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TEORÍA GENERAL DEL ESTADO

LUIS DE LA HIDALGA

TEORIA GENERAL
DEL ESTADO

EDITORIAL PORRÚA
AV. REPÚBLICA ARGENTINA 15
MÉXICO, 2008
Primera edición: 2008

Copyright e 2008
LUIs DE LA HIDALGA
Anáhuac No. 7, Lomas de Costa Azul,
39850, Acapulco, Guerrero

Esta edición y sus características son propiedad de


EDITORIAL PORRÚA. SA de CV 8
Av. República Argentina 15 altos, col. Centro,
06020, México, DF
www.porrua.com

Queda hecho el depósito que marca la ley

Derechos reservados

ISBN 978-970-07-7593-7

IMPRESO EN MÉXICO
PRlNTED IN MEXICO
A mi esposa Sonia Amelio
causa, motivo y razón de mi existencia
ADVERTENCIA

Esta obra tiene la ambición de servir como libro de texto para los estu-
diantes de la licenciatura en Derecho, a la vez de libro de consulta para
los estudiosos sobre la materia, porque en él se ha recogido por una parte
lo más selecto y granado del pensamiento de muy diversos doctrinarios, y
por la otra se ha tomado lo esencial de los textos primordiales de la bi-
bliografía básica universitaria, con objeto de facilitarles a los estudiantes
la tarea fundamental en la búsqueda de la temática específica en diversos
libros.
Asimismo responde esta obra a una inquietud de hace muchos años
desde que tuve la gran oportunidad, en la Facultad de Derecho de la Uni-
versidad Nacional Autónoma de México, mi alma máter, de ser maestro
adjunto de la erudita, muy querida, respetada y respetable doctora Aurora
Arnáiz Amigo, tanto en sus cátedras de Teoria General del Estado y Dere-
cho Constitucional, como en el Seminario de la primera, habiendo tenido
la oportunidad de coadyuvar con ella a la organización y fundación del
Colegio de Profesores de Teoría General del Estado y, por ende, ser miem-
bro fundador del mismo.
Desde entonces, y quizá por ser una de mis funciones en el seminario
la revisión de tesis profesionales, consideré la conveniencia de elaborar
un libro de texto de dicha disciplina, toda vez que la erudición de las
obras existentes no llenan ese vacío, incluyendo las de mi excelsa y queri-
da maestra, a quien mucho le debo por sus elocuentes enseñanzas, y con
ello haber creado en mí la inquietud para profundizar en el estudio de
esta disciplina, cuyo hermoso contenido sólo puede ser comparable a la
utilidad del mismo, no únicamente para los estudiantes de Derecho sino,
por demás, a todo aquél que los grandes interrogantes sobre el Estado le
lleva a investigar cómo fueron los principios de organización política en
este mundo, desde los estadios más remotos partiendo en múltiples oca-
siones de muy difíciles hipótesis de trabajo, útiles para conducirnos por
caminos donde se busca con ahínco una verdad que ha quedado en la os-
curidad de la noche de los tiempos.
Este libro ofrece como novedad en los estudios sobre el Estado un
capitulo correspondiente a los principios de organización política en el
México prehíspáníco, y lo hemos incluido al considerar un absurdo no

IX
x ADVERTENCIA

penetrar en ese mundo tan desconocido en su verdad, como deformado y


aun vilipendiado por algunos autores, principalmente los relatores de la
conquista, quienes no pudieron entender los -para ellos- novedosos
sistemas de organización política, social, económica, jurídica y aun elec-
toral de los habitantes de estas tierras, que hoya través del tiempo, y gra-
cias a los doctos investigadores contemporáneos, nacionales y extranjeros,
se ha logrado revalorar. Nos parece un error observar la génesis del Esta-
do, remontándonos, como es absolutamente obligatorio, al mundo de la
antigüedad por una necesidad racional, sin penetrar al nuestro, que es tan
importante y cuyas formas hubieran sido valiosas aportaciones al mundo
del poder absoluto vigente en Europa, cuando en estas tierras tal sistema
había desaparecido por inoperante.
Esta es nuestra aportación, pero al mismo tiempo es la síntesis de va-
riados textos de otros tantos investigadores de quienes hemos absorbido
lo que a nuestra matería corresponde, para ofrecerla a nuestros lectores,
lo cual a su vez hemos tomado de otra obra nuestra, La organización poli-
tico en México, publicada en 1987.
. Para terminar, afirmaremos que hemos tomado el nombre original de
nuestra disciplina, Teoría General del Estado, de Georg Jellinek, tal y
como se expresa en la introducción del Prólogo del traductor F. de los
Ríos Urruti, quien lo toma directamente del alemán: Allgemeine Staatslehre,
obra de la que hemos tomado infinidad de conceptos, por estimarla, no
obstante lo arduo de su lectura, como una de las obras clásicas de nuestra
materia, al igual de la de su connacional Herman Heller, que por su parte
la denomina simplemente Teoría del Estado, justificando en las primeras
líneas la razón de suprimir el término "general", tesis que respetamos
pero no seguimos, aunque estamos totalmente acordes cuando expresa, en
SU primer párrafo, la síntesis de nuestra materia: "La Teoría del Estado se
propone investigar la específica realidad de la vida estatal que nos rodea.
Aspira a comprender al Estado en su estructura y función actuales, su de-
venir histórico y las tendencias de su evolución". También, obviamente,
de este autor hemos tomado buena parte de sus ideas, criterios y valiosos
conceptos.
La Teoría General del Estado es una ciencia estudiada profusamente
por innumerables doctrinarios, por tanto no es posible ir más allá de lo
escrutado, pues no se trata de una obra literaria donde se pueden crear
personajes o inventar acciones, es una ciencia de la realidad fundamenta-
da en ese fenómeno llamado Estado, de ahí nuestro deseo de buscar e im-
primir en este texto una forma más fácil para su lectura, estudio o análi-
sis. La tarea no ha sido sencilla, pero en todas formas ha sido halagadora
por lo apasionante del tema, además de que nuestro mayor deseo es ser-
vir, ser útiles y respetuosos de la historia, de sus principios, de los teóri-
cos del Estado, sean o no acordes con nuestra propia y personal ideología,
ADVERTENCIA XI

sin intentar en ningún momento inclinarnos bacia una u otra doctrina


porque estamos conscientes que la honestidad de todo investigador al
ofrecer un texto de consulta es despersonalizarse, y más aún cuando se
habla de la controvertida ciencia política, donde los extremismos ideoló-
gicos son parte misma de la disciplína, correspondiendo al lector adherir-
se a la más congruente de conformidad a su propia ideología, sin intentar
convencerlo de cuál es mejor.
Por otra parte, es pertinente también expresar que hemos procurado
usar un lenguaje llano, sencillo, simple, sin la utilización de palabras o
frases en otros idiomas, como el latín, sino en casos especiales, pues su
uso frecuente en muchos autores parece a veces como cierta pedantería,
tendente a mostrar una sapiencia que en ocasiones no existe, o grandes
conocimientos de textos antiguos y modernos, logrando tan sólo confu-
sión y poca claridad en la exposición.
Como quiera que sea, nuestra intención ha sido, en todo momento,
tratar de colaborar con los estudiantes y lectores para facilitar el aprendi-
zaje e intentar hacer interesante su lectura. Si lo hemos logrado quedare-
mos satisfechos de haber cumplído con nuestro compromiso y responsa-
bilidad.
A MANERA DE PRÓLOGO

Al emprender el estudio de cualquier rama del conocimiento humano es


pertinente, ante todo, y más aún tratándose de la ciencia del Derecho, co-
nocer la razón de su denominación, dónde y por qué surge, la rama a la
cual pertenece y el ámbito de su aplicación.
Nuestra disciplina tiene como esencia misma el Estado y al catalogar-
la como teoría -del griego theoreo, contemplar- ello nos conduce literal-
mente a determinar, a priori, que se trata de contemplar o examinar al
Estado, y por tanto la explicación e interpretación de los fenómenos esta-
tales, a fin de convertirlos en principios generales válidos para otorgarles
la categoría de obligatoriedad, porque de otra manera no se justificaría,
pero en virtud de su amplitud y ambigüedad, esta obligatoriedad no pue-
de ser específica sino general, justificando con ello la denominación de
Teoría General del Estado, aunque hemos de advertir la oposición de di-
versos tratadistas a ese enunciado, denominándola simplemente Teoría
del Estado.
El objeto primordial de la Teoría General del Estado es el conocimien-
to del fenómeno político llamado Estado, la génesis del mismo y de las
instituciones de derecho político, la aplicación de un método adecuado
para su estudio, su origen histórico, la evolución y desarrollo del Estado
contemporáneo y su posible proyección al futuro. Pero antes de penetrar
de lleno al estudio analítico de estos conceptos, debemos ubicarla dentro de
las ciencias, a fin de encontrar su propia categoría.
En un cuadro general se pueden dividir las ciencias en dos grandes
ramas: las ciencias naturales y las ciencias del espíritu. Aquellas se deno-
minan así porque emanan de la propia naturaleza, por tanto nuestra cien-
cia debe catalogarse entre las segundas, toda vez a su cargo se encuentra
la investigación de los fenómenos de la vida humana en común, constitu-
yendo las ciencias de la sociedad, más conocida como ciencias sociales,
en contraposición obvia a las naturales.
Algunos autores, principalmente los alemanes, las llaman hoy cíencias
de la cultura, aunque en términos generales se les siga denominando con el
nombre genérico de ciencias sociales, como son conocidas en México, y
dada su característica de ser fenómenos de la sociedad se dividen en dos
ramas: las que para su existencia requieren una voluntad que las dirija,

XIII
XIV A MANERA DE PRÓLOGO

mediante una organización específica sometida a un plan y un orden de-


terminado emanado de una voluntad consciente, como pueden ser las
agrupaciones económicas, espirituales, religiosas, éticas; y aquellas cuya
existencia no se debe a actos de voluntad y por ende no requieren de una
organización específica, porque su ordenación se basa en diversas fuer-
zas, como puede ser el lenguaje, las costumbres, las actividades artísti-
cas o científicas, la vida económica ... aunque debemos aseverar la casi
imposibilidad en la vida real, el poder hacer un corte tajante entre estas
dos categorías, porque en cualquier forma de organización de las socieda-
des, en todas, se requiere la existencia del Estado, por ello las ciencias so-
ciales, a excepción quizá del lenguaje, por ser considerado afín a las cien-
cias naturales, se les ha denominado bajo el nombre genérico de ciencia
del Estado.
La existencia del Estado en la vida social es contemplado como causa
y como efecto, y la ciencia del Estado, en sí misma considerada, tiene
como fin la investigación sobre el propio Estado y sus elementos constitu-
tivos, y en cuanto su relación con otros órdenes sociales, sólo le corres-
ponde lo concerniente a su actividad, con objeto de regularlo o exigir su
desarrollo. Al respecto Iellínek nos pone un claro ejemplo: "La enseñanza
corresponde al ámbito de la ciencia del Estado, pero únicamente intervie-
ne para ordenarla y dirigirla, porque en cuanto al aspecto técnico le co-
rresponde a la Pedagogía como disciplina específica". De ahí la afirma-
ción de que casi no existe una actividad que no esté vinculada de alguna
manera con el Estado, y por ello indefectiblemente la ciencia del Estado
está íntimamente relacionada con otras ciencias, pero sin absorberlas.
Ahora bien, en los pueblos de origen latino y en Inglaterra se da un
uso terminológico indistinto entre ciencia del Estado y ciencia Política,
derivado de lo que para los griegos significaba la Polis, Ciudad-Estado, y
por tanto podemos afirmar que la ciencia Política es el conocimiento de la
Polis, en la que se encuentra contenida toda la actividad de sus miem-
bros, y en cuanto corresponde a la ciencia del Derecho, ella está inmersa
en ese contexto, toda vez que el Derecho únicamente puede existir en una
sociedad organizada como es el Estado, pero la sistematización del Dere-
cho llevada a efecto por los romanos le dieron categoría de disciplina in-
dependiente, por ello es necesario, como lo hace Jellinek, distinguir cien-
cia del Estado en 1010 sensu y ciencia del Estado en stricto sensu, forma
tradicional que usaremos nosotros en el estudio de la Teoría General del
Estado.
Es pertinente hacer notar que el Derecho a pesar de ser una ciencia in-
dependiente, está íntimamente vinculado a la ciencia del Estado, principal-
merite en cuanto al Derecho Constitucional, Administrativo e Internacional,
por tener estas disciplinas, como veremos más adelante, características, prin-
cipios y fundamentos dentro del Derecho Público, permitiéndonos aseve-
rar que son al propio tiempo ciencia del Estado y ciencia del Derecho.
A MANERA DE PRÓLOGO xv

Por otra parte, además de la división de las ciencias sociales o del es-
píritu y naturales, existe una subdivisión:
a) Las narrativas o descriptivas, o sea las que establecen y ordenan los
fenómenos.
b) Las explicativas o teoréticas, llamadas así porque determinan o
explican las reglas de sus conexiones, y
c) Las aplicativas o prácticas, así denominadas porque utilizan los he-
chos y las relaciones para llevarlos al campo de la práctica.
Sin embargo hemos de expresar que en las ciencias sociales la línea
divisoria de las descriptivas y explicativas es tan tenue, que se dificulta
en mucho su separación, pues los fenómenos sociales, por su propia y na-
tural evolución y regresión constante, carecen de rigidez absoluta por ser
en sí mismos permanentemente cambiantes, aunque estos cambios no sig-
nifiquen necesariamente evolución progresiva, porque no siempre se ba-
san en lo existente anterior, sino son cambios definitivos, profundos, con
características propias y diferentes, novedosas creaciones, y precisamente
en estos cambios, en esa dinámica constante, se encuentra la diferencia
sustancial con las ciencias naturales.
En esta subdivisión, en lo referente al Estado, podemos decir que la
ciencia explicativa del Estado es la doctrina del mismo, cuyo problema lo
constituye fundamentalmente el conocimiento de sus fenómenos durante
toda su existencia, pero al mismo tiempo también es disciplina que deter-
mina con precisión las características distintivas de su objeto de estudio y
las formas de sus fenómenos, por lo que esta descripción es indefectible-
mente una explicación, y por tanto es un claro caso de que no se encuentra
en el campo de los sentidos, no es cognoscitiva, sino algo que debe some-
terse a la investigación científica para poder determinarlo, no pudiendo
describirse en tanto pueda explicarse y comprenderse; por lo mismo en
las ciencias sociales la explicación causal es sumamente limitada, no así
en las ciencias naturales, pues sus límites son muy amplios.
Ahora bien, lo expuesto con anterioridad nos conduce a un punto
concreto, para cuyo efecto ha de hacerse una diferenciación entre la teo-
ría general y particular del Estado. La primera tiene como objeto la bús-
queda del principio fundamental del Estado, la investigación cientifica de
sus fenómenos generales y determinaciones principales, sin referirse espe-
cificamente a un Estado en concreto, sino en las diversas formas que los
fenómenos histórico-sociales han caracterizado al Estado en su evolución
y desarrollo histórico, en tanto en el segundo aspecto puede investigarse
en diversas formas: el comparativo de las instituciones particulares de los
Estados en general, las de un grupo de Estados, o las de estos en un tiem-
po determinado, a fin de analizar las características singulares de ellas, o
el estudio y análisis específico de un solo Estado, ya en su evolución, ya
como se manifiesta en la actualidad, empero no se comprenderán cabal-
XVI A MANERA DE PRÓLOCO

mente las instituciones creadas en un Estado en particular si no está in-


merso en la Teoria General y la especial de las instituciones de un Estado.
La Teoría General del Estado, por otra parte, investiga los fenómenos
sociales de éste, en su estructura social o como una institución jurídica,
lo que crea una doctrina social y otra jurídica, de lo cual podemos con-
cluir que la Teoría General del Estado al mismo tiempo abarca la doctri-
na general sociológica y la doctrina general del Derecho público, por ser
el Derecho una de los más importantes aspectos de la doctrina general,
toda vez que no puede subsistir un Estado en tanto no exista el Derecho,
aunque no debemos caer en el error de identificar uno con el otro, como
lo hace Hans Kelsen, a quien siguen muchos teóricos del Estado, error ori-
ginado en la escuela de Derecho Natural al investigar el fundamento jurí-
dico del Estado, estimando que la única disciplina independiente dentro
de la doctrina jurídica es la Política, por ser doctrina práctica del mismo.
Ahora bien, la disciplina auxiliar por excelencia para la ciencia del
Estado es la Historia generala las específicas, siendo la primera la que
expresa y fija los hechos sociales, su evolución y enlace interno de los
mismos, y en cuanto a las específicas, la historia política es de gran signi-
ficación por observar a la vez su evolución, su destino y hasta su propia
desaparición, pero todavía es de mayor importancia la historia social, en
cuanto a la solución de sus problemas teóricos, porque aun no tratando
de inmediato los sucesos políticos, se encarga de la conexión objetiva de
los fenómenos sociales,
Otra disciplina vinculada íntimamente con la Teoría General del Esta-
do es la Política, considerada como ciencia práctica del Estado a la que
corresponde el estudio de la forma como el Estado puede alcanzar deter-
minados fines, y los fenómenos estatales como el fin último, criterio esen-
cial para juzgar los hechos y sus relaciones, Por tanto podemos decir que
la diferencia sustancial de la Política y la Teoría General del Estado estri-
ba en que aquélla se forma mediante juicios de valor y ésta los contiene
solamente de conocimientos,

Acapulco, Gro. otoño de 2007


TEORÍA GENERAL DEL ESTADO
CAPíTULO PRIMERO

LA TEORÍA GENERAL DEL ESTADO Y EL DERECHO

Antes de penetrar a la esencia de la Teoría General del Estado, es perli-


nente recordar algunos aspectos derivados del Derecho Romano en cuan-
to a la división del Derecho en sus dos grandes ramas: Derecho público y
Derecho privado, a fin de fundamentar las razones jurídicas de su encua-
dramiento dentro del primero, dada la existencia de una gran disparidad
de criterios sobre esta división, así como la dificultad de sustentar, sobre
bases sólidas, los diversos criterios establecidos respecto a una y otra.
Todo el Derecho, por igual el público que el privado, es Derecho del
Estado, porque a este le compete aplicar las normas jurídicas de cualquier
disciplina integrante del Derecho: toda vez que el Estado es la excelencia
de una sociedad organizada y está constituido por los gobernantes quienes
tienen a su cargo la conducción de los órganos del Estado, y por los indivi-
duos integrantes de ese mismo Estado, genéricamente considerado como
pueblo, tal como lo denomina la propia Teoría General del Estado.
El Derecho público está constituido por un conjunto de normas, cuyo
objeto es organizar y regular sus actividades, estableciendo las atribucio-
nes, facultades, obligaciones y las relaciones entre sí de los órganos del
Estado y de estos con los particulares, aunque los múltiples criterios para
distinguirlo del Derecho privado sean tan diversos y, en algunos casos,
contradictorios.
Por ejemplo, para Ulpiano, el gran maestro romano, la distinción es-
triba en el objeto, en su utilidad, expresando: "Cuando la utilidad es co-
mún. ello es el signo distintivo para poder clasificar a una norma dentro
del Derecho público, por caracterizarla por la comunidad de intereses de
los individuos integrantes del Estado, o sea. la res pública romana".
Por oposición, la indicativa para catalogar a una norma y situarla en
el campo del Derecho prívado es el contenido de intereses particulares.
Surge aquí la interrogante de saber cuáles son los criterios distintivos a fin
de delimitar cuándo corresponden a intereses comunes y cuándo a parti-
culares o privados, toda vez que cualquier norma juridica ya sea en forma
directa o indirecta. procura por una utilidad general.
Algunos autores, como Duguit, afirman: "El Derecho público lo consti-

1
2 TEORÍA GENERAL DEL ESTADO

tuye un conjunto de reglas dictadas para organizar la actividad de los go-


bernantes y sus relaciones. tanto con sus agentes como con los particula-
res, en tanto el Derecho privado está constituido por un conjunto de
normas, cuya reglamentación es expresamente para regular las relaciones
entre los particulares,"
Otros doctrinarios consideran como signo distintivo del Derecho pri-
vado la regulación de relaciones de igualdad. de coordinación, con la im-
portante diferenciación con el Derecho público que, por el contrario, regu-
la relaciones de supra o subordinación entre gobernantes y particulares, y
aunque esto es en cierta medida verdadero, existen multitud de casos en
que uno y otro están en el mismo nivel, como ocurre en ciertos contratos.
típicamente en el de arrendamiento en el cual el Estado aparece en igual-
dad de circunstancias en la relación jurídica,
Unos más expresan que en el Derecho público debe distinguirse el
conjunto de normas dictadas para reglamentar la organización del Estado,
las facultades. obligaciones y poderes de sus órganos, de aquél conjunto
de normas expedidas con objeto de establecer las relaciones de esos órga-
nos con los particulares.
Un criterio más de distinción entre una y otra rama del Derecho nos
informa: se trata de una norma de Derecho público cuando en la relación
regulada interviene la autoridad como sujeto directo, en cambio corres-
ponde al Derecho privado cuando contraríamente la autoridad no inter-
viene directamente en dicha relación. y así continúan dándose otros múl-
tiples criterios para distinguir uno y otro, sin que penetremos en ello.
porque consideramos suficíente lo expresado para catalogar a nuestra dís-
ciplina dentro del Derecho público, toda vez la esencia misma de ella es
el propio Estado.
Tradicionalmente al Derecho público pertenecen: El Derecho constitu-
cional, el Derecho político, el Derecho internacional, el Derecho adminis-
trativo, el Derecho penal, el Derecho procesal o jurisdiccional y la Teoría
General del Estado. Debemos aclarar que algunos doctrinarios, principal-
mente franceses e italianos, denominan Derecho público a la disciplina
dedicada al estudio del Estado en su aspecto teórico, y Derecho constitu-
cional al estudio práctico. aplicativo, concreto del Estado, mientras que
para Hauoriu tiene por objeto el estudio de la constitución política y so-
cial del Estado. En cuanto a la primera la considera como la organización
y funcionamiento del gobierno y la participación de los ciudadanos en el
mismo, y la segunda, en tanto se refiere al orden social, como un orden
indivisible, reposado sobre la base de las Garantías Individuales e ideas
objetivas que conforman la civilización.
Por otra parte existe una subdivisión del Derecho público, en interno
y externo, muy útil para catalogar a las diversas disciplinas que lo inte-
gran. En el interno, el Derecho del Estado está en sí mismo considerado y
LA TEORíA GENERAL DEL ESTADO y EL DERECHO 3

estableciendo las relaciones de los órganos del Estado con los particulares
y, por tanto, a él le corresponde: el Derecho constitucional, penal, juris-
diccional o procesal en sus tres formas, penal, civil y administrativo, y la
Teoría General del Estado. Por su parte el externo establece las relacio-
nes entre los diferentes Estados, y a él pertenece el Derecho internacional
público y privado.
El Derecho constítucional está encargado de la organización del Esta-
do, para cuyo efecto establece las atribuciones, facultades, obligaciones y
competencias de sus órganos. En Alemania a este Derecho le llaman polí-
tico en stricto sensu, y Derecho político Jato sensu al Derecho político in-
terno, o sea, el Derecho del Estado.
El Derecho administrativo es, según algunos autores, una especializa-
ción del Derecho constitucional, porque estudia concretamente la activi-
dad del Estado en su carácter de Poder Ejecutivo o administración públi-
ca, aunque debemos aclarar que no lo es en forma absoluta, dado que
otros órganos del Estado llevan a efecto actos administrativos en el aspec-
to material, pero de todas formas el Derecho administrativo establece re-
glas para normar la actividad de los órganos del Estado, y de estos con los
funcionarios y empleados. Por otra parte también fija las reglas que impo-
nen al Estado la obligación a la prestación de determinados servicios
públicos.
Existen dos formas de aplicación del Derecho administrativo: la pri-
mera consiste en las relaciones entre los órganos del Estado con los parti-
culares, en tanto la segunda se refiere al procedimiento contencioso admi-
nistrativo, a fin de que en caso de una pugna del particular contra un acto
de carácter administrativo, éste comparezca como el particular para ser
juzgado. .
En cuanto al Derecho jurisdiccional, el llamado procesal en sus tres
formas, civil, penal y administrativo, es aquél que establece las relaciones
de algunos órganos del Estado con los particulares, determinando las nor-
mas a las cuales deben sujetarse ambas partes para la obtención, a cargo
del Estado, del reconocimiento, la declaración y la protección de sus dere-
chos, ejerciendo además la acción punitiva, por ello acertadamente se le
ubica dentro del Derecho público, toda vez se enfoca hacia la estructura-
ción de los órganos jurisdiccionales del Estado y regula el proceso, o sea,
el conjunto de actos para dirimir controversias.
El Derecho penal, por la finalidad de orden general para prevenir y
sancionar los delitos, hace intervenir directamente al Estado a fin de esta-
blecer la defensa de la sociedad, porque el delito lesiona el interés públi-
co y privado.
El Derecho internacional público, o de gentes, regula las relaciones de
los Estados entre sí. Atendiendo a los sujetos que forman parte de esa re-
lación, y al proteger a los individuos integrantes de estas relaciones se en-
cuadra dentro del Derecho público. Por cuanto al Derecho internacional
4 TEORÍA GENERAL DEL ESTADO

privado. lo constituyen normas que corresponde aplicar a los tribunales


internos. al surgir un conflicto entre los diferentes sistemas jurídicos. por
ello César Sepúlveda considera que debería llamarse Derecho privado in-
ternacional.
Por último, la Teoría General del Estado. no siendo exclusiva de la
ciencia jurídica. porque estudia otros aspectos que no son privativos del
Derecho y por ser autónoma. con un método y un objeto propios que la
hacen particular, tiene como finalidad establecer un conjunto de princi-
pios obligatorios en relación al Estado.
Hasta aquí hemos hablado sobre el Derecho público a fin de encua-
drar nuestra disciplina en esa rama de la ciencia jurídica, pero sería perti-
nente hacer breves consideraciones respecto al Derecho en términos gene-
rales. para cuyo objeto seguiremos los lineamientos trazados por el
eminente doctrinario Hans Kelsen, en su Teoría General del Derecho y del
Estado. por ser un profundo estudioso de ambas disciplinas y haber deli-
neado, en forma por demás singular, el panorama jurídico contemporá-
neo, mediante una estructura congruente con sus teorías, ampliando sus-
tancialmente el borizonte de los estudiosos del Derecho.
Nacido en Praga en 1881. Kelsen realizó sus estudios en Viena, utili-
zando en el subtítulo de su primera obra sobre Derecho internacional, por
primera ocasión. la expresión: "Contribución a una Teoría Pura del Dere-
cho," que sería la base de sustentación de su teoría. la cual le valió con-
vertirse en el creador de la conocida Escuela de Viena, consistente, en forma
fundamental. en suprimir cualquier consideración de orden sociológico.
psicológico, ético y religioso a la ciencia del Derecho.
A este brillante y destacado estudioso del Derecho y teórico del Esta-
do, la mayoría de los autores. fuera de su Escuela. se oponen a la identifi-
cación del Estado y el Derecho. Pero como quiera que esto sea, Kelsen es-
tudia al Derecho como un fenómeno abstracto, o sea, como un producto
de la lógica del pensamiento expresando enfáticamente: "Todo lo que no
es Derecho afecta su estudio en una equívoca identificación del Derecho
con la justicia. siendo que se trata de dos cosas diferentes". y toma para
ello, del jurista austriaco Adolfo Merckl, la teoría de la pirámide de las
normas jurídicas. aseverando que todo orden jurídico gráficamente está
representado por una pirámide. en cuya base se encuentran los ordena-
mientos concretos y particulares, como pueden ser la sentencia. el acto
administrativo ... va así de lo menos a la mayor jerarquía. para llegar cerca
de la cúspide donde se encuentra la Norma Constitucional, la cual es. in-
defectiblemente. la de mayor jerarquía al otorgar validez a la legisla-
ción de cada país. y en el vértice o cima está lo que denomina Norma
Fundamental Hipotética. mísma que concede validez a todo el sistema, y
basado en ello la ciencia del Derecho requiere de esa hipótesis para en-
tender por qué todo el material jurídico integra el sistema único llamado
Derecho.
LA TEORÍA GENERAL DEL ESTADa y EL DERECHO 5

Este creador de la Escuela de Viena define el Derecho como "un or-


den de la conducta humana", considerando ese orden como un conjunto
de normas, insistiendo que no debe ser confundido, como es frecuente,
con una norma, porque. se trata de un conjunto de normas con el tipo de
unidad al que se refiere al hablar de un sistema, y agrega, "es imposible
captar la naturaleza del Derecho si se limita la atención a una norma
aislada",
Las relaciones entre las normas de un sistema jurídico son esenciales
a la propia naturaleza del Derecho. Únicamente sobre la base de una clara
comprensión de las relaciones que constituyen un ordenamiento jurídico
puede entenderse plenamente la naturaleza del Derecho.
Sobre esos principios de la Teoría Pura del Derecho de Kelsen, y para
mayor claridad de nuestra disciplina en su inclusión en el Derecho públi-
ca, veamos una clasificación de las normas jurídicas bajo distintos aspec-
tos, aceptada por la mayoría de los juristas estudiosos de la ciencia del
Derecho:
Desde el punto de vista al sistema a que pertenecen:
• Nacionales
• Extranjeras
• De Derecho uniforme
Desde el punto de vísta de su fuente:
• Legislativas
• Consuetudinarias
• Jurisprudenciales
Desde el punto de vista de su ámbito espacial de validez:
Federales, también llamadas generales Locales:
• De carácter estatal
• De carácter municipal
Desde el punto de vista de su ámbito temporal de validez:
• De vigencia determinada
• De vigencia indeterminada
Desde el punto de vista de su ámbito material de validez:
De Derecho público:
• Constitucionales
• Administrativas
• Procesales
• Penales
• Internacionales
• Industriales
• Agrarias
6 TEORÍA GENERAL DEL ESTADO

De Derecho privado:
• Civiles
• Mercantiles
Desde el punto de vista de su ámbito personal de validez:
• Generales
• Individuales
Desde el punto de vista de su jerarquía:
• Constitucionales
• Ordinarias
• Orgánicas
• De comportamiento
• Mixtas
• Reglamentarias
Individualizadas:
• Privadas
• Públicas
Desde el punto de vista de sus sanciones:
• Perfectas
• Plus quom perfectas
• Minus quom perfectas
• Imperfectas
Desde el punto de vista de su cualidad:
• Positivas o permisivas
• Prohibitivas o negativas
Desde el punto de vista de sus relaciones de complementación:
• Primarias
• Secundarias
• De iniciación de vigencia
• De duración de vigencia
• De extinción de vigencia
• Declarativas o explicativas
• Permisivas
• Interpretativas
• Sancionadoras
Desde el punto de vista de sus relaciones con la voluntad de los par-
ticulares:
• Taxativas
• Dispositivas
CAPíTULO SEGUNDO

ORIGEN DE LAS INSTITUCIONES POLÍTICAS


Y SOCIALES

1. EL HOMBRE Y SU MEDIO AMBIENTE

Antes de iniciar el estudio de las características primordiales de las


primeras culturas. y los asentamientos humanos originarios de algunos
pueblos. ya con peculiaridades propias a nuestra materia, es pertinente.
como marco de referencia. recordar algunas manifestaciones del hombre
en los albores de la humanidad. sin pretender remontarnos a los orígenes
del universo. ni al momento en que por ley biológica entre los mamíferos
existentes sobresalieron los primates. de cuyas particularidades en una
natural evolución nace el hombre primitivo.
La ciencia de la antropología. la geología y la paleontología, en sus co-
rrespondientes estudios sobre la tierra y los animales que primariamente
la poblaron. nos informan en términos generales. sobre el propliopithe-
cus, cuyos restos se han encontrado en Egipto. quien aunado a otros pri-
mates humanoides en la era terciaria. como el procónsul del Lago Victoria
donde nace el Nilo en África. y los antropoides dryopíthecus, de ese mis-
mo continente. asi como otros vestigios encontrados en la India, como los
sivapithecus y el rarnapíthecus, los originarios de la raza humana. de ser
cierto, se remontarían los antecedentes del ser humano a 30 o 40 millones
de años.
Prescindiendo de las muchas teorías sobre el origen del hombre pri-
mitivo y el lugar donde apareció inicialmente. veamos a éste en sus mani-
festaciones primarias, su vinculación con otros en una unión más estre-
cha. ya sea por sentimientos de atracción. afecto, amor. interés, necesidad
o utilidad. ante la hostilidad del medio ambiente que les rodeaba y les
hizo unir destinos en forma más amable. y cuya primera y sustancial ma-
nifestación debe haber sido la posibilidad de comunicarse entre seres de
la misma especie, proceso cuya duración debe haber requerido de largo
tiempo. años, lustros o generaciones, pero obviamente iniciado con gritos
guturales. utilizados asimismo para alejar a los animales. y posteriormen-
te se articularon paulatinamente con sonidos más claros. y unidos unos a

7
8 TEORíA GENERAL DEL ESTADO

otros constituyeron la base del primer intento de una relación, hasta lle-
gar así al lenguaje. en el primer estadio de los orígenes del hombre consi-
derado como tal.
Tras los fuertes y radicales cambios climatológicos de los intensos
fríos, provocados por los cuatro glaciares que cubrieron gran parte del he-
misferio norte de la tierra, y sus tres etapas interglaciares al derretirse los
hielos, permitieron el surgimiento vehemente de una flora y fauna carac-
terística de las zonas cálidas, y ya situados en el paleolítico inferior, se
han encontrado los primeros vestigios en piedras talladas por el hombre,
y a través de las superposiciones de los propios depósitos los hallazgos
han sido cada vez más generosos y de mayor importancia, hachas, picos,
hendidores, raederas, hojas-cuchillo, puntas de lanza, dardos y muchos
utensilios más, elaborados en sílex, cuarzo y cuarcita, todas ellas piedras
de gran dureza, talladas a golpe y terminadas finamente.
Estas primeras manufacturas del ser primitivo, aunadas a los eolitos
hallados con anterioridad, nos muestran al hombre en movimiento en
búsqueda de un alimento más sustancioso, al no bastarle ya las plantas y
frutos proporcionados por la naturaleza. Los vestigios encontrados nos
muestran la imagen de la lucha constante con las bestias, no únicamente
en defensa de su integridad física sino para hacerse además de la carne
propicia para mejorar su dieta, procurándose a la vez el abrigo necesario
con las pieles a fin de protegerse de las inclemencias del tiempo. Supues-
tamente en el inicio de ese enfrentamiento, lanzaba piedras y gruesas ra-
mas de árbol para alejar o matar a su rival, dando principio con ello, en
razón a un instinto natural de conservación, el desarrollo de su inteligen-
cia. En esos hallazgos superpuestos encontrados está la respuesta, prime-
ro el uso de lanzas con puntas afiladas en largas varas con el consecuente
peligro por el obligado acercamiento a las bestias, después el arco y la fle-
cha a fin de lanzarlo a distancias mayores con menores riesgos.
Curiosamente, en los orígenes de todas las culturas, en los cinco con-
tinentes este tipo de armas, así como los tambores y demás instrumentos
de percusión, se han repetido igualmente y en todos los hallazgos existen
similitudes extraordinarias cambiando únicamente en algunos casos, los
materiales utilizados, obviamente por ser diferentes en lugares distantes,
así como en zonas lacustres y costas, canoas, arpones y demás utensilios
adecuados a su propio hábitat.
Con esta incipiente tecnología, el hombre primitivo fue facilitando su
cotidiana labor y ya no vive a la intemperie, busca cavernas que le den
cobijo de los cambios climatológicos y protección de su permanente ene-
migo, la bestia, que a su vez también busca, al defenderse de los demás,
el cobijo y alimento básico para su subsistencia. Y es así como en el pa-
leolítico superior, los investigadores han encontrado vestigios que les han
permitido reconstruir, en cierta medida, la vida del hombre prehistórico.
ORIGEN DE LAS INSTITUCIONES POÚTICAS y SOCIALES 9

Posterior al hombre de Neanderthal aparece el Cro-Magnon, más inte-


ligente. más activo, más trascendente en todas sus acciones y más cercano
al hombre de hoy, que data quizá de 300 generaciones atrás. y de esos
homo-sapísns, ubicados en muy diversas partes de la tierra. Se ha estable-
cido su posible aparición en Europa entre los 10 a 100 mil años atrás, am-
plio lapso durante el cual evolucionaron intensivamente en todos sus
órdenes.
Después del último glaciar, el Würmíense, se reproduce en las zonas
frías el mamut, el rinoceronte lanudo, el bisonte y el reno, cuyas manifes-
taciones aún subsisten en las zonas polares, y es en ese estadio cuando la
tecnologia tiene sensibles adelantos, como el uso del hueso, puntas de
dorso arqueado o rebajado, que aun originados en el Asia occidental par-
ten hacia el occidente europeo en dos vertientes, una hacia las regiones
meridionales y otra que llega hasta el norte de África, ambas conocidas
como auriñacenses, denominadas así por los vestigios hallados en una
provincia de Francia llamada Aurignac en sus dos ramas, la auriñacense
propiamente dicha y la perigordiense o gravitense cuya tecnología ósea,
aunque es de menor trabajo al no darle importancia a la punta estrecha,
se manifiesta en vasta zona, desde Kurdistán en África del sur hasta Espa-
ña, donde se registran los primeros asentamientos de la Península Ibérica
derivados de su tronco, y más adelante diversos pueblos primitivos dejan
huellas artísticas en esculturas, grabados y pinturas.
Al tiempo afloran los solutienses, de Solutré, Francia, formando una
cultura nacida en África, pasa por España y se asienta en Europa, todavía
con carácter nómada, pero considerados como los inventores del arco y la
flecha, este último elemento de gran utilidad para la caza como hemos
visto, pero también más tarde exitosamente utilizado para la guerra, con
gran perfección en su elaboración y bellamente trabajada con puntas en
forma de hoja, retocada en la superficie o en ambas caras.
Asimismo, al final del último glaciar también el cambio climatológico
modifica la zona occidental de Europa, predominando en ella los magda-
leníenses, quienes aún careciendo de instrumentos de sílex. muestran en
forma extraordinaria su habilidad en el trabajo del hueso y astas de ani-
males, gracias a la variedad ofrecida por la fauna de mamíferos, tanto en
praderas como en estepas, abundando entre otros los renos, mamuts, ri-
nocerontes lanudos, bisontes, caballos, ciervos ... en tanto con los mate-
riales proporcionados por la naturaleza fabrican utensilios de gran utili-
dad, como son los punzones, lanzas, dardos, pequeños tallados, varillas
semicilíndricas, puntas de doble filo, y más adelante arpones de precisa
perfección.
Con esa gran capacidad y habilidad artesanal, labran agujas de coser,
hastones de mando muy usuales, todo de aspecto muy bello y siempre de-
corado, siendo su centro vital de asentamiento el sur de Francia, exten-
diéndose posteriormente en diversas direcciones, hasta la Península Ibé-
10 TEORíA GENERAL DEL ESTADO

rica, dejando su huella pictórica en cavernas y cuevas, como las de


Altamira. Sus ramificaciones crean buen número de culturas como la cap-
siense, de Gafsa al sur de Túnez, la oraniense del litoral de África Menor,
la selibiense en Egipto y la natufiense en Palestina.
En ningún momento es nuestro objeto hacer un análisis de carácter
antropológico porque estaría fuera de la finalidad de esta obra, pero sí es
pertinente tener una visión panorámica sobre los primeros asentamientos
del hombre primitivo y sus principales manifestaciones, donde se conjuga
el arte con la tecnología, por igual en armas rudimentarias y utensilios di-
versos, necesarios para la vida cotidiana, su evolución y desarrollo.
Por ello, hemos de referirnos y observar el arte mobiliario y rupestre.
El primero como claras manifestaciones de sedentarismo, en uniones so-
cio-políticas, forjando objetos pequeños de uso común, ya en esculturas,
relieves, grabados o pinturas, manufacturadas en hueso, astas, piedra y
aún en marfil, ya de figuras humanas, principalmente de mujeres desta-
cando en ellas ciertos rasgos físicos, motivo por el cual se considera fue-
ron ídolos dedicados a la fecundidad. Es menester observar cómo se repi-
ten tantos motivos en tan diferentes como distantes culturas en toda la faz
de la tierra.
En otras culturas, como la magdaleniense, las esculturas talladas no
son de seres humanos sino de animales, machos y hembras, asimismo en
hueso o piedra, como también se encuentran figuras geométricas, rectilí-
neas, en curva o simplemente rayadas, atribuyéndose la falta de figuras
humanas a una prohibición religiosa, o de carácter ritual o mágico.
En el arte rupestre su obra es de gran calidad, por igual en relieves,
pinturas o grabados, en las paredes de las cuevas con colores atrayentes:
rojo, amarillo y negro, mezclando las tierras naturales con grasa animal y
pintando con los dedos o quizá usando burdos e incipientes utensilios
manufacturados a la manera de pinceles o brochas. Las figuras son por lo
general de gran tamaño, independientes una de otra y no forman escenas
o grupos. De preferencia son animales: bisonte, cabra montés, toro, ma-
mut, ciervo, reno y gamuza, y ocasionalmente otros animales como el ele-
fante sin lana, rinoceronte lanudo, jabalí, lobo, asno, oso, león cavernario,
gamo o aves, y muy excepcionalmente peces y serpientes, así como otras
figuras antropomorfas, y aun, quebrantando la prohibición, se encuen-
tran, aunque raramente, pinturas de seres humanos, realizando ciertas
actividades.
Pero como todo en la antigüedad, al término del paleolítico superior,
por efecto de los cambios climáticos se produce una serie de importantes
modificaciones, al sufrir graves alteraciones la flora y fauna, y más aún en
ésta donde las mudanzas son más notables y, consecuentemente, también
se modifican los modos habituales de la vida rupestre durante largo perío-
do, llamado por algunos historiadores como la Edad Media de la Prehisto-
ORIGEN DE LAS INSTITUCIONES POLÍTICAS Y SOCIALES 11

ria, sin conocerse a ciencia cierta las causas productoras de tal suceso,
empero, el Dr. Geer, en cuanto a la huella dejada por los deshielos anua-
les a! fina! de los frecuentes ventisqueros, señala el año 7912 el inicio de la
era postglacia!, con sus importantes cambios en la flora, primero de tundra
con cultura de cazadores de renos, luego la afloración de pinos y abedules
también con cultura de cazadores pero asimismo aparecen los pescadores,
etapa cuya duración alcanza hasta el año 5000 aproximadamente, con
transformación más benigna de clima al poblarse bosques de robles, co-
rrespondiente a la cultura de los concheros, y la ártica con influencia me-
ridional, con la técnica de la cerámica, todo ello en la zona marítima del
Báltico, prímero en su orilla meridional, después al transformarse en lago
y más tarde al convertirse nuevamente en mar abierto.
Así, tras recorrer millones de años, en esa sucesión de hechos de la
prehistoria, en esa evolución constante de flora y fauna, aparece el hom-
bre histórico, y con él las primeras sociedades políticas, las iniciales insti-
tuciones sociales, políticas, económicas y religiosas, el abandono de las
mudanzas, del nomadismo de miles de centurias, el consecuente asenta-
miento consciente de muy diversos grupos, y con todo ello la definitiva
aparición del favorable sedentarismo con sus fundamentales fenóme-
nos sociales: el poder político y religioso, y la expansión del hombre y su
grupo.

11. EL SEDENTARISMü

Podría decirse que la historia de la humanidad es la del pensamiento


político de los pueblos puesto en movimiento, por ello, para la investiga-
ción del nacimiento de lo que hoy conocemos como Estado, nos hemos
remontado a la antigüedad, en búsqueda del espíritu y la acción desarro-
llada por el hombre primitivo, al vivir a merced de la naturaleza, al en-
contrarse limitado y en ocasiones verdaderamente acosado por las condi-
ciones del medio físico imperante en un espacio geográfico determinado
por la necesidad, bajo las condiciones de clima, sujeto al imperio de la ley
de la fuerza, frente a los requerimientos de esa relación primaria hom-
bre-naturaleza.
En esas condiciones la libertad de movimiento, de acción, era la base
de su vida cotidiana. En sus relaciones con otros seres biológicamente
iguales, en un principio no requirieron de un guía político, porque en sus
primeras uniones poco numerosas con los demás, cada quien sabía inna-
tamente sus derechos y obligaciones y por ello no era posible pensar en
tomar lo ajeno, y al entrar en contacto con otros más, con identidad de ac-
titudes en formas de vida, en actividad, no surgen conflictos porque la na-
turaleza les proporciona lo indispensable y más. La cacería se convierte
en un complemento para su vida, pero pronto aprende los beneficios de la
12 TEORÍA GENERAL DEL ESTADO

unión con otros más a fin de realizar faenas de mayor envergadura, y no


obstante la oscuridad existente en cuanto a los estadios más remotos, las
investigaciones y hallazgos, como hemos visto, han coadyuvado para el
hombre moderno penetrar en esa vida del pasado remoto y mediante con-
jeturas, pero partiendo de una hipótesis de trabajo con bases sólidas, se
ha podido llegar a conclusiones no tan sólo sobre la vida, sino del pensa-
miento que guiaba a aquellos hombres de tan primitivos tiempos, aunque
siguen persistiendo incógnitas, lagunas que no se han podido llenar, suce-
sos oscuros y, por tanto, hemos de aventurar algunos juicios al respecto.
Los estudios realizados, los hallazgos encontrados en diferentes partes
del mundo, los adelantos científicos y tecnológicos de nuestros días, nos
han permitido rehacer algunos juicios anteriores y ofrecer datos nuevos
con mayor certeza de su cabal veracidad. Ya podemos encontrarnos al
hombre no corriendo tras de su presa en búsqueda de un alimento básico,
ni tampoco tomando lo ofrecido en forma espontánea por la naturaleza,
ahora podemos ver a ese hombre unido a otros en un asentamiento más
adecuado al surgir la agricultura, y con ello una transformación definitiva
que nos deja más huellas de su creativo pasado, de su pensamiento políti-
co, social y económico, de sus vínculos biológicos, sus manifestaciones
comunitarias, y, por ende, el mejoramiento sustancial de sus condiciones
de vida.
Los adelantos tecnológicos se incrementan obligadamente día con día,
las nuevas exigencias de una vida diferente les lleva a acrecentar su grupo
social, y con ello el fundamental expansionismo, el contacto con otras co-
munidades, el intercambio de ideas, procedimientos, conocimientos, ma-
neras de pensar y hacer. Asimismo, a consecuencia de ello, se forman fa-
milias, y tribus y otros sistemas de unión, e infortunadamente al propio
tiempo se originan rivalidades, disputas y los primeros enfrentamientos
perturbadores de la paz pública tradicional desde sus orígenes, y la vida
privada cambia también y nace una nueva sociedad, una nueva forma de
pensar, una nueva forma de ser y de actuar, ya no es la misma tranquili-
dad y paz con sus semejantes unidos contra las bestias, como su común
enemigo.
Esos elementos de cambio, esas diferencias de opinión, ese nacer de
nuevas sociedades, esas incipientes organizaciones abren senderos de pros-
peridad, pero no de paz, y con la rivalidad aparece la fuerza y la sinrazón
de la lucha entre quienes antes vivían tranquilos y en plena felicidad al
contacto con la naturaleza.
Empero esa es una realidad social repetida en forma constante, por-
que en la historia política de la humanidad, en múltiples ocasiones se si-
guen ciertas tendencias, se vuelve a fenómenos sociales aparentemente
extinguidos, y así surgen las primeras sociedades mejor organizadas que
ya requieren de un guía, pero en ocasiones éste, por ambición, se convier-
ORIGEN DE LAS INSTITUCIONES POIJTlCAS y SOCIALES 13

te en un tirano, en un déspota que olvidándose de su papel de rector, en


búsqueda de una distribución equitativa de los bienes públicos, de la ri-
queza, como se babía gestado en un principio, lejos de cumplir con el
destino en bien de los miembros de su comunidad, les conduce por otros
senderos. con nuevas tendencias y aspiraciones. .
En ese proceso evolutivo, los ideales, la acción y el pensamiento poli-
tico se van modificando en razón de la experiencia adquirida, y los gru-
pos formados anteriormente van abandonando su natural nomadismo y
emigran con nuevos criterios, nuevos ideales y con ello sobreviene su es-
tablecimiento en una determinada región. Aún sin buscarlo, a causa del
asentamiento en las cercanías de otros grupos similares, o por alejarse de
ellos, obligan a delimitar su territorio, naciendo así los primeros pueblos
radicados en ricas tierras seleccionadas al efecto convertidas pronto en re-
giones prósperas, y con ellos, las nuevas estructuras exigidas por el cam-
bio social sufrido, dándose al mismo tiempo un trascendental fenómeno
social que obligará a mayores y radicales modificaciones tribales.
La propiedad aparece con todas sus cualidades pero con sus numero-
sos defectos, entre otros, la formación de clases sociales, y ese pensamien-
to político obviamente también sufre cambios, se modifica, evoluciona y,
al desarrollar nuevas teorías, a veces retoma del pasado una idea antigua
para otorgarle nuevo brío, y al buscar la solución a los problemas emana-
dos de esa evolución, la solución puede encontrarse en el propio pasado.
Así, de una manera u otra, la continuidad histórica de un pueblo obli-
ga al conocimiento de su pasado, de los fenómenos sociales de otros tiem-
pos, porque las formas de vida de ese difícil pasado les proporciona expe-
riencias y el fundamento para desarrollar otras nuevas. A veces la falta de
imaginación y sensibilidad política de las sociedades así forjadas, por el
desvío en la evolución de las ideas políticas creadas con anterioridad en
desaparecidas pero fructíferas generaciones, les hacen volver los ojos a
ese pasado histórico y activar ideas y estructuras consideradas arcaicas,
pero que renovadas y actualizadas les llevan a una efectiva prosperidad.
En esa evolución y desarrollo de los pueblos impulsados por el per-
feccionamiento de su organización interna, con un pensamiento politico
más depurado, con estructuras económicas y sociales elevadas a institu-
ciones, se originan las primeras culturas, la creación de los incipientes
Estados, si tomamos tal término en una acepción equivalente a organiza-
ción política, económica, social y juridica dada en un territorio determi-
nado bajo un poder de mando derivado de la propia comunidad, según la
razón, u obtenido por presión ejercida por el grupo dominante de un todo
social.
Dentro de toda esa evolución en ese devenir y correr de los siglos, se
va arraigando entre los grupos un fenómeno social nacido en tiempos re-
motos: el sentido de la muerte, y con ello, las primeras manifestaciones
14 TEORíA GENERAL DEL ESTADO

de carácter religioso y las supersticiones se tornan con tal arraigo que


arrastran consigo y acompañan a todos los pueblos primitivos desde sus
orígenes, y con más vigor en los asentamientos del sedentarismo, adqui-
riendo todo tipo de prejuicios y creencias extrañas, desde la más ingenua
hasta la de mayor morbosidad, porque a todo lo incomprensible le aplican
un sentido sobrenatural de contenido divino, mágico, místico, cayendo en
el supuesto prodigio de ciertas piedras, productos naturales o animales,
porque en ellos se encontraba contenido el espíritu, bondadoso o malig-
no, según el caso, que les produciría un bien al ayudarles a la resolución
de sus problemas, lluvia o sol, por ejemplo, o males y daños irreversibles
como el rayo o la tempestad.
Todo ello los llevó a ciertas creencias sobre otro mundo posterior a la
muerte y a la misma eternidad, y más aún a creer en la reencarnación,
con recompensas y castigos, en razón a la conducta llevada en vida o a la
causa de la propia muerte, como puede ser en algunas culturas, la gloria
para el guerrero en una batalla, O las mujeres a la hora del parto, pero esas
mismas creencias les llevó a pensar en el retorno de los muertos a la tie-
rra, vagando por campos y bosques, y para mantenerlos satisfechos era
menester procurarles ofrendas, e incluso ofrecerles sacrificios de animales
o seres humanos, creencias por demás vinculadas estrechamente a fenó-
menos de la naturaleza como son impetuosos vientos, exceso de lluvias,
tempestades, tifones, truenos, rayos, sismos y demás sucesos anormales a
los hechos cotidianos.
Ese ser primitivo, con toda esa vida de lucha permanente contra las
fieras, los elementos de la naturaleza y su soledad, es quien forma la pri-
mera institución social: la familia, cuya evolución es de gran valor por ser
la primera unión con otros seres biológicamente necesarios, y si bien se
origina por un cansancio natural al aislamiento, al estrechar esa vincula-
ción con otros seres, deviene en una gran promiscuidad, en la unión de
seres consanguíneos que parten de un tronco común, y aunque esto se
sustenta en meras hipótesis, dada la imposibilidad de su conocimiento
exacto, si se han podido fundamentar científicamente las uniones poligá-
micas y monogámícas o la práctica de la exogamia, en un estrato superior
de la vida comunitaria.
Toda esa evolución del hombre y las primeras manifestaciones de su
desarrollo social nos conduce, indefectiblemente, al origen del progreso,
al afioramiento de las ideas y las primigenias asociaciones socio-políti-
cas, al unirse varias familias en la búsqueda pertinaz de ayuda y colabo-
ración de unos con otros, al percatarse de que la unión, además de la bus-
cada protección colectiva, les fortalece familiar e individualmente. En esa
fase aparecen diversas entidades típicas de unión y participación y con
ello las incipientes formas preestatales.
ORIGEN DE LAS INSTI1'UCIONES pOLíTICAS y SOCIALES 15

IJI. LA FAMILIA

A. FORMA PRIMIGENIA DE UNIÓN SOCIAL

La familia, coinciden todos los autores, es una institución cuyo origen


se pierde en la noche de los tiempos, nada ni nadie puede precisar su na-
cimiento por el llamado problema del relativismo cultural, al decir de
Melville J. Herskovits, porque no existen modos fáciles, ni formas, ni me-
dios sobre los cuales pueda estructurarse el conocimiento de la familia
primitiva, desde que un hombre puede vivir con una mujer, tener cierto
número de esposas, o la mujer tener múltiples maridos. No podemos defi-
nir tampoco en qué momento estas uniones tuvieron la intención de ha-
cerlo para perpetuar el grupo social, ni la subsistencia del niño hasta cier-
ta edad, dado que la realización de este proceso se produjo en un tiempo
y espacio indeterminado.
No podemos hablar de una moralidad en la monogamia o la inmorali-
dad de la poligamia, del bombre o mujer plural, o cuándo y cómo los pro-
ductos de una unión recibieron la atención y cuidados familiares en tér-
minos de nuestros tiempos, porque ni todas las sociedades han sido
iguales, ni puede determinarse con exactitud cuándo prevaleció un siste-
ma u otro bajo el concepto familia. No podemos saber si el hombre de las
cavernas vivió en pluralidad de esposas, o a la inversa o en promiscuidad,
y lo único que conocemos a ciencia cierta es que de los hallazgos encon-
trados de algunos de ellos se han podido derivar diversas supuestos de su
vida social, pero subsisten infinidad de lagunas que no podrán ser llena-
das por imposibilidad de la obtención de datos ciertos.
Por otra parte debemos diferenciar los hechos de la familia sociológi-
camente hablando, de la biológica. En el primer caso los conceptos son
nebulosos aunque sabemos de su existencia, pero en cuanto al segundo es
más fácil, toda vez una pareja, independientemente de conceptos monó-
gamos o poligómanos, se une y produce el efecto de una familia, pero esa
pareja tiene ascendientes y tendrá descendientes, y las generaciones se
van sumando y forman un tronco familiar, y en algunas sociedades es
parte de la institución familiar ese fenómeno llamado técnicamente bila-
teral, en tanto en otras es descendencia unilateral, es decir dependencia
familiar del padre o de la madre únicamente, o sea, paterlineal o materli-
neal, y por tanto sólo existe un sólo antepasado en cada generación -el
padre del padre del padre, o la madre de la madre de la madre, lo que
simplifica enormemente la problemática genealógica como sucede en la
bilateral-o Nuestro autor nos muestra un ejemplo donde refleja la econo-
mía del sistema unilineal: un miembro de la familia unilineal sólo requie-
re saber los nombres de cuarenta de sus ascendientes, para saber su ge-
nealogia de cuarenta generaciones, en tanto en el sistema bilateral, se
16 TEORÍA GENERAL DEL ESTADO

requiere para el mismo número de generaciones los nombres de 1,048,576


ascendientes.
No es nuestro objeto el estudio de la familia en sus muy diversas cir-
cunstancias y tan sólo recurrimos a él por ser la base, la primera institu-
ción político social, pero sin embargo es pertinente, dadas las circunstan-
cias, observar brevemente la institución polígámíca, ya que en el estudio
del Estado puede haber variaciones importantes, en cuanto a ciertos y de-
terminados derechos.

B. LA POLIGAMIA Y SUS CLASES

Las uniones poligámícas pueden ser de dos formas: poligínícos, cuan-


do el hombre cuenta con varias esposas, y poliándricos, en el caso de ser
la mujer quien tiene varios maridos. Ambas formas han existido en diver-
sos espacios y en tiempos no necesaria y únicamente remotos, sino aun
hoy día en ciertas comunidades primitivas de Asia y África, aunque he-
mos de expresar que los poligínícos están más extendidos, y as! lo ha sido
en toda la historia de la humanidad hasta hoy conocida. Actualmente se
ha institucionalizado principalmente en la India y en el Tfbet, as! como
en otras diversas latitudes por cuestiones de carácter religioso, como en-
tre los musulmanes, dado que el Corán, o libro sagrado, se los permite,
siempre y cuando puedan mantenerlas a todas en un mismo estrato de
vida.
En cuanto a la poliandria, en el grupo de los "todas" en la India, se
practica el infanticidio de las mujeres, a fin de crear en forma artificial
una relación que haga diferencia sustancial entre los sexos, y su práctica
conlleva fenómenos para nosotros muy extraños, como es el hecho de la
mujer cuando se casa pasa a ser esposa también de los hermanos del ma-
rido, y en el supuesto de ser aún niña se prescribe el derecho de ser espo-
sa de todos los hermanos no nacidos aún. Al quedar embarazada una mu-
jer, el padre es el hermano mayor y así se considera, motivo por el cual
regala en una ceremonia especial arcos y flechas a todos, y con ello queda
constituida toda su descendencia como parte del grupo social, pero puede
suceder que los maridos no sean todos del mismo grupo, es decir que los
hermanos no lo sean en el sentido estricto del término, sino incorporados
a la familia por diversas razones, en cuyo caso el supuesto padre lo es de
todos los hijos nacidos de la esposa poliándrica, hasta en tanto otro de sus
maridos no realice el rito del arco y flechas, y por ello hasta un muerto
puede ser el padre, socialmente hablando, cuando ningún otro marido ha
realizado la ceremonia de referencia. Pero generalmente entre los herma-
nos, como maridos comunes, todos son considerados como padres de la
criatura, aunque de todas formas el más importante entre ellos es quien
funge como tal, al cuestionarse sobre quién es el padre.
ORIGEN DE LAS INSTITUCIONES POLÍTICAS Y SOCIALES 17

En relación a la poliginia, esta institución es más común, pero se res-


tringe por la economía del grupo, o familiar, ya que el sostenimiento de
varias mujeres resulta a veces una carga difícil de sobrellevar, pero al res-
pecto hemos de decir que de este fenómeno social se han elaborado pro-
fundos estudios y se ha llegado a la conclusión de que aparentemente
existe una difícultad de adaptación entre las esposas, aunque la realidad
es otra, pues existen mayores problemas matrimoniales en los casos de la
monogamia que entre los poligínicos, y no tan sólo es así sino con fre-
cuencia la propia esposa convence al marido a tomar otra u otras esposas,
a fin de traer gran prestigio a la casa familiar y consecuentemente a la
propia esposa original, además de hacerle falta la compañía y aligerar el
trabajo cotidiano de toda esposa en el seno del hogar.
Pero no todas las sociedades son iguales, y si bien este procedimiento
y comprensión de la mujer hacia su marido para tomar más esposas es tí-
pico entre los musulmanes, sucede lo contrario por ejemplo entre los apa-
ches de Norteamérica, quienes dentro de su permitida poligamia, siempre
tienen problemas al obtener la segunda esposa, y en ocasiones necesitan
vivir una temporada en la casa de la nueva consorte, hasta pasado un cor-
to tiempo y la primera lo asimile, para cuyo efecto el marido le transmite
la propiedad de su tierra y la convence de que la segunda esposa le será
de gran ayuda para el cumplimiento de las labores propias del hogar. Al
tratarse de una institución aceptada tradicionalmente por el grupo, la pri-
mera esposa debe coadyuvar a la armonía propia de toda familia y acep-
tarlo sin mayores problemas, porque de lo contrario sufriría el regaño del
jefe de la tribu y el rechazo de su propio grupo social.
En otras latitudes se han encontrado soluciones diversas, pero la más
frecuente es la de contar cada esposa con su hogar familiar donde vive
con sus hijos, en tanto el marido turna sus visitas a su gusto, o son las es-
posas quienes lo visitan donde él ha situado su residencia, pero las rela-
ciones entre ellas son muy amigables sin roce alguno porque, como en to-
dos los casos de poliginia, el hombre tiene una favorita y cada una de
ellas quiere serlo a base de ganarse un lugar mediante su conducta perso-
nal, familiar y social, independientemente de sus propios encantos pues-
tos en juego para conquistar el favor del marido, toda vez ésta tiene siem-
pre ventajas sobre las demás, tanto en la frecuencia de las visitas del
esposo, como de su permanencia en ese hogar, a la vez de mayores presta-
ciones de todo orden, tanto en atenciones como en regalos y por supuesto
trato preferencial.
Generalmente en los casos de poliginia la esposa principal, no preci-
samente la primera o la favorita, sino la principal en otro sentido, ya sea
social o por cualidades personales, tiene a su cargo la administración de
los bienes familiares, y asume en consecuencia las responsabilidades in-
18 TEORíA GENERAL DEL ESTADO

herentes, en ocasiones difíciles y muy vastas, como en ciertas comunida-


des africanas donde el marido tiene docenas de esposas, pero el rango de
esposa principal lo puede ocupar en el caso del matrimonio del marido
con la hija de un alto y distinguido miembro de la comunidad, tomando
así el lugar principal sobre las demás, aun de la primera, a la que siempre
el marido guarda ciertas distinciones, y mayor es aún el fenómeno de esta
preferencia en cuestión a la herencia, tanto en relación a quien ocupa el
rango principal, como en cuanto a la primera con un hijo primogénito,
porque a él le corresponde la sucesión de rango y bienes del padre.
En algunos grupos sociales sabiamente han establecido el llamado pe-
riodo experimental, como una unión libre y con aceptación plena de la
sociedad, llevado al extremo entre los "masais" en África, donde la mujer
vive con uno y luego con otro en la casa común denominada "del grado
de edad", hasta que la mujer tenga un hijo, lo cual ocurre por el criterio de
que el matrimonio no se consuma hasta en tanto no se tenga descendencia.

C. DIVERSAS FORMAS DE UNIÓN FAMILlAR

La institución familiar es de suma importancia para nuestro estudio,


por ser la primera célula de organización social de toda comunidad, y
como tal, se van integrando grupos mayores, se establecen nuevas relacio-
nes entre el hombre con la familia de la esposa, y a la inversa de ésta con
la del marido, con las modalidades existentes por las diferentes costum-
bres dadas en el tiempo y en el espacio, con casos singulares en algunos
clanes al determinar tabú a la suegra, siendo frecuente al encontrarse uno
de los cónyuges con la madie del otro, le den la espalda porque conlleva
mala suerte verla de frente y asimismo no pueden, por la misma razón,
estar bajo el mismo techo, ni siquiera por guardar formas sociales, y por
demás queda expresar la imposibilidad de una conversación entre ambos
O compartir un alimento, pero en ciertos casos esta aparente conducta
hostil tiene otro significado totalmente contrario por ser norma de absolu-
to respeto, y por igual existen formas diversas de relación entre cuñados.
Pero bajo cualquier punto de vista el matrimonio ha ido evolucionan-
do y se considera socialmente como parte de estabilidad familiar, y bási-
camente comunitaria en el supuesto de permanencia y equilibrio social,
aunque afortunadamente, a fin de evitar frustraciones familiares, tanto de
padres como de hijos, se ha codificado la separación legal por causas de-
terminadas en los ordenamientos jurídicos, por regla general en base a la
costumbre, pero en todas formas siempre se protege y queda a salvo la obli-
gación responsable de atención a los hijos nacidos de esa unión.
Cada sociedad impone a esta institución sus propias normas y funcio-
nes determinadas culturalmente, como en la legendaria China de épocas
pretéritas, donde la familia cobraba cabal importancia, a grado tal que au-
ORIGEN DE LAS INSTITUCIONES POLíTICAS Y SOCIALES 19

nada a los ancianos y a los jefes de las aldeas encargados de los asuntos
locales, gobernaban su jurisdicción territorial. Curiosamente aunque la
tradición ha considerado el patriarcalismo, es en la mujer donde radicaba
la verdadera influencia tanto como esposa como madre, y su palabra era
la definitiva antes de tomar una resolución que pudiese afectar a la fami-
lia, integrada con el padre, la madre, hijos, nietos y demás descendientes
del tronco común, agrupándose al mismo, con suma frecuencia, los her-
manos del padre. En suma, puede considerarse a la familia china como
un verdadero clan, cuyos bienes se administraban bajo el sistema de
igualdad social, con derechos todos a todo, decidiéndose en asamblea fa-
miliar cómo y quiénes de los miembros deberían recibir determinada edu-
cación fuera del hogar, en tanto a otros se les fijaba la ocupación a la que
habían de dedicarse, y asimismo la familia determinaba cuándo y con
quién debían casarse los hijos, pasando las esposas a formar parte de la
familia del marido.
La concepción de unidad y solidaridad familiar llegaba a grados tales
en la antigua China, que colectivamente se hacían responsables de cual-
quier crimen cometido por alguno de sus miembros, haciéndose cargo de
los enfermos, de los niños y de los ancianos, quienes eran sumamente
respetados, como lo sigue siendo en la actualidad dentro de la institución
familiar. Con todo ello se puede explicar fácilmente ese verdadero culto
hacia los antepasados que, aunados a sus muy sólidas supersticiones, for-
maban una verdadera mística familiar repetida en la comunidad entera,
siendo el amor filial uno de sus mayores valores intrínsecos, y base fun-
damental del Estado.
La familia judía es tradicional por sus características específicas, toda
vez bajo el Estado teocrático-sacerdotal, la familia era la unidad funda-
mental económica y religiosa, y la sinagoga el lugar de reunión no única-
mente para orar, sino para recibir la educación y enseñanza de la ley.
Toda la vida de los judíos, como hemos de ver más adelante, giraba en
torno a sus creencias religiosas, pero no por persona sino familiarmente y
la suma de familias formaba la nación, bajo el mandato supremo de su
dios Yahvé en una comunidad de iguales, como herencia pura de su pri-
mitivismo en los clanes semíticos, llegando a establecerse una incontro-
vertible norma entre ellos de respeto absoluto: una nación, un dios, una
ley, y creían en ello sin discusión alguna. Esa unidad familiar y esa suma
de familias les condujo por esos senderos durante largo tiempo de peregri-
naje en búsqueda de la tierra prometida, luchando siempre contra una di-
visión de clases, que al final los absorbió, y por una unión en torno del
propio grupo con verdadera justicia social, todo lo cual era reflejo de la
familia. como institución modelo de su espacio y de su tiempo.
Pero esos elevados valores. esa sana comunidad se rompió por la
adopción fatal de un gobierno sacerdotal, forjándose en su lugar una
20 TEORÍA GENERAL DEL ESTADO

cruenta plutocracia teocrática en la cual, sacerdotes, funcionarios y mer-


caderes dominaron al pueblo y controlaron bienes y conciencias, rom-
piéndose así el encanto de una sociedad familiar.
El Derecho civil romano tuvo una repercusión fundamental en la for-
mación de la familia, porque trató de personas, cosas y acciones, y separó
el concepto de hombre y el de persona, llegando a establecer que el hom-
bre podía ser varias personas. Un romano podia ser magistrado, cabeza de
familia, soldado, empresario ... convirtiéndose así en varias personas y
cada una de ellas tenía capacidad, derechos y obligaciones. Los indivi-
duos organizados para un fin común eran considerados como una perso-
na, y esas personas colectivas, llamadas universitates, sabían de diversos
asuntos, municipales, religiosos, industriales, comerciales. Así, bajo ese
criterio y esas bases sistematizaron el Derecho, se forjó el familiar como
una rama del Derecho real del padre o pater familias que se imponía a las
miembros de la familia, y por tanta era a la vez el sacerdote del culto fa-
miliar, el juez de lo justo e injusto y el propietario de los bienes familia-
res, con poder de vida o muerte sobre sus miembros, y con poder para
vender a sus hijos como esclavos, si así la determinaba.
. Los hijos no adquirían bienes propios en tanto el padre viviese, éste
daba su consentimiento a lo negaba para el matrimonio de los hijos y to-
dos quedaban bajo su potestad, ningún miembro de la familia podía enta-
blar acción legal contra él, y a su muerte los hijos se convertian en cabe-
zas de familia sin mayorazgo alguno, el hijo mayor carecía de derechos
sobre los demás. Pero ese rígido sistema no podía perdurar por mucbo
tiempo y el patriarcado autocrático fue decayendo paulatinamente hasta
desaparecer, y la familia como tal recobró derechos al igual que sus
miembros, en una nueva forma de vida.
Hemos vísto así algunos ejemplos de instituciones familiares típicas
en diferentes partes del mundo, pudiendo observar variantes de suma im-
portancia. Pero para nuestro estudio, para nuestra disciplina, bástenos
agregar que esa institución por excelencia, nacida no se sabe cómo ni
cuándo, pero sí porqué: debido al impulso biológico del hombre por unir-
se con otros seres de su misma especie, así como por el requerimiento de
una convivencia de intimidad, unión de la cual aflora un producto, un
nuevo ser nacida de ese vínculo logrado por amor, afinidad, comprensión
o interés, pero un producto natural de dos seres unidos en la soledad en
forma libre y espontánea, y el amor filial debe haber brotado aun sin sa-
ber que así era, pero hubo necesidad de cuidar al niño, darle alimenta-
ción y cobijo, defenderla de las fieras, y entre todo ello deben haberse
dado circunstancias que les fueron haciendo conformar lo que a la larga
sería una familia.
La inmensa mayoría de los más sobresalientes autores han escrito so-
bre la familia, así el gran ginebrino estudioso de los problemas del Estado,
ORIGEN DE LAS INSTITUCIONES POLíTICAS Y SOCIALES 21

Juan [acebo Rousseau, escribió: "Nada se identifica más fuerte. más cons-
tantemente con nosotros, que nuestra familia y nuestros hijos, los senti-
mientos que adquirimos. o que reforzamos en esta relación íntima son los
más verdaderos. los más durables, los más sólidos que puedan ligarnos a
los seres perecederos. puesto que sólo la muerte puede apagarlos".
CAPÍTULO TERCERO

FORMAS PREESTATALES

I. LA BANDA

Algunos autores denominan bandas a los grupos locales integrados


por un número de personas más o menos estable, poco numerosos y como
puestos por familias de bajo nivel cultural, viven en campamentos, sus
miembros son por igual ancianos, niños, mujeres y hombres, turnándose
estos en la noche para vigilar el campamento. En las bandas de cazadores
el grupo es menor por economía alimenticia, condicionado a las materias
primas y a la posibilidad de poder cubrir la dieta necesaria del conglome-
rado ofrecidas en su territorio, el cual generalmente no pasa de la exten-
sión que un hombre puede recorrer de día y volver de noche al cobijo fa-
miliar. Aun suponiendo la posibilidad de poder explotar más allá de los
límites acordados para cubrir las necesidades de subsistencia, toda vez al
correr del tiempo el alimento y caza van disminuyendo, mientras que las
familias crecen y pueden hasta agotar los recursos existentes, obligándo-
los a la mudanza del campamento a fin de dejar descansar la tierra y
permitir la reposición de los recursos de cacería.
Cuando esos recursos no son migratorios, los cuidan y administran la
matanza a tan sólo lo necesario, sin permitirlo a personas ajenas a su gru-
po. Pero si por el contrario son manadas que emigran de acuerdo al tiem-
po, entonces cuidan menos la cantidad de piezas a cazar y hasta permiten
hacerlo a gente extraña a su propia banda, por no haber peligro de altera-
ción de su vida normal, puesto que son muy celosos de su territorio y lo
defienden con fiereza. Un caso típico de bandas de cazadores ha sido la
de los comanches y grupos similares del norte de América. Recordemos
que en las vastas y numerosas regiones lacustres del actual territorio del
Canadá, esas bandas permanecen sin necesidad de cambiar su campa-
mento porque las provisiones no se agotan, los peces son recursos renova-
bles y obviamente no carecen jamás del vital y preciado líquido, siendo
entre ellos la cacería sólo un complemento alimenticio no fundamental,
como tampoco lo es la agricultura, base del sedentarismo en general. Pero
23
24 TEORfA GENERAL DEL ESTADO

cabe afirmar que en los casos de las zonas lacustres, los asentamientos
son definitivos y sólo se mudan por causas especiales y esporádicas.
También las bandas criadores de animales domésticos se convierten
en sedentarias, cuando las reposiciones del alimento vital para la crianza
de su ganado son posibles, sin correr riesgo de escasez en un radio lo sufi-
cientemente amplio. Pero también puede ocurrir, como entre los masai
mara en Nairobi, Kenya, que cuenten con varios campamentos donde se
mudan las veces necesarias en tanto las praderas naturales se rehabilitan,
sin llegar al agotamiento total de la tierra, porque en ese caso la reposi-
ción del recurso puede tardar años, si no se han causado daños irreversi-
bles como la erosión. El sedentarísmo, o asentamiento definitivo, sólo
puede darse cuando está asegurada la subsistencia sin depender única-
mente de la agricultura, porque ésta tan sólo es un sistema, un recurso,
pero en cuanto a las bandas éstas son de carácter migratorio y no les inte-
resan los asentamientos definitivos, sino la seguridad en la obtención
de los recursos necesarios para el desarrollo normal de su reducido gru-
po de familias.
El número de miembros de una banda en territorios que ofrecen bue-
nas perspectivas puede llegar hasta 350 o 400 personas, pero se va redu-
ciendo este máximo según las condiciones hasta llegar a ser limitados a
10 o 15, aunque en realidad la cifra normal entre ese máximo y este míni-
mo sea de 100 a 150 miembros.
Este segundo paso de integración de unidades sociales, posterior a la
familia, fue indiscutiblemente la forma ideal de las primeras uniones o
agrupamientos humanos en los estadios más primitivos de la humanidad.
Las integrantes de las bandas comparten los mismos ideales, igual forma
de vida, iguales intereses y comunes enemigos, por ello crean un grupo
estrecho y de gran solidez, pues saben que el bien de uno es de todos, yel
daño sufrido por una desgracia afecta a la totalidad de sus miembros. En
ocasiones, bandas cercanas con absoluto respeto entre sí, se reúnen a con-
versar, a festejar, o simplemente a compartir algunos momentos. Este fe-
nómeno se produce en la actualidad bajo el nombre de vecindarios, en co-
munidades, casi siempre del medio rural, integradas por familias o grupos
que viven a cortas distancias y se encuentran cuando ocurren al centro
del poblado del cual forman parte, y también celebran reuniones al térmi-
no del trabajo semanal y cuando se trata de una fecha especial o un feste-
jo. Pues bien, esos grupos locales familiares son en cierta medida como
las bandas y asimismo como ellas conforman una unidad social por exce-
lencia en el mundo contemporáneo.
Caracteriza también a las bandas que cada una tiene su propia cultu-
ra, vestimenta, danzas especiales, independientes una de otras, así como
la forma de preparar sus alimentos, aunque los componentes sean los
mismos. Mas no obstante, las uniones matrimoniales entre bandas es
constante, y en esa unión se conjugan asimismo sus propias característi-
FORMAS PREESTATALES 25

cas, se fusionan las culturas o quizá se forma una nueva. Sus normas de
conducta parten de la tradición y la costumbre y algún miembro que pasa
de una banda a otra aprende las costumbres de su nuevo hogar y se acoge
a las disposiciones emanadas del grupo, porque de na hacerlo puede ser
calificado de desleal y de inmediato sobreviene el rechazo de la comuni-
dad al sentirse ofendida. Aunque ello no ocurre frecuentemente, como
tampoco, y sólo en forma aislada, se comete un delito como el robo, por-
que todos saben qué pertenece a quién y de nada le serviría lo sustraído,
y por demás la forma de convivencia de la banda no ofrece muchas posi-
bilidades de delinquir.
El gobierno está en manos de unos cuantos o en uno solo con el bene-
plácito de todos, su organización se reduce al mínimo, y no obstante de
tener su consejo casi nunca se reúne por no ser necesario, porque las ban-
das tienen una cultura común para el grupo, y no requieren de mayores
manejos políticos, y difieren entre sí según las diversas partes donde aún
existen, sin ser iguales las de África a las de Norteamérica, pero ambas,
con sus diferencias sustanciales o no, funcionan y cumplen su cometido.

n. LA TRIBU

Hemos visto a la banda como grupo local a la manera inicial de uni-


dad de población organizada en una sociedad estrechamente integrada,
cuyo funcionamiento es permanente. Pues bien, esas bandas unidas por
propia voluntad unas a otras en número indeterminado integran una enti-
dad mayor y conforman una tribu en búsqueda de menor precariedad y
mayores horizontes, a fin de evitar numerosos problemas cotidianos,
identificándose prontamente el nuevo conglomerado social así creado,
con diferencias sustanciales hacia las bandas que no pertenecen a la tribu
formada o a la que se han unido, con rechazo a las nó incorporadas a esa
nueva y mayor unidad social. La tribu en ciertos casos viene a ser, en for-
ma simple, la unión de varias bandas que habitan territorios contiguos o
cercanos, con semejanzas en costumbres, tradiciones, afinidad cultural ...
entre las cuales ha surgido una amistad alimentada, conservada e incre-
mentada durante un período suficiente para estrechar vínculos, indepen-
dientemente de sopesar las conveniencias de unir intereses para aligerar
la carga de las pequeñas unidades.
Pero no necesariamente las tribus nacen por la unión de bandas, toda
vez existen diversas formas de organización tribal, siendo la más simple
la unión por intereses de varias familias, a la que se van uniendo otras
más con miras a alcanzar un estatus mayor, cumpliendo en todo las dis-
posiciones y normas de la tribu ya establecida coma tal, con sus propios
jefes y sistemas organizativos originales, o modificados únicamente para
actualizarse y mejorar las condiciones de vida colectiva en bien del grupo.
26 TEORíA GENERAL DEL ESTADO

Pero puede obedecer asimismo al crecimiento desmedido de una sola


banda, cuyos procedimientos de obtención de los medios de subsistencia
no sean tan precarios, y puedan sostener fácilmente a un número mucho
mayor de miembros de lo común de las bandas. Puede surgir también por
la división de algunas bandas debido al exceso de población en relación a
las posibilidades de abasto, ya que esas partes desmembradas vayan
uniéndose en otro territorio hasta formar una unidad mayor, ya conside-
rada por sus particulares características como una tribu.
Quizá la forma más común es por la exogamia entre las bandas, a visi-
tas recíprocas de unos a otros, dando origen a uniones virtuales por estre-
chamiento de vínculos familiares, comunidad de intereses e intercambio
de ideas, costumbres, procedimientos, con una integración permanente
cuyo resultado es la unión natural y la formación de una unidad geográfí-
ca y poblacional de mayor envergadura. Dicha, fusión llega a ser tan estre-
cha que al tiempo, fundamentalmente por los lazos de unión familiar, la
cultura, las tradiciones y costumbres se funden en una sola, dando naci-
miento así a una tribu homogénea y uniforme, pero lo invariable está en
que la tribu tiene siempre una unidad territorial básica y suficiente.
Ahora bien, si dentro de la tribu ya establecida por unión de familias
o compuesta por varias bandas, y una de estas unidades decide separarse
de ella, nadie vuelve a tener contacto con ellos, llegan a perder todo
vínculo existente con anterioridad, creándose en ésta una nueva tradi-
ción, diferentes costumbres y muy diversas formas de vida, con una cul-
tura nueva y peculiar, diversa de la anterior, modificada únicamente por
la acción renovadora de las nuevas generaciones, aunándose a ello el olvi-
do y la ruptura del parentesco con sus antepasados. Todo en realidad es
nuevo y diferente en esta sociedad creada por desprendimiento de otra
mayor. Cabe afirmar la multiplicidad de casos de que las bandas sean ali-
mentadas con otras 'de carácter extranjero, cuya suma puede ofrecer mag-
níficos resultados por el enriquecimiento, tanto de sangre renovada como
por la fusión de dos culturas, con sus consecuentes costumbres, tradicio-
nes, procedimientos y normas,
Mas como sea, lo más distintivo de una tribu, lo que la hace diferente
a la simple unión de bandas en un territorio determinado, es el profundo
sentimiento de unidad entre todos los miembros y las diferencias entre
ellos y los de otra banda o tribu; cabe afirmar que esa unidad y solidario
dad es de vínculos inquebrantables de amor, fraternidad, de ayuda y coo-
peración mutua, no es ni por lenguaje, cultura u origen, es mucho más
que todo ello, es la hermandad de quienes han unido sus destinos para un
determinado fin, donde el factor psicológico es definitivo, sin el cual no
podrá sustentarse la tribu con genuina unidad, y en casos como éste, en
su máximo exponente, la tribu funciona sin necesidad de crear un siste-
ma organizativo, siendo muy variados los ejemplos de esta forma de con-
FORMAS PREESTATALES 27

vivencia humana, por igual en ciertas tribus del norte de América como
los comanches O kiowa, O en Madagascar entre los tanala mena be, y mu-
chas otras más en diferentes latitudes del orbe, algunas de las cuales aún
subsisten.
En ciertas ocasiones entre los miembros de una tribu ocurre que uno
de ellos sostenga relaciones con un miembro de otra distinta, no enemiga,
otorgándole el derecho de visÚas periódicas sin mengua de molestia entre
su propia tribu, y por el contrario estas relaciones se consideran norma-
les, y al visitante se le concede el estatus como si fuese de la propia tribu
visitada y socialmente se le trata con afabilidad, aunque ello obviamente
no ocurre en bandas O tribus contrarias o enemigas, toda vez al extraño se
le trata con hostilidad y los patrones de conducta son diferentes, llegando
a excesos de peligrosidad cuando se extreman en sus manifestaciones
personales O de grupo. Pero por lo general, fuera de esa rivalidad, la tribu
actúa siempre como unidad ante cualquier extraño y la aceptación o re-
chazo es común, no privativo a ciertos o determinados miembros, porque
en casos como la ofensa a uno de ellos se hace extensiva a los demás con
un espíritu de solidaridad digno de la fraternidad existente en esta forma
tribal de vida.
En términos generales las tribus imponen los límites a la sociedad,
principalmente en relación al trato hacia los extranjeros, llegando a extre-
mos de verlos como si fuesen seres anormales, como fenómenos, y con te-
mores por miedo a la posibilidad de ruptura en la homogeneidad de sus
miembros, o a su armónica vida. Por ello en los casos de ataque de otra
tribu, la respuesta es inmediata y generalizada de todo el grupo tribal en
defensa de sus intereses comunes, y por igual ocurre cuando ellos llevan
la ofensiva, todos actúan al unísono con la misma fiereza y valor, cuya ac-
titud es derivada de ese sentido de unidad de grupo, base fundamental de
la existencia tribal.
Las disputas entre individuos de una tribu con otra, o entre las propias
bandas, degeneran casi siempre en guerras, pero también puede ocurrir
que surjan por rivalidades personales entre individuos de la misma tribu,
en cuyo caso la afectación es a sí misma y, de no cesar, puede llegar a
romper, desmembrar y destruir la unidad y a la tribu misma, pero dichas
disputas pueden arreglarse fácilmente si existe una autoridad superior
respetada por todos, y de no haberla los propios miembros procuran con-
ciliar las desavenencias entre los rijosos con un arreglo amistoso, general-
mente ejerciendo presiones entre .ellos mismos, ya sea de su propia banda
o de alguna otra, pero es mucho más fácil lograr un acuerdo entre las par-
tes si existe un Consejo Tribal, pues la más importante de sus funciones
es mantener el espíritu de unidad entre sus miembros, y lo realizan visi-
tando los ancianos del Consejo a las partes contrarias para hallar la solu-
ción adecuada. Sin embargo, de no llegar a un arreglo, o cuando no existe
28 TEORíA GENERAL DEL ESTADO

esa autoridad, o superior reconocido y respetado, y sobreviene el natural


rompimiento entre ellos, el hecho puede pasar de los dos rivales a genera-
lizarse entre los demás, hasta ocasionar una verdadera guerra interna, por
la simpatía de unos hacia otros, pero por lo general estas situaciones lle-
gan sólo ocasionalmente y los conflictos se zanjan internamente, a fin de
no debilitarse frente a otras tribus. por los perjuicios que ello pueda traer
para todo el grupo social. .
Antes de concluir hemos de reafirmar una vez más que la banda y la
tribu. como otras agrupaciones semejantes que más adelante veremos, son
unidades de carácter eminentemente social, su fundamento. su forma-
ción, sus atributos, sus funciones y toda su organización misma es social,
y por ello no debe confundirse jamás con el concepto de Estado, a la ma-
nera de como lo estamos estudiando, pues éste se caracteriza por ser una
agrupación típicamente política. tanto en sus bases coma en sus estructu-
ras, en sus relaciones con otras disciplinas, como en su todo, guarda
siempre su contenido político. en el más amplio sentido del término, aun-
que ciertos Estados tengan menos organización formal que la tribu. Sin
embargo, por mínima que sea dicha organización. siempre contará con
elementos distintivos de las características del orden tribal; asimismo
cabe afirmar que todos los Estados han nacido de alguna de estas agrupa-
ciones sociales y de ahí la denominación de formas preestatales.

