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Cortés debió también ocuparse de solventar disturbios entre sus tropas ibéricas también. El campamento
estaba dividido: algunos apoyaban el ataque de Tenochtitlan por venganza o ambición, mientras que otros
sólo deseaban abandonar la conquista, o al menos regresar a Veracruz y esperar refuerzos allí. Cortés se
encargó de convencer a esta segunda facción, ya que la suerte de toda su empresa dependía de terminar lo
que habían empezado. Al haber desafiado al gobernador de Cuba Diego Velázquez de Cuéllar,
desobedeciendo sus órdenes y asimilando a su fuerza punitiva comandada por Pánfilo de Narváez,12 el
conquistador era consciente que, de regresar bajo compromiso, sería considerado un traidor a España y
juzgado como tal, mientras que todo sería perdonado si derribaba el imperio mexica y lo convertía en
territorio español.3
Asedio
Preparativos
Cortés invirtió los primeros meses de su ofensiva en someter o aliarse con pueblos tributarios de los aztecas,
como Tepeyac, Yauhtepec y Cuauhnahuac. Sabedor ahora de que los puentes de Tenochtitlan le suponían
un terreno densamente desventajoso, Cortés ordenó la construcción de trece bergantines cañoneros que le
servirían para controlar los lagos circundantes. Los navíos se ensamblaron en la base aliada de Tlaxcala, a
cargo del maestro armador Martín López, mientras Cortés recibía en Veracruz a tres barcos de suministros
que iban originalmente dirigidos a Narváez. También adjuntó a sus fuerzas pequeñas expediciones
mandadas por el gobernador de Jamaica, Francisco de Garay, con destino a Panuco, así como otro
contingente aliado tlaxcalteca enviado por Xicohténcatl el Viejo al mando de Chichimecatecle. En Navidad
de 1520, Cortés hizo desplazar sus fuerzas y barcos a una ciudad aliada mejor situada, Texcoco, desde la
que podría acceder al mayor de los lagos.13
El 22 de mayo, Cortés inició el ataque dividiendo a sus fuerzas. A Pedro de Alvarado, acompañado de su
hermano Jorge, Gutiérrez de Badajoz y Andrés de Monjaraz, le ordenó posicionarse con parte de los
tlaxcaltecas en Tacuba; Cristóbal de Olid, secundado por Andrés de Tapia, Francisco Verdugo, y Francisco
de Lugo, fue puesto en cargo de Coyohuacan con otra hueste de Tlaxcala; Gonzalo de Sandoval, junto con
Luis Marín y Pedro de Ircio, lo fue de Ixtlapalapan, otra localidad estratégica, apoyado por guerreros de
Chalco y Huexotzinco; y el propio Cortés, por último, se puso al mando de la flota de bergantines.3 13 Las
mujeres soldado del contingente español, como Isabel Rodríguez, Beatriz de Palacios y Beatriz Bermúdez
de Velasco, se unieron también en estas compañías.14
Primeras escaramuzas
Las fuerzas al mando de Alvarado y Olid se desplazaron a Chapultepec a fin de cortar el suministro de
agua de los aztecas, ya que la mayor parte de este llegaba a Tenochtitlan desde acueductos situados allí. En
el transcurso de la misión se toparon con las tropas aztecas cerca del puente de Tlacopan, resultando en una
escaramuza en la que españoles y tlaxcaltecas debieron detenerse ante el fuego enemigo, llegado desde
guerreros en tierra y tripulantes de canoas en el agua.13 15 Al mismo tiempo, las embarcaciones de Cortés
se topaban con otra flotilla de casi un millar de canoas, a las que vencieron gracias a una brisa favorable.
