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EL PADRE’. HORAN Escenas de la vida del Cuzco ~ Tomo I Editorial Universo.S.A. LIMA—PERU Notas de Introduccién de . Augusto Tamayo Vargas NOTAS DE INTRODUCCION. 4 . &l Padre Horan, publicado primero. en folletin en El Co- mercio de Lima, en 1848, es cronolégicamente la primera no- vela peruana. Y por su originalidad, por su detalle minucioso ) por su franqueza revolucionaria es una importante pieza en Ja literatura sudamericana. Llevaba por subtitulo ‘“‘Escenas de la Vida del Cuzco” (x), alinedndose dentro del costumbrismo . de la época; pero su-motivo central era el hecho veridico del asesinato. de Angela Barreda por: su confesor Fray Eugenio Oroz,. realizado en 1836 segin el expediente criminal. que fi- gura. en la. edicién cusquefa de El Padre Horén, en 1918; acontecimiento a que se refiere en tradicion especial Ricardo Palma—“El Padre Oroz”— donde cita la novela de Aréstegui ¥ tributa a éste un doloroso recuerdo, Al lado de ese hecho, presentado. en una no muy bien hilvanadd narracién, con esce- nas, personajes y costumbres del Cusco, se desenyuelven varias otras historias: la del avaro; la de la viuda del soldado de la emancipacion, que muere tuberculosa.en una casucha misera- ble; la del joven alumno del Colegio de Ciencias, que se’suicida ; por la incomprensién del padre; y lo que es mds’ interesante y fundamental, la historia de la pobreza.de la poblacién toda, de la ciudad misma, Recuerdos de provincia —como los de Flaubert— pero no para la monotonta del “no hacer nada” sino para la acumulacion de intrigas y de tragedias lugarefias, Parece que Aréstegui habia letdo ya a Honorato de Balzac en sus “escenas de la vida privada” y de “la vida politica”; pero, por supuesto, n (x) Bl autor cuando escribe sin citar pone Cusco con “s”, como. lo ha explicado en otros textos, que El Padre Horan Jlevaba el signo del costumbrismo reinante y tenta aspectos pasionales que recordaban a George Sand y al romanticismo en general. Se trataba, ademds, de hacer critica politica y: ‘social, utilizando la novela en vez del ensayo. A través de la obra se indica “que el Pert se halla en situacion inferior a la época en que dependia de Espana, aunque se subraya la necesidad de una efectiva democracia, estableciendo auténtica- mente el: principio de la igualdad. Se enjuicia, desde un punto de vista: humano, la ineficacia de las guerras de la indepen- ” dencia que no establecieron un efectivo gobierno del pueblo y- que, por otra parte, no solucionaron las mas elementales necesidades de la poblacién. Los problemas juridicos y sociales que afronta el Pert en los primeros afios de su vida republicana -aparecen alli con negros caracteres, libre el autor, al parecer, de todo prejuicio y como producto de una inquieta observacién de la realidad. Y lo que es importante de la realidad de los pueblos andinds del Peri y no simplemente de Lima y de la politica central, como aparecian en todas las demds obras del costumbrismo preromdntico. El sentimiento nativista cobra, asi, vida en-la presentacién del problema indigena del Peri. Dentro de esta concepcién de “indigena” cabe el elemento mestizo de la poblacién, que forma el nicleo trabajador en las. ciudades y que aparece también en la novela de Aréstegui en asonadas y fiestas yz padeciendo, asimismo, la honda crisis politica, social y econdmica de entonces. La