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EL ESPACIO EN LA GEOGRAFÍA RADICAL: DEL ESPACIO DADO AL

ESPACIO CONSTRUIDO SOCIALMENTE.

Resumen
El presente trabajo busca hacer una aproximación teórica a la geografía Radical como el
inicio de una conceptualización del espacio enfocada a la transformación de las estructuras
de poder dominantes regidas bajo el sistema capitalista, y como un punto de partida para
dar preponderancia a la contextualización espacial de los fenómenos sociales, entendiendo
que dicho espacio también es construido socialmente por los individuos que lo habitan y
que establecen allí unos vínculos, un arraigo con el territorio, y de un conjunto de
simbologías que lo dotan de sentido.

Palabras Clave: Geografía Radical, Espacio, Construcción social.

Introducción
Un común denominador en las ciencias sociales durante las últimas décadas, ha sido la
constante preocupación por el espacio y la importancia de la espacialidad en los diferentes
fenómenos sociales, políticos, culturales e incluso económicos. Profesionales de diversas
disciplinas han aseverado que es casi inconcebible la comprensión de la sociedad y sus
procesos sin tener en cuenta el espacio y la relación espacio/tiempo en que se estructuran
las sociedades contemporáneas.
En la década de los años 70, la revolución de la "Geografía radical" que fue un movimiento
intelectual con bases ideológicas liberales, luego planteamientos socialistas, y después
encontró en el marxismo las bases teóricas para su actitud de ciencia crítica, apostaba
fuertemente por una geografía comprometida políticamente con la transformación de la
sociedad capitalista. Paso a paso fue incorporando el marxismo en diferentes versiones
como marco teórico de referencia para construir el conocimiento geográfico. Para la
Geografía Radical el espacio es explicado a través de relaciones poder, donde cada uno de
los aspectos ayuda a comprender las relaciones socio-espaciales a lo largo de la historia, las
cuales son interpretadas a través de algunos autores que se enmarcan en la teoría crítica.
Para Delgado Mahecha (2003) el espacio social es producido por las relaciones sociales y
las relaciones entre la sociedad y la naturaleza. Desde esta perspectiva, el espacio se puede
concebir como una construcción social percibida, vivida y continuamente transformada por
las relaciones e interacciones entre seres humanos y medio ambiente.
De esta manera, el presente trabajo, busca hacer una aproximación conceptual a las
nociones e imaginarios sobre la concepción del espacio desde las posturas teóricas de
intelectuales que se enmarcan dentro de la geografía crítica y radical, para explorar un poco
más a profundidad esa intrínseca relación con la teoría social.

Aproximación a la geografía radical

La Geografía es una disciplina compleja, que se encarga de estudiar a profundidad el


espacio como una síntesis de la relación existente entre sociedad-naturaleza, y es compleja 
porque busca hacer un análisis riguroso del territorio y para ello requiere un conjunto
amplio de conocimientos provenientes de diferentes disciplinas y campos del saber, y desde
distintos puntos de vista, porque se necesita estar conectado a todas o casi todas las áreas
del conocimiento humano para generar una mejor perspectiva de análisis del espacio
geográfico estudiado, en sus distintas escalas de relaciones territoriales construidas en dicho
espacio. 

Se puede decir que el siglo XX, fue un periodo de tiempo profundamente crucial para el
desarrollo de la Geografía como una disciplina de estudio y como un campo del saber
debido a las diferentes transformaciones por las que fue sometida a raíz de procesos tales
como la revolución cuantitativa y tiempo después, por la revolución de la “geografía
radical”. Al respecto, Delgado Mahecha (2003) señala que esta última, “se consideró como
un gran movimiento intelectual cuyas primeras influencias ideológicas provenían del
liberalismo, pero que posteriormente incorporó a sus planteamientos ideas socialistas y
encontró en el marxismo las bases teóricas y conceptuales para su enfoque de ciencia
crítica” (p.79). Producto de esta revolución, se posiciona un nuevo discurso geográfico
cuyo principal rasgo distintivo es que da preponderancia a una dimensión social, que hasta
ahora había sido desatendida, en la que las relaciones espaciales son entendidas como
manifestaciones de las relaciones sociales de clase en el espacio geográfico, producido y
reproducido por los modos de producción.

