Explora Libros electrónicos
Categorías
Explora Audiolibros
Categorías
Explora Revistas
Categorías
Explora Documentos
Categorías
•✦───────────•✧
Emma.
Cualquier ser inteligente sería capaz de entender lo que sucede si estuviera en
una situación normal con una persona común, pero yo no lo estoy y enfrente no
tengo a un universitario, a un novio de secundaria o un pretendiente cualquiera;
tengo al Boss de la mafia rusa viéndose más imponente y sádico que nunca.
Mi padre y mi hermana mantienen el arma en alto con la misma aura amenazante
que trae él, consiguiendo que me vea como el ser más pequeño de todos. El anillo
se mantiene a la vista entre sus dedos y lo reparo antes de que mis ojos se
conecten con los suyos. Lo que desencadena hace que mi pecho se estremezca
con violencia, sin embargo, tal efecto no nubla la realidad.
El porqué de tenerme aquí y lo que se había estipulado anteriormente.
—Es un truco para dañar a…
Intento decir, pero sujeta mi muñeca dejando la joya en la palma de mi mano.
—Define el apelativo que voy a usar —habla solo para los dos—: Mi esposa, mi
presa o mi esclava. Solo hay esas opciones.
—Emma ven —me llama Sam—. Ven y vámonos, ¡Usted ya deje de querer lastimar
a..!
Medio sonríe con ironía posando los ojos en mi hermana mayor.
—No, no notaste las consecuencias del juego —le dice— y ahora no notas que
continúa, sin embargo, hace mucho que dejó de ser por ti.
Me da la espalda dejándome con el anillo en la mano. Por más molesto que estén,
creo que tanto el general, como la teniente saben las consecuencias de soltar un
tiro en territorio ajeno. La pieza brilla en mi mano mientras sale y se va estrellando
la puerta.
Rachel baja la pistola al igual que mi padre y todos comparten la misma mirada
cargada de duda que me hace arder la nariz. «No he sido una buena hija», ni una
buena hermana, ni una buena persona, y lo que tengo dentro empieza a pesar de
una manera que no me deja respirar.
—Me acosté más de una vez con el Boss siendo consciente de que estaba mal y
no era lo correcto. Han leído verdades y mentiras —confieso concentrando la
mirada en mis zapatos—. Tuve a Amelie porque quise, no me obligaron a
engendrarla y tampoco me arrepiento de haberle dado paso al momento en el que
creo que sucedió.
Mala o no, es la verdad y la garganta me duele cuando paso saliva.
—Death me dijo que no sería fácil el venir aquí, me advirtió a lo que me iba a
enfrentar, me recalcó una y otra vez lo que tenía que hacer: “Conseguir que el
Underboss matara al Boss”, pero no contó con que Vladimir adorara tanto a su
progenitor. Le despertaba cosas, sin embargo, lo que sentía por mí no se
comparaba a lo que sentía por él y estaba centrada en el Underboss, pero unas
ganas absurdas emergían cada vez que aparecía su padre, el cual no me era
indiferente —continúo—. Fue y es un mafioso hijo de perra, así como yo siempre
he sido el dolor de cabeza que porta el apellido James, el cual no estuvo
encerrada en un calabozo gran parte del tiempo como lo pintaron. Conviví con
ambos y en ese proceso pasaron cosas, las cuales desataron situaciones que aún
no logro explicar, pero sucedieron. Quedé embarazada, lo noté después de que
me liberaron e intenté tener una vida, mas no se pudo.
El silencio se apodera del lugar, la cara de decepción de Luciana empeora, sus
ojos acusadores recaen sobre mí llenos de asco. El que no se inmute una palabra
no me ayuda y el cúmulo atorado en mi tórax es un tumor que se va volviendo
cada vez más grande, consiguiendo que los dientes me templen y las lágrimas me
pringuen el pecho.
—¿Qué esperamos para irnos? —pregunta Sam impaciente— Buscaremos la
manera de venir por Amelie y por los mellizos cuando se pueda, o si quieren
quedarse con ellos, que lo hagan. Al igual, es lo único que les importa, eso y su
maldita venganza.