vida de una familia de indios cam- pesinos es otra de las historias dentro de la novela general. Apa- recen alli-con sus tributos, sus cargas de servidumbre, con sus - hijos arrancados con frecuencia del hogar para ser regalados por.las autoridades‘o para sufrir desde’ nifios expoliaciones di- versas. Aréstegui- examina para ello, detenidamente, la legisla- ci6n tributaria de los indios-y la real situacién politica y social del Peri en la época de la Confederacion: Peri—Boliviana. La miseria que. se ensefiorea sobre aquéllos se extiende a las ciuda- .des, mientras tanto la plebe del Cusco consigue seis mil-cuchi-.. Hos en franca revuelta, pera: no para saciar su hambre sino para defender la imagen del Sefior de los Temblores que se decia iba a ser llevada a Bolivia, Aréstegui pone calor retérico en la defensa de los ‘intereses populares olvidados hasta por los pro- bios hombres del pueblo. Seftala deficiencias de salubridad, problemas carcelarios, falta de asistencia a viudas y huérfanos, aband de la cerdoi la do expres su lid livian. . ‘mano. - las fu toria, Almy de las deja} “. zada discre veces: no @& taculi.* muer. naje « Se ar que 7 ment; pasioy’ ° Fue» desert’ genis\. desdé publi. en Li plena. origit. de m que © que ( var 5: la pie inte tiea wés reyes ve abandono de las industrias locales y pugna por la creacién de la riqueza nacional. Enfrenta con ideal roméntico al mal sa-* cerdote —El P. Hordn— y.el buen sacerdote —el P. Lucas— y’ la dolorosa realidad de uria sociedad mal conformada asoma* expresivamente. La anécdota salta a cada momento en ia lec- tura de E] Padre Horan. Ya es el. pueblo del Cusco clamando por su lider Gamarra y vociferando contra la Confederacién Perti—Bo- liviana. Ya el recuerdo de un cura desconocido que, sable en mano y a la cabeza de dos mil indios armados, lucho’ contra Jas fuerzas regulares de Santa Cruz, en Yanacocha, Y hace his- toria de las casas.de la Compafita de Jestis o- del Convento de la Almudena; de los -viejos claustros, de las celdas de las monjas, de las callejuelas del Cusco con acequias y barro. Formalmente deja mucho que deséar, pues la narracién se hace a veces for- zada y con grandielocuencia, Pero el. autor trata de quedarse discretamente entre bastidores, predicando desde fuera y muchas veces la-intriga alcanza sobrado interés, Si el didlogo es pobre, + no abusa, en cambio, de. las’ descripciones..Su final es espec-* tacular y los ultimos capttulos llevan bien al climax de la muerte, Tiene, sobre todo, el acierto de haber-hecho un perso- naje colectivo: el Cusco,.como figura. central dela novela. Se anticipd cuarenta afios a Aves sin Nido dé Clorinda Matto, que recogid mucho de El Padré Hordn, en la -defensa del ele- mento indigena y en la critica a la realidad provinciana con la Pasion puesta en la persona de un cura lugarefio, es sensual. Fue Aréstegui, sin lugar a dudas,..un precursor del realismo, Su novela vivid anatematizada por su crudeza hasta que la” desempolvé la Matto en su presentacién de una literatura indi- genista y desde el punto de vista critico acentuamos su interés desde nuestro articulo: “Un relato centenario: “El Padre Horin” publicado en Ia Revista Turismo, en 1945. : La otra novela de Aréstegui El Angel Salvador publicada en 1872 con posterioridad a la muerte de su autor corresponde plenamente a la prosa romdntica peruana y es muy inferior en originalidad