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(Los datos que se exponen a continuación son un ejemplo de informe "tipo". Algunos
datos y situaciones han sido modificados y no corresponden, en su totalidad, a ningún
caso real)
-En el área verbal, T. obtiene puntaciones ligeramente por debajo de la media excepto
en Información (p.t =10, Percentil 50). Comprensión se sitúa en una puntuación típica
de 9 que corresponde al Percentil 37. Los puntos más débiles son los de Vocabulario
(p.t. =7, Percentil 16) Aritmética (p.t. =8, Percentil 25), y Dígitos (p.t. =8 Percentil 25).
-En el área manipulativa, las pruebas de Historietas (p.t =11, Percentil 63), Cubos y
Claves (p.t =10, Percentil 50) se mantuvieron dentro de la media normativa. Puntuaron
significativamente bajo las pruebas de Figuras incompletas (p.t =7, Percentil 25) y
sobretodo la prueba de Rompecabezas (p.t. =4, Percentil 2).
-Analizados los Factores de Kaufman (dentro del WISC-R), presenta déficits sobre
todo en la Organización Perceptual (Desviación de -2,2 unidades típicas por debajo de
la media), Independencia a la Distracción (Desviación de -1,3) y Comprensión verbal
(Desviación de -1,25).
2- Área Cognitiva
-En la parte verbal, su memoria auditiva inmediata es baja y tiene dificultades para
estructurar debidamente la información presentada verbalmente en un texto escrito. En
la parte numérica, los problemas con el cálculo se han puesto de manifiesto en pruebas
específicas (escalas series numéricas con Percentil=3 y problemas numéricos P=9 del
BADYG-M), presentando, por tanto, un déficit en cálculo importante. Falla
principalmente en el cálculo mental donde debe operar con números aunque estos sean
simples (p.e 12 x 2 =?), teniendo que recurrir a efectuar la operación con papel y lápiz.
-Los resultados con el Tamai, confirman que la inadaptación de T. en los ámbitos social
y escolar es muy alta (Percentiles 98 y 93 respectivamente). Sin embargo en el seno
familiar se sitúa en una franja aceptable. Pese a los problemas evidentes con su entorno,
T. no parece afectado emocionalmente y su adaptación personal, medida con este
instrumento, puede considerarse como buena. La actitud educadora de los padres,
aunque mejorable, presenta unos niveles aceptables y no hay discrepancias
significativas entre padre y madre en su estilo educativo.
Pese a todo, T. se sabe diferente e incluso se acepta como “inferior a los demás”. El
hecho de que, puntualmente, se produzcan conflictos con sus compañeros, no despierta
en él signos de ansiedad o depresión. No se detectaron síntomas depresivos tras el pase
del C.D.S.(Escala depresión niños) ni en ninguna de las pruebas proyectivas. Tampoco
se aprecian signos de ansiedad de ningún tipo a partir del STAIC (Autoevaluación
Ansiedad Estado-Rasgo.) y de la observación directa. Más bien al contrario, T. (según
fuentes de la propia escuela) suele ser “quisquilloso” en clase, despreocupado y no le
parece importar demasiado lo que piensen profesores o compañeros de él.
-T. se ve a sí mismo (autoconcepto) muy mal físicamente, regular socialmente y normal
en cuestiones académicas, es decir, tiene una visión bastante peculiar y sesgada de sí
mismo. Simplemente parece no entender bien la realidad y las consecuencias de lo que
le envuelve. Las puntuaciones altas en la escala de Psicoticismo de Eysenck podrían
avalar la tesis de ese poco ajuste a lo real y cotidiano.
5- Integración de resultados. Conclusiones finales
(Los puntos fuertes son las habilidades o circunstancias positivas que presenta el niño
y que luego pueden ser utilizadas para potenciar las deficitarias en la intervención
psicológica)
Hay, pero, aspectos significativos en el caso que hacen valorar otras posibilidades:
-Retraso significativo en la infancia de las adquisiciones motrices y del lenguaje.
-Episodios epilépticos en la infancia. Miopía. Torpeza motora.
-Conductas compulsivas. Tozudo. Obsesivo.
-Problemas Pensamiento-Atención-Conducta.
-Antecedentes familiares de retraso mental no filiado.
7- Intervención propuesta
-Las técnicas más utilizadas son las de modificación de la conducta: Refuerzo Positivo,
Economía de fichas, Coste de la Respuesta, etc.. Los padres deberán ser instruidos, por
el terapeuta, con el fin de que puedan aplicarlas por ellos mismos en casa.
2º-Intervención con profesor-tutor o persona de refuerzo
-Informarle de las peculiaridades del funcionamiento cognitivo del niño y sus
limitaciones. Creemos que podría avanzar más en la comprensión de ciertas tareas
incorporando más elementos visuales. Se establecerán ejercicios concretos para trabajar
la secuenciación y el razonamiento lógico. Debe establecerse una graduación de tareas,
empezando por las más simples y subiendo progresivamente de nivel.
4º-Tratamiento farmacológico
-En el tratamiento del T.D.A.H. se utilizan con cierta regularidad los fármacos
estimulantes. En los casos más severos puede suponer un alivio de los síntomas
hipercinéticos o de atención pero no mejoran aspectos importantes como el de las
relaciones sociales. El efecto combinado del fármaco con el tratamiento psicológico
produce, normalmente, los mejores resultados que cualquiera de los dos por separado.
La inclusión de la medicación, pero, debe ser valorada por el médico o psiquiatra.
Evaluación de un caso
Lunes 02 de Mayo de 2011
El caso T:
1-Constelación Familiar.
2-Exposición del caso.
3-Historia evolutiva.
4-Planteamiento de la evaluación
1- Constelación familiar
-T. tiene 12 años de edad. Es el segundo hijo de una familia compuesto por padre de 43
años, madre de 40, hermana de 14 años y un hermano de 7 años. T. está cursando con
mucha dificultad 2º de primaria. Su hermana ha tenido problemas con las matemáticas
pero está avanzando satisfactoriamente. El hermano pequeño tuvo problemas con la
adquisición de la lectura y escritura.