III. LA HORDA

La horda es una forma de unión del hombre primitivo cuyo funda-


mento vital en relación al alimento consiste en la recolección de frutos
proporcionados en forma natural por la tierra, así coma la caza. la pesca
en las zonas lacustres o en las costas del mar, en la producción de inci-
pientes productos derivados del cultivo o la industria doméstica, siendo
sus campamentos nómadas o aldeas rudimentarias, porque al disminuir
las manadas de animales de caza, seguían tras ellos recorriendo en ocasio-
nes enormes distancias, asentándose nuevamente en forma temporal has-
ta volverse a repetir el fenómeno.
Estas asociaciones han sido siempre poco numerosas, procuran vivir
alejados de otros grupos similares, ocupan un territorio determinado con
linderos naturales no fijados por ellos mismos, mediante el levantamiento
de mojoneras o empalizadas. como posteriormente ocurrió al volverse se-
dentarios. Al asentarse siempre buscanlugares cercanos a elementos acuí-
feros. manantiales, ríos, lagunas ... Los especialistas respectivos exploran
los lugares apropiados en un medio ambiente propicio para su estancia
temporal, observando con detenimiento los posibles peligros, la belicosi-
dad de sus vecinos, a quienes evitan aun cambiando de residencia rápida-
mente, así como todo factor positivo o negativo. a fin de vivir lo más tran-
FORMAS PREESTATALES 29

quilamente posible, sin más complicaciones que las normales propias de


la naturaleza y sus elementos.
Para ellos la vida transcurre lentamente, aprovecban los bienes y ele-
mentos de su medio ambiente, circunscribiéndose a su propio territorio
temporal, sin cruzarlo, para evitar los riesgos que podrían correrse sorpre-
sivamente, y por lo mismo se rigen económicamente con esos medios de
provisión, enriqueciéndose paulatinamente al desarrollar la agricultura,
. _cuya adopción fue .un proceso de-larga duración; que les permitió' un
asentamiento de mayor duración al no alimentarse exclusivamente de la
caza, aunque ésta continuó siendo necesaria en virtud de proporcionarles
abrigo al curtir las pieles para fabricar sus moradas, y cubrir sus desnudos
cuerpos durante las temporadas invernales, según la región de su residen-
cia. Empero, sin abandonar sus primigenias formas de su régimen alimen-
ticio, continuaba la ingestión de carne aunque no como dieta exclusiva,
pero sí por proporcionarle rico alimento en proteínas y la grasa coadyu-
vante al fortalecimiento necesario, dado el desgaste sufrido en la ruda
vida cotidiana, amén de su utilidad en los territorios de baja temperatura
o en los inviernos generalmente crudos en los primeros asentamientos de
que se tiene memoria, y por lo general climas extremosos.
La capacidad de mando en esos agrupamientos coincide con las socie-
dades primitivas contemporáneas, al no ser la riqueza o la acumulación
de bienes la base de su reconocimiento, sino el prestigio adquirido y el
respeto debido a la edad, por ello los ancianos son parte esencial de los
estratos superiores, porque conocen, respetan y hablan a nombre de las
tradiciones de sus mayores y de las costumbres derivadas de las mismas,
y aunados a ellos se sitúan a los varones que han mostrado su valentía
con proezas realizadas en defensa de la comunidad, a quienes se unían
hombres y mujeres cuyo desarrollo de la inteligencia les era reconocido,
tanto por su rapidez de pensamiento como por ciertas características
mentales que les hacía tener, o aparentar, contar con poderes mágicos o
misteriosos, pero en cualquier forma lo importante de estos tres tipos de
dirigentes es que sus calidades, o cualidades, eran útiles a la horda, no a
la persona que gozaba de ellos en lo particular.
Esa tradición a cargo de los ancianos se repite en múltiples culturas
transmitiéndolas oralmente a los jóvenes, por ser experiencias que permi-
ten a la horda y a sus miembros, así como a toda agrupación en dícho sis-
tema, sobrevivir a peligros naturales, sobrenaturales o por efecto de cau-
sas ajenas a su voluntad, e independientemente del motivo permiten
solventar toda situación conflictiva, principalmente en función de la orga-
nización de la horda ante el peligro, al no poder realizarse en forma indi-
vidual, comprobando una vez más la supremacía de la masa sobre el indi-
viduo, de la importancia de lo colectivo sobre lo personal, derivándose de
ello la selección natural y la sobrevivencia del fuerte sobre el débil, del
30 TEORíA GENERAL DEL ESTADO

acucioso sobre el inepto, y con ello la depuración social requerida en gru-


pos semejantes.
Pero en ese proceso normal de fortalecimiento de la horda, la propia
naturaleza exige la subordinación absoluta a las necesidades, a fin de ven-
cer los múltiples obstáculos manifestados cotidianamente, y por tanto la
sujeción de todos los miembros a las normas dictadas por la propia socie-
dad, tan sólo expedidas en favor de la colectividad no a persona alguna,
regulando las relaciones individuales, o moral interna, en cuanto a su
conducta dentro de la horda y de aquellas personas que por circunstan-
cias especiales. sin pertenecer al grupo, se han unido al mismo, apare-
ciendo con ello un sistema normativo de moral hacia el exterior, pero am-
bas, moral interna o externa, son en relación a los individuos, no a la
horda como grupo social o comunidad, porque ésta no reconoce como
ente colectivo norma moral alguna, son amorales, ya que para el indivi-
duo el poder del todo social, o sea de la horda, es el derecho.
En ese estadio de la humanidad entre las comunidades primitivas, el
extranjero muestra cabalmente el criterio distintivo entre lo interior y la
parte externa de la horda, repetida universalmente entre todas las comu-
nidades de este tipo, aun entre los pueblos primitivos contemporáneos.
toda vez el grupo tiene una superioridad a todo lo externo, por ejemplo
entre los caribes dicen: sólo nosotros somos hombres, o al decir de los
griegos que tildaban de bárbaros a los que no lo eran, o el gentil entre
los judíos... porque el extranjero carece de derechos. los cuales corres-
ponden sólo a los nativos del grupo social. Se pierde en la noche de los
tiempos cuándo aparece el nombre de huésped para designarlo, pero sin
duda es reciente y por tanto las normas de la horda no se aplican a los
extranjeros por más que se hubiesen asimilado al grupo, al ser considera-
dos como pieza de caza, no persona.
y en este tratamiento al extraño está contenida la superstición, en ca-
sos visto como un espíritu que para ser aceptado debe pasar múltiples
pruebas naturales, dar señal de paz y no perturbar la tranquilidad interna,
pero no obstante ello no es difícil culparlo de todo mal ocurrido en el in-
terior, aunque este sea producto de la naturaleza como puede ser una
tempestad, un rayo, una enfermedad ... pero en tanto no ocurre nada es
tratado bien, más por temor que afecto, puesto que una ofensa inferida
al extraño puede ser fatal para la colectividad. Al aceptarlo debe pasar por
los ritos de una iniciación formal para dejar de serlo y pasar a ser miem-
bro de la colectividad, con iguales derechos y obligaciones.
Como podemos observar, la horda guarda gran similitud con las ban-
das, y aunque son dos formas características de unidad de grupo local
tienen diferencias, tanto de número COIDO en organización interna, cos-
tumbres y otras características de sutiles diferencias, como el trato a los·
extraños.
FORMAS PREESTATALES 31

Las hordas son mucho menos numerosas que las bandas, rara vez se
unen con otras cuando menos al principio de su integración, porque pos-
teriormente se deformaron. Siempre en su organización interna invaria-
blemente han contado con entidades de mando superior y dictado de nor-
mas especificas. Prefieren desplazarse a otros sitios más solitarios para
evitar vecindades. En sus orígenes no gustaban de la guerra ni conflictos
con otros grupos similares y vivían más aisladamente, más el! ,contacto_con-
la naturaleza que las- bandas-y otras agrupaciones similares.
Empero las hordas fueron evolucionando. y si al principio el número
de miembros era reducido, más adelante por la proliferación interna fue-
ron creciendo y aceptaron a otros individuos aislados o en grupos y más
tarde a otras hordas, pero guardaron siempre su nomadismo e indepen-
dencia tradicional y con el tiempo, dadas las agresiones sufridas constan-
temente, se volvieron guerreros y ya no sólo se defendían sino atacaban
con furia a otros grupos, llegando a asolar grandes e importantes centros
urbanos, convirtiéndose en amos y señores de enormes extensiones de
tierra.
Ocasionalmente algunas hordas forjaron una cultura, como también
muy esporádicamente se asentaron en un territorio, y llegaron a ser azotes
en su zona de influencia, para cuyo objeto cabe recordar a las huestes de
Atila, originalmente hordas consideradas como bárbaras, que de persegui-
das se transformaron en devastadoras, porque al llegar a las ciudades las
tomaban a sangre y fuego, robaban a sus mujeres, mataban a los hombres,
se llevaban a los niños para ser educados a su propia imagen, y tras ha-
cerse de un considerable botín llevándose todo cuanto se podía, quema-
ban la ciudad donde literalmente no quedaba piedra sobre piedra. Pero
esa figura de la horda fue el resultado de una deformación y tan sólo en
algunos casos, por lo demás su formación obedeció a la vinculación de un
poco número de personas unidas en búsqueda de un mejor destino, y qui-
zá su deformación obedeció a la constante defensa de sus intereses, no a
una conducta agresiva.

IV. LA GENS

Dentro de la organización social primitiva se ha usado como término


de agrupación general la síba, grupos de personas emparentadas entre sí,
quienes adoptaban diferentes nombres dados los distintos patrones de su
formación, pero en general se expresa que en cuanto sus estructuras de
parentesco se subdividen en clanes, aquellas emparentadas por línea fe-
menina o materna, y la gens caracterizado por ser un grupo de linaje exó-
gamo y unilineal con fundamento en la descendencia patriarcalísta, es de-
cir por el padre, o siba paterno. La síba se caracteriza por ser el regulador
de la selección matrimonial. como en los llamados matrimonios preferen-
32 TEORÍA GENERAL DEL ESTADO

tes existentes en muchas sociedades donde se casan entre primos, los hi-
jos de un hermano contraen matrimonio con las hijas de su hermana,
Tanto los miembros de la gens como del clan creen en la descenden-
cia de algún antepasado común, frecuentemente un animal, un tótem, El
parentesco entre ellos es más ficticio que real y el rasgo más común es el
matrimonio exógamo: los miembros de la gens deben casarse fuera de su
propia organización, La función primordial de la gens es la protección de
los miembros de su siba aun en los casos de la comisión de un delito,
toda vez la comunidad del clan o la gens del occiso cobran venganza so-
bre el homicida, pues debe recordarse que en las sociedades primitivas el
miembro como tal, como persona, no tiene ningún derecho sino con rela-
ción a su siba.
Cada gens tiene su propio e inviolable territorio, permanecen tranqui-
lamente en él en tanto no intenten arrebatárselo porque son pacíficos,
como por lo general lo han sido todos los pueblos de carácter primitivo o
ágrafo, y sólo hacían la guerra en defensa de su territorio, de su hábitat, de
su espacio vital previamente delimitado, al ser amenazado por otro grupo
o para defender a los miembros de su siba de las ofensas de extraños. Pos-
teriormente, ya en otras etapas, hicieron la guerra de expansión contra al-
gún vecino más débil a fin de adquirir mayor extensión territorial, aunque
más adelante degeneró haciendo la guerra por ambición y atesoramiento
de bienes, o por ansia de poder y dominio, engrandeciéndose a base de
conquistas territoriales sobre vastas y ricas zonas, surgiendo de ahí la ne-
cesidad de prepararse a la defensa o al ataque, principalmente derivado
de sus creencias religiosas, cuando su tótem les ordenaba lanzarse a la
conquista, o en ocasiones por un sentimiento de lealtad a su síba,
Sin embargo la guerra en sus orígenes, no en la degeneración de sus
principios básicos, no la hacia toda la gens sino únicamente era realizada
por bandas que se habían unido, pero generalmente la conflagración ter-
minaba en uniones derivadas de la captura de sus mujeres, con lo cual el
enemigo se doblegaba de inmediato, y no como afirman algunos autores
hasta el exterminio, lo cual ocurrió, como afirmábamos, en estadios poste-
riores lejanos de sus orígenes y principios fundamentales, aunque hemos
de agregar que un motivo de guerra invariablemente la originó precisa-
mente la ofensa a la gens, por el sentimiento de lealtad de todos sus
miembros, dado que una ofensa a un particular era para todo el conglo-
merado social, para toda la gens.
En esas comunidades tan susceptibles a la ofensa, como era todo pue-
blo ágrafo, esta se producía por ciertas causas importantes, como la que se
hacía al grupo como tal, o sea a la siba en términos generales, la hecha a
los espíritus, de mayor gravedad en cuanto además de ofensa era un pre-
sagio de mal agüero, y la hecha contra un miembro del propio grupo so-
cial. En el primer caso se encontraba, entre otras, la traición a su siba de
FORMAS PREE'STATALES 33

origen en la que radicaba, la colusión con extranjeros o asociación con


ellos fuera de los acuerdos establecidos, y la violación a los reglamentos
matrimoniales de carácter sagrado entre ellos. En cuanto a las injurias a
sus dioses, el mal se cernía sobre toda la gens por ser un crimen peligroso
para la seguridad de todos sus miembros, porque lo ocurrido a la gens
provenía, para bien o para mal, del favor de los espiritus, y en relación a
las ofensas personales se contaba entre ellas el quebrantamiento de reglas
dictadaspara.todos.y cada-unode-ellosr o la ofensa entre dos o más de
s'us miembros entre sí, porque la ofensa del extranjero provocaba otra
reacción de grupo ofendido, y las represalias podían llegar a la mayor gra-
vedad entre este grupo contra el ofensor y su síba, dada la responsabili-
dad grupal de la conducta de cada uno de sus miembros, en esa su particu-
lar forma de ser y de pensar.
Pero las conductas más reprobables eran las de carácter místico, casti-
gando severamente la autoridad al culpable, como la perturbación de los
ritos en las ceremonias tribales de cualquier género, así como la práctica
de hechicería en contra del grupo, y dado su especial criterio sobre las re-
laciones sexuales, excepción hecha de las comunidades que por el contra-
rio las practicaban entre los familiares, por lo general en los gens y clanes
estaba estrictamente prohibido realizarlas entre consanguíneos, siendo el
incesto causa de horror y pánico, por estar proscrito por su propio tótem.
Hemos expresado la práctica común de la exogamía, matrimonios en-
tre miembros de diferentes grupos, así como lo reducido del número de
integrantes de las bandas, hordas y demás sibas, pero debemos agregar
que dicho sistem~ se fundamentaba en mantener lo más posible un con-
trol demográfico, por las carencias y la lucha por la sobrevivencia cuando
las condiciones de adquisición de subsistencias no era fácil, como ocurría
entre ciertos grupos de cazadores, por ello la exogamia la protegían al po-
der desligarse de un miembro que pasaba a otra comunidad al contraer
matrimonío y así, cuando ocurría a la inversa se mantenía el equilibrio
social, porque por el contrario los matrimonios internos, por ser más fre-
cuentes, provocaban un crecimiento natural inadecuado para la siba, pero
la práctica de la endogamia, matrimonio entre los mismos miembros de la
siba, se realizaba por mandato del tótem, y por ello se justificaba.
Así como la exogamia es característica esencial de la gens y el clan, la
endogamia era práctica normal en la tribu, y ello es natural, toda vez la tri-
bu ya es la suma de varios grupos, ya sean bandas, hordas anexadas, y
por tanto no tenían el temor de un desbordamiento demográfico, por el
contrario, en múltiples ocasiones, al asediar a un vecino la causa primaria
era robar a sus mujeres para tener más hijos y destinar los varones al en-
trenamiento guerrero para defensa u ofensa, y a las mujeres para la reali-
zación de labores propias de su sexo y de dar más hijos a la tribu, lo cual
condujo rápidamente a la poligamia poligínica tribal, pero todo ello se
34 TEORíA GENERAL DEL ESTADO

realizó cuando se incrementó la riqueza sin necesidad de llevar una vida


sujeta exclusivamente a la obtención del alimento necesario para el soste-
nimiento de sus miembros.
Por su parte, la poliandria se extendió principalmente cuando las con-
diciones de vida eran sumamente precarias, características entre los pue-
blos ágrafos en las tierras altas de Asia central. Debemos añadir, de con-
formidad con los estudios psicológicos actuales, que se ha llegado a la
conclusión que en esos estadios remotos el apetito sexual es mucho más
intenso en razón directa a la adquisición de mayor cultura, prevaleciendo
en los tiempos que ya conocían y habían desarrollado la técnica de la es-
critura, entre quienes sabían hacerlo sobre los analfabetas, sistema total-
mente diferente en el mundo contemporáneo, quizá desde la exclaustra-
ción del saber de la Edad Media, cuando hubo una verdadera derrama del
conocimiento entre los pueblos y no únicamente entre los frailes, quienes
lo habían acaparado totalmente con el objeto central de dominar a los de-
más. En la actualidad infortunadamente Ocurre en forma totalmente con-
traria a esos tiempos, los estratos de población de menos instrucción y los
más económicamente débiles son quienes se proliferan más, pero lo cu-
rioso es que en esas sibas de tiempos remotos el hombre se asemejaba a
los animales, por entrar en celo sólo cada determinado tiempo, lo' cual
fundamenta lo expresado.

V. EL CLAN Y EL TÓTEM

El clan es una agrupación social propia y característica de las culturas


totemistas, definitivamente asociado al matriarcado. Todos dependen del
clan materno, aunque en ciertos casos se autorizan determinadas liberta-
des como la poligamia. Entiéndase el totemismo como las relaciones de
dependencia o descendencia del hombre o su grupo social con un animal,
derivado de su mística o magia, y cuya ocupación fundamental es la caza
para la sustentación de sí mismo y su clan. Así deviene el culto a algunos
animales como los osos, considerados como dioses-madres entre los caza-
dores de bisontes o renos, bajo la absoluta creencia de los poderes supre-
mos y extraordinarios de esos animales convertidos en seres superiores,
en quienes los espíritus de los muertos se encontraban en los antepasados
del propio clan.
Así el totemismo se convierte en una magia, en una religión, en una
mística que se integra con una serie de actos y sucesos adquiriendo el
nombre de un objeto, o preferentemente de un animal que se convierte en
el tótem del clan, al cual deben respeto absoluto y por tanto no es un ani-
mal de caza, no lo hieren ni lo matan o destruyen en cualquier forma, y
mucho menos lo comen, excepto en circunstancias de un rito especial,
y hasta arriesgan la vida por él en caso de peligro, y ello se repite también
FORMAS PREESTATALES 35

con objetos o plantas similares, o de la misma especie de su tótem o seme-


jante a él, y en esa creencia de vinculación entre los miembros del clan y
su tótem, se establecen los lazos de unión filial y de consanguinidad que
los obliga a una unión y respeto a todos quienes llevan el mismo nombre,
respetan al mismo objeto y al mismo animal, constituyéndose por ese he-
cho en numerosas familias del propio clan, y con ellos los primeros con-
glomerados sociales unidos mediante vínculos de origen fraterno. , _,
M_aurice. Besson, expresa: "El totemismose presenta como una fórmu-
"la acertada semejante al Derecho constitucional primitivo, y su análisis
nos esclarece cómo han podido conformarse determinadas sociedades,
cómo nacieron ciertas concepciones, y cómo ciertos conceptos religiosos
pudieron desprenderse tal vez de las nebulosidades de la prehistoria".
Sin embargo el totemismo no es de carácter eminentemente rígido,
aunque su origen es estrictamente religioso y en su contenido intrínseco
se establece claramente lo sagrado y lo profano, siendo quizá una de las
creencias religiosas más primitivas de la humanidad, y como casi todos
los hombres prehistóricos guarda irrestricto respeto a sus antepasados,
pero en las culturas totémicas se acentúa más esta característica rnanífes-
tada con claridad en los numerosos objetos existentes encontrados en va-
liosos hallazgos, y los que utilizan aún los grupos totémicos que subsisten
en la actualidad, ya sea en sus instrumentos de trabajo, arpones de caza o
pesca, objetos de hueso y aun de marfil, bastones de mando que son y
fueron muy usuales entre ellos como en otras culturas. en vasijas, canoas,
estatuillas y muchos objetos más de enseres domésticos o utensilios de
trabajo y adornos de sus viviendas.
Ahora bien, cuando místicamente se trata de la dependencia del indio
viduo de uno de esos seres recibe el nombre de manituísmo, proveníente
de Manitú, espíritu de los primitivos habitantes característicos en el nor-
te de América. En su aspecto social se considera al clan íntimamente vino
culada a la práctica de la exogamia de distintos clanes, como respuesta a
la emotividad de los seres unidos por esa razón.
El culto del tótem ha sido estudiado a profundidad por especialistas
de diversas disciplinas, sociólogos, psicólogos, historiadores y antropólo-
gas, por sus características singulares de culto y organización política del
clan. En cada caso los investigadores lo observan desde el punto de vista
de sn especialidad, llegando a conclusiones similares en cuanto a su con-
tenido general, pero haciendo énfasis de conformidad a su disciplina es-
pecífica, por ejemplo, la sociologia expresa que el código del tótem acepo
tado por innumerables tribus, practica una serie de ritos destacándose
entre ellos el funerario, al rendir honores al animal totémico muerto y
darle sepultura con solemnidad, rito que va más allá del rendido al más
importante sujeto del grupo, asi como celebrar ceremonias expiatorias si
el animal representativo del tótem es inevitablemente muerto.
36 TEORfA GENERAL DEL ESTADO

Todo el clan usa los símbolos del tótem en la bandera, en sus armas y
tatuado en todo el cuerpo, no tan sólo como protección sino por la fuerza
y poder que tiene al prever el futuro y modificarlo a favor de quien lo lle-
va en sí mismo en cualquiera de sus formas, bajo el supuesto de que en
ningún momento su poder lo usará en contra de algún miembro del clan,
sino hacia sus enemigos o para los maleficios que le pueden afectar a él o
su familia, con la convicción plena de que todos los miembros del grupo
están ligados al tótem por un vínculo común.
La exogamia a la que nos hemos referido en varias ocasiones no tan
sólo fue permitida, sino por demás en un principio obligatoria a virtud de
la prohibición de la unión sexual entre los miembros de un mismo grupo,
afirmando el propio Freud que dicha institución tuvo como razón especí-
fica la necesidad de combatir el incesto del primitivo, aunque otros estu-
diosos de la materia le restan importancia a este fenómeno social, sin em-
bargo se ha llegado a la conclusión de que esa prohibición formó parte del
canon religioso fundamental del tótem,
Otro aspecto básico es el banquete totémico, por ser de significativa
importancia en estas sociedades, ofrecido en forma de rito, bajo el criterio
de que los comensales al COmer la carne y beber la sangre del tótem, en
ceremonias especiales, afirman su convicción y creencias y por tanto se
estrechan más los vínculos entre el grupo y el tótem, y entre ellos mis-
mos, y aunque como hemos visto está prohibida la muerte del tótem, ésta
se efectúa únicamente para la ocasión solemne del banquete asumiendo
todo el grupo la responsabilidad contraída, cuyo significado es el origen
del sacrificio ritual y místico de otras culturas, y justifica el ambiente de
misterio en torno de la muerte del símbolo del tótem, a quien han queda-
do ligados por estrechos lazos de sangre, convirtiendo la muerte en hechi-
zo de vida, bajo el criterio mágico de la transmisión de las cualidades de
quien come la carne y bebe la sangre de la divinidad, criterio tomado por
la religión católica en su rito más solemne.
Por último hemos de decir que no debe confundirse nunca el culto al
tótem con el del fetiche, porque aquél nunca es una planta o un animal
como unidad, sino una especie, no se trata por ejemplo de un toro sino el
toro, figura frecuente del totemismo, no es un abedul, árbol totémico por
excelencia, sino el abedul, es in génere. El totemismo es considerado no
únicamente como un sistema mágico, sino parte esencial de la vida de
cada miembro del grupo social que se transmite de padres a hijos, exis-
tiendo por demás el tótem sexual para hombres, diferente al de mujeres.

VI. EL TABÚ
El tabú no es como pudiera pensarse una superstición, por el contra-
rio, es Una ley social con todas las características de tal que regula la vida
FORMAS PREESTATALES 37

de ciertos pueblos primitivos, fundamento de todo un sistema de legisla-


ción, a la vez de un procedimiento de defensa y protección para sus prac-
ticantes. El origen de la palabra es polinesio, y significa "algo singular",
de mucba importancia para los pueblos primitivos, y de práctica común
aún en nuestros dias, en algunas tribus y grupos humanos en diversas re-
giones del mundo.
Sus características son singulares y no fácilmente comprensibles para
el común de la gente, porque esa -la vez de un objeto sagrado al cual se
venera, algo por demás impuro, prohibido y sumamente peligroso princi-
palmente para quienes no pertenecen al grupo creyente del tabú. Algunos
autores le llaman "el horror sagrado" para indicar el contenido mismo del
objeto declarado tabú, al que no puede acercarse, ni nombrarlo y mucho
menos tocarlo sin graves riesgos, pero no se piense que tal prohibición
parte de normas morales o divinas, sino del objeto mismo de carácter in-
mutable e inalterable, y sin estar sujeto a poder humano o divino, sino
por ser la ley misma.
De conformidad al criterio de algunos autores que han penetrado pro-
fundamente a su estudio, como Wundt, y que nos manifiestan que el tabú
es el más antiguo de los códigos creados por la humanidad, en cuanto a lo
sagrado del concepto, expresando la importancia de este término derivado
dellatin socer y del hebreo kadosch, cuyo vocablo encierra asimismo las
prohibiciones y los castigos de quien lo incumpla.
Existen dos clases de tabú, el natural llamado "mana" por estar sujeta
a una fuerza misteriosa correspondiente a una persona u objeto, y el indi-
recto ya sea adquirido o por transmisión de un jefe a su grupo, un sacer-
dote y aun por cualquier persona o cosa que lo posea, lo cual es natural
entre quienes forman parte del mismo, pudiendo ser trasmitido en forma
absoluta a otra persona u objeto voluntariamente o por accidente, por me-
dio de ciertas prá-cticas, palabras o rituales especiales en cada caso, sea
para bien o para mal, pero en todas formas siempre protege a los miem-
bros más destacados, a los animales simbólicos representantes de sus orí-
genes, y los objetos considerados sagrados para que no puedan ser mate-
ria de violaciones de cualquier género, y por demás está decir su amparo
al débil de todo poder mágico de sacerdotes, personas, animales y objetos
tabú, porque su contacto puede llegar a poner en peligro la vida.
Asimismo previene el tabú de objetos y cosas peligrosas como los
muertos, alimentos venenosos o la realización de actividades importantes
para la persona, principalmente los actos sexuales, pero además le prote-
ge de los seres sobrenaturales adversos, todo ello gracias al poder mágico
del tabú y quienes rompen o incumplen sus leyes, el castigo es inminente
e inmediato por cada hecho violatorio, dada la ofensa inferida, y así todo
lo que es tabú contiene en sí mismo poderosa fuerza al simple contacto ya
sea persona o cosa, con graves consecuencias al trasgresor, con fuerza má-
38 TEORÍA GENERAL DEL ESTADO

gica tal como puede ser el rayo. de mayor o menor intensidad de confor-
midad de quien la descarga y a quien entró en contacto con ella, por eso
la proveniente del jefe tribal o de los sacerdotes puede provocar la muerte
de los integrantes del grupo. pero a la inversa sucede cuando es hacia
ellos. Con posibilidad de trasmitir parte de sus poderes mágicos a otros
individuos.
Por otra parte el tabú puede ser permanente o temporal. Es permanen-
te el de los grandes sacerdotes. jefes. objeto de culto. animales sagrados.
los muertos y sus objetos personales. Son de carácter temporal cuando es-
tán vinculados a hechos determinados. como la menstruación. el embara-
zo. la preparación de una batalla y situaciones similares. pero su número
además de ser crecido en limitaciones y prohibiciones puede acrecentarse
aun sin necesidad de justificarse y sin razón alguna. Puede decirse que el
tabú proviene del miedo hacia los poderes mágicos que a su vez se en-
cuentra en una persona u objeto tabú, pero más tarde se convierte en un
poder en sí mismo considerado e independiente del propio poder mágico
original.
El poder mágico de los jefes es un tabú. les defiende de todo peligro y
consta de un sinnúmero de prohibiciones. costumbres, tradiciones y cere-
monias que además de protegerlo le impiden actuar. contra sus deseos. en
forma muy estricta de comportamiento. en casos aun de ciertas posturas y
movimientos corporales. de aseo personal y además. en ocasiones extre-
madamente molesta y aun dolorosa por la rigidez inflexible de dicho cere-
monial, que llega a exigir hasta sujeción en los alimentos y actos norma-
les de la vida cotidiana. extendiéndose estas particularidades al sumo
sacerdote. en igual forma y en ocasiones mucho más radicales.
Existen asimismo tabús más severos todavía, como todo aquello que
gira en torno de la muerte. como producto de los poderes mágicos atribui-
dos a este hecho. siendo por demás trascendente el contacto con los cadá-
veres por ser causa inmediata de separación y alejamiento del grupo de
toda persona que, por una causa u otra, haya tenido cercanía con el mis-
mo. prohibiéndoles entrar a otras viviendas, tocar a persona alguna y ni
siquiera dirigirles la palabra. hasta la celebración de ritos especiales mági-
cos les es permitido volver a ser parte del todo social.
Dentro de ese código de costumbres extrañas está estrictamente prohi-
bido pronunciar el nombre del muerto. so pena de graves castigos e inclu-
so hasta la muerte. y para evitarlo se le cambia de nombre al moribundo y
a quienes tienen el nombre original del muerto, llevado a tal grado que
nombrarlo era igual a estar en proximidad o contacto con él. De ahí que la
magia se convierta en el procedimiento del hombre primitivo para modifi-
car la obra de la naturaleza, las acciones derivadas de los espíritus. de los
sacerdotes o jefes. y de la muerte misma.
Por último hemos de expresar que la fuerza poderosa del tótem y del
FORMAS PREESTATALES 39

tabú, en su característica y singular estructura y organización de toda la


vida misma y sus actividades, conllevan y conforman por su propia in-
fluencia un sistema anímico especial, así quien está incorporado a un tó-
tem o a un tabú en su forma original, o con las modificaciones sufridas a
través del tiempo, no puede despojarse de las prohibiciones inherentes
porque sus vínculos son indisolubles, nunca por ningún motivo o causa
alguna puede romper esos lazos, y toda su vida está inmersa en los estre-
chos límites enmarcados en esa mística, lo cual trae como consecuencia
lógica una serie de frustraciones por deseos reprimidos, fácil de ser trans-
formados en agresividad hacia los extraños y a quienes no participan de
ese mismo tabú, de ahí que por una parte la fuerza mágica sea esencial
para ese poder dominante y adverso, pero de otra manera sea el único me-
dio para la liberación personal en el que opera inconscientemente en con-
tra de las prohibiciones, frenos y controles de tan estricto tabú, donde la
única fuerza posible contra la magia es la magia misma.

VII. EL CARISMA

El carisma en términos generales es una cualidad invariablemente


vinculada en sus orígenes a la magia, sea de profetas, hechiceros, árbitros,
jefes de cacería, o caudillos militares, calificada de extraordinaria en una
persona cuando la posee o se le considera contar con ella. Tiene caracte-
rísticas de fuerzas o poderes sobrenaturales o sobrehumanos, o como dice
Max Weber, el eminente sociólogo alemán: "por lo menos específicamente
extracotidianas y no asequibles a cualquier otro, lo que viene a ser como
enviado de Dios para los creyentes, o persona ejemplar como jefe, caudi-
llo, líder o guía, cuya valoración está encuadrada dentro del punto de vis-
ta personal, ya sea ético, estético, o cualquier otro, sin modificar en nada
su propia personalidad".
Esta singular particularidad del carisma requiere su reconocimiento
por parte del grupo social para obtener la validez necesaria, pues sin él no
puede crearse la figura trascendente de la persona que lo posee, debiendo
ser corroborada por las supuestas cualidades carismáticas del mismo, ori-
ginadas siempre en el prodigio. Al efecto, Weber expresa: "En el carisma
genuino el reconocimiento no es el fundamento de la legitimidad, sino un
deber de los llamados en méritos de la vocación y de la corroboración, a
reconocer esa cualidad. Ese reconocimiento es, psicológicamente, una en-
trega plenamente personal y llena de fe surgida del entusiasmo o de la in-
digencia y la esperanza".
Pero ningún ser carismático sujeta su cualidad al reconocimiento de
la multitud porque trata a quienes se oponen como personas que no cum-
plen con su deber, provocando hacia ellos el desprecio de los demás. Aho-
ra bien, si el ser carismático no cumple cabal y sistemáticamente con esas
40 TEORÍA GENERAL DEL ESTADQ

características mágicas y falla en los éxitos esperados por aquellos que


han depositado su creencia en él, paulatinamente va perdiendo su autori-
dad carismática, fundamentalmente porque esa jefatura a la que ha sido
elevado no responde tal corno se esperaba, y se sabe de cierto que en al-
gunos casos, antiguos jefes germánicos cayeron de su alto sitial hasta al
desprecio de la multitud por haberse interrumpido en forma permanente
sus cualidades, ya consideradas corno perdidas, lo que por demás ocurría
frecuentemente en los pueblos primitivos, pero sustancialmente cuando
el carisma era obtenido por herencia y no en forma exclusiva en sus ca-
racterísticas naturales, por ejemplo de gran guerrero al perder una batalla,
o por sucesos ajenos a su ser carismático, corno pueden ser los fenómenos
naturales, tan impredecibles corno incontrolables: inundaciones, terremo-
tos ... obligándole a una expiación pública y hasta la renuncia al poder y
la exclusión de su grupo social, que anteriormente le reverenciaba corno
ser superior o supremo.
El propio Weber estipula tres tipos puros de dominación legítima
cuyo fundamento puede ser: de carácter racional, basado en la legalidad
de ordenaciones estatuidas y derechos de mando, de autoridad. De carác-
ter tradicional, fundamentado en la validez de las tradiciones recogidas
de tiempos lejanos y en la legitimidad de lo señalado por esa tradición
para ejercer la autoridad y, la tercera, la de carácter carismático, sustentada
en la entrega extracotidiana al heroísmo o ejemplaridad de la conducta de
una persona y a las ordenaciones por ella creadas o reveladas. La primera
se denomina autoridad legal, la segunda autoridad tradicional y la tercera
autoridad carismática, esta última, expresa nuestro autor, "con la impor-
tante característica de su obediencia al caudillo carismáticamente califica-
do por razones de confianza, heroicidad o ejemplaridad en su grupo en el
cual el carisma tiene validez".
Esa dominación carismática tiene un proceso de carácter emotivo, es
elegido por sus propias cualidades carismáticas, no existe por tanto ni ca-
rrera, ni ascenso, jerarquía, ni ninguna otra causa ajena. y en su caso solo
tiene corno límites los de carácter especial o a determinados objetos,
vive COn sus seguidores en un mismo plano de camaradería. su fin es
cumplir con una misión determinada, y en su aspecto material, en las do-
minaciones carismáticas, está inmersa la frase "estaba escrito".
Una de las características principales del carisma puro es su carencia
total de intereses económicos, es una vocación, misión o tarea personal,
no interesan los bienes corno fuente de ingresos, aunque esto se ha visto
más corno ideal que corno realidad, pero la verdadera base del carismático
genuino y su grupo, son otros valores corno la dominación a fin de incre-
mentar su prestigio, y en la adquisición de bienes, en cuanto al lucro, in-
teresa en forma primordial para acrecentar el poderío del grupo en prove-
cho de la colectividad, no del individuo.
FORMAS PREESTATALES 41

La fuerza, el mismo poder revolucionario del carisma varía según las


épocas, por ejemplo, en aquellas donde-la tradición es de suma importan-
cia es mayor, porque puede ser renovado desde el interior nacido de la in-
digencia o del entusiasmo, al significar un cambio de dirección, una nue-
va reorientación en las actitudes hacia otras formas de vida, ya sea del
pasado o por cambios radicales dados en general a fin de no quedarse re-
zagados y avanzar conforme a la nueva dirección con orientada conducta.
Esos cambios 'deben realizarse cuando el interés de grupo requiere una
reanimación y por ser conveniente establecer una base cotidiana más
perdurable, lo que casi obligadamente debe hacerse a la desaparición del
ser carismático y sobrevenir el problema de nuevas condiciones sociales
emergentes.
Esas nuevas condiciones surgidas pueden conducir a la búsqueda de
una solución basada en las señales de quién puede ser el nuevo ser caris-
mático, presuponiendo la existencia de ciertas normas ajustadas al siste-
ma tradicional, o solucionarse mediante el oráculo, sorteo ... y con ello la
legitimidad del nuevo titular carismático es derivada de la propia legiti-
mación de la técnica aplicada, o en su caso, por la designación hecha por
el anterior ser carismático con la aceptación virtual de la comunidad, pro-
cedimiento muy frecuente aunque existen otros métodos, como la desig-
nación hecha por los principales de la comunidad, carismáticamente ap-
tos para ello, de conformidad al sistema previamente establecido, a fin de
adquirir la designación de plena legitimidad.
Sin embargo, no obstante las diversas formas de selección de quien
deba suceder al ser carismático y asumir esa grave responsabilidad, en
múltiples casos cuando el carácter intrínseco del carisma es una cualidad
de sangre, y consecuentemente inherente al linaje familiar, se opta por el
carisma hereditario de conformidad al orden sucesorio establecido ante-
riormente en forma específica, porque puede ser muy diferente al orden
sucesorio de otro tipo de derechos, pero no debe olvidarse en ningún mo-
mento el fundamento esencial del carisma, vinculado estrechamente a ca-
racterísticas de orden personal, por ser una cualidad que puede ser trans-
mitida por medios mágicos a otra persona, por tanto la legitimación no es
hacia la persona en sí misma, sino con respecto a las cualidades adquiri-
das y a la eficacia de los medios y actos realizados para otorgarle validez.
Por otra parte las normas carismáticas se transforman con frecuencia
en estamentales o tradicionales en el caso del carisma hereditario, y en
los supuestos de que una asociación política sustente este principio, toda
la apropiación de los poderes señoriales, feudos, prebendas y probabilida-
des lucrativas establecidas por el grupo social, se efectúan de acuerdo con
ello y en su caso se tradicionalizan todos los poderes y probabilidades, y
las cabezas del linaje reglamentan su forma de ejercicio como patriarcas
que son.
CAPÍTULO CUARTO

ORIGEN DEL ESTADO

1. ENCUADRAMIENTO DEL TEMA

Algunos autores. estudiosos de la Teoría General del Estado. conside-


ran que la investigación sobre los orígenes del Estado corresponde a los
historiadores y no al teórico político. Sin embargo. aunque respetamos su
criterio. estimamos por el contrario que el análisis de dicho origen está en
relación directa con nuestra disciplina. por la importancia que tiene para
poder observar la evolución y desarrollo del propio Estado, para cuyo
efecto y de conformidad al método de estudio de la Teoría General del
Estado. contenido en el Capítulo VII de esta obra. no nos concretamos ex-
clusivamente a seguir un sólo método. sino lo ampliamos a fin de utilizar
al mismo tiempo el científico. el histórico y el jurídico. porque en la suma
de ellos encontraremos las raíces del Estado y su seguimiento hasta llegar
al Estado Moderno de Derecho. con todo lo que ello implica.
Por tal razón. y procurando realizar un estudio cronológico de la evo-
lución del Estado. hemos visto en forma primaria el origen de las institu-
ciones sociales y políticas. así como las formas preestatales, como prepa-
ración a la génesis del Estado. pero a fin de intentar la facilítación de
nuestro estudio y comprender cabalmente al Estado. es pertinente ante
todo contestar ciertas interrogantes como ¿qué es el Estado? ¿cuál es el
significado de este término? ¿cuál es su objeto y sus fines? y otros cues-
tionamientos derivados de estas mismas inquietudes vistas al amparo de
la ciencia. la historia. la filosofía. la sociología y más adelante la misma
economía. básicamente de la escuela materialista.
Dentro de estas reflexiones cabe recordar que aun siendo en la Grecia
clásica del siglo IV de la era antigua donde surgen los más extraordinarios
filósofos políticos que dieron nacimiento a las diversas doctrinas constitu-
tivas del Estado. no existía dicho término sino el de Polís, identificada por
nosotros como Ciudad-Estado. o ámbito territorial al cual pertenecía el
griego sumamente apegado al mismo políticamente. porque aun estando
fuera de su demos de origen. el griego continuaba perteneciendo a su pro-
pia polis, y por ello en las votaciones lo hacía por la demarcación política
43
44 TEORíA GENERAL DEL E8T ADO

correspondiente a su nacimiento, su demos de origen, sin modificación


alguna en el ejercicio de sus derechos políticos.

n. DIVERSOS SIGNIFICADOS DEL TÉRMINO ESTADO


La palabra Estado tiene una gran variedad de significados, lo que con-
lleva a confusiones diversas, por tanto es pertinente observarlas sucinta-
mente a fin de evitar errores. En un sentido lato gramatical, el Diccionario
de la lengua española nos dice: "situación en que está una persona o cosa,
en relación con los cambios que influyen en su condición. Orden, jerar-
quía y calidad de las personas que componen un pueblo: Estado eclesiás-
tico, plebeyo ... Cuerpo político de una nación. País o dominio de un prín-
cipe o señor de vasallos. En el régimen federativo, porción de territorio
cuyos habitantes se rigen por leyes propias, aunque sometidos en ciertos
asuntos al gobierno general" y así otras más sin relación alguna a nuestra
disciplina.
En cuanto a la sociología, en el diccionario específico de la materia se
dice, Estado: "agente, aspecto o institución de la sociedad autorizado y
pertrechado para el empleo de la fuerza, es decir, para ejercer un control
coercitivo. Esta fuerza puede ser ejercida como defensa del orden, sobre
los propios miembros de la sociedad o contra otras sociedades. La volun-
tad del Estado es la ley y sus agentes son los que hacen las leyes e impo-
nen su observancia. Estos agentes constituyen el gobierno. Deben distin-
guirse cuidadosamente Estado y Gobierno: el primero comprende las
tradiciones, los instrumentos políticos tales como las constituciones y
las declaraciones de derechos y toda la serie de instituciones y convencio-
nes relacionadas con la aplicación de la fuerza, el segundo es un grupo de
individuos a quienes se ha confiado la responsabilidad de llevar a cabo
los fines del Estado, otorgándoles la autoridad necesaria".
Por su parte para la filosofía, el Estado ya cobra mayor significación y
Nicolo Abbagnano en su diccionario hace una descripción de tres teorías
fundamentales: la organicista, la atomística o contractual y la formalista,
que desglosada y complementada, la analizamos seguidamente bajo el ru-
bro: Conceptos previos sobre el Estado, toda Vez que consideramos de
suma importancia esta conceptualización para el objeto directo de nuestro
estudio sobre el origen del Estado.

Ill. CONCEPTOS PREVIOS SOBRE EL ESTADO


Antes de penetrar a dicho análisis es pertinente establecer que la pa-
labra Estado, en términos jurídico-políticos, se le debe a Maquiavelo.i al

1 Véase en el Capítulo décimo segundo facción IV, La Doctrina de Macuiavelo.


ORIGEN DEL ESTADO 45

decir al inicio del Capítulo 1 de su documentada obra El Príncipe: "los


Estados y soberanías que han tenido y tienen autoridad sobre los hom-
bres, fueron y son, o repúblicas o principados. Los principados son, o he-
reditarios con larga dinastía de príncipes, o nuevos estos, o completamen-
te nuevos, cual lo fue Milán para Francisco Sforza, o miembros reunidos
al Estado hereditario del príncipe que los adquiere, como el reino de Ná-
poles respecto al rey de España. Los Estados así adquiridos, o los goberna-
ba antes un príncipe, o gozaban de lihertad; y se adquieren, o con ajenas
armas, o con las propias, por caso afortunado o por valor y genio".'
Con relación a las tres teorias fundamentales expresados por Abbag-
nano, la organicista, la contractualista y la formalista, es pertinente expre-
sar que, entre otras más, nuestra disciplina las recoge en la forma siguiente:
en la primera se considera al Estado en forma independiente a los indivi-
duos y por tanto asevera ser anterior a ellos, la segunda contiene la reali-
zación de un pacto social entre los propios individuos, y la tercera, la for-
malista, otorga al Estado una concepción jurídica, doctrina ésta de corte
moderno, en tanto las otras dos son las formas tradicionales de su obser-
vación en el mundo occidental del siglo XIX fundamentalmente.
La teoría organicista del Estado se sustenta básicamente en la identi-
dad del Estado con los organismos biológicos del ser humano, tomando
como base algunos conceptos vertidos originalmente por Platón y Aristó-
teles y más tarde por Tomás de Aquino, quien le otorga un sentido reli-
gioso. Por su parte Platón expresa: "la estructura del Estado y del indivi-
duo son iguales" y con ello analiza laspartes del Estado, sus funciones y
más adelante las del ser humano, estableciendo el principio del Estado
anterior ai hombre, expresando: "la estructura de aquél, aun siendo igual
a la de este, es más objetiva o evidente".
Aristóteles es más enfático y declara: "El Estado existe por naturaleza
y por tanto es anterior al hombre, por no ser este autosuficiente y sólo po-
drá serlo respecto al todo en cuanto a su relación con las demás partes ... "
y complementa su expresión al decir, en relación a su zoon politikón:
"quien no convive con los demás en una comunidad, o es una bestia o un
dios".
Más adelante diversos autores han considerado la existencia del Esta-
do anterior a la persona, dentro de la teoría organicista, como Fichte al
decír: "en todo tiempo, el indívíduo está sometido a la finalidad del Esta-
do, convirtiéndose sólo en su instrumento". En tanto Hegel identifica al
Estado con Dios, al expresar con toda simplicidad: "el ingreso de Dios en
el mundo es el Estado, en base en el poder de la razón realizado como vo-

2 Es trascripción literal del capítulo de referencia denominado "Cuántas clases hay de


principados y por cuáles medios se adquieren" (N del A).
46 TEORÍA GENERAL DEL E8T ADO

luntad, porque sólo en el Estado tiene el hombre una verdadera existencia


racional, el hombre no tiene una significación subjetiva, sino objetiva por
sí misma dentro del Estado, por tanto todo lo que es lo debe al Estado,
porque en él se encuentra su verdadera esencia, valor y realidad espiri-
tual." Y efectivamente así está considerado dentro de la teoría organicista
al estimar al Estado como la racionalidad perfecta, la autosuficiencia y la
absoluta supremacia, concepto del que derivamos el valor de la soberanía
del Estado frente a todos los demás Estados.
En su obra La esencia de la sociedad humana, Gierke expresa sus
principios organicistas diciendo: "sólo a través del valar del todo en rela-
ción can las partes, resulta la obligación del hombre a vivir y hasta morir
por el todo".
En los últimos tiempos un estudioso del organicismo, N. Rashevsky,
analiza los organismos biológicos y los sociales, enfocando a la ciencia de
las matemáticas los fenómenos sociales, a fin de estudiar ciertos aspectos
del comportamiento humano en diferentes ambientes, en razón de estar
estos fundamentalmente formados por los individuos, conduciéndolo esto
a la teoría de las interacciones sociales derivadas a que la sociología se
podría convertir en una rama de la biología, en un extremismo teórico,
cuyo origen puede remitirse a Spencer, al suscitarse severos cuestiona-
mientos en cuanto a si las sociedades son organismo o bien si a la inversa
los organismos son sociedades, a cuyo efecto la biología establece la "divi-
sión del trabajo" entre las células, la especialización de ellas y de los pro-
pios órganos, a la manera de las formas como se manifiestan los proble-
mas socioeconómicos del Estado, por ser la sociedad humana o la animal
el conjunto de miembros que lo constituyen, aunque ello pueda negarse
afirmando que la sociedad es mucho más todavía de esa consideración
simplista, como la interacción de los mismos cuyo resultado son los di-
versos productos de las actividades personales, así como otros aspectos
más contradictorios a esa simple consideración, y ante la observación de
la existencia de organismos unicelulares, Rashevsky contrapone la exis-
tencia previa de uno o varios genes como parle constitutiva de cada célula.
Esta teoría expresa también como característica importante en la simi-
litud biológico-social, "la especialización gradual de la actividad en am-
bos, porque si bien inicialmente son pluripotentes y multifuncionales,
gradualmente algunas funciones se especializan", y agrega: "si todos los
elementos de un conjunto Son necesarios para un funcionamiento normal
de cada elemento, dentro de un tiempo esto conduce en la teoría de los
conjuntos organísticos, a una carencia de especialización siendo todos
iguales, lo que deja de suceder en cuanto principia la especialización".
Así continúan los organicistas explicando, mediante diferentes ejemplos,
esa similitud en que basan su teoría, sin llegar a convencer en la actuali-
dad a la mayoría de los teóricos del Estado, quienes, como afirma la doc-
ORIGEN DEL ESTADO 47

tora Aurora Arnáiz Amigo: "estas escuelas sólo tienen importancia históri-
ca y hoy resultan de un infantilismo verdaderamente increíble", pero
como aún superviven en nuestro tiempo, nos hemos visto obligados a re-
ferirnos a ella, toda vez la Teoría General del Estado, y la propia filoso-
fía, las consideran un concepto válido dentro del estudio y análisis del
Estado.
Sin embargo, no podemos dejar de recordar a otros doctrinarios im-
portantes que en su tiempo validaron la teoría organicista, como fueron
Marsillo de Padua, al estimar la existencia de una similitud importante
entre ciertos grupos inferiores con el cuerpo humano, o Altusio, en su te-
sis sobre la soberanía de los Estados, relacionada con la naturaleza orgáni-
ca del propio Estado, y sin ir más lejos, Hobbes en el Leviatán establece
un comparativo del Estado con "el hombre artificial de mayor fuerza y es-
tatura de lo normal", pero por si esto fuese poco estima a los órganos
como enfermedades del hombre y la propia comunidad. Por su parte
Rousseau considera, en relación a su teoría sobre la división de poderes,
al Legislativo como el corazón del Estado, en tanto al Ejecutivo lo asemeja
al cerebro, a la cabeza.
Hegel examina al Estado simplemente como la "manifestación exte-
rior de la conciencia moral... El Estado es un organismo, la personalidad
más elevada de la vida", en tanto la escuela alemana le concede mayor
importancia todavía a la doctrina organicista, pero en relación a la psico-
logía por la gran analogía entre el hombre y el Estado, por los atributos
del desarrollo político de éste con los de aquél, y así continúa la valora-
ción organicista en una serie de escuelas con paralelismo entre el Estado
y los órganos biológicos, interrelacionados con los organismos sociales, y
no podemos dejar de recordar que el nombre de la sociología, de confor-
midad con Augusto Cornte, es la ciencia de la humanidad, y el estudio de
la estructura social la relaciona con el progreso, para llegar asi a la ciencia
de la sociedad bajo los mismos principios de las ciencias naturales, y más
adelante al analizar a la sociedad, la biología y las ciencias naturales, de-
termina a la prímera como un verdadero organismo donde existe una gran
similitud con las distintas formas de vida de la naturaleza. "En las plantas,
nos dice nuestro autor, y más aún entre los animales existe una perfecta ar-
monía espontánea, pero donde llega a su más alta perfección es en el orga-
nismo social entre los seres humanos, y el progreso social no es otra cosa
que la especialización de sus funciones en forma permanente, constante
como ocurre en todo el desarrollo orgánico. Cuando sufre determinadas
anormalidades ese desarrollo social, ello no es otra cosa sino una enferme-
dad como la de las personas, alteraciones de los seres vivos, las cuales de-
ben sujetarse a examen médico y al tratamiento adecuado". Por ello Comte
llega a la conclusión de que la biología y la sociología son parte de una
misma ciencia, y sobre esa base expresa una serie de ideas que ejemplifica
48 TEORíA GENERAL DEL ESTADO

cabalmente, a fin de comprobar la base sólida de sus argumentos. A Comte


le siguen numerosos discipulos enriqueciendo esos primarios conceptos de
la doctrina orgánica del Estado, entre ellos el propio Spencer que, aunque a
pesar de estar conforme en sus principios, no lo identifica en su totalidad
con la política.
En cuanto corresponde a la teoría contractualista podríamos afirmar
que se origina también de la propia Grecia clásica del siglo de IV (e. a.).
Los estoicos estimaron al Estado como una creación de los individuos,
pero sin la dignidad conferida por quienes le dieron vida.
Según Aristóteles, la teoría contractualista la originan los sofistas,
principalmente Licofrón, discipulo de Gorgias, quien afirmaba: "la ley no
es sino una convención y por lo mismo garantía de derechos mutuos".
Doctrina apoyada por Epicuro al expresar: "el Estado y la Ley son resulta-
do de un contrato cuyo fin es facilitar las relaciones entre los individuos".
Pero estos postulados del contractualismo en la dogmática griega se pier-
den posteriormente con el criterio del origen divino del Estado de la Edad
Media y vuelve a cobrar vigor en el mundo moderno, que aunado al ius-
naturalismo procura por volver al respeto de los derechos humanos, como
el arma más poderosa de los calvinistas con su Vindiciae contra Tyran-
nos, nacida a la luz en Ginebra en 1579, a fin de enfrentarse contra el mo-
narca, cuando este rompe los principios contenidos en el contrato prima-
rio originario.
Altusio apoya el contractualismo como la forma de asociación políti-
ca, pero añade algo importante: "porque ese contrato no es tan sólo la re-
gulación de las relaciones entre las dos partes, sino es -y he aquí su
aportación al tema- 'Contrato Social' en la forma más extensa del térmi-
no, como acuerdo tácito y fundamento de toda sociedad". Y lo denomina
"consociatio", o sea convivientes de los bienes, servicios y leyes válidas
para toda la comunidad.
Por su parte Hobbes y Spinoza enfrentaron la doctrina del contrato al
absolutismo, y el primero expresa enfáticamente en el Leviatán: "autorizo
y transfiero a este hombre o asamblea de hombres, mi derecho a gobernar-
me a mí mismo, con la condición de que vosotros transferiréis a él vues-
tro derecho y autorizaréis todos sus actos de la misma manera", y median-
te esta fórmula en defensa del contractualismo Hobbes aporta para el
futuro del Estado Moderno la teoría de la representación política, base de
la democracia indirecta.
Contemporáneo de Hobbes, compañero de criterio y doctrinario tam-
bién del contractualismo, aunque más joven que él, no obstante que muere
dos años antes, en 1667, Benito Spinoza estima al Estado formado por un
pacto, en cuanto su derecho se encuentra limitado por la fuerza represen-
tada por la potencia de la multitud exclusivamente, o sea, el poder políti-
ORIGEN DEL ESTADO 49

ca siempre es limitado, y difiere de Gracia en algunos aspectos de cierta


importancia, como también Puffendorf y más aún [ohn Locke, en su
Ensayo sobre el gobierno civil. Para Puffendorf es un conjunto de personas
con libertad e igualdad, que cuando desean formar un Estado deben pre-
viamente realizar un pacto inscribiendo sus voluntades y lograr así una
asociación perpetua, para cuyo efecto es necesario formar una unidad de
normas comunes a fin de salvaguardarse y cuidar de su seguridad, obser-
vando dos formas para lograrlo: el pacto simple, cuando los miembros de
la asociación se obligan sin importar la forma de gobierno adoptado por
mayoría, y el segundo, el condicionado, cuando la adopción de la forma
de gobierno deba ser aprobada por la misma asociación.
Locke, quizá uno de los más exigentes doctrinarios sobre la necesidad
de un pacto social como freno al poder absoluto, expresa con toda clari-
dad: "ese contrato es el consentimiento de los individuos para quedar
unidos en una sociedad politicamente constituida, ese pacto existe o' se
supone, en tanto esos individuos que lo conforman o ingresan a una repú-
blica, lo aceptaron con anterioridad".
En suma, se puede decir, en relación a la doctrina contractualista, que
el Estado no tiene mayor poder sino aquél reconocido por sus integrantes,
o en su caso, se lo hayan conferido y por lo mismo no forma una nnidad
sustancial, porque ni es anterior ni tiene dominio sobre sus miembros y
su validez está dentro del marco rígido establecido en el propio contrato.
Sin embargo, para el autor del Contrato social, el eminente Juan Iacobo
Rousseau, en el contractualismo existen ciertas características específicas
algunas aún con visos organicistas, al expresar: "es necesario distinguir la
voluntad de todos, aquella que observa el interés común, de la voluntad
general, la que mira el interés privado", lo cual es contradictorio al con-
cepto de que la voluntad general no puede equivocarse aunque: "esta sea
la suma de las voluntades particulares, porque si se quita de esas volun-
tades 'lo más o lo menos', se destruyen entre sí, queda como suma de di-
ferencias la voluntad general". Por tanto esa suma de voluntades, aún
considerada como simple, su infalibilidad se acerca en mucho a la racio-
nalidad perfecta del Estado organicista.
Por último tenemos el concepto del Estado como una formación jurí-
dica, y si bien tanto en la teoría organicista como en la contractualista
aparece como elemento fundamental el criterio sociológico basado en los
tres elementos del Estado, el pueblo como conglomerado social, el territo-
rio como el espacio determinado donde se asienta, y el poder supremo en
el que se ha insertado la soberanía, aceptado por filósofos y juristas del si-
glo XIX, Hans Kelsen le niega definitivamente dicho carácter sociológico
del Estado, al expresar: "el Estado es el ordenamiento jurídico normativo
y coercitivo, porque en resumidas cuentas, el Estado es únicamente una so-
so TEORÍA GENERAL DEL ESTADO

ciedad organizada políticamente, por ser una comunidad constituida pre-


cisamente por un ordenamiento coercitivo que no es otro sino el Derecho,
y aunque existen hechos, acciones o comportamientos, más o menos rela-
cionados con el ordenamiento estatal, tan sólo son manifestaciones del
propio Estado por cuanto su interpretación es debida a un ordenamiento
normativo con validez presupuesta. Por tanto esos elementos fundamen-
tales del Estado son, en relación al territorio, la esfera espacial de validez
del ordenamiento juridico del Estado, el pueblo, la esfera humana de vali-
dez del mismo, pero en cuanto al poder su reconocimiento soberano de-
pende. o de la hipótesis de la primacía del Derecho Estatal, y por tanto el
Estado lo será si ningún otro ordenamiento es superior a su propio orde-
namiento jurídico, o en relación al Derecho Internacional, si es en forma
absoluta soberano frente a los demás."
. Cabe mencionar, por ser una clasificación muy interesante, la del
maestro Rojina Villegas en su obra Teoría General del Estado, al observar
al Estado en diferentes formas: en una acepción común lo identifica con
la sociedad, manifestando que el propio Kelsen alude a ella cuando Spen-
gler se refiere al Estado "como la historia en reposo, y a la historia como
el Estado que influye", aunque el maestro de la Escuela de Viena estima
ser una ingeniosa frase pero carente de exactitud científica. El propio Ro-
jina Villegas observa asimismo al Estado como producto social, al decir El
Estado se distingue de los factores sociales por ser "una fuerza concurren-
te con el agregado humano. concomitante con él, de acción universal.
pero relativa", concepto tomado de Antonio Caso, quien reputa al Estado
como producto social por ser la resultante de la acción combinada de los
diversos factores sociales.
Rojina contempla además al Estado como superestructura social máxi-
ma, derivado de la concepción de la idea anterior en relación al producto
social, porque alcanza una estructura que dentro del orden jerárquico de
las mismas. algunas logran ser formas indispensables de solidaridad so-
cial a fin de "mantener la disciplina y el control de la convivencia huma-
na" y agrega: "El Derecho y el Estado se presentan desde ese aspecto como
formas imprescindibles en la organización social," continuando con va-
rias expresiones más de identificación del Estado en torno a diversos as-
pectos y a otras acepciones del propio término Estado.
Para concluir, en términos generales se entiende por Estado la orga-
nización política y juridica de un pueblo en un determinado territorio
bajo un poder de mando según la razón, que podríamos considerar como
una definición previa, a reserva de un análisis más amplio, como lo ha-
remos más adelante.
ORIGEN DEL ESTADO 51

IV. ESCUELAS Y TRATADISTAS SOBRE


EL ORIGEN DEL ESTADO

Son innumerables las escuelas y tratadistas forjadores de diversas


doctrinas sobre el origen del Estado, pero indiscutiblemente algunas se
han destacado más por haber penetrado en lo más recóndito de tan debati-
do como importante tema, entre ellas hemos seleccionado las que a nuestro
juicio son las más trascendentes por su carácter disímbolo, y válidas en el
transcurso de los tiempos, a fin de contemplar una panorámica, una vi-
sión general, tomada en parte de la obra citada de la maestra Aurora
Arnáiz Amigo, así como de otras fuentes diversas,
Ante todo es pertinente conocer sucintamente el concepto de origen,
a fin de relacionarlo en forma debida al Estado. Origen, nos dice Abbag-
nano, proviene de la voz latina origo y tiene dos significados fáciles de
confusión: el primero, el más común y frecuente, sencillamente quiere
decir: comienzo, acto o fase inicial, en tanto el segundo expresa el funda-
mento o principio ... Filosóficamente el llamado retorno de los orígenes,
como parte esencial del Renacimiento, en una simbiosis de ambos senti-
dos, se cimentó el llamado problema del origen muy debatido durante los
siglos XVIII y XIX, al especular sobre el criterio de que todo tenia un ori-
gen: vida, lenguaje, seres vivientes, porque el origen na significaba tan
sólo el nacimiento en un tiempo determinado sino, además, el fundamento
o principio del propio origen de lo buscado. Otro es el llamado juicio de
origen, cuyo significado es: "algo que es dado, no como material en si mismo
sino aquello que el pensamiento puede encontrar, cuyo más claro ejemplo
es en las matemáticas la x que no es lo indeterminado sino por el contra-
rio lo determinable". En base a lo expresado podemos decir que en cuanto
al origen del Estado confluyen las dos interpretaciones porque es a la vez
comienzo, fase inicial, y fundamento del surgimiento del Estado.
Así visto podríamos decir que posteriormente a esas formas preestata-
les, cuyas manifestaciones podemos decir fueron las causas directas del
origen del Estado como tal, éste surge por una necesidad en el interior en
búsqueda de unión y protección de conglomerados sedentarios, vincula-
dos por lazos familiares, creencias religiosas, costumbres ... y hacia el
exterior por causas diversas, entre las más importantes la separación de
grupos o etnias de otras mayores en búsqueda de independencia y auto-
nomía, o por conquista de los más fuertes sobre los débiles, a quienes abo
sorben por voluntad o por fuerza, modificándoles su sistema de vida,
creencias, costumbres ... o por último, por invasión de unos hacia otros,
aunque no forzosamente mediante la fuerza de las armas, sino en múlti-
ples casos por la superación numérica, llegando a la unión voluntaria de
unos con los otros a fin de buscar protección, ya sea mediante unión sin
restricciones o por pacto, pero en cualquier forma las nuevas sociedades,
52 TEORíA GENERAL DEL ESTADO

tomando en cuenta su formación histórica, procuran por un mejoramiento


de todo tipo.
Según Hobbes el Estado se origina por las mismas razones del surgi-
miento de la horda, la tribu o la gens: por una necesidad de expansión ha-
cia el exterior y por la dominación a los individuos con diferente tótem,
pero esa nueva sociedad surgida por tales motivos requiere también de
nuevas formas de vida política interior, de acatamiento a las normas y de-
más menesteres forjadores de las instituciones políticas, sociales, econó-
micas y culturales, y en esa nueva unidad quizá se encuentre el embrión
del origen del Estado mediante una transformación natural sin la necesi-
dad de creer, como ciertos autores afirman, el nacimiento por concesión
divina, criterio ya superado y no creíble en nuestros días, pero cuya doc-
trina imperó con vigor en el pasado, en tanto otras teorías encuentran los
inicios del Estado en la utilidad.
En ese largo correr de consideraciones surgen y decaen diversas es-
cuelas, pero todas ellas con su momento histórico de vigencia, algunas de las
cuales se impusieron por largo tiempo, las más iniciadas en base al zoon
politikón de Aristóteles, lo que nos lleva a especular asimismo sobre la
idea del origen del Estado surgido en forma natural. Esas doctrinas y
obras del estagirita tras estar dormidas por siglos despiertan con vigor
y se transforman en la base sustancial del origen del Estado, al divulgarse
en el mundo de las ideas por la acción de Tomás de Aquino quien susti-
tuye el criterio de la base teocrática de las primeras civilizaciones y cultu-
ras sustentadas en la escuela del origen divino del Estado, criterio que llegó
con toda su fuerza y vigor perdurando hasta el siglo XVI, al ser destruidas
por nuevos y más sólidos criterios fundamentados en realidades tangibles,
no en endebles doctrinas de tan inconsistentes bases, mismas que poste-
riormente al surgir el Estado moderno se enriquecieron a su vez con los
conceptos de raza y nación, que no debe confundirse con el propio Esta-
do, aunque sean parte del mismo.
Fundamentado a partir de esas ideas primigenias, por sus característi-
cas esenciales y su influencia determinante en la historia y formación de
las instituciones e ideas políticas, se pueden establecer los pasos del ori-
gen del Estado desde los primarios de la antigüedad, iniciados con el
Estado de carácter teocrático, o de influencia definitiva de lo divíno sobre
lo temporal, lo que abre paso a la Patrístíca Universal o sea la potestad de
la iglesia sobre el Estado, precisamente en el momento del fin del Imperio
Romano de Occidente, que al defender la supremacía de la iglesía pro-
nuncia su sentencia: toda potestad proviene de Dios, y pugna por la liber-
tad e igualdad de los hombres frente a la naturaleza.
Esta escuela de la Patrística observa el origen del Estado por obra dí-
recta de Dios, siendo el gobierno su instrumento. Justifica la desobedien-
cia bacia el gobernante cuando se oponga a la doctrina cristiana, porque
ORIGEN DEL ESTADO 53

primero debe obedecerse a Dios y después a los detentadores del poder


temporal. Destaca en ella la doctrina de la ley natural, fundamentalmente
en San Pablo, la cual está revelada por la razón y totalmente distinta al
derecho del Estado, concepción que se conserva inmaculada en todo el
proceso de la Patrística. Reconocen la esclavitud corporal, justificándola
al quedar el espíritu en libertad. El Estado existe exclusivamente para ha-
cer justicia. Los principios cristianos del Estado se sustentan en la filoso-
fía estoica sobre el Estado, sosteniendo el origen divino del Estado, y en
clara contraposición con los juristas romanos, quienes consideran la fuen-
te del poder en el pueblo, ellos sostienen el poder del gobernante de ori-
gen divino.
En la última etapa de la Patrística, con la caída de Bonífacio VIII, ya
se considera el origen del Estado surgido por la fuerza, con sus antece-
dentes desde la antigua Grecia del Siglo de Ora con los sofistas Calicles y
Trasímaco, quienes no obstante la doctrina sofista en relación al Estado,
cuyo origen es un pacto social, sostuvieron el criterio del fundamento de
la fuerza mayoritaria de los débiles o la minoritaria de los fuertes, y esta
tesis la sostienen en los tiempos modernos doctrinarios como Gumplo-
wicz, fundamentándola en el racismo y Oppenheimer con base económi-
ca, y en ciertos aspectos el marxismo, para cuyo efecto seguimos a la Dra.
Arnáiz, quien expresa que las alas de esta doctrina son fundamentalmente
dos: la del centro, representada por la Segunda Internacional y la izquier-
da de la Tercera Internacional, a las cuales se suma la extrema izquierda de
la Cuarta Internacional con los Trostquistas, al triunfo de Lenin y su dia-
léctica materialista, mientras el ala derecha se exterioriza con el laboris-
mo inglés, en tanto los espartaquistas alemanes dirigidos por Rosa de Lu-
xemburgo, corresponden al ala media izquierda.
Existe una importante escuela que considera el origen del Estado en
una necesidad con base jurídica, a la cual pertenecen las teorías contrae-
tualistas iniciada por los sofistas, los epicúreos y los socráticos de la Gre-
cia clásica del siglo IV, de la e. a., a quienes se suman a partir del siglo XVI
Altusío, Puffendorf, Gracia, Hobbes, Locke y Rousseau, todos ellos con
sus aportaciones a la formación del Estado Moderno de Derecho, como
hemos de ver más adelante.
A estos se suman los teóricos que consideran el origen en nna necesi-
dad, pero psicológica siendo sus mayores exponentes la escuela alemana
de Savigny y Hegel. Una teoría más tiene como representantes la escuela de
la utilidad de Benham y la filosofía del utilitarismo inglés, sin hacer un
aporte importante para la teoría del Estado, y menos aún en cuanto a su
origen, toda vez cabe recordar el pragmatismo característico de los ingle-
ses, quienes a través de la experiencia y la práctica, posteriormente for-
mulan sus teorías políticas, permitiéndoles así no caer en errores concep-
tuales de ningún género.
CAPÍTULO QUINTO

INSTITUCIONES SOCIO POLÍTICAS


DEL MÉXICO PREHISPÁNICO

1. LA APARICIÓN DEL HOMBRE


EN EL CONTINENTE AMERICANO

A. ENCUADRAMIENTO DEL TEMA


Desde hace algún tiempo los maestros mexicanos de Teoria General
del Estado han hecho los primeros estudios sobre las particularidades, na-
turaleza, función e integración del Estado mexicano antiguo, con el fin de
dilucidar si existe una teoría mexicana sobre el particular, y en su caso
plantearla en sus términos concretos.
En virtud del alcance de las culturas prehispánicas y el reconocimien-
to hecho por diversos investigadores a sus sistemas de organización polí-
tica, social, económica, jurídica y aun electoral, nos lleva a reconocer la
importancia de sus ideas políticas. Al arribo de los bispanos venidos del
profundo absolutismo existente en la Europa de sus días, difícil les fue
comprender la naturaleza, estructura, organización y funciones de una
extensa gama de instituciones creadas en base al pensamiento político-so-
cial del mexicano, así como del elevado número de culturas establecidas
en el actual territorio de la república, en las extensas e innumerables zo-
nas culturales, así como el grado de desarrollo de las ciencias como la as-
tronomía estudiada por aquellos seres, pero por sobre todo ello cabe men-
cionar los aspectos sociales a los que llegaron en sus varios siglos de
'evolución, en su largo peregrinaje antes de sus definitivos asentamientos.
Asimismo estimamos absurdo tratar de impartir cátedras de Teoría
General del Estado en México, para estudiantes mexicanos sin explicar
los fenómenos estatales de sus orígenes, cuando presentamos modelos de
otras latitudes, y si bien estos son de suma importancia para todo aquel
que penetra en el estudio de esta disciplina, más aún lo son los de su pro-
pio país, al que acuden investigadores nacionales y múltiples extranjeros
de muy diversos países, ávidos de absorber de su inagotable fuente todo
cuanto gira en torno a esas culturas prehispánicas, tan desconocidas para

55
56 TEORÍA GENERAL DEL ESTADO

unos y tan desvirtuadas por tantos, dado que aún se continúa con los cri-
terios establecidos por los cronistas hispanos.
Son muchas y diversas las teorías sobre el origen del hombre en el
nuevo continente, empero varios autores estudiosos de la materia han
concluido con la aceptación de que las primeras agrupaciones llegaron
del norte, de tribus venidas del desierto de Gobi huyendo de las hordas
salvajes mongólicas, arribando a Djneva, al extremo oriental de Siberia, a
37 km. de las islas Big y Little Diomede, con objeto de ganar tierra firme
pasando el estrecho de Bhering a 40 km. de Alaska, bajo el supuesto de
encontrar ahí tierras de promisión, más fértiles y de clima más benigno,
partiendo de ahí hacia el sur en su pertinaz búsqueda del lugar apropiado
para su asentamiento definitivo.
Una teoría nos habla de la huida de grupos salidos asimismo de Asia
a través del Océano Pacífico, para 'arribar a las islas Polinesias para partir
hacia las íslas Hawai y de ahí a las costas de California, doctrina discutible
por las enormes distancias marítimas, cuyo último tramo es de 3,200 km.,
considerando además de lo rudimentario de las embarcaciones de esa
época, las fuertes corrientes marinas.
Algunos más estiman el arribo a este continente a través del Océano
Pacífico, realizado por las Islas de Pascua relativamente cercanas a la Tie-
rra de Fuego en las costas de la actual República de Chile, pero esta co-
rriente del pensamiento fundamentada en la posible existencia de un gran
archipiélago desaparecido por un cataclismo, quedando tan sólo unas
cuantas islas, ha sido asimismo desechada por las enormes distancias en-
tre las islas y las costas de Chile, con muy difícil tránsito aun en la actua-
lidad por las fuertes corrientes submarinas, y a más de 3,000 km. de tierra
firme. Sin embargo si algún día se logra descifrar las llamadas Tablillas
Parlantes encontradas en la isla, cuyos jeroglíficos permanecen en la os-
curidad, se podría saber su origen, y seguramente también esas tablillas
despejen la incógnita de las gigantescas estatuas que se elevan majestuo-
sas en esa apartada isla, conocida desde 1792 al arribar a ella el holandés
Rogeveen, precísamente el día de pascua de dicho año.
Durante alguna época se extendió la idea de una nao China o del Ja-
pón perdida en una tormenta, arribando a las costas de Vancouver, pero
esta afirmación carece totalmente de fundamento porque no se ha hallado
vestigio alguno de tan singular hecho.
La última teoría, aún en el tapete de las discusiones, se refiere a la
existencia de un continente, puente de unión de América con Asia, basa-
da en los escritos de Platón quien habla del Continente de Mu o Atlánti-
da, la cual cobra cada día mayor credibilídad dado los adelantos de la in-
vestigación submarina, y de ser cierta esta versión se justificarían las
múltiples coincidencias existentes entre los mayas con culturas asiáticas
INSTITUCIONES SOCIO POLÍTICAS DEL MÉXICO PREHISPÁNICO 57

y aun con el mismo Egipto, al quedar unidos los tres continentes por las
islas que salpicaban el Océano Atlántico.
Más como quiera sean los bechos, la internación de agrupamientos
humanos por el estrecho de Behring está reconocido definitivamente por
todos los autores desprendiéndose de ello el hombre prehistórico ameri-
cano. Según afirmaciones de Alfonso Caso el hombre existió en el Valle
de Anáhuac al propio tiempo del mamut entre los 2,500 a casi 5,000
años, hechos comprobados por los hallazgos encontrados en diferentes
partes de Mesoamérica. De acuerdo con Caso existen seis horizontes per-
fectamente determinados, cada uno de ellos con fechas de inicio y termi-
nación aproximados:
1. Horizonte prehistórico. Corre desde la primera colonización de Me-
soamérica hasta el descubrimiento de la agricultura y la alfarería, de
25,000 a 5,000 años de la era antigua.
2. Horizonte primitivo. Donde se inició la agricultura, precedida muy
probablemente por la horticultura, como principios del sedentarisrno, con
agrupamientos de reducido número, conformando pequeñas comunidades
agrícolas o aldeas, del año 5,000 al 1,000 de la era antigua.
3. Horizonte arcaico. Con múltiples manifestaciones de alta cultura,
con población concentrada en grandes aldeas y más tarde en ciudades con
dominio de un territorio de enormes extensiones. Aparecen en esta época
los cultos religiosos organizados conjuntamente con las representaciones
de los dioses, la escritura y el sistema calendáríco, con desarrollo de la al-
fareria, iniciada con sencillas manifestaciones pero técnicas muy depura-
das, del 1,000 al 200 de la era antigua.
4. Horizonte formativo. Concentración en grandes centros metropoli-
tanos. Se construyen enormes pirámides, símbolos de un sacerdocio más
organizado y de una sociedad muy evolucionada. Tanto la escritura como
el ritual calendárico adquieren mayor significación, en tanto el panteón
de los dioses se incrementa notable y regiamente, y asimismo la alfarería
se vuelve más compleja, con nuevas y novedosas técnicas de fabricación,
con extraordinario colorido y exquisitas decoraciones. Del 200 de la era
antigua al 400 de la actual.
5. Horizonte clásico. Las culturas verdaderamente imponentes flore-
cen en esta época, manifestando sus máximas expresiones en Teotihua-
can, El Tajín, Monte Albán 1lI A, Tzacol y la Maya, entre otras muchas.
Este período se caracteriza por su contacto e intercambio cultural, aunque
las culturas locales conserven su propia y característica personalidad. Es
muy probable que el culto a Quetzalcóatl haya correspondido a esta época
desde el 400 al 900 de la era actual, y por último.
6. Horizonte Tolteca. Siendo las características más sobresalientes
de este período la aparición del metal, del arco y la flecha, nuevas for-
58 TEORíA GENERAL DEL ESTADO

mas de escritura, sistemas de contabilidad y calendárico, y nuevas dei-


dades. Al mismo tiempo surgen en esta época las hermandades guerreras
del águila y el tigre, asimismo se confirma la existencia del hombre en el
centro de la actual ciudad de México con todos sus antecedentes. Las
excavaciones no nos ofrecen la realidad de su lejano origen remontado a
la época del mamut, en razón de la espesa capa geológica conocida como
Caliche III o Barrilaco. Pero la mayor comprobación de su existencia en
este período es, antes de Barrilaco, la formación superior de Becerra con
edad mínima de once mil años, y el hallazgo del hombre de Tepexpan,
el mamut con un trozo de flecha de obsidiana y el descubrimiento de
un pequeño mamut muerto por seis diferentes heridas de flecha de ob-
sidiana.

B. PRIMEROS ASENTAMIENTOS

En tanto la leyenda sitúa el origen de la aparición del hombre en el


Valle de Anáhuac, en lugares cercanos corno Teotihuacan, los documen-
tos históricos nos hablan sobre las grandes peregrinaciones desde lejanas
tierras hasta el arribo a la altiplanicie central de México. Sahagún dice ha-
ber recabado informes de los indígenas en el sentido de que los primeros
en llegar arribaron por las costas del Golfo de México, por Panuta, a la al-
tura de Tampico, estableciéndose en Tamoanchán, lugar mítico legenda-.
~io aún desconocido en su exactitud, toda vez unos lo sitúan en la Huas-
teca Potosina, otros en Morelos, otros más en diversos sitios cercanos, de
donde pasaron a Teotihuacan, "lugar donde se hacen los dioses", centro
ritual por excelencia, origen de numerosas instituciones culturales, políti-
cas y sociales del mundo antiguo.
Los textos nahuas del siglo XVI, aztecas, texcocanos, tlaxcaltecas ..',
dan su versión sobre Teotihuacan donde tuvo origen el Quinto Sol y la
Luna para alumbrar a la humanidad, y ser ahí donde surge el primer ca-
lendario indígena, las pinturas de los códices y la raíz misma de la cultu-
ra de Anáhuac, engrandecida al lograr asimilar la organización política,
social y económica teotihuacana.
Una de las grandes incógnitas de la historia nos conduce al siglo IX,
cuando sobreviene misteriosa e inexplicablemente la ruina y el abandono
de Teotihuacan, y para mayor confusión coincide, con cierta aproximación,
al desastre del mundo maya al abandonar los centros rituales de Uaxactun,
Tikal, Yaxchitlan, Bouampak y Palenque, precisamente cuando ambas
culturas estaban florecientes, en su momento de máximo esplendor.
Los habitantes de Teotihuacan se dispersa y grupos numerosos se
dirigen a Tollán, Huapacalco y Tollanzingo, en la prímera de las cuales
forma un centro cultural de gran envergadura. A los primeros habitantes
INSTITUCIONES SOCIO POLíTICAS DEL MÉXIco PREHISpANICÜ 59

de Tollán, seguidores de Quetzalcóatl, se unen otros venidos del norte a


quienes cronistas y textos llaman toltecas, guiados por un jefe guerrero,
Ixcóatl, y al influenciar en sus costumbres principia a romper las normas
profundamente humanas y morales seguidas por los discípulos del prínci-
pe sabio. Tollán pronto se convierte en la capital tolteca y algunos de sus
moradores se desplazan hacia el sur de los lagos de Culhuacan.
Los toltecas, grandes artífices, constructores de palacios y templos,
pintores y escultores, no obstante el espíritu guerrero absorbido de las co-
rrientes migratorias del norte, continuaron el culto a Quetzalcóatl, quien
al impulsarlos a la perfección los hizo amantes de la paz y condenar los
sacrificios humanos, hechos que permitieron en el mundo tolteca la ele-
vación intelectual y material, pero al surgir las discordias internas por
quienes trataron de alterar la antigua religión, provocó la ruina de Tula
hacia mediados del siglo Xl de la era antigua.
El sacerdote Quetzalcóatl, descendiente del príncipe sabio, defendió
sus principios, pero acosado por sus enemigos emigra con sus seguidores
toltecas, y se dispersan en la región de los lagos del Valle de México y en
otros lugares cercanos, estableciendo nuevas ciudades toltecas. El sacer-
dote Quetzalcóatl se va hacia el mar, y en él desaparece dejando su re-
cuerdo y la promesa de volver para salvar a su pueblo.
Unos grupos se dirigieron a Cholula y algunos más hasta Chichén
Ilzá. A partir del siglo XlII de la era actual aparecen centros culturales con
nuevas asentamientos en el Valle de México, se fusionan con tribus nó-
madas emigrados del norte, náhuas y otorníes y fundan Coatlínchoan,
Texcoco, Coyoacan ... los impulsan a una nueva vida y con ello la inicia-
ción de una fecunda etapa, en tanto los descendientes de los nómadas
chichimecas súbditos del caudillo Xólotl, asimilando la cultura tolteca y
el poder de otros pueblos, los legaron a sus descendientes y así fue pasan-
do de unos a otros durante los siglos XIII y XIV.
Las culturas más antiguas y florecientes de la época prehispánica,
creadores de la grandeza del mundo de su tiempo, se diseminaron en el
actual territorio de la república mexicana, y paulatinamente se asentaron
en diversos puntos, tanto en las costas del Océano Pacífico y en las del
Golfo de México, como en la Península de Yucatán, en el centro y en el
Valle de Anáhuac. Los vestigios encontrados en todas ellas nos permiten
la formación de un cuadro de las mismas, revistiendo gran relevancia por-
que en cada una se establecieron y desarrollaron sistemas políticos muy
avanzados para su época, como podremos observar más adelante. Las más
importantes culturas y sus manifestaciones fueron las siguientes:
60 TEORíA GENERAL DEL ESTADO

1. Meseta Central

a. Cultura teotihuacana
1,500 a 300 e.a. Zacatenco y Copilco.
300 e.a, al 200 Ticomán y Cuicuilco.
era actual
200 Teotihuacan I Y II:
Pirámides y Ciudadela.
Parte antigua de la pirámide de Cholula.
400 a 600 Teotihuacan III, Época clásica:
Cabezas retrato.
Grandes complejos de viviendas.
Florecimiento de la pintura mural.
600 a 800 Decadencia y fin.
800 a 1,000 Teotihuacan IV:
Tardío florecimiento de Azcapotzalco.

b. Cultura tolteca
856 Fundación de Tollán.
977 Ce-Acatl Quetzalcóatl. Jefe sabio y sacerdote:
Derrocamiento de Quetzalcóatl.
Emigración a Yucatán.
1,168 Caída de Tollán.
1,170 Los toltecas ocupan Culhuacan.
Expulsan a los olmecas de Cholula.
1,000 a 1,200 Florecimiento tardío de la cultura en Chichén Itzá.

c. Cultura chichimeca
Antes de 1,250 Fundación de Tenayuca.
1,256 a 1,298 Los aztecas se establecen en Chapultepec.
Predominio de Culhuacan.
1,300 Fundación de Tlaxcala y Texcoco.
1,300 a 1,350 Quinatzin.
1,325 Fundación de Tenochtitlan.
1,400 Poderío tecpaneca.
1,418 Conquista de Texcoco por Tezozórnoc.
1,430 Conquista de Atzcapotzalco por Netzahualcóyotl e
Ilzcóatl.
INSTITUCIONES SOCIO POLÍTICAS DEL MEx"ICO PREHISPÁNICO 61

d. Cultura azteca
1,423 a 1,440 Liga tripartita: Tenochtítlan-Texcoco Tacuba.
1,440 a 1,469 Mactezuma I.
1,469 a 1,493 Axayacatl.
1,473 Fin de la independencia de Tlatelalca.
1,486 a 1,502 Ahuizatl.
1,502 a 1,520 Mactezuma 11.
1,521 Tama de Tenachtitlan par las españales.
1,525 Asesinata de Cuauhtémac, última Tlataani Azteca.

2. Casta narte del Galfo de México


a. Cultura almeca antigua
31 e.a. Fragmenta de la estela de Tres Zapates.
161 era actual Estatuilla de jade de Tuxtla.

b. Cultura almeca reciente


468 a 593 Fachada del cerra de las mesetas.

c. Cultura tatanaca antigua el Tajin


600 a 1,200 Edificias y esculturas.

d. Cultura huasteca
1,1 00 a 1,400 Florecimiento de la escultura de piedra.

e. Cultura tatanaca
1,200 Migracianes tal tecas recientes.
1,200 a 1,450 Hunac Ceel llama guerreras tatanacas a Mazapán.

f. Cultura totonaca reciente Cempaala


1,200 a 1,500 Cerámica cerra mantañasa e Isla de Sacrificios.
Canquistas aztecas de la región tatana ca.
Fundación de las pravincias aztecas de Cuetlaxtlan y
Tachtepec.
62 TEORÍA GENERAL DEL ESTADO

3. Costa sur del Golfo de México


a. Cultura zapateea
oa 500 Monte Albán I y I1:
Relaciones con los olmecas y
Mayas antiguos
500 a 1,000 Monte Albán IlI:
Relaciones con Teotihuacan II.
Florecimiento de la escultura de piedra y
pintura mural.
Periodo de florecimiento de Xochicalco.

b. Cultura mixteea
838 a 1,289 Comienzos de la 1'. y 2'. dinastia de Tilaltongo.
1,011 a 1,063 El conquistador "8 venado".
1,000 a 1,400 Monte Albán IV:
Principios de Mitla.
Expansión de los mixtecas a la Meseta central.
Cholula 1 y las costas del Golfo.
Cerro Montañoso.
1,400 a 1,521 Monte Albán V:
Los mixtecos ocupan Monte Albán.
Tumba N° 7.
Los aztecas ocupan Oaxaca.
Los zapotecas resisten en Zaachila y
Tehuantepec.
1,482 Cocijo Eza, señor de Zaachila.
Expedición de mercaderes aztecas a Tehuantepee.
1,518 a 1,563 Cocijo-Pij, señor de Tehuantepec.

