranas experiencias de hipnosis de Freud le demostra-
ron lo, necesariamente limitado que dicho método era.
Sabemos ahora que esta' confianza infantil, cama su
extensión en la sumisión en la hipnosis, implica un
proceso de splitting e identificación proyectiva, en el
cual la parte adulta de la personalidad es temporaria-
mente transferida al médico.
Esto de hecho ocurre, a pesar de todas las precau-
. ,. .., . .
clones tecrucas, con pacientes psiconcos y en CIerto ,
grado, en las tempranas fases del análisis con todos los
pacientes. Pero de continuar significaría un obstáculo
en el progreso hacia la posición depresiva. Tal proyec-

• Véase Capítulo IV y Apéndice 1.


EL PROCESO PSICOANALÍTICO 143

ción de todo el segmento adulto de la personalidad, o


de una parte, en el analista, intensifica la dependencia
que es de todos modos intensa, especialmente cuando
se aproxima a la relación con el pecho nutricio. (Véase
Capítulo IV.) Intensifica esta dependencia del proceso
analítico al atribuirlo a la persona del analista en una
forma sumamente tenaz. Esta transferencia "pegajosa",
en la cual el analista y no el proceso o los objetos in-
ternos son vivenciados como únicos, se manifiesta me-
diante una presión intensa ejercida sobre la contra- -
transferencia del analista. Mientras que el insight y la
madurez del analista pueden protegerlo de ser arras-
trado a un estado megalomaníaco, puede, no obstante,
surgir una insidiosa megalomanía con respecto a un
paciente particular y ello' escapar a su atención. Su
forma es siempre la del celo terapéutico -su garantía,
el análisis inrerminable-e-,' Su' trasfondo la amenaza de
suicidio no verbalizada ni ' admitida.
Pero aun en una forma más atenuada, el celo tera-
péutico del analista induce a la disociación y proyección
de efectos de la personalidad . adulta del paciente que
implican iniciativa, la búsqueda de autoestima y el de-
seo de "poner todo lo que está de su parte" Es vicioso
y conduce a la inercia, especialmente debido a que el
temor a la terminación flota en el aire tan pronto como
la experiencia de dependencia dél pecho nutricio ha
sido admirida.
¿Qué es lo que ha de sostener al analista, aparte de
su necesidad de ganarse la vida, si se requiere limitar
el celo terapéutico, mientras la actitud analítica nece-
sira la aceptación de las proyecciones del dolor mental?
"La devoción' al método analítico" con seguridad no
puede significar una recompensa. lo suficientemente
rica como para equilibrar dicho dolor. Tal vez la res-
144 OONALD MELTZER

puesta sea la curiosidad científica. Después de todo


puede suceder que hayan otras formas mejores de ga-
narse la vida y aliviar el sufrimiento que el ejercicio
del psicoanálisis mediante un método inflexible. Ya he
señalado que el psicoanálisis propiamente dicho se está
apartando de su posición original como una sub-
especialidad de la medicina psicológica para ocupar un
lugar dentro del triángulo formado por medicina, edu-
cación y crianza de niños. O que sería al mismo tiempo
una ciencia de investigación y un campo de formación
para otras disciplinas. Mi experiencia me lleva a creer
que estos dos factores, la curiosidad científica y la de-
voción al método, se refuerzan entre sí, se potencian,
para producir una firmeza de propósito mayor que la
que se podría esperar de la mera suma de los dos fac-
tores. Sabemos que si actúan en forma separada bajo
la. forma de lealtad a los profesores y sed de conoci-
miento, estas dos cualidades de carácter provocan la
restricción del pensamiento científico y la experimen-
tación silvestre. Actuando en forma conjunta, integra-
das dentro de la posición depresiva, incrementan en
gran parte la tolerancia al dolor concomitante que acom-
paña al método de investigación.
Surge ahora la cuestión de si la actividad interpreta-
tiva del analista ha de entenderse como ejercida total-
mente al servicio de la "elaboración" o si también de
algún modo como parte del encuadre. Es evidente que
la actitud analítica incluye varios elementos: recibir el
material, el contenido y la conducta; contener la pro-
yección del dolor mental; pensar acerca de la situación
transferencial; y finalmente comunicar lo que el ana-
lista comprende, aun cuando sea provisorio, de momeara
en momento. Si retomamos el material de Jane estu-
diado por el seminario, vemos que surgió dos veces una
EL PROCESO PSICOANALÍnCO 145

crrsis de dolor depresivo, una luego de la Interpreta-


ción 11 y la otra luego de la Interpretación 18, en
ambos casos centradas en 'torno de su deseo de "ir al
baño". Ambas interpretaciones fueron sustancialmente
correctas y diferían solamente en un mayor énfasis en
la Interpretación 18 en las ansiedades depresivas de las
cuales la paciente se defendía al querer "ir al baño"
para tirar sus objetos dañados y a sí .misma. La Inter-
pretación 18 ha producido un cambio hacia la aceptación
de la ansiedad depresiva, promoviendo el material del
pajarito y fracasando solamente por la proximidad
del fin de la sesión.
Sería absurdo sugerir que el trabajo interpretativo
.anterior ha sido fútil y la Interpretación 18 única en
. su género, especialmente porque el contenido no es de
ningún modo especial ni tampoco es más preciso. Evi-
dentemente .lo que se ha alterado es la receptividad
. de la niña al contenido de la interpretación. En el ma-
terial pueden observarse fluctuaciones en el contacto
que establece: primero está completamente absorbida
por la actuación en la transferencia 'de sus relaciones
internas; de allí pasa a una posición de mayor respuesta.
al analista, tal como se da desde Paciente 3 hasta 6,
para volverlo a perder en Paciente 7 y 8, Y recobrarlo
en Paciente 9, etcétera.
Esta "penetración" de la actividad interpretativa que-
bró el aspecto acting-in del material y estableció nue-
vamente el "trabajo" analítico por parte de la paciente,
basado en la diferenciación entre realidad externa e
interna. Pero sólo en Paciente 19 la "cooperación" ha
sido momentáneamente - alcanzada para ser anulada unos
minutos más tarde ante la terminación de la sesión.
Quisiera sugerir que el aspecto del trabajo interpreta-
tivo que aparece en el acting-i« puede ser considerado

146 DONALD MELTZER

en forma provechosa como una parte del "encuadre"


del proceso analítico; es efectivo porque constituye una
continua declaración de que la actitud analítica es la
siguiente: "SOy su analista, una figura externa; recibo
sus proyecciones pero no estoy dominado por ellas; soy
todavía capaz de comunicarle mis pensamientos". Es
cierto que a veces con niños que son muy destructivos
o con adultos psicóticos que amenazan can un ataque
es necesario recurrir a un acto último de individualidad,
terminar la sesión en forma prematura, para refutar las
pretensiones de control omnipotente. Pero el analista
se apoya principalmente en el hecho de que todavía es .
capaz de pensar e interpretar para llevar a cabo este
esclarecimiento:
Esta conclusión apunta al hecho de que hay una fun-
ción de la interpretación relacionada con los esfuerzos
del analista para preservar la actitud analítica y no con
la corrección con la que es capaz de comprender el
significado inconsciente del material. En cierto sentido
se puede decir que para que el desenlace sea exitoso
depende primordialmente de la intensidad can que tra-
baja el analista ames que de su talento o experiencia.
Esto explica por qué algunos analistas pueden producir
mayor conmoción en sus pacientes como candidatos
que luego más avanzados en sus carreras; porque la
emoción del aprendizaje tiene un efecto tan vivificador
en el proceso; porque un poco de supervisión que da
apoyo a la tolerancia del analista a las proyecciones
puede dinamizar un proceso que se había detenido ;
porque la búsqueda del conocimiento cienríficn puede
permitir al ·analista perseverar con pacientes que con-
tinuamente proyectan desesperación.
En forma inversa, silencio por parte del analista siem-
pre producirá mayor ansiedad y regresión en el pa-


EL PROCESO PSICOANALITICO 147

ciente y un debilitamiento general de la actividad m-


.
terpretativa del analista promueve el acting-otlt.

