El Sheriff retirado Dan Miller pensaba que la vida era bastante

buena hasta que fue atacado por un hombre decidido a usarlo

contra la manada de lobos Wilde. Cuando se convierte en un
shifter para salvar su vida, descubre que el mundo que conocía
como humano no era nada comparado con el de un lobo. Parece
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que no puede averiguar cómo cambiar.
Sean, el shifter león, corre por su vida. Más importante aún,
está corriendo para salvar las vidas de los dos niños pequeños
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que le ha robado a su alfa. Cuando se topa con la manada de
lobos Wilde, encuentra más de lo que esperaba. Una manada,
seguridad y su pareja. Solo tiene miedo de confiar en él.
Cuando el mal que lo caza llega a las puertas de Belle Grove,
Sean sabe que el tiempo se acaba. Aprender a confiar en quienes
lo rodean no es fácil cuando nunca lo había tenido antes, pero
luchar por su pareja y los de la manada podría valer la pena la
batalla que viene.
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 Capítulo 1

Dan Miller yacía en el rincón oscuro de la cocina y observaba

a la araña viajar por la hebra de seda de telaraña. Antes de llegar
al suelo, la araña se transformó en un hombre pálido y delgado
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con cabello negro.
El hombre se acercó al alféizar de la ventana. Cogió y peló un
plátano antes de sumergir la fruta en un tazón pequeño de agua
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azucarada. Esa acción le dijo a Dan mucho sobre la bondad del
hombre cuando el shifter araña hizo una mueca mientras
terminaba el bocadillo que Iren le dejaba todas las noches.
Obviamente estaba comiendo algo que no le gustaba, pero
estaba haciendo un esfuerzo por no herir los sentimientos de
Iren.
Luego, el hombre se acercó a la ventana, se agachó y quitó
una pequeña porción de una tabla suelta del piso. Metió la mano
en el agujero y sacó un teléfono celular. Dan observó mientras
pasaba el dedo por la pantalla y escuchaba. Un momento
después, inició una conversación en susurros. Por supuesto, Dan
solo escuchó un lado de la conversación, entre pausas.
—Sí, Anciano, es un niño omega.
—El padre y el bebé están bien.
 —El guardia, Kane y el asistente del chef zorro están
emparejados.
—Han llegado el hermano pequeño del zorro, así como un
león, un lobo pequeño y un niño hurón.
—No, el leopardo de las nieves no lo ha hecho. Solo el
hermano pequeño del zorro ha prometido su lealtad y se ha
unido a la manada.
—El lobo humano todavía está en forma de lobo.
—Bueno.
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El hombre devolvió el teléfono a su escondite y volvió a
colocar la tabla antes de regresar a la esquina más alejada. Al
momento siguiente, una araña trepó por un hilo nuevo y
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delgado hasta la seguridad de su telaraña.
Dan habría fruncido el ceño en su forma de lobo si hubiera
podido. ¿Por qué la araña habló de él? Sabía que los guardias y el
alfa lo observaban. ¿Pensaron que se estaba escondiendo en su
forma de lobo? Dan intentaba todos los días ganar un cuerpo
humano. El fracaso era frustrante, pero no se rindió. Necesitaba
volver a ser humano. ¿Por qué? No estaba seguro.
No estaba seguro de muchas cosas, entre ellas de cómo se
había convertido en lobo. Era un sheriff anciano, viudo y
jubilado. Recordó no tener nada en contra de los shifter, pero
sabía que no lo era, hasta ahora.
¿Qué había pasado? Recordó la insoportable traición que le
arrancó el corazón, y luego una abrumadora necesidad de llegar
a Macon. Un grupo de hombres sin rostro y risueños lo rodearon
y un dolor agonizante cortó su vientre. Después de eso, las cosas
se nublaron excepto que él se aferró a una luz brillante de calor
dorado.
Luego, se despertó como un lobo.
Dan dejó las sombras de la cocina y caminó hacia el
dormitorio de arriba. Un hermoso humano que provocó la
necesidad de Dan de marcar y poseer ocupaba esa habitación. El
deseo que tiraba de su alma se estaba convirtiendo en una
adicción que no tenía interés en negar. El niño lobo y el hurón
también dormían allí.
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Dan no entendía los porqués y los qué de la situación. Solo
sabía que los quería cerca en todo momento. Los necesitaba
cerca. No podía respirar a menos que supiera dónde estaban y si
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estaban bien. Los protegería con su vida.
También sintió que el tiempo se estaba acabando.
Rápidamente subió las escaleras. En la parte superior, olfateó y
luego miró en cada dirección. La costa estaba despejada. No
podía sentir a nadie en la casa que no debería estar aquí.
Era raro. Siempre había confiado en sus instintos cuando era
sheriff, pero esto llevó las cosas a otro nivel. La capacidad de oler
aromas en los vientos cambiantes era asombrosa y confusa.
Amaba la habilidad, pero a menudo estaba desconcertado por las
cosas que olía.
El hombre actualmente acurrucado en su cama era uno de los
que lo confundió más. Olía tan bien, como un rollo de canela
recién horneado. Si hubiera estado en forma humana, se habría
frotado por todo el cuerpo del hombre y luego lo habría lamido
de la cabeza a los pies.
 Por supuesto, todavía podía hacer eso en su forma de lobo,
pero no sería tan divertido.
Hombre, ni siquiera debería tener pensamientos como ese. Era
un anciano, un viudo. Tenía un hijo mayor, por el amor de Dios.
No tenía ningún derecho a codiciar a ese joven tan bonito. Ni
siquiera era gay. La mera existencia de su hijo y los veintiséis
años de casado lo demostraban.
Martha había sido una buena esposa y Dan la amaba, a pesar
de que tuvo que casarse con ella nada más terminar la escuela
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secundaria. Su muerte por un accidente automovilístico hace
diez años había sido devastadora.
El recuerdo de la vida que había tenido con ella y su muerte le
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recordó a Dan que no debería estar pensando en las fantasías
que vagaban libremente por su cabeza, y mucho menos
considerándolas.
Era un viejo pervertido. Así de sencillo. Él era el tipo de
hombre que solía arrestar y le asqueó. Por supuesto, el objeto de
sus pensamientos lujuriosos era mayor de edad, pero había tal
diferencia en sus edades que probablemente se reirían de él si
sus pensamientos descarriados se volvieran verbales.
Si un lobo hubiera resoplado, Dan lo habría hecho. En cambio,
caminó por el pasillo hasta la habitación que ahora compartía
con los demás. No era mucho y todavía necesitaba algo de
trabajo, pero al menos era mejor que dormir en el piso de la
cocina.
La puerta estaba apenas abierta. Lo suficiente para que él la
empujara el resto del camino. Entró en la habitación y examinó
rápidamente el interior. El bebé dormía en una caja de madera
que Bishop había convertido en una cuna. Sería suficiente hasta
que pudieran encontrar algo más. El shifter hurón, en su forma
de hurón, yacía acurrucado con el bebé.
Fue el hombre de pie junto a la ventana, mirando hacia la
creciente luz del nuevo día, lo que llamó su atención. Dan se
acercó y se sentó a su lado. Habría sonreído, si hubiera podido,
cuando los dedos del hombre comenzaron a acariciar el pelaje
en la parte superior de su cabeza. Era reconfortante de una
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manera que Dan nunca esperó.
El hombre no dijo mucho. Al menos no para él. Demonios,
Dan ni siquiera sabía el nombre del tipo. Solo pensaba en él
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como —el hombre—. Dan sabía que había ido a puerta cerrada
con Macon y Keenan. Habían hablado, pero él no tenía idea de
lo que discutieron.
Cuando salió, inmediatamente regresó al dormitorio. No
parecía querer dejar su pequeño refugio lejos del mundo, y eso
preocupaba a Dan. Según su experiencia, las personas a las que
no les gustaba estar cerca de otras personas lo hacían por un
miedo profundamente arraigado.
Dan odiaba el hecho de que el hombre alguna vez hubiera
estado tan asustado, y mucho menos que todavía tuviera miedo.
Estaba mal en muchos niveles. Debería estar riendo y sonriendo
y viviendo su vida tan joven. No debería estar demasiado
aterrorizado para salir de su habitación.
—Las nubes están irritadas esta noche.
 Dan miró hacia arriba, sorprendido de escuchar al hombre
hablar. Tampoco estaba exactamente seguro de lo que estaba
diciendo. Las palabras eran lo suficientemente claras, pero no el
significado detrás de ellas. Dan deseaba poder preguntar, pero
no creía que el hombre pudiera entender al lobo.
No entendía lobo. Bueno, entendió cuando los demás le
hablaban mientras estaban en forma de lobo. Simplemente no
entendía acerca de ser un lobo y nadie parecía ser capaz de
explicárselo, sin importar cuánto lo intentaran.
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Cuando el hombre se dio la vuelta y se acercó a sentarse en la
cama, Dan lo siguió. Se subió de un salto y se acurrucó junto a
él, asegurándose de que estaba de cara a la puerta y que su
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cuerpo estaba entre el hombre y cualquiera que intentara entrar
en la habitación.
Una vez más, los dedos se hundieron en su pelaje,
acariciándolo suavemente. Si hubiera sido un gato, habría
ronroneado, pero no lo era. Era un lobo y no tenía idea de lo que
hacían los lobos cuando se sentían contentos.
—Tenemos que sacar a los niños afuera hoy, —dijo el hombre.
—Necesitan algo de sol.
A Dan no le gustó. Demasiadas cosas malas pasaron afuera.
Pero también sabía que el hombre tenía razón. Dan tenía
experiencia en la crianza de niños. Su propio hijo era un adulto
cuando falleció su esposa, pero aún recordaba cómo era ver a su
hijo jugando en el jardín cuando regresaba del trabajo.
Dan se tensó, luego dejó escapar un gruñido cuando escuchó a
alguien caminando por el pasillo fuera de la habitación. La
puerta seguía abierta. No la había cerrado cuando entró. El
pensamiento nunca se le había pasado por la mente, demasiado
preocupado por llegar al hombre.
Deseó saber el nombre de este tipo para poder dejar de pensar
en él como —el hombre—. Era estúpido. En todas las
conversaciones que había escuchado en la casa desde su llegada,
Dan nunca había escuchado ni una sola vez mencionar el
nombre del tipo, y no podía preguntarle exactamente.
Lo estaba volviendo loco.
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Cuando Keenan apareció en la puerta, el gruñido de Dan se
desvaneció, pero no la tensión en su cuerpo. Nunca atacaría al
compañero alfa. No solo eso sería épicamente estúpido, sino que
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Keenan era dulce, amable y aceptaba a todos.
Macon había llamado a Keenan un omega, fuera lo que fuera.
En todos sus años de conocimiento sobre los shifter, no podía
recordar que nadie le explicara qué era un omega, y mucho
menos hablar de uno. Tenía la impresión de que era una especie
de gran secreto para los shifter, uno en el que todavía no le
habían dejado entrar.
Dan miró el bulto envuelto en los brazos de Keenan con un
poco de interés. Sabía por todos los gritos y la actividad que
ocurrió hace una semana, que el compañero alfa había dado a
luz.
Eso había asustado totalmente a Dan. Nunca, nunca, quiso
pensar en quedar embarazado. Tenía pedazos de hombre por una
razón, y no incluían llevar una forma de vida extraña dentro de
su cuerpo. Ni siquiera quería pensar en cómo Keenan dio a luz
ese pequeño paquete de alegría.
—Me estaba preparando para dar un paseo por la propiedad,
—dijo Keenan. —Me preguntaba si a todos os gustaría
acompañarme. Salir y disfrutar del sol mientras podamos. Mi
nariz me dice que tenemos una tormenta en camino.
Dan se volvió para mirar al hombre acurrucado a su lado,
esperando su respuesta. Iría con lo que quisiera el hombre.
—Eso estaría bien, —respondió el hombre. Puede que no fuera
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verdad. Sus dedos se habían apretado en el pelaje de Dan y un
olor picante le hizo cosquillas en la nariz. —Gracias.
—¿Necesitas ayuda para preparar a los niños?
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—No. —Los dedos del hombre se tensaron una vez más y
luego se aflojaron mientras se levantaba. —Puedo manejarlo.
—Bueno. —Keenan era todo alegría. —Estaré abajo.
Dan lo vio alejarse antes de volverse para mirar al hombre.
Estaba entregando zapatos al chico hurón, que había dejado la
cuna y había cambiado. Danny parecía emocionado con la idea
de poder salir a jugar. Nadie lo mantuvo adentro, pero tendía a
quedarse cerca de Dan y del hombre.
Cuando fue a sacar al bebé de la cuna, Dan saltó de la cama y
se acercó. Se sintió atraído por los dos niños tanto como por el
hombre. Tenía un interés especial en el bebé. Había trabajado
tanto mientras su hijo crecía, que se había perdido muchos
momentos preciosos. El bebé lo fascinaba.
El hombre llevó al pequeño bebé a la cama y lo acostó, luego
agarró el portabebés delantero y lo ató a su pecho. Eso era otra
cosa que fascinaba a Dan. Las cosas que tenían para los bebés
hoy en día eran increíbles. Había tenido que abrazar a su hijo
dondequiera que habían ido. No había portadores frontales de
tela suave.
Una vez que estuvo todo listo, el hombre levantó al bebé y lo
ató, luego agarró una pequeña manta y lo cubrió. El bebé
durmió durante todo el rato, sin dejar escapar ni un murmullo
al ser movido.
—Está bien, supongo que estamos listos. —El hombre trató de
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sonreír, pero se quedó corto. Dan sintió que realmente no quería
salir de la habitación y solo lo hacía por los niños.
Se inclinó hacia adelante y le dio un golpecito a la mano del
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hombre con la cabeza. Deseó poder abrazarlo y asegurarle que
estaba a salvo. Simplemente no sabía cómo. Esto era lo mejor
que podía hacer en este punto.
Hombre, necesitaba saber cómo cambiar. Quizás intentaría
hablar con Macon de nuevo hoy. El alfa parecía entender las
cosas que Dan no pudo decir. Y siempre parecía tener las
respuestas correctas.
Tenía que ser algo alfa.
Cuando todos parecían listos para irse, Dan se acercó a la
puerta y luego miró hacia atrás, esperando. El hombre respiró
hondo, un aliento fortalecedor, luego tomó la mano del niño y
caminó hacia la puerta.
Dan dejó escapar un pequeño gemido.
—Estaré bien, —le aseguró el hombre.
 Dan no creyó ni una palabra. El hombre estaba claramente
aterrorizado y tenía motivos para estarlo. Las cicatrices
curándose en su rostro y pecho lo demostraron. Dan todavía se
enfurecía cada vez que las veía.
Cuando el hombre llegó a la puerta, Dan salió primero. Revisó
el área, mirando en cada dirección y luego olfateando el aire,
antes de dejar salir a nadie del dormitorio.
El hombre rio entre dientes.
—¿Todo a salvo?
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Dan asintió con la cabeza.
Mantuvo un paso delante de su pequeño... ¿grupo? ¿Familia?
No estaba seguro de qué eran. Se sentía diferente hacia ellos que
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hacia el resto de las personas que vivían en Belle Grove.
Respetaba a los demás e incluso sentía la necesidad de
protegerlos. Estaba obsesionado con proteger a los que llamaba
suyos.
Y eso podría ser lo que más lo confundió.
 Capítulo dos

A Sean le divirtió la constante vigilancia del lobo en lo que

respectaba a su seguridad. Macon le había explicado que Dan
había sido cambiado recientemente, pero que todavía no había
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podido volver a su forma humana.
Sean lo sentía por él, realmente lo sentía, pero tenía miedo de
lo que sucedería una vez que Dan cambiara. ¿Y si el Dan
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humano se convirtiera en un bastardo sádico que hiciera la vida
de Sean un infierno? No creía que pudiera manejar eso de
nuevo. Tal como estaba, su huida casi le costó la vida. A una
parte de él le gustaba Dan tal como era. Como lobo, era fácil
tratar con él. No le hizo ninguna exigencia a Sean más que
dejarlo ser protector, y Sean no tuvo ningún problema con eso.
Necesitaba toda la protección que pudiera conseguir.
Todos lo hacían.
Había peligro a su alrededor, incluso si no podían verlo. Sean
se sentía como si estuviera constantemente en guardia,
conteniendo la respiración mientras esperaba que sucediera la
siguiente cosa horrible. Ni siquiera podía escapar de sus miedos
en sus sueños. Tenía pesadillas cada vez que cerraba los ojos.
Dudaba que alguna vez se fueran.
 Solo la presencia del lobo fuerte a su lado evitó que se volviera
completamente loco. Sin Dan allí, Sean estaba bastante seguro
de que ahora mismo sería un idiota alegre con una chaqueta de
fuerza realmente ingeniosa.
Su vida había sido una locura durante tanto tiempo que
todavía estaba esperando que comenzara la próxima pesadilla a
pesar de que las cosas parecían bastante tranquilas en este
momento. Las cosas nunca se mantuvieron tranquilas. Así no
era la vida de Sean. De cero a sesenta no tenía nada sobre él. Se
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ocuparía de sus asuntos y luego su vida se iría a la mierda
después de tres segundos.
Sean puso rígida su columna y trató de ser valiente mientras
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comenzaban a bajar las escaleras. Quizás estar aquí en Belle
Grove tomaría esos tres segundos y los estiraría lo suficiente
para que él recuperara el aliento y no jadeara por la vida.
Probablemente no, pero podía tener esperanzas.
Keenan lo estaba esperando al pie de las escaleras. La sonrisa
en su rostro era bastante amistosa, pero Sean no pudo evitar
preguntarse qué quería. Todos siempre quisieron algo.
Por otro lado, Keenan era uno de los miembros menos
amenazantes de la manada de lobos Wilde. El hombre alto y
melancólico que montaba guardia a varios pasos de distancia
hizo que el nudo en el estómago de Sean se apretara
dolorosamente. Este era un hombre al que temer.
—¿Cómo está el pequeño hoy? —Preguntó Keenan.
 Sean miró al bebé atado a su pecho. Había estado cuidando al
pequeño lobo desde momentos después de su nacimiento, pero
todavía se sorprendía a veces de tener un bebé en sus brazos.
—Parece estar bien, —respondió Sean. —En este momento
está durmiendo mayormente.
—Duerme, come, defeca, repite.
Keenan gimió.
—Oh hombre, desearía que este durmiera un poco más.
Justo en ese momento, el bebé en brazos de Keenan comenzó
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a llorar.
Sean se tensó cuando la puerta al final del pasillo se abrió y el
Alfa Macon Wilde salió. Tenía una sonrisa en su rostro, toda su
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atención se centró en su pareja y su hijo recién nacido. En el
momento en que los alcanzó y tomó a su hijo de los brazos de
Keenan, el bebé dejó de llorar.
Los ojos de Keenan se entrecerraron.
—Odio que puedas hacer eso.
Macon se rio y se inclinó para plantar un beso en los labios de
Keenan.
—Ser sostenido por tu alfa te calma. ¿Por qué no calmaría a
nuestro hijo?
Keenan puso los ojos en blanco.
—Bien, puedes caminar con nosotros.
Oh, hombre. Sean miró hacia las escaleras. ¿Había alguna
forma de que pudiera salir de esto? Miró hacia abajo cuando
sintió a Dan empujar su mano. El lobo se acercó más. Sean
hundió los dedos en el pelaje de Dan y trató de mantener la
respiración uniforme. Él podría hacer esto. No dejaría que el
terror ganara.
Cuando Macon y Keenan empezaron a caminar por el pasillo,
Sean los siguió, manteniendo los dedos apretados en el suave
pelaje de Dan. Danny caminó al otro lado de Dan,
permaneciendo cerca de ambos.
Izzy, el gran guardia aterrador, caminaba detrás de ellos,
observando todo, pero dándoles su espacio. Sean estaba bastante
seguro de que Izzy sabía que lo aterrorizaba. El hombre pareció
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darle un amplio margen. Sean odiaba tener miedo, pero en ese
momento era una segunda naturaleza para él.
Era extraño que se sintiera seguro con Dan.
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Cruzó la puerta principal y parpadeó hacia el cielo. Incluso
con las nubes oscureciéndose sobre sus cabezas, estaba más
brillante afuera que mirando a través de la ventana del
dormitorio.
—Se avecina una tormenta bastante grande, —dijo Sean
distraídamente. El aire estaba empezando a volverse frío y
húmedo, y había un aroma inconfundible de la lluvia que se
avecinaba. Sean amaba las tormentas. Era como la forma en que
la naturaleza limpiaba la tierra.
—Puedes olerlo en el aire, —dijo Macon, haciéndose eco de los
pensamientos de Sean. Le devolvió el bebé a Keenan. —Será
mejor que pida a todos que ayuden a cerrar las escotillas.
Todavía hay algunos agujeros en las paredes que aún no se han
reparado y necesitamos taparlos.
 —Está bien, solo estaremos unos minutos. —Keenan se inclinó
para darle un beso y luego acercó al bebé a su pecho. —Con la
tormenta que se avecina, quiero que pasemos un poco de tiempo
afuera mientras podamos. Dudo que tengamos la oportunidad
por unos días.
Macon miró hacia las nubes que se oscurecían en la distancia.
—No, estoy bastante seguro de que se va a quedar por un
tiempo.
Por mucho que Sean sabía que necesitaba llevar a los niños
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afuera para que tomaran aire fresco, quedarse adentro era su
actividad preferida. El peligro no era menor en el interior, pero
al menos allí, podía esconderse en el dormitorio.
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Sean contuvo el aliento cuando escuchó el claxon de un auto.
Todos se volvieron para mirar hacia la puerta. Un camión de la
policía, con una barra de luces intermitentes en la parte
superior, estaba parado a la entrada de la propiedad. Un hombre
alto con uniforme, de pie junto al camión, se acercó a la ventana
abierta y volvió a tocar la bocina.
—Me pregunto qué diablos quiere—. Macon se volvió para
mirar al lobo al lado de Sean. —¿Alguna idea, Dan?
Dan negó levemente con la cabeza, su mirada pegada al
hombre que caminaba hacia la puerta e intentaba abrirla.
—Voy a tener que ir a hablar con él. ¿Quieres ir?
Sean soltó el pelaje de Dan cuando Dan dio un paso atrás.
—Haz lo que tengas que hacer, —dijo Macon, —esperaré.
Dan dejó escapar un gruñido antes de morder suavemente la
mano de Sean y tirar de él hacia la casa. Sean no estaba muy
seguro de lo que estaba pasando, pero confiaba en Dan más que
en nadie. Si quería que volvieran a entrar, volverían a entrar.
—Vamos, Danny. —Sean agarró la mano del niño y se dirigió
hacia la casa. Dan soltó su mano cuando llegaron a lo alto de los
escalones, pero empujó a Sean hacia la puerta con su cuerpo. —
Ya voy.
Una vez que Sean y Danny cruzaron la puerta, ésta se cerró de
golpe, con el lobo al otro lado. Sean corrió hacia la ventana del
salón y se asomó. Se quedó sin aliento cuando vio a Macon, Izzy
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y Dan caminando hacia la puerta.
La puerta principal se abrió y se cerró y un momento después,
Sean sintió el calor dorado del compañero alfa a su espalda.
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—Danny, —dijo Keenan mientras colocaba a su hijo en el
moisés colocado en la esquina. —¿Podrías ir a pedirle a Aetius
que nos haga un poco de chocolate caliente? Creo que
necesitamos algo para calentarnos.
El sonido de pies corriendo fue obviamente la respuesta de
Danny. Sean sabía que Danny le haría saber sus deseos a Aetius
incluso sin palabras.
—Van a estar bien, —dijo Keenan mientras se acercaba,
soltaba al bebé del portabebés y lo colocaba junto a su propio
hijo. —El sheriff es el hijo de Dan.
Sean se volvió para mirar al compañero alfa.
—¿Su hijo?
Un escalofrío envolvió a Sean. No solo por no sentir el calor
del bebé contra su pecho, sino por las palabras de Keenan.
Keenan asintió.
 —Dan solía ser sheriff. Su hijo lo reemplazó cuando se jubiló.
—¿Él tiene una familia? —¿Por qué le dolía el corazón?
—Sólo su hijo. Su esposa falleció hace unos diez años.
A Sean todavía no le gustaba.
Se volvió para mirar por la ventana de nuevo.
—¿Por qué crees que el sheriff está aquí?
—No lo sé, pero nunca es bueno.
Eso es lo que temía Sean.
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*****

Dan permaneció cerca del lado de Macon mientras se

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acercaban a la puerta. El bajo gruñido que se acumulaba en su
pecho lo confundió. Este era su hijo con el que iban a hablar, su
carne y sangre.
Tal vez fue porque nunca era bueno cuando el sheriff llamó.
Quizás eso era lo que molestaba tanto a su lobo.
Dan tampoco estaba encantado con algunos de los aguaciles
que trabajaban para su hijo. Nunca pudo entender por qué
Terrence los contrató. No eran personas a las que se debería
haber puesto en posiciones de poder. No tenían el
temperamento para eso.
Terrence estaba solo hoy, pero eso no hacía que Dan se
sintiera mejor. Había una ansiedad anudando sus entrañas que
simplemente no podía explicar. Solo los guardias del alfa que
observaban desde la vegetación descuidada del paisaje ayudaron
a tranquilizar a Dan de que el alfa tendría refuerzos si surgían
problemas.
—Sheriff, —dijo Macon cuando se detuvieron frente a la
puerta. —¿Cómo puedo ayudarte hoy?
—Abre la puerta, Wilde —exigió Terrence.
Macon se acercó y abrió la puerta. Se cruzó de brazos.
—Entonces, ¿cuál parece ser el problema, Sheriff?
Antes de que Terrence pudiera responder, dos vehículos
policiales más se detuvieron detrás de su camión. Cuatro agentes
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bajaron y se acercaron para pararse detrás del sheriff.
—Ahora que mis hombres están aquí...
—¿Por qué están aquí? Tú y yo nunca hemos tenido problemas
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antes, excepto por el diputado Ferris.
—Mi padre está desaparecido, —dijo Terrence.
—¿Oh?
Cuando Macon lo miró, Dan negó levemente con la cabeza.
No estaba listo para decirle a su hijo que se había convertido en
un shifter todavía.
—Lamento oír eso, —continuó Macon como si nada hubiera
pasado. —¿Qué tiene eso que ver conmigo?
—Hemos recibido un informe de que alguien de tu manada
tuvo algo que ver con eso. Estamos aquí para registrar la
propiedad.
Bajo su exterior tranquilo, Dan sintió la resolución y
determinación de su alfa de proteger a la manada. El aroma
distintivo de las virutas de roble llegó a la sensible nariz de Dan.
 Dan se tensó al igual que los otros shifter. Protegerían a su
alfa hasta el día de su muerte.
—No, —dijo Macon simplemente. —Usted y sus hombres no
van a poner un pie en esta propiedad.
—Soy el sheriff de este condado. Puedo ir a donde quiera.
Dan empezó a gruñir.
—Ponle bozal a tu chucho, —espetó Terrence mientras su
mano iba a la culata de su arma. —Si hace un movimiento hacia
mí o hacia mis hombres, me veré obligado a dispararle.
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Macon hizo un gesto a Dan para que respondiera.
—No atacará a menos que sienta que eres un peligro para mí o
para los míos.
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—Tendrá que estar encerrado mientras buscamos a mi padre.
Macon soltó una pequeña risa mientras negaba con la cabeza.
—Revisa tus estatutos, Sheriff. No tienes jurisdicción sobre Belle
Grove. No puedes poner un pie en la propiedad sin mi permiso y
no lo tienes.
Dan casi sonrió. Se había olvidado de esa pequeña regla.
Macon tenía razón. Estaba escrito en los estatutos del condado.
Belle Grove o cualquier base de operaciones de un grupo de
shifter, se consideraba fuera del alcance de la aplicación de la
ley local sin el permiso expreso del alfa o del Consejo shifter.
Dan nunca había tenido que discutir esa regla cuando era
sheriff. Además del hecho de que ningún shifter había vivido
realmente en el condado en ese momento, excepto Keenan,
simplemente nunca había surgido. Por supuesto, nunca pareció
crear la misma animosidad que su hijo estaba creando en este
momento. Lo cual era extraño, ya que Terrence siempre había
parecido un sheriff justo.
Terrence estaba obviamente abrumado al pensar que Dan
había desaparecido. Una parte de Dan se enorgullecía del hecho
de que su hijo estaba tan molesto que estaba farfullando de
rabia. Otra parte quería ponerlo en la esquina de tiempo muerto
por ser tan idiota.
—Mi padre-
Macon levantó la mano.
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—Permitiré que tú y uno de tus oficiales registren la
propiedad con el claro entendimiento de que, si amenazan a
alguien en Belle Grove o causan algún daño, llevaré esto al
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Consejo shifter y al Consejo de la ciudad, y no creo que eso
tenga ningún peso —Macon sonrió de nuevo, —revisa tus
estatutos.
—Bien, —espetó Terrence antes de señalar a uno de sus
oficiales. —El resto de ustedes se quedan aquí y se aseguran de
que nadie abandone la propiedad antes de que tengamos la
oportunidad de interrogarlos.
Dan se acercó a Macon y le dio un golpe con la cabeza.
Cuando Macon miró hacia abajo, Dan señaló la casa con la
cabeza. Macon asintió en respuesta.
—Keenan ya lo sabe—. Las palabras fueron dichas en su
cabeza. —Él se está ocupando de eso. Nadie dirá nada sobre ti.
Los hombros de Dan se hundieron aliviados. No estaba listo
para hablar con su hijo sobre cuánto había cambiado su vida.
Todavía no estaba listo para lidiar con esa explosión. Dan había
criado a su hijo para que fuera respetuoso con todos, sin
importar quiénes fueran. Nunca esperó que su vida cambiara
tanto y no estaba seguro de cómo reaccionaría Terrence.
Hasta que pudiera resolver esta mierda, no podía correr el
riesgo.
—Vuelve a la casa, —dijo Macon en silencio. —Los demás y yo
nos encargaremos de esto.
Dan tomaría lo que pudiera conseguir. Se dio la vuelta y se
dirigió hacia la casa, echando a correr después de unos pocos
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pasos. Subió corriendo los escalones del porche, le dolía el
pecho. No por la carrera, sino por la desesperación.
La necesidad de llegar hasta Sean y los niños lo estaba
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montando con fuerza. Tenía que vigilarlos y asegurarse de que
estuvieran a salvo, luego llevarlos a un lugar seguro. No sabía
por qué, pero su seguridad se sentía más importante que
respirar.
La puerta se abrió cuando la alcanzó. Corrió adentro, luego se
detuvo en la entrada y olfateó el aire antes de dirigirse al salón.
Su corazón comenzó a latir de nuevo cuando vio a Sean y Danny
de pie junto a la ventana. El bebé yacía en una cuna a pocos
metros de distancia.
Estaban a salvo.
 Capítulo tres

La opresión en el pecho de Sean se alivió una vez que Dan

regresó a la mansión, pero no duró mucho. El problema había
llegado y estaban caminando por el camino hacia la casa.
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Mientras que el más alto de los dos hombres en uniforme
parecía estar estudiando Belle Grove mientras se acercaban, el
otro hombre seguía mirando alrededor y tocando la
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empuñadura de su arma. Sean se preguntó si de alguna manera
sentía que Cutter, Kane y Slater lo flanqueaban a ambos lados.
Sean notó la ausencia de Izzy. ¿Podría ser necesario que el
gran guardia permaneciera en las puertas? ¿Más policías habían
acompañado a los dos que habían llegado a la parte recién
cortada del césped?
—Escuchen todos, —gritó Keenan.
Sean se volvió, junto con Dan y Danny hacia el compañero
alfa. Aetius, el jefe de cocina y su asistente, Iren, aparecieron en
el pasillo que conducía a la cocina. El hermano de Iren, Ian,
faltaba, lo cual no era nuevo. El shifter zorro abusado pasó la
mayor parte de su tiempo escondido en su habitación. Si bien
Sean no conocía los detalles de la historia de Ian, podía
identificarse con la necesidad de escapar.
 Ahora que la mayoría de ellos estaban allí, Sean esperaba que
Keenan tuviera un plan porque nada bueno podría resultar de
que esos oficiales estuvieran en Belle Grove.
—El sheriff y su ayudante están aquí para buscar a Dan—. La
esquina de la boca de Keenan se curvó en una sonrisa astuta. —
Entonces, se lo presentaremos. Es su problema si no lo
reconocen. Aetius e Iren, necesito que vayáis a la cocina y
preparéis algo para que parezca que estamos en nuestro día
normal—. Keenan miró a Sean y sonrió—. Sean y Danny, tomad
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a los bebés y atravesad la pared. No es asunto de esos policías
quien vive aquí. Daos prisa todos, Dan y yo estamos a punto de
recibir a nuestros invitados inesperados.
01/2021
Sean sintió que Dan no estaba feliz de dejar su lado. A él
tampoco le gustó. De alguna manera, la vida parecía un poco
más fácil de vivir cuando estaban juntos. Pero no podía ignorar
exactamente una orden del compañero alfa. Además, de todos
modos, no quería reunirse con la policía.
Las pisadas fuera de la puerta principal le dijeron a Sean que
se le estaba acabando el tiempo. Pasó sus dedos a través de la
gorguera1 de Dan antes de apresurarse hacia el moisés en la
esquina donde el recién nacido de Keenan y el bebé que él
consideraba suyo estaban durmiendo. Le entregó uno de los
pequeños a Danny y tomó al otro. Se acercó a la pared y se abrió
un panel como por arte de magia, que en lo que a él respectaba
era mágico.

