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En estas líneas no se intenta dar una lectura acabada de lo que implica una experiencia
grupal a través del Psicodrama, menos aún de la valija de herramientas que un Psicodramatista
puede poner a jugar en sus intervenciones, sino simplemente realizar un recorrido de los múltiples
posibles sobre algunos conceptos, técnicas y momentos que posibilita el “hacer” con el
Psicodrama. Sólo es un recorrido, un camino posible. Justamente porque toda práctica implica el
posicionamiento de quien la hace, aquel posicionamiento subjetivo, ideológico, epistemológico y
teórico desde el cual lee su hacer. La lente a través de la cual siente y piensa aquello que se le
presenta, en la clínica, en lo educativo, lo grupal, lo institucional. Los lentes que delimitan y
posibilitan ir recorriendo diversos trayectos, caminos, puntos de anclaje, puertos donde detenerse
en el viaje de la experiencia, que siempre es única, porque implica un aquí y ahora junto a “ellos”.
Esta técnica puede ser utilizada durante la dirección de escena y/o luego de un caldeamiento o
juego dramático intenso donde es útil realizar algunos cortes en el ritmo grupal, con el objetivo de
facilitar el registro de la experiencia sensible. Al coordinador le permite además percibir más
claramente “por dónde anda el grupo” en determinado momento.
Inversión de roles: técnica psicodramática que consiste en intercambiar lugares con otro en una
dramatización. Refiere a la posibilidad de experimentar diferentes posiciones o roles en la escena
apuntando, entre otros objetivos, a lograr una mayor plasticidad al momento de asumir diferentes
roles en la vida cotidiana. La propuesta sería: en vez de describir como puede pensar o sentir el
otro, transitar ese espacio e indagar desde lo singular, imprimiendo nuevos sentidos a la escena y
a los personajes. Para que no sea un mero cambio de lugar es conveniente caldear brevemente a
los participantes, marcando la postura corporal o los gestos más significativos de cada personaje
hasta que sea el otro lo más aproximadamente posible.
Esta técnica puede utilizarse no sólo cuando la escena ya a comenzado a rodar, es decir en un
momento de corte que el director realiza con el objetivo de abrir nuevas posibilidades, sino
también que puede ser una herramienta importante en el momento de inicio de la escena. Aquel
en donde el protagonista “elige” aquellas personas que van a encarnar un personaje en la
dramatización en tanto yo auxiliar, entonces en vez de contarle cómo es el personaje, qué dice o
hace, etc, “hacer del personaje”, de esta manera poder darle letra al yo auxiliar pero desde otro
posicionamiento, en el cual ya se ponen en juego otros registros sensibles, entonces pueden
aparecer cuestiones no dichas.
Doblaje: es una técnica que invita al “público” a participar de la escena, para apropiársela e
introducir variaciones. Se trata de una conexión con el protagonista y/o yo auxiliares, por parte de
algún miembro del grupo, que intenta poner en evidencia elementos no expresados en la
dramatización. Pasando a tomar una postura corporal semejante a la del protagonista en la
escena, el doble se ubica por detrás y formula –en voz alta y en primera persona- lo que podemos
considerar la externalización de un proceso interno atribuido al protagonista por quien hace el
doblaje. Esto incluye versiones no puestas en juego en el desarrollo de la escena y permite la
apropiación por parte del público o lo que Pavlovsky y Kesselman llaman el “robo” de la escena,
que “deforma” la figura inicialmente desplegada para tomar la “forma” que el grupo genera con su
producción.
Espejo: consiste en poner a alguien, o algo, en el lugar del protagonista, para que éste se pueda
ver desde una posición distal. Se utiliza también cuando es necesario alejar al protagonista de una
acción excesivamente tensa, lo que permite redimensionar al yo observador.
Entre: (concepto proveniente del esquizoanálisis) Es una técnica psicodramática que permite
investigar en una escena las afectaciones que circulan en un “espacio”, que como su nombre lo
indica, se encuentra entre dos personajes, por ejemplo protagonista y algunos de los otros que lo
acompañan en el despliegue de la escena personificados por los yo auxiliares; o entre algunos de
los personajes y algún objeto personificado por su importancia en el despliegue mismo de la
escena. En este espacio el director “supone” que sucede algo, en tanto intensidad o encuentro de
fuerzas que podrían ser puestos en palabras por aquellos que siendo parte del público lo transiten.