-El padre tiene negocio propio y la madre es funcionaria. El nivel socio-económico de la
familia es medio-alto.
2- Exposición del caso
-La principal queja de sus padres es su rendimiento escolar. El niño ha ido pasando de
curso por exigencias de los vigentes planes de estudio. Sin embargo, su retraso respecto
a su grupo de edad sigue vigente (notas deficientes en todas las asignaturas). En la
propia escuela a la que asiste se le asignó a un grupo de repaso y la psicóloga del centro
aconsejó una evaluación e intervención psicológica extraescolar. El principal problema,
según su tutora, son las dificultades en centrar su atención en los aspectos relevantes de
la clase y, conductas de distraerse o distraer a sus compañeros, con comentarios o actos
irrelevantes para la clase. También se describen conductas hiperactivas.
-Los problemas no tan sólo son de rendimiento académico sino de relación social con
otros iguales ya sea dentro o fuera de la escuela. Suele presentar conductas disruptivas
de enfados aparentemente sin motivo justificado. La relación con sus compañeros es
mala y suele ser objeto de burlas a las que, alguna vez, ha reaccionado violentamente.
Hace poco T. fue expulsado del colegio durante una semana por "perder los nervios" y
lanzar un libro que impacto en la cabeza de un compañero.
-En casa, se comporta con cierto menosprecio de las reglas (le tienen que insistir para
cosas tan cotidianas como la simple ducha o recoger la mesa al acabar de comer). Los
padres adoptan una actitud de dominancia y lo castigan por no cumplir las reglas
domesticas, sin embargo T. parece haberse adaptado a tanto castigo y lo acepta con más
o menos protestas. Los padres parecen resignados a aceptar que su hijo no tiene remedio
a pesar de que lo han intentado por todos los medios. En casa no ha presentado
episodios agresivos.
-T, se agobia fácilmente en lugares donde hay mucha gente y procura evitarlos. Cuando
está nervioso, suele morderse las uñas o manos. Sus padres lo describen como tozudo y
cabezota. Otra conducta que suele aparecer es la de comer compulsivamente. Pese a
tener los alimentos bajo control, T. se las ingenia para coger cualquier cosa comestible
(“no importa la hora”) para devorarlo inmediatamente a escondidas o fuera de la
vigilancia de sus padres. Este tipo de conducta resulta especialmente problemática dado
que el niño presenta sobrepeso. No se han presentado episodios de "pica" (ingestión de
de materiales no comestibles).
-Últimamente han aparecido conductas de retraimiento "como si estuviera deprimido",
con desinterés hacia actividades que antes le atraían (juegos ordenador).
-Desde muy pequeño, sus padres se han preocupado por su educación y no dudaron en
contratar profesores particulares o apuntarlo a actividades extraescolares como clases de
repaso o informática. Los resultados, sin embargo, fueron los mismos que en la escuela.
T., no tan sólo no progresaba adecuadamente en las clases sino que, según los mismos
profesores, solía convertirse en un elemento distractor del resto del grupo. La
consecuencia inmediata era el rechazo y menosprecio de algunos profesores y
compañeros.
3- Historia evolutiva
-Empieza a mantenerse de pie a partir del año y medio, dando sus primeros pasos a los
15 meses y andar sin ayuda a los 18. Según afirman los padres, siempre ha habido una
cierta torpeza motora.
-En la adquisición del lenguaje hubo retraso significativo: sus primeras palabras se
empiezan a producir hacia los dos años (se trata de pseudopalabras) y no es hasta los
dos años y medio que empieza a pronunciar algunas palabras claras y acompañadas, en
ocasiones, de tics gestuales . Las primeras combinaciones de palabras con sentido
aparecen a partir de los tres años y siempre con algunas dificultades. A este "retraso",
no se le dio, en principio, mucha importancia y no se valoró con el pediatra.
-Durante esta primera etapa es de destacar hacia los 2 años, unas crisis nocturnas,
durante el sueño, con temblores generalizados y conciencia alterada, no consiguiendo
“despertar” al niño que persistía con los síntomas durante algunos minutos. Todo ello
propició algún ingreso en urgencias y un primer diagnóstico pediátrico de epilepsia.
Posteriormente, las crisis fueron remitiendo hasta desaparecer.
4- Planteamiento de la Evaluación
El caso de T. nos presenta una constelación de síntomas que abarcan distintas áreas del
funcionamiento del niño (familiar-escolar y social). La principal demanda, por parte de
la familia, era la de encontrar soluciones para su bajo rendimiento escolar, pero, es
evidente, que la evaluación debía ampliarse más allá de los horizontes meramente
académicos.
-Como punto de partida, nos interesaba conocer su nivel de competencia intelectual,
pero también nos preocupaba analizar su estado emocional (dada la presencia de
trastornos emocionales y de conducta) y de relación con su entorno, familia,
compañeros, etc... (déficit en habilidades sociales).
-La evaluación se plantea como una recogida de datos que van desde información más
general (historia evolutiva, entrevista padres, tutor...) a información más detallada en
función de las peculiaridades del caso.
-Se empezó con la aplicación del WISC-R y la Bateria Badyg. Estas dos pruebas
permiten obtener un C.I. (Cociente Intelectual) que nos da una idea de donde se
encuentra el sujeto dentro de su grupo normativo (de igual edad). Pero, lo que realmente
nos interesa, es el análisis detallado de las diferentes subpruebas, las cuales nos aportan
información muy valiosa acerca de los puntos fuertes y débiles del sujeto. Con ello
podremos trazar un plan de intervención más personalizado.
-En esta sección se tratará el problema desde el punto de vista individual, es decir, desde
la perspectiva del niño que tiene problemas en el aprendizaje. No estamos hablando de
niños que presenten retraso mental o trastornos severos del desarrollo (T.G.D.) sino de
niños que por un motivo u otro, no avanzan en el aprendizaje escolar como sería de
esperar.
