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FACULTAD DE HUMANIDADES

CARRERA DE PSICOLOGÍA

PROGRAMAS COGNITIVO CONDUCTUALES PARA NIÑOS


HOSPITALIZADOS
Universitarios : Andrade Ledezma Seyla
Barrientos Paracta Cleyson
Chávez Castro Helen
Lima Chambi Katherine Nadia
Limachi Chambi Juan Carlos
Martínez Mendoza Cristina Cintya
Moscoso Villagra Hamer Junior

Materia : Psicología Cognitivo Comportamental II


Docente : Lic. Luis Alberto León Navia
Curso : “3°A”
Fecha : 12 de Noviembre de 2020
SUCRE - BOLIVIA
PROGRAMAS COGNITIVO CONDUCTUALES PARA NIÑOS
HOSPITALIZADOS
 Introducción:
Durante su desarrollo el niño se enfrenta a eventos que plantean demandas difíciles de
satisfacer, algunos propios del proceso evolutivo y otros referidos a situaciones específicas.
La hospitalización es uno de estos estresores, cuyas repercusiones negativas más
frecuentes son alteraciones emocionales y comportamientos disruptivos a corto, medio e
incluso largo plazo. La hospitalización infantil no es un fenómeno unitario, sino que abarca
un conjunto de estresores, capaces de generar por sí solos respuestas de estrés.
Los niños hospitalizados conforman una población altamente vulnerable a padecer
dificultades, no sólo en lo relacionado con su estado físico, sino también en su estado
emocional, en el que el miedo, los temores, la angustia, la separación de sus seres queridos,
el nuevo ambiente, entre otros factores, pueden afectar su pronta recuperación, sus
relaciones sociales, sus vínculos afectivos; así como generar fobias, trastornos afectivos y
consecuencias en su desarrollo socioemocional.
Según Fernández Castillo y López Naranjo (2006), la hospitalización puede representar
para el niño una situación que incrementa su propia vulnerabilidad, al encontrarse inmerso
en una serie de estímulos estresantes y, posiblemente, amenazantes para su integridad
física, lo cual genera alteraciones emocionales, cognitivas y de comportamiento.
Berenbaum y Hatcher (1992); por otro lado, la hospitalización infantil no sólo es
estresante para el niño, sino también para sus padres más aún, en algunos casos se constata
que los progenitores experimentan mayor grado de malestar.
Brophy y Erickson (1990) postulan la existencia de una relación curvilínea entre ansiedad
materna y nivel de activación cardíaca del hijo.
Davies (1984) halló una correlación positiva entre ansiedad de las madres y alteraciones
conductuales mostradas por los niños hospitalizados.
Los estudios de Daniels (1987) Wertlieb, Hauser y Jacobson (1986) constataron que el
estrés de los padres dificultaba la adaptación del niño a la hospitalización. Así pues, el
estrés y la ansiedad de los padres afecta directamente al niño.
Por esta razón los programas con pacientes pediátricos deben dirigirse también a los padres
y a otras personas significativas del entorno del niño para lograr dos objetivos:
a) Reducir el estrés y la ansiedad de los padres, de modo que no influyan
negativamente en sus hijos.
b) Enseñarles procedimientos para que ayuden a sus hijos a afrontar la
hospitalización.
De lo contrario, un afrontamiento inadecuado de la experiencia hospitalaria por parte de los
padres complica el problema, porque en vez de desempeñar el papel de eficaces figuras de
apoyo para el niño, incrementan el estrés infantil.
Peterson y Mori (1988) distinguen tres tipos de preparación a la hospitalización:
a) Preparación para potenciales hospitalizaciones futuras.
El objetivo de estos programas es preparar a los niños por anticipado ante la
posibilidad de que ingresen por urgencias, por ejemplo un accidente de tráfico,
situación en la que no hay tiempo para llevar a cabo una adecuada acción
preparatoria.
b) Preparación de pacientes pediátricos que van a ser sometidos en el hospital a
procedimientos médicos no quirúrgicos, como inyecciones, extracciones de sangre,
retiradas de moldes, punciones lumbares, aspiraciones de médula ósea, hidroterapia
para quemados, que son ingresados para el tratamiento no quirúrgico de su
enfermedad, como crisis asmáticas graves, cuadros de deshidratación, ataques
epilépticos.
c) Preparación de pacientes pediátricos hospitalizados para una intervención
quirúrgica. La mayoría de los programas de preparación a la hospitalización se
aplica en casos de cirugía programada, que permite preparar al niño para enfrentarse
a la operación que va a sufrir.