Existen dos posibilidades para transitar o ubicarse en el “entre”. Una sería preconcebida -para
llamarla de alguna manera-, en el sentido de que siendo parte del público resuena algo que
necesito decir en este entre que se está sucediendo, este entre ya me está resonando aún siendo
parte del público. Otra sería pasar a este espacio y desde allí investigar y permitirme encontrar
con aquel campo de fuerzas que se sucede allí, en ese aquí y ahora.
Interpolación de resistencias: Si bien es una técnica no muy utilizada, podría decirse que
refiere a otra versión de lo que se ha llamado “robo de la escena”, en tanto el director promueve
un movimiento que no estaba en la escena original, sugiriendo a algún personaje incluir una nueva
variante que aparece como una novedad para el protagonista. Por ejemplo: un acercamiento, un
distanciamiento, una intensificación en el discurso, una modificación del discurso como una
respuesta “sí” por una “no”. Lo interesante aparece justamente de la mano de la sorpresa al
protagonista, es decir el impacto de la modificación, o nueva versión que se despliega, y qué
sucede en el protagonista y los yo auxiliares, así como en el público ante este nueva versión.
Congelar: es una modalidad de intervención utilizada por los coordinadores para detener una
escena o juego dramático. Permite tomar una “fotografía viva” de un momento grupal para luego
seguir desplegando la dramatización en diferentes direcciones posibles. Aporta un cuadro de
situación del grupo, a veces inmerso en la velocidad de las intensidades y afectaciones, facilitando
así el registro de la experiencia sensible. Luego de detener la acción o congelar en general se
pide al grupo soliloquios o decir una palabra que exprese la sensación que están experimentando
en ese momento.
Es una intervención muy valiosa para los coordinadores, pero es importante recordar que implica
un “corte” mediante el cual se les pide a los miembros del grupo un cambio de registro, es decir de
una situación vivencial en donde prima la experiencia sensible con los registros involucrados, a un
momento en donde lo que prima es el registro discursivo de la palabra, “poner en palabras una
sensación, sentimiento, afectación, intensidad”; por ende en muchas ocasiones no es una tarea
fácil, más aún cuando las personas no están acostumbradas a experimentar las situaciones con
sus diferentes posibles registros y el pasaje de uno a otro. Muchas veces puede requerir más
tiempo, acompañamiento de parte de la coordinación, incluso llegar en otro momento.
Musicalización: Es una modalidad de intervención que puede ser utilizada con múltiples
objetivos. Entre ellos demarcar un encuadre de una determinada actividad; propiciar un clima
particular; primar el registro sonoro para el despliegue de movimientos lúdicos, componer con
otros, construir máquinas, propiciar encuentros, entre otros. También en la escena puede ser
usada para que el público pueda desde su resonancia leer el clima que se está desplegando
desde un registro diferente a la palabra.
Resonancia: implica una conexión singular con determinados rasgo, gesto, postura corporal,
sonido o palabra producidos en una dramatización. Se trata de las afectaciones o ecos que una
escena genera en los integrantes del grupo y a través de los cuales pueden surgir nuevas
escenas (Multiplicación Dramática). Cada participante puede “resonar” con algún fragmento o
trazo de la escena, lo cual pone en juego una multiplicidad de resonancias grupales no sujeta a
estructuras prefijadas. No tiene que ver con la comprensión significante de lo dramatizado sino
más bien con la posibilidad de dejarse impregnar y atravesar por las intensidades que circulan en
escena.
