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Ü Introducción
El desarrollo conceptual constituye, sin duda, uno de los aspectos centrales de la cognición y su desarrollo. Los
conceptos constituyen el mecanismo cognitivo por el que somos capaces de dar sentido de forma “económica” a
mucha información, pues nos permiten captarla y procesarla de manera selectiva y discriminativa.
Se trata de una competencia nuclear que, de uno u otro modo, se relaciona funcionalmente casi con cualquier otra:
percepción, memoria, lenguaje, etc. son habilidades que se asientan sobre la base de un sistema de conceptos en
continuo desarrollo. Sirven a la comprensión, aportando el conocimiento que nos permite relacionar lo “nuevo” con
lo “antiguo”. Constituyen una base para el aprendizaje. Otra importante función es la inferencial: una vez que
algo se ha asignado a determinada categoría conceptual, pueden hacerse predicciones sobre sus propiedades o su
conducta. En este mismo sentido, los conceptos están implicados en nuestra capacidad para razonar y para
explicar los sucesos del entorno. Además, utilizamos conceptos para definir metas y planificar la conducta. y,
finalmente, tiene mucho que ver con el lenguaje, estando en el centro de los procesos de comunicación.
Todas las formas y niveles de pensamiento surgen y se desarrollan sobre la base de un determinado sistema de
conceptos que, a su vez, evoluciona y se enriquece en paralelo a las crecientes capacidades intelectuales del niño.
El desarrollo conceptual está ligado en sus inicios al desarrollo de la capacidad simbólica (capacidad de crear
representaciones mentales acerca de objetos y sucesos no presentes). Esta asociación es clave en la teoría de
Piaget sobre el desarrollo de la inteligencia. Para él el verdadero pensamiento surge a partir de la función
simbólica (hacia el final del 2º año), al posibilitar formas de representación que trascienden las categorías
meramente perceptivo-motoras del periodo sensorio-motor.
El punto de debate de mayor trascendencia teórica en torno a los conceptos ha sido el relativo al tipo de proceso
involucrado en su adquisición y al tipo de representación y estructura que adoptan a fin de ser utilizados para los
objetivos del pensamiento: la comprensión, el razonamiento, la solución de problemas, etc.
Concepto: Representación mental de las categorías en las que dividimos y organizamos la experiencia. Se refiere
esencialmente al componente “intensional” (significado o connotación) de las categorías -> significado abstracto por
el que se reúnen un conjunto de entidades con características semejantes. Formar conceptos consistiría en
establecer y representar ese significado-criterio que permite “considerar como equivalentes cosas diferentes” y,
por tanto, discriminables y responder frente a ellas como miembros de una clase y no por lo que tienen de único.
Ü Conceptos y Categorización
Las primeras teorías se caracterizan por enfatizar la importancia de la categorización como principal función de
los conceptos, defendiendo un modelo de aprendizaje y desarrollo centrado en la capacidad del sujeto para captar las
semejanzas en las apariencias perceptivas de los sucesos y objetos de su ambiente. En esta línea, sin embargo,
cabría considerar tanto los enfoques más clásicos (Piaget, Vygotsky o Bruner), que interpretan los conceptos en
términos de rasgos definitorios, como la perspectiva de la “Categorización Natural” (Rosch y col.), en la que las
representaciones conceptuales se consideran más bien en términos de rasgos probabilísticos
1. El Enfoque Clásico sobre la Formación de Conceptos.
Tradicionalmente, los conceptos han sido caracterizados en términos de “clases” formadas por conjuntos y
subconjuntos incluidos unos en otros, organizadas dentro de estructuras taxonómicas de inclusión jerárquica. Se
asumía que los conceptos poseen un doble componente “intensional” -> conjunto de características o cualidades
que definen una clase o categoría conceptual y “extensional”-> conjunto de elementos que pertenecen a una clase o
categoría conceptual.
Desde el punto de vista psicológico, “formar conceptos” no se diferenciaría de su uso para “categorizar” la
experiencia y consistiría, básicamente, en “abstraer inductivamente” una “regla de clasificación”, en virtud de la
cual, ciertas propiedades comunes, se aceptan como Rasgos Definitorios de una clase o categoría de equivalencia.
Los conceptos se entienden como la representación del conjunto de rasgos “necesarios” y “suficientes” que
definen la categoría o clase de referencia; y, consecuentemente, todos los conceptos serían cualitativamente
semejantes independientemente de su complejidad, siendo equivalentes cada uno de sus miembros. Cada ejemplar
de la clase de referencia se considera igualmente representativo de la misma puesto que comparte con todos los
demás los mismos rasgos definitorios.
è Diferencias Evolutivas.
Las Teorías Clásicas se centran en la “Semejanza Perceptiva” como principal fuente de información para la
formación de conceptos y utilizan Tareas de Clasificación como el paradigma básico de investigación en el área.
Se asume que el nivel de desarrollo conceptual puede estimarse examinando la capacidad para categorizar diversos
materiales en distintas condiciones.
Aunque Piaget reconoce que el desarrollo conceptual corre parejo al desarrollo del lenguaje (se expresan los
conceptos y sus relaciones), no atribuye a éste un papel significativo; el nivel conceptual del niño es un resultado
directo de la evolución de sus estructuras lógicas. El aspecto clave de este desarrollo es la adquisición de la
capacidad de “inclusión jerárquica de clases”, es una de las operaciones lógicas que marcan el inicio de las
“operaciones concretas” (Inhelder y Piaget, 1964).