Los dos nioeles de elaboraci6n

"Ha de dejarse tiempo al enfermo para ahondar en


la resistencia, hasta entonces desconocida para él, para
elaborarla y dominarla, continuando, a su pesar, el tra-
tamiento conforme a la regla analítica fundamental.
Sólo al culminar esta labor llegamos a descubrir, en
colaboración con el analizado, los impulsos instintivos
reprimidos que alimentaban la resistencia. En todo esto
el médico no tiene que hacer más que esperar y dejar
desarrollarse un proceso que no puede ser eludido ni
tampoco siempre apresurado. No olvidándose de esto
se ahorrará muchas veces el error de suponer fracasado
el tratamiento, cuando el mismo sigue, en realidad, di-
rectamente su carnino.T"
Con estas palabras Freud introdujo en su trabajo de
1914 "Recuerdo, repetición y elaboración" este concepto
fundamental para el psicoanálisis que parece no dejar
nada sin decir. Pero cuando retomó el concepto nue-
vamente en 1926 en el apéndice a "Inhibición, síntoma
y angustia", su enfoque era más estructural, ubicando
la resistencia principalmente en el yo, pero muy cons-
ciente de que "aun una vez que el yo ha decidido aban-
donar sus resistencias tiene todavía dificultad en termi-
nar con la represión". En este libro está implícito el
enfoque que sostiene que la función de "decidir aban-
donar" las resistencias corresponde al insigb» y com-
promiso de responsabilidad por la realidad psíquica

• S. Freud, Obrar Completar, Tomo XIV, pág. 188. Bue-


nos Aires, Ed. Americana.
148 DONALD MELTZER

asumida por la parte adulta de la personalidad, mien-


tras que el "terminar con las represiones" corresponde
al cambio estructural, dinámico y económico a niveles
infantiles.
Ya he expresado el criterio de que una función del
contenido del proceso interpretativo es la creación
del insight en la parte adulta para que estas "decisiones
de abandonar" puedan ser tomadas y defendidas como
baluartes ante la regresión. Quisiera ahora ocuparme
de la otra función, la de la facilitación de la elaboración
por medio de la mod ificación de la ansiedad.
No hay posibilidad de discutir el método analítico
sin referir cada punto a una concepción del aparato
mental. Creo que el que está implícito en este libro
enfatiza la estru ctura sobre las otras categorías del es-
tuclio metapsicológico. MeIanie Klein se mantuvo fiel
a Freud en su concepción bien concreta de los objetos
internos. En un sentido estructural se considera que
dichos objetos poseen una porción del aparato mental,
con todas sus capacidades inherentes, aun la capacidad
de asumir el control del órgano de la conciencia (como
en la posesión demoníaca, la hipnosis y ciertos tipos de
folie a deux). La integración, y en forma inversa la
desintegración del seZf y los objetos internos siempre
se da en forma paralela y no en series.· Los objetos in-
ternos, en el transcurso del desarrollo, varían lentamente
de una mezcla de objetos parciales con funciones prin- '
cipalmente superyoicas (prohibición e inhibición) hacia
una figura parental combinada con funciones que co-
rresponden principalmente al ideal del yo (inspiración).
El sentido de identidad que proviene de la experien-
cia de la identificación introyectiva 'contiene siempre

• Véase Apéndice J.
,
EL PROCESO PSICOANALITICO 149
un ingrediente compuesto de desvalorización depresiva
y sentimientos de inferioridad, que urgen a un posterior
desarrollo. El delirio de identidad debido a la identi-
ficación proyectiva contiene una sensación de hecho en
sí, de complacencia interna, para decirlo así.
Si la secuencia de los acontecimientos en la historia
natural del proceso psicoanalítico es una ' recapitulación
tan fiel del desarrollo temprano como 10 estoy sugi-
riendo, podemos observar que el progreso desde el
superyó hasta el ideal del yo es en primer lugar y fun-
damentalmente una consecuencia del abandono de la
omnipotencia por las partes infantiles del self. Extra-
polando se puede suponer que este proceso se aproxi-
maría en forma sintomática a un estado de "darles (los
padres internos) su libertad". Libertad significaría con-
trolar las estructuras infantiles y también el inconsciente.
En el Capítulo IV describimos el paso crucial en
este sentido, el "umbral de la posición depresiva". In-
cluye las descripciones de Freud de la "decisión de opo-
nerse a las resistencias" y la "elaboración de las resis-
tencias". A la primera la consideramos aquí como una
función de la parte adulta de la personalidad, equiva-
lente a un contrato, promesa o compromiso, mientras
que la segunda es un lento y tedioso proceso de aban-
dono gradual de la omnipotencia (yen consecuencia
es un abandono de las prácticas masturbatorias que 10
generaron) ,. a niveles infantiles. Lo que quiero señalar
a través de esta desviación en la teoría es que: la modi-
ficación de la ansiedad se ve en la fantasía inconsciente
mediante alteraciones de la estructura psíquica por un
lado y cambios al nioe] de la omnipotencia por el otro.
Esto es tan válido para las medidas defensivas adoptadas

• Véase Apéndices F y G.
150 OONALD
, MEL'IZER

por el yo como para la influencia terapéutica de las in-


terpretaciones que lucha contra ellas. Cualquier otro
tipo de alteración de la ansiedad es transitoria y la lla-
mames "modulación" en lugar de "modificación".
Si volvemos al material de Jane del Capítulo VII, se
hace evidente que el proceso interpretativo, que con-
siste en veinticuatro interpretaciones en una sesión, ha
funcionado en primer lugar y principalmente como
parte del encuadre dentro del cual se manifiestan las
relaciones objerales de la niña. Hasta Paciente 4 estaba
prácticamente fuera de contacto con el analista como
persona externa. A partir de entonces el contacto fue
infantil hasta la Crisis 1 con una breve explosión de
odio, y se hizo "adulto" sólo durante el breve pe-
ríodo depresivo de la Crisis II. Podemos decir que la
contribución del proceso interpretativo a la elaboración
se da con claridad sólo en la Interpretación 18, luego
de haber fracasado en la Interpretación 8, tal vez debido
a la redundancia del tema de la "pequeñez". Todas las
interpretaciones fueron de tipo "inmediato" ocupándose
del proceso transferencial del momento.
Si comparamos esto con el sueño de la "porción-de-
jalea-ves" y las consecuencias de su interpretación, me-
diante la cual se 'volvió a trabajar sobre modelos ante-
riores en forma nueva y se establecieron vínculos con
material 'p revio, podremos notar la diferencia. Ha co-
menzado a surgir el insight en la parte adulta de la
personalidad representado por la asociación de ..¿qué
pruebas tienes?, le dije". La niña había comenzado a
aprender a manejar la omnisciencia y omnipotencia de
la parte destructiva de su organización infantil como
baluarte ante la regresión manifiesta en el sueño (el
cambio al asiento del prefecto, acariciando el gato).
El tipo de insight que permite a una paciente como
EL PROCESO PSICOANALÍTICO 151

esta nifia alterar su relación con las figuras externas


parece frecuentemente representar una identificación
can una figura externa basada, tenemos que sospecharlo,
ya sea en la imitación o en la identificación proyecríva
(que pueden ser en realidad la misma cosa). Si la
niña pregunta a su amigo, .. ¿Qué pruebas tienes" del
mismo modo que el analista se lo ha preguntado a ella
muchas veces, podemos preguntarnos cuáles son las es-
tructuras y diná,..nica mental que están operando. Para
encontrar una respuesta debemos estudiar la transfe-
rencia, especialmente tal como los sueños la revelan.
Quisiéramos saber cómo el contenido de la interpreta-
ción modifica la organización objetal interna así como
también las partes infantiles y adultas del self. La
experiencia me ha llevado a la conclusión de que el
insight, logrado mediante las interpretaciones, se apoya
en el aparato mental de dos maneras. Primero como un
equipo 1Z1tet'O para los objetos internos y segundo como
un equipo nueoo para el self adulto. Lo llamo equipo
para diferenciarlo de las cualidades de bondad y maldad
en todas sus formas que están indisolublemente ligadas
a la estructura formada por el splitti1zg-e-idealización
que no puede ser bueno, sino idealizado en el sentido de
haber sido despojado de toda maldad. Vemos una y
otra vez cómo estos objetos son extremadamente perse-
cutorios en su ,perfección y en sus exigencias perfec-
cionistas. '
Por equipo quiero decir algo esencialmente títil, un
contenido de la mente antes que una cualidad de la
mente. Los objetos pueden, mediante la integración,
convertirse en tan buenos y fuertes como las estructuras
del sal! lo permitan y ésto parece significar también
tan hermosos como sea posible.· Pero la bondad, for-
~ V éase Apéndice 1.
152 OONALD M~L'l"LER