1
El pelo que rodea el cuello.
 Belle Grove tenía mente propia. Si la casa quisiera que te
quedaras en algún lugar, la puerta no se abriría o aparecería una
pared. Al principio, las payasadas de la mansión asustaron a
Sean, pero ahora estaba fascinado por el fenómeno. Y en
momentos como este, estaba agradecido por ellos.
Detrás de la pared, el suave resplandor de los apliques
iluminaba una pequeña habitación. Cuando el panel se cerró
detrás de ellos, Sean miró a su alrededor y encontró una cama
doble, una mesa pequeña con un par de sillas y una cuna. La
27
mirada de Sean se detuvo en la cuna y se preguntó si de alguna
manera podría convencer a la casa de que cambiara a la
habitación de Dan y él.
01/2021
Sobre la mesa, había dos biberones en una pequeña bandeja
junto con un plato de galletas saladas y queso. Junto a la bandeja
había una caja de marcadores y un paquete de papel. A través de
una puerta, vio un pequeño baño.
Después de poner a los bebés dormidos en la cuna, Sean
señaló la mesa. Danny asintió. El niño saltó hasta la mesa, se
subió a una silla y comenzó a meterse queso en la boca. Su
cuerpo delgado y esa acción le dijeron a Sean que el niño ya
había conocido el hambre verdadera en su corta vida. Si tuviera
algo que decir al respecto, Danny nunca más tendría que
soportar esa experiencia.
Sean vio un destello de luz brillando a través de la pared. Se
acercó, se inclinó hacia delante y miró por el agujero. El corazón
le subió a la garganta y los escalofríos recorrieron su piel. Se le
erizaron los diminutos pelos de la nuca.
 Ahora que estaba más cerca, Sean reconoció al hombre alto de
uniforme que recorría el perímetro del salón. Lo conocía. Era
realmente una mala noticia. Sean necesitaba advertir a los
demás. Simplemente no sabía cómo. No podía ser visto. Eso
empeoraría las cosas.
Sean se volvió hacia el chico que comía queso y galletas.
—Danny, necesito que vigiles a los bebés. Tengo que ir a
hablar con Dan. Te quedas aquí. ¿Entiendes? No quiero que
salgas de esta habitación por ningún motivo. Te prometo que no
28
me iré lejos.
Contuvo una sonrisa cuando la cabeza de Danny se inclinó
mientras asentía y las migajas escapaban de las comisuras de su
01/2021
boca llena. El niño era tan lindo como un botón.
Sean se acercó a la pared por donde habían entrado. Cuando
no pasó nada, suspiró.
—Por favor, tengo que advertirles—. Se sentía un poco raro
hablando con una casa, pero había visto a otros hacerlo y pensó
que no haría daño.
Cuando la pared se abrió, no fue para dejar salir a Sean, sino
para llevar a Dan a la habitación. El lobo miró alrededor como si
estuviera confundido por lo que había sucedido, pero cuando vio
a Sean, corrió hacia él.
Sean se arrodilló y envolvió sus brazos alrededor del cuello del
lobo. Abrazó a Dan con fuerza por un momento, abrumado por
su alivio.
—Oh, gracias a Dios. Necesitaba hablar contigo y no estaba
seguro de cómo.
 Dan le lamió la cara.
Sean agarró el hocico de Dan para poder mirar los ojos
oscuros del lobo.
—Tienes que advertir a los demás. Ese hombre que vino a la
casa, el alto. Es una mala noticia.
Dan se quedó inmóvil. Sus ojos se tornaron tormentosos. Se
apartó de Sean. El aire relució. Hubo un destello de luz brillante
que hizo que Sean levantara una mano frente a sus ojos. Escuchó
un fuerte estallido y luego un gemido.
29
Sean se quedó boquiabierto cuando bajó la mano y se encontró
mirando al que posiblemente podría ser el hombre más sexy que
había visto en su vida, agachado donde había estado Dan el lobo.
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Tenía el pelo oscuro con mechones grises alrededor de la sien y
una barba abundante que cubría su fuerte mandíbula cuadrada.
Mientras seguía el grueso vello del pecho por el poderoso
físico del hombre, Sean se dio cuenta de que estaba casi desnudo.
Como cambiaban con la ropa puesta, eso significaba que Dan
había estado casi desnudo cuando cambió a su forma de lobo. La
ropa que tenía puesta estaba rasgada, desgarrada y descolorida
con sangre seca.
—¿Dan?
—¿Qué quieres decir con que es una mala noticia? —Dan
espetó. —¿Cuál?
Sean retrocedió ante la ira en la voz profunda de Dan.
—El alto. Me he encontrado con él antes.
Nubes de tormenta rodaron por el rostro de Dan mientras se
levantaba. Sean dio un cauteloso paso hacia atrás del lobo alto.
En forma humana, Dan era aún más impresionante de lo que
había sido como lobo. También daba un poco de miedo,
especialmente porque parecía muy enfurecido.
Dan apretó los puños y entrecerró los ojos.
—¿Cuándo te encontraste con él?
Sean tragó saliva. Una parte de él estaba muriendo por dentro
cuando se dio cuenta de que la única persona con la que se había
sentido totalmente seguro, no era a salvo en absoluto.
—Lo he visto un par de veces, —susurró mientras se alejaba
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lentamente de Dan. —Solía visitar mi antiguo orgullo. Él y mi
alfa a menudo tenían negocios juntos.
Teniendo en cuenta en qué tipo de negocio había estado su
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alfa, eso no era algo bueno. El Alfa Boddie negociaba con
cualquier cosa que pudiera hacerle ganar dinero. Drogas,
personas, bienes robados. Lo hizo todo. No le importaba las leyes
que rompiera ni a quién lastimara mientras se hiciera rico.
—Tienes que advertir a los demás, Dan, —intentó Sean de
nuevo. —No sé por qué está aquí, pero...
—Sé por qué está aquí.
Ladeé la cabeza.
—¿Por qué?
—Porque me está buscando. Es mi hijo.
La angustia de Sean explotó dentro de él. Las lágrimas
brotaron de sus ojos.
—¿Es tu hijo?
—Terrence Miller. Él es el sheriff aquí. Asumió el control
cuando me jubilé.
 Sean gritó mientras envolvía sus brazos alrededor de su
estómago y se hundía en el suelo. El dolor de su angustia lo dejó
sin aliento. Esto no era posible. Simplemente no lo era. Pensó
que finalmente había encontrado un lugar para estar seguro
solo para descubrir que había pasado de un infierno a otro.
Tenía que salir de aquí. Necesitaba sacar a los niños y correr, y
nunca mirar atrás. No tenía idea de dónde ir, pero cualquier
lugar era mejor que aquí.
Pero primero, tenía que deshacerse de Dan.
31
Sean se inclinó y se secó las lágrimas de los ojos antes de
ponerse de pie. Dio un paso a la izquierda, colocándose entre
Dan y los niños. Nunca pensó que Dan les haría daño, pero si el
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sheriff era su hijo, no tenía idea de lo que podría hacer el
hombre.
—Quizás estoy equivocado. Probablemente lo esté, —dijo. —El
uniforme y la pistola son bastante intimidantes. Probablemente
lo estoy confundiendo con otra persona.
Los ojos de Dan se entrecerraron.
—Estás mintiendo. Tu olor se volvió agrio. Eso significa que
estás mintiendo, ¿no?
Mierda.
—Solo estoy asustado. Probablemente estés oliendo mi miedo.
No estaba mintiendo sobre eso.
—¿Por qué le tienes miedo a la policía? —Dan inclinó la
cabeza hacia un lado, mirando a Sean con una mirada inquisitiva
en su rostro, pero era mejor que la enojada. —¿Has violado
alguna ley?
 ¿Técnicamente?
—Yo... um... como que robé algo.
Dan frunció el ceño.
—¿Qué?
Sean miró a Danny y al bebé.
—Mi alfa mató a sus padres cuando se resistieron a que se
llevara a los niños para venderlos. Me puso a cargo de cuidarlos
hasta que pudiera encontrar un comprador para ellos. Cuando
no estaba mirando, tomé a los niños y corrí—. Sean hizo una
32
demostración de encogerse de hombros con indiferencia a pesar
de que se sentía todo menos tranquilo. —Ya que él era el dueño
de todos nosotros, violé la ley cuando los robé.
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Sean miró rápidamente a Dan cuando el hombre gruñó.
—¿Así es como te hiciste esa herida en la cara?
—Uno de los guardias intentó detenerme y tuve que pelear
con él—. Cuando los ojos de Dan se oscurecieron a pequeños
orbes negros de rabia, Sean se apresuró a decir: —Yo no lo maté.
Lo juro. Simplemente lo noqueé y luego corrí.
—¿Pero él hizo eso? —Dan señaló las cicatrices en el rostro y
el pecho de Sean.
Sean asintió.
—La próxima vez que tengas que defenderte; vas a matar. No
dejes que un enemigo regrese a ti.
¿Eh?
Dan se movió tan rápido que estaba sobre Sean antes de que
pudiera reaccionar. Los dedos que envolvió alrededor de la
garganta de Sean fueron sorprendentemente suaves.
 —¿Me entiendes? Vas a matar.
Sean pensó que sus ojos eran del tamaño de un platillo
mientras asentía lentamente.
—Entiendo.
Realmente no lo hizo, pero la confusión estaba nublando su
mente.
Respiró entrecortadamente cuando Dan comenzó a acariciar
con el pulgar la cicatriz de su rostro. La cosa odiada pasaba de la
comisura de la boca a la oreja. Había otra en su barbilla. No
33
entendió el brillo en los ojos oscuros de Dan, pero no creía que
el hombre lo estuviera mirando con odio. Allí había alguna otra
emoción no identificable.
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—¿Dan?
La voz de Dan era baja cuando habló, casi un murmullo.
—No quiero que nadie te vuelva a hacer daño.
Sean tampoco era un fanático de eso.
—Si alguien viene hacia ti, intentas escapar, pero si no puedes,
vas a matar.
—¿Deberías estar diciéndome esto? —Dan era un ex sheriff
después de todo.
—No, probablemente no. —Dan se rio por un momento antes
de ponerse serio una vez más. —Pero eso no hace que lo que dije
sea menos cierto.
—Dan.
—¿Cuál es tu nombre?
Sean parpadeó hacia el hombre alto con sorpresa.
—Sean, —respondió. —Sean Boddie.
 —Sean
Sean se estremeció al escuchar su nombre en los labios de
Dan. Casi se sintió como una caricia.
—Me lo he preguntado durante tanto tiempo. Escuché a la
gente hablar, hablar contigo y tú hablando con ellos, pero ni una
sola vez escuché a alguien decir tu nombre. Nunca supe cuál.
—Keenan lo dijo en el salón.
Dan sonrió.
—Supongo que estaba distraído porque no recuerdo que lo
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dijera.
—Es Sean.
—Es un buen nombre—. Dan movió su mano hacia arriba y
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frotó su pulgar sobre los labios de Sean. —Un nombre fuerte
para un hombre fuerte.
—No soy fuerte. —Dan debería saberlo por las cicatrices que
cubrían el rostro y el pecho de Sean. Eran una prueba de su
miedo.
—Sin embargo, lo eres. Tan fuerte. Te salvaste a ti, a Danny y
al bebé.
—Eso fue miedo, no fuerza.
—No. —Dan sonrió. —Eso fue fuerza.
Sean no quería discutir con el hombre, especialmente cuando
estaba siendo tan gentil, pero sabía que Dan estaba equivocado.
Había vivido con miedo durante tanto tiempo que se había
convertido en una segunda naturaleza para él. Lo que estaba
sintiendo no era fuerza. Era desesperación.
—Siento lo de tu hijo.
 Los rasgos de Dan cambiaron de un segundo a otro, sus ojos se
oscurecieron y apretó la mandíbula.
—¿Qué pasa con mi hijo?
Sean tragó con fuerza.
—Nada.
—Quiero saber a qué te refieres, Sean.
—Yo... sólo quise decir que lamento haber pensado que era
otra persona. Eso es todo.
Los ojos de Dan se entrecerraron.
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—Huelo ese olor amargo de nuevo.
Malditos shifter y sus narices olfativas.

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 Capítulo cuatro

Dan sabía que Sean estaba mintiendo. No estaba seguro de

cómo lo sabía, pero tenía algo que ver con ese olor amargo que
venía de Sean. Él estaba seguro de ello.
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—¿Por qué sigues mintiéndome, Sean?
—No estoy... —la voz de Sean se apagó.
A Dan no le gustó el brillo de las lágrimas que comenzaron a
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esparcirse por sus ojos.
—¿Me tienes miedo? —¿Por qué ese pensamiento dolía tanto?
Había hecho todo lo posible para mantener a salvo a Sean y a los
niños. ¿Por qué Sean lo estaría mirando con tanto miedo en sus
ojos?
—N-No.
Estaba mintiendo de nuevo.
—¿Quieres que me vaya? —Preguntó Dan. Lo odiaría, pero lo
haría si eso fuera lo que Sean necesitaba. Le ponía enfermo
incluso pensar que Sean le tenía miedo y se retorcía por dentro.
—No, —susurró Sean, —pero...
—Pero ¿qué, Sean? —Dan preguntó con voz suave y gentil.
—No quiero que te enojes conmigo.
Dan frunció el ceño.
—No estoy enojado contigo.
 Sean lo miró a través de la caída de su cabello.
—Lo estarás cuando te diga que el sheriff es un hombre malo.
Dan tragó con fuerza y luego reafirmó sus rasgos.
—¿Qué quieres decir con un hombre malo?
—Tienes que entender, el Alfa Boddie es un hombre horrible.
A él solo le importa dónde puede conseguir su próximo dólar y
no le importa a quién tiene que usar para conseguirlo. Trata
prácticamente con cualquier cosa ilegal. Drogas, gente-
—Dijiste todo esto antes, Sean. Ve al grano—. Dan se dio
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cuenta de que había sido un poco más brusco de lo que
pretendía cuando Sean dejó caer las manos y se inclinó hacia
atrás. —Lo siento.
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Sean asintió.
—El Alfa Boddie ha hecho muchos contactos a lo largo de los
años, personas que lo ayudan a vender u obtener cosas.
Compradores y vendedores, personas con líneas de suministro,
incluso personas que pueden ayudarlo a obtener un nuevo
producto, cualquiera que sea ese producto.
—¿Y mi hijo es una de estas personas?
Sean miró sus dedos, moviendo sus uñas.
—No sé qué papel juega en todo esto, pero he visto a Boddie
pagándole más de una vez.
—¿Estás seguro de que eso era lo que estaba pasando? —Dan
no quería creer que su hijo, su propia carne y sangre, fuera
corrupto. —¿Podría haber sido otra cosa?
Oh Dios, por favor que sea otra cosa.
 —Grandes sobres de dinero en efectivo cambiaron de manos y
vi al sheriff sacar el dinero de los sobres y contarlo.
El dolor hueco de la desesperación se instaló en el corazón de
Dan mientras se movía para sentarse en el borde de la cama.
Hizo lo mismo que había hecho Sean y bajó la mirada a sus
manos, entrelazando los dedos. Fracaso, un gran peso sobre sus
hombros.
—Siempre estaba trabajando cuando Terrence estaba
creciendo, de guardia las veinticuatro horas del día, pero eso es
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lo que hacía un hombre en ese entonces. Trabajaba para
mantener a su familia. Pensé que eso era lo que se suponía que
debía hacer en ese momento, y ahora... —Las lágrimas se
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formaron en los ojos de Dan y comenzaron a fluir por sus
mejillas mientras miraba hacia arriba. —¿Hice esto?
¿Algo que había hecho o no había convertido a su hijo en un
monstruo?
—¡No! —Sean corrió hacia adelante y cayó de rodillas entre los
muslos de Dan. Levantó las manos para agarrar la cara de Dan,
inclinándola hasta que se miraron el uno al otro, casi nariz con
nariz. —No hiciste esto, Dan. Tu hijo es un adulto. Tiene edad
suficiente para tomar sus propias decisiones. Tú eras el sheriff y
trabajabas muchas horas, pero estoy seguro de que le enseñaste
a tu hijo la diferencia entre el bien y el mal. Todo esto depende
de él. No de ti.
—Él es mi hijo, —susurró Dan mientras su angustia
aumentaba hasta que le dolía respirar. —¿Cómo no puede ser?
 —Como dije, es un adulto. Es responsable de sus acciones. Si
no fuera tu hijo, ¿qué harías? ¿Qué pensarías? ¿Culparías a los
padres por sus acciones o lo culparías a él?
Dan inhaló y se secó las lágrimas que colgaban de sus
pestañas. Estaba un poco avergonzado de haberse puesto tan
lloroso. No era de los que mostraba mucha emoción. Había
tenido que aprender a endurecer su corazón mientras se
desempeñaba como sheriff. Quizás ahí era donde se había
equivocado con Terrence. Quizás no le había mostrado suficiente
39
amor a su hijo.
—Entiendo lo que estás diciendo, pero eso no hace que sea
menos cierto que Terrence es mi hijo. Era mi responsabilidad
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criarlo bien. Pensé que lo había hecho. No veo cómo algo así
podría haber sucedido.
—Eso es porque eres un buen hombre, Dan.
Dan miró a Sean.
—¿Cómo lo sabes? Me conoces desde hace diez minutos.
—Te conozco en tu forma humana unos diez minutos, pero te
conozco en tu forma cambiada por mucho más tiempo, y los
shifter no pueden mentirse unos a otros. Simplemente no es
posible. Las mentiras huelen agrias y cada shifter afuera puede
oler una mentira.
Dan arqueó las cejas.
—Pensé que eso era lo que olía. Es como un olor agrio, ¿no?
Sean asintió.
Dan arrugó la nariz.
—Es realmente desagradable.
 —Lo es. —Sean se rio y se sentó sobre sus piernas dobladas. —
Los shifter pueden oler todo tipo de cosas. Mentiras, excitación,
tristeza, ira. Todas esas emociones tienen aromas diferentes. Solo
tienes que descubrir qué significa cada aroma diferente.
—Hueles dulce, como un rollo de canela recién horneado, —
dijo Dan. —¿Qué significa eso?
Personalmente, amaba la dulce fragancia.
Sean tragó con fuerza.
—¿Huelo a rollo de canela?
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—Sí. —Dan hizo una mueca. —¿Es tan malo?
Los ojos de Sean se desviaron.
—No, no necesariamente.
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Dan entrecerró los ojos.
—No estás mintiendo, pero hay algo... —No podía poner el
dedo en lo que estaba oliendo, pero el olor de Sean había
cambiado. —¿Qué es ese olor?
Una sonrisa que no llegó a los ojos de Sean cruzó sus labios.
—No estoy seguro de qué estás oliendo, así que no puedo
decirte, pero tal vez debamos lidiar con esta situación con tu hijo
ahora mismo. Siempre podemos volver a aprender aromas
cuando no hay extraños en la casa.
Dan sabía que Sean tenía razón, pero no podía evitar la
sensación de que el hombre le ocultaba algo.
—Supongo que tienes razón. No estoy muy seguro de lo que se
supone que debo estar haciendo. No estoy listo para que
Terrence sepa que soy un shifter.
 —Hay un baño por ahí—. Sean señaló con la cabeza hacia la
puerta que había visto cuando se encontró por primera vez en el
escondite de la casa. —¿Por qué no vas a tomar una ducha rápida
y veré si puedo encontrar algo de ropa para que te cambies? —
Sean hizo un gesto con la mano hacia los harapos que llevaba
Dan. —Esos han visto días mejores.
Dan miró hacia abajo, luego hizo una mueca.
—Esto es lo que vestía la noche que fui atacado.
—Nosotros cambiamos con la ropa puesta.
41
¿Eh?
—¿A dónde va nuestra ropa mientras estamos peludos?
Sean le miró parpadeando.
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—Sabes, nunca lo había pensado. Me pregunto a dónde irán.
Dan se rio.
—Quizás deberíamos preguntarle a Macon.
—Después de la ducha.
—Correcto. —En serio necesitaba una. Llevaba años en forma
de lobo. No se había dado una ducha decente desde antes de que
lo atacaran y se convirtiera en un shifter. Probablemente
apestaba, aunque realmente no podía olerlo. Quizás se había
acostumbrado al hedor. —¿Huelo a rancio?
—Más tu ropa que tú. La sangre seca es repugnante.
Eso era cierto. Dan había vuelto a casa del trabajo más de una
vez con sangre seca en la ropa.
—Mi esposa nunca pudo quitar las manchas.
—¿Tu esposa? —Sean se miró las manos. —Escuché que
estabas casado.
 —Viudo, —respondió Dan mientras miraba a Sean—. Martha
murió hace unos diez años. Accidente de coche.
—Oh, lo siento.
Dan se encogió de hombros.
—Fue hace mucho tiempo.
—Aún lo siento. Nunca es fácil perder a alguien que te
importa.
—Martha era una buena mujer, —dijo Dan. Aún la extrañaba.
—Ella estaría devastada al saber que Terrence se ha convertido
42
en un monstruo. Me alegro de que no viviera para verlo.
Nunca pensó que se alegraría de que su esposa hubiera
fallecido. Ella no había sido el amor de su vida, pero él la había
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amado y se había dedicado a ella durante toda su vida
matrimonial. Él se habría dedicado a ella por el resto de sus
vidas si ella hubiera vivido.
—Ve a darte una ducha, —dijo Sean. —Te conseguiré algo
para que te cambies.
Con los pensamientos aún pesados, Dan asintió y caminó hacia
el baño. Una ducha en realidad sonaba fantástica. También le
daría unos minutos para sí mismo. Últimamente, nunca parecía
haber tiempo para que él estuviera solo. Siempre había alguien
cerca o alguien que necesitaba protección.
Ahora que había ganado su forma humana, solo necesitaba
unos minutos para sí mismo. Gran parte de su vida había
cambiado en tan poco tiempo. Acostumbrarse a todos los
cambios le hacía girar la cabeza y apretar el estómago.
No era una sensación agradable.
 Dan encontró un juego de toallas sobre la encimera.
Encogiéndose de hombros ante el último fenómeno de la casa,
abrió la ducha y entró en el pequeño cubículo. Agarró el
champú del pequeño estante de la ducha y lo olió. No era su
champú, pero olía bien.
Se lavó el cabello con champú, dos veces, luego tomó el gel de
baño y la toallita y se enjabonó. Cómo deseaba tener una navaja.
Podía sentir el pelo en su barbilla y garganta y necesitaba
seriamente un corte.
43
Habiendo servido en el Servicio antes de convertirse en sheriff
y luego de haber pasado toda su carrera en la aplicación de la
ley, siempre se había mantenido pulcramente arreglado. No
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podía recordar que su barba hubiera sido tan tupida.
Inclinó la cabeza hacia el rociador de la ducha y luego giró
lentamente en círculo, enjuagando todo. Se sentía como si
estuviera haciendo más que lavar la suciedad. Estaba lavando
toda la negatividad. Casi gimió ante el alivio de la tensión en sus
hombros.
Por un momento, Dan apoyó la cabeza contra los fríos azulejos
de la ducha y solo respiró. Él podía hacer esto, y realmente no
era como si tuviera otra opción. Una vez que era un shifter,
siempre sería un shifter. Solo tenía que decidir si podía vivir
como un peludo.
Dan miró hacia arriba cuando escuchó la puerta del baño
abrirse. A través del vaporoso vidrio, vio cómo alguien metía la
mano y dejaba una pila de ropa en el mostrador, y luego la
puerta se cerraba una vez más.
 —Gracias, Sean, —gritó, sabiendo que el shifter lo oiría.
—De nada, —respondió Sean a través de la puerta cerrada.
Dan se rio y negó con la cabeza mientras se acercaba para
cerrar la ducha. La audición shifter podría ser algo a lo que
nunca se acostumbraría. Sería el primero en admitir que había
pasado gran parte del tiempo desde que cambió, oliendo,
escuchando y viendo el mundo que lo rodeaba con otros ojos.
En algunos casos, parecía que ser un shifter era más fácil. Las
cosas estaban bastante cortadas y secas para ellos. No había áreas
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grises. Cazaban y proporcionaban comida a los de la manada.
Protegían a los de la manada. Se preocupaban por los de la
manada.
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Muy simple.
Sabía que había malos shifter al igual que malos humanos. La
situación de Macon era el ejemplo perfecto. Los shifter habían
destruido todo su mundo para poder apoderarse de las tierras de
su manada. Había visto a los humanos hacer la misma maldita
cosa.
Pero la justicia era diferente para los shifter. Macon había
perseguido a los que habían masacrado a su familia y los había
eliminado. No lo habían enviado a la cárcel por eso. Un humano
estaría en el corredor de la muerte por lo mismo.
Eso podría ser donde Dan estaba teniendo un problema.
Habiendo estado en la aplicación de la ley toda su vida adulta,
estaba acostumbrado a seguir la letra de la ley, y ahora tenía que
aprender que había otra ley, la ley shifter, y que era diferente a
cualquier cosa que le habían enseñado.
 No llamaría exactamente a lo que le sucedió un renacimiento,
pero definitivamente no era el mismo tipo que era cuando lo
habían cambiado. La vida era diferente ahora y tenía que aceptar
esos cambios y abrazarlos, o encontrar el acantilado más cercano
para saltar.
Dan salió de la ducha y tomó una toalla. Rápidamente se secó
el cabello y luego secó el resto de él antes de envolver la toalla
alrededor de sus caderas y meter la punta para que no se cayera.
Deseó tener un cepillo de dientes, pero supuso que tendría que
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esperar hasta que pudiera ir a casa a buscar el suyo.
Casa.
Ahora, esa era una palabra. El pequeño y lindo bungaló en el
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que había vivido desde un año después de que él y Martha se
casaran ya no se sentía como en casa. Belle Grove lo hacía.
Incluso tenía un dormitorio en suite aquí. Macon dijo que podía
quedarse para siempre o solo unos días, lo que quisiera. El alfa le
dejó muy claro a Dan que no importaba lo que eligiera hacer,
siempre tenía un hogar en la manada de lobos Wilde.
Dan sabía que, si se quedaba, tendría que volver a prestar
juramento para unirse a la manada. La primera vez había estado
inconsciente mientras el alfa y la pareja del alfa lo habían
convertido en un shifter y lo habían llevado al redil. El problema
surgió en su necesidad de tener el control de su destino.
Si bien no era exactamente contrario a esta nueva vida que
había adquirido sin querer, no estaba seguro de poder responder
ante un solo hombre, incluso si era un alfa. Especialmente un
hombre que seguía un conjunto de reglas diferente a las reglas
con las que había crecido, las que había jurado hacer cumplir
cuando se convirtió en sheriff.
Dan suspiró mientras limpiaba el vapor del espejo del baño.
—¡Mierda!
Tenía sesenta y ocho años y estaba mirando a un hombre en el
espejo que no podía tener ni un día más de treinta y cinco. Su
piel estaba más tensa, con menos manchas de edad. Todavía
tenía un poco de gris en el cabello, pero era escaso, no como el
gris completo que había tenido antes.
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Sus manos temblaron cuando dio un paso atrás y miró hacia
su cuerpo. Siempre había estado en buena forma y continuó
haciendo ejercicio y comiendo saludablemente incluso después
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de jubilarse, pero esto era una locura. Tenía incluso más
definición muscular de la que tenía cuando estaba en su mejor
momento.
Su mandíbula cayó cuando se dio la vuelta y miró a su trasero.
Tenía un culo. Un globo real redondeado, culo de burbuja. Le
dio a un globo una pequeña bofetada. Maldición. Podría rebotar
una moneda de cuarto en esa cosa. Se veía mejor que en... bueno,
nunca.
—¿Cómo diablos sucedió esto?
 Capítulo cinco

Sean miró hacia la puerta del baño cuando escuchó la

exclamación de Dan.
—¿Está todo bien ahí? —Gritó. Dan acababa de volver a su
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forma humana por primera vez desde que se convirtió en lobo. A
Sean le preocupaba que pudiera estar inestable sobre sus pies.
La puerta se abrió y se estrelló contra la pared. Dan se quedó
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allí envuelto en nada más que una toalla.
—¿Sabías sobre esto?
—¿Saber de qué? —Sean cubrió. Quería detalles antes de
responder porque sabía muchas cosas que Dan no sabía, cosas
que no estaba listo para compartir.
Dan hizo un gesto con la mano por su cuerpo casi desnudo.
—¡Esto!
Sean miró al hombre con los ojos entrecerrados.
—¿Qué?
No vio ningún problema más que el hecho de que Dan era
hermoso y estaba vestido solo con una toalla. Cierta parte de su
anatomía se dio cuenta y se animó.
—No me veo así, Sean.
¿Eh?
 —¿Es el pelo? Porque eso sucede cuando eres un shifter lobo.
Los osos son peores. Tienen todo el pelo.
—¿Cuántos años crees que tengo?
—Bueno, yo diría que en tus treinta, pero tienes un hijo adulto,
así que... ¿cuarenta? ¿Cuarenta y cinco?
—Tengo sesenta y ocho años, Sean.
Sean arqueó las cejas.
—¿De verdad?
—Sí.
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—Te ves bien para los sesenta y ocho—. Realmente bueno.
Bueno para lamer.
—No me veo así, —dijo Dan de nuevo. —Si tuviera mi
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billetera, te mostraría cómo me veo, pero no es así. Nunca me
había visto tan bien, ni siquiera cuando era más joven.
—Entonces, ¿te estás quejando porque te ves sexy?
La cabeza de Dan se levantó de golpe.
—¿Crees que soy sexy?
El rostro de Sean se sonrojó por el calor cuando apartó la
mirada.
—Te ves bien, —dijo, sin querer decirle a Dan lo fabuloso que
realmente se veía.
—¿Les pasa esto a todos los que se convierten en shifter?
—No lo sé. Nunca antes había conocido a un shifter hecho—.
Sean miró a Dan, pero se aseguró de mantener los ojos fijos en
el rostro del hombre y no en todos esos deliciosos músculos. —
Quizás quieras preguntarle a Macon sobre eso.
 Dan negó con la cabeza mientras se giraba y regresaba al
baño, murmurando para sí mismo sobre monedas y globos
redondos.
Sean no tuvo problemas para entender exactamente lo que
dijo Dan, o estar de acuerdo con el hombre. Podría rebotar una
moneda de cuarto en ese trasero. Simplemente no verbalizaría
su acuerdo. Él simplemente no estaba listo para ir allí. Puede
que nunca esté listo para ir allí.
No había sido abusado como Iren e Ian. No le tenía miedo al
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sexo. De hecho, le gustaba bastante. Simplemente le costaba
confiar lo suficiente en la gente como para exponerse el tiempo
suficiente para encontrar a alguien con quien quisiera tener
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sexo.
Realmente, de verdad quería tener sexo con Dan, y eso podría
ser parte de su problema. La idea de involucrarse con alguien
cuando ni siquiera sabía lo que le deparaba el futuro lo asustaba
muchísimo. Excepto, ahora que había visto a Dan en carne y
hueso, por así decirlo, la necesidad de acercarse y ser personal lo
montó duro. Sean se agachó y ajustó la firme polla en sus
pantalones a una posición cómoda.
Dan salió del baño vestido con los jeans, los calcetines y la
camiseta que Sean había encontrado doblada en una ordenada
pila sobre la mesa. Maldita sea, habla de superdelicioso.
—Sean, prefiero vigilar a Terrence, pero no creo que sea una
buena idea que me vea todavía.
Detrás de Dan apareció una escalera. Sean señaló el último
fenómeno de la casa.
 —Creo que está arriba.
Dan miró por encima del hombro y se detuvo antes de
volverse hacia Sean. Esperaba que los ojos del hombre se
abrieran como platos y la boca abierta de sorpresa. En cambio, el
hombre más grande se humedeció los labios y miró a Sean con
los ojos entrecerrados.
—Eso no estaba allí antes, ¿verdad?
Sean negó con la cabeza.
—Bien entonces. —Dan miró a Danny. —¿Crees que puedes
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cuidar a los bebés durante unos minutos?
El labio inferior del niño tembló. Dan se apresuró a acercarse
y se arrodilló sobre una rodilla. Con un movimiento lento y
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fácil, Dan levantó la mano y ahuecó la mejilla de Danny. El niño
ni siquiera se estremeció. Eso fue un testimonio de lo lejos que
había llegado el hurón maltratado bajo el cuidado protector de
Dan.
—Prometo que no nos iremos por mucho tiempo. Somos un
equipo, tú, yo, Sean y el pequeño. Sé que mantendrás a los bebés
a salvo y si nos necesitas, eres rápido. Solo te tomaría unos
segundos encontrarnos. ¿Puedes hacer esto por mí?
El niño asintió y Dan le dio un suave abrazo. Una sonrisa
apareció en el rostro de Danny, asombrando a Sean. Danny
nunca antes había sonreído. Danny corrió hacia él y Dan lo
abrazó. El regalo de ese abrazo hizo que Sean se llenara de
lágrimas. Nunca quiso que terminara.
Danny se movió y Dan se apartó.
—Volveremos pronto. Lo prometo.
 Sean sonrió a Danny antes de seguir a Dan por los escalones.
Llegaron a un pasillo corto donde se veía una luz brillante a
través de un pequeño agujero en la pared. No estaba seguro de si
alguien podía oírlos, así que Sean se acercó al agujero y se
asomó.
Dio un salto hacia atrás cuando vio al oficial de policía parado
a unos metros de distancia y mirándolo directamente. Dan se
inclinó y miró por el agujero. El cuerpo del hombre se quedó
inmóvil como si fuera de piedra mientras continuaba mirando.
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¿Debería Sean estar comiéndose con los ojos el trasero de Dan,
sus anchos hombros y su delgada cintura en un momento tan
serio? Probablemente no, pero maldita sea, el hombre estaba
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bueno.
Junto a Sean, el pasillo se abrió y se alargó. Sin una palabra,
Dan se enderezó y recorrió el pasillo antes de detenerse y mirar
por otro agujero. Después de un momento, Dan se volvió hacia
Sean. Cuando pasó junto a Sean, lo tomó de la mano y juntos
bajaron los escalones.
La tensión espesó el aire a su alrededor. La oscuridad del ceño
fruncido de Dan y la dureza de su mandíbula hablaban de los
pensamientos turbulentos del hombre.
Sean no pudo quedarse callado por más tiempo.
—¿Qué viste?
Dan se detuvo a la mitad de los escalones y miró a Sean.
—Terrence no está aquí para buscarme.
—Pero eso es lo que le dijo al alfa—. La confusión hizo que
Sean preguntara: —¿Por qué dices eso?
 —Ese es mi hijo. —Dan se pasó los dedos por el pelo. —Sé
cómo habla. Cómo camina. Conozco cada una de sus acciones.
Puede que esté pasando por los movimientos de buscarme en la
casa, pero está mintiendo a pesar de todo.
¡Mierda!
—¿Por qué crees que está aquí entonces?
—No lo sé, pero no me gusta—. Los labios de Dan se tensaron
mientras los apretó. —Está tramando algo. Simplemente no sé
qué es ese algo.
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—Podrías ir a preguntarle, —sugirió Sean.
Dan negó con la cabeza mientras se miraba a sí mismo.
—No me veo así, no puedo.
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—¿Qué hay de malo en tu apariencia?
—Nada, y ese es el punto. Soy un sheriff jubilado de sesenta y
ocho años. No me veo así. Mi hijo se volverá loco cuando me
vea—. Dan resopló. —Demonios, todo el mundo va a flipar.
—Creo que te ves bien. —Sean estaba bastante seguro de que
ya lo había dicho.
—¿Tú lo haces?
Sean sintió que sus mejillas se ruborizaban.
—Um, sí.
—¿Aunque soy… mayor?
Sean miró al hombre con los ojos entrecerrados.
—¿Qué edad crees que tengo?
—No lo sé. —Dan se encogió de hombros. —¿Veintidós,
veintitrés?
—Ojalá, —resopló Sean. —Tengo treinta y seis.
 Las cejas de Dan se dispararon hasta la parte superior de su
frente.
—¿Tienes treinta y seis?
Sean casi sonrió ante la conmoción en el rostro de Dan.
—Sí.
—No pareces tener más de veintitrés.
—Los shifter envejecen de manera diferente a los humanos.
Quizás por eso te ves diferente. Una vez que te convertiste en
shifter, tu cuerpo cambió para reflejar tu edad shifter.
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—Supongo que nunca pensé en eso.
—No estoy seguro, fíjate, —dijo Sean, —pero tiene sentido,
especialmente si te ves más joven ahora que cuando eras
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completamente humano. Debes recordar que Macon solo tenía
diez años cuando sus padres y su manada fueron asesinados.
Pasó casi sesenta años rastreando a las personas que lo hicieron,
lo que lo convierte en casi setenta en años humanos.
Los ojos de Dan se agrandaron.
—Tienes razón. No sé por qué nunca puse eso junto antes.
Macon parece tan joven.
—En los años de shifter, es joven. Tendemos a vivir una vida
larga.
—¿Cuánto tiempo?
Sean se encogió de hombros.
—En promedio, y dependiendo del shifter, cuatrocientos o
quinientos años.
—Entonces, si los padres de Macon hubieran vivido, ¿todavía
estarían por aquí?
 —Tengo entendido que los padres de Macon fueron los que
establecieron Belle Grove en la década de 1700 junto con los
abuelos de Macon.
Dan se apoyó contra la pared.
—Hombre, la historia que deben haber visto.
—Puedes preguntarle a Macon todo sobre esto más tarde.
Ahora mismo, necesitamos saber por qué tu hijo está aquí.
—Tienes razón. —Dan se apartó de la pared y luego volvió a
bajar el resto de la escalera. Cuando llegaron a su pequeño
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santuario, el panel había desaparecido. Dan señaló con la mano
la pared que habían atravesado. —¿Cómo salimos de aquí?
¿Dónde está la puerta?
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—Supongo que la casa está tratando de proteger a los niños. Si
el sheriff y su ayudante llegaran tan lejos, la casa no querría que
encontraran a los niños—. Él se encogió de hombros. —La
puerta volverá cuando la casa lo desee.
—¿Por qué crees que la casa no protegió a Macon y a sus
padres?
—Keenan parece pensar que las almas de los que murieron
aquí ese día, que su esencia, se hundió en los cimientos de la
casa y el área circundante. No estoy seguro de creer eso, pero es
una explicación plausible y la única que he oído, así que...
Sean realmente no tenía idea de por qué la casa hacía las cosas
que hacía, ni siquiera cómo, pero no iba a quejarse de ello.
Parecía saber cuándo estaban en problemas y los ayudó.
Su llegada a Belle Grove fue un buen ejemplo. Había estado
loco de miedo hasta que sintió una abrumadora necesidad de
dirigirse hacia la vasta propiedad. Las puertas francesas abiertas
cuando llegó, habían sido una bendición que no sabía que
necesitaba en ese momento.
Cuando sus piernas cedieron debajo de él y comenzó a caer, la
casa lo bajó suavemente al piso, sin siquiera molestar al
cachorro de lobo que dormía en sus brazos. Sean se había sentido
realmente seguro por primera vez en más años de los que podía
recordar. Entonces, si la casa quería hacer cosas raras, Sean
estaba de acuerdo. Incluso ayudaría si pudiera.
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—¿Dónde están ahora?
Un pequeño agujero apareció en la pared donde debería haber
estado la puerta. Dan se acercó y miró a través de él. Macon los
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llevaba hacia la puerta.
—¿Se van? —Pregunté mientras corría hacia el lado de Dan.
—Parece que sí, aunque Terrence está mirando a su alrededor
como si no estuviera listo para irse.
—No creo que Macon vaya a dejar que se quede.
—No. —Dan suspiró. —Sin embargo, todavía necesito hablar
con él. Necesito averiguar por qué hace lo que hace. Va en
contra de todo lo que su madre y yo le enseñamos.
—Algunas personas simplemente se vuelven malas, Dan. No
hay un porqué ni una razón para ello.
—Lo sé. —Dan cerró los ojos mientras se volvía para apoyarse
contra la pared. Cuando los abrió un momento después, había
un mundo de angustia en sus oscuras profundidades. —Pero si
es corrupto como dijiste, no puedo dejar que siga siendo el
sheriff. Podría estar poniendo en peligro a todo el condado.
 —¿Qué puedes hacer?
Dan negó levemente con la cabeza.
—No lo sé.
Por mucho que Sean odiara la mayor parte del contacto
personal con los demás, se encontró presionando en el espacio
personal de Dan y tratando de abrazarlo. Simplemente no podía
ver a Dan en tal miseria. Su corazón debía estar roto.
—Tal vez realmente no vi lo que pensé que vi, —susurró. —
Quizás el Alfa Boddie le estaba dando dinero por otra razón.
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—No. —Dan le devolvió el abrazo a Sean. —No puedo pensar
en una sola razón para que un sheriff esté tomando dinero de un
estafador a menos que esté en la trampa. Simplemente no sé
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cómo podría haber empeorado tanto sin que yo lo supiera.
—Bueno, no es como si vivieras en el bolsillo trasero de tu
hijo, ¿verdad?
—No, pero fui el sheriff por aquí durante décadas. Uno
pensaría que notaría algo así.
—Quizás no te diste cuenta porque no querías. —Sean odiaba
decirlo, pero Dan podía oler una mentira. Él sabría si Sean le
estaba dando una línea de estupideces. —Es tu hijo. Quizás no
quisiste reconocer que estaba escupiendo en la cara de todo en lo
que crees.
Los labios de Dan se tensaron.
—Lo siento. —Sean se apartó y se volvió para caminar hacia el
otro lado de la pequeña habitación. —No debería decirte estas
cosas.
 —No, necesito escucharlo. —Dan abrió los ojos y luego pasó
una mano por sus largos rizos. —En serio, no puedo pensar en
nada que haya visto que me haga considerar a mi hijo un mal
policía.
—¿Qué hay del Alguacil que tenía trabajando para él? —
Preguntó Sean. —¿El que está en la cárcel?
—Bueno, claro, pero supuse que era solo Ferris, y no era como
si Terrence pudiera despedirlo sin una causa justa. El padre de
Ferris está en el ayuntamiento. Terrence podría perder su
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trabajo por algo así.
—Si está sucio, ¿no crees que tal vez sea algo que debe
suceder?
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Dan miró al techo y dejó que su cabeza golpeara contra la
pared.
—No puedo creer que esté diciendo esto, pero estoy muy
contento de que Martha no esté aquí para presenciar lo que está
sucediendo con nuestro hijo. Le rompería el corazón.
Dan ya había dicho algo así, pero Sean no creía que fuera un
buen momento para mencionarlo. No podía imaginar por lo que
estaba pasando el tipo. Saber que su único hijo era un criminal,
especialmente con Dan como sheriff retirado, tuvo que ser
desgarrador.
—Lo siento, Dan.
Dan le envió a Sean una pequeña sonrisa triste.
—No hay nada que lamentar, Sean. —Dan se apartó y se
acercó a la cuna para mirar a los bebés dormidos, revolviendo el
cabello de Danny cuando pasó junto a él. —Además, os tengo a
vosotros ahora. Tengo que hacer las cosas bien por vosotros.
Sean odiaba sus dudas, pero no estaba seguro de que fuera
posible.