4. Costa del Pacifico

a. Cultura zopoteea en Miehoaeón


200 a 400 Hallazgo en el Olpeño.
Hallazgo de Jiquilpan y Huetamo.
700 a 850 Emigración de una tribu nahua expulsada de Cho-
lula por los olmeeas llega a Cozumaluapa en
Guatemala.
850 a 1,000 Cerámica de Colima, Jalisco y Nayarit.
1,300 Hallazgos de Guasave, Sinaloa.
INSTJTUCJONES socro POUTICAS DEL MÉXICO PREHIspÁNrco 63

b. Cultura tarasca
1,500 Tariacuri, Tzitzi Pandácuri.
1,532 Tangazoantzintzicha invadida por los españoles.

C. DESARROLLO DE LA CULTURA AZTECA

1. El Calpulli
Las diferentes culturas establecidas en el actual territorio de la Repú-
blica Mexicana tuvieron una forma similar de organización politica, so-
cial y económica, siendo muy relativas sus diferencias, por ello tomare-
mos como modelo tipico a la azteca por ser la de mayor expansión en el
México prehispánico, y si bien la cultura maya es de suma importancia
con características similares, en todo caso la azteca se expandió más allá
de los 800 mil km', además de haber derramado su definitiva influencia
sobre numerosos señorios independientes y otros grupos, porque no
obstante su rivalidad habian tomado de ellos algunas de sus bases de or-
ganización.
La cultura azteca, con un asentamiento regular libre de opresiones
de otros agrupamientos, establece una organización basada en el sistema de
asambleas, y por tanto toda identificación con el poder absoluto como
existía en Europa es erróneo, y al definirlo los españoles como un imperio
sufrieron un equivoco e infortunadamente ha trascendido el tiempo hasta
nuestros días y aun ha sido recogido en textos escolares.
El calpulli, o linaje antiguo, era la unidad territorial, política y admi-
nistrativa formada por el conjunto de 20 familias -el número 20 era la
unidad entre ellos-, siendo la familia la célula primaria de toda la socie-
dad. Cada familia contaba con un Consejo como autoridad suprema, co-
rrespondiendo a la mujer la administración de los bienes familiares y la
conducción del hogar, en tanto al varón le tocaba ejecutar las órdenes
emanadas del Consejo, y ser el defensor perenne del hogar y la familia.
Existian tres tipos de calpulli, rural, urbano, y mixto, dependiendo de
su ubicación ya fuese en tierras agricolas, ya en lugares propios para el
desarrollo industrial, cuya actividad era de reducida capacidad, pues no
poseian grandes industrias y propiamente se constreñía a la elaboración
de los utensilios necesarios para el hogar, herramientas, artesanías, y orfe-
breria, todo ello necesario para la vida cotidiana, porque el armamento lo
producía el propio Estado bajo su control y cuidado. El calpulli mixto
como su nombre lo indica, tenía el doble propósito, tanto industrial como
de labor.
Todo calpulli era autónomo y autárquico, tenía capacidad para dictar-
se sus normas de funcionamiento interno y podía otorgarse sus propias
64 TEORÍA GENERAL DEL ESTADO

leyes. siendo regido por una asamblea denominada Cohuáyotl, bajo las ór-
denes de un administrador y un ejecutor. quienes además de sus funcio-
nes fungían como instructores de los jóvenes. por ser para ellos de pri-
mordial importancia la educación y el desarrollo de la juventud. Toda su
estructura normativa partía de la costumbre y la tradición, aunque sus
miembros tenían plena libertad tanto de acción como de creencias religio-
sas sumamente respetadas.
La autoridad suprema del calpulli corría a cargo de un Consejo de
Prudentes presidido por el ejecutor y administrador, quienes dictaban las
resoluciones propias de su cargo. Un tercio de sus miembros era elegido
anualmente, aunque podian ser reelectos si su actuación en la comunidad
babía sido de eficaz cumplimiento y demostraba capacidad. para cuyo
efecto se discutía oralmente la propuesta del reemplazo o reelección, sien-
do ésta muy frecuente dado que entre los aztecas la máxima aspiración
consistía en obtener fama pública, y por ende, para lograrlo procuraban
por una conducta intachable. tanto en su comportamiento personal como
en el cumplimiento de sus funciones.
El administrador tenía a su cargo la distribución equitativa de los bie-
nes, la recaudación de contribuciones. los abastos. la vigilancia del orden
y cumplimiento de la justicia, y por tanto recibía las quejas de la comuni-
dad teniendo a su cargo la cárcel ubicada en los almacenes. el saneamien-
to de la ciudad y la construcción de las obras públicas cuando habian
sido aprobadas por el Consejo.
Por su parte al ejecutor le correspondía, como su nombre lo indica, la
realización de los acuerdos del Consejo. cobrar los tributos y contribucio-
nes entregándolas minuciosamente al administrador, el reparto de tareas
y faenas a los miembros del calpulli, ordenaba las aprehensiones requeri-
das por el administrador. y vigilaba la ejecución de las sentencias respec-
tivas, así como también la realización de las obras públicas a cargo del
administrador. y en caso de guerra se constituía como jefe de las fuerzas
armadas. Como puede observarse, administrador y ejecutor ejercían sus
cargos en una verdadera diarquia, pero en forma muy especial porque en
tanto uno actuaba el otro vigilaba su ejecución adecuada.
y esta díarquía, bajo el mismo procedimiento de elección abierta,
anualmente elegía a dos magistrados de justicia, o jueces, seleccionándo-
los de entre aquellos miembros con mayor fama pública adquirida en la
comunidad, quienes a su vez contaban asimismo con un ejecutor cada
uno encargado de que se cumpliesen los mandatos derivados de los ma-
gistrados. pero hemos de destacar la existencia en este sistema jurídico,
de la garantía de audiencia al presunto responsable. muy lejos de las fal-
sas interpretaciones hispanas sobre el despotismo y la tiranía existente en
estos pueblos.
El procedimiento de cuidado y vigilancia a la juventud como sistema
INSTITUCIONES SOCIO POLÍTICAS DEL MÉXICO PREHISPÁNlCO 65

preventivo les condujo a tener una sociedad sana donde la comisión del
delito se daba con poca frecuencia, probado por el hecho de la ubicación
de la cárcel en los almacenes, a lo cual coadyuvó sin duda alguna el ejer-
cicio de una institución social de grandes alcances, los llamados vigilan-
tes familiares, a cuyo cargo tenían la visita periódica a los hogares a su
cuidado a fin de observar las necesidades y requerimientos de cada fami-
lia, ya fuese proporcionando trabajo si carecía de él alguno de sus miem-
bros, toda vez el ocio estaba proscrito, ya otorgando faenas públicas cuan-
do era menester, ya atendiendo la salud llevando al médico al hogar o
trasladando al enfermo a las casas de salud, en fin, una permanente aten-
ción tendiente fundamentalmente a lograr un equilibrio social, saludable
y sin carencias.
Esos jueces tenían bajo su dependencia a los vigilantes familiares y
ejercían funciones de primera instancia, pues existían otras dos autorida-
des superiores, la primera de ellas consistía en poder recurrir directamen-
te al Consejo en solicítud de una revisión de sentencia, y la segunda acu-
dir al propio tlatoaní, ya fuese de la región, la provincia o la Federación,
mismo que se hacía auxiliar por el Consejo Supremo para confirmar, anu-
lar o modificar la sentencia, y es lógico que una sociedad con ese sentido
de justicia contase también con un código de sanciones igualmente de
gran contenido humano, y aunque en casos se dictaba la privación de la
libertad y hasta la pena de muerte al traidor en guerra, los castigos eran
de otra índole, como ponerlos frente a una piedra pulida a fin de que se
avergonzaran de sus faltas, o meterlos en una cabaña cerrada donde se que-
maba acote verde para llorar por su conducta lesiva, o en casos mayores
entregándoles puntas de hojas de maguey a fin de que ellos mismos se
pincharan el cuerpo en un autocastigo, aunque la peor de las penas, la
más infamante era la vergüenza tenida ante su grupo social, sus vecinos y
familiares principalmente.
Asimismo había otros funcionarios en el calpulli sin ser electos sino
designados por el Consejo, de carácter temporal o de conformidad a las
necesidades del momento, y algunos más con funciones específicas como
los almacenistas, cargo de grave responsabilidad, alguaciles, escribanos,
tesorero, registradores y dos jefes de los mismos, cuya función consistía
en la vigilancia del cumplimiento de sus obligaciones, y los médicos que
atendían a sus pacientes en sus domicilios o en las casas de salud. Había
además funcionarios sostenidos por el propio calpulli muy respetados por
la comunidad, como los artistas encargados de embellecer la ciudad y eri-
gir monumentos, y los sabios, prudentes y ancianos, los tlacuilos elabora-
dores de códices y responsables de transmitir las enseñanzas de las tradi-
ciones mediante narraciones, tanto en las plazas, como en los mercados y
lugares públicos, sistema que ha permitido a través de los siglos conocer
y saber más de su historia, en tanto que durante la época colonial no per-
66 TEORÍA GENERAL DEL ESTADO

dieron sus costumbres y sigilosamente relataban los hechos pasados a fin


de mantener vivas las tradiciones.
Infortunadamente, los códices -tesoro histórico de inigualable va-
lor- fueron quemados por los frailes en gigantescas piras que convirtie-
ron en cenizas la historia y los relatos de quienes supieron construir na-
ciones enteras con tesón y decisión, crimen de lesa intelectualidad, tan
sólo equiparable, según destacados autores, a la quema de la biblioteca de
Alejandría.
La coordinación y equilibrio de los miembros del calpulli era mani-
fiesta en todas sus actividades, y cabe destacar las instituciones educati-
vas, donde se encauzaba la vocación de los jóvenes a fin de conducirlos
por los caminos adecuados, enriqueciendo así el acervo cultural del cal-
pulli, a cuyo fin existían escuelas para impartirles la educación requerida.
Todo funcionario elegido o designado, dado que no presentaba ni
candidatura, ni solicitud, sino la selección en cada caso corría de acuerdo
al cuerpo electoral o a quien correspondiera la designación, podía o no
aceptar el cargo, pero ya en ejercicio del mismo no podía renunciar a él,
salvo circunstancias especiales dictaminadas por el órgano electoral o de
designación, según el caso, pero sí podía ser destituido del mismo por re-
solución del Consejo o la Asamblea General por incompetencia, caso raro
por el prolijo proceso de nombramiento del órgano respectivo, o por in-
cumplimiento, más difícil aún dado su forma característica de pensar en
tener, conservar e incrementar su fama pública, máximo galardón y legíti-
ma aspiración de todo miembro de la comunidad azteca, pero en caso de
incurrir en tal afrenta su razón era generalmente por causas supervenien-
tes ajenas a la voluntad del sujeto.
Una de las instituciones más importantes, por su implicación econó-
mica y social, fue sin duda el régimen de propiedad con sus dos variantes,
las dotaciones por utilidad colectiva y las de particular aprovechamiento.
En la primera se consideraba a las empresas industriales o comerciales
para bien colectivo y a cargo del gobierno, como son los edificios públi-
cos, tierras de cultivo para ser trabajadas comunalmente, con cuyos pro-
ductos se dotaba a los funcionarios o se repartía equitativamente entre la
población en caso de necesidad, y los sobrantes se trocaban por otros pro-
ductos en los grandes mercados, sin olvidar a los desposeídos, desemplea-
dos por causas especificas y los ancianos quienes a la vez de ser suma-
mente respetados, se les protegía por ser los más destacados miembros de
la comunidad dada la experiencia adquirida a través de su vida.
La propiedad de particular aprovechamiento le correspondía a cada
miembro, con derecho absoluto para edificar su hogar de conformidad a
los requerimientos familiares, y en base al reglamento especial de dotacio-
nes, a fin de evitar desigualdades económicas con objeto de no romper el
equilibrio social, cuidado con esmero, asimismo se consideraban siempre
INSTITUCIONES SOCIO POLÍTICAS DEL MÉXICO PREHISPÁNICO 67

los bienes muebles, objetos personales, incluyendo joyas adquiridas o re-


cibidas por trabajos realizados por orfebres o artesanos, después del pago
de contribuciones, y por último las parcelas otorgadas por el Consejo a
cada familia de conformidad al número de miembros, poco numerosos,
dado cierto control natal llevado por convicción más que por obligación.
En cada solar el propietario o jefe de familia construia su casa-hogar, in-
defectiblemente ayudado por los vecinos, como una costumbre tradicio-
nal dentro del concepto colectivo de su propia naturaleza, por haber sido
educados bajo el concepto de lo colectivo sobre lo individual.
En cuanto al régimen impositivo, las contribuciones recaudadas se di-
vidían en tres partes siempre en base a las tasas pactadas, una para el cal-
pulli de su residencia, otra para la región de la cual dependían y la tercera
para la Federación, todas guardadas con esmero en los almacenes respec-
tivos para el reparto equitativo y equilibrado, posterior a cubrir las necesi-
dades del gobierno para las dotaciones a funcionarios, empleados, ancia-
nos ... y por demás las reservas para evitar conflictos graves de escasez a
causa de inundaciones o sequías, los dos grandes enemigos de las comu-
nidades rurales, tomando de estos almacenes la parte necesaria en caso de
desastre ocurrido en alguna comunidad perteneciente a la región, provin-
cia o federación a la cual pertenecían.
Todo producto ingresado a los almacenes se contabilizaba de inme-
diato, tanto en papel amate como en tiras de colores con nudos diversos
colgadas de la techumbre a fin de tener a la vista el dato del producto al-
macenado y la cantidad en existencia, anotando en la contabilidad las en-
tradas y salidas de. los diferentes productos.
En el centro de cada calpulli, se ubicaba el mercado, el almacén, el
templo y el palacio sede del gobierno y sus dependencias donde se encon-
trahan los jueces, almacenes con la cárcel incluida, escuelas, casas de sa-
lud, registro público de la propiedad donde se inscribian todas las propie-
dades mediante una hoja de amate, en cuyo ángulo superior izquierdo se
anotaba la calidad de la tierra y el producto que debería sembrarse, en
tanto en el derecho se inscribía el perímetro del predio, nombre de sus
colindantes y destino acordado por el Consejo o la Asamblea para dicho
predio. En cuanto al calpulli urbano sólo variaba el destino del predio por
actividad industrial o comercial, agrupándose por gremios o cooperativas
con objeto de estar en contacto con otros de la misma especie para el in-
tercambio o distribución de los mismos, dado el control absoluto de pre-
cios y calidad por parte de la autoridad respectiva, ubicada en los merca-
dos y centros de distribución.
Un conjunto de 20 calpullis, vinculados por lazos familiares o frater-
nos y de común acuerdo, formaban una entidad regional autónoma y au-
tárquica federada, dictándose sus normas de conducta obligatoria y su
forma de gobierno, de conformidad al carácter de los calpullis rural, urba-
no o mixto, con las únicas variables en relación al objeto destinado.
68 TEDRfA GENERAL DEL ESTADO

De todo lo anterior podemos observar cómo el calpulli, con mucha


mayor capacidad, guarda cierta semejanza con el municipio libre actual,
por ser la célula primaria y básica de carácter político, social y económico
de la cultura azteca, y dadas sus caracteristicas esenciales no dudamos
denominarlo como Estado, donde cabe señalar la importancia dada a la
división del trabajo, al otorgamiento de faenas públicas en bien de la co-
munidad y el muy acertado régimen de asambleas, todo lo cual permitía
un perfecto equilibrio familiar, estatal y social, con la existencia de un ar-
mónico sistema político en bien de la colectividad, reflejándose por ende
y necesariamente en el individuo, como en la producción de bienes ali-
menticios, artesanales e industriales, regulados por la Federación median-
te un hábil procedimiento de producción planificada de conformidad a
las características naturales de sus suelos.
Un funcionario vigilaba se llevara con rigor ese ritmo predeterminado
por el poder público, de conformidad a las posibilidades, necesidades y
requerimientos de la población, procurando siempre la obtención de so-
brantes del autoconsumo para poder vender o trocar productos con el ex-
terior, teniendo como mayor exponente de mercados el de Tlatelolco, el
más rico y vasto de la Federación, con lo cual siem pre se contaba con los
productos no tan sólo de uso cotidiano, sino para la adquisición de algu-
nos suntuarios, de rica orfebrería o arte plumario, el más destacado de to-
dos, utilizado no únicamente en sus vestimentas de lujo y en penachos,
sino en sus escudos guerreros adornados con gran elegancia.

2. La región o provincia,
La soberanía ejercida en su territorio era la característica esencial de
cada calpulli en el régimen político del mundo azteca, con propiedad ple-
na invariable de una superficie predeterminada, por ello designaban dos
representantes elegidos mediante el mismo procedimiento electoral reuni-
dos en Asamblea General, a fin de participar en las Asambleas de la re-
gión a la cual pertenecían, siempre en defensa de esa su soberanía territo-
rial, Pero a su vez las regiones o provincias se unían entre sí y formaban
una entidad federada, un verdadero Estado para cuyo efecto designaban
dos representantes cada una de ellas para asistir a las Asambleas de la Fe-
deración, las que a su vez también lo hacían en igual número y mediante
el mismo procedimiento de elección, para, la Confederación, o Triple
Alianza entre Tacuba, Texcoco y Tenochtitlan.
Tanto unos como otros, regiones o provincias, Federación y Confede-
ración o Triple Alianza se gobernaban por medio de Asambleas Generales
para tratar asuntos de importancia, o un Consejo presidido en todos los
casos por el administrador y el ejecutor. En las reuniones correspondía al
administrador, denominado Chihuacóhuatl, hacer la exposición de moti-
INSTITUCIONES SOCIO POLÍTICAS DEL MF..xICO PREHISPÁNlCO 69

vos de la reunión, así corno el planteamiento de los problemas sujetos a


discusión e invariable resolución, toda vez la Asamblea no podía terminar
sin encontrar la solución adecuada, así se llevara días o aun semanas, se·
gún la gravedad del caso. Todos los miembros tenían voz y voto igualita-
rio y no se pasaba de un punto a otro sin concluirlo hasta tomar la deci-
sión en base al beneficio colectivo, correspondiendo al ejecutor tomar la
decisión final acordada por la Asamblea, como intérprete de la voluntad
general pero invariablemente en base ala costumbre, con la obligación de
aportar los medios necesarios requeridos para la solución adoptada.
Existía además un Consejo Supremo de la Federación, denominado
Tlahtocarnechícotll, integrado con los representantes regionales, cuyas
funciones consistían fundamentalmente en prestar ayuda militar, facilitar
elementos humanos para el desarrollo de determinadas actividades, infor-
mar de la situación existente en cada región, recabar y exponer datos para
el mejoramiento del gobierno de la confederación dentro de las estípula-
ciones del pacto en cuestión, sin poder firmar ningún otro con Federación
alguna, por ser considerado como traición por las estipulaciones del pac-
to, y por tanto penado gravemente. Asimismo le correspondía al Consejo
coadyuvar a la buena marcha del mercado ínterregional, y principalmente
el respeto a la tradición convertida de hecho en el Derecho positivo de la
Federación. Por su parte las regiones recibían protección militar ofensiva
o defensiva, ayuda económica en caso necesario, participación de utilida-
des por botín de guerra, y privilegios y dignidades otorgadas por la Fede-
ración a sus miembros.

3. Régimen de asambleas
Una de las características esenciales de la organización político-social
de los pueblos prehispánicos en general, y de los aztecas en particular, es
el régimen de Asambleas incorporado a todos los niveles, desde la familia
hasta la unión de Estados, como lo fue la Triple Alianza. En la familia ya
hemos visto corno máxima autoridad al Consejo Familiar, y bajo el mismo
criterio en el calpulli se celebraban anualmente dos asambleas ordinarias,
una de varones y otra de mujeres mayores de 18 años, y al final de ellas
ambos grupos se comunicaban los acuerdos tomados, a fin de evitar dis-
crepancias por criterios opuestos, aunque como cada uno sabía bien su
propia responsabilidad-no caían fácilmente en contradicciones, y el inter-
cambio se realizaba más bien para hacer de conocimiento de uno y otro lo
acordado para coadyuvar a su cumplimiento. Las asambleas extraordina-
rias se realizaban a 'convocatoria expresa para objeto determinado imposi-
ble de esperar a la reunión ordinaria, y en esa misma forma se realizaban
tanto en la región, provincia, Federación y Confederación, mediante los
Consejos y el Consejo Supremo, como hemos visto.
70 TEORÚ\ CENERAL OEL ESTADO

4. Señoríos independientes
Además de esos diversos niveles de organización política, calpulli,
región o provincia, Federación y Confederación, se daba otra figura so-
cio-política, el señorío autónomo, libre e independiente, llamado te-
cúhyotl, con facultad para permanecer independiente o unirse a una Fe-
deración o a la propia Confederación por voluntad propia mediante
pacto expreso. Sin embargo raro era el caso de conservar un status de to-
tal autonomía, porque aun a sabiendas de ser respetado por convenios
específicos, preferían una vinculación con una Federación para recibir
los beneficios de esa unión, a sabiendas de que al hacerlo contaban inme-
diatamente con el apoyo militar en caso de ser atacado por un enemigo,
contrayendo la obligación de pagar un tributo y conceder ciertas facilida-
des, como el establecimiento de puestos fronterizos de vigilancia para la
defensa en caso de peligro, u otras de diversa índole pero sin poner en pe-
ligro su soberanía.
El señorío tenía en esencia el mismo sistema de organización interna,
variando tan sólo en el caso del ejecutor o altépetl, por ser un cargo de
nombramiento directo y no de elección del Consejo. En los señoríos, por
lo general, se establecian las escuelas para la formación de futuros funcio-
narios gubernamentales, por la conveniencia de mantenerlos alejados del
lugar de su residencia con objeto de recibir la instrucción necesaria lejos
de influencias de cualquier género, dado que las funciones a desarrollar
en su futuro eran de importancia suma a toda la colectividad donde ac-
tuara, ya fuese en su propia unidad domiciliaria del calpulli, ya en la re-
gión o provincia, o en la Federación, e incluso en la propia Confedera-
ción, de conformidad a su capacidad y preparación.
La autonomía e independencia del señorío por tanto no era total sino
con ciertas limitaciones, en cuanto a su cooperación con su asociado,
pero sí lo era totalmente en relación a su organización interna, sus funcio-
nes, el ejercicio gubernamental y demás formas de vida cotidiana, además
de tener plena libertad de sus creencias religiosas, ritos y costumbres. El
hecho de no necesitar un costoso ejército regular les beneficiaba enorme-
mente, porque en forma precisa se establecía en el pacto con el asociado
federal que a éste le correspondía proporcionar la protección total al seño-
río y salvaguardarlo de todo peligro ajeno, pero además servían como
puestos de observación y espionaje en favor de su asociado.

5. Régimen electoral
El sistema electoral seguido para elegir un candidato, para la designa-
ción, sustitución o reelección, era el mismo en todos los niveles. Se reu-
nían los miembros del Consejo. de Ancianos, Prudentes o Consejo Supre-
mo, según el caso, en un recinto de Palacio. A puerta cerrada cualquier
INSTITUCIONES SOCIO POÚTICAS DEL MÉXIco PREHISPÁNICO 71

miembro tomaba la palabra y hacía la propuesta de alguien, todos analiza-


ban al candidato primero en cuanto a sus defectos, y de haber alguno de
los reprobables de conformidad a la costumbre o tradiciones, como la em-
briaguez, si alguien tenia conocimiento de haberlo visto o sabido de ello,
con eso bastaba para ser desplazado. y así pasaban las horas y los días.
analizando hasta encontrar el candidato idóneo para el cargo, y en caso
de no encontrar el adecuado, previo análisis de algunos de los vecinos lo
solicitaban para ser "prestado" para el desempeño de la función específi-
ca. y este préstamo llegó a ser hasta el nivel del propio 'I'latoani, y en
múltiples casos de funcionarios menores.
Después de haber encontrado la persona ideal para el cargo, el ejecu-
tor lo hacía de su conocimiento, salvo en tratándose del Tlatoani, siendo
sorpresivo la más de las veces para el beneficiario. Se sabe de cierto el
caso de Moctezuma 11, cuando el Consejo en pleno se trasladó a comuni-
cárselo. se dirigieron al templo donde se encontraba cumpliendo la faena
de barrer el piso y hacer la limpieza del recinto sagrado.
El régimen electoral seguido en forma tan singular. y por demás muy
efectivo por lo difícil de una equivocación, dado el minucioso examen de
todos los posibles, les rindió grandes beneficios en toda su historia, por-
que evitó siempre alguna rebelión interna entre los miembros de la propia
comunidad por ambiciones de poder. y así pudieron progresar sin proble-
mas sustanciales de disconformidades internas, porque debemos recordar
además su preparación desde jóvenes en el calmecatl, ubicado en algunos
casos en los señoríos independientes, o en otros de mayor envergadura
ubicados en los palacios de las grandes ciudades donde se perfecciona-
ban. pero en tanto no se les designaba realizaban distintas labores y fae-
nas en bien de la colectividad.

6. Lo federación
Tomaremos la Federación de Tenochtitlan como modelo típico de
esta forma de organización política, tal como originalmente se conforma-
ron los catorce distritos o parcialidades, correspondiéndoles dos a cada
calpulli, contando cada uno de ellos con su centro político-religioso. don-
de se constituía el tecpam o casa de gobierno, el teocalli o templo, el al-
macén o petlacalli con su correspondiente cárcel, la casa de tributación o
calpizcacalli y el mercado o tianquiztli, y en torno de este centro público
se encontraban distribuidas las casas y parcelas, las fábricas o industrias,
los parajes apartados o lugares de recreo y reunión social existente en
cada calpulli, para la celebración de las festividades privadas o de sus
particulares dioses. dada la libertad absoluta de cultos para la veneración
de sus dioses, en tanto el teocalli se destinaba a los dioses colectivos no
impuestos sino generales de toda la comunidad. De esos dioses privados
72 TEORÍA GENERAL DEL ESTADO

parte la fiesta del patrono del pueblo aún subsistente en la actualidad,


aunque deformada por criterios religiosos, o sin ello simplemente con res-
peto a la tradición prehispánica, como es la fiesta de los muertos de gran
celebración en ciertas comunidades, inicialmente por la veneración a la
muerte de los antiguos mexicanos.
Cada calpulli era gobernado, como hemos expresado, por un Consejo
de Prudentes, siendo los dos más elevados dignatarios el teochauh o
cihuacóatl, o sea el hermano mayor designado por herencia como gober-
nador de carácter civil o administrador, y el jefe militar cuyo cargo recaía
en el ejecutor o tecuhtli altépetl, señor o abuelo, elegidos todos en forma
vitalicia. Sin embargo si a quien correspondía por herencia no reunía los
requisitos, se elegía a otro, procurando fuera pilli o casa del señor, o
huehuepilli, descendiente de la casa del señor, y de no haberlo se elegía
en la forma descrita a quien mejor garantizara los intereses colectivos de
la comunidad.
Estos dos elevados funcionarios representaban al calpulli en la región
o provincia y gobierno regional cuando se requería para la celebración de
Asamblea de Ancianos, máxima autoridad de la región integrada, además,
por el tlatoani respectivo y sus correspondientes administrador y ejecutor
regionales, y en igual forma se integraba el Consejo Supremo de la Fede-
ración, los tecuhtlatoques, como miembros del tlatocan o Consejo Supre-
mo, dos jefes: cihuacóatl y altépetl, y más adelante con algunos otros que
se fueron incorporando de conformidad a las necesidades y para el mejor
funcionamiento del Consejo.
Los Consejos o Asambleas constituidos como los grandes electores,
tanto del calpulli como de la región y la Federación, eran electos por el
mismo sistema, y preparados específicamente para dichos cargos para po-
der ser verdaderos representantes de su unidad política, yen suma- esta
preparación sustituía al voto directo de sus miembros, pues no debemos
olvidar que además de esa preparación específica, previamente los visita-
dores familiares hacian una preselección de los más destacados jóvenes
en las escuelas existentes en cada calpulli, siendo de dos clases: de varo-
nes para ser capacitados para la guerra y labores propias de su sexo, y de
mujeres para enseñarles las funciones correspondientes para ser adminis-
tradoras del hogar y madres, por tanto todos recibían la educación necesa-
ria para poder ser parte activa de la colectividad.

7. La confederación
Los diferentes Estados de los antiguos mexicanos se unían frecuente-
mente en Ligas o Alianzas, uniones de Estados o Confederaciones con ob-
jeto de formar unidades mayores en fuerza y poder. Así ocurrió con la
alianza de Tlaxcala, Cholula y Huejotzingo, para poder defenderse de sus
INSTITUCIONES SOCIO POÚTICAS DEL MÉXICO PREHISPÁNICO 73

poderosos vecinos, y asimismo se dio entre los Mayas la Liga de Mayapán


mediante la unión de 13 señoríos, bajo el gobierno de un Consejo de
Ancianos y dos jefes de la familia de los ltzáez, integrándose con ello un
Consejo con 3 señores de señoríos y 10 delegados de otros señoríos. Tam-
bién se dieron otras Alianzas y Ligas de carácter meramente comercial,
como la de México, Acolman y Tecpan, y la de mayor envergadura en el
mundo de entonces la de México- Tlatelolco por ser este el centro comer-
cial por excelencia en toda la tierra habitada de su época, con regulación
de precios de las mercancías de comercio interno o externo, y donde se
trocaba todo tipo de productos, y en estas ligas comerciales o en las de ca-
rácter político, intervenían en su organización y administración todas y
cada un" de las entidades o Estados constituyentes y los anexados a ellos,
designando cada uno un representante ante el Consejo o Tlahtocanechico-
lli, Junta de Gobernantes Supremos o Tlatoanis.
Tenochtítlan, Tacuba o Tlacopan y Texcoco decidieron formar la lla-
mada Triple Alianza o Liga, acordando los tres gobernantes establecer
cada uno su propia capital y entre los tres designar una común para la
Liga. A ellos por propia voluntad y con aceptación de los tres gobernan-
tes, se unieron 38 señoríos independíentes y con aceptación plena de las
partes se adhirieron los señoríos existentes en cada una de las tres federa-
ciones, convirtiéndose así, mediante pacto federal, en un poderoso Estado
cuya capital común se determinó fuese la Gran Tenochtitlan.
Los tributos de los señoríos independientes se pagaron por región, re-
partiéndose en una quinta parte para Tacuba y el resto para las otras dos,
pero continuaron pagando a sus cabeceras de conformidad al pacto esta-
blecido con cada uno de ellos, y cada cabecera cumplía asimismo con las
obligaciones contraídas. Correspondía a Tenochtitlan la concentración de
las fuerzas armadas del vasto territorio, la dirección comercia!, los co-
rreos, dada su gran experiencia en la materia, así como las grandes cele-
braciones rituales de carácter oficial, tanto por ser el centro acordado por
la Triple Alianza, como por ser ciudad sagrada. A Tlacopan la ejecución
de las obras de arte, la erección de monumentos, la forja de joyas e indu-
mentaria ceremonial y la organización de los trabajadores de la Federa-
ción. En tanto Texcoco realizaba obras públicas: caminos, presas, acue-
ductos, albarradas, edificios y demás construcciones, asimismo llevaba el
importante registro público, archivo y genealogía. La convocatoria a Junta
de Sabios se llevaba a cabo en los casos que se requería la elaboración de
normas comunes para la Confederación, la impartición de justicia en ca-
sos difíciles y complicados, la resolución de conflictos dinásticos de los
señoríos, todo ello por acuerdo invariable del triunvirato, como también
se requería en casos de guerra el voto unánime de los tres.
Pero aunque cada uno tenía bajo su cargo específicas funciones. todos
colaboraban unos con otros para el buen funcionamiento de su cometido,
74 TEORíA GENERAL DEL ESTADO

ya fuera proporcionando materiales diversos, personal especializado o


cuanto fuese menester a sus centros vitales carentes de ello, y por demás,
y muy importante, las relaciones entre los miembros de las diversas co-
munidades, a fin de lograr, como lo hicieron, una convivencia armónica
entre todos ellos.
En la reunión del Tlatocanochicolli o Asamblea de tlatoanis, celebra-
da asimismo cada año en forma ordinaria o cuantas veces se necesitara en
casos de gravedad a convocatoria de cualquiera de los tres, el administra-
dor y el ejecutor, diarquia inseparable, rendian cuenta del cumplimiento
de los acuerdos y decisiones tomadas en la reunión anterior, e igualmente
se reunia la Asamblea de la Amistad de gobernantes integrada por los seis
gobernantes, o sea, los tres administradores y los tres ejecutores de la
Confederación, dos de cada cabecera federal, y los 38 gobernantes de
la Confederación, a manera de un senado, a fin de tomar las decisiones fi-
nales previas al T1atocanochicolli.
Dentro de la estructura social entre los aztecas, existía una división
de clases o estamentos muy marcada entre unos y otros, pero con flexibi-
lidad ascendente o descendente, excepto para los PiIli o huehuepillis, o el
tlatoani y la familia del mismo. La estructura era la siguiente:
a. Tlacatecuhtli, Tlatoque o Tlatoani, denominados Pilli, clase gober-
nante.
b. Huehuepillis, descendientes de la familia de los PiIli.
c. Tecuhtli y cihuacóatl, gobernantes mayores, ejecutor y administra-
dor respectivamente.
d. Pipiltin o nobles que a su vez eran:
1. Administradores civiles: Calpixque.
2. Sacerdotes: T1amacazqui.
3. Militares: Tlacatecatl y Tlacochcaleatl.
e. Pochtecatl o Pochteca, comerciante mercader:'
1. Tecuhnenenque: señores viajeros.
2. Nabualoztomeca: comerciantes disfrazados.
3. Tealtianime: que ofrecen esclavos al sacrificio (prisioneros de
guerra no asimilados)
4. Tayanallouaníme: que sitian al enemigo.
5. Tecuanime: fieras que muerden o matan.
f. Macehuales o Macehuallin: hombre del pueblo, artesano.
g. Clases bajas:
1. Tarnemes o Tlamemes: cargadores.

1 Los Pochtecas era una clase muy importante porque a la vez de mercaderes servían
de espías para el gobernante y, en ciertos casos, para incursiones guerreras ordenadas por el
Tlatoani. .
INSTITUCIONES SOCIO POUnCAS DEL MÉXICO PREHISPM'lCO 75

2. Mayeques "poseedor de manas y brazos". Es su único capital:


Cultivadores de tierra de nobles, sacerdotes y de propiedad co-
lectiva.
3. Tlatlacohtli: sirvientes.
4. Mamaltin: cautivo de guerra no asimilado.
Los gremios o profesiones tenían asimismo su estratificación social:
a. Rama docente: maestros y alumnos.
b. Rama religiosa.
c. Rama industrial.
d. Rama administrativa y fiscal.
e. Tribunales de justicia.
f. Rama comercial
g. Guerreros y Militares.
La elección de Gran Tlatoani de la Confederación Federal del
Anáhuac revestía gran importancia. Lo proponía una cabecera con apro-
bación de las otras dos, para cuyo efecto se reunían a deliberar los tecuhtla-
toque, especie de senado, en unión de ancianos, sabios y prudentes, lla-
mados achcacautín, los militares de alta jerarquía y otros distinguidos y
notables miembros. Aunque no necesariamente la elección se canalizaba
por algún Pilli o sea de la casa de los antepasados del anterior, porque
como habría de llenar muchos requisitos no siempre se daban en el su-
puesto noble Pilli, como ser valiente probado en guerra, osado, animoso,'
sabio, prudente y, fundamentalmente, no afecto a bebidas embriagantes,
ni haber sido visto alguna vez bajo tales efectos, buen orador, culto, reca-
tado, amoroso y criado en el calmecatl.
El procedimiento seguido era el mismo descrito con anterioridad,
mediante discusión oral ante todos, presentando sus cualidades y defec-
tos, que de inmediato podían inhabilitar al candidato propuesto, sin vo-
tación sino por eliminación. Si de la búsqueda en las tres federaciones
no se encontraba candidato se recurría, coma hemos dicho, a un vecino,
y de hecho ocurrió así en los casos de Acarnapichtlí. Huítzilíhuitl y
Chimalpopoca.
Al término de la elección del Gran Tlatoani, en la misma forma se
procedía a elegir al Consejo ordinario del elegido, compuesto de cuatro
miembros cuya función consistía en acompañarlo siempre e intervenir en
todo asunto grave si su resolución podía afectar a la Confederación, pero
en todas formas asesoraban al Tlatoani, y si bien su nombre significa "El
que habla", "El que dice la última palabra", esta era resultado de los con-
sejos de su cuerpo legal.
La Asamblea General para elegir al Gran Tlatoani era toda una cere-
monia, iniciada con una arenga casi interminable a cargo del miembro de
mayor prestigio entre los presentes, a quien en la misma forma contestaba
76 TEORÍA GENERAL DEL ESTADO

otro de los presentes, exhortando ambos a la Asamblea a meditar sobre su


gran responsabilidad, baciendo énfasis en cuanto a las cualidades necesa-
rias del presunto antes de ser elegido. Como en todos los casos, al exami-
nar las propuestas, si estaba presente el interesado, se le invitaba a salir
del recinto para hablar con toda libertad sin ofenderlo en su caso.
Al término del debate, y ya aceptado el candidato por todos, le iban a
buscar en pleno y le decían reverentemente: "Vamos señor a vuestra silla
y asiento" y todos esperando verle decían a coro: "Seáis señor bienveni-
do", y continuaban con una serie interminable de expresiones, manifes-
tándole su responsabilidad, lo que de él se esperaba, el peso de la tradi-
ción, las bondades y cualidades de sus antecesores y también los errores en
que babían íncurrido para evitar cometerlos en su futuro.
Por fin lo juramentaban y tomándolo de las manos los tlatoanis de la
Confederación lo sentaban en el sitial para continuar con todos los largos
ritos de rigor, obsequiándole una bolsa con tabaco, le perforaban la nariz
para colocarle un canutillo de oro, orejeras, bezolera, le cortaban el ca-
bello y le cubrían con un manto de plumas de color azul, toca de pedre-
ría, pañetes, sandalias y la corona o copili, símbolo de mando en la Con-
federación.
En síntesis, podríamos afirmar que el hecho de haber incorporado
este capítulo lo consideramos de gran utilidad, a fin de observar ciertas
características y comparativos de fenómenos y figuras políticas y sociales
dadas en este desconocido e incomprensible mundo para los invasores
hispanos, por guardar cierta semejanza a algunos principios fundamenta-
les del Estado Moderno como son entre otros y en forma principal, la re-
presentación política, la división y equilibrio del poder público, la forma-
ción del Estado mediante pacto social, el federalismo, la confederación, el
colectivismo, principios del socialismo y otra serie de figuras más justifi-
cativas de la importancia de estas culturas dentro de la Teoría General del
Estado.
CAPÍTULO SEXTO

PRIMEROS ASENTAMIENTOS SOCIOPOLÍTICOS


EN ORIENTE

I. ENCUADRAMIENTO DEL TEMA

En la historia del pensamiento político de la antigüedad, los pueblos


orientales revisten gran importancia dadas las diferencias sustanciales en
base a sus principios filosóficos, aunque en otras manifestaciones y fenó-
menos sociales existen no únicamente semejanzas, sino constantes comu-
nes. Pero como sea en unos se da el poder supremo del monarca, el pre-
dominio religioso, en tanto las supersticiones son parte importante de la
vida cotidiana en otros, o las divisiones de clases sociales, el dictado uni-
personal del Derecho y algunos fenómenos sociales más, aceptados por
unos, repudiados por otros.
De esos pueblos orientales podemos tomar cuatro culturas típicas de
las más antiguas, para observar tanto formas singulares de vida como si-
militud en otras manifestaciones, pero en todas podremos constatar el se-
llo particular: de cómo al avanzar el tiempo se fue perdiendo aquel con-
tacto con la naturaleza y la libertad e igualdad tenida en sus orígenes,
porque ya en su vida sedentaria, desde el momento del asentamiento, al
surgir la propiedad, al mismo tiempo principia la codicia en unos, la am-
bición de poder en otros para obtener el control tribal, en algunos la
creencia en una vida en el más allá, y todo ello y mucho más les conduce
a comportamientos y conductas diferentes a su anterior forma de vida, y
la guerra es parte esencial de los nuevos pueblos, tanto por deseos de
expansión territorial como para la obtención de botines y riquezas, y en
ese devenir y en la formación de castas y clases sociales, el fuerte se adue-
ña del débil y poco a poco cobra carta de naturaleza la esclavitud, per-
diéndose en la oscuridad aquellos sentimientos fraternos que permitieron
el nacimiento de la familia como primera unidad social.
El despotismo en oriente es la fuente del poder público, la moral y el
Derecho se confunden, el valor y reconocimiento a los individuos no exis-
te, la mansedumbre ante la autocracia es un sistema repetido, sus institu-
ciones públicas carecen de ideales éticos, el fatalismo les es característico

77
78 TEORÍA GENERAL DEL ESTADO

y con ello pierden en todo momento el deseo de superación, las costum-


bres son ley e impiden nuevas formas de organización política, social y
económica, el destino está trazado con anterioridad y no permite variante
ninguna derivándose en inactividad, se carece de sentirlo de aspiración al
progreso ni ideales de prosperidad, tan sólo de avaricia, la obtención de
la riqueza repartida entre unos cuantos privilegiados de la familia real, la
corte y los sacerdotes como casta privilegiada se adueña de las concien-
cias y les hace esclavos de la superstición.
.El culto a los dioses era asimismo el culto a los monarcas, porque ha-
bía una simbiosis fatal alimentada por los gobernantes y los sacerdotes, y
asi se fueron forjando los imperios orientales asentados en muy extensos
territorios, incrementados por las guerras de conquista y expansión, don-
de la muerte de mucbos miles no importaba porque a la victoria se adue-
ñaban por igual de riquezas como de seres humanos a quienes convertían
en esclavos y les preparaban para nuevas guerras. Con este sistema los
imperios cada dia crecían más en extensión y poder, desaparecen los paí-
ses débiles, y muchos asentamientos de este tipo preferían hacer alianzas
con los poderosos a fin de evitar ser dominados por la fuerza, pero todos
los pueblos sometidos por la guerra o por alianzas guardaban sus costum-
bres, sus dioses, leyes y peculiaridades en forma secreta, sin perder nunca
las esperanzas de recuperar la libertad perdida, y en múltiples ocasiones
aprovechando circunstancias favorables, se levantaban contra el Imperio,
si era con éxito, principiaban una nueva vida, en caso de ser sometidos
nuevamente pagaban caro la osadía del intento por recuperar su perdida
libertad, y los gobernadores enviados por el centro para representarlos en
las provincias, muchas veces pagaron con la vida la avaricia al recolectar
para el centro los tributos impuestos, porque de ellos una buena parte la
guardaban para sí.
Israel, Egipto, China, con caracteristicas especiales, y la India Son los
ejemplos tipicos de sistema patriarcal característico, como lo fue tam-
bién la exogamia que sustituyó al establecimiento del parentesco tan sólo
por la vía materna, India, China e Israel desarrollaron sistemas con prin-
cipios políticos, en Egipto los monarcas eran considerados como dioses y
los veneraban en igual forma, en otros tan sólo eran representantes de los
dioses, en tanto en China los budistas, brahmanes y confucionistas en sus
escritos observan algunas ideas políticas confundidas entre sus senten-
cias religiosas. En general la autocracia era el régimen politico impuesto,
no adoptado porque el pueblo carecia de derechos y sólo acataba las dis-
posiciones emanadas de la voluntad divina, manifestada por boca del
monarca.
y ese origen del poder se inició en el valle del Nilo y en la Mesopota-
mia dada la riqueza de las tierras para el cultivo, porque al bajar las aguas
del caudaloso río, dejaba en la superficie un limo de incalculable valor
PRIMEROS ASENTAMIENTOS SOCIOPO¡jTICOS EN ORIENTE 79

para los agricultores ya asentados en tan vasta región, lo cual despertó esas
ansias de dominio, sueños de poder, como el elemento más importante en
ese estadio de la humanidad, donde las tribus pasan de su raquítico estatus
a comunidades mayores y la construcción de grandes ciudades, con sus
imponentes monumentos de carácter político y principalmente religioso,
como brazos del poder temporal y espiritual, ambos siempre conculcadores
de los derechos de los pueblos, y así aquellas gens y clanes paulatinamente
se convirtieron en grupos más numerosos, y las tribus se unieron a su vez a
otras y con ello se dio el nacimiento de vastos y poderosos imperios, ·con
gobiernos urbanos, como los patesis sumerios y los faraones egipcios.
Quedan lejos ya los tiempos de consejos de ancianos, de jefes tribales
patemalístas sin mayores ambiciones que la supervivencia y las uniones
pacíficas de sus miembros con los de otras comunidades. Hoy aparecen
los detentadores del poder público, las clases sociales, las castas y toda
una serie 'de diferencias entre aquellos originalmente nacidos como ber-
manos, con igualdad de derechos y obligaciones, con sus totems, sus ma-
gias y encantamientos en esa etapa desde el año seis mil al tres mil de la
era antigua, siendo la primera conocida por el investigador, la de la Alta
Mesopotamía y Siria, cuyos vestigios se encuentran en las colinas que ro-
dean esa zona conocida como la fértil media luna, así como las del valle
del Indo, y las correspondientes a épocas contemporáneas de las primeras
dinastías sumerias y egipcias.

n. LA ANTIGUA MESOPOTAMIA
En esa tan rica como amplia región, se han encontrado tres hallazgos
de importantes asentamientos con rasgos imperiales, Mohenjo-Daro, Ha-
rappa y Chanhu-Daro, La primera de ellas, la primordial y mejor conocida
en el Sind, cuyo nombre ha sido el adoptado para denominar a dichas
culturas o ciudades-estados, es una amplísima ciudad totalmente urba-
nizada con calles bien alineadas, sin haberse encontrado templo alguno
entre sus múltiples construcciones, ya no de piedras sino de ladrillos
muy gruesos manufacturados por el hombre, algunas son termas, otras ca-
sas con espaciosas e higiénicas habitaciones, patio descubierto al interior
sin ven tanas, sin faltar los ídolos y figuras de barro cocido de varios
animales.
Por su parte en Harappa se encontraron dos estatuas incompletas de
piedra de una pareja de mujer y varón de valiosísima manufactura, así
como sellos de signos totalmente desconocidos y múltiples figuras de ani-
males, en cambio su cerámica es pobre, casi sin decoración, vasos pinta-
dos, figuras femeninas de característico culto a la fecundidad, así como la
del dios Siva, trífacial rodeado de animales y un árbol sagrado. Esa varie-
80 'fEORfA GENERAL DEL ESTADO

dad de animales ha permitido a los científicos reconocer en ellos la base


del brahmanismo, confirmado por los restos de culto a la serpiente, carac-
terístico de dicha creencia religiosa.
Cercana a Mohenjo-Daro está situada la ciudad industrial de Chan-
hu-Daro, donde se han hallado multitud de objetos de bronce y lugar de
fábrica de collares de pequeñas cuentas y juguetes diversos. Cercana a
esta antiquisima ciudad y su contemporánea Mohenjo-Daro, se encontra-
ron restos de una civilización intermedia, conocida bajo el nombre de cul-
tura de Shukar, con manufacturas de cerámica gris pintada, y diversas
piezas metálicas con clara influencia írania,
Todas estas manifestaciones culturales, según investigaciones realiza-
das al efecto, muestran que los sumerios arribaron a estas tierras a través
del Golfo Pérsico procedentes de la India, pero aunque de gran valor an-
tropológico, estas culturas no arrojan mayores datos de su organización y
desarrollo por lo precario de sus hallazgos, sin más elementos para poder
analizar sus formas de vida político-social.

III. EGIPTO

La 'primera de las grandes culturas del cercano oriente, sobresaliente


por la riqueza proporcionada por el caudaloso río fue, Egipto, asentada
precisamente en el bajo valle del Nilo extendido en un vasto territorio,
desde las cataratas hasta la desembocadura en el antiguo mare Nostrum, o
mar Mediterráneo, fundado en ese lugar por sus características esenciales
de los acantilados del desierto del Sahara, extremadamente útiles por su
localización estratégica como vigilantes naturales contra posibles enemi-
gos, por ser una imposibilidad cruzar el temible y extenso desierto. Los
egipcios predinásticos, anteriores al asentamiento natural del Nilo, cuan-
do todavía el clima era muy húmedo, de caudal impetuoso, selvático y
sus orillas encharcadas, se establecieron construyendo humildes chozas
de barro y cañas silvestres, con agricultura en zonas permisibles por lo in-
habitable del valle, ofreciéndoles las altiplanicies cercanas un refugio so-
leado y tranquilo sin peligro alguno.
Esos primeros asentamientos de hace más de doce mil años son los
antecedentes de la historia de Egipto y de ello nos hablan los vestigios de
Deir-Tasa en el Alto Egipto, y las de Fayum y Merímde-Beni-Salarne en el
Delta, dejando constancia de sus contactos can sus vecinos de Nubia y
Sáhara, y El Badari del Alto Egipto, cuyos habitantes cultivadores de trigo
fabricaban incipientemente cerámica natural carente de decoración,
criando animales domésticos como el cerdo, con los principios de entie-
rro a sus muertos en fosas privadas para cada uno de ellos, todo lo cual se
entrelaza con los predinásticos de Nagada cerca de Captas, en Abidos y
Herakónpolis, mismas que fueron el enlace con las primeras culturas di-
PRIMEROS ASENTAMIENTOS SOCIOPOLfTICOS EN ORIENTE 81

nástícas, así como en el norte con las de Maadi, cercana al Cairo y los de
Fayurn, todos ellos viviendo en poblados con resguardos mediante una
empalizada, cuya subsistencia consistía en diversos cereales, perros, car-
neros, así como asnos y bueyes, estos por demás útiles para el trabajo co-
tidiano, según se ha encontrado en la decoración de vasos y paletas de pi-
zarra, aparéciendo también en ellos la pintura de barcas, con orfebrería
rica en su elaboración como también lo estilaban en sus relieves de pie-
dra, que aún pueden observarse en el museo de El Cairo.
En tanto todo esto ocurría, paulatinamente se colonizaba el valle del
Nilo a través de 1,500 años de continua evolución, con asentamientos de
numerosos grupos étnicos por ser zona de tránsito casi obligado, donde
pueblos enteros encontraban en el fértil valle una forma fácil de .vida,
pero los originarios y auténticos predecesores de los egipcios fueron sin
dejar duda los camitas, llegados del norte de África y los semitas emigra-
dos del Asia.
Durante casi dos milenios la incógnita sobre el viejo Egipto no pudo
ser descubierta, los interrogantes se sucedían unos a otros, sus imágenes
plasmadas en sus frisos y pinturas no ofrecían nada para poder desentra-
ñar el misterio de su origen, hasta un dia durante la campaña de Napo-
león en Egipto, un capitán de artillería llamado Ronsard, encontró en un
talud del fuerte de Roseta, en agosto de 1799, una piedra grabada con ins-
cripciones muy claras en dos idiomas y tres caracteres distintos, en griego
y los denominados jeroglífico y demótico egipcios, con vanos intentos de
todos los muchos egiptólogos de la época al tratar de descifrarlos, hasta
que un joven historiador francés basado en los antecedentes de un jesuita
del siglo XVII, quien había encontrado señales de ser el capto la lengua ha-
blada por los antiguos egipcios, se dedicó a estudiar dicho idioma hasta
agotar sus más profundas raíces, y a la edad de 34 años, un 14 de sep-
tiembre de 1822, pudo leer por primera vez en la Roseta el nombre de
Ramsés y su significado: Hijo de Ra, haciendo con ello luz en la oscuridad
de los siglos al descifrar toda la vida del interesante, y por demás impor-
tante Egipto de los faraones. Las tres escrituras empleadas, jeroglífica, hie-
rática y demótica, permitieron las continuas investigaciones de egiptólo-
gos, quienes terminaron de descifrar los demás elementos aun de las
tablillas cuneiformes más antiguas, en lengua sumeria dejada de usar des-
de hacía milenios, aunque conocida por algunos estudiosos de esos leja-
nos tiempos, convertidos por ende en la base del conocimiento.
Las instituciones políticas y sociales de Egipto tienen diversas etapas,
iniciadas desde su primer estadio faraónico, con la adoración de Horus,
cuya historia la escrihieron por medio de signos pictográficos, fuente de
los jeroglíficos durante el quinto milenio de la era antigua, incluyendo
importantes datos con las posibilidades de conocer los incipientes princi-
pios de la formación de un verdadero Estado, su poderosa organización
82 TEDRfA GENERAL DEL ES'f ADD

religiosa, precisamente en la línea de separación de los clanes primitivos


con los imperios históricos del cercano Oriente, realizados mediante la
portentosa agricultura, lucha tenaz por siglos para poder dominar la natu-
raleza del río Nilo, sus crecientes, inundaciones y demás impetuosos fe-
nómenos propios de tan caudaloso río, mediante la construcción de di-
ques.iterraplenes, presas.i. hecho posible al saber con exactitud el día en
que habrían de ocurrir las inundaciones, a fin de regular las fundamenta-
les actividades agrícolas, y ello pudo lograrse con profundos estudios as-
tronómicos, al realizar un cómputo solar con la estrella Sirio, llamada Sa-
tis por los egipcios, precisamente en paralelo de Menfis ubicado en el
delta, calendario usado plenamente durante la IV dinastía, del 2900 al
2750, de la era antigua.
La célula territorial básica de carácter social, político y religioso la
constituyó el spat, con su propia capital, o nut, centro donde se estableció
un refugio fortificado, el mercado regional, el palacio del monarca o régu-
lo, y el santuario del dios local, semejante al antiguo tótem de las gens y
clanes primitivos. Es en esta etapa donde se inicia en forma incipiente, la
concentración del poder en una monarquía dual, religioso-militarista. con
sello señorial en una comunidad totalmente agrícola, con los Shemsu-Hor
adoradores del dios Horus, de fuerte influencia asiática por invasores que
además unificaron a varias spat, y con ello la creación de sólidas monar-
quías en el norte y sur de Egipto, aunque en la mitología egipcia sea el
dios de la zona sur Seth y Horus en el norte, pero útiles para la unifica-
ción de Egipto, con una continuidad ininterrumpida por siglos, como nin-
gún Estado lo ha tenido en la historia, porque parte desde los primeros
asentamientos hasta el fin de la época dinástica, aun con sus guerras in-
ternas, rebeliones y demás fenómenos socio-políticos tan característicos
de todos los pueblos durante su evolución y desarrollo.
Aunque la definitiva unificación y el clímax del apogeo egipcio se ini-
cia con las dinastías tínítas, durante toda esa primera etapa se fueron con-
solidando diversas instituciones, entre ellas la del comercio internacional
hasta el Mediterráneo, mediante el intercambio de madera de Siria por el
trigo cosechado en la rica región del Delta, en tanto los antiguos pescado-
res abandonaron tan precaria vida para hacerse mercaderes navegantes y
piratas, con el consecuente transitar de riquezas destinadas a los peque-
ños poblados egipcios, cuya burguesía y el natural engrandecimiento de
ciudades en torno al Delta, como Busiris, Saís, Bubastis, Hermópolis,
Buto y en la dinámica Letópolís, frente al imponente mercado estratégica-
mente ubicado en donde el Nilo se divide, construyeron un santuario al
cual convergían diferentes religiones con una común mitología, coadyu-
vando en mucho a dar principio a la codificación de las normas del Dere-
cho egipcio, en tanto la burguesía del bajo Egipto urgió se le reconociese
en sus pretensiones de superioridad ante el régimen señorial del país,
PRIMEROS ASENTAMIENTOS SOCIDPOLfTlCOS EN ORIENTE 83

adorando al dios Osiris como divinidad universal de la clientela de los


cultivadores de la tierra, y logró imponerlo en los burgos y ciudades veci-
nas en torno al Delta hasta Hierápolis, provocando la revolución democrá-
tica con imposición de Osiris en Bustris, la primera de las rebeliones de la
historia de Egipto con el asentamiento de la monarquía centralizadora de
Buto.
Esta monarquía de Buto permitió a sus gobernantes constituir el sóli-
do Estado centralista del Delta, con dictado de normas de gran trascen-
dencia que modificaron los antiguos sistemas, dando lugar a la abolición
de la nobleza señorial, la formación de un sólido cuerpo de funcionarios,
un sistema de impuestos y del censo, el individualismo, apoyo al arte, co-
dificación del Derecho y la regularización del sistema religioso vinculado
con la nobleza, y todas estas instituciones de carácter politico, social, reli-
gioso y fiscal fueron la base para surgir en el alto valle de Nilo el podero-
so régimen señorial de los príncipes ambos, dada su ubicación en la ruta
del ora de Nubia con ventajas del comercio con el Mar Rojo, por haber
aceptado los asentamientos de colonias de mercaderes del norte, con apo-
yo a la Monarquía unificada, primero en Koptos y después hacia el sur en
Nekhen o Herakónpolis. Así se establece de hecho una cordial amistad
entre norte y sur, y cuando el Delia fue amenazado por libios y asiáticos,
el poderío del sur coadyuvó a su salvación en el 3,300 de la era antigua,
pero rota la hegemonía de Buto, por asedios de otras ciudades del Delta,
se expulsó a los nómadas, y el sur con el mitológico rey Menes intervino
en el Delta liberándose de los bárbaros, sometiendo a las ciudades rebel-
des e instaurar su poder, y con ello la verdadera unificación de Egipto.
De esta unión surgió el dominio político del sur sobre el norte, y aun-
que constituyeron un sólo reino continuó habiendo un relativo sentimien-
to de rivalidad, porque el sur tenía más preponderancia habiéndose esta-
blecido la capital en Tinis, de ahí las dinastías tinitas. Sin embargo, el
Delta influyó sobre las instituciones creadas, fundamentalmente por la
expansión del sistema religioso, la monarquía centralista, el derecho pri-
vado individualista y las de carácter económico sustentadas en el comer-
cio, y corresponde al rey Narmer ser el primero, por motivo de su matri-
monio con la princesa Neithotep del bajo Egipto, titularse lnsibya por la
unión de ambos Egiptos, y salvo dos de sus sucesores que hicieron la gue-
rra los demás se dedicaron a la administración del Estado, correspondiendo
a la JI dinastía inaugurarla un jefe del norte, con la misma capital en Tinis
en el sur, y sus sucesores continuaron ampliando su comercio con los ve-
cinos nubíos, Siria, Creta, y en general con los pueblos árabes, con Soma-
lia y hasta la Mesopotamia, en un amplio mercado de intercambio de pro-
ductos diversos; pero no obstante, las instituciones agrarias constituían
la base de su economía, pues por sus abundantes cosechas les permitía
incrementar el comercio terrestre y marítimo, en tanto sus instituciones
84 TEORÍA GENERAL DEL ESTADO

religiosas formaban parte de la dualidad del monarca como tal y como


Horus, dios supremo de Egipto, revestido del poder mágico, cuyos talis-
manes eran la doble corona, el úrea, la barba postiza, el látigo y el cayado.
y esa magia de dios único prohibia al pueblo a pronunciar su nombre, y
por tal le llamaban para'o, la gran casa, transformado en faraón, rodeado
siempre por guardianes y amigos a quienes distinguía con los mejores car-
gos públicos, iniciándose así el Egipto faraónico, como la mayor institu-
ción política de ese vasto y poderoso ímperio.
Una nueva etapa se inicia en Egipto, donde los principios religiosos
constituían el fundamento del Estado, como una institución política en
torno de la cual giraba toda la existencia del imperio, y les ayudó a impo-
ner reglas morales de gran influencia sobre los pueblos bajo su esfera de
dominio, pero repitiéndose con frecuencia los antiguos modelos del
predominio de la magia y el totemismo, consistiendo como en épocas
pasadas en animales, plantas u objetos, por eso deciamos en el capítulo
respectivo, que en múltiples ocasiones los pueblos en su evolución y desa-
rrollo vuelven los ojos hacia atrás, e instituciones aparentemente supera-
das vuelven a aparecer, y can frecuencia con más fuerza y poder del tenído
en sus orígenes. Y ese caso es típico en Egipto, no obstante los miles de
años de distancia entre unas y otras instituciones, en diversas dinastías
conjugaron en una sola figura la humana y el tótem, cuerpo de hombre o
mujer con cabeza de animal, perdurable desde la 1 hasta la III dinastía Ti-
nita, pero a partir de entonces hubo modificaciones y se representaba a
los dioses con forma humana, adornada con un símbolo distintivo de
unos a otros como Horus con el halcón, Hathor con una vaca, Anubís con
un perro, Thot con un ibis, o Sebek con un cocodrilo, y así cada uno con-
llevaba en sí mismo un animal, 'su tótem.
Pero en cualquier forma las instituciones de Egipto, en términos gene-
rales, giraban en torno a la religión principalmente en sus primeras di-
nastías. Ese fetichismo religioso repercutió vivamente en la persona mis-
ma de cada egipcio, en una permanente lucha entre espíritu y materia,
multiplicado en las ceremonias religiosas por la actitud de los sacerdo-
tes, y el retorno del dios Ra, para cuyo efecto era indispensable despren-
derse de su cuerpo y de los actos reprobables cometidos en toda su vida.
De esos conceptos, y siempre temerosos de sus actos, la vida se desenvol-
vía con la sola ilusión de la resurrección divina, debatiéndose entre el rito
de Osiris y el Solar sin saber a cuál de los dos debía volver sus ojos, hasta
que los dioses se pusieron de acuerdo: Osiris sería el rey de los muertos y
Ra el de los vivos. En el primero vagaban en el país hasta volver a repo-
sar en una de las estatuas de su tumba convertido en vigoroso joven, y
con esa magia volvía a tener libertad de movimientos, aprovechando las
ofrendas, manjares, armas, muebles y servidores que le acompañaban.
PRIMEROS ASENTAMIENTOS SOCIOPOLÍTICOS EN ORIENTE 85

En cuanto al rito solar el difunto iba al reino de Ra cruzando un río


en una barca y al final de tránsito tan dificil, tras las ceremonias de puri-
ficación, se producia una juvenil eternidad, un ser divino y con él la per-
fección, y si bien las clases humildes no veían en estos ritos ceremoniales
algo posible de alcanzar, entre los privilegiados constituía toda la razón
de su existencia con prácticas morales a fin de alcanzar la vida eterna,
y de esa manera lo observaron durante el Imperio Antiguo, criterio lleva-
do al grado de la construcción de las mastabas y las grandes pirámides,
las primeras para los nobles y sacerdotes, las segundas para los faraones,
construcciones que a la vez conllevaron la desvirtuación de sus princi-
pios morales dado el salvaje trabajo para los esclavos, y para hacerse de
ellos en la cantidad necesaria provocaban las guerras más cruentas y a la
devastación de las ciudades,.a fin de robarse a las mujeres como fuen-
tes de vida y esclavizar a los hombres dedicados a las grandes cons-
trucciones.
Las dos dinastías tinitas habían forjado una monarquía, cuya etapa
de esplendor se sitúa entre el 2700 y el 2400 de la era antigua, la Edad de
Oro en Egipto con gran perfección y organización de su gobierno, en la
economía, equilibrio social y desarrollo artístico, pero al llegar a la III di-
nastía tinita, al imponerse el delta hegemónicamente en todo el valle del
Nilo, Zoser su primer faraón establece la capital en Menfls, cerca del ac-
tual Cairo, forjando el Imperio Menfita. En su reinado y en el de sus pri-
meros sucesores llevaron a Egipto al más elevado de sus destinos, y co-
rresponde a Zoser, con ayuda de su brillante ministro Imhotep, realizar
los más excelsos proyectos de las pirámides en Zakarah, aprovechando
para ello su riqueza agrícola y el control del mercado de vasta zona, esta-
bleciendo la esclavitud sólo para los prisioneros de guerra, no para el
pueblo egipcio. .
El poder público lo constituía un consejo de diez ministros que apli-
caba la ley y administraba las 42 provincias del país, siendo ésta la época
considerada como la más liberal de su historia, principalmente por la ad-
ministración de justicia por igual a todos los niveles, con excepción de los
privilegios de los sacerdotes, por alimentar la creencia del origen divino
del faraón, quienes dieron fin a esa etapa mediante un golpe de Estado
dado por Cheops al someter los templos a su mandato y establecer la
creencia del dios-faraón y el culto de Ra, con lo cual se benefició en mu-
cho la corte establecida. Sus sucesores Chefrén y Mykerínos continuaron
el sistema, pero ya bajo yugo y esclavitud de los egipcios a fin de cons-
truir las pirámides en Gizeh cercanas al Nilo, y con ello el descontento
generalizado por el servilismo de la nobleza, la separación tan dispar de
las clases sociales, y muchos males más, llegando hasta la rebelión en la
V dinastía de Userkaf, en 2540, en un movimiento conservador, propicia-
do por los sacerdotes de Heliópolis para volver a los ritos arcaicos de la
86 TEORíA CENERAL DEL ESTADO

adoración del sol, con poderosa nobleza sacerdotal detentadora del poder
y de los principales cargos e instituciones públicas, conduciendo al país
del Imperio Antiguo al Egipto feudal.
Infortunadamente, cuando Egipto había alcanzado el pleno floreci-
miento de la cultura, el arte y principalmente el esplendor de sus institu-
ciones políticas, sobreviene este retroceso provocado por la ambición del
poder sacerdotal, reflejándose notablemente en las decadentes VI, VII Y
VIII dinastías, en las cuales casi todos los faraones fueron mediocres sin
aportar nada para el desarrollo cabal del Estado, contrario al ritmo ascen-
dente logrado durante su primera fase histórica, desde sus orígenes al fin
del Imperio Antiguo, y si bien hubo destellos de superación ello pudo lo-
grarse por la acción decidida de algunos visires, sin poder lograr una rei-
vindicación total debido a las degradantes costumbres incorporadas a sus
nuevas instituciones, como la inclemente esclavitud incrementada día a
día por la ambición faraónica, fundamentalmente en la erección de costo-
sísimas construcciones funerarias, no únicamente para el faraón y su fa-
milia, sino para la nobleza y las clases altas de la nueva estratificación so-
cial impuesta.
Los templos se constituyeron en almacenes de incalculables riquezas.
los sacerdotes, consecuentemente, conformaron una oligarquía irrefrena-
ble apoyada por algunas familias cercanas al poder público, y por tanto el
pleno disfrute de riquezas y privilegios sin par. La figura del visir como
institución creada en la IV dinastía para sujetar la burocracia al monarca,
se transformó, por las mismas desenfrenadas ambiciones, en fuente de co-
rrupción donde se impartían favores a quien mejor los pagara, en lugar de
buscar el apoyo a la soberanía faraónica, como en un principio había fun-
cionado para bien de todos los estratos, cuando había una mayor igualdad
entre los trabajadores del campo y las ciudades, así como para la clase
media que sumadas a las anteriores constituían el porcentaje mayúsculo
de la población, siendo a la vez la económicamente activa, en contraste de
la nobleza y los sacerdotes cuya suma formaba un reducido núcleo de po-
blación, suficiente para la conservación de un imperio y una sociedad
teocrática, con la participación de los guerreros dentro de esas clases me-
dias para mantener el orden, tanto en el interior como hacia afuera, con
vigilancia permanente de sus fronteras.
El dominio estaba en la oligarquía sacerdotal y cortesana reflejada en
las. instituciones creadas para sostenerla y fortalecerla, como el privilegio
de exención de impuestos a los poderosos cercanos al faraón, a los sacer-
dotes y al visir, llegando a grado talla corrupción que la jurisdicción real
se concesionó a los grandes terratenientes, otorgando nombramientos vi-
talicios para los gobernadores de las provincias, y peor aún cuando se les
concedió la facultad hereditaria del mandato y la formación de las noble-
PRIMEROS ASENTAMIENTOS SOCIOPDLÍTICDS EN ORIENTE 87

zas provinciales, quienes, incluso careciendo de los derechos tribales pre-


dinásticos, alentaban a la separación del poder central del faraón.
Se establecieron poderosos ejércitos privados de los terratenientes y
los sacerdotes, creando de inmediato el terror en el territorio, porque si
bien habían sido formados para cobrar los impuestos se convirtieron en
bandoleros, arruinando entre impuestos y robos a todos los pequeños
propietarios, obligados a vender sus tierras a los cada vez más poderosos
terratenientes, pasando así de propietarios a siervos del latifundista, en
tanto los ejércitos privados, aparte de su detestable comportamiento, pro-
cedieron a la gleba a fin de aumentar la servidumbre del señor feudal, en
que se habían convertido los gobernadores, ya sin reconocer poder ni al
faraón ni a los sacerdotes del centro, yesos antiguos nomos o provincias
asentados en sus vastos territorios, con su propio ejército, su nobleza y su
corte, sus siervos, sus sacerdotes y templos, se autonombraron príncipes,
cuyo único vínculo con el faraón era un juramento de fidelidad, muy pre-
cario por cierto, y dejando a Ra al culto faraónico, cada feudo reconoció
antiguas divinidades al gusto de los sacerdotes, de quienes recibían la le-
gitimación del poder divino, dando así fin a las dinastias menfitas.
En esta nueva forma de vida feudal, sobrevino no tan sólo la' decaden-
cia sino por demás la crisis, la inestabilidad, la confusión y la anarquía
hasta caer en la obligada subversión. Fue esta época de desconcierto civil
y religioso la etapa más cruda para Egipto, el caos y el desorden llevaron
al hambre, el comercio exterior se perdió por falta de unidad, aunque en
algunas zonas del norte y en la región dei delta se conservaron algunas
ciudades, pero ya sin poder por sí mismas continuar con las costumbres
políticas, y sus instituciones sociales y económicas, tanto de producción
como de mercado, decayeron al unísono del feudalismo imperante en
todo el sur y gran parte del norte del viejo Egipto. Los saqueos de las tri-
bus nómadas se repetían día con día, los siervos producto de la gleba
huían dejando el campo yermo, en fin el caos y la desgracia total, a lo
cual mucho coadyuvó la desorganización del ejército convertido en redu-
cidas gavillas que asolaban a toda la población, hasta sobrevenir una re-
volución gestada en el Delta, apoyada por los campesinos hambrientos y
enfurecidos por tantas inclemencias, esclavitud, castigos y muerte, termi-
nando por invadir y saquear las ciudades, derribar palacios y templos,
matar con fiereza a nobles y sacerdotes como causantes de su desgracia, e
incluso el faraón fue asesinado por la turba enardecida apoyada por los
sufridos y bambrientos esclavos.
Siervos y esclavos recobraron su libertad pero sin sobrevenir la cal-
ma, y no obstante baber recuperado su autonomía el descontento no se
detuvo, continuó durante largo tiempo, constituyéndose en el Egipto me-
dio, en Herakleópolis, un reino independiente compuesto por antiguos ri-
vales, quienes fundaron la IX y X dinastías, naciendo un nuevo pero no
88 TEORíA GENERAL DEL E8T ADO

tranquilo Egipto, toda vez un principado muy antiguo, rival de los Hera-
kleopolitas, guerreros de gran envergadura que por largo tiempo habían
sido sus vasallos, se impusieron primero en el sur del país y animados
por sus éxitos guerreros y ante la falta de unión de sus sempiternos ene-
migos, lograron vencerlos aunque no fácilmente, se proclama el vencedor
príncipe Antef faraón de los dos Egiptos, y aunque se sucedieron algunas
revueltas que impidieron por un tiempo la unificación total. pudieron lo-
grarlo sus dos sucesores iniciándose con ellos la XI dinastía del llamado
Imperio Medio o Primer Imperio Tebano, pero sin poder establecer ni la
autoridad monárquica ni la centralización administrativa, obligándose a
gobernar dentro del sistema feudal bastante depurado, con la exigencia
a la obediencia de la nobleza de todo el territorio y aliándose con las ciu-
dades del Delta, para recuperar con ello su antiguo régimen comercial con
Sudán, Nubia, el país de Punt, así como la navegación con Siria.
La vuelta a la designación del visir casi propició nuevamente la caída
de Egipto, a grado que uno de ellos desplazó al Faraón, fundó una nueva
dinastía, la XII, se autonombró faraón y destruyó total y definitívamente
la aristocracia sometiéndola por entero a su voluntad, cuyo nombre Ame-
nemhmat fue reverenciado por las generaciones egipcias de ese nuevo
Estado, dada la institución testamentaria heredada a su hijo bajo el nom-
bre de "Instrucciones", como un cuerpo jurídico dictado para ejercer un
buen gobierno, principiando con el consejo de reprimir con energia sobe-
rana cualquier intento de rebelión, pero a fin de preverlo debería guardar
impecable conducta ante sus súbditos y ser ejemplar en todos los actos de
su vida, e independientemente, como elemento básico, procurar por el
bienestar y prosperidad de su pueblo, única forma de fortalecer a su país
para preservarlo de males mayores.
Esas disposiciones-consejos en forma de Código ético-juridico se trans-
formó en la guia de sus sucesores, y durante los dos siglos de duración de
esta dinastía Egipto no tan sólo recuperó su lugar de tierra de prosperi-
dad, esplendor, riqueza económica y artística, creativa, y con un desarro-
llo cultural extraordinario, sino dio grandes guerreros dedicados funda-
mentalmente a cuidar su territorio y vigilar las fronteras, y aunque se
cuentan fabulosas leyendas sobre hazañas de Sesostris, la verdad es que
únicamente aseguraron su potestad sobre Nubia y Palestina, pero en
cuanto a contactos comerciales y relaciones, las extendieron hasta Feni-
cia, Creta, Mesopotamia y otros lugares cercanos a ese radio de influencia,
según puede observarse en sus testimonios arqueológicos.
Pero ese antiguo Egipto no obstante su grandeza lograda con enormes
sacrificios, el primero forjador de verdaderas instituciones políticas, so-
ciales y económicas, creador de un arte tan destacado durante los finales
de la XII y en la XIII dinastía, perdió el equilibrio social sin poder mante-
ner el prestigio del trono, y consecuentemente padecieron una fragmenta-
PRIMEROS ASENTAMIENTOS SOCIOPOLÍTlCOS EN ORIENTE 89

cíón del Imperio con la creación de la dinastía independiente de Xois en


el Delta, con un fuerte principado feudal en Tebas.
En esas circunstancias las tribus bárbaras indogermanas diseminadas
en el Cáucaso y en Irán, compuestas por montañeses de añejas aristocra-
cias arias, en unión de tribus caucásicas y semitas que se iban incorpo-
rando en sus incursiones vandálicas sedientas de botín y a las cuales se
unían cada vez más tribus, llegaron a Egipto por el 1700 de la era antigua,
siendo los hiksos y los heku chosuet los más belicosos, llamados por ello
príncipes del desierto, armados con largas espadas de bronce y montados
a caballo, dos elementos desconocidos para los egipcios quienes pronto
fueron derrotados, dejando a sus enemigos adueñarse del Delta, donde es-
tablecieron su capital Avaris, centro del extenso imperio creado al efecto
ampliado hasta el Eufrates, conocido como el de los mitannis con dura-
ción de un siglo, adoptando la lengua y costumbres egipcias con la fun-
dación de las dinastías XV y XVI, nunca reconocidos por Tebas en sus de-
seos de desplazarlos para volver a formar el imperio faraónico egipcio, y
en esa época de inestabilidad por la belicosidad existente, los hiksos reci-
bieron a los judíos procedentes de Canán y el Sinai permitiéndoles esta-
blecerse en las regiones semidesérticas del borde del Delta oriental, pero
dados sus abusos nació desde entonces la rivalidad de los egipcios hacia
ellos.
Durante la existencia del Imperio Medio, el extraordinario desarrollo
cultural, político, social y religioso pudo lograrse tanto por la revolución
que le dio vida, como por el fortalecimiento de la masa popular desprote-
gida y explotada con anterioridad, a lo cual se aunó el origen feudal de las
nuevas dinastías, dando como resultado esa sociedad tan llena de brío
como constructiva, dinámica y con un gran sentido democrático en las
instituciones culturales y políticas creadas bajo su sombra y por demás,
hasta podríamos decir socialízante por un justo reparto agrario, en con-
traste a la vida de esclavitud de' la época de construcción de las grandes
pirámides, mastabas y demás monumentos funerarios.
La libertad de la gleba y los esclavos egipcios cobra una importancia
vital, porque no permitieron a las generaciones posteriores la misma su-
misión, y el Estado les otorgó la categoría de colonos con derechos nunca
tenidos con anterioridad, y gracias a las dinastías faraónicas tebanas el
campesino logró volver por sus fueros del Imperio Antiguo, perdido por la
ambición de la clase sacerdotal, dotando de parcelas a quienes no las te-
nían, y si bien no eran de su propiedad, las usufructuaban mediante un
canon, un pago, con plenos derechos hereditarios, en tanto la vida econó-
mica prosperó enormemente gracias a las nuevas instituciones creadas al
efecto, y con ella los grupos urbanos resultaron los más beneficiados. El
auge del Estado se logró con facilidad sin requerir de la explotación popu-
lar, por una parte por el incremento del mercado internacional, y por la
90 TEORÍA GENERAL DEL ESTADD

otra por la explotación de las minas del Sinaí, reservadas para ei propio
Estado en búsqueda de una estabilidad económica estatal para beneficio
colectivo.
Burgueses y artesanos fueron protegidos y servían a la vez de apoyo a
la autoridad faraónica tebana, al cederles el gobierno de las ciudades me-
diante el establecimiento de consejos, llamados genbetiu, integrados por
los saru, personas de gran prestigio en la localidad. Se formó una institu-
ción para recibir las quejas por abusos de los funcionarios designados en-
tre la burguesía, y a fin de no permitir la creación de una oligarquía con-
ductora al desastre, como en épocas anteriores, procuraron por la
igualdad sin reconocimiento a los antiguos títulos de nobleza, siempre in-
teresados en el bienestar presente para forjar un halagüeño futuro.
Se designaron en el gobierno del centro tres funcionarios de elevada
categoría: el gran visir llamado tati, a quien como primer ministro le co-
rrespondía estructurar y llevar a efecto los mandatos del faraón, el guar-
dasellos y el tesorero real. Asimismo se nombró como administradores de
las provincias a los llamados nomarcas, de carácter temporal visitados pe-
riódicamente por inspectores, a la manera de auditores, conocidos como
los ojos y oídos del faraón, y con esta nueva estructura se inicia una dinas-
tía bajo el dios Amón, cuyo templo mayor se ubicó en Tebas, vinculado
por los sacerdotes con Ra, más sin embargo el Imperio Medio democratizó
el culto a Osirís, decadente durante el feudalismo, con participación de
todo el pueblo egipcio, y la trascendencia de esta democratización religio-
sa se manifestó en cuanto la momificación, destinada en forma privilegia-
da a los faraones, nobles y sacerdotes, se popularizó, y como muestra de
su devoción a Osírís junto a las momias se depositaba el Libro Sagrado
de los Muertos o ritos sagrados de Osiris.
Puede considerarse el Imperio Medio como la verdadera democratiza-
ción de Egipto, dada la creación de diversas instituciones políticas y so-
ciales, como la forjada para impartir instrucción a todo el pueblo, para
cuyo efecto en los templos se destinaron los espacios necesarios, quedan-
do asimismo de manifiesto los alcances tenidos por Egipto durante esta
época en la literatura, por igual en la poética como en la prosa didáctica,
la novela y su muy elevada oferta filosófica, pero junto a ello y con base
en la extensión de la instrucción, se constituyó Egipto como un baluarte
de ciencia, lo mismo en la aritmética, en la geometría, y la gramática,
como en su muy avanzada ciencia médica y el no menos importante desa-
rrollo de la contabilidad elaborando verdaderos tratados, y todo ello les
permitió legar múltiples conocimíentos de su evolución y desarrollo his-
tórico social, y si bien su filosofía en sus inicios está plagada de pesimis-
mo, más adelante lo modificaron penetrando en problemas de carácter
metafísico, como el relativo a la existencia.
A la par de esos conocimientos tan diversos, su cultura enriqueció las
PlUMEROS ASENTAMIENTOS SOCIOPOLÍTICOS EN ORIENTE 91

artes propiamente dichas, al dejar de manifestar sus monumentos funera-


rios en majestuosas pirámides, para dedicarse a ese colosal trabajo en ca-
vernas amplificadas por la manci del hombre, algunas con entradas me-
diante espectaculares columnas, pero lo principal, independientemente
de su ingeniosa ingeniería, dejaron plasmado en sus muros exquisitos y
coloridos bajorrelieves con claras visiones sobre la vida de quienes se en-
contraban momificados en esos novedosos monumentos funerarios, su-
mándose indefectiblemente a ello las obras de orfebreria en oro, plata,
bronce y demás metales, madera y piedra utilizados, así como incrusta-
ciones de piedras preciosas en sarcófagos y utensilios diversos, urnas fu-
nerarias, vasos y demás objetos, denotando un elevado sentido del arte en
toda la extensión de la palabra.

Conclusión
Egipto, uno de los pueblos más antiguos de la humanidad, se forja
como un verdadero Estado, cuyos orígenes se remontan al primitivismo
más absoluto, hasta su encuentro con la democracia aunque para ello hu-
biera necesitado más de tres milenios de existencia, iniciándose en su pri-
mera etapa como un conglomerado ágrafo, una sociedad plena de supers-
ticiones que la conduce a la formación de un Estado confesional, donde el
poder público y sacerdotal impiden con su acción un equilibrio del po-
der, forjaodo una monarquía poderosa, cruel y sangrienta con intermina-
bles sucesiones dinásticas, como características de su conformación típi-
camente autoritaria, aunque los excesos de poder propiciaron el despertar
de la conciencia popular.
El Egipto antiguo tuvo una doble etapa de composición, apogeo y de-
clinación, la primera al romperse la hegemonía predinástica llega hasta
la IV dinastía faraónica, para concluir con la exaltación del feudalismo y la
consecuente ruptura y disgregación del poder supremo, absoluto.
La segunda etapa corre del inicio del Imperio Medio, la nefasta inva-
sión de los híksos, la superación que arriba hasta la culminación de la
XVII dinastía, para terminar al precipitarse el nuevo feudalismo a fines de
las XIX y XX dinastías, llamadas de los ramésidas, con singulares caracte-
rísticas con Seti I y Ranisés II en la XIX, al tomar como base una política
democrática, otorgar al poder público un mínimo de ingresos, aunado a
un generalizado bienestar social, todo ello muy positivo pero tomado de
las arcas reales con el consecuente desequilibrio financiero del propio
Estado, obligado a la imposición de contribuciones, reducción de liberta-
des en el comercio y el cultivo, a fin de imponer nuevos criterios hegemó-
nicos, puesto que se había disparado el burocratismo en un crecido nú-
mero de personas incrustadas con cargo al erario público, altos salarios y
bajo rendimiento, que le impedía el crecimiento, pero a la vez necesaria
92 TEORíA GENERAl. DEI. ESTADO

para el ejercicio del poder para cuyo efecto había sído creada, así bien,
hubo de padecer los males de su propio proceder.
Al arribar la XX dinastía, la segunda de las rarnésidas. tuvieron que
afrontar las consecuencias y tomar las decisiones necesarias a fin de sub-
sanar el mal. empero la empresa se complicaba cada día más por la inva-
sión sufrida de los llamados pueblos del mar, y la cada vez mayor crisis
económica irrefrenable que condujo a la quiebra total del tesoro faraónico
real, cuya consecuencia fue la exigencia popular de los derechos conquis-
tados y al no poderlos obtener por los abusos y corrupción del poder pú-
blico y sacerdotal acaparadores de riquezas, un motín popular se lanzó
sobre las clases pudientes y a las huelgas en las diferentes actividades,
quizá las primeras de la historia universal. y para salvaguardar el poder se
decretó la inmunidad de los sacerdotes, quienes habían apoyado al poder
público de los faraones en las reformas llevadas a efecto en materia políti-
ca, social y principalmente fiscal, habiendo obtenido corno premio el
otorgamiento de más de un quince por ciento de las tierras laborables del
país, esclavos prisioneros de guerra para que las trabajasen, la entrega de
las minas de oro de Nubía, fuero especial a los sacerdotes, y muchas más
en los diferentes templos de todo el vasto territorio con inm unidades es-
peciales, con cuyo enriquecimiento se incrustaron en el propio poder
público.
Otro elemento desfavorable en este período consistió en las doctrinas
entregadas al ejército por sus servicios en la campaña contra Siria, cuan-
do Ramsés 11 se obligó a contratar mercenarios para combatir a los hítítas,
pero al término de sus servicios aquellos exigieron del faraón mayores
prestaciones, presionándolo con las armas en la mano, con verdaderas
amenazas a la estabilidad del Estado, de donde partió la decadencia faraó-
nica hasta casi desaparecer, toda vez el verdadero poder lo ejercian los sa-
cerdotes en el sur y los guerreros en el norte, y la pérdida total al arrancar
un sacerdote el poder real al faraón, sin ser reconocido en el Delta don-
de un libio se apropió del poder concluyendo en tan triste forma dichas
dinastías y precipitarse en el nuevo y destructivo feudalismo, y con ello el
fin de Egipto, el más antiguo de los Estados del orbe.