Después de la segunda mitad del siglo XX, la teoría social desde el campo de la geografía
ha tratado de hacer un profundo y riguroso énfasis en la importancia de los aspectos
espaciales de los fenómenos sociales, interesándose de gran manera en el análisis de la
naturaleza espacial y de la realidad social, e insiste en la gran importancia de “construir una
nueva ontología espacial que permita dar un tratamiento teórico y conceptual un poco más 
acertado a estas nuevas problemáticas y grandes retos que el mundo nos plantea cada día”
(Delgado 2003, p.18).

Es por ello, que se empieza a posicionar la geografía radical como una base que permite dar
un abordaje certero a estas problemáticas del mundo en el que vivimos y donde autores
como David Harvey (1979) pusieron en cuestión el carácter cuantitativo de la propia
ciencia geográfica que se había enfocado en proporcionar una herramienta metodológica a
la ciencia económica para alcanzar una mayor rentabilidad sobre el territorio. Desde su
punto de vista, señala que para la geografía radical el tratamiento mercantilista que ha
hecho el neoliberalismo del territorio es el principal factor determinante de la segregación
y otros procesos sociales como la gentrificación y guettificación, en los que se relega a una
parte de la parte a espacios con servicios públicos degradados o carentes de ellos. (p.220)

Harvey (2012) también menciona que: 

La expresión ‘geografía radical’ apareció a finales de los años sesenta. En esa


época, la geografía tradicional estaba aún estrechamente ligada a las prácticas
militares e imperialistas. Jóvenes geógrafos, como Doreen Massey en Gran
Bretaña, la revista Antipode en Estados Unidos etc., trataban de fundar una
corriente de izquierdas en el seno de la disciplina. Estábamos fuertemente influidos
por el discurso anticolonialista, las guerras antiimperialistas y las luchas
anticapitalistas, pero nuestras culturas políticas eran demasiado diferentes para
quedar englobadas bajo el calificativo de “marxista” o “anarquista”. La expresión
“geografía radical” se adecuaba más a nuestra diversidad. (Harvey, 2012:220).

Esto permite observar que el planteamiento de la geografía radical se basa en que la propia
geografía debe servir y proporcionar las alternativas para solucionar los problemas de la
gente –muchos de ellos originados por el colonialismo y el imperialismo-, para analizar los
conflictos sociales generados por las propias dinámicas urbanas y proponer soluciones
desde el conocimiento del propio territorio.

Kirk Mattson (1978) licenciado de la Universidad Simon Fraser en Vancouver, Canadá y


miembro de la Uníón de Geógrafos Socialistas, afirma retomando la U.S.G. Newsletter",
Vol. 3, N. 1, que dentro del desarrollo histórico de la geografía radical se pueden rescatar
tres puntos importantes de su origen, los cuales se mencionan a continuación. En un primer
momento, se encuentra la expedición geográfica de Detroit, que fue una organización social
fundada en 1969 por William Bunge en conjunto con la comunidad negra de la zona de
Fitzgerald en Detroit. Esta organización ideo múltiples metodologías geográficas de terreno
y de recopilación de datos históricos de este barrio, enfocadas en poder responder a las
problemáticas asociadas a la fuerte represión social que se desarrollaba en la zona de
Fitzgerald durante ese periodo. Con estas herramientas provenientes de la geografía,
sumado al conocimiento que tenían los residentes sobre su territorio, comandaron una lucha
para la protección y la conservación de su barrio.

En un segundo momento, Mattson destaca la creación de la revista "Antipode", que es una


revista fundada en el año 1969, como un medio de información y comunicación para los
geógrafos, respondiendo como una alternativa a la linea "institucionalizada" de la geografía
de ese periodo la cual estaba representada y controlada por la Asociación Norteamericana
de Geógrafos, una organización conservadora incapacitada para tratar temáticas sociales.
Antipode rescata información sobre lo ocurrido en la expedición de Detroit y muchas otras
temáticas asociadas a procesos sociales. Mattson.1978)

En un tercer momento, se encuentra la Unión de Geógrafos Socialistas: Fue una unión


sindical libre de geografos, estudiantes y no-geografos constituida en el año 1974 cuyo
propósito queda expresada en su manifiesto "El propósito de nuestra unión es trabajar para
la re-estructuración radical de nuestras sociedades de acuerdo con los principios de justicia
social.