y trama a El Padre Horan, Palma en La Bohemia de mi tiempo dice de Aréstegui “que no supo hacer versos, y que dio un drama en prosa titulado “La Venganza de un marido”, que obtuvo sélo mediano éxito”. Pero, en cambio, cabe relie- var su obra de juventud E] Padre Horan que se constituye en la pieza primigenia de la novela peruana. BIOGRAFIA Narciso: Aréstegui nacié en el distrito de Huaro, cerca del Cusco, en una fecha que debe estar comprendida éntre 1818 y 1823. Hijo de don Juan de Dios Aréstegui y de dofla Dominga Zuzunaga, Se casé con dofia Maria del Castillo, en la Capilla de Santa Rosa de la Catedral del Cusco, el 26 ‘de diciembre de -, 1838, Estudio en el colegio Nacional de Ciencias y ‘Artes, creado por Bolivar; y se gradué de Abogado en ei Colegio Seminario de San Antonio Abad, también del Cusco. en 1852. Pero ya desde 1850-era Catedrético de Historia Antigua y Moderna y de _Literatura,:asi como Secretario y Bibliotecario del referido Co- legio de- Ciencias, En 1853 y en momentos de tirantez interna- cional con Bolivia, se incorpora al Batall6n Guardia Nacional, dandosele grado de Capitin. Por sus sobrésalientes méritos es ascendido a Sargento Mayor y luego a Teniente Coronel, grado con el que forma parte del Ejército Revolucionario de Castilla en la Batalla de La Palma, alrededores de Lima, en 1855 y donde al'mando del Batallon “Cusco” tiene una de las acciones mds importantes de esa batalla que le abre a Castilla una nueva-era de su’ preponderancia politica. Es.nombrado Subprefecto del Cusco y luego Juez Militar en esa plaza; para participar, mds tarde, en la batalla de Yumina, a las ordenes del Mariscal San Romdn; frente al General Vivanco rebelado ‘contra Castilla, . Coronel efectivo del Ejército Peruano después de esa nueva pa- gina de su historia militar, renuncia a su condicion'de miembro del Ejército en 1864, ante las negociaciones del Gobierno de Pezet con Espafia, en el conocido asunto de las Islas Chincha. Pero el Gobierno Revolucionario de Prado, que obtiene el triunfo del Dos de Mayo contra la Escuadra. Espaficla, le devuel- ve sus galones y lo-nombra Rector del Colegio Nacional.de Cien- i clas del Cusco. En1867.se le ve Tigurar, ademds, como Vice— ' Director de la Sociedad Amigos de los Indios; y en ese mismo + aho encabeza, en la capital cusquena, la rebelién contra la Dic- | | tadura:de Prado, proclaméndosele Prefecto y Comandante Gene-— _. Ya del Departamento. Consolidado el orden legal renuncia a esa categoria para volver a su actividad civil. El 10 de setiembre de 1868 es nombrado Prefecto de Puno, siendo Presidente el Coro- nel José Balta y Ministro. de Gobierno, el lider liberal José | Galvez. Al lado’ de esta-activa labor en el campo de la educa- | cién, de'la carrera de las armas y de la politica, Natciso Arés | tegui habia escrito la primera novela peruana en 1848, El Padre; Horan, cuando tenia veintitantos afios de edad, y posteriormen- |‘ te varios optisculos y-ensayos asi como una novela El Angel Sal- | * vador y un drama que por excepcién dentro de su época no fuera |‘ escrito en altisonantes versos, ero sf representado dentro de la eclosion romdntica del teatro: La Venganza de un Marido. Aréstegui murié ahogado en el Lago Titicaca, el 9 de febrerode ; 1869. Era martes de Carnaval y fue invitado a pasear por el Lago con un grupo de personas, a bordo de una embarcacion Hamada “Maria Raquel”. Entre los invitantes se hallaban varios extran- Jeros; quienes en medio de la alegria del juego, hicieron con re- Petidos vaivenes volcar la embarcacibn, pereciendo ahogados algunos de los que allt se encontraban y entre ellos el Prefecto Coronel Aréstegui. Tenia entonces alrededor de 50 afios. ice— ‘smo Dic- ene- esa. 2de oro- Tosé 4ca- 7és- dre len- 3al- era 2la do, de go ‘da mn ha os to BIBLIOGRAFIA . Del autor. 