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ÉTICA I

Tema 5: Ética y sociología


1. El estudio sociológico de la moral

Bastantes autores han señalado que, desde el siglo XVIII, en los libros de
ética han estado aumentando constantemente los elementos descriptivos –
psicología y sociología de la moral– frente a los elementos normativos –
formulaciones de juicios de valor y reglas de conducta–. Sin embargo, hasta
la segunda mitad del siglo XIX no cristalizó la idea del estudio sociológico
para explicar el origen de la moral. Desde esa época hasta la actualidad se
pueden observar cinco corrientes principales en el estudio sociológico de la
moral.
1) La primera proviene de Drawin y las ideas evolucionistas que im-
pregnaron la mayor parte de los estudios sociales y culturales del siglo XIX.
Este enfoque pretendía explicar no sólo la naturaleza de la evolución de las
especies biológicas, sino también la evolución de todas las sociedades hu-
manas. Herbert Spencer encuentra la moralidad a lo largo de toda la cade-
na evolutiva. En un estadio dado de la historia evolutiva la sociedad se
convierte en un elemento esencial para la supervivencia y para la adapta-
ción al medio. Entonces la sociedad comienza una historia propia, un ám-
bito de evolución propio que va desde las sociedades militares a las socie-
dades industriales.
2) Una segunda corriente en el estudio sociológico de la moral es la de los
estudios históricos y comparativos en Alemania. A esta misma corrien-
te pertenecen los ensayos de Max Weber dedicados a estudiar las relacio-
nes entre la sociedad, la religión y la ética, recogidos en Ensayos de socio-
logía de la religión. Se pueden distinguir en la obra de Weber sobre sociolo-
gía de la religión tres problemas principales: a) el efecto de las grandes
ideas religiosas en la ética y en el comportamiento económico del creyente
medio; b) el efecto de la formación de diversos grupos sociales sobre las
ideas religiosas, y c) la determinación de los elementos distintivos de la ra-
cionalidad capitalista occidental mediante la comparación de las creencias
religiosas en diversas civilizaciones: el judaísmo y las civilizaciones orienta-
les, especialmente China e India.
3) Una tercera corriente es la representada por Emilio Durkheim y la
escuela sociológica francesa. Partiendo de una concepción de la moral
como «todo lo que es fuente de solidaridad», Durkheim establece la evolu-
ción de las sociedades basándose en el tipo de normas morales y jurídicas
que desarrollan. Las reglas morales de las sociedades primitivas y las de
las sociedades avanzadas son distintas. Existen dos tipos de moral: la mo-
ral de la uniformidad, que provoca la solidaridad mecánica entre todos los
miembros de la sociedad primitiva, y la moral de la diferenciación, que,
unida al derecho cooperativo, produce la solidaridad orgánica entre los dis-
tintos elementos de la sociedad avanzada. Es el desarrollo de la división
social del trabajo lo que produce el paso de un tipo de moralidad al otro. La
primera moral orienta al individuo completamente hacia la sociedad; la se-
gunda se propone realizar la personalidad humana en la mayor medida po-

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sible. De esta manera, en la sociedad avanzada cada profesión tiene un tipo


de moral diferente. La importancia de Durkheim para este tema radica en
el intento de crear una nueva ciencia que tuviera por objeto el estudio posi-
tivo de la moral.
4) La cuarta corriente dentro del estudio sociológico de la moral es la An-
tropología social y cultural. La antropología considera de manera gene-
ral que la moral forma parte de la cultura. Entre los sistemas de creencias y
valores y los de conducta que configuran una cultura tienen especial rele-
vancia los considerados como «morales» o como «inmorales» (moral como
contenido). Desde el siglo XIX han venido acumulándose monografías que
de una u otra manera estudiaban los valores morales o las normas de con-
ducta de pueblos no occidentales. Ese cúmulo de materiales ha tenido una
influencia directa en los estudios sobre el pensamiento moral (Ética), tanto
el de los filósofos morales como el del público en general. Esta influencia
ha conducido al planteamiento consciente del relativismo cultural, que de-
fiende que las reglas éticas y morales de todas las culturas merecen igual respeto.
La gente se ha hecho más y más consciente de que el contenido de los có-
digos morales varía ampliamente entre sociedades diversas, dentro de una
misma sociedad, e incluso cambia entre los diferentes grupos sociales que
componen esa sociedad. Según Kottak y Harris el peligro del relativismo
cultural es que, llevado al extremo, podría justificar el comportamiento de
cualquier cultura, por inmoral que ésta fuera, como el de la Alemania nazi
o el de la Grecia clásica, en tanto que todas las culturas merecen el mismo
respeto.
5) La última corriente en el estudio sociológico de la moral es la sociolo-
gía del conocimiento, según la cual las ideas están determinadas social-
mente (heteronomía, en términos kantianos). Un hito importante en el
desarrollo de la sociología del conocimiento serían los estudios de Max We-
ber sobre las relaciones entre las ideas religiosas y los hechos económicos,
y la teoría de Durkheim sobre el surgimiento de las categorías del pensa-
miento a partir de la vida religiosa.