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 Capítulo seis

Dan se agachó y acarició con un dedo la mejilla regordeta del

cachorro de lobo.
—Siempre me sorprende lo suave que es la piel de un bebé y
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lo bien que huele.
—¿O lo apestosos que pueden llegar a ser?
Dan se rio entre dientes.
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—Bueno, eso también.
—Podrá cambiar en un par de meses más y luego tendremos
un cachorro de lobo corriendo por todos lados.
Dan miró a Sean.
—¿Tan temprano?
Sean asintió.
—Es como caminar o aprender a gatear. Solo tienen que
aprender a conectarse con su animal espiritual y luego cambiar.
Este joven, todavía se está acostumbrando al mundo que lo
rodea. No entiende que su lobo es él.
Hombre, había tantas cosas sobre ser un shifter que no sabía.
Había mucho que aprender. A veces, todo parecía sencillo. Otras
veces, sentía como si estuviera tratando de escalar un acantilado
con los ojos vendados.
 Dan se enderezó y se movió rápidamente cuando la pared se
abrió, colocándose entre Sean y los niños y quienquiera que
pudiera estar entrando. Sabía que nadie sería peligroso o la
pared no los habría dejado entrar, pero aun así no podía evitar a
proteger a sus cargos.
—Alfa. —Dan tragó con fuerza. —¿Cómo te fue?
Macon vaciló y su mirada recorrió a Dan de la cabeza a los
pies. Después de un momento, asintió levemente como si
aprobara la transformación de Dan.
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—Se ha ido por ahora, pero sospecho que volverá. Parecía
bastante molesto por no encontrarte aquí, pero se fue con
demasiada facilidad—. Macon se rascó la parte inferior de la
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barbilla. —Algo está pasando con todo eso. No puedo señalarlo,
pero definitivamente algo está pasando.
—No puedo creer que vaya a decir esto, pero necesitamos
registrar la casa de mi hijo.
—¿Necesitamos qué? —Preguntó Macon.
—Terrence guarda todas sus notas importantes en su casa.
Tiene una oficina en el sótano donde guarda todo lo relacionado
con el trabajo. Él lo llama su lugar para pensar. Tiene una
pizarra grande y un lugar para poner fotos y cosas que usa para
conectar casos juntos. Pase lo que pase, apuesto mi trasero a que
lo tiene allí.
Las cejas de Macon se arquearon.
—¿De verdad quieres irrumpir en la casa de tu hijo?
 —Quiero saber qué está tramando. Si se necesita irrumpir en
su casa, entonces lo hacemos, pero ¿quién dijo algo sobre
irrumpir? —Dan sonrió. —Sé dónde guarda la llave de repuesto.
También estaba bastante seguro de que su hijo no lo arrestaría
si los atrapaban.
Tal vez.
—¿Cuándo sugieres que hagamos esto?
—Ahora, —respondió Dan. —Está en el trabajo. Lo más
probable es que regrese a la estación para tratar de encontrar
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otra forma de entrar a la propiedad.
Macon frunció el ceño.
—No estoy seguro de que me guste cómo suena eso.
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—Terrence es como un bulldog. Una vez que hunde los
dientes en algo, no se detiene hasta obtener lo que quiere.
—Normalmente, respetaría ese rasgo en alguien, —dijo
Macon. —En este momento, desearía que fuera tan vago como
Ferris.
Sí, bastante.
—Está bien, Kane y yo iremos contigo. Quiero dejar a Izzy,
Slater y Cutter aquí para proteger a los demás.
Dan miró por encima del hombro a Sean y los niños. Odiaba la
idea de dejarlos atrás, pero no era como si pudiera llevarlos con
él. No solo estarían en el camino, sino que simplemente no era
seguro.
—Necesito llevar a Sean, Danny y el bebé arriba a nuestra
habitación—. Vio a Sean levantar al bebé. La imagen, con Danny
de pie junto a ellos, quedaría grabada para siempre en la mente
de Dan. Él deseó tener la capacidad artística y poder pintar esa
imagen para sacarla y contemplarla cuando los tiempos fueran
difíciles.
Macon se acercó al moisés y levantó a su hijo en brazos.
—Será mejor que le lleve este pequeño a su padre. Keenan
logró evitar a nuestros visitantes y aprovechó el descanso del
deber de papá para meterse en la bañera.
—¿Te veré adelante?
Dan no se apresuraría. En el pasado había observado que el
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alfa aprovecharía cualquier oportunidad para pasar un poco de
tiempo a solas con su pareja. ¿Keenan, desnudo, cubierto de
agua y posiblemente con burbujas? Sí, el alfa no volvería abajo
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por bastante tiempo.
—Suena bien. —Macon silbó una alegre melodía mientras
atravesaba el panel abierto con su hijo.
Dan alcanzó al bebé y acomodó al pequeño en sus brazos antes
de sonreír a Sean y Danny.
—¿Estáis listos para subir las escaleras?
Ambos asintieron y salieron de la habitación. Cuando llegó a
la pared, Dan se detuvo y miró hacia atrás a su retiro secreto. La
escalera, todos los muebles y la comida habían desaparecido. La
puerta del baño había desaparecido. Dan negó con la cabeza.
Hombre, esta casa era otra cosa.
Una vez que estuvieron arriba, Dan se acercó y puso al bebé en
la cuna. Cuidadosamente cubrió al bebé con una manta ligera y
luego se volvió para mirar a Danny y Sean.
 Sean parecía preocupado, pero Danny parecía como si
estuviera a segundos de tener un colapso. Dan fue a la cama y se
sentó en el borde y luego extendió los brazos hacia el niño.
—Ven aquí, Danny.
Danny salió disparado, atravesó la habitación y se lanzó a sus
brazos. Dan abrazó al que se estaba convirtiendo rápidamente en
parte de su alma por un momento antes de frotar suavemente
un patrón en su espalda.
—No hay razón para tener miedo, ya sabes. Estás a salvo aquí.
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Danny asintió.
Dan deseaba que hablara, pero hasta ahora, Danny no había
dicho una palabra desde que llegó. Dan no estaba seguro de cuál
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era exactamente su historia. No había tenido la oportunidad de
interrogar a Sean sobre eso, especialmente considerando que
había estado en cuatro piernas hasta hacía menos de una hora, y
no dos como ahora.
Sin embargo, sabía que había una historia. Ningún niño estaba
tan asustado todo el tiempo sin razón. Dan había visto muchas
cosas durante su carrera, primero como Alguacil y luego como
sheriff, y las que involucraban a niños siempre le rompían el
corazón. Eran tan inocentes y no merecían la mierda que los
adultos hacían.
—No me iré por mucho tiempo, pero dependo de ti para dar
un paso al frente, ¿de acuerdo? Sean va a necesitar ayuda con el
bebé. Está asustado como tú y te necesita casi tanto como yo.
¿Serás valiente por mí y ayudarás a Sean incluso cuando tengas
miedo?
 Danny asintió de nuevo.
—Ese es mi hombrecito. —Dan levantó los ojos y se encontró
con la mirada de Sean mientras abrazaba a Danny contra su
pecho. —¿Y tú? ¿Vas a estar bien mientras yo no esté?
—Estaré bien. —Sean dijo las palabras, pero se frotaba los
brazos como si tuviera frío.
Dan extendió una mano. Sean puso los ojos en blanco, pero se
acercó para tomarla. Dan abrió las piernas y jaló a Sean para que
se sentara en su muslo. Levantó a Danny sobre el otro muslo.
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Sabía que, si tuviera una tercera pierna, también habría tenido al
bebé en ese muslo.
Sentía como si estuviera sosteniendo todo su mundo en sus
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brazos. Eso no tenía ningún sentido, pero así era como se sentía.
Sean, Danny y el bebé habían llegado a significar mucho para él
desde que llegaron, tal vez incluso más que la manada.
Dan se inclinó y le dio un beso en la parte superior de la
cabeza de Danny.
—Sé bueno, Danny.
Danny asintió.
Dan levantó a Danny sobre sus pies y luego se puso de pie,
Sean todavía envuelto en sus brazos. Ahuecó su mano alrededor
del lado de la cara de Sean y lo miró. El hombre era tan hermoso
que dejó a Dan sin aliento. Esos ojos conmovedores lo atraparon
todo el tiempo.
—No me iré por mucho tiempo.
—Lo sé. —La respuesta de Sean fue susurrada en un tono
suave. —Estaremos aquí cuando llegues a casa.
 Dan odiaba tener que irse, pero necesitaba asegurarse de que
su pequeña familia estuviera a salvo, y rápidamente estaba
comenzando a pensar en Sean, Danny y el bebé como su familia.
No sabía si eso era correcto, pero seguro que se sentía bien.
Dan se inclinó y presionó su frente contra la de Sean.
—No puedo permitir que te pase nada.
—Estaremos bien, —dijo Sean. —Tenemos bocadillos y esas
cosas. Nos acurrucaremos aquí en la cama y veremos una
película.
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Dan empezó a sonreír mientras se lo imaginaba.
—Eso suena bien. —Estaría encantado si se quedaran en el
dormitorio hasta que él regresara. —Tal vez podamos dar un
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paseo juntos cuando regrese.
—Estoy seguro de que a Danny le gustaría eso.
—¿Y a ti? —Dan susurró. —¿Te gustaría ir a caminar
conmigo?
Sean le devolvió la sonrisa a Dan, sus ojos se volvieron suaves.
—Sí.
—Seré rápido. —Más rápido ahora que tenía una razón para
volver a casa.
Se sentía totalmente natural presionar un beso en los labios de
Sean y luego despeinar el cabello de Danny al salir de la
habitación. Incluso puso un poco de energía en su paso mientras
bajaba las escaleras.
Hizo una parada rápida en la cocina.
 —Aetius, Sean y yo vamos a llevar a Danny y al bebé a dar un
paseo cuando regrese. ¿Puedes preparar una bolsita de bocadillos
que podamos llevarnos?
El rubio rígido, cuyos ojos se agrandaron al ver a Dan, asintió
con la cabeza.
—Tendré algo listo para ti.
—Gracias. —Dan asintió con la cabeza hacia Cutter, quien
estaba sentado a la mesa mirando al maestro de cocina, luego
salió de la cocina y se dirigió al frente de la mansión. Por un
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breve momento, sintió el peso de la mirada del guardia, pero no
hizo ningún comentario.
Treinta minutos después, Dan se subió al asiento trasero del
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camión de Macon y trató de no sonreír ante las manchas de
humedad que estropeaban la camisa del alfa o el fuerte olor a
jabón.
Sí, el alfa había tenido suerte.
—Estamos casi en la ciudad—. La mirada de Macon se
encontró con la de Dan en el espejo retrovisor. —¿No vive en
algún lugar de las afueras?
Dan miró por el parabrisas delantero.
—La parte de atrás de su casa llega hasta una pequeña
arboleda. Gira a la derecha en la próxima intersección. Podemos
estacionarnos al final de la calle y caminar entre los árboles
hasta su casa.
Minutos después, Macon estaba reduciendo la velocidad del
camión y aparcando junto a la acera. Dan pensó en la bonita
casa de dos pisos que había estado tan orgulloso de que su hijo
pudiera comprar. Ahora se preguntaba qué tenía que hacer
Terrence para permitirse el estilo de vida que vivía. Una
camioneta elegante, un televisor de pantalla grande y el bote
estacionado detrás del garaje costaban más que el salario de un
sheriff. El puesto de sheriff pagaba bien, pero no tan bien.
A Dan se le hizo un nudo en el estómago al pensar en lo que
podría haber hecho Terrence para ganar tanto dinero. Sentía
como si todas las lecciones que le había enseñado a su hijo sobre
lo que hacía bueno y honrado a un hombre se las echaran en
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cara.
Estos pensamientos perturbadores llevaron a Dan a estar aún
más decidido a descubrir qué estaba tramando Terrence y
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ponerle fin. Se negó a dejar que su legado se convirtiera en una
llamarada de malas decisiones y actividades ilegales.
 Capítulo siete

Dan saltó del camión cuando se detuvo.

—Su casa está por allí, —señaló el pequeño bosquecillo. —La
parte trasera de la casa da a los árboles, así que deberíamos estar
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listos para llegar hasta ella.
—¿Qué hay en la parte trasera de la casa? —Preguntó Kane.
—Un patio, la cocina, el comedor y un baño. Su dormitorio y
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la sala están en el frente y hay otro par de dormitorios y un baño
arriba.
—¿Qué pasa con el garaje? —Preguntó Macon.
—Es un espacio de almacenamiento. Terrence no guarda nada
allí excepto cosas adicionales que no usa todo el tiempo.
—No estaría de más mirar allí también, ¿no crees?
—Probablemente. —Empezaban a surgir dudas, pero él fue
quien sugirió registrar la casa de su hijo. No podía echarse atrás
ahora. —Vamos a hacer esto antes de que salga del trabajo. No
creo que queramos que nos atrapen.
Sabía que no.
Dan tenía el corazón apesadumbrado cuando comenzó a
atravesar los árboles con Macon y Kane. Nada de esto le sentaba
bien. Estaba mal en tantos niveles que ni siquiera podía
comenzar a enumerarlos todos.
 No se preocupó demasiado porque los descubrieran hasta que
llegó al final de la pequeña zona boscosa. Estaban en las afueras
de la ciudad y el vecino más cercano de Terrence estaba lo
suficientemente lejos como para no escucharlos ni verlos
caminar entre los árboles. No fue hasta que estuvo frente a la
sólida valla de madera que rodeaba el patio trasero de la casa
que comenzó a preocuparse por ser atrapado.
Se movió hacia la barrera, luego agarró la parte superior y se
asomó. El patio estaba vacío y no había luces encendidas dentro
69
de la casa. Dan realmente esperaba que eso significara que no
había nadie en casa.
Se incorporó y pasó por encima de la valla, luego se agachó y
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esperó a que Macon y Kane se le unieran.
Una vez que estuvieron juntos de nuevo, hizo un breve trabajo
de cruzar el patio hacia la puerta trasera. Se arrodilló y deslizó
un trozo de vinilo para revelar la llave oculta. Después de
recuperarlo, abrió la puerta antes de volver a poner la llave y
restaurar el revestimiento.
Dan miró a los otros hombres y asintió con la cabeza,
comunicando en silencio que iban a hacer esto de una manera
rápida y silenciosa. Macon y Kane asintieron en respuesta. Dan
abrió la puerta y entró en la cocina.
Muchas cosas en la vida de Dan habían cambiado, pero la
obsesiva necesidad de su hijo de mantener su casa en orden y
limpia no lo había hecho. Las encimeras de granito relucían tan
bien como los suelos de baldosas. El cielo prohibiera que
quedase un plato sucio o comida para que nadie la vea. Sí, puede
que su hijo no sea tan tenso como Aetius, pero tenía sus
problemas. Dan todavía se rio al recordar a un Terrence de
cuatro años que se rehusaba a responder a cualquier apodo e
insistía en que todos lo llamaran por su nombre completo.
Dan se detuvo un momento y escuchó. Dejó que sus sentidos
se extendieran, pero nada parecía fuera de lo común. Macon
señaló a Kane y luego a la izquierda, a sí mismo y a la derecha,
luego a Dan y hacia la sala de estar. Los tres hombres se
separaron y comenzaron a registrar la casa.
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Dan salió de la cocina y examinó la sala de estar. No se habían
dejado zapatos ni chaqueta. Mientras caminaba por la
habitación, su dedo atrapó automáticamente la esquina de una
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revista de caza que estaba en la mesa de café y la movió de modo
que quedara torcida y no exactamente alineada con la esquina.
Después de no encontrar nada, Dan fue al dormitorio
principal. Revisó el baño antes de mirar debajo de la cama y
luego entró en el vestidor. No estaba seguro de lo que estaba
buscando, pero supuso que lo sabría cuando lo viera.
Suspirando, Dan se pasó los dedos por el pelo. Que le pareciera
más grueso y más largo lo asombró. Comenzó a preguntarse qué
demonios pensaba que estaba haciendo. ¿Cómo podía creer que
registrar la casa de Terrence estaba bien con todos los cambios y
secretos que él mismo guardaba?
El rostro de Sean y los rostros de Danny y el bebé aparecieron
en su mente. La respuesta a su pregunta silenciosa se hizo clara.
Lo que sea que estuviera haciendo Terrence no podía poner en
peligro a su nueva pequeña familia. No lo permitiría y haría lo
que fuera necesario para mantener a Sean y a los niños a salvo.
Macon apareció en la puerta del dormitorio y señaló el suelo.
Dan asintió. Era hora de registrar el sótano.
Dan abrió el camino de regreso a la cocina y abrió una puerta
para revelar los escalones del sótano. Se tomó su tiempo para
descender al nivel inferior. Las pequeñas ventanas colocadas en
la parte superior de las paredes de concreto dejaban entrar
suficiente luz para que él, Macon y Kane pudieran ver con
71
facilidad.
Al pie de los escalones, Dan se detuvo. Algo parecía fuera de
lugar, pero no podía precisar qué podría ser. Miró a su alrededor
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y se fijó en el pequeño y elegante bar en la esquina con
taburetes a juego. Detrás de la barra había un refrigerador y
estantes llenos de cerveza, mezclas para bebidas y copas de vino.
Una mesa de billar de alta gama ocupaba la mayor parte del
centro de la habitación. A un lado había una mesa de futbolín.
Dan hizo un gesto a los otros dos hombres para que lo
siguieran. La oficina de Terrence y donde estaban colocadas sus
pizarras blancas estaba adyacente a esta habitación.
Se dirigió hacia la entrada a oscuras. En la mitad de la
habitación se le erizaron los diminutos pelos de la nuca y le
picaba la mitad de la espalda. Se detuvo y escuchó.
Detrás de Dan, Macon respiró hondo.
El fuerte clic de metal contra metal resonó en la habitación y
Dan se quedó paralizado. Alguien había retirado el martillo de
una pistola. No había forma de confundir ese sonido, y envió
escalofríos de terror por su espalda.
—¿Quieres decirme por qué no debería dispararte a ti y a los
dos hombres contigo por irrumpir en mi casa, Macon Wilde?
Dan puso una sonrisa en su rostro y decidió ir por todas.
—Bueno, técnicamente no es irrumpir y entrar si utilizo la
llave. Además, no dispararías a tu querido padre, ¿verdad,
Terrence Magee Miller?
—Joder, no lo creo, —espetó Terrence. —¿Qué estás tratando
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de hacer? Mi papá tiene casi setenta años. No te ves tan mayor,
viejo.
Dan entrecerró los ojos.
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—Sesenta y ocho, cachorro.
La luz de la oficina parpadeó para revelar a Terrence de pie a
unos metros de la puerta entre ellos.
Los ojos de Terrence se agrandaron y la pistola en su mano
vaciló.
—De ninguna manera. No puede ser. ¿Eres un primo perdido
hace mucho tiempo o algo así? ¿Qué estás tratando de
conseguir?
—Baja el arma, Terrence. —Dan podía oír a Kane gruñir y
sabía que, si Terrence hacía el movimiento equivocado hacia
Macon, se quedaría sin hijo. —Ahora, Terrence.
El arma bajó, pero la mirada de Terrence nunca abandonó el
rostro de Dan, excepto para moverse lentamente por el cuerpo
de Dan y luego volver a subir.
—¿Quién eres tú?
 —Me atacaron, Terrence. Casi muero. Si no fuera por Macon y
Keenan, lo habría hecho.
La esquina del labio superior de Terrence se curvó.
—Pruébalo.
—¿Que casi muero? —Dan supuso que podría rasgarse la
camisa y revelar la cicatriz rosada que le atravesaba el vientre.
—No, tu afirmación imposible de que eres mi padre. —
Terrence señaló a Dan. —Mírate. Eres más joven que yo.
Demonios, creo que eres incluso más alto. Además, mi padre es
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flaco.
El temperamento de Dan se encendió y entrecerró la mirada
hacia su engreído hijo.
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—Te haré saber que estaba en forma, no flaco.
Terrence dio un paso atrás.
—Mierda.
—¿Qué diría tu madre de esa palabra? —Dan rompió la frase
tan usada.
—¿Papá? De ninguna manera. No puedes serlo.
En ese momento, Dan no vio a un hombre adulto de treinta y
tantos años. Vio a su hijo de cinco años, desconcertado, porque la
rana que había guardado en su bolsillo durante dos días ya no
respiraba.
En un movimiento tan automático como el tiempo, se acercó a
Terrence, le rodeó el cuello con el brazo y lo acercó más hasta
que el rostro de su hijo descansó contra su hombro. Por
supuesto, ahora Terrence tenía que inclinarse un poco.
 —Soy yo, hijo, —murmuró Dan. —Lo único que nunca he
hecho es mentirte y no planeo empezar ahora.
Terrence se apartó.
—Hueles diferente.
—Supongo que eso es lo que sucede cuando una persona
cambia—. A Dan le pareció lógico. —Bueno, eso y no usar mi
jabón habitual. Como dije antes, si no fuera por Macon, estaría
muerto después de la paliza que recibí.
Terrence se enderezó y su rostro se oscureció cuando espetó:
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—¿Quién te atacó?
—El Alguacil Ferris y sus matones, —dijo Macon. —Dejó a tu
padre en mi puerta, un desastre sangriento con apenas vida en
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él. Estaba a segundos de morir. La única forma en que podía
salvarlo era convertirlo.
Terrence se quedó boquiabierto.
—¿Eres un shifter?
Dan hizo una mueca. Todavía no estaba listo para compartir
esa parte.
—Sí. —Trató de ocultar la pizca de miedo que sentía de que su
hijo pudiera rechazarlo. Acababa de aceptar el cambio de
apariencia. —¿Eso va a ser un problema?
—¡Mierda! —Terrence se pasó la mano por el pelo y se dio la
vuelta, con la pistola colgando de la otra mano a un costado.
Bueno, esa no era la reacción que Dan había estado esperando.
—¿Terrence?
El pánico puro vivió en los ojos de Terrence cuando se dio la
vuelta.
 —Esto realmente va a joder las cosas.
Dan se quedó quieto cuando el corazón le subió a la garganta.
¿Estaba su hijo realmente involucrado en toda esta actividad
ilegal? ¿Había estado confabulado con Ferris? ¿Qué sabía
Terrence? Peor aún, ¿qué había hecho?
Un recuerdo abrió la pared detrás de la que se había estado
escondiendo, y el dolor se estrelló contra su estómago. La risa de
Ferris resonó en su cabeza y las palabras Tu hijo te envía
saludos.
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A Dan le dolía el corazón, pero su determinación se endureció.
Le daría a su hijo la oportunidad de explicarse. Una oportunidad.
Si había una pizca de engaño en la respuesta de Terrence y él
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era un policía sucio, Dan terminaría con su vida.
El shock atravesó a Dan. Qué rápido había adoptado la ley
shifter sobre la ley humana.
—¿Joder el qué, Terrence? —Dan dio un paso más hacia su
hijo. —¿Tuviste algo que ver con todo esto?
—¿Esto qué? —Preguntó Terrence. Levantó la mano
distraídamente para frotarse la cabeza, pero se sacudió cuando se
dio cuenta de que todavía sostenía el arma y rápidamente la dejó
sobre la mesa junto a él.
—Terrence, habla conmigo, hijo. Dime qué está pasando.
—Ferris está sucio.
—Eso ya lo sabemos, —dijo Macon. —Cuéntanos algo que no
sepamos.
—Ha estado trabajando con un alfa que tiene sus dedos en
cada pastel en su área. Este tipo está tratando de expandir su
negocio y quiere usar nuestra pequeña ciudad como un punto de
parada para su cadena de suministro de bienes ilegales.
El frío se filtró en el alma de Dan.
—¿El Alfa Boddie?
—Sí. —Terrence frunció el ceño mientras me miraba. —
¿Cómo lo supiste?
—¿Cuál es tu relación con Boddie? —Preguntó Dan en lugar
de responder a su hijo. No estaba dispuesto a divulgar ningún
secreto antes de descubrir los detalles de la relación de su hijo
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con el hombre.
Terrence lanzó una mirada a Macon y Kane.
—¿Podemos hablar en privado?
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Dan sabía, sin siquiera pensarlo, cuál sería esa respuesta. Lo
sintió en sus huesos.
—Macon es mi alfa ahora. Le respondo y confío en él.
Cualquier cosa que tengas que decirme, puedes decírselo.
Los labios de Terrence se tensaron. Obviamente, no estaba
contento con la respuesta de Dan, pero era una lástima. Cuando
Dan se convirtió en un shifter lobo, comenzó una nueva vida con
la manada de lobos Wilde y, con suerte, con Sean, Danny y el
bebé. No estaba dejando atrás su antigua vida por completo.
Amaba a su hijo adulto y siempre lo haría, pero el peligro para
su nueva familia tenía que tener prioridad.
—Solo dinos, Terrence.
Terrence dejó escapar un profundo gemido mientras se
frotaba la cara. Dejó caer las manos y se volvió para adentrarse
más en su oficina.
 —Sígueme.
Dan sintió como si estuviera caminando hacia su perdición
con los ojos bien abiertos mientras seguía a su hijo a una
habitación adyacente a la oficina. No le sorprendió en absoluto
ver las pizarras blancas que su hijo usaba para tomar notas
cuando estaba trabajando en un caso. Estaba asombrado por la
cantidad de información que había reunido. Las tablas estaban
cubiertas. Las palabras, individuo n. ° 1, sospechoso n. ° 4 y casa
de seguridad, llamaron su atención.
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—¿Alguien quiere un trago? —Preguntó Terrence mientras
caminaba hacia una botella y un juego de vasos en un estante en
la esquina. —Es posible que necesitéis uno. Sé que lo necesito.
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Dan sabía que su hijo no bebía mucho, así que esto debía ser
bastante grande. Simplemente no estaba seguro de que beber
fuera su mejor opción considerando que había estado atrapado
en una piel hacía unas horas. No tenía idea de cómo le afectaría.
—Estoy bien, gracias, —dijo Dan. Tanto Macon como Kane
también rechazaron la oferta de Terrence de tomar una copa, lo
que hizo que Dan se alegrara de haberla rechazado. —Entonces,
cuéntanos qué está pasando.
 Capítulo ocho

Sean se paseaba de un extremo a otro de la habitación. Palmeó

la espalda del bebé y lo sacudió arriba y abajo. Intentó cantar e
implorar un poco. Nada ayudó. Sus gritos habían pasado de
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gemidos a aullidos dolorosos y desgarradores.
Era demasiado pronto desde su última botella para querer
más. Excepto que el bebé no parecía estar de acuerdo. Chupó su
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pequeño puño por un segundo, abrió la boca y gritó.
Sean respiró hondo y tragó saliva. Él podría hacer esto. Podría
bajar a la cocina sin Dan a su lado. Él podría. De algún modo.
Un fuerte golpe en la puerta hizo que Sean mirara desde la
cara roja del bebé para ver que la puerta se abría lentamente. Un
biberón pasó en un brazo, un hombro y luego el resto de la cara
y el cuerpo de Iren.
—Sólo soy yo. Traje una botella. Keenan dice que los bebés
pueden tener una mente propia y quieren comer sin parar
cuando están teniendo un brote de crecimiento acelerado. No
estoy seguro de por qué lo llaman un brote de crecimiento
porque no está brotando nada, pero lo hacen. Entonces, pensé
que te sentirías más cómodo si te trajera la botella. Mi Kane dice
que saldrás de tu habitación cuando estés listo y te sientas más
cómodo con todos nosotros. Si tienes miedo de que pierda el
control y muerda, no lo hagas, he estado trabajando duro para
no morderlo—. Iren respiró hondo y miró a Danny. —No puede
evitar ser una sucia comadreja hurón y por eso debería hacer las
paces. Eso es lo que dice Kane. Si está bien, lo ignoraré por
ahora, ¿de acuerdo?
—Bueno. —Sean cerró la puerta y tomó la botella. El bebé se
agarró al pezón como si no hubiera comido durante días en
lugar de una hora.
Sean se sentó en el borde de la cama. Danny trepó detrás de él
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y se deslizó contra la pared. Iren se sentó en la mecedora junto a
la ventana. Sean respiró hondo para tratar de calmar su corazón
acelerado. Los visitantes no deberían asustarlo, pero lo hacían.
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Iren parecía agradable a pesar de que hablaba a una milla por
minuto. Sean tomó otro aliento para frenar sus pensamientos
caóticos.
Iren miró a Sean y él le devolvió la mirada. Los ruidos de
succión del bebé dominaron el repentino silencio. La tensión
comenzó a hacer nudos en las tripas de Sean.
—¿Te gusta trabajar en la cocina? —Sean no pudo pensar en
nada más que decir.
—Oh, sí. —Iren juntó las manos y una sonrisa iluminó su
rostro. —Amo, amo, amo cortar, mezclar y medir. Todo lo que
contribuya a una comida deliciosa es asombroso, asombroso,
asombroso. No hay nada mejor, excepto estar emparejado con
mi Kane—. Un lindo rubor se extendió por la mejilla de Iren. —
Bueno, hay algunas cosas que son mejores que cocinar que
suceden en un apareamiento, pero no creo que quieras hablar de
eso porque tienes miedo de todo.
—No tengo miedo de hablar de sexo—. Sean se preguntó por
qué sentía la necesidad de defenderse. —El sexo que he tenido
ha sido bastante bueno.
En la mayor parte.
—Oh, eso es bueno. Yo lo creo. Estabas en tan mal estado
cuando llegaste que asumí que… um… yo estaba… tan… um…
—El tartamudeo verbal de Iren se detuvo y su labio inferior
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comenzó a temblar. —Lo siento.
En la mente de Sean, reforzó el muro que había construido
para evitar volverse loco. Sabía que, si incluso una pequeña parte
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del torbellino de las emociones de Iren se deslizaba a través,
estaría escondido debajo de la cama y lloriqueando como un
bebé.
—Me golpearon por intentar escapar de mi alfa—. Sean pensó
que no debería hablar de su situación. Y, sin embargo, la bondad
interior de Iren lo conmovió.
—¿Tu alfa era malo? —Iren se deslizó hasta el borde de la
mecedora. —Por supuesto que lo era. ¿Por qué querrías escapar
si no fuera malo? Sé todo sobre los alfas malos. Y no olvides a
los hijos de los alfas malos. Pueden ser los peores. Soy el epítome
del conocimiento de ese tema, lo soy. Sí, lo soy.
—Sé acerca de ti.
Iren ladeó la cabeza y entrecerró los ojos.
 —¿Tú lo haces? ¿Cómo? Nunca te había visto antes y no has
salido de tu habitación el tiempo suficiente ni has hablado con
nadie.
—BillyBob hablaría de ti.
Iren saltó de la silla y se dirigió hacia la puerta.
—¿Conoces a BillyBob? Eso no puede ser. Él está muerto.
Muerto, muerto, muerto, como no volver, muerto. Ian lo mató
con una flecha en la cabeza. Explotó en pedazos. Yo estuve ahí.
—Venía a nuestro orgullo y compraba niños shifter—. A Sean
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le dio un vuelco el estómago. Se preguntó si Iren se ofendería si
vomitara en sus zapatos. —Le gustaba ayudar a mi alfa a hacer
películas snuff. Siempre se jactaba de que nadie tenía un juguete
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tan bueno como el suyo. Dijo que podía divertirse contigo
durante días y que no importaba lo que hiciera, sobrevivías. Mi
alfa se ofreció, varias veces, a comprarte, pero él se negó.
Iren arrugó la nariz.
—¿A BillyBob y tu alfa les gustaba hacer videos de mascar
tabaco?2
Sean se habría reído si toda la conversación no hubiera sido
tan horrible.
—Las películas snuff son cuando alguien muere frente a la
cámara. Les gusta filmarse teniendo sexo con las víctimas
mientras son asesinadas.
Los ojos de Iren se agrandaron.
—¡Eso es terrible!

