Está en la página 1de 2

En este tiempo se habla de la masividad de los medios comunicativos como si de

algo fantástico se tratase, cuando tan sólo, hace unos cuantos siglos atrás, hacer
que llegara una carta de un continente a otro era una labor que llevaba días.

La velocidad con la que avanzamos tecnológicamente en las últimas décadas no


tiene precedentes, es incomparable con la del resto de la historia de la humanidad.
Y en vez de detenerse, se hace cada vez más rápida.

Quizás sea la velocidad con la que se trabaja en el capitalismo, misma velocidad


con que se contamina el suelo, muere gente, se contamina el suelo y aparecen
nuevos millonarios que viajan al espacio.

La velocidad con la que nos comunicamos es cada vez más rápida, como si
viviéramos en una aldea global. Como si todos fuéramos vecinos que se pueden
hablar con la facilidad de tan solo salir y tocar la puerta de la casa continua.

Cada vez convivimos más sin vernos, nos acercamos más sin tocarnos. No es
algo que hayamos decidido todos, pero es el camino que la mayoría estamos
tomando.

Es como como caminar rápidamente hacia un precipicio, exceptuando que al


fondo de él nos espera una horrible caída y con ella la muerte. En cambio, la
liquides de nuestro tiempo no es así.

Nos movemos rápidamente hacia el terreno desconocido, sí, pero no es


necesariamente malo. Es sólo un andar hacia un futuro en el que todos estamos
conectados.
Como un gran cerebro.

También podría gustarte