—Amelie…
—No es hija de un sicario drogadicto como creía, viene de algo peor ¡Que bien! —
me corta Luciana—. Tantas cosas y decidiste copiar todo lo malo de tu hermana
dañando el apellido al parirle a un criminal .
—No es momento para eso, hay que irnos antes de que vuelva —insiste Sam.
Papá no me mira y lo entiendo, Luciana no deja de sacudir la cabeza y sé que es
un explosivo que en algún momento va a explotar sacándolo todo. El que tome aire
por la boca no lo va a impedir, como tampoco se va a evitar la persecución que
nos espera, ya que la Bratva no es el único enemigo que tenemos y lo que se
vienen son meses o tal vez años sin ver Amelie, además de estar con la zozobra
constante que conlleva irse.
La mano de Luciana toma el brazo de Sam queriendo que avance, pero se
detienen cuando yo lo hago moviéndome al puesto de mi hermana, la cual parece
que le hubiese echado un balde de agua fría
—Te adoro y te admiro como no tienes idea, creo que uno de los motivos para
callar era no querer decepcionarte, porque eres de las pocas personas en esta
familia que nunca se quejó de lo que era. Puedo jurarte que nunca ha sido mi
intención dañar la relación entre ambas, porque es una de las cosas más valiosas
que tengo y una de las cosas que más te resalto es mantener el apellido de la
familia en lo alto, como así también lograr que, en ocasiones, vean a los James
como los héroes que están para todo —Trago grueso, a la vez que sus ojos se
empañan y yo trato de contener los sollozos—. Eso es asombroso y sé que
debería actuar siempre como tú, pero no quiero. Lo menos que me importa ahora
es ser la James ejemplar y la que vive de huracán en huracán sacrificándose por
todos.
Miro el piso acongojada.
—Te drogaron, me torturaron, tuviste un embarazo de pesadilla, mi hija me vió ser
un pedazo de mierda, el cual golpearon hasta cansarse y llevamos años en una
lucha constante donde si Dios tuviera la misericordia que dice tener, nos pusiera
en un pedestal, dándonos la felicidad que nos merecemos, ¡Pero no lo hace
porque quiere guerreros! ¡Y yo estoy cansada de serlo! —continúo— Si alguien
quiere darme, aunque sea, una pequeña parte de lo que necesito ahora, lo voy a
recibir porque nos lo merecemos y lo sabes. Sabes que no le debemos nada a
nadie, que a estas alturas de la vida nuestra única obligación es ser felices. No
importa cómo o con quién, si será más fácil el camino adelante. Si se acabará este
sufrimiento, bien. No me interesa si esto es la mafia rusa o si he de estar con la
peor criatura del universo. Si veré crecer a Amelie y dejaré de ser la víctima, lo voy
a hacer, ya que no nos va bien con Dios y es él quien me ha orillado a ver qué me
ofrece el diablo.
—Sé que todo esto ha sido mi culpa y estoy en el deber de compensarte, de
cuidarte...
—Pero eso no es lo que necesito, porque cuidándome, aislandome y
escondiéndome no se va a solucionar esto y no quiero que me veas como una
víctima de tus actos,
porque también me he equivocado —me sincero—. Y aunque ahora esté deshecha
y sienta que no valgo nada, no puedes olvidar que sobreviví a la Bratva sola, parí
sola, engrandecí mi nombre en el patinaje sola, huí sola y heme aquí, demostrando
que no eres la única que sabe jugar este juego.
Sus ojos caen sobre la marca que tengo en el brazo y me alejo dando un paso
atrás. Luciana resopla, mi padre mira al techo y no me parece prudente acercarme
a nadie más, así que busco la manera de irme.
—Pon un pie afuera, ten la osadía de irte y me vas a conocer —advierte Luciana.
Es la única que habla, ya que los otros se mantienen en silencio mientras busco el
camino que lleva a la puerta.