2
Snuff se traduce como tabaco.
 —Más que terrible, —convino Sean. El bebé soltó el pezón, lo
colocó en su hombro y comenzó a darle palmaditas en la
espalda.
Iren se relajó en la silla.
—Es bueno que escapaste y trajeras al bebé contigo.
Deberíamos decirle a Alfa, me refiero a Macon, sobre las
películas snuff. Él los detendrá. ¿Vas a prometer tu lealtad a la
manada y quedarte aquí? Este es una buena manada. Todos son
amables y aprecian todo lo que haces, y son amables.
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—No sé si puedo—. Sean parpadeó ante el repentino brillo de
lágrimas en sus ojos. La idea de dejar a Dan paralizó todos los
músculos de su cuerpo.
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—¿Por qué no? ¿Estás en problemas? Macon puede ayudarte.
—Soy un gamma.
Una línea profunda se formó entre las cejas de Iren.
—Pensé que eras un león.
—Soy un shifter león. También soy un gamma—. Sean quería
patearse a sí mismo. Su secreto más grande, sagrado y aterrador
del mundo y se lo dijo al mayor bocazas que jamás había
conocido.
Iren saltó de la mecedora y antes de que Sean pudiera
reaccionar, él y el bebé fueron abrazados por Iren.
—No sé qué es un gamma, pero arreglaremos esto—. La
determinación marcó las palabras del zorro. —Esta manada es
una familia y todos nos cuidamos unos a otros.
—Iren tiene razón. Ahora que el gato está fuera de la bolsa,
podemos discutir nuestras opciones.
 Sean miró hacia arriba para encontrar a Keenan de pie en la
puerta. Extraño, había pensado que cerró la puerta.
Iren se apartó y se volvió hacia Keenan.
—Compañero alfa, quiero decir, Keenan, Sean no estaba en
una bolsa. Estaba en el orgullo de un alfa horrible—. Iren
levantó las manos y ahuecó sus propias mejillas. —¿Y si ese alfa
sigue a Sean aquí? ¿Y si quiere que Sean y el bebé regresen? No
podemos permitir que eso suceda. No quiero que maten a Sean
en una película snuff.
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—Nadie se llevará a nadie—. Keenan sonrió y Sean sintió que
la calma lo invadía. —Cuando Macon, Kane y Dan regresen,
llamaremos a una reunión de manada. Todo estará bien. —
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Keenan le tendió la mano a Iren. —Ahora, bajemos. Quizás
podrías prepararnos un poco de chocolate caliente. ¿Qué
piensas?
Iren fue hacia Keenan y le tomó la mano.
—Yo puedo hacer eso. Agregaré canela como te gusta más.
Sean tomó la mano de Danny y siguió al sabio compañero alfa
y al zorro parlanchín fuera del dormitorio y escaleras abajo.
Ahora se dio cuenta de que el compañero alfa omega había
sabido su secreto todo el tiempo. Sean miró al bebé que ahora
dormía recostado contra su hombro.
Lo más probable es que Keenan conociera todos sus secretos.
Sean no estaba seguro de cómo se sentía al respecto. Había
mantenido sus secretos cerca de su pecho durante tanto tiempo,
sin compartirlos con nadie, ni siquiera con Dan. Ahora, se sentía
expuesto, pero extrañamente, no de una mala manera. Había un
rayo de esperanza floreciendo en su pecho. Esperanza por el
futuro y esperanza por lo que podría ser. Quizás había aterrizado
en algún lugar donde ser gamma no era una maldición.
Cuando llegaron a la cocina, Iren se puso a trabajar poniendo
una tetera en la estufa para calentar. Sean no estaba muy seguro
de qué hacer consigo mismo hasta que Keenan señaló una de las
sillas.
—Adelante, siéntate, —dijo Keenan. —Le daré a Danny
algunas galletas para acompañar su chocolate caliente—. Se
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acercó a un tarro de galletas con forma de oso que estaba en el
mostrador, quitó la tapa y metió la mano. Sacó dos galletas
grandes con chispas de chocolate y las puso en una servilleta
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antes de llevárselas a Danny. —Aetius las hizo frescas hoy. Son
realmente buenas.
Danny parecía emocionado por la perspectiva de tener galletas
y chocolate caliente, si la sonrisa en su rostro era algo por lo que
pasar. Sean señaló una de las sillas y luego esperó a que Danny
se sentara antes de tomar asiento junto a él. Se sentiría tan
avergonzado si Danny hiciera un desastre.
Sean había pasado suficiente tiempo con niños para saber que
los niños de la edad de Danny no eran los más pulcros. Hacían
líos. Era prácticamente un hecho de la vida. Los niños todavía no
tenían exactamente el control total de sus cuerpos,
especialmente si eran shifter.
Sean simplemente no quería que hiciera un desastre en la
cocina impecable. Había visto al Maestro Aetius enojarse cuando
las cosas estaban fuera de lugar. Odiaría ver qué pasaba si el
chocolate caliente se derramaba sobre el suelo de baldosas
blancas.
Quizás esto no era tan buena idea. Sus nervios se tensaron más
cuando Aetius entró en la cocina. El hermano de Iren, Ian,
siguió al gran rubio y se dirigió al refrigerador.
Sean miró la puerta mientras pensaba en lo rápido que podría
sacarlo a él, a Danny y al bebé de la cocina y subir las escaleras a
su habitación. Allí estaban a salvo. ¿Quizás podrían intentar
aventurarse después de que Dan llegara a casa?
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—Danos una oportunidad, Sean, —dijo Keenan en voz baja,
dándole una suave palmada en el brazo. —Creo que te
sorprenderemos.
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Si no lo mataran, se sorprendería. Más allá de eso, no había
nada que pudieran hacerle que no le hubieran hecho ya. Los ojos
de Sean se posaron en Iren mientras el hombre daba vueltas por
la cocina. Bueno, puede que hubiera algunas cosas que aún no le
habían hecho, pero no muchas.
—Siempre supe que era un omega, —comenzó Keenan. —Yo
era bastante joven cuando me separaron de mi madre y el abuso
comenzó casi de inmediato. Solo pude escapar una vez que mi ex
alfa había masacrado a la familia y la manada de Macon. Él y los
demás que cometieron el asesinato estaban de fiesta y se
emborracharon y me escondí hasta que se fueron y luego me
quedé aquí esperando el regreso de Macon—. Keenan miró por
encima del hombro de Sean, pareciendo ver un lugar y un
tiempo diferentes. —Pasé décadas solo, viviendo en esta casa
solo, solo esperando. Era solitario y más aterrador de lo que me
gustaría admitir, pero valió la pena. —Keenan volvió a mirar a
Sean: —Todo lo que he ganado, una pareja a la que adoro, mi
hijo, una manada amable y leal, amigos, todo se debe a que me
permití creer y no me rendí nunca.
Sean quería creer desesperadamente a Keenan, pero él era solo
un omega. En el mundo de los shifter, acabar siendo un omega
podría parecer raro porque eran tan buscados. Pero los gammas
fueron maldecidos, más a menudo asesinados en su primer
cambio que dejados vivir. En todos sus años, Sean había
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conocido a muchos omegas, pero nunca había conocido a otro
de su clase.
—¿Estuviste aquí durante décadas? —Sean preguntó, solo para
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tener algo que decir.
—Lo estuve. Sabía en mi corazón que Macon volvería
eventualmente. Resultó que su misión era rastrear a todos los
que mataron a su familia. Le tomó casi sesenta años, pero una
vez que lo hizo, regresó a casa.
—¿Dónde lo estabas esperando?
—Macon no sabía que lo estaba esperando—. Una pequeña
sonrisa divertida cruzó el rostro de Keenan. —Chico, estaba
sorprendido.
—Me lo imagino, —respondió Sean.
—¿Qué pasa contigo? —Preguntó Keenan. —¿Alguien te
espera en alguna parte?
Los pensamientos de Sean se dirigieron instantáneamente al
guapo lobo con el que compartía habitación.
 —Oh, lo hay. —Keenan se acercó más, con los ojos brillantes,
como si Sean tuviera un secreto que compartir. Lo hizo, pero aún
no estaba listo para admitirlo. —Cuéntame, cuéntame.
Las mejillas de Sean se calentaron y una sonrisa cruzó sus
labios.
—Todavía estoy resolviéndolo todo.
Él realmente lo sabía. Podía olerlo cada vez que estaba en la
misma habitación con Dan. No estaba seguro de si debía decir
algo. El hombre había estado casado, con una mujer, durante
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más de veinticinco años. Tenía un hijo con ella y todo, y había
admitido lo mucho que la quería y la extrañaba.
¿Cómo podía luchar contra un recuerdo así, especialmente
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cuando era un hombre?
—¿Son ellos? —Sean preguntó cuándo escuchó un vehículo
detenerse afuera. —¿Ya están en casa?
Estaría encantado si lo fuera. Dan solo se había ido un rato,
pero Sean había comenzado a extrañarlo en el momento en que
el hombre salió por la puerta principal.
Sean saltó cuando la puerta trasera se abrió de golpe. Apretó al
bebé contra su pecho y se puso de pie, moviéndose para pararse
frente a Danny. Normalmente se habría sentido aliviado cuando
vio a Bishop entrar corriendo en la habitación, excepto que el
hombre parecía totalmente asustado.
—Hay un grupo de shifter que intentan entrar por la puerta
principal, —dijo Bishop rápidamente. —No creo que la puerta
sea lo suficientemente fuerte para mantenerlos fuera.
 Keenan se levantó de un salto y corrió hacia la ventana, pero
antes de que pudiera llegar allí, el alféizar de la ventana se
levantó hasta que no hubo más ventana, sino una pared sólida.
Keenan resopló.
—Puede que la puerta no sea lo suficientemente fuerte, pero
la casa sí lo es.
Por la forma en que Bishop estaba actuando, Sean no estaba
seguro de que fuera suficiente.
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 Capítulo nueve

Dan se cruzó de brazos y miró a su hijo con su mejor mirada

de padre.
—Empieza a hablar, Terrence.
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Su hijo estaba mirando su bebida como si tuviera todas las
respuestas. No era así, pero a veces ayudaba. Dan casi deseó
haber tomado el vaso que Terrence le había ofrecido.
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—Hace aproximadamente un año, comencé a notar algunas
cosas en la oficina. No era nada en lo que pudiera señalar, pero
las cosas se sentían mal. Los informes se archivaban
incorrectamente, las pruebas desaparecían y los testigos
desaparecían.
Terrence le lanzó a Dan una débil sonrisa.
—Por un tiempo, pensé que me estaba esforzando demasiado,
asumiendo el antiguo trabajo de mi padre y todo eso. Tenía
algunos zapatos realmente grandes que llenar.
—¿Qué cambió? —Preguntó Macon.
La sonrisa salió de los labios de Terrence.
—Una noche, llegó una llamada. Encontraron a una niña en el
bosque. Nadie sabía quién era ni de dónde venía. Como no
estaba lejos de aquí, fui a investigar. Esta niña... —. Terrence
tragó saliva. —Ella fue tan abusada, no había una pulgada de
ella que no fuera negra y azul.
—¿Estaba viva? —Dan preguntó mientras su corazón subía a
su garganta. Siempre odió esas llamadas. Los niños maltratados
eran los peores.
—Apenas. —Terrence respiró hondo antes de continuar. —La
puse en la parte trasera de mi patrulla y la llevé directamente al
hospital. Mientras los médicos la trataban, descubrieron que era
una shifter.
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Dan se quedó sin aliento.
—Una dulce y pequeña shifter ardilla—. Dan pudo ver
lágrimas en los ojos de su hijo antes de inclinar la cabeza hacia
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atrás y mirar al techo. —Era tan pequeña, papá. No podía pesar
más de cuarenta y cinco libras. Parecía que un fuerte viento la
hubiera arrastrado.
—¿Qué le pasó a ella, Terrence? —Preguntó Dan, pero por la
angustia en los ojos de su hijo, temía saberlo.
—Murió en la mesa de operaciones. Lesiones internas masivas,
dijo el médico, pero sé exactamente qué la mató. Alguien le dio
una paliza—. La mano de Terrence se apretó mientras miraba a
Dan. —Los quería, papá, pero no quería simplemente arrestarlos.
Quería que sintieran el mismo tipo de dolor que había sentido
esa dulce niña. Quería que fueran lastimados.
Dan sabía cómo se sentía su hijo. A menudo se había
encontrado con casos en los que el simple hecho de arrestar a
alguien le daba la satisfacción de saber que había hecho un buen
trabajo, pero de vez en cuando sentía la necesidad de hacer más.
No lo había hecho porque creía en la defensa de la ley, pero
tenía muchas ganas de hacerlo, especialmente cuando se trataba
de niños.
—¿Qué hiciste? —Preguntó Macon.
—Empecé a investigar, y cuanto más hacía, más descubría que
no había reaccionado de forma exagerada cuando sentía que las
cosas iban mal en la estación—. Terrence entró en su oficina y se
acercó a una pila de archivos en un armario lateral. Los recogió
y luego los dejó sobre el escritorio. —Estos son todos los niños
91
encontrados o desaparecidos en un radio de cien millas de
nuestra ciudad el año pasado.
Dan se quedó boquiabierto. La pila era enorme.
01/2021
—¿Todos ellos?
—Hay cincuenta y cuatro casos sin resolver, todos ellos
relacionados con niños, todos shifter. A quienquiera que esté
haciendo esto no le importa de dónde venga mientras sea joven,
la mayoría de ellos menores de diez años.
—¡Mierda! —Dan se pasó una mano por el pelo. —¿Cómo es
que nadie se entera de esto? ¿Por qué no están involucrados los
Federales?
—Los Federales lo considerarían un problema shifter, —
agregó Macon, —y no suelen involucrarse en problemas de
shifters.
—Eso no puede ser correcto, —insistió Dan. Aquí estaban
hablando de niños.
—No, tiene razón, —dijo Terrence. —Fui a los Federales. Me
dijeron en términos muy claros, que no era su problema. Si
quería cambiar la situación, tenía que resolver esto por mi
cuenta.
Macon se cruzó de brazos y señaló hacia la habitación llena de
pizarrones.
—Entonces, ¿qué has encontrado?
—Bueno, como dije, Ferris está sucio. Sabía que estaba
haciendo travesuras durante un par de años. Simplemente no
me di cuenta de lo malo que era. Con su padre en el
ayuntamiento, no había mucho que pudiera hacer, a menos que
92
tuviera un montón de pruebas de sus crímenes, así que eso es lo
que he estado haciendo. Reunir pruebas.
—¿Cómo te involucraste con el Alfa Boddie? —Preguntó
01/2021
Macon. —¿Y cuál fue la verdadera razón por la que estabas en la
mansión?
Esa también era la pregunta principal de Dan.
—Boddie me dijo que revisara la mansión—. Terrence
respondió. —Quería saber cuántos guardias tienes y si hay un
hombre con una cicatriz en la cara y un bebé—. Los ojos de
Terrence parecían suplicar la comprensión de Dan. —Existía la
posibilidad de que pudieras haber estado allí, pero el verdadero
espectáculo era que yo buscara en cada habitación y tomara nota
de quién estaba allí. Si no lo hubiera hecho, Boddie lo sabría.
Tiene ojos en todas partes.
—¿Le dijiste? —Dan se preguntó si la manada corría ahora
más peligro.
—Por supuesto que no. Le di lo mínimo, que todo lo que vi
fueron unos guardias y un cocinero.
 Antes de que Dan pudiera preguntar si el ayudante que
acompañaba a Terrence estaba con Boddie, Macon habló.
—Explica cómo te relacionaste con Boddie.
—Con la ayuda de un Anciano en su Consejo shifter, fui
encubierto. Dejé que Ferris y los demás pensaran que podían
comprarme. Acepté sobornos, miré para otro lado cuando
desaparecieron las pruebas y dejé que Ferris infringiera las leyes
que sabía que lo pondría tras las rejas durante años.
—¡Terrence!
93
—Tenía que hacerlo, papá, —insistió Terrence. —Ha torturado
a shifters y está vendiendo niños. Quiere abrir una tubería a
través de nuestra ciudad para trasladar a estos niños. Estaba
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usando a Ferris para establecer casas seguras donde pudiera
albergar a estos niños aquí mismo en nuestra ciudad. Quiere
traer esta mierda a nuestro pueblo.
—Entonces, ¿pensaste que convertirte en un policía sucio era
la respuesta?
La frente de Terrence se arrugó.
—No estoy sucio, papá. No tomé ni un centavo de ese dinero.
Entregué cada centavo al Anciano con el que estoy trabajando.
Él sancionó todo. Me está ayudando a reunir todas estas pruebas
para que podamos ir al Consejo shifter y hacer que se ocupen
del Alfa Boddie, Ferris y cualquier otra persona involucrada en
este lío.
—¿Quién es este Anciano? —Preguntó Macon. —Quiero saber
qué tiene sobre Boddie.
 —Oh, eh... —Terrence frunció el ceño de nuevo. —No estoy
seguro...
—Mira, sheriff, —dijo Macon. —Estoy justo en medio de esta
tormenta de mierda. Tengo gente en Belle Grove que necesito
proteger y la única forma de hacerlo es asegurarme de que
personas como Boddie y Ferris sean eliminadas.
—Déjanos ayudar, Terrence, —dijo Dan, sin mencionar el
hecho de que, al ayudar a su hijo, él también se ayudaría a sí
mismo, o ayudaría a Sean, y todavía se estaría ayudando a sí
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mismo.
No estaba seguro de cómo iba a contarle a Terrence sobre
Sean y los niños.
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Los hombros de Terrence se hundieron.
—Su nombre es Anciano Brix.
—Uh, no hay ningún Anciano Brix en el Consejo, sheriff, —
dijo Macon. —¿Estás seguro de que ese es su nombre?
—Estoy seguro. —Terrence tomó su teléfono celular de la
esquina de su escritorio. Deslizó el dedo por la pantalla varias
veces y luego extendió el teléfono. —Esta es su línea directa.
Llámalo si no me crees.
—No reconocería su voz si estuviera hablando con él, —dijo
Macon. —No tengo mucho contacto con el Consejo, no si puedo
evitarlo, pero conozco a alguien a quien podemos llamar—.
Macon sacó su propio teléfono móvil del bolsillo, pero antes de
que pudiera marcar, sonó. Rápidamente respondió. —¿Keenan?
¿Qué pasa?
 Dan se tensó y se volvió para mirar a Macon. Un escalofrío le
envolvió la columna cuando la sangre desapareció del rostro del
hombre. No era un buen aspecto para un alfa.
—Estaré ahí. —Macon terminó la llamada y se dirigió hacia
los escalones. —Tenemos que irnos. Belle Grove está encerrado.
Algunos shifter están tratando de derribar las puertas.
—Voy contigo, —dijo Terrence.
—¡No!
El coro de su respuesta negativa resonó en la habitación.
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Terrence se puso rígido bajo el grito de Macon, Kane y Dan.
—Soy el sheriff, —argumentó Terrence. —Si hay problemas,
debería estar allí.
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Macon negó con la cabeza.
—No sabemos quién es. Hasta que podamos verificar la
identidad del Anciano con el que estás trabajando, no es una
buena idea que te vean con nosotros—. Macon señaló con la
cabeza hacia la habitación con las tablas. —Necesitamos unirnos
y pasar por todos los jugadores—. Macon miró a Dan. —Sean
debería ser incluido.
No hay manera en el infierno. ¿Dan dijo eso en voz alta? Eso
sería un infierno no. Puede que sea nuevo en el mundo de los
shifter, pero incluso él sabía que nadie le faltaba el respeto al
alfa.
Macon no esperó a que Dan respondiera y continuó subiendo
las escaleras.
—Vámonos.
—Papá.
 Dan hizo una pausa y miró a su hijo.
—¿Qué?
—Necesitamos hablar. —Los dedos de Terrence se cerraron en
un puño. —Necesito saber los detalles de lo que Ferris te hizo.
Los pequeños pelos de la nuca de Dan se erizaron. ¿Lo había
sacrificado su hijo en nombre de la justicia? El recuerdo de las
palabras de Ferris mientras empujaba el cuchillo en su vientre
resonó en la mente de Dan. Tu hijo te envía saludos.
—Cuando las cosas se calmen, nos reuniremos—. Eso fue todo
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lo que Dan pudo darle a Terrence. En este momento, su primera
prioridad era Sean y los niños.
Dan se apresuró a subir las escaleras y salir de la casa. Escuchó
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el motor del camión arrancar y corrió por el bosque. En el
segundo en que su trasero golpeó el asiento trasero, Macon
apretó el acelerador y estaban acelerando por la carretera.
—¿Alguna idea, alfa? —Preguntó Kane.
—Keenan siente una ira y un pánico extremos—. Las manos
de Macon se tensaron sobre el volante. —Dice que una de las
emociones del shifter casi ahoga al resto. Se las arregló para
fijarse en uno de los otros y dijo que tuviera cuidado. Dice que su
anticipación es tan grande que apenas pueden controlarla.
Anhelan lograr algo, obtener una victoria o una recompensa.
—Sus dones están evolucionando, —comentó Kane.
—Es extraordinario y creo que el cielo es el límite.
Dan se rio entre dientes y bromeó:
—¿No todos los shifter encuentran maravillosos a sus
compañeros?
 —Por cierto. —Los ojos de Macon brillaron cuando miraron a
Dan desde el espejo retrovisor. —¿Cómo está Sean?
Punto a su favor.
—Él está bien. ¿Tienes un plan sobre cómo vamos a manejar a
estos invitados?
—Hablamos. —Macon se encogió de hombros. —Si eso no
funciona, los matamos.
Dan asintió. Le parecía bien. Se sentó y miró por la ventana el
paisaje familiar que había pasado la mayor parte de su vida
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patrullando y defendiendo durante su carrera policial. Cómo
habían cambiado los tiempos y, sin embargo, algunas cosas
seguían igual.
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Demasiado pronto llegaron a Belle Grove.
La escena en las puertas de entrada puso al lobo de Dan al
borde, listo para salir y destrozar a los tres extraños.
—Mantén la calma, Dan—. Las palabras de Macon fueron
acompañadas de un impulso por el control. —Recuerda, primero
hablamos. Si eso no funciona, los eliminamos.
Un hombre estaba atacando las puertas de entrada mientras
los otros dos miraban. Dan estudió al hombre más alto que
cargaba contra la puerta y trató de usar su hombro como ariete.
Le recordó a Dan al peligroso Izzy con su alto y poderoso
cuerpo. Vestido solo con botas y jeans, los tatuajes y los
músculos del hombre estaban a la vista de todos.
Dan entrecerró la mirada hacia el extraño. Cicatrices viciosas,
de un blanco plateado con la edad y más nuevas, rosadas y
gruesas, se destacaban sobre la parte superior del torso. Una
franja de color rosa, donde se frotó la piel, rodeaba su cuello.
Casi como si el hombre hubiera usado un collar de animal
ajustado. El hombre tenía manos grandes con nudillos
prominentes. Las puntas de su largo cabello negro parecían
haber sido cortadas con un cuchillo. Sus ojos brillaron con
resolución. Lo salvaje irradiaba de él.
—Es un luchador, alfa, —advirtió Dan. —Mi conjetura estaría
en anillos de lucha subterráneos.
Macon asintió mientras se detenía detrás del trío.
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—Ten cuidado. Está enojado, pero su pánico está llegando a la
histeria.
—¿Dónde diablos están Slater, Cutter e Izzy? —Preguntó Kane.
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—Deberían estar aquí y abordar la situación.
—La casa los tiene encerrados dentro, —respondió Macon. —A
menos que derriben una pared, no irán a ninguna parte.
Kane resopló.
—No le des ideas a ninguno de ellos. Protegerte a ti y a
Keenan es su máxima prioridad. Un pequeño muro, no importa
cuán grande sea Belle Grove, no los detendrá si creen que estás
en problemas.
El hombre más alto se volvió y caminó hacia el camión. El
sudor y las manchas de suciedad cubrían su rostro y pecho. Un
matiz de rojo se reflejaba en sus ojos.
Dan se puso rígido al igual que Kane cuando el extraño
levantó los brazos. Al momento siguiente, el hombre golpeó con
las manos el capó del camión, abollando el metal bajo el golpe.
—¿Dónde está él? —Gritó el hombre.
 Tanto Dan como Kane alcanzaron las manijas de las puertas.
—Retiraos, —ordenó Macon. —Permitidme manejar esto.
Kane frunció el ceño.
—Alfa, mi deber me impide dejarte dejar el camión sin
vigilancia.
—No sucederá en mi turno, —agregó Dan.
—Bien, —concedió Macon y abrió la puerta. —Podéis salir,
pero quedaos atrás a menos que parezca que me va a matar.
Sí, no había forma de que Dan permitiera que esa montaña de
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hombre se acercara a Macon. Dan dejó el camión y esperó
mientras Macon se acercaba a los tres hombres y se detenía
junto a la rueda delantera.
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—Soy el Alfa Macon Wilde de la manada de lobos Wilde.
¿Quiere decirme por qué está tratando de dañar mi propiedad?
—Él está aquí. —El hombre le estrechó los puños a Macon. —
Puedo sentirlo, así como detectar su olor. Si lo han lastimado,
todos morirán este día.
Dan aprendió algo en ese momento. El pánico apestaba peor
que la ira. El pánico mezclado con la ira era pútrido en otro
nivel. Trató de respirar por la boca mientras escuchaba.
Su mirada viajó a los otros dos hombres. Retrocedieron
mientras el hombre más alto se enfurecía. No mostraban
emociones en sus rostros y Dan no podía captar ningún olor más
que los que le decían que eran shifters leones.
El radar de las fuerzas del orden de Dan sonó. Estudió su
postura y una repentina comprensión lo golpeó entre los ojos.
Estos dos junto con el hombre más alto no eran un trío, unidos
para conquistar Belle Grove. Los dos hombres tenían una
agenda propia. Un hombre se movió y Dan vislumbró algo atado
a la parte baja de la espalda.
Mierda, el tipo llevaba una pistola Taser.
El corazón de Dan comenzó a acelerarse mientras juntaba las
piezas del rompecabezas. Su lobo se acercó a la superficie, listo
para atacar y defender a los suyos.
—¿A quién estás buscando? —Preguntó Macon.
Las mega cantidades de calma que emitió el alfa rezumaron
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sobre Dan en una capa espesa que le recordó a la gelatina. Los
pesados jadeos del hombre alto se relajaron un poco. El pulso de
Dan se desaceleró bajo el poder del alfa.
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—Mi hermano está aquí. —El hombre se acercó a Macon—.
Será mejor que no le hayas hecho daño. Quiero verlo ahora
mismo.
La mirada de Macon se entrecerró en el hombre.
—Todos en Belle Grove están aquí por su propia voluntad.
—Su sangre manchó el suelo junto a la puerta trasera del
recinto—. El hombre angustiado tiró de su cabello y comenzó a
caminar de un lado a otro frente al auto. —El guardia se jactó de
que mi hermano nunca sobreviviría a las heridas que le había
causado.
—¿Cuál es tu nombre? —Preguntó Macon.
El hombre se detuvo e inclinó la cabeza hacia un lado.
—Nash.
—Dime, Nash. ¿Qué le hiciste al guardia?
 Nash miró a los otros dos hombres antes de volver a mirar a
Macon y sonreír.
—Lo maté.
—Parece razonable, —comentó Macon. —Bueno, aquí está el
problema, Nash. Lo que es mío y yo no toleraremos que le pase
nada malo a nadie bajo nuestra protección. Nadie sobrevive aquí
si sus intenciones van en detrimento de la manada.
Dan notó la extraña elección de redacción de Macon y contuvo
una sonrisa cuando comprendió que el alfa estaba hablando de
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Belle Grove. A Keenan le encantaba contar historias sobre las
diferentes formas en que la casa eliminaba a los intrusos.
—Quiero a mi hermano, —exigió Nash.
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—¿Qué es exactamente lo que quieres hacer con él? —Macon
empujó.
Nash volvió a mirar a los otros dos hombres.
—Quiero verlo y hablar con él. Necesito saber si está bien.
—Macon—. Dan no pudo quedarse callado. Estos hombres
eran shifters leones. El único shifter de león en Belle Grove era
Sean. A Dan le voló la cabeza pensar que el alfa dejaría entrar a
estos hombres en la finca.
—¿Cuál es el nombre de tu hermano, Nash?
La tranquila pregunta de Macon levantó los pelos de los
brazos de Dan.
—Sean.
La respuesta de Nash hizo girar las emociones de Dan y se
convirtió en lobo. Su gruñido salió de lo más profundo de su
estómago. Nadie pondría en peligro a su pareja o se lo llevaría.
Dan moriría primero. Agachándose, fue a atacar.
El aire alrededor de Nash brilló y el hombre frunció el labio
hacia Dan.
Macon levantó la mano.
—Detente.
El cuerpo de Dan se relajó hasta el suelo bajo el poder de la
orden de Macon y el aire alrededor de Nash se calmó.
Macon sacó su teléfono e hizo una llamada telefónica.
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—Oye, cariño. El hermano de Sean y un par de chicos más
están aquí. Los llevaré a la casa. Sí, les advertí. Bien, vale.
Después de terminar la llamada, Macon negó con la cabeza.
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—Mi compañero insiste en que repita que, si alguno de
ustedes está aquí para lastimar o hacer daño a alguien en Belle
Grove, desaparecerá. Aunque, en algunos casos, creo que
algunos sobrevivieron. Simplemente no estoy seguro de la
calidad del resto de sus vidas.
—Solo quiero hablar con mi hermano.
A Dan le pareció interesante que Nash mirara al frente y no
mirara a ninguno de sus compañeros. Los dos hombres con
Nash habían estado en silencio durante toda la conversación y,
aparte de la llamada telefónica, el alfa no los había reconocido.
Para su ojo experimentado, Dan podía ver que cada palabra y
cada movimiento de Macon tenía un motivo. Habría sido un
detective increíble. El hombre había analizado la situación desde
el principio y Dan confiaba en su sabiduría.
Macon miró a Kane con una ceja levantada.
 —Kane, ¿conducirías el camión hasta la casa?
La mandíbula de Kane se endureció.
—No.
—No lo creía. Dan no va a dejar su lado peludo por un tiempo,
así que supongo que caminaremos—. Macon, con Kane a su
lado, caminó hacia la puerta y la abrió. —¿Vamos, caballeros?
Nash se echó hacia atrás.
—¿Cómo hiciste eso? La puerta estaba cerrada con llave.
Dan trotó, con la cola en alto y moviéndose hacia adelante y
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hacia atrás, a través de la puerta. A veces, incluso las situaciones
más tensas pueden ser muy divertidas.
Arriba, un trueno rugió a través de las espesas nubes grises y
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la lluvia comenzó a caer.
—Como dije antes. —Macon sonrió. —Entra bajo tu propio
riesgo.
 Capítulo diez

—Sean, tu hermano está aquí.