La explicación que propone Vygotsky es netamente lingüística. El niño progresa desde unos conceptos iniciales
ligados a los ejemplos concretos, hasta los conceptos “auténticos” que implican la representación de una definición
basada en principios. Considera que éste logro evolutivo sólo se hace posible con la “internalización del lenguaje”.
Atribuye al lenguaje como el principal factor mediador y transformador del pensamiento.
Operaciones Mentales: Concepto clave en la teoría piagetiana y se refiere a las “acciones internas”,
representación mental de un conjunto de acciones organizadas e interdependientes (ordenar, separar, combinar,
etc.), según transformaciones caracterizadas por su “reversibilidad”.
Para Piaget el niño progresa a través de una serie de estadios en los que (a partir de su experiencia) va
construyendo estructuras cognitivas (esquemas) progresivamente más complejas y adaptativas. Este proceso se
inicia con muy limitados recursos de partida (reflejos) mediante un único mecanismo de aprendizaje de carácter
general, basado en 2 procesos de adaptación complementarios: la asimilación y la acomodación.
El desarrollo cognitivo se contempla simplemente como la secuencia de reestructuraciones que se va produciendo
en los conceptos infantiles: desde las nociones iniciales (esquemas sensoriomotores) y a la realidad inmediata,
hasta los “conceptos operatorios”, basados en criterios abstractos y organizados taxonómicamente.
Este tránsito no es repentino o inmediato, sino que va desde una primera fase preparatoria y todavía pre-
conceptual, hasta la formación de representaciones auténticamente conceptuales, que suponen asimismo la
capacidad de realizar operaciones mentales. 2 momentos importantes:
1) El surgimiento de la capacidad simbólica o de representación (hacia el año y medio) a través de
“imágenes”, que suponen el despegue de las nociones y esquemas meramente sensoriomotores, y
2) La organización taxonómica de los conceptos formados como final del proceso (a partir de los 7-8 años) y que
supone la capacidad para formar estructuras de “inclusión jerárquica de clases”.
Estos momentos marcan el comienzo de 2 periodos característicos del desarrollo de la inteligencia: el
“preoperatorio” y el de las “operaciones concretas”.
Rosch y col. encontraron apoyo empírico a estos planteamientos en los datos obtenidos en varios estudios. Quizá el
resultado de mayor peso está en lo que denominaron “Efecto de Prototipicidad”. Los sujetos parecían juzgar la
“tipicidad” o “representatividad” de los elementos (mejores o peores ejemplos de los conceptos de referencia) de
acuerdo con el análisis de “semejanza de familia” que previamente habían hecho. A medida que aumentaban los
rasgos característicos o de familiaridad que se habían atribuido a un ítem, resultaba más probable que lo
seleccionaran como buen ejemplo del concepto o de la categoría que éste representaba y además tardaban menos
en identificarlo como tal.
Desde el punto de vista probabilístico se han defendido 2 ideas básicas:
o Que los conceptos se representan como “prototipos” ideales, es decir, un conjunto típico de características
que serían abstraídas como «tendencia central» de los ejemplos de una determinada clase; y
o Que el desarrollo de la categorización (evaluación de pertenencia a la categoría) se efectúa a partir de un juicio
de semejanza entre los elementos evaluados y los prototipos. Los elementos más cercanos al prototipo se
identifican inmediatamente, mientras que los más alejados lo hacen con más dificultad o no se reconocen.
è El Nivel Básico de Categorización.
Pese al contraste ente las concepciones clásica y probabilística en torno la naturaleza de la representación
conceptual, ambas perspectivas han coincidido resaltando lo que puede considerarse como su dimensión
“vertical”. En ambos casos se asume que los conceptos desarrollados se organizan “taxonómicamente”, como
sistemas clasificatorios con relaciones de inclusión jerárquica. Las categorías NO son independientes sino que
cada una de ellas es una parte de otra clase más general. Suelen tener 3 niveles de generalidad o inclusión: el más
general o supraordenado, el nivel intermedio o básico y el particular o subordinado.
Esta organización en clases de inclusión jerárquica se entiende como un logro evolutivo e incluso como el
aspecto fundamental que distingue la categorización humana. Ha sido en la Teoría De Rosch donde se ha
realizado un análisis más explícito, al atribuir una particular importancia a nivel intermedio o básico, convirtiéndolo
en eje de los planteamientos sobre la categorización natural.
En la Teoría De Rosch, el nivel básico se considera como el nivel de abstracción más inclusivo que refleja la
estructura correlacional del ambiente (más económico cognitivamente y más información). Se trata del nivel que
representa o recoge las discontinuidades y covariaciones naturales apreciables en términos de semejanza
perceptiva y, en este sentido, supondría la máxima saturación en los rasgos de familiaridad del concepto. Más
concretamente, corresponde al nivel en el que se encuentran las categorías más inclusivas y discríminables.
Rosch argumenta que es plausible pensar que el sistema cognitivo humano haya evolucionado haciéndose
especialmente sensible a este nivel de categorización como reflejo de esa estructura correlacional del medio
ambiente. Este nivel es el de mayor interés desde el punto de vista funcional y adaptativo y, por tanto, el de
mayor utilidad psicológica. Será el de mayor valor inferencial o predictivo. Categorías como “Prototipos”.