La psicología ha demostrado la eficacia de diferentes técnicas para controlar el estrés


infantil. Algunas de ellas han sido investigadas y empleadas en la hospitalización infantil
(Azarnoff y Woody, 1981; Peterson y Ridley-Johnson, 1980).
Para Melamed y Ridley-Johnson (1988) lo esencial de un entrenamiento cognitivo
conductual es la sensación de dominio y control que las habilidades adquiridas
proporcionan al niño, además de su posible generalización a ambientes distintos del
contexto médico donde se ha llevado a cabo el aprendizaje.

 El desarrollo del niño, el miedo y la enfermedad:


Ahora es conveniente referirse a las posibles vías por las que el niño puede adquirir algún
tipo de miedo, para comprender las respuestas emocionales, cognitivas y comportamentales
que generan en el paciente pediátrico la hospitalización y su enfermedad.
En el proceso de adquisición de los miedos en los niños, en este caso menores que han
padecido o padecen una situación hospitalaria, las tres vías de adquisición del miedo, como
lo sugiere Rachman (1987), son las siguientes:
 La primera se refiere al condicionamiento.
 La segunda corresponde al aprendizaje observacional o aprendizaje vicario.
 La tercera hace referencia a la transmisión de información.
Según Papalia (Gallar, 2002), los niños enfermos padecen mayor angustia y niveles de
ansiedad, dado que se encuentran ante un intenso estrés al sufrir alguna enfermedad o
cuando son sometidos a la aplicación de procedimientos quirúrgicos, posiblemente
agresivos o dolorosos. A medida que el niño va creciendo y desarrollando sus procesos
cognitivos, va comprendiendo la enfermedad y aumentando la incertidumbre frente a lo que
se está enfrentando, lo cual genera en él mayor estrés y ansiedad si no ha recibido una
adecuada “educación para la enfermedad”, que le permita concebir y afrontar la experiencia
hospitalaria.

 La Hospitalización:
Cuando una persona ingresa en un hospital, inevitablemente desarrolla en menor o mayor
grado una sensación de temor que en el paciente supone un problema de tipo emocional
(ansiedad, depresión), cognitivo (dificultad para el aprendizaje) y motivacional,
acompañado de una disminución de su autoestima (Gallar, 2002).
Es un hecho que el hospital en sí mismo es un agente estresante para el niño, que por una
parte representa un lugar que proporciona alivio y curación, y por otra, lo percibe como un
sitio desagradable, donde el cuerpo está sometido a experiencias dolorosas que involucran
otras situaciones estresantes, como cambios en los hábitos del niño, nuevos horarios, la
separación de sus padres y amigos, la falta de estimulación social, escaso control de las
situaciones y ausencia del ambiente familiar típico (Valdés, 1995; Gallar, 2002; Montoya,
2002).

 Programas y técnicas:
La investigación con población infantil hospitalizada se ha trabajado de manera
interdisciplinaria, para brindar una mejor estancia y recuperación del paciente pediátrico.
Los temas de interés se han desarrollado en torno a las redes de apoyo, el papel de los
padres, del trabajo el personal hospitalario, las emociones y los estados de ánimo del niño,
los miedos y temores en los niños y padres, las consecuencias de la hospitalización, las
estrategias de intervención durante la hospitalización para mejorar su estado de ánimo entre
otras, en las que está presente la labor del psicólogo durante esta situación de
hospitalización.
Christian, Ramos, Susanibar y Balarezo (2004) realizaron una revisión bibliográfica para
determinar los beneficios de la risoterapia, y concluyeron que una de las debilidades es
que esta técnica, que genera aportes en la salud mental y física de las personas, no ha sido
incluida como tema de investigación en los hospitales.
La alegría, el humor y la risa favorecen el equilibrio bioquímico del organismo,
contribuyen a que las hormonas segreguen correctamente, de tal manera que alivie la
ansiedad y permita sobrellevar las frustraciones y la enfermedad.
El afrontamiento optimista de la vida puede aumentar la esperanza de vida, disminuir
accidentes cerebro–vasculares, acelerar la recuperación luego de accidentes traumáticos y
disminuir, entre otros, la dermatitis alérgica (Lupiani, 2005).
La musicoterapia también se está empleando como técnica para mejorar el estado
emocional de los niños hospitalizados. La Nacional Association for Music Therapy
(NAMT) la define como el uso de la música en la consecución de objetivos terapéuticos,
contribuyendo al mantenimiento e incremento de la salud física y mental. La musicoterapia
en el ámbito hospitalario ayuda a reducir la tensión, brinda una sensación confortable en el
niño, facilita la expresión de sentimientos y promueve movimientos e imitaciones.
En la actualidad, la musicoterapia está siendo empleada con rigurosidad científica y
metodológica, lo cual permite que el niño hospitalizado interactúe de forma activa cuando
juega y canta; de forma receptiva, cuando escucha; y de forma receptivo–activa cuando es
apoyo de otras actividades o ejercicios (Serradas, 2006).