El anuncio de Keenan envió fragmentos de hielo a través de la
sangre de Sean. El Alfa Boddie nunca se habría arriesgado a
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dejar que Nash abandonara el recinto sin que sus guardias
vigilaran todos sus movimientos. Su hermano era demasiado
valioso para la cuenta bancaria de Boddie.
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La culpa bombardeó a Sean. Nash solo se sometió a los deseos
del alfa para mantener a Sean algo seguro. Si no fuera por Nash,
la tortura que había soportado Sean habría sido mucho peor.
Keenan puso su mano sobre el brazo de Sean.
—Todo estará bien. Macon tiene todo bajo control.
—Mi hermano es un buen hombre—. Sean necesitaba que el
compañero alfa lo supiera. —Realmente lo es.
La mayoría de la gente solo veía al animal medio salvaje en el
que Boddie había convertido a Nash. Nunca experimentaron la
dulzura que le mostró su hermano.
Keenan miró a Iren, que estaba de pie en el mostrador,
mirando a Aetius cortar una barra de pan recién hecho. Sean
nunca vio al rubio alto nervioso, incluso en medio de una crisis.
—Iren, ¿podéis Ian y tú llevar a los bebés y a Danny al salón
trasero?
 —Por supuesto que podemos. —Iren corrió y le quitó el bebé a
Sean mientras Keenan le entregaba su hijo a Ian. —No te
preocupes. Los cuidaremos bien y los mantendremos tranquilos.
Lo prometo. Haremos un buen trabajo. Sí, lo haremos.
—Gracias, Iren, —respondió Keenan. —Dirígete a la pared si
es necesario. La casa os mantendrá a todos a salvo.
Sean se inclinó y puso su brazo alrededor de los hombros de
Danny.
—Ve con Iren e Ian. Dan debería estar aquí pronto y
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vendremos a buscarte, ¿de acuerdo?
Danny asintió y siguió a Ian fuera de la habitación. A Sean le
dolía el corazón ante los hombros caídos y los pasos lentos de
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Danny. Hizo un voto silencioso de que, si podía lograrlo, algún
día Danny se sentiría lo suficientemente cómodo para reír y
jugar como un niño normal.
—Vamos a saludar a nuestros invitados—. Keenan abrió el
camino hacia la salida de la cocina con Aetius detrás de Sean.
En el vestíbulo, Sean encontró a Izzy, Cutter, Slater y Bishop
parados en una muestra de solidaridad ante las puertas de
entrada con las piernas abiertas y los brazos cruzados.
Las puertas delanteras de doble ancho se abrieron. Apareció
Macon, con los hombros y el pelo empapados de lluvia.
—Bienvenido a Belle Grove.
Dan, en su forma de lobo, irrumpió por la puerta. Sean cayó de
rodillas y echó los brazos alrededor del cuello del lobo. Hasta ese
momento no se había dado cuenta de cuánto lo había extrañado.
—Sean.
 Sean miró hacia arriba para encontrar a Nash de pie dentro de
las puertas. A su hermano no le iba bien dentro de los edificios y
su mirada recorrió la habitación antes de volver a Sean. Los
guardias de Macon que bloqueaban el camino de Nash hacia
Sean no estaban ayudando. Si Sean no hacía algo rápido,
estallaría el caos.
—Dan, tengo que ir con mi hermano, —susurró.
Sean fue a levantarse cuando notó a los dos hombres detrás de
su hermano. Eran algunos de los guardias más preciados de
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Boddie. Sean los había visto violar a niños antes de cortarlos en
pedazos. Sus almas eran más negras que un as de espadas. No
tenían corazón, solo un órgano que bombeaba sangre a través de
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sus cuerpos.
Aferrarse a Dan y la amabilidad de los shifter que lo rodeaban
le dio valor a Sean. Respiró hondo y señaló a los dos hombres.
—Alfa Macon, son malvados—. Más palabras se atascaron en
la garganta de Sean.
Dan le pasó la lengua por la mejilla.
Cuando Macon se dio la vuelta, el más bajo de los dos sacó
una pistola Taser. Sean y Keenan gritaron. Los guardias de
Macon se apresuraron hacia adelante. Al momento siguiente,
todos se quedaron paralizados y vieron cómo gruesas franjas de
pared se extendían y envolvían al hombre con la pistola Taser.
Sean parpadeó y la pared volvió a ser la pared y el guardia se
había ido.
—¿Qué demonios? —El otro hombre gritó. Sus ojos estaban
muy abiertos y su boca colgaba abierta.
 La parte superior de la pared se arqueó hacia abajo, aplastando
al hombre contra el suelo antes de tirar de él, dejando un ancho
camino de sangre. El suelo se iluminó. Segundos después, volvió
a su rico color oscuro y la sangre desapareció.
Sean rodeó a Dan y corrió hacia su hermano. Nash nunca
admitiría tener miedo, pero quién podría culparlo después de lo
que acababa de ver. Sean abrazó a su hermano mucho más alto
por la cintura.
En ese momento, supo que él era el más fuerte de los dos.
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Nash tenía músculo y fuerza. Sean tenía emoción e intelecto.
Juntos formaban una gran pareja, por eso probablemente Boddie
se esforzó tanto en mantenerlos separados.
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—Estoy tan contento de que hayas venido, —susurró Sean.
—Tenía que hacerlo, —respondió Nash. —Eres toda la familia
que tengo.
—Uh... eso podría no ser cierto. —Sean se volvió y buscó a Dan
entre la pequeña multitud de personas que aún rondaban en la
entrada. Sonrió cuando lo vio a un paso de distancia. —Este es
Dan. Es mi compañero.
El brazo de Nash se apretó alrededor de su cintura.
—¿Encontraste a tu compañero?
—Lo hice, —respondió Sean. —No nos hemos reclamado el
uno al otro todavía, pero...
—El Alfa Boddie no lo permitirá. Tú lo sabes.
Sean frunció el ceño mientras miraba a su hermano.
—¿Qué te hace pensar que alguna vez volveré allí? —Había
probado la libertad. No tenía planes de volver jamás.
 —¿A dónde vas a ir? No hay ningún lugar al que Boddie no
pueda llegar.
Sean resopló mientras agitaba su mano hacia donde la sangre
había manchado el piso momentos antes.
—Estoy a salvo aquí.
Incluso mientras decía las palabras, Sean se dio cuenta de lo
ciertas que eran. Había estado a salvo aquí desde el momento en
que llegó. Aunque desconfiaban de un extraño entre ellos, todos
habían sido amables y serviciales. Excepto por los miedos que
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traía consigo, Sean no había sentido ni una vez que su próximo
aliento fuera el último.
Agarró la mano de Nash incluso cuando dio un paso hacia
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atrás hacia Dan.
—Puedes quedarte aquí conmigo, Nash. Estaremos a salvo. El
Alfa Macon nunca te obligaría a luchar en peleas. Podrías
descansar y curarte.
Nash no era el más inteligente de los hombres. Había recibido
demasiados golpes en la cabeza, pero tenía un corazón de oro.
Fue una lástima que el Alfa Boddie nunca lo viera. Nash lloraría
por un pájaro caído. En cambio, se había visto obligado a luchar
contra otros por su propia vida y la de Sean.
Nash nunca había tenido en su vida un lugar tranquilo y
seguro para curarse. Era algo que necesitaba incluso si no lo
creía así, y Sean pudo ver que no lo hacía por la forma en que
frunció el ceño.
—Sean-
 —Habla con el Alfa Macon, —sugirió Sean. —Verás que este
es un buen lugar.
Nash miró detrás de Sean y luego tragó saliva antes de
inclinarse.
—¿Quieres que hable con un alfa? Quiero decir, me las arreglé
antes porque necesitaba encontrarte. Eso fue diferente.
Sean asintió.
—Puedes hacerlo.
—¿Qué pasa si no le gusta lo que tengo que decir? Podría
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intentar matarme y luego tendría que matarlo. No quiero que te
lastimes en la batalla.
—No lo hará. —Sean lo sabía en el fondo de su alma. Apretó
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ambos puños en la camisa de Nash. —¿Te he mentido alguna
vez?
—No.
—No estoy mintiendo ahora. Tienes que creerme. Belle Grove
es un buen lugar, un lugar seguro. Quédate aquí conmigo. Tú
también estarás a salvo.
—Él vendrá, —dijo Nash. —Sabes que lo hará. No se rendirá
hasta que nos tenga a los dos de regreso.
—Entonces que venga, —dijo Macon detrás de Sean. —Si te
quedas, lucharemos por ti, todos nosotros.
El ceño de Nash se hizo más profundo.
—¿Por qué harías eso? No me conoces. No significo nada para
ti.
—Significas algo para Sean, —respondió Macon, —y eso es
suficiente para nosotros.
 Sean sonrió cuando su hermano le devolvió una mirada
confundida.
—¿Ves? Te dije que este era un buen lugar.
—Un lugar extraño. —Nash volvió a tragar saliva con fuerza.
—La casa se comió a mis guardias.
Varias risas llenaron el aire, pero Sean no se volvió para ver de
dónde venían. Francamente, estaba un poco asustado de que la
casa se hubiera comido a los guardias de Nash.
—Es una casa inusual.
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—Solo permite a aquellos que no pretenden hacernos daño, —
dijo Macon. —Por eso no pudiste atravesar la puerta hasta que
yo llegué y te dejé entrar. Si hubieras querido hacernos daño,
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nunca habrías puesto un pie aquí.
—Mis guardias lo hicieron, —insistió Nash.
—Sí, pero creo que Belle Grove tenía la intención de que
estuvieran aquí para que pudiera lidiar con ellos ella misma. Es
una dama muy especial.
Sean se volvió cuando sintió a alguien a sus espaldas. Incluso a
pesar de lo seguro que sabía que estaba, todavía no le gustaba
que la gente viniera por detrás de él. Era solo Macon, así que se
relajó tanto como pudo, que en realidad no fue tanto.
—Sean, si tú y tu hermano deseáis uniros a nuestra manada,
sois bienvenidos.
—Oh. —Sean parpadeó hacia el hombre, con la esperanza de
disipar las lágrimas que brotaron de sus ojos. —Me gustaría
mucho, pero hay algo que primero debes saber.
Las comisuras de los labios de Macon se curvaron.
 —Soy consciente de lo que eres, Sean. No importa. La
invitación para unirte a nuestra manada sigue ahí.
Sean contuvo el aliento. Nunca antes había experimentado
una aceptación incondicional, que parecía ser lo que le estaba
ofreciendo Macon. Siempre había ataduras, reglas que debían
seguirse bajo pena de muerte.
—Necesito hablar con Dan por un momento.
—Por supuesto. —La sonrisa de Macon no vaciló. —Iremos a
la cocina y tomaremos algo caliente para beber. Ven y únete a
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nosotros cuando hayas terminado. ¿Y, Sean? Incluso si decides
no unirte a la manada, puedes quedarte aquí hasta que te pongas
de pie.
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Con eso, el hombre pasó un brazo alrededor de Keenan y se
alejó, los demás siguiéndolo.
—Es muy extraño, —dijo Nash.
—Es un gran alfa, —dijo Sean. —Ha construido una manada
real aquí. Una que protege con todo en él—. Se volvió para
mirar al lobo sentado a su lado. —Necesito hablar con Dan.
—Oh, um... —Los ojos de Nash se desviaron.
—Ven con nosotros. —Sean metió una mano en el pelaje de
Dan y le tendió la otra a su hermano. —Tú también tienes algo
que decir en esto.
Ahora que su hermano estaba allí, no tenía la intención de
dejarlo ir. Por el momento, ambos estaban libres. Después de
todo lo que Nash había sacrificado por él, Sean se aseguraría de
que su hermano nunca volviera a ser enjaulado.
 Después de que Nash le tomó la mano, Sean se dirigió al salón.
Se sentó en el sofá y le hizo un gesto a su hermano para que se
sentara en una de las sillas. No se sorprendió en lo más mínimo
cuando Dan saltó en el sofá a su lado.
Acarició con los dedos la cabeza peluda de Dan y luego la bajó
hasta la nuca.
—Tan hermoso como eres en esta forma, necesito al Dan
humano ahora mismo.
El lobo gimió y apoyó la cabeza en el muslo de Sean.
112
—¿Por favor?
La forma de Dan brilló y luego se transformó en el hombre
que Sean quería ver tanto. Sean se acercó rápidamente. Suspiró
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cuando los brazos de Dan lo rodearon. Este era realmente el
único lugar en el que se sentía más seguro.
—Estoy tan contento de que estés aquí, —susurró mientras
hundía la cara en el cuello de Dan. —Estaba tan asustado
cuando la casa nos encerró sin ti conmigo.
—Belle Grove te estaba protegiendo, —dijo Dan. —Me alegro
de que lo haya hecho. Estaba aterrorizado de lo que sucedería
antes de que llegáramos aquí.
Sean se inclinó hacia atrás para mirar a Dan a los ojos.
—Nunca estuvimos en peligro real. La casa se cerró antes de
que nadie pudiera entrar por la puerta.
—Eso no significa que no me preocupe. —Los brazos de Dan
se tensaron. —Tú y los niños sois demasiado importantes para
mí.
 Sean juró que no suspiró y que las burbujas en forma de
corazón no flotaban sobre su cabeza.
Dan miró a su alrededor.
—¿Dónde están los niños?
—Ian e Iren los están mirando, —respondió Sean. —Keenan
no los quería involucrados en lo que fuera que sucediera cuando
el alfa trajera a todos aquí. Los envió a la parte trasera de la casa
donde estarían a salvo.
—¿Están bien?
113
Sean asintió.
—Nos estábamos preparando para salir a caminar con Keenan
cuando todos aparecieron. El bebé ni siquiera estaba despierto.
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—¿Cómo está Danny? —Preguntó Dan. —Sé que este tipo de
cosas le molestan.
Sean se rio.
—Está bien, papá. —Los ojos de Dan se abrieron y Sean se dio
cuenta de lo que había dicho. —Quiero decir-
Dan empezó a sonreír.
—No, creo que lo hiciste bien.
Sean se quedó sin aliento.
—¿Sí?
—Son nuestros, ¿no?
No parecía una pregunta.
—Lo son, —rápidamente convino Sean.
Solo esperaba que todos los demás estuvieran de acuerdo. Le
rompería el corazón quererlos y luego perderlos. Danny y el
bebé habían llegado a significar mucho para él en los últimos
días. Anhelaba que los niños fueran parte de su familia... con
Dan, por supuesto.
—¿Nos quedamos aquí?
Dan asintió.
—Creo que tenemos que hacerlo. Me gustaría darle a Macon
mi promesa nuevamente de unirme a la manada. La primera vez
estaba inconsciente. Ahora veo que fue la decisión correcta. Este
es un buen lugar para nosotros. Es seguro y hay mucha gente
aquí que nos protegerá. Y seamos sinceros, todavía tengo mucho
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que aprender sobre ser un lobo.
Bueno, eso respondió a todo.

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 Capítulo once

Dan mantuvo sus brazos envueltos fuertemente alrededor de

Sean mientras miraba al hombre grande y musculoso sentado
frente a ellos. El ceño fruncido en el rostro del hombre no era
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tranquilizador, ni tampoco la forma intensa en que miraba a
Sean.
Un gruñido bajo comenzó a crecer en el pecho de Dan, lo que
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lo sorprendió. No sabía que podía hacer eso en su forma
humana.
—¿Tienes un problema?
—¿Sois realmente compañeros?
Uh...
—Te dije que sí, —dijo Sean.
—Siendo un gamma y todo eso, no sabía que tendrías uno, —
dijo Nash. —El Alfa Boddie siempre dijo que ninguno de los dos
tendría compañero.
Sean se puso rígido.
—Mintió, Nash. Si estaba hablando, puedes asumir que estaba
mintiendo.
Dan se inclinó para susurrarle al oído de Sean:
—¿Qué es un gamma?
 —¿No lo sabes? —Nash espetó, obviamente habiéndolo
escuchado.
—Relájate, los dos. —Sean se incorporó y se apartó. —Sí, soy
un gamma. Dan no sabe qué es eso porque es un lobo hecho y
recientemente ha vuelto a su forma humana.
—Oh. —El gruñido desapareció del rostro de Nash solo para
ser reemplazado por una mirada curiosa y especulativa. —
Nunca había conocido a un lobo hecho antes.
—Nunca antes había sido un lobo hecho, —respondió Dan. —
116
Entonces, ¿qué es una gamma?
—Es como Keenan, pero no.
El rabillo del ojo de Dan se movió.
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—¿Repite?
—No soy un omega como Keenan, así que no puedo sacar
niños.
—Tengo tres, ya no los necesito, —respondió Dan. —Dime qué
puedes hacer.
—Soy como uno de tus empáticos humanos. Puedo sentir
cosas que los demás sienten, lo que me hace genial con los
niños. No han aprendido a mentir sobre lo que sienten. No es tan
bueno con los adultos.
—¿Es por eso que Boddie te tiene?
—Es una de las razones. Necesitaba a alguien que vigilara a
todos los niños que seguía secuestrando y vendiendo. Yo era el
candidato perfecto—. Sean hizo una mueca como si su estómago
estuviera rodando. —También me obligó a asistir a sus
reuniones con sus socios comerciales, lo que hacía que fuera
peligroso si se enteraban. A los gammas o bien los cazan por lo
que ellos pueden hacer o los cazan por lo que puedan hacer por
ellos, pero siempre los cazan.
El ojo de Dan se crispó.
—Eso no tiene sentido—. Sean había dicho básicamente lo
mismo dos veces.
—Es como tener un detector de mentiras viviente. La mayoría
de los shifter pueden oler aromas y saber lo que alguien está
sintiendo, pero algunos shifters pueden ocultar sus emociones.
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Si tienes empatía, eso corta la mierda. Los shifter no pueden
ocultar sus emociones de mí. También tengo la capacidad de
calmar a los niños y a algunos adultos, por eso soy tan bueno
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con los niños.
—¿Por qué te perseguirían?
—Porque ser un gamma es considerado una maldición por la
mayoría de la población shifter. A nadie le gusta que lean sus
emociones, especialmente si están tratando de ocultarlas u
obtener una ventaja en un negocio.
Dan sintió frío cuando la sangre se le escapó de la cara.
—¡Infierno!
Él lo entendió.
—Ahora ves por qué escondo lo que soy.
Dan agarró a Sean y tiró al hombre en sus brazos. Su miedo
por Sean se había convertido en algo vivo que respiraba.
—La manada de lobos Wilde te mantendrá a salvo.
Rezó por tener razón.
 —La mejor manera de mantenerlo a salvo es guardar su
secreto, —dijo Nash. —No entiendo cómo todo el mundo lo
sabía.
—Keenan, —dijo Sean mientras se apartaba un poco, no lo
suficiente para dejar los brazos de Dan, pero lo suficiente para
mirar a su hermano. —Keenan es un omega. Simplemente sabía
lo que yo era sin que yo le dijera, y lo que Keenan sabe...
—Macon lo sabe, —terminó Dan por él mientras soltaba una
pequeña risa. —Lo juro, esos dos están conectados en el cerebro.
118
Sean tenía una sonrisa en su rostro mientras miraba a Dan.
—Son compañeros unidos, —dijo como si eso tuviera mucho
sentido.
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Ahí estaba esa palabra de nuevo.
—¿De verdad somos compañeros?
La sonrisa desapareció lentamente del rostro de Sean.
—¿Sí?
—¿Eso es una pregunta? —Preguntó Dan. —¿No lo sabes?
—Lo sé. —Sean se alejó un poco. —No estoy seguro de cómo
te sentirás al respecto.
—No estoy seguro de lo que es. ¿Qué significa ser
compañeros?
—Son almas gemelas, —dijo Nash. —Una vez que os
reclaméis el uno al otro, tendréis la eternidad juntos.
—¡Nash! —Sean espetó mientras se volvía para mirar a su
hermano.
—¿Qué? —Nash le hizo un gesto con la mano a Dan. —
Preguntó.
 —Déjame explicarle.
Los ojos de Nash se pusieron en blanco.
Dan no pudo evitar la leve sonrisa de su rostro cuando Sean se
volvió hacia él.
—Entonces, explícamelo.
Sean gimió antes de dejar caer la cabeza en su mano.
Murmuró algo que sonó sospechosamente como —Voy a matar
a mi hermano, —antes de levantar la cabeza.
—Está bien, entonces somos compañeros.
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—Correcto. —Dan ya tenía esa parte. Siempre creyó que eso
significaba matrimonio en el mundo shifter, pero ahora
sospechaba que había más en la unión. —¿Y qué significa ser
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compañeros?
—Es como tu versión humana de almas gemelas, como dijo
mi hermano, pero es más que eso. Ser compañeros lo es todo.
Hasta ahora, a Dan le estaba gustando la forma en que sonaba
todo esto de compañeros.
—¿Significa que puedo quedarme contigo?
Sean parpadeó hacia Dan.
—Sí.
Eso era todo lo que Dan necesitaba saber.
—Entonces estoy dentro.
Sean frunció el ceño.
—¿Pero no quieres escuchar lo que significa ser compañeros?
—Sean, me preocupo por ti, probablemente más de lo que
estoy dispuesto a admitir en este momento. La idea de que estés
en cualquier lugar excepto a mi lado hace que mi estómago se
apriete. Por otro lado, la idea de nunca tener que verte alejarte
me llena de alegría. Si eso es lo que significa ser compañeros,
entonces estoy dentro.
Sean parpadeó de nuevo.
—Oh.
Esa no era la respuesta que Dan había estado esperando.
—¿No quieres ser mi compañero?
—¡Sí! —Los ojos de Sean se agrandaron y rápidamente bajó la
voz cuando volvió a responder: —Sí, quiero ser tu compañero
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mucho.
—Entonces no veo el problema.
—Sabes que estar emparejado conmigo no será fácil, ¿verdad?
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—Preguntó Sean. —Siempre estaré en peligro. Nunca puedo
bajar la guardia. Es posible que los de aquí me acepten, pero
otros no. Ni siquiera puedo dejar que el Consejo shifter sepa lo
que soy.
La mandíbula de Dan se apretó ante la mera idea de que
alguien le hiciera daño a Sean.
—Entonces será mejor que nos aseguremos de que tengas un
lugar seguro aquí—. Miró a Nash. —¿Te quedas, porque si es así,
me gustaría pedirle a Macon que te asigne como guardaespaldas
de Sean? Parece que eres capaz de cuidarte y sabes cuánto
necesita Sean ser protegido. Creo que sería el trabajo perfecto
para ti.
Solo podía esperar que Macon escuchara su solicitud.
—¿Crees que me dejaría? —Nash parecía tan esperanzado.
Dan no tenía ni idea.
 —No está de más preguntar.
Nash se deslizó hacia adelante en su silla.
—Haría un buen trabajo. Sean es especial y desarmaré a
cualquiera que no se dé cuenta de eso.
Dan evaluó al hombre corpulento y observó las numerosas
cicatrices de su cuerpo.
—Has estado protegiendo a Sean durante mucho tiempo, ¿no
es así?
Nash miró sus manos, cubiertas de cicatrices y nudillos
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hinchados.
—El Alfa Boddie me obligó. Dijo que, si no peleaba, haría que
Sean peleara. Soy más grande, más fuerte. Puedo recibir una
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paliza. Sean no puede.
—Hombre, este alfa tuyo necesita que le corten la cabeza.
Dan también era el hombre indicado para hacerlo.
—Nadie puede acercarse lo suficiente, —dijo Nash. —Tiene
demasiados escoltas trabajando para él. Tiene como diez
hombres para su propia protección personal y otros diez en
reserva. Nunca está solo. Siempre tiene dos o tres con él en todo
momento.
—Me suena un poco paranoico, —dijo Dan.
—Se rumorea que su padre era un alfa y su orgullo se volvió
contra él. El Alfa Boddie y su madre apenas escaparon con vida y
él juró que una vez que tuviera un orgullo propio, se aseguraría
de que eso nunca le sucediera.
—¿Qué pasa con los tipos que lo protegen? ¿No tiene miedo de
que lo ataquen?
 Nash negó con la cabeza con vehemencia.
—Él les paga. Mucho. Todos eran shifter rebeldes antes de ir a
trabajar para él.
Dan contuvo el aliento.
—¿Rebeldes?
—Los shifter rebeldes son shifter que han sido desterrados de
sus manadas, orgullos o lo que sea, generalmente porque
rompen alguna regla shifter que no se puede pasar por alto, o
algo peor. Una vez que un shifter se vuelve rebelde, no vuelven
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a encontrar un hogar. Nadie los quiere.
Excepto el Alfa Boddie, si podía creer a Nash.
—¿No hay alguien a quien puedas reportar esto? —Dan miró a
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Sean. —¿Tienes el Consejo shifter? ¿No pueden hacer algo?
—Dudo que alguien haya vivido lo suficiente para informar al
Consejo, —respondió Sean. —Los que escapan del Alfa Boddie
no suelen vivir lo suficiente para contarlo.
Dan se estremeció con la fuerza del miedo que se apoderó de
él.
—Él seguirá viniendo detrás de ti, ¿no?
—Muy probable.
—Necesitamos hacer algo. —Dan se puso de pie, arrastrando a
Sean con él. —No te voy a perder ahora que te he encontrado. —
Se negó a sentarse mientras la vida de Sean estaba amenazada.
—Necesitamos hablar con Macon. Él sabrá qué hacer.
Dan no tenía idea de por qué tenía tanta fe en el alfa, pero la
tenía. Instintivamente sabía que Macon era a quien acudir en
esta crisis, y tal vez eso era lo que significaba tener un alfa.
 Los humanos podrían aprender mucho de los shifter.
—Vamos, Nash, —dijo Dan cuando el hombre se quedó
sentado allí.
Se puso de pie y luego se acercó a Sean.
—Me quedaré atrás y vigilaré a Sean.
Dan miró entre los dos hombres. No fue hasta que vio la
tristeza en los ojos de Sean mientras miraba a su hermano
mayor que comprendió lo que estaba pasando.
Le tendió la mano a Nash. El hombre la miró por un momento
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y luego lentamente extendió la mano para tomarla. Dan la
cubrió con la otra mano.
—Te juro, Nash, que Belle Grove es un buen lugar, y el Alfa
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Macon Wilde no es alguien a quien tengas que temer. No te hará
daño ni a ti ni a Sean. Estás a salvo aquí.
—Tiene razón, Nash. Este es un buen lugar.
Nash miró a Sean por otro largo momento y luego asintió con
la cabeza.
—Está bien, Sean. Confío en ti.
Cuando Nash soltó su mano, Dan se preguntó si alguna vez
sería capaz de ganarse la confianza del shifter más grande. Para
cualquiera que mirara, era evidente que Nash tenía un borde
duro en él, probablemente por todos esos combates de jaula que
se había visto obligado a pelear. La única debilidad que parecía
tener era Sean.
Dan podía entender eso totalmente. Tenía una gran debilidad
por Sean. Las punzadas de conciencia bailaron sobre la piel de
Dan. Un rayo atravesó la ventana y el trueno estalló. Mientras la
tormenta continuaba afuera, una nueva tormenta se construyó
dentro del alma de Dan.
No podía apartar la mirada de la boca de Sean. La lengua del
hombre asomó y humedeció su labio inferior. Dan imaginó ese
trozo de carne rosada lamiendo un camino perezoso sobre su
pecho y hasta su ingle. Su polla palpitó ante el pensamiento.
—Oh.
Dan parpadeó y miró para encontrar a Iren de pie en la puerta.
Se habría reído del pequeño shifter zorro con los ojos muy
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abiertos y arrastrando los pies si su llegada no hubiera roto la
fantasía de Dan.
—El alfa, Macon, ya sabes, el alfa, me pidió que viniera a ver si
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querías unirte a nosotros—. Iren se retorció las manos antes de
señalar por encima del hombro hacia la cocina. —El Maestro
Aetius creó los mini tacos más deliciosos cubiertos con queso
pegajoso. Tenemos crema agria y salsa casera para mojar. Ayudé
a cortar verduras y huevos duros para una ensalada maravillosa.
También tenemos tartas de cereza y manzana recién sacadas del
horno y, por supuesto, glaseadas—. Iren tiró del cuello de su
camisa. —Puedo ver que estás caliente y molesto. Quiero decir,
si tienen hambre de algo diferente al otro. Quiero decir…
—Hueles, —interrumpió Nash.
Iren dio un paso atrás.
—Me he duchado esta mañana. —Iren olisqueó la axila. —He
estado cocinando la mayor parte del día. Excepto que cambié un
pañal sucio. Me lavé las manos después. No creo que apeste.
Quizás lo haga. Tal vez debería tomar otra ducha.
 —Tú hueles bien. —Nash se acercó a Iren. —Demasiado
bueno. ¿Qué es eso?
—Nada, —chilló Iren. —No es nada. —Iren se volvió y salió
corriendo de la habitación. —¡Gabriel!
Nash empezó a seguir a Iren, pero vaciló y miró a Sean.
—Iren está emparejado—. Sean tocó el brazo de Nash. —Es
mejor que lo dejes solo. Ve a comer. Sé que tienes hambre.
Estaré bien con Dan. Mientras estés allí, habla con Macon.
Encuentra tu paz con un buen alfa.
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Nash asintió, vaciló y salió de la habitación.
El silencio envolvió la habitación y el corazón de Dan
comenzó a intentar salir con fuerza de su pecho. Dan miró a
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Sean y sus miradas chocaron. El calor estalló entre ellos. Vio
cómo la lengua de Sean se deslizaba por su labio inferior.
Ese gesto marcó el destino de Sean y Dan tomó al hombre más
pequeño en sus brazos. Sus pies apenas tocaban el suelo
mientras corría por la casa, subía las escaleras y se dirigía a sus
habitaciones. Dejó a Sean en el medio de su habitación y luego
dio un paso atrás, sintiéndose repentinamente nervioso.
—Quiero reclamarte.
 Capítulo doce

Sean tragó con fuerza.

—¿De verdad?
Sí, esa respuesta era un poco tonta después de que Dan lo llevó
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a su habitación y todo. Llámalo estúpido, pero eso fue lo primero
que salió de su boca. Supuso que Dan quería sexo, con la
atracción gritando entre ellos. Era la parte de él que dudaba que
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alguien lo quisiera para siempre lo que había salido de su boca.
—¿Está bien?
—¡Sí! —Sean apretó rápidamente los labios cuando se dio
cuenta de que había gritado. La sonrisa perezosa de Dan lo hizo
reír. —Sí, me gustaría mucho que me reclamaras.
Nunca pensó que realmente sucedería.
—Simplemente no estoy seguro de cómo hacerlo.
Sean sintió que su rostro se sonrojaba cuando imaginó
exactamente cómo se suponía que iba a suceder.
—Nos reclamamos el uno al otro mordiéndonos durante el
sexo. Deja que tu lobo interior te guíe. Él sabrá qué hacer.
Dan respiró hondo.
—Suena bien para mí.
—Ayuda si los dos estamos desnudos.
 Los ojos de Dan se posaron instantáneamente en el cuerpo de
Sean.
—Estoy bien con eso.
—Espera. —Sean levantó la mano. Hombre, odiaba lo que
estaba a punto de preguntar, pero su apareamiento con Dan no
sería perseguido por fantasmas del pasado. —Estabas casado con
una mujer.
—Yo lo estaba. —Los ojos de Dan brillaron.
Sean no estaba seguro de por qué el hombre mayor estaba
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divertido.
—Soy un hombre.
—Soy muy consciente de eso.
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La frustración estaba empezando a asomar su malhumorada
cabeza.
—Mira, los compañeros no hacen trampa. No podemos. Aquel
con el que estamos unidos es nuestro único por el resto de
nuestras vidas. Eso significa que las partes femeninas suaves ya
no son para ti. Yo lo soy—. Un resoplido se escapó cuando Dan
se rio y sacó las palabras que lo estaban devorando. —Me
mataría si la desearas mientras estás conmigo.
Dan tomó el rostro de Sean entre sus grandes manos.
—Escucha atentamente lo que voy a decir. Martha fue buena
conmigo como esposa y madre de Terrence. Al principio,
nuestro único vínculo fue la pérdida de nuestro primer hijo. Con
el paso de los años, nos amamos uno al otro y fuimos bendecidos
con un hijo fuerte y saludable. Nuestra vida juntos fue buena, y
luego ella murió... —Dan tocó el lugar sobre su corazón. —El
dolor de perder a una pareja está y siempre estará ahí.
Sean se acercó y frotó ese punto en el pecho de Dan. Su propio
corazón dolía. No quería que su pareja sufriera.
Dan le cogió los dedos y los sujetó con suavidad.
—¿No lo ves, dulce bebé? Ahora tengo una nueva vida con el
regalo más precioso, tú y los niños. No importa qué tipo de
partes del cuerpo tengas. Eres tú a quien quiero. Sean, el shifter
león. Quiero conectar mi mente, cuerpo y alma contigo de la
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manera más íntima que un hombre puede—. Dan le dio a Sean
una suave sonrisa. —No habrá añoranza por lo que no está. Solo
dulces recuerdos. Mi enfoque ahora está en ti, tu seguridad y
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criar a los niños juntos. No puedo esperar para comenzar nuestra
historia. Y si pudieras encontrar un pequeño lugar en tu corazón
para darle la bienvenida a Terrence a nuestras vidas, mi mundo
estaría completo.
Sean asintió. Las palabras de Dan fueron un bálsamo para su
alma maltrecha. No necesitaba hablar. Dan ya lo estaba
acercando y sus labios se encontraron.
Chispas y chisporroteos crecieron entre ellos. Sus almas
parecían esforzarse por unirse ahora que sus preocupaciones
estaban calmadas. Antes de que Sean pudiera relajarse y
acomodarse al beso, Dan se apartó y lo dejó ir.
Dan se desabrochó la camisa y luego alcanzó la cremallera de
sus pantalones. El deseo ardía en sus ojos. Sean estaba fascinado.
Nada en la tierra podría haber hecho que Sean apartara los
ojos de Dan mientras veía al hombre desvestirse. Lo había visto
desnudo antes, por supuesto, pero no así. No cuando sabía que el
hombre le iba a pertenecer.
—¿No te vas a desnudar? —Preguntó Dan.
—Oh sí, claro. —Sean empezó a quitarse la ropa, pero todavía
no podía apartar la mirada de Dan. Cuando dejó caer la última
prenda de ropa al suelo, se quedó allí, mirándolo asombrado.
¿Este era su compañero?
—Puedo ver tu mente ocupada trabajando, —dijo Dan. —¿Qué
estás pensando?
129
—Estaba pensando en lo hermoso que eres.
La ceja de Dan se arqueó sobre su frente y una sonrisa sexy
apareció en sus labios.
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—Ah, ¿sí? ¿Cicatrices y todo?
—Sí. —Sean se mordió el labio cuando las manos de Dan
comenzaron a moverse sobre su pecho, acariciando levemente
su piel. Maldita sea, ¿alguna vez algo se había sentido tan bien?
Sean apretó la mandíbula cuando los dedos de Dan
encontraron sus pezones y rápidamente descubrió que sí, había
otras cosas que se sentían igual de bien o incluso mejor.
—Dan.
—¿Sí, bebé?
Sean frunció el ceño mientras miraba a Dan. Había demasiada
diversión en la voz de Dan mientras Sean sentía que se estaba
deshaciendo por las costuras. No era justo.
—¿Hazme el amor?
Los ojos de Dan parpadearon.
—¿Estás seguro?
 —Oh, sí. —Nunca había estado más seguro de nada en su vida.
Con sus miradas juntas, Sean dio un paso atrás hasta que sintió
la cama contra sus piernas y se subió a ella. Con Dan siguiendo
cada uno de sus movimientos, Sean se acostó mientras Dan se
movía sobre él.
—¿Te gusta esto? —Preguntó Dan justo antes de inclinarse
hacia adelante y morder uno de los pezones de Sean.
Sean gimió y se arqueó en el aire cuando una combinación de
dolor y placer inundó su cuerpo.
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—¡Oh, sí!
Los ojos de Sean se cerraron cuando los dientes de Dan
rasparon su pezón erecto y luego el hombre comenzó a
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mordisquear y chupar el pequeño brote rígido. La piel de Sean
hormigueaba, dolía. Su pezón se reafirmó instantáneamente bajo
la suave caricia de Dan.
El mero toque de los dedos de Dan envió un escalofrío a Sean.
El roce del muslo de Dan contra la cadera de Sean envió una
sacudida a través de él. Envolvió sus brazos alrededor de los
hombros de Dan.
—¡Dan! —Sean gritó roncamente cuando la parte inferior del
cuerpo del hombre se colocó entre sus piernas y sintió la dura
polla de Dan presionar contra la suya. El peso del cuerpo de Dan
sobre el suyo estaba volviendo loco a Sean. Quería, no,
necesitaba más.
—Me estás volviendo loco, Dan.
 La risa de Dan fue malvada pero sexy como el infierno. La
respiración de Dan era cálida y húmeda contra el rostro de Sean,
y su corazón se aceleraba.
—¿Sí? —Dan susurró contra el pecho de Sean, creando un
hormigueo en la boca del estómago de Sean.
Sean se mordió el labio para sofocar el grito de alegría cuando
Dan comenzó a besar un camino más abajo de su cuerpo. Las
talentosas manos de su compañero abrieron un camino por el
abdomen de Sean hasta sus muslos. Sean se rindió con
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entusiasmo al toque magistral de Dan, entregándose libremente
a cualquier cosa que el hombre quisiera hacerle.
Sean tomó la mano de Dan y la guió hacia abajo entre sus
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piernas abiertas hasta su pequeño y apretado capullo. No retiró
la mano hasta que sintió una ligera presión de la punta del dedo
de Dan contra su tembloroso agujero.
—¿Es esto lo que quieres, bebé?
—Por favor. —Sean no estaba por encima de mendigar en este
momento. Podía sentir los dedos de Dan presionando contra él
lo suficientemente ligero como para hacer que su pulso latiera,
pero no lo suficientemente fuerte como para empujar dentro de
su dolorida entrada.
Sean gritó y se arqueó cuando los dedos de Dan se hundieron
en su trasero. Su respiración tartamudeó en su garganta; un
grito desesperado se alojó justo detrás de sus labios. Apenas
podía respirar cuando la quemadura en su trasero se transformó
en placer trayendo manchas a sus ojos.
 Los dedos de Dan rozaron su punto dulce y provocaron un
cortocircuito en su cerebro. Sean siseó y empujó contra los dedos
del hombre. Sus dedos se hundieron en la manta a cada lado de
su cuerpo mientras buscaba más el toque de Dan.
—Justo ahí.
—¿Dónde? —Preguntó Dan mientras movía los dedos. —
¿Aquí?
—¡Sí!
—¿Eso se siente bien?
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Dan parecía tan inseguro que Sean tuvo que mirarlo.
—Se siente maravilloso.
—Levanta las piernas, Sean.
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Sean levantó las rodillas hasta el pecho lo más rápido que
pudo y las agarró con las manos. No le importaba que estuviera
básicamente en exhibición. Solo sabía que Dan estaba metiendo
los dedos dentro y fuera de su culo y pronto, esos dedos serían
reemplazados por la enorme polla de Dan.
Demonios, Dan podría tomar fotografías si eso es lo que
quisiera.
A Sean simplemente no le importaba.
—Tan bonito, —dijo Dan mientras acariciaba con su mano
libre el muslo de Sean hasta la unión de sus muslos.
Sean gimió y se tensó cuando Dan comenzó a masajear sus
bolas, casi perdiendo el agarre de sus piernas. Un gemido
ansioso salió de sus labios. Empujó hacia fuera, moliendo en los
empujes para llevar los dedos de Dan más profundamente.
 —Sí, —dijo con un gemido entrecortado cuando Dan liberó
sus dedos y finalmente alineó su polla con el agujero de Sean.
Dan empujó hacia adelante, empujándose lentamente hacia
adentro, estirando las paredes internas de Sean. Se balanceó
hacia adelante y hacia atrás, moviéndose más profundamente en
el cuerpo de Sean. Cada empuje estiraba las paredes interiores
de Sean.
Dan bombeó su polla lentamente hacia adentro y hacia afuera,
provocando a Sean con lo que quería. Sean no tenía fuerza
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propia más allá de la cama debajo de él y Dan encima de él. Se
sintió desenfrenado cuando Dan tomó y dio lo que necesitaban
con tanta desesperación.
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Los brazos de Sean rodearon el cuello de Dan, tirando de su
cabeza hacia abajo. Sus bocas chocaron de nuevo, más
hambrientas y frenéticas que antes, amortiguando los sonidos de
su placer.
Dan cubrió a Sean desde el muslo hasta el pecho con su
cuerpo. A Sean le encantaba el gran peso del cuerpo de Dan
sobre el suyo y la rígida longitud del eje del hombre enterrada
profundamente en su cuerpo mientras Dan lo follaba lenta y
constantemente.
Dan rozó con los labios la línea de la mandíbula de Sean.
—¿Eres mío, Sean? —Le susurró al oído a Sean.
—Sí, —susurró Sean con un gemido roto.
—Nadie más puede tenerte, Sean. Solo yo.
—¡Sí!
 La embestida sin esfuerzo de Dan se aceleró mientras su
longitud entraba y salía del trasero de Sean, moviéndose más
fuerte, más rápido y más profundo. Sean gimió cuando la polla
larga y gruesa que parecía llenarlo tan perfectamente rozó su
próstata con cada empuje de las caderas de Dan.
Sean echó la cabeza hacia atrás, gimiendo largo y fuerte
cuando el ángulo de Dan se alteró y el punto dulce de Sean fue
golpeado una y otra vez. Su polla palpitante se balanceaba con
cada empuje de las caderas de Dan, el aire fresco barriendo su
134
calor, provocando a Sean aún más.
Los ojos de Dan se entrecerraron y se volvieron feroces. Sean
vio que el animal que había en él subía a la superficie. Su propia
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bestia se adelantó, lista para aceptar y reclamar a su pareja.
—¿Aceptas mi semilla en tu cuerpo? —La voz de Dan adquirió
el gruñido de su lobo—. ¿Te entregas a mi cuidado para
siempre? ¿Para cuidar de ti y velar por tu protección? ¿Para
brindarte y cuidarte hasta el final de mis días? ¿Te entregas a
que yo guarde todo lo que eres, sabiendo que me quitas lo
mismo?
El corazón de Sean se llenó de amor, orgullo y alegría. No
tenía idea de cómo Dan conocía las palabras rituales para
unirlos. Nunca pensó que las oiría dirigirse a él. Su compañero
era maravilloso.
Su propio voto brotó de sus labios:
—Lo hago y haré lo mismo por ti.
Dan lo atrajo hacia sí, sus cuerpos se tensaron juntos en un
baile tan antiguo como el tiempo. Cada empuje de la polla de
Dan los acercó más a convertirse en uno. El momento quedaría
grabado para siempre en el corazón de Sean.
—Maldita sea, eres hermoso, —susurró Dan. —Tú eres mi
mundo.
El gemido de consumación de Sean hizo eco por la habitación
mientras rociaba cuerdas blancas de semen por todo el abdomen
de Dan. Podía sentir a Dan todavía latiendo dentro de él
mientras su liberación cubría a Dan y su propio estómago y
muslos.
135
Se arqueó y hundió los dientes en la piel suave entre el
hombro y el cuello de Dan. El torrente de sangre que le recorrió
la lengua lo arrastró. Sean gimió cuando sintió que los hilos de
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su vida comenzaban a entrelazarse.
—Muérdeme, Dan. Reclámame.
Sean escuchó el gemido profundo y complacido de Dan justo
antes de que los dientes del hombre se hundieran en su piel. El
calor líquido llenó su cuerpo cuando Dan se vino en su interior.
Dan empujó unas cuantas veces más, su cuerpo se estremeció,
antes de extraer los dientes y comenzar a lamer la marca.
Después de unos minutos, se apartó y los colocó de lado.
El corazón de Sean se calentó ante la preocupación que pudo
ver brillar en los ojos de Dan cuando el hombre lo apretó contra
su cuerpo, acunándolo como si fuera frágil y precioso. Sean
sonrió cuando Dan se inclinó para besar su sien y luego metió la
cabeza debajo de la barbilla de Dan.
La paz fluía a través de él. Algo que Sean no había sentido
excepto en presencia de Dan. La presencia de su pareja. Guau.
 —Eres bastante bueno en eso.
Dan se rio.
—Puede que nunca antes hubiera estado con un hombre, pero
no viví la vida con la cabeza enterrada en la arena. Sé cómo se
supone que es el sexo entre dos hombres.
Chico, lo hizo.
—¿Cómo supiste las palabras?
Dan frunció el ceño.
—No lo sé. Simplemente vinieron a mí—. Su ceño se hizo más
136
profundo cuando levantó la cabeza y miró a Sean. —¿Las
entendí bien?
Sean sonrió.
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—Las tienes perfectas.
Dan le devolvió la sonrisa antes de apoyar la cabeza en la
almohada.
—¿Qué estás pensando? —Susurró cuando Dan se quedó en
silencio de nuevo.
—Que valoro este momento—. Los labios de Dan rozaron la
parte superior de la cabeza de Sean. —Tengo la sensación de que
nuestros momentos tranquilos juntos serán pocos y espaciados
hasta que los niños sean un poco mayores.
—Calidad sobre cantidad.
Dan rodó a Sean sobre su espalda, levantó su pierna y
comenzó a introducir su polla.
—Quizás deberíamos aprovechar al máximo nuestro tiempo a
solas.
 Sean estaba a punto de estar de acuerdo cuando ambos se
pusieron rígidos ante el leve llanto de un bebé. Sean reconoció
ese lamento.
—Sé que alguien se ocupará de sus necesidades—. Dan se
apartó y tiró de Sean para que se sentara. —Pero quiero que
seamos nosotros.
Sean siguió a Dan fuera de la cama y hacia el baño.
—Estoy de acuerdo. Ese pequeño ha pasado por mucho. Él y
Danny necesitan la seguridad que podamos brindarles.
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En el baño, Dan abrió la ducha antes de volverse hacia Sean.
—Estoy un poco sorprendido de que Danny se quede cerca de
ti en lugar de Keenan.
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—¿Por qué?
—Izzy lo encontró cuando Kane recibió un disparo con una
ballesta. Keenan se preocupó por él y tú aún no habías llegado.
—Dan, traje a Danny aquí—. Sean ignoró la semilla de Dan
que goteaba por su pierna. La limpieza podría esperar. —Me
había detenido y estaba descansando cuando me desmayé por
mis heridas y Danny se alejó. Cuando recuperé la conciencia, él
se había ido y seguí su olor hasta Belle Grove.
—¿Cómo terminaste con los dos? —Dan entró en la gran
ducha de azulejos y esperó a que Sean lo siguiera.
Una vez que entró, Dan tomó una esponja y jabón y comenzó
a lavar a Sean. La caricia de las burbujas sedosas sobre su piel
sensible hizo que Sean gimiera de felicidad. Cuando Dan se
detuvo y arqueó una ceja, Sean se obligó a recordar los horribles
eventos.
 —A veces, Boddie traía mujeres embarazadas a la manada—.
Sean cerró los ojos mientras Dan le lavaba la espalda. —Una vez
que las mujeres daban a luz, él vendía los bebés. Danny estaba
con una de las mujeres que trajo.
Los fuertes brazos de Dan rodearon a Sean y se apoyó contra el
pecho de su pareja.
—Supongo que el bebé es de una de esas mujeres, —dijo Dan.
—La violó, —susurró Sean. —Cuando ella se resistió, él la
golpeó hasta que quedó irreconocible. Luego la dejó tirada en un
138
charco de sangre. Traté de ayudar, pero una vez que nació el
bebé, ella murió—. Sean volvió a mirar a Dan. —Es un omega.
Boddie lo habría matado. Danny estaba agachado en un rincón,
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llorando. Agarré al bebé y la mano de Danny. Cuando salí
corriendo de allí, una de las mujeres me entregó una bolsa de
basura llena de paños, mantas y fórmula para bebés. Creo que
me dio su bolsa de escape.
Sean dejó descansar su cabeza contra el hombro de Dan y
disfrutó del abrazo de su pareja. Los labios de Dan se deslizaron
por el lado de la cara de Sean aliviando los nudos que se
formaban en su vientre.
—Vamos a tener que llamarlo de otra manera además de bebé
o el pequeño. ¿Tenías un nombre en mente?
El rostro golpeado de la madre del bebé pasó por la mente de
Sean.
—El nombre de su madre era Sally. ¿Podríamos llamarlo Sal?
 El golpe de un puño en la puerta del baño y un bebé llorando
ruidosamente hicieron que Dan hiciera girar a Sean hasta que se
interpuso entre su pareja y la puerta.
—Emergencia, —gritó Iren. —¡Bebé infeliz aquí!