-Las causas del mal rendimiento escolar suelen ser múltiples. Desde factores internos de
tipo genético o la propia motivación del niño a acudir a clase, a condicionantes
ambientales como el entorno socio-cultural o el ambiente emocional de la familia. Es un
problema complejo ya que cada niño es un caso peculiar con sus propios ritmos de
aprendizaje, sus puntos fuertes y débiles. Algunos necesitan más tiempo para integrar la
información, otros son más rápidos. Los hay con serios problema para trabajar en
actividades que requieren procesar información de forma secuencial (lectura,
matemáticas...), mientras que otros las tienen cuando la información es presentada
simultáneamente y dependen de la discriminación visual.
-Es importante señalar que, con cierta frecuencia, los retrasos del aprendizaje en los
primeros años de escolarización suelen ser minimizados bajo el pretexto que el niño ya
los irá asumiendo (lectura, escritura, etc..). Ciertamente, ya se ha dicho, que cada niño
tiene su propio ritmo, pero no afrontar el problema desde inicio nos puede llevar a
lamentar después la perdida de un tiempo precioso.
-Hay que insistir en la necesidad de efectuar una buena evaluación psicopedagógica, tan
pronto se detectan signos o síntomas de que un niño o niña presenta dificultades en
algún área. Hoy en día disponemos de pruebas de evaluación suficientemente
contrastadas para efectuar una exploración del Cociente Intelectual (C.I.) y sacar las
pertinentes conclusiones. Ello nos dará una idea muy aproximada del nivel de
funcionamiento del niño respecto a los demás niños de su misma edad.
-En concreto creemos que la Batería Kaufman ( de 2,5 a 12,5 años) y el conocido
WISC-R(de 6 a 15 años) o WISC-IV (nueva edición actualizada), son instrumentos que
suponen un buen punto de partida. Sin embargo la exploración debería completarse con
pruebas más específicas a partir de los resultados obtenidos con estas pruebas. Por
ejemplo, si se detecta una mala coordinación viso-motora, puede complementarse con el
Test de Bender.
-En algunos casos (p.e. personas de otra cultura o con limitaciones en su lenguaje),
cuando necesitemos explorar las capacidades cognitivas deberán utilizarse pruebas
libres de la influencia del lenguaje o de la cultura propia. Las pruebas típicas en estos
casos son las de series de relaciones lógicas (Inteligencia General: Test de Raven, Toni-
2, etc...).
Buscando soluciones
-Este análisis fino de los factores fuertes y débiles del niño pueden permitirnos el trazar
una línea de intervención mucho más efectiva. No sólo basta con verificar que el niño
presenta, por ejemplo, un problema específico en el área del cálculo. Es necesario
averiguar si este problema se da indistintamente si la presentación del problema se
efectúa vía oral o escrita. Ocurre con frecuencia el encontrar resultados contradictorios
según la forma de efectuar la prueba. Ello es indicativo de que hay un proceso
específico que está fallando y es al que le tenemos que prestar atención.
La evaluación debe efectuarse a conciencia y utilizando las pruebas psicometricas que
sean necesarias.
Otros factores de riego a considerar son cuando los problemas de aprendizaje forman
parte de una constelación mayor de manifestaciones conductuales, familiares, sociales,
etc... Entonces, el ámbito de intervención psicológica puede ser más ámplio y complejo.
(Ver: "Origenes y causas de los problemas de conducta en niños")
-Muchos padres dan por sentado que su hijo ha nacido así : "que le vamos a hacer..." e
incluso son capaces de establecer paralelismo con otros miembros de su familia : "ha
salido como su abuelo...". Todo ello parece denotar la sensación de impotencia para
controlar la conducta por parte de los padres, situando el origen del problema en
factores externos a ellos mismos . Lo que ignoran es que, habitualmente, conductas
como la desobediencia están fuertemente controladas por varias variables de las que no
son ajenas los propios padres.
-Una de las variables más importantes son las consecuencias que tiene para el niño la
ejecución de una determinada conducta. Patterson (1.982,1.986) desarrolló lo que
denominó "hipótesis de coerción" y que ilustra perfectamente este punto. El autor
explica que algunas conductas como el llorar, gritar, patalear, etc.., son conductas
instintivas en el recién nacido. En esta primera etapa dichas conductas tendrían un valor
de supervivencia, ya que el bebé puede controlar la conducta de su madre en vistas a
poder satisfacer sus necesidades más vitales (comida, calor..). De esta forma, si llora, la
madre acudirá. Cuando va creciendo, el niño va sustituyendo estas conductas
rudimentarias por nuevas habilidades de comunicación (p.e.: expresar verbalmente la
petición). Sin embargo en determinadas circunstancias, los padres pueden favorecer que
el niño siga utilizando las estrategias rudimentarias de la primera infancia (rabietas,
gritos, lloros...) como forma para controlar el comportamiento de la madre, en lugar de
utilizar conductas más adecuadas. Es el caso de cuando los padres en vez de prestar la
debida atención a las conductas adecuadas a la edad del niño (mediante alabanzas o
premios) sólo parecen reaccionar y atenderle cuando éste expresa su demanda en forma
de rabieta o pataleta, momento en el que la madre acude presta y normalmente cede ante
sus exigencias. El hecho de atender rápidamente sólo a este tipo de comportamiento
hace que estas conductas coercitivas de control, por parte del niño, se mantengan y
perpetúen.
-Dentro de este capitulo se incluirían las diferentes habilidades de los padres tales como
su nivel de comunicación, de control o forma de solucionar problemas. Hoy en día, uno
de los peores enemigos a la hora de establecer un buen vínculo afectivo (vínculo de
apego) con los hijos es la poca disponibilidad de tiempo por parte de los padres. Las
jornadas de trabajo, normalmente ocupan a ambos padres todo el día, ello puede
repercutir negativamente tanto en la cantidad como en la calidad de la interacción
padres-hijos tan necesaria a lo largo de todo el desarrollo del niño. Un escaso tiempo de
dedicación determina en algunos niños la aparición de conductas no adecuadas, de
desobediencia o incluso somáticas (dolores, enfermedades sin causa orgánica aparente).