1) El Padre Horan, Escenas de la Vida del Cuzco, Lima, Imprenta El Comercio, 1848. 2) El Angel Salvador, Leyenda Historica, con proélogo de Juan de Arona, Lima, Im- prenta Patria, 1872. 3) El Padre Horan, Escenas de la Vida del * Cuzco, con prologos de A. Vega Enriquez y de J. Gabriel Cossio, 6 tomos, Cuzco. Tipografia El Comercio, 1918. 4) El Padre Horan, Escenas de la Vida del Cuzco.— Reediciones de la Universidad Nacional del Cuzco. 1954. Sobre el autor.— 1) Aita Antonio, La Literatura y la Realidad’ Americana, Buenos Aires, Tajleres Graficos Argentinos de L. J. Rosas 193].— 2) Nello. Marcos Sanchez Dextre, El Padre Horan, del Coronel Cuzquefio ‘Narciso Aréstegui Zuzunaga, Tesis para optar el grado de Bachiller en Humanidades en la Facultad de Letras de la. Universidad de San Marcos, Lima, 1954.~ 3) Matto de Turner, Clorinda, “Narciso Aréstegui”, comentario editorial, Pera Mustrado, Lima, 30 de Agosto, 1890.— 4) Palma, Ricardo, La Bohemia de mi.Tiempo (Prélogo de Augusto Tamayo Vargas, Lima, Ediciones Hora del Hombre, Lima, 1948, Pags. 45 y 98.— 5) Sénchez, Luis Alberto, La Literatura Peruana, Tomo V, Buenos Aires, Editorial Guarania, 1951, Pags. 109 a 111.— '6) Sanchez, Luis Alberto, Proceso y Contenido de la Novela Hispano-Americana, Biblioteca Romdntica-Hispanica, Madrid, Edi- torial Gredos, 1953. Pags. 137 y 138, 245 y 369.—'7) Tamayo Vargas, Augusto, .“Un relato centenario: “El Padre Horan”, Turismo No. 116 Diciembre, 1945, S/p.— 8) Tamayo Vargas, Augusto, Literatura Peruana, Tomo II Lima, Ediciones Miranda, 1954,, Pags. 117 a 123. (Con anterioridad en Apuntes para un estudio. de la Literatura Peruana y. con posterioridad en las si- guientes ediciones de Literatura Peruana de 1965 y de 1968, hemos destacado en capitulo especial a Narciso Aréstegui).— 9) Tapia Olarte, Eulogio, Cinco grandes escritores cuzquefios en la Literatura peruana, Jmprenta del Cuzco, 1946. cr seee pian cS ea INTRODUCCION CAPITULO I ANGELICA En 183... los primeros rayos del brillante sol de un hermoso dfa de julio reflejaban sobre la fachada de una casa de la calle de Mataré, no lejos de la plaza mayor del Cuzco. A pesar de que. sus espaciosos corredores, con arcos y columnas de piedra, en otro tiempo pintadas al temple, estaban hasta sin blan- quéar dicha casa revelaba la opitlencia de sus primitivos moradores no menos que la honrada pobreza de los actuales. Subiendo las anchas escaleras que conducfan al segundo piso, se podia penetrar er un pequefio cuarto cubierto con una estera rozada por varias partes, con pocos pero limpios muebles, arrimados a las en otro tiempo blanqueadas paredes. Y cerca de una ventana, sin vidrios ni celosia, que daba a la calle, se podia ver también a una joven de 14 afios, bella como una flor del litio blanco, sentada sobre una descolorida alfombrita, y rodeada de ca- nastas de varios tamiafios, llenas de géneros de distintas clases. ‘Angélica, vestida con un traje sencillo de quimén azul matizado con florecitas