139

01/2021
 Capítulo trece

Dan alivió su dolorosa erección en la tensión del agujero de

Sean. Los pequeños gemidos de su pareja solo hicieron que su
excitación fuera más fuerte y sus bolas se levantaron contra su
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piel. Maldita sea, lo necesitaba.
Miró el plano sexy de la espalda de Sean y vio su polla
desaparecer en ese agujero de inmenso placer.
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Una camiseta aterrizó en su hombro y se quitó la prenda
ofensiva. Sean saltó cuando aterrizó en los globos redondos de su
trasero. Dan la agarró y la arrojó a la esquina.
—¿Qué demonios fue eso?
—Camiseta. —Dan comenzó a empujar profundamente en el
agujero de Sean. No tenían mucho tiempo y él no estaba
dispuesto a perderse unos minutos del paraíso.
—Esto es loco. —Sean podría estar quejándose, pero su
agujero apretó alrededor de la polla de Dan.
—¿Tienes una mejor idea?
Sí, tenía a su pareja inclinada sobre un zapatero y se lo estaba
follando en el vestidor de su dormitorio para que no despertaran
a sus hijos que dormían en su cama. Entonces, demándalo.
Había aprendido durante las últimas semanas de paternidad que
un hombre inteligente aprovechaba cualquier oportunidad de
tener una relación cercana y personal con su pareja cuando se
presentaba la oportunidad. Eso incluía una cita por la mañana,
temprano.
—No por el momento, —respondió Sean. —Más duro, Dan,
más duro.
Dan le dio a Sean lo que necesitaba. Se aferró a sus delgadas
caderas y golpeó hasta que el zapatero comenzó a chirriar en
protesta. Sean se rio y su agujero se extendió alrededor de la
polla de Dan.
141
—No te rías—. Dan se hundió todo lo que pudo y se inclinó
sobre su pareja. —Estoy casi allí.
El sudor le corría por un lado de la cara. Sus cuerpos se
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estaban resbalando por la humedad de la pequeña habitación.
Necesitaba desesperadamente saborear a Sean, consolidar su
vínculo, la promesa que se habían hecho el uno al otro. Dan no
pudo aguantar más mientras sus colmillos ansiaban hundirse en
la suave carne de Sean. Con un movimiento fluido, Dan se
inclinó, cubrió la espalda de Sean y le mordió la garganta.
Una posesión erótica tomó el control cuando Dan rodeó con
sus brazos el cuerpo de Sean, sosteniéndolo cerca mientras
deslizaba su polla dentro y fuera del estrecho canal de Sean. Se
sintió como si un puño apretado estuviera envuelto alrededor de
su eje mientras Dan tomaba bocados de la sangre de sabor dulce
de Sean.
Sacó los dientes y lamió la herida, y luego gritó cuando su
liberación explotó, bañando el canal sedoso de su pareja,
reafirmando su reclamo cuando el orgasmo de Sean sacudió a
su pareja.
—Mío, —gruñó Dan posesivamente mientras descansaba su
frente en la parte posterior del cuello de Sean. —Mi compañero.
—Tuyo, Dan.
Dan esperó hasta que su respiración se hizo más lenta antes de
salir de Sean. Siempre odió esa parte, pero sabía que no tenían
mucho tiempo antes de que los niños comenzaran a moverse y
ambos necesitaban limpiarse después de esto.
142
—Deberíamos hablar con Macon y Keenan sobre convertir la
habitación de al lado en una habitación para los niños. Sería
bueno hacer esto en una superficie plana.
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Dan se rio.
—Extrañarías el zapatero.
—Bien. —Sean se enderezó y luego se apartó el cabello de la
cara. —Nos hemos vuelto bastante cercanos en las últimas
semanas.
Dan sintió que su corazón se expandía un poco más mientras
miraba los ojos centelleantes de Sean.
—Te adoro.
No estaba seguro de que hubiera palabras para describir lo que
sentía por Sean. El hombre había devuelto la luz a su vida, una
luz que pensó que se había desvanecido hacía mucho tiempo.
Estaba teniendo una segunda oportunidad aquí, y todo se debía
al dulce hombre que estaba de pie allí sonriéndole.
Dan se acercó y acarició con el pulgar un lado de la cara de
Sean.
 —En caso de que no lo diga con suficiente frecuencia, tú eres
la luz de mi vida, Sean, una luz por la que rezo para que nunca
se apague.
La sonrisa desapareció lentamente del rostro de Sean.
—No tienes que decirlo, Dan. Lo sé. —Sean presionó una
mano contra el pecho de Dan, justo sobre su corazón. —Lo
siento.
Dan puso su mano libre sobre la de Sean, manteniendo la otra
en su rostro.
143
—A veces, necesitas las palabras.
—¿Necesitas las palabras, Dan?
Dan apartó la mirada antes de que Sean pudiera leer la
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respuesta en sus ojos. No era bueno con las cosas blandas. Había
sido un sheriff duro y rudo. No había habido mucha dulzura en
su vida. Sospechaba que eso iba a cambiar.
—Te amo, Dan. No porque seamos compañeros y es algo que
suele ocurrir entre compañeros, sino porque eres un hombre
bueno y honorable que se ha preocupado por mí y por los niños,
nos ha mantenido a salvo y nos ha dado una vida con la que yo
solo podría haber soñado.
Dan tomó una respiración entrecortada y levantó los ojos
hacia Sean.
—Yo también te amo, Sean. —Una leve sonrisa curvó sus
labios. —No porque se supone que debo hacerlo, sino porque me
has salvado de ser un lobo solitario y me has demostrado que no
soy demasiado mayor para enamorarme o formar una familia o
tener sexo en un armario.
 Sean se rio. El brillo de sus ojos se hizo más brillante, radiante.
—Todas cosas buenas.
—Ciertamente creo que sí—. Dan tomó a Sean en sus brazos y
apoyó la cabeza sobre la de Sean. —Vamos a tener una vida
maravillosa juntos. Tú, yo, Danny y el pequeño Sal.
—¿Y quién más venga?
Dan sonrió.
—Y quienquiera que venga.
Una hora más tarde, Dan se sentó a la mesa de la cocina y
144
deslizó la tetina del biberón en la boca del pequeño Sal mientras
Danny estaba posado sobre sus rodillas. Se recostó en la silla y
mantuvo un ojo en la succión entusiasta de Sal mientras veía a
01/2021
Danny meterse un bocado de huevos revueltos en su boca.
A su lado, Sean presionó su pie contra el de Dan y
compartieron una sonrisa. La vida era buena.
La voz de Nash desintegró la utopía de Dan.
—Quiero formar parte de la manada.
—Me opongo, —declaró Iren.
Dan miró a Sean cuando hizo algo que Dan nunca le había
oído hacer antes. Gruñó. Se dio cuenta de que su pequeño
compañero podía ser feroz cuando se trataba de familia.
Agradable.
Iren se acurrucó más en su silla.
—Quiero decir. Bien. Si Nash se convierte en miembro de la
manada de lobos Wilde, nunca veré a mi hermano—. Iren señaló
a Nash con un dedo. —Desde que llegó, Ian se ha negado a salir
de su habitación. Puede que nunca hubiera sabido que tenía un
hermano, pero ahora que lo sé, quiero pasar tiempo con él y
hacer cosas fraternales. Además, sigue oliéndome.
Dan se preguntó si Iren se refería a que Nash lo estaba oliendo
a él o a Ian. Antes de que pudiera entenderlo, Keenan habló.
—Hablaré con Ian.
Macon agregó:
—Todo irá bien, Iren.
Iren dejó escapar un suspiro y sonrió al compañero alfa. Kane
se acercó y subió a Iren a su regazo, donde el pequeño shifter
145
zorro se acurrucó. La mano de Sean descansaba sobre la pierna
de Dan. Sintió la preocupación de su pareja y un olor que le
recordaba a pepinillos agridulces llegó a su nariz.
01/2021
—¿Estás seguro de que estás listo para convertirte en manada?
—Preguntó Macon.
Nash asintió y sus ojos brillaron con determinación. Dan
encontró refrescante al hermano de Sean. Con Nash, no había
intenciones ni planes complicados. Lo que viste, fue lo que
obtuviste. De lo que la mayoría nunca se dio cuenta era que
detrás de la simplicidad, Nash era un hombre inteligente.
El agarre de Sean se apretó sobre el muslo de Dan.
—También me gustaría darte mi juramento.
—Bien. —Macon se secó la boca con una servilleta. —
Terminemos el desayuno y luego podemos realizar la
ceremonia.
—También me gustaría darte mi juramento—. Dijo Dan.
Macon lo miró.
 —Dan, ya te trajimos a la manada cuando te convertiste en un
shifter.
—Entiendo. —Él lo entendió. Él era parte de la manada de
lobos Wilde. Excepto que Dan necesitaba darle a Macon su
promesa, él mismo. Esta era una elección, y eso era importante
para Dan. Sean había descrito el ritual que incluía hacer un
juramento al compañero del alfa. Dan estaba listo. —Me
gustaría reafirmar mi juramento y también darle mi lealtad a
Keenan.
146
La mirada del alfa pareció penetrar y ver en el alma de Dan.
Después de un momento, asintió.
Estaban de pie en el salón de baile. Una lluvia ligera había
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comenzado afuera y el alfa había elegido la sala grande, aún en
construcción, para la ceremonia. Pilas de madera y pilas de
molduras intrincadamente cortadas parecían centinelas
alrededor de los bordes de la habitación.
Dan vio cómo primero Nash y luego Sean juraron su
protección a Keenan. En el fondo, Dan sintió que su lobo
coincidía con las palabras que pronunciaban. Cada sílaba parecía
estar arraigada en su alma. Lo mismo había sucedido cuando
había dicho palabras que nunca había escuchado antes durante
su ritual de apareamiento con Sean.
Macon se adelantó a los dos hombres. Dan se preparó cuando
el poder del alfa lo inundó. El liderazgo puro y la fuerza que
emanaba del shifter asombró a Dan.
Se dijeron más palabras. Cuando las garras se alargaron de las
yemas de los dedos de Macon y cortó con ellas a través de la
garganta de Nash, la sorpresa de Dan lo mantuvo en su lugar y
solo pudo observar con asombro el resplandor de las heridas
antes de que desaparecieran para dejar solo los restos de
cicatrices.
Llegó el turno de Sean y Dan se alegró de haber tenido una
advertencia de lo que vendría. Incluso con la cabeza en alto,
reprimió un gruñido al ver que su pareja estaba herida.
Macon se volvió hacia Dan.
—¿Estás listo?
147
—Sí. —Dan se acercó a Keenan y dejó que su lobo lo guiara. —
Omega, doy mi fidelidad a tu custodia. Tienes mi devoción y
protección. Sobre todo, confío en tus dones para mejorar mi vida
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de la forma en que el destino ha decretado. Soy tu sirviente
eterno.
Dan quiso decir cada palabra. Moriría por el compañero del
alfa. Quedó hipnotizado por la sabiduría de la sonrisa de Keenan.
Una sobrenaturalidad mostrada en sus asombrosos ojos
plateados. Este shifter sabía cosas que Dan nunca podría
comprender.
—Gracias, Dan, —respondió Keenan.
—Dan, —dijo Macon.
A su llamada, Dan se enfrentó a Macon.
Mientras que los dones omegas de Keenan emulaban calidez y
brillo, Macon era puro alfa. Su fuerza de carácter y constitución
mantenían a Dan cautivado. Estaba claro que la palabra o acción
de este verdadero líder era definitiva.
 —Dan Miller, ¿Deseas algún daño a la manada de lobos
Wilde? ¿Estás aquí por motivos engañosos? ¿Eres un espía
enviado por alguien con la intención de ver a esta manada o a
cualquiera de sus miembros destruidos?
—No, señor, —respondió Dan.
—Como miembro de la manada, ¿prometes proteger a tu alfa
y al compañero del alfa con tu vida? ¿Prometes tu lealtad a la
manada de lobos Wilde hasta que tu último aliento abandone tu
cuerpo? Si alguna vez cometes traición a la manada, ¿entiendes
148
que esta manada te perseguirá, te arrancará la cola y la clavará
en el frente de la casa para mostrar al universo tu traición?
Las piernas de Dan cedieron bajo el poder del momento. Cayó
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de rodillas, se llevó la mano al corazón e inclinó la cabeza.
—Te prometo, Alfa Macon Wilde, mi lealtad hasta que no sea
más que polvo volando en el viento.
—Levántate para convertirte en un miembro de la manada de
lobos Wilde, —ordenó Macon.
Dan se puso de pie. El acto le quitó todas sus fuerzas. Se
maravilló del halo de luz dorada que lo rodeaba a él y a su alfa.
Macon levantó la mano. Sus uñas se extendieron y afilaron en
puntas. Él arremetió. Un dolor ardiente le cortó la garganta y
creció un calor insoportable. Dan cerró los ojos contra el
brillante destello de luz. Al momento siguiente, todo el dolor y
la luz cegadora desaparecieron. Buscó su garganta. Sus dedos
salieron manchados de sangre.
 —Bienvenido de nuevo, Dan Miller Wilde, a la manada de
lobos Wilde—. Macon le tendió la mano y Dan se la estrechó.
Dan se sintió satisfecho de ser parte de algo más grande que él.
Estaba en una manada.

149

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 Capítulo catorce

—Necesitamos hacer un viaje a la ciudad—. Sean odiaba la

forma en que sonaba, porque el miedo ataba su voz y no había
forma de que pudiera evitarlo. —Necesitamos algunas cosas
150
para los niños.
Dan arqueó una ceja.
—¿Qué tipo de cosas?
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—Cosas de niños. —Dan debería saber esto. Él ya había criado
a un niño. —Pañales, fórmula, comida para bebés, más pañales...
ya sabes, cosas para niños.
—¿No sería más fácil enviar a alguien a la ciudad por cosas de
niños?
Sean suspiró.
—Sal necesita ropa nueva. Está pasando por un período de
crecimiento acelerado. Toda su ropa es demasiado pequeña.
Danny necesita unos zapatos nuevos. Está a punto de arrancarle
el tacón a su par actual.
—Oh, ese tipo de cosas de niños.
Sean entrecerró los ojos.
—¿Por qué siento que me estás tomando el pelo?
Dan se rio mientras pasaba un brazo alrededor de la cintura de
Sean y lo acercaba.
 —Porque eres muy inteligente, cariño.
Sean puso los ojos en blanco, pero no pudo evitar acicalarse un
poco. Había pasado una buena parte de su vida escuchando lo
estúpido que era. Fue agradable que alguien dijera que era
inteligente por una vez.
—Es posible que desees ver si el alfa y el compañero alfa
quieren ir con nosotros. Estoy seguro de que también les
vendrían bien algunas cosas.
En realidad, fue una idea bastante buena.
151
—¿Quizás podamos hacer un día de esto? —Preguntó Sean,
comenzando a emocionarse un poco con la idea. Había pasado
mucho tiempo desde que había disfrutado de un día libre. Tal
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vez nunca. —Hacer algunas compras, luego detenernos y comer
algo para almorzar.
—Me gustaría eso, mucho. —Dan le sonrió. —Sé de este
pequeño y maravilloso restaurante no lejos de mi casa que...
Sean tuvo una sensación de hundimiento en el estómago.
—¿Tienes una casa?
Por supuesto que tenía una casa. Sean debería haberlo sabido.
Simplemente no lo había pensado antes. No era como si el tipo
hubiera estado viviendo debajo de un puente.
—Sí, —respondió Dan. —Después de empacar lo que quiero
guardar y traerlo aquí, voy a vender el resto de las cosas y luego
alquilar la casa o venderla. No he decidido cuál.
—¿Es ahí donde vivías con tu esposa?
—Martha y yo compramos la casa justo antes de que naciera
Terrence.
 Sean sabía en lo más profundo de su corazón que había una
parte de él que estaba celosa de que Dan se hubiera casado antes
y criado una familia con otra persona.
—Entonces probablemente no quieras venderla.
—No tengo vínculos emocionales con ella, Sean. Sí, es una
casa bonita, y sí, tengo buenos recuerdos de vivir allí, pero es
solo una casa. Mi vida está aquí ahora, contigo y los niños.
—Caray. —Sean dejó caer la cabeza contra el pecho de Dan. —
Justo cuando creo que te tengo enganchado, tienes que ir y decir
152
algo así.
El ceño de Dan parpadeó.
—¿Fue eso incorrecto de decir?
01/2021
—No. —Sean sonrió, aunque Dan no podía verlo. —Eso fue lo
correcto para decir.
Era lo perfecto para decir.
También estar de pie en los brazos de Dan. Sean se sintió
eufórico y casi mareado. Huir de la pesadilla que era el Alfa
Boddie había sido lo mejor que podía haber hecho. No solo había
estado salvando a Danny y al pequeño Sal, sino que también se
había estado salvando a sí mismo.
Simplemente no lo sabía.
—Probablemente deberíamos irnos, —susurró Sean, sin
importar lo mucho que quisiera quedarse donde estaba.
—Solo un par de minutos más, —murmuró Dan en respuesta.
Sean sonrió. Lo curioso fue que no había nada sexual en su
abrazo. Es cierto que podía sentir la polla de Dan endureciéndose
contra él y sospechaba que estaba haciendo lo mismo, pero se
trataba más de satisfacción que de otra cosa.
Nunca soñó que estaría tan contento, que tendría un momento
tan perfecto. Lo único que habría hecho esto más perfecto fue el
conocimiento de que el Alfa Boddie no podría dañarlo a él, a su
hermano o a los niños nuevamente.
Sean suspiró cuando el bebé dejó escapar un pequeño llanto.
No fue un llanto de hambre o un llanto de pañal sucio, sino más
bien un llanto de “Estoy aburrido. Arréglalo”.
153
—Iré a preparar a Sal. Tú reúne a Danny y deja que los demás
sepan adónde vamos y que son bienvenidos.
Apestaba a lo grande, pero dejó que sus brazos cayeran lejos
01/2021
de Dan, antes de que pudiera alejarse, Dan lo agarró e inclinó
sus labios sobre la boca de Sean. Sean gimió y separó los labios.
Besar a Dan era un acto tan simple, pero hizo que su corazón
latiera más rápido, más fuerte y se sintiera como si estallara por
sus venas, un placer en sí mismo.
Nunca quiso que terminara.
Dan estaba jadeando y duro cuando levantó la cabeza, y a Sean
le encantaba tener ese efecto en su pareja.
—Si no detenemos eso, nunca saldremos de aquí.
Sean no estaba muy en contra de esa idea.
Dan pasó un nudillo por mi mejilla.
—Eres demasiado tentador, compañero.
Sean quería responderle algo, pero los gritos de Sal se hicieron
más fuertes e insistentes. Suspiró de nuevo, sus hombros se
hundieron.
 —Él va a seguir haciéndolo más fuerte.
—Lo sé. —Dan palmeó el trasero de Sean mientras pasaba
junto a él. —Tal vez podamos encontrarnos en el armario más
tarde.
—Suena como un plan para mí.
Sean estaba empezando a encariñarse mucho con ese armario.
Caminó hacia la cuna que había aparecido un día. Casa loca.
El bebé dejó de llorar en el momento en que lo vio y arrulló.
Sean sonrió al amor mientras lo levantaba de la cama.
154
—¿Cómo está mi hombrecito hoy, eh?
Sal babeó y se metió el pequeño puño en la boca.
Sean le cambió el pañal y luego lo vistió con un pijama de
01/2021
pies. A esta edad, y considerando que escupía la mayoría de las
veces, ponerlo en algo agradable era simplemente estúpido.
Sean negó con la cabeza mientras trabajaba. Le pareció
asombroso que empacar la bolsa del bebé en realidad tomara
más tiempo que cambiar y vestir al pequeño.
Cogió a Sal y lo acomodó contra su pecho, luego agarró la
bolsa del bebé y una manta suave antes de sacar todo del
dormitorio y bajar las escaleras. Sonrió cuando vio la pequeña
multitud esperándolo al final.
—¿Van todos? —¿Cómo iban a caber todos en los vehículos?
Había solo unos pocos, y la mayoría eran camiones. Necesitaban
una minivan o un autobús.
—Pensamos que sería un gran viaje en grupo, —dijo Keenan.
—A todos nos vendría bien algunas cosas de la ciudad.
—Bueno, cuanto más, mejor.
 Ojalá.
—Estás viajando con nosotros hoy, —dijo Kane. —Tenemos
asientos de seguridad en la parte de atrás para los niños.
Sean estaba seguro de que sus ojos eran redondos como platos.
—Nunca pensé en los asientos para el automóvil.
Kane se rio.
—Macon y yo fuimos a la ciudad hace un par de días y
recogimos los asientos del auto.
Sean llenó de calor. Entonces, tal vez no fui el único con esta
155
idea.
Sean siguió a Kane e Iren hasta uno de los vehículos y se subió
a la parte trasera de la gran camioneta pick-up King Cab.
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Abrochó a Sal en el asiento del automóvil y luego se abrochó él
mismo.
Dan se subió al otro lado e hizo que Danny se abrochara en su
asiento elevado. Sonrió mientras se inclinaba sobre los niños y
rozaba el hombro de Sean.
—Esta fue una gran idea. Creo que a todos nos vendría bien un
poco de tiempo de inactividad.
—¿Vas a estar bien yendo a la ciudad? —Preguntó Sean. —
Mucha gente te conoce allí. Al menos conocían a tu antiguo tú.
Se preguntó si la gente relacionaría al ex sheriff de sesenta y
ocho años con el hombre de unos treinta y tantos. Sean no había
tenido la oportunidad de ver cómo era Dan antes, pero apostaba
a que Dan había sido igual de sexy.
—Bueno, no es como si los shifter se escondan de los humanos
o algo así. Pueden pensar que soy un pariente.
 Eso era cierto. Podían esperar que el viaje fuera así de fácil.
—No lo hagas... no te sorprendas si la gente te trata de manera
un poco diferente—. Sean había visto más intolerancia hacia los
shifter de lo que quería recordar. Estaba seguro de que también
era cierto exactamente lo contrario. Conocía a los shifter que
odiaban a los humanos por igual.
—Todo estará bien, Sean.
Ciertamente lo esperaba por el bien de Dan.
El viaje a la ciudad fue agradable. Con el murmullo bajo y sin
156
parar de Iren de fondo, Sean disfrutaba viendo un poco del
campo ahora que no lo recorría temiendo por su vida. No fue
hasta que llegaron a los límites de la ciudad que su estómago
01/2021
comenzó a apretarse.
Kane estacionó en un espacio junto a la camioneta de Macon
cuando llegaron a la calle principal que atravesaba toda la
ciudad. Los ojos de Sean se agrandaron ante la gran variedad de
tiendas alineadas en cualquier dirección. No estaba seguro de
qué eran todas, pero la que estaba directamente frente a ellos
llamó su atención. Era una tienda de bebés.
—Aquí. —Iren se volvió y le entregó a Sean una bolsa de papel
sobre el asiento. —Tenemos esto para ti. No sé si es algo que
quieras usar, pero Gabriel dijo que te facilitaría las cosas con el
bebé y todo, así que podrías usarlo, pero si no lo haces, eso
también está bien. Quiero decir, no tienes que hacerlo. Es solo
que comprar sin tus manos tiene que ser difícil y sé que no me
gusta, pero no puedes pedirle a Sal que camine exactamente, así
que...
 —Gracias, Iren, —dijo Sean mientras tomaba la bolsa. —Estoy
seguro de que será perfecto.
La curiosidad de Sean explotó cuando abrió la bolsa y sacó una
especie de artilugio hecho de tela azul. Tardó un momento en
descubrir qué era. Su sonrisa era genuina y cálida.
—Es perfecto. —El que Keenan le había prestado antes había
sido genial. Tener uno propio que pudiera usar cuando quisiera
casi le alegraba el día.
Iren sonrió.
157
Sean salió de la camioneta y luego se acomodó el portabebés
en su pecho. Le tomó un momento ajustar las correas para que
quedaran bien, pero una vez que lo hizo, volvió a meter la mano,
01/2021
sacó a Sal de su asiento de bebé y lo puso en el portabebés.
En silencioso elogio, Sean elogió a la persona inteligente que
lo había inventado. Sal estaba acurrucado contra su pecho y
tenía un uso completo de sus manos. Era perfecto, y Sal parecía
pensarlo también. Una vez que Sean lo cubrió con la manta de
bebé, el amor se apagó como una luz.
Cuando Dan se unió a Sean, tenía la correa del bolso del bebé
sobre su hombro y la mano de Danny en la suya. Colocó la otra
en la base de la espalda de Sean. Pequeñas chispas de placer
irradiaban de la mano de Dan y la felicidad hizo que el día fuera
más brillante. Juntos, se dirigieron a la acera.
—¿Tienda de bebés primero? —Preguntó.
Sean sonrió.
—Tienda de bebés primero—. Quería quitar eso del camino
mientras Sal dormía. No era como si Sean realmente necesitara
prepararlo para algo. Era del tamaño de un enano. Necesitaba
ropa del tamaño de un enano.
Fueron seguidos a la tienda por su hermano, Keenan, Macon,
Iren y Kane. Nash se detuvo junto a la puerta y esperó, siempre
observando cada movimiento de Sean. Un vistazo rápido por la
ventana le dijo a Sean que los demás estaban esperando junto a
los vehículos.
Sean tuvo cuidado con lo que eligió. Sal todavía dormía la
mayor parte del tiempo, así que no necesitaba mucho.
158
Ciertamente no necesitaba nada elegante. Bodys y pijamas con
patas le irían bien.
Además, no tenía mucho dinero.
01/2021
Encontró un atuendo que era lindo, quiso conseguirlo y vestir
a Sal en ese momento. Hasta que miró la etiqueta del precio.
Costaba casi tanto como los cuatro pijamas que había
encontrado juntos. Sean suspiró y siguió adelante. Tal vez podría
conseguir un trabajo o algo y volver a buscarlo más tarde. Por
supuesto, Sal probablemente lo habría superado para entonces.
—¿Sean?
Sean se volvió para mirar a Dan.
—¿No vas a conseguir esto? —Levantó el atuendo que había
estado mirando.
—Es muy caro, Dan.
—¿Lo querías?
Las mejillas de Sean se sonrojaron de vergüenza cuando se
acercó a Dan. Odiaba admitir que no tenía dinero para vestir a
los niños como quería. Bajó la voz a un susurro cuando habló.
 —No puedo pagarlo. Entre lo que necesita Sal y lo que
necesita Danny, se necesitarán casi todos mis fondos.
Los rasgos de Dan se suavizaron.
—Bebé, ya no estás solo en esto. Los niños son nuestra
responsabilidad, no solo tuya.
Sean lo sabía, pero...
—Si quieres este atuendo, cómpralo—. Dan se lo puso en las
manos. —Tenemos el dinero para pagarlo. Demonios, podríamos
comprar toda la tienda y aun así pagarlo.
159
¿Qué? Sean estaba seguro de que sus cejas debían de tocar la
línea del cabello.
—Sean, tuve treinta años de carrera como oficial de policía y
01/2021
ahora tengo una pensión. No somos ricos, pero estamos
cómodos. Consigue lo que necesiten los niños y deja de mirar las
etiquetas de precios. Podemos pagar eso.
Sean sabía que estaba parado allí con la boca abierta, pero
estaba un poco en shock. Nunca había tenido dinero para gastar.
Demonios, nunca había tenido dinero. El dinero que tenía, lo
robó cuando escapó del Alfa Boddie.
Todavía se sentía culpable por eso.
Dan sonrió.
—Somos compañeros, ¿recuerdas?
Sean asintió.
—Bueno, no estoy seguro de cómo son exactamente las cosas
entre compañeros, pero me imagino que no puede ser muy
diferente a un matrimonio humano, y en un matrimonio, la
gente comparte todo.
 —Es así para los compañeros también.
—Entonces lo que es mío es tuyo y lo que es tuyo es mío,
¿correcto?
Sean asintió.
—Entonces deja de preocuparte por el dinero y dales a los
niños lo que necesitan—. La sonrisa fácil de Dan mientras se
encogía de hombros le hizo sonreír. —Y tal vez algunas cosas
que no necesitan.
Sean sintió que las lágrimas le picaban en los ojos.
160
—Te dije que te amo, ¿verdad?
La sonrisa de Dan creció.
—Yo también te amo.
01/2021
Y esa era la mejor parte de ser compañeros.
 Capítulo quince