IV. LA INDIA

La extensión de la India original sobrepasaba con mucho al Continen-


te Europeo, con numerosa población de diversos origenes. Su estudio
dentro del pensamiento y las ideas políticas es fundamental por las carac-
terísticas particulares ofrecidas entre los Estados orientales, y aunque las
ideas de moral y religión son parte de la política, nunca se formó un Esta-
do teocrático y por tanto no existió el dominio y ni siquiera intervención
de los sacerdotes en los asuntos administrativos ni en su organización,
PRIMEROS ASEr>.rrAMIENTOS SOCIOP01ÍTICOS EN ORIENTE 93

como ocurrió en diversos Estados orientales, y más bien nos recuerda en


sus tradiciones, a las ciudades-Estados, oligárquicas y autónomas griegas.
A pesar de ello, las creencias divinas y la moral caracterizaban la per-
sonalidad de los indios en dos sistemas religiosos: el brahamanismo y el
budismo, siendo la primera creencia y práctica únicamente en la India, en
tanto la segunda fue y sigue siendo muy común en los pueblos asiáticos
donde se propaló rápidamente. Pero el brahamanismo no tan sólo consis-
tía en una religión en la India, sino se convirtió en un modo de ser inse-
parable de la moral en el pueblo en todas sus esferas, siendo el misticis-
mo el más profundo entre todos los pueblos orientales, y la base de la
contemplación y el éxtasis, como no existió ni en Egipto, ni en Israel y
mucho menos en China, conduciéndolos por largo tiempo a la inmovili-
dad, y consecuentemente al atraso por la falta de la acción necesaria de
todo pueblo, principalmente para establecer un sistema normativo regula-
dor de la sociedad, pero esa inacción surtió sus efectos e hizo surgir por
necesidad un código y este es el de las Leyes de Manú.
En la misma época del florecimiento de las ideas políticas de Grecia,
en el siglo IV de la era antigua, se crea el primer imperio indio, al que se
suceden otros más y algunos reinados, todos con la característica de hacer
la guerra constantemente con la pertinaz idea de formar un Imperio Uni-
versal, por ello sus sistemas políticos eran de tan corta duración coadyu-
vando a ello sin duda el brahmanismo y las Leyes de Manú, toda vez en
su creación de las castas, no sólo contradice sus principios de bondad
sino va más allá al expresar: "en todos los tiempos, en todos los Estados,
los fuertes avasallan a los débiles" y esa lógica pesimista india los condujo
a su vez a la "lógica del pez", el grande se come al chico.
Bajo ese concepto de fatalismo se desenvuelve su filosofía política, y
en relación a las castas lo fundamenta Manú en origen divino, porque na-
cieron del cuerpo de Brahma: la primera, los sacerdotes o brahmanes, co-
rresponde a la boca; la segunda, los guerreros o kchtryas, al brazo; la ter-
cera labradores y mercaderes vaisyas, al muslo; y por último, la de los
sudras o esclavos, al pie. Estas castas son parte fundamental del pensa-
miento político de la India, y contradice los principios de Manú, como có-
digo moral por excelencia, llevado posteriormente a la política, pues si en
un principio expresaba el código brahamanista el deber de huir de los ho-
nores mundanos y ser humildes, muy pronto modifican y trastocan sus
principios para sacar a la luz el orgullo más implacable que pueblo algu-
no pudiera conocer, y de ahí las guerras, y de ahí, las revoluciones inter-
nas y de ahí, la idea del Imperio Universal, y en su mundo de contradic-
ciones, de no poder matar a ningún animal ni a ser vivo de la naturaleza,
ni pisar semillas, y la lógica del pez, Manú es el perfecto código para im-
pulsar a los brahmanes a la conquista de riquezas.
Pero además aunado a la división de castas surge el despotismo y la
94 TEORÍA GENERAL DEL ESTADO

servidumbre, el esclavo liberado sigue su vida de sirviente porque no


puede trastocar la propia naturaleza que lo creó, en tanto los horizontes
ideales de la política corresponden a otra esfera con requerimientos espe-
ciales de conocimientos, porque está considerada como la ciencia más im-
portante y su actuación basada en la ley, y por ser el hombre egoísta y de-
pravado y vivir en estado de naturaleza, se requiere imponer esa ley con
autoridad y se castigue a quien haya menester, para cuyo efecto esa auto-
ridad debe ser protegida por la fuerza evitando la violencia personal, res-
petar la propiedad, cobrando con excelsitud la justicia por ser una reali-
dad política. Por ello el Estado es una necesidad impuesta por esa
debilidad de la naturaleza humana, y es la autoridad, el poder supremo, a
cuyo cargo está imponer sanciones y castigos.
La autoridad, de conformidad al pensamiento político de la India, está
intrínsecamente en el gobernante, pero esa personificación no le protege
en su actuación personal, porque su responsabilidad es igual a la de cual-
quier miembro de la sociedad, y ese criterio rompe con la consideración
del monarca como titular de la soberanía, porque a la vez de ejercer el po-
der supremo regulador del Estado y corregir los abusos de quienes no
cumplen las normas dictadas, debe ser gobernante sensato y justo, y de
no cumplir cabalmente con su cometido, ser arbitrario en sus juicios y ne-
gligente en el cumplimiento de sus deberes, o se le deponía del cargo o se
le castigaba con rigor, por ello en su historia se caía con suma frecuencia
en revoluciones en base al propio derecho de resistencia activa a la arbi-
trariedad del poder real, y lo justifican cuando expresan: "Una opinión
sostenida por numerosos miembros del pueblo, tiene mucho más valor a
la del monarca", y añadían, no sin cierto dejo de crueldad pero con abso-
luta realidad: "la soga tejida con muchas fibras es suficiente para arrastrar
a la fiera más feroz".
Por ello todo monarca, por temor al error y al castigo subsecuente,
contaba con un cuerpo de asesores de individuos sabios, reunidos en un
Consejo de Ministros, derivándose así un sistema político de monarquía
limitada en contra del gobierno absoluto de sus primeros tiempos, consti-
tuyendo un sistema de frenos y balanzas, y sus pensadores en general se
inclinan por el establecimiento de instituciones democráticas, en la reali-
zación de asambleas populares, en lugar de la libertad individual con una
clara tendencia socialista, inclinándose siempre por el claro ideal de la
fraternidad universal, y por ende la igualdad de todos lo hombres, y ello
no deja de ser contradictorio con el sistema de castas impuesto desde su
primera formación hasta la fecha, como asimismo continúa siendo máxi-
ma formal la lógica del pez.
Como apoyo a esas profundas aspiraciones de fraternidad e igualdad,
las doctrinas emanadas de Buda fueron determinantes, por ser el defensor
radical de los ideales democráticos, pronunciándose siempre en contra
PRIMEROS ASENTAMIENTOS SOCIOPOUTICOS EN ORIENTE 95

del autoritarismo monárquico y generador de la positiva idea de la proli-


feración de las asambleas populares como sistema ideal de gobierno, pero
nuevamente el contradictorio sistema indio se imponía, en tanto los mo-
ralistas no concordaban con el sistema militarista, inclinados por siempre
a un pacifismo derrotista fundamentado en su tradicional fatalismo, éste
existía congruente con el pensamiento político basado por lo regular en
él, haciendo verdaderos alardes de los sentimientos bélicos como pocos
pueblos lo han hecho en la historia, a grado de fundamentar la autoridad
en la fuerza, con exaltación a la diplomacia secreta Coma juego de habi-
lidad y astucia, identificado por algunos tratadistas con los idearios de Li-
curgo en Esparta, Bushido en Japón, y hasta con la Alemanía nazi de
Hitler en el siglo ,xx.

V. ISRAEL

De los pueblos más antiguos recogidos por la historia encontramos a


Israel, con la singular característica de ser el Estado por excelencia de ca-
rácter teocrático. Es imposible tratar de separar la historia política de la
religiosa, porque su vinculación es absoluta desde los orígenes del pue-
blo hebreo, en una fusión étnica de semíticos e indoeuropeos en sus pri-
meros asentamientos, cuando nacieron sus principios de amor a la líber-
tad, independencia y respeto a los valores humanos, con una convivencia
pacífica y concordia fraternal, sin requerir aun de un jefe o guía que les
condujera y sólo nombrado en épocas de crisis, con poder limitado a su
designación. Más este hecho social se rompe prontamente cuando el co-
mercio adquiere relevancia y da cabida a la formación de clases sociales y
en consecuencia el abandono de sus antiguos sistemas de igualdad, sur-
giendo con ello la hegemonía de quienes ya no consideran a su compañe-
ro de tribu como parte fragmentaria de su grupo, como miembro activo e
igual de una sociedad.
El primer período de la historia de Israel se encuentra en el sistema
patriarcal, de mucha importancia para ellos porque en él destacan en for-
ma importante los patriarcas, como Abraham semilla de todo el pueblo
hebreo en su nacimiento y conformación, por medio de sus descendientes
Isaac y [acob, o Israel, de cuyo nombre parte la designación del pueblo
hebreo, formado por doce tribus correspondientes a los doce hijos del
mismo, que salidos de Palestina arriban a Egipto con todo su descenden-
cia asentándose en las zonas semi desérticas, a orillas de la ribera del Nilo,
donde permanecen por siglos multiplicándose aceleradamente, pero aún
sin formar un Estado, sino en plena constitución de una nación.
Ya conformados parten de Egipto hacia Palestina, morada original de
sus patriarcas, periodo conocido como el éxodo, cuya duración es suma-
mente dilatada y Corre desde la salida hasta la llegada a la tierra prometi-
96 TEORÍA GENERAL DEL ESTADO

da, guiados siempre por la figura de Moisés, caudillo y primer legislador


de la nación hebrea, quien por fin pone pie en Canaán, Palestina, con lo
cual puede decirse termina este periodo, tan largo como lleno de padeci-
mientos,
Así se inicia el periodo llamado de los Jueces, como un progresivo
asentamiento victorioso de los hebreos en Canaán, pero con grandes clau-
dicaciones frente a la civilización superior de los originales y asentados
cananeos. Este periodo se prolonga más allá de la formación de la monar-
quía y la construcción del templo central en Jerusalén, espacio de mayor
preponderancia de los representantes del carisma profético, quienes con
. mayor inspiración en su actividad, con principios más elevados de carác-
ter religioso y moral conforman el siguiente periodo, el profético que, le-
jos de perderse por la destrucción de Jerusalén y el destierro de la nación
a Babilonia, resplandece pero con fulgor vacuo, siendo tan sólo los ante-
cedentes de la extinción profética.
Con ello principia el periodo normativo, que recoge la herencia espiri-
tual de sus predecesores profetas y las diseminadas normas, ocasional-
mente dictadas para sustentar la base moral y erigir nuevamente a la des-
truida nación, haciendo con ello regresar a la vida nacional a su territorio
original, de conformidad a las normas vivificadas. Con ello sobreviene el
último periodo, el del judaísmo, llamado así porque el hebraísmo se rom-
pió al destruirse el reino de Israel y el consecuente destierro a Babilonia
del reino de [udá, de cuyos restos habrá de surgir el Estado de Israel como
una nación restaurada, diseminada más allá de su territorio en regiones
consideradas paganas, influidas por el helenismo extendido en todas di-
recciones que al llegarles penetraron en ellos con gran influencia, aun en
el campo religioso.
Israel desde sus inicios bajo los patriarcas queda abrazado a la creen-
cia de un solo dios, Jehová o Yabvé, quien guiaba y protegía a su pueblo
en todo tiempo, aun en los peores momentos, en los de su cautividad po-
lítica, y ello los había hecho por voluntad de Jehová una nación unida y
con destino, como algo distintivo y no dado a ningún otro pueblo orien-
tal, aunque no llegaron a formar un verdadero Estado soberano, porque
consideraban a su nación establecida por voluntad divina, y sus leyes de-
rivadas de Jehová de carácter absoluto, permanente e igual a todos ya fue-
sen gobernantes o pueblo, y por las mismas razones, al proceder de la di-
vinidad, no podía ser derogada por los hombres.
Empero los judíos consideraron necesario incorporar el consenti-
miento popular a la autoridad de Dios, aunque continuaron con la absolu-
ta creencia en la obligatoriedad y obediencia, porque sólo así lograrían la
necesaria protección de Dios, y por ello al desobedecer una norma esta-
blecida, además de ser acreedores del castigo terrenal, debían enfrentar-
se al castigo divino, y esa creencia tan firme sobre la potestad de Jehová
PRIMEROS ASENTAMIENTOS SOCIOPOLíTICOS EN ORIENTE 97

les llevó a creer que en todo momento de crisis, habria de consultarle la


forma de proceder, cuya respuesta la enviaria por medio de los escogidos,
con lo cual aparecieron los profetas y los jueces, portadores de la palabra
divina, debiendo cumplirse con absoluta precisión para no contrariar la
voluntad divina.
Aquellos escogidos seres privilegiados alcanzaban esa posición por sí
mismos, no por herencia ni por constituir una casta separada, toda su
preeminencia se lograba por esfuerzo propio, con obligaciones más de ca-
rácter moral que político, sin embargo influían enormemente en el ánimo
popular, y aunque ese Estado teocrático por excelencia no se encontró
nunca gobernado por los sacerdotes, y no obstante ser en múltiples oca-
siones extranjeros sus monarcas y jueces, la influencia sacerdotal existía
en forma indirecta, muy poderosa, y continuó siéndolo incluso después
de establecerse la monarquía, y más aún cuando para defenderse del peli-
gro de los filisteos, todas las tribus hebreas se unieron para luchar contra
ellos forjando un gobierno más centralizado, y se vieron obligados a. acu-
dir a Jehová para que les enviase un rey, y así Saúl fue escogido como rey
de los hebreos, por medio del profeta Samuel, pero ante su incapacidad el
propio profeta, en su calidad de sacerdote, lo destronó para designar a
otro mejor capacitado.
Como quiera, el carácter democrático de los hebreos es manifiesto no
únicamente por su pacto voluntario con Jehová, sino porque su pensa-
miento político recibía profunda influencia de la opinión pública cercana
a los reyes, y por ello no vacilaban en sus acerbas críticas como puede ob-
servarse en David al ser severamente criticado por el profeta Nathan, y
Ahab por Elijah, y así lo hicieron frecuentemente los profetas al estimular
el descontento popular, cuando la conducta del rey era desleal o por su
torpeza manifiesta.
y llegó a ser tan importante el poder de la crítica, que ante las fuertes
contribuciones, el servicio militar obligatorio y los trabajos forzosos im-
puestos por el rey Salomón, las tribus del norte no reconocieron la suce-
sión en su hijo, eligiendo a otro monarca, y es digno de consideración que
en las críticas de los profetas se encuentra cierto matiz de carácter socia-
lista, siendo en un principio los grandes defensores de los pobres, los
desheredados y los oprimidos, y no cabe duda en ser los primeros en pre-
gonar la fraternidad universal, y hemos de consignar cómo el pueblo coo-
peró enormemente a codificar el Derecho en forma por demás definida y
determinada, fundamentando sus leyes, o torahs, de conformidad a su
original Derecho, como la expresión directa de Jehová ordenada por con-
ducto de los sacerdotes en la solución de las controversias presentadas, y
con esos precedentes forjaron todo su sistema jurídico, estableciendo tri-
bunales seculares en tiempos de Moisés para juzgar cuestiones ordinarias,
96 TEORÍA GENERAL DEL ESTADa

dejando a los sacerdotes los casos más difíciles y los nuevos, bajo la base
de su Derecho consuetudinario.
La necesidad de un código les llevó a esa determinación con objeto de
unificar las normas para poder ser aplicadas por los jueces lo más justo
posible e igual para todos, así como también para recoger algunas disposi-
ciones abandonadas paulatinamente por el pueblo por negligencia o por
propia conveniencia, y para responder a esa necesidad se dictó el Libro
del Pacto, conformado por una colección de resoluciones del siglo VII de
la era antigua, ordenadas lógicamente. Más adelante se expidió el Libro
del Deuteronomio, a base de la recopilación de las leyes antiguas para
consagrarlas en definitiva, incluyendo la obligación de reverenciar las
costumbres de sus antepasados, unidas a otras diversas innovaciones jurí-
dicas, correspondiendo a los sacerdotes hacer las exhortaciones y propa-
ganda para lograr su aceptación, hasta ser admitido el código en una
asamblea pública, declarando en forma solemne el rey y el pueblo, cum-
plir el pacto tal y como se encontraba escrito, en el llamado Libro de los
Reyes.
En el siglo v se completó la codificación mediante la expedición de la
Ley de los Sacerdotes, e igual a la anterior aceptada popularmente por el
pueblo en asamblea pública y llevada desde Babilonia a Jerusalén por
el escriba Ezra, Más tarde habría de caracterizarse el Estado de Israel, y el
propio pensamiento político hebreo, por su extrema rigidez, invariable
apego al sistema de ritos y la exaltación excesiva a las virtudes bélicas,
creando con ello gran desconcierto transformado en odio entre las tribus,
por incrementar la guerra, siendo modificadas más adelante, primero por
el helenismo y posteriormente por el naciente cristianismo, extendiéndo-
se hacia el exterior hasta llegar al mundo moderno.

Conclusión
1. Ejerció muy reducida influencia en la historia política de la anti-
güedad.
2. Se distinguen de los pueblos de su tiempo en la creencia en un sólo
dios, siguiendo los dictados de las escrituras.
3. Estado teocrático por excelencia.
4. Con Davíd y Salomón formaron una sólida monarquía, pero decae
por las exageraciones religiosas y el desmedido amor al comercio.
5. Carece de actividad científica y artística por su dedicación al tem-
plo y adoración a su dios.
6. Su salída a Egipto coarta su desarrollo político.
7. Los diversos períodos de su historia y la búsqueda pertinaz de la
tierra prometida dañan enormemente su evolución y desarrollo.
PRIMEROS ASENTAMIENTOS SOCIOPOLÍTICOS EN ORIENTE 99

8. Se caracterizan por su ejercicio democrático evitando con ello go-


biernos despóticos.
9. El poder de la crítica es fuente de poder del pueblo contra los
gobernantes. .
10. Codifica sus normas jurídicas con aprobación democrática por
medio de la celebración de asambleas.

VI. CHINA

De los pueblos orientales conformadores de los primeros Estados,


cabe destacar a China, por ser el único que fundamenta su filosofía políti-
ca y moral en seres bumanos, no a la manera de las deidades faraónicas
de Egipto, ni en las divinidades que desvirtuaron el brabamanismo en la
India, ni en los dictados de un dios como fue la guía del pueblo hebreo,
por el contrario, en China son fundamentalmente Confucio, Mencio,
Moh- Ti, Lao-Tse, así como múltiples seguidores de los mismos quienes
predicaron con el ejemplo siendo congruentes en su decir y su hacer. Si
pasáramos de la India a China veríamos cómo desaparecen esas creencias
sobrenaturales, contenido virtual de la religión mezclada con legislación y
la especulación filosófica, por el surgimiento de un lenguaje humano de
seres vivos tras la búsqueda de la grandeza del pensamiento, y si lo com-
parásemos con Egipto no encontrariamos vestigio alguno de filosofía mo-
ral, y menos aún con Israel al no forjar filosofía alguna por ir tras aquello
que en sus diferentes etapas le guía, sean patriarcas, jueces o profetas, to-
dos ellos bajo el criterio y dictado de un dios intangible.
La filosofía y pensamiento político en Cbina lo encontraremos en es-
critos de sus sabios y en los de sus inmediatos discipulos. Hablan de sí,
de hechos reales no en hipérbolas interpretativas. "El filósofo estaba com-
pletamente exento de cuatro cosas: de amor propio, de prejuicios, de obs-
tinación y de egoísmo", nos díce Lun-yu, discípulo de Confucio, quien
continúa expresando, "el filósofo era amable y cortés, su gravedad sín ri-
gidez, y la dignidad de su actitud inspiraba un respeto sin temor... ¡Qué
maneras tan dulces y persuasivas las suyas! ¡Qué afables y obsequiosas
eran!", y así continúa Lun-yu bablando de su maestro, y aunque no po-
dría asegurarse haber forjado Confucio una doctrina política, sí se sabe de
cierto que sus seguidores políticos aplicaban sus doctrinas filosóficas en
favor del pueblo, porque en China no se conocía en forma concreta la
ciencia encargada de estudiar los elementos constitutivos del Estado, pero
sí discutían los principios fundamentales del gobierno, distinguían y
comparaban las diferentes constituciones, y sabían juzgar a los gobiernos
de conformidad a los modelos típicos de la perfección, porque en China
todo adquiere mayor proporción bumana, y si bien la doctrina del dere-
cbo divino no se exagera en ninguna forma, sí se respeta.
100 TEORíA GENERAL DEL ESTADO

Al monarca se le reconoce como Hijo del Cielo. porque de él ha reci-


bido el poder. a decir de Chou-kíng, quien agrega: "el cielo al crear los
pueblos les dotó de príncipes para cuidarlos. pero ello no impide su reco-
nocimiento como hombres. no como dioses". Por lo mismo los filósofos
tratan al gobierno como una institución humana sujeta a la superación.
por ello la crítican para modificarla por ser susceptible de reformas para
su perfeccionamiento, pero Confucio no fue nunca un reformador politi-
ca. reconoce a la autoridad legitima del poder. ser él mismo quien haga
las reformas exigidas para la salvación del Estado, porque la politica para'
Confucio no es sino una parte de la moral. definiendo al gobierno como:
"lo que es justo y de derecho", y enfáticamente sostiene: "para gobernar
bien un Estado. se requiere poner orden en la familia y gobernarse a si
mismo",
"El principio racional y moral. expresa, es el fundamento, las riquezas
son tan sólo lo accesorio", y recomienda al soberano el mejoramiento de
los súbditos 'pero no a base de castigos sino del buen ejemplo, y en cuanto
a la hacienda pública establece la regla más simple: "aquellos que produ-
cen las rentas deben ser muy numerosos y escasos los que las disipan.
aquellos que las acrecientan con su trabajo no deben cesar de trabajar,
y aquellos que las consumen lo hagan con moderación. De esta manera
las rentas siempre serán suficientes".
De alguna manera el pensamiento político en China tiene cierta seme-
janza con algunos otros pueblos de oriente. pero el hecho de vivir aislada
le permitió evitar los riesgos y peligros de otros Estados. como tampoco se
vio obligada a vivir bajo un monarca poderoso con peligro de poder des-
truir su libertad de pensamiento y autonomía local. El culto del cielo y la
deidad suprema correspondía a una función del Estado ejercida por deter-
minados magistrados, importaba más el culto a los antepasados a cargo
del jefe de familia. la piedad filial fundamentó sus virtudes, derivando en
la obediencia y acatamiento a las autoridades constituidas. razón suficien-
te para no requerir de la clase sacerdotal. siendo de hecho más importan-
tes las clases cultas e instruidas, para ser ellas y no los sacerdotes quienes
estudiaran los principios políticos fundamentados en la moral. Bajo esas
premisas se puede decir que la edad de oro se manifiesta durante la di-
nastía Chou entre los siglos XI y lIT de la era antigua. por darse en ellos los
grandes pensadores y filósofos chinos.
La filosofía política china considera la necesidad de la ley con objeto
de frenar la conducta del hombre por ser de naturaleza maligna. y para
modificarla se requiere de la instrucción y disciplina. Los gobernantes an-
tiguos crearon instituciones, leyes y una moral a fin de transformarlos en
hombres de bien, aunque al respecto Mencio considera la tendencia del
hombre hacia el bien, por ser como el agua al correr hacia las pendientes.
criterio aceptado también por taoístas y confucionistas.
PRIMEROS ASENTAMIENTOS SOCIOPOUTICOS EN ORIENTE 101

El pensamiento político chino consideró asimismo la igualdad de to-


dos los hombres, la democracia gubernamental y el derecho a rebelarse
contra aquel gobierno que ejerciera el poder despótico y arbitrariamente,
y en los escritos de Confucio se encuentran ideas no sólo democráticas
sino radicales y revolucionarias al respecto. Moh-Ti predicó siempre la
fraternidad universal, en tanto Mencio se manifestaba en razón de ser el
pueblo el elemento más importante de un Estado, después la religión de
los dioses nacionales y al final el monarca, y cuando quedaren cumplidas
las aspiraciones populares y satisfecha la voluntad del cielo, se daría el
cumplimiento de las obligaciones del Estado, por ello el gobernante torpe
debía ser depuesto y sustituido por el más poderoso y virtuoso de los
príncipes, y en su caso, los ministros tenían derecho a confinar al gober-
nante hasta que ofreciere pruebas de corrección.
A la manera de los griegos, en China lo más importante era la virtud,
no la riqueza o el poder como el fin del Estado, y los gobernantes debían
estar inspirados en valores ideales de humanidad y reputación moral, ca-
rentes de todo respeto los monarcas guerreros o bélicos. Puede afirmarse
contra la creencia general, que los chinos encuentran la perfección en el
pasado y fundamentan la costumbre en la conformidad, porque la filoso-
fía política de los tiempos antiguos fue con frecuencia sumamente avan-
zada y de carácter liberal.

Conclusión
1. Como característica esencial, China se aísla del mundo y se encie-
rra en el ínterior de su muralla por su propia determinación, con objeto
de excluirse de toda relación con sus vecinos, ya por celo de su propia au-
tonomía, ya por temor a ambiciones de expansión o conquista de otras
naciones.
2. Alcanzan en remotos tiempos un alto grado cultural.
3. El sistema filosófico y religioso de Confucio, sus discípulos princi-
palmente Lum-yu, Mencio Moh-ti, Lao-tse y demás pensadores se pronun-
cian por los principios morales de conducta y de ejercicio político.
4. La familia es parle fundamental y principal institución socio-política.
5. Su aislamiento le provoca estancamiento en el desarrollo político.
6. Difiere sustancialmente de otros Estados de oriente por ser base de
su filosofía, moral, social y política, los escritos de seres humanos, de hom-
bres, no de intangibles divinidades.
7. La religión es un aspecto secundario cuyo ejercicio se deja a cargo
del Estado, puesta en manos de magistrados especiales.
8. Las doctrinas filosóficas eran siempre a favor del pueblo, y en bús-
queda de la perfección para bien de la sociedad.
102 TEORÍA GENERAL DEL ESTADO

9. No existía una ciencia para el estudio del Estado, pero sabían exigir
a los gobernantes el cumplimiento de sus obligaciones y su perfección.
10. No tuvo, por ser innecesarias, monarquias poderosas.
11. La base de su pensamiento político fue siempre la igualdad de
todos.
12. Más importante que la riqueza y el poder era la virtud, como fin
del Estado.
13. Recelosos de todo extraño.
14. Sin fatalismos, pero con gran filosofía, siguen la máxima de lo que
es debe ser.
15. A la vez de ser grandes artistas son extraordinarios artesanos con
asombrosa paciencia, que los condujo a una sana economía familiar.
16. Se oponen al culto exagerado y a las supersticiones. Su sabiduría
es ancestral, y la ciencia un desarrollo natural.
17. Su aislacionismo les condujo a cierta inmovilidad en toda su
evolución.
CAPÍTULO SÉPTIMO

LA EDAD MEDIA

r. ENCUADRAMIENTO DEL TEMA


El periodo histórico conocido como la Edad Media, el Medievo, abar-
ca casi mil años. Corre desde el final del siglo V al XV, cuya primera etapa
se le ha denominado como "De las Tinieblas", aunque con cierta injusti-
cia, toda vez parecería que la caída del Imperio Romano por la invasión
de los bárbaros, hubiese arrasado asimismo toda la cultura asimilada desde
los tiempos más remotos y bubiese quedado únicamente la superstición,
la superchería, la ignorancia, como ruinas dejadas por esas antiguas cul-
turas, aunque por otra parte existe algo de cierto dado el estancamiento
de algunas de las manifestaciones pasadas, pero en verdad creernos puede
llamarse una etapa de transición, de asentamiento, de nuevas formas del
pensamiento humano con grandes figuras en todos los órdenes de la cul-
tura universal, aunque el predominio del cristianismo y su penetración
dentro del Estado fueron factores adversos, principalmente en cuanto al
conocimiento y la cultura en manos de los frailes, quienes en sus conven-
tos y claustros monopolizaban todos los medios de difusión existentes,
hasta sobrevenir la exclaustración del saber y posteriormente el descubri-
miento de la imprenta por Gutemberg, y con ello la gran apertura del co-
nocimiento al mundo laico.
En ese millar de años cabe recordar algunas fechas y sucesos propios
a nuestro estudio. En el siglo V dos grupos étnicos, los anglos y los sajo-
nes, arriban a las costas de Inglaterra y fundan las primeras culturas en
esas tierras, transformadas al tiempo en una poderosa monarquía, un im-
perio dominador de vastas tierras en el mundo conocido de su tiempo. Du-
rante el siglo VI la antigua lengua latina se va desmembrando de su tronco
y da vida a otras lenguas como el francés, el español y el italiano confor-
mado posteriormente por Dante en un idioma formal para los reinos y re-
públicas de la península itálica, misma época del acaparamiento del saber
de los monjes, principalmente benedictinos, quienes construyen por do-
quier sus monasterios. En el siglo VII los árabes se dispersan por Europa y
dominan buena parte del territorio permaneciendo en él por largos siglos,
propagando sus costumbres y religión. Se producen una serie de embates

103
104 TEORíA GENERAL DEL ESTADa

contra los cristianos que en el siglo siguiente, el VllI, ha de ser la caracte-


ristica singular, desarrollándose la esclavitud para sus enfrentamientos
contra los árabes en constantes luchas, resueltas muchas de ellas a favor
de los orientales.
En el siglo IX nace el feudalismo con todas sus especiales caracteristi-
cas, al mismo tiempo aparece con extraordinario brío el poder temporal
del papado contribuyendo con ello a una mayor intensidad las luchas en-
tre quienes apoyaban dicho pronunciamiento, contra quienes considera-
ban al cristianismo como un asunto de conciencia y por tanto de carácter
espiritual exclusivamente. Durante el siglo X se consolida el sistema feu-
dal cobrando proporciones insospechadas, en tanto los normandos inician
sus conquistas con grandes ambiciones de poder, con lo cual también la
Edad Media principia a cobrar nueva fisonomía, y al arribar al siglo XI
ocurren sucesos de suma importancia al florecer con gran poder el Impe-
rio Alemán, al propio tiempo de la continuidad de las guerras entre los
sarracenos árabes, tomando a sangre y fuego diversas e importantes ciu-
dades, en tanto los turcos asedian y hacen caer en sus manos la ciudad de
Jerusalén, propiciando las desenfrenadas guerras denominadas Las Cruza-
das, mientras el papa Gregario VII impone su poder espiritual al temporal
y toma la bandera de la unidad de ambos brazos, convirtiéndose con este
hecho en el ser más poderoso de la tierra, a quien le rinden honores los
monarcas más importantes de Europa.
La Edad Media cobra bríos y se destacan en el siglo XII diversos suce-
sos, el primero de ellos el creciente poder de Francia al asumir el trono
Felipe Augusto, después, por la destacada actividad del creciente sistema
Feudal y, por último, el increíble desarrollo de la caballería con todo
cuanto ese término encierra, desde pequeños grupos preparados para ha-
cer la guerra, hasta los grandes y numerosos ejércitos desplegados para
combatir en las Cruzadas, uniéndose monarcas de diversos reinos, impe-
rios y Señores Feudales, en una sola unidad, y para concluir es en este si-
glo cuando se propagan por toda la Península Itálica las diversas repúbli-
cas, con sumo grado de influencia en el futuro de Europa, generando en
el siglo XlII el establecimiento de importantes ciudades, con claras ideas
libertarias para las instituciones políticas, sociales y económicas, signifi-
cándose el comercio internacional e interno, el sensible incremento de
manufacturas que coadyuvan en mucho a ese intercambio comercial de pro-
ductos genuinos entre diferentes países y, consecuentemente. el desmedi-
do desarrollo de los banqueros.
Esta institución tan vigorosa con su acción industrial y comercial se
refleja en la religión, hasta llegar a poner en duda aquellos dogmas cristia-
nos utilizados por el clero como medio de sometimiento a los creyentes
mediante amenazas de terribles castigos ultraterrenos. El desbordamiento
de quienes así se adhieren a las nuevas ideas religiosas provoca al clero a
LA EDAD MEDIA 105

imponer severos castigos a los herejes, quienes lo pagan con tormentos y


la propia existencia, amén de crueles y masivos asesinatos cometidos a
nombre de sus dogmas, y no conforme con tan drásticas medidas al pro-
palarse más las nuevas doctrinas, establecen el Tribunal de la Inquisición,
arma poderosa de la Iglesia para cometer toda clase de tropelias a herejes,
o creyentes que conforme a la evolución y desarrollo de los pueblos, van
forjando nuevas doctrinas y teorías, con diferentes ideas y criterios que
hacen temer al clero católico un cataclismo entre sus hasta entonces pa-
sivos y dominados feligreses, doblegándolos ante el temor a castigos
divinos.
El poder papal llega a limites insospechados, al armar poderosos ejér-
citos so pretexto de combatir a los sarracenos, pero utilizados para some-
ter a los monarcas menos poderosos, al contar el clero con la mayor parte
de las riquezas materiales, oro, plata, tierras, palacios, castillos ... y ese
mismo esplendor del papa y su corte coadyuva en forma importante a la
incred ulidad de los ideales de los dogmas cristianos, por lo contradictorio
del credo con la realidad demostrada por la pompa imperial del sumo
pontífice, quien lejos de la bumildad predicada ostenta desmedida sober-
bia, denosta la tan encomiada pobreza ante la palpable, evidente y grosera
riqueza frente a pueblos que sufren necesidades ingentes, y exhibe un po-
der temporal contrario a las prédicas del poder divino.
Todas estas manifestaciones y contradicciones de ese siglo repercuten
violentamente en el XIV, cuando el pensamiento y las nuevas ideas se pro-
pagan y materializan. Nuevos inventos hacen cambiar aspectos de la vida
anterior, como ocurrió con la brújula al abrir otros mundos para el comer-
cio y el arribo a tierras desconocidas. Francia, Alemania, Inglaterra e Ita-
lia expresan sus nuevas corrientes filosóficas, literarias y políticas, se pro-
duce la exclaustración del saber dejando de ser patrimonio de los frailes
en sus cautivos monasterios, los cortesanos aprenden a leer y escribir, le
signen otros más, el mundo de las ideas cunde y se propaga, las armas de
fuego provocan una revolución en las formas guerreras de la caballería,
Suiza se convierte en una República, se presenta así en ese nuevo mundo,
y todos estos hechos, principalmente la apertura del conocimiento, prepa-
ran el advenimiento del siglo xv con la imprenta, y en consecuencia la
derrama del pensamiento al encontrar el medio idóneo de su difusión.
Desde el inicio de esta XV centuria, "el siglo de oro de la humani-
dad", se desarrolla por demás la cultura clásica al asumir la lograda liber-
tad de pensamiento, y con ello la formación de una clase media inexisten-
te en las etapas anteriores. Las baronías que principiaron a decaer en el
siglo anterior culminan su caída, y con ello terminan sus formas feudales,
ascendiendo con fuerte poder los nuevos monarcas. El orden y la ley na-
cen formalmente, y tras mil años de turbulencia, de contradicciones, de
inhumanidades, aparece el Nuevo Mundo, y en esos finales felices surge
106 TEORíA GENERAL DEL ESTADO

el Renacimiento, y al conformarse paulatinamente con sus grandes figu-


ras, se eleva a los confines aspirados y ofrece su total esplendor en el arte,
la industria, el pensamiento, las ideas, la ampliación extraordinaria del
conocimiento y su interrelación e intercambio, con lo cual se enriquece
aún más.
Hemos creído necesario hacer esta síntesis de la Edad Media, con ob-
jeto de presentar una panorámica de los diversos aspectos llenados en
casi un milenio de existencia, sus cambios, los embates guerreros y de las
ideas del pensamiento cautivo en los claustros, el dominio clerical, el len-
to crecer en la evolucíón y desarrollo de los pueblos, pero debemos agre-
gar la forma apolítica que la caracteriza, por no ser objeto de importancia
en ese mundo extraño de dominios vacuos, siendo los únicos manifesta-
dos los relativos a las diferencias en posturas de potestad clerical, contra
criterios de autoridad libre de carácter civil.

!l. EL PAPADO

El cristianismo, no como mera especulación religiosa sino como for-


ma política de ser y proceder, lleva al mundo de su época por senderos de
una sola creencia, de una sola forma política, de una sola y única idea,
despojando a los seres humanos de la posibilidad de buscar otros mundos
dentro del pensamiento político y evitando nuevas aportaciones en un
estancamiento de dilatada duración. Ello ocurre ante todo por la Conver-
sión al cristianismo del Emperador Constantino, y al asumir el poder de
la nueva religión se pone a la cabeza de la misma, a la par de su calidad
imperial.
Más adelante se produce la precipitada caída y ruptura del Imperio
por la invasión bárbara, y de sus ruinas se salvan algunas de las institu-
ciones creadas por el clero religioso, quien más adelante se ha de adueñar
de las conciencias haciendo imperar su solo y único criterio afirmándose
así como una sólida unidad, porque los propios bárbaros reconocen a los
obispos como dignatarios gubernamentales, aferrados al poder en las
grandes ciudades a fin de absorberlo para concentrarlo a su propia insti-
tución. Con ello deviene primero el poder de los obispos de esas grandes
ciudades, ejercido sobre los obispos provinciales a fin de estructurar su
poder, y sobre esa base el obispo de la capital establece una verdadera
monarquía de orden clerical y consejero oficial del emperador romano,
adquiriendo un mayor poder cada día, y si bien en un principio tan sólo
era consultado en asuntos de su competencia, paulatinamente su poder
avanza hasta ser quien toma las decisiones finales de mayor importancia,
y por tanto todos los obispos de las provincias de Occidente obedecían
ciegamente al de Roma porque, además, de éste recibían los elementos
económicos para el sostenimiento de la iglesia en su jurisdicción, repar-
LA EDAD MEDIA 107

tiendo dinero y favores a los principales para someterlos a sus órdenes.


obligando a éstos a hacer lo mismo con sus dependientes.
y así con la falacia del Trono de San Pedro, la Iglesia fue forjando
todo un imperio muy poderoso y centralizado, con una estructura organi-
zada y disciplinada con brazos que podían extenderse a cualquier latitud,
y alcanzar todo cuanto quisiera el naciente pero vigoroso, acaudalado, pu-
diente y pujante papa, a quien se rendía obediencia, docilidad, sumisión
y absoluto respeto a todo cuanto dictare, llegando hasta la expresión de
ser inequívoco en sus mandatos.
Conformada como tal, la Iglesia decide formular una codificación jurí-
dica al estilo de la romana y crea el Derecho Canónico, para poder afian-
zarse en sus criterios otorgándole valor universal, y con ello el dominio
absoluto en toda Europa al propio tiempo de custodiar, depurar y regla-
mentar sus doctrinas, ceremonias y protocolo eclesiástico, y Roma se con-
vierte en el centro del mundo político y religioso, y a mayor abundamien-
to cuando la corte imperial romana se traslada a Constantinopla, el papa
ya tiene en sus manos el poder temporal conformando una diarquía, y'
aunque no se le han concedido poderes de gobierno, paulatinamente ab-
sorbe el poder temporal con una libertad de acción imperturbable, así al
arribar el siglo VII, ya en plena Edad Media, el papa tiene a su cargo los
negocios políticos de Roma y los extiende a toda la Península Itálica, y
más aún, porque el emperador romano está ocupado en hacer la guerra a
los musulmanes, quedando Roma en manos del papa.
Un hecho más consolida el imperio del papado cuando los lombardos
pretendiendo incorporar Roma a sus dominio, el papa se opone y llama
en su auxilio a los francos, quienes acuden en virtud del pacto estableci-
do entre el papado y guerreros cristianos, bajo el mando de Carlos Martel,
y posteriormente complementado con la acción de su hijo Pipino arrojan
al lombardo, y ceden no sólo el territorio de Roma al papa sino el del
imperio oriental a Italia, con ello el poder político-temporal del papado
cobra legalidad. En reciprocidad el papa convierte en legítima la fraudu-
lenta ascensión de Pipino como rey de los francos, y al extenderse este
reino sobre importante territorio del occidente de Europa, el papa recono-
ce y corona a Carlomagno, hijo de Pípino, como emperador en el año 800
en pleno fasto del medievo, con una muy estrecha relación entre ambas
entidades, Iglesia y Estado, causando profundos cambios políticos, ideoló-
gicos y de gran preocupación durante varios siglos, iniciado con la elec-
ción del papa.
En sus principios al papa lo elegía el pueblo y el clero de Roma, siem-
pre con creciente intranquilidad, violencia y hechos de sangre de diferen-
tes magnitudes. Posteriormente a la caída del imperio romano, la elección
o designación corría a cargo del elítismo de familias prepotentes dada
la importancia creciente del papado, trayendo como lógica consecuen-
cia la lucha de intereses entre las mismas familias, pero el propio papa
108 TEORíA GENERAL DEL ESTADO

ante estas diferencias sufre inestabilidad, y para recuperar su fuerza y po-


derío recurre a la corrupción y compra del cargo, mediante la derrama de
fuertes capitales salidos de las manos de los poderosos e influyentes, y así
llegan al Trono de San Pedro papas cuya corrupción era reconocida.
Dadas esas circunstancias, el sistema de elección se modificó sustan-
cialmente en el siglo XI, cuando un concilio eclesiástico determina sea un
colegio de cardenales quien realice la elección, al principio tan sólo inte-
grado por los cardenales cercanos de Roma y posteriormente ampliado en
diversas ocasiones, aunque la corrupción y los manejos fraudulentos con-
tinuaron, siendo el ejemplo más claro la elección de Alejandro VI, el papa
Borgia, modelo de deshonestidad y característico de toda perfidia huma-
na, pero que enriqueció en forma extraordinaria a su país natal, España,
con las Bulas Alejandrinas, con la entrega, legitimación y adueñamiento
de tierras en toda la latitud a que llegasen las huestes hispanas.

III. ACONTECIMIENTOS QUE INCIDEN EN LA EVOLUCIÓN


Y DESARROLLO DEL ESTADD DURANTE LA EDAD MEDIA
A finales del siglo v empiezan a conformarse los Estados europeos por
la caída del Imperio Romano de Oriente:
1. Los vándalos establecidos en España y norte de África hacen sentir
su poderío y se extienden.
2. Los ostrogodos, bajo Teodorico, sientan sus reales en la Península
Itálica.
3. Los visigodos fundan un reino en el sur de Francia y parte de
España.
4, Los burgundos ocupan el sudeste de la Galia.
5. Los anglos y los sajones se establecen en Bretaña.
6. Se acentúan las ambiciones del clero al designarse el obispo de
Roma primado de la iglesia occidental.
Durante los siglos VI, VII Y VlII:
1. Se inicia en la Galia la dinastía de reyes merovingios con Clodoveo,
2. [ustiniano asciende al trono del Imperio Bizantino y codifica las le-
yes romanas.
3. Pipino rey de los francos.
4. Los sarracenos dominan diversas partes de Europa y África y se es-
tablecen en España.
5. Pipino el Breve, rey de Francia.
6. Búlgaros y magiares se hacen poderosos, en Europa asi como tam-
bién lo hacen los tártaros en la zona oriental.
7. Carlomagno, rey de los francos y posteriormente emperador de
occidente.
LA EDAD MEDIA 109

Siglos del IX al XI:


1. Mediante el Tratado de Verdún se forman Francia, Alemania e
Italia.
2. Se inicia el Período Feudal.
3. Principia el poder temporal del papado.
4. La mayor parte de Italia se une al Imperio Alemán.
5. Se inicia el reino de Francia con los Capetas.
6. Desarrollo del feudalismo en Francia, Alemania e Italia.
7. Alemania es el gran Imperio de Europa.
8. Lucha del papado contra los emperadores.
9. Canuto rey de Inglaterra, Noruega, Suecia y Dinamarca.
10. El sistema feudal se arraiga en Francia, Alemania e Italia y apare-
ce en Inglaterra.
11. Gregario VII finca la supremacía papal sobre los soberanos.
Siglos XII y XIII:
1. Principia el nacimiento de ciudades e instituciones municipales.
2. El sistema feudal en pleno apogeo.
3. Nacen las grandes y poderosas repúblicas italianas.
4. Principia el poderío de Francia.
5. La exclaustración del saber produce un despertar intelectual des-
pués de la Edad de las Tinieblas del Conocimiento, provocada por
el acaparamiento del saber de los frailes en los conventos.
6. El Imperio de Occidente reducido a Grecia y parte de Asia Menor.
7. Nace la impropia y criminal Inquisición.
8. Se desarrollan las ciudades e instituciones municipales.
9. Se crea la Liga Hanseática con fines comerciales.
10. Desarrollo e influencia de las ciudades italianas.
11. El poder papal llega a su apogeo.
12. El emperador Federico II de Alemania lucha contra el poder papal
y la Liga Lombarda.
13. Declina el poder del Imperio Germánico.
14. Incremento del poder de Francia.
15. Se instituye la Ley del Mar.
Siglos XlV y XV:
1. Se establece la República Suiza.
2. Las repúblicas italianas de Venecia y Florencia se hacen pode-
rosas.
3. Aparición de la brújula y con ello el despliegue hacia el mar.
4. Principia a decaer el feudalismo.
5. Al arribar el siglo XV concluye el feudalismo y la Edad Media.
6. Principian las monarquías absolutas.
110 TEORíA GENERAL DEL ESTADO

7. Declaración de Independencia de Suiza al separarse del Imperio


Germánico.
8. Florencia adquiere poder y prosperidad bajo el mando de los
Médicis.
9. Venecia es poderosa por mar y tierra.
10. Un continente desconocido para los europeos, les hace ricos y mo-
difica la estructura del mundo.
CAPITULO OCTAVO

CIENCIA POLÍTICA

I. LA POLÍTICA, EL POLÍTICO Y LO POLÍTICO

Debemos entender por ciencia, en sentido lato, todo aquel conoci-


miento que contiene de cualquier modo o medida una garantía de su pro-
pia validez, concepto aplicable a la ciencia moderna en tanto se incluye el
"de cualquier modo o medida"; pero el verdadero concepto dé ciencia, a
la manera tradicional. es el que encierra en sí mismo la garantía de vali-
dez, cuyo opuesto es la opinión, toda vez ésta tiene la característica de ca-
recer de esa garantia de validez. La ciencia tiene tres formas de procedi-
miento: la demostración, la descripción y la corregibilidad.
En términos generales la demostración es el ideal clásico de la ciencia
porque estructura sus afirmaciones en un sistema, o en un organismo uni-
tario, en el que cada una de ellas es necesaria y ninguna puede ser dejada
aparte, segregada o modificada. La descriptiva se fundamenta, sin intentar
profundizar más en ello, en la distinción entre anticipación e interpreta-
ción de la naturaleza, en tanto la tercera es la que reconoce como única
garantía, a la autocorregibilidad.
Abara bien, en cuanto a política tiene diversas acepciones: la doctrina
del Derecho y la moral, la Teoría del Estado, el arte o la ciencia de gober-
nar y el estudio de los comportamientos intersubjetivos. El primero lo ex-
pone con claridad Aristóteles en su Ética, al afirmar: "la investigación de
lo que debe ser el bien y el bien supremo, parece pertenecer a la ciencia
más importante, la política", o sea determina las ciencias necesarias a las
ciudades de las que y hasta qué punto cada ciudadano debe aprender. La
segunda, la más importante para nuestro estudio, se encuentra asimismo
en Aristóteles en su obra cumbre La Política donde afirma: "es evidente
que existe una ciencia a la cual corresponde investigar cuál es la mejor
Constitución, cuál más que otra es adecuada para la satisfacción de nues-
tros ideales, cuándo no existen impedimentos externos, y cuál se adapta a
las diferentes condiciones para ser puesta en práctica, y agrega, es casi
imposible que muchos puedan realizar la mejor forma de gobierno, por
ello el buen legislador y el buen hombre político, habrá de saber cuál es

111
112 TEORÍA GENERAL DEL ESTADO

la mejor forma de gobierno en sentido absoluto, y cuál la mejor forma de


gobierno en determinadas condiciones".
Bajo esos supuestos de Aristóteles la política tiene dos funciones, una
la de describir el Estado ideal y otra la posibilidad de determinar el mejor
Estado posible dentro de ciertas circunstancias. La Teoría del Estado bus-
ca la utopía del Estado perfecto, tal como fue considerado por Platón en
La República, o en su caso, la forma más adecuada para mejorar la forma
de Estado, pero ninguna de las dos puede ser distinguida siempre.
El concepto de la política como arte o ciencia de gobernar también se
encuentra en Platón en El Político con el nombre de Ciencia Regia, en tan-
to el estagirita también lo tomó como la tercera rama de la investigación,
considerándola como el modo de surgimiento de un gobierno y el modo
de conservarlo el mayor tiempo posible cuando ha surgido.
En relación al significado dado a la política, como el estudio de los
comportamientos intersubjetívos, se inicia a partir de Cornte, al identifi-
carla con la sociología, considerando a los fenómenos políticos sujetos,
tanto en su propia coexistencia como en su sucesión, a leyes invariables
cuyo uso puede permitir influir en los fenómenos mismos.
Corresponde a Aristóteles ser el verdadero creador de la Ciencia Polí-
tica, pues en La Política expresa: "los hombres se unen para el cumpli-
miento de determinados fines, pero el fin político es el mejor porque posi-
bilita la vida buena de los hombres en el Estado. En toda asociación
humana existen determinados fines, pero los fines políticos posibilitan la
vida de la polís, la vida buena de los iguales. El fin de una cosa es la reali-
zación de sus condiciones naturales". Explica el problema de la siguiente
manera: "observamos que toda ciudad es una asociación y que toda aso-
ciación se forma por algún interés o beneficio, pues el hombre no hace
nada que no mire en definitiva como un bien. Todas las asociaciones se
proponen el logro de una ventaja, y principalmente las más importantes
de todas ellas, puesto que sus fines son más importantes y comprenden
en sí otras asociaciones. Tal es el caso de la ciudad o asociación política".
Aristóteles continúa diciendo en el capítulo primero del Libro Prime-
ro, dedicado al objeto y límite de la Ciencia Política: "se equivocan los
que imaginan que los caracteres del gobierno de un rey, de un magistrado
o de un padre de familia son los mismos, pues imaginan que cada uno de
sus gobiernos difiere sólo en el número mayor o menor de súbditos y no
en la especie. Por ejemplo: si el que gobierna manda únicamente un pe-
queño número de hombres, se le titula amo. Déspota, si manda mayor nú-
mero, y se llama ecónomo, jefe político, o rey si el número es aún más
considerable, como si no hubiera diferencia entre una gran familia políti-
ca y una pequeña ciudad. En cuanto al poder real y político, se dice que
es gobierno real cuando un hombre gobierna sólo y por su propia autori-
CIENCIA pOLfTICA 113

dad, y que es gobierno político si, por los términos de la Constitución del
Estado, fuere alternativamente jefe y súbdíto. Pero no es exacto".
Platón en sus Diálogos nos define al político ante todo como un hom-
bre de ciencia, pero se cuestiona sobre ¿cuál cieucia?, porque hay dos ór-
denes de ciencias: Las especulativas, así llamadas porque no van más allá
del conocimiento, y las prácticas, aquellas que se refieren a los actos, y
por lo mísmo clasifica a la Ciencia Política dentro de las especulativas.
Pero en una subdivisíón de estas nos dice: "un grupo de ciencias especu-
latívas nada más juzgan, como el cálculo, porque sencillamente declara
sobre la diferencia en relación a los números, en tanto en la segunda, las
otras mandan, como la arquitectura, porque ya conocido lo que va a ha-
cerse, ordena a su obrero su construcción. A este ordenamiento pertenece
la Ciencia Política, pero estas ciencias que ordenan o mandan tienen a su
vez una subdivisión: la primera, cuando el que ordena sólo trasmite órde-
nes, y la otra cuando impone su propio mandato, siendo ésta a la cual
pertenece la política". Y así continúa Platón con una larga serie de subdi-
visiones más, en cuanto a seres animados o inanimados, a individuos o
rebaños, ya sean estos acuáticos o terrestres y de estos a los que vuelan
o aquellos que caminan, con cuernos o sin ellos, los que para engendrar
se mezclan con otras especies y los que no se mezclan, cuadrúpedos o
bípedos, con plumas o sin ellas, o sea los hombres ... y todo ello lo hace
Platón para concluir con la afirmación de que la política es una ciencia
especulativa de mandato directo, cuyo objeto se dirige a seres animados
que viven en rebaños terrestres andadores, sin cuernos, que no se mez-
clan, bípedos, sin plumas, o sea hombres, y finaliza diciendo: "el que po-
see esa ciencia es el verdadero político, el verdadero rey".
Continúa expresando Platón: "el político es el que gobierna a buenas
a los hombres, pero habrá de diferenciarse el gobierno de uno solo, el de
un pequeño número, o el democrático, el de la multitud, al primero se le
llama tirano o rey, al segundo oligarquía o aristocracia, pero ninguno
de estos dos es un verdadero gobierno, porque este supone la ciencia de
mandar a los hombres, pero siendo esta la ciencia más difícil, lejos está
del alcance de la multitud".
Concluye Platón sobre el buen gobierno expresando: "el verdadero go-
bierno es el de uno solo o muchos, pero mejor de uno solo, que gobierna,
no según la voluntad general, no según las leyes, sino según la ciencia.
Los demás gobiernos no son otra cosa que imitaciones de éste, más o me-
nos imperfectos". Pero la verdadera esencia del pensamiento platónico,
del gobierno de los sabios, de la elite de la sabiduría en el ejercicio del
poder, la encontramos cuando afirma: "el mejor gobierno es el de la mo-
narquía sometida a leyes sabias, es decir la institución real, porque la
monarquía sin leyes tiranía, que es el peor gobierno, en tanto el de pe-
queño número, término medio entre los otros dos no pude ser ni muy
114 TEORÍA GENERAL DEL ESTADO

bueno cuando es bueno, ni muy malo cuando es malo, en cuanto el de la


multitud, la autoridad está desparramada, es la debilidad misma, es la mis-
ma incapacidad. Los demás gobiernos si obedecen a las leyes, entonces
éste es el peor, así como es el mejor si las violan". Por ello, Platón consi-
dera que de las tres especies de gobierno el mismo es a la vez el mejor o
peor.
"Ninguno de quienes forman parte de un gobierno imperfecto es un
verdadero político. El verdadero es aquel que encabeza un gobierno per-
fecto, el gobierno de la ciencia. La ciencia del verdadero político es como
el arte del tejedor, va tomando lo necesario y desechando lo que no es
conveniente, que referido al Estado, podría decirse forma un tejido regio".
Ahora bien, recogidos esos pensamientos de la antigua Grecia, donde
verdaderamente nace la Ciencia Política como tal y como arte de gober-
nar, Herman Heller expresa: "la diferencia de lo político y la política es
que el concepto del primero es más amplio que lo estatal", sin embargo
algunos teóricos del Estado, como la Dra. Arnáiz, lo refuta en parte, al
afirmar: "cuando Heller dice que lo político es más amplio que lo estatal
se refiere a esta fundamentación de la sociedad humana. Pero ello no es
exactamente cierto, porque si bien no toda la actividad de las sociedades
políticas está controlada por el Estado, lo político es concepto más amplio
de lo estatal, sin embargo lo especifico político es el Estado mismo".

11. EL PENSAMIENTO GRIEGO


El pensamiento griego, desde las jornadas épicas de Homero surgido
en las costas jónicas, la filosofia profundamente humana de un Tales de
Mileto, otro jónico que penetra hasta el centro mismo de la cultura, esa
Grecia que tuvo su mayor esplendor en materia política con Pericles y se
manifestó con Alejandro, esa Polis con pensadores de la altura de un Só-
crates austero, de un Platón idealista, de un Aristóteles sereno, un histo-
riador como Tucidides y un poeta como Eurípídes, también fue víctima
de tantos tiranos como ardientes partidarios de la libertad.
Su mitología con esa larga serie de divinidades, dioses y semidioses
minaba su intelecto con absurdos convencionalismos, y el mito como fun-
damento para la validez de sus actos frenaba su potencialidad cultural,
Más todo pueblo que busca sus fines en el infinito sublime de la cultura y
la dignidad, encuentra al final del camino la gloria de sus afanes, pene-
trando en la conciencia universal como forjadores de mundos reales,
como lo fue la Polis Ateniense.
A partir de ese momento de asentamiento se sigue un nuevo camino,
pero ya por senderos que dejan una huella de luz. El contenido intelec-
tual de Grecia como manantial de incalculable valor penetra en el mundo
occidental con sus más puras ideas, sus más brillantes conceptos y sus
CIENCIA POLfTICA 115

más excelsas expresiones, y son la guía que había de conformar el Estado


de nuestros días. Pero para comprender con exactitud el desenvolvimien-
to de los siglos v y VI (e.a.) hemos de remitirnos someramente a los oríge-
nes de su existencia y períodos por los que atravesó, para poder darnos
cuenta en forma palpable, de cómo en esos estadios se fue forjando su
cultura, esa cultura excelsa que nos legó y tanto coadyuvó a la formación
de nuestro mundo político, social y cultural.
La primera etapa puede considerarse desde el siglo xv al XI [e.a.], des-
de el comienzo de la cultura micénica hasta la aparición de las leyendas
épicas de Homero, época de las monarquías hereditarias, cuyos gobernan-
tes actuaban desde poderosas ciudades reales, y la guerra y el bandidaje
formaban parte de la vida misma, la manera en que gradualmente pasaron
de la caza y la ganadería a la agricultura y las artes manuales, de CÓmo
por conducto de los fenicios la cultura micénica entró en contacto con
Egipto, introduciendo en Grecia los animales domésticos y el desarrollo
del trabajo de los metales, la época, en fin, cuando la propiedad de la tie-
rra se encontraba exclusivamente en manos de la nobleza.
En su segunda fase, la dominación aristocrática, más caduca que ope-
rante hacia el siglo VI, hace necesaria una ampliación territorial que, por
las limitaciones existentes, hacía tambalear la economía griega, sus luchas
por estructurarla y establecer una fuerte monarquía.
Así, hemos de llegar a su época memorable con la destrucción del ré-
gimen aristocrático, en razón de existir una excesiva población campesina
explotada y hambrienta, que con este cambio mejora sus condiciones de
vida, época de la victoria que sobre los persas tuvieron los griegos, convir-
tiéndose por este hecho en un Estado rico y poderoso, y en consecuencia
el surgimiento de la célebre Atenas como centro económico e intelectual,
donde todos los hombres libres del Ática se convertían en ciudadanos ate-
níenses, la que guardó por siempre una rivalídad con Esparta.
Ya entonces afloran las primeras ideas político-filosóficas. El ciudada-
no griego nacía y moría gríego, dentro de su ciudadanía, de su demos de
origen. Atenas es el modelo de la Polis griega, no existe en ella el dualis-
mo Estado e individuo, germina la democracia directa sin representación
politica entre pueblo y gobernantes, porque aquellos en asamblea consti-
tuida por la Polís deliberan sobre los problemas políticos. Ya Atenas, con
una sólida economía, disuelve el antiguo orden griego y brota el periodo
del conocimiento de la verdad por la verdad misma.
La democracia en Atenas, tanto en el aspecto constitucional como en
el político, filosófico, económico y espiritual dentro del Estado, va en ar-
monía con sus propias oposiciones, y su existencia se funda en la tensión
y el equilibrio.
Y esa Constitución en el sentido griego era toda la vida de la Polís, y
fue doctrina para la historia de la Teoría Política del Estado, tomando Po-
116 TEORÍA GENERAL DEL ESTADa

libio, Cicerón y Tomás de Aquino, el concepto de Constitución Mixta


como una realidad constitucional, y así pasa a Maquiavelo y llega hasta
Tocqueville, quien afirma ya en el siglo XIX: "cuando la libertad y la igual-
dad san consideradas como privilegios formales, fundamentales del Esta-
do de masas como en Inglaterra, Francia y los Estados Unidos de Norte-
américa, esos principios tienen que ser contrapesados por la aristocracia
política de la excelencia".
La Polis griega tuvo en Atenas el ejemplo más vigoroso, el modelo de
Estado-Ciudad, donde el ciudadano se dedicaba al desarrollo de la perfec-
ción física e intelectual, cultivada en la palestra, el gimnasio y la acade-
'mia, en la que se procuraba por el estudio del ser humano como centro
del universo en virtud de las relaciones políticas con los demás indivi-
duos, profundizándose en el análisis del ser y el deber ser. "El hombre es
la medida de todas las cosas", nos dice Protágoras, y en ese pensamiento
se desenvuelve la total inquietud del griego estudioso, del griego político
que investiga y capta los hechos, es activo en el pensamiento, como pasi-
vo en el trabajo cotidiano, y esa forma de manifestarse le permite proce-
der con asombrosa rapidez en la preparación intelectual que a la postre
habría de ser su gloria e inmortalidad.
En esa Polis de creación filosófica-política es donde el mundo de las
ideas encontró su vivencia, y en la acción misma se fraguaron las institu-
ciones más puras conocidas en el mundo de su tiempo. Esas ideas plas-
madas en una Atenas de desarrollo cultural tan elevado, han pasado a
nuestros días y un sinnúmero de sus instituciones modelo sirvieron de
base al forjarse el Estado Moderno.
En Atenas existían tres categorías políticas basadas en el disfrute total
o parcial de los derechos políticos o derechos de la Polis.
1. Los esclavos carecían de todo derecho, ellos sólo desempeñaban
una labor económica básica, pero no eran considerados como personas
por carecer del fundamento elemental de libertad.
2. El extranjero o meteco no tenía participación activa en la vida polí-
tica de la Polis, aunque poseía libertad y completo disfrute en el campo
de lo que hoy llamaríamos derechos privados, aunque no había distinción
entre derecho público y privado al carecer del dualismo Estado-individuo,
creado hasta el Imperio Romano.
3. El ciudadano nacido en territorio griego permanecía de por vida
adscrito a su demarcación de origen, teniendo la facultad de elegir o ser
elegido en su propia demos, actuando en forma directa y permanente en
la vida activa política de Atenas y donde quiera que se encontrara votaba
por su demos de orígen.
Como podemos observar las diferencias de clase, usando una termino-
logía moderna, o de castas a la usanza de los pueblos orientales, en la Po-
CIENCIA POLíTICA 117

lis tenian un factor exclusivamente político, sin ningún otro matiz de ca-
rácter económico o social. Su división era en cuanto al disfrute de sus de-
rechos políticos, natural en un Estado que en forma permanente estudia-
ba lo político como un quehacer del hombre.
Las instituciones políticas griegas, con sus elementos inconfundibles
sin semejanza a la de otros pueblos, pudieron desarrollarse con total efec-
tividad gracias no solamente al pensamiento, sino en orden también al re-
ducido espacio territorial y corta expansión demográfica, pero la mayor
trascendencia, logro de la más perfecta organización, fue sin duda la es-
tructura de Atenas en su orden interno con:
1. La asamblea formada por la Ekklesia, o sea, la reunión de todas
aquellas personas que habian cumplido los veinte años, y que por ende
obtenian su ciudadania.
2. El consejo de los 500, cuya elección de miembros se realizaba me-
diante sorteo controlado y sancionado por los tribunales, el cual quedaba
reducido a cincuenta ciudadanos de participación activa, eligiéndose cin-
co representantes por cada una de las diez tribus en que estaba dividida
la ciudad.
3. Los tribunales, integrados por magistrados elegidos mediante sorteo
supervisado por el Consejo, eran órganos judiciales de revisión y ejecu-
ción de las leyes y ejercian el control y vigilancia de los actos del funcio-
nario público y del Consejo de las tribus, decidiendo, a su vez, sobre las
caracteristicas esenciales que debia tener el candidato, quien hasta ser
sancionado en su honestidad, asumia el cargo.
En el sistema jurídico de Atenas el ciudadano se defendia por sí mis-
mo, de ahí la importancia adquirida por los sofistas, aquellos enemigos de
Sócrates a quienes con su dialéctica combatía permanentemente, por ven-
der sus conocimientos a los acusados que en esta forma aprendieron la
retórica.
La institucionalidad de la asamblea del pueblo le convertia en la máxi-
ma autoridad, elemento considerado como el verdadero aspecto de demo-
cracia directa existente, casi en forma única en la Polis ateniense.
En su organización social existían dos clases: plebeyos, y aristócratas,
integrados por los dorios con plenitud de derechos políticos; los metecos,
sólo con derechos no políticos; y los ilotas, casi esclavos correspondientes
a la población proveniente de Lacedemonia. Los esclavos no entraban en
categoría social en virtud de no ser personas por carecer del básico con-
cepto de libertad.
El profundo sentimiento de solidaridad social los hacia expresar: "la
ciudad más grande es aquella en que cada ciudadano debe hacer suyas las
ofensas inferidas a otro ciudadano", mostrando así la calidad extraordina-
ria de su pensamiento social, defendiendo la vida de la Polis como inhe-
rente a su propia existencia.
118 TEORÍA GENERAL OEL ESTADO

Así fue, en forma sucinta, como el pueblo griego sentó las bases para
desenvolver su pensamiento político y filosófico a través del estudio, y el
empeño en hacer un mundo con una realidad estructural manifiesta, que
permitiera lograr con facilidad los fines del Estado, lo cual no es sino el
resultado de la actividad conjunta de un pueblo amante de la cultura, de
la libertad y de los valores humanos que crea y educa a sus propios gober-
nantes dentro de ese mismo orden social.
En su historia y sus diferentes estudios podemos observar que ese
pensamiento subjetivo del griego, tanto en sus ·sentimientos como en el
concepto de la racionalización del mundo se encuentra inclito desde sus
orígenes y vive en su propio espíritu, y puede observarse en sus expresio-
nes literarias a través de sus tragedias, basta recordar a Esquilo (524-456
e.a.), con Las suplicantes, Las egipcios y Las hijas de Daneo, trilogía de
piezas de magnificencia de estilo, Las sabuesas de Sófocles (495-405 e.a.),
o en El Ciclope y Alcesta de Eurípides (484-406 e.a.), y en tantas otras
obras de esa etapa de producción y acumulación de cultura, que como to-
rrente se eleva a los más altos designios.

A. SÓCRATES y LOS SOFISTAS


y en ese mundo de fastuosidad intelectual, pródiga en grandeza, sur-
ge la imponente figura de Sócrates, aquél quien dio la vida en aras de sus
propias convicciones, que prefirió la cicuta a la libertad ofrecida por
sus amigos para no contravenir los principios defendidos por él mismo
como normas de conducta, aquél que miraba hacia el futuro con esa vi-
sión que sólo a los iluminados les es dable. La ejemplar vida de Sócrates
(470-399 a.a.) influyó tanto en el mundo de la Polis que se constituyó
como símbolo del filósofo-político y ha llegado a ser modelo absoluto y
tipo fundamental del pensamiento de Occidente. Presenta la política, in-
vestiga sus causas y no acepta los hechos sin discusión, llega a las raíces
más profundas y las trasplanta a suelo más fértil como corresponde a la fi-
losofia de la Polis de su tiempo.
[enofonte (430-354 e.a.) y Platón (428-348 e.a.) nos relatan sus ense-
ñanzas, los primeros pasos del verdadero conocimiento a consecuencia de
su sabiduría, presentándose como filósofo, el verdadero filósofo, el amigo
de la sabiduría, y sin embargo quizá el valor más positivo histórico de Só-
crates está en el descubrimiento del concepto universal, el mundo de las
ideas y la forma de conocimiento cuando dice: "ésabe el hombre valeroso
lo que es el valor?, ¿el justo lo que es justo? y ¿el artista lo que es bello?
Un conocimiento, nos sigue diciendo, que no tenga relación con la con-
ducta, un conocimiento puro es inútil", y con ello nos enseña a vivir en
una realidad, en esa en la que su mundo se funde en el destino de la Po-
lis, aquella en que la leyera válida en tanto estaba entroncado a la cos-
CIENCIA POLÍTICA 119

tumbre y tradición, y esas mismas nociones de costumbre y tradición de-


rogaban a la norma que no coincidiese con sus principios elementales,
porque aunque Parménides enseñaba que pensamiento y ser son lo mis-
mo, Sócrates afirma que es el ser quien continúa a la idea y en ello estriba
el principio básico fundamental de la verdadera realidad.
Sócrates es el mártir intelectual de la historia, la pureza de su pensa-
miento, su fuerza personal hacía que le temiera aquella sociedad atenien-
se, porque subyugaba con su sabiduría a quien le escuchaba. Sus polémi-
cas con los no menos notables sofistas de la calidad de un Protágoras,
Trasímaco, Calicles o Antífón, son conocidas por los relatos de sus disci-
pulas y considerados como la dialéctica enciclopédica de mayor gloria en
la historia del pensamiento universal.
Su vasta cultura, su visión hacia el futuro, su amor a la humanidad y
sus conocimientos, le convierten en un supremo filósofo y en un honora-
ble ciudadano. El pensamiento filosófico de la Grecia clásica encuentra en
Sócrates su proceso de desarrollo, en Platón se convierte en principio y
en Aristóteles una realidad concreta.

B. PLATÓN
En los primeros diálogos de Platón pueden verse las fases iniciales de
su pensamiento, donde parece apenas separarse de los fundamentos de su
maestro, exaltando su figura, analizándolo con admiración y respeto. Ya
en los Diálogos de La República, Platón adquiere su genuina forma y en
aquellos de su última etapa: Parménides, Filebo y Timeo, nos muestra su
propia filosofía pletórica y hermosa, encausada hacia nuevos rumbos,
aquellos que influenciaron de manera definitiva con sus conceptos paga-
nos a los pensadores del Renacimiento. Su teoría política del conocimien-
to es de claro corte socrático, en ella basa su teoría del Estado, en tanto en
la llamada Epístola Séptima nos enseña su verdadero sentir político, en no-
tas autobiográficas escritas en su ancianidad.
Hace una confesión de sus ambiciones juveniles con sus deseos de in-
tervenir en forma activa en la política de la ciudad, cómo es invitado a
participar en el año 404 contra la tiranía oligárquica de los Treinta, y de
su desilusión cuando al triunfo de la causa, aquellos descontentos llaman
Edad de Oro de Grecia al régimen que han derribado, y cómo a la caída
de los Treinta y su sistema de gobierno vuelven sus ilusiones de partici-
par definitivamente, ya que las injusticias se sucedían, pero le embarga la
indignación cuando los desterrados vuelven y dan muerte a su querido
maestro. Con ello se refugia en sus estudios, pues comprende cuán arduo
es gobernar correctamente, porque "se necesita de amigos y compañeros
leales, hábiles hombres, que son difíciles de encontrar", expresa con inde-
cible amargura.
120 TEORÍA GENERAL DEL ESTADO

"No obstante, lleno de ansiedad, nos díce, espero el momento oportu-


no para entrar en cuestiones políticas para poder reformar la Constitu-
ción, para mejorar aquella situación", y agrega con amargura, "me quedé
esperando un momento favorable y finalmente vi con claridad que en to-
dos los Estados hoy existentes, el sistema de gobierno es sin excepción
malo y sus constituciones prácticamente irredimibles", y concluye: "de
acuerdo con esto el género humano no verá días mejores, hasta que el
gTUpO que sigue recta y genuinamente la filosofía, adquiera autoridad po-
lítica, o que la clase que tiene el control político se convierta por alguna
disposición providencial en un grupo de verdaderos filósofos".
De ahí su doctrina política idealista en la que sólo los filósofos pue-
dan gobernar, la razón de fundar La Academia y en ella formar la Aristo-
cracia del Saber. Pero el maestro del estagirita acaba sus días, según sus
propias palabras, sín actuar en forma activa. Mas su nombre ha de ser in-
mortal y sus enseñanzas prácticas para otros mundos futuros. Su vida,
sus obras y su existencia misma habían de manifestarse en otras genera-
ciones, y esas premisas pasaron con Cicerón ai mundo occidental en
tíempos de la prosperídad y grandeza de Roma, y fueron difundidas es-
pectacularmente por el cónsul y orador romano.
La aspiración suprema de Platón en el orden jurídico era la creación de
un orden moral. Según se observa en La República, para la realízación de la
virtud de la justicia, que comprende todas las otras vírtudes, el hombre de
Estado verdadero debe guiar a los ciudadanos hacia la justicia, por ello la
estructura social del Estado en Platón ha de formarse con:
1. Los filósofos, como gobernantes, guías y guardíanes.
2. Los auxiliares o administradores, y
3. Todos los demás grupos sociales que se encuentran bajo ellos.
"Y cuando cada uno de ellos cumpla con su función y no se ocupe
sino de ella habrá justicia, haciendo al mismo tiempo justicia a la ciu-
dad", nos díce con satisfacción plena, agregando: "aquel que está dotado
para gobernar, ha de pensar que su propia vida es el Estado, que deberá
renunciar a la propiedad privada ya que vivirá estrictamente para la co-
munídad". El fin del Estado es el "bien común", condena a la democracia
porque ella degenera en oligarquía y timocracia, que son las formas impu-
ras de la Constitución de un verdadero Estado, y 'añade que la virtud de la
Polis es la suma de las virtudes de los ciudadanos en tanto practican el
interés conjunto, y menciona una máxima de relevante importancia en la
que ha de fundarse la ciudad: el principio de la división del trabajo,
"porque cada hombre está obligado en hacer aquel trabajo para el cual es
apto, no otro".
Así podemos expresar que Platón crea la aristocracia del saber como
forma pura en la Constitución Política de un pueblo, siendo la fase em-
brionaria el individuo. "El Estado, nos dice, se torna como un hombre
· CIENCIA POLÍTICA 121

cuyo origen es la familia, por ello el Estado puede realizar sus grandes
ideales individuales éticos". Sin embargo, en estos conceptos Platón no
expresa que el poder, aun con bases morales y jurídicas, debe guardar un
equilibrio para su ejercicio a fin de impedir los excesos del individuo que
gobierna un Estado.
El poder es uno e indivisible por encima de la división del trabajo,
para que el ejercicio de ese poder sea efectivo es necesario el estableci-
miento de una división de funciones, y sólo a base del sistema de frenos y
balanzas, corno lo traza con magnificencia Aristóteles, es corno puede
constituirse y perdurar un Estado cuya obligación es cumplir con sus fi-
nes. Ahora bien, esos fines, que para Platón es el bien común, únicamente
a través de una división de funciones puede lograrse, y con ello llegar a la
justicia social.

C. ARISTÓTELES

1. Doctrina política
La doctrína filosófica, política y social de Aristóteles (394-322 c.a.) es
el punto de partida de la teoría politica que basada en la historia y expe-.
riencia nos enseña, con profusión de ideas y conceptos. una realidad po-
lítica con bases ciertas y verdaderas, a fin de poder fundamentar un Esta-
do tendente a su perfección en el establecimiento de sus instituciones
políticas.
Aristóteles al hacer una crítica sobre el Estado utópico de Platón nas
va mostrando el camino por el cual ha de pasar aquel Estado que desee
vivir dentro de la justicia. la virtud y la ética, pero en una verdadera reali-
dad humana, no en una ficción divina o idílica. La firmeza de sus concep-
tos. desde sus principios. así corno la solidez de su estructuración doctri-
naria y la realidad política donde se basa. son los elementos más firmes
para fundamentar un Estado,
"Cuando la investigación, alude al Estado. nos dice, es política. Cuan-
do la voluntad corno expresión se refiere a la vida personal, es ética. y éti-
ca y política son expresiones diferentes. aunque aquella debe existir siem-
pre en ésta. El fundamento del orden político es la familia y corno vínculo
necesario el matrimonio". y así lo exponen más adelante Tomás de Aqui-
no y [ean Bodin con los mismos postnlados.
No atribuye el origen del Estado a la división del trabajo, pues el Esta-
do antecede por naturaleza a la familia y al mismo individuo como el
todo precede a la parte, y en ello estriba el verdadero significado de su
zoon politikon, añadiendo: "si el Estado aparece históricamente, la entele-
quia del Estado es el concepto hombre. La justicia y la virtud son los
122 TEORíA GENERAL DEL ESTADO

vínculos de los hombres en el Estado y la admínistración de lo justo. En


ello se encuentra el principio de orden en la sociedad política".
La virtud en Arístóteles es el universo ético del mundo griego, el fin
del Estado es la utilidad ética, la felicidad. La conformación de la política
consiste en encontrar la mejor forma de Estado, y en su Ética a Nicómaco,
hacia la parte final expresa: "es necesario unir los fragmentos buenos que
se encuentran en las declaraciones de sus predecesores".
Analiza más de ciento sesenta constituciones, y de ellas va seleccio-
nando los conceptos que han de conducirlo a las conclusiones para la for-
mación de una verdadera Constitución. Esta debe ser adaptable para cada
Estado según su territorio, la idiosincrasia de la masa que lo forma y el
número de ciudadanos que lo habiten. Efectúa una investigación de lo
que mantiene o destruye a las comunidades, y estudia las constituciones
particulares con objeto de encontrar el cauce lógico de la libertad de los
individuos y la adminístración del gobierno, y con el fin de obtener una
imagen más real de cuál debe ser la mejor Constitución para un Estado,
investiga la clase de religión adecuada, las leyes, costumbres, normas de
conducta que han de dictarse y las formas más dables de adopción, y sean
familiares a los ciudadanos.
Así el estagirita con el examen profundo realizado, llega a la conclu-
sión de que existen dos clases de Estado: los sanos y los degenerados. En
los primeros la mejor de las formas es la monarquía, la aristocracia y la
democracia, siendo el principio de la monarquía y la aristocracia la vir-
tud, yen la democracia la libertad. Por su parte los degenerados están for-
mados por la oligarquía y la anarquía. Su teoría política es de clases.
"Toda Constitución, nos dice, encuentra su desarrollo pleno según la in-
tervención activa de los miembros integrantes de los diversos grupos so-
ciales en los poderes del gobierno, y muy especialmente de acuerdo con
la participación activa en el poder soberano".
y esas clases las encuentra en la propia naturaleza del hombre porque
la desigualdad es natural en los miembros de una comunidad, y lo expre-
sa claramente cuando afirma: "Desde el momento en que nacen, unos es-
tán señalados para la sujeción y otros para el mando". Con ello justifica la
existencia de la esclavitud como una institución de principios éticos, pero
más adelante rechaza categóricamente la existencia de la esclavitud legal,
en el caso de los prisioneros de guerra, por no encontrarle fundamento en
el mundo de la naturaleza sino en el de la fuerza dominante.
Después de un análisis de profunda reflexión concluye: "es evidente
que la mejor comunidad política será la formada por ciudadanos de la cla-
se media, y por tanto los Estados estarán mejor administrados en aquellos
donde la clase media sea mayor a las otras dos, o una de ellas considerada
aisladamente, porque la minoría de la clase media altera el equilibrio, en
tanto su incremento impide el dominio de cualquiera de los extremos".
CIENCIA POIiTICA 123

La propiedad de los ciudadanos de un buen Estado debe ser modera-


da y suficiente, porque donde algunos poseen mucho y otros nada puede
surgir una democracia extrema o caer en una oligarquía pura o llegar al
extremismo de una tiranía. Esto se evitará con una clase media muy exten-
sa de nivel social uniforme, porque el gobierno en las extremas es snma-
mente peligroso para conservar el equilibrio político de un Estado.
Las principales obras de carácter político de Aristóteles, el filósofo na-
cido en Estagira, Macedonia, fueron La Política y Ética a Nicómaco dedi-
cada a su hijo. Discípulo de Platón a lo largo de veinte años lo abandona
cuando comprende no estar de acuerdo con él en algunas de sus enseñan-
zas, y debe seguir en su mundo de la investigación sin disputar con el
maestro. Al separarse se aleja expresando con verdadero amor: "arnicus
Sócrates, amicus Plato, sed magís amicus veritas".
Llegó a ser maestro de todas las ciencias principalmente de las natu-
rales, desde la metafísica, física y zoología, hasta la economía, moral y po-
lítica, pasando por la poética, la retórica y la dialéctica, en su más excelsa
expresión. Fundó en Atenas la escuela de retórica, que en el año 342
abandona para trasladarse a Macedonia con el objeto de consagrarse a la
educación de Alejandro, aquél de quien se dijera: "jamás príncipe algnno
ha tenido un preceptor tan sublime". Volviendo a Atenas para continuar
su obra cultural se le llamó a él y a su escuela los Peripatéticos, por su
forma de enseñar paseando por los jardines.
Indiscutiblemente la principal de sus obras políticas, por ser la de
mayor valor a causa de su contenido doctrinario, filosófico y político, es
La Política, obra dividida en ocho libros analíticos y sistematizados, que
comprende todo un tratado teórico y práctico sin empirismos y utopías,
pletóricos de realidades plenas para la formación de las instituciones polí-
ticas y filosóficas constitutivas de un Estado.
En su libro primero realiza un estudio sobre la sociedad civil, la escla-
vitud, la libertad y el poder doméstico, nos habla sobre el origen del Esta-
do y su formación mediante la asociación de los pueblos, como fin de to-
das las comunidades. Afirma que el hombre es un zoan palitikon. No
puede vivir fuera de la sociedad, siendo el Estada la forma suprema del
individuo, quien siente siempre la necesidad de una justicia social. Deri-
va su estudio genético a la esclavitud y lo que hace a los hombres ser
libres, señores o esclavos, negando que el derecho de guerra permita al
victorioso hacer esclavos a los prisioneros.
En cuanto a la propiedad la divide en dos clases: la natural y la artifi-
cial, y elabora una teoría sobre la adquisición de los bienes, afirmando
que la economía doméstica emplea pero no crea. Entre los bienes natura-
les se encuentran la agricultura, el pastoreo, la caza, la pesca y la pirate-
ría. En la artificial, el comercio. Considera el doble valor en las cosas: el
uso y el cambio como los elementos más esenciales, donde la moneda
124 TEORfA GENERAL DEL ESTADO

cumple una función de necesidad y utilidad en la venta y las operaciones


comerciales. Condena la codicia y reprueba la usura.
En el libro segundo hace un análisis de las principales constituciones,
y al proceder a su estudio estima como la más perfecta la ateniense. Tam-
bién hace un examen crítico de Las Leyes y La República de Platón por
encontrarlas impracticables, haciendo observaciones entre las relaciones
y diferencias entre ambas. Las principales constituciones estudiadas son
las de Faleas, Calcedonia, Hipódromo de Mileto, Lacedemonia, Creta y
Cartago y en ellas hace consideraciones sobre varios legisladores.
Ya en su libro tercero profundiza en el estudio del Estado y el ciuda-
dano, formulando una teoría de los gobiernos, la soberanía y el reinado,
para así llegar a su libro cuarto donde elabora la teoría de la ciudad per-
fecta, meditando con detenimiento los elementos necesarios, extensión
territorial y demográfica, aspectos comerciales, terrestres y marítimos, si-
tuación, edificios públicos y alojamientos administrativos, de las cualida-
des, diferencias e igualdades entre los ciudadanos y la instrucción de los
hijos. En el libro quinto continúa con el examen a la ciudad perfecta a tra-
vés de la educación de las ciencias del espíritu y del cuerpo humano.
donde la música es parte esencial de la población.
El libro sexto, del cual hablaremos detenidamente más adelante, versa
sobre la democracia, la oligarquía y la división de poderes, para arribar al
séptimo en el que alude a la organización del poder de la democracia y la
oligarquía y las diversas magistraturas de la ciudad, para terminar en elli-
bro octavo con una teoría de las revoluciones, sus procedimientos, causas
y efectos en los diversos sistemas constitutivos, finalizando con una críti-
ca a Platón sobre el mismo tema.
Hasta aquí la génesis y desarrollo resumido de La Política, porque
sería prolijo y fuera de lugar, para el estudio que realizamos, tratar de
internarnos más en el pensamiento aristotélico por medio de sus obras,
aunque no dejaría de ser de considerable ínterés y de gran utilidad, y tan
sólo hemos de concentrarnos en la meditación sobre el libro Sexto de La
Politica.