El espacio en la geografía radical

Cuando se habla del espacio desde el interés de la Geografía radical, no se habla del
espacio absoluto como un contenedor de objetos geográficos, ni una porción de territorio o
región terrestre, ni siquiera al conjunto de puntos, nodos o redes, sino que hace referencia al
espacio social producido por las relaciones sociales y las relaciones entre la sociedad y la
naturaleza. Delgado Mahecha (2003) menciona que “El espacio geográfico y sus formas
son productos sociales que no se explican por sí mismos. El espacio en sí mismo no explica
nada, sino que necesita ser explicado” (p.80). Sin embargo, para Delgado la geografía,
como campo de estudio debe aportar los argumentos que expliquen los procesos de
producción social del espacio geográfico, en lugar de centrar todo su interés en el espacio
mismo como un elemento que alberga objetos geográficos.

Dichas explicaciones al no encontrarse en el espacio mismo, se deben construir desde las


diferentes disciplinas de las ciencias sociales y humanas cuyo interés va enfocado a los
procesos sociales como la Sociología, la Historia, la Antropología, la ciencia política entre
otras.  De esta manera, se puede evidenciar que existe una articulación entre la geografía
con diferentes disciplinas humanísticas para poder hacer un abordaje más idóneo de los
conflictos sociales y lecturas de la realidad más acertadas que permitan dar resolución a
dichos conflictos.  

Uno de los puntos que tienen en común la geografía crítica y geografía radical es haber
situado al espacio en el centro del análisis de los mecanismos de dominación. Menciona
Cecile Gintrac (2013) que desde esta perspectiva, “el espacio no constituye tan sólo un
soporte, un marco sobre el que se desarrollan las acciones humanas, sino que produce a
su vez significados y reproduce mecanismos sociales y económicos”(p.57).

En esta perspectiva, como señala Delgado Mahecha (2003) “el espacio social se define
como un producto social e históricamente constituido por la dinámica de los modos de
producción, lo cual trae unas consecuencias teóricas y metodológicas trascendentales”
(p.80). Esto implica que las estrategias y metodologías para la producción de conocimiento
en la geografía Radical, difieren del positivismo en tanto no buscan dar explicación a los
fenómenos sociales bajo las mismas premisas y la misma vía desde donde se buscan
explicar los fenómenos naturales, 

Uno de los primeros intelectuales en poner en tela de juicio el denominado fetichismo


espacial en la Geografía, que no es más que la reducción de su campo de estudio a la
geometría de sus formas, sin tener en cuenta las condiciones históricas que lo generaron,
fue Richard Peet quien planteaba la profunda necesidad de establecer una
conceptualización de las relaciones entre espacio, naturaleza y sociedad. 
El espacio es, según Peet (1998) “el entorno natural permanentemente transformado por el
hombre, es decir, primera y segunda naturaleza; es una fuerza física que opone resistencia y
limita la acción de humanización de la tierra” (P.1-2).
Por otro lado, otro de los geógrafos que busca hacer un riguroso énfasis en la
caracterización del espacio a partir de la producción del espacio es Milton Santos (1986),
quien, desde la geografía crítica busca brindarle más preponderancia al estudio del espacio
como una estructura de la sociedad.
Santos Considera que la geografía es una disciplina que se encarga con mayor prioridad de
estudiar el suelo que la sociedad. También concuerda con Harvey sobre la producción
social del espacio, afirmando que el espacio es una instancia de la sociedad con la misma
importancia que otras, como la económica y la cultural. Para Santos,

[...] el espacio no puede estar formado únicamente por las cosas, los objetos geográficos,
naturales o artificiales, cuyo conjunto nos ofrece la naturaleza. El espacio es todo eso más
la sociedad: cada fracción de la naturaleza abriga una fracción de la sociedad actual.
(Santos 1986, 2)

De acuerdo a esta definición, Montaño (2012) retomando a Santos (1986) asegura que al
hablar de espacio se tiene una configuración geográfica o espacial y el paisaje o la manera
como estos elementos son. “Santos considera al espacio como una totalidad; no obstante,
enumera ciertos elementos como marco de análisis para el espacio, entre los que se
encuentran: los hombres, las empresas, las instituciones, el medio ecológico y las
infraestructuras. Pero es la relación que existe entre todos estos elementos como totalidad
lo que definiría el espacio” (Montaño, 2012, p.5)

Estos elementos del espacio se pueden concebir como conceptos, producto de la


abstracción que resulta de la observación de hechos particulares, y considera como reales
los conceptos, más que los hechos particulares en sí mismos. Según Montaño, “Cada uno
de los elementos que conforman el espacio entra en relación con el lugar en donde se
encuentran, adquiriendo características propias, condicionadas por el lugar y por el
tiempo” (Montaño,2012, p2)

De manera que lo más relevante es poder reconocer dichas variaciones y estudiar el


movimiento del conjunto, lo que permitirá asignarle un significado o valor a cada parte
estudiada y poder hacer un reconocimiento al final, del espacio como un todo no
fragmentado” (Santos, 1986.p2)

Construcción social del espacio.

