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LAS NOVELAS EJEMPLARES

Se publicaron en 1613, en Madrid. Por el orden en que figuran en el libro


son las siguientes: La Gitanilla, El amante liberal, Rinconete y Cortadillo, La española
inglesa, El licenciado Vidriera, La fuerza de la sangre, El celoso extremeño, La ilustre
fregona, Las dos doncellas, La señora Cornelia, El casamiento engañoso y Coloquio de
los perros. El orden de su composición es muy distinto y no tiene nada que ver con el que
el autor les asignó al editarlas.

La tarea de fijar la cronología de estas doce novelas ha ocupado a muchos


eruditos, sin que se haya podido llegar a ningún resultado seguro.
El mismo título de Novelas ejemplares que dio Cervantes a estas obras ha
planteado agudos problemas. La palabra “novela”, de origen italiano, había sido utilizada
hasta entonces en español con la acepción de “mentira, burla, o engaño”, y también con la
de de “suceso” o “acontecimiento”. Cuando se tomaba en el sentido de relato literario de
extensión breve, se hacía sinónima de “cuento”. Cervantes es el primero que usa en
español la palabra “novela” con el valor que había de tener a partir de entonces, y en el
sentido en que la usaban los italianos para designar un relato breve en oposición a la
narración larga o “romanzo”. Consciente de esto, Cervantes se jacta justamente en el
prólogo de su colección. No sólo había introducido la palabra, sino también creado el
género.
Cervantes sigue el modelo italiano de Boccaccio, pero amplía los límites
de los relatos, complicándolo con muchos episodios, que alargan la novela. También
nacionaliza los asuntos y los personajes. Otra innovación es el fin moralizador de la
novela. Cervantes renuncia al empleo excesivo de elementos maravillosos y
sobrenaturales. Las Ejemplares encierran una “enseñanza” o “lección” provechosa como
experiencia de vida; y tal lección hasta de hechos reprobables se puede deducir.

La gran diversidad de las Novelas ejemplares ha movido a los exegetas


cervantinos a intentar una clasificación, según muy distintos criterios. Entre las más
interesantes debe citarse la de Rodríguez Marín, que distingue entre: novelas enteramente
vividas; novelas de pura invención, imitadas de los modelos italianos; y novelas en que se
combinan ambas formas, con predominio de la segunda sobre la primera.
González de Amezúa distingue tres épocas: una primera, de notable
influencia italiana, novelas sin gran trascendencia psicológica… en que los hechos y la
narración de los sucesos, el desarrollo del argumento son para su autor su propósito
principal. A esta época pertenecerían El amante liberal, Las dos doncellas, y La señora
Cornelia. La segunda época sería de transición, en que Cervantes se adentra en el estudio
de las almas y las observa y analiza, en que su psicología es ya penetrante. En la tercera
época su autor sírvese de los hechos que crea para convertirse en espectador de la vida
social, en fiscal y corrector de sus excesos y pecados. Esta época abarcaría Rinconete y
Cortadillo, El licenciado Vidriera y El coloquio de los perros.

La Gitanilla
Es la que abre la serie, y también una de las más populares y apreciadas en
todo tiempo. Por la soltura y la maestría con que está escrita, y por algunas referencias
históricas, se supone que fue una de las últimas compuestas por Cervantes. Por su tema y