raleza y belleza de los objetos no son esencialmente


' útiles, auríque el amor que generan tiene implicaciones
't rascendentes para la personalidad como un todo. Aparte
de estas cualidades los objetos deben poseer conoci-
miento, destreza, sabiduría, cuya forma y contenido debe
necesariamente ser un reflejo de la cultura 'externa de
la cual el psicoanálisis como ciencia forma parte.
, Mientras que la actividad inrroyectiva al pecho (Ca-
pítulo 'IV) en el proceso analítico, a través de su sig-
nif ícación arcaica, produce la cualidad de los objetos,
es el proceso interpretativo, en mi opinión, lo que mo-
difica el equipo de los objetos internos y de este modo, a
través 'd e la identificación introyectiva, lo que modifica
la parte adulta 'del sel! ("Pero ahora le digo, etc.").
Nos referimos a material clínico para ilustrar este punto
y hacerlo más ' vívido.
Una niña púber que había tenido un largo y difícil
análisis debido a' serias dificultades esquizoides se sor-
prendió sintiéndose excitada maníacamente ante la pro-
ximidad de las vacaciones. Conocía muy bien el peligro
puesto que el año anterior en ocasión de sus primeras
vacaciones lejos de la familia, había sido arrastrada por
la manía, COn el consecuente recrudecimiento de sus
síntomas más desesperantes seguidos ' por la pérdida de
un largo período de tratamiento analítico dedicado a
ganar el terreno perdido. A continuación había traba-
jado como nunca lo hizo antes y había penetrado con-
siderablemente en la posici6n depresiva: Lo cual trajo
no s610 cierto grado de alivio de sus síntomas que mucho
la asombraron sino también una devoci6n al análisis
. totalmente inesperada ya que lo había conscientemente
despreciado por años.
Una vez pasados los exámenes, con los preparativos
de las fiestas y la proximidad de otras vacaciones lejos de
,
EL PROCESO PSICOANALITICO 153
la familia, la dominó una excitación maníaca y, no obs-
tante su preocupación y lucha, se dieron sesiones donde
se mostraba superficial y despreciativa en grado tal
que se la tuvo que manejar en forma muy severa me-
diante una técnica que caricaturizara sus estructuras
. infantiles. Sólo usé esta técnica como caso extremo
debido a la exquisita sensibilidad de la paciente a todo
lo que tuviera algo de ridículo, ya que era una ferviente
. cultivadora de lo artístico.
Esa noche soñó que decía las oraciones' en el colegio'
dirigida por la directora, que cantaban un himno y
todas las niñas estaban arrodilladas, A su lado estaba
una niña llamada Gay " que apenas conocía. Esta niña
tenía un ataque de hilaridad tan contagioso que la pa~
ciente debió hacer enormes esfuerzos para no reír.
Cuando la directora interrumpió el himno para retar
a la niña, Gay la enfrentó con osadía. Al amenazarla la
directora por la falta de respeto, la niña negó haber sido
ella y señaló a la paciente, quien se sintió de pronto
muy asustada e incapaz de defenderse. Pero la directora
sacó un grabador de detrás de una cortina que colocó
en una ranura del podio donde cabía perfectamente.
Tan pronto corno la directora hizo escuchar lo .grabado,
la paciente . dejó de sentirse asustada o excitada dado
que la identidad de la culpable quedaba claramente
demostrada.
Vemos en este sueño que la madre interna ha adqui-
rido una parte del equipo mediante el .cual se puede
esclarecer . el splitting de la paciente al efectuar la
alianza de las partes buenas con los objetos buenos y
evitar así que la parte mala predomine en su estructura
>

• G,zy significa "alegre" en inglés. (N. J, la T.)


154 DONALD MELTZER

de personalidad (la tendencia maníaca). Esto ha "mo-


dificado" su ansiedad.
Pasó bien las vacaciones, lo cual la puso muy con-
tenta y la alivió, debido a que había podido mantenerse
bien y de buen humor a través de agudas tentaciones y
algunas atemorizantes dislocaciones. los dos primeros
días de análisis fueron dedicados al viaje incluyendo
visitas a algunas cuevas y a un colegio de niños. Estas
dos visitas la habían perturbado mucho en dos áreas
de la fantasía, una es la de su confusión entre el adentro
y el afuera de sus objetos y la otra es la confusión
entre vagma y recto.
la noche de la segunda sesión tuvo dos sueños. En
el primero era domingo y sus padres estaban afuera.
Se había quedado con una amiga que le sugirió da' un
paseo en coche. lo cual hicieron, en un enorme camión
abierto. la amiga conducía en forma desaforada y por
la mano contraria mientras la paciente permanecía atrás,
hasta que quedaron con la mitad en la banquina y un
coche al lado. Al acercarse otro axne en dirección con-
traria, tuvo que saltar fuera del camión y tomar el auto
por la parte trasera para sacarlo del camino.
Basándome en abundante material previo pude in.
terpretar, con su total asentimiento, que este sueño se
refería a su estado mental maníaco, causado por sus
actividades sexuales delictivas y la masturbación de
sus estructuras infantiles, ahora, como antes, con una
mano en el frente (su amiga manejando) cuando ori-
. naba y la otra sosteniendo su cola para acomodar las
nalgas (el camión) cuando defecaba en su cuna. El
auto que avanzaba en dirección contraria representaba
las heces peligrosas que salían de su cola. Era clara-
. mente una venganza contra los padres-analista por
haberse ido.

,
EL PROCESO PSICOANALITICO 155
Luego contó el segundo sueño, que si bien parecía ser
una continuación del primero tenía lugar el domingo
próximo. Otra vez sus padres se habían ido y ella es-
taba sola Con su amiga que volvía a sugerir un paseo
en coche. la paciente se negaba y bajaba las escaleras
hacia nn lugar donde parecía haber mucha gente. Luego
todos se habían ido y ella tenía en su mano cuatro
tarjetas rosas, dirigidas a alguien que le era desconocido,
llamado M. T. Brown.
Es evidente que en vez de . masturbar y ensuciar su
cuna en venganza ante los padres como bebé, su sueño
estaba ahora dominado por una parte más adulta que
era capaz de controlar sus esfínteres, ya que las heces
estaban representadas por la multitud de personas que
desaparecen, y de limpiarse. Los cuatro dedos cubiertos
de papel higiénico rosa estaban representados por las
cuatro tarjetas y dirigidas a .su recto vado. (M. T.
Brown.) 011< •

Antes de las vacaciones, entonces, estaba en peligro


de ser arrastrada por la tendencia maníaca, dominada
por la parte desrrucre.ra, por la niña que se reía durante
las oraciones y enfrentaba a la directora. En ese mo-
mento las actividades del objeto externo, el analista,
fueron necesarias para restablecer el equipo de su ob-
jeto interno, representado por la directora y su graba-
dor. luego de las vacaciones fue capaz, aun en las
profundidades del sueño, de recobrar el control de su
organización, evidenciando en el segundo sueño la iden-
tificación de su sel] adulto con la madre-analista, por-
que si bien las postales representaban sus dedos rosre-

• El autor se apoya en la pronunciación de las iniciales


"M" y "T" , que forman la palabra emply, que significa "va-
cío". (N. de la T.)
I

156 DONALD MELTZER

niendo el papel higiéni co, también deben representar


mensajes verbales. Su cola había sido limpiada por el
insigbt.
Recapitulando entonces, estoy sugiriendo que el as-
pecto elaborativa del proceso analítico, que permite el
avanzar en la transferencia de una fase a la otra y final-
ment•.: la terminación y el autoanálisis, a diferencia
de otras facetas del trabajo analítico, que contribuyen
al mantenimiento del encuadre, se apoya en el efecto
del contenido de las interpretaciones. He hecho refe-
rencia a cierto material clínico para ilustrar cómo el
contenido de la interpretación se aloja como un "equi-
po" nuevo en los objetos internos posibilitándoles la
modificación de la estructura infantil y la restricción
de la omnipotencia infantil. Es sobre la base de una
identificación introyectiva con el objeto 'recientemente
"equipado" que la parte adulta de la personalidad
aumenta su capacidad para controlar las estructuras
infantiles y de este modo controlar 'el acting-out. Este
insight obtenido rnediante la identificación ínrroyec-
tiva se diferencia del insigbt puramente intelectual.
CAPÍTULO IX

EL PSICOANÁLISIS COMO UNA


ACTIVIDAD HUMANA·

La temprana y entusiasta premisa de Freud de que


. todo aquel que pudiera aprender a analizar sus propios
sueños, podría practicar análisis, ha progresado hasta
sus propiss antípodas. Debemos preguntarnos ahora,
seriamente, cómo es posible para alguien practicar el
análisis sin que resulte dañado. Por supuesto, cada ocu-
pación tiene sus riesgos, de modo que no cabe aquí
el quejarse. Más bien es necesario contemplar los ries-
gos del trabajo psicoanalítico con mirada sobria y cons-
truir y probar medidas de seguridad y esquemas pro-
filácticos.
No hay duda que el así llamado análisis didáctico ha
sido un acierto, en cierto modo, el baluarte de la auto-
defensa del analista ante los riesgos del trabajo analítico
y que continúa siéndolo así, de modo aun más- realista,
cuando se lo prosigue en forma sistemática como un
autoanálisis. El segundo baluarte ha sido el método
analítico, el que seguido fielmente ha constituido la
mejor defensa del psicoanalista ante la seducción de
las emboscadas de las actividades conrratransferenciales,
Un presagio
. , de
, esto
. último está dado siempre por una
transgresi ón recruce,