El caldeamiento puede ser inespecífico donde lo que se busca es poner–se en contacto con los
modos sensibles propios del trabajo vivencial. De manera que el cuerpo esté lo suficientemente
“flexible” para dramatizar, luego de lo cual se pasaría a un caldeamiento específico que puede
consistir en un juego dramático en el cual se explore una hipótesis que los coordinadores tienen
sobre el acontecer grupal, o se trabaje algún aspecto dramático que la coordinación considere
provechoso para el grupo. Dentro de los caldeamientos específicos se incluyen aquellos que
están orientados hacia la evocación de escenas personales. Los mismos tienen la particularidad
de conectar con el pensamiento en escenas entendiendo éste como esas imágenes o protoformas
de las escenas que luego surgirán en el grupo. Sobre el final del caldeamiento el coordinador
podrá dar consignas más introspectivas que apunten a la conexión de cada miembro del grupo
con las afectaciones que lo recorren y en relación a éstas, qué imágenes les van surgiendo. A
diferencia de los caldeamientos tendientes a la producción de escenas grupales donde por lo
general, lo que se busca es una conexión entre los miembros del grupo y donde las consignas
están mas orientadas hacia el afuera. Aunque los caldeamientos que apunten a escenas grupales
también pueden incluir momentos instrospectivos.
Escenas grupales: El coordinador luego del caldeamiento puede pedir que el grupo se subdivida
en subgrupos y que armen una escena grupal a partir de lo que fueron vivenciando durante el
encuentro. La escena grupal no requiere ser demasiado trabajada. Para darle mayor lugar a la
producción espontánea sólo es necesario ponerse de acuerdo sobre el tema de la escena, los
roles, y la duración de la misma.
Durante el despliegue de la escena grupal el coordinador podrá hacer algún tipo de intervención si
lo considera necesario aunque ésto no es lo más frecuente. Una vez finalizada la escena el
coordinador podrá dar la consigna de que los demás miembros del grupo le pongan “títulos”
posibles a la escena, a partir de las resonancias singulares que produjo la misma. Luego de que
se dramaticen todas las escenas grupales, el coordinador podrá habilitar también un espacio de
multiplicación dramática sobre las escenas.
Elección de la escena personal: Una vez terminado el caldeamiento para la evocación de las
escenas personales, el coordinador pide al grupo que se ubique en un lugar del espacio que les
resulte cómodo y que cada uno trate de conectarse con alguna escena personal; es decir un
acontecimiento que realmente haya ocurrido. Luego estas escenas se comparten oralmente con
los demás miembros del grupo. El coordinador preguntará si todos están dispuestos a prestar
sus escenas. En caso de que alguien no esté dispuesto, no se incluirá esa escena entre las que
serán votadas. Finalmente el grupo elige “por votación” entre las escenas propuestas, la escena
que quiere dramatizar.
Tercer momento “desmontar la escena”: Es importante como director tener en cuenta que cada
yo auxiliar como el protagonista se pone unos ropajes para implicarse con los personajes, y así
desplegar la escena; por ende es necesario poder dejarlos antes de dar por “terminada” la escena,
o mejor dicho de abandonar el espacio virtual de la dramatización, el escenario. Existen aquí
varias intervenciones posibles, en términos de propuestas desde la dirección: decirle algo al
personaje en son de despedida, realizar un soliloquio, decir una palabra para dejar los ropajes,
realizar un gesto, entre otras. Recordemos que las escenas despiertan ciertas intensidades que
movilizan a aquellos que han participado de su despliegue, por lo cual se vuelve aconsejable
marcar un corte para salir del “como si” de la escena. Una vez desmontada la escena el director
puede pedirle al público realizar multiplicaciones dramáticas.
En líneas generales la propuesta consiste en: cuando alguien del grupo tiene una escena para
multiplicar puede invitar a otro u otras personas a participar según lo requiera la escena. En el
escenario le explica brevemente, hablándole al oído, de qué se trata la escena. Puede darse el
caso de escenas unipersonales donde no es necesaria la participación de otros miembros del
público. Algunas multiplicaciones aparecen en conexión “más cercana” con la escena original
desplegada, otras manifiestan una conexión “más distante”. La potencia creativa en las
multiplicaciones tiene que ver, entre otras cuestiones, con que una nueva multiplicación puede
surgir a partir de una de las raíces dramáticas de otra multiplicación y no ya sobre la original;
generando así un mapa inagotable de producciones escénicas grupales.