Está en la página 1de 4

Perú

27 de marzo de 2020

El impacto del Covid-19, más allá de los


promedios
Medidas como la aprobación de un fondo de asistencia para personas en situación de
pobreza y pobreza extrema es fundamental, pero invisibiliza la dimensión de
vulnerabilidad en la que vive un tercio de la población

Maria del Carmen Sacasa


Representante Residente del PNUD en Perú
Originalmente en Gestión

La respuesta del Estado para “aplanar la curva”, ampliamente respaldada por la


ciudadanía, ha sido rápida y firme, y ya se empiezan a conocer los primeros casos de
recuperación. Sin embargo, tomando en consideración la dinámica de la enfermedad en
otros territorios, incluso los que han respondido de forma más temprana, los días más
difíciles están aún por venir, y no solo por razones epidemiológicas.

Aunque por el momento la mayoría de los casos se concentran en Lima (cerca del 77%),
las capacidades del Estado para el diagnóstico y tratamiento están aún por desarrollarse
en el territorio. Aunque desde el primer día se pusieron en marcha medidas para cerrar
la brecha a nivel subnacional, lo cierto es que esta no será tarea sencilla.

Según nuestro último Índice de Densidad del Estado, al menos 107 de las 196
provincias en el país tienen menos de 10 médicos por cada 10,000 habitantes. Esta
situación puede ser más complicada en territorios con una alta predominancia de
población adulta mayor, como algunas zonas rurales e indígenas, ya que este grupo (80
años a más) representa 1 de cada 6 casos diagnosticados de Covid-19, la tasa de
incidencia más alta por grupo poblacional.

Sin embargo, la presión que la pandemia ejercerá sobre el sistema de salud peruano es
solo parte del problema. Con el cierre de fronteras, la ralentización de los mercados
bursátiles y de economías internacionales que representan aliados comerciales
fundamentales para el país, así como la implementación de medidas que afectan la
productividad interna, el potencial impacto económico y social del Covid-19 es aún
incierto.

Inmediatamente, ya ha puesto en jaque a personas que dependen de ingresos diarios


para subsistir, y dependiendo de la duración de medidas como la cuarentena, a sectores
enteros, como el de turismo, el de servicios urbanos, y a quienes dependen de la
llamada “sharing economy”, que no son empleados sino usuarios de plataformas de
provisión de servicios. De lo que no queda duda es que golpeará de una manera más
crítica a las personas que ya se encontraban en situación de vulnerabilidad antes:
personas en trabajos informales o precarios, migrantes, hogares con un solo
ingreso, poblaciones indígenas y rurales.

Según el Instituto de Economía y Desarrollo Empresarial (IEDEP) de la Cámara de


Comercio de Lima, en 2019, cerca de 1 millón de personas en Perú estaban en riesgo
de recaer en la pobreza si sus ingresos se redujeran, en promedio, un 7%. Estas
personas pertenecen lo que el Banco Mundial denomina como “clase vulnerable”, con
ingresos de entre S/ 777 y S/ 1,942 al mes, lo que los deja sumamente expuestos a
shocks exógenos como una enfermedad en la familia, la pérdida del trabajo, la
reducción de horas laborales, entre otras. Estas son precisamente dinámicas que se
exacerbarán en el estado de pandemia en el que nos encontramos.

Desde el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), hemos visto y
brindado soporte al Perú en su lucha contra la pobreza en las últimas dos décadas.
Ahora, el país tiene la oportunidad de seguir demostrando su liderazgo a nivel regional
en la afronta del Covid-19, protegiendo a las personas no solo de la enfermedad, sino
también de la precarización de sus condiciones de vida.

En ese sentido, medidas como la aprobación de un fondo de asistencia para personas en


situación de pobreza y pobreza extrema es fundamental, pero invisibiliza la dimensión
de vulnerabilidad en la que vive un tercio de la población, muchas de las cuales dirigen
o trabajan en las microempresas que incrementaron la resiliencia de la economía
nacional ante la última crisis global, en el año 2008.

Por todo lo expuesto, el verdadero impacto del Covid-19 será complejo y se vivirá más
allá de los promedios nacionales. Por eso, exige soluciones integrales que pongan a las
personas en el centro, enfrentando el impacto socioeconómico en las familias y las
posibles vulneraciones de los derechos humanos de las personas más vulnerables. Así
como en otros países ya se experimenta un incremento de la xenofobia ante personas de
ascendencia asiática, el grupo de migrantes venezolanos, ampliamente empleados en el
sector informal, se podría encontrar en riesgo.

Una malla de políticas que complemente el estudio de los impactos socioeconómicos a


nivel agregado con análisis micro sobre las economías en hogares de poblaciones
vulnerables, sus ingresos, su acceso a servicios sociales, es fundamental. Del mismo
modo, es clave analizar cómo en la evolución de este escenario se ven afectadas o
acrecentadas las disparidades de género en el mundo socioeconómico.

Este será un reto que requiere el liderazgo del Estado, pero el soporte de todos los
sectores sociales, particularmente del sector privado y una ciudadanía activa que ha
respondido, en su gran mayoría, con solidaridad, responsabilidad y creatividad a este
escenario. Las tecnologías de la información y la innovación social abren nuevas rutas a
explorar que ya se sienten en el país, desde profesionales que ofrecen voluntariamente
su apoyo a través de redes sociales, hasta fiestas por Google Hangouts para lidiar con
los impactos en la salud mental producidos por la cuarentena. Sin ir muy lejos, a través
del soporte que el PNUD está brindando al Proyecto Especial Bicentenario, se ha
lanzado un programa de voluntariado ciudadano para responder, vía teléfono y
plataformas digitales, las consultas ciudadanas sobre la enfermedad y reforzar la
capacidad de atención de la línea 113 del Ministerio de Salud.

Es un momento atípico en una población que, según análisis del Latinobarómetro, se


siente en su mayoría desvinculada del Estado. Por ello, no puede ser desaprovechado si
queremos que, ante la amenaza del COVID-19 y otras vulnerabilidades, verdaderamente
nadie se quede atrás.

También podría gustarte