• Publicado en la Revista Uruguaya de Psicoanálisis, Mon-


tevideo, Tomo VII, NQ 4, p. 373, 1965.
158 DONALD MELTZER

Probablemente ninguno de estos esquemas prepa-


ratorios puede continuar funcionando en forma efec-
tiva para el analista sin contar con sociedades científicas,
con el contacto con otros analistas en seminarios, reu-
niones científicas, supervisiones y congresos. la his-
tori a del análisis del futuro probablemente no incluya
la figura del pionero aislado que lleva esta disciplina
a nuevas áreas de la tierra. Casi con certeza será la
tarea de un grupo. La importancia que la literatura
pueda tener en todo ésto, todavía, creo, no está clara.
Sólo los esbozos intelectuales de un avance científico en
nuestro campo, es comunicable por escrito, a excep-
ción de aquellos raros individuos, como Freud, con un
talento raro de primer orden.
Menciono estos aspectos bien conocidos del pro-
blema para dejarlos de lado y centralizar mi atención
en una exigencia más individual y en un nivel más
personal: la práctica del psicoanalista como un acto de
virtuosismo, una combinación de actividad artística y
atlética. AqUÍ el término "condición" se hace tan apli-
cable 11 psicoanalista como al caballo de carrera, si
bien es necesario elucidar su significado. Este es, creo,
el tema central de este capítulo y no se refiere a la
habilidad, conocimientos o carácter del psicoanalista,
sino a su "condición", y cómo mantenerse en ella en lu-
gar de salirse [uera de la misma.
Del mismo modo que el estado de un atleta depende
del training y el de un violinista de la práctica, así la
"condición" del psicoanalista depende de un esquema
de actividades diarias, semanales, periódicas y anuales
que son calculadas como un apoyo directo e inmediato
'a su desempeño analítico. Podría nombrar algunas de
las áreas que requieren modulación. Por ejemplo: el
,
EL PROCESO PSICOANALITICO 159
número de horas de trabajo, la cantidad de dinero que
gana, la distribución de los pacientes de acuerdo con
tipos y grados de enfermedad, el tiempo de descanso
entre pacientes, el tiempo dedicado a tomar anotaciones
y leerlas antes y después de los pacientes, el tiempo
dedicado a lecturas, escribir trabajos, dar conferencias,
enseñanza y a las vacaciones. Esta lista podría por
supuesto extenderse, pero el analista debe encontrar
y .rnantener un óptimo para cada rubro en la estructura
de sostén, debiendo estar preparado para modificarlo
toda vez que haya evidencia de la necesidad y para
resistir la modificación ante exigencias externas.
En todo este tipo de consideraciones debe haber un
principio directriz. El objetivo es la estabilidad ye!
secreto la simplicidad, pero sugiero que el principio guía
sea el de una "tensión" equilibrada y cercana al límite.
Un colega me contaba que al reprender a su hijo por las
muchas magulladuras con que retornó de un partido
de rugby, éste le respondió: "si no doliera no sería
deporte". Me referí a la actividad psicoanalítica como
una mezcla de esfuerzo artístico y atlético, tal vez _a
causa de este hecho central que nos dice que para
que sea bien hecho tiene que "doler". Debe realizarse
con gran esfuerzo hasta donde lo permita la fortaleza
del analista. Sólo dentro de un marco de trabajo con
una tensión equilibrada puede surgir la misteriosa [un-
ción de la creatividad que por sí sola hace que el ana-
lista sienta que tiene un lugar en una sociedad cientí-
fica de sus iguales, más bien que en un gremio de
maestros jornaleros y aprendices. . El problema es tamo
bién de índole social porque el preservar la individua-
lidad científica y el evitar el aislamiento enervante no
es una tarea fácil cuando abundan las "escuelas" y los
"gr upos". Pero los problemas sociales o individuales
J

160 OONALD MELTZER

están lTIUY estrechamente ligados, tal como mi lista lo


.
sugIere.

La razón por la cual la actividad psicoanalítica pue-
de ser equiparada a la de un atleta o un virtuoso se
debe a que todos ellos confían en forma absoluta, en
'el calor de la ejecución, en el inconsciente, observado
y concentrado por el órgano de la conciencia. Afortu-
nadamente el psicoanálisis tiende a imponer cierta re-
.gularidad, aunque sean muy pocos los analistas que
sacan provecho de esto manteniendo sus horarios en
orden, o sea ver a un mismo paciente a la misma hora
cada día, dejar las actividades profesionales ocasionales,
tales como conferencias y reuniones para la noche, etc.
He notado que la calidad del trabajo se ve afectada ,
adversamente, más tarde durante el día, cuando un pa- '
cienre o candidato cancela su hora, aun cuando lo
haga con anticipación, dejando un hueco en el trabajo
del día. Aun cuando el descanso sea bienvenido o este
tiempo útil para otra actividad, quiebra la "marcha"
del trabajo. '
Cuando se admite la exigencia de la tarea analítica
y se acepta que los días "libres" pueden impedir la'
profundización de la transferencia durante las tempra-
nas fases y oponer obstáculos a la elaboración más
adelante, se hace evidente la necesidad de planificación
para mantener la "marcha" y la "condición". El pasar
a un paciente, a través del "umbral", a la posición de-
presiva a niveles infantiles de la personalidad constitu-
ye con certeza el paso crucial en el establecimiento
de las bases para la estabilidad de la estructura de per-
sonalidad, del mismo modo que la superación de la
identificación proyectiva masiva es crucial para ,el es-
rablecimíenro de las bases para la salud mental, libre
,
EL PROCESO PSICOANAl.ITJCO 161

de psicosis. ji< Pero el ,penetrar a través de esta .zona


oscura de valores de relaciones objetales requiere el
esfuerzo máximo del paciente y ,el analista. El tiempo
y ,la repetición por sí mismos no llevarán a cabo esta
elaboración. Este período, que generalmente se prolon-
ga a lo largo de dos años de trabajo intenso, puede cier-
tamente ser equiparado al esfuerzo que realiza el corre-
dar de larga distancia, el alpinista, erc., y así suele apa-
,recer representado en los sueños de los pacientes.
Creo que los analistas que trabajan dentro de un
marco referencial kleiniano, que tanto se centra en el
análisis del carácter y el logro de la integración, no
pasarán airosos esta difícil fase del trabajo COn sus 'pa.
cientes si no mantienen un "nivel de desempeño
excelente". Si no alcanzan este grado de logro clínico,
su trabajo no producirá frutos perdurables y tampoco
sentirán convicción en sus mentes. Los pacientes que no
han alcanzado la posición depresiva, recaerán. Los
descubrimientos científicos que no están ligados, de al-
gún modo, a una mejoría clínica que sea manifies ta y
perdurable pierden su raigambre humana y su estruc-
-t ura de sostén en valores sociales. Esto no los hace
menos científicos o correctos, pero para sus autores
puede quitarles importancia. ¿Por cuánto tiempo podrá
una persona soportar este trabajo tenaz sin el apoyo
de éxitos sociales y logros científicos? No creo que
por mucho tiempo.
¿Cuáles son, por otra parte, las manifestaciones del
" daño" a que me refiero, si no incluimos una crisis
clínica? La respuesta es sorprendentemente sencilla y
abrumadorarnente pública. ¡El fracaso en el desarro -
llo! Sucederá eventualmente a casi todo analista, ya

• Véase Apéndice E.
162 DONALD MELTZER

que la vitalidad y la concentración requeridas para un


crecimiento continuo sólo se dan en los genios: un
Preud, una Me1anie Klein, Tampoco es perjudicial para
el movimiento que sus miembros cansados retrocedan a
posiciones conservadoras y que lleguen a ser los mo-
duladores de la exuberancia. Pero es evidente que
otros que retroceden por neglicencia o rechazo ante las
exigencias de la tarea se convierten en críticos destruc-
tivos y no en moduladores del progreso.