Dan sabía que estaban recibiendo algunas miradas de

curiosidad cuando entraron en el restaurante, pero eso era de
esperar. Por un lado, había muchos de ellos. Con la excepción de
161
Aetius, Bishop e Ian, toda la manada había llegado a la ciudad.
Se dirigieron al gran reservado de la esquina. No cabrían
todos, pero sí suficientes. Dan estaba realmente emocionado de
01/2021
traer a todos aquí. Le encantaba el lugar y había disfrutado al
menos de una comida cada semana aquí durante los últimos
treinta años. Tenían buena comida.
—No aceptamos a los de tu clase aquí.
Dan dejó de caminar y se volvió lentamente para mirar a la
camarera.
—¿Nuestra clase?
—Shifters—. Gina señaló el pequeño letrero al lado del
registro que decía que podían rechazar el servicio a cualquiera.
—No servimos a los shifter.
Eso no era algo que Dan hubiera estado esperando y le hizo
preguntarse con qué frecuencia los demás experimentaban
intolerancia como esta.
Gina era joven, tal vez tenía poco más de veinte años. Dan
sabía por experiencia personal que ella tendía a correr con la
gente equivocada. Cuando era sheriff, la había arrestado más de
una vez, principalmente por delitos menores.
—Todos tienen que irse, —dijo Gina.
—¿Dónde está Max? —Preguntó Dan. Gina podría ser una
cobarde, pero Max era un tipo empático y siempre lo había sido.
En lo que a Max se refería, mientras tu dinero fuera verde, no le
importaba quién eras. No aceptaba cheques.
Los ojos de Gina se lanzaron hacia la cocina antes de levantar
la barbilla y darle una mirada rebelde.
162
—Tienes que irte antes de que llame al sheriff.
Dan sonrió mientras se cruzaba de brazos.
—Llámalo y luego ve a buscar a tu jefe.
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Los ojos de Gina se abrieron como si no hubiera esperado esa
respuesta.
Dan sacó su teléfono celular y lo levantó.
—¿Quieres que le llame?
Gina resopló antes de irse furiosa e ir a la cocina. Un momento
después, la puerta de la cocina se abrió de nuevo y Max salió
furioso.
—¿Qué está pasando aquí?
Dan sonrió.
—Max.
El hombre entrecerró los ojos mientras estudiaba a Dan.
—Soy yo, Dan Miller—. Casi podía ver cómo el cerebro de
Max se aceleraba mientras procesaba el reclamo de Dan.
Los ojos de Max casi se salieron de su cabeza.
—¿Dan?
 Dan se acercó para estrecharle la mano.
—Hola, mi viejo amigo.
—¿Qué te ha pasado? —Max preguntó mientras miraba a Dan
de arriba a abajo. —Te ves cómo lo hacías en los primeros años
cuando eras sheriff.
—Fui atacado por el Alguacil Ferris y el Alfa Wilde tuvo que
convertirme en un shifter para salvar mi vida.
Los ojos de Max se lanzaron al grupo que los miraba. Él asomó
la barbilla.
163
—¿Es él?
Dan hizo un gesto a Macon.
—Alfa, ¿vendrías a conocer a uno de mis amigos más antiguos
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y queridos?
Macon dejó a Keenan y a su hijo protegidos por los demás y se
acercó para estrechar la mano de Max.
—Es bueno conocer a un amigo de Dan.
—¿Alfa Wilde? —Max frunció el ceño mientras miraba a Dan.
—Pensé que todos estaban muertos.
—Macon sobrevivió después de que sus padres y la manada
fueran masacrados. Ha vuelto para restablecer la manada de
lobos Wilde—. Dan volvió a sonreír. —Les dije que este era el
mejor lugar de la ciudad para comer.
Max miró por un momento antes de inclinarse cerca de Dan.
—¿Tienen efectivo?
Dan se rio, sabiendo que todos podían escuchar lo que decía
Max.
—Está cubierto, Max.
 Max sonrió.
—Está bien, ¿qué quieres comer? Puedo cocinar cualquier
cosa.
—Bueno, nos estábamos preparando para sentarnos y ordenar,
—dijo Macon, —pero nos dijeron que no sirven a los de nuestra
clase aquí.
Las cejas grises de Max se juntaron.
—Ahora, ¿quién te dijo eso?
—Gina, —respondió Dan.
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Max puso los ojos en blanco.
—No sé qué voy a hacer con esa chica. La mitad del tiempo ni
siquiera se presenta a sus turnos. La única razón por la que la
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mantengo es porque nadie más la contratará y su tía me lo pidió
también.
—Y te gusta su tía.
Las mejillas de Max se sonrojaron.
—Ella es una buena mujer.
—Podrías intentar invitarla a salir, —dijo Dan. Max y Donna
habían estado bailando juntos desde la escuela secundaria. —
Ella ha estado esperando años para que saques la cabeza de tu
trasero y te des cuenta de que ella está ahí.
Max miró hacia abajo y arrastró los pies.
—Sabes que no puedo hacer eso, Dan. Donna es una mujer
demasiado buena para querer involucrarse con gente como yo.
Solo soy un cocinero.
—Max, construiste este restaurante desde cero y lo has
mantenido en funcionamiento durante más de treinta años. Eres
un empresario exitoso, no un cocinero—. Golpeó suavemente a
Max en la parte posterior de la cabeza. —Pregúntale a ella.
Dan realmente quería poner los ojos en blanco. Le había
estado diciendo a Max durante años que la invitara a salir. Pero
tenía algo más urgente que hacer que meterse en la vida
amorosa de Max. De acuerdo, se había entrometido de nuevo,
pero ahora había terminado. De verdad. Le tendió la mano a
Sean.
—Max, quiero que conozcas a alguien.
165
Sean se mordió el labio inferior mientras caminaba hacia el
lado de Dan con Danny a cuestas. Esa señal reveladora le dijo a
Dan sobre el nerviosismo de su pareja. Envolvió su brazo
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alrededor de los hombros de Sean y lo empujó contra su costado
antes de guiar a Danny para que se parara frente a él al mismo
tiempo.
—Max, este es mi compañero, Sean, y nuestros chicos, Danny
y Sal.
Los ojos de Max se agrandaron más de lo que Dan los había
visto nunca.
—¿Tienes niños? —Alguien espetó detrás de él.
Dan se puso rígido y se volvió.
—Terrence.
Esta no era la forma en que quería presentarle a sus hijos. Si
bien podían no ser de su sangre, Danny y Sal eran suyos, al igual
que Terrence. Es hora de morder la bala y sacar los hechos a la
luz.
 —Este es mi hijo, Danny—. Hizo un gesto al niño de diez años
que estaba frente a él, luego al bebé atado al pecho de Sean. —Y
este es mi hijo, Sal—. Tragó con fuerza, inseguro de la reacción
de Terrence. —Muchachos, este es el Sheriff Terrence Miller,
vuestro hermano.
La cara de Terrence palideció y adquirió un tono verde antes
de ruborizarse con un rojo brillante.
—Entonces, fui yo. Nunca estuviste cerca cuando yo estaba
creciendo. Me dije a mí mismo que la ciudad te necesitaba más
166
que mamá y yo. Resulta que no nos querías a nosotros.
Dan agarró a Terrence del brazo antes de que el hombre
enojado pudiera darse la vuelta. Su corazón se rompió por el
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dolor que nadaba en los ojos de su hijo mayor.
—Escucha con atención, Terrence Magee Miller—. Se inclinó
hacia adelante, asegurándose de que Terrence viera la verdad en
su rostro. —Me equivoqué al no ponerte a ti y a tu madre
primero. Ningún trabajo debería ser más importante que una
familia. Por eso, lo siento mucho—. Dan no era del tipo que
suplicaba, en cambio dijo lo que era, —El destino me ha dado
otra oportunidad y trajo a Sean, Danny y el pequeño Sal a mi
vida. No voy a meter la pata esta vez. Espero que puedas ver la
manera de darles la bienvenida a nuestra familia, una familia de
la que quiero que formes parte.
Terrence abrió la boca, pero antes de que pudiera decir algo,
unos gruesos brazos musculosos se envolvieron alrededor del
pecho de su hijo por detrás, rompiendo el agarre de Dan.
—Compañero, —gritó Nash.
 El asombro mantuvo a Dan inmóvil mientras Terrence
empezaba a luchar.
Macon agarró la muñeca de Nash.
—Déjalo ir, Nash.
—Compañero, —insistió Nash, levantando a Terrence de sus
pies.
—Fuera, ahora —ordenó Macon.
Dan se volvió hacia Sean.
—¿Por qué no les das algo de comer a los niños? Necesito...
167
—Ve, ve—. Sean hizo un movimiento de espanto con las
manos. —Tengo esto.
Dan sonrió antes de presionar un rápido beso en los labios de
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Sean.
—Eres el mejor.
—Y no lo olvides.
Dan miró a Kane, que estaba junto a Keenan e Iren.
El hombre asintió.
—Yo los vigilaré.
—Gracias, —dijo Dan antes de correr hacia la puerta. Vio a
todos moverse hacia el costado del edificio. Cuando llegó a la
acera, corrió tras ellos por un callejón largo y estrecho. Sabía lo
suficiente para saber que Nash en realidad podría tener un
derecho legítimo sobre Terrence, pero aún sentía que necesitaba
ir a salvar a su hijo.
Cuando llegó al final del callejón, patinó hasta detenerse ante
un pequeño estacionamiento. Se tragó el miedo mientras se
colocaba detrás de Macon. No reconoció a los hombres que
estaban frente a ellos, pero no tuvo ningún problema en ver las
armas apuntando en su dirección.
Dan respiró sutilmente por la nariz y olfateó al shifter gato.
León para ser exactos. Además del hombre que dirigía el grupo,
había siete hombres grandes y musculosos que tenían el borde
de guardias o guerreros. No importaba quiénes o qué fueran,
todos parecían letales.
—Todos mantengan la calma, —envió Macon en silencio.
Dan se sacudió un poco, sin esperar escuchar a Macon en su
168
cabeza mientras estaba en forma humana.
—¿Sabes lo que quieren? —Pensó mucho, esperando que
Macon pudiera oírlo. No tenía idea de cómo funcionaba esta
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mierda.
—Mi conjetura es que quieren a Sean y los niños.
Dan gruñó.
—Sobre mi cadáver.
Nadie se llevaba a su pareja.
Su piel se onduló a lo largo de sus brazos y su pecho comenzó
a tensarse. Sus músculos se tensaron mientras trataba de no
cambiar. Ahora no era el momento. Necesitaba seguir el
ejemplo de Macon, sin importar cuánto quisiera atacar.
—Danos al gamma y a los niños, —gruñó el del medio.
Sí, Macon clavó eso.
—No, —dijo Macon simplemente.
El tipo apuntó su arma ligeramente hacia un lado y apretó el
gatillo.
 —¡Terrence! —Dan se olvidó de jugar con calma cuando
Terrence gritó y su cuerpo se sacudió antes de colapsar al suelo.
Dan corrió hacia él, sin darse cuenta de que su hijo todavía
estaba envuelto en los brazos de Nash hasta que cayó de rodillas
junto a los dos hombres caídos. No tuvo que preguntar dónde
había golpeado a Terrence. La mancha roja de sangre que se
extendía por su hombro era una gran pista. Los ojos de Nash
estaban cerrados y el hombre también permanecía inmóvil.
Dan se quitó la camisa y la presionó contra la herida de
169
Terrence.
—Vas a estar bien, hijo.
—¿Hijo? —Preguntó alguien, y luego se echó a reír. —Oh, esto
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es demasiado bueno.
Un escalofrío recorrió la espalda de Dan mientras se giraba
lentamente. El tipo de la pistola estaba detrás de él. Dan se
movió entre Terrence y el peligro.
—Deja a mi hijo en paz.
—Dame al gamma y lo consideraré.
—No. —Macon se dirigió hacia el hombre con Izzy a su lado.
El hombre en realidad sonrió mientras se giraba y apretó el
gatillo dos veces seguidas. Dan vio con horror cómo Macon e
Izzy caían al suelo. Macon se movía, pero la sangre estaba
volviendo rápidamente roja su camisa verde pálido. Dan
parpadeó ante el resplandor azul plateado que provenía del
desgarro en la camisa del alfa. Izzy tenía su mano presionada
contra su costado mientras trataba de darse la vuelta, se detuvo y
colapsó.
 Dan sabía por qué Macon no había ordenado un ataque. Por un
lado, estaban en la ciudad. Había demasiadas posibilidades de
que un civil inocente resultara herido. Y dos, había muchos más
shifter rodeando al león que los de la manada de lobos Wilde, y
estaban armados. Ahora el alfa estaba caído y estaban en
problemas.
Su mente se apresuró a encontrar una salida a este lío.
—¿Intentamos de nuevo? —Preguntó el tipo.
Dan gruñó mientras se levantaba lentamente.
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—No vas a conseguir a mis hijos ni a mi pareja. Te mataré
primero.
Las cejas del hombre se arquearon.
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—¿Tu pareja? ¿El gamma es tu pareja?
A Dan no le gustó la sonrisa que apareció en el rostro del
chico. Especialmente no le gustó cuando apuntó con el arma a
Terrence.
—Dame al gamma o mataré a tu hijo.
Las lágrimas punzaban en las comisuras de los ojos de Dan.
Sintió como si le partieran el corazón en dos. No podía elegir
entre su hijo y su pareja. Los amaba a ambos.
Se salvó de tener que tomar esa decisión cuando un fuerte
aullido enfurecido dividió el aire. El hombre de la pistola se
volvió para ver qué pasaba. Dan aprovechó esa oportunidad y se
abalanzó sobre él. Ambos cayeron al suelo, rodando mientras
luchaban por controlar el arma. Dan la oyó sonar. El dolor abrió
un camino a través de su brazo, aturdiéndolo
momentáneamente. En todo su tiempo como oficial de policía,
nunca le habían disparado. Su sorpresa le dio al tipo suficiente
tiempo para alejarse.
Dan escuchó a alguien gritar, pero había tantos gritos y
gruñidos a su alrededor que le costaba identificar de dónde
venía el sonido. Agarró su brazo, cubriendo el agujero de la bala
con sangre brotando.
Macon y un lobo muy grande del que estaba bastante seguro
era Izzy, estaban luchando contra cinco de los hombres que los
habían abordado. La sangre pudo haber enmarañado el pelaje
171
del costado de Izzy, pero la herida no parecía estorbarlo. El
enorme lobo le arrancó la garganta a uno de los hombres antes
de derribar a otro. Cuando se volvió hacia un tercer hombre,
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Macon colocó a un tipo con una patada en la cabeza y comenzó a
intercambiar golpes con el quinto.
Un rugido fuerte, enfurecido, pero angustiado, explotó detrás
de él. Cuando Dan se volvió, vio al león herido detrás de él,
cubierto de sangre y tambaleándose unos metros antes de caer
al suelo. El corazón de Dan tronó en sus oídos y el horror
envolvió su alma. Él entendía la rabia y el dolor de Nash.
Terrence se había ido.
El chirrido de los neumáticos al deslizarse sobre el asfalto sacó
a Dan de su pesadilla. Miró hacia arriba para encontrar tres
furgonetas deteniéndose con Keenan, Iren y Sean detrás de los
volantes.
La puerta del lado del pasajero trasero se abrió y Kane saltó.
Abrió la parte superior de una gran caja de metal en la caja de la
camioneta y sacó un paquete de bridas.
 —Date prisa —ordenó Macon. —Asegura y carga a estos tipos.
Tenemos que salir de aquí antes de que aparezca la policía.
—Dan.
Sean corrió hacia Dan, sus ojos llenos de lágrimas.
—Haz lo que dice el alfa—. Dan sabía que sonaba brusco. Se
disculparía más tarde. Ahora se trataba de seguir órdenes y salir
de esta peligrosa situación de una pieza.
Entre el uso de armas, los shifter —muertos y moribundos—
sin mencionar el sheriff y el ex sheriff atrapados en el medio,
172
todos se encontrarían en la cárcel si los agentes locales llegaban
antes de que pudieran salir de allí. El Consejo shifter
intervendría, excepto que Dan tenía sus dudas sobre algunos de
01/2021
sus miembros. Algo parecía extraño en ellos.
—Pero tu brazo.
Dan tomó la mejilla de Sean usando su brazo ileso.
—Amor, se llevaron a Terrence. Necesitamos reagruparnos en
la mansión, interrogar a los que quedan y encontrar a mi hijo.
Sean asintió. Dan fue a agarrar las piernas atadas con
cremallera de un hombre mientras Kane levantaba los hombros,
pero descubrió que su brazo no se movía. Se miró la manga
empapada de sangre. Gris bailó en los bordes de su visión y su
lobo gimió.
—Dan, ve a sentarte en el camión—. Keenan apoyó la mano
sobre la herida de Dan. —Solo daré un pequeño impulso a tu
curación shifter.
 Una luz azul plateada brillaba entre los dedos del compañero
alfa. El calor abrasó los bordes crudos de la carne arrancada por
la destrucción de la bala.
Dan gimió. El mundo comenzó a inclinarse. Desde lejos
escuchó el grito de Sean, pero no pudo distinguir las palabras.
Quería hablar, quería detener el repentino caos que lo invadía.
Quería el control.
Nada tenía sentido y luego todo se volvió negro.
173

01/2021
 Capítulo dieciséis

Sean se sentó en el borde de la cama y tomó la mano de Dan.

La bala había atravesado su brazo y se había alojado en su
costado. El toque curativo del compañero alfa había ayudado a
174
sacar la bala, pero el impacto de sus heridas y su nuevo cuerpo
de shifter tratando de repararse a sí mismo tan pronto después
del horrible trauma original había sido demasiado. El pobre
01/2021
cuerpo de Dan se había apagado.
Las lágrimas rodaron por las mejillas de Sean. Los breves
buenos tiempos habían terminado. El miedo helado se incrustó
en todo su interior. El mal había llegado.
—Para.
El susurro duro sacó a Sean de su fiesta de compasión. Miró a
Dan y descubrió que sus ojos estaban abiertos y brillando de
emoción. La intensidad de esas emociones era tan fuerte y
confusa que Sean no pudo descifrar dónde estaba la cabeza de
Dan y cómo debía responder.
—¿Están los niños a salvo?
Sean asintió.
—Ambos están durmiendo.
—¿Ha muerto alguno de nuestra manada?
Esta vez Sean negó con la cabeza.
 —Algunas lesiones, pero nada que los cambios múltiples y el
sueño no pudieran curar.
—Seca tus lágrimas, amor. Si nuestra manada está intacta,
somos fuertes. ¿Cuánto tiempo he estado fuera?
Sean vaciló. Sabía que a Dan no le gustaría la respuesta.
Dan tomó la mano de Sean y tiró. Sean se encontró extendido
sobre el pecho de Dan y encerrado en su abrazo.
—Nunca tengas miedo de decirme nada—. Los dedos de Dan
pasaron por el cabello de Sean. —Juntos resolveremos lo que se
175
debe hacer en cada situación.
—Has estado durmiendo durante bastante tiempo, —confesó
Sean. —Es temprano en la mañana. La pelea y el secuestro de
01/2021
Terrence ocurrieron ayer alrededor del mediodía.
Sintió que las emociones de Dan se apagaban. El miedo que
Sean experimentó antes no era nada comparado con su terror
ahora. Casi cada centímetro de su cuerpo estaba encima de Dan,
pero una gruesa pared había bloqueado la verdadera esencia de
su pareja.
Sean levantó la cabeza y miró hacia abajo. Un maniquí de
plástico podría estar mirándolo.
—¿Dan?
Sean pudo respirar mejor cuando Dan parpadeó y una
pequeña sonrisa curvó sus labios.
—Vamos abajo y veamos qué ha planeado el alfa.
Sean inclinó la cabeza y estudió a su pareja. Algo estaba mal.
Entonces se dio cuenta de lo que estaba pasando. Tranquilo,
aunque podía parecerlo, por dentro, Dan estaba furioso. Sean
también sintió que la mente de Dan estaba tramando. No tenía
ninguna duda de que Dan estaba usando su experiencia y
conocimiento como oficial de la ley para planificar el rescate de
Terrence. Para Sean, demostró la inmensidad de la integridad e
inteligencia de su pareja que consultara a su alfa en lugar de
despegar a ciegas por su cuenta.
—Te amo. —Y él lo hizo. Amaba a Dan con todo su corazón y
alma.
Dan tomó a Sean por los hombros con suavidad y lo ayudó a
176
ponerse de pie.
—Yo también te amo.
Una parte de Sean esperó a que Dan se levantara de la cama.
01/2021
Sabía que el hombre estaba preocupado por su hijo mayor, pero
Sean no pudo resistirse a comérselo con los ojos. Vestido solo
con calzoncillos tipo bóxer, su compañero estaba haciendo un
mini show de piel empolvada de cabello sobre los músculos
flexionados. Quizás fuera un mal momento. Pero él no dejaría de
mirar un poco.
Dan empezó a moverse, vaciló y miró su brazo y costado
vendados y cubiertos. Al momento siguiente, un hermoso lobo
se paró en la cama. En un abrir y cerrar de ojos, el humano Dan
estaba de vuelta.
—¿Mejor? —El vendaje se había caído y la piel rosada
reemplazó a las heridas abiertas.
Dan agarró un par de jeans de la cómoda.
—Sí, lo suficientemente bueno—. Dan miró a su alrededor. —
¿Dónde están durmiendo los niños?
 —Ian se ofreció a vigilarlos mientras yo te cuidaba—. Sean
había llegado a amar la mentalidad de esta manada. Todos
ayudaron con los niños. —Los revisé hace un rato. Ian es bueno
con los niños.
Dan entrelazó sus dedos y sacó a Sean del dormitorio.
—Me alegro de que el pequeño zorro haya encontrado algo de
felicidad. Se esconde la mayor parte del tiempo.
Sean no podría estar más de acuerdo. Las oleadas de dolor
reflejadas en los ojos de Ian a veces hacían que Sean quisiera
177
llorar. No sabía exactamente qué estaba pasando con Ian, pero
parecía mucho.
Una vez que salieron del dormitorio y caminaron por el pasillo
01/2021
hacia la escalera, Sean escuchó gritos. Reconoció la voz de su
hermano.
Sean se apresuró a bajar los escalones. La gente moría cuando
Nash perdió el control. En un esfuerzo por evitar el
derramamiento de sangre, Sean corrió hacia la cocina. Patinó
hasta detenerse en la puerta, la escena en la cocina lo dejó
inmovilizado.
Todos estaban reunidos alrededor de la mesa repleta de
comida. Todos comían con un hambre reflejada en el rugiente
vientre de Sean. Nadie parecía prestar atención a Nash y sus
ruidosas quejas.
Sean parpadeó y luego volvió a parpadear. Su hermano estaba
de pie junto a la pared, excepto que la mayor parte de su cuerpo
estaba hundido en la pared. Solo se veían su rostro, manos y la
punta de sus botas. No es de extrañar que su hermano de rostro
rojo estuviera enfadado como el infierno. La casa estaba
haciendo lo suyo. Sean apretó los labios. No se reiría. No, no lo
haría.
—Déjame ir, —gritó Nash.
Macon tomó un sorbo de café antes de decir:
—No creo que Belle Grove esté escuchando.
—Tal vez debería olfatearme, —murmuró Iren.
—¿Por qué está haciendo esto? —Los dedos de Nash se
curvaron en puños. —Mi compañero…
178
—Nash—. Macon levantó un dedo, deteniendo el siguiente
estallido del shifter. —Suficiente.
Nash pudo haber cerrado la boca, pero sus ojos ardían de ira y
01/2021
frustración. Sean no podía culparlo por estar molesto. Si Dan o
los niños faltaran, nada detendría su búsqueda. Sean examinó la
situación actual de Nash. Bueno, tal vez una pared que lo
atrapara lo detendría por un tiempo.
Sean quería ir con su hermano y tratar de calmarlo. Como si
escuchara sus pensamientos, Dan le apretó la mano y negó con
la cabeza.
Dan acercó una silla a Sean. Una vez que estuvo sentado, su
pareja se sentó en la silla junto a él. Debajo de la mesa, sus
piernas se juntaron. Esos pequeños gestos de respeto y afecto
contribuyeron en gran medida a borrar el dolor del pasado de
Sean.
Pronto, los platos de Sean y Dan se llenaron de jugosos bistec
y huevos fritos. Aetius colocó pequeños cuencos de fruta
cubiertos de crema dulce junto al plato de todos antes de
reemplazar un plato vacío por uno lleno de patatas fritas. Sean
tuvo que admitir que el chef sabía lo que hacía. Comían como si
fueran reyes en cada comida.
Después de palear inicialmente la deliciosa comida en su boca
tan rápido como pudo, Sean disminuyó la velocidad y saboreó
los diferentes sabores que estallaban en sus papilas gustativas. Se
dio cuenta de que otros estaban empezando a dejar los tenedores
y reclinándose en sus sillas.
Keenan se puso de pie, tomó dos platos y comenzó a llenarlos
179
con comida antes de dejarlos en el lugar vacío junto a Macon.
—¿Estás listo para reabastecer tu cuerpo, sanar y unirte al
resto de nosotros en la planificación del rescate de Terrence? —
01/2021
Macon le preguntó a Nash.
—Sí, alfa—. La mandíbula de Nash se endureció y sus cejas se
hundieron en un ceño fruncido.
Macon mordió un rollo de canela y tomó otro sorbo de café
mientras Nash permanecía atrapado en la pared. La tensión se
arrastró por la habitación mientras todos observaban la batalla
de voluntades.
El corazón de Sean se hundió. La casa no iba a liberar a Nash
hasta que su hermano cooperara. El hombre terco iba a estar
atrapado allí durante años.
—Nash, —habló Keenan—. Tu pareja también resulta ser el
hijo de Dan. Entiende la necesidad de confiar en su alfa y
prepararse para lo que podría ser una batalla para recuperar a
Terrence—. La voz de Keenan adquirió un tono que nadie había
escuchado nunca del compañero alfa, por lo general suave. —
Ahora, contrólate. Tu comida se está enfriando.
Sean se puso de pie y se acercó a su hermano. Tal vez si
intentaba razonar con él, Nash dejaría de cabrear al alfa y a su
pareja. Nada bueno vino de un alfa enojado. Boddie siempre
había estado enfadado, incluso cuando parecía no estarlo. Sean
había aprendido a desconfiar de él en todo momento.
Dan puso su mano sobre el brazo de Sean, tirando de él hacia
abajo.
180
—Cuidado.
—Sean.
Sean casi saltó de su piel ante la llamada de Macon. Solo el
01/2021
brazo de Dan deslizándose sobre sus hombros y abrazándolo
fuerte mantuvo a raya el pánico.
—Elimina tus barreras, —instruyó Macon. —Usa tu don para
entender a tu alfa.
Sean no podía respirar. Nunca usó sus dones. Eran tabú.
El suave roce de los labios de Dan sobre su sien ayudó a liberar
el miedo que lo estrangulaba. Miró a Dan. Sabía que debía
obedecer a su alfa, pero no sabía si podría hacerlo. El rígido
control que había dominado a lo largo de los años lo había
mantenido con vida y no estaba seguro de que fuera posible
derribar las paredes.
—Respira y busca, amor, —instó Dan. —Nuestro alfa nunca
pediría nada malo. Relájate, estoy aquí.
Sean besó a Dan antes de mirar a Macon. Afuera, podía
parecer como si estuviera hecho de piedra, pero por dentro tenía
los nervios fritos y el estómago revuelto. Mientras Macon
sostenía su mirada, Sean bajó la parte superior de sus barreras
protectoras una pulgada tentativa.
Eso fue suficiente. La persona que era su líder, su alfa, se
mostró con una claridad cristalina. Fuerte, honorable y firme
como una roca.
Sean pudo sentir que sus ojos se agrandaban por la sorpresa.
—No estás enojado.
—No, no lo estoy.
181
Sean ladeó la cabeza.
—¿Por qué no?
Una sonrisa secreta cruzó el rostro de Macon.
01/2021
—No tengo ninguna razón para estar enojado en este
momento, pero incluso si lo hiciera, nunca te lastimaría a menos
que hubieras traicionado a la manada de alguna manera.
—El Alfa Boddie siempre estuvo enojado. Siempre, siempre y
era vicioso y mezquino.
La sonrisa de Macon se ensanchó cuando miró a su pareja.
—Preferiría ser feliz, y tengo mucho de qué estar feliz.
Sean también lo hizo, pero también sabía que no estaría
completamente feliz hasta que recuperaran a Terrence. El hedor
dulce y enfermizo de la infelicidad de Nash y de su pareja era
claro para todos en la habitación, lo que tiró del corazón de Sean.
Hasta que sus seres queridos estuvieran felices y en paz, sus
propias emociones no se calmarían.
Miró a su hermano, todavía encajado en la pared. Por un
momento, consideró tomar una foto sólo para poder mostrarle
algo a Nash la próxima vez que perdiera los estribos. Quizás lo
pensaría dos veces antes de enojarse con Macon y hacer enojar a
la casa. Sean contuvo una risita. Apestaba ser él.
—¿Estás listo para unirte a nosotros para el desayuno? —
Preguntó.
Sean no podía ver cómo los hombros de Nash se hundían al
estar envuelto en yeso y todo eso, pero sintió que la pelea se le
escapaba. Le tomó un momento levantar los ojos hacia Sean y
dar un mínimo asentimiento.
182
Sean se volvió para mirar a Macon.
—¿Puedes soltarlo, Alfa?
Incluso mientras decía las palabras, la pared comenzó a
01/2021
retraerse, liberando a Nash de su agarre. Nash sacudió todo el
cuerpo antes de moverse alrededor de la mesa para sentarse
junto a Sean. Miró por encima del hombro a la pared. Después
de un momento se dirigió a Macon.
—Mis disculpas, Alfa Macon. —Miró a Keenan. —Compañero
alfa.
Macon asintió con la cabeza antes de recoger los platos
cargados de comida y entregárselos a Nash.
—Come. Te necesitaremos en plena forma para ir a buscar a
Terrence.
Nash miró por un momento, casi como si no pudiera creer las
palabras del alfa.
—¿Realmente vamos tras él? ¿No solo yo?
—Vamos, —confirmó Macon. —Terrence es el hijo de Dan y
tu... ¿compañero?
 Nash asintió.
—Él lo es.
Sean se volvió hacia Dan. La confirmación al alfa de que Nash
y Terrence eran compañeros lo hizo real. De alguna manera,
pensó que el padre de Dan todavía veía a su hijo como un niño
pequeño y no como un adulto. No le tranquilizó el ceño fruncido
en el rostro de Dan. No conocía a Dan lo suficientemente bien
como para entender exactamente lo que significaba esa mirada,
pero podría ser todo evitar pensar en su hijo y el sexo caliente y
183
sudoroso del apareamiento.
—¿Dan?
Dan miró por otro momento antes de volverse hacia Sean. El
01/2021
rastro de una sonrisa en sus labios no calentó la mirada fría y
dura en sus ojos.
—Estoy bien, Sean.
No, no lo estaba, pero Sean no estaba dispuesto a decírselo
delante de todos. Conocía el poder de tener un frente unido.
Había sido una fuerza unida con Nash toda su vida. Siempre
había cosas que no quería que los demás supieran, que Nash no
quería que los demás supieran.
Sean frunció el ceño mientras miraba su plato casi vacío. Eran
más poderosos juntos que solos. Eso es lo que debía ser una
manada. Juntos.
Macon dejó su taza de café sobre la mesa con un pequeño
golpe que llamó la atención de todos y comenzó la planificación.
 —Mientras nos curamos de nuestras heridas, Cutter y Slater
interrogaron a los shifters leones que habíamos capturado y
traído de regreso.
Cutter sonrió.
—Los muertos no tenían mucho que decir.
—Ninguno de ellos hablaría hasta que razonamos con ellos, —
agregó Slater. —¿Quién diría que los leones podrían cantar
como canarios?
Sean había reconocido a esos leones shifter. Eran los guardias
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más duros del Alfa Boddie. Eran viciosos hasta la médula. Hacer
que soltaran sus tripas habría requerido más que amenazas o
una paliza. Diablos, Boddie los golpeaba por diversión cada vez
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que la idea se apoderaba de él.
Macon sonrió y asintió.
—El resultado final de esa discusión es que ahora sabemos
dónde se encuentra Boddie. El truco estará en cómo
rescataremos a las mujeres y los niños que está reteniendo
contra su voluntad, sin que ninguno de ellos muera. La
naturaleza de Boddie no le permitirá perder sin repercusiones—.
La comisura de la boca de Macon se tensó. —Me temo que las
víctimas pueden estar pagando el precio del fracaso de Boddie
ayer.
—Él no está allí, —espetó Sean. —O, si él está allí, las mujeres
y los niños han sido trasladados.
—No confía en nadie, —agregó Nash.
—Explica, —exigió Macon.
 —Boddie nunca permanece mucho tiempo con sus víctimas,
—dijo Sean. —No confía en que uno de sus hombres no lo
traicione y le diga a alguien dónde están detenidas las víctimas o
lo entregue a las autoridades.
—Siempre está en movimiento, —agregó Nash. —Nunca se
queda en un lugar más de una noche.
—Si averiguas dónde están detenidos las mujeres y los niños,
—dijo Sean, —Boddie no estará allí, especialmente si algunos de
sus hombres fueron capturados. Moverá a todos, pero se irá a
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otro lugar.
—¿Hay un patrón a dónde va? —Preguntó Keenan.
Sean miró al compañero alfa, lleno de confusión.
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—¿Patrón?
—¿Va a los mismos lugares o a un lugar nuevo cada vez? Y si
va a los mismos lugares, ¿son exactamente los mismos lugares
cada vez? ¿Como si estuviera revisando una lista de casas
seguras o algo así?
—Oh. —Sean frunció el ceño mientras consideraba las
palabras de Keenan. En realidad, nunca lo había pensado.
—Tal vez podrías darnos una lista de los diferentes lugares a
los que va y podemos ir desde allí, —sugirió Macon.
—Podemos intentarlo, —respondió Sean. No estaba al tanto de
todos los lugares donde se alojaba Boddie. Por lo general, lo
habían agrupado con las mujeres y los niños. Prácticamente no
veía a Boddie a menos que el hombre quisiera darle una paliza o
usarlo como un peón contra su hermano o socios comerciales.
 Cuando Keenan le entregó una libreta y un bolígrafo,
comenzó a escribir todos los lugares a los que Boddie lo había
llevado, al menos los que recordaba. No tenía direcciones
exactas, pero podía dar descripciones e instrucciones.
Una vez que terminó, le pasó la libreta a su hermano y le
entregó el bolígrafo. Nash lo leyó y luego agregó algunos
lugares más y algo de información al final de la lista de Sean.
Para cuando ambos terminaron, habían enumerado siete
lugares diferentes repartidos por todo el estado. Puede que no
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pareciera una lista larga, pero la distancia entre los escondites de
Boddie dificultaba el proceso de verificación.
Macon le entregó la lista a Izzy.
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—Utiliza tus contactos y comunícame los resultados.
—Haré lo que pueda, —dijo Izzy, —pero no prometo nada.
Sean no tenía idea de lo que Izzy podía hacer, pero temía que,
fuera lo que fuese, no habría tiempo suficiente para rescatar a
Terrence antes de que fuera demasiado tarde. Sabía exactamente
lo sádico que era Boddie. Terrence no duraría mucho.
—Necesitamos encontrar a Boddie rápidamente, —dijo
mientras le lanzaba a su pareja una mirada de preocupación.
Deseó poder endulzar la verdad, pero tampoco había tiempo
para eso. —Tenemos unas veinticuatro horas para rescatar a
Terrence antes de que sea demasiado tarde, y ya hemos gastado
un montón de ese tiempo.
Dan respiró hondo y apretó la mano de Sean.
A Sean se le subió el corazón a la garganta cuando Slater entró
apresuradamente en la habitación. Por la tensión que irradiaba
el hombre y el ceño fruncido en su rostro, Sean sabía que lo que
tenía que decir no iba a ser bueno.
—Boddie está en la puerta—. Los ojos de Slater se dirigieron a
Dan y luego a Nash. —Tiene a Terrence.