Cada niño es diferente y sus necesidades de atención por parte de los padres pueden
variar de unos a otros, es por ello que no pueden establecerse pautas generales para
todos. Sin embargo, la aparición de conductas problemáticas es un síntoma inequívoco
que debe ponernos en guardia y hacernos más sensibles hacia las posibles demandas
afectivas que reclama el niño y no satisfacemos.
-Otro factor importante a tener en cuenta son los estilos educativos de los padres. Hoy
sabemos que los padres que combinan el afecto emocional alto hacia los hijos, pero
también su control, son los que obtienen los mejores resultados en cuanto al
funcionamiento afectivo e intelectual de sus hijos con un mínimo de problemas de
conducta. Este estilo educativo denominado "democrático" y considerado como el
óptimo, según algunos estudios, se caracteriza por que el niño se siente amado y
aceptado, pero también comprende la necesidad de las reglas de conducta y las
opiniones o creencias que sus padres consideran que han de seguirse. Como padres
debemos saber ser generosos pero, a la vez, es imprescindible establecer limites claros a
las conductas y demandas de nuestros hijos. Si así no se hace, las demandas aumentarán
y la percepción del niño será de que tiene el control sobre nosotros y que sus solicitudes
son derechos reales a los que no tiene por qué renunciar.
-Los modelos basados en una autoridad inflexible o los excesivamente permisivos, han
demostrado ser menos adecuados y eficientes en el establecimiento de vínculos
afecticvos adecuados, así como en la aparición de conductas disruptivas.
-Factores como el temperamento parecen ser también muy relevantes. A pesar de que la
personalidad del bebé no presenta todavía muchos de los componentes que son
evidentes más tarde (como creencias, actitudes, etc..) sí está presente en forma de
expresividad emotiva y de sus reacciones ante la estimulación del entorno. Ante una
misma actividad o juego (p.e : subirse a un columpio) un bebé puede reaccionar
gritando de alegría mientras otro reacciona de forma más tranquila o incluso llorando.
En la base se estas diferencias individuales estaría el temperamento particular que
conforma la personalidad temprana del bebé.
Algunos estudios (NYLS-Thomas et al.1.968) catalogaron a algunos niños de su
estudio, relativa a la primera infancia, como "difíciles", presentando este grupo mayor
número de problemas-conducta que otros bebés clasificados en otras categorías. La
genética tiene mucho a decir ya en estas primeras etapas. La observación de conductas
disruptivas o anormales en la primera infancia podría ser síntoma de la presencia de
algún trastorno de base genética y, por tanto, susceptible de evaluación por parte de un
profesional de la salud.
-En definitiva, es preciso tener en cuenta, que los problemas de conducta que presentan
los niños son el resultado de una multiplicidad de factores que es necesario evaluar y
tratar para corregir.
-En último lugar, destacar que ejercen una particular influencia en las conductas de
nuestros hijos factores externos al propio niño como pueden ser :
a) Los vínculos emocionales con los miembros de la familia.
Al respecto debemos preguntarnos si el niño se siente querido dentro de su núcleo
familiar. Los lazos afectivos bien establecidos a edades tempranas como el llamado
Apego, son fundamentales para la estabilidad del niño y para prevenir posibles
conductas disruptivas. Es muy frecuente la aparición de conductas agresivas y de falta
de empatía hacia los otros, en el caso de adolescentes que se han visto privados de una
adecuada vinculación afectiva con sus progenitores. Ello puede deberse tanto a factores
de fuerza mayor como la pérdida, muerte o separación física de los mismos, como a
negligencia o falta de atención adecuada de los padres hacia sus hijos, malos tratos, etc,
aún conviviendo en un mismo techo.
d) Los Modelos.
Hasta que no está cercana la adolescencia, los principales modelos a seguir, en todas sus
facetas, suelen ser los propios padres o hermanos mayores. De nada servirá que le
digamos que se comporte de una determinada manera, si los modelos que tiene a su
alrededor no son coherentes con lo que le pedimos. Sabemos de la impotencia de
muchos centros escolares, que hacen una labor educativa impecable pero que su labor
no se ve complementada por los modelos familiares. Otro modelo a valorar es el que
ofrecen los medios como la Tv., Internet, Videojuegos, etc....
Hay todavía un gran debate acerca de la influencia de ciertos programas violentos sobre
la conducta de los niños. Las conclusiones apuntan en el sentido de que no puede
establecerse relación directa causa-efecto. El factor realmente importante es el entorno
donde el niño ve estos contenidos. Si éste es ya conflictivo (familias desestructuradas,
presencia de malos tratos, entorno marginal, amigos violentos, etc...) sí que puede tener
una repercusión en la magnitud o frecuencia de las conductas inadecuadas. No sucedería
en el caso de que un contenido violento se produjera en un entorno estable, controlado
por los padres, y en el que los niños pueden perfectamente discriminar entre ficción o
realidad.
e) Circunstancias especiales a tener en cuenta.
4- Niños adoptados
Al igual que sucede con la mayoría de los niños, cualquier hijo adoptado presenta una
serie de características cognitivas, intelectuales y emocionales que son consecuencia
directa de una serie de factores tantos internos como externos, algunos de ellos fuera de
nuestro control. Otros perfectamente conocidos y controlables.
Debemos conocer las características específicas de este colectivo si queremos ser
eficientes para ayudarles.
Más información
4- RESUMEN Y PAUTAS DE ACTUACIÓN:
Está claro que no hay dos niños iguales y, por tanto, las mejores técnicas para
paliar los problemas de conducta serán aquellas que nos funcionen bien en cada
caso o niño.
Las conductas inadecuadas pueden ser consecuencia de multitud de factores
(internos, externos). Es habitual que se presente algunas de ellas dentro del ciclo
evolutivo "normal", pero hay que consultar al profesional cuando estas son de
mayor frecuencia o magnitud de lo esperado por su edad o son perseverantes en
el tiempo.