,
AP:SNDICES

Como fue explicado en la Introducción, este libro


creció en un ambiente de conferencias, seminarios y
supervisiones, en cierta medida separado del trabajo
clínico del cual derivan las contribuciones teóricas a la
literatura psicoanalítica. . En consecuencia cierta asin-
cronía se hace a veces evidente en el texto cuando se
hace referencia a ideas teóricas que todavía
, no tienen ,

su lugar en la literatura. '


En la siguiente sección se desarrollarán estas ideas
y, áreas de desarrollo, como un método que las agrupe,
hasta que una publicación futura les pueda dar una
mayor definición.

Apéndice A - Acting-out JI acting-in la transferencia ,


.
Estos problemas de método y proceso analítico' son
de especial interés desde el punto de vista estructural
y serán tratados en forma extensiva por el doctor H.
Rosenfeld en una futura publicación, que proseguirá el
trabajo comenzado en su publicación An Inuestigation
of tbe Need of Neurotic and Psychotic Patients to
Act 01tt During Ana/ysis.·
Ya me he referido a' un aspecto particular del acting-
01tt de los procesos transferenciales en los niños de dis-

• En Psycbotio Sta/es, Int, Psa, Library, NI) 6', 1964.


164 DONALD MELTZER

tintas edades y cómo estos modelos de acting-out con-


tribuyen a formar relaciones con sus iguales o forma-
ciones grupales espontáneas.
El niño latente tiene una mayor tendencia a actuar
sus relaciones con los padres internos y los hermanos,
siendo estos últimos también partes de su self, forman-
do grupos en los cuales se reproduce el modelo de su
vida familiar y la estructura social y política adulta. Sus
clubs, sociedades secretas y equipos tienden a ser esta-
bles en cuanto a roles, siendo los niños más imaginati-
vos y agresivos los líderes (funciones parentales), mien-
tras que los más débiles, más pasivos, más jóvenes o
'menos inteligentes son intimidados a la sumisión a las
reglas establecidas (funciones infantiles) . De este mo-
do encuentra expresión la tendencia obsesiva de este
grupo de edad con la de sexualidad de las relaciones
objerales a través del control omnipotente. .
Cuando la pubertad traspasa estas defensas obsesi-
vas con la eclosión genital se da un cambio muy dra-
mático .en la base de la vida social. Esto se puede es-
tudiar muy bien en los niños que han estado en aná-
lisis unos años durante la latencia y son llevados a la
pubertad .mediante una crisis de responsabilidad, tal co-
mo se indica en el Capítulo VI, al dejar el consultorio
de niños y pasar al consultorio de adultos y el diván..
En los sueños y las asociaciones se revela con claridad .
que ha tenido lugar otro splitting del self y los obje-
tos, que requiere volver a trabajar sobre el desarrollo
, pregenital infantil a la luz de los nuevos deseos y ca-
pacidades genitales. En la pubertad tiende a desarro-
llarse un modelo particular de acting-out en el cual
un grupo de CUatro o cinco niños, generalmente del
mismo sexo, forman un grupo "delictivo", delictivo por
,su espíritu rebelde, aunque no lo sea necesariamente
,
EL PROCESO PSICOANALITICO 165

por su conducta manifiesta. Este 'grupo, en el cual los


roles son constantemente intercambiables, tiende a re-
producir el tema de una secreta indagaci6n en el mito '
de la vida adulta. Los roles que son característicos pue-
den ser definidos como el "intrépido", el "tímido", el
"conocedor", el "ingenuo", el "idealista", el "materia-
lista", etcétera.
Se pueden correlacionar estos patrones de conducta
con tipos particulares de actividad masrurbatoria, ante-
rior al dormir, en la cual los dedos, personificados, rea-
lizan excursiones y escaramuzas en ' la cama y § cuerpo,
empleando sus contornos y orificios como terrena para
la fantasía.
A medida que la pubertad se acerca a la adolescencia,
se altera el splitting y se hace más ordenado nuevarnen-
te, dividiendo las estructuras infantiles en segmentos
más integrados, "bueno", "malo", "masculino", "feme-
nino", con cierta distribución del intelecto y la pasi ón.
El rasgo principal que hay que señalar es que el
acting-out del niño en latencia está más relacionado-
con un objeto, debido a la exrernalización masiva de
sus relaciones internas, en armonía con la tendencia a
negar la realidad psíquica. En la pubertad el narcisi-mo
y los procesos de splitting reaparecen con fuerza e im-
ponen un nuevo modelo, en el cual las partes del sel!
son proyectadas y el grupo se cohesiona de un modo
más inestable, pero apasionado a través del mecanismo
de la identificación proyectiva recíproca.

A péndice B -Intolerancia a la separaci6n

Mrs. E. Bick efectuó una comunicación preliminar


de este tema en 1967 para el Congreso Internacional de
166 DON.ALD MELTZER

Psico-Análisis. El autor y un grupo de , analistas de


niños y psicorerapeuras que han supervisado con él pu-
blicarán un libro en el cual se hará especial referencia
a los niños autistas.
En estos estudios se sostiene la tesis de que un fra-
caso muy temprano de la experiencia del niño de la
función bolding " deja un defecto residual en la inte-
gración básica del selj que se manifiesta a través de
una debilidad general de los vínculos inregrativos en los
niveles somáticos del sel] y una consecuente fragilidad
de la experiencia de la realidad psíquica. Esto da lugar
a una excesiva dependencia de un objeto externo para
que mantenga unido al sel] de modo tal que se pueda
vivenciar un sentido de identidad. La separación oca-
siona una desintegración o un desmoronamiento, con
incapacidad para pensar, perturbaciones en la postura y
la movilidad, así como también desorganización vegeta-
tiva.
Mrs. Bick sostiene que esto se relaciona con la ausen-
cia del equivalente psíquico de tener una piel que
mantenga al setf unido, o sea un producto de desarrollo
normal de identificación con el adecuado "continente"
físico y fisiológico que sería la madre.
La integración setf-objeto primario es una prepara-
ción necesaria para el funcionamiento de un correcto
splitting-e-idealización, tal como lo describió Melanie
Klein. La incapacidad de formar esta piel psíquica que
es tan intensa en el autismo, donde la introyección está
tan seriamente afectada como para sugerir que un mun-

• El término holding podrfa ser traducido por "sostén",


"apoyo", "manutención" (en el sentido de sostener con las
manos). Pero dado que ninguno de estos vocablos logra ex-
presar el matiz exacto del término en inglés, preferimos dejar
el original. (N. de la T.)


EL PROCESO PSICOANALÍl'ICO 167

do interno, un "espacio" dentro del sel], no puede ser


concebido.

.
Apéndice C - Celos delirantes

El problema de los "bebés-interiores" se encuentra fre-


cuenremenre en la obra de Melanie Klein y está mag-
níficamente ilustrado en gran parte del material de Ri-
chard en las primeras sesiones de Relato del Psico-
rmálisis de un niño, Bs. Aires, Paidós, 1961, especial-
mente en los dibujos del fondo del mar con los bebés-
estrellas de mar.
Esta concepción del interior del cuerpo de la madre
parece resultar de las tempranas experiencias de voyeu-
rismo omnipotente (ver mi contribución al libro de
Adrián ,Stokes La pintttra y el mundo interior, Bs. Aires,
Hormé. reol. 44). Como tal es una consecuencia de la en-
vidia e involucra una secuencia de fantasía que es una
elaboración de la envidia al coito de los padres como una
acción de objeto parcia!. El lactante, dominado por sus
apetencias orales, contempla el coito de los padres co-
mo un banquete al cual los "bebés-exteriores" no, están
invitados, mientras que los "bebés-interiores" sí lo
,
estan.
Mientras que la envidia a los objetos parentales está
colmada de culpa, los "celos delirantes" de los bebés in.
teriores refieren a un sentimiento de injusticia que he
descripto en mi trabajo Tbe Dual Basis of Materialism, /
que será publicado en el F01"Um of Psycho-analysis.
Otro aspecto de este área, el de la relación con los
bebés-interiores, está conectado COn el terror, como un
tipo de ansiedad persecutoria. Fue descripto en un
trabajo leído en 1967 en el Congreso Internacional ' de
,
L68 DONALD MELTZER

Psico-Análisis'. Este trabajo (Terror, Persecusion y Te-


mor - Una Disección de las Ansiedades Paranoides)
señala que los ataques masturbatorios 'Criminales a estos
bebés interiores engendran perseguidores, equivalentes
a los fantasmas, que inspiran un terror ante el cual el
set! infantil paralizado no puede encontrar defensa.
Ti ene que buscar la protección de los objetos buenos
o los objetos malos. El dirigirse a objetos malos (o .
partes del sel] identificados proyectivarnente con obje-
tos externos) juega un papel importante en la génesis
de las adicciones y las perversiones.