2. El libro Sexto de La Política


. En la primera parte del libro Sexto de La Política, Aristóteles nos ha-
bla de la democracia y la oligarquía como formas de gobierno, aludiendo
a los deberes del legislador a quien conmina a no limitarse a conocer sólo
el mejor gobierno posible, sino sobre la marcha aprovechar los elementos
disponibles, con objeto de mejorar la configuración de las instituciones.
Para ello ha de tener una educación política suficiente a fin de poder ma-
nejar los conceptos estructurales de las leyes y constituciones, tendiendo
siempre a su mejoramiento.
CIENCIA POLÍTICA 125

Trata asimismo de las tres especies de constituciones consideradas


puras: el reinado, la aristocracia y la república, y otras más como desvia-
ciones de éstas: la tiranía, derivada de la realeza, la oligarquía, resultado
de la aristocracia cuando los ricos, pocos o numerosos son los que gobier-
nan, y la demagogia a la que da origen la república, cuando el poder sobe-
rano está en manos de los hombres libres que usan esa libertad con otros
fines.
Conviene en que la Constitución es como la repartición del poder que
se divide siempre entre los asociados, sea en razón de su importancia par-
ticular, sea en virtud de cierto principio de igualdad común. Ahora bien,
existen diversas formas de gobierno para esa Constitución de los Estados:
la monarquía cuando un Estado se encuentra regido por los mejores en
sentido absoluto no relativo. Se suscita la democracia ahí donde la sobe-
ranía da paso a todos los hombres libres, y la oligarquía donde exclusiva-
mente pertenece a los ricos, sea numerosa o no esta clase puesto que ello
es secundario, lo fundamental es el poder de la riqueza, pero así como la
libertad de la mayoría existe en la democracia, por lo general se encuentra
minoría en los ricos, por lo tanto no hay oligarquía sino donde los ricos y
los nobles, siendo pocos en número, ejerzan la soberanía.
Por su parte, la aristocracia consiste en el reparto de los honores de
una manera proporcional al mérito, en el cual la opinión de la mayoría
constituye la soberanía y se inclina hacia la oligarquía, porque ordinaria-
mente la ilustración y la nobleza son patrimonio de los ricos, por ello esta
forma de gobierno es la supremacía política de los ciudadanos eminentes.
Su característica es la virtud y la combinación de los tres elementos: li-
bertad, riqueza y méritos, en tanto en la república el gobierno es una
combinación de la democracia y la oligarquía, inclinándose hacia la pri-
mera por tener sus bases en otra combinación: la libertad y la riqueza.
La tiranía es de tres clases: la real, en cuanto debe a la ley y a la vo-
luntad de los súbditos su existencia, pero es tiranía propiamente dicha, si
su ejercicio es despótico y arbitrario, Otra es cuando se escogen jefes ab-
solutistas como los esímenetes de los griegos, anteriores a Aristóteles, y la
tercera el reinado o monarquía absoluta, en la cual sin responsabilidad al-
guna y sólo en interés del Señor, se gobierna a súbditos que valen más
que él.
Las parles que debe tener un Estado, en cuanto a las personas que 10
componen en orden al ejercicio interno, son: Los labradores, quienes pro-
veen la subsistencia de los ciudadanos, masa numerosa y por ello clase
importante. Los artesanos, consagrados al ejercicio de las arles sin las
cuales un Estado no puede subsistir. Los mercaderes, dedicados a com-
prar y vender en las recovas y tiendas. Los mercenarios y los guerreros,
quienes han de combatir en defensa del Estado, y los que deliberan acerca
de los intereses generales. Esta prerrogativa está reservada a la ínteligen-
126 TEORíA GENERAL DEL ESTADa

cia política, toda vez deben decidir en los litigios entre los ciudadanos,
Por otra parte se encuentran los ricos, los administradores y quienes ejer-
cen las diversas magistraturas,
En la democracia existen cinco diversas formas,
a. Aquella cuya base es la libertad y la igualdad con ausencia de pri-
vilegios políticos: ni riqueza ni poderes, sin gobernar de manera exclusiva
ni los unos ni los otros. El voto de la mayoría es la fuerza que otorga el
poder.
b. La que paga el censo exigido por la ley, parte necesaria en las fun-
ciones públicas pero queda excluída si deja de poseer y por consiguiente
de pagar.
c. La que otorgan las magistraturas a todos los ciudadanos de buena
vida y costumbres, pero no son ellos sino la ley la que manda.
d. En donde basta la condición de ciudadano libre para que todo ha-
bitante sea declarado apto para las magistraturas.'
En estas cuatro primeras formas, es la ley la base de la soberanía.
e. En la que la soberanía pasa de la ley al pueblo, la autoridad sobera-
na se traduce en decretos y se aparta de la ley.
Existen cuatro formas de oligarquía:
a. Es necesario pagar un censo para llegar a las magistraturas, que no
puede sufragar un pobre.
b. Los que poseen considerables rentas eligen a quienes no lastíenen,
llamándolos con sus votos al desempeño de las magistraturas. Esta se ase-
meja más a la arístocracia y sólo es oligarquía cuando el círculo de elec-
ción es limitado.
c. La hereditaria de padres a hijos.
d. Se une al principio hereditario el elemento de la soberanía de los
magistrados, quien sustituye a la ley. Esta forma corresponde perfecta-
mente a la tiranía en los gobiernos monárquicos y en las democracias su-
jetas a la oligarquía dinástica.
El mejor Estado es aquel en el cual existe predominio de la clase me-
dia, donde no hay muchos ricos ni muchos pobres, buscando siempre el
justo medio, toda vez los muy ricos son soberbios y los muy pobres se
convierten en rastreros de los ricos, creando así dos clases: amos y escla-
vos. Este último medio se encuentra en la República como forma de Esta-
do, considerándose siempre el peor de los estadistas a aquél que se aleja
del justo medio.
Una de las caracteristicas imprescindibles de toda Constitución, por
ser la más conveniente a un pueblo, es aquélla donde la parte de la ciu-
dad dedicada al mantenimiento de la Constitución es más fuerte a aquélla
que provoca el trastorno de la misma. En todo Estado es preciso distinguir
CIENCIA POLÍTICA 127

la calidad y la cantidad de los ciudadanos. Por calidad se entiende la li-


bertad, la riqueza, las luces y el nacimiento. Por cantidad la preponderan-
cia numérica. La calidad puede encontrarse en algunos de los elementos
políticos y la cantidad en otros, lo que generalmente ocurre entre gober-
nantes y gobernados.
Aristóteles, después de describir con nitidez y precisión las distintas
clases y formas de gobierno y la Constitución que debe adoptar cada Esta-
do en su caso particular, de acuerdo con el sistema más conveniente a sus
propias necesidades y considerando los principios mismos en que descan-
sa, nos conduce a la división de poderes. De acuerdo con su pensamiento
en todo Estado el gobierno debe dividirse en tres partes:
a. Aquella a cuyo cargo están las deliberaciones sobre los negocios
públicos en los cuales el soberano es el Estado, es decir, la Asamblea Ge-
neral, que controla la decisión con plena soberania en la guerra y en la
paz, así como las alianzas y la ruptura de los tratados. También ha de ha-
cer las leyes que han de regir, correspondiéndole asimismo fiscalizar las
cuentas, pronunciar las sentencias de muerte, destierros y confiscaciones.
Estas funciones, aun más amplias que las de nuestro sistema moderno, in-
discutiblemente corresponden al llamado Poder Legislativo en todas sus
características.
Para formar este cuerpo, existen diversas maneras porque sus atribu-
ciones pueden corresponder a una o varías magistraturas o bien parte a
una y parte a otras. según el número de ciudadanos integrantes del Esta-
do. Es factible que pueden ser en forma alternativa, por turno o por reu-
niones. Además, y veamos el paralelismo dentro de nuestro sistema pluri-
partidista, todas las tribus y agrupaciones deben estar representadas en la
figura de los magistrados.
Ahora bien, por los rasgos característicos de Atenas, en cuanto ser
una Polis de proporciones reducidas, tanto territoriales como demográfi-
cas. correspondía a la Asamblea General del pueblo, reglamentar las
cuestiones administrativas y la proclamación de los acuerdos de los ma-
gistrados.
Esa misma masa de ciudadanos delibera para' elevar magistrados,
comprobar las cuentas presentadas, decidir sobre la guerra, y tratándose
de alianza dejan a dichos magistrados todos los demás asuntos del Estado.
Parte de esa función se ejecuta actualmente por medio de la elección de
los representantes que han de formar al cuerpo legislativo, quienes en su
caso la resuelven de acuerdo con las facultades con que cuentan.
Corresponde asimismo a esta Asamblea General someter todos los ne-
gocios públicos a los debates del pueblo reunido. Los magistrados sólo
preparan las reuniones y las deliberaciones de la Asamblea GeneraL Esto
se produce en una forma de gobierno democrático que se transforma en
oligarquía cuando las decisiones se toman sólo por un número reducido.
128 TEORÍA GENERAL DEL ESTADO

b. El ejercicio de las magistraturas, o sea el cuerpo de los magistrados,


semejante a nuestro Poder Ejecutivo, debe definir si ha de estar en manos
de una o de varias magistraturas, o parte en uno y parte en otros. En todas
formas él o los magistrados tienen el derecho de deliberar, juzgar y orde-
nar. Es necesario determinar la duración de las magistraturas, según la
conveniencia de cada Estado ya sea seis meses, un año o vitalicia, y al
mismo tiempo resolver cuáles serán sus miembros, los que pueden o no
serlo, y por quién y cómo han de nombrarse. Existen varios sistemas que
suman hasta doce formas, de las cuales dos son las democráticas: cuando
es posible escoger entre todos los ciudadanos por elección o por sorteo, y
cuando se nombra a unos por sorteo y a otros por elección. En cuanto al
número, éste depende del mayor o menor tamaño geográfico del Estado y
la cifra de habitantes.
c. En los tribunales a quienes incumbe la administración de la justicia
como cuerpo judicial, llamado entre nosotros, Poder Judicial, debe deter-
minarse si los magistrados son elegidos por todos los ciudadanos o por los
de una sola clase. En esta diferencia se encuentra la idea de preparar a un
grupo de ciudadanos con objeto de capacitarlos para esa labor.
Por la índole de las causas, existen diversos tipos de tribunales:
a. Los tribunales que juzgan a los agentes de la contabilidad.
b. El que falla sobre los delitos públicos.
c. El que llama a sí todas las causas en que esté interesada la Consti-
tución.
d. El que decide entre los particulares y los magistrados, cuando los
primeros no se conforman con las penas impuestas por los últimos.
e. El que se ocupa de los pleitos relativos a las transacciones entre los
particulares.
f. El tribunal para los extranjeros.
g. El que conoce de la acusación de homicidio, ya sea por asalto, con
premeditación, involuntario, confesado y reconocido por su autor pero
por motivos que él cree legítimos, cuando el homicida después de extradi-
tarse voluntariamente, vuelve para responder a quienes se oponen resida
en su patria, y
h. El que entiende en las transacciones de menor cuantía entre los
particulares.
. Por el procedimiento con que se nombren pueden ser:
a. Todos los ciudadanos por elección o por suerte son llamados para
juzgar los litigios civiles.
b. Unos por elección y otros por suerte.
c. Todos por suerte, y
d. Todos por elección.
. Hasta aqui la división en forma tripartita que hace Aristóteles de los
CiENCiA POLÍTICA 129

poderes, y que debe aplicarse por igual a cualquier forma de Estado. Por
su contenido podríamos afirmar que en todo sistema adoptado el equili-
brio del poder a través de una división de funciones, es el procedimiento
ideal para evitar la arbitrariedad y el despotismo.

III. INFLUENCIA DEL PENSAMIENTO GRIEGO


EN LA HISTORIA DE LAS IDEAS POLíTICAS

A. ALEJANDRO MAGNO y EL HELENISMO

Alejandro Magno (356-323 e.a.), discípulo de Aristóteles, no obstante


haber aprendido del maestro sus más excelsos pensamientos y vivir la era
de los Estados-ciudades de la Polis griega, pone fin a esa etapa e inicia la
creación del Imperio Helenístico.
El Estado mundial sustituye a la Polis, la cultura universal reemplaza
aquella distinción entre griegos y bárbaros, las ideas cosmopolitas de la fi-
losofía estoica se tornan diferentes con Alejandro al someter al imperio
persa el espíritu griego, mezclando cultura y espíritu en una conciencia
universal occidental, y quizá por no seguir las directrices de su maestro,
quien aconsejaba a Alejandro "presentarse como un señor entre los persas
y un Iider entre los griegos", la política alejandrina de unificación cosmo-
polita acabó con el creador de una época y lo consumió en su misión.
La caída de Atenas puso término a esa Polis griega, y su mundo se vio
transformado en una serie de monarquías militares por la expansión de
Alejandro llevada hasta el Indo ampliadas posteriormente por sus suceso-
res formando los reinos semiasiáticos de Egipto, Siria y Pérgamo.
A esa democracia griega le sucedió la autocracia, y la aristocracia
también fue vencida por ella. Se perdió la tradición y la cultura abandonó
el lugar preponderante que había logrado, aun así el griego siguió produ-
cíendo aunque en una nueva forma de expresión, mas siempre con el
principio rector de un intelecto clasicista. Fue la edad de la prosa donde
el mundo de la poesía retornó hasta entrado el siglo III en Alejandría, con
los tolomeos, pero desgraciadamente ya sin la profundidad de otros tiem-
pos, siendo su más caro exponente Calímaco, rival de otro no menos emi-
nente poeta, Apolonio de Rodas, quien se adueña de la vieja leyenda del
Vellocino de Oro y la trasplanta a su mundo con un corte homérico.
El helenismo, fuera de algunas incípientes corrientes tendientes a la
literatura, na creó talentos como los de la época clásica. En las ciencias se
produjeron avances quizá impulsados por los antecesores que les habían
estudiado. Aparecieron los estoicos, los cínicos y los epicúreos, con nue-
vas rutas filosóficas, pero carentes de la sutileza y estilo de sus antepasa-
dos. Y así fueron arrastrando los restos de la cultura hasta que Roma, to-
mando el ejemplo de Grecia, impulsó el pensamiento y las artes, pero
aquella grandeza se había perdido en el tiempo.
130 TEORÍA GENERAL DEL ESTADü

Este período de transición de la Grecia clásica a la Grecia romana.


considerada como la era alejandrina y el helenismo, muestra una clara de-
cadencia aunque trata de resurgir en la época de Demetrio Faléreo, cuan-
do hacen su aparición en el ámbito de la intelectualidad Teofrasto y Me-
nandro, siendo tan sólo una pequeña llama y muy pronto apagada.
principalmente en el mundo de las ideas políticas al no realizar aporta-
ción alguna.
Aquella influencia de Atenas en sus creaciones políticas, sociales, fi-
losóficas y artísticas, que tanto contribuyeron al progreso de la humani-
dad. Con ese cúmulo de conocimientos que la hicieron inmortal como
fuente de sabiduría y cuna de la belleza. permaneció a través de los siglos
con su naturaleza ideal, inclusive los mismos bárbaros la amaban y
respetaban.
Humboldt decía: "estamos acostumbrados a contemplar a los griegos
bajo la luz maravillosa de una transfiguración idealista". y es verdad, pues
aunque perdiendo su fuente creadora, que realmente en factor tiempo
duró escasamente unos cuantos lustros. seguía cantándose entre los hele-
nos, y en los siglos subsiguientes se exaltó toda su celebridad a grado tal,
que aun perdida su esplendorosa aureola de majestad sublime. los roma-
nos se disputaban el derecho de ser elegidos como magistrados honora-
rios de ella. para protegerla como una gloria que admirarían las generacio-
nes futuras.
'La personalidad de Alejandro. afable. de razonamiento frío. dotado de
gran energía. supo captar las simpatías de quienes le rodearon, pero su
proyección en la guerra le impidió ver con claridad cómo iba desapare-
ciendo el clasicismo griego. propiciado por él mismo como hombre de ar-
mas. Desde muy niño acarició la idea de la guerra con Persia y se preparó
para ella toda su vida. y en su aprendizaje al lado de Aristóteles se le
abrió el camino político. y siguiendo sus enseñanzas, cuando se presenta-
ba ante los griegos lo hacía como amigo y compañero, no como vencedor.
Sin embargo. este período cierra para la historia la ilustre época de la
íntelectualidad de Grecia. Termina la función creadora del genio y marca
la hora de las batallas, el surgimiento de una existencia nueva: el mundo
de Alejandro Magno, la muerte de la Polis.
Hemos visto en un recorrido general la esencia del pensamiento aris-
totélico. y cómo el filósofo-polítíco forjó las bases fundamentales para el
establecimiento de un Estado con tendencia a la perfección en sus institu-
ciones políticas. pero no a la manera de Platón idealista. utópico, sino real
y pragmático.
Polibio toma los conceptos aristotélicos y trata de aplicarlos en Roma.
con el objeto de mejorar las instituciones, y frenar el poder despótico del
imperio. Así influye en Cicerón, quien captando a Polibio comprende que
sólo con un sistema de frenos y balanzas puede lograrse el equilibrio ele
CIENCIA POLÍTICA 131

los poderes en el Estado. De esta manera Polibio y Cicerón le dan vivencia


a la doctrina del estagirita y positivizan sus teorías.
Por su parte, Tomás de Aquino otorga a las ideas de Aristóteles un
concepto religioso cristiano en la Sumo teológico, y las envía al mundo
cuando se produce la exclaustración del saber, y pronto se difunden por
toda Europa, y mediante las traducciones al árabe llegan hasta el oriente,
donde son recogidas y esparcidas nuevamente.
Guillermo Moerbeke en el siglo XIII hace una traducción de La Políti-
ca, y una vez más la influencia del pensador griego se arraiga en el conti-
nente, hasta que posteriormente resurge en el Renacimiento el paganismo
platónico y se le da vida en Florencia, en la Casa de los Médicis.
La estructura jerárquica del sistema aristotélico se encontraba en ple-
na armonía con la opinión que del mundo se tenía en el Medievo, hasta
que el espíritu sistemático no pudo seguir con el concepto de naturaleza
al advenimiento del Renacimiento, donde ya no se acepta el juicio con-
creto de Aristóteles, al surgir el sistema platónico de la hipótesis.
Galileo (1564-1642) resucita la teoría crítica de Platón, y Hobbes trata
de aplicar el método de aquél en el mundo social del siglo XVl1, y así lo
describe en la conclusión de la segunda parte del Leviatán en cuanto a los
filósofos reyes, por lo que la aristocracia del pensamiento degenera en un
utopismo clásico.
Los pensadores griegos partían de la identidad de la estructura del ser
y del pensar. Hobbes conoce los impulsos del ser, cree en el poder de la
razón para su control, pero no llega a entender que esa razón no puede
suprimir la existencia irracional de los impulsos o las pasiones, y por tan-
to, lo único que le es dable hacer es comprenderla y guiarla, pues es qui-
mérica y absurda la creencia del autocontrol humano racional.
Ahora bien, los conceptos fundamentales de las ideas políticas aristo-
télicas, por ser más reales a las anteriores, representan auténticamente el
último esfuerzo del pensamiento griego en el ámbito del mundo de la na-
turaleza, aquél de la ciudad Estado destruida por Alejandro, sustituyéndo-
la con la imagen de un gran reíno que comprendiese al mundo entero.
Alejandro no vivió lo suficiente para ver cristalizados sus propósitos. Sus
sucesores dividieron el orbe conocido en tres o cuatro imperios goberna-
dos despóticamente, pero Alejandro tampoco pudo percibir de qué mane-
ra el genio de su maestro y preceptor floreció posteriormente.
[ohn Locke y más tarde Montesquieu vuelven a ofrecer las ideas del
filósofo de Estagira y la infl uencia aristotélica se torna determinante.
Montesquíeu redacta y publica El Espírítu de las Leyes, donde fundamen-
ta la teoría de la división de poderes, en la que aun siguiendo a Locke y la
Constitución inglesa en algunos de sus puntos, guarda en esencia la es-
tructura de La Política de Aristóteles.
El Espíritu de las Leyes fragua una doctrina e influye en los pensado-
132 TEORÍA GENERAL DEL ESTADO

res del siglo XVIII, no solamente en Francia sino en toda Europa y aun en
la América del siglo XIX, donde Tocqueville despierta la conciencia ciuda-
dana al captar con nítida claridad los cambios producidos por la Revolu-
ción Francesa. Todo ello y mucho más tiene el sentido aristotélico al for-
jarse el Estado Moderno, y en su creación se encuentran fases de su obra,
de sus conceptos, de sus ideales democráticos, e incluso en el constitucio-
nalismo moderno se manifiesta nítidamente su influencia.
Aristóteles fue el genio de la filosofía y de la política, no sólo de su
tiempo y de su Polis. Es el genio que ha perdurado por veinticinco siglos
y hasta hoy, en este mundo que se desenvuelve en las tinieblas del pensa-
miento, en este orbe que ha perdido el espíritu de la filosofía clásica y en
el que impera la ciencia, la tecnología y principalmente las frías teorías
económicas, se manifiestan en las masas populares de los Estados, los
conceptos del gran maestro quien inmortalizó su nombre, su obra y sus
doctrinas.

B. ROMA y POLIBIO

1. Roma
La inmortal Roma se funda en el año 753 (e. a.) por Remo y Rórnulo, a
quienes según la leyenda amamantó una loba. Nace de una pequeña aldea
y sus primeras manifestaciones como Estado le hacen surgir como una
monarquía de carácter hereditario, cuya población se dividía en dos cla-
ses sociales: los patricios y los plebeyos, toda vez los esclavos, de confor-
midad al Derecho romano, no eran personas sino cosas. Los patricios for-
maban la aristocracia, eran ciudadanos y tenían todos los derechos
políticos, se reunían en diez curias siendo la asamblea curial el conjunto
de ellas, en tanto los jefes de las diferentes gens integraban el Senado. En
el siglo VI se instituye la República al desmoronarse la última monarquía
etrusca, grupo étnico al que los griegos denominaban tirrenos o tírsenos,
cuyo origen es incierto, pero bajo su dominio Roma se extendió hasta los
Alpes hacia el norte y el Vesubio al sur, siendo que a los inicios de Roma
se encontraban limitados territorialmente en las fronteras de Etruria, inte-
grados por doce repúblicas oligárquicas independientes, entre las cuales
destacaban, por su importancia, Vo1terra, Vulsinio, Clusium, Aretio, Cor-
tona, Falerios y Veyos.
Otro grupo étnico anterior a la formación de Roma fueron los sabinos,
ubicados en la zona montañosa del centro de la Península Itálica, distin-
guido por ser un pueblo virtuoso, sencillo en sus costumbres, muy religío-
so, honorable, cuya palabra dada era ley, muy amante de la paz, enemigo
de la guerra, pero muy valiente en la defensa de sus criterios y caracterís-
ticas de pueblo pacífico.
CIENCIA POLíTICA 133

Un grupo más lo formaban los latinos, fundadores de la costa occi-


dental del centro de la península, y hacia el sur del Tíber se encontraba
una confederación integrada por treinta ciudades con su capital llamada
Alba Langa, que de los tres grupos étnicos forjadores de Roma fue el más
numeroso y de mayor influencia política y cultural, comprobado por el
simple hecho de la imposición del idioma, fundándose asi Roma, cuyo
significado es el de marca o límite, como un puesto de avanzada en la ori-
lla izquierda del Tíber para protegerse de los etruscos situada en el Monte
Palatino, con habitantes dedicados al pastoreo y labores del campo, que
unidos a los sabinos, cerca del Quirinal, en una guerra favorable a los
etruscos invasores, se complementaron para dar como resultado: Roma,
con un crecimiento continuo, con dominio casi absoluto mediante la
expulsión de los siete reyes etruscos y la formación de la República, quizá
por el año 500 de la e.a.
La división entre patricios y plebeyos en Roma forma parte de su his-
toria desde sus orígenes, toda vez aquellos eran descendientes directos de
los forjadores etruscos, latinos y sabinos, en tanto los plebeyos lo forma-
ban los descendientes de los pueblos incorporados por guerras, conquis-
tas o alíanzas, porque Roma en toda su historia fue sumamente celosa de
conceder la ciudadanía y reconocerla, y cuando lo hacían era siempre
condicionada. Mas sea como fuere, en un principio sólo los patricios po-
dían pertenecer al Senado como cuerpo gubernamental y a los altos car-
gos públicos, sin tener ningún acceso posible los plebeyos, llegado al gra-
do de discriminación al prohibir los matrimonios mixtos, todo lo cual
contribuyó a una animadversión de unos a otros, pero posteriormente
aceptaron la participación de los plebeyos en ciertos asuntos vedados con
anterioridad, por la necesidad de conservar la paz interna.
La asamblea legislativa, Comitia Curiata, formaba una de las tres exis-
tentes en Roma, siendo las otras dos la Comitia Centuriata y la Cornitía
Tributa, pero la primera de ellas, la más antigua, dictaba leyes y decidía
todo aquello que afectaba a los ciudadanos, de ahí su elevación y conver-
sión en Centuriata, y de simples Curiales se transformaron en Centurio-
nes, ciudadanos de gran poder quienes reunidos en la Asamblea, durante
la monarquía, se permitía el voto a patricios y plebeyos pero conforme
a una distribución de poder, según la riqueza, de conformidad al censo, o
sea, un registro de ciudadanos y sus bienes por obvias razones, controlada
por la aristocracia dueña de la riqueza, en tanto la democracia incorpora-
da se convertía en sólo una ficción sin la realidad necesaria, en cuanto a
las diferencias de rango en el censo.
Esta Comitia Centuriata durante largo tiempo se constituyó como la
asamblea soberana, con poderes para elegir rey y durante la república a
los elevados funcionarios gubernamentales, con facultades para establecer
y derogar leyes, decidir sobre apelaciones y otras atribuciones jurídicas, y
134 TEORÍA GENERAL DEL ESTADa

más adelante para declarar la guerra, firmar la paz, o pactar alianzas y


con importantes funciones judiciales, como las acusaciones de alta trai-
ción y apelaciones del orden criminal, pero asimismo principió a decaer
al surgir la tercera forma de Comitía, la Tributa o de las tribus locales,
que más adelante había de convertirse en asamblea de plebeyos, votando
por tribu y no individualmente con un gran incremento de poder, hasta el
hecho de frenar la legislación iniciada por el Senado en la Comitia Curia-
ta de la que se había posesionado la aristocracia, y aun de la propia Cons-
titución romana.
La más destacada institución político-juridica de Roma la constituyó
el Senado o Consejo de Ancianos, surgida en la etapa monárquica integra-
da por 300 miembros en su fase inicial. aumentada posteriormente a 600,
como cuerpo ejecutivo del Estado. Pero únicamente podía llegar a Ser se-
nador quien hubiese ejercido por lo menos una de las cinco más elevadas
funciones romanas: Los cuestores, los ediles, los pretores, los censores y
los cónsules. El cargo de senador era vitalicio, a menos de ser expulsado
por decreto del censor, correspondiéndoles a ellos mismos elegir cada
cinco años a quienes habrían de ocupar las vacantes. Las funciones del
Senado preveían su participación en la elaboración legislativa, mediante
la aprobación de toda propuesta de ley de las asambleas populares, en
tanto sus propios decretos, senatus-consultas, tenían plena validez para
todo asunto de la administración interna, los gobiernos provinciales, polí-
tica exterior y religión, aunque no podían declarar la guerra y pactar la
paz, por estar dichas facultades reservados para la Comitia Curiata. Desig-
naba gobernadores para las provincias, vigilaba en la guerra las operacio-
nes, nombraba o destituía generales, negociaba y designaba embajadores
'de entre sus propios miembros, la hacienda pública dependía de ellos, po-
día suspender la Constitución, así como nombrar cónsules con plenos
poderes, o sea la dictadura en casos de inminente peligro, o causa grave
determinada así por el Senado mismo.
Por el año 500, al abolirse la monarquía, el poder real quedó en ma-
nos de los cónsules con duración en el cargo de un año, con mando abso-
luto tanto en lo civil como en lo militar con facultades para convocar al
Senado, presidir sus deliberaciones y ejecutar sus decretos y los de la
asamblea popular. Iefaturaban el ejército con plenos poderes y, al término
del año de su ejercicio, generalmente se les designaba como pro cónsules
de alguna provincia u otro de similar importancia. El cargo de cónsul
era de gran importancia por ser el representante real del Estado, designa-
ba a doce lictotes quienes le precedían en las llamadas fasces, o sea, una
segur (hacha grande) rodeada de un haz de varas como símbolo del poder
suprema, facultado para imponer castigos temporales e incluso la pena de
muerte, pero cuando los lictores aparecían en las calles, quitaban la segur,
con lo cual se significaba que ningún magistrado podía aplicar pena de
muerte a romano alguno dentro de las murallas de la ciudad.
CIENCIA POLíTICA 135

Por otra parte se elegían a dos censores cada cinco años, cuyo cargo
era el más elevado en Roma, generalmente recaídos en ex cónsules, con
gran poder ejercido sobre la conducta moral de los ciudadanos por tanto
imponían castigos, hasta de degradación política, la expulsión de senado-
res o équites (caballeros) de su orden, o funcionarios de la tribu, con los
consecuentes y severos castigos, entre ellos la privación de derechos y
franquicias, y por encargo del Senado administraban la hacienda pública,
arrendaban por subasta la recaudación de tributos a los publicanos e in-
vertían las rentas en obras públicas, y hacían el censo o registro de bie-
nes, pudiendo afectar algunos derechos políticos, estableciendo la base
para el cálculo de impuestos sobre la propiedad.
Los pretores eran otros elevados dignatarios, el primero de ellos nom-
brado en el 366 (e.a.), llamado pretor urbano, precedió a la designación
más adelante de otro en el 246, denominado pretor peregrino, con funcio-
nes de juez en los casos extranjeros, pero dada la expansión de Roma
hubo necesidad de nombrar a otros cuatro, quienes actuaban como gober-
nadores en las provincias de Sicilia, Cerdeña, y dos en España, y a mayor
crecimiento de Roma, mayor número de pretores se designaron.
Un importante cargo lo constituyó el de los ediles curules, designados
en el 365 por vez primera, a cuyo cargo quedaba el cuidado de los edifi-
cios públicos, distribución de aguas y cloacas, así como todos los asuntos
policíacos, el cuidado de las celebraciones de los grandes festejos, encargo
otorgado posteriormente a ricos ciudadanos, toda vez los costos los sufra-
gaban ellos mismos. Pero el edil cayó muy pronto, como toda Roma, en
una corrupción incontrolable, y los ediles lo aprovecharon para sobornar
al pueblo ofreciendo costosos espectáculos de gran interés para los ciuda-
danos, a fin de asegurar la elección para determinados cargos.
Por último los cuestores tenian a su cargo hacer los pagos de la Repú-
blica tomados de los fondos a su cargo recaudados entre los civiles y mili-
tares, que al principio fueron exclusivamente dos para Roma, pero por la
expansión se aumentaron dos más y posteriormente los gobernadores pi-
dieron los servicios de cuestores, pero el cúmulo de riquezas acaparadas
por Roma en sus conquistas le llevaron al fracaso. La corrupción cobró
carta de naturaleza y los funcionarios de toda índole cayeron en las garras
de la avaricia y la inmoralidad, hasta acabar por agotamiento ese que Ilegó
a ser el Imperio más grande e importante de la historia universal.

2. Polibio
Las ideas esenciales y los conceptos fundamentales de la sociedad po-
lítica aristotélica siguieron imperando en el mundo de las ideas, y el gran
historiador romano Polibio (204-122 e.a) hace por primera vez la exalta-
ción de una división de poderes, tendente a evitar el abuso del poder. Es
136 TEORíA GENERAL DEL ESTADO

el primer escritor que expone con claridad las ventajas del gobierno mixto
y el principio de frenos y balanzas en la organización constitucional. Esta
concepción perdura tanto en la teoría como en la práctica de los tiempos
posteriores, y con alguna modificación de forma, en el pensamiento polí-
tico de los tiempos actuales.
Griego e historiador de Roma, Polibio prepara el camino para el análi-
sis jurídico de Cícerón, y por sus diatribas contra la corrupción ejerce una
gran influencia en la Roma de su época, donde se manífiesta como el po-
lítico de más notable envergadura. En su libro VI de la Historia de Roma
deja su recuerdo inmarcesible al hablar del funcionamiento de las institu-
ciones políticas romanas, y es a través de ello la razón del porqué ocupó
el elevado sitial en que lo ha colocado la historia universal de su época,
llegando así hasta nuestros días.
Polibio, compañero y maestro de Escipión el joven, escribe en esa eta-
pa de transición entre la tradición helenística y el nuevo principío roma-
no de la universalidad. Su educación en su nativa Grecia le hacía guardar
los principios políticos allí aprendidos, y su obra alcanza un nuevo esta-
día en la conciencia del pensamiento histórico occidental, pero ya no tie-
ne las características del pragmatismo del Estado-ciudad arístotélico, aun-
que lo sígue en otro orden de ideas dentro de la estructura gríega de las
cosas terrenas. Conserva su íntelecto no obstante los acontecimientos que
vívió durante el Imperio Romano, conservando siempre la idea de que la
democracia y el dominio de las masas debía sobrevivir a la decadencia
del orden aristocrático de gran lujo y acaparamiento de riquezas.
y en ese caos de instituciones políticas romanas donde existen ele-
mentos tan diversos, el poder de los cónsules y la Constitución aparecen
con caracteres monárquicos y realistas, en tanto surge la aristocracia en el
senado y las ideas democráticas de las masas. Ello hace pensar a Polibio
que es el momento oportuno y siente la necesidad de crear un equilibrio
del poder por medio de la Constitución mixta romana de fino corte aristo-
crático, que condiciona y mantiene el poder con el establecimiento de un
sistema de frenos y balanzas en los distintos órganos políticos.
Para lograr ese equilibrio es necesario asegurar la estabilidad política,
al observar que cada forma de gobierno tiene su precedente en el anterior.
Así la monarquía radicada en la fuerza, al aparecer los conceptos de in-
justicia e inmoralidad degenera en tirania a causa de haber asumido el
monarca poderes arbitrarios, abriendo paso a la conspiración de los
miembros más ilustres para arrojar al tirano y establecer una aristocracia.
Pero ésta a su vez oprime al pueblo y se convierte en oligarquía, haciendo
levantar a la masa para asumir el poder, surgiendo así una democracia,
mas en un corto tiempo nacen las discordias internas, sobreviene el des-
contento y en consecuencia se introduce el imperio de la muchedumbre,
la que al excederse en sus manifestaciones permite asumir el poder a un
CIENCIA pOLíTICA 137

caudillo para gobernar autárquicamente con el aplauso popular, surgien-


do así nuevamente al círculo en ese cíclo de transformaciones.
Por ello, Polibio hace una combinación de elementos entresacando lo
positivo de las Constituciones de cada uno de los sistemas, al estilo de
lo hecho por Aristóteles, a fin de establecer como fórmula básica el equili-
brio del poder al que divide en forma tripartita.
Polibio es considerado por Bossuet (1627-1704), el mayor historiador
de la antigüedad e inclusive le sigue en Discours sur I'histoire Universal/e,
aunque por desgracia es difícil de estudiar, y no obstante que algunos au-
tores intentan hacerlo, pocos profundizan en su teoría con respecto a esa
división del poder público. Sin embargo Touchard, al hablar del círculo
de los Escipíones del siglo n, se refiere a Polibio con cierta majestad y nos
expone su doctrina, en la que la influencia del estagirita es definitiva en
el determinismo teórico.
Con toda su elocuencia Polibio cree haber encontrado una forma su-
perior a la establecida en Atenas. "En la Polis griega, nos dice, la demo-
cracia directa es como una nave sin piloto, la falta de un verdadero guía
puede hacerla naufragar en la anarquía". No debe olvidarse al hablar de
Polibio, que éste ya no pensaba con el mismo criterio de la polis griega,
sino con la idea fija en la creación de un imperio en expansión con de-
seos de dotarlo de una Constitución, meditando profundamente sobre ella
a fin de evitar en lo posible los peligros que entraña un Estado en forma-
ción y por ello expresa: "la prudencia y la experiencia romanas pueden
permitir que el equilibrio se prolongue y la evolución se frene". Pero nos
hace pensar hasta dónde debe llegar esta prolongación, pues sólo mani-
fiesta su realización en el sentido de la democracia y dentro de su evolu-
ción, que según su propia teoría conducirá a la demagogia.
Tal como lo expresa es indudable que Polibio trata de evitar en Roma
los factores que propiciaron caer a Atenas en el naufragio de la democra-
cia, a Creta precipitada en el vacío a causa de su inestabilidad democráti-
ca, a Cartago perdido por la paralización de la democracia por no saber
llevar a su realización la combinación de poderes, así como en Lacedemo-
nia al no saber tampoco sortear su materialismo. Confía en el poder de
Roma y advierte la forma como posiblemente puede decaer el imperio
de no tomar en cuenta las combinaciones necesarias en la creación de
una Constitución mixta y sus formas de gobierno, pero olvida los factores
ajenos de la expresión a través de las conquistas imperiales de poder y ri-
queza, que necesariamente han de reflejarse en el interior, propiciando
con ello una violenta división de clases.
Con ello la aristocracia romana se torna más poderosa y la clase me-
dia sufre las consecuencias. Aquélla busca refugio tratando de conquistar
el Senado hacia su causa, ésta se une con sentimientos de rebelión, y en
ella caen Tiberio y Cayo en 132 y 122. Esa división de poderes de Polibio
138 TEORÍA GENERAL DEL ESTADO

ante la expresión violenta produce un efecto contrario al buscado equili-


brio, al comprender el pueblo la intromisión de los intereses públicos en
perjuicio de la masa popular, e impera en aquellos el acaparamiento de
tierras dando vida a los graves temores de Políbio, una oligarquía provo-
cada por los creadores de latifundios.
Por ello Tiberio Graco en su Lex Sempronia procede a la confiscación
de tierras, el reparto en porciones reducidas entre una población mayor,
con objeto de reconstituir así la pequeña propiedad, Pero era natural, esa
norma afectó a la facción senatorial al ver malograda su riqueza y perdido
su control, y con ello es dificil conducir la democracia hacia una realidad,
zozobrando así la tesis de Polibio.
Ya Aristóteles había afirmado que sólo con una precisa división de
funciones y la creación de una clase media numerosa en condiciones
de vida elevada, podría mantenerse el equilibrio del poder y el control de
lujo, porque el exceso de ricos forma una mayoría de pobres y, ni éstos ni
aquellos son fuerzas productivas de elementos positivos para un Estado.
Roma en su gran imperio probó la teoría clásica al precipitarse en sus
errores. No sólo una constitución mixta y una división de funciones pro-
ducen el equilibrio del poder público, porque requiere además de la crea-
ción de instituciones políticas para realizar esas funciones, y esa y no otra
es la teoría llevada a una práctica diaria. Polibio trazó magistralmente su
tesis, pero no supo o no pudo llevarla a la realidad del imperio, además
ya no se trata de la época clásica de Grecia donde no existe el dualismo
entre Estado e individuo, por el contrario, en Roma se ha creado una divi-
sión extrema, la misma ciudadanía forma la división entre derecho públi-
co y privado. Ya el Estado tiene preeminencia sobre el individuo negán-
dole a éste la ciudadanía romana, aunque ayude a forjar el gran imperio.
El racionalismo lógico de Polibio impera en el desenvolvimiento del
Derecho ciceroniano, haciendo resaltar que la vida de las instituciones
políticas es una consecuencia resultante de los intereses de las clases so-
ciales, y por tanto entre éstas y los individuos debe existir un control de
restricción mutuo.
CAPITULO NOVENO

TEORÍA DEL ESTADO

I. ENCUADRAMIENTO DEL TEMA

El estudio de la Teoría del Estado nos conduce prímeramente a la in-


vestigación de ¿qué es una teoría? y en términos generales ¿qué es el Esta-
do? Una teoría contiene diversas acepciones, una de ellas, quizá la más
simplista, expresa: es 10 que se ve, lo que se explica, de lo cual obvia-
mente se deriva: la teoría del Estado es lo que podemos ver y explicar del
Estado, o si se quiere, la explicación de sus fundamentos políticos. Pero la
teoría se maneja a base de interrogantes, y sólo se convierte en ciencia
cuando dichas interrogantes o problemas surgidos de ellos se transfor-
man en datos ciertos, como hemos visto en cuanto a la política observa-
rla corno ciencia.
Herman Heller nos dice: "la teoría del Estado se propone investigar la
especifica realidad de la vida estatal que nos rodea, aspira a comprender
al Estado en su estructura y función actuales, su devenir histórico y las
tendencias de su evolución", pero añade: "no se puede dentro de dicha
disciplina estudiar el fenómeno del Estado en generala en la totalidad de
sus relaciones, ni su propia esencia". En tanto para [ellinek la ciencia teó-
rica o doctrina del Estado se divide en dos: la doctrina general del Estado
y la doctrina particular del mismo. En la primera se propone encontrar el
principio fundamental del Estado para someter a la investigación científi-
ca los fenómenos generales y sus determinaciones fundamentales, com-
plementado con la doctrina particular en sus dos formas de investigación:
por medio de la comparación de las instituciones particulares de los Esta-
dos en general, las de un grupo de Estados en particular o las de los
Estados de una época determinada, con lo que se establecen las formas tí-
picas de sus instituciones, pero puede también remitirse concretamente al
de un Estado, o en su evolución histórica, o en su forma tal y cómo exis-
ten en la actualidad. Por demás Jellinek considera a la doctrina o Teoria
General del Estado como la disciplina encargada de investigarlo en su
plenitud bajo dos formas o puntos de vista: el Estado como construcción

139
140 TEORÍA GENERAL DEL ESTADa

social, o como institución jurídica, de lo cual se deriva la doctrina social y


la doctrina juridica del Estado, y por lo tanto la Teoría o Doctrina General
del Estado contiene dos aspectos fundamentales: la doctrina sociológica del
Estado y la doctrina general del Derecho Público.
Ahora bien, en cuanto al Estado habremos de encontrar sus conceptos
generales, toda vez que la multiplicidad de las definiciones guardan siem-
pre características comunes. Corno hipótesis de trabajo por el momento,
bástenos expresar que el estudio del Estado es a la vez una ciencia y un
arte. Corno ciencia, de scire. saber, y de conformidad con Maquiavelo el
Estado es el arte de gobernar. Por arte en un sentido amplio se entiende
un conjunto de reglas idóneas para la realización de cualquier actividad.
Platón no establece diferencia alguna entre ciencia y arte, por ser el arte
del razonamiento el más elevado grado de la filosofía y por igual es la
poesía, la medicina, la política y la guerra, llegando a expresar que la jus-
ticia y el respeto también son artes, sin los cuales el hombre no puede
coexistir en el Estado. dividiendo las artes en dos grandes grupos: el judi-
cativo. dedicado exclusivamente a conocer, y el dispositivo o imperativo
que persigue una actividad en base al conocimiento.
Por su parte Aristóteles sí establece una diferenciación. Considera la
ciencia dentro del campo de la necesidad, de lo que no puede ser diferen-
te de lo que es, y el arte lo lleva a aquello que puede ser de una u otra for-
ma o de lo posible, deduciendo de ello al arte corno la posibilidad de pro-
ducir algo en uso de la razón. Aunque hemos de agregar que en la
Metafísica, Aristóteles coloca el arte entre la ciencia y la experiencia. y
cabe recordar haber catalogado al Estado como ciencia. Haciendo abstrac-
ción a estos conceptos, podemos a priori considerar al Estado como insti-
tución, la forma u organización política suprema de un pueblo, o al decir
de Jellinek es la agrupación sedentaria humana con un poder de mando
originario, agregando el propio maestro alemán: la política es la ciencia
práctica del Estado, tomando así una posición ecléctica entre los dos
conceptos.
Por teoría, en otra de sus múl tiples acepciones, puede decirse que es
lo que se ve o se explica, y se convierte en ciencia cuando ya el problema
o los interrogantes surgidos no requieren de explicación alguna y se trans-
forman en datos ciertos, por tanto la Teoría General de Estado estudia los
problemas, los interrogantes del fenómeno social llamado Estado y por
consecuencia la Ciencia del Estado estudia y analiza las leyes, los datos
ciertos del mismo y las instituciones políticas creadas por el hombre den-
tro del Estado, toda vez es él quien le da vivencia en esa su interrelación
política.
TEORÍA DEL ESTADO 141

n. OBJETO DE LA TEORÍA DEL ESTADO


En el estudio de cualquier disciplina debe determinarse en forma pri-
maria y principal el objeto del mismo, así bien en nuestro caso el objeto
es sin duda alguna el estudio y análisis del Estado, pero por la compleji-
dad intrínseca del mismo, al no ofrecernos su denominación nada en con-
creto, hemos de considerar necesario hacerlo en su realidad social, y par-
tir de ahí en búsqueda de los fenómenos sociales, del conocimiento
científico de todo lo 'que le rodea, su conformación. su integración y sus
manifestaciones hacia el exterior e intentar agotarlo hasta llegar a la ela-
boración de una teoria general, de conformidad con los datos ofrecidos en
sus principios y aquellos emanados de la experiencia.
Inicialmente hemos de recordar al hombre viviendo en sociedad no
aisladamente, o al decir aristotélico un zoon politikon, vive en sociedad y
en su evolución al dejar de estar sujeto a las leyes de la naturaleza, aun-
que aún se vea limitado en ciertos aspectos ante algunos fenómenos natu-
rales, obtuvo al correr del tiempo una categoria superior mediante la cual'
su propósito de prosperar lo condujo a un constante mejoramiento, en su
desarrollo social integrado en pensamiento e ideas políticas, creando ins-
tituciones y asociaciones políticas, y en unión permanente con otros seres
de la misma especie e iguales a él con la misma conciencia, comenzó a in-
vestigar las leyes de la naturaleza para utilizarlas con sujeción a sus nece-
sidades, y así fue deviniendo el desarrollo de sus posibilidades intelectua-
les, y enriqueció esas instituciones creadas hasta llegar a formar la más
perfecta de ellas: el Estado como la más universal y poderosa asociación
integrada por seres humanos.
En todo tiempo y espacio donde exista el ser humano encontrará una
organización política o social, aquella con un poder de mando para hacer
cumplir las disposiciones creadas para su funcionamiento, en cuya base
se encuentra indefectiblemente el pensamiento politico de su origen,
siendo una consecuencia el dictado de la ley y el establecimiento de un
poder por demás surgido casi espontáneamente, pero emanado de la pro-
pia razón, y así paulatinamente el hombre va cobrando conciencia de la
realidad estatal, la naturaleza de los fenómenos políticos observados con
análisis lógico, cómo se van incrementando constantemente al igual de la
propia especulación politica, y en ese desarrollo objetivo del Estado, en
esa actividad y organización siempre unido en su aspecto subjetivo a sus
tradiciones y al espíritu del hombre, está inmersa la Teoría General del
Estado, y en el estudio y análisis de todos esos fenómenos politicos, la
conformación del propio Estado, sus elementos constitutivos: sus fines, y
en general en todo cuanto lo rodea, está el objeto de nuestra disciplina.
Pero va más allá y no puede quedarse tan sólo en la descripción de
los fenómenos sociales y su interpretación, porque debe estudiar más
142 TEORíA GENERAL: DEL ESTADO

aún, sobrepasando a todas las disciplinas concretadas a analizar un sólo


aspecto de los muchos referentes al Estado, como las causas próximas de
los fenómenos sociales actuales o empíricos, y las mediatas, así como
también el desarrollo y evolución del pensamiento político, sus relaciones
con los hechos sociales, sus fines, la justificación de la existencia del
Estado, siempre mediante análisis de carácter científico, pero a la vez con
base en la historia y la filosofía, ciencias de las cuales es inseparable la
Teoría General del Estado.
De conformidad al contenido del capítulo: Naturaleza, Objeto y Méto-
do del libro del maestro Héctor González Uribe, la Teoría General del
Estado se ocupa de tres tipos de problemas: De orden filosófico, de carác-
ter histórico y de índole científica. Los primeros son: el conocimiento po-
lítico, sus características y problemas esenciales, criteriología y metodolo-
gía en el conocimiento político. Examen del Estado a la luz de las causas
primeras y últimas: material, formal, eficiente y final. El Estado y la per-
sona humana. El fin último del Estado y la justificación del mismo. Los
de carácter histórico son: El origen del Estado y la formación y evolución
de diversos Estados. El desarrollo de la Ciencia Política y la influencia
ejercida por los pensadores políticos en la vida del Estado. Las diversas
formas de organización política a través del tiempo: en el antiguo Oriente,
en Grecia, en Roma, en la Edad Media, en los tiempos modernos y en la
época contemporánea. Y en cuanto a los de carácter científico considera:
el nombre y el concepto del Estado, la naturaleza del Estado, y el examen
del Estado desde el punto de vista analítico con sus elementos integran-
tes, y del sintético en cuanto a sus caracteres esenciales. Organización y
funcionamiento. Las formas de Estado y de gobierno. Origen sociológico
y jurídico del Estado, y Estado y Derecho. En esta extraordinaria síntesis
del objeto de la Teoría General del Estado, el maestro González Uribe nos
ofrece un verdadero, completo y cabal plan para el estudio de nuestra
disciplina.
Por su parte [ellinek, profundo conocedor y analítico brillante de la
Teoría del Estado, aun antes de Kelsen, había expresado en relación al
Estado Moderno y el Derecho del mismo que sólo puede estudiarse me-
diante tres caminos: el sociológico, el jurídico y el político, toda vez el
Estado es el centro de imputación de dichas manifestaciones y sólo pue-
den convivir en el propio Estado, partiendo de ahí para estimar también
las relaciones del Estado con las ciencias naturales, fundamentando su
criterio en relación' a los elementos constitutivos del Estado: pueblo, po-
der y territorio.
Pero sin duda, al ser parte de la Teoría del Estado los fenómenos polí-
ticos, ésta tiene obligada relación con la ciencia política, y por ende con
las disciplinas consecuentes: filosofía e historia políticas, analizadas des-
de sus inicios a partir del siglo IV de la era antigua por sus más destaca-
TEORíA DEL ESTADO 143

dos exponentes: Platón en los Diálogos, y De lo República y De las Leyes,


y Aristóteles en La Politica y Ética Nicomaquea, y posteriormente Cice-
rón, el divulgador de Platón, con sus obras La República y Las Leyes,
más tarde por Maquiavelo en El Príncipe y en Los discursos a la segunda
década de Tito Livio, y por la gran trilogía de contractualistas: Hobbes y
el Leviatán, Locke y su Ensayo sobre el gobierno civil y Montesquieu en
El espíritu de las leyes, toda vez sin esta trilogía sería difícil fundamentar
al Estado, a quienes debe agregarse a Badina en Las seis libros de la
República.

III. RELACIONES CON OTRAS CIENCIAS

La Teoría General del Estado ha sido estudiada y analizada profunda-


mente por gran número de investigadores quienes enfocan sus puntos de
vista desde diferentes ángulos, algunos negando ciertos aspectos afirma-
dos por otros, en constantes contradicciones, mas todo ello es en extremo
valioso por las aportaciones de todos y cada uno de aquellos estudiosos,
por haber penetrado conscientemente a lo más profundo de su examen,
con trabajos verdaderamente extraordinarios en las diversas áreas de tan
vasta como interesante e importante disciplina, como es la Teoría General
del Estado.
y no podía ser en forma diferente cuando se habla de la relación con
otras ciencias, por ejemplo algunos sostienen y fundamentan con racioci-
nio la relación de la Teoría General del Estado con la geografía, por ser el
ámbito de desarrollo espacial del Estado, con la etnología y antropología,
ciencias dedicadas al estudio y análisis de la evolución del hombre y sus
particularidades específicas, o con la psicología porque sin duda intervie- .
nen ciertas características peculiares en la diferente psicología de cada
pueblo, todo lo cual consideramos plenamente justificado.
Sin embargo uno de los grandes maestros estudiosos de nuestra mate-
ria, el genial Hans Kelsen, no lo acepta y declara enfáticamente la invali-
dez de éstas para el estudio del Estado: " ... los juristas al examinar el
Estado y el Derecho quieren vincularlos con todas las ciencias, con objeto
de hacer estudios sociológicos y no normativos como le corresponde, por-
que el análisis de nuestra disciplina debe ser única y exclusivamente des-
de el punto de vista jurídico", y es lógico para el maestro vienés opinar
así debido a su identificación del Estado y el Derecho, y continúa afir-
mando: "Si hemos de querer una ciencia autónoma del Estado, deberia-
mas apartarla de todas las demás menos del Derecho, porque el Estado es
en definitiva el Derecho", concluye en forma contumaz Hans Kelsen.
144 TEORÍA GENERAL DEL ESTADO

IV. MÉTODO Y METODOLOGÍA

A. CONCEPTO y CLASES DE MÉTODOS


Etimológicamente método, del griego meta hacia yodos camino, es el
camino a seguir o búsqueda para obtener algo. Para nuestra disciplina
el conocimiento es el fin último, por tanto como toda investigación de ca-
rácter científico requiere de un método a seguir. Pero el método contiene
dos variantes: la primera consiste en la investigación u orientación de la
propia doctrina en si misma considerada, y el segundo la aplicación de
una técnica ordenada, repetible y autocorregible, como garantía de que
los resultados de la investigación realizada sean válidos, según nos dice
Abbagnano en su diccionario de filosofía, y a quien seguimos por lo im-
portante de sus análisis.
Ambos procedimientos fueron seguidos por Platón y Aristóteles, pero
en la actualidad generalmente sólo se usa el segundo, aunque conviene
agregar que toda ciencia, doctrina o teoría de carácter científico o filosófi-
co, por su orden de procedimiento, puede ser considerada como método,
y por lo mismo es posible pensar que son una clasificación de las respec-
tivas doctrinas, y por tanto constantemente y con justificada razón se le
denomina método.
Por su parte, la metodología nos ofrece cuatro distintas formas de ser:
la primera pertenece a la lógica o la parte de la lógica a la que correspon-
de el estudio de los métodos. "La lógica es el arte de conducir bien la pro-
pia razón en el conocimiento de las cosas, tanto para nosotros mismos
como para instruir a los demás", según expresa la Lógica de Port Royal.
En tanto, por su parte Wolff dice: "Es la ciencia a cuyo cargo está dirigir
la facultad cognoscitiva hacia el conocimiento de la verdad". La lógica ha
. considerado a la metodología como parte de sí misma, y así lo confirma
Pierre de Ramée al considerar dentro de la lógica: "La doctrina del con-
cepto, del juicio, del razonamiento y del método, siendo esta división
aceptada por diversas escuelas, principalmente desde el siglo XIX".
Una segunda forma de la metodología es la entendida por Kant como
lógica trascendental aplicada o práctica, como parte importante de la Crí-
tica de la razón pura, y lo explica de esta manera: "Desde ese punto de
vista trascendental haremos lo que en las escuelas se ha intentado hacer
bajo el nombre de lógica práctica, con respecto al uso del entendimiento,
pero se ha hecho mal, porque no se limitan a un modo especial de un co-
nocimiento y ni siquiera a objetos. La lógica general, agrega, no hace otra
cosa que proponer titulas de métodos posibles y de expresiones técnicas".
La tercer forma de entender la metodología es aquella que se encuen-
tra en proceso como disciplina filosófica con cierta autonomía, a fin de
analizar las técnicas de investigación de una o varias ciencias, cuyo obje-
TEORÍA DEL ESTADO 145

to no son los métodos en sí mismos, síno técnicas consideradas simple-


mente como estructuras específicas para poder hacer uso de ellas, com-
prendíendo toda una seríe de procedimientos, conceptos e instrumentos
con objeto de llegar a un resultado, y por esa razón se le llama también la
crítica de las ciencias.
La última forma de la metodología nos ofrece una serie de procedi-
mientos de comprobación y control de una o varias disciplinas, y su fin
es garantizar a dichas disciplinas el uso correcto de las técnicas de proce-:
di miento a su alcance.

B. MÉTODO DIALÉCTICO

Antes de penetrar al estudio del método dialéctico es pertinente recu-


rrir a la filosofía para averiguar algo sobre el profundo tema de la dialécti-
ca en términos generales, para cuyo efecto cabe recordar dicho término en
su origen griego, derivado de diálogo, sin tener un solo sentido y por lo
mismo puede ser entendido en cuatro formas distintas sin ser necesaria
su relación:
1. La dialéctica como método de la división.
2. La dialéctica como lógica de lo probable.
3. La dialéctica como lógica, y
4. La dialéctica como síntesis de los opuestos.
Estas cuatro diversas formas de la dialéctica tienen su origen en otras
tantas doctrinas del pensamiento universal, y por tanto han recibido de
ellas su influencia determinante, siendo respectivamente para cada una:
1. La doctrina platónica.
2. La doctrina aristotélica.
3. La doctrina estoica, y
4. La doctrina hegeliana.
Ahora bien antes de observar los rasgos característicos de cuanto co-
rresponde a nuestro interés dentro de la Teoría General del Estado, cabe
decir en forma genérica que la dialéctica, englobando sus cuatro significa-
dos, es un proceso oferente de la posibilidad de refutar una tesis, presu-
poniendo dos protagonistas en franca y abierta divergencia, o en otras pa-
labras la antítesis de dos principios diferentes, dos opuestas actividades o
dos momentos diferentes.
Pero este resumen del contenido de las cuatro formas de dialéctica no
aclara el panorama, por tanto debemos individualizar el significado de la
más pertinente a nuestro estudio: la dialéctica como método de la divi-
sión derivada de la doctrina de Platón, quien la refiere a la técnica de la
investigación realizada por dos o más personas en colaboración siguiendo
el procedimiento sócrátíco en cuanto a pregunta y respuesta. Para Platón
146 TEORÍA GENERAL DEL ESTADO

no es una tarea individual de carácter privado sino de seres que viven


juntos y discuten en sociedad, característica de una comunidad de libre
educación.
Por ello mismo podemos decir que la dialéctica platóníca es un méto-
do inductivo y sintético, no deductivo o analítico, cercano al procedi-
miento de investigación empírica y no a razonamientos apriorísticos o del
silogismo.
En cuanto al método dialéctico, Augusto Isla en un magistral estudio
nos ofrece una serie de conceptos tendentes a su entendimiento diciendo:
"Por método dialéctico podemos entender un conjunto de pautas a fin de
orientar la investigación de la sociedad, considerándola como un organis-
mo que tiene vida en permanente desarrollo y no exclusivamente mecáni-
co, que se enlaza permitiendo todas las arbitrariedades de aislados ele-
mentos sociales, pero que necesariamente deben ser estudiados a fin de
realizar el análisis objetivo de las relaciones de producción, constituyen-
do una formación social determinada con el fin de estudiar las leyes de su
funcionamiento y desarrollo".
Así considerado, el método dialéctico no es simplemente un código
de normas instrumentales ni una lógica, y mucho menos la hegeliana,
pues tan sólo es un cuerpo de supuestos tendentes a definir los problemas
de la investigación, es decir un reconocimiento historicista como sujeción
epistemológica, como procedimiento y proceso objetivo, una dialéctica
materialista, considerada así porque tiene historia, es el genuino producto
del idealismo y subjetivismo, o dicho en términos de Lenin, la crítica de
la filosofía del Derecho de HegeL

C. MÉTODO DE LA TEORÍA GENERAL DEL ESTADO


La maestra Aurora Arnáiz Amigo, en el Tomo I de su obra Ciencia del
Estado, al abordar el tema que nos ocupa, bajo el rubro Problema del Mé-
todo de la Teoría del Estado y sus Tratadistas, transcribe un párrafo del
incomparable Ortega y Gasset quien en su obra ¿Qué es la Filosofía? plan-
tea el problema de la autonomía de las ciencias en la actualidad diciendo:
"La investigación ha hecho un desgajamiento de las teorías generales en
ramificaciones, y junto con esa profusión de ciencias particulares deriva-
das de ciertas ciencias generales, existe la pretensión de encontrar las fi-
nalidades intrínsecas, los medios privativos y la autonomía propia de esas
ciencias particulares, y finalmente sucederá -cual siempre ocurre con los
problemas de conocimiento- que allá donde acaba el investigador de
esas ramas particulares, al no alcanzar ni datos ni evidencias, se los tras-
planta a la filosofía para que de una manera vaga, y con frecuencia vacía,
se obtengan soluciones generales".
Agrega la Dra. Arnáiz que este planteamiento es válido para la Teoría
TEORÍA DEL ESTADO 147

del Estado por la problemática de establecer una verdadera autonomía de


las ciencias, y por lo mismo el requerimiento de un método privativo en
la averíguación de lo político, porque ello es necesario para el conoci-
miento de la naturaleza del Estado, sus fundamentos y fines, que aunque
no son privativos de la Teoría del Estado síno de otras ciencias, nuestra
disciplina estudia los fundamentos del ser y los fines intrínsecos del
Estado, y por ello debemos penetrar conscientemente al análisis de los
mismos.
Por su parte, Francisco Pérez Porrúa expresa: "Si bien el método indi-
ca un orden en el procedimiento o forma de actuar adecuadamente para
obtener un fin determinado, es un auxiliar para dirigir el camino hacia el
conocimiento, y de no seguirlo se corre el riesgo de extraviarse y caer en
el error por ese extravío," por ello lo divide en racional por utilizar un ra-
zonamiento filosófico o matemático, y en intuitivo fundamentado en la
observación y en la experiencia. Pero asimismo lo divide en cuanto a su
modo de operar, en analítico, por llegar a una serie de resultados particu-
lares, dividiendo todos los elementos de un conocimiento determinado, o
en sintético, aquél que llega a un resultado mediante la combinación de
elementos diferentes. Al primero también se le conoce por método deduc-
tivo por partir de una verdad general para llegar a verdades particulares,
en tanto este, el sintético, se le denomina inductivo toda vez parte de una
serie de verdades o conocimientos particulares a fin de llegar a una ver-
dad generala un conocimiento más amplio. Así. cada doctrinario utiliza
su propio método o aquél de su preferencia para llegar al fin buscado: Só-
crates por medio de la mayéutica, Platón por la intuición, Aristóteles por
la lógica, y a cual más de ellos brillante y claro en todas sus exposiciones.
Para el estudio de, la Teoría General del Estado el problema del méto-
do se multiplica por tan dispares criterios al respecto. Groppali, por ejem-
plo, nos ofrece los fundamentos esenciales a fin de poder averiguar el ser
del Estado, Descartes utiliza la duda sistemática, en tanto Bacon --el no-
table estudioso de la ciencia de las ideas políticas- utiliza el empirismo,
aunque es duramente combatido por los escolásticos, y así podríamos
continuar con una serie interminable de filósofos, doctrinarios y juristas
quienes han utilizado diversos métodos, bástenos con recordar a los enci-
clopedistas franceses, con sus aportaciones de importantes elementos
para el estudio de la ciencia del Estado y las ideas políticas, mediante el
uso del análisis, o el gran contractualista [ohn Locke y su destacada e im-
prescindible obra Ensayo sobre el gobierno civil, fundamental para todo
estudioso de la ciencia del Estado, quien siguió el método genético, o sea
el del origen de las ideas.
Hegel lo hace con su fundamentación idealista, Marx mediante su
propia y genial dialéctica materialista, el gran humanista Dilthey, innova-
dor del conocimiento del hecho por si mismo, con su autoignosis en sus
148 TEORíA GENERAL DEL ESTADO

obras cumbres: Hombre y Mundo, y la Introducción a las Ciencias del


Espíritu, [ellinek sobre el Método del Derecho Público, con la averiguación
de la política insertada en el mismo cuerpo de su obra y el estudioso
maestro Herman Heller lo hace igualmente bajo el método del Derecho
Público, estos dos últimos alemanes, el primero sin darle importancia
fundamental al método toda vez lo importante no es el método seguido
sino la adquisición del conocimiento en si mismo considerado para llegar
a conclusiones válidas, y quizá por ello utiliza su propia metodología: la
del Derecho Público, como lo hace Herman Heller, y ambos nos legan sus
obras plenas de conocimientos en la ciencia del Estado.
Sin embargo, no obstante la raquítica importancia de Jellinek respecto
a la metodología, la Teoría General del Estado requiere de un método para
su estudio, siendo además útil puesto que nuestra disciplina guarda cierta
complejidad y es pertinente a fin de auxiliar la investigación y facilitar su
estudio, y por encima de todo ello la dinámica misma ofrecida por la evo-
lución permanente del Estado y sus instituciones políticas, así Cama los
fenómenos desprendidos de la misma.
Antes de penetrar a su estudio analitico es necesario volver a [ellinek,
porque si bien no le otorgue gran importancia al método, en todas formas
para el maestro alemán la metodología está basada en los tipos, considera-
do este término como la esencia del género, lo más característico a resul-
tas de la observación de los fenómenos sociales semejantes, expresando:
"En el Estado es factible la formación de tipos que contengan principios
comunes, pertenecientes a un proceso histórico determinado, con un de-
sarrollo cultural semejante. Buscar lo típico del Estado sea idealista o rea-
lista. Lo característico de una institución, fundamento o manifestación
del propio Estado. Construir tipos en lo social limitados a una época con-
creta, porque dada la diversidad tan compleja de los fenómenos sociales
sería imposible determinar tipos en cuanto a comunidades tan diferencia-
das en su evolución y desarrollo cultural, político y social, de ahí la bús-
queda de un arquetipo, con similitudes y parecidos". Por ello Jellinek dis-
tingue para el Estado dos tipos: el ideal y el empírico.
En el primero habrá de estudiarse la politica como tal, no como con-
cepto derivado de la observación de Estados reales de la historia, a fin de
establecer la ciencia política considerando una forma determinada como
la perfecta, la ideal, en tanto el Estado empírico es el de mayor importan-
cia para la Teoría General del Estado, y sólo puede obtenerse mediante la
observación de los Estados históricamente existentes, como puede ser el
Estado Moderno en Europa, pero no en su totalidad, sino únicamente en
los rasgos y características semejantes. Y es en esa forma como lo realiza
al estudiar sociológicamente al Estado en la antigüedad, esencialmente en
el Griego, en el Romano y en la Edad Media, para arribar así al Estado
TEORÍA DEL ESTADO 149

moderno y, añade en sus aseveraciones: "Esa forma de utilizar los tipos es


aplicable no tan sólo en lo social sino en lo jurídico".
Por su lado, Herrnan Heller parte de la idea de que cuando los enun-
ciados son distintos, son diferentes las conclusiones, pero el problema de
la metodología en la ciencia del Estado surge a finales de la Primera Gue-
rra Mundial, cuando equivocadamente se consideraba que en los Estados
burgueses y liberales de Derecho se llegaba a conclusiones diferentes res-
pecto a un mismo problema, por el resultado del planteamiento errático
seguido, pero al dar comienzo en 1917 la revolución rusa, se produjo un
violento cambio en los fundamentos de ese Estado liberal y burgués, sien-
do sus enunciados políticos totalmente diferentes uno del otro. De ahí la
necesidad de hacer una acertada fundamentación y una definitiva revi-
sión de los enunciados porque al ser diferentes, los resultados también lo
serán.
Con lo anterior podemos ver fácilmente la dificultad que entraña tra-
zar un sistema metodológico para la Teoría General del Estado, y sin em-
bargo es necesario hacerlo como lo requiere cualquier disciplina científica
a fin de no perderse en su problemática y en su realidad, para lo cual de-
berá auxiliarse con las disciplinas de la Enciclopedia Política de Posada,
partiendo de lo que le es consustancial: el Estado, y por ende su propia
naturaleza, y clasificar nuestra materia dentro de ese catálogo, bajo el su-
puesto de que en todo momento de la vida del hombre en sociedad no
puede separarse un ápice de ese fenómeno llamado Estado.
Así visto podemos penetrar ya a un análisis previo del Estado integra-
do primordialmente por una organización de sujetos establecidos en un
territorio determinado y bajo un poder de mando, concepto en el que es-
tán intrínsecamente contenidos los tres elementos fundamentales de esa
realidad social llamada Estado, pero además esa comunidad asi vincula-
da, tiene como fin absoluto el bienestar general de la propia comunidad
creada, conformada a su vez por medio de una constante actividad, con
todo lo cual debe buscarse la realidad del Estado, y mediante el análisis
de sus propias características con la ayuda de la observación, se llegará a
la naturaleza del Estado, al punto de partida y fin al propio tiempo del in-
terrogante équé es el Estado? como principal y fundamental inquietud, y
con ello buscar el método de la Teoría para estudiarlo analíticamente.
Por la naturaleza de su objeto la doctrina califica a la Teoría General
del Estado dentro del catálogo de las ciencias, yen su calidad de ente cul-
tural se desprende, lógicamente, su ubicación dentro de las ciencias cul-
turales, pero dada su complejidad su estudio requiere de otras ciencias
auxiliares, y de conformidad al criterio formulado por Herman Heller
se puede expresar que indefectiblemente pertenece a las ciencias cultura-
les y de ninguna manera a las naturales. Por otra parte es sociología, por
tanto es ciencia de la realidad no del espíritu, y por último también cae
150 TEORÍA GENERAL DEL ESTADa

dentro del catálogo de ciencia estructural y por lo mismo no puede ser


histórica.
Al efecto el maestro Francisco Porrúa Pérez, al mostrar su identidad
con el pensamiento y clasificación helleriana, expresa: en cuanto a ser
ciencia cultural no siempre se le consideró como tal sino hasta el Renaci-
miento. con motivo fundamental de los descubrimientos científicos
esencialmente de Kepler y Galileo. por la concepción matemático-mecá-
nica del Universo. pasando más adelante a las ciencias sociales con Ba-
con y Hobbes y posteriormente. al surgir la fisica social principalmente
por las teorías del organicismobiológíco que hacen la similitud con las
agrupaciones humanas. y en especial el Estado a la persona humana. afir-
mando su semejanza al orden de agrupamiento de las abejas y otros ani-
males. por tanto se integran con ello a las ciencias naturales. con la cual
no concordamos.
Por su parte Marx se opone 'también a ello al expresar que si bien es
cierto el fino trabajo de algunos animales carecen de lo indispensable, la
idea. exclusiva del ser humano. poniendo como ejemplo a un maestro de
obras quien aun antes de principiar su trabajo ya tiene plena conciencia
de lo que va a realizar. sin reducirse a la simple ejecución manual de
transformación de algo natural. sino por medio de la propia naturaleza lo-
gra su fin. determínando su clase y modo como si fuese una ley a la cual
invariablemente debe sujetarse la voluntad. Es por ello. nos dice Porrúa
Pérez, que si el Estado es el resultado de una conducta social de la perso-
na humana. conlleva su propio fin. comprobando así la razón de catalogar
a la Teoría General del Estado dentro de las ciencias culturales.
En cuanto corresponde a la afirmación helleriana de catalogar a la
Teoría General del Estado dentro de las ciencias de la realidad. sus funda-
mentos los hace con razones incontrovertibles al decir: "La misión de la
Teoría del Estado es investigar a este como realidad. y si ese es su objeto
indefectiblemente debe proponerse la aprehensión. precisamente de esa
formación de la realidad denominada Estado. y por tanto es ciencia socio-
lógica de la realidad y no del sentido o del espíritu. Y efectivamente. He-
ller tiene toda la razón. porque además los componentes del Estado son
reales. los percibimos. se manifiestan por sí como el territorio. su conjun-
to social o pueblo es evidente. y así ocurre con todos sus elementos y ma-
nifestaciones. y no aceptarlo sería negar lo evidente. lo palpable, aquello
que salta a la vista de todos: la realidad. por ello la Teoría General del
Estado es ciencia de la realidad.
A fin de concretar sobre el Método de la Teoría General del Estado.
tomando las diversas doctrinas y conceptos de tan diversos autores. si-
guiendo al maestro Francisco Porrúa Pérez, quien ha profundizado en el
análisis y estudio de tan vasto tema. y coincidiendo con nuestra asevera-
TEoRÍA DEL ESTADO 151

ción de que la Teoría General del Estado es ciencia de la realidad con-


cluimos:
1. El Estado es una entidad cuya existencia es real y nos permite pe-
netrar a su cabal conocimiento en forma directa dentro de la cultura, y
por tratarse de una persona moral no podemos establecer para su estudio
la metodología utilizada para las ciencias naturales.
2. Hemos afirmado con anterioridad que ese ser denominado Estado
es sumamente complejo, toda vez que contiene diversidad de aspectos para
su estudio de carácter filosófico político, histórico político y jurídico polí-
tico, por tanto los métodos utilizados para la Teoría del Estado pueden
ser: En su calidad de ciencia del Estado, el método científico con el fin de
conocer la realidad externa del Estado, en torno a los elementos sustan-
ciales que le dan vida, pueblo, poder y territorio y su fenomenología.
3. El método filosófico debe emplearse debido a que el Estado tiene
una esencia o sustancia, con objeto de llegar al conocimiento de la reali-
dad última, sus fines, valores políticos y sociales que tiene, o aspira a rea-
lizar dentro de sus fines. .
4. No puede separarse al Estado de su tradición histórica, existe a tra-
vés del tiempo y el espacio desde los albores de la humanidad, por tanto
no podemos dejar de estudiarlo sin considerar el método histórico porque
incurriríamos en un error consustancial a su propio ser.
5. Asimismo, sin identificar en ninguna forma el Estado con el Dere-
cho, como establece la doctrina de Hans Kelsen y la escuela de Viena, no
podemos dejar de considerar su aspecto normativo, al Ser absurdo un
Estado sin Derecho porque sería el caos, como tampoco puede darse
un Derecho sin Estado por ser su ámbito de aplicación y desarrollo, y por
lo mismo también debemos utilizar el método jurídico para el estudio de
nuestra disciplina.
Por lo expuesto y bajo la consideración que la Teoría General del
Estado tiene a su cargo el estudio y análisis de principios mediante un
sistema lógico, de validez universal, de conformidad a ese fenómeno so-
cial denominado Estado, y dada su probada complejidad, todo ello nos
lleva a la aseveración de no haber un solo y exclusivo método para nues-
tra disciplina sino diversos, desde el punto de vista del análisis que se
realice en un tiempo y espacio determinado.
CAPiTULO DÉCIMO

EL ESTADO

1. ENCUADRAMIENTO DEL TEMA

Sin conocerse con exactitud el origen del término Estado desde el


punto de vista jurídíco-político, si podemos afirmar su equivalencia a la
Polis o ciudad-estado de los griegos, o a la cívitas, imperium y res pública
romana, siendo hasta la Edad Media en la península itálica cuando por
primera vez surge el nombre stati, estado, término en su cabal sentido
usado por Maquiavelo en el siglo XVI, difundido a través de su famosa
obra El Príncipe, paulatinamente adoptado al lenguaje universal y desde
entonces incorporado en todos los textos de literatura política.
Desde Platón a la fecha múltiples son sin dnda las definiciones sobre
el Estado, como múltiples son asimismo los estudiosos de la materia que
han versado en relación al tema, pero si bien definiciones y conceptos
son variables en el tiempo y en el espacio, existen constantes que nos per-
miten determinar, striclo sensu, un concepto formal abstracto del Estado
en general, aceptado por los tratadistas únicamente cuando se usen sus
elementos fundamentales, también de carácter formal, consustanciales a
su integración, y por tanto requisitos básicos para su existencia, cualquie-
ra sea su estructura social: pueblo, poder y territorio.

n. ELEMENTOS CONSTITUTIVOS DEL ESTADO


Es pertinente destacar cómo a través del tiempo el término Estado ha
sido confundido con alguno de esos elementos, y no es raro encontrar en
el pasado la voz germánica land, territorio, al hacer referencia a un Estado
determinado, así como es frecuente el error de identificar al Estado con
otro de sus elementos, el poder, con el equivalente equivoco de gobíerno,
por ser tan sólo parte del mismo, y en ese orden de ideas se da también el
desacierto en cuanto al elemento pueblo, siendo como sns anteriores un
requisito sine qua non para su existencia, pero no es en ningún momento
el Estado en sí mismo considerado. .
Por tanto prescindiendo de toda teoría cuyo objeto sea tratar de iden-

153
154 TEORÍA GENERAL DEL ESTADO

tificar Estado-Poder, Estado-Pueblo, Estado-Territorio, y aun otros errores


sustanciales, como el del gran jurista Hans Kelsen al identificar el Estado
con el Derecho, hemos de insistir en todo intento de definición, en todo
concepto tendente a entender el término Estado, la necesidad de incluir
sus tres elementos fundamentales: pueblo como conglomerado o conjunto
de personas asentadas en un espacio o circunscripción geográfica deter-
minada denominada territorio, organizado políticamente bajo un poder de
mando sujeto a su estructura política u orden jurídíco-político, todo lo
cual, aunado e interrelacionado, conforma la persona moral conocida bajo
el vocablo Estado.
El pueblo como elemento formativo es el destinatario final de los ac-
tos realizados por el poder público, a su vez integrado por una o varías
comunidades, cada una de ellas conformadas de acuerdo a diversos fac-
tores de homogeneidad, pero vinculadas entre sí en un concepto socioló-
gico denomínado nación, a la que se canalizan los fines y quehacer polí-
tico del Estado. Si analizamos estos tres elementos fundamentales al
amparo del derecho positivo, podrá observarse en toda legislación la refe-
rencia constante al término nación, como el sujeto de derecho protegido
por sus disposiciones.
Por su parte, el elemento llamado poder se encuentra vínculado inde-
fectiblemente a su soberanía, como organización política ejerciendo el po-
der libremente con las limitaciones contenidas exclusivamente en su pro-
pia estructura jurídica, sin someterse a ningún otro poder interno o
externo, porque en el concepto soberanía está implícita la imposibilidad
de existencia de ningún otro poder superior a ella, y esa soberanía es re-
cogida en los documentos fundamentales de todo Estado.
El territorio, último de los elementos fundamentales para la confor-
mación de un Estado, se plasma asimismo dentro del Derecho positivo de
cada Estado, con los límites y particularidades específicas de conformidad
a su forma de Estado, incluyendo los cayos, arrecifes, islas y demás aspec-
tos singulares específicos.

A. PUEBLO

Una de las disciplinas afines a la Teoría general del Estado es sin


duda alguna la sociología, y acudimos a ella conscientes de sus aportacio-
nes en relación al prímer elemento sustancial del Estado: el pueblo, defi-
nido en forma primaria como el compuesto social de los procesos de aso-
ciación en el emplazamiento cultural y superficial, o el factor básico de la
sociedad, o una constante universal en el mundo, caracterizado precisa-
mente por lo contrario, por las variables históricas, pero este término no
se agota en lo expuesto, ni nos aclara muchos interrogantes, por ejemplo,
aunque el pueblo esté conformado por individuos, no podemos afirmar de
EL ESTADO 155

manera alguna que son sinónimos, porque éstos son solamente la unidad
de medida, de número, y el pueblo es siempre el producto y proceso de
las acciones de asociación individual dentro de su propio ambiente físico
y cultural, en una circunscripción determinada.
De conformidad a las uniones sociales y de. su dimensión territorial,
cabe afirmar la posibilidad de darse en un mismo pueblo diferencias es-
pecíficas de acuerdo a los orígenes, tradiciones, costumbres ... de diversas
grupos asociados para integrar esa sociedad principal, como ha sucedido
históricamente en la antigua Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas,
en virtud de la unión de diversos grupos étnicos, y por ,igual pasa en
Inglaterra, Francia, la India, los Estados Unidos, en fin en la mayoría de
los paises de Europa, y en menor medida en Asia y demás continentes, y
quizá por ello mismo con suma frecuencia se identifica erróneamente al
pueblo con raza, concepto equívoco pero de gran significación a través de
las doctrinas racistas de Gumplowicz, quien asevera haber sido la horda
la primera agrupación humana, siendo la guerra el factor básico del desa-
rrollo, sin ser el individuo quien piensa sino lo hace la comunidad, y así-
mismo tanto la moral como el Derecho no son, como se afirma, conven-
cionalismos propios a la persona, sino de la comunidad, es la fuerza de la
raza la impulsora del desarrollo social.
Por otra parte, el principal valor del concepto pueblo estriba en su
universalidad, no lo étnico exclusivamente al formar sociedades primítí-
vas, rudimentarias, lo cual es un error a menos que se refiera específica-
mente a ese arquetipo de culturas relacionadas con ciertas característi-
cas de un grupo social predeterminado a sus acciones, como por ejemplo
el folclore, ciertas costumbres, manifestaciones artísticas y demás simio
lares.
Es conveniente hacer una distinción entre población y pueblo, porque
la primera comprende a todos los individuos sean nacionales o extranje-
ros, y por pueblo exclusivamente los integrantes de esa sociedad, de ese
Estado, en un concepto jurídico, con derechos civiles y políticos y con las
obligaciones inherentes a los mismos, y relacionado con otro de los ele-
mentas fundamentales del Estado diremos que son aquellos habitantes de
un territorio determinado o elemento geográfico.
Algunos autores consideran al elemento pueblo no tan sólo anterior
al Estado, sino requisito sine qua non para su existencia, sin embargo
otros, como Herman Heller, afirma es a la inversa porque el Estado dio
vida y formó al pueblo y a la propia nación, pero como quiera que fuere
lo incontrovertible es en todo caso, que los fines del Estado están destina-
dos directamente a los integrantes de esa propia unidad estatal, o sea al
pueblo.
156 TEORíA GENERAL DEL ESTADO

B. PODER

.Volviendo nuevamente a la sociología, esta disciplina consídera al se-


gundo elemento constitutivo del Estado, el poder, como la capacidad o
autoridad de dominio, freno y control de los seres humanos, con objeto de
limitar su libertad y reglamentar su actividad. Este poder puede ser por
uso de la fuerza, la coerción, voluntaria, como en el caso del carisma
como hemos visto, o por diversas causas, pero en toda relación social el
poder presupone la existencia de una subordinación de orden jerárquico,
de competencias o cooperación reglamentadas.
Pero dentro de esta idea, el poder del Estado es el de mayor fuerza en
el ámbito de desarrollo territorial donde se ejerza, y ocurre de diferentes
maneras de conformidad al régimen de gobierno adoptado, ya sea el po-
der de la fuerza militar, si es el caso de un Estado que responda a esa ti-
pología, por decisión propia o sometimiento, ya en la contienda de los
partidos políticos en una democracia en su lucha por acceder al poder, ya
de cualquier otra forma, por tanto lo mismo puede ser arbitrario o deriva-
do de un pacto social.
Toda sociedad, y más aún el Estado como la organización más perfec-
ta, no puede existir sin un poder, absolutamente necesario para alcanzar
los fines propuestos, para cuyo objeto requiere de la imposición coercitiva
de ese poder, no por ello arbitraria, pero sí obligando a todos los míem-
bros de la sociedad misma al cumplimiento de las disposiciones emana-
das de ese poder público, genuino y con capacidad jurídica para imponer-
lo tal como lo exige la propia sociedad, aun para su sobrevivencia
mediante un orden establecido donde se incluyen los derechos y obliga-
ciones, atribuciones y facultades de gobernantes y el pueblo en quien ra-
dica la soberanía, y de no ser así, sin la existencia de un poder legítimo,
fácilmente se caería en la anarquía y la ruptura de los valores, del bien
público, del orden y la necesaria y armónica convivencia en el interior
del Estado para su cabal evolución y desarrollo.
Pero debemos aclarar la diferencia sustancial entre el poder y el go-
bierno, porque éste es consecuencia de aquél, no es sino el órgano encar-
gado de la realización de la actividad estatal, de conformidad a las nor-
mas derivadas de la Constitución o Ley Suprema, de la cual emana toda
la estructura jurídica del Estado, considerando la imposibilidad de exis-
tencia de un Estado sin Derecho, como tampoco exístir un Derecho sin
Estado por ser su ámbito espacial de validez, sin por ello caer en el error
kelseniano.
Toda doctrina que parta de la idea de la posibilidad de existencia de
un Estado sin el elemento constitutivo del poder, llamado por algunos
teóricos como de cooperación libre, cae en un garrafal error o en un infan-
til idealismo, porque siempre será exigencia para lograr su objeto y fines
EL ESTADO 157

la existencia de un poder a fin de coordinar y guiar la actividad social,


política y económica en beneficio del pueblo integrante de dicho Estado,
pero a la vez toda doctrina que considere como el orden supremo de un
Estado al poder cae en otro equívoco toda vez degeneraría en arbitrarie-
dad o tiranía. Con objeto de evitar los extremos, en el Estado Moderno se
han forjado las doctrinas de la soberanía popular, la representación políti-
ca y fundamentalmente la división y equilibrio del poder público, como
hemos de ver más adelante, por ser la forma idónea para obtener el con-
trol del propio poder mediante el sistema de frenos y balanzas, tal como
fue elaborado por Aristóteles, cuya doctrina actualizada es base de la ar-
monía pública en los Estados del mundo contemporáneo a partir del naci-
miento del Estado Moderno.

C. TERRITORIO

El territorio es el último elemento constitutivo del Estado, pero al de-


cir lo anterior no queremos expresar en forma alguna ser el menos impor-
tante de los tres, porque todos y cada uno de ellos tiene igual valor, sin
poder existir el Estado con la falta de alguno de ellos, y sólo se menciona
como último en cuanto a un orden arbitrario expresado así desde el
principio.
Son muchas y muy variadas las formas como diversos tratadistas defi-
nen al territorio, Francisco Pérez POITÚa lo considera como el elemento fí-
sico de primer orden para el surgimiento y conservación del Estado, y
agrega: "la formación estatal misma supone un territorio. Sin la existencia
de éste no podrá haber Estado. Sin embargo, continúa diciendo, no por
esta afirmación se quiere decir que el territorio forma parte de la esencia
del Estado, sino simplemente que es un elemento necesario para su vida".
Por su parte, Ignacio Burgoa, en su obra El Estodo.afirma: "Como ele-
mento del Estado, el territorio es el espacio dentro del cual se ejerce el po-
der estatal o 'imperium', y en ese sentido, como lo afirma Burdeau, 'un
cuadro de competencia y un medio de acción'. Como esfera de competen-
cia el Estado delimita espacialmente la independencia de éste frente a
otros Estados, es el suelo dentro del que los gobernantes ejercen sus fun-
ciones, es el ambiente físico de vigencia de las leyes y demarcación de su .
aplicabilidad -territorialidad- fuera del cual carecen de eficacia norma-
tiva --extraterritorialidad-".
No obstante de tener toda la razón estos dos maestros en sus tesis,
existen otros teóricos que no acreditan la esencialidad al territorio como
lo hemos ponderado, considerando de mayor importancia el elemento hu-
mano, el pueblo, la población, como quiera llamársele, teoría a nuestro
juicio fuera de toda razón porque hemos afirmado, y continuaremos ha-
158 TEORÍA GENERAL DEL ESTADO

ciéndolo, la necesaria concurrencia de los tres elementos consustanciales


para la existencia del Estado, y en cuanto al territorio simplemente se
puede decir: es el ámbito espacial de validez del Estado, en cuyo interior
el poder público desarrolla y ejerce sus funciones a fin de lograr los fines
de bienestar del pueblo en sus distintos órdenes, pero cabe agregar que en
ese espacio se encuentra dicha validez, y así lo contemplan múltiples
Normas Fundamentales, incluso la Constitución mexicana.
Empero cabe aclarar en referencia a este elemento, no ser exclusiva-
mente el concepto tierra en sí mismo considerada como puede pensarse al
hablar del territorio, porque forma parte del mismo tanto el espacio aéreo
correspondiente a su superficie, como el espacio maritimo de conformi-
dad a la normatividad internacional, al tenor de la evolución y desarrollo
del Estado en la actualidad, toda vez a través del tiempo dichos principios
se han modificado por las circunstancias y avances científicos, tecnológi-
cos y políticos obligando a la actualización de conceptos, por ejemplo, an-
tes del descubrimiento de la pólvora y por tanto de las armas de fuego, no
cabía considerar el espacio aéreo como parte del territorio, ni el marítimo
dada la forma como ha avanzado el Derecho internacional y con ello la
convención de los tratados multilaterales.
A mayor abundamiento en base a lo anterior debemos expresar cómo
durante largo tiempo se estableció el derecho sobre los mares, tomando
como límite fronterizo de los Estados ribereños la distancia hasta donde
alcanzaba el disparo de un cañón, posteriormente con el descubrimiento
de la aviación se volvió a modificar el criterio para no permitir el paso so-
bre el espacio aéreo a ningún aparato extranjero, a fin de cuidar en todo
momento su inviolabilidad, y en cuanto a los mares, no únicamente a de-
terminada distancia de sus costas con objeto de evitar algún ataque sor-
presivo, sino como base sustancial económica la no vulneración y por
ende la protección- de las riquezas de recursos renovables, como la fauna
marina, y los no renovables como el petróleo.
Por otra parte, la legislación internacional -<m relación al elemento
territorio- tiene otras consideraciones de orden jurídico-político como es
el respeto a la soberanía, ya no únicamente territorial, sino marina y aé-
rea, soberanía ésta muy vulnerada en la actualidad en razón de los ade-
lantos científicos de carácter espacial de los países cuya economía les per-
mite posesionarse de espacios extraterrestres, cuya magnitud ha obligado
a las naciones al dictado de la legislación espacial.
Ahora bien, en cuanto al concepto de territorialidad y extraterritoria-
lidad, también es necesario recordar algunos aspectos fundamentales, le-
gislados en los países en orden a su soberanía, y asimismo mediante los
tratados internacionales en relación al espacio físico ocupado por embaja-
das, consulados, legaciones y demás figuras jurídicas de las relaciones in-
ternacionales, derivadas de las representaciones diplomáticas, porque aun
EL ESTADO 159

no siendo parte de la Teoría del Estado, sino tema específico del Derecho
Internacional, sí es de todas formas pertinente recordar, sin penetrar a su
análisis ni a dogmática alguna, la existencia de territorios de propiedad
extranjera dentro del nacional, en todos los países del mundo en relación
al espacio ocupado por sus misiones diplomáticas, conformando así la ex-
traterritorialidad aceptada de un país con otro con quien así lo ha conve-
nido, y por extensión a dicho concepto a los vehículos propiedad de di-
cha misión.