Un buen predictor de la poca incidencia de conductas inadecuadas en un niño es
el haber establecido un buen vínculo afectivo con sus padres. Ello pasa por
dedicar más tiempo juntos desde edades muy tempranas. El juego es un
elemento esencial. Recomendamos la lectura de nuestra página: Trabajando el
vínculo afectivo con nuestros hijos.
No tan sólo es cuestión de estar más con el niño. Préstele mayor atención cuando
efectúe las conductas adecuadas y exprésele su satisfacción verbalmente.
Igualmente, trate de no dársela cuando presente episodios de rabietas o
exigencias de caprichos.
Es importante el estilo educativo de los padres. En concreto, aquel estilo que
combina la existencia de un alto grado de vinculo afectivo pero con un nivel de
control sobre hábitos y conductas adecuados. Se desaconsejan modelos
totalmente autoritarios o que, contrariamente, no desempeñen ningún control
sobre sus hijos.
Hay niños con temperamentos "más difíciles" que otros y que probablemente
necesitarán estrategias de intervención a medida.
El crecer en entornos marginales o en colectivos de riesgo aumenta
considerablemente el riesgo de presentar conductas disruptivas en la
adolescencia. De todas formas, los modelos parentales, serán el factor
determinante.
Técnicas conductuales aplicadas a niños
Lunes 02 de Mayo de 2011
1- Introducción
2- La Retirada de Atención
3- La Técnica del "Tiempo Fuera"
4- Economía de Fichas - Coste de la respuesta
5- La Intención Paradójica
1- Introducción
-Destacar también que hay que conceptualizarlas como herramientas puntuales (para su
uso por parte de maestros, educadores o padres en situaciones concretas) pero que a
nivel de intervención psicológica el uso de dichas técnicas debe ser complementada con
un análisis más detallado del caso en la que se incluyan todos los factores de riesgo para
su debido tratamiento psicológico.
Recordemos que, ante conductas más severas, persistentes y/o con presencia de
agresividad, éstas técnicas no deben ser aplicadas sin la evaluación previa de un
profesional de la salud infantil.
2- Retirada de la Atención
Sinceramente creo que se trata de una de las técnicas más eficaces para el control de la
conducta infantil, en especial, para aquellas conductas que se manifiestan con rabietas,
pataletas, lloros, pero sin manifestaciones agresivas.
La técnica no puede ser más sencilla en su concepción: Se trata de que, ante las
manifestaciones de gritos, rabietas u otros, dejemos automáticamente de prestar
atención al niño. Este modo de actuar se justifica bajo la hipótesis de que el niño efectúa
tales manifestaciones para reivindicar ciertas demandas o llamar la atención del adulto.
El niño puede estar acostumbrado a conseguir lo que desea mediante este
comportamiento (refuerzo positivo). Así, puede haber aprendido que si efectúa
cualquier petición acompañada de lloros o pataletas, la atención de los padres es mucho
mayor y es atendido antes en sus peticiones. Esto llega a convertirse en un hábito, en un
circulo vicioso que crea malestar en la familia.
Antes de poner en marcha esta técnica, hay que analizar la situación con tranquilidad y
verificar que se está produciendo realmente la conducta del niño por la supuesta
demanda de atención. Para ello podemos valorar como reaccionamos nosotros ante la
demanda, en qué momentos sucede y qué es lo que ocurre. ¿Le presta la atención y el
tiempo que necesita el niño? ¿Normalmente cede ante sus demandas? ¿Se dirige con
frecuencia a él cuando se porta "bien" para decírselo y premiarlo o sólo lo hace cuando
lo castiga? Los episodios de rabietas, desobediencia, etc, son, en gran medida
aprendidos (ver causas de los problemas de conducta), y, por tanto, podemos efectuar un
desaprendizaje.
Esta técnica no es aplicable en conductas que cursen con fuerte agresividad verbal o
física, con episodios de lanzamientos de objetos o, en general, para aquellos
comportamientos que signifiquen peligro potencial para el niño u otros. En estos casos
consulte siempre a un especialista antes de actuar.
Para utilizar la técnica debemos tener claros los objetivos y el método que debemos
utilizar:
En niños pequeños, si hay peligro de que se escape y está en vías públicas puede ser
necesario retenerlo físicamente. En estos casos, si opta por retenerlo, concéntrese sólo
en ejercer la fuerza necesaria para evitar su huida pero mantenga (aunque entiendo que
es una situación comprometida) toda la tranquilidad posible, es importante que el niño
no vea al adulto alterado emocionalmente, debemos transmitirle una sensación de que
tenemos el control de la situación y que con su actitud no va a conseguir nada. Siga sin
dirigirle palabra y espere a que la situación se calme. Diríjale toda la atención cuando el
niño se tranquilice.
Una vez calmado puede entonces intentar explicarle (si el niño tiene suficiente
capacidad de comprensión verbal), y sin recriminaciones, lo que ha sucedido en tono
calmado.
La idea no es transmitirle: "Te has portado mal, te desprecio y paso de ti", sino:
"Puedes conseguir algunas cosas si lo pides de otra forma".
3- Una vez que la conducta empiece a bajar de tono puede progresivamente prestarle
atención de nuevo.
4- Se trata de una técnica que produce efectos de mejoría de forma progresiva. Nos
llevará cierto tiempo (dependiendo de las variables propias del niño y su entorno) el
conseguir resultados claros.
RECUERDE QUÉ:
1- Estamos utilizando técnicas para conseguir que el niño desaprenda hábitos mal
adquiridos y este proceso llevará un tiempo. Paralelamente debemos trabajar y potenciar
las conductas alternativas que nos interesa que el niño utilice. Insistimos en que los
padres intenten mantener la calma ya que el niño va interiorizando estos estados
emocionales. Si la respuesta a sus malas conductas es sólo más ruido y reproches fuera
de tono, es muy probable que esto nos venga devuelto al ir el niño interiorizando estos
patrones.