 Auto verbalizaciones/Auto instrucciones:


El procedimiento habitual consiste, por un lado, en implementar nuevas auto
verbalizaciones concretas o reglas que le sirvan al niño de guía durante el afrontamiento de
situaciones estresantes y, por otro, en eliminar, incrementar o adaptar las auto
verbalizaciones automáticas del niño al enfrentarse a los estresores (Ruiz, 1995).
Por el contrario, los autores han empleado los siguientes autos verbalizaciones positivas
para afrontar la hospitalización:
 «Estaré mejor dentro de un momento», «todo va a ir bien» (Peterson y Shigetomi,
1981).
 «Puedo controlar la situación», «éste es un buen doctor» (Melamed y Ridley-
Johnson, 1988).
 «No me gusta esto, pero puedo manejarlo» (Jay y Elliot, 1990).
 «Sé que puedo hacerlo» (Jay, Elliot, Katz y Siegel, 1987).

Aunque los autores no ofrecen datos concretos de su estudio, extraen tres conclusiones.
 Primera: La semana previa al ingreso es un período crítico para generar estrés.
 Segunda: los padres deben participar en estos programas y asumir un papel activo
en la preparación individual de su hijo.
 Tercera: el entrenamiento en inoculación de estrés es una técnica de preparación
efectiva, especialmente con respecto al aumento de conductas de afrontamiento para
la hospitalización.
 Estudios de comparación de tratamientos:
Zastowny, Kirschembaum y Meng (1986) prepararon a los padres y ampliaron la
investigación de Peterson y Shigetomi:
a) Añadiendo una evaluación pre hospitalaria.
b) Aumentando el tiempo de entrenamiento en habilidades de afrontamiento para permitir
la práctica de las conductas aprendidas.
c) Facilitando una detallada explicación conceptual de la intervención. Los grupos que
compararon en este estudio fueron:
1. Información: Se instruyó a los padres para que dedicaran más tiempo a su hijo
durante la semana anterior a la hospitalización, como mínimo una hora,
sugiriéndoles la realización conjunta de actividades placenteras, por ejemplo jugar,
pasear por el parque. Además se les entregó un folleto que destacaba el valor de las
actividades agradables como facilitadoras de respuestas positivas del niño al estrés.
2. Reducción de ansiedad: Se proyectó a los padres una videocinta educativa sobre la
conceptualización del estrés de acuerdo con la teoría de Melzack (1973).
Posteriormente recibieron una explicación de quince minutos y un folleto con
sugerencias para disminuir su malestar mediante autoobservación en situaciones de
estrés, relajación, minimización de los eventos estresantes y actividades como
ejercicio o conversación con los amigos sobre manejo del estrés.
3. Habilidades de afrontamiento: Se les describió a los padres a través de
filmaciones de vídeo la teoría de Melzack, la inoculación de estrés de
Meichenbaum (1975) y el uso de habilidades de afrontamiento. Vieron una
videocinta en la que un padre y un niño practicaban respuestas de afrontamiento en
situaciones de estrés hospitalario seleccionadas, como análisis de sangre o la toma
de la medicación antes de la operación. Por último, se les entregó a los padres un
libro titulado «Buenos pensamientos: Una historia de hospital», para que rellenaran
junto con el hijo los espacios en blanco con las auto instrucciones aprendidas. Se
debían llevar a cabo estas tareas para casa al menos tres veces (una hora) en los siete
días anteriores a la hospitalización. Se resaltó el papel de los padres como
«entrenadores de afrontamiento».