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desarrollo suele incluirse en el período intermedio, es decir, entre las que combinan el
relato novelesco a la italiana con los detalles realistas, nacionales, captados mediante la
observación personal.
He aquí el asunto. Un caballero joven, Juan de Cárcamo, se enamora de
una gitana llamada Preciosa, de tanta belleza como honestidad y discreción, que forma
parte como bailarina de una tropa de gitanos. Preciosa exige a Cárcamo, para
corresponder a su amor, que abandone a su familia e ingrese en la tribu, cosa que él
acepta; y vive, con el atuendo y costumbres de los gitanos hasta que, acusado de robo, se
descubre su personalidad. Se averigua también que Preciosa tampoco es gitana, sino la
hija de un corregidor, raptada, cuando era niña, por una vieja de la tribu. La novela acaba
con el matrimonio de los amantes. Se puede ver que el elemento novelesco con los
sucesos fortuitos y al cabo felices juega un papel muy importante en la narración. Pero
los detalles pintorescos de la vida de los gitanos, tomados muchos de ellos del natural,
componen un variado y movido retablo, de índole realista, que es como un cuadro de
género. No faltan ciertos puntos picantes y maliciosos, pero hasta el mismo realismo
costumbrista está recubierto de una optimista y amable pátina, que lo embellece y lo
despoja de toda amargura y crudeza.
Aún así, algunos comentaristas han afirmado que Cervantes no tenía de la
vida de los gitanos el mismo íntimo conocimiento que poseía de los pícaros retratados en
su Rinconete; y se basan en la ausencia de la peculiar jerga gitana.
La Gitanilla ha tenido una larga descendencia en la literatura española y
en la universal, en forma de adaptaciones teatrales, zarzuelas, imitaciones poemáticas o
novelescas. Influida por la Preciosa cervantina se considera la Esmeralda de Victor Hugo,
protagonista de la famosa novela Nuestra Señora de París.

El amante liberal
Se considera generalmente que es una de las primeras novelas escritas, y
la más floja de la serie. El amante liberal y La señora Cornelia son las únicas Novelas
Ejemplares con escenarios y personajes extranjeros. El amante liberal se emparenta con
las comedias de cautivos, pero la acción tiene lugar en Turquía, y los protagonistas son
sicilianos. Su asunto consiste en las complicadas peripecias de dos jóvenes enamorados,
Ricardo y Leonisa, prisioneros de los turcos, que al fin logran la libertad. Muchos pasajes
son inverosímiles, y el romanticismo del protagonista resulta demasiado exaltado.

Rinconete y Cortadillo
Es una de las creaciones más notables de Cervantes; Juan Luis Alborg
considera que, después del Quijote, es la novela más notable que se ha escrito en español.
No hay acción propiamente dicha, se trata de un cuadro muy pintoresco de una Sevilla
poblada por una gran variedad de tipos. Rincón y Cortado son dos pillos que van a
Sevilla para probar fortuna. Ingresan en una “cofradía” de maleantes, ladrones,
espadachines etc., organizados bajo la jefatura de un formidable personaje llamado
Monipodio. La banda actúa como una institución regular que hubiera industrializado la
delincuencia; trabajando en común, consiguen una eficacia sorprendente, eluden la acción
de la justicia cuando no colaboran con ella dándole parte en el negocio, y tienen incluso
sus patrones celestiales a los que ofrecen dádivas y misas como cualquier institución
honesta.