IlI. EL CONCEPTO NACIÓN

Ya hemos hablado en el principio de este capitulo algunos aspectos


del concepto Nación recogidos en diversas legislaciones. Sin embargo
cabe preguntar ¿qué es la Nación?, a fin de observar su contenido socioló-
gico y jurídico. El primero considera a la Nación como el grado. óptimo de
la unificación de una estructura política asentada en un territorio deter-
minado, como un grupo humano de mayor tamaño, estable y coherente
en una sociedad con características especiales, como es la cultura homo-
génea, el mayor o menor grado de tradiciones y costumbres, de conformi-
dad a su integración, y por igual ocurre con otros aspectos, como son el
lenguaje, la religión, vestimenta y uso de cierta tipicidad de sus adornos y
formas de recreación, sistemas morales y políticos, asi como el de la orga-
nización en el ámbito familiar, y hasta de régimen alimenticio.
La interrelación social los vincula más entre sí que con otros grupos
de la misma especie, comparten sus experiencias. no siendo necesario
una unificación de carácter netamente político, porque existen diversos
casos de convivencia de connacionales en dos esferas políticas diferentes,
como ocurre actualmente con las dos Coreas o la desunión política tem-
poral de los alemanes después de la Segunda Guerra Mundial... más no
obstante la división de carácter político y la falta de convivencia normal,
no por ello dejan de guardar su nacionalidad, siempre serán coreanos,
nunca dejaron de ser alemanes.
En relación al concepto nación en materia jurídica, se entiende como
la vinculación de rasgos de un grupo de individuos entrelazados por ge-
neraciones, con carácter distintivo de otros grupos similares en su compo-
sición. Algunos autores consideran a la Nación como una persona moral,
en tanto otras niegan este criterio oponiéndose por estimar que quien tie-
ne esa característica es el Estado.
Pero sea cualquiera la doctrina al respecto, todas guardan un común
denominador, porque la columna vertebral de la Nación la conforma in-
trínsecamente el pueblo, con un grado superior de mayor trascendencia
dentro del propio Estado, pero partiendo siempre de la misma base de ser
pueblo, aunque existen casos de haber diversas nacionalidades dentro de
160 TEORíA GENERAL DEL ESTADO

un propio Estado viviendo armónicamente, en otras surgen divergencias


muy marcadas, más allá de lo conveniente porque ello puede producir
una incesante lucha social, degenerando en ocasiones en conflictos inter-
nos por rivalidades ancestrales, de carácter étnico, religioso ... como ocu-
rre en los Estados Unidos entre blancos y angloafricanos.

IV. JUSTIFICACIÓN Y FINES


Prescindiendo de la inquietud de definir al Estado por las razones
expuestas, y antes de adentrarnos a escrutar algunos de sus aspectos sus-
tanciales, hemos de recordar el término Estado, desde el punto de vista
jurídico-político con una doble acepción: la primera es el Estado en sí
mismo considerado, y la segunda referida a una entidad federativa con
una Constitución particular, concepto derivado de la acepción dada en
los reinos y monarquías alemanas y austriacas, cuyos monarcas designa-
ban así a los reinos o estados independientes o hereditarios cuando se re-
ferían a porciones del reino, como los Estados Austriacos Unidos, Federa-
ción de Reinos Alemanes ... Hecha esta aclaración penetremos al análisis
de la justificación y los fines del Estado. para posteriormente examinar
otras facetas que aunadas a las anteriores, nos ofrezcan un panorama más
amplio para la conceptualización del Estado, y poder establecer la dife-
renciación de formas de Estado y formas de Gobierno.
Antes de escrutar los fines del Estado es conveniente aclarar que en-
tendemos como fin, el propósito. meta o algo por alcanzar, objeto o finali-
dad, y no como momento final o límite. Tomándolo así en su cabal senti-
do político, jurídico y sociológico. podemos expresar que si bien toda
persona física o moral tiene fines, el Estado como entidad política. como
la persona moral por excelencia, con mayor razón los tiene y lleva a efec-
to mediante la elaboración de planes y programas, y los practica y realiza
en un espacio y tiempo determinados, los cuales deben ser factibles y de
posible realización y no simples utopías, pues se trata de valores, de axio-
logía politica y no de endebles postulados faltos de todo raciocinio y
factibilidad.
Extensa es la literatura política sobre los fines del Estado. pero puede
dividirse en dos criterios esenciales, los correspondientes a la teoría orgá-
nica de quienes afirman no tener fines porque el Estado es un fin en sí
mismo o fin inmanente a su propia existencia. En contraposición a esta
tesis se encuentra aquella que considera los fines del Estado como único
justificante de su existencia.
Al respecto y con objeto de sistematizar nuestro análisis, hemos de
considerar por "idea" el pensamiento primario de cualquier disciplina o
rama del conocimiento humano. y por "concepto" el pensamiento último
de la cadena de enunciados o ideas. Bajo esas premisas podríamos decir:
EL ESTADO 161

La idea o fin primario del Estado, o fin objetivo como lo llama Kant. es
su nacimiento, su existencia y su permanencia soberana frente a la co-
munidad internacional. pero aunado a ese fío inicial del Estado, o fin uni-
versal, se encuentran los fines particulares o contingentes, diversos, cam-
biantes y modificables en el tiempo y el espacio, y en ese sinfín
especulativo son tantas y tan diversas las teorías, y por tanto tiempo in-
vestigadas por los doctrinarios, principalmente durante la primera mitad
del siglo XIX, que difícilmente puede deducirse un criterio formal o for-
mular un catálogo. Sin embargo no cabe duda alguna de su existencia,
porque por su propia naturaleza el Estado es el medio idóneo y único, po-
dríamos decir, para lograr la solidaridad social, por ser un producto social
trascendente y por las mismas razones no puede constreñirse a un solo
aspecto, como lo hace Kelsen, porque el Estado es mucho más que el De-
recho, y por tanto sus fines van más allá de ese concepto simplista objeta-
do por dejar lagunas desde el punto de vista sociológico, político, cultu-
ral... y por tanto habrán de buscarse otros fines para justificar su
existencia.
Ahora bien, algunos de estos fines son de carácter absoluto, inmodifi-
cables, válidos para todos los tiempos, y para todo Estado en cualquier
tiempo y lugar, son fines ideales, tendentes a buscar la armonía interna-
cional. pero aunados a ellos existen otros de carácter variable, particula-
res para cada Estado, sin relacionarlos con los demás.
Para la obtención de esos fines es menester entrelazar la teoría de los
fines del Estado con otras disciplinas: la política, la economía, la sociolo-
gía ... vinculándolos íntimamente a la colectividad a quien van destina-
dos. Así, podríamos decir como un fin invariable, inmediato, en orden a
la solidaridad de un pueblo, debe tender a evitar conflictos entre sus
miembros, para cuyo logro es base esencial precaver diferencias sustan-
ciales en el conglomerado social, tanto de carácter económico como cultu-
ral. educativo, de posibilidades, oportunidades ... Por ello para alcanzar
ese primer fin inmediato, el Estado debe coordinar su actividad para satis-
facer las necesidades colectivas y consecuentemente, obtener la conviven-
cia de todos entre sí.
Con base en lo anterior, y en ese orden de ideas, otro fin del Estado es
mantener la paz y el orden interior, íntimamente vinculado a un fin ob-
jetivo para justificar su existencia: la defensa de su soberanía frente al
exterior, para cuyo objeto todo Estado debe contar con una organización,
poderosa y suficiente, oponible a cualquier intervención ajena, pero ello
no quiere decir sea imprescindible sostener una fuerza armada, sino orga-
nizativa que coadyuve a guardar incólume su integridad, con principios
dogmáticos sólidos, para esgrimirlos en el concierto de las naciones, a
cuyo efecto se requiere forzosamente contar con ese orden y paz interio-
res, o sea la vida armónica de la sociedad.
162 TEORÍA GENERAL DEL ESTADD

Fines primordiales del Estado son asimismo el bienestar de la nación,


el resguardo de los intereses y derechos colectivos protegiendo con ello
los de carácter individual, la preservación de la libertad e igualdad de sus
miembros, su mejoramiento y elevación del nivel de vida en lo económi-
co, social, cultural, de educación, capacitación y la satisfacción de las ne-
cesidades públicas y privadas, la justicia como medio para obtener la
igualdad social, y por sobre todo ello la premisa recogida en la Declara-
ción de los Derechos del Hombre y el Ciudadano de 1794: la felicidad de
los integrantes de la sociedad.
Los fines del Estado hemos dicho no son los mismos ni en todos los
Estados ni en todos los tiempos, pero contienen, como el derecho, un di-
namismo natural, y aunque algunos de ellos son invariables a través del
tiempo y el espacio, otros muchos son diferentes y van conformándose de
acuerdo, tanto a los cambios políticos, económicos y sociales, como por
los procesos de evolución y desarrollo de los Estados.
No podríamos imagínar, tan sólo, que los fines de las sociedades pri-
mitivas preestatales puedan ser los mismos a los de aquellos Estados
conformados en el sedentarismo, porque las exigencias del pueblo y las
razones del Estado son totalmente distintas, como tampoco se podría pre-
tender la ígualdad de fines en esas sociedades con las de la Edad Media,
porque este período se considera como uno de los parteaguas de la histo-
ria universal, donde los fines del Estado se relacionaban íntimamente con
los de los feudos, los señores feudales, los caballeros agrupados en una
élíte, los de la cruenta nobleza, los del inclemente clero en su lucha por el
poder temporal y espiritual, como asimismo no podemos pensar sean los
mismos fines del Estado en relación al pueblo liberado del yugo del mo-
narca al de los vasallos sujetos a la tierra, y así podríamos continuar ob-
servando muy diversos fines de conformidad a la época histórica analiza-
da, en relación con los del Estado moderno y aún de este en su evolución
hasta llegar al mundo contemporáneo, y largo y prolijo sería analizar los
fines del Estado esclavista, el feudal, el capitalista o el socialista, todos in-
mersos en los capítulos dedicados a dichos sistemas de organización polí-
tica, social, económica y cultural de cada Estado.
CAPÍTULO DÉCIMO PRIMERO

FORMAS DE ESTADO Y FORMAS DE GOBIERNO

1. ENCUADRAMIENTO DEL TEMA

Aunque el estudio y análisis de las formas de Estado y de gobierno


pertenecen al Derecho Constitucional, para la Teoría General del Estado
es un tema trascendental aunque no necesariamente se penetre a un mi-
nucioso estudio, pero sí es pertinente conocer su diferencia específica,
porque lamentablemente exíste una gran confusión entre estas dos figu-
ras, y es más, para la Ciencia Política ha sido problema de siempre esta-
blecer una diferenciación entre ambas e históricamente se arrastra el falso
criterio y confusíón frecuente de equiparar Estado y gobierno, siendo éste
derivado del poder que es elemento fundamental del Estado, como hemos
visto.
Sín embargo en la actualidad, los estudíosos de la Teoría General del
Estado, del Derecho Constitucional y de la Ciencia Política están acordes
en las diferencias sustanciales existentes entre ambos términos, para cuyo
efecto se remiten a conceptualizar al Estado, el poder y el gobierno en
base a sus características específicas.
El Estado, prescindiendo de otras consideraciones, analizado única-
mente desde el punto de vista jurídico en la suma de sus elementos, es
una organización política, un todo jurídico constituido por los órganos
creados al efecto, y como toda persona moral es titular de derechos yobli-
gaciones, tanto en su esfera interna como en la internacional.
De lo anterior se desprende: por forma de Estado debe entenderse la
estructura de la propia institución, según se concentren o fundan en un
orden estatal único o centralizado las diversas maneras de darse una con-
centración o división y desplazamiento de competencias, y según el modo
o manera de ser del propio Estado, sin aludir al cómo, ni a la índole o
existencia de las funciones competenciales correspondientes a cada uno
dentro de su estructura. De ahí devienen dos formas de Estado: Simple,
unitario o central, y el Estado compuesto, complejo O federal, en ocasio-
nes denominado Estado de estados.
En el primer caso el Estado ejerce su soberanía directamente sin intro-

163
164 TEORíA GENERAL DEL ESTADO

misión de otros poderes ajenos. en orden a una sola voluntad. Los ciuda-
danos se encuentran sujetos a una autoridad única. a un solo orden juri-
díco. Los poderes pertenecen a un solo titular ejerciendo la soberanía por
medio de órganos centrales de proyección nacional. Esa forma centraliza-
da en lo político y administrativo es conocida históricamente como régi-
men absolutista. no necesariamente autoritario. porque coordina todas las
entidades públicas y privadas. sin autonomía de las partes integrantes,
emanando todas las decisiones fundamentales del propio poder. aunque
puede atenuarlas mediante cierta descentralización administrativa.
La segunda forma de Estado, la federal, responde a la unión de esta-
dos menores. de ahí la idea de Estado de estados. cuya integración ocurre
mediante un proceso jurídico donde se mueven las acciones volitivas de
una pluralidad de sujetos. acciones nacidas de la aplicación de principios
de Derecho contenidos en la Constitución y previamente determinados
mediante el Pacto Federal. El Estado se caracteriza por una descentrali-
zación especial, compleja y de elevado grado, compuesto de colectivida-
des. con autonomía constitucional, participantes en la formación de la vo-
luntad nacional. siendo el poder central limitado por la misma Norma
Fundamental.
El federalismo representa la forma territorial de la separación de po-
deres públicos bajo un régimen constitucional, y los poderes legislativo.
ejecutivo y judicial tienen un carácter complejo. pues a la vez coexisten
los poderes federales y los locales de cada entidad federada.
Algunos autores. consideran la existencia de una tercera forma de
Estado. la Confederación de Estados. donde varios Estados forman una
unión, mediante pacto interestata! sin desaparecer como tales. ni forman-
do una entidad superior a ellos. a la cual sólo delegan poderes limitados.
En ciertas ocasiones estas confederaciones preceden al Estado Federal,
como ocurrió en la antigua Grecia con la Liga Aquea, la Liga Anseática. el
Sacro-Imperio Romano, o en la Confederación de las 13 Colonias. que
posteriormente dieron nacimiento a los Estados Unidos de Norteamérica.
En otros casos esta figura se crea por pacto internacional para la reali-
zación de propósitos concretos. principalmente de carácter defensivo. Sus
facultades no pueden ir más allá de lo pactado, ni implica intervención
en los asuntos propios de cada Estado soberano, y cada uno continúa en
el ejercicio pleno de sus derechos. derivando de ello. en ocasiones. una
inestabilidad, como ocurrió con la Liga de las Naciones. creada al término
de la Primera Guerra Mundial. hasta desaparecer por inoperante.
En ese mismo orden de ideas. el gobierno como conjunto de poderes
políticos constituidos encargados de la materialización del Estado para su
funcionamiento, manifestado por la acción volitiva de los titulares de los
órganos a quienes se otorgan las competencias respectivas para la realiza-
FORMAS DE ESTADO y FORMAS DE GOBIERNO 165

ción de sus fines, deben ejercer sus funciones en coordinación, entrela-


zándolos entre sí.
Por formas de Gobierno, debemos entender los diferentes modos de
formación de los órganos estatales, instituciones y figuras jurídicas idó-
neas creadas por el Estado para el cumplimiento de su objeto y ejercicio
soberano, de conformidad a su historia, idiosincrasia, costumbres y tra-
diciones.
Desde la antigua Grecia, Aristóteles, como hemos visto, establece dos
criterios de formas de Gobierno: puras o perfectas e impuras, degeneradas
o corrompidas, siendo las primeras la monarquía, la aristocracia y la de-
mocracia. Las formas de Gobierno que han perdurado y subsisten actual-
mente, salvo excepciones, son la república y la monarquía, ambas con
modalidades diferentes, aunque casi todos los tratadistas coinciden en
que la monarquía tiende a desaparecer.

11. LA ARISTOCRACIA Y LA MONARQUÍA

Así como Platón con sano criterio afirma que los Estados deben ser
concordantes y conservarse dentro del ideal dado desde su nacimiento,
porque de lo contrario al desviarse del mismo decaen en su objeto, Aristó-
teles los relaciona más a la esencia de las cosas, expresando: "cuando las
formas puras de gobierno, monarquía o poder en manos de un solo sujeto,
aristocracia como el poder a cargo de un número reducido de personas, y
democracia o poder ejercido por una generalidad de individuos, al perder
sus cualidades originales y lejos de lograr el bien general tan sólo buscan
el beneficio particular, caen en la corrupción, haciendo degenerar las for-
mas puras en tiranía, oligarquía y demagogia, respectivamente, provocan-
do no sólo la inconformidad interior, sino al devenir el desorden, ponen
en peligro la estabilidad y equilibrio del propio Estado".
No obstante el valor cuantitativo de los sujetos en ejercicio del poder
considerado en la tesis del estagirita, y sus expresiones externas, o de
contenido extrínseco, su clasificación y teoría continúan siendo válidas
hasta nuestros días, y es y será siempre punto de partida para todo estu-
dioso de la ciencia política.
En cuanto corresponde a la aristocracia y la monarquía, la primera
como el ejercicio del poder en manos de una minoría selectiva, por ha-
ber caído en desuso y prácticamente desaparecida en la actualidad, sólo
expresaremos su vigencia durante largo tiempo en el pasado iniciada en
Roma por Políbío, quien tomando las bases de la doctrina aristotélica, al
intentar aplicar una forma de gobierno mixta crea a su vez la teoría cícli-
ca: la monarquía degenera en oligarquía, y al ser derrocada por el pueblo
origina la democracia, y esta da lugar a la demagogia, la cual a su vez es
sustituida por la monarquía, y así al tiempo retorna al punto inicial para
166 TEORÍA GENERAL DEL ESTADO

reanudar la acción ciclica. Otros Estados. como la república de Venecia. y


algunas otras repúblicas itálicas. ejercieron la forma de gobierno aristocrá-
tica y dada su fácil degeneración e impopularidad. la precipitaron a su
decadencia y fin.
Respecto a la monarquía. si bien paulatinamente va desapareciendo y
tan sólo se guarda en algunos Estados tradicionalistas. conservada en sus
formas mas no en su contenido. dada su larga trayectoria por sus muchos
siglos de existencia y sus manifestaciones actuales, es pertinente recor-
darla aunque sucintamente en sus orígenes y evolución.
La monarquía inicialmente, como hemos visto, se caracteriza por co-
rresponderle a una sola persona física. a una sola voluntad. encarnar el
órgano supremo del Estado. dirigirlo y ejercer en forma vitalicia el poder
ejecutivo. cuyo mandato abandona tan sólo por muerte. abdicación o de-
posición. trasmitiendo sus facultades dada la línea sucesoria establecida
en la ley dinástica o la costumbre, por ser generalmente la fuente prima-
ria del derecho en ellas la tradición y la costumbre, generando así el dere-
cho consuetudinario. como es ejercido en la actualidad en los Estados an-
glosajones: Inglaterra y los Estados Unidos.
En sus orígenes derivado de los Estados de Oriente. aunque no con la
misma rigidez. es recogida por Occidente la equivocada monarquía teo-
crática, bajo la consideración de ser el monarca el representante de la di-
vinidad. la concepción del monarca-dios divinizado por los súbditos, sur-
giendo así desde los tiempos de Alejandro Magno, y al pasar al mundo
romano se extiende en el tiempo y el espacio hasta llegar al Medievo.
donde conserva como fundamento esencial la inexistencia de derechos
del individuo frente al monarca.
En su largo recorrer la monarquía se templa y aún conservando cier-
tos rasgos dívínízantes, el monarca aparece al final del Imperio Romano
ya no como un dios, sino como el propietario del Estado. el dueño de vi-
das y haciendas. más allá de las caracteristicas propias de la Edad Media.
cuando si bien empieza a reconocerse personalidad al individuo en todas
formas está sujeto al señor, al dueño de la tierra. quien conserva ese dere-
cho como dominio eminente, aunque no como dominio útil. por pertene-
cer este al vasallo o a los gremios que van apareciendo como la asociación
de artesanos. pero en esta evolución surge el absolutismo del monarca.
quien aun reconociendo ciertos derechos individuales y colectivos con-
serva el derecho ilimitado de disposición de los bienes espirituales y tem-
porales de los súbditos en favor del Estado. aunque esto sea una ficción
jurídica en tanto el monarca era el dueño del propio Estado, al haber de-
saparecido la concepción de dos figuras diferentes: la del Estado en sí
mismo considerado y la del monarca.
Al aparecer los derechos oficiales del rey. independientemente del
dominio eminente sobre el territorio del Estado, surge la teoría de la re-
FORMAS DE ESTADO y FORMAS DE GOBIERNO 167

presentación absorbente del Estado por el monarca, porque la comunidad


popular se traslada a la personadel príncipe, y se convierte por este sim-
ple becbo en su genuino representante, cobrando en el absolutismo su
más elevada expresión, manifestada en la identidad del monarca con el
Estado al decir del déspota Luis XIV: el Estado soy yo, criterio subsistente
basta el afloramiento de las doctrinas de soberanía popular y representa-
ción política, cuando el poder del monarca es limitado, por ser el pueblo
el sujeto a quien se traslada el poder del Estado, integrado como una uni-
dad, en tanto el monarca emana del propio Estado.
A consecuencia de estas transformaciones actualmente subsisten di-
versos tipos de monarquía, y en cuanto a derechos de ocupación del trono
pueden ser electivas o hereditarias. Las primeras requieren de un órgano
previamente creado, cuya única y exclusiva facultad consiste en elegir al
monarca, su elevación jurídica al trono, asignando así la supremacía polí-
tica a los electores. La segunda, la hereditaria, como hemos dicho con an-
terioridad está sujeta a la ley dinástica de sucesión, aunque en ocasiones
se deriva de la electiva, al realizarse obligadamente por no existir miem-
bros de la familia real para acceder al trono, y por lo general se suple re-
mitiéndose al parentesco o a otra casa reinante de la misma alcurnia.
La monarquía electiva propiamente ba desaparecido, siendo Bulgaria
antes de la segunda Guerra Mundial su último exponente, evolucionando
posteriormente su forma de Estado y de gobierno, mediante el Tratado de
Berlín. Empero en la actualidad sólo subsisten las monarquías limitadas
de corte constitucional o parlamentario, en las cuales los monarcas están
supeditados a un orden jurídico, y por ello los órganos a cuyo cargo están
las funciones legislativa y judicial se enmarcan dentro del sistema de di-
visión de poderes, en tanto el monarca de conformidad al estatuto en vi-
gor puede o no ejercer el poder ejecutivo, casos ambos donde la soberanía
ya no se encuentra en sus manos sino es de orden popular.

III. LA REPÚBLICA

La República del latín res-cosa, publicae-pública, como forma de go-


bierno de mayar difusión en los regímenes políticos contemporáneos,
aflora en su sentida jurídico-político durante la Edad Media, correspon-
diendo a Maquiavelo impulsarla en ese sentida cuando en las primeras Ji-.
neas de El Príncipe, su libro más conocido y de gran fama expresa: todos
los Estados o son repúblicas o son principados.
En la actualidad por República se entiende la forma, sistema o régi-
men de gobierno en el cual el poder reside en el pueblo, quien lo ejerce
directamente por medio de sus representantes a quienes designa por tiempo
determinada, característica esencial de diferencia sustancial con la mo-
narquía, y a cuyo término de mandato les suceden aquellos nuevamente
168 TEORíA GENERAL DEL ESTADO

elegidos, ya sea directa o indirectamente por el pueblo integrado como


cuerpo electoral, y no como en la monarquía por derechos hereditarios.
La sociedad soberana al ejercer sus funciones supremas por conducto
de esos órganos delegados, los hace responsables jurídicamente ante ella de
la realización de su actividad durante el tiempo de su ejercicio, Corres-
pondiendo a la ley establecer sus responsabilidades, facultades, derechos
y competencias, concedidas únicamente por un poder limitado, y es el ti-
tular del órgano ejecutivo o jefe de Estado quien tiene la responsabilidad
política, ya sea una sola persona física, en cuyo caso a la vez es jefe de
gobierno, o conjunto de individuos sujetos al específico estatuto de su
ejercicio.
Una primera diferenciación en el régimen republicano se refiere a la
adopción del presidencialismo o del parlamentarismo, aunque ambos
pueden significarse con malices especiales, creando especies distintas del
mismo género. En el primero, el titular. jefe de Estado y de gobierno,
nombra a los secretarios del despacho, y el órgano ejecutivo es indepen-
diente del legislativo y del judicial, en tanto en el segundo. los ministros
son responsables ante el parlamento. cuyo primer ministro es el jefe de go-
bierno, correspondiéndole a! Presidente de la República ser jefe de Estado.
Jellinek considera como característica fundamenta! de la República.
un criterio eminentemente sociológico-jurídico, en el modo como se inte-
gra la voluntad estatal, porque si bien es psicológico en las monarquías
donde la voluntad de una persona forma la voluntad del Estado, en las re-
públicas es únicamente jurídico porque en la integración de la voluntad
del Estado interviene un número indeterminado de voluntades de perso-
nas físicas.
No obstante este criterio de [ellínek, muy criticado por ilustres estu-
diosos del tema, sus razonamientos llevados al campo de la realidad
subsisten en la integración de ambas formas de gobierno, aunque como
hemos visto que la monarquía contemporánea la ha atenuado por limita-
ciones parlamentarias o derivadas de una ley Fundamental, pero dicha
característica es esencial en la conformación de la República. y ello nos
lleva al criterio formal para afirmar la decadencia de las monarquías ac-
tuales, porque propiamente en su trasfondo se comportan como repúbli-
cas, aunque con ciertas características específicas de carácter monárquico,
. porque la voluntad estatal limitada la forman el conjunto de voluntades
de varios sujetos.
Independientemente de esos aspectos doctrinarios, en las repúblicas
surgidas al término de la Revolución francesa de 1789 -movimiento
transformador de las instituciones político-jurídicas del mundo- consti-
tuidas como Estados de Derecho. caracterizadas por la sujeción a un régi-
men jurídico-constitucional rígido. al determinarles los órganos del Estado
y su delimitación competencial al establecerles derechos y obligaciones
FORMAS DE ESTADO y FORMAS DE GOBIERNO 169

siempre en búsqueda de la debida protección a las personas tanto indivi-


duales corno colectivas, puede manifestarse su materialización a las doc-
trinas evolucionadas de soberanía popular, representación politica, divi-
sión de poderes, derechos políticos de los ciudadanos, y el otorgamiento
de su participación volitiva en la formación de los órganos estatales y el
derecho positivo para regir los destinos de la República, incorporando las
garanlias individuales por constituir uno de los mayores avances de pro-
tección a los miembros integrantes del Estado, todo lo cual se deriva de la
Declaracíórr de los Derechos del Hombre y el Ciudadano.

IV. LA DEMOCRACIA

De las tres formas puras de gobierno formulados por Aristóteles, nos


hemos referido con anterioridad a la aristocracia y a la monarquía, y si
bien la primera prácticamente ha desaparecido del sistema politico con-
temporáneo y la segunda, por su franca decadencia, tiende a correr la
misma suerte, la democracia, tercera forma de gobierno de su clasifica-
ción, no sólo ha permanecido vigente, sino por demás cada día se encuen-
tra más vigorosamente arraigada en la sistemática jurídico político univer-
sal, empero en la actualidad sin perder su jerarquía jurídica se vincula
con otras formas de gobierno formando un sistema mixto, y así se han
creado algunas figuras corno la monarquía democrática ...
La Democracia, de demos-pueblo y kratos-autoridad, en el devenir de
la historia ha sufrido sustanciales modificaciones conceptuales, pero en
todas formas subsiste un fundamento básico, por ser el poder ejercido por
una generalidad de individuos, evidenciándose así el poder de la mayoría,
pero esa mayoría en la polís griega la formaban tan sólo los ciudadanos y
no alcanzaba sus beneficios a los esclavos, metecos, ilotas y otras catego-
rías, que no obstante ser abrumadoras mayorías permanecían sin dere-
chos y marginadas en la Ciudad-Estado griego, convirtiendo a esa Demo-
cracia en una aristocracia muy depurada. En la actualidad los valores
esenciales de la Democracia, libertad, igualdad, justicia... se encuentran
al alcance de todos los miembros de un Estado, no sólo a la mayoría que
vota por ella, y por ende menos aún limitada a ciertos estratos sociales
selectivos.
En esa transformación del concepto de libertad democrática, su mayor
expresión se encuentra en el principio de estar los miembros del Estado
sometidos a las normas, siendo a la vez los creadores de ese orden jurídi-
co, y por tanto, gobernantes y pueblo se encuentran en una relación de
igualdad ante la ley.
Kelsen afirma ese principio y expresa: "el Estado liberal es aquél que
se fundamenta en la Democracia, toda vez el orden jurídico es producido
por los mismos que están sometidos a él, es decir la voluntad colectiva u
170 TEORfA GENERAL DEL ESTADO

orden social es el resultado de acciones interrelacionadas entre gobernan-


tes y gobernados, como sujetos y objeto del poder del Estado y, por tanto,
se configura el gobierno del pueblo por el pueblo".
Por su parte Tena Ramírez expresa: Actualmente la Democracia, a
consecuencia del liberalismo político, constituye la fórmula que concilia
la libertad individual y la coacción social, y a través de la Democracia se
encontró la respuesta a la pregunta de Rousseau de cómo encontrar una
forma de sociedad en la que cada uno, aun uniéndose a los demás se obe-
dezca a sí mismo y mantenga la libertad anterior, porque esa forma de so-
ciedad tenía como objeto que el poder de mando del Estado fuese deter-
minado por los mismos individuos sujetos a él".
[efferson definió a la democracia como "El gobierno del pueblo, por el
pueblo y para el pueblo", tradicionalmente tomada como clásica, y no
obstante ser concordante con la democracia típica de autogobierno, en su
significación jurídica como el gobierno de las mayorías con respeto abso-
luto a los derechos de las minorías. Sin embargo estimamos como una de-
finición más perfecta sobre la democracia la contenida en el inciso al de
la fracción III del artículo 3° de la Constitución mexícana destinado a la
educación, al expresar: ... considerando a la democracia no solamente
como una estructura jurídica y un régimen-político, sino como un sistema
de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultu-
ral del pueblo.
CAPÍTULO DÉCIMO SEGUNDO

DIVERSAS TEORÍAS Y ESCUELAS SOBRE EL ESTADO

I. ENCUADRAMIENTO DEL TEMA

El siglo xv ha sido considerado como el de transición del medievo a


la época moderna, toda vez el mundo de las ideas políticas, económicas y
sociales, sufre una serie de transformaciones produciéndose a la vez cam-
bios, invenciones y modificaciones, algunas radicales principalmente en
el aspecto religioso, a lo cual coadyuva en mucho el pensamiento político
de la Reforma con la destrucción de la idea, perdurable por largos siglos, de
la unidad de la Iglesia y el Imperio. Europa occidental y centra! hacen un
reexámen del acatamiento a las antiguas y anacrónicas ideas y tesis filosó-
fico-religiosas, sobreviniendo con ello cambios fundamentales no tan sólo
a la religión y de la política, sino por demás a las artes, la literatura modi-
ficada sustancialmente para dar cabida a las nuevas ideas, las ciencias, la
guerra y hasta el comercio.
Surge Maquiavelo (1469-1527) a la palestra de las radicales transfor-
maciones de las ideas políticas, con sus obras principales: Discursos a la
segunda década de Tito Livio, El Príncipe, quizá la más célebre de ellas,
y El arte de la guerra, fundamentando la debida separación de la política y
la religión, aunque se tropieza con la Reforma protestante que coadyuva
en mucho a la definitiva consolidación del patriotismo nacionalista. Reor-
ganiza con sus ideas a la vieja Europa en los diversos Estados creados, y
dado el retorno de las ideas escolásticas y del medievo en su renacer con
la Reforma, resurge con brio la idea de combatir la vinculación de igle-
sia-Estado, con la decantada aseveración de la procedencia divina del po-
der político, y con ello el derecho divino de los monarcas, y éstos con
base en esa potestad defienden la soberanía, independencia y autonomía
del Estado frente al papado, por ser responsahle únicamente ante Dios.
Así la Reforma recoge este criterio en el protestantismo y las luchas poste-
riores al apoyar al pueblo contra el monarca, porque al desligarse del
papa también lo hace del pueblo por no tener obligación alguna de res-
ponder ante ellos, sino ante quien le ha otorgado el derecho y el poder,

171
172 TEORÍA GENERAL DEL ESTADO

por tanto la revolución a la vez de ser un delito contra el rey lo es asimis-


mo a Dios, el dador del poder divino.
La Reforma ataca virulentamente a la Iglesia por el cúmulo de rique-
zas acaparadas, en tanto el pueblo es carente de todo, siendo que el poder
eclesiástico no debe ser de carácter temporal sino divino, la relación con
Dios, afirman, es del individuo y sus personales creencias, por ello el cle-
ro debe entregar al pueblo todas esas tierras y las enormes riquezas acu-
muladas a costa del mismo, dejar por tanto de recaudar tributos, y se al-
zan en contra de ellos, principalmente en Alemania e Inglaterra cuyos
gobiernos apoyan sus demandas, a fin de pasar los bienes eclesiásticos al
Estado y con ello hacerse fuertes y poderosos, al propio tiempo de liberar-
se de las cargas impositivas de gran envergadura en contra del tesoro del
Estado, y bajo ese criterio el gobernante a la cabeza de la nueva religión,
mediante la obtención de esas riquezas, adquiere el poder sobre los gober-
nados a quienes favorece con este radical cambio.
Pero a la vez aparecen diversas doctrinas y con ellas agitaciones y re-
beliones, principalmente de los campesinos al exigir tierra. Ante tales ex-
cesos se obliga el poder político a reforzar su autoridad tendente a mante-
ner la paz y tranquilidad del Estado, y para el logro cabal de su objeto se
atribuye a sí mismo la facultad de determinar las creencias que a su juicio
fuesen las más convenientes, y consecuentemente la reprensión de las he-
rejías, adquiriendo así mayor poder. Pero no obstante ese control, el pue-
blo sale beneficiado tanto individualmente como en relación a las institu-
ciones políticas al democratizarse aún más, bajo principios sólidos al
proclamarse la igualdad entre todos los hombres, y ya en el siglo XVI estos
sentimientos e ideas consideran al hombre individualmente, y no tan sólo
como parte de un grupo al cual pertenece.
La Reforma cobra carta de naturaleza, crece, se desarrolla y cunde en
Inglaterra, Francia, Escocia, Holanda y Bélgica, pero en su propio conteni-
do ofrece una contradicción, porque si es verdad la protección y libertad
de los individuos para obrar en conciencia, por otra parte da vida al Estado
con poder omnimodo, al absolutismo, retrocediendo en mucho los avan-
ces sociales logrados, por volver prácticamente a los criterios de los Esta-
dos teocráticos de la antigüedad y a las concepciones medievales despla-
zadas en el Renacimiento.
Más de media Europa del siglo XVI absorbe la doctrina de la Reforma
y el protestantismo consecuente al sacudirse la influencia y el poder del
papado, aunque surgen en otros Estados la Contrarreforma, con la ayuda
definitiva de la Patrística Universal, estableciéndose así una fuerte lucha
religiosa entre las dos fracciones: protestantes y católicos en la pugna por
la obtención del poder temporal, siendo los principales hombres de la Re-
forma y el protestantismo: Martín Lutero, (1483-1546), su eminente discí-
DIVERSAS TEORíAS Y ESCUELAS SOBRE EL ESTADO 173

pulo Felipe Melanchthón (1497-1560), Ulrico Zwinglio (1484-1531) y


Juan Calvino (1509-1564).
Dentro de la historia de las ideas políticas no es fácil realizar un estu-
dio cronológico exacto, y en ocasiones se hace necesario repetir aspectos
fundamentales, de conformidad a las distintas épocas de que se trata tan-
to por la influencia de otras épocas, como por doctrinas aplicables y teóri-
cos que surgen, por ello analizaremos a la Reforma antes de la Patristica
Universal, complementaria de lo ya visto en el Capitulo Cuarto de esta
obra en relación al Origen del Estado, para posteriormente hacer las con-
sideraciones pertinentes a otros grandes estudiosos de nuestra disciplina
y sus diferentes principios, no sin antes advertir que las teorías de Platón y
Aristóteles son fuente y base indispensable para todo estudio sobre el
Estado, y por haber sido ya agotadas en capitulas anteriores, las mencio-
nes que hagamos de ellos será exclusivamente como referencia. Por lo
pronto observaremos en la Reforma su riqueza conceptual y los cambios
derivados por la acción de sus doctrinarios.

JI. IDEAS POLÍTICAS DE LA REFORMA

A. MARTiN LUTERO

Es en Alemania donde se inicia la Reforma con su creador Martín Lu-


tero, cuyas ideas afloran como una defensa contra los abusos del clero ca-
tólico y en búsqueda de una religión de carácter espiritual no temporal,
sin acaparamiento de riquezas en una época en la cual por las incursiones
y saqueos al Nuevo Continente, Europa cobra otra fisonomía de esplen-
dor, formando parte importante de ella la jerarquia eclesiástica, porque a
los conquistadores de esos nuevos mundos se unen los frailes so pretexto
de evangelización, y de ahí deviene precisamente sea un fraile católico la
figura principal, como lo fue Martin Lutero, quien se rebela contra los
abusos de poder y atesoramiento de riquezas, e intente volver a las prácti-
cas humanistas alejadas por ser inconvenientes al clero católico y contra-
rias a sus designios y ambiciones. Con ello este monje y sus seguidores
culminan con la división de Europa, cuyos Estados se ubican en uno u
otro bando, fundamentando su doctrina con distinción absoluta entre la
autoridad espiritual y la política correspondiente al Estado, y con ello co-
loca a este por encima de aquél: el civil sobre el eclesiástico.
Sus criterios y aportaciones a las ideas políticas son claras, aunque en
su devenir sufriese algunas desviaciones, pero la base sustancial en con-
tra del clero católico la fundamenta en las deformaciones en relación a la
ambición y avaricia de toda la estructura eclesiástica, y la falta de cumpli-
miento a las Escrituras con objeto de rescatar los fines religiosos, y la
vuelta al sendero del acatamiento al derecho canónico, y si bien en un
174 TEORÍA GENERAL DEL ESTADO

principio se conforma con corregir errores sin una verdadera reforma, los
hechos le conducen por otros caminos y le obliga a modificar su inicial fi-
losofía y derroteros, al encontrar resistencia a sus doctrina de la obedien-
cia pasiva, transformándose en su enfrentamiento al emperador Carlos V,
en una reacción contra la tiranía y la violación del orden jurídico, la liber-
tad a los católicos de no prestar cumplimiento a los mandatos, o sea a la
desobediencia lisa y llanamente, cuya consecuencia ha de sentirse poste-
riormente en las múltiples revoluciones ocurridas en Europa en contra
del derecho divino de los reyes, con lo cual culmina y pone fin a tan ab-
surdo como ilegal criterio.
Sus doctrinas hacen a los campesinos rebelarse, exigiendo derechos
políticos, económicos y sociales, llegadas a grado tal que ante la violencia
e incremento de las mismas, Lutero quien, no obstante las bases sociales
de su doctrina nunca creyó en la igualdad, entre sus deformaciones llegó
a ponerse aliado del príncipe para frenar los abusos desatados por grupos
que aprovecharon la buena fe puesta en sus teorías depuradoras y la pro-
moción de la lucha contra la herejía manifiesta, y en la sofocación por la
fuerza de quienes rompían la base sustancial de los principios básicos tra-
zados por él, sustentando el criterio de que fuera del Estado no pudiesen
existir otros grupos sociales.
Lutero encuentra el apoyo a su doctrina en los propios príncipes de
su natal Alemania, pero sin quererlo ni ser parte de su doctrina, sino por
el contrario opuesta a sus criterios, contribuye a la exaltación del despo-
tismo contrario a la devoción por la libertad individual de su propia doc-
trina, empero sin lugar a dudas con la Reforma logra imponer el poder
temporal del Estado por encima del decadente poder eclesiástico, dando
muerte al absurdo derecho divino de los reyes, trasladándolos al orden
político fortaleciendo con ello los poderes monárquicos al exaltar al Esta-
do como el orden superior, sobre cuya teoría han de basarse posterior-
mente las doctrinas de Hegel y sus seguidores, así como de los teóricos
del Estado alemanes del siglo XIX.

B. MELANCHTHÓN y SWINGLlO

El discípulo más ferviente de Lutero es Felipe Melanchthón, pero lle-


gado el momento se separa del maestro para dar mayor importancia a sus
propias ideas dentro de la misma Reforma, plenas de humanismo y crite-
rio liberal con base en la doctrina política y filosófica de Aristóteles y del
Derecho mismo. Intenta fundamentar su propia doctrina sujeto a la Biblia
y el Derecho natural, bases del cristianismo, expresando cómo esos Dere-
chos devienen del mismo dios y de la naturaleza, por tanto todos los actos
derivados de ellos son justos, justificando esa voluntad divina la existen-
cia del Estado, y consecuentemente éste es, asimismo, de creación divina
DIVERSAS TEORÍAS Y ESCUELAS SOBRE EL ESTADO 175

y por ende le corresponde concentrar todos los poderes, siendo uno de


sus mayores deberes la protección de la religión y destruir las herejías,
Considera necesario la confiscación de los bienes del clero, por ser el Esta-
do el verdadero propietario de las cosas materiales, además del mal uso
que de ellos hace aquél, pero no acepta la rebelión campesina y aprueba
definitivamente la esclavitud por ser una institución necesaria.
Entre otras cosas concuerda con Lutero en lo indebido de depositar en
manos de la iglesia el dictado de las leyes por no ser de índole espiritual,
porque dicha institución debe estar subordinada al Estado, no gusta del
imperio universal sino de la creación de múltiples Estados, sus ideas son
nacionalistas, .se inclina definitivamente por la monarquía, la obediencia
pasiva y el origen divino de los reyes. Comprende con claridad el peligro
de la opresión a consecuencia de esa facultad, y por lo mismo acepta el
derecho a la resistencia en caso de tiranía, o cuando los súbditos protes-
tantes estén bajo el poder de un monarca católico, y al final de su vida lo
defrauda los excesos de la monarquía, y ello lo hace inclinarse hacia la
aristocracia.
Por su parte el suizo Ulrico Zwinglio se rebela contra el papado pero
con más virulencia de la realizada por Lutero. Se inclina más hacia la po-
lítica, no al orden religioso de Melanchthón y el propio Lutero, y si se
apega a la Reforma no lo hace por criterios religiosos sino en la búsqueda
pertinaz de elevar a su país a mayores estratos. Pugna por establecer la
democracia en Suiza, a fin de liberarla de los Estados opuestos por ser im-
propias oligarquías, corrompidas por el uso de mercenarios bajo la férula
del papado. Logra la Reforma Suiza y establece de inmediato las asam-
bleas gubernamentales de conformidad a su doctrina, así como el derecho
de regirse la comunidad por sí misma, no sólo en razón de su vida civil
sino también en la religiosa, y por tanto el Estado y la Iglesia forman una
sola unidad, pero mediante el control político y sin injerencia ninguna de
la Iglesia, por ello corresponde a la autoridad pública oponerse a las here-
jías, y esa forma tan especial de la democracia Suiza la hace asimismo ser
diferente a las doctrinas establecidas por Lutero y Melanchtón, en rela-
ción a la organización política, en la cual la comunidad cristiana está
acorde con el establecimiento de la autoridad civil,

C. CALVINO
Quizá por ser un gran jurista, Juan Calvino se convierte en el mejor
doctrinario de la Reforma. Su forma de pensar y manifestarse le hace dife-
rente a los demás al buscar una reforma religiosa comprensible y de ca-
rácter lógico. Sin creer mucho en las doctrinas sociales manifestadas por
los demás reformistas, considera la necesaria expresión armónica sistema-
tizando la religión en base al orden y la legalidad, fundamento de su pro-
176 TEORÍA GENERAL DEL ESTADO

pio criterio jurídico, y todo lo sujeta al mismo orden jurídico, por igual la
iglesia y el Estado, la vida de unos y otros, el pensamiento y la voluntad,
todo debe ser congruente Con el Derecho, no acepta la doctrina de Zwin-
glio en relación a la formación de la unidad Estado e Iglesia, porque de
conformidad a la estructura del Derecho cada uno tiene un ámbito dife-
rente y particular. El Estado es básico por la obligación de expedir normas
para la conservación del orden y la propiedad, promover piedad y reli-
gión, en tanto la Iglesia debe forjar sus estructuras bajo las necesidades de
su propia esencia, en un orden espiritual mediante asambleas de personas
intachables. Iglesia y Estado son dos entidades diferentes, criterio tomado
por Francia y Escocia y aceptado por sus continuadores protestantes.
Calvino considera la obligación de todos los ciudadanos, principal-
mente de los cristianos, de apoyar al Estado y no tener derecho de resis-
tencia a sus disposiciones, pero ante la conducta de un tirano, los órganos
gubernamentales y las asambleas representativas deben oponerse para li-
mitar sus acciones, y el pueblo cristiano adquiere el derecho de tomar las
armas y oponerse a cualquier usurpador, así como tampoco debe obede-
cer las leyes dictadas en contra de los mandatos divinos, consideraciones
éstas seguidas por sus discípulos con las consecuencias inherentes a la
sociedad civil, aunque no tan drásticas como las de Lutero, porque las
teorías de Calvino eran más temperantes ante una desintegración social,
por ello siempre se manifestó por la.formación de un gobierno civil, la su-
peditación a la ley y la obediencia, y acatamiento cristiano.
No creía sólidamente en la libertad, y por siempre sostuvo una actitud
autoritaria con desprecio al pueblo, inclinado a la aristocracia cama for-
ma ideal de gobierno debiendo estar al frente un príncipe fuerte y podero-
so, y así trató de imponerlo en Ginebra al ser expulsado de Francia, pero
mediante bases morales con un extremo puritanismo, con una sólida oli-
garquía al unirse en ella Estado e Iglesia, oponiéndose a la herejía con
pena de muerte a sus practicantes, y así se extendieron sus ideas en bue-
na parte de Europa, acogiéndolas plenamente Inglaterra, Holanda, Escocia
y la propia Francia con funestos resultados en determinados casos, por el
despertar a la sombra de la Reforma un concepto de libertad exagerada,
derivada en resistencia activa a la autoridad y sus disposiciones, y sus
adeptos ampliaron más los conceptos enriqueciéndola con criterios demo-
cráticos y de libertad individual.
El desarrollo del calvinismo produjo una verdadera lucha contra la ti-
ranía, oposición al absolutismo para establecer limites al poder, restriccio-
nes al monarca al considerar a gobernantes y gobernados sujetos a una ley
suprema de carácter divino, señala los límites entre Estado e Iglesia,
prohíbe a los seculares inmiscuirse en asuntos religiosos, fundamenta la
libertad tanto religiosa como política, porque el Estado no puede extender
su poder ni dictar disposiciones cuando atañen exclusivamente a la Igle-
DIVERSAS TEORíAS Y ESCUELAS SOBRE EL ESTADO 177

sia, y concede a los creyentes el derecho a la resistencia en caso de con-


travención a tales mandatos.
El calvinismo despierta en gran medida los ideales democráticos del
pueblo, quien se acoge a ellos con beneplácito a fin de obtener ciertas
ventajas en su vida cotidiana, y así llegó a las colonias del Nuevo Conti-
nente despertando las ansias libertarias, pero infortunadamente sólo sur-
tió efecto en determinadas clases sociales, porque al esclavo, considerado
a la manera romana como cosa y no como persona, nunca llegaron a él los
beneficios del protestantismo, de la Reforma de Martín Lutero, de Felipe
Melanchthón, Ulrico Zwíngllo ni de Juan Calvino, pero sus principios co-
bran conciencia y se multiplican diferentes doctrinas, por el descontento
económico, como los Anabaptistas de los Países Bajos extendidos a diver-
sas partes hasta Moravia, quienes consideran al Estado como un mal ne-
cesario, y en Inglaterra en el siglo XVII los Quákeros y los Independientes.

III. TEORÍAS POLÍTICAS DE LA PATRÍSTICA UNIVERSAL

A. CONFORMACIÓN DE LA PATRíSTICA
Este largo proceso se inicia por la actividad del clero, los cristianos y
sus defensores desde el siglo 1 al VI, cohrando vida en las ideas, pensamien-
to, instituciones políticas y la vida misma, todo lo cual giraba en torno a
la ekklesia, o sea, la reunión de todos los mayores de 20 años, radicalizán-
dose cada día más hasta llegar al siglo XIV, cuando principia a perderse su
potestad por circunstancias y valores de importancia suma, que habrían
de modificar el curso no tan sólo de la historia, sino del Estado en sí mis-
mo considerado, fundamentalmente, derivado de la exclaustración del sa-
ber, que durante siglos celosamente había permanecido en manos de los
frailes y de ahí la manipulación de las ideas al gusto y al servicio clerical,
a la par de la lucha entre los poderes temporal y divino en torno de la he-
gemonía de las investiduras, correspondiendo a Gregario VII (1013-1085)
ser el verdadero iniciador al tomar las tesis de San Agustín y otros doctri-
narios eclesiásticos para su lucha por el poder del papado al vencer en
1075 a Enrique IV de Alemania (1056-1105), y con ello implantar una po-
derosa teocracia, al convertirse en el jefe y principal gobernante temporal
y eclesiástico en el mundo, prohibiendo a los soberanos el derecho de in-
vestidura, o sea poder investir de sus cargos o dignidades al alto clero en
su territorio, y en un ignominioso acto en Canosa al ser vencido Enrique
IV, éste queda sumiso a la férula papal, y aunque partidarios del empera-
dor depusieron al papa, le expulsan y muere en Salerno en 1085, la
disputa continúa hasta 1122 cuando el emperador Enrique V cede el dere-
cho de investidura al papa, consagrándose así el poder temporal y espiri-
tual en manos del papado.
178 TEOR(A GENERAL DEL ESTADO

Inocencia III ejerce el papado de 1198 a 1216 y al llevar a su apogeo


el poder, se erige como señor feudal en Roma y en todos los territorios
circunvecinos, obligando al propio Juan Sin Tierra, rey de Inglaterra, a
acatar su autoridad, con todo lo cual acrecienta en mucho cada día el po-
der de Roma, más aún al expedir sus famosas Decretales Per Venerabilem,
Venerabilim y Nobit, en las cuales expresa los problemas políticos más
importantes de la época, e instituye la Inquisición.
Continúa la obra de su antecesor el papa Honorío III 1216-1227; Ycon
mayor vigor de 1227 a 1241, Gregario IX, quien expide su Corpus juris ca-
nonique enfrentándose con ello a Federíco II de Sícílía y a Marsilio de Pa-
dua y su grandiosa obra Defensor Pacis, ambos sin duda precursores del
Estado Moderno por su clara visión sobre el futuro del Estado, dedicados
a desquebrajar el poder omnímodo de la Iglesia que impedía el desarrollo
cabal del Estado, y con el objeto de lograrlo Federíco II pugna porque el
poder espiritual debía imperar sobre las almas en tanto el temporal no po-
día estar sujeto a los designios de Roma, y acrecienta más su lucha para
desligar el poder temporal del divino.
Esa lucha por el poder temporal y eclesiástico íníciada en el síglo XI
por Gregario VII, concluida por Bonifacio VIII en 1302 cuando después de
una guerra tenaz es derrotado por Felipe el Hermoso, rey de Francia
(1285-1314), respecto de la pretendida supremacía del papa sobre los
poderes terrenales -como había venido sucediendo desde la coronación
de Carlomagno por el papa León III en el año 800- toma el palacio de
Roma, acelera la muerte de Bonifacio y pone al papado bajo la potestad y
mandato de Francia por largo tiempo.
Ya en plena decadencia por la contraposición generalizada hacia el
poder de Roma, Bonifacio VIII todavía expide la Bula Unam Sancta en de-
fensa del poder supremo de la iglesia sobre el temporal, bajo el criterio de
la hegemonía absoluta del papado sobre todas las cosas terrenales con
aquella célebre frase: "dos espadas dio Días a la cristiandad, ambas en
manos del pontífice para la defensa del mundo cristiano", e incorpora a
su Bula el concepto de la infalibilidad del papa, como último intento para
subsistir.

B. SAN AGUSTÍN (350-430)


Dentro de la Patrística Universal se destaca, en relación a las ideas po-
líticas, el obispo de Hípona San Agustín con su obra La ciudad de Dios,
escrita en 22 libros en el siglo v. Sin penetrar al estudio profundo del
Estado, sí ejerce influencia en el pensamiento político del medievo, me-
diante las enseñanzas que preconizaban una vida extraterrenal y la exis-
tencia del alma, por encima de toda organización de carácter temporal,
con subordinación a la iglesia, rectora del poder espiritual y material,
mismo criterio sostenido por todos los doctrinarios de la Patrístíca, y
DIVERSAS TEORÍAS Y ESCUELAS SOBRE EL ESTADO 179

combatido por las escuelas realistas y numerosas idealistas, lo cual con-


dujo a sangrientos conflictos e inestabilidad política, social y económica,
en muy diversas etapas de la historia universal.
San Agustín, uno de los pilares de dichas doctrinas, sostenía como
Estado ideal al creado por la divinidad, de ahí su obra intitulada la Ciu-
dad de Dios, utópica, fundamentada en valores como el amor, pero vista
después de la muerte, donde "principia la vida", criticando acerbamente
al Imperio Romano de Occidente, a punto de desmoronarse por esas fe-
chas ante los feroces ataques de las huestes germánicas, y a todos los
Estados de la época, por sus creencias paganas y por ser creados por vo-
luntad humana y no por Dios, como ocurre en su Ciudad perfecta, forma-
da por todos aquellos "elegidos" que en su paso por este mundo hubiesen
sido fieles a la doctrina cristiana, con expresiones de desprecio a todo
aquello creado por el hombre por su propia naturaleza de maldad. Pero
en tanto estuvieran las dos ciudades en la tierra, la idílica, utópica, y la
material, real, y ambos tipos de ciudadanos se trastocaran los buenos en
apóstatas y los esclavos con plena maldad, podían pasar a la ciudad de
Dios, pero a la muerte de cada uno ya no habría cambio, toda vez el desti-
no ya era determinado por su conducta. Y esta doctrina, tan fuera de la
realidad, cobró adeptos y si no llegó a imperar por la intangibilidad de su
estructura, sí influyó en algunos pueblos que bajo ese criterio volvieron a
situaciones pasadas y superadas a través del tiempo y del espacio, pero
que para los firmes creyentes en esta manifestación de la Patrística, la
consideraron como una doctrina válida dentro de la historia de la evolu-
ción y desarrollo del Estado.

C. SAN BERNARDO DE CLARAVAL (1091-1153)

Bernardo de Claraval es una de las figuras más importantes dentro de


la Patrística Universal y un reconocido escritor, quizá el más brillante del
siglo XII, defensor incansable de la fe sobre la propia razón, y más aún por
el laicismo iniciado en su época, con reprobación absoluta a la Iglesia en
su pretensión de absorber problemas materiales, lejos de su misión de ca-
rácter netamente de la divinidad y la espiritualidad en toda sus manifes-
taciones. Su influencia de clérigo destacado y respetado le permitió en-
frentarse al papa en contra de esa actividad fuera de su competencia,
declarando enfáticamente que la administración y los negocios públicos
eran de exclusiva competencia de la autoridad política a la cual se necesi-
taba respetar, a fin de exigir respeto a las ordenanzas religiosas y a la pro-
pia Iglesia.
No obstante lo anterior, San Bernardo apoyaba firmemente la supre-
macía de la Iglesia frente al poder público, pero su intento era delimitar
determinadas actividades eclesiásticas por sobrepasar su autoridad en de-
180 TEORíA GENERAL DEL ESTADO

trimento de sus verdaderas funciones de carácter espiritual, e increpó al


papa por prestarse a participar en Las Cruzadas, por ser asuntos fuera de
su competencia las lides de la guerra, expresando colérico e intransigente,
que en el palacio pontificio por encima de la ley divina estaba el derecho
dictado por [ustiniano, siendo aquél necesario para las almas y éste para
la justicia temporal en la cual no debía participar la Iglesia.

D. ¡UAN DE SALISBURY (1115-1180)


Las tesis de este clérigo son seguidas en el propio siglo XII por ¡uan de
Salisbury (1115-1180). quien interviene asimismo en cuanto a las relacio-
nes de la Iglesia y el poder público. en contra de asumir el papado facul-
tades más allá de lo racional, y como buen hombre de letras y prestigiado
por su talento y cultura, sus argumentos los fundamenta en hechos histó-
ricos de Grecia y Roma principalmente. Por tanto estableció en contra del
papado las distinciones en razón de las facultades del representante de
Dios en la tierra, con aquellas a cargo de los negocios públicos, pero lejos
de buscar una distensión entre ambos poderes lo requerido por él consis-
tía en la necesaria colaboración entre los mismos, porque en toda socie-
dad política el poder temporal era la cabeza, en tanto el alma la represen-
taba la iglesia. criterio de los mayores alcances en su época. señalándolo
por tanto como un profundo liberal.
Bajo ese criterio formal elabora una interesante tesis en búsqueda del
mejor gobierno, no obstante su inclinación a la monarquía, sin oponerse
al dictado de normas justas al fundamentar invariablemente la ley como
base de sustentación de cualquier gobierno legitimo, y se remite tanto a la
conformación de los Estados de la antigüedad con sus clásicas teocracias,
como al Imperio Romano. proceso histórico que le llevó a establecer la
justicia como el valor más importante, correspondiendo a la Iglesia por
ser la organización por excelencia dado su contenido de justicia. el go-
bierno de la humanidad. y el poder público representado por el príncipe
debía sustentarse en la ley en todos sus actos. pero siempre en un nivel
más abajo de la propia Iglesia. y vuelve a la idea casi generalizada de la
Patrística, con la aceptación no tan sólo de la resistencia activa sino a la de-
posición de cualquier tirano o de aquel príncipe que contravenga los
derechos sagrados de la Iglesia, pero no por acción violenta, por no estar
prescrito en las Escrituras el uso de ningún medio de ese tipo. sino a tra-
vés de la oración (?) al carecer totalmente de derecho alguno quien ejer-
za la tiranía contra su pueblo. Ese criterio de la facultad de deponer al
monarca cuando no cumple con su destino en favor de su pueblo, sino
por el contrario el uso del poder en contra del mismo se convirtió en tesis
tomada durante siglos, y se utilizó en múltiples ocasiones, pero no me-
DIVERSAS TEORÍAS Y ESCUELAS SOBRE EL ESTADO 181

diante la 'oración' precisamente, sino por medios más efectivos aunque


más cruentos.
Dentro de la Patrística se sumaron y destacaron diversos clérigos,
pero todos ellos bajo los mismo criterios expresados tanto por Bernardo
de Claraval como Juan de Salisbury, con sutiles diferencias, más siempre
bajo el supuesto de la primacia eclesiástica sobre el poder temporal. Du-
rante el transcurso de los siglos del IX al XIV, fueron entre los más destaca-
dos, en Francia el obispo Agobardo, el arzobispo Híncmaro, más adelante
los papas Nicolás II y Gregorio VII, apodado 'el Magno', quien fue uno de
los más célebres defensores del poder.papal con su doctrina de la "justi-
cia", sobre la soberanía del papa, por encontrarse en la cúspide de la pirá-
mide de toda la Iglesia la facultad de corregir e imponer sanciones a todos
los miembros de la estructura clerical y de la civil, inclusive a los monar-
cas si no acataban la ley cristiana, la no aceptación de control civil sobre
la potestad de los frailes, y otras muchas disposiciones dictadas a favor
del clero católico, siempre bajo la potestad papal, tanto del propio Grega-
rio VII como de otros muchos frailes de la Patristica.

E. SANTO TOMÁS DE AQUINO (1227-1274)


Dentro de la Patrística universal, el más destacado de todos ellos es
sin duda Tomás de Aquino, en pleno fausto del poder logrado por el pa-
pado y a cuyo efecto contribuye en mucho el de Aquino, a quien sigue en
su obra su discípulo Ptolomeo de Lucca, su colaborador en el libro El Ré-
gimen del Príncipe, donde hace su mayor aportación a los aspectos políti-
cos. Sin embargo, sus otras dos obras han sido más trascendentes, la pri-
mera sus Comentarios o La Político de Aristóteles, toda vez casi dieciséis
siglos posteriores a la muerte del estagirita, Aquino hace resucitar sus teo-
rías, a las cuales, como hemos dicho con anterioridad; les otorga un senti-
do cristiano y las lanza al mundo de su época, conceptualizando al Estado
a la manera de sus creencias religiosas, prepotentes en su tiempo, y por
último la más conocida de sus obras, la Summo Theologica, con la que
complementa plenamente sus convicciones filosóficas, asi como las inter-
pretaciones hechas a la ley y a la justicia, todo ello con base en el raciona-
lismo del paganismo, y conjuga con la filosofía cristiana y la revelación
con todo, construyendo con ello una nueva ciencia política en pleno faus-
to del medievo.
Asimismo recoge la doctrina del iniciador de la Patrística, San Agus-
tín, considerando a la ley como una ordenación de la razón para la obten-
ción del bien común, elaborada y promulgada por la autoridad guberna-
mental de la comunidad, y ese término de "bien común" lo lega al mundo
como el ideal cristiano, y es tomado desde entonces como tal y utilizado
182 TEORíA GENERAL DEL ESTADD

por todas las doctrinas afines, y posteriormente aun por partidos políticos
de corte derechista, inclinados hacia criterios cristianos,
Dentro de su filosofía politico-jurídica se sale del campo tradicional
de la fuente de la ley con base en la razón y la naturaleza, y deslumbra
con su teoría sobre la necesaria expresión de la voluntad en relación a la
ley, y de ahí parte hacia la creación del derecho positivo, dada la elabora-
ción de las leyes a cargo del poder soberano, pero ésta la encierra en un
marco rígido al considerarla como inmutable y universal, pero dentro del
Derecho natural, todo ello bajo los sólidos principios de la justicia, por-
que de otra manera puede degenerar el hombre a una corrupción, y reto-
mando los principios básicos del derecho romano formula una serie de re-
glas basadas en la equidad, que coadyuva en mucho a la armonía en las
relaciones internacionales, como el primer fundamento real en ese difícil
y debatido campo,
Es incisivo en la vinculación entre la ley natural, de tanto reconoci-
miento en su época, con la voluntad divina, como parte central de la filo-
sofía politica de su tiempo, y la razón fuera de la revelación, criterios que
se perpetuaron e influyeron en múltiples doctrinarios en los siglos poste-
riores, entre ellos Hobbes que recoge la idea en su Leviatán, y el propio
Rousseau en el Contrato Social, ambos en la formación de sus tesis bási-
cas, como inmaculadas aportaciones a la creación del Estado moderno,
El de Aquino no cree y rechaza definitivamente la idea de organiza-
ción politica de la ciudad, porque afirma ser de tan reducida superficie
que fácilmente pueden absorberla sus enemigos, como históricamente ha
ocurrido, para lo cual basta recordar a las polis griegas, por ello prefiere la
formación de extensos, fuertes y poderosos reinos con monarcas justos,
porque las democracias no perduran por la rivalidad interna que frecuen-
temente se suscita, y es compresible ese criterio de Aquino, porque en el
medievo se buscaba la unicidad como fuente de tranquilidad y prosperi-
dad, al propio tiempo de evitar peligros mayores.
En relación a la resistencia civil, está acorde en la destitución de los
tiranos, pero no a su muerte violenta a manos de la comunidad, y adelan-
tándose mucho al tiempo se inclina por el sistema de elecciones y a las
monarquías limitadas, oponiéndose a la tradicional forma de distribución
del poder por perderse la unidad necesaria, de ahí su inclinación a la mo-
narquía como mejor forma de gobierno, pero con el predominio del poder
eclesiástico sobre el temporal considerando que si bien la razón es la for-
ma ideal para alcanzar la verdad absoluta, ello no puede realizarse sin la
fe depositada en la Iglesia, y al guardar el monarca la obediencia a los
mandatos de Dios, los miembros integrantes del poder público deben aca-
tar las disposiciones de los sacerdotes, por tanto todos deben quedar bajo
el mandato pontificio y los gobernantes obligados a reverenciarlo y acatar
sus mandatos, tanto de orden material coma en criterios religiosos.
DIVERSAS TEORÍAS Y ESCUELAS SOBRE EL ESTADO 183

Las tesis de Tomás de Aquino fueron sustento durante largos siglos


para el sostenimiento de la autoridad pontificia sobre los monarcas y, en
igual forma, para la organización de los Estados, toda vez sus doctrinas,
su preparación intelectual y ser hombre de gran cultura lo acreditaban
como el mayor exponente de la Patrística Uníversal, que dominó al mun-
do durante múltiples generaciones, hasta el final de la Guerra de los
Treinta Años y el advenimiento de la Paz de Westíalia, de 1648, y con
ello, la separación de la Iglesia y el Estado.

IV. MAQUIAVELO y EL CONCEPTO SOBRE EL ESTADO

Uno de los genios más destacados de fines del siglo xv y principios


del XVI es sin duda alguna Nicolo Maquiavelo (1469-1527), el doctrinario
de quien todos hablan y pocos lo conocen y lo han leído. Vilipendiado
por muchos, exaltado por otros en mayor o menor grado, con justicia o
sin ella, pero de Maquiavelo no se puede dejar de hablar cuando se trata
de política, del Estado, de la conformación y cambios sufridos en la histo-
ria universal, porque su obra influyó en forma determinante en el mundo
de su tiempo y su gran figura continúa vigente y lo será para siempre.
Quizá una de las razones de la incomprensión sobre Maquiavelo sea
el no situarlo en su tíempo y espacio, en un mundo tan revuelto como el
que le tocó vivir, los cambios económicos por el arribo de los grandes te-
soros sacados del continente desconocido hasta entonces, pero con rique-
zas de magnitud insospechada que coadyuvaron en mucho a modificar la
historia, al permitir la creación de un Estado hegemónico en una Europa
desgastada y con ruptura social, politica y económica, una Europa donde
se levantan los monarcas absolutos, acabando con los restos del feudalis-
mo y absorbiendo sus territorios.
La decadencia del feudalismo precipita la formación de las sólidas
monarquías nacionalistas, en tanto el papado ha perdido la batalla y su
poder se encuentra debilitado, se pierde y pronto se olvida el sueño de la
unidad y universalidad en una pretendida simbiosis del Estado y la Igle-
sia. En Inglaterra donde el feudalismo no había penetrado con ninguna
fuerza, con anterioridad los nobles se habían unido al pueblo frente al
monarca y habían arrancado al rey Juan Sin Tierra una Carta Magna des-
de el siglo anterior, asentando en ella determinadas libertades populares y
la formación del parlamento para defenderlas del mismo, como único
caso en esa Europa de desconcierto, abuso clerical, y de la nobleza sobre
el Estado llano.
Por su parte en Francia se forma el más fortalecido y grosero poder
absoluto del monarca, aunque la nobleza salida del feudalismo conserva
privilegios económicos y sociales, en tanto en Italia el agrupamiento feu-
dal logra la conformación de cinco grupos en búsqueda de solidez, por
184 TEORíA GENERAL DEL ESTADO

una parte las repúblicas de Venecia y Florencia, el reino de Nápoles, el


ducado de Milán y el territorio donde se concentra la iglesia y el papado
en Roma, con diversos conflictos surgidos posteriormente entre los mis-
mos por rivalidades, tendentes a formar cada uno de ellos un Estado he-
gemónico con el sometimiento de los otros, en tanto el papado provoca
más la rivalidad en provecho propio, pero a mayor infortunio de los Esta-
dos italianos, tanto España como Francia y Germania convierten a Italia
en el centro de sus antagonismos y ambiciones, y es ahí, en esos cruentos
momentos, cuando emerge la figura de Maquiavelo quien en sus escritos
por igual exalta la necesaria libertad, se inclina por las negociaciones di-
plomáticas en favor del pueblo sometido, y en otros más exalta al déspota
y al tirano, descontrolando asi a todos con su ágil pluma, y sirve por
igual, con gran acierto y fidelidad a Florencia, su patria, para después de
tres lustros ser expulsado, perseguido y con grandes penurias por amor a
la libertad, para posteriormente regresar y acudir a la casa de los podero-
sos Médicis pidiendo asilo y ayuda.
Infortunadamente los críticos de Maquiavelo, unos a favor y otros en
contra de su recia personalidad, tratan de juzgar al hombre en su bondad
como gran patriota amante de la libertad o en su maldad plena de inmora-
lidad y cortesano sin escrúpulos, pero no juzgan al doctrinario, al verda-
dero Maquiavelo, quien ofrece al mundo de las ideas politicas su ciencia
e ingenio, por igual en su obra más conocida, El Principe, o en los Discur-
sos a la Primera Década de Tito Livio, ambas de trascendencia incompara-
ble, y más aún en la época cuando fueron escritos en esa convulsionada
Europa, como primer autor del Renacimiento que crea y utiliza, además
de todas sus otras cualidades intelectuales y científicas, el nombre de
Estado para significar a esa entidad que hoy conocemos como tal, y lo es-
tudia en sus diversas manifestaciones, iniciando el primer capitulo de El
Príncipe diciendo: "los Estados y soberanias que han tenido y tienen auto-
ridad sobre los hombres, fueron y son repúblicas o principados ... "
En los Discursos se encuentra la inicial idea política de Maquiavelo,
donde destacan sus criterios a favor de la libertad, la igualdad jurídica, la
participación en todo tipo de gobierno, y la organización adecuada de los
Estados, en tanto en El Principe manifiesta cómo debe conformarse una
monarquía absoluta a fin de obtener una patria libre e independiente, y
en la última de sus obras, y menos conocida, El Arte de la Guerra, expone
la forma como debe constituirse un Estado para defender esos valores
descritos en su obra anterior, sobre la libertad e independencia, canaliza-
das las tres obras a los Estados italianos en la etapa de transformaciones a
que nos hemos referido y ante los nuevos valores del Renacimiento, del
cual es producto indiscutible nuestro autor, quien se inspira en ese am-
biente nuevo al ser finiquitado el medievo y con él las ideas políticas y
sociales del feudalismo.
DIVERSAS TEORÍAS Y ESCUELAS SOBRE EL ESTADO 185

Huelga repetir la situación de cambio politico sufrido en esa transfor-


mación, pero cabe recordar que el Renacimiento no trajo consigo nada
más una elevación en el arte, sino por demás los valores científicos y el
despertar glorioso de la cultura general, y es pertinente asimismo recordar
la lucha entablada por el poder temporal del papado y la Iglesia en gene-
ral contra el laicismo. de la sociedad. Pero no cabe duda de que el concep-
to de moral juega un papel importante en esa lucha, siendo la base princi-
pal de esa escuela la metafísica, la que más empeño demuestra en la
conservación de los valores eclesiásticos, y el grupo de los llamados güel-
fos procura el sometimiento del poder temporal al papado, enfrentándose
a ellos, con igual pasión y desmedida acción los renovadores gibelinos de-
fensores contumaces de la independencia entre ambos poderes, cuyas
ideas encuentran eco en la nueva sociedad, entre los que se destaca Dan-
te, (1265-1321) quien en su obra Lo Monarquía defiende con pasión el ori-
gen de la sociedad en el derecho y la justicia.
Por su parte su contemporáneo Marsilio de Padua (1270-1340), coin-
cide con él en su obra Defensor Pacis, pretendiendo someter la Iglesia al
imperio, no obstante ser sacerdote católico, mismo que establece, como
antecedente de la división de poderes de Rousseau y de Montesquieu, su
tesis sobre la necesidad de crear un poder legislativo separado del ejecuti-
vo, para que el primero fuese el apoyo del pueblo desprotegido por la acti-
vidad del monarca, con lo cual busca un equilibrio del poder público me-
diante un sistema de frenos y balanzas, y ambos pensadores sin duda
influyeron para la elaboración de su obra, de sus tesis y su doctrina, quizá
porque las repúblicas italianas se constituyeron, mediante el sometimien-
to a la Iglesia y al imperio, para despertar posteriormente al principio de
la transformación.
Las consideraciones del siglo XV sobre la conveniencia de establecer
gobiernos de un solo mandatario, condicionado a ser cabal, afirman en un
comparativo, la existencia de un solo dios, de un solo sol, y por lo mismo,
el gobierno debia formarse con un solo individuo para el logro de un prín-
cipe perfecto. Con la intervención de los humanistas se produjo una nue-
va intelectualidad, derivando en estimar los hechos sociales humanos y
naturales, con lo que principió a juzgarse a los hombres como rectores en
el destino de los pueblos, con la exaltación de las virtudes y vicios del
príncipe, dejando atrás otros valores más importantes de análisis politico,
y con ello los tratados científicos ya no lo fueron tanto por ser sustituidos
por la figura del hombre, del monarca.
Asi la ciencia política se desvió de su cauce y se concentró más en las
cartas de relación de los embajadores y diplomáticos, y sus juicios de
valor hacia los monarcas y sus hechos. Con más ahínco y profundidad
este sistema cobró carta de naturaleza en las repúblicas italianas de Vene-
cia y Florencia, abriendo con estos conceptos un nuevo mundo, aunque
186 TEORíA GENERAL DEL ESTADO

no nuevas y menos profundas ideas políticas, indagando las causas de los


acontecimientos y los efectos a través de los hechos de los hombres de
Estado, y ello se repite constantemente.
Pero faltaba quien hiciera una recopilación o evaluación de los datos
obtenidos. y es ahí donde aparece la pluma sagaz de Maquiavelo, como
un producto de la época, en una nueva etapa de la ciencia política, con un
nuevo método de estudio y análisis muy personal, más preocupado por la
demostración de sus particulares puntos de vista, de sus teorías e ideales
y no de otras cuestiones, a las que resta importancia.
Sin duda la obra de Maquiavelo tiende a observar el hecho más desta-
cado de entre innumerables sucesos, y cuando se refiere a otros Estados
europeos no se le escapa dato alguno de carácter político o militar, pe-
netra en la actualidad de todo ello y lo proyecta con gran habilidad al fu-
turo, y puede hacerlo en virtud de su mente prodigiosa, inquieta e incon-
trolable en su innata sagacidad, y por demás de su increíble capacidad,
toda vez que sus tres obras las escribe en dos años de exilio forzado a la
caída de la república, y superada la crisis política por el acceso al poder
de los Médicis, vuelve y' es acogido por estos con verdadero placer.
Maquiavelo era un convencido republicano, no le atraía la idea de
constituir un reino grande y poderoso o una sólida monarquía absoluta,
pero su sueño, cualquiera que fuese la forma de gobierno adoptado, con-
sístía en la formación de una Italia unida para arrojar a los extranjeros de
su seno, libertad e igualdad ante la ley, un verdadero nacionalismo unita-
rio italiano. Por ello había admirado tanto a César Borgia en su intento,
fallido, de formar un Estado en la Italia central, mediante la unión de la
Romaña y las repúblicas fronterizas, porque así se hubiera logrado el
ideal de una Italia nacionalista unida.
Se le critica enfáticamente que en El Príncipe llevara un interés muy
personal al pedirle a los Médicis un empleo cualquiera para subsistir, y ser-
virse de su obra para lograr ser nombrado consejero del soberano, y que
por ello se lo dedica a Julián de Médicís, truncado por el destino al acae-
cer la muerte de éste antes de la oferta, y cambiar la dedicatoria en los
mismos términos a Lorenzo, pero ¿acaso es justificante este hecho para
volver ignominioso su nombre? No intentamos hacer un juicio de valor,
no es ese nuestro objeto, sino exclusivamente exponer los hechos, pero
más allá de la conducta de un hombre está su creatividad, sus aportacio-
nes, sus doctrinas que puedan servir, como en su caso, a las generaciones
futuras, sin poder determinar hasta dónde, hasta cuándo y hasta cuánto.
Enmarcado Maquiavelo en su sitio histórico, congruente al método se-
guido en sus obras, el método histórico en defensa de su patria y bajo el
sueño de una Italia nacionalista, unida, próspera, como expresa en la
exhortación final de El Príncipe, la que quizá debería leerse antes de la to-
talidad del libro, por manifestar en ella sus inquietudes hacia el fortaleci-
DIVERSAS TEORÍAS Y ESCUELAS SOBRE EL ESTADO 187

miento de Italia, para después penetrar a complementar su doctrina, su


pensamiento político.
Las primeras críticas hacia su obra, lógicamente parten del clero, tal
vez porque no le concedió valor alguno a sus pretensiones sobre el Esta-
do, como tampoco estima en nada las doctrinas de la Patrística, ni valor
alguno de carácter metafísico, y si bien dentro de su metodología está el
análisis de los hechos pasados, su observación es el presente para proyec-
tar el futuro, con ello deducía lo más conveniente para el Estado en gene-
ral pero particularmente al italiano, fundamentado más en la práctica po-
lítica que en la filosofía.
Esta forma de análisis le lleva a ser el inicial pensador político dentro
de la realidad de los hechos en la materia, considerando el fin del Estado
como un fin en sí mismo, porque tanto su existencia como su conserva-
ción se encuentran en el más elevado grado, dejando atrás las acciones
particulares de los individuos. Separa la política de la ética, lo cual los ri-
goristas le critican solemnemente, y en cuanto a la religión y moral le tie-
nen sin cuidado, separándose así de los escritores y doctrinarios politicos
de su tiempo por estar imbuidos entre la teología, la metafísica y el cleri-
calismo dominante, con plena confusión de los valores políticos con las
aspiraciones religiosas, y en cuanto se refiere a los principios éticos, los va-
lora por abajo del necesario bienestar público.
Las diferencias sustanciales de su doctrina son sin duda, dentro de la
realidad, en cuanto el Estado es una institución humana de carácter polí-
tico y la Iglesia un factor secundario, tomado por el gobernante, si lo de-
sea, para señalar un camino a la politica, siendo esta lo principal y aque-
lla lo accesorio, teoría escandalizante en su época, pero llena de realismo
en cuanto a la Teoría del Estado, por tener éste fines supremos y perma-
nentes como es la propia seguridad de sí mismo, para poder asegurar a los
individuos que lo conforman, siendo secundario todo lo demás.
El papado es un obstáculo para lograr la unidad nacional italiana, jus-
tificando toda acción, cualquier medio, para la consecución de los fines,
para liberar a Italia de todos sus males. Al observar el fracaso de Savona-
rola en su intento de gobernar a Florencia por medio de la influencia mo-
ral, él estima como más conveniente, en virtud de este ejemplo, utilizar
para el fortalecimiento del Estado la habilidad y el uso de la fuerza de sus
gobernantes, dejando atrás ese idealismo abstracto, porque el arte de la
politica, como él la llama, consiste más en el uso del egoísmo que en otras
consideraciones idílicas, como lo demuestra la experiencia donde el éxito
se encuentra más fácilmente en el materialismo, como factor indispensa-
ble en la política, conceptos estos de severa crítica, sin justificar la razón
de la misma, sino achacándole un cinismo manifiesto.
Dentro del criterio de la justificación de los medios para llegar a su
fin, permíte utilizar aun la traición misma si va en beneficio del Estado.
188 TEDRlA GENERAL DEL ESTADO

Admira al gobernante cuando cuenta con ciertos atributos no aceptados


por lo general y menos aún en su tiempo, siempre y cuando sean eficaces
al objeto deseado en búsqueda de la libertad. Pero a su vez es un acervo
crítico al gobernante escrupuloso, vacilante e indeciso, si pone en peligro
la independencia o libertad del Estado o sus instituciones, y señala la co-
rrelación existente entre la distribución de la riqueza y el fundamento de
la autoridad dentro de un Estado, porque las diversas capas sociales están
íntimamente vinculadas a la forma de organización política adoptada, en
tanto existe una igualdad económica, sí es pertinente pensar en el estable-
cimiento de un gobierno democrático.
Asimismo, en su doctrina, considera beneficiosas las instituciones de
carácter popular en un Estado, si se realizan en condiciones adecuadas e
idóneas, porque de no serlo se crean situaciones conflictivas. Por ello
mismo no gusta del sistema aristocrático, principalmente basado en el as-
pecto territorial, porque es causa y origen de conflictos internos por dife-
rencias políticas muy severas, y más bien se inclina hacia un gobierno
mixto o monarquía electiva, estableciendo una serie de reglas apropiadas
para que el príncipe conserve sus prerrogativas y privilegiada posición,
aunque para el caso requiera del uso del engaño si esto es útil para dete-
ner la amenaza de una revolución, y dentro de sus mayores preocupacio-
nes en su idea de consolidar una Italia unida, está el aspecto territorial
para expandirse, para cuyo efecto conforma un conjunto de reglas de ca-
rácter práctico.
Existe una disyuntiva en todo Estado: perecer o extender su dominio,
tomando el ejemplo de Roma, y por tanto expresa sin limitación las for-
mas de realizarlo, haciendo ver sus extraordinarios conocimientos sin de-
tenerse en cuestiones morales, por ello conviene en el uso de la fuerza,
astucia, habilidad, como bases esenciales para dicho engrandecimiento
político y ierritorial.
El pensamiento político de Maquiavelo ha tenido gran influencia a
través del tiempo, no obstante sus críticos los más de ellos clericalistas o
desconocedores de sus obras, sus razonamientos y los motivos que le lle-
varon a la construcción de su tesis. A su método histórico agrega el cientí-
fico, basado en la experiencia y la observación. Desplaza por improceden-
te al derecho natural, dando el justo valor a la norma positiva hecha
acción por obra del monarca y sostenida por la fuerza física. Establece
campos distintos para la moral privada y pública, y son múltiples los
Estados poderosos que amparándose en sus tesis expansionistas justifican
sus desmanes colonialistas, pero en toda su obra no debemos dejar de
mencionar una doble influencia, la primera con base en lo acaecido du-
rante el siglo XVI en Europa y principalmente en Italia, liberándola de la
escolástica y la teología, la aplicación práctica de la política y la historia y
sus controversias. y una segunda de suma importancia, al crear una es-
DIVERSAS TEORÍAS Y ESCUELAS SOBRE EL ESTADO 189

cuela. perdurable desde su época al presente. con teóricos y pensadores


que exaltan o atenúan sus postulados, así como la conformación de un
criterio basado en el derecho a la mentira y el fraude en materia política,
con la creación del maquiavelismo como sinónimo de esas prácticas.
Sus críticos se dividen a su vez en dos tipos, los del método y los de
la doctrina, aquellos con base en la hístoria seguído por Guicciardiní, Pa-
ruta y Botero. El primero, florentino, quien además del método histórico
sigue la escuela del empirismo político; el segundo. célebre historiador
veneciano y el último. autor de La Razón de Estada que subordina los he-
chos a un ideal político más elevado que al obtenido de la experiencia. y
por tanto. aunque de la escuela de Maquiavelo son sus contrincantes me-
todológicos. el primero autor de Consideraciones relativos a los discursos
de Maquiavelo sobre Tito Livio, Recuerdos, Del Régimen de Florencia y
Discursos Políticos. hace severas críticas y discrepa con Maquiavelo en di-
versos puntos, principalmente en los Discursos, pero no en cuanto a su
objeto.
Con respecto al maquiavelismo doctrinario es sumamente extenso,
por una parte son diversas los doctrinarios que le atacan furíbundamente,
pero en sus críticas y razonamientos muy respetuosos. cuando menos en-
contramos un conocimiento de su obra, y la analizan. pero también los
hay muy numerosos acordes con su doctrina, y sin ser nuestro objeto en
.esta obra glosar estos aspectos, sí expresaremos algunos movimientos de
los más importantes por la importancia de sus aportaciones.
Dado que los primeros en levantarse unidos contra Maquiavelo fueron
los jesuitas. un autor notable del siglo XVI se alza en defensa de nuestro
autor. pero la verdad de los hechos es que esa defensa era más bien por el
odio manifestado hacia los jesuitas por Esciopio, en su obra Poedia Politi-
ces, uno de ellos, Justo Lipsio, llegó a decir: "équé mano habrá que no
castigue a este pobre miserable"? más no obstante hacer una crítica des-
tructiva, el propio Lipsio, en determinados pasajes, apoya las tesis que
pretende atacar.
Otro autor, no filósofo. ni jurista simplemente hombre de Estado, con-
sejero. servidor y secretario en Venecia, Fra Paolo Sarpi, en su obra Del
Principe, alaba definitivamente la doctrina de Maquiavelo, quizá por bus-
car la forma de apoyo al Estado Veneciano con su poder. al parecer inspi-
rado en el Consejo de los Diez. cuyos juicios son directos hasta el fin y
para quien la razón de Estado lo es todo, afirmando vehementemente. al
comentar al autor de El Príncipe: "en efecto, la primera justicia del prínci-
pe es mantenerse príncipe".
En el siglo siguiente. el XVII, continúan las contiendas de uno y otro
bando, entre ellos el más destacado Gabriel Naudé y su obra Considera-
ciones Politicas sobre los Golpes de Estado, libro elaborado para el carde-
190 TEORÍA GENERAL DEL ESTADO

nal italiano Bagni, en el cual cita y exalta a Maquiavelo como un destaca-


do maestro.
Por su parte al gran Descartes, fundador de la filosofía moderna, se le
tilda de semimaquiavelista, por sus asentimientos en ciertos aspectos doc-
trinarios y su inconformidad con otros, como cuando critica el hecho de
que Maquiavelo no hace distinción entre los príncipes que adquieren los
Estados por el camino justo, de aquellos usurpadores. "como construyen-
do una casa cuyos cimientos son tan malos que no podrán sostener muros
altos y gruesos, se está obligado a hacer éstos, bajos y delgados, aquellos
que se han establecido (en la soberanía) por el crimen, se ven obligados a
continuar cometiendo crímenes", y así le censura en diversos aspectos,
Pero a mediados de síglo el maquiavelismo empieza a decrecer, más
algunos doctrinarios, como Hobbes, la hace suya en cierta medida en su
Leviotán, pero en cambio se elevan contra el florentino con suma brus-
quedad y con frecuencia, y con mayor virulencia los protestantes, como
Inocente Gentillet y su antimaquiavelismo, el jesuita Possevin, Boiso y Ri-
vadeneyra todos ellos del XVI, que continuaron hasta el XVIll, para decre-
cer posteriormente, quizá porque aparecieron otra serie de doctrinarios
con doctrinas menos controvertidas, y con tesis nuevas, aportando con-
ceptos trascendentes para el Estado Moderno, pero como quiera que sea,
Maquiavelo es para la historia de las ideas políticas un doctrinario con
grandes aportaciones, entre ellas la del nombre del Estado y en cuanto a
política definirla como el arte de gobernar.
CAPÍTULO DÉCIMO TERCERO