Cortés se reunió con las fuerzas de Olid para reagruparse.15
Cortés comenzó un avance conjunto por los puentes, utilizando los bergantines para invalidar el empuje
naval mexica y mover refuerzos a donde fuera necesario. Sin embargo, este plan fue deducido por
Cuauhtémoc, que mandó construir trampas y estacadas en tierra y agua para tratar de detener a la flota y la
caballería españolas.13 Cortés comprobó que era inútil emplear ataques relámpago para degradar estas
defensas, ya que los aztecas aprovechaban sus retiradas nocturnas para recuperar valerosamente los puentes
y barricadas que perdían por el día. Por ello, cambió de planes, ordenando a las tropas que acamparan en
los propios puentes sin retirarse y que los jinetes durmieran con los caballos ensillados y preparados.13
Mediante paciencia y tenacidad, las huestes españolas y tlaxcaltecas comenzaron a ganar terreno de manera
consistente hacia la ciudad.3
Con el control de los puentes, los sitiadores se aseguraron de que dejara de llegar reaprovisionamiento
fluvial a la ciudad, empleando botes pequeños para combatir a los convoyes de canoas. Sin embargo, la
defensa mexica no cejaba, y en un determinado momento tendieron una emboscada a los guerrilleros,
abatiendo a los capitanes Juan de la Portilla y Pedro Barba junto con gran cantidad de tlaxcaltecas.13
Precaviéndose de intentos posteriores, Cortés se enteró de otra emboscada tras interrogar a dos capitanes
aztecas capturados, por lo que tendió una contraemboscada que se saldó con numerosas muertes y
prisioneros. Tras este revés, los aztecas dejaron de emprender celadas, y algunas poblaciones de la costa,
como Iztapalapa, Churubusco, Culiacán y Mixquic se rindieron.13
Confrontaciones mayores
El día de San Juan, Cuauhtémoc ordenó marchar contra los tres campamentos simultáneamente. En medio
de la refriega, Pedro de Alvarado se vio obligado a ejecutar una temeraria carga de caballería por el puente
que cruzaba el lago de Texcoco (hoy en día conocido como Puente de Alvarado en Ciudad de México), en
donde se vio rodeado de canoas bloqueando su retirada. Alvarado y ocho jinetes lograron escapar con sólo
heridas, pero cinco fueron capturados vivos por los aztecas y llevados a los templos cercanos para ser
sacrificados, cuya algazara podía ser vista desde las líneas aliadas. Cortés decidió llevar a cabo una
represalia inmediatamente, pero los aztecas descubrieron un hueco en su avance y causaron grandes bajas
en sus filas, hasta el punto de que el propio Cortés fue capturado y sólo pudo escapar gracias al sacrificio de
su mayordomo Cristóbal de Guzmán y de Cristóbal de Olea (quien ya le había salvado la vida
anteriormente en Xochimilco). Alrededor de sesenta españoles fueron tomados y sacrificados de nuevo.6
En los espacios entre los combates, Cuauhtémoc utilizó tácticas de guerra psicológica contra los sitiadores,
no sólo sacrificando a prisioneros en las posiciones más visibles cada noche, sino también mandando
arrojar las cabezas, las manos, los pies y las pieles de las víctimas a los campamentos enemigos. El cronista
Bernal Díaz del Castillo llegó a describir que los aztecas cometían canibalismo, devorando los restos de los
cadáveres ya fueran españoles o indígenas.13 Como resultado de estos actos, los cristianos tomaron la
costumbre de dar gracias a Dios, al final de cada día de batalla, por no haber sido capturados y sometidos a
los mismos tormentos. A causa de los continuos combates sin avance previsible, los ejércitos de varios
estados aliados abandonaron el sitio, aunque no cambiaron de bando, ya que su odio hacia los mexicas no
había hecho más que crecer por las afrentas a sus cautivos.6
Sin ceder a este revés, Cortés cambió de
estrategia y ejecutó un estancamiento con las
tropas que le quedaban. Dejando transcurrir el
tiempo para que las provisiones en
Tenochtitlan se vieran mermadas, mandó
demoler todas las ciudades cercanas y
transportar los escombros para llenar canales y
cerrar calzadas y puentes, montando
posiciones defensivas desde las que hostigar a
los mexicas.6 Además, sus ingenieros
descubrieron un método para quebrar las
estacadas fluviales mexicas, lo que permitió a
los bergantines maniobrar libremente en los
lagos. Tras doce días de cuidadosas victorias,
varias de las tribus aliadas regresaron al lado
español.13 Cuauhtémoc atrajo a su causa a
gentes de Matlazingo, Malinalco y Tulapa,
que atacaron a los sitiadores por la Ataque anfibio a Teciquahtitla de las fuerzas españolas y
retaguardia, pero Gonzalo de Sandoval y tlaxcaltecas. Se observa a la Malinche y a Cortés.
Andrés de Tapia, saldándose con la captura de Reproducción de 1773 del original Lienzo de Tlaxcala de
dos de los caciques de Matlazingo.13 1584.
Los españoles y los aliados que les quedaban avanzaban cada vez más hacia la ciudad, aunque la
resistencia azteca seguía siendo encomiable y les dificultaba la victoria. Esta, sin embargo, se acercó
decisivamente con la llegada de una serie de suministros desde Vera Cruz, permitiéndoles preparar el asalto
final.3 13
Entrada en la ciudad
Cuando Cortés divisó el momento propicio, ordenó el ataque final contra las posiciones de la ciudad,
mandando a las tropas de los tres campamentos que tomaran el distrito de Tlatelolco, la entrada a
Tenochtitlan. La compañía de Alvarado llegó primero, capturando el baluarte azteca y plantando la bandera
española en la cúspide del templo de Huichilopotzli, mientras que las partidas de Cortés y Sandoval se
unieron tras cuatro días más de lucha.13
Una vez los sitiadores accedieron al recinto, los aztecas custodiaron su ciudad con ardor en un lapso de
guerra urbana, pero fueron derrotados a causa de su debilitamiento, y algunos de ellos optaron por volver
atrás y sacrificar a todos los prisioneros que encontraron. Del resto, muchos aprovecharon el caos para
escapar de la ciudad antes de que la resistencia de la mayor parte de los distritos fuera doblegada. En aquel
momento, viéndose por fin capaces de
vengarse de la centenaria opresión azteca, los
aliados indígenas de Cortés procedieron a
ensañarse con la población de la ciudad,
masacrando a los ciudadanos y capturándolos
para ser sacrificados en sus propios templos,
hasta el punto de que se dice que 15.000
mexicas fueron apiolados sólo el primer día.