blancas y amarillas, Hevaba prendido en el’ pecho un pafiuelo-de seda color café, orlado con fajas negras. Fijaba sus, hermosos ojos, gnarnecidos de largas pestafias y cejas color de ébano, en una tijerita nueva, cuyo brillo no podia competir con el que se desprendfa de sus resplandecientes pupilas. Sus cabellos rubios, abundantes y finos, divididos por la mitad de su alba y bien formada frente, descansaban sueltos sobre sus hombros y podfan crecer y rizarse libtemente haciendo sombra a las sonrosadas mejillas. 3 Los labios de’ Angélica, de un corte encantador, constantemente hiimedos. y rojos, sonrefan con natural inocencia al hablar; y su voz melodiosa, como las notas de un concierto musical, herfan dulcemente el ofdo y vibraban en el corazén. 2 , NARCISO ARESTEGUI En fin, su talle participaba de la clegancia y flexibilidad de la palma; sus blancas manos acostumbradas a manejar la aguja, descono- fan los guantes y 10s anillos de oro; y sélo se vefa.en el dede anular de su mano izquierda una sortija de carey sin grabado alguno; y sus pe: queiios pies, , constantemente.calzados.con-un-cuero-rutn, merectan opti el bordado’cojin de un monarca, Aunque en el semblante de Angélica no se notaba la triste ex- Presién que revela los pesares del alma, predominaba en él ese misterioso no sé qué de dulce melancolfa, con que ha dotado la naturaleza a une gran mayorfa de los del Cuzco, El carmin que matizaba sus-lenas mejillas, aunque perenne, no bastaba a representarla siempre risuefia; si es que su joven corazén des- conocfa atin la verdadera pena. Hay fisonomfas. raras que expresan un anticipado sentimiento de desventura, en la época més florida de la existencia; la de Angélica Podia contarse en el ntimero de elas. . ¥ aunque es cierto que: los rasgos melancélicos prevalecen en esas fisonomias raras una vista observadora no puede dejar de vislumbrar en ante més alegre del hijo de cualquiera parte del globo, un erceptible sello de tristeza, que parece haber nacido y crecer con é] Quiz los hijos de los climas frigidos participan mds de ese tinte Sombrio: Angélica, como cuzquéfia, exa para decirlo de una vez, la melancélica flor, el triste litio de’ suaves aromas del antiguo jardin del Sol, | Después de haber contemplado con infantil ciriosidad su tije- rita nueva, tomé un géhero blanco para continuar cosiendo... ~iHolal ... tan temprano y trabajando. ya? ... —dijo un hombre Gomo de 55 afios entrando al pequefio cuarto, qué llamaremos en ade- lante el Obrador de Angélica, —Buenos dias, papd— contest ésta dejando su costura; y ponién- dose ‘en pie al mismo tiempo que éntraba su madre, repitié — Buenos on tera or Je visto... has’ madrugado mucho- dijo la iiltima mirando en derredor suyo, : De’ veras....~ afiadié su esposo. Pero... ya que mi hija tiene que coset, la Muda debe barrer el cuarto, : . ~iLa:Muda tiene que cocinar! — exclamé Paulina (este era el nombre de la madre); y dirigiondo a su esposo una mirada dominante, murmuré:~ jQué Juan Baittistal .., —Para decir eso... no hay necesidad ‘de incomodarse. Pronto te bu a gece mtn Wee GLEE PH-TPEPOEEIT SEP hae EL PADRE HORAN ; 3 puscaré una cholita, Angélica. ~Gracias, padre mfo —repuso la joven— no se afane Ud. por mi... tengo placer en asear yo misma el cuarto. -;Pues! ... asf nos pasa a nosotras... — dijo Paulina moviendo la cabeza. —1Ya! exclamé Juan Bautista. — jSélo Uds. 1os hombres... quieren