David Harvey por su parte, concibe el espacio como un producto social y evidencia la
profunda necesidad de una revolución del pensamiento geográfico predominante en el siglo
XX, ya que la Geografía por sí misma no brindaba los elementos para transformar una
realidad de desequilibrio e injusticia social, que eran algunos de los postulados del
Marxismo en el cual este autor se enmarca. Al respecto, Harvey señala que "la diferencia
es que el positivismo trata simplemente de comprender el mundo, mientras que el
marxismo trata de cambiarlo" (Harvey, 1979: 135) 
Harvey, al enmarcarse dentro del discurso marxista, encuentra allí las herramientas para el
desarrollo de un nuevo discurso geográfico a partir de la noción de que -en palabras de
Harvey-  "el espacio creado reemplaza al espacio efectivo en cuanto principio
predominante de organización geográfica" (Harvey, 1977: 325). Esta podría considerarse
como un motivo más que suficiente para poder desarrollar una geografía histórica de la
organización del espacio por el modo de producción capitalista, cuya comprensión resulta
ser sumamente importante para poder proponer algún tipo de organización espacial
alternativa y revolucionaria.

Al respecto, Delgado Mahecha (2013) retoma a Harvey y señala que

“Este discurso desnaturaliza el concepto de espacio geográfico, pues asume que


éste no es un ente natural, sino un subproducto social del modo de producción, y
que su comprensión sólo es posible a partir de una geohistoria que implica el
conocimiento de los procesos involucrados en su producción; de modo que la
geografía es una especie de "economía política" de la producción del espacio en
todas las escalas geográficas (Harvey, 1982, 1989, 1990, 1996, 2000, 2001) 

Así mismo, Harvey reconoce que el espacio no es un elemento absoluto e inacabado, sino
que por el contrario está sujeto a múltiples transformaciones, que parten de unas
circunstancias que producen unas características particulares de lo que los seres humanos
hagan con él.  

Los fenómenos que componen el espacio no solo se clasifican, sino que están asociados y
son interdependientes y decía que descubrir las conexiones de los fenómenos y “su orden
en el espacio es una tarea científica del geógrafo”. (Ulate 2012) retomando a (Sauer,
1925).

El espacio como concepto, naturalmente genera muchas inquietudes con lo que respecta al
conjunto de relaciones, vínculos y que se construyen a partir de dicho espacio, pero además
también sobre todo el entramado de significados, símbolos y costumbres que se tejen con
determinada comunidad en un lugar específico. Ulate (2012) retomando a Lefebvre (1991)
menciona que

El espacio encarna las relaciones sociales, ¿cómo y por qué lo hace? ¿Y cuáles son
esas relaciones? [...] Esto debe implicar la introducción de nuevas ideas – en
primer lugar, la idea de una diversidad o multiplicidad de espacios bastante
distinta de la multiplicidad que resulta de la segmentación y el seccionamiento del
espacio ad infinitum [...] El espacio social se revela en su particularidad en la
medida en que deja de ser indistinguible del espacio mental (según lo definen
filósofos y matemáticos), por un lado, y del espacio físico (según la definición de la
actividad práctico-sensorial y la percepción de la ‘naturaleza’), por el otro.
(Lefebvre, 1991:27, traducción por Ulate 2012)

Desde otra perspectiva, Ospina (2004) retomando a Wallerstein (1997) propone considerar
la variable "Espacio Tiempo" como una "construcción social" relativa, que debe
considerarse como el centro de cualquier intento para obtener conocimiento acerca de la
sociedad. Según dice, "Nadie es capaz de cambiar el tiempo o el espacio"(p.3). Sin
embargo, Wallerstain (1997) considera que el significado, las interpretaciones, el uso y la
percepción que tenemos con relación al tiempo y espacio no son en absoluto constantes.