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Hay que destacar la verdad profunda de los tipos, el realismo de la
ambientación, la variedad de las situaciones, el movimiento, y el colorido pintoresco del
medio en que transcurre todo, la gracia que desborda de cada frase o gesto de los
personajes, y sobre todo el humor que convierte este “cuadro de costumbres” en una
sátira implacable de toda aquella sociedad, que hace posible la existencia de las gentes de
Monipodio. Cervantes se mueve con mucha maestría en este ambiente hampesco y
apicarado, ya que tiene un conocimiento directo del mundo que maneja.
Por su ambiente y protagonistas, Rinconete y Cortadillo pertenece al
mundo de la novela picaresca. M. Menéndez y Pelayo y Américo Castro observaron que
en Rinconete y Cortadillo faltan por entero las condiciones esenciales de la picaresca,
como el tono amargo, el pesimismo, las descripciones despiadadas, o el propósito
correctivo y moralizador.
Cervantes tiene, todo lo contrario, una sonrisa optimista y regocijada, y
consigue ennoblecer para el arte los más degradados tipos y ambientes, lo mismo que
Velázquez fue capaz de lograr con los borrachos y los bufones. Cervantes no contempla
el hampa con ojos de moralista, sino con la atención desinteresada del observador
humano que está gozando un espectáculo sin par. A pesar de su fervor por la virtud, a
Cervantes no le repugna el vicio. Más que el significado inmoral, lo que se ve es lo
pintoresco, sin que turbe su visión con análisis filosóficos ni sociales. La asociación de
ladrones de Sevilla, las bajas pasiones de la mala vida son para él, simplemente, una
sucesión cómica de deformidades humanas. No es un verdadero pesimista, porque su
pensamiento no se para a sacar conclusiones, ni a juzgar. Mira, pinta, sonríe. Su realismo
rehuye el fondo angustioso, atormentado, de las conciencias removidas por la miseria o el
mal: así, aun lo que en el mundo es más vil y oscuro, puede aparecer en el arte
transfigurado en una bondad ambigua e indulgente.
Estos hechos han planteado el problema de la “ejemplaridad” de las
novelas cervantinas. De la perfecta impunidad con que actúan los personajes hasta el fin,
no se puede deducir ninguna enseñanza moral. Se podría pensar que Cervantes admite la
existencia de aquellas gentes con una naturalidad casi cínica, como un hecho normal, del
que su experiencia curada de utopías no podía escandalizarse, y le apasionaba como
novelista. Alborg muestra que el cuadro de Cervantes no es tan “desinteresado” y
“luminoso” como se supone, considerando que el Rinconete es una tremenda catapulta
satírica enmascarada con el color de lo pintoresco, ya que entre el regocijado cuadro
hampesco salta la sátira implacable contra las altas clases de la sociedad; no contra los
matones que daban las cuchilladas, sino contra los caballeros que las encargaban y
pagaban; contra la justicia corrompida que compartía las ganancias de los ladrones.
Cervantes pone indirectamente en la picota a toda aquella sociedad que hacía posible la
existencia de Monipodio como un producto inevitable de su propia corrupción.

La española inglesa
Ofrece una mezcla de aventuras novelescas, realidad y viejos recuerdos
del autor. En uno de los saqueos de la ciudad de Cádiz por los ingleses, uno de los
caballeros asaltantes captura y lleva a Inglaterra a una niña de siete años, Isabela, a la que
educa al lado de su esposa, católica como él. Pasa el tiempo y el hijo del caballero,
Ricaredo, enamorado de Isabela, la solicita en matrimonio; la reina Isabel accede a la
petición, pero antes envía a Ricaredo en misión de guerra por el Mediterráneo. Él liberta

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a una nave portuguesa, apresada por los turcos, en la cual iban los padres de Isabela. Los
lleva consigo a Inglaterra y allí la reconocen y se reúnen con su hija. Una camarera de la
reina, cuyo hijo deseaba también casarse con Isabela, le administra a ésta una bebida que
la pone en trance de muerte y le hace perder su belleza. Isabela peregrina a Roma y
vuelve a España. Poco a poco recobra su belleza, y al fin reaparece Ricaredo, con quien
se casa.

El Licenciado Vidriera
Es una de las más extrañas y discutidas obras de Cervantes, donde la
acción apenas existe. Un estudiante de leyes en Salamanca, Tomás Rodaja, recorre varios
países como soldado, y cuando vuelve a su ciudad pierde el juicio a consecuencia de un
hechizo de amor. Entonces da en la locura de creerse de vidrio, y en la manía de espetar
verdades a todo el que se le aproxima. Se ha dicho que es la más generosa demencia que
se puede imaginar, la locura de la verdad (Foulché-Delbosc). Cervantes ha concedido
mucha importancia a la locura, creando al loco más famoso, Don Quijote, y los críticos
han pensado que en El licenciado Vidriera Cervantes había querido esconder debajo de la
locura una intención mayor. Mientras Tomás Rodaja está loco, todo el mundo le sigue y
le escucha sin contradecirle. El día que él recobra la razón, todos le dan la espalda y le
condenan al hambre. Como no encuentra trabajo, se ve obligado a emigrar y hacerse
soldado para poder vivir. La conclusión sería que para Cervantes es preferible estar loco a
estar cuerdo, como un supremo fracaso de la razón humana.