que todo se haga a su paladar! como que nacen para ser servidos... — y concluyé la frase estirando os labios. —jVamos! ... jdejemos esas! ... Al asunto Paulina, al asunto. —Ya podfas empezar... continud ella senténdose en’ una silleta despintada. Juan Bautista hizo crujir al sentarse un antiguo ‘escafio, cuyo: espaldar conservaba todavia algunos restos de sus molduras, doradas sobre pasta de yeso. 7 Y colocando entre ambos labios un cigarro de papel, sepultd sus manos en los hondos bolsillos de su chamarra de pana verde-oscura, adornada con botones de concha de perle, que formaba un buen terno con su chaleco de’ pafio azul abrochado hasta el pescuezo, y su holgado pantalén del mismo género y color. Acorde con todo el yestido, Hevaba un gorro blanco de lino, se- mejante a una escofieta, que le cefifa la ancha frente; bajo sus espesas cejas chispeaban sus ojos pardos; y el cuello de la camisa; tan blanco como su corbata, acariciaba sus mejillas azotadas de rojo, algo morado, y sombreadas con gus patillas cortas, un poco invadidas por las’ canas, cuyas puntas se aproximaban hacia su nariz aguilefia. —{Magnifico eslabén es este! —dijo Juan Bautista haciendo chis- pear una piedra junto a un abultado yesquero de plata; y después de en- cender su cigarro, afiadié arrojando una bocanada de humo— potosino al fin. Entre tanto, Paulina esponjaba con muestras de impaciencia Ja lazada de un pafiuelo blanco de seda pintado de estrechas listas auro- ras, que rodeaba su cabeza, sujetando so negro cabello, recogido en una delgada trenza, Si el semblante de Juan Bautista, no carecfa de una|expresion noble y franca, los ir6nicos ojos de’ Paulina, a pesar de la regularidad de sus facciones, y su color un poto cobrizo, daban al suyo cierto aire altanero y dominante. Paulina ‘evaba un vestido de iglesia arreglado en América a la usanza espafiola. f 40 . NARCISO ARESTEGUI ~Con que... Paulina, empieza pues ti....— dijo Juan Bautista fumando su cigarro, . No sin alguna sorpresa fij6 Angélica alternativamente en sus padres ‘Sus negros y bellisimos ojos. ~i¥ por qué no ti? ... —repuso Paulina~ A mf sola me echas toda Ja carga, —Por qué? — Porque ti eres la empefiada en este asunto... iQué diablo! ... Ni me habia fijado yo en eso... —Tii no eres capaz de fijarte en nada... —i¥a se vél ... ;Como yo estoy aqui todo'el dia! .. —1¥ como vuelyes de Ia chacra sélo 2 dormir! ... — replicé Pau- Tina con ironfa. ~iBah! ... ya empiezas con tus cosas... Al asunto... y dejémonos © de historias. Este cambio de expresiones, que indicaba la existencia de un de- signio, sobre el cual iban a tratar Juan Bautista y su esposa en presencia de su hija, excitabala curiosidad de Angélica alarmando su tranquilo natural. Pero sin desplegar los labios tomé ella nuevamente su costura. ~ jSiempre ha de ser asi! — exclamé Paulina después de an mo- mento de silencio ~ Yo no sé ‘para qué predicas todos los dias. ~ iVeamos! ,Qué predico? ... — interrampié Juan Bautista ponién- ‘dose en pie y apartzndo el cigatro de sus labios. z iQué predico! ... —repitié su esposa con énfasis— Predicas siem- Pre. “que el jefe de la casa.es el marido”.. ;No cs verdad hija? ... -Si mamé — contestd Angélica con timidez. —éY qué hay con eso?... —replicé Juan Bautista con tono muy espafiol— Mi padre lo decfa siempre... ;Y cuidado, que cuando él toma: bala palabra! ... ~ {Tu imbécil madre callaba! — dijo