Hay una creencia extendida de que ciertas conductas infantiles son propias de la edad y
que con el tiempo tienden a desaparecer. Ciertamente, así puede suceder en muchos
casos. Sin embargo, es muy arriesgado pasar por alto ciertos comportamientos con la
esperanza de que el tiempo lo mejorará. Una intervención en la etapa infantil, no hecha
a tiempo, puede suponer la consolidación, perpetuación y agravamiento del problema en
la adolescencia. Las normas, valores y referentes deben construirse desde la temprana
infancia. Es una irresponsabilidad dejarlo en manos del futuro para evitarnos los costes
del presente.
Esta técnica supone una variación de la anterior en tanto es una técnica que utiliza
básicamente la retirada de atención, por lo que muchos de los principios allí expuestos
son válidos aquí pero con algunas matizaciones.
Delante episodios de lloros, rabietas o travesuras más subidas de tono (por ejemplo,
cuando se produce el descontrol), puede utilizarse la técnica de "tiempo fuera", en el
que el niño se le retira físicamente del espacio actual para trasladarlo a su habitación u
otro lugar, por un breve espacio de tiempo. También pueden ser los padres los que se
retiran del lugar donde esté el niño (cuando es posible, p.e. en el comedor de la casa).
4- No permita que salga antes de tiempo del lugar de aislamiento. Si lo hace adviértale
de consecuencias más negativas como que deberá estar más rato en esta situación.
8- Debemos tener cuidado que esta retirada física no comporte algún tipo de beneficio
indirecto al niño. Por ejemplo si el niño consigue dejar de estudiar o evitarse comer algo
que no le gusta, lo que haríamos es reforzar la conducta inadecuada.
Ésta técnica suele ser muy efectiva si se utiliza adecuadamente y con decisión. La
efectividad de la técnica, independientemente de que le estamos retirando la atención, es
que estamos despertando, contingentemente con la aparición de las conductas no
deseadas, uno de los "fantasmas infantiles" más presentes en la etapa infantil: la
ansiedad de separación. Aunque el niño tenga suficiente edad para saber que no será
abandonado realmente, el hecho de hacerle revivir esta ansiedad puede dispararle
interiormente ciertas alarmas. Lo que ahora puede temer no es la separación física sino
la emotiva. De tal forma que el niño corregirá su conducta actual y futura no por las
razones de los padres sino por las suyas (temor a perder el respaldo emocional de los
padres).
-Como en todas las técnicas basadas en la retirada de atención, recuerde que deben
introducirse momentos de atención hacia el niño contingentemente a la aparición
de conductas deseadas. El refuerzo verbal y físico (halagos, abrazos, manifestación
de alegría, entrega de algún premio, etc.).
No nos ayuda nada que el niño obtenga regalos o juguetes de forma fácil pese a que
presenta comportamientos disruptivos o desobedientes. Formando parte de un
tratamiento más global, la técnica de denominada de "economía de fichas" suele
funcionar muy bien para regular los refuerzos que recibe el niño. Para obtener un
premio (juguete, salida a parque temático, excursión, etc...) deberá efectuar una
serie de conductas deseadas (o dejar de hacer otras) que deben concretarse
(portarse bien, obedecer, estudiar, ordenar sus cosas, etc...).
3- En el caso de niños hiperactivos tenga en cuenta que hay especial dificultad para
posponer las cosas. En todos estos casos, si se entrega una ficha como reforzador,
ésta podrá ser intercambiada (al menos al principio) inmediatamente por algún
objeto de su deseo (pequeño juguete, golosinas, etc...). Deberá procederse de igual
modo con niños que presenten discapacidad intelectual.
4-Es importantes que se cree una lista o cartel donde se puedan visualizar el estado
de los puntos obtenidos y los que le faltan para llegar al premio, cuando éste se
demora según el plan establecido. En caso de la aparición de mala conducta puede
también utilizarse la retirada de alguno de los puntos (coste de la respuesta).
-Estas técnicas suelen ser muy efectivas para el control de las conductas tanto en el
ámbito familiar como en el escolar. No se trata de que el niño aprenda a funcionar
siempre a base de premios sino de darle, al principio, motivos para iniciar un
cambio en sus conductas. Lo que se espera en el futuro es que las conductas
adecuadas se mantengan no por los premios sino por lo que llamamos
"reforzadores naturales". Por ejemplo, un niño puede empezar a no efectuar
determinadas conductas disruptivas por ganarse el premio, pero este cambio de
comportamiento puede hacer que funcione mejor con sus amigos y esto convertirse
a medio plazo en un reforzador más potente que el premio inicial. Las conductas
pasan a ser controladas por las consecuencias positivas que se generan en su
entorno.
5- La intención paradójica
-Es una técnica que bien utilizada puede tener un efecto fulminante sobre la
conducta que queremos cortar. Explicado en pocas palabras se trataría de pedirle
al niño o al alumno que haga aquello que precisamente queremos evitar.
Imaginemos una situación en un aula donde un niño se niega sistemáticamente a
efectuar cualquier actividad escolar. El niño cada día entra en una dinámica de
provocación hacia al maestro, sometiéndolo a una dura prueba de paciencia.
¿Qué ocurriría si un día el maestro le dice: "Hoy quiero que no hagas nada, te voy a
dar permiso para que estés todo el tiempo sin hacer ninguna actividad. No quiero ni
que me escuches. Sólo debes permanecer callado y sin hacer ruido en tu sitio".
1- Introducción
Los Trastornos específicos del desarrollo del aprendizaje escolar (T.E.A.) constituyen
un conjunto de problemas que interfieren significativamente en el rendimiento en la
escuela, dificultando el adecuado progreso del niño y la consecución de las metas
marcadas en los distintos planes educativos.
La O.M.S. especifica que para efectuar el diagnostico deben existir déficits específicos
del rendimiento escolar, pero éstos no serán consecuencia de problemas neurológicos
importantes, discapacidad visual o auditiva sin corregir, retraso mental o alteraciones
emocionales.
Lo que sí suele producirse, es que este tipo de déficits específicos, estén acompañados
de otros trastornos del habla o lenguaje e incluso de conducta (p.e. Trastorno Déficit
Atención con Hiperactividad), así como problemas emocionales secundarios y
alteraciones en la dinámica familiar.