—Devuélvete y siéntate —espeta Luciana cuando continúo—. Emma…
La ignoro siguiendo con mi camino, no quiero más líos y menos con ellos, por eso
trato de acelerar el paso, pero su mano se cierra en mi nuca devolviéndome.
—¡Déjala! —se mete mi hermana mayor, pero la empuja.
—¡No te metas que es tu culpa! —espeta volteandole la cara con la cachetada que
le propina— ¡Es tu culpa el que le tenga asco a las dos!
La mano abierta impacta contra mi cara también y me empuja atrás consiguiendo
que el tórax me duela con los empellones cargados de ira.
—¡Dije que no! —me grita— ¡No!
Levanta la mano otra vez y retrocedo temblando cuando su imagen cambia a la de
Thomas, desatando que se incremente el peso y la sensación que me hace sentir
como basura. Cierro los ojos esperando el impacto de su mano, pero…
El disparo que resuena me encoge y el grito de Sam me ensordece cuando
Luciana se contrae con la mano en el abdomen. Papá mantiene el arma en alto
desatando los alaridos de Sam.
—¡¿Qué has hecho, papá?! —viene por ella.
—No vales un mísero peso, Emma, y nunca lo vas a valer. Así como tú Rachel,
nunca dejarás de ser una zorra, la cual trajo todo lo malo a esta familia —nos dice
— ¡Me dan asco! ¡Asco!
El siguiente proyectil le atraviesa el pecho callándola, mi hermana mayor no se
inmuta y Sam trata de contener la sangre pidiendo ayuda, pero para Rachel, es
como si estuviera ante una desconocida. El impulso de querer irme no sé dónde
quedó y la puerta se abre dándole paso a Viktoria que llega con cuatro de los
Kryshas.
Repara la escena con una ceja enarcada, Sam sigue en el piso pidiéndole a mi
madre que despierte, Rachel lo único que hace es mirarlas, mientras que yo me
mantengo en mi sitio.
—Les traje lo que querían, la que entregó las coordenadas —espeta papá y Sam le
pide que se calle—. He ahí mi ofrenda de paz por la ofensa a la memoria de tu hija.
Quiero que esto se acabe, así que se les está dando sangre como querían.
—Puede que sea suficiente para mí, pero no lo será para él —Los rusos apartan a
Sam yendo por el cuerpo que arrastran afuera como un animal.
Sam no deja de suplicar y la rusa fija los ojos en mí antes de marcharse.
—Emma ya es libre —intenta decir Rachel y la rusa sacude la cabeza.
—Una cosa es negociar y la otra olvidar.
Se retira. Sam sigue desecha en el piso e intento acercarme, Rachel la toma, pero
no se deja tocar y trato de intervenir, pero...
—¡Mira lo que conseguiste! —me grita histérica— ¡Hiciste que la matara!
—Sam, ella… —intento explicarle lo que desencadenó, pero está incontrolable.
—¡No te justifiques porque no hay excusa que tape el que seas una perra barata!
—espeta y siento su rabia— ¡Lo estamos intentando y te opones! ¡Lo dañas como
siempre lo haces, actuando como la maldita caprichosa que no se puede amoldar,
que no puede quedarse quieta y callarse por una puta vez!
Las palabras le salen cargadas de rabia, Rachel y papá intervienen pidiéndole que
pare, pero no deja de patalear reclamando y decido irme. Sam es la más calmada
de las tres, aunque no seamos tan cercanas, es mi hermana y pueda que sí tenga
razón en algo, en lo de “perra barata”, porque sí me acosté con el Boss sin nada a
cambio. Lo hice porque quise y lo correcto era negarme hasta morir dignamente
como alguien coherente lo haría.
Sin embargo, nunca he sido coherente, esa palabra junto a mi nombre nunca
tendrá sentido y no es una cualidad que me acompañe ahora. Las luces de la
fábrica de armas y los hombres merodeando afuera me dan las señales que
necesito y me encamino a esta limpiandome la cara.
