En una prueba de evaluación que pretende conocer si los alumnos/as de
un curso de manipuladores de alimentos conocen y aplican las medidas
higiénicas a adoptar en una cocina, se han propuesto varias preguntas tipo test y un caso práctico. En este último, los participantes deben señalar si las medidas higiénicas expuestas son correctas o no y argumentar el por qué de su elección, proponiendo en caso de disconformidad, el proceso de higiene correcto. Si la misma prueba ha sido valorada por tres docentes distintos, llegando cada uno por separado a las mismas calificaciones, ¿qué podría decir sobre la fiabilidad, objetividad y validez de la misma?
Defina las condiciones para que la evaluación sea fiable, válida y
objetiva.
Hay tres conceptos que tradicionalmente se consideran fundamentales
en cualquier análisis de la evaluación: la validez, la fiabilidad y la viabilidad. Resulta útil tener una idea general de lo que quieren decir estos términos, cómo se relacionan entre sí y cómo se adecuan al Marco de referencia.
La validez es el concepto del que se ocupa el Marco. Se puede decir que
una prueba o un procedimiento de evaluación tiene validez en la medida en que pueda demostrarse que lo que se evalúa realmente (el constructo) es lo que, en el contexto en cuestión, se debería evaluar y que la información obtenida es una representación exacta del dominio lingüístico que poseen los alumnos o candidatos que realizan el examen.
La fiabilidad, por otro lado, es un término técnico. Es básicamente el
grado en que se repite el mismo orden de los candidatos en cuanto a las calificaciones obtenidas en dos convocatorias distintas (reales o simuladas) de la misma prueba de evaluación.
Pero más importante que la fiabilidad es la precisión de las decisiones
que se adoptan en relación con un determinado nivel de exigencia. Si el informe de la evaluación da resultados tales como aprobado o suspenso, o Niveles A, B, C ¿qué exactitud tienen estas decisiones? La exactitud de las decisiones depende de la validez que tenga el nivel concreto (por ejemplo, el nivel B) para el contexto. También depende de la validez de los criterios utilizados para tomar la decisión y de la validez de los procedimientos mediante los cuales se aplicaron esos criterios
Si hablamos de evaluación objetiva debemos tener claro cuál es el
auténtico significado de ambos términos. De acuerdo con el diccionario de la Real Academia Española, algo es objetivo cuando es desinteresado y desapasionado y perteneciente o relativo al objeto en sí mismo, con independencia de la propia manera de pensar o de sentir. Si nos fijamos, por otro lado, en la palabra 'evaluación', tenemos que se trata de la acción de estimar los conocimientos, aptitudes y rendimiento de los alumnos. Para los estudiantes también posee un componente importante de elemento acreditativo de la adquisición de esos conocimientos y competencias que les permite avanzar en su formación.
Por lo tanto, cuando perseguimos una evaluación objetiva debemos
buscar elementos que permitan valorar la totalidad de los conocimientos, las aptitudes y el rendimiento del estudiante, independientemente de la manera de pensar o sentir del evaluador.
En el caso práctico que se describe, la fiabilidad, objetividad y validez
está presente por estos motivos:
Fiabilidad: los resultados de los alumnos deben demostrar de
forma clara y real sus aprendizajes. En el ejercicio práctico se pone de manifiesto si conocen las medidas higiénicas adecuadas a emplear ya que no solo tienen que indicar que las que se presentan son correctas sino que además tienen que corregirlas en caso contrario.
Objetividad: el ejercicio es evaluado por tres formadores lo que
permite la objetividad de la prueba. Validez: la prueba mide exactamente el objetivo propuesto, saber si el alumno reconoce las correctas medidas de manipulación de alimentos con las prácticas adecuadas en lo que respecta al higiene.