Ap éndice D - Mutilaciones del Yo

Este es un ejemplo de una de las categorías nosoló-


gicas con las que estoy inrentandovconsrrufr una clasi-
ficación psicoanalítica. Se puede encontrar un ejemplo
interesante en la vívida descripción del análisis de un
adolescente que sufre de una colitis ulcerosa casi fatal. "
Es evidente que sólo se puede hacer una clasifica-
ción de los trastornos de la infancia en forma útil so-
bre la base de consideraciones estructurales y con datos
que probablemente sólo se pueden recoger con preci-
sión en el curso del tratamiento psicoanalítico.

Apéndice E - Salud, estabilidad y madurez

Esta es otra referencia al intento de construir una


nosología psicoanalítica. Continúa en cierto modo el
esfuerzo de Edward Glover (J. of Ment. Scl., 1932,

• H . S. Klein, "Notes 00 a case of ulcerative colitis", 1.j.P.,


46 : 342, 1965.
,
EL PROCESO PSICOANALiTICO 169

78: 819-842), pero establece una referencia más espe-


cífica al proceso psicoanalítico con implicaciones p.i-
ca-genéticas. Este punto de vista no involucra un cam-
bio radical, sino que está más firmemente conectado coo
la estructura psíquica y las relaciones de las estructuras
infantiles con los objetos internos. Así la superación
del uso de la identificación proyectiva masiva como mo-
delo principal de relaciones es enfocado como el paso
crucial de la enfermedad mental a la salud mental o la
superación de la psicosis. Sin embargo, el concepto
del establecimiento del pecho interno como la base para
la estabilidad en la estructura mental está implícito en
la obra de Melanie Klein desde el comienzo y está en
conexión con el énfasis que puso en las fantasías de
masturbación como el instrumento de la regresión.
La superación del complejo de Edipo genital como el
paso crucial para lograr la madurez psicosexual no será
enfocada como una tarea de la que puede ser capaz
un niño pequeño. Lo cual coincide con el criterio de
que el período de latencia es principalmente una posi-
ción holdi1¡g, que para su estabilidad se apoya más en
mecanismos obsesivos que la represión misma. Una
discusión más detallada de la diferenciación entre se-
xualidad adulta y sexualidad infantil será publicada"
y en ella se demostrará cómo el polimorfismo en la
sexualidad adulta e infantil está basado en la identifica-
ción y emulación, respectivamente, en lo que hace a
los aspectos polimorfos de las relaciones de coito de los
padres internos. Se debe establecer una clara diferen-
ciación entre polimorfismo y perversidad, que muestre
cómo lo segundo está relacionado con un inadecuado
• The Introjeaioe Basis 01 tbe Polymorpbism in Adult
Sexuality, leído ante la British Psycho-Analyticiral Society, el
I 19 de octubre de 1966.
' 170 DONALD MEL'fZER

Jplitting-e-idealización, uniendo así metapsicológicamen-


te las perversiones, las adicciones y las psicopatías, en
contraste con lo que Freud sugiere en el sentido de que
las perversiones permanecen en íntima relación con las
neurosis, como su converso.

Apéndice F - Omnipotencia y omnisciencia '


/

Se considera aquí que la omnipotencia es una cuali-


dad de la mente, vinculada a la excitación, que debe
ser diferenciada de la omnisciencia como una teoría
epistemológica capaz de ser sostenida por una parte del
self. Espero demostrar su relación en mi trabajo On
Pornograpby", donde analizaré el funcionamiento de la
omnipotencia en el dominio de Jo sensorial y cómo
puede producir la convicción de omnisciencia en ciertas
partes de la organización. infantil. Esta ornniscien-ia
tiene el significado de "Lo que yo sé es todo lo que hay
para conocer": que se puede diferenciar de la: omnis-
ciencia de los objetos primarios, especialmente el pecho
de la madre, que tiene el significado de "contener todo
el conocimiento posible".
Esta distinción considera la omnipotencia como una
cualidad de la mente que debe ser generada, . especial-
mente por la masturbación, pero no la ve como una
defensa en sí misma, sino como un aditamento, un po·
reaciador, de operaciones defensivas, tales corno el con-
trol omnipotente sobre los objetos. Si nuevamente lo
traducimos a un lenguaje básico, este estado excitado
de la mente contendría la actitud de "lo puedo hacer",
implicando cualquier cosa, y no "puedo hacerlo todo"

• Leído ante el Imago Group, Londres, 1966.


- ,

EL PROCESO PSICOANALITICO 171


Es un estado transitorio que se agudiza ante una tarea
por realizar. Es de lamentar que se lo llame omnipo-
tencia, pero no , podemos -pretender cambiar nuestra
terminología cada vez que es necesario refinar un sig-
nificado.

Apéndice G-.Modos de masturbación

Son varios los investigadores q~e se están dedicando


a la tarea de discriminar entre los distintos modos de
' actividades masturbatorias y sus consecuencias intrapsí-
. quicas. En mi trabajo sobre la masturbación 'anal de-
mostré la relación entre los modos de masturbación pe-
netrante y la forma de operar de la identificación pro-
yectiva masiva. En el Apéndice A se vincula un tipo
de acsing-oa» grupal en la pubertad con un tipo de
juego masturbatorio nocturno, en el cual los dedos son
personificados como partes del self y objetos. Esto tam-
bién está vinculado al tipo de actividad centrado en el
cosquilleo, toqueteo y palmadiras que se menciona en el
texto en este punto, en conexión con la geniralización.
Por otra parte, el surgimiento de la omnipotencia, que
se menciona en el Apéndice F, parece estar más re-
lacionado con las técnicas de frotación, en particular
del pene y del clítoris, y está por lo ranro más relacio-
nado con consecuencias maníacas.
El trabajo de la señora Bick, mencionado en el Apén-
dice B sobre el papel de la piel en la organización de
_la personalidad, también se ocupa de algunos autoero-
tismos perversos y sadistas, tales como horadar, rasca!
y tirar de los cabellos.
172 DONALD MELTZER

Apéndice H - Organización narcisista

A medida que se ha ido acentuando la precisión con


que se identifican los procesos de splitting a niveles in-
fantiles, en adultos y niños, ha sido posible hablar con
cierta convicción acerca de la organización del narcis-
mo, tal como Melanie Klein habló acerca de las rela-
ciones objetales y Karl Abraham describió la organi-
zación de la libido.
En un próximo trabajo, que amplía un estudio ante-
rior, * Herbert Rosenfeld piensa profundizar en este
tema, con el propósito de despojar al narcisismo de su
implicación descriptiva prepsicoanalítica, dándole un
significado definitivamente rnerapsicológico. Se piensa
que la organización narcisista nunca, con la posible ex-
cepción del sistema delirante esquizofrénico, existe com-
pletamente afuera de la esfera de los objetos. Sin em-
bargo, resulta ser de suma importancia clínica el poder
identificar el centro de la organización, especialmente
determinar si ocurre adentro o afuera de un objeto. Esto
es importante, por ejemplo, para la diferenciación entre
el uso de drogas psicopático y el adictivo, o entre tipos
psicóticos o neuróticos de actos antisociales.

Apéndice 1- La primacía de la realidad psíq1Jica

Se pueden encontrar algunas referencias a las impli-


caciones éticas de los descubrimientos psicoanalíricos
acerca de la naturaleza del aparato mental en Man's
View 01 bis World, de Roger Money-Kyrle (Duck-

• En Psycbotic Sietes, Inr, Psa. Library, NQ 65, 1964.


EL PROCESO PSICOANALíTICO 173

worth, 1961) Y en mi diálogo con Adrian Stokes sobre


la estructura social del arte en La pintura y el mundo
interior (Bs. Aires, Hormé, vol. 44). La primacía de la
realidad psíquica para lograr la realización humana es
tratada en mi trabajo A Return to tbe lmperative (a
publicarse) .
El tema central de todos estos trabajos es que 'l a esta-.
bilidad mental, la auroestima y la satisfacción y Por lo
tanto la We/tanschauung en cuanto a percepción y ac-
titud, son como Melanie Klein siempre enfatizó en pri-
mer lugar un .derivado de relaciones, .a niveles infanti-
les, con objetos buenos primarios. Dado que la identi-
ficación introyectiva con estos objetos constituye la base
sobre la cual se apoya la bisexualidad adulta para su
expansión, y dado que en la realidad psíquica predo-
mina una justicia absolutamente determinista, se puede
sostener que salvo los imponderables factores del des-
tino, la oportunidad para completar el ciclo vital está
abierta para todos. El hecho de que esto sea "todo lo
que hay" , como Arnold Wesker enfatiza en su obra
T he Kitcben, no puede ser tomado como motivo razo-
nable para el pesimismo o lamentaciones. En contras-
te, el psicoanálisis puede con seguridad identificar la
base infantil de muchos reclamos de satisfacciones tras-
cendentales.