No hay que confundir los Trastornos específicos del Aprendizaje con los Trastornos
Generalizados del Desarrollo. Los primeros hacen referencia a problemas delimitados a
áreas concretas (lectura, cálculo, etc.), no presentando el niño déficits significativos en
las otras áreas. Mientras que los segundos (T.G.D.) se utilizan para designar a
problemas que pueden ser severos y afectan a todas las áreas del desarrollo infantil
(conductual, comunicativa, cognitiva, social, etc.).
2- Características Generales
No debe entenderse que todos los niños deben presentar todas estas características, sino
que en mayor o menor grado suelen estar presentes en este tipo de trastornos.
3- Causas y evolución
Respecto a los factores causales no se puede apuntar hacia una dirección unívoca, no
obstante, se acepta la primacía de factores neurobiológicos en interacción con otros
factores no orgánicos, como las oportunidades para aprender, la calidad de la enseñanza,
el nivel cultural de su entorno, la implicación de los padres, etc.
Los niños con estos trastornos suelen mejorar con la intervención psicopedagógica no
presentando, en la mayoría de los casos, más problemas en la vida adulta. Sin embargo,
si las dificultades de aprendizaje no son precozmente tratadas pueden producir, a parte
del retraso educativo, un conjunto de situaciones “secundarias” indeseables para el
proceso de enseñanza-aprendizaje: los repetidos fracasos suelen llevar a la
desmotivación, aversión por la escuela conjuntamente con respuestas emocionales
inadecuadas.
1- Introducción
Ocurre con frecuencia que los problemas interiorizados (acting in o dirigidos hacia
dentro) suelen ser menos aparatosos y preocupantes que los externalizantes (acting out
o dirigidos hacia fuera). En el primer caso los sujetos interiorizan el problema y lo
manifiestan con temores, miedo, ansiedad o depresión, mientras que los segundos los
exteriorizan mediante conductas externas, disruptivas, que afectan a otras personas y,
por tanto, generan mayor perturbación e interés por una intervención psicológica.
Hay también una creencia extendida que no se trata de un problema serio, que
probablemente el tímido ha nacido así y que estos síntomas mejorarán con la edad. Esto
puede ser verdad en algún caso; en la mayoría se habrá perdido un tiempo precioso.
Hoy en día, ya nadie pone en duda la importancia que la interacción interpersonal tiene
en el desarrollo infantil y en el funcionamiento psicológico, escolar y familiar. Desde
los primeros pasos con sus iguales en guarderías hasta la posterior escolarización, el
niño debe ir construyendo, como parte fundamental de su educación, una serie de
habilidades sociales que de no establecerse de forma adecuada, pueden limitarlo en
muchos aspectos de su funcionamiento, además de producirle un gran sufrimiento
emocional. De ahí la importancia de detectar a tiempo al niño tímido y dotarle de unas
herramientas útiles para que pueda construir con mayor eficacia una comunicación
interpersonal saludable.
La mayoría de las personas creen tener una idea bastante exacta del significado de la
palabra “timidez”, sin embargo, al menos desde un punto de vista psicológico, podemos
afirmar que este termino no es univoco y que de hecho alude a un conjunto de síntomas
heterogéneos de difícil reducción a un concepto simple. Dicho de otra manera: para el
clínico no existe tanto la timidez como concepto general sino diferentes expresiones de
la misma en sujetos diferenciados y que obedecen a sus peculiaridades tanto genéticas
como ambientales.
Pese a que la timidez entendida en su sentido más clásico está presente -y de ahí su
interés psicológico-, en numerosos trastornos clínicos, no se contempla como categoría
diagnóstica diferencial en ninguno de los sistemas clasificatorios (DSM-IV-TR o CIE-
10).
3- Timidez: Normalidad y patología
A lo largo del ciclo vital es habitual que se pasen etapas que cursen con un cierto nivel
de timidez. El temor a la evaluación de los iguales y la evitación de ciertas situaciones
sociales es muy habitual en niñas y niños en plena adolescencia. Normalmente ello no
supondrá mayores consecuencias en el futuro y es de esperar que se vaya corrigiendo al
entrar a la edad adulta. No obstante, en algunas ocasiones, la timidez puede tener
continuidad en trastornos ya más severos como la fobia social o el trastorno de
personalidad de evitación. Las personas que sufren estos trastornos fueron ya
mayoritariamente catalogadas de tímidas en su infancia, lo que no significa que todas
las personas tímidas vayan a desarrollar éstas patologías.
También es importante efectuar una distinción entre el niño tímido o retraído del niño
triste y deprimido. En el primer caso el niño tiene un funcionamiento “normal” en todas
las actividades salvo en aquellas que implican la exposición a las situaciones temidas.
Por su parte el niño deprimido presenta un patrón constante en todas las situaciones
caracterizado por escaso interés y capacidad de disfrutar así como apatía, irritabilidad,
pérdida de energía, sentimientos de inutilidad, etc... Aunque ambos conceptos se
solapan, conviene tener claro los límites de cada uno de ellos, sin olvidar que un niño
tímido, que sufre en exceso, puede convertirse en un niño deprimido.
Según estudios recientes se extrae una conclusión paradójica acerca de los niveles de
población tímida en la actualidad. Los datos apuntan a un aumento de la timidez
autoinformada (se refiere a presentar alguna o algunas conductas tímidas) pasando del
40 al 50% en población general. Como explicación a este hecho se señalan las
peculiaridades del nuevo contexto social de indiferencia hacia los otros y la escasa
prioridad que se da en la escuela a la enseñanza del aprendizaje del complejo entramado
de habilidades necesarias para ser competente socialmente.
Otro factor fundamental es el auge de nuevas tecnologías (internet, chat, etc...) que
potencian el uso de medios comunicativos no presenciales y, por tanto, reduciendo la
interacción “cara a cara” y la pérdida de los elementos paralingüísticos y no verbales.