EL ESTADO MODERNO

I. ANTECEDENTES

A. LA SEPARACIÓN DE LAS TRECE COLONIAS DE NORTEAMÉRlCA,


DEL REINO UNIDO DE LA GRAN BRETAÑA

Sin duda los antecedentes del Estado Moderno son fundamentalmen-


te: el Renacimiento, la Reforma, la expansión geográfica de algunos países
de Europa, la obtención de incalculables riquezas producto de la domina-
ción del Continente Americano, la ocupación y usurpación de sus vastas
tierras, y el consecuente absolutismo; pero al propio tiempo se deben con-
siderar como las causas inmediatas de tan novedosa como justificada doc-
trina y cambio total de sistemas políticos: la separación de las Trece colo-
nias de Norteamérica del Reino Unido de la Gran Bretaña, y en forma
definitiva y más categórica: la Revolución francesa de 1789.
Como fundamento de esta aseveración podríamos decir que toda so-
ciedad al evolucionar y desarrollarse sus instituciones políticas, económi-
cas, sociales y de todo género creadas durante" su conformación, van ad-
quiriendo la fisonomía reclamada por el momento histórico de su
existencia, por ello cuando contemplamos los avances logrados durante
los siglos XVII y XVII! por los doctrinarios de Francia e Inglaterra principal-
mente, reflejadas en los logros obtenidos por las grandes masas obreras y
campesinas, no se puede sino evocar su recuerdo porque a ellos se debe
la transfiguración del mundo.
Pero para ello fue menester el surgimiento de esos dos factores: una
emancipación de los habitantes de un territorio en manos extranjeras, y la
rebelión de un pueblo avasallado por el más grosero absolutismo, a fin de
sacudirse sistemas impositivos del antiguo régimen y el advenimiento
de nuevas formas, con cambios radicales para que el mundo en general
emprendiese una mutación imprescindible, a fin de proceder gradualmen-
te a su definitiva transformación.
Sin embargo para su logro definitivo no podernos dejar de recordar a
esta América como base sustancial. corno Continente aislado del Viejo
Mundo hasta el siglo XVI, siendo en su parte norte un vasto territorio ca-

191
192 TEORíA GENERAL DEL ESTADO

rente de verdadera cultura y de exigua civilización, habitada con conglo-


merados nómadas de cazadores de búfalos, preciado animal del cual obte-
nían el sustento y abrigo necesario, y tan sólo los habitantes de las
regiones sureñas, actualmente formado por los estados de Arizona y Nue-
vo México conocían el tejido de paño algodón, quizá obtenido por comer-
cio con las grandes culturas ubicadas mucho más al sur.
Sus pobres habitaciones de piedra, madera y adobe, no han dejado
vestigio alguno de información de su pasado. Los conquistadores euro-
peos sólo encontraron selvas vírgenes y el primitivo estado semi salvaje
de sus lugareños, en contraste con las bien organizadas sociedades de los
conglomerados hoy llamado México, como hemos visto anteriormente en
el capítulo Quinto, Colombia, Perú y Honduras. Por esa circunstancia, la
penetración de la colonial Gran Bretaña revistió características distintas a
la española, principalmente por la carencia de recursos económicos de la
corona inglesa, la escasa e insustancial minería y los poco ricos recursos
naturales, impidiendo, principalmente en sus inicios, una forma de orga-
nización colonial.
Sin embargo la prosperidad de la Gran Bretaña hacia el año 1560, le
permitió incursionar y adentrarse en ese territorio, en búsqueda pertinaz
para establecer un imperio en ultramar, a la manera de la española a base
de la esclavitud de los nativos de la Nueva España y la explotación de to-
das sus riquezas, destruyendo cuanto estorbaba a sus caras ambiciones,
logrando un enriquecimiento que les permitió ponerse a la cabeza de to-
dos los paises europeos y expansionarse hasta el África, por ello la Pérfida
Albíón, con la firme idea de establecer y fomentar un comercio marítimo,
a fin de coadyuvar a la obtención de riquezas, envió a Sir Walter Raleigh
para extender sus posiciones más allá de la Florida y formar la primera
colonia inglesa en ese lugar, como punto de partida para expansionarse
posteriormente tierra adentro y hacia todas las latitudes posibles.
A ese filibustero, amante de la reina Isabel, le siguen posteriormente
otros aventureros protegidos asimismo por la corona, y en el siglo XVIII
quedan formalmente establecidas las Trece Colonias, que más adelante ya
confederadas habrían de constituir una nación independiente. Pero di-
chas colonias habíanse formado por diferentes grupos étnicos venídos de
muy diversos países de allende los mares, integrados por aventureros,
excarcelados, expatriados así como numerosos expulsados y exiliados ci-
viles y políticos, desprestigiados por haber caído de sus elevados cargos
dadas sus ideas, o por abrazar las nuevas doctrinas liberales surgidas por
doquier, provocadas por el craso absolutismo imperante.
Las primeras colonias tenían características específicas al no ser pro-
piedad de la carona británica, sino de dos compañías inglesas con sede en
Bristol y Londres, y por tanto los intereses económicos giraban en torno a
EL ESTADO MODERNO 193

ellas, pagando tan sólo los derechos de explotación de la concesión acor-


dada por el gobierno inglés.
El cultivo del tabaco en Virginia comenzó a dar sus frutos, y conse-
cuente a su prosperidad nació un sistema de propiedad particular de la
tierra cultivable y de los hombres destinados a trabajarlas, y con ello los
principios de derecho y la expedición de normas implementadas por de-
cretos venidos de Inglaterra, y esa situación de auge y los derechos de los
terratenientes ante la ambición de los concesionarios, produjeron fatales
resultados para estos, y el 30 de julio de 1619 se inicia el primer movi-
miento separatista al reunirse 22 burgueses, dos por cada distrito COrres-
pondientes a las once colonias ya establecidas, elegidos por sufragio entre
los varones mayores de 17 años, quienes reunidos en un Consejo celebra-
do en Iamestown sesionaron durante seis dias, y al término de la misma
expidieron sus primeras leyes obligando a las compañías inglesas a aca-
tarlas, con lo cual y por los enormes errores administrativos de los diri-
gentes de las compañías contra sus 4,000 colonos ingleses expatriados,
provocaron la explosión y consecuentemente el Rey dictó su disolución a
fin de pasar a propiedad de la corona, adquiriendo así el rango de Colonia
Inglesa.
Las ambiciones económicas de los colonos ingleses y en general de
los habitantes de las colonias establecidas provocaron un constante incre-
mento en esclavos negros, a quienes hacían trabajar en condiciones in-
frahumanas en los campos de cultivo, propiciando una clase privilegiada
derivada de su gran poderío económico en los prepotentes estados sure-
ños, principalmente en la Virginia colonial.
Consecuente a esa explotación, el tráfico de esclavos del Continente
Africano cobró gran significación, convirtiéndose en un renglón de enor-
mes rendimientos económicos para el aventurero europeo al llegar con
sus naves cargadas de la llamada, peyorativamente, "carne de trabajo", au-
mentando considerablemente su valor a finales de siglo al "cotizarse" en
mucho mayor precio, dada la prohibición de la gleba blanca dictada por
el Imperio, y de mayor significación por la baja del precio del tabaco y
por tanto se requería de mano de obra a bajo costo, reflejándose todo ello
en favor de los intereses de la Compañia Real Africana y el considerable
incremento en la afluencia de esclavos africanos a las colonias sureñas,
Esta bonancible situación económica, al no tener necesidad de pagar sala-
rios a los trabajadores, propició una inmigración mayor de grupos busca-
dores de fortuna, y con ello la expansión y creación de otras colonias
como Maryland y Nueva Inglaterra y el arribo de germanos y holande-
ses, como nuevos colonos.
Paulatinamente esas colonias fueron cobrando importancia, aunque
no conciencia nacional, por la carencia de identidad de orígenes y cos-
tumbres, sino sólo causas del arribo a esas tierras y por igualdad de ínte-
194 TEORÍA GENERAL DEL ESTADa

reses económicos, favorecidas por la falta de atención puesta en ellas por


Inglaterra al ser considerada 'tierra olvidada', pues es hasta 1660, durante
la restauración de la monarquía inglesa, cuando se otorga verdadero y
fuerte impulso a ia "Colonia de América", precipitando la guerra entre los
más encumbrados países de Europa, Francia, España e Inglaterra, los tres
por el dominio del norte de América, cuya contienda culmina con el Tra-
tado de Paz de París, coadyuvando sin duda alguna a la separación de las
Trece Colonias.
El Congreso de Filadelfia, celebrado en esa ciudad en 1774, reúne a
representantes de doce colonías, con la ausencia de Georgía exclusiva-
mente, cuyos 55 miembros a instancias de [oseph Galloway aprueban el
Plan de la Unión, cuyo contenido era esencialmente para formar la uni-
dad de todas las colonias y la elección de una legislatura continental, con
las mismas facultades de representación en el Parlamento Inglés respecto
a los asuntos concernientes a las colonias, con lo cual ninguna ley parla-
mentaria británica podía expedirse para América del Norte, a menos de
ser aceptada por dicha legislatura continental. Pero por la falta de un sólo
voto no se aprobó el proyecto, primer intento de integración formal aun-
que no de separación real del Imperio Británico.
Cabe recordar que este Congreso había tenido sus antecedentes en
1754, con el proyecto federal de Benjamín Frank1in, yen 1765-70 con el
boicot comercial dictado contra Inglaterra, así como la Convención que
formuló la Declaración de los Derechos Agrarios, dirigido a Inglaterra en
favor de las colonias, base fundamental para el contenido de la Declara-
ción de Independencia.
El Segundo Congreso Continental se reúne nuevamente en Filadelfia
ellO de mayo de 1775, cuando ya en todo el territorio reinaba el estrépito
de la lucha armada clamando por la libertad e independencia nacional,
aun cuando no tenían cabal conciencia de dicho término, lográndose al
efecto el 4 de julio de 1776, cuya declaración la formula Tomás [effersou.
expresando en su contenido los princi pios políticos y sociales, tomados
en todo de las doctrinas filosófico-políticas elaboradas principalmente por
Francia e Inglaterra, incluidos los postulados básicos de su pensamiento,
aunque contrarios a la realidad de su existencia, en cuyo segundo párrafo
expresa:
Sostenemos como verdades evidentes, que todos los hombres nacen iguales, a
todos les confiere el creador ciertos derechos inalienables, entre los cuales es-
tán la vida, la libertad y la busca de la felicidad, que para garantizar estos de-
rechos los hombres instituyen gobiernos que derivan su justicia poderosa del
consentimiento de los gobernadores que siempre que una forma de gobierno
tiende a destruir estos fines, el pueblo tiene el derecho de reformarla o abolirla,
e instituir un nuevo gobierno que se funde en dichos principios y a organizar
sus poderes, en forma que su juicio garantice mejor su seguridad y su felicidad.
EL ESTADO MODERNO 195

Esta Declaración logra en si misma la culminación de los ideales que


coadyuvaron a forjar una nación, más sin embargo, como decíamos ante-
riormente, en su proceso formativo y su desarrollo el nuevo Estado des-
mintió sus máximas, porque no obstante el contenido de los derechos ina-
lienables, will of rights, en su evolución y crecimiento económico, las
diferencias de clase se acentuaron más, principalmente en el aspecto so-
cial donde la lucha se hizo más intensa, y más aún entre las etnias provo-
cadas por su ambición en ese permanente mercado de "carne de trabajo"
traido del África, cuyas diferencias no desaparecieron con la abolición de
la esclavitud dictada en 1862 por Abraham Lincoln, 52 años más tarde
de la decretada por Miguel Hidalgo en su célebre Bando del 6 de diciem-
bre de 1810 dictado en Guadalajara.
Los conglomerados alemanes, holandeses, irlandeses y de variadas
nacionalidades rivalizaban tratando de imponer sus costumbres, siendo la
única y verdadera unificación la ruptura de los principios básicos de
igualdad y libertad individual relativos al problema racial expresados con
énfasis en la Declaración de Independencia, al negar el ejercicio de esos
derechos a la población de color, y si con anterioridad se había manifesta-
do vivamente con la esclavitud; se perpetuó y perfiló con caracteres infa-
mantes, formando una clase trabajadora discriminada y desprotegida, al
continuar la Compañía Real Africana proporcionando "amplia ayuda al tra-
bajo", por realizar un tráfico "benéfico para la nación", al dictarse la
prohibición de la gleba blanca en todos los estados de la Unión, propi-
ciando el comercio legal en las entidades sureñas, donde el trabajo de
esclavo era de más provecho en las enormes plantaciones de tabaco y al-
godón, con la diferencia sustancial de los estados del norte, por la indus-
trialización, al exigir trabajos más especificas, y por tanto trabajadores ca-
lificados en sus diversas especialidades.
Por esa razón la emancipación de los esclavos se propugnó en el nor-
te, en el estado de Rhod Island, al disponer en 1774 otorgar la libertad a
todos los esclavos, a cuyo movimiento se adhirieron de inmediato Ver-
mont y Massachusetts, estado éste en el cual un esclavo de nombre Queek
Walter obtuvo su libertad, al demandar a su dueño ante el estado por la
justicia de su reivindicación, basada en el postulado del texto constitucio-
nal al declarar: "todos los hombres han nacido libres e iguales".
La Guerra de Secesión puso fin a una explotación infrahumana de tra-
bajadores de color, con la consecuencia de la formación de derechos labo-
rales, cobrando vida con ello una institución social de gran trascendencia
en la formación del nuevo Estado, surgida supuestamente bajo los auspi-
cios de una igualdad, negada sistemáticamente con sus manifestaciones
racistas.
A la sazón pasada ya más de media centuria del siglo XIX, el mundo
habia entrado en una etapa de emancipación, no tan sólo de la domina-
196 TEORíA GENERAL DEL ESTADQ

ción extranjera al lograr la independencia todos los países de América y


otros más en diferentes latitudes, sino principalmente de las masas traba-
jadoras para sacudirse el yugo de la sempiterna clase preponderante ex-
plotadora sin medida, no obstante los logros obtenidos a consecuencia de
la Revolución Francesa, como inicio real de la ruptura de las cadenas que
por siglos habían atado al sector más desprotegido de la población: obre-
ros y campesinos, con el reclamo del otorgamiento del minimo indispen-
sable a fin de poder acceder a un nivel de vida digno y decoroso dentro
de la sociedad.
Considerando en la conformación de los Estados Unidos la conjuga-
ción de las tesis, teorías y doctrinas emanadas de los pensadores euro-
peos, a causa de las vivencias sufridas en el Viejo Continente durante
toda su cruenta y prolija historia, al ser recogida en la primera Constitu-
ción emanada de esa inagotable fuente del conocimiento humano, se con-
virtió en el primer Estado Moderno de Derecho, y es pertinente observar
cómo el Constituyente del nuevo país recoge ese cúmulo de conceptos
para hacerlos una realidad práctica.
Sin tratar en ningún momento de analizar esa Constitución en toda su
magnitud, toda vez se saldría del marco de nuestro objeto y fines, sí es
pertinente observar en ese primigenio documento de conformación de los
Estados Unidos, algunos antecedentes que sintetizaremos pero por cuya
importancia no podemos, ni debemos dejar de hacer referencia, porque en
ellos encontraremos aspectos importantes para confirmar sin duda alguna
los fundamentos del Estado Moderno.
Como antecedente de importancia Suma encontramos primeramente
la convocatoria a la Convención Constituyente Federal, con la resolución
del Congreso de 21 de febrero de 1787, al hacer referencia a los articulos
de la Confederación y Unión Perpetua, convocando a la celebración de
una convención de delegados a reunirse en Filadelfia el segundo lunes
de mayo siguiente, con el fin único de revisar los Artículos de la Confede-
ración y presentar dictamen al Congreso y a las legislaturas, sobre altera-
ciones o adiciones a los mismos para adecuar la Constitución Federal a
las exigencias del Gobierno y el mantenimiento de la Unión, una vez
aprobadas por el Congreso y ratificadas por los estados.
Para nosotros este documento cobra importancia porque es la expre-
sión original y primaria del Federalismo, manifestado como la unión de
estados para conformar una unidad más fuerte y vigorosa, a la vez de com-
probar indefectiblemente la celebración de un Pacto, como esencia misma
en la conformación de esa nueva unidad llamada Estado Federal.
Pero a mayor abundamiento está el documento suscrito por los trece
estados, antiguas trece colonias, llamado simplemente Artículos de Confe-
deración y Unión Perpetua, firmado por:.New Hampshíre, Bahía de Mas-
sachusetts, Rhode Island y Providence Plantations, Connecticut, New
EL ESTADO MODERNO 197

York, New Jersey, Pensylvanía, Delaware, Maryland, Virginia, Carolina


del Norte, Carolina del Sur y Georgia.
Este documento primario, base de la Constitución, está integrado por
trece artículos, constando en el primero el pomposo pero equívoco nom-
bre de Estados Unidos de América. En el II se establece la soberanía, li-
bertad e independencia, así como todo su poder, jurisdicción y derechos
no delegados expresamente por esa Confederación a los Estados Unidos
cuando actúe por medio del Congreso. Los otros once artículos recogen
las formas, procedimientos y demás pormenores de esa unión, cuya des-
cripción sería larga y prolija, toda v!'z en esencia Y en cuanto a nuestro
objeto son recogidos en la propia Constitución, y tan sólo ciframos nues-
tro interés en el sustento del federalismo aplicado, los estados firmantes y
la denominación del nuevo Estado que nace constitucionalmente el 17 de
septiembre de 1787, cuando se firma y entra en vigor esta primera Norma
Suprema bajo los auspicios de los doctrinarios franceses e ingleses, fun-
damentalmente, iniciándose así esta nueva etapa en la historia, evolución
y desarrollo del Estado.
La Constitución de los Estados Unidos siempre ha conservado su
nombre al igual del organismo creado por la misma llamado Gobierno Fe-
deral, así denominado para evitar problemas y confusiones con un gobier-
no nacional consolidado. Contiene desde su nacimiento exclusivamente
siete artículos divididos cada uno de ellos en secciones. En el primero se
gesta la representación política al establecer el Poder Legislativo corres-
pondiente a un Congreso de los Estados Unidos compuesto de un Senado
y una Cámara de Representantes, denominados en nuestro sistema dipu-
tados, la duración de su ejercicio, requisitos exigidos a los ciudadanos
para poder acceder a los cargos, sistema de elección y demás aspectos re-
lativos a la materia, así como la elaboración de las leyes, e incorpora en la
sección séptima por medio del sistema de división de poderes, el de cola-
boración, toda vez que al ser aprobado todo proyecto de ley, llamado en-
tre nosotros iniciativa, pasa al presidente para su aprobación y firma, en
su caso, y el procedimiento a seguir de no ser aprobada por el titular del
Ejecutivo.
El articulo segundo contiene las disposiciones del Poder Ejecutivo de-
positado en un Presidente de los Estados Unidos juntamente con lo relativo
al vicepresidente, en tanto el tercero establece lo correspondiente al Poder
Judicial, complementando así la división de poderes. El cuarto queda des-
tinada a algunos aspectos en relación a los estados de la Unión; el quinto
para el procedimiento a seguir para las enmiendas constitucionales, lla-
madas en nuestro sistema adiciones y reformas; el sexto a la corresponsa-
bilidad de la federación con los estados; y por último el séptimo, destina-
do a la aprobación minima de nueve de los estados presentes para entrar
198 TEORíA GENERAL DEL ESTADO

en vigor la Constitución, firmada por George Washington como presidente


y doce de los trece estados, faltando únicamente Rhode Island.
La Constitución de los Estados Unidos es de carácter rígido, al ser ne-
cesario un procedimiento contenido en la propia Norma Fundamental
para sus enmiendas, denominado por el derecho constitucional como
Constituyente permanente, y escrita o sea plasmada en un documento so-
lemne, Recoge los principios de Soberanía, Los Derechos del Hombre, Re-
presentación Política, Democracia indirecta, Libertad y Axiología Política,
División de Poderes y obviamente el Constitucionalismo, como los funda-
mentos esenciales del Estado Moderno de Derecho.

B. LA REVOLUCIÓN FRfu'\lCE5A

No podríamos en ningún momento darle valor a la independencia de


los Estados Unidos al separarse del Reino Unido de la Gran Bretaña, como
un acontecimiento vital en la historia universal, a la manera de la magna
Revolución francesa, pues ésta sí propició un cambio definitivo en el de-
venir de la humanidad, empero sí cabe reconocer sus efectos no tan sólo
en Inglaterra y Europa en general, sino por demás en América por llevar a
la práctica las tesis emanadas de los grandes doctrinarios europeos de los
siglos anteriores, precisamente en los momentos del despertar la concien-
cia libertaria para independizarse las colonias latinoamericanas del domi-
nio de España y Portugal, a fin de iniciar una nueva era al fincarse las
nuevas naciones sobre esas sólidas bases doctrinarias europeas, propi-
ciando con ello los cambios característicos y fundamentales para la con-
formación de los consecuentes Estados de Derecho.
Ahora bien, si la nueva nación americana surge de la influencia doc-
trinaria europea y aprovecha y usufructúa toda su génesis histórica, la Re-
volución francesa es el producto genuino de una fatigante Edad Media, de
un impropio feudalismo, de una sustancial Reforma y un relevante y
constructivo Renacimiento, productor de tantos pensadores salidos a la
luz tras la exclaustración del saber, teniendo en sí misma un contenido
histórico básico, aunque cayó por necesidad' en el absolutismo generador
de groseros monarcas, de déspotas intolerantes, de conceptos funestos al
tratar de divinizar al príncipe, y Francia es sin duda alguna el país que
más padece este rigor, pero a la vez es fuente de energía propia, siempre
avanzada en ideología político-social y lo demuestra en su rebelión contra
la opresión sufrida, pero asimismo es asiento primigenio de pensadores
con espíritu libertario, quienes forjaron la estructura básica y necesaria
para la transformación de la historia.
La crónica de Francia data de muchos siglos. En ella se dieron todas y
cada una de las formas de Estado y de gobierno gestadas en la historia de
las ideas políticas. Siempre hubo disputa entre pueblo y autoridad por la
EL ESTADO MODERNO 199

conquista de los derechos de las masas populares, y cierto es también.


cómo esos ideales fueron constantemente conculcados en las altas esferas
políticas, pero no obstante ello sus experiencias siempre las recogió el
pensamiento universal.
Desde el atropello de "El Estado Soy Yo", manifestado en el clímax
del más nocivo absolutismo, el pueblo, principalmente los trabajadores
obreros y campesinos, sintió la negación total de sus derechos y rotos to-
dos sus principios e ideales, y es ahí precisamente donde empieza a ger-
minar la semilla de la rebelión, la cual había de manifestarse con toda su
violencia y hacer culminante explosión el 14 de julio de 1789.
Al término de la Guerra de los Siete Años, Francia había vivido una
etapa de prosperidad económica, pero a partir de 1778 su declinación se
precipita por el derroche de la corte, sobreviniendo en consecuencia una
desmedida carga impositiva a los trabajadores y en general a las masas
populares hasta hacer crisis, primeramente en la rebeldia de la aristocra-
cia con objeto de poner bajo su tutela la economía nacional, en tanto la
poderosa burguesía por su parte finca una definitiva contienda contra
la nobleza, movimiento ancestral que en esos momentos cobra mayor vi-
rulencia al ser apoyada por los artesanos, obreros y campesinos, exigien-
do la reglamentación del derecho de propiedad y tenencia de la tierra, a
fin de asegurar el supremo designio de vivir del producto de su trabajo,
a la manera de una verdadera revolución agraria.
La Asamblea de Notables, reunida en 1778, se frustra en sus intentos
de nivelar la economía mediante un plan de subvenciones, logrando tan
sólo ser canalizada su propuesta al Parlamento, pero infortunadamente
aborta de nuevo, lo cual obligó como consecuencia, la necesidad de con-
vocar a los Estados Generales.
Pretender hacer un relato de esta etapa en el umbral de la Revolución
nos llevaría más allá de las fronteras de nuestro objeto, por tanto basta re-
cordar solamente los tres momentos que por sí solos expresan su propio
contenido: la revolución de la aristocracia, la de la burguesía y la popular
de los trabajadores, punto final para el estallido violento, apoyando su
descontento en causas tan notorias como el alza general de precios y
la desequilibrada estructura de la sociedad, dado el cuadro objetivo de la
frustrante realidad: la riqueza de la burguesía y los privilegios de la no-
bleza, en brutal contraste con la numerosa clase trabajadora más pobre y
explotada cada día, y peor aún el hambre generalizada de la gran masa
popular, de los desheredados carentes hasta de un mendrugo de pan, pa-
deciendo además la arbitrariedad de los guardianes del orden público,
quienes se lanzaban contra ellos como jauría hambrienta para aplicarles
los castigos más infamantes, so pretexto de faltas pequeñas o aun sin ha-
berlas cometido.
La situación generalizada en todas las villas y ciudades provoca la
200 TEORÍA GENERAL DEL ESTADO

sublevación de ese pueblo subyugado, y sin poder contenerlo porque los


mismos guardias se suman al movimiento, se apodera por la fuerza de
los centros vitales principalmente en París, conformando una municipali-
dad y guardia nacional, en tanto en todas las provincias el pueblo se arma
y apropia de los poderes municipales, y con ello se desata sin control al-
guno la furia de esa masa popular por tantos años sojuzgada para liberarse
de la opresión, y en ese mar de confusiones se asoma la anarquía.
y esa explosión habría de manifestarse con su propia violencia en el
lugar preciso de radicación de los causantes: París. La noche del 13 de ju-
lio el pueblo desenfrenadamente sale a las calles. Las campanas de todas
las iglesias tomadas por el harapiento pueblo tocan a rebato y parecen cla-
mar también por la libertad. Los pequeños grupos a cada momento se ha-
cen mayores y pronto todo París parece despertar del sueño profundo de
siglos de ignominia, y doce mil hambrientos desesperados con sed de jus-
ticia, en el amanecer del día siguiente 14 de julio convertido en fecha glo-
riosa, se encaminan al sombrío edificio de la temida Bastilla, monumento,
construido hacia los finales del medievo.
Ese majestuoso castillo habíase convertido, desde la época del déspo-
ta Luis XIV, en prisión donde se enviaban a los considerados enemigos
del monarca, una cárcel política privada del rey para recluir a los ipcon-
formes del despotismo del "Estado Soy Yo". Pero aun en la reclusión ha-
bía elitismo, el confinamiento de la Bastilla exclusivamente estaba dedi-
cado para los nobles y los "distinguidos" catalogados por el monarca,
apresados por su real orden sin mayor explicación, sin proceso alguno
siendo por tanto una verdadera prisión real, ignominiosa y temida cárcel
símbolo de la arbitrariedad y el despotismo. Y ahí se dirigió el pueblo, y
ahí mismo se sumaron a él granaderos, guardias y soldados franceses, en
su rechazo a las elegantes fuerzas austriacas llevadas a París para cuidar a
la reina María Antonieta, apodada 'La Austriaca', a quien poco importaba
el pueblo hambriento de la Francia de los Luises.
Con alardes de fuerza tantos siglos reprimida, entre azadones y gua-
dañas, picos y palas, piedras tomadas de las construcciones adyacentes,
viejos adoquines arranados con furor de las calles, emerge el espíritu de la
libertad, y el pueblo toma la Bastilla, abre las puertas y los presos se con-
vierten en ídolos, en mártires de la arbitrariedad, del despotismo, del
cruel y grosero absolutismo, y entre todos empiezan a derruir el monu-
mento de la ignominia, demolición dilatada hasta por un año, para cele-
brar en ese primer aniversario el triunfo de la Revolución, la superación
de un pueblo dormido despertado con furor, sirviendo de ejemplo al
mundo de cómo se puede cambiar el rumbo de la historia, conquistando
además para todos los países del orbe el derecho a la libertad, y enseñar-
les cómo la doctrina salida de la pluma de los sabios puede convertirse en
EL ESTADO MODERNO 201

realidades populares. En fin, de cómo de las ruinas del despotismo puede


surgir El Estado Moderno de Derecho.
Tres días después Luis XVI convencido de la gravedad de los hechos,
asistió a la reunión convocada en el ayuntamiento de París, donde uno de
los promotores de una Francia libre, la Fayette, a la sazón jefe de la guar-
dia nacional, depositó en manos del rey como símbolo de la sublevación
la nueva escarapela azul, blanco y rojo, colores tanto del rey como de Pa-
rís, con lo cual quedaba de manifiesto la iniciación de una nueva Francia,
el fin del absolutismo, el príncipio de la Francia revolucionaria, de la
Francia libre donde en todas las principales ciudades y villas se sustituye-
ron los funcionarios reales por los revolucionarios, con la organización de
guardias nacionales comandadas por los propios revolucionarios.
La revolución daba paso a nuevas formas, con todos sus naturales e
impropios pero hasta cierto punto comprensibles excesos, aunque se so-
brepasaron por el cúmulo de muertes por venganza reconcentrada. Se
tomaron los castillos y casas consistoriales, quemando todos los registros
de los derechos señoriales, los cuales otorgaban concesiones a los nobles
y al clero con las consecuentes cargas al pueblo. A propuesta del diputa-
do vizconde de Noailles, se suprimieron con el consabido júbilo y bene-
plácito de los revolucionarios, considerando esas prerrogativas como una
de las causas del descontento popular, por las afectaciones y afrentas su-
fridas tanto en su economía como en su dignidad, al reducirlos a simples
vasallos sin derechos y sí con múltiples y exageradas obligaciones a favor
de un grupo elitista privilegiado, y así empezó a sentirse el efecto positi-
vo de la rebelión, y en esa forma lo hícieron saber a la Asamblea, por pri-
mera vez abierta y en la cual podían participar haciendo oír sus voces en-
tre gritos, lágrimas y aplausos de la multitud ahí reunida.
En esa Asamblea quedaron sepultados para siempre los derechos feu-
dales, las llamadas 'justicias señoriales', un contrasentido por haber sido
la causa de tantas 'injusticias populares'; los diezmos y tributos tanto a
los señores como al ambicioso clero, y a mayor abundamiento se aprobó
por acuerdo unánime el otorgamiento de la justicia popular sin costo al-
guno, y la reforma a fin de poder todos los franceses asumir cualquier
cargo público sin distinción de clases sociales o privilegios, prebendas
acaparadas por siglos a causa de los derechos llamados de sangre, de san-
gre azul. tan roja como la derramada de las cabezas de los degollados,
puestas en las picas de los vengadores y más tarde, la emanada a resultas
de la guillotina.
Esa noche del 4 de agosto, burgueses y nobles, reunidos en la Asam-
blea Nacional. proclaman solemnemente las grandes reformas solicitadas
por el pueblo, las cuales concretamente son, la ruptura del régimen abso-
lutista y feudal, la abolición de los privilegios de clase y, en esencia la
exigencia de una igualdad popular, acuerdo tendente a restablecer el or-
202 TEORÍA GENERAL DEL ESTADO

den, para que la Asamblea pudiera continuar sus trabajos con calma pro-
picia y orden adecuado a las circunstancias.
El idealismo contenido tanto en la libertad de trabajo sin opresión ni
explotación de los privilegiados, así como la firme convicción de la nece-
sidad de despojarse de las cargas impositivas incrementadas permanente-
mente por el déspota monarca, abogando todo intento de superación de
nivel de vida personal y colectiva, por ello ese idealismo se centra en la
ruptura del poder real y el dictado de una Constitución protectora de los
derechos inalienables e imprescriptibles del hombre y el ciudadano,
quien podría en todo momento hacerlos valer ante la autoridad competen-
te, y gozar y disfrutar de ellos en un equilibrio de fuerzas entre pueblo y
gobierno, a la manera aristotélica de frenos y balanzas, lo cual sería base
del principio de garantias y libertades conquistadas por el esfuerzo perso-
nal y colectivo de la nación, tal como lo había logrado el pueblo inglés
arrancándosela a la corona en 1688, institucionalizadas como categorías
políticas desde esa fecha en Inglaterra.
Ese era el espíritu imperante y servía de guía a los pasos dados por el
pueblo de la Francia de esa época. A ello iban encaminados todos sus es-
fuerzos, y de esa lucha pertinaz, al lograr sus propósitos, surgirían de in-
mediato las ideas políticas gestadas durante siglos por todos los doctrina-
rios políticos de Grecia cuyas ideas, pasadas a la Roma imperial, no
encontraron terreno propicio para incorporarlas, y dada la turbulencia de
los siglos siguientes habían dormido el sueño de los justos, para despertar
con los enciclopedistas franceses, los contractualistas, los grandes doctri-
narios de esa nación y de la Inglaterra de su tiempo, a fin de hacer cam-
biar al mundo para evitar el despotismo y la arbitrariedad de los monar-
cas, a base de la incorporación de las grandes aportaciones de quienes
supieron ver un futuro más halagüeño, con los principios de soberanía
popular, representación política, constitucionalismo, axiología política,
división y equilibrio de poderes, y por sobre todo ello: la libertad, igual-
dad y fraternidad, tomada como Divisa Revolucionaria.
La consecuencia y mayor aportación de tan tenaz lucha es sin duda
alguna la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano, elabo-
rada por los Constituyentes franceses producto de la Revolución, funda-
mentada sobre la teoría de Juan [acebo Rousseau, tanto en su Discurso so-
bre la Desigualdad, como en su más celebérrima y piramidal obra: El
Contrato Social. Esa Declaración se instituye el 26 de agosto, marcando
con ello una nueva y profunda era para la historia universal y el mundo
de las ideas y doctrinas políticas.
En su parte medular la Declaración comprende los derechos funda-
mentales del hombre: la igualdad, contenida en el articulo primero, la li-
bertad, la propiedad, la seguridad, la resistencia a la opresión, todos ellos
EL ESTADO MODERNO 203

como postulados universales y eternos, toda vez que sus principios son
inherentes a la propia naturaleza del hombre.
Con esta simple, pero a la vez profunda dogmática, el mundo da prin-
cipio a una transformación, tanto en sus procedimientos como en sus for-
mas de actuación. Provoca un cambio radical en el aspecto social, politico
y económico, y su influencia pronto se hace sentir en el mundo de las
ideas políticas, llegando a las colonias de .América Latina, apoyadas en
sus conceptos para la elaboración de sus propias doctrinas emancipado-
ras, y de estructuración dentro del marco de la libertad.
Pero además repercute en otras esferas de actividad, como la indus-
trial. porque al introducir las máquinas de vapor y nuevas técnicas de
fabricación, han de considerar al trabajador como fundamental para su
objeto y fines, y en cuanto al aspecto agrario también hace sufrir modifi-
caciones sustanciales, y se introducen cambios tendentes a la obtención
de mayor producción con abatimiento de costos e incremento de salarios
permisibles para llevar una vida familiar digna.
La línea divisoria en la historia marcada por el año 1789 es, para'
nuestro objeto, de primordial importancia y trascendental en sus manifes-
taciones, porque los rumbos señalados pasada la cruenta etapa de asenta-
miento, transformaron al mundo tanto en sus procedimientos y estructu-
ras gubernamentales, como en la nueva concepción del hombre, al dejar
de ser siervo para convertirse en ciudadano, en bien de sí mismo y útil
para el logro de los fines del Estado, de ese nuevo Estado gestado por tan-
tos siglos de sacrificios, el Estado Moderno de Derecho.

C. LAS PRIMERAS CONSTITUCIONES DE FRANCIA


A consecuencia de este cambio radical, parteaguas histórico, Francia
expide su primera Constitución escrita en 1791, tomando la doctrina fran-
cesa e inglesa de los grandes pensadores: De Rosseau, la doctrina de la so-
beranía radicada en el pueblo, fundamentada con anterioridad en las teo-
rías de Juan Badina, quien la depositaba en el monarca, pero gracias a la
propia Revolución se convierte en soberanía popular. De Altusio toma Los.
Derechos del Hombre.
Asimismo recoge de Gracia el Estado como Sujeto de la Relación
Internacional, la Representación Política la asume de Hobbes, pero enri-
quecida por Siéyés en lo relativo al ejercicio del poder soberano así como
el procedimiento para las reformas y adiciones a la Constitución, y en
cuanto a la Democracia indirecta lo fundamenta en el Ensayo Sobre el Go-
bierno Civil de [ohn Locke y del propio Siéyés, y sigue al mismo Locke en
relación al Constítucíonalísmo. Sin duda el primer Constituyente francés
se inspira en [ean Jacques Rosseau en lo referente a Libertad y Axiología
Política derivados de El Contrato Social, que conlleva en si mismo el fede-
204 TEORÍA GENERAL DEL ESTADO

ralísmo, y de Montesquieu la división y equilibrio de poderes mediante el


sistema de frenos y balanzas. La Primera Constitución francesa conserva
el sistema monárquico pero templado con un Poder Legislativo integrado
por una Cámara a cuyo cargo está, propiamente dicho, el poder político. y
en relación a la tradicional división territorial de provincias dependientes
del poder central, como existió siempre desde su formación como Estado
libre subdividido en localidades, otorgándole determinados poderes autó-
nomos, establece la elección como sistema de designación de funciona-
rios en forma indirecta, al despojarse de las prerrogativas personales del
antiguo régimen, los derechos políticos se distribuyen y limitan para
guardar el equilibrio del Estado.
Pero esa Constitución tan largamente esperada es abrogada al año si-
guiente sin seguir el procedimiento incluido en la propia Constitución,
por medio de un Decreto Legislativo expedido por los girondinos con
Condorcet a la cabeza, pero los jacobinos intervienen, se oponen a ello, se
guillotina al rey Luis XVI y a María Antoníeta, y se establece la República
como había sido el sueño de la rebelión de La Bastilla. por legitimos te-
mores a volver al absolutismo de continuar la monarquía y su detentador,
y así nace la Constitución de 1793, primera con el carácter republicano
ampliando los derechos populares y el sistema electoral, a fin de incluir a
todos los varones adultos, se conserva el unicamarismo, obliga al Parla-
mento a reunirse cada año con facultades gubernativas, establece el de-
recho de veto popular y la democracia popular directa, y se crea para la
actividad administrativa un Consejo respondiendo de sus actos directa-
mente al Poder Legislativo, pero no obstante haber sido aprobada por el
voto popular esta Constitución no cobra vigencia, nuevamente por un de-
creto espurio de la Convención, solamente justificado por la situación
anómala existente en la etapa de asentamiento de la Revolución y la lu-
cha por el poder de diversas facciones, aunque todas ellas habían surgido
de la propia revolución.
Es hasta 1795 cuando la Convención vuelve al cauce y con ello la ne-
cesidad de dictar una Constitución, surgida con modificaciones sustancia-
les a la anterior, de corte más conservador y más moderada, al suprímir
derechos, imponer restricciones al voto, volviendo a la tradicional divi-
sión de poderes con sistema bícarneral, con un sólido poder ejecutivo
centralizado más durante el Directorio, e infortunadamente al sobrevenir
el Consulado y nuevamente el Imperio, los principios revolucionarios su-
fren una reforma sustancial, por el absoluto control de Napoleón. quien
expide una nueva Constitución en 1800 elaborada por Siéyés, de conteni-
do plenamente centralizador, muy conveniente a los sueños imperiales
hereditarios del Gran Corso, otorgando nueva vida a la nobleza y con ella
la exaltación de la contrarrevolución.
Pero Francia ha ganado no una batalla sino la guerra, y si bien Napo-
EL ESTADO MODERNO 205

león la forjó como el Estado más importante de Europa, generador de no-


vedosas normas de derecho y la codificación del mismo, también al térmi-
no de su imperio nunca se volvió al grosero absolutismo, Francia había
cambiado al mundo, y por ende a sí misma, para continuar ofreciendo te-
sis, teorías y doctrinas políticas aún vigentes.

D. DECLARACIÓN DE LOS DERECHOS DEL HOMBRE Y EL CIUDADANO

1. Los hombres nacen y permanecen libres o iguales en derechos. Las


distinciones sociales no pueden fundarse más que sobre la utilidad
común.
II. El fin de toda asociación política es la conservación de los dere-
chos naturales e imprescriptibles del hombre, estos derechos son la liber-
tad, la propiedad, la seguridad y la resistencia a la opresión.
III. El principio de toda soberanía reside esencialmente en la nación,
ningún cuerpo ni individuo puede ejercer autoridad que no emane de ella
expresamente.
IV. La libertad consiste en poder hacer todo lo que no dañe a otro. De
aquí que el ejercicio de los derechos naturales del hombre no tenga más
límites que los que aseguren a los otros miembros de la sociedad el goce
de esos mismos derechos, estos límites no pueden determinarse más que
por la ley.
V. La ley no tiene derecho de prohibir más que las acciones nocivas a
la sociedad. Todo lo que no es prohibido por la ley no puede impedirse, y
nadie está obligado a hacer lo que ella no ordena.
VI. La leyes la expresión de la voluntad general, todos los ciudadanos
tienen derecho a concurrir personalmente o sus representantes a su for-
mación, debe ser la misma para todos, tanto para proteger como para
castigar. Siendo todos los ciudadanos iguales ante ella, son igualmente
admisibles a todas las dignidades, puestos y empleos públicos, según su
capacidad, y sin otras distinciones que las de sus virtudes y sus talentos.
VII. Ningún hombre puede ser acusado, detenido o preso más que en
los casos determinados por la ley y según las formas prescritas en ella.
Los que soliciten, expidan, ejecuten o hagan ejecutar órdenes arbitrarias,
deben ser castigados: pero todo ciudadano llamado o detenido en virtud
de la ley debe obedecer al instante, haciéndose culpable por su resistencia.
VIII. La ley no debe establecer sino penas estrictas y evidentemente
necesarias, y nadie puede ser castigado, sino en virtud de una ley estable-
cida y promulgada anteriormente al delito y legalmente aplicada.
IX. Siendo todo hombre presunto inocente hasta que sea declarado
culpable, si se juzga indispensable su acción, la ley debe suprimir severa-
mente todo rigor que no sea necesario para asegurar su persona.
206 TEORÍA GENERAL DEL ESTADO

X. Nadie debe ser molestado por sus opiniones. aun religiosas. Con tal
que su manifestación no trastorne el orden público establecido por la ley.
XI. La libre comunicación de los pensamientos y de las opiniones es
uno de los derechos más preciosos del hombre: todo ciudadano puede
pues hablar, escribir o imprimir libremente. pero debe responder del abu-
so de esta libertad en los casos determinados por la ley.
XII, La garantía de los derechos del hombre y el ciudadano necesita
una fuerza pública: esta fuerza es pues instituida en provecho de todos y
no para la utilidad particular de a quienes está confiada.
XIII. Para el entretenimiento de la fuerza pública y para los gastos de
administración es indispensable una contribución común. que debe re-
partirse igualmente entre todos los ciudadanos. según sus facultades.
XIV. Los ciudadanos tienen el derecho de comprobar por si mismos o
por sus representantes la necesidad de la contribución pública. consentir-
la libremente, seguir su empleo y determinar su cuota, el reparto, el cobro
y la duración.
XV. La sociedad tiene el derecho de pedir cuentas a todo agente pú-
blico de su administración.
XVI. Toda sociedad en que la garantia de los derechos no esté asegu-
rada ni determinada la separación de poderes no tiene constítución.
XVII. Siendo la propiedad un derecho inviolable y sagrado, nadie
puede ser privado de ella, sino cuando la necesidad pública. legalmente
comprobada, lo exija evidentemente y bajo la condición de una justa y
previa indemnización.

E. PRINCIPALES DOCTRINAS Y DOCTRINARIOS


DE LOS SIGLOS XVI, XVII Y XVIII

En el mundo de las ideas politicas estas se van gestando a través del


tiempo. del correr de los siglos, tras una concatenación de sucesos, de
ideales, de tropiezos y de la experiencia en épocas anteriores. así, cuando
afirmamos las etapas requeridas del Renacimiento y la Reforma como cir-
cunstancias políticas. y los cambios económicos sufridos en Europa por
las riquezas llevadas desde el Continente Americano. y como conse-
cuencia de ello la independencia de los Estados Unidos y la Revolución
francesa. todo y más forma parte de las causas de la aparición el Estado
Moderno. cuya gestación se inicia precisamente en el siglo XIII por la
exclaustración del saber y la derrama del conocimiento humano. en ese
Siglo de Oro Europeo donde nacen dos importantes centros de estudios,
dos universidades cuna de los dos grandes paises, y el alma mater de los
doctrinarios para la formación del Estado, Francia y la Gran Bretaña, con
la Sorbona y Oxford respectivamente.
y a ese Siglo de Oro sigue el Renacimiento del XIV. dejando atrás al
EL ESTADO MODERNO 207

último de los teóricos teológicos, Tomás de Aquino (1214-1275) y sur-


giendo el paganismo con la fuerza violenta de la idea, el conocimiento
sobre las cenizas del cristianismo dominante, la averiguación científica
por encima de los evangelios, y Florencia es cuna del arte propiciado por
Lorenzo de Médicis quien observa las doctrinas de Platón en toda su ori-
ginalidad, sin influencia de creencia alguna sino con el paganismo de
aquel glorioso siglo IV de la antigua Grecia, y a fines del xv principia el
arribo de los tesoros de allende los mares y en el siguiente se fortalece esa
riqueza y coadyuva en mucho al desarrollo y evolución de las ideas políti-
cas, en unión del mercantilismo y su consecuencia inmediata el capitalis-
mo, donde el hombre es el lobo del hombre en su continua explotación,
asumiendo la primacia del poder económico por sobre la persona buma-
na, a todo lo cual se auna, como causa inmediata del nacimiento del Esta-
do Moderno, la división del trabajo y la cooperación e interdependencia
humanas, al decir de Herman Heller.
Pero para florecer ese Estado Moderno no le bastan esta sucesión de
hechos, todos ciertos y necesarios, porque indiscutiblemente requiere
de algo más profundo para sustentarlos, y ese poder, esa fuerza es precisa-
mente el mundo de las ideas políticas derivadas de los doctrinarios y los
valores emanados de su mente creativa con el requerimiento de ideales, y
así nos hacen llegar, desde el siglo XVI basta nuestros días, los fundamen-
tos esenciales para el nacimiento del Estado Moderno.
La Doctora Aurora Arnáiz Amigo, discípula predilecta del eminente
Teórico del Estado, Manuel Pedroso, Emérita Directora del seminario de
Teoría del Estado de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional
Autónoma de México y creadora del Colegio de Profesores de la materia
en la propia Universidad, nos ofrece en uno de sus valiosos libros, Cien-
cia del Estado, un cuadro sinóptico donde sintetiza las Doctrinas o Funda-
mentos del Estado Moderno y sus tratadistas, y a quien seguimos por ra-
zones obvias de claridad objetiva:
1. Soberanía.
2. El Estado como sujeto Internacional.
3. Respeto a los Derechos del Hombre.
4. Representación Política.
5. Democracia Indirecta y Constitucionalismo.
6. Libertad y Axiología Política.
7. División de Poderes (Funcional).'
8. Separación de la Iglesia y el Estado.

1 La Dra. Arnáiz considera acertadamente en sus cátedras, tanto de Teoría del Estado
como de Derecho Constitucional, que el poder es unívoco por tanto indivisible, lo que se
divide son las funciones, por ello en el cuadro agrega entre paréntesis la palabra funcional.
208 TEORíA GENERAL DEL ESTADO

Doctrinarios que contribuyeron a la fundamentación del Estado Mo-


derno:
1. Bodin: (1530-1596) Los Seis Libros de la República. Aporta el con-
cepto de Soberanía. (Soberanía Interna)'
2. Grocio: (1583-1645) El Derecho de la Guerra y de la Paz, Aporta el
concepto del Estado como sujeto de la relación internacional. (Soberanía
de los Estados, o Soberanía externa)'
3. Altusio: (1557-1638) Política. Aporta los Derechos del Hombre.
4. Hobbes: (1588-1679) El Leviatán. Aporta el concepto de Represen-
tación Política.
5. Locke: (1632-1704) Ensayo sobre el Gobierno Civil Aporta los con-
ceptos de Democracia y Constitucionalismo.
6. Rousseau: (1712-1775) El Contrato Social. Aporta los conceptos de
Libertad y Axiología Política.
7. Montesquieu: (1685-1775) El Espiritu de las Leyes. Aporta la doctri-
na de División de Poderes.

F. PRINCIPIOS DOCTRINARIOS SOBRE LA SOBERANíA

1. [ean Bodin y la soberanía interna


A mediados del siglo XVI Jean Bodin da nacimiento al concepto de so-
beranía, considerada como poder supremo y único en cada Estado sobre
la cual no puede existir ninguna potestad superior, y si bien anteriormen- '
te se había conceptualizado en cierta medida por algunos pensadores, co-
rresponde a Bodín su sistematización en cuanto a la relación del gober-
nante con los miembros del Estado, lo cual había sido establecido por
Aristóteles en Lo Política, depositándola en uno o varios magistrados, cri-
terio tomado por Roma, quien la radica en el cuerpo político de los ciuda-
danos pero depositándola en manos del Emperador, y de conformidad a la
estructura jurídica romana cobraba fuerza legal válida en cualquier deci-
sión tomada.
Estos principios empezaron a tomarse en su justa medida a principios
de la Edad Media, en la lucha por la soberanía entre la Iglesia y el Estado
reclamando unos y otros su potestad, el Imperio bajo el fundamento de
corresponderle al pueblo, pero por ser su mandatario la ejerce la autori-
dad civil, a lo cual se contraponen las tesis, primero de San Agustín y
Gregario VII, al considerar al Estado como obra del mal, y posteriormente
retomada por Tomás de Aquino la doctrina aristotélica, expresa: la auto-
ridad del Estado procede del pueblo y por ende es de origen humano,

z N. del A.
3 N. del A.
EL ESTADO MODERNO 209

siendo divino el origen de la Iglesia a este corresponde ejercer la sobera-


nia a nombre del pueblo. Este criterio perdura durante todo el periodo
conciliar, hasta florecer la teoría del derecho divino de los reyes, lo cual
es totalmente contrapuesto a las pretensiones del poder temporal del pa-
pado, incrementándose este criterio en cuanto al poder real cobra mayor
vigor, y todavía se fortalece más cuando el protestantismo se expande en
diversos países de Europa.
A] propio tiempo surge una nueva disputa entre quienes consideran
el poder absoluto del monarca, y por tanto los súbditos bajo su mandato,
sin otro valladar que la obediencia total, enfrentándose a sus opositores
bajo la tesis de ejercer el Rey los poderes de los cuales el titular es el pue-
blo quien lo ha depositado en el monarca mediante un pacto, mismo que
puede romperse en cualquier momento si así le conviniera ante un gober-
nante injusto o por no cumplir con sus obligaciones, tesis apoyada por los
reformistas antimonárquicos de Francia, Escocia, Inglaterra y los Países
Bajos, auxiliados a la vez por los jesuitas en aras de la supremacía ecle-
siástica, y en contra de los protestantes Lutero y Calvino, los católicos es-
coceses Barclay y Blackwood y los ingleses Filmer y [acobo 1, al ser soste-
nedores del derecho divino de los reyes y la soberanía en manos del
monarca, controversia continuada hasta los siglos XVII y XVIII, sin lograr
ponerse de acuerdo ni en uno ni en otro sentido, toda vez cada facción lu-
cha por imponerse a la otra, el poder temporal contra el eclesiástico, y por
tanto la disputa por la soberanía como centro vital de controversia real.
Esta situación perdura hasta el arribo de la teoría de la soberanía en la
formación del Estado nacional con la monarquia absoluta, cuyos brazos Se
extienden por sobre el clero y la nobleza sin dependencia alguna del pa-
pado, consolidándose así el absolutismo. El pueblo de buen grado otorga
concesiones y prerrogativas al monarca a fin de obtener la paz, y es ahí
precisamente cuando aparece lean Bodin, quien sabe bien que la sobera-
nía es esencial al Estado y lo deposita en el monarca, superando así un
período difícil, al lograr con su teoría un avance definitivo en la historia
de las ideas políticas, y aun sin saberlo formula una de las primeras ba-
ses de sustentación del Estado Moderno.
lean Bodin destacado jurista de su tiempo al servicio del Estado, bus-
caba con afán la paz y la restauración del orden en los momentos de la lu-
cha religiosa, considerando que la única forma de poder lograrlo consistía
en la formación en Francia de una sólida y poderosa monarquía, para
cuyo efecto se requería tolerancia religiosa en un país que se debatía entre
hugonotes y católicos, y una soberanía nacional en manos del monarca
con lo cual apoya definitivamente a Enrique de Navarra, el hugonote poco
tiempo después convertido en Enrique IV, a quien ayudó en sus meneste-
res como respetado filósofo político y ferviente creyente en el progreso de
la humanidad, principio defendido por él en grado sumo, siguiendo en su
210 TEORÍA GENERAL DEL ESTADO

doctrina un método histórico que le llevó a ser el primer pensador y escri-


tor sobre la filosofia de la historia, y en cuanto al Derecho siguió un méto-
do comparativo y deductivo, inspirado en Aristóteles en la estructura y a
Maquiavelo en cuanto a la separación del Derecho y moral, pero no en
forma definitiva sino en una clara distinción entre ambos conceptos, con-
siderando a la justicia, al Derecho y las propias normas éticas, como la
esencia de la ciencia política, bajo la que los propios gobernantes deben
sujetarse con absoluto respeto, porque estas últimas son una ley natural
inquebrantable, expresando como única forma de lograr la prosperidad
del Estado y la felicidad de los miembros del mismo, en el cumplimiento
de esos fines éticos.
El pacto social y la libertad individual son intrascendentes para Bo-
din, porque fundamenta el origen del Estado en la familia, por el instinto
natural del hombre quien por ello mismo conforma grupos familiares y
asociaciones diversas, siendo el Estado el resultado de la lucha entre es-
tos, toda vez los vencidos son esclavizados, en tanto los otros asumen el
poder y se transforman en gobernantes. Para la elaboración de su doctrina
estudia profundamente el Derecho romano y sustenta el criterio de la ne-
cesidad de existencia del pater potestas, y con extensión de criterio hace
depender de la monarquía todas las corporaciones, incluso las comunas y
las asociaciones de carácter mercantil, negándoles personalidad jurídica,
y por ser una dependencia de la monarquía conlleva la autoridad supre-
ma, y le concede el poder soberano, la soberanía del Estado, sobre la cual
no existe valladar alguno.
Bajo ese criterio el ciudadano está considerado como un hombre libre.
Bodin defiende esa libertad bajo la ley natural, pero sometido a la volun-
tad soberana como característica esencial de toda organización política
cuya cabeza es el Estado. Y en estos supuestos fundamenta Bodin la teo-
ría de la soberanía, y la define como "un poder supremo que reina sobre
súbditos y ciudadanos sin restricciones legales, siendo la formulación de
la ley la más elevada función de ese poder soberano, con las característi-
cas de ser perpetuo, pleno de legalidad, dado que de otra forma no podría
serlo, y omnipotente porque no puede existir nada superior a la sobera-
nía, en sí misma considerada".
Más adelante Bodín admite ciertas limitaciones al poder soberano,
con base en la sujeción necesaria a la ley divina y al derecho natural, de
los contratos celebrados con sus propios súbditos y aquellos derechos de-
rivados de los tratados internacionales con otros soberanos de igual cali-
dad, aunque no queda sujeto a los compromisos adquiridos por sus ante-
cesores, en razón de no existir ninguna ley inalterable y eterna que pueda
hacer frente a la voluntad soberana del monarca.
Asimismo Bodin expresa el peligro cuando un monarca se vuelve tira-
no en el ejercicio de un poder despótico y arbitrario, pero no por ello deja
de ser el soberano, puesto que la diferenciación entre uno y otro es exclu-
EL ESTADO MODERNO 211

sivamente de carácter moral, separando con este concepto la moral de lo


jurídico, en cuanto a obligaciones se refiere, y por ello se inclina definiti-
vamente al absolutismo de los reyes, fundamenta su poder en Dios, y por
lo mismo el pueblo está obligado a la obediencia pasiva, a la sumisión y
al definitivo sometimiento.
En cuanto a las formas de gobierno, Bodin considera la monarquía
como el poder en una sola persona, la aristocracia en manos de una mino-
ria y la democracia, gobierno de la mayoria de ciudadanos, pero no acepta
ni las formas mixtas, ni los parlamentos y estados generales y les niega
todo el derecho de participar en el ejercicio de la soberania, cuyas faculta-
des se constriñen de manera exclusiva a las de consulta. Acepta la monar-
quía hereditaria pero la rechaza cuando se trata de mujeres porque estas
no pueden gobernar, siendo esta forma de gobierno la más apropiada para
evitar problemas internos y más estables politicamente, porque la demo-
cracia provoca fácilmente la revolución.
Sigue a Aristóteles tanto en relación al ciclo histórico de ésta como en
las diferencias de los Estados en cuanto a la influencia de la naturaleza,
clima y accidentes geográficos, concepto retomado más adelante por Mon-
tesquieu, haciendo diferencias sustanciales entre los pueblos septentrio-
nales de los del sur, o de los montañeses con los de los valles y llanuras, e
insiste en la gran influencia sobre el carácter nacional por la forma de go-
bierno asumida y la naturaleza del derecho, por ser factores determinan-
tes en la conducta de los miembros de toda sociedad.
No acepta la existencia de la igualdad económica porque no puede
serlo en la realidad, pero reconoce la mala distribución de la riqueza, no
gusta de la esclavitud, y reconoce las desigualdades sociales pero las criti-
ca acremente por entrañar grave peligro, se inclina por el libre cambio,
condena el enriquecimiento del monarca, y no acepta que ejerza el poder
judicial, el cual debe depositarse, como la moralidad, en un cuerpo espe-
cial de magistrados.
La influencia de Bodin en el mundo de su época, fundamentalmente
en Francia e Inglaterra, lleva la doctrina de la soberanía a su máxima ex-
presión, y ofrece a Grocio la base de la soberanía del Estado frente a los
demás, constituyendo así un importante fundamento para el derecho in-
ternacional, con la distinción entre el derecho natural y el de gentes. Sus
principios permiten establecer un equilibrio en las relaciones con el papa-
do, con ello el definitivo sustento del absolutismo, donde el monarca es el
titular definitivo de la soberanía.

2. Hugo Grocio y la soberanía del Estado frente a los demás


Bajo los principios doctrinarios de Jean Bodín, Hugo Gracia (1583-
1645), jurista holandés nacido trece años antes de la muerte de Bodín, to-
mando de los siglos anteriores los criterios para establecer jurídicamente
212 TEORÍA GENERAL DEL E8T ADa

las relaciones entre los diferentes Estados, con objeto de evitar conflagra-
ciones y observar un respeto internacional, formula su propia doctrina
con éxito indiscutible, no logrado anteriormente por Guillermo de Occam,
Marsilio de Padua y el propio Dante, profundos pensadores políticos del
siglo XII quienes intensivamente buscaron la fórmula para poder estable-
cer las bases de respeto entre los diferentes Estados y del propio papado,
a cuyo fracaso coadyuvó sin duda alguna, el criterio teológico dominante
de su época,
Sin embargo Francisco de Vitoria (1490-1549). dominico inconforme
con los poderes omnímodos adoptados por España, en su obra Relectiones
Theológicas, expresa su criterio en cuanto a la guerra justa y discute las
razones de ese poderío de su país en las tierras conquistadas, fundamen-
talmente en cuanto a las relaciones del opresor con los indígenas avasalla-
dos, y más aún, penetra a la investigación de los derechos adquiridos por
la conquista hispana.
Junto a él aparecen otros doctrínarios contemporáneos suyos, como
Conrado Braun (1491-1563). con su obra De Legationibus, y Fernando
Vázquez (1509-1566), y su Ilustrum Controversiarum Aliorumque Usu Fre-
quentium Libri Tres, quienes estudian profundamente el derecho para re-
gular las relaciones de los Estados, el primero en cuanto a los derechos y
deberes de los legados del papa, el segundo con apoyo absoluto a la sobe-
ranía territorial de España y las relaciones existentes entre los Estados,
debiendo regirse por el derecho natural y el de gentes, planteando por pri-
mera vez la libertad de los mares, ante la pretensión de las repúblicas ita-
lianas de cerrar a la navegación el mar Adriático y el golfo de Génova, y
así surgen otros muchos más durante el siglo XVI en cuanto a las relacio-
nes internacionales, todo lo cual sirve a Gracia para fundamentar su doc-
trina sobre la soberanía de los Estados.
No obstante Hugo Grocio es holandés de origen y servidor público de
su país, ocupa elevadas misiones de Francia e Inglaterra, por su reconoci-
do prestigio jurídico y humanista. Sus obras De jure BeIli Ac Pacis y Mare
Liberum, se esparcen por toda Europa en una época sumamente conflicti-
va de luchas religiosas, los fínales de la guerra de las Provincias Unidas
contra España, y los comienzos de la Guerra de los 30 años, y con ellas,
principalmente la primera, establece la existencia de un derecho entre las
naciones, tanto en la guerra como en la paz, y plasma su admirable doc-
trina al analizar con profundidad el derecho de gentes romano, el derecho
natural y los principios básicos del concepto de soberanía de los Estados,
todos ellos principios básicos para establecer el fundamento de su teoría
política, al afirmar que la realidad de las normas jurídicas, así como los
principios morales, de los cuales nunca se separa, son la base esencial
para el desarrollo de la vida cotidiana, y ambos se derivan directamente
de la propia naturaleza de las cosas, por tanto obligan a ser cumplidas no
EL ESTADO MODERNO 213

tan sólo a los hombres sino a los propios pueblos, a los Estados, por ello
niega la existencia de la justicia universal y al derecho como una conve-
niencia o por su utilidad.
En cuanto al derecho de gentes, Gracia lo amplía en forma más exten-
sa a la de sus precursores, llega hasta la transformación misma por igual
en las reglas comunes de carácter doctrinario, como hasta los principios
de las normas jurídicas en las relaciones con otros Estados, estudiando
los sistemas que rigen la vida internacional, y analiza las formas y princi-
pios prácticos utilizando a la vez los estudios de sus precursores, y va to-
mando todo aquello que puede serie de utilidad como los principios de
Suárez y Bodin, para definir a la soberanía como el supremo poder políti-
co ejercido por una persona determinada, cuyos actos son indiscutibles
legalmente, frente a cualquier voluntad humana.
Más adelante Hugo Gracia adopta una posición muy diferente y con-
sidera la posibilidad de una soberanía con ciertas limitaciones y aun divi-
sible, concediéndole al pueblo el derecho de elección del gobierno, pero
condicionado a la obediencia pasiva, y bajo ese criterio no acepta, por
ningún motivo, el derecho a la resistencia.
Con su doctrina Gracia contribuye en forma especial al fundamento
de la Paz de Westfalia, llamado por algunos autores el primer gran Con-
greso Internacional de la Historia, no obstante haber ocurrido tres años
después de su muerte, pero sin duda basada en los elevados principios de
su bien acogida doctrina de la Monarquía absoluta, dando con ello fin al
feudalismo en cuyo seno se había desarrollado y sustentando su pensa-
miento de unidad: soberanía territorial, base consustancial de su doctrina,
objeto y fines, cuyos principios recoge de sus precursores y principalmen-
te de Bodin, de quien toma los fundamentos esenciales y los amplía para
complementar el concepto de soberano reconocido en el interior del Esta-
do, y la extiende hacia el exterior, conformando su tercer y principal ele-
mento, la igualdad entre los Estados, que llega así hasta nuestros días y
reconocido actualmente como una de las reglas de oro del Derecho Inter-
nacional mediante el dictado de derechos y obligaciones jurídicas, cuyo
cumplimiento obliga por igual a todos los Estados.
CAPÍTULO DÉCIMO CUARTO

EL ESTADO MODERNO:
LOS CONTRACTUALISTAS

1. GRECIA

La filosofía gríega, cuna de sabios, teóricos, políticos e intelectuales


de gran profundidad, que sin su existencia el mundo bubiese tardado si-
glos más en su cabal desarrollo, se inicia desde los tiempos de Homero
con criterio patriarcalista y de los reyes con ascendencia en los dioses, de
abí su poder despótico sín ser el pueblo otra cosa sino una masa despre-
ciable, Más adelante surgen las primeras manifestaciones de las monar-
quías, debilitadas, al aparecer no tan sólo los derechos de los monarcas
sino las obligaciones contraídas con la obtención del mandato, y con esas
transformaciones surge la aristocracia en contraposición del monarca, y
así se llega al siglo v (e.a.), iniciado con la guerra contra los persas y cul-
mina con otra conflagración, la del Peloponeso,
En ese proceso de conformación de la Grecia de su tiempo y con la
supremacía de Atenas y Esparta, siempre rivales en todos sus aspectos, es
donde nace la libertad de pensamiento con la desaparición de las muchas
restricciones tenidas con anterioridad, desarrollándose la cultura griega
en todos los órdenes de la vida, sea en la literatura, en la política o en el
arte, con manifestaciones tan magníficas como el desarrollo del teatro.
En- esa evolución, el sistema político va pasando del despotismo a la
formación de teorías liberales y la monarquía limitada, y de ella a la aris-
tocracia, para continuar su camino hacia la oligarquía en Esparta y demo-
cracia en Atenas, a la vez del decaimiento en la fe religiosa y sus restriccio-
nes, cuyo positivo resultado consistió en el incremento de la intelectuali-
dad, la lucha entre la aristocracia añeja contra los comerciantes, influidos
por el extranjerismo desmedido que conlleva innovaciones deslumbran-
tes, hasta precipitarse a la demagogia dada su influencia en las esferas po-
líticas atenienses, y en estas transformaciones florece la oratoria como
una ciencia, y la consecuencia lógica de la controversia de las ideas, base
esencial de los sofistas.

215
216 TEORíA GENERAL DEL ESTADO

n. SÓCRATES Y LOS SOFISTAS


Los sofistas realmente no formaron una escuela o doctrina sino con
sus ideas y prácticas crearon una verdadera profesión. cuya característica
principal consistía en los puntos de vista similares y de método seguido
en su ejercicio basado en la controversia. y su enseñanza a la juventud
para encaminarla hacia la política con absoluto rechazo a la verdad uni-
versal. Protágoras, Trasímaco, Gorgias, Prodicio y Calícles se constituyeron
como los más destacados sofistas de su tiempo, combatieron el carácter
abstracto de la justicia unidos a Hipías y Antifón, quienes con extraordi-
nario vigor defendían sus tesis con argumentos racionales, con intentos
deformantes de la historía no obstante sus postulados humanistas. en-
frentados a contrincantes de recio valor como lo fue el gran Sócrates
(469-399 e. a.).
La filosofía política de los sofistas se fundamenta en el hombre como
la medida de todas las cosas, y así lo manifiesta Protágoras, facultado de
conformidad con sus creencias para formular y definir el Derecho, sin
aceptar la normatividad fija y universal. Bajo ese mismo criterio se opone
a los fundamentos rígidos de la moral y la filosofía, considerando a la au-
toridad política en la fuerza con base en la desigualdad humana. el go-
bierno de los fuertes para dominar a los débiles o el acuerdo de éstos para
unirse a aquellos con el fin de ser protegidos, sin creer en la naturaleza
social del individuo y el Estado en base al individualismo, de suyo artifi-
cial y por tanto la autoridad egoísta. Fundamenta por primera vez el crite-
rio del contrato social, con separación definitiva entre la moral y el dere-
cho. porque la ley al ser dictada por la autoridad obliga al índividuo a
obrar en múltiples ocasiones en contra de la razón y la justicia. y al incli-
narse definitivamente por el individualismo se enfrentaron directamente
a las tesis existentes por contravenir a los dictados de la razón, contra-
rias a las doctrinas de Sócrates. al pugnar éste la existencia de valores
universales traducidas en reglas generales de contenido ético.
Más sin embargo coincidia en algunos puntos con sus enemigos en
razón del aspecto jurídico, cuyas normas deben aceptar la crítica de la ra-
zón individual y no estar sujetas tan estrictamente a la religión y a la tra-
dición hecha costumbre. pero contrapone su criterio en cuanto las bases
del derecho y la propia justicia, al poder corregirse por medio de un rigu-
roso examen. El hombre por excelencia es un ser social, siendo el Estado
una necesidad, y las leyes como expresión de sabiduría responden a la ra-
zón general, y así como defendió hasta la muerte la educación política, se
opuso por siempre a la democracia de su tiempo con base en la desigual-
dad humana. y su inclinación a la elección de los funcionarios mediante
la suerte, expresando que el mejor gobierno era el de la aristocracia de la
inteligencia, criterio recogido por su discípulo Platón. en relación al go-
bierno de la aristocracia de la sabiduría.
EL ESTADO MODERNO: LOS CONTRAcruAUSTAS 217

El propio Sócrates sostuvo por siempre la necesaria relación de la po-


lítica con la ética. y la posible confrontación entre las normas ético-políti-
cas con las del derecho. pero convencido de la obediencia irrestricta que
debe tener el hombre a su propia razón. aun sobre las leyes dictadas por
el poder público. y de sus convicciones sobre la norma vigente prefirió la
cicuta a prostituirse con los dictados del Estado. dando así el mayor ejem-
plo y la última y postrera lección a sus discipulos. Para concluir. cabe re-
sumir en unas líneas los principios filosóficos de Sócrates y sus seguido-
res al decir:
El valor de la investigación filosófica estriba en que una vida sin ella
no es digna de ser vivida.
La investigación al hombre es limitada. y en cuanto a la naturaleza
existe desinterés en ello. .
Existe plena identificación entre la ciencia y la virtud, toda vez que
ésta se puede aprender y enseñar. en tanto no se puede hacer el bien sin
conocerlo.
A la enseñanza se le otorga la importancia de que no enseña nada y
sólo favorece a la intelectualidad del oyente, y el método de la interroga-
ción y la ironía.

IlI. LOS EPICÚREOS


Epicuro de Samas formula su doctrina en Atenas en el año 306 (e. a.],
Para poder comprender con más claridad su doctrina nos obliga a obser-
var la Grecia posterior a la muerte de Platón y de Aristóteles, quien en sus
últimos años pudo ver con tristeza cómo desaparecia la libertad de las
ciudades griegas, ya que el militarismo cobraba carta de naturaleza y, por
ironías del destino, el belicismo de su discipulo Alejandro, con la firme
intención de formar un Imperio Universal, sonietía por la fuerza a todas
las ciudades-Estado de Grecia, después de reducir a Persia, su enemigo de
siempre, a su voluntad.
Esa Atenas, amor infinito de Aristóteles, empieza a transformarse pre-
cisamente con la aparición de Epícuro, quien ya no se ocupa de los asun-
tos políticos del Estado, más aún cuando principia la separación del indi-
viduo del propio Estado, dedicándose en forma más amplia a la filosofía
en la búsqueda de la felicidad de la persona, al tiempo de sobrevenir la
indistinción entre griego y bárbaro. Las ciudades se confunden, y el hom-
bre va en búsqueda de su propio destino y particular provecho. por ello
cunde con facilidad la filosofía de los Epicúreos ante la consideración de
que el verdadero fin del individuo es la búsqueda de la felicidad, pero
predican con severidad la moderación de los placeres sensuales e intelec-
tuales. yen cuanto al Estado, lo fundamentan en el egoísmo del individuo
y a la ley como "un acuerdo útil y conveniente, establecido para defender-
218 TEORfA GENERAL DEL ESTADO

se de la violencia y la injusticia del poder público", y con ello conforman


sus premisas como un antecedente del pacto social como fundamento del
Estado.
El hombre culto debe resguardarse y alejarse lo más posible de él en
una inactividad digna, a menos de ser llamado y exigirle su participación,
pero al mismo tiempo se manifiestan por la sumisión del individuo ante
todo aquel gobierno que les procure orden y una vida pacífica, porque
ello conduce a la felicidad buscada, sin importar si es un despotismo o
una democracia, siempre y cuando aquél sea eficaz y ésta respetable.
Sus principios filosóficos podrían resumirse ante los sucesos alejan-
drinos, en los siguientes puntos fundamentales en su búsqueda de la feli-
cidad y tranquilidad del individuo:
El sensualismo o sensorialismo, es decir donde la sensación es el sus-
tento del bien y de la verdad, criterio plenamente identificado con el pla-
cer, en su cabal interpretación.
El atomismo, o la formación y cambio de las cosas por efectos de la
unión o separación de los átomos, y el nacimiento de las sensaciones
como acción de los propios átomos de las cosas sobre los átomos del
alma.
y por último el semiateísrno, toda vez aunque Epicuro creía en la
existencia de los dioses, estos carecen totalmente de función en relación
con la formación y gobierno del mundo.

IV. PRINCIPALES AUTORES ANTIMONÁRQUICOS


DEL SIGLO XVI, CON BASE EN LAS DOCTRINAS
DEL CONTRACTUALISMO
Durante los siglos XVI al XVIII, esos principios griegos del incipiente
contractualismo cobran vigencia y más aún en el primero de ellos, al sos-
tenerse como fundamental el requerimiento de un contrato social para en-
frentar al poder absoluto de los monarcas.
Se destaca entre ellos Felipe du Plessis Momay (1549-1623] con su
significativa obra litigio contra los Tiranos, de corte eminentemente reli-
gioso, base de los hugonotes franceses y los protestantes de Inglaterra
para sus firmes protestas frente al poder despótico de sus monarcas, en
tanto en Escocia florecen las ideas antimonárquicas de George Buchanan
a fin de bacer valer la tesis sobre la destitución de la reina María, por ejer-
cer una monarquía absolutista, en contra de los frenos y balanzas como
principios históricos del poder y del debido contrato entre el monarca y
su pueblo, convertido este en súbdito carente de derechos y sujeto a múl-
tiples obligaciones hacia el monarca, pugnando por el establecimiento de
asambleas del pueblo, a la manera de lo llamado hoy día, la soberanía
popular.
En ese mar de confusiones doctrinarias donde se apoyaban los dife-
EL ESTADO MODERNO: LOS CONTRACTUALlSTAS 219

rentes grupos y las luchas de hugonotes y protestantes contra los católi-


cos, así como de los numerosos escritores que pugnaban contra el absolu-
tismo y el absurdo criterio del derecho divino de los monarcas, brota el
pensamiento de Juan Altusio, antimonárquico declarado, cuyas humanas
tesis quedan plasmadas en una obra bajo el pomposo título de Tratado de
Político, corroborado con Ejemplos de lo Historia Sagrada y Profana, pero
muy conceptuosa y sustancial, de clara influencia calvinista.
Con el fin de comprender en su cabal sentido la aportación de Altusio
en su obra cumbre, debemos retrotraernos al siglo XVI, al surgir una serie
de doctrinarios que se oponen a la monarquía absoluta, al considerar la
necesidad de ser modificada a fin de limitarla al propio tiempo de estable-
cer la libertad individual, opinión compartida entre otros muchos, por
Erasmo con su humanismo quien combate acremente la monarquía here-
ditaria, por no encontrar causa justificada de su existencia por ser contra-
ria a los valores humanos.
Asimismo, Martin Lutero expresa la necesidad de formular una rela-
ción contractual entre el monarca y los súbditos, a quienes debe conce-
dérseles el lugar que les corresponde dentro del Estado, y a mayor abun-
damiento, considera el derecho del pueblo para oponerse a todo tipo de
opresión gubernamental. Calvino, dentro de ese mismo orden de ideas, se
manifiesta en favor de la oposición popular, en un extremismo concep-
tual frente a un príncipe incrédulo, y todas estas ideas antimonárquicas
se incrementan al producirse las conflagraciones internas por igual en
Francia, que en Escocia y los Países Bajos, cimbrando con sus movimien-
tos a toda Europa, principalmente entre los grupos católicos contra los
protestantes, llegados hasta el crimen como la matanza en Francia en la
llamada Noche de San Bartolomé, cuando masivamente degollaron a los
hugonotes, salvándose por verdadero accidente Enrique de Navarra, jefe
visible de los protestantes. Sin embargo, ante el asesinato del duque de
Guisa, pretendiente al trono de Francia, se abre el camino al rey de Nava-
rra para asumir la corona francesa, y al unísono los católicos condenan el
tiranicidio y el derecho a la resistencia activa, inclinándose con vigor ha-
cia las ideas democráticas y de libertad, y con ello afloran con más viru-
lencia las tendencias de ambos bandos contra la 'monarquía absoluta.
Así aparecen diversos doctrinarios más con escritos, folletos y libros
defendiendo con ahínco el establecimiento de la monarquía moderada, y
Etienne de la Boetie lo exalta en su Discurso de lo servidumbre voluntaria,
con el razonamiento de la libertad del hombre por su propia naturaleza.
Budé en su Institución del Príncipe, y Claude de Seysell en La Gran Mo-
narquía de Francia clamando por la necesaria creación de los Estados Ge-
nerales, a fin de limitar el poder del monarca.
Un autor más anterior a Altusio pero dentro de la misma corriente de
contractualistas, derivado de su criterio formal antimonárquico, es Fran-
220 TEORIA CENERAL DEL ESTADO

cisco Hotman (1524-1590), en su obra Fronco-Gallia, quien apoya decidi-


damente la existencia, como en la antigüedad, de las asambleas generales
cuyas atribuciones de carácter político están muy por encima del detenta-
dor del poder, de la monarquia, y en consecuencia el poder no puede en
ningún caso ser absoluto, porque su limitación se encuentra en el mismo
pueblo, en el derecho, y lo que existe es un contrato entre pueblo y mo-
narca, y aquel puede levantarse contra éste si decae en la tiranía, porque
esta actitud es violatoria del pacto establecido, y siguiendo un método
histórico en materia de derecho, invoca al pasado para reafirmar los asun-
tos de carácter político dentro de todo Estado.
Muchos y muy variados doctrinarios de diferentes países europeos,
ante la rigidez del poder absoluto con la posibilidad de degenerar en des-
potismo y tiranía, levantan su voz en favor del pueblo y en contra del sis-
tema absolutista, y entre ellos por su vigor y más conciencia de los he-
chos que conculcan los derechos del pueblo se encuentra, no en un libro
precisamente, sino en un folleto aparecido por primera ocasión en 1576
agresivamente bajo el titulo de Vindiciae contra Tyronnos, firmado por
Stephanus [unius Brutos, que se ha prestado a numerosas discusiones al
considerar este nombre como un seudónimo, cuya paternidad se atribuye
tanto a Hubert Languet nacido en 1518, en plena efervescencia de la con-
traposición con el absolutismo y muerto en 1581, o a Felipe du Plessis
Mornay (1549-1623). Pero si hemos de considerar la publicación de este
en su obra Litigio contro los Tiranos, de gran éxito en toda Europa, no ve-
mos el motivo de esconderse tras un seudónimo en un folleto sobre el
mismo tema, por más virulento que este haya sido, pero sus seguidores
afirman ser su autor por el estilo y amplios conocimientos expresados en
su contenido.
Pero independientemente de quien haya sido el autor, dicho folleto
levantó vuelo al utilizar como fuente las Escrituras, con lo cual queda jus-
tificado en ambos bandos, protestantes y católicos, y por demás también
usa el método histórico en relación al derecho de la antigüedad, y es tan
profundo en sus aseveraciones, que se ha llegado a concluir la gran in-
fluencia tenida para una serie de reformas políticas realizadas en distintos
países antes del gran movimiento de la Revolución francesa, ocurrida poco
más de dos siglos después de su aparición en la propia Francia.
La base fundamental de este folleto puede expresarse en varios cues-
tionamientos, como el de si ¿¡os súbditos deben acatar las órdenes, leyes
o decretos de un gobernante, si su contenido va en contra de la ley de
Dios?, pero al contestarse a sí mismo en forma negativa y al hacer referen-
cia al dictado formulado en la Edad Media, en cuanto al recibir una orden
es obligación irrestricta obedecer a quien ostente un grado superior, aun-
que vaya en contra del dictado de autoridad menor, todo lo cual no tan
EL ESTADO MODERNO: LOS CONTRACTUALISTAS 221

sólo fue aprobado por los diferentes credos religiosos, sino quedó inscrita
como premisa fundamental de todos los grupos.
En un segundo cuestionamiento "[unius Brutus" pregunta si es lícito
y legal oponerse al monarca y, por lo mismo, resistirse cuando este viola
la ley de Dios, y al contestarse a sí mismo, invoca no tan sólo el Antiguo
Testamento sino la propia ley romana, expresando que aquí el monarca
viola dos pactos preexistentes: el del gobernante con Dios para mantener
un gobierrio justo, y el pueblo a acatar sus normas, y por otra parte tam-
bién viola el pacto efectuado entre monarca y pueblo con Dios a fin de
mantener el culto en toda su extensión, sin valladar alguno, pero la resis-
tencia no debe hacerla el pueblo sino a través de la asamblea o los magis-
trados, por tanto estos deben existir dentro del pacto.
En una tercera pregunta aparece por vez primera un aspecto de suyo
importante para la Teoría General del Estado, al cuestionar si dentro de la
ley está la resístencia al gobernante cuando este oprime al pueblo o inten-
ta destruir al Estado. En este caso el autor se refiere al orígen del Estado y
a "la soberanía del pueblo" esgrimida por primera ocasión, para cuyo
efecto recordemos cuando hicimos referencia al concepto de soberanía
elaborado en esa misma época por Juan Badina,' quien consideraba la ne-
cesidad de formar monarquías muy sólidas y poderosas y una soberanía
nacional en manos de sus titulares apoyando, en contraposición con el
contractualismo, el poder absoluto del monarca.
Pero nuestro autor al responderse este cuestionamiento agrega algo de
suyo importante, la invocación del Estado natural en los primeros esta-
dios de la humanidad, cuando al disfrutarse de plena libertad los indivi-
duos forjaron las instituciones políticas, base sustancial de todo concepto
del pacto social.
La cuarta interrogante y último punto tratado por nuestro anónimo
autor es diferente a los demás, porque si bien los tres primeros tienen
como objeto justificar la resistencia de los hugonotes contra los reyes de
Francia y la aprobación de los propios católicos al relacionarlos con Dios
por igual para unos como para otros, en este último hace referencia a otro
aspecto por demás importante, porque la pregunta es en cuanto a si se
puede prestar ayuda a los gobernantes de un país oprimido por 'cuestiones
religiosas o la existencia de una declarada tiranía, y al responder positiva-
mente lo fundamenta en los deberes del hombre para con Dios y sus se-
mejantes, justificando intrínsecamente la protección dada por la reina de
Inglaterra y Alemania a los hugonotes franceses.
Muchos otros autores europeos intervinieron en esa disputa entre am-
bos credos religiosos, pero no en relación con defensa alguna de uno u

1 Véase al efecto el capítulo XIII de esta obra.


222 TEORfA GENERAL DEL ESTADO

otro bando, sino sustancialmente en dos aspectos: primero en contra del


poder absoluto del monarca realizado por los antimonarquistas, y segun-
do, muy importante, en cuanto al derecho a la resistencia, y si bien en
mucho se refiere al aspecto religioso, lo es más para justificar la rebelión
contra los tiranos, tesis tan abundante en aquella época, basado tanto en
el poder divino de los reyes como en el poder absoluto del monarca.