Apéndice ]-Splitting horizontal y vertical

Los "ejes" de los procesos de splitting son muchos '


respecto del sel] y los objetos. Es casi seguro que el
rp/itting del sel] y el objeto debe ser paralelo, en tanto -
el Jp/itting del seli, necesariamente involucra las .capa-
cidades percepruales, De modo que la percepción de 105
174 DONALD MELTZER

objetos está inmediatamente dividida. Cuando el objeto


es el núcleo principal del splitting, el clivaje probable-
mente tienda inmediatamente a imponer un splitting
paralelo en el seli, determinado por la economía de la
elección obj etal.
El splitting-e-idealización aparecen en la fan tasía co-
mo un splitting frontal entre la derecha y la izquierda..
del cual deriva el término "vertical", en contraste con
las divisiones en los niveles maduros del sel], semejante
a la estructura en capas o de "cebolla" que aparecía en
los primeros escritos psicoanalíticos, que son llamadas
"horizontales".
El splitting "vertical" puede, sin embargo, asumir
muchas formas en la esfera gráfica de la fantasía in-
consciente. Arriba-abajo, delante-detrás, adentro-afuera
son ramificaciones muy conocidas de la configuración
original derecha-izquierda en la división en bueno , y
malo en el sel] y en los objetos. En cambio el niño au-
tista adopta un modo de splitting del self y los objetos
según las modalidades sensoriales (ver mi trabajo Au·
tism , Scbozopbrenia and Psychotic Adjustment - Actas
del 29 Congreso Europeo de Psiquiatría Infantil, S. Har-
ger, Roma) , que parecería ser un preludio al splitting
entre las relaciones intelectuales y las emocionales ca-
racterís ticas de la neurosis obsesiva. Este tema será pro-
fundizado en un libro de estudios sobre niños autistas
escrito por el autor y un grupo de colaboradores.

Apéndice K - Muert e-del-pecho

Como ya lo he dicho, el tiempo como un aspecto


unidireccional e irreversible de la realidad no puede ser
totalmente aprehendido hasta que se hayan resuelto
EL PROCESO PSICOANALÍTICO '175

los diversos tipos de confusi6n. En términos especí-


ficos, una orientación temporal perturbada sería la si-
guiente: a) la identificación proyectiva masiva lleva
el estado mental del paciente a un área de geografía
de la fantasía en la cual el tiempo no existe; b) la os-
cilación entre el permanecer fuera de los objetos pri-
marios y penetrarlos tiene e! efecto de ir del presente
al pasado y viceversa, como se puede ver con claridad
en los sueños en los cuales un área del sueño está en el
presente, mientras que otra puede estar, por ejemplo,
en el siglo XVIII; c) la confusión entre realidad externa
'e interna (psíquica) trae apareada una actitud circular
acerca del tiempo, modelada sobre la travesía del sol, a
la manera de los antiguos egipcios, quienes concebían a
la barca del sol navegando por el otro mundo durante
la noche de regreso al horizonte oriental. Una niña dijo:
"Cuando la luna se lleva al sol", con lo cual indicaba
que la luna de los adultos era para ella el fantasma
, del sol que había sido apartado por un objeto que no se
veía llamado "luna" (o el señor Luna, se puede pen-
sar); d) sólo en el umbral de h posición depresiva,
cuando el pezón-pene surge para predominar sobre la
belleza y bondad de la parte blanca del pecho, como el
objeto combinado primario, el tiempo se convierte en-
una dimensión, cada momento se "pierde" en el pasa-
do, es "usado" o "desperdiciado" en , el presente y por
sobre todas las cosas, es "esperado' en el futuro.
Estos cambios son más notables en el análisis de ni-
ñospequeños gracias a su relativa ingenuidad. El víncu-
lo entre el reloj del analista, sus ojos y los pezones de
la madre se ve en el consultorio en' forma indiscutible
relacionado con e! pene de! padre, de! cual constante-
mente se sospecha engaña al niño respecto del tiempo,
tal como el "señor Luna". Es difícil que e! niño pueda
I
176 DONALD MELTZER

superar este sentido de injusticia debido a lo concreto


que es para él la variación de la velocidad con que pasa
el tiempo. Es muy rápida cuando son momentos de go-
ce, lenta cuando se aburre e interminable en la separación.
Al lograr este sentido de la realidad temporal en el
mundo exterior, surge el concepto de "tiempo-vital",
del' mismo modo que el concepto de un "espacio-vital"
ha surgido una vez que las confusiones geográficas han
sido resueltas. La situación está dada para la aprecia-
ción de la suerte como un punto final del tiempo-vital,
a diferencia de todas las formas más primitivas de fan-
tasías persecutorias o gozosas a las que se le había dado
el nombre de "muerte". Se hace posible la preservación
como una "forma de reparación, una extensión de 11
restitución: el perdonar al objeto el "tiempo de su vida".

"A péndice L- Terminología de integraci6n

A pesar de que todavía es necesario investigar los


procesos de integración, las investigaciones de Bien acer-
ca de la"más minuciosa significación del pasaje de la
posición paranoide-esquizoide a la depresiva (Ps ( )
D) en la economía del aparato mental posibilitan de-
finir la terminología con cierta precisión.

ltltegraci61z ~ Este es claramente un concepto es-


tructural que se relaciona con des-integración (no con
splitthzg, que e~ un concepto dinámico), del mismo
modo que progresión se relaciona con regresión en las
teorías topográficas anteriores. Se aplica a objetos, in-
ternos y externos, así como también a la estructura del,
yo (o el selj, para ser más correctos). la integración
del sel] tiene lugar en la ' esfera de los objetos buenos
,
EL PROCESO PSICOANALlTICO 177

Las diversas partes están ligadas por un vínculo de amor


en común que en primera instancia es el pecho. La
integración , de los objetos ocurre a través de los pro-
cesos de reparación.

Reparación - Este es un concepto dinámico bajo


la economía de Ps ( ) D. En la fantasía inconsciente
está representado por una conjunción de coito de ob-
jetos parciales o totales que producen objetos combi-
nados, en primera instancia el pene-en-el-pecho. De
este modo los objetos malos, ya sea 'originados por el
splitting-e-idealización o por los ataques masturbatorios
dañinos (incluyendo a la identificación proyectiva), son
reparados y asimilados a los objetos idealizados.
Cada ,incremento de integración de los objetos in-
tensifica los dolores depresivos de las partes buenas del
self, adultas e infantiles, dado que la riqueza y la bon-
dad de los objetos resultan realzadas por la integración.
El principio económico que rige es el de que esta inte-
gración continuará mientras que el self lo permite; en
relación con la envidia, celos y el dolor depresivo provo-
cados. Los términos dinámicos que se refieren a esta
tolerancia son preservación, restitución y responsabili-
dad. . La imitación de estos procesos de tolerancia y re-
paración,
aparece bajo los términos reparación simulada
y mamaca.
La obra de Melanie Klein sobre estos temas ha sido
resumida con claridad por Hanna Segal en Introducción
a la obra de Melanie Klein, Bs. Aires, Paidós, 1965. Bion
sugiere aportes en sus libros Aprendiendo de la expe-
rlencia, Paidós; Elementos de psicoanálisis, Hormé,
1966, y Transformaciones, Centro Editor, 1968.
Todavía no se tiene certeza respecto de si el self
puede llevar a cabo la reparación de los objetos directa-
178 DONALD MELTZER

mente o sólo indirectamente, a través del perdón, la


restitución y la responsabilidad (por la realidad psíqui-
ca ). Mi opinión es que no pueden hacerlo, como se des-
prende de mi discusión y material en la sección sobre
la elaboración en el Capítulo VIII.
,

lNDICE ALFAB:snco
Abraham, K., 172 Carácter, 24, 33, 77
Aeting-in, 25, 73, 118, 145, Castración, aer Angustia
163 Celos, 48, 69
Acting-our, 25, 34, 36, 37, delirios de, 49
71, 77, 85,91, 118, 147, delirantes,' 4, 63, 167
163, 164 posesivos, 49, 83
Actitud, 140, 146 Claustrofobia, ocr Angustia
Adicción, 73, 83, 85 Complejo de Edipo, 62, 64,
Adolescencia, ver Niños 67, 75, 84, 85, 86, 97
Adultos, análisis , 105, 118 'Comunicación, 18, 20, 24, 81,
Análisis de niños, 24 87
Angustia de separación, ver Confianza, 48, 75, 78. 81, 86,
Angustia 88
Ansiedad o Angustia, 37 Confusión, 17
de castrad6n, 68 geográfica, 46, 57, 58, 59,
claustrofóbica, 50, 53, 55 62 '
depresiva, 149 bueno - malo, 48
hipocondríaca, 55, 83 masculino - femenino, 86
modificación, 21, 43, 148, persecusión • depresión, 83
149, 150 84 , "
modulación, 21, 22, 42 temporal, 53, 88, 175
terror sin nombre, 50 zonal, 61, 64, 70, 81, 176 .
persecutoria, 50 Confusión geográfica, oer Con- '
liberación, 37 fusión
separación, 13, 37, 41, 48, Consciente, ver Órgano' de la
59, 72, 80, 82, 83, 165, conciencia
166 ' Constitución, 42, 47
terror, 50, 83 Contaminación, 34, 43
Autismo, 42, 49, 51, 62, 166 Continente, 20
Auto-análisis, 22, 23, 84, 94 Conr.ratransferencia, 20, 21
66, 143
Bebés • interiores, 53, 63, 72, Convicción, 16, 26
85, 167 Cooperación, 36, 44, 91, 113,
Belleza, 69, 89, 92 119
Bick, E., 165, 166, 171 pseudo, 38
Bion, W . R., 37, 57, 74, 99, Creación, 20, 159
176, 177 , Curación, 20, 23
180 ÍNDICE ALFABÉTICO