Paulina arrugando el entrecejo. ~ Mamita! ... murmuré Angélica. ‘ Juan Bautista arrojé su cigarro con despecho, e introduciendo las manos en los bolsillos de su largo chaleco, se puso a mirar a su os- Posa atentamente, moviendo la cabeza y repitiendo. ~jmbécil? ... jeh! gimbécil? .., ~iLo dicho! ... — zeplicé Paulina sin alterarse y moviendo’ tam- bién la cabeza. . Es verdad que cuando mi padre tomaba Ja tranca, buen cuidado tenfa alguno de ponerse en salvo... Esto no quiere decir que sus arran- ques de impaciencia, que pasaban como una réfaga, fuesen ‘d_estrellarse Bautista 3 padres 1€ echas sunto.. nuy ma ejo. ido es. EL PADRE HORAN Ss contra mi buena madre; al contratio, ella con una sola expresiém cari- fiosa, lo ponfa ms manso que un cordero... ~iPor.vida.mfal , exclamé Paulina golpedndose los muslos— st alguno se atreviese a... No sé... No s —;Vamos! ... ,A qué Pausina? ... —A mentar siquiera la tranca... ~jLa tranca! ..;Ah! ... Con ella misma le diera efi la boca, aunque después ardiese Troya. + jDiablos! ... ;Quién ha dicho? ... : —jInfeliz de mi! — interrumpié Paulina en tono’ quejumbroso y cubriéndase el rostro con un pafiuelo. -{Ta.. th... the! ~Aijo Juan Bautista sonriéndose— {Lo que son las mujeres! .. — {Pero qué hay mamita? — balbuced Angélica dejando su: cos tura. =1,Qué? — contesté Paulina retirando con violencia el pafiuelo que ocultaba sus ojos — ,No has ofdo a tu padre? ... —intetrumpid Juan Bautista— Ti lo has ofdo todo... jEs justo que tu madre... —1Me acuse tan sin fundamento... dirds? —Déjame acabar, Paulina... Pero en ‘fin... ya lo has dicho. —jEso es... Yo sola he de ser la injusta, la mala mujer, la in- sufrible, la... . —}Bah!:... jbah! ... zme has ofdo decir tanto... hija mia? ... No... — murmuré con timidez Angélica. — {Qué habias de contestar ti! —replicé Paulina mirando con du- teza a su hija— Siempre a favor de tu padre... —A favor. de ambos toda la vida, mama — balbuceé la joven con dulzura. — |Bravol .., Meréces un abrazd.... yNo es verdad Paulina? Y Juan Bautista abrazé entusiasmado a su hija, Paulina se encogié de hombros. Entonces Angélica’ deseosa de poner un témino a esta disputa matrimonial ‘se desprendié. de su padre, y. extendiendo hacia ella sus brazos, con suma gracia y naturalidad. —Mamita —le dijo— ;Y Ud. no me dard un abracito? ... Quita alld! repuso Paulina. Que te abrace otra vez. tu padre... iPero, mujei! .... exclamé Juan Bautista con sentimiento: ,Qué te ha hecho mi hija? Angélica enmudecié. Su semblante’'se tifié ‘de porpura y's¢ fijaron, en el suelo sus | hermosos ojos. ‘Por la primera vez, habia rehusado su madre sus caricias. | , Su sentimierito fue profundo. Paulina, viendo a_su hija ‘parada ‘con tristeza, se levanta’ preci- pitadamenté de su asiento, exclamando: = jHija mia! ... jmi querida hija! ... : : f 6 NARCISO ARESTEGUI I j ft Y estrechéndola con temura en sus. brazos le dio algunos -gol- para Pecitos en la espalda con la palma de sus manos, i oe ~— jOtra, tenemos! exclamé Juan Bautista’ Asi, vas ha lastimar j! a lac’ ami hija... ;Qué sabes ti?... fie % ~Viejo chocho - contest Paulina mirindola atentamente y te- \ Angé nigndola asida de ambas manos. {8 ~4Bah! ... Veinte ‘afios de'inatrimonio Levamos, Paulina. —éY qué edad tenfa yo cuando te casaste conmigo? ... {No esta- | ba como Angélica... jovencita? ... mientras que ti... i En estas circunstancias se_present en la