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 Capítulo diecisiete

El miedo estaba vivo y coleando en el pecho de Dan. Se puso

de pie de un salto y comenzó a correr hacia la puerta hasta que
una gran presencia se paró frente a él. Dan gruñó y enseñó los
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dientes mientras miraba a Macon.
—Muévete.
—No.
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Gruñó de nuevo, el sonido retumbó a través de su pecho.
Macon simplemente arqueó una ceja como si esperara ver
cómo reaccionaba Dan.
—Ese es mi hijo.
—Lo sé, pero usa tu cabeza, Dan. Fuiste sheriff el tiempo
suficiente para saber que encontrarse con una situación como
esta no va a terminar bien para nadie.
Los hombros de Dan se hundieron. Sabía que Macon tenía
razón, pero la necesidad de rescatar a Terrence lo agobiaba.
—No puedo... —Dan se lamió los labios repentinamente secos.
—No puedo permitir que nada le pase a Terrence. Es mi hijo.
Macon tenía que entender eso. Tenía un hijo propio.
—Y recuperaremos a tu hijo—. La mano de Macon aterrizó en
su hombro, dándole un apretón. —Te prometo esto como tu alfa.
 Dan no tenía idea de por qué esas palabras significaban tanto
para él. Eran solo palabras. Pero le dieron la esperanza que no
había tenido unos segundos antes.
Él asintió con la cabeza.
—Está bien, Alfa.
—Keenan y Sean, llevad a Ian y los niños al sótano. Belle
Grove los protegerá. Aetius e Iren, quiero que los ayudéis a
protegerlos. El resto está conmigo.
Todos comenzaron a moverse de inmediato, casi como si lo
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hubieran planeado todo el tiempo. Keenan e Iren salieron de la
habitación para recoger a Ian y los niños, con Aetius
siguiéndolos con su habitual ritmo rígido controlado. Dan
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esperaba que Sean se fuera con ellos, así que se sorprendió un
poco cuando el hombre se acercó y se detuvo frente a él.
Sean se inclinó y presionó un pequeño beso en los labios de
Dan.
—Espero que regreses de una pieza.
Dan sonrió.
—Haré lo que pueda, pero no prometo nada.
Sean entrecerró los ojos.
—Al diablo que no.
Una calidez que Dan no recordaba haber experimentado
inundó su corazón antes de irradiarse a cada célula de su cuerpo.
A este hombre, a este hombre de aquí, le importaba si vivía o
moría. Demonios, estaba exigiendo que viviera.
Dan agarró a Sean y lo acercó lo más que pudo con cada uno
de ellos todavía en su propia piel. Enterró su rostro en el cuello
de Sean. Aspiró su fresca esencia limpia, escuchó el rápido latido
de su corazón y sintió el cálido aliento del hombre soplar sobre
su piel.
—Te lo prometo, compañero, haré todo lo que esté a mi
alcance para volver a casa contigo y con nuestros muchachos—.
Si alguien intentaba evitar que cumpliera esa promesa, moriría.
Así de simple en su mente. —Te amo, Sean.
Esas palabras nunca antes habían significado tanto para él.
—Yo también te amo, Dan, —le susurró Sean.
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Esas palabras significaron aún más.
—Cuida de nuestros muchachos—. Dan le dio un beso a Sean
en la frente, luego se obligó a darse la vuelta y seguir a Macon y
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los demás fuera de la habitación. Sentía como si estuviera
dejando su corazón atrás, pero también sabía que una parte de su
corazón estaba afuera en peligro.
Nunca entendió lo que la gente quería decir cuando decían
que su corazón se estaba partiendo en dos hasta ahora. Una parte
de él exigió que se quedara atrás y protegiera a su pareja y a sus
hijos. Otra parte de él exigió que fuera a rescatar a su hijo.
Sí, lo estaban partiendo en dos.
Tenía que confiar en los que custodiaban a Sean y los niños
mientras iba con los que iban a rescatar a Terrence.
—Izzy, toma el flanco izquierdo, —ordenó Macon. —Slater,
toma el flanco derecho. Nash, te quiero a ti y a Cutter en tu
forma animal. Dan, estás conmigo. Nadie debe hacer nada hasta
que yo dé la orden. ¿Está claro?
 Dan asintió. Puede que no le gustase, pero Macon estaba a
cargo.
—Nash, ¿entiendes?
—Sí, Alfa Macon, —respondió Nash.
—Muy bien vamos.
Los ojos de Dan se agrandaron cuando Nash y Cutter
cambiaron. Uno era un lobo. El otro era un león.
Sorprendentemente, eran aproximadamente del mismo tamaño.
Enormes.
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—Sé que esto va a ser difícil para ti, —le dijo Macon a Dan, —
pero realmente necesitas dejarme manejar esto. Como alfa de la
manada de lobos Wilde, tengo más influencia en esta situación
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que tú. Si tú atacas sin mi orden, el Consejo puede sancionarte y
alejarte de Sean y los chicos.
Dan tomó una respiración dolorosa mientras su mirada se
dirigía a Macon.
—¿Pueden apartarme de mi familia?
—Si atacas sin mi orden, sí. Aunque Boddie rompió las reglas
al tomar a Terrence y atacarnos en ese callejón, todavía tenemos
que seguirlas. Nuestras acciones tienen que ser francas incluso
cuando estamos en lo correcto.
Dan hizo una mueca. Como ex funcionario de las fuerzas del
orden público, entendió todo sobre seguir las reglas. Como
padre, necesitaba salvar a su hijo. Sus instintos le gritaban que la
vida de su hijo estaba en peligro y necesitaba eliminar esa
amenaza. Eso es lo que hacían los padres.
 Pero sus instintos también le dijeron que tenía que confiar en
Macon.
—Esperaré instrucciones tuyas.
Macon le dio unas palmaditas en el hombro.
—Recuperaremos a tu hijo, Dan.
Sí, pero ¿a qué precio?
Izzy y Slater desaparecieron entre el follaje que rodeaba la
casa. Nash y Cutter ocuparon lugares a ambos lados de Dan y
Macon cuando comenzaron a caminar por el camino de entrada
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hacia la puerta principal. Kane lo siguió.
—Estaría en el terreno si no fuera por la casa, —comentó Dan,
y quedó asombrado por la verdad de una frase tan extraña.
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—Belle Grove no se lo permitió, —respondió Macon como si
esa afirmación tuviera perfecto sentido.
Y para aquellos que vivían dentro de Belle Grove, así era. Dan
todavía estaba un poco nervioso por lo que podía hacer la casa,
pero no podía decir que se opusiera. En este momento, Belle
Grove era lo único que se interponía entre su familia y el
peligro. Si pudiera pensar en una forma de agradecer a la casa,
lo haría.
Pero eso se sintió demasiado extraño.
Dan se tensó y gruñó cuando vio a Terrence al otro lado de la
puerta. Estaba detenido entre dos hombres muy grandes e
imponentes. Dan miró rápidamente a su hijo. Odiaba los
moretones en la cara de su hijo y se preguntó cuánto daño
estaría cubriendo su ropa. Había una gran mancha roja en su
hombro, pero parecía estar de pie solo.
 Esto fue bueno.
El miedo en sus ojos no lo era.
Cuando Macon se detuvo frente a la puerta y se cruzó de
brazos, Dan se detuvo también. Nash y Cutter estaban a ambos
lados de ellos, gruñendo. La puerta se abrió lentamente como si
alguien hubiera presionado un botón, pero Dan sabía que no
había botones. Belle Grove tenía el control.
Dan rápidamente se dio cuenta de que no había perdido su
ventaja cuando evaluó la situación en cuestión de segundos.
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Boddie tenía diez hombres con él, dos sosteniendo a Terrence y
el resto desplegado detrás de él.
Las probabilidades no estaban a su favor, pero Dan tenía que
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creer que ganarían. Dejar a su hijo en manos de Boddie no era
una opción. Cambiar a Sean por Terrence tampoco era una
opción, y eso es lo que sabía que Boddie quería antes incluso de
abrir la boca.
—Quiero al gamma.
—No, —respondió Macon simplemente.
Boddie chasqueó los dedos. Los dos hombres que sujetaban a
Terrence lo acercaron más y luego lo obligaron a arrodillarse.
Boddie se acercó, agarró un mechón de cabello de Terrence y
tiró de su cabeza hacia atrás.
Dan hizo una mueca al ver cómo los moretones negros se
destacaban en el rostro pálido e hinchado de Terrence.
—Dame al gamma o mataré al sheriff.
Dan jadeó cuando Macon se encogió de hombros.
—Entonces mátalo. No es uno de mi manada.
 Boddie lo miró un momento antes de reír.
—He oído hablar de ti, Alfa Wilde.
—Bueno, si has oído hablar de mí, entonces sabes que no soy
alguien a quien quieras joder.
—Yo tampoco, —respondió Boddie, —y he venido por lo que
es mío.
—No hay nada en Belle Grove que te pertenezca.
—Si no tienes nada que yo quiera, entonces el humano ya no
me sirve.
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Macon se encogió de hombros de nuevo.
—No es de la manada. No es mi problema.
Boddie asintió a Dan.
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—¿Cómo se sienten los miembros de su manada sobre eso?
—Dan es manada. Hace lo que le dicen.
Los ojos de Boddie se entrecerraron antes de sacar un cuchillo
y colocar la hoja contra la garganta de Terrence.
—¿Me estás diciendo que no hará nada si mato a su hijo?
Dan tragó saliva antes de decir:
—Macon es mi alfa. Si dice que el humano no es importante,
entonces no es importante.
Una parte de Dan murió por dentro cuando vio el dolor y la
traición en los ojos de su hijo. Sabía que ni siquiera podía
intentar transmitir sus verdaderos sentimientos a Terrence con
sus ojos. Cualquier paso en falso y su hijo estaría muerto. Tenía
que tener fe en Macon.
Tenía que creer que Macon tenía un plan para salvar a
Terrence.
 —Si eso es todo, Boddie, —dijo Macon, —nos estábamos
preparando para comer.
Dan no pasó por alto el hecho de que Macon lo llamaba
Boddie y no Alfa Boddie. Fue una falta de respeto, y Boddie
parecía inconsciente.
—¡Quiero al gamma!
—Puedes querer hasta que las vacas regresen a casa, —
respondió Macon. —No va a suceder.
El rostro de Boddie se puso rojo de rabia.
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—Entonces dame a Nash.
—Eso tampoco va a suceder. Nash es ahora un miembro de mi
manada, y lo sabes. Sentiste que el vínculo alfa se rompía
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cuando hizo su promesa a la manada de lobos Wilde y yo lo
acepté.
—No puede dejar mi orgullo sin mi permiso.
—Eso en realidad no es cierto y lo sabes. Cualquiera puede
dejar cualquier manada u orgullo o lo que sea cuando quiera.
No necesitan el permiso de un alfa.
—¡Me pertenecen! —Boddie gritó. —No me importa si afirmas
haberlos aceptado en tu manada. Los quiero de vuelta.
Los puños de Boddie se cerraron y Dan supo que quería
clavarlos en la cara de Macon. Dan quería reírse de lo enojado
que estaba el tipo y lo casual que actuaba Macon, y sabía que
todo era un acto. Macon simplemente estaba esperando su
momento.
Dan no estaba seguro de para qué, pero confiaba en el hombre.
 —Déjame preguntarte algo, Boddie —dijo Macon. —¿Rompes
mucho las reglas del Consejo o es algo reciente?
Dan miró a Macon, tratando de disimular la sorpresa de su
rostro. No tenía idea de por qué Macon estaba haciendo una
pregunta como esa. Comprendió aún menos por qué Macon no
iba tras Terrence. Cada segundo que lo tenía Boddie era un
segundo demasiado.
Los ojos de Boddie se entrecerraron, pero Dan aún podía ver la
rabia en ellos.
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—¡Suficiente de esta mierda! Dame a mi gamma y dame a mi
luchador.
Macon frunció los labios y asintió.
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—Entonces, ¿el Consejo no sabe qué estás infringiendo la ley
de los shifter? Lo entiendo. Lo sé, de verdad. A veces se siente
como si sus reglas no tienen sentido, pero aun así tenemos que
seguirlas. Las cosas son así. Quiero decir, no puedes mantener a
los shifter contra su voluntad, y sin embargo lo haces. No puedes
hacer daño a los humanos, y sin embargo lo haces. No puedes
secuestrar y vender niños, y sin embargo lo haces. Yo tengo que
preguntarme cómo has podido operar tanto tiempo como lo has
hecho, desobedeciendo las reglas por las que todos tenemos que
vivir. ¿A quién tienes en el bolsillo?
Boddie se puso rígido y gruñó.
—Probablemente sea alguien en el Consejo, ¿verdad? Quiero
decir, no puedo imaginar que nadie más tenga suficiente
influencia para hacer que el Consejo mire para otro lado
mientras rompes todas nuestras leyes sagradas a menos que en
realidad sea alguien en el Consejo —. Macon se encogió de
hombros. —Tiene sentido, supongo.
Dan se quedó boquiabierto cuando se volvió para mirar a
Macon. ¿Estaba completamente loco? La ira que se acumulaba
en Boddie casi había alcanzado el punto de explosión. Cada
palabra avivó las llamas dentro del ahora tembloroso alfa. Dan
estaba seguro de que Macon iba a conseguir que mataran a
Terrence.
Macon levantó una mano cuando Boddie se acercó. El alivio
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enfrió el sudor que cubría la frente de Dan porque al menos ya
no estaba sosteniendo un cuchillo en la garganta de Terrence.
Y tal vez esa había sido la intención de Macon desde el
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principio.
—Solo tengo curiosidad porque tengo algo de dinero
escondido. No mucho, pero sí algo. ¿Cuánto cuesta comprar a un
miembro del Consejo?
—¿Es eso lo que quieres? —Preguntó Boddie. —¿Más dinero?
—La mirada de Boddie se dirigió a Nash. —¿Cuánto quieres por
la gamma y el luchador?
—¿Cuánto tienes?
—Te daré cincuenta mil por los dos, —dijo Boddie. —Eso
podría pagar muchas reparaciones en este vertedero.
Dan se estremeció cuando sintió un viento caliente y furioso
soplar sobre su piel.
Belle Grove estaba enojada.
 —Eso puede ser cierto, pero lo que quiero saber es hasta dónde
llegará esa cantidad para que un miembro del Consejo vea una
determinada situación a mi manera.
La mirada de Boddie viajó por Macon. El hombre no había
acumulado su riqueza siendo estúpido. Dan observó cómo metía
la mano en el bolsillo de la camisa, sacaba un palillo y lo
deslizaba entre sus labios. El trozo de madera se posó en la
comisura de su boca.
—Supongo que depende de lo que tengas en mente.
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Boddie se volvió y fue hacia Terrence. La realización golpeó a
Dan entre los ojos. Boddie estaba montando un espectáculo.
Macon pudo haber descarrilado sus planes por un momento,
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pero algo estaba pasando.
La voz de Macon se deslizó en la mente de Dan.
Prepárense, manada.
Dan mantuvo su mirada en Boddie mientras el alfa se
colocaba detrás de Terrence. No revelaría el progreso de Izzy de
acercarse sigilosamente al lado derecho del grupo de shifter. Se
preguntó por qué Slater no había hecho su propio movimiento
desde la izquierda.
Boddie metió la mano en el bolsillo delantero de sus
pantalones. Dan se tensó, listo para cambiar de forma y saltar. Le
picaba la boca cuando sus incisivos estaban a punto de estallar
de sus encías y alargarse. Haría todo lo que estuviera en su
mano para proteger a su hijo.
—Tengo un regalo para tu pareja, —dijo Boddie mientras
sacaba la mano del bolsillo y lanzaba algo al aire.
 Dan vio algo brillante y dorado, girando una y otra vez, en un
arco alto hacia Macon. Justo antes de que alcanzara la mano
extendida de Macon, Terrence gritó.
El horror congeló el corazón de Dan y lo envió corriendo a
través de la puerta. No le importaba que Boddie y sus secuaces
se retiraran a sus camiones. Le importaba poco que Izzy
estuviera rechazando a algunos de los guardias de Boddie. Su
atención se centró en Terrence arrodillado, que tenía la mano
presionada contra la garganta y la sangre brotaba de entre los
199
dedos.
El rugido enfurecido de un león ahogó los gritos enojados.
Una fuente de energía se estrelló contra Dan, enviándolo a volar
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antes de estrellarse contra el suelo. Patinó sobre el asfalto de la
carretera, deslizando un lado de la cara, el hombro, el brazo y la
cadera a lo largo de la implacable superficie.
Dan trató de levantarse, pero su mano cedió y una quemadura
ardiente le atravesó la muñeca. Ignoró el dolor. Necesitaba
llegar hasta su hijo. Nada lo detendría.
Consiguió ponerse de pie y se tambaleó hacia adelante. Vio
que Nash levantaba a Terrence en sus brazos. Con incredulidad,
vio, indefenso, como el gran shifter león desaparecía en el
bosque con su hijo.
La ira aumentó y un sabor amargo llenó su boca. Dan fue a
cambiar y seguir en su forma de lobo. Una mano firme apretó
su hombro y el poder del alfa mantuvo a Dan en su lugar.
—Nash cuidará de Terrence y lo mantendrá a salvo, —aseguró
Macon a Dan.
 El amor de un padre luchó contra la lealtad a su alfa. Dan
miró a Macon por encima del hombro.
—¿Alfa?
—La lesión de Terrence no es tan grave como parece—.
Macon pasó su brazo alrededor de los hombros de Dan y lo instó
hacia la casa. —Boddie solo había cortado una vena para
distraernos. Me preocupa más que Terrence no haya intentado
luchar por escapar cuando Boddie se alejó de él. Capté un leve
olor a drogas, o puede que tenga una lesión que no pude
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detectar.
Dan ignoró la abrasadora quemadura de su rostro y costado
derecho. Acunó su muñeca contra su pecho para tratar de
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absorber la agonía de los pedazos de hueso roto que se frotaban
entre sí con cada paso que causaba.
—Soy su padre, —argumentó Dan. —Es un humano, no un
shifter. Tengo derecho a llevarlo al hospital si necesita atención
médica.
—Tú y Nash sois shifter, —le recordó Macon a Dan. —En el
mundo de los shifter, los compañeros superan a todos excepto el
alfa y el compañero del alfa. Dejarás que Nash asista a Terrence.
Dan quería discutir ese punto, pero se dio cuenta de que el alfa
había sido más que indulgente con él. Uno no cuestionaba los
motivos de un alfa. Tuvo suerte de no estar tirado en el suelo en
una postura sumisa.
Una vez que llegaron a la mansión, las puertas se abrieron
para dejar entrar al grupo. Mientras seguía preocupado por
Terrence, Dan se sintió aliviado por haber llegado a la casa.
Necesitaba sentarse. El dolor hizo que se sintiera mareado y un
poco enfermo del estómago. Oleadas de pequeños temblores
atacaron sus miembros.
Ahora que había tenido la oportunidad de ver las piedras y la
tierra enterrada en su carne desde su caída, se alegraba de no
haber cambiado de forma. Pensó que sería una mierda
desenterrar esa cosa después de que la piel se hubiera curado.
Macon lo condujo al salón y lo sentó en el sofá. Como uno, el
resto de la manada entró en la habitación. Aetius llevaba un
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botiquín de primeros auxilios, gracias a Dios.
—Oh.
El pequeño sonido de angustia de su pareja hizo que Dan
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luchara por ponerse de pie.
—No, no, no te levantes.
Las suaves manos de Sean en su pecho y el tono suave
ayudaron a que Dan volviera a sentarse en el sofá. Aetius dejó el
equipo en el cojín junto a ellos y Sean comenzó a elegir los
suministros que necesitaba.
El pequeño Danny se movía de un pie a otro a unos pocos
metros de distancia. Dan sonrió y extendió su brazo sano. Qué
maravilloso se sintió cuando el pequeño se acomodó contra él.
Aetius colocó una silla junto a Dan e Ian se sentó con el bebé
Sal, durmiendo en sus brazos. Dan asintió en agradecimiento al
hombre tímido.
—Manada de lobos Wilde, necesito vuestra atención.
La autoridad en las palabras de Macon hizo que todos miraran
a su alfa. Un alfiler podría caer y su aterrizaje sería ensordecedor
en la habitación silenciosa. A Dan se le erizaron unos diminutos
pelos del cuello. Algo grande estaba a punto de suceder.
—La reunión con el Alfa Boddie nos ha proporcionado
información valiosa—. La mirada de Macon viajó a cada
miembro de la manada en la habitación. —Sospechamos por un
tiempo, pero ahora se ha confirmado, que hay un miembro
corrupto en el Consejo. Estad en guardia y acercaos a mí con
cualquier información o inquietud que podáis tener. Con el
tiempo quedará expuesto.
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Dan pensó en mencionar a la araña en la cocina, pero sus
instintos le gritaron que se callara. Por una fracción de segundo,
Dan pensó que había escuchado una voz en su cabeza
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susurrando palabras de advertencia. Una locura.
Dan centró su atención de nuevo en su Alfa.
La mandíbula de Macon se endureció y su mirada se
entrecerró.
—Boddie es un adversario poderoso. Tiene varios planes en
marcha con cada movimiento que hace. Hoy, quería a Sean y
Nash. Como ya no encontraba a Terrence de ningún valor, trató
de usarlo como moneda de cambio. Cuando ese plan falló,
lastimó a Terrence para darle a él y a sus guardias tiempo para
escapar de la reunión. Nash ha llevado a Terrence a un lugar
seguro.
El lugar entre los omóplatos de Dan le picaba y miró a su
alrededor. Algo estaba mal. Sus pensamientos se confirmaron en
las rígidas posturas de Cutter, Kane e Izzy. Las siguientes
palabras de Macon le dieron a Dan la respuesta.
 —Mientras estábamos distraídos con la reunión, Boddie tenía
otro plan en marcha—. Macon hizo una pausa y luego soltó la
bomba. —Sus hombres se llevaron a Slater.
Dan esperó mientras los gritos de indignación y las llamadas
para ir tras Boddie resonaban en la habitación. Sintió que Macon
no había terminado. Hizo una mueca cuando su silencioso
compañero le quitó una piedra particularmente grande de la
mejilla. Sus miradas se encontraron. El triste conocimiento
reflejado en los ojos de Sean decía que Boddie era malvado y
203
Slater sufriría como Terrence había sufrido.
Su alfa se volvió hacia Keenan y la habitación se silenció.
—Boddie dijo que tenía un regalo para ti.
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Macon levantó el brazo. Entre sus dedos, sostenía un delicado
alfiler de mariposa dorado. Los ojos rojo rubí del insecto
brillaron.
Keenan jadeó, dio un paso atrás, tropezó y aterrizó en el suelo.
—Ese es el pin de mi madre.
 Capítulo dieciocho

Sean frotó la bola de algodón llena de antiséptico contra la

cara de Dan y trató de no lastimarlo más de lo necesario. Un
brazo de su camisa estaba rasgado y la sangre se deslizaba por su
204
mano para gotear sus dedos hinchados. Por el tamaño y la
decoloración, la muñeca del pobre había sufrido graves daños.
Estudió los bordes ensangrentados del agujero en los pantalones
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de Dan cerca de su cadera y se preguntó si Dan había sido
arrojado o se había caído. Sean obtendría las respuestas más
tarde cuando estuvieran solos.
La tensión en la habitación bombardeó a Sean y se filtró a
través de una pequeña grieta en sus defensas. La indignación
irradió de Cutter, Kane e Izzy. Se preguntó si Izzy siquiera notó
que la araña bajaba por una fina cuerda de telaraña y aterrizaba
en su hombro.
Sintió una determinación tranquila y un fuego lento de ira
ardiendo en Macon. Boddie había agitado al animal en el alfa.
Como siempre, Sean guardó silencio y trabajó en las heridas
de Dan. Su cerebro sabía que no estaba en peligro, pero
permanecer invisible se había convertido en una segunda
naturaleza arraigada.
 Cuando Keenan cayó al suelo sobre su trasero, se detuvo y
miró con horror. Nadie se movió. Un halo de luz verde claro y
frío rodeó al alfa y su pareja mientras se miraban el uno al otro.
El poder del compañero alfa se fortaleció con sus emociones.
Sean se preguntó qué pasaría si alguien tocaba esa luz, pero
luego decidió que sería un suicidio.
Podía decir que Macon y Keenan se estaban comunicando
mentalmente. Por el momento, estaban ajenos a todo menos el
uno al otro y sospechaba que la luz era una protección. No tenía
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que sentir la ira de ninguno de los dos. Las chispas que
estallaron en la luz contaron la historia de alguien realmente
cabreado.
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Macon se acercó y se arrodilló sobre una rodilla ante Keenan.
Acercó el pin de mariposa y Sean vio el trozo de tela púrpura
atrapado en el cierre de la espiga.
—He visto ese alfiler antes, —espetó Sean. —Una de las
nuevas cautivas lo usó. Boddie se la llevó antes de que nadie
pudiera acercarse a ella.
—¿Qué? —Preguntó Keenan mientras se ponía de pie y la luz
desaparecía. —¿Cuándo? ¿Dónde está? ¿Boddie todavía la tiene?
¿Está bien? ¿Hablaste con ella?
—Bebé, respira, —dijo Macon mientras envolvía a Keenan en
sus brazos. —Si Boddie tiene a tu madre, la encontraremos y la
recuperaremos, al igual que vamos a recuperar a Slater.
Keenan sollozó mientras presionaba su rostro contra la
garganta de Macon. A Sean le dolía el corazón al ver al
compañero alfa tan alterado. Deseó tener más que decirle al
hombre, algo que pudiera darle esperanza, pero no sabía mucho.
Casi nada en realidad.
No podía ayudar.
Macon se puso de pie y levantó a Keenan en brazos.
—Voy a llevar a Keenan arriba. Cutter y Kane, me gustaría
que explorarais y os asegurarais de que esos imbéciles se hayan
ido. Izzy, necesito que sigas rastreando a Boddie. Quiero saber
dónde llevó a Slater.
—¿Qué quieres que hagamos? —Preguntó Dan.
206
—Cambia y luego descansa un poco. Necesito que estés
curado.
Los labios de Dan se apretaron finos, pero asintió.
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Una vez que Dan estuvo limpio, Sean recogió el desorden y se
deshizo de él antes de cerrar el botiquín de primeros auxilios y
devolvérselo a Aetius. Realmente esperaba no necesitarlo de
nuevo, pero dudaba que eso sucediera. La vida era algo
impredecible en este momento.
Dan puso su brazo sano alrededor de los hombros de Sean
mientras Ian le entregaba al bebé Sal. Danny puso su mano en la
de Sean y juntos salieron de la cocina.
—Creo que a todos nos vendría bien un tiempo de inactividad,
—dijo Sean. —De todos modos, se trata solo de la hora de la
siesta de Sal—. Estaba bastante seguro de que Dan descansaría
mejor si estuviera rodeado de su familia.
—Sí, eso sería bueno.
 Necesitaban tiempo para reagruparse. Estaba bastante seguro
de que las cosas estaban a punto de ponerse aún más locas de lo
que estaban ahora, y eso era decir algo.
Sean abrazó a Sal con fuerza mientras se dirigían a las
escaleras y luego subieron al segundo piso. Nunca se alegró
tanto de ver su habitación como en ese momento. Se sintió como
si el peso del mundo se quitara de sus hombros cuando atravesó
la puerta.
Pensó en acostar a Sal en la cuna para que pudiera dormir la
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siesta, pero luego decidió que Dan los necesitaba a todos juntos.
Se estiró en la cama, colocando a Sal contra su costado. Un
momento después, Danny se acurrucó al otro lado de Sal, Dan
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detrás de él.
Sorprendentemente, ambos chicos cerraron los ojos y se
durmieron casi de inmediato.
A Sean le dolía el corazón por la tristeza que podía ver en los
ojos de Dan mientras su mirada recorría los rostros de ambos
chicos.
—Escuchaste a Macon. Terrence va a estar bien.
Dan sonrió débilmente.
—Lo sé, pero no puedo evitar sentirme culpable por todo esto.
En primer lugar, Terrence nunca debería haber sido secuestrado.
—Eso no depende de ti, —dijo Sean firmemente. —Nada de
eso depende de ti. Ciertamente no pediste que un hombre como
Boddie entrara irrumpiendo en tu vida. ¿Lo hiciste?
—No, pero-
 —Tal vez si nunca hubiera venido aquí, nada de esto habría
sucedido. Dudo que la manada de lobos Wilde estuviera en el
radar de Boddie antes de que yo, los niños y mi hermano
viniéramos aquí.
El rostro de Dan se tensó cuando levantó los ojos y miró a
Sean.
—No digas eso. Nunca digas eso.
—Dan…
—Si no hubieras venido aquí, nunca hubiera tenido mi para
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siempre, pero que me condenen si le doy crédito a Boddie por
eso.
Sean apretó los labios, temiendo que se echara a reír. Dan
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estaba tan convencido de que Boddie no tenía nada que ver con
que ellos se unieran, y en cierto modo tenía razón, pero también
estaba equivocado. La maldad de Boddie llevó a Sean aquí. Eso
fue todo. No tendría nada que ver con la vida que iban a
construir juntos.
—Te amo, —dijo. —Sabes que lo hago.
Tan rápido, la ira y la tristeza se desvanecieron de los ojos de
Dan, reemplazadas por toda la alegría que el hombre estaba
sintiendo.
—Lo sé. Yo también te amo.
Y eso fue algo muy bueno.
 Epílogo

Iren alcanzó detrás de la batidora independiente y agarró el

plátano que había guardado para la araña. Mañana era el día de
las compras y se aseguraría de comprar plátanos extra. Cada vez
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que se daba la vuelta, alguien comía la fruta hasta el punto de
que tenía que esconderla. Si bien nunca se quejaría porque
alguien estuviera comiendo sano, el problema le pareció un
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poco irritante. No un golpe en el ojo irritante. Simplemente,
aplasta esa mosca con una sartén, irritante.
Después de colocar el tazón pequeño de agua azucarada y
plátano en el alféizar de la ventana en la esquina, Iren miró la
telaraña, pero como de costumbre no pudo encontrarla. Quizás
la araña estaba sentada de nuevo en el hombro de Izzy. El
corazón de Iren siempre latía con fuerza en su pecho cuando
veía eso.
¿Y si Izzy le daba un manotazo y a aplastaba?
Un pequeño susurro hizo que Iren se volviera hacia la
despensa. Apretó los puños, sin saber si debería correr o
comprobar el sonido. Quizás la casa estaba volviendo a su rareza.
—No tengo mucho tiempo.
Iren reconoció ese murmullo bajo como el del delgado
hombre tatuado que había visto antes en la cocina. Se preguntó
si había encontrado el cereal que le había dejado en el estante
superior.
—Dan ha recuperado su forma humana, —continuó la voz. —
Él y Sean, el shifter león, se han apareado. Sean y su hermano se
han unido a la manada. Nash afirma que el hijo de Dan,
Terrance, es su compañero. Se fue con él después de que
Terrance fuera secuestrado y herido por Boddie.
Iren se inclinó para escuchar más de la conversación. No se
atrevió a acercarse a la despensa. Algunas de las tablas del suelo
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todavía chirriaban en la cocina.
—Boddie se llevó a Slater y aún no han podido encontrarlo,
pero todavía están buscando. No lo sé, supongo que creó algún
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tipo de distracción arrojándole un alfiler a Macon. Keenan
afirma que el pin es de su madre.
Una tabla del piso en la despensa gimió e Iren casi se sale de
su piel.
—No tienes que gritar. Slater y Boddie han desaparecido. Sean
reconoció el alfiler y dijo que Boddie separó a la mujer que
poseía el alfiler de las otras mujeres que había traído al
complejo. Dice que Boddie siempre vendió a las mujeres lo más
rápido que pudo, pero cree que pudo haberse quedado con esa.
Sean está trabajando con Macon y sus guardias para localizar
todos los escondites de Boddie. Sí, todos los bebés están a salvo.
Iren sintió que su pareja se acercaba. No entendía por qué no
quería que Gabriel se enterara del hombre delgado, pero no lo
hizo. Entonces, salió corriendo de la cocina y saltó a los grandes
y fuertes brazos de su compañero. Donde pertenecía. Por
siempre y siempre y siempre.

*****

¡Para, para, para!

Howie Ferris mantuvo la letanía en su mente para intentar
gritar al pobre bastardo recibiendo la depravada atención de su
hermano. Había tantas cosas que quería detener. Quería que el
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hombre dejara de gritar de agonía y gemir desde lo más
profundo de sus entrañas.
Al principio, había querido que su hermano dejara de violar a
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los hombres que había capturado. Luego había querido que
dejara de azotarlos hasta que la piel de sus espaldas se pareciera
a tiras de lodo ensangrentado. Ahora, quería que su hermano
dejara de cortar cortes profundos en sus brazos y piernas hasta
que el cuchillo llegara al hueso.
Uno de los hombres se había quedado callado hace un rato.
Otro había sucumbido a las demandas y torturas de su hermano.
Había cambiado a su forma de lince y estaba muerto en unos
momentos. Al menos esta vez, Doug no lo había desollado
mientras aún estaba vivo. La piel del hombre le daría mucho
dinero a su hermano.
Quedaron dos hombres. Los gritos roncos de uno resonaron
por todo el sótano. El otro no había hecho ningún sonido en todo
el tiempo que estuvo aquí. Ni siquiera un gemido. Ese acto
valiente o estúpido había incitado a Doug a empeorar su
tormento.
—Boddie estará aquí mañana.
Howie separó el rostro de sus brazos y vio que su hermano
sostenía al hombre silencioso por el cabello y hablaba junto a su
oído. Howie se estremeció ante el veneno en el tono de su
hermano. Las cosas nunca salieron bien cuando a Doug se le
negó el placer mientras torturaba a otros.
—Puedo hacerte lo que quiera mientras te mantenga con
212
vida—. Doug soltó el cabello del hombre y lo agarró por la
muñeca. Lo sostuvo contra el suelo con los dedos flácidos del
hombre extendidos. Apoyó la hoja en la primera articulación de
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su dedo meñique. —Pídeme que me detenga.
Los ojos oscuros del hombre se movieron para enfocarse en
Doug.
—Vete a la mierda.
Oh, mierda. El estómago de Howie dio un vuelco y tragó
saliva para dejar de vomitar. Cuando el teléfono de Doug
comenzó a sonar, pudo respirar de nuevo. La atención de Doug
se desviaría.
Y luego Doug se rio, ignoró su teléfono y cortó el dedo del
hombre con el cuchillo afilado. La sangre brotó cuando Doug se
dio la vuelta y contestó su teléfono. El hombre gruñó, pero no
emitió ningún otro sonido.
Howie sabía que no debía intentar ayudar a ninguna de las
víctimas de su hermano. Doug solo los lastimaría más y el dolor
que tendría que soportar Howie sería espantoso. Esperaría las
órdenes de Doug y esperaría poder permanecer cuerdo durante
las pesadillas que vendrían después.
A veces, se preguntaba si había perdido la cabeza en algún
punto de la línea y todo esto era una horrible pesadilla de la que
no podía despertar. Nunca había estado tan cerca de Doug
incluso cuando eran niños, pero había idolatrado estúpidamente
a su hermano mayor hasta que se dio cuenta de que las
tendencias agresivas de Doug escondían un monstruo.
Doug cubrió su teléfono mientras dejaba el área enjaulada del
213
sótano y ordenó.
—Tengo que irme. Asegúrate de que el de pelo largo se
mantenga vivo o dejaré que Boddie te posea.
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Howie se estremeció de verdadero miedo. Había pensado que
su hermano estaba loco hasta que conoció al Alfa Boddie. Él era
el diablo encarnado. El alma negra de Boddie hacía que Doug
pareciera un santo. No solo vivió para infligir dolor a las
personas, sino que lo buscó activamente.
Esperó a que su hermano se fuera antes de levantar su cuerpo
maltrecho y recoger la caja de suministros de primeros auxilios.
Trató de ignorar los dolorosos moretones que cubrían su propio
cuerpo. Doug había hecho sus pensamientos sobre los diez kilos
de más que Howie cargaba claramente con sus puños cuando
Howie había tomado ese pedazo de pastel extra la otra noche.
Al menos había dejado de orinar sangre.
En este momento, el peso y el dolor de Howie no importaban.
Si no detenía la hemorragia, el hombre iba a morir y Howie
desearía la muerte. Por lo que había presenciado, el alma negra
de Boddie hacía que Doug pareciera un santo, y sabía que eso no
era cierto. Su hermano era pura maldad.
Después de entrar en la gran jaula de metal, Howie pasó sobre
el cuerpo boca abajo del único hombre y dejó el botiquín de
primeros auxilios al lado del de pelo largo. Se puso de rodillas y
metió la mano en la caja para hacer un torniquete.
Su corazón casi se detuvo cuando su muñeca fue agarrada con
un agarre sorprendentemente fuerte. Howie miró a los ojos
oscuros brillantes de dolor y determinación. Howie vio su
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muerte en esos ojos.
—Sácame de aquí, ahora.

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FIN
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01 Su Omega Poco Convencional
02 Negando a su Alfa
03 Lobo Solitario 01/2021

AJA FOXX – CIENNA FOXX

 SOBRE EL AUTOR

Soy una escritora de cuentos. Sobre todo hombres que aman a

los hombres. ¿Por qué publicar un libro? Mi hermana me obligó
a hacerlo.
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 Traducción y Corrección
LORETO

Diseño y Edición
IPHI
217
EPUB
MARA
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económica por las traducciones que realizamos.
Espero que les guste.
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podríamos disfrutar de estas maravillosas historias