La fuerza de la sangre
La joven Leocadia es raptada y seducida por un mancebo desconocido que
se va a Italia después de su acción. Nace un niño, que años más tarde resulta herido en un
accidente. Lo recoge y lleva a su casa para curarlo precisamente su abuelo paterno. Con
esta ocasión, la madre del chico reconoce la misteriosa habitación donde había sido
seducida. Informa del hecho a los padres del raptor, que hacen regresar a éste de Italia
para que se case con la madre del niño, y el matrimonio promete ser venturoso, gracias al
amor nacido entre los dos jóvenes.
Se le ha reprochado al autor la impunidad del grave delito cometido por el
protagonista, y el repentino enamoramiento de Leocadia, que ni siquiera mira con recelo
a su raptor.

El celoso extremeño
Se considera que es una de las obras maestras de Cervantes. Su argumento
no es una novedad, había sido utilizado repetidamente en la literatura medieval y durante
el Renacimiento. Un indiano viejo y rico, Felipe de Carrizales, de vuelta a su patria, se
casa con una muchacha jovencísima, de gran belleza, de la que se enamora con pasión
senil, matrimonio que es casi una venta. Celoso, trata de incomunicar a su mujer para
evitar las posibles tentaciones. La encierra en su casa, impidiendo la entrada a toda gente
y escogiendo cuidadosamente la servidumbre. En cambio, la colma de regalos y adorna la
casa. Pero un pícaro sevillano averigua lo que sucede y se propone llegar hasta la mujer.
Consigue la colaboración de las criadas, y duermen a Carrizales con un ungüento. En la
primera versión de la novela, el adulterio se consuma; en la nueva versión que Cervantes
preparó para la imprenta en 1613 fue modificando el desenlace: después de varios

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forcejeos del pícaro para vencer la resistencia de la mujer, los presuntos amantes se
quedan dormidos uno en brazos del otro, pero sin daños mayores. Así los sorprende
Carrizales, que en un primer impulso trata de vengarse, pero vencido por el dolor, del que
muere al cabo, perdona a los culpables y aconseja en su testamento a su mujer que se case
con su galán; pero ésta, arrepentida, entra en un convento.
Se han discutido mucho las razones que tuvo Cervantes para cambiar el
desenlace natural de la novela. Pero no se pueden negar la verdad psicológica de los
personajes, cuyos sentimientos están matizados con estudiada gradación, la perfecta
arquitectura del relato y su picaresca viveza.

La ilustre fregona
Aquí Cervantes se deja llevar de nuevo por su vena optimista, idealizadora
y romántica. Esta novela guarda algunas semejanzas con La Gitanilla. Dos jóvenes
castellanos, Tomás de Avendaño y Diego de Carriazo, dejan sus hogares por el deseo de
correr aventuras, y después de diversas peripecias, Tomás se enamora de una moza de
servicio del famoso “mesón del Sevillano” de Toledo, y se queda allí de servidor en el
mesón. Al final se descubre la calidad de la muchacha, que es de familia noble, y la
novela acaba en matrimonio. Hay bellas descripciones, como la pesca del atún, y sobre
todo la vida animada del mesón y el ambiente de Toledo.

Las dos doncellas


No representa un gran acierto del autor. Es una novela “italiana”: dos
muchachas vestidas de varón – recurso muy utilizado en las novelas y en el teatro de la
época – buscan al seductor de una de ellas. Tras complicadas aventuras lo encuentran en
Barcelona, y la historia termina en doble boda, ya que un hermano de la burlada se casa
con la muchacha acompañante.