Cortés había dado órdenes a los aliados
indígenas de no excederse, pero la enorme
superioridad numérica de éstos les volvía
imposibles de controlar para los españoles.6
Tras la batalla
Cuando Cuauhtémoc fue traído ante Cortés, este
demandó el oro perdido durante La Noche Triste.
Sólo bajo intensa tortura el señor azteca habló,
confesando que habían arrojado los tesoros al lago.
Véase también
Conquista de México
Historia de México
Origen de los mexicas
Referencias
1. Raúl Pérez López-Portillo (2002). Historia breve de México. Madrid: Sílex Ediciones, pp. 55.
ISBN 84-7737113-X.
2. López-Portillo, 2002: 54-55
3. Hassig, Ross (1994). Mexico and the Spanish Conquest. New York: Longman.
4. Spencer C. Tucker (2010). Battles That Changed History: An Encyclopedia of World Conflict.
Santa Bárbara: ABC CLIO, pp. 157. ISBN 978-1-59884-429-0. Estima la tropa de Cortés en
184 arcabuceros, ballesteros y hombres de armas, 86 jinetes y 700 infantes españoles.
5. David Marley (2008). Wars of the Americas: A Chronology of Armed Conflict in the Western
Hemisphere, 1492 to the Present. Santa Bárbara: ABC-CLIO, pp. 35. ISBN 978-1-59884-
101-5.
6. Robinson, Charles The Spanish Invasion of Mexico 1519–1521, London: Osprey, 2004
7. The Essential History of Mexico: From Pre-Conquest to Present (https://books.google.com/b
ooks?id=m7VmCgAAQBAJ&pg=PT49&lpg=#v=onepage&q&f=false).
8. Marco Antonio Cervera Obregón (2011). "Guerreros Aztecas". Ediciones Nowtilus
9. Grant, R. G. (2017). 1001 Battles That Changed the Course of History. p. 252.
10. Warfare and Armed Conflicts: A Statistical Encyclopedia of Casualty and Other Figures,
1492–2015, 4th ed. (https://books.google.com/books?id=kNzCDgAAQBAJ&pg=PA31&lpg=#
v=onepage&q&f=false).
11. Black, Jeremy, ed. World History Atlas. Londres: Dorling Kindersley, 2000.
12. Conquistadors, with Michael Wood (http://www.pbs.o/conquistadors/cortes/cortes_flat.html)
(enlace roto disponible en Internet Archive; véase el historial (https://web.archive.org/web/*/http://www.
pbs.o/conquistadors/cortes/cortes_flat.html), la primera versión (https://web.archive.org/web/1/http://w
ww.pbs.o/conquistadors/cortes/cortes_flat.html) y la última (https://web.archive.org/web/2/http://www.pb
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13. Diaz, B., 1963, The Conquest of New Spain, London: Penguin Books, ISBN 0140441239
14. Francesco Saverio Clavigero (1844). Historia antigua de México y de su conquista: sacada
de los mejores historiadores españoles y de los manuscritos y pinturas antiguas de los
indios : dividida en diez libros, adornada con mapas y estampas, e ilustrada con
disertaciones sobre la tierra, los animales y los habitantes de México, Volumen 2. Lara.
15. León-Portilla, Miguel (Ed.) (1992) [1959]. The Broken Spears: The Aztec Account of the
Conquest of Mexico. Ángel María Garibay K. (Nahuatl-Spanish trans.), Lysander Kemp
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16. "General History of The Things of New Spain." de Sahagun, Bernardino. The Human
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17. Códice Florentino. Bernardino de Sahagún 1578-1580. 1979: III, 490r: XII, 40
18. Códice Telleriano-Remensis 1562-1563. 1899: 2v
19. Civilización Azteca « Historia (http://cshistorica.wordpress.com/category/civilizaciones-antig
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Bibliografía
Esquivel, Gloria (1996). Historia de México. Oxford: Harla.
Moreno, Salvador (1995). Historia de México. México: Ediciones Pedagógicas.
Treviño, Héctor (1997). Historia de México. México: Castillo.
Enlaces externos
Hernán Cortés: Página de Relación (http://www.motecuhzoma.de/start-es.html)
Documental: En la línea de Fuego. "La venganza de Cortés" (https://www.youtube.com/watc
h?v=ch8vubcjuGc)
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