Sobre la importancia de situar espacialmente las relaciones y conflictos sociales en un


espacio determinado y en un tiempo en concreto, Molano (1995) nos invita a pensar en lo
complicado y poco acertado que es referirse a los fenómenos socio-culturales –desde las
disciplinas de esta rama- sin localizarlos debidamente en el espacio/tiempo donde estos
ocurren. Así mismo, “un referente espacial dado cobra sentido y significación solo en
virtud de su conceptualización humana, es decir, el espacio adquiere una connotación de
"hecho social" solo en la medida que es categorizado y definido socioculturalmente”
(Molano, 1995). la construcción social de la realidad Pulgarín (2014) afirma que se da
cuando es aceptada comunitariamente, claro está, sin ser una objetividad absoluta. Las
explicaciones del mundo real que se tracen desde la investigación científica alcanzan
validez cuando son reconocidas, valoradas por las comunidades académicas y cuando se
proyectan a la sociedad y son legitimadas por esta.

El concepto emitido sobre un espacio determinado no está dado en términos absolutos, por
el contrario, es bastante dinámico, como señala Pulgarín (2014) cambia tanto por el paso
del tiempo "natural" como por los ideales humanos que median su definición y uso,
implicando en este sentido un deber-ser ideal relacionado con una noción social de cómo
debe ser utilizado, los medios para sobrevivir y la justificación de todo esto con la ideología
de categorías culturales concretas.

Conclusiones

Cuando se habla del espacio construido socialmente, es necesario hacer una aproximación a
la interrelación que la comunidad establece con el entorno biofísico y social, además del
impacto cultural, económico y político –entre otros– en espacios geográficos, tales como la
calle, el barrio, la localidad, la ciudad, la región e incluso el país.
Esta indagación de la interrelación entre comunidad y espacio geográfico posibilita el
estudio y comprensión de los espacios públicos, los territorios y las territorialidades
urbanas, el sentido de lugar, las imágenes de ciudad, las prácticas docentes en la
configuración de la espacialidad, los conceptos espaciales en textos escolares, la cartografía
de la ciudad, la tenencia de la tierra, entre otros (Lache, 2013).
“El estudio y análisis riguroso del espacio en tanto construcción social permite afirmar
que la espacialidad es consecuencia del desarrollo de paradigmas como el humanístico,
pues logra instaurar y afianzar preocupaciones espaciales desde la perspectiva de los
sujetos”, tal y como lo afirma Lache (2013). Indudablemente, esta condición ha motivado
en los últimos años diversos estudios, mayores experiencias y, por ende, un conjunto más
amplio de información para continuar pensando la relación de diálogo entre los seres
humanos y los espacios que habitan
Los espacios tanto cercanos como lejanos son un potencial de conocimiento que no
necesariamente han sido develados en la academia y menos aún en los de la cotidianidad.
Las investigaciones de autores como Lache, Rodríguez y Pizzinatto (2013) reafirman que
por lo general invisibilizamos los lugares cercanos, asumiendo que en ellos todo está
conocido; por el contrario en estos espacios hay un amplio panorama por descubrir.
Nuñez (2017) señala que “algunos autores contemporáneos no dudan en señalar que el
espacio geográfico debe leerse como el espacio construido, lugar en el cual se desarrolla
la acción humana, el territorio que se ordena y gobierna, donde se manifiestan los
intereses políticos y se ejerce poder”(p.5). Es aquí desde donde se puede interpretar el
pasado y soñar la construcción de un futuro, como aquel que es habitado por la diversidad
de grupos étnicos con dificultades y problemas sociales
Hablar del espacio socialmente construido, implica de alguna manera reivindicar el derecho
a circular dentro de un mundo ordenado espacialmente en el que los intereses de las clases
hegemónicas han definido a su antojo las prácticas espaciales, las representaciones del
espacio y los espacios de representación. Nuñez (2017) afirma que la geografía forma parte
de la teoría social, y le corresponde desarrollar y reafirmar el carácter espacial de la vida
social. Santos (2000) afirma al respecto que “dicho espacio adquiere contenido y
significado desde el reconocimiento de los vínculos entre sujeto y sociedad, teniendo en
cuenta que es en el espacio donde confluyen algunas relaciones de tipo funcional, y de
interdependencia” (p.34).
Y para finalizar, se puede decir que el espacio está lleno de significaciones y valoraciones e
incluso se llega a afirmar que las personas demuestran sentido del lugar, cuando aplican a él
su discernimiento estético y moral, esto señala (Bertrand, 1987, p. 6) al evidenciar que el
espacio está dotado de un conjunto de significados y vínculos a los cuales las personas se
sienten de alguna manera arraigados a determinado espacio. Más allá de ser un espacio
físico, se convierte en un espacio símbólico.
REFERENCIAS:
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