La señora Cornelia
Esta novela tiene bastantes puntos de contacto con las dos anteriores.
La acción transcurre en Bolonia (Italia), donde se encuentran dos
caballeros españoles: don Antonio de Izunza y don Juan de Gamboa, a quienes acontecen
en una sola noche dos sucesos muy distintos: a don Antonio lo llaman desde un portal
oscuro y le entregan un bulto que resulta ser un niño recién nacido; a don Juan le pide
protección una dama velada. Más tarde coinciden todos en una posada, y se aclara todo:
la tapada es Cornelia, dama de famosa hermosura, y el niño es hijo suyo y del duque de
Ferrara, quien le había prometido matrimonio. Van en busca del duque y al fin tiene lugar
el casamiento. Amezúa observa en esta novela la ternura de Cervantes.

El casamiento engañoso y Coloquio de los perros


Se trata de dos novelas distintas, pero el autor dispuso la segunda como
continuación o parte de El casamiento. El casamiento engañoso atesora mucha gracia y
picardía socarrona. Toda la maliciosa intención de que era capaz Cervantes se afila aquí
para trazar la silueta de los dos personajes que contraen el engañoso matrimonio, para ver
quién engaña a quién. El alférez Campuzano es un valentón presumido (uno de los
muchos que creó Cervantes), y acepta en matrimonio a doña Estefanía de Cacedo, señora
de la vida libre, que se le ofrece con propósito de arrepentida, engatusándole con la

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solicitud de regalarle y servirle, y sobre todo con la exhibición de un rico ajuar
doméstico que no bajaba de dos mil quinientos ducados. Después del matrimonio, doña
Estefanía se larga con las menguadas riquezas del pobre Campuzano, dejándole de regalo
catorce cargas de bubas, de las que tiene que curarse tomando cuarenta sudores en el
hospital.
Aquí se anuda la segunda historia. En la penúltima noche que pasa ahí, los
dos perros del hospital –Cipión y Berganza- tumbados tras la cama de Campuzano,
favorecidos por especial gracia del cielo con la facultad de hablar durante una sola noche,
tienen el largo y ejemplar coloquio con que se cierra la serie de las novelas.
El Coloquio sigue las normas de la novela picaresca; Berganza, que es el
verdadero protagonista –ya que Cipión se limita a comentar los dichos de su compañero,
subrayando sus ideas o estimulando sus confidencias-, ha sido perro de muchos amos, y
cuenta en primera persona sus andanzas al servicio de gentes de muy diverso pelaje y
condición. Con este recurso, y teniendo en cuenta que ante el perro nadie se recata de
hablar o de actuar, Berganza despliega ante los ojos de su colega y del lector el más
variado panorama de la vida española, vista en escorzo caricaturesco y enjuiciada con tan
acerba como divertida sátira; porque el incomparable humor cervantino si de un lado
modera y humaniza la crudeza de su requisitoria, hace mayor la eficacia de sus bien
dirigidos ataques. Muy pocas personas y clases sociales se evaden del cuadro. Amezúa
considera que el Coloquio representa un profundo desahogo, las Memorias íntimas de
Cervantes.
El perro Berganza constituye una metáfora clara, valiente y acusadora,
donde late toda la intención de su sátira, que denuncia desde las páginas de una novela,
ya que no puede hacerlo de oficio, los robos y abusos que cometían los administradores
de la Hacienda.

La tía fingida
Es una novela anónima que acompañaba al Rinconete y Cortadillo y a El
celoso extremeño en el códice de Porras de la Cámara. Algunos críticos la atribuyen a
Cervantes, por afinidades de estilo, pero otros rechazan la autoría de Cervantes.

Bibliografía
ALBORG, Juan Luis, Historia de la literatura española, Gredos, Madrid, 1993.
CANAVAGGIO, Jean, dir., Historia de la Literatura Española. III. El Siglo
XVII, Barcelona, Ariel, 1995.

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