Defensas, 41, 65 Identificación proyettiva, 19


Delirios somáticos, 83 37, 48, 50, 55, 63, 68, 88,
Dependencia, 42, 62, 70, 75, 149, 151
89, 94 masiva, 41, 46, 50, 51, 52,
Descubrimiento, 21, 22 54, 55, 57, 60, 61, 64
Destete, 87, 91, 94 Impasse, ver Resistencia . in.
Diferenciación, 33, 94 tratable
Economía, 47, 66, 73, 89 Inconsciente, 26
Elaboración, 42, 46, 47, 138, Insighr, 20
144 Integración, 84, 91, 94, 96,
Encuadre, 22, 24, 32, 36, 39, 98, 176
40, 55, 88, 102 Interpretación, 20, 31, 36, 42,
Envidia, 48 138, 145, 150
Erikson, E. H., 62 Interrupción, 23, 94, 100, 101
Estabilidad, 21, 168 Introyección, 30, 37, 56, 64,
Estilo, 21 . 75, 152
Estructura, 20, 22 identificación, 82, 1"48
Evolución de la transferencia,
. 26, 39 Jaques, Elliotr, 43
Excitación, 65 Jones, E., 68
Externalización, 33, 34, 35, ]oseph, Betty, 48
77
Klein, H . S., 168 n
Factores traumáticos, 103
Klein, Melanie, 15, 19,31,
Fin de semana, ver Separación
Folie a deux, 34, 35, 38, 75,
36, 49, 50, 65, 98, 148,
148 162, 166, 167, 169, 172
Freud, Sigmund, 37, 62, 76,
142, 147, 148, 149, 157, Latencia, oer Niños
158, 162, 170 Liberación, cer Ansiedad

Geografía, 17, 26, 136 Madurez, .168


Glover, 168 Masturbación, 63, 67, 80, 82,
97, 165, 171
Hipocondría, ver Ansiedad Material clínico, 52, 88, 92,
Historia natural, 24, 32, 42, 95, 105, 117, 119, 124,
45, 100, 138 137, 150, 156, 175
Mecanismo obsesivo, 65, ver
Idealización mutua, 66, 70 Negación de la realidad p aí-
Identidad, 57 quica
Identificación, 33 Método, 23, 31, ·157
ver Proyeetiva Modificación de la ansiedad,
con el perseguidor, 54 rer Ansiedad
, . ,
INDICE ALFABETICO 181
, Modulación de la ansiedad, ver umbral .de la, 63, 72, 74,
Ansiedad 81, 83, 84
Money-Kyrle, R., 172 Posición paranoide-equizoide,
Muerte-del-pecho, 96, 174 19
Mutilación del yo, 54, 168 Proceso psicoanalítico, ver His-
toria natural
Niños, Prognosis, 24, 25
adolescente, 34, 59 Pseudo-madurez, 58, 82
latencia, 34, 39, 65, 105, análisis, 88, 92
164 Progreso, 24, 99
puberal, 39, 65, 104, 164 cooperación, ver Coopera-
pequeño, 37, 65 ción
Niños pequeños, oer Niños transferencia, ver Transfe-
Nosología, 24, 25, 168 rencia
Notación, 17, 99 Puberrad, ver Niños

Objetos combinados, 177 Realidad psíquica, 33, 69, 77,


. Objetos internos, 39 80, 83, 84, 92
equipo . de, 151, 156 negación de la, 56
Objetos muertos, 83 Recolección de la transferen-
Omnipotencia, 41, 42, 65, 81, cia, 29, 32, 38, 42, 45
85 Regla primordial, 44
control, 42, 53, 54, 65, Relación objetal, 33
82, 116, 170 . ver Continente, Objetos com-
Omnisciencia, 49, 85, 170 binados, Objetos muertos,
Organización, 23 Pene-del-padre, Pecho nutri-
Órgano de la conciencia, 20, cio, Bebés-interiores, Penes-
. 22, 118 . interiores, Objetos-internos,
Pene-en-el-pecho, Pecho-ino-
Parte adulta, 22, 25, 82, 142 doro.
Pecho-inodoro, 56, 57, 61, Reparación, 71, 73, 87, 88,
62; 64, 7.1, 75 177
Pecho nutricio, 71, 72, 75 maníaca, 97
/
Pene del padre, 71, 75, 85 Reproducción, 88, 89"
Pene-en-el-pecho, 83, 177 Responsabilidad, 81, 84, 94,
Penes-interiores, 85 177
Persecusi6n, oer Ansiedad Resistencia, 35
Piel - equivalente psíquico de intratable, 59, 73, 89, 102
la, 48, 166 Ritmo, 37, 42, 88
como zona, 67 Rosenfeld, H., 163, 172
Posesión, 66, 69, 88 Russell, Berrrand, 19
Posición depresiva, 19, 84, 86
ansiedad, ve'f. Ansiedad Salud mental, 58, 61, 168
182 ÍNDICE ALFABÉTICO

Segal, Hanna, 16, 177 Temor, V" Ansiedad


Síntoma, 33, 36 Terminación, 23, 84, 91, 94,
Splitting, 22, 34, 84, 99, IS1 100
de niveles, " prematura, 96, ver Inte-
horizontal, 22, 56, 82 J'lupción
vertical, 22, 32, 172 Terminología, 16
del objeto, 56 Terror, ver Ansiedad
del seIf, 83, 84 Trabajo, 20, 139, 141, 144,
Stockes, Adrian, 167 145
Sueños, 81, 82, 87, 92, 93 Transferencia, 20, 24, 25, 37,
"del baño", 108, 109 38 '
clasificación, _121 curación, 38
"subiendo a la cúpula de profundi:zación de la, 42
Sto Paul", 120, 121 pre-formada, 38
"mono amistoso", 107, lOS pseudo, 38
"de la directora", 153 resolución, 95
"M. T. Brown", 155 cambio de la, 124
"del lago barroso y orilla Transgresión técnica, ver Téc-
con césped", 109, 113 niéa
"de la vuelta en coche",
154, 155 Unidades temporales cíclicas,
"de la porción de celos". 47
111, 115, 150 (
"de la cloaca", 109, 119 Vacaciones, ver Separación-
"de la cómoda blanca", 111 Virtuosismo, 26, 158
Supervisión, 123 Voyeurismo, 85
V" Omniscencia
Técnica, 9, 54, 81, 88, 98.
102, 105, 139 Wesker, A., 173
transgresión de la. :s S. 88
Este libro se terminó de imprimir en los
Talleres EDlGRAF S.A.. Delgado 834,
Buenos Aires, República Argentina,
en el mes de agosto de 1987.

/
Donald Meltzer, distinguido psicoanalista
didáctico de la British Psychoanalytic Associa-
tion, gracias a este libro le permite al lector
participar en su larga experiencia en anál isis
de niños y adultos. Logra una claridad excep-
cional en la exposición de ras complejas fases
que constituyen el proceso de un tratamiento
psicoanal ítico. A través de material el ínico
cuidadosamente seleccionado, Meltzer esclare-
ce su concepción del psicoanálisis y los con-
ceptos básicos de su personal enfoque: la re-
colección de la transferencia, el toilet breast,
las confusiones zonales, el proceso del destete,
etcétera. Esta edición cuenta con un prólogo
del doctor León Grinberg.

Distribuidor Exclusivo Paidós


Defensa 599 Buenos Aires
,

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