Según un trabajo efectuado en nuestro país (Monjas, 1.992, 1.997) con niños de
Educación Infantil, Primaria y Secundaria se concluye que:
Finalmente apuntar que la timidez está más presente en la población femenina pero, a su
vez, es también mejor aceptada que en el caso de los niños. El comportamiento
vergonzoso femenino es asumido por gran parte de la población como una conducta no
tan sólo no dañina para la propia mujer sino positiva en el sentido de formar parte de
ciertas conductas como las del flirteo entre otras. Ello tiene mucho que ver con el
mantenimiento de ciertos roles tradicionales de hombre y mujer.
Pese a que desde la psicología se han apuntado diferentes modelos teóricos para tratar
de explicar la timidez, no hay datos concluyentes al respecto y se asume que cada uno
de ellos nos aporta un poco de luz. Por tanto, todos los elementos expuestos a
continuación pueden formar parte en mayor o menor grado, según el caso y la edad del
niño de la génesis de la timidez.
a) La Genética
Hay también estudios que demuestran que el grado de timidez está inversamente
relacionado con el grado de sociabilidad de las madres.
Si bien parece establecerse un cierto apoyo a las teorías de transmisión hereditaria, hay
que apuntar que a medida que pasa el tiempo los resultados son menos consistentes al
entrar en acción las variables ambientales.
b) Factores ambientales
Muchos son los factores externos que pueden propiciar conductas tímidas en los niños.
Más que el factor en sí mismo cabe entender como lo percibe y siente el niño para
entender la clave del problema. Muchos niños, ante situaciones que le superan,
aprenden como modo de defensa el no involucrarse en nada.
Cualquier hecho que el niño perciba como amenazante, estresante o desagradable para
él, su familia o entorno más inmediato es susceptible de provocar la inhibición de
algunos niños. La identificación de estos factores de riesgo es importante para
establecer las adecuadas medidas correctoras.
Cuando los lazos afectivos no están bien establecidos ya sea por falta de tiempo, calidad
de la relación, distanciamiento físico o abandono del bebé estamos creando las bases
para un niño inseguro.
Es fundamental, en la educación del niño, proporcionarle una cierta seguridad afectiva
(que no de sobre-protección) para que pueda construir su personalidad sobre una
plataforma más sólida. Si el niño percibe, desde edades muy tempranas, que sus padres
están a su lado (no para concederle todos los caprichos, sino para ayudarle en el sentido
más amplio) crecerá con mayor seguridad, autonomía y podrá establecer unas relaciones
más seguras con el mundo externo (ver más en “el apego”). Contrariamente, cuando la
relación padres-hijo es de inseguridad, este sentimiento se generaliza a todas las
relaciones externas y produce en el niño una sensación de incompetencia y falta de
valor.
Los niños que no se relacionan con sus compañeros corren el riesgo de presentar ciertas
dificultades emocionales en su desarrollo. Dado que la interacción se produce en un
plano interactivo, el niño retraído provoca menos respuestas sociales positivas en los
demás y el resultado es un bajo nivel de contacto social. Si el repertorio social de un
niño es reforzado pocas veces, muchos comportamientos importantes pueden resultar
suprimidos o extinguidos.
e) El Aprendizaje
-La primera explica los problemas de los niños tímidos por el hecho de no tener las
habilidades sociales necesarias para iniciar o mantener relaciones sociales.
-La segunda afirma que el sujeto puede disponer de las habilidades necesarias, lo que
ocurre es que no las pone en práctica debido a factores emocionales. Por ejemplo, un
niño puede ser capaz de saber lo que le tiene que decir a una compañera o compañero
para que juegue con él, sin embargo, puede no ponerse en marcha debido al temor de
una negativa.
Factores emocionales interferentes pueden ser el temor, la ansiedad, miedo, auto
verbalizaciones negativas, creencias irracionales, baja autoestima, etc... Es importante
conocer exactamente estos factores internos para poder ayudar eficazmente al niño
tímido.
f) Otros Factores
En el caso del Síndrome de Asperger nos encontramos con niños con capacidades
intelectuales conservadas pero con una problemática recurrente no tanto de evitar el
contacto social sino de encontrar las herramientas adecuadas para hacerlo de forma
eficaz. Estos niños no entienden los convencionalismos ni lo “socialmente correcto”,
tampoco saben interpretar las claves emocionales. Ello les lleva a ser vistos como torpes
o extraños lo que se traduce en un retraimiento de los mismos y a ser catalogados de
“tímidos” en determinadas situaciones.
6- Evaluación de la timidez
Los informes de iguales nos proporcionan una fuente de datos muy importante, sin
embargo, debemos complementarlos con la información mediante la observación
directa. Las situaciones o interacciones explicadas por las propias personas del grupo
observado pueden introducir voluntaria o inconscientemente determinados sesgos en sus
apreciaciones. Es por ello que la recogida de información directa debe ir orientada a
contrastar y complementar la información recabada por otros medios.
c) Autoinformes
d) Otras Pruebas:
En el caso de los niños tímidos pueden ser de gran utilidad las diferentes pruebas
proyectivas: Test de la familia, test figura humana, árbol.
7- Intervención psicológica
El primer paso para trazar las líneas maestras de intervención en la timidez es efectuar
una evaluación exhaustiva, intentando dar respuesta a cuales son las causas de la misma
y en qué situaciones se producen.
La intervención debe efectuarse a medida de cada niño y atendiendo a sus
peculiaridades, circunstancias y recursos.
1- Entrenamiento en Autoinstrucciones.
2- Desensibilización sistemática.
3- Técnicas conductuales: Modelado, Refuerzo positivo, Economía de Fichas, etc...
4- Práctica (en vivo o en imaginación). Ejercicios Rol-playing.
5- Programas de entrenamiento en Habilidades Sociales. Son especialmente útiles las
que se efectúan en grupo con niños de características similares.
6- Cuando hay ansiedad anticipatoria y según edad del niño pueden incluirse también
técnicas de intención paradójica (darle permiso para que piense en una situación y
experimente mucha vergüenza...)
7- Terapia racional-emotiva.
8- Reestructuración cognitiva.
9- Entrenamiento en técnicas de relajación.
10- Tareas para casa.