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3. Sin vocales
En lugar de reemplazarlas por números como en el ejemplo anterior, podríamos
eliminar las vocales por completo. Si además partimos de un término inventado,
como nuestro “BMiegcohteerso”, la contraseña resultante será más robusta:
“BMgchtrs”. Cualquier parecido con una palabra real es pura coincidencia, pero
recuerda añadir números, mayúsculas y símbolos antes de emplearla.
6. Hagamos sudokus
Te toca dibujar. Coge papel y boli y pinta una cuadrícula de 6×6, con números
escritos al azar en cada una de las casillas. Ahora piensa en un patrón como el
que usas para desbloquear tu móvil, un gesto con el dedo sobre esa especie
de sudoku que acabas de plasmar (por cierto, te valdría uno de verdad si ya lo
has resuelto). Los números por los que pasa tu trazado serán tu contraseña o,
mejor dicho, su punto de partida. Ahora aplica alguno de los otros sistemas para
introducir letras – minúsculas y mayúsculas – y símbolos.
Probablemente este sistema el mejor de toda la lista. ¿Por qué? Porque si
cambias las cifras que has puesto en las casillas (o coges otro sudoku
terminado), el mismo trazado te dará a una nueva clave. Con solo recordar el
patrón, las modificaciones y guardar las poco sospechosas hojas, tendrás
contraseñas infinitas.