puerta la Muda, tinica | ‘ sirvienta de la familia, haciendo sefias para-que la-atendiesen., Al verla | : Paulina, tendié la mano hacia la parte’ exterior del: cuarto soplando | siempr él aire al mismo tiempo, queria decir: « al ke then | seri ‘La. Muda insistid. t é Pero, a un movimiento de cabeza de Angélica, que seguramen- | desta sf te significaba: . ° . | ¢ —Voy alld. | padre: Desaparecié la Muda. ° | murmy — {Qué querfa la Mudita? pregunté Juan Bautista. [ J —jAlgo queria! ~ contestd Paulina; y afiadié: —en fin. Des-| - I pachemos. Mas tarde quiz4 no podremos ya verl: . ‘4 90, pue: ~jAcaso yo me opongo? balances —Pero ti, que siempre dices: el marido es el jefe de la casa, — | con ironfa la madre de Angélica-,debés anunciar a nuestra hija el plan) empezd. que meditamos anoche. E Juan Bautista se arrellana en él escafio, sin hablar palabra. / y otras 4 Angélica experimenté por la primera vez una inquictud extrafia, | acompafiada de un temor pueril... | convenci Su momentineo gozo, por las caricias de que su madre acababa} = de ‘colmarla, habia, desaparecido con las iltimas palabras de Paulina.| quedado Cediendo al impulso de la dudosa idea que se.fijaba en su imagi-’ = nacién como’ envuelta en un velo tenebroso,- Angélica, con la vista interrum, en los labios de su padre, parecfa interrogatlo de un modo- suplicante| - EL PADRE HORAN 1 suelo sus US caricias; ~{Tiene Ud. algo que decirme, padre mfo? ~Si, Angélica... “Podfamos ~4Me opongo yo: =No diré que no... pii =Mejor seria que c Para eso, —¢Pues entonces, jmujer! ala chacra? ~¥. entonces.,, ‘quién entraré a lamar? ... — tepiiso la madre de Angélica silabando 1a palabra que hemos subrayado, — iPues bien! ... dijo Juan Bautista con acento sosegado, Y dirigiéndose a su hija, afiadi ~ Angélica, ven acé.., Estas cosas se deben decir con calma.., Paulina irguié la cabeza, : 40 qué'decis? " —Ie pregunté su esposo, ~Digo que st... gcuéfido he dicho quend? contesté Paulina, siempre con acento‘ dominante. ~ Oh! ..v Nunca dices ta que no a nada... sonriéndose maliciosamente; y agregé — La madre de Angélica se rub. desta sencillez, haber conchuido ‘ya si tu. madre... interrimpié la incansable Paulina. esto que ya volyemos a las andadas, ‘onfesases francamente tu: iriutilidad... hasta nté preci. unos” got: Por qué no hablas ti y me dejas ir 2 lastimar fey te. 1, Unica Al vera ‘plando t fi ( ( No. esta. ( € (i c ~ fepuso Juan Bautista iNo es verdad Paulina? oriz6, bajando-los ojos con ino Palabrds que aquél le habia dirigido, Juan Bauitista la contemplé en silencio. La impresionable Angélica, semejante a una delicada flor,’ que To puede mantenerse impasible al mas ligero soplo del viento, sentia balancear su imaginacién entre él temor y la esperanza, Su impaciencia se aumentaba ai ver'la calma con que su padre empezé a envolver un segundo cigarro, Entretanto, la -quisquillosa Paulina ‘unas: vec es tosfa con fuerza, | ¥ otras golpeaba con sus hombros el espaldar de la si ~ {Juan Bautista!..— dijo un momento después con acento de re- convention, . : Déjame echar un cigarrillo, que es el tinico placer que me ha quedado desde... : —Lo mismo dices cuando tienes por delante una copa'de Jerez — interrampié Paulina; y affedié: — | Vamos! «.. Efnpiona., jEn-este momento... Escucha, hija-mia — dijo Juan Bautista, arrojando humé por las narices:

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