Llevo la mano atrás desabrochando el collar que me abraza el cuello y se mantiene
en mi mano. Hay muchas cosas que quiero ahora, como dejar de correr, de huir y
de ser la fugitiva la cual no sabe qué esperar, estar con Amelie «Si, quiero
eso», como también quiero que Thomas Morgan vea mi cara mientras yace
encadenado como lo estuve yo. Quiero ver en Agatha el mismo miedo que emana
de Sonya, quiero que coman vidrios y meterselos por el culo también, por la
uretra, la vagina y todos los orificios que tengan. Ellos, los que vinieron por mí y
los que no me escucharon cuando les pedí que pararan, porque en vez de hacer
eso, eligieron estrellar las argollas metálicas contra mi espalda, insultándome.
Prefirieron patearme como un animal consiguiendo que me apagara, llegando a un
punto donde no me reconozco y no sé que soy. Me arrancaron la seguridad que
tanto me tomó conseguir y ahora se ha ido, no tengo nada, y por ello necesito
esto. Por una vez en la vida quiero que alguien pague por haberse metido
conmigo, quiero que se arrepientan cada segundo y que pese a estar en el más
allá, piensen y digan “no debí tocar a Emma James”.
Sigo caminando decidida, apartando las lágrimas mientras mis pies se hunden en
la nieve, a la vez que suelto el collar que cae y dejo atrás.
Ilenko.
Enciendo el puro y pego los labios calando con fuerza, las montañas blancas se
ven a lo lejos y la asesina de la Bratva se mantiene atrás.
—No parece extrañar al príncipe —me dice—, rara vez lo menciona, le he hecho
cuatro veces una pregunta y siempre recibo la misma respuesta.
—¿Qué pregunta?
—¿Si pudiera pedir un deseo que sería?
Contesta haciéndome voltear.
—Si le pregunta eso, siempre responderá lo mismo —continúa—: Estar con su
mami. La nombra cada vez que se levanta, antes de que se acueste, la incluye en
sus oraciones y puede olvidarse de todo, pero no de que su madre le dijo que
siempre volvería por ella.
Rompo el recuerdo antes de entrar a la fábrica de armas donde esperan los
miembros de la hermandad. Hay dos formas para que te obedezcan: por respeto o
por miedo. El primero me lo he ganado durante años y el segundo no fue una
opción, fue una obligación, ya que era la única forma de ponerme por encima de
las leyes de la Bratva.
L´vitsa no fue una muestra solo para los de afuera, de una manera indirecta
también fue algo para los de adentro, que saben que cuando me empecino con
algo no lo dejo de lado hasta destruirlo. Algunos se preguntaban el porqué de la
extraña desaparición de los Lazareva, los cuales mostré para que vean lo que
conlleva tenerme encima, estar bajo mis ojos. Y si hice lo que hice con ellos, pese
a que en algún momento se dijo que eran mi “familia”, ¿Qué se puede esperar para
los que no lo son? Yo no olvido y así me maten, malogro, porque nada va a impedir
el que cace sus almas en el infierno donde seré verdugo, mas no víctima.
Yo no amenazo solo con la boca, amedranto con actos. El agua de la ducha baja
por mi nuca, salgo, me visto, el cabello lo mantengo recogido y me adentro en el
sitio donde en una de las esquinas yace la mega trituradora industrial que mandé a
hacer días antes de irme y donde voy a meter a Cédric Skagen.
El Vor está fumando recostado en una de las máquinas junto al hacker y los
miembros más importantes de la hermandad se mantienen frente a mí, incluyendo
a Akin y Uriel que suele ser la voz de los Romanov.
—Quería hacerle saber que estoy libre y disponible para usted y la princesa, mi
Boss —habla Minina dando un paso al frente— ¡Alguien tiene que criar a esa
leona!
El tono de lo que dice desata la risa de los demás y sigue avanzando buscando
acercamiento, pero… la puerta principal se abre y todos voltean a ver de quién se
trata, incluyendo la sumisa. Los que están le abren camino y desde donde estoy la
reconozco: «Emma James», la manzana de la discordia entre dos familias, quien
camina a mi puesto bajo la mirada de todos. No trae el collar y la mulata se hace a
un lado resoplando por lo bajo, mientras avanza concentrada en mí.
