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Samuel
Samuel
Una noche, cuando estaba dormido en el tabernáculo, oyó una voz que le llamaba:
"¡Samuel!". Contestó: "Aquí estoy". Se levantó, fue al aposento de Helí y le dijo: "Aquí
estoy, me has llamado". Helí le contestó: "No te he llamado, hijo mío, vuelve y
acuéstate".
Oyó de nuevo que le llamaban: "¡Samuel!". Contestó: "Aquí estoy". De nuevo se
levantó y yendo donde estaba Helí le dijo: "Aquí estoy, me has llamado". Helí le
contestó: "No te he llamado, hijo mío, vuelve y acuéstate".
Por tercera vez Samuel oyó la voz y fue al aposento de Helí y de nuevo le dijo: "Aquí
estoy, me has llamado". Helí comprendió que era Dios quien le llamaba y le dijo:
"Acuéstate y si te llaman otra vez, responde: "Habla Señor, que tu siervo escucha".
Cuando Samuel oyó de nuevo la voz respondió lo que le había mandado responder
Helí. Dios le dijo que iba a castigar a Helí y a sus hijos. Tiempo después los hijos de
Helí mueren luchando contra los filisteos. Cuando Helí recibió la noticia se cayó, se
rompió el cuello y murió.
Samuel actuó como último juez de Israel durante toda su vida y fue el primer profeta.
Se quitaron todos los dioses extranjeros, el pueblo se convirtió y adoraba sólo a Dios.
Cuando fue mayor, el pueblo le pidió que nombrara un rey que los gobernara como a
las demás naciones y que estuviese al frente de los soldados para luchar contra los
enemigos.
Samuel ungió rey a Saúl y más tarde a David.