 Actitudes del Niño(a) Frente a la Hospitalización:


Cuando un niño es hospitalizado, cambia su vida de repente. El hospital pasa a ser su
espacio vital, durante días, semanas o meses, se convierte en su mundo, desaparecen la
casa, la escuela, el barrio, los hermanos y los amigos. Se interrumpen las actividades
usuales de juego, estudio y descanso.
Desde hace mucho tiempo se sabe que la permanencia en un medio institucional restrictivo,
como el hospital, hace que el niño asuma diferentes actitudes, como serian:

1. El niño hospitalizado se siente enfermo, abandonado por su familia, el niño no


entiende porque para estar bien, tiene que estar sólo. Si el niño se siente sólo, es más
propenso a estar triste, se desarrolla estrés y bajan las defensas.
2. El niño hospitalizado se siente con dolor, con desconcierto, depresión, miedo, rabia
y aislamiento social.
3. El niño hospitalizado busca compañía y afecto de un familiar u otra persona.
4. El niño hospitalizado tiene respuestas negativas a una mala hospitalización:
trastornos de conducta, retardo en el desarrollo, depresión y llanto; puede perder el
deseo de vivir.
5. A la tristeza que siente el niño o la niña, por la ruptura con el ambiente que le es
familiar, se une el aburrimiento. El medio hospitalario es pobre en estímulos, su
ritmo de actividades es monótono y repetitivo.
6. El niño hospitalizado tiene respuestas positivas a una buena hospitalización: si hay
buenos vínculos afectivos, el niño entiende que lo quieren y se adapta mejor. Si el
niño entiende la hospitalización, tiene mejor disponibilidad para el tratamiento.

 Como Mejorar la Hospitalización de los Niños y Niñas:

1. Explicar cuidadosamente y por anticipado cada intervención con términos y


conceptos adecuados al nivel del desarrollo del niño.

2. Fomentar la permanencia nocturna de la madre con el niño lactante y preescolar.

3. Buscar que para todos los niños las visitas sean diarias.

4. Favorecer programas recreativos, antes y después de intervenciones, que ayuden a


los niños a expresar la ansiedad jugando.

5. Si es necesaria la hospitalización deben tenerse presentes las necesidades de padres


y niños.

6. Explicarle a los padres, que es posible que en el hospital sus hijos presenten
conductas regresivas, a pesar de su esfuerzo por apoyarlos, para que no sientan esto
como fracaso personal.

7. Ofrecer oportunidades de relación psicoterapéutica de apoyo para niños y padres.


8. El acompañamiento de la madre en pre y post-anestesia, da al niño la sensación de
continuidad.

9. Posibilitar a padres y niños hacer preguntas antes y después de la cirugía, para


subsanar la ansiedad y superar concepciones erróneas.