2. Max Weber: la ética en un mundo desencantado

Max Weber trata de rescatar para la ética la idea de elección: elección ac-
tiva de los propios valores frente a la aparente necesidad impuesta por las
circunstancias externas, elección activa de los propios dioses frente a la
idea religiosa de ser elegido por la divinidad, bien como instrumento, bien
como receptáculo. El individuo queda abandonado a sus propias fuerzas y
no puede dejar la elección de sus valores en manos de una autoridad, sea
ésta religiosa, política, la «autoridad de la ciencia» o la de una tradición filo-
sófica. El Estado no tiene fuerza para determinar las convicciones más ín-
timas del individuo, ni siquiera en el dominio íntimo de los soldados que
luchan en el frente de batalla. Incluso en aquéllos momentos en que Weber
habla del destino colectivo del pueblo alemán, siempre le queda al indivi-
duo la posibilidad de negarse a cumplir con ese destino común, la posibili-
dad de elegir otro dios, pues la elección de los dioses o demonios que deben

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regir la conducta es siempre una elección personal. Las jerarquías de valo-


res prescritas por dogmas eclesiásticos de cualquier signo no son ya creí-
bles y no pueden ni deben ahorrar la elección a la conciencia individual. La
elección individual de los valores no puede confundirse en Max Weber con
un escepticismo relativista para el que todo da lo mismo. La intención úl-
tima de Weber consiste en recalcar el papel de la conciencia individual en
la elección de los valores que dan sentido y dirigen la propia vida. Esta
elección no puede ser dejada en manos de ninguna autoridad externa, de
ninguna iglesia, de ningún Estado, ni de la ciencia o la filosofía. El núcleo
básico del individualismo ético de Max Weber radica en la exigencia plan-
teada al individuo para que se desarrolle como persona, mediante la direc-
ción consciente de su propia vida, dirección basada en la elección libre, au-
tónoma y responsable de los valores últimos que la guían y dan sentido. El
núcleo último de la personalidad del individuo no es sino su capacidad pa-
ra mantenerse fiel a esos principios elegidos como valores últimos de su
exigencia. Así pues, el individuo ha de elegir libremente y, al mismo tiempo,
tiene obligatoriamente que hacerlo si quiere seguir siendo persona. Los lí-
mites de la ciencia están muy claros para Max Weber: una ciencia no pue-
de enseñar a nadie qué debe hacer, sino únicamente qué puede hacer y, en
ciertas circunstancias, qué es lo que quiere hacer. Así pues hay que distin-
guir entre el deber científico de búsqueda de la verdad de los hechos y el
deber práctico de elegir y adherirse a los ideales que dirigen nuestra ac-
ción, dan sentido a nuestra vida y configuran la dignidad de nuestra per-
sonalidad. Finalmente, habla Max Weber de la discusión sobre los valores
como última instancia de ilustración de la elección individual. La discusión
sobre los valores es importante para comprender el punto de vista de otras
valoraciones alternativas a la propia. Pero ciertamente «comprender» no
significa «perdonarlo todo», ni que «todo vale», ni que no haya ninguna dife-
rencia entre los distintos valores.

3. Norbert Elias: dos códigos de conducta

La obra central de Norbert Elias, El proceso de la civilización, basa su ar-


gumentación en el análisis meticuloso y pormenorizado de las transforma-
ciones del comportamiento humano que configuran la «civilización», así
como de los cambios significativos de las palabras. Su estrategia argumen-
tativa se basa precisamente en seguir el curso de los cambios de los con-
ceptos en que cada sociedad ha intentado expresarse. Génesis y evolución
de las palabras, de las formas de pensar, sentir y comportarse, génesis y
evolución de determinadas instituciones sociales, configuran el núcleo de
una teoría de la civilización concebida como un proceso histórico con diver-
sas variantes nacionales en el que se va dando un control cada vez mayor
del individuo y una transformación de las formas externas de coacción en
formas de autocoacción. Junto con este proceso de «psicologización», Nor-
bert Elias analiza también el proceso de «racionalización» social que consis-
te en la construcción de una racionalidad cortesana previa a la racionali-
dad profesional burguesa que había sido estudiada treinta años antes por

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Max Weber. Elias recalca que, conjuntamente con la racionalidad profesio-


nal burguesa y capitalista formada a partir de la coacción económica mo-
derna, se han dado y todavía se dan otros tipos de racionalidad, como la
racionalidad cortesana, nacidas de necesidades y situaciones sociales dife-
rentes. Los ideales de autonomía de la conciencia moral, pacificación y
cosmopolitismo, expresados de una manera pragmática por Kant, serán
reformulados autoritariamente debido a que una gran parte de la burgue-
sía alemana, después de la constitución del Segundo Reich, se asimiló al
ethos guerrero, al canon de conducta nacionalista. En esa asimilación, la
autonomía de la conciencia se transforma en heteronomía y dependencia
de la autoridad estatal. Esta reformulación autoritaria del imperativo cate-
górico no fue una mera metáfora, sino que se convirtió en realidad. Elias
cita a Hans Frank, alto funcionario, ministro y gobernador general de la
Polonia ocupada, quien afirmó que el imperativo categórico de la actuación
en el Tercer Reich rezaba así: «Actúa de tal manera que el Führer aprobara
tu conducta en el caso de que tuviera conocimiento de ella». Ésta ha sido,
ciertamente, la mayor tergiversación de las palabras del espíritu de Kant.
Norbert Elias establece como tesis de fondo que mientras en la teoría de
Kant triunfa el canon moral sobre el canon aristocrático, en la historia real
de Alemania se produjo una inversión y la burguesía se asimiló al ethos
guerrero del código aristocrático del honor, lo cual fue determinante del
proceso histórico y de la tragedia de la época del nazismo.

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