Son pocos los centímetros que nos separa y…. las puertas vuelven a abrirse.
Pasos atrás aparecen Rick y Rachel James amargandome la noche. El Vor toma el
mando y me muevo con la madre de mi hija al sitio de reuniones que hay detrás,
seguido de Salamaro, Uriel y Akin.
La mesa larga predomina en el lugar y Rick James me come con los ojos, mientras
su hija menor se mueve incómoda a mi lado.
—Las cosas serían mucho más fáciles si al menos te preguntarás el motivo de
cada cosa —me reclama la teniente—. Nunca has indagado porque hice lo que
hice. No sabes que ese día estaba desesperada y harta de la hija de puta a la que
hice que mataran. Hija de puta que no vale ni una hebra del cabello de Emma, pero
no pensaste en nada de eso y decidiste llevártela, sabiendo que no tenía nada que
ver.
—¿Y tú lo hiciste a la hora de empezar el juego? ¿Qué tenía que ver Sasha en tu
maldito lío? —contesto— Yo mantuve mi lugar cuando murió y tú quisiste seguir,
creyendo que lo iba a aceptar solo porque eres Rachel James y no, yo no estoy
donde estoy dejando que me vean la cara.
—¡Solo quería que ella muriera y ya está! —se defiende— ¡¿Por qué te cuesta
tanto entenderlo?!
—¡¿Y por qué te cuesta admitir que detrás de todo esto te querías engrandecer el
ego?! —replico— ¡Admite que no eres la víctima y que debiste sopesar que algo
como esto pasaría, teniendo en cuenta como son las cosas en mi organización!
—Luciana murió, Sam está deshecha, esto le ha pesado a mi padre y a mí todos
los malditos días —sigue— ¡Ya fue suficiente!
—¡Ese sufrimiento es el consuelo de la Bratva, no el mío!
Salamaro interviene atravesandose y alzando las manos pidiendo calma.
—Sean cuales sean las diferencias, no nos podemos olvidar de algo y es que hay
una Romanov James de por medio de la cual ya todos saben y los que no, falta
poco para que se enteren —increpa—. El Boss no va a renunciar a su hija.
—Ni a la madre —esclarezco de una vez y Akin voltea a verme—. Amelie cree que
la necesita.
—Y yo no voy a renunciar a mi nieta y mucho menos a Emma —interviene Rick
James—. Rachel tampoco lo va a hacer, porque haya hecho lo que haya hecho ¡Es
su hermana y Amelie es su sobrina!
—Hay que aprender a resignarse —les dice Uriel y la teniente se niega—. Han de
tener claro cómo funciona la mafia.
—¡No, nos vamos a resignar! —contrarresta— ¡Ella tiene una hermana y un padre!
¡No está sola! ¡No soy un pelele, soy un general y sé cómo funcionan las cosas
aquí! ¡No es la primera vez que me cruzo con uno de sus casos!
Pasea la vista por todos deteniéndose en mí, es más agotamiento que persona y
se lleva las manos a la cintura mirando al cielo, antes de detallar a las hijas.
—Estaré bien papá, puedo manejarlo —le asegura Emma—. Confíen en mí.
Él toma otra bocanada de aire. «No se la voy a dar», me pertenece, si se la lleva,
por ella voy otra vez y lo sabe porque me mira cargado de ira.
—La única forma de que dejemos de pelear es que me garanticen que no me las
van a lastimar —se le quiebra la voz—. Sé que Amelie necesita a su madre y,
porque conozco a Emma, tengo claro que no la dejará y está bien, lo entiendo,
pero no quiero que me le hagan daño, ni tú, ni ellos, ni nadie…
—Papá… —lo interrumpe la teniente y sacude la cabeza.