10. Buscar que los niños no pierdan su rol escolar.

 Habilidades de afrontamiento
La hospitalización requiere del uso de recursos y estrategias personales para afrontarla con
el fin de disminuir o eliminar sus posibles efectos negativos a nivel cognitivo, emocional
y/o conductual, y que se pueden manifestar a corto, medio y largo plazo.
Sin embargo, la existencia de habilidades de afrontamiento en el repertorio conductual del
niño no es condición suficiente para que se produzca un afrontamiento adecuado, pues el
niño puede desconocer cómo, dónde y cuándo aplicarlas durante la hospitalización o
carecer de motivación para usarlas. Por ello, un programa de preparación puede ser más
eficaz si, además de informar, entrena al niño en la adquisición, práctica y refuerzo de las
conductas de afrontamiento apropiadas en este ambiente (Méndez, Ortigosa y Pedroche,
1996)
Habitualmente, los programas de preparación psicológica basados en el entrenamiento en
habilidades de afrontamiento con niños hospitalizados suelen introducir preferentemente la
relajación/respiración profunda, la distracción/imaginación y las auto-instrucciones/auto-
verbalizaciones.
El entrenamiento en relajación muscular y respiración profunda tienen las mismas
características de las variantes utilizadas en contextos clínicos, sólo que adaptando el
procedimiento a las peculiaridades de la situación hospitalaria, como la exigencia de
llevarlos a cabo en un período de tiempo muy corto (Méndez y Ortigosa, 2001)
Las estrategias distractoras y de imaginación utilizan escenas placenteras a menudo en
combinación con la relajación muscular y la respiración. El procedimiento consiste en
solicitar al niño que imagine vívidamente una escena que sea relajante para él y le haga
sentirse tranquilo y feliz. Al principio es necesario que describa dicha escena para valorar
su capacidad de creación y mantenimiento de imágenes mentales. De esta forma se
comprueba que focaliza su atención en imágenes sugerentes, relajantes, de gran fuerza
emotiva y que no se centra en estímulos que le producen ansiedad.
Conclusiones:
La hospitalización pediátrica es estresante para el niño y sus padres, aunque diferentes
variables moduladoras como la edad, el tipo de hospitalización, la calidad de la
comunicación médico-paciente, entre otras, modulan cómo vivencia el niño dicha
experiencia. Debido a los estudios que informan de los efectos negativos que tienen la
hospitalización sobre el niño se considera aconsejable la implementación de programas de
preparación psicológica que amortigüen la alteración emocional y conductual ante la
hospitalización en general y/o los procedimientos médicos en particular.
Los programas de preparación psicológica constan de diversos métodos procedentes
preferentemente del campo de la modificación de conducta adaptados a las circunstancias y
peculiaridades del niño hospitalizado.
En estudios controlados, estos procedimientos han demostrado ser eficaces a la hora de
controlar las manifestaciones emocionales y conductuales reactivas a la hospitalización. Sin
embargo, a pesar de la cada vez mayor evidencia experimental a favor de la eficacia y
utilidad de estos programas de preparación, el camino que lleva a la completa implantación
dentro de la rutina hospitalaria se antoja lento y largo.
Afortunadamente están emergiendo iniciativas en España que están teniendo una buena
acogida por parte de los directivos y el personal sanitario, conscientes de que, ante todo, el
bienestar del niño no es labor exclusiva de un solo colectivo, sino que corresponde a más de
una disciplina, entre ellas la Psicología.
Algo importante ha sido la creación e implementación de programas y técnicas
psicoeducativas, a fin de disminuir el miedo, el temor y el nivel de ansiedad en los niños.
Algunas de las técnicas implementadas se basan en la pedagogía hospitalaria, en la
organización de aulas hospitalarias y en la formación en promoción y prevención para los
niños no hospitalizados, los hospitalizados, el personal sanitario y los padres o cuidadores.
Otras de ellas parten de conceptos teóricos claros para disminuir los niveles de ansiedad
mediante la inoculación del estrés, la relajación, le reestructuración cognitiva, el
entrenamiento en habilidades para el afrontamiento, el autocontrol, la expresión de
sentimientos y la aceptación, apoyadas en procedimientos lúdicos terapéuticos como las
ludotecas, los juegos, los doctores clown, el arte, la música, la terapia asistida con animales,
los cuales pueden facilitar la adquisición y acomodación de nuevos conceptos en el niño y
contribuir a un mejor aprendizaje . Estas técnicas, que parten de la lúdica como estrategia,
pueden facilitar a su vez la estancia del niño en el hospital, haciéndola más familiar y
amena, y en consecuencia, menos estresante e incómoda.
En resumen, son necesarios más estudios controlados que repliquen y amplíen los
resultados alcanzados que, sin ser concluyentes, apuntan la utilidad de la preparación
sistematizada a la hospitalización infantil.
Referencias Bibliográficas:
 Alonso, L.; A, d. y Romero, K. (2006). Una experiencia pedagógica hospitalaria
con niños en edad prescolar. Educere. Investigación arbitrada, 10(34), pp.455-462.

 Davies, W. (2006). Introducción a la Musicoterapia. Teoría y práctica Barcelona:


Boleau.

 Aparicio López, M. C. (2003). Calidad de vida en pacientes pediátricos con


enfermedad renal crónica y su repercusión psicológica en sus padres. (Memoria
para optar al grado de Doctor). Madrid: Universidad complutense de Madrid.
España.

 Curarte. Grupo Interuniversitario de investigación sobre Creatividad y juego en


niños hospitalizados. (2004). Los niños en los hospitales de Castilla y León.
Disposición y organización de espacios, tiempos y juegos en la hospitalización
infantil.

 https://www.yumpu.com/es/document/read/14880631/ansiedad-y-miedos-en-ninos-
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 http://opendata.dspace.ceu.es/bitstream/10637/1890/1/Programas_A_Polaino
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 https://www.researchgate.net/profile/Juan_Ortigosa/publication/239592688_Prepara
cion_a_la_hospitalizacion_infantil_I_Afrontamiento_del_estres/links/0a85e532c63e
d4fd12000000/Preparacion-a-la-hospitalizacion-infantil-I-Afrontamiento-del-
estres.pdf

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