—¡No la va a dejar, Rachel, y lo sabes! —le replica— Hay cosas que no se pueden
reparar, pasos que no tienen marcha atrás, como jugar con un mafioso o tener una
hija con este. Son cosas que no puedo corregir, que no puedo borrar y no me
queda más alternativa que buscar la mejor manera para solucionarlo. Por eso pido
un alto, el cual me garantice que Emma no será una esclava, ni una prisionera. La
verán como lo que es y es la madre de la hija del Boss.
—¿Y ustedes qué? —increpa Akin.
—¿Vas a decir que no estás cansado de pelear? —le responde— Perdiste una hija,
yo en parte estoy perdiendo una también y tu orgullo o el mío no es lo que importa
ahora. Les guste o no, Amélie es una James, nos guste o no, es una Romanov.
Emma es su madre, ha hecho de todo para defenderla y no estoy pidiendo que la
idolatren, solo pido que nos respeten —continúa—. Esto no es fácil para nosotros,
así que dime si me vas a dar tu palabra —vuelve a concentrarme en mí— o nos
matamos todos contra todos.
—Si mi nieta quiere a su madre, pues que la tenga, nadie aquí va a intervenir en
eso porque lo que pide se le da —aparece Viktoria incomodando a Akin—. La perra
de la madre de sus hijas no es mucho, pero es algo para conciliar.
—Necesito garantías —pide.
—Un matrimonio asegura un pacto entre ambas partes y un año de apariencias es
suficiente. Cada quien obtiene lo que quiere por el tiempo que le convenga y ya
está —explica molesta—. Se “acaba” la disputa, pero ella sigue con nosotros.
Rick James palidece al igual que la hija y Salamaro vuelve a tomar la vocería.
—Cuando la sangre de un James y un Romanov caiga sobre la hoja, se da por
sentado el acuerdo. Como consejero sugiero la ley del hielo de dieciocho horas
para definir, ya que esto no tiene marcha atrás —pide—. Dieciocho para
convencerse y no arrepentirse, debido a que aquí no se permite eso, así que les
aconsejo que piensen bien las cosas. Boss, tenga en cuenta que el matrimonio es
con Emma James, quien no es una mujer de la Bratva y el acuerdo con los James
conlleva el fin de la enemistad.
—Emma no es mujer para el Boss —se queja la hermana.
—Ni el Boss es hombre para ella — replica mi madre.
—Veo muchas dudas, insisto en que lo piense, mi Boss —recalca Salamaro—, al
igual que los James. Es mejor pensar bien las cosas para que luego no se saque la
excusa de que se actuó con la cabeza caliente.
—Bien —Rick viene por la hija menor—. Me sirve que otros piensen porque
tampoco quiero jugarretas. Ahora estoy en el derecho de pedir un espacio para
estar a solas y cómodo con mis hijas.
Salamaro me mira y le doy la espalda en busca de la salida, «no los soporto». Que
hagan lo que quieran, al igual tengo con qué hacerle frente si deciden seguir con
esto.
—Maldito apego el de Amelie —me sigue Viktoria—, sin embargo, no me
preocupo. Si se rehúsan, somos libres de decirle más adelante a Amelie que lo
intentamos y la culpa fue de ellos. Aquí siempre hay tiempo para la contienda.
Me adelanto saliendo de la fábrica, la Bratva ya no está y camino rápido
abordando una de las camionetas, la cual tomo con rumbo a Sodom. Necesito
oxigenarme y olvidarme de esta gente que no es más que un problema
secundario, un lío en el que me metí no sé cómo, pero que de todos modos tengo
que solucionar, ya que debo avanzar, reorganizarme y volverme más poderoso de
lo que ya soy. Sin embargo, para hacer todo eso, cada cosa debe estar en su lugar.
El vehículo se detiene en el bar eje, la música es alta, las luces parpadean y el
sexo en vivo es protagonista con orgias, tríos y espectáculos, la musica alta es
atronadora y me sumerjo en el ambiente que me ha acompañado durante años.
Hay un lapso de dieciocho horas para arrepentirse y el que no lo haga ahora no
podrá hacerlo después. Dieciocho horas para decidir qué posición se quiere seguir
jugando en el tablero donde a los James les encanta que los persigan.
•✦───────────•✧