V. ALTUSIO y LOS DERECHOS DEL HOMBRE

Altusio el eminente aportador de los Derechos del Hombre como uno


de los fundamentos del Estado Moderno, sostiene acertadamente, y con
ello se adelanta a la historia, el origen del Estado por la unión de peque-
ños grupos, que paulatinamente van haciéndose mayores a medida que se
van enlazando unos a otros, conformándose con ello unidades de mayor
fortaleza tanto en razón de número como por su organización, lo cual
conduce necesariamente a la formulación de un contrato, un pacto social,
pero en esas uniones el propio contrato establecido salvaguarda la autori-
dad del pueblo, siendo el fin primordial del Estado el bienestar de todos
sus miembros, por haber otorgado su pleno consentimiento para la formu-
lación del pacto social como fundamento, toda vez del mismo parte la po-
sibilidad de crear una organización politica y social, naciendo a la vez un
nuevo contrato a medida que se van uniendo mayores grupos sociales. Y
bajo ese principio y sin advertirlo, Altusio nos ofrece también por vez pri-
mera, los principios donde ha de descansar posteriormente el federalismo.
Nuestro ilustre doctrinario Juan Altusio es considerado como un
hombre universal. No obstante ser alemán de origen participa con sus te-
sis y doctrina en el nacimiento de la República de Holanda apoyando su
sistema político y religioso. Hizo importantes estudios en Ginebra, y al ana-
lizar el concepto de soberanía elaborado por Badina, apoya su tesis al
considerarla como parte de la autoridad suprema, pero la hace nacer dé
la voluntad del pueblo al formar ese Estado. Separa con toda claridad la
figura del jefe del Estado con los "eforos", como denomina a las distintas
asambleas y organizaciones representativas del pueblo como frenos y ba-
lanzas y garantía frente al poder del Estado, nacido por el pleno consenti-
miento de sus miembros, y con claridad meridiana establece el derecho
de resistencia ante un monarca injusto, pues todo poder tiránico libera al
pueblo de la obediencia debida, en cuyo caso las asambleas tienen el de-
recho de desconocerlo, aplicarle sanciones y aun el dictado de la senten-
cia de muerte, si así lo ameritan sus faltas.
Una aportación más dada por Altusio es la separación de esa federa-
ción, si utilizamos un lenguaje moderno, ya sea para establecerse por sí
sola o unirse a otra más conveniente al propósito de sus fines. Toda viola-
EL ESTADO MODERNO: LOS CONTRACTUAUSTAS 223

ción sufrida al pacto libera a los asociados y la resistencia puede ser pasiva
o activa, ya sea interna o por separación política.
Hemos expresado la influencia de Calvino sobre la doctrina de Altu-
sio, llegada al extremo de coincidir plenamente en determinados aspec-
tos, como la obligación del Estado a la tutela de los intereses religiosos,
estableciendo una iglesia nacional, así como la prescrípción de normas de
conducta social sin límite ni valladar, a fin del aseguramiento de lo pri-
mordial: el bienestar de la sociedad.
Sin embargo hemos de concluir que la doctrina de Gracia al igual de
las tesis de los pensadores de su tiempo, principalmente los antirnonár-
quicos y los reformistas, se perdieron al crear, aun sin desearlo así, las
asambleas de corte elitista, aristocráticos unos y con base en el concepto
religioso otros. En el primer caso, los principios de soberanía encamina-
dos hacia el ejercicio popular quedaron en manos de esos cuerpos porque
aun obtenfdo el logro de la formación de asambleas, para frenar el poder
despótico o la tiranía, no se obtuvo sino la sustitución de un monarca ab-
soluto por una aristocracia sin cambio favorable al pueblo, y en el segun-
do caso la lucha religiosa tampoco abonó nada en favor de los mismos.

VI. HOBBES y LA REPRESENTACIÓN POLÍTICA

Los noventa y un años de vida de Thomas Hobbes (1588-1679) fueron


de enorme fecundidad, y sin lugar a dudas ocupa uno de los primeros sí-
tiales de los grandes investigadores del Estado, no tan sólo de su tiempo,
ni siquiera de Inglaterra su país natal sino en la historia, tanto por sus
ideas innovadoras 'Como por sus planteamientos y aportaciones al mundo
de las ideas políticas, siendo entre todas ellas su máxima expresión la
tesis de la representación política, como meritoria aportación al Estado
Moderno.
Nace Hobbes precisamente en ese siglo de transformaciones del pen-
samiento y de cambios profundos en las creencias religiosas, época de
despertar de la multitud de ideas politicas llegadas hasta nuestros días, y
de formación de instituciones que habrían de modificar para siempre los
sistemas políticos imperantes en la vieja Europa, muchas de las cuales
han sido, quizá en cuanto a nuestro autor concierne, producto de sus rela-
ciones con pensadores de la grandeza de Descartes, Bacon, Galileo ... Tra-
dujo del griego La Odisea y La !liada, y dellalín algunos de los Ensayos
de su amigo Bacon.
Su erudición, factor de suyo importante para la elaboración de sus
doctrinas políticas, le llevó por igual al estudio de la física, la fisiología y
la psicología, de cuyos estudios dejó pruebas en varias obras, pero la que
más celebridad y difusión ha tenido es el Leviatán, o la Materia, forma
y poder de una República, eclesiástica y civil, donde expresa un manan-
224 TEORÍA GENERAL DEL gSTADO

tial de ideas, muchas de las cuales debe haberlas recogido de la experien-


cia e inquietud característica durante sus frecuentes viajes, principalmen-
te a Francia, Holanda e Italia, posteriores a su graduación de bachiller en
Oxford.
Ya hemos visto la difícil situación europea en ese siglo XVI que le co-
rresponde vivir a Hobbes durante la primera etapa de su larga existencia,
continuada en cierta medida en el siglo siguiente, y peor aún en Inglaterra
durante la guerra civil en 1642, aunque el estado de preguerra había per-
durado por una dilatada década. Tras una larga ausencia de su tierra na-
tal, al retornar en 1637 le reafirma el criterio de su concepción sobre la
inalienabilidad de la soberanía, forjada por la anarquía reinante, pero aún
es peor en 1640 al iniciarse el Parlamento Largo, en virtud de exacerbarse
el antimonarquismo con el desconcierto consiguiente, y cuando cunde el
pánico, los cortesanos y la propia familia real huyen de los terribles em-
bates enemigos, ante cuyos hechos, el interés político de Hob"es le hace
concebir El Leviatán, y con él su teoría y concepción política del gobierno
civil.
"El Leviatán, dice uno de sus biógrafos, es un monstruo de traza bíbli-
ca, integrado por seres humanos, dotado de una vida cuyo origen brota de
la razón humana, pero que bajo la presión de las circunstancias y necesi-
dades decae, por obra de las pasiones, en la guerra civil y en la desinte-
gración, que es la muerte". Efectivamente, el 9 de febrero de 1649 se eje-
cuta al rey Carlos 1, en plena democratización de Inglaterra, y los relatores
de tal suceso expresan: "a la pregunta del rey, en nombre de qué autori-
dad se le juzgaba, le respondieron: en nombre del pueblo que os ha elegi-
do. Y ese pueblo efectivamente se erigía en origen de todo poder justo".
Esta obra es una profunda y severa crítica a la Iglesia y a su destructi-
va política. En ella afirma que Inglaterra debía excluir con todo rigor,
cuantos defectos había en el antiguo régimen y proceder a ser un Estado
netamente racionalista y laico. Al triunfar la revolución de Cromwell y
gracias al bill de amnistía dictado en 1652, vuelven los exiliados a su pa-
tria entre ellos Hobbes, quien había salido huyendo, pero su regreso es
peor toda vez sus enemigos le tachan de ateo y traidor, yen 1660 está pre-
sente al regresar el monarca, para iniciarse otra época revuelta por las per-
secuciones, y éstas le afectan por la prohibición de ser reeditado nueva-
mente El Leviatán.
En esencia El Leviat6n no es sino una sustitución de la aristocracia
por la burguesía, pero en una y otra hace una severa crítica al orgullo de
ambas. Sustenta el criterio del intento para unir la monarquía patrimo-
nial, o soberanía del pater familia, por ser la forma natural y legítima del
Estado, fundamentando la democracia en la legalidad de las decisíones
por la voluntaria delegación de la soberanía, por parte de la mayoría de
los ciudadanos, lisa y llanamente: la representación polítíca.
Empero la idea de una Constitución mixta tomando de cada una de
EL ESTADO MODERNO: LOS CONTRACTUALISTAS 225

las dos tesis, patrimonial y democrática lo más conveniente, no le place


ni menos lo convence, de ahí su rechazo definitivo a toda restricción a la
soberanía del monarca ni siquiera en el orden administrativo, y en cuanto
al origen histórico del Estado sólo le interesa en razón del orden justo de
la sociedad, y por lo mismo se inclina por la fundamentación filosófica en
el estado de naturaleza del hombre, del estado natural. pero el hombre
obstinado en permanecer en el estado de naturaleza contradice su propia
esencia. Leo Strauss, uno de sus más eminentes biógrafos, expresa: "En
cierta medida Hobbes es un precursor del socialismo, toda vez considera
al hombre como el proletario de la creación: El hombre viene a estar fren-
te al universo en la situación del propietario de Marx con respecto al
mundo burgués: con su rebelión contra la naturaleza nada tiene que per-
der sino sus cadenas, y en cambio tiene mucho que ganar".
La soberanía en Hobbes no es obra de la razón sirio de la voluntad,
porque el soberano no es la mente sino el espíritu del Estado, tesis seme-
jante a la de Rousseau, para quien el origen y asiento de la soberanía es la
voluntad general. porque la ley, por su dinámica misma, es cambiante y
se ajusta a la voluntad general.
La obra, la doctrina y las tesis de Hobbes son de significativa impor-
tancia para la Teoría del Estado, principalmente por ser, sin lugar a du-
das, el primer tratado sistemático de filosofía política de Inglaterra y, en
unión de Locke, los más importantes apartadores ingleses a la ciencia po-
lítica. Pero en cuanto a Hobbes es además un profundo filósofo de una
rectitud y honestidad mental digna del mayor elogio. Por ello, quizá, ma-
nifiesta su rechazo absoluto a toda esa serie de ilegalidades que conllevó
la revolución puritana inglesa de 1642, y se aferra a la defensa del Estado
fuerte y el poder absoluto, concediendo vital importancia a la ley y a la
moral haciéndolas inseparables. La leyes esencial para la conservación
de la sociedad, la moral es consecuencia de ella, por tanto lo útil. justo y
conveniente es moral porque además las leyes están sustentadas bajo sus
principios.
Volviendo al concepto de soberanía, aunque no es el meollo de su
doctrina política, le da la importancia debida considerándola como indi-
visible y absoluta y debe residir en el monarca, por tanto rechaza defini-
tivamente la idea de la monarquía limitada, como eran las exigencias de
la extensa y numerosa participación activa y pasiva de los antimonárquicos.
Asimismo estima de manera sustancial y defiende el estado de natu-
raleza como parte esencial en la evolución y desarrollo de la humanidad,
por ser contrato social, sin dejar de ser básico en materia política de la
monarquía. No comparte la idea de otros doctrinarios en relación de que
es un suceso de la historia en la formación del Estado, porque lo impor-
tante es, e insiste en ello, el estado de naturaleza. Tampoco comparte la
idea de la resistencia ante la tiranía, "porque corresponde a Dios el castigo
de los injustos y los déspotas", condicionando la libertad de los ciudada-
226 TEORÍA GENERAL DEL ESTADO

nos de todo Estado a lo permitido por el monarca, pero con base en los
derechos naturales inalienables,
De suma importancia es su observación en cuanto al éxito de una re-
vol ución, "por ser muestra indefectible del fracaso del soberano en el
cumplimiento del pacto social y por él pierde todo derecho a las faculta-
des recibidas, pero para evitar tal situación es conveniente al monarca no
excederse en intervención gubernamental, pero sí elaborar leyes justas,
muy detalladas, sin objetar nada de aquello que pueda afectar la paz so-
cial, la cual debe cuidar en su conservación plena como uno de sus más
caros deberes, y para evitar errores y confusiones las leyes deben Ser cla-
ras, sencillas y poco numerosas". Sin embargo pone en duda la capacidad
del gobernante para promover el bienestar de la sociedad, porque en
suma, "el Estado es un mal necesario".
No obstante su firmeza en cuanto al estado de naturaleza y el derecho
natural, a éste lo limita a la forma tradicional de sus doctrinarios "porque
fácilmente podría caer en graves peligros al poder ser interpretado a ca-
pricho por cada miembro de la sociedad. La leyes el mandato formal del
monarca, y así como puede dictarlas tiene el derecho de abolirlas cuando
lo considere prudente." Con ello Hobbes muestra su determinación en de-
fensa del Estado autoritario, por tanto el soberano tiene poder supremo
en el orden temporal y espiritual, aunque en relación con la religión
aconseja la tolerancia. Por atacar a la iglesia católica por su actitud de do-
minio de las conciencias y un exagerado dogmatismo, le acusaron de
ateo y durante algún tiempo se decia hobbismo a las doctrinas de los
librepensadores.
De cierta manera Hobbes se contradice en algunos de sus principios,
por una parte se declara a favor de una monarquía absoluta, después
aconseja al monarca no llevar a grado sumo el intervencionismo guberna-
mental, y por otra se declara en favor de la libertad de creencias religio-
sas, después critica a uno y otro bando, pero no obstante las consideracio-
nes de sus biógrafos al respecto, es factible creer la influencia recibida de
la experiencia de su agitada vida, convulsa en muchos momentos, y la di-
fícil situación política existente eh Europa, y en forma especial en su país
con la revolución puritana, su autoexilio y regreso a su país, y por sobre
todo ello los muy largos noventa y un años de una vida tan plena de acti-
vidad intelectual y participativa, amén de la influencia recibida de tan di-
versos como importantes genios de su época, su amplio conocimiento de
la Grecia clásica, su devoción primaria por Aristóteles, a quien toma
como modelo para posteriormente referirse al estagirita como el más per-
nicioso maestro que jamás hubiera existido.
El origen civil del Estado y no de la divinidad afectaron a Hobbes en
su doctrina, aunque es factible que por su apoyo al poder absoluto haya
sido bien visto por Cromwell. El clero de ambas partes desconfiaba del
EL ESTADO MODERNO: LOS CONTRACTUAUSTAS 227

doctrinario durante el periodo de la Restauración y asimismo el Parla-


mento tampoco lo veía con agrado por el apoyo decidido del Leviatán al
poder absoluto, en contra de la monarquía limitada creada al formarse el
Parlamento como un sistema de frenos y balanzas ofrecido al pueblo. Pero
a mediados del siglo siguiente a su muerte, sus tesis cobran vigor y co-
rresponde a dos grandes pensadores, Bentham y Austín, reclamar su lugar
en la historia de las ideas políticas previas a la Revolución francesa, y por
su parte Spencer (1820-1903), y los sociólogos de finales del XIX y prínci-
píos del xx toman de la doctrina de Hobbes el comparativo del Estado con
el organismo humano, con lo cual también se le puede considerar como
incipíente organicista. Beníto Spinoza (1632-1677), en la propia época de
Hobbes, le sigue en sus teorías políticas y morales con el fin de incorpo-
rarlas en Holanda, quien no obstante ser judío portugués, participa doctri-
nariamente cuando la Casa de Orange, por temor a Francia, decide modi-
ficar su sistema político de república aristocrática, a pesar de haberle
dado muy positivos resultados.
Para concluir hemos de expresar en síntesis, que el pensamiento polí-
tico de Hobbes se fundamenta esencialmente:
1. En cuanto a la soberanía se extrema depositándola en manos del
monarca, en contraposición de su creador Bodin quien formula la tesis de
la soberanía limitada por el derecho divino, el derecho natural y el dere-
cho de gentes.
2. Hobbes antepone acertadamente, pero en contra de la época, la po-
lítica a la religión y la moral.
3. El derecho natural y la ley de Dios sólo obligan a los individuos por
medio de la voluntad soberana.
4. El Estado vive en forma cercana al estado natural.
5. El derecho de gentes se constituye por medio de la razón por estar
contenido por reglas adaptadas por' los Estados.
6. Existe una igualdad natural y libertad individual en los hombres.
7. El absolutismo en Hobbes es determinante.
8. El pacto social y la ley natural son la base del absolutismo.
9. Con el fin de conservar la paz, las personas crean la sociedad polí-
tica mediante pacto social y ceden sus derechos naturales a un poder so-
berano, para beneficio de todos: base de la representación politica.
Ahora bien en cuanto al Estado, en sí mismo considerado, en la se-
gunda parte del Leviatán, Hobbes literalmente expresa:
1. El fin del Estado es particularmente la seguridad, que no se obtíene
por la ley de naturaleza, ni de la conjunción de unos pocos individuos o
familias, ni de una gran multitud, a menos de estar dirigida por un crite-
rio, y esto porque ciertas criaturas sin razón ni uso de la palabra viven sin
embargo en sociedad sin un poder coercitivo.
228 TEORIA CENERAL DEL ESTADO

2. Para integrar un Estado y llegar a su objeto es necesario conferir a


un solo hombre o a una asamblea todo su poder y su fuerza por plurali-
dad de votos, pudiendo así red ucir sus voluntades a una sola. He aquí
claramente expresado el concepto de Representación de Hobbes, como
aportación al Estado Moderno de Derecho.
3. El Estado lo define Hobbes como una persona, de cuyos actos una
gran multitud realiza pactos mutuos entre sí, instituida por cada uno como
autor, con el objeto de poder utilizar la fortaleza y medios de todos como lo
juzgue oportuno, para asegurar la paz y defensa común. El titular de esta
persona se denomina 'Soberano' y se dice tiene poder soberano. Cada uno
de los que le rodean es súbdito suyo. He aquí tanto el fundamento del
poder absoluto, o absolutismo, como la soberanía en manos del detenta-
dor del poder público llamado poder soberano.
4. La institución de un Estado se logra cuando una multitud de hom-
bres convienen y pactan, cada uno con cada uno, que a un cierto hombre
o asamblea de hombres se le otorgue por mayoría el derecho de represen-
tar a la persona de todos, ser su representante. Cada uno de ellos, tanto
los que han votado en pro como en contra, deben autorizar todas las ac-
ciones y juicios de este representante de lo mismo que si fueran suyos
propios, con el objeto de vivir apaciblemente entre sí y ser protegidos
contra otros hombres. En este apartado ofrece nuestro autor, con toda cla-
ridad, el concepto de la representación política, y aunado a él la base de
la democracia como el gobierno de las mayorías en favor de todos.
5. Las consecuencias de esta institución son:
a) Los súbdítos no pueden cambiar la forma de gobierno.
b) El poder soberano no puede ser enajenado.
e) Nadie sin injusticia puede protestar contra la institución del sobe-
rano declarado por mayoría.
d) Los actos del soberano no pueden ser con justicia, acusados por el
súbdito.
e) Nada que haga un soberano puede ser castigado por el súbdito.
fJ El soberano es juez de la que es necesario para la paz y la defensa
de sus súbditos, y juez respecto de qué doctrinas son adecuadas para su
enseñanza.
g) El derecho de establecer normas, en virtud de las cuales los súbdi-
tos puedan hacer saber lo que es suyo propio, y que ningún otro súbdito
puede arrebatárselo sin injusticia.
h] También le corresponde el derecho de judicatura, y la decisión de
las controversias.
i} y de la guerra y la paz, como considere conveniente.
j) y de escoger todos los consejeros y ministros, tanto en la guerra
como en la paz.
EL ESTADO MODERNO: LOS CQ:t-..lTRACTUALISTAS 229

k) Y de compensar y castigar, y esto (cuando ninguna ley anterior ha


determinado la medida de ello) arbitrariamente.
1) y de honores y preeminencias.
En los doce puntos anteriores, Hobbes no sólo justifica el absolutis-
mo, sino además describe cómo el detentador del poder público conserva
para sí las tres funciones del Estado: dictar leyes, hacerlas cumplir y diri-
mir los conflictos entre las parles. Y el ejercicio de los tres poderes: legis-
lar, administrar y hacer juslicia.
6. Los derechos que constituyen la soberanía, poder público o sobera-
no, son indivisibles. Reconfirmación de la inexistencia del principio de
equilibrio del poder, ni poder ser cedidos sin renuncia expresa del poder
soberano.
7. El poder y el honor se desvanecen de los súbditos en presencia del
poder soberano.
8. El poder soberano no es lan gravoso como la necesidad de éi, y el
daño deriva casi siempre de la escasa disposición a admitir uno pequeño.
Hasta aquí la síntesis del capítulo respectivo de la justificación del
poder absoluto de Hobbes denominado: "De las Causas, Generación y De-
finición de un Estado".
En relación con las formas de gobierno Hobbes expresa, por igual a la
mayoría de sus contemporáneos, ser sólo tres: Monarquía, cuando el re-
presentante es una sola persona. Democracia, cuando es una asamblea de
todos cuantos quieran concurrir a ella, y Aristocracia, cuando la asamblea
es de una parte solamente. No puede existir otro género de gobierno por-
que necesariamente, uno, o más, o todos deben tener el indivisible poder
soberano, porque los descontentos llaman tiranía a la monarquía, oligar-
quía a la aristocracia y anarquía a la democracia.
En relación con las causas que debilitan o tienden a la desintegración
del Estado, en el capítulo XXIX del Leviatán expresa:
1. La disolución de los Estados depende de su imperfecta institución.
2. La falta de poder absoluto.
3. Juicio privado del bien y el mal, procedentes del veneno de las doc-
trinas sediciosas: Cada hombre en particular es juez de las buenas y ma-
las acciones.
4. Conciencia errónea.
5. Pretensión de hallarse inspirado.
6. Someter al poder soberano las leyes civiles.
7. Atribución de propiedad absoluta de los súbditos.
8. División del poder soberano.
9. Imitación de las naciones vecinas.
10. Imitación de los griegos y romanos en cuanto a la rebelión, en par-
ticular contra la monarquía.
230 TEORÍA GENERAL DEL ESTADO

11. Gobierno mixto.


12. Falta de dinero.
13. Monopolios y abusos de los publícanos.
14. Hombres populares.
15. Excesiva grandeza de una ciudad, multitud de corporaciones.
16. Libertad de disputar contra el soberano.
17. Disolución del Estado por guerra exterior o intensiva.
Hemos querido analizar la doctrina de Hobbes con profundidad,
porque en su vasta y extensa vida fue partícipe de los sucesos más desta-
cados de finales del siglo XVI y los muy importantes ocurridos en casi
ocho décadas del XVII, y por demás por su participación activa como doc-
trinario en la disputa por el poder entre dos facciones religiosas, en la re-
volución de Cromwell de 1642 y el derrotero seguido por Inglaterra a
consecuencias de ello, su postura frente al poder absoluto en disputa pre-
cisamente durante el transcurso de su fecunda vida, la creación de la re-
presentación política, el criterio sostenido en cuanto a la soberanía en
manos del monarca, un principio incipiente en cuanto al federalismo, y
otras muchas cuestiones de interés fundamental que enriquecieron la
Teoría del Estado, al mismo tiempo de su influencia en el futuro, como
veremos detalladamente más adelante, tanto en relación a los contractua-
listas, como a los demás autores que aportaron tantos valores a nuestra
disciplina.

VII. PUFFENDORF (1632-1694)


Las tesis políticas de Samuel Puffendorf no son de ninguna manera
tan ricas como las de Thomas Hobbes, ni su obra llega ni con mucho a las
proporciones del inglés, principalmente por el desgajamiento de Alema-
nia posteriormente a la Guerra de los Treinta Años, con una serie de prin-
cipados independientes producto de la Reforma protestante.
Sin embargo, o quizá por ello, la tesis de nuestro autor es más impor-
tante, con sus dos obras aportadas a Alemania, cuando este pueblo dividi-
do y descorazonado sólo seguía la obra política de Francia como modelo,
yen algunos aspectos las doctrinas inglesas. La primera y principal, edita-
da en 1672, en plena efervescencia política europea llamada Del Derecho
Notural y de Gentes, y la otra, al año siguiente, Del deber de los hombres
y Ciudadanos, que no es sino el resumen de la anterior.
Una de las facetas más importantes de sus principios es cómo se sitúa
en un punto de equilibrio entre. la doctrina de la soberanía de Badina con
la extremismo de Hobbes, y es de suyo interesante la forma como median-
te el uso del método racionalista, deja atrás todo el clasicismo de Grocio y
limpia todas las asperezas religiosas de Hobbes, principalmente las prove-
EL ESTADO MODERNO: LOS CONTRACTUALISTAS 231

nientes de las Escrituras que hacen tan pesada la lectura de toda la obra
del inglés.
Situado en esa postura ecléctica Puffendorf hace suyo el concepto del
derecho natural de Grocío, pero otorgándole un sentido filosófico-político
ante lo justo e injusto del holandés, pero en contra del debatido derecho
divino de los reyes, y toma de Hobbes el criterio del egoismo humano, y
al analizar las instituciones lo hace fundamentado en los resultados de la
realidad, y a pesar de tomar la base del utilitarismo de Hobbes, no está de
acuerdo con él en cuanto al sempiterno conflicto del hombre en su estado
natural, siendo este concepto el centro toral de su doctrina, afirmando ser
el instinto social del hombre integrarse en una sociedad, porque sólo en
ella se puede estar al amparo del derecho natural con la ausencia del po-
der político. siendo por pacto voluntario de los integrantes de esa socie-
dad nacimiento de la sociedad política.
Pero para Puffendorf ese pacto tiene dos vertientes, el social y el gu-
bernamental, éste como realidad de los contrarios al poder absoluto del
monarca, y aquél como es observado por Hobbes para formar un Estado
mediante el acto volitivo de la mayoría de los miembros. o posteriormente
en la forma de gobierno más conveniente a su propio destino. Seguida-
mente toma el pacto entre quienes han de gobernar y los miembros del
Estado. declarando obediencia hacia aquellos, que a su vez se comprome-
ten al establecimiento de normas. para lograr el bienestar de toda la co-
munidad política así formada, con lo cual se llega al meollo de su doctrina:
la soberanía en manos del detentador del poder público, pero totalmente
alejada de la concepción absolutista de Hobbes, limitada en su ejercicio
por el derecho natural, sin poder ni autoridad superior a ella. o sea el ver-
dadero y único concepto real de la soberanía.
En esta conformación queda plasmado el dictado de leyes mediante la
templanza del parlamento. y sin necesidad de reducir la autoridad del
monarca, permite la formación en la esfera legislativa, de leyes emanadas
de la razón. y en cuanto al soberano detenta el poder político más elevado
pero en ninguna forma absoluto, considerando además la posibilidad de
ser designado mediante elección, y sigue a Gracia en la consideración del
derecho de gentes como las relaciones entre los Estados en uso de la sobe-
ranía estatal, en búsqueda cabal de la felicidad de todos quiénes intervie-
nen en dicha relación. pero no cree en ninguna forma en la existencia de
un derecho positivo en el ámbito internacional. ante la imposibilidad del
acuerdo general, aunque sí establece una clara identidad del derecho
de gentes con el derecho natural, toda vez aquél es una derivación de .
éste. y por lo mismo no acepta las normas obligatorias en las relaciones
internacionales.
Puffendorf logra de inmediato la aceptación de sus doctrinas, al ob-
servarse como tesis factibles y de profundo respeto entre los hombres y
232 TEORÍA GENERAL DEL ESTADO

los Estados por su concepción ecléctica de las doctrinas opuestas del po-
der absoluto y el antimonarquismo característico de su tiempo, y en-
cuentra en su país un terreno abonado para sembrar la semilla, dada la
existencia del despotismo templado y el factor básico de la libertad indi-
vidual, y su teoría al ser aceptada encuentra múltiples seguidores, quizás
egresados de las propias aulas donde imparte cátedra de Derecho Natural
y de Gentes, establecida por primera vez en Heidelberg en 1661, perdu-
rando por siglos en toda Alemania hasta aparecer las novedosas y a la vez
profundas teorías de Jase Ernmanuel Kant (1724-1804), siendo Christian
Wolff (1679-1754), y Christian Thomasio (1655-1728), sus más fieles se-
guidores. El primero examina las teorías del derecho natural, el derecho
de gentes y el Estado con gran profundidad, el segundo separa las cien-
cias morales de las jurídicas y hace una notable distinción entre derecho
positivo y derecho natural, así como derechos naturales innatos en el
hombre y los adquiridos, dependientes de las leyes humanas.

VIII. JOHN LOCKE.


DEMOCRACIA y CONSTITUCIONALlSMO

Iohn Locke (1632-1704) es otro doctrinario inglés de la talla magnífica


de Thomas Hobbes, con quien comparte algunos de sus principios sobre
el origen del Estado, como también lo está con Puffendorf, que la casuali-
dad les hace nacer en el mismo año, diez anteriores a la revolución puri-
tana de Cromwell, por ello el desarrollo de sus ideas alcanza los efectos
revolucionarios, la ejecución de Carlos I que pudo observar a la corta
edad de 17 años, el bill de amnistía de Cromwell cuando cumplía los 20 y
el retorno a la monarquía, al regreso del rey en su plena formación a los
28 años de edad.
Sin duda todos esos sucesos, aunados a las disputas entre los monár-
quicos y sus oponentes, la lucha de facciones religiosas y la transforma-
ción producida por todos estos hechos en Europa en general y en Inglate-
rra en especial, conformaron su ideología y lo llevaron a ser el más
importante ideólogo de la nueva revolución inglesa de 1688, al participar
ampliamente en la etapa del liberalismo inglés y en la defensa del partido
parlamentario, y su figura se torna de suma importancia por su postura
contra el radicalismo doctrinario de Hobbes, la de los postulados de los
Whigs, no obstante haber sido secretario de su fundador Lord Shaftes-
bury, y las de carácter religioso al oponerse indefectiblemente al criterio
del derecho divino anglicano, y consecuentemente de las facultades om-
nímodas del monarca.
Sus obras son pruebas de su pensamiento político, analizando la doc-
trina de Filmer paso a paso en cuanto al derecho divino incorporado a su
libro Patriarca, así como la confrontación con Hobbes en cuanto al origen,
EL ESTADO MODERNO: LOS CONTRAcruALlSTAS 233

naturaleza y la intervención del gobierno, pero si en el primer caso se en-


frenta abiertamente a Filmer y destruye totalmente sus argumentos, en el
segundo no hace referencia alguna ni al Leviatán ni a su autor, pero sí a la
esencia de su contenido y a su doctrina, al coincidir con él en el concepto
individualista y en relación con el origen del Estado mediante el pacto so-
cial, del cual es un evidente y apasionado defensor.
Sin embargo, en la obra donde se magnifica Locke es sin duda alguna
el Ensayo Sobre el Gobierno Civil, cuya influencia es determinante por sus
conceptos tan claros como de evidente realidad, trascendiendo las fronte-
ras europeas para llegar a América con toda su fuerza y majestad, y base
de utilidad práctica para la emancipación de los países bajo el dominio de
Inglaterra, España, Portugal y demás colonizadores.
En sus inicios Locke, quizás por la influencia de sus maestros en
Oxford, siguió el camino de la metodología escolástica, pero la abandonó
por la inquietud de buscar los hechos reales por encima del las abstrac-
ciones al considerarlas inútiles, por ello se inclinó por la investigación
científica que lo conduce al estudio de la astronomía y la medicina, pero
en todos esos escarceos es en la filosofía donde mejor se encuentra al
abrirle las posibilidades de desahogar sus inquietudes, penetrando de lle-
no en la filosofía política encaminado a la investigación, y lo llevó a viajar
por Francia y refugiarse en Holanda en la crisis política de Inglaterra, a
consecuencia de la lucha feroz entre los partidos de los Whigs liberales y
los conservadores Tories, los primeros en apoyo a una monarquía limita-
da y la autoridad parlamentaria, en tanto los segundos apoyados por la
iglesia anglicana, en defensa de la monarquía absoluta y con ello a los
odiados estuardos, con criterios absolutistas en extremo y por el derecho
divino de los reyes tan combatido por su falacia, así como la no resisten-
cia al poder y voluntad del absoluto.
La doctrina de Locke dio el apoyo ideológico al partido de los whigs,
principalmente en los finales del estuardismo ya degenerado en anarquía,
injusticia, violencia y arbitrariedad, y quizás la mayor gloria de Locke
consistió en obligar el abandono definitivo del criterio absurdo del dere-
cho divino y el triunfo del reconocimiento del pueblo por medio del par-
lamento. Y esa doctrina política basada en la necesidad de gobiernos for-
mados con el consentimiento del pueblo, cuando pierde la confianza de .
este pierde a la vez el derecho de gobernar, porque es creación del pueblo
y lo mantiene exclusivamente para su propio bien, por tanto cuando se
pierde esta esencia, con ello se pierde también la posibilidad de seguir go-
bernando, conclusión a la cual llega Locke por medio del razonamiento
de la ley de la naturaleza como aspiración, y el contrato social como nor-
ma volitiva popular.
De conformidad con esta premisa y vinculando los dos principios,
Locke explica cómo en el Estado original se vivía naturalmente en un es-
234 TEORÍA GENERAL DEL ESTADO

tado de libertad absoluta, de igualdad real respeto a sus posesiones, don-


de nadie tenía más que los demás, y la única restricción existente a su li-
bertad es la falta de la misma para destruirse. El estado de naturaleza para
nuestro doctrinario se funda en la libertad e independencia, nadie puede
afectar a los demás en su vida, propiedades y salud, ni coartar esa inde-
pendencia y libertad. El fin es la libertad y el goce de los frutos de su tra-
bajo, el ofensor a estos derechos debe ser castigado por sus congéneres en
la misma medida de la ofensa.
Considera asimismo, como Puffendorf, no la existencia de un Estado
presocial, sino un estado de naturaleza primitivo anterior a toda organi-
zación política, constituido con base en el orden y la razón, pero con
normas dictadas por el derecho natural, en coincidencia con Grocio, defi-
niéndolas como el conjunto de reglas dictadas exclusivamente por la ra-
zón, lo cual viene a ser el antecedente directo del derecho positivo, yesos
derechos naturales son principalmente, los de vida, libertad y propiedad.
Como puede observarse en todo momento en la doctrina de Locke,
surge indefectiblemente ese concepto de libertad, al parecer centro de
toda su teoría al presuponer la autonomía de la voluntad la cual enfrenta
a toda ley, en tanto la sociedad política la hace nacer de la necesidad para
defenderse contra toda injusticia mediante el pacto social, del que tampo-
co se aparta Locke en ningún momento, pero no general a la manera de
Hobbes sino específico, con ciertas limitaciones con el fin de evitar caer
en extremos de los que siempre se separa Locke, para cuyo efecto el poder
no se entrega a una persona u órgano determinado, haciéndolo residir en
toda la sociedad política creada al efecto, al Estado, pero el poder radica-
do en él tampoco es absoluto por estar encargado exclusivamente del cui-
dado, defensa y protección de la ley natural.
Pero este poder al ser ejercido por el Estado requiere de un gobierno,
formado por un acto volitivo de la mayoría de sus miembros derivado de
ese pacto social, y las determinaciones tomadas obligan a toda la comuni-
dad, idea toral de la democracia de Locke, quien concede validez históri-
ca al pacto en contra del criterio de Hobbes.
Bajo esas bases, Locke hace la distinción entre Estado y gobierno, que
hasta nuestros días causa confusión en ciertas personas y grupos, como
. hemos expresado con anterioridad, y retomando a Puffendorf nuevamen-
te, expone el criterio de la existencia de dos contratos, el primero para la
conformación del Estado, el segundo para establecer la forma del gobier-
no, al igual de Hobbes y ambos bajo la doctrina aristotélica quizás por la
propia educación recibida, en monarquía, aristocracia y democracia; sien-
do ésta la adoptada por Locke como la mejor de las tres, representada me-
diante delegados populares electos, yen relación con la teoría de división
de Poderes. Estima la necesidad de que los poderes ejecutivo y judicial es-
tén en manos de quien elabore la ley, y en cuanto a la legislatura como.
EL ESTADO MODERNO: LOS CONTRACTUALlSTAS 235

órgano supremo del gobierno no le confiere poderes absolutos, lo limita


en forma expresa a fin de evitar la caída al despotismo, la arbitrariedad O
abuso del mandato.
Con respecto a la monarquía puede aceptarse su adopción siempre y
cuando carezca de la facultad legislativa de formular las leyes, condicio-
nada a ser respetuosa y reconozca los derechos y voluntad del pueblo. La
aristocracia no forma parte de la doctrina de Locke. La fuerza del pueblo
se integra por la mayoría, y así vuelve a referirse a la base de la democra-
cia, quien puede en todo momento usar el derecho a la resistencia en con-
tra del déspota o tirano, y como parte relevante de su doctrina expresa el
derecho a la propia revolución derivado de la resistencia.
Por ningún motivo acepta la partícipacíón de la Iglesia en los nego-
cios del Estado, y con firmeza afirma el destino de ésta en su preocupa-
ción por la salvación de las almas, de lo cual el Estado debe estar total-
mente alejado por ser su función capital el cuidado, conservación y
preservación del orden social sin inmiscuirse en asuntos eclesiásticos, por
ser ésta una esfera voluntaria de la sociedad creyente que debe hacerlo a
su modo y manera sin intervención estatal alguna, sin embargo afirma la
necesidad de la tolerancia del Estado en materia religiosa, pero debe
prohibir cualquiera de ellas en caso de alteración del orden público, por
corresponderle vigilar y sancionar a los infractores, y hace una aclaración
muy aguda en cuanto a esa tolerancia con relación a no permitir la de los
católicos, porque estos respetan las disposiciones de un poder extranje-
ro, a los mahometanos por incompatibilidad con el carácter, la tradición y
la civilización inglesa, y a los ateos en razón de que, al vivir totalmente
fuera de los conceptos y sanciones religiosas, carecen de limitaciones a su
conducta.
En el Ensayo Sobre el Gobierno Civil su obra cumbre, la más conoci-
da y reproducida en el orbe, correspondiente a la segunda parte de los
Dos Tratados Sobre el Gobierno de 1690 mencionados con anterioridad,
Locke destina el primer capítulo como enlace de los dos libros o como fi-
nal del primero a la vez de inicio del segundo, destinando éste al estudio
y análisis del estado natural como fuente originaria y primaria, para
"comprender bien en qué consiste el poder políüco", a lo cual ya hemos
hecho amplia referencia, precisamente por la importancia dada por Locke
a estos principios, hoy en día muy discutibles, para continuar sobre el es-
tado de guerra, donde hace una similitud del hombre en estado de odio y
destrucción contra aquél declarado como enemigo por diferentes razones,
largas, prolijas y fuera de lugar para nuestro objeto, aunque su importan-
cia estriba precisamente en esa cercanía hacia el poder absoluto, al colo-
carlo en ese estado de guerra con designios contrarios a su vida, por lo
que indefectiblemente se opone a la monarquía absoluta, y en cuanto a la
esclavitud no la acepta por ser contraria a la libertad natural, expresando
236 TEORíA GENERAL DEL ESTADO

razonamientos muy profundos al hacerla consistir en "no verse sometido


a ningún otro poder superior sobre la tierra, y en no encontrarse bajo la
voluntad y la autoridad legislativa de ningún hombre, no reconociendo
otra ley para su conducta que la de la Naturaleza", pero además de la li-
bertad natural incluye la del "hombre en sociedad," consistente en no es-
tar sometido a otro poder legislativo establecido por consentimiento den-
tro del Estado.
En relación con el poder legislativo, Locke hace una serie importante
de consideraciones, de cuyo contenido se pueden entresacar conceptos de
sumo valiosos en cuanto a sus aportaciones al Estado Moderno, al afirmar
como una elevada finalidad del hombre al entrar en sociedad el disfrute
de sus propiedades, paz y seguridad, constituyendo leyes para cuyo obje-
to debe establecerse un poder legislativo como salvaguarda de la sociedad
y de cada uno de sus miembros, por ello debe ser el poder máximo del
Estado, sagrado e inmutable, y ninguna disposición u ordenanza por bue-
na que sea tiene la fuerza de una ley, emanada de ese poder legislativo
elegido y nombrado por el pueblo. Este es el inicio donde Locke principia
a esbozar conceptos básicos de la democracia.
La aprobación de la ley tiene así el consenso de la sociedad, nada ni
nadie existe por encima de ella para hacer leyes. Ningún miembro de la so-
ciedad está liberado para su incumplimiento, ni ir más lejos de los térmi-
nos de éstas, porque es ridiculo pensar que se pueda estar obligado a obe-
decer dentro de la sociedad a ningún otro poder sin tener la autoridad su-
prema. Nadie puede transferir a otro poder superior al poseido por él mismo,
y nadie posee poder arbitrario absoluto sobre si mismo, ni sobre otras per-
sonas. El poder del legislador llega únicamente hasta donde llega el bien
público de la sociedad. Al poder legislativo no puede atribuirse la facul-
tad de gobernar por decretos improvisados y arbitrarios, sino señalar los
derechos mediante leyes fijas y promulgadas aplicadas por jueces señala-
dos y conocidos. Por ese motivo renuncian los hombres a su propio poder
natural en favor de la sociedad en la que entran, y por eso la comunidad
pone al poder legislativo en las manos de quien cree más apropiado, en-
cargándole gobierne mediante leyes declaradas, y con esto Locke princi-
pia aquí el requerimiento de una Norma Fundamental. .
Para cerrar el capitulo destinado al alcance del poder legislativo, Locke
enuncia los principios rectores de toda comunidad política, cualquiera
sea su forma de gobierno:
1. Deben gobernar de acuerdo con leyes establecidas y promulgadas
sin poder ser modificadas en casos particulares, debiendo ser idénticas
para el rico y para el pobre, para el favorito de la Corte y para el labrador
que empuña el arado.
2. Tales leyes tendrán como finalidad en último término el bien del
pueblo.
EL ESTADO MODERNO: LOS CONTRACTUALISTAS 237

3. No se deberán percibir impuestos sobre los bienes del pueblo sin el


consentimiento de éste, quien lo dará directamente por medio de sus re-
presentantes. Esto se refiere a los gobiernos donde el poder legislativo
funcione de una manera permanente, o por lo menos en aquellas comuni-
dades políticas donde el pueblo ha reservado una parte del poder legisla-
tivo a representantes elegidos por él de tiempo en tiempo.
4. El poder legislativo no puede transferir la facultad .de hacer las le-
yes a ninguna otra persona, tiene que dejarla allí, donde el pueblo la si-
tuó. En estos cuatro puntos fundamentales Locke va paulatinamente
observando a la vez de otorgar las facultades del poder legislativo, la ne-
cesidad de una Constitución, independientemente de establecer clara-
mente la igualdad e inviolabilidad de la ley.
Posteriormente Locke en base a su propia doctrina se decide por esta-
blecer una división de poderes tripartita, pero en forma un tanto cuanto
diferente a la tradicional al establecer el poder legislativo, el ejecutivo y el
federativo de la comunidad política. Al primero lo define como aquél con
derecho de señalar cómo debe emplearse la fuerza de la comunidad polí-
tica y los miembros de la misma, sin ser necesario su permanente ejerci-
cio, porque las leyes están destinadas a ser cumplidas de manera ininte-
rrumpida y de vigencia permanente y para hacerlas basta poco tiempo, y
para ello debe ponerse en manos de varias personas, quienes han de reu-
nirse para su elaboración y después separarse. quedando ellos mismos su-
jetos a las propias leyes, a fin de coadyuvar para que el legislador tenga
mayor cuidado al conformarlas para el bien público.
Tras estas expresiones considera necesaria la existencia de otro cuer-
po permanente para aplicarlas sin interrupción y de una manera constan-
te. De ahí la obligada formación de los poderes ejecutivo y federativo se-
parados siempre. pues a aquél se le confiere la facultad de su ejecución,
en tanto el llamado federativo lleva consigo el derecho de la guerra y la
paz, constituir ligas o alianzas asi como las negociaciones necesarias entre
personas y comunidades políticas ajenas.
Aunque son diferentes los poderes ejecutivo y federativo es difícil se-
pararlos y ponerlos en manos de distintas personas. Ambos exigen para
su ejercicio la fuerza de la sociedad, y resulta casi imposible colocar esa
fuerza simultáneamente en personas diferentes, sin estar mutuamente en
relación de subordinación no de igualdad, y en esa relación siempre será
superior a los tres el poder legislativo. Respecto a la autoridad de cada
uno de esos poderes, nunca ninguno de ellos podrá sobrepasar a la depo-
sitada o conferida por delegación. todos ellos son responsables ante algún
otro poder de la comunidad.
Acertadamente nuestro autor habla sobre la Ley Suprema al referirse
a las reuniones del poder legislativo: "los miembros que lo componen
238 TEORíA GENERAL DEL ESTADO

pueden reunirse y ejercer su facultad de legisladores, en las ocasiones en


que 'la constitución' de la comunidad política les tiene señaladas, o en el
momento que ellos mismos señalen al suspender sus reuniones, o, inclu-
so, cuando a ellos les parezca oportuno, si ninguno de estos procedimien-
tos ha sido utilizado o si no existe otro modo señalado para convocarlos.
Una vez que el pueblo ha colocado en ellos su poder supremo, lo tienen
siempre, y pueden ejercerlo cuando les parezca bien, a menos que 'la
constitución' por la que se rigen, no haya limitado ese poder a determina-
das épocas, o no la hayan suspendido ellos mismos, en ejercicio de serne-
jante poder supremo, hasta una fecha determinada. Cuando esa fecha lle-
ga, ellos tienen la facultad de reunirse y eutrar de nuevo en acción."
Con toda claridad queda establecido la necesaria existencia de una
Constitución, aunque no aclara ni cómo se expidió, ni quiénes la formula-
ron, ni demás pormenores, y mucho menos se refiere al poder constitu-
yente y lo da por supuesto al hablar sobre el legislativo, pero en el párrafo
siguiente vuelve a remitirse a la Constitución ya en forma más clara, y
además habla sobre las elecciones, parte destacada para el ejercicio de la
democracia: "cuando los componentes del poder legislativo, o una parte
de los mismos, son 'elegidos' por el pueblo para un plazo determinado, y
pasado dicho plazo vuelven a la situación corriente de súbditos, no te-
niendo, por otra parte, participación en la legislatura sino en caso de ser
'elegidos' nuevamente, la facultad de 'elegir' debe ser ejercitada por 'el
pueblo' en épocas determinadas o siempre que sea convocado para ello,
En este último caso, sucede que la autoridad de convocar al poder legisla-
tivo se halla corrientemente encomendada al poder ejecutivo, y tiene por
lo que respecta al tiempo, una de dos limitaciones: o bien la 'constitución
primitiva' ordena que los legisladores se reúnan y actúen en periodos fi-
jos, y entonces el poder ejecutivo no hace otra cosa sino dar en forma de-
bida las directrices necesarias para que sean 'elegidos' y convocados, o
bien queda a su prudencia el convocarlos mediante nuevas 'elecciones',
cuando las circunstancias o los requerimientos del bien público exigen
una modificación de antiguas leyes o la redacción de otras nuevas, a fin
de remediar los males que sufre el pueblo o a fin de anticiparse a los que
le amenazan".
Para concluir, la sintesis de los primordiales, aspectos de la doctrina
de Locke son:
1. Locke considera el origen del Estado, como tal, al pacto social, de
ahí su inclusión entre los contractualistas.
2. Ese pacto social es de carácter individualista.
3. En todo momento considera el estado de naturaleza del hombre y
los derechos naturales consecuentes.
4. Considera que la mejor forma de gobierno es la monarquía.
EL ESTADO MODERNO: WS CONTRACTUAUSTAS 239

5. Invariablemente se opone al poder absoluto del monarca y afirma


el concepto de monarquía limitada.
6. El fin primordial del Estado, dentro de su utilitarismo, es la felici-
dad de sus miembros.
7. Considera de' suma importancia el consentimiento volitivo de los
individuos que conforman e integran el Estado.
8. Su punto de partida es el racionalismo, así como el carácter artifi-
cial de toda sociedad, pero en ninguna forma se manifiesta en favor de la
teoría organicista del Estado.
9. Es necesaria la separación de la Iglesia y el Estado, pero con tole-
rancia hacia la religión, con excepción de la católica y la mahometana, es-
timando peligroso el ateísmo.
10. Su preocupación constante es reafirmar en todo momento la liber-
tad del pueblo y el ejercicio de su voluntad mayoritaria, como un princi-
pio de la democracia, siendo válidos los acuerdos tomados tanto para la
mayoría como para las minorías.
11. Busca con afán el equilibrio del Estado mediante frenos y balan-
zas y por ello establece el parlamento como base del Estado por ser el por-
tavoz del pueblo.
12. Elabora una tesis de división de poderes en forma tripartita, pero
no a la manera tradicional sino en legislativo, ejecutivo y federativo, sien-
do el primero el más importante, reafirmando así el sistema de frenos y
balanzas del poder público.
13. Establece los principios del constitucionalismo aunque no es muy
claro en la forma como debe realizarse, porque únicamente, expresa, debe
estarse a lo establecido en la constitución, y en casos le hace el agregado
de constitución primitiva.
14. En diversos momentos alude a los principios de la democracia,
tanto en relación a la elección de los representantes del pueblo, como en
razón de la toma de decisiones por mayoría.
15. Aunque no lo expresa con claridad, pero sus actuaciones confir-
man estar de parte de los liberales, o sea del partido whígs, aunque no
acepta su extremismo en determinados actos y expresiones.
16. Definitivamente rechaza la doctrina del derecho divino de los re-
yes y lo combate duramente, haciendo eco su voz en toda Europa.
17. Dentro de los derechos naturales considera la vida, la libertad y la
propiedad como los más importantes, pero a "ésta le concede un aspecto
de capitalismo extremo.
18. Sus reflexiones y doctrina son tomadas por los hugonotes para su
propia defensa tanto en Francia como en Holanda, y es bandera en todas
sus acciones y de sus muchos seguidores.
19. La influencia de Locke no es exclusivamente en Europa, porque
240 TEORÍA CENERAL DEL ESTADO

su doctrina llega y se adopta en América, y coadyuva a la independencia


de la Nueva Inglaterra y de los países latinoamericanos.
20. Sus teorías sobre las fuerzas espirituales, el individualismo, su va-
liosa aportación sobre de la separación de la Iglesia y el Estado y su crite-
rio bacia la religión se constituyeron en bastión para el futuro y de suma
importancia para las ideas políticas del siglo XVIII. Por último, hemos de
señalar que la obra de Locke ha sido para la historia de las ideas e institu-
ciones políticas fuente inagotable, y decidida influencia en relación a la
democracia y conslilucionalismo, y su huella perenne ha permitido consi-
derarle uno de los más valiosos filósofos políticos de todos los tiempos,
no obstante que sus textos carecen de claridad y de cierta lógica, pero de
incomparable contenido al desentrañarlos. Hobbes y Locke en sus concor-
dancias y en sus oposiciones doctrinarias, .dieron a Inglaterra el prestigio
de los teóricos del Estado por sus aportaciones a la doctrina y la confor-
mación del Estado Moderno de Derecho.

IX. JEAN JACQUES ROUSSEAU (1712-1778):


LIBERTAD y AXlOLOGÍA POLÍTICA.
Rousseau es el último de los doctrinarios contractualistas, que consi-
deran el origen del Estado mediante un pacto social, al efecto su obra
cumbre así se denomina, El Contrato Social'; Principios de Derecho Politi-
ca, haciendo la salvedad en una advertencia primaria: "Este tratadito ha
sido extractado de una obra más extensa emprendida y abandonada por
no entender a tiempo sus fuerzas", haciendo desaparecer el resto de la
obra.
Dos aportaciones más del propio autor son el Discurso sobre las Cien-
cias y las Artes, sin interés a nuestro objeto, y De la Desigualdad entre las
Hombres que aunado al Contrato son para nosotros obras fundamentales,
principalmente esta última, y de ella daremos prioridad a los principios
básicos de su doctrina, y más aún por sus aportaciones al Estado Moder-
no: la Libertad y la Axiología Política, complementado con algunas otras
obras más, tanto para tener un marco de referencia como aspectos impor-
tantes, y síguiendo siempre con el método filosófico-histórico, filosófi-
co-político y filosófico-jurídico, arribaremos al objeto de nuestra inves-
tigación sobre el Estado Moderno.
Hemos expresado la definitiva ínfluencia de los teóricos ingleses,
Hobbes y Locke en relación con las ideas e instituciones políticas de su
época, finales del siglo XVI y principios del XVII, ahora con Rousseau esta-
remos ante la presencia del importantísimo siglo XVIII, a poco menos de
dos décadas del desencadenamiento de la Revolución francesa de 1789.
A guisa de encuadramiento del ámbito donde se desenvuelve nuestro
autor, recordemos a la Francia preponderante de la época con sus caracte-
EL ESTADO MODERNO; LOS CONTRACTUALISTAS 241

rísticas principales: la primera, la situación del pueblo en una condición


semifeudal de vida y arraigo a la tierra en calidad de servidumbre, una os-
tentosa corte, un monarca absoluto, la preponderancia de clérigos y no-
bles quienes se habían adueñado de la tierra y las riquezas del país, y una
constante explotación y coacción al pueblo, repetido en general en casi
todos los demás países europeos. No obstante la influencia de la doctrina
de Locke en favor de una monarquía moderada, templada con un parla-
mento como voz del pueblo, dada la conveniencia, se habían arropado
más en la tesis de Hobbes del absolutismo craso, y así se desarrollaba la
historia: los monarcas dueños absolutos del Estado y de sus habitantes, en
el más amplio sentido de la palabra.
La burguesía recibia asimismo las ventajas de tan deplorable sistema
político, económico y social, y la carencia de ese parlamento de represen-
tación popular hacía más cruel el sistema ante la indefensión total de la
mayoría. Al aparecer los fisiócratas a mediados de siglo procuraron ate-
nuar la situación bajo la doctrina del derecho natural y el loissez [aire,
pero lejos de ser beneficiosa causaron mayor trastorno, ante los embates
de la nobleza adueñada de los cargos más importantes, así como la cons-
tante elevación de impuestos dictada por el poder público, agudizados a
la muerte de Luis XIV y el arribo del sucesor Luis XV, quien fue más allá
de su antecesor en relación con el absolutismo, aunque el pueblo y algu-
nos audaces escrítores y doctrinarios hacian ver el ejemplo de Inglaterra
con la tesis de la monarquía limitada de Locke y el éxito de la incorpora-
ción del parlamento en la estructura gubernamental, independientemente
de la libertad adquirida, contrastante con la ignominiosa situación del
pueblo francés.
Éste comparativo entre el Estado continental con las islas británicas
llevó a la exaltación de doctos escritores, al comienzo de las acerbas críti-
cas y la hostilidad a las clases poderosas, tanto en el aspecto político
como económico, surgiendo así con luz propia y elevado reconocimiento
cabal, las tesis de dos grandes filósofos no vistos en Francia desde [ean Bo-
din: Charles de Secondat, barón de la Bréde y de Montesquieu y [ean
[aoques Rousseau, el primero con el Espiritu de las Leyes y el segundo con
las obras ya mencionadas a las cuales agregaremos el Emilio, obra de en-
señanza que ya le había dado nombre y prestigio al autor de quien nos
ocuparemos enseguida.
Desde el inicio de su doctrina política, combatívo contra las injusti-
cias sociales evidentes en la Francia de los Luises XIV y XV, Rousseau se
incorpora a la tesis del contrato social un poco tardíamente, en tanto
Hume en Inglaterra no tan sólo la había combatido sino la finiquitó con
su impresionante lógica, pero para nuestro autor es base de su enfrenta-
miento contra el absolutismo, pugnando por el establecimiento del parla-
mento para la instauración de la monarquía moderada, influido además
242 TEORfA GENERAL DEL ESTADO

de Locke, por Puffendorf y Montssquíeu, a lo cual coadyuvó en mucho su


infancia y primera educación recibida en Ginebra, con sistemas políticos,
económicos y sociales tan diferentes a los vividos en Francia, y critica
acremente a Hobbes, sin aceptar tampoco la doctrina de Gracia en cuanto
al Estado como Sujeto de la Relación Internacional, o soberanía de los
Estados, por ciertas diferencias conceptuales.
Quizá como. ningún otro doctrinario Rousseau manifiesta su propia
personalidad en la doctrina, y también quizá si no fuera por ello, no hubie-
se defendido con tanto ahínco el concepto de libertad llevado dentro de
sí, doctrinariamente heredado de [ohn Locke, y pugna con vigor y extre-
mismo por la igualdad entre los individuos, contrario a la forma del mo-
delo inglés mesurado sin llegar a extremos, como tampoco acepta por la
misma razón, la tibieza de la fisiocracia, y aun se vierte contra los Enciclo-
pedistas y en forma especial de sus contemporáneos, Diderot (1713-1784)
y D'Alembert (1717-1783), no obstante las tesis de la necesaria búsqueda
de sistemas nuevos, sustitutivos de los anacrónicos imperantes y la liber-
tad natural, al estilo de Locke afirmando como éste el respeto irrestricto
hacia la propiedad y el individuo, y en cuanto a Voltaire (1694-1778), es-
píritu mismo de la Revolución francesa quien combate con dureza la do-
minación del clero y la situación degradante del pueblo francés, defiende
y lucha denodadamente por la libertad intelectual, religiosa, política y de
pensamiento, así como por la instauración de un parlamento y la incor-
poración del sistema electoral, aunque Rousseau aun las tilda de cierta
tibieza.
Tampoco concuerda con Montesquieu por el intento manifiesto de
adaptar para Francía el modelo constitucional inglés, porque su lucha
doctrinal es fundamentalmente la búsqueda no tan sólo de un sistema
con frenos y balanzas sino de mayor envergadura, de cambios radicales
mediante la aceptación e incorporación de procedimientos y normas rígi-
das para obtener la igualdad de derechos para todos, lo mismo labradores,
clase media, campesinos u obreros con derechos políticos y civiles, por-
que desconfía de las tesis de desarrollo del progreso mediante la cultura,
como tampoco cree, en ningún momento, en el fundamento de las artes y
ciencias para el logro de ese desarrollo, porque todo ello únicamente crea-
fía un avance artificial.
Rousseau en su extremismo de carácter político, económico y social
-tres conceptos inseparables dentro de todo Estado-, en búsqueda de la
igualdad, nos conduce indiscutiblemente al criterio del requerimiento de
una revolución creadora y transformadora del orden existente, y quizá ya
vislumbraba que sobrevendría como una necesidad y de ahí el extremis-
mo de su tesis, y de su propia arrogancia, pero nadie le puede discutir ser
un hombre veraz y visionario, cabal y humanista, honesto y consciente de
su quehacer social, de su importante paso por la vida, cuando propugna
EL ESTADO MODERNO: LOS CONTRACTUALISTAS 243

por un cambio revolucionario tan exitoso como el de Inglaterra después


de su revolución de 1688.
Dentro de su extremismo, nuestro doctrinario va más allá de las tesis
de Hobbes y Locke en cuanto al estado de naturaleza, puesto que en ese
periodo previo a la sociedad, la igualdad había sido el fundamento del
éxito y felicidad de los individuos, roto por la acción de la civilización
donde la razón es sustituida por el interés, y se forman las distinciones
entre ricos y pobres, la división del trabajo, las artes y, por sobre todos los
males, la división de clases y la ruptura de ideales de igualdad ante la
aparición de la propiedad privada.
A este respecto vale remitirnos al inicio de la segunda parte de su dis-
curso, en las Obras Escogidos, diciendo a la letra: "el primero que habien-
do cercado un terreno, descubrió la manera de decir 'Esto me pertenece' y
halló gentes bastante sencillas para creerle, fue el verdadero fundador de
la sociedad civil. ¡Qué de crímenes, de guerras, de asesinatos, de miserias
y de horrores no se hubiese ahorrado el género humano el que, arrancan-
do las estacas o llenando la zanja, hubiese gritado a sus semejantes:
'Guardaos de escuchar a este impostor, estáis perdidos si olvidáis que los
frutos pertenecen a todos y que la tierra no es de nadie.' Pero hay grandes
motivos para suponer que las cosas habían ya llegado al punto de no po-
der continuar existiendo como hasta entonces, pues dependiendo la idea
de propiedad de muchas otras ideas anteriores, que únicamente han po-
dido nacer sucesivamente, no ha podido engendrarse repentinamente en
el espíritu humano. Han sido precisos largos progresos, conocer la indus-
tria, adquirir conocimientos, trasmitirlos y aumentarlos de generación en
generación antes de llegar a este último término del estado natural. Tome-
mos, pues, de nuevo las cosas desde su más remoto origen y tratemos
de reunir, para abarcarlos desde un solo punto de vista la lenta sucesión de
hechos y conocimientos en su orden más natural." Este párrafo tiene un
llamado a pie de página que dice: "Este perro es mío, decían esos pobres
niños, aquel es mi puesto al sol. He aquí el origen y la imagen de la usur-
pación de toda la tierra" (Pascal, Pensamientos. Primera parte).
Hemos querido transcribir este párrafo con objeto de penetrar con cla-
ridad meridiana a la filosofía propia y humanista de Rousseau, toda vez
su obra total, literaria, política y social se encuentra imbuida en ese pen-
samiento sobre la igualdad, sobre la libertad, sobre esa axiología politica
que sólo él pudo ilustrar y transmitir a través de sus enseñanzas, de su
obra cabal, de su genio creador.
El Estado es un mal necesario creado por las desigualdades humanas.
El pacto social justifica la autoridad con objeto de preservar la libertad
por consenso de la sociedad política, al ceder cada miembro derechos na-
turales a la comunidad, con el fin de organizarse políticamente con vo-
luntad propia, diferente a la de los individuos integrantes de la propia co-
244 TEORíA GENERAL DEL ESTADQ

munidad, y con ello cada uno participa directamente y conserva una


parte igual de la soberanía, recobrando nuevamente los derechos cedidos
cuando se forma el Estado, y de conformidad con su teoría y hasta con el
nombre de su obra, el pacto es exclusivamente social, no gubernamental,
es únicamente del propio individuo con el Estado creado, pero siendo al
propio tiempo parte de la soberanía lo obliga Con los otros individuos y
como miembro del Estado creado.
En esa creación tan especial del pacto social el individuo pacta con él
mismo a la vez de con el Estado, y en un malabarismo conceptual muy
original y tan identificado con su propía personalidad, tan tortuosa como
lo describen algunos de sus biógrafos, aunque sería más cercano a la ver-
dad describirla como recia y firme, aun considerando sus muchas contra-
dicciones en sus diversas obras, toma de Hobbes el concepto de la conser-
vación absoluta de la soberanía del pueblo y al propio tiempo toma de
Locke el criterio de que los individuos tienen, después de signado el pacto,
los derechos inalienables.
Lo que ocurre en Rousseau es sin duda su capacidad analitica puesta
en movimiento en su característico extremismo, y algunos autores consi-
deran esta tesis como irracional porque dicen: "Rousseau considera la im-
posibilidad del surgimiento de un conflicto entre la autoridad del pueblo
en la comunidad, frente a las libertades concretas de los individuos, pero,
continúan sus criticas, pudo verse a la ruptura del antiguo régimen, pocos
años después, sin las cadenas que le ataban, cómo se convierte ese pueblo
tan tiránico y despótico como el peor de los monarcas". Sin embargo en
su defensa podremos decir, que nuestro autor en primer lugar no pensaba
en una ruptura tan brutal del odio concentrado por siglos de avasalla-
miento tan cruel, y en segundo porque su teoria la construye no para un
enfrentamiento, sino en aras de procurar al pueblo un lugar digno dentro
de esa sociedad, en esa búsqueda pertinaz de la igualdad y libertad, y por
ello estos dos conceptos, unidos al de fraternidad, se convirtieron en la
bandera de los revolucionarios y de todo el pueblo francés, ante el cambio
precipitado por las causas supervenientes del propio movimiento, al sacu-
dirse la arbitrariedad del rey, de su corte y de la abominable explotación
clerical.
Un concepto total en la doctrina de Rousseau es la formación de la
voluntad general, creada por la suma de las voluntades individuales de
todos y cada uno de los miembros al entregar sus derechos y poderes a la
comunidad, pero la condición del pacto social estriba en el consentimien-
to unánime, aunque posteriormente ya formado el Estado sea la voluntad
mayoritaria la representativa de la general, y en una concepción tan ge-
nial como visionaria, como otras tantas salidas de su clara inteligencia,
señala el peligro del Estado con la existencia de dos partidos, toda vez
considerada la posibilidad de fuertes minorías, y por tanto las ventajas de
EL ESTADO MODERNO: LOS CONTRACTUAUSTAS 245

un pluripartidismo, ocurrido al tiempo en casi todas las democracias del


mundo, salvo entre los anglosajones, Inglaterra y los Estados Unidos, con
su característico y sempiterno bipartidismo tradicional, los whigs conver-
tidos en liberales y los tories conservadores en Inglaterra, los demócra-
tas y republicanos en Estados Unidos, con las características tomadas de
aquellos, respectivamente.
En esas transformaciones dadas por Rousseau a las teorías de Hobbes
y Locke, la soberanía está inmersa en esa voluntad general, y es patrimo-
nio cabal de la propia comunidad, por ser la voluntad del pueblo, y de
ella emanan el interés general y las leyes que les protegen, en tanto los ór-
ganos del Estado son meros actuantes de esa voluntad del cuerpo legisla-
tivo por ello se ha dicho con verdadero acierto, que ese órgano equivale a
la Constitución de los Estados como ley suprema de los mismos.
Con meridiana claridad se distingue en esta doctrina la diferencia en-
tre Estado o comunidad política, creado por la voluntad general suprema
y soberana, y gobierno, o ejecutantes de esa voluntad general, elegidos al
efecto por acto soberano, modificable cuando esa voluntad general lo de-
termine, toda vez que esa propia voluntad puede delegar los poderes
oportunos o necesarios.
Aunque determina como ideal la democracia directa, considera la po-
sibilidad en la formación de los Estados, en monarquías y aristocracias y
aún en formas mixtas, y expresa que el reflejo de un buen Estado se en-
cuentra en el incremento demográfico, así como es síntoma de decadencia
las asambleas representativas y por ello no las acepta, pero estimando la
dificultad de la democracia directa por el crecimiento de los Estados, re-
comienda la periódica reunión del pueblo soberano con el fin de analizar
la conveniencia o no de modificar la forma de gobierno y de los miembros
a cargo de empleos públicos, pero vuelve a anticiparse a la historia y pre-
vé la reelección, así como la revisión de la Constitución, tesis aceptada en
diferentes Estados de Europa y de América, y algunos de sus preceptos
son recogidos por la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciuda-
dano, independientemente de ser considerado como uno de los más im-
portantes ideólogos de la Revolución francesa, y del concepto de sobera-
nía popular.
En síntesis, los elementos más importantes de la doctrina del gran
teórico del Estado, Jean [acques Rousseau, son:
1. El hombre tiene bondad nativa y el estado de naturaleza es una eta-
pa de felicidad.
2. La soberanía es patrimonio de todo el pueblo y la ley constituye la
expresión directa de la voluntad general.
3. La voluntad general se forma por la suma de voluntades de todos
los miembros de la sociedad.
246 TEORfA GENERAL DEL ESTADO

4. Es requisito indispensable para la formación del Estado, la confor-


midad unánime de todos los individuos de la comunidad política.
5. El gobierno tan sólo representa el instrumento para el ejercicio de
la voluntad general.
6. El Estado es un mal necesario.
7. La soberanía popular es una actividad constante, permanente. Para
la formulación de las leyes se requiere la participación directa del pueblo.
8. El ideal es la democracia directa. Las formas de gobierno son: la
monarquía, la aristocracia y la democracia.
9. El pueblo en uso de su soberanía debe reunirse periódicamente
para observar si modifica o no su forma de gobierno, y para designar a los
ciudadanos que desempeñarán los cargos públicos.
10. Los funcionarios públicos pueden ser reelectos si la voluntad ge-
neral así lo conviene.
11. El mundo es bueno, los hombres lo han corrompido.
12. La sociedad no tiene derecho a exigirnos el sacrificio de una parte
de nuestra personalidad.
13. La sociedad actual debe acercarse lo más posible a la sociedad na-
tural, cuya organización depende de un contrato o pacto celebrado entre
los individuos. .
14. La voluntad general es siempre recta y tiende permanentemente a
la utilidad pública.
15. La propiedad es Causa de la desigualdad entre los individuos,
principios básicos del socialismo y del comunismo.
CAPÍTULO DÉCIMO QUINTO

DEMOCRACIA Y REPRESENTACIÓN POLÍTICA.


DIVISIÓN DE PODERES Y FEDERALISMO

1. ENCUADRAMIENTO DEL TEMA


Hemos querido incorporar dentro de un solo capítulo la democracia,
la representación política, la división de poderes y el federalismo por ser
estos cuatro aspectos fundamentales en la estructura misma a partir del
surgimiento del Estado Moderno de Derecho, y base de la Teoría General
del Estado en su estudio analítico de ese fenómeno llamado Estado, tema
central de nuestra disciplina, y porque además el agrupamiento de esas
importantes figuras y los conceptos contenidos en cada uno de ellos se
van entrelazando uno con otro y son inseparables del Estado.
Una reflexión más sobre este tema nos conduce a su similar existen-
cia en algunas de las instituciones políticas y sociales del México prehís-
pánico y sus reflejos en otras áreas como la economía, el ejercicio del de-
recho y los sistemas electorales, como hemos visto en el capítulo quinto,
todo ello gloria de su tiempo' con la total incomprensión de los conquista-
dores venidos del craso absolutismo, con la imposición a nuestros ances-
tros de sus formas de gobernar, haciéndoles perder hasta su nombre para
implantar la denominación colonialista de la Nueva España, para vivir
bajo ese dominio por tres largos siglos.
España no pudo llegar a conocer dichos sistemas hasta la aparición
del Estado Moderno, y por tanto al romper las formas prehispánicas de
gobierno no tuvo oportunidad de hacer práctico ninguno de estos cuatro
elementos, que en su particular forma habían sido parte misma de la es-
tructura de México- Tenochtitlan, no bajo las denominaciones actuales,
que poco importan, sino en la esencia misma de su práctica cotidiana,
como la democracia al ser base fundamental de esa estructura mediante la
adopción de los sistemas de asambleas, partiendo desde la familia hasta
la cúspide de las autoridades, como eran los t1atoanis en cada uno de los
"Estados federales" uniéndose posteriormente Tenochtitlan, Tacuba y
Texcoco, para integrar la Triple Alianza, con capital en la Gran Tenoch-
tillan, a la manera de las hoy llamadas Confederaciones.
247
248 TEORÍA GENERAL DEL ESTADO

Asimismo podemos decir de la representación política, pues' recorde-


mos cómo el administrador y ejecutor de cada calpulli lo representaba, en
las asambleas de la región o provincia, mismas que a su vez eran repre-
sentadas por sus respectivos administrador y ejecutor a la asamblea de
Tenochtitlan, repitiéndose con igual representación ante la Unión de los
tres Estados.
En cuanto a la división de poderes hemos visto cómo se establecieron
los distintos ámbitos y la jurisdicción de los mismos, de conformidad a su
estructura, e indiscutiblemente existían los cuerpos denominados hoy
como legislativo, mediante la elaboración de normas producto de las tra-
diciones y costumbres hasta la formación de verdaderos códigos de diver-
sas materias, el ejecutivo moderado por el sistema de asambleas en la fi-
gura del tlatoaní y el cuerpo de funcionarios no dependientes del mismo,
sino del propio Estado, en una forma singular de elección y nombramien-
to, según el caso. Y en cuanto al judicial hemos visto también no tan sólo
a los jueces, sino por demás la existencia de tres instancias, como están
establecidas en el sistema jurídico actual, claro está con sus formas espe-
ciales de procedimiento cada uno.
En nuestro pasado histórico no únicamente se seguía el federalismo
como la unión de calpullís, a la manera de un sistema municipal contem-
poráneo, y con mayores ventajas, más autónomos y autárquicos, sino ade-
más existían las regiones y provincias, según el léxico actual, unidas a la
federación propiamente dicha de Tenochtilian, que a su vez en unión de
Tacuba y Texcoco formaron una verdadera confederación.

n. DEMOCRACIA Y REPRESENTACIÓN POLÍTICA

La democracia, como hemos visto, nace en Grecia y Aristóteles la con-


sidera como un gobierno emanado de la voluntad de una mayoría, cuyo
fin principal es la búsqueda de la libertad y el bienestar colectivo con la
participación de todos los ciudadanos griegos, entre los cuales no se in-
cluían ni a los metecos ni a los ilotas, y menos aún a los esclavos por ca-
recer de libertad. Sin embargo la democracia tenía como fundamento la
justicia como suprema virtud de la Polís, aunada a la igualdad de los ciu-
dadanos en ese sustentado elitismo, y la libertad.
Ese concepto de democracia evolucionó a través de los siglos, y sus
definiciones son múltiples según .desde el punto de vista de quien la
hace, pero desde la formación del Estado Moderno el concepto de demo-
cracia se encuentra íntimamente vinculado al liberalismo, así para jeffer-
son era el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, pero sea
cual fuere la definición, en su misma etimología conlleva la idea: demos
pueblo kratos poder, o el poder del pueblo, aunque no faltan escritores
que consideren incompleto el término pueblo puesto que en las diversas
DEMOCRACIA Y REPRESENTACIÓN POUTICA 249

significaciones no se contiene a todos los integrantes del Estado, sino a


los ciudadanos en particular, motivo por el que le agregan el término polí-
tico, o pueblo político, idea en la que está inmerso el concepto de ciuda-
dano, o como se le ha dado por llamar equivocadamente "ciudadanía",
pero esas diferencias teóricas doctrinarias no suprimen el contenido bási-
co de pueblo, en cuantas formas se aplíque o defina el concepto.
Sin embargo consideramos como la mejor definición de la democracia
la incluida en el artículo 3° de nuestra Constitución, por ser de las más
acertadas y completas en el mundo contemporáneo al decir, refiriéndose a
la educación: ".. .será democrática, considerando a la democracia no sola-
mente como una estructura jurídica y un régimen político, sino como un
sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social
y cultural del pueblo". Pero cualquiera sea su definición, la democracia es
una forma de gobierno, donde se recogen principios de fundamental im-
portancia como la igualdad y libertad, en cuanto todos los seres humanos
nacen libres e iguales, como afirma la Declaración Universal de los Dere-
chos Humanos, lo mismo en cuanto a la dignidad de la persona humana
como en sus derechos, con base en la justicia, amparados por el orden y
estructura jurídica del Estado, y conforme a las instituciones por él crea-
das en razón del goce de su soberanía interna radicada en el propio pue-
blo, y la externa frente a los demás.
En la actualidad principalmente en las llamadas democracias occi-
dentales, el sentido de la democracia se conjuga dentro del concepto de
elección, llegándose a considerar democrático a todo Estado en el que su
sistema electoral es más perfecto dentro de la libertad, voto universal sin
distinción de sexos, directo o indirecto, justificando la imposibilidad de
ejercer la democracia directa como en Grecia, por el crecimiento demográ-
fico y territorial de los Estados, pero de todas formas el criterio elecciona-
rio es fundamental para establecer la calidad democrática del Estado, lo
cual es, repetimos, una entronización moderna al respecto, puesto que ni
en Grecia en su nacimiento, ni en las tesis de Rousseau, se consideró di-
cha relación.
Debemos recordar a Grecia y aun a Roma, donde la elección corres-
pondía exclusivamente a cierto tipo de funcionarios, pero en ningún mo-
mento se destinaba a los más elevados dignatarios sino a funcionarios
menores, y en cuanto a las democracias de la antigüedad, la participa-
ción directa del ciudadano en las decisiones gubernamentales hacía inne-
cesaria la elección, y casi se diluían las diferencias entre los factores
pueblo-gobernantes.
E! prototipo de la democracia directa nace durante el siglo IV (e.a.) en
la polis ateniense, donde era fácil su aplicación por la razón de ser apenas
cien millos ciudadanos, únicos con derechos de ejercicio político porque
250 TEORÍA GENERAL DEL ESTADO

si bien la población total sumaba'poco más de tres veces tanto, los demás
carecían de derechos.
A través de la expansión de Roma, como primera expresión de Impe-
rio Universal, más aún del forjado precariamente por Alejandro Magno, y
de mucha mayor perdurabilidad a la desaparición de las Ciudades-Esta-
dos o Polis griega, el mundo del derecho se sobrepone al político, y al co-
rrer del tiempo va pasando por diversas formas, desde los estamentos del
medievo hasta el poder absoluto finiquitado por la explosión popular de
la Revolución francesa, cuando se vuelve a los viejos sistemas abandona-
dos por siglos, con la actualización y modernización de la democracia,
surgiendo como primera expresión en la Constitución de los Estados Uni-
dos, donde es estudiada y analizada por el visionario Alexis de Tocquevi-
Ile, y se plasma en la Constitución de 1787.
y aquella democracia de participación activa de todos los ciudadanos
quedó atrás en Grecia y en algunos ensayos tenidos en Roma, por medio
de las asambleas del pueblo o ekklesias, pero ante la imposibilidad de su
continuación por su crecimiento, surgen otras formas hasta arribar a nues-
tros días.
Ya hemos visto cómo en su evolución llega el principio de la demo-
cracia hasta Rousseau, donde se consideró que la soberanía popular no
podía delegarse por perder su inalienabilidad, por su franco entendimien-
to a la democracia de ejercicio directo, porque la elección en la antigüe-
dad era sustituida por el sorteo, fundamentada en criterios religiosos ple-
nos de superchería y superstición.
Es así hasta el siglo XVII cuando se ensaya propiamente dicho, la vin-
culación de la democracia y la elección, por la incorporación doctrinaria
de la representación política trazada magistralmente por Hobbes en su
Leviatán, a lo cual coadyuvó en mucho la poca dedicación de los ciudada-
nos a los negocios públicas, la falta de esclavos y la desconfianza de los
constituyentes de 1789 al pueblo y las multitudes. De ahí la importancia
de la representación porque resolvía importantes problemas mediante la
formación de asambleas poco numerosas, y se suma a ello una interpreta-
ción para limitar el ejercicio de voto, con la exclusión de ciertas capas so-
ciales, restándole así ímportancia a la elección.
La vinculación necesaria de democracia y representación política sur-
ge durante el siglo XIX, por cuanto todas las luchas políticas principiaron
a fincarse en torno a la elección, ya por la conveniencia o justicia al incor-
porar al sistema electoral el voto universal, ya por el surgimiento de los
partidos políticos, ya por diversas causas, pero todas con el mismo resul-
tado: la vinculación absoluta entre la democracia y la elección y por ende
la representación política, porque sin ella no podía entenderse en forma
alguna la elección, y más aún en todo régimen liberal, donde la base es la
libertad del individuo en lo personal y en cuanto a la de pensamiento, de
DEMOCRACIA Y REPRESENTACIÓN POÚTICA 251

tránsito, en materia religiosa, de prensa y manifestación de las ideas, de


reunión y asociación, todo lo cual se encuentra vinculado de manera
inexorable con los Derechos Humanos y la teoría de la división y equili-
brío de poderes, bases fundamentales para la formación del constitucío-
nalismo.

III. DIVISiÓN DE PODERES

A. ANTECEDENTES
Una de las mayores aportaciones al Estado Moderno es, sin lugar a
dudas, la división y equilibrio del poder público, o como hemos afirmado
la división de funciones toda vez que el poder es unívoco, sin embargo lo
importante no es la terminología utilizada sino la doctrina misma del con-
cepto, como medio de frenos y balanzas con ohjeto de evitar caer en el
despotismo y la tiranía del poder público, correspondiendo esta extraordi-
naria aportación a Charles de Secondat barón de la Bréde y de Montes-
quieu (1689-1755), quien en su obra cumbre, El Espíritu de los Leyes, re-
coge todos los principios desde Aristóteles hasta sus días en cuanto a tan
apasionante tema.
Por ser de suma importancia para el teórico del Estado esta teoría, de-
bemos remontarnos a la Grecia clásica del siglo IV (e. a.) para observar su
nacimiento, evolución y desarrollo sin el deseo de ser repetitivos de lo di-
cho con anterioridad en el capitulo VIII de esta obra, pero sí pondremos
énfasis en cuanto a nuestro tema corresponda, a fin de no deshilvanar el
proceso respectivo llegado hasta nuestros días e incorporado en todas las
democracias del orbe.
Continuando con la metodología para el estudio de la Teoría General
del Estado utilizando los métodos jurídico, político e histórico funda-
mentados en la filosofía, nos remontaremos a la Grecia como fuente in-
dispensable e inagotable para el estudio del Estado, cuando aparece en el
siglo XV (e. a.) la cultura micénica, y en ese devenir político llegamos al si-
glo XI con el predominio de las monarquías hereditarias, para continuar
por largas etapas bajo el imperio de la aristocracia, hasta arribar por fin al
siglo V, el de Pericles, forjador indiscutible de las bases del siguiente y en
ambos se inmortaliian hombres de la talla de un Tales de Mileto, un Tu-
cídedes, un Eurípides y tantas y tantas figuras más que llenan los anales
de la historia de su tiempo.
y es en ese siglo, el IV, al que tanto nos hemos referido, donde pode-
mas observar en la evolución y desarrollo de tantas centurias, cómo se fue
conformando esa cultura al pasar de tribus nómadas subsistiendo de la
caza, a pueblos ya integrados dedicados a la agricultura y artes manuales,
cuyo dominio territorial se va extendiendo aún con endeble economía
252 TEORÍA GENERAL DEL ESTADO

hasta el descubrimiento del uso de los metales, y con ello la modificación


sustancial de la forma de vida anterior, y el principio de la gestación de la
gran cultura con el ofrecimiento de tantos valores humanos, y ese abanico
de notables ideas que cambiaron la faz del mundo llega a nuestros días,
con sus sobresalientes doctrinas.
y al arribar a Occidente ese cúmulo de ideas ofrecen la posibilidad
del cambio radical del mito a la realidad, de la idea convertida en acción,
de hechos positivos no de falsas promesas, en fin una organización políti-
ca donde el poder de la fuerza bajo los ideales de libertad y la superación
de un sistema oligárquico son esfuerzos supremos para elevar un siste-
ma de vida en búsqueda de un mejor destino.
Es a partir de la constitución de la poli s cuando emerge con mayor vi-
gor el mundo de las ideas, el pensamiento adormilado despierta para
crear una filosofía profundamente humana, se pugna por una vida mejor
para el ciudadano griego como fin primordial de la polís, se abandonan
anacrónicos sistemas sin haber sido ponderados, por carencia de verdade-
ros postulados para forjar un Estado en el cual se conjugaran los intereses
y merecimientos de una sociedad.
Aristóteles nos ofrece sus enseñanzas plenas de armonía y de la luz
que ha de irradiar al mundo por siempre, y entre ellas, con un contenido
sublime, su teoría de la división de poderes, sustentado en el principio
pertinente a todo Estado para evitar el despotismo y la arbitrariedad de
los detentadores del poder público, mediante la división en tres partes,
como hemos visto en el análisis del Libro Sexto de La Política, conceptos
recogidos por Polibio y Cicerón, para dormir por largo tiempo el sueño de
los siglos hasta llegar a Locke, quien retoma el principio, precisamente
cuando la lucha entre romanistas y canonistas ha concluido, yen el análi-
sis sobre el Estado entre sus valiosas aportaciones realiza la división tri-
partita, como la hemos visto.

B. MONTESQUIEU

Con todos esos antecedentes Montesquieu conforma magistralmente


.su teoría, sin dejar atrás a ese otro teórico inmortal, Juan [acebo Rous-
seau, quien por primera vez le otorga a dicho principio un matiz de ver-
dadero interés para el futuro del mundo moderno, ya que sus antecesores,
incluso el propio Aristóteles, el inspirador y primer doctrinario al respec-
to, elaboran una división de poderes absoluta en la distribución de las
funciones públicas, en tanto Juan [acobo le imprime un principio de cola-
boración con un valor incalculable para el ejercicio de la democracia,
principalmente por la incorporación' de la representación politica que coad-
yuva a la formación del necesario equilibrio.
Montesquieu antes de dedicarse al estudio de su gran obra, recorre su
DEMOCRACIA Y REPRESENTACiÓN POLÍTICA 253

país y viaja por las más importantes naciones de Europa recogiendo datos,
analizando, y previo al Espíritu de las Leyes escribe y cobra fama can las
Cartas Persas, posteriormente con sus Consideraciones sobre las causas
de la grandeza de los Romanos y de su decadencia, demostrando con ello
sus inquietudes y cultura de la antigüedad, quizá como preparación a su
magna obra, para cuyo efecto se retira de toda actividad y tarda 20 años
en realizarla.
Ya hemos podido observar el ambiente de Europa en general y de
Francia en particular a través de nuestros análisis anteriores sobre otros
doctrinarios tan valiosos, pero quizá no tan dedicados como lo fue Mon-
tesquieu para elaborar sus tesis, pero la importancia de este hecho en re-
lación al largo tiempo destinado para ello, son los diferentes cambios y
acelerados hechos con claro acercamiento a la Revolución del 89, siendo
su publicación primera cuarenta y un años antes de tal suceso, como el
primer tratado sistemático de filosofía político-jurídica de tan profundo
visionario, cuya existencia coincide con el gran movimiento intelectual
de Europa, principalmente de Francia en el momento del pleno floreci-
miento de los Enciclopedistas y contemporáneo de Voltaire, quien le so-
brevive por tres años.
Su teoría política indiscutiblemente recibe una influencia determi-
nante de los autores y la vida de la Inglaterra posterior a sus dos revolu-
ciones, país donde permaneció un par de prolíficos años, y si bien en las
Cartas Persas hace elegante critica a las instituciones sociales y religiosas
de Francia, en el Espíritu continúa utilizando el método empírico de aná-
lisis político, manejado con maestría y claridad absoluta, contrariamente
a otros de los doctrinarios antecesores y contemporáneos, porque llega
siempre en toda cuestión a lo concreto, a lo real, y ya fuese por la época,
moda de pensamiento político o influencia, concibe también el funda-
mento de la justicia y el derecho en la naturaleza, pero a partir de los he-
chos históricos, no por deducciones derivadas de la razón, pero por siem-
pre siguiendo las enseñanzas y la dedicación al estudio de Aristóteles, su
gran guía, y a Badina en sus concretas deducciones sobre la soberanía.
L" fijación por la división de poderes, en legislativo, ejecutivo y judi-
cialle absorben en su examen analítico dejando atrás el derecho natural y
otros puntos de importancia para otros autores como los derechos de los
ciudadanos, o en relación a las prerrogativas de los monarcas, y si bien lo
establece no es para él lo fundamental, sino lo de mayor importancia es el
sistema de frenos y balanzas para el equílíbrio del poder, donde quedan
inmersas otras cuestiones como éstas, siendo por demás destacadas las
instituciones políticas, su naturaleza y objeto, pero no limitadas a su pro-
pio pais sino en una teoria general adaptable a todo Estado, lo cual indu-
dablemente pudo lograrlo en toda su extensión, siendo evidente en la per-
manencia de sus tesis, aún válidas hoy día.
254 TEORIA GENERAL DEL ESTADO

Su mayor inquietud y dedicación es en razón de la libertad y la vida


social y política, las caracteristicas físicas del mundo y la influencía de
ello en distintos Estados, la importancia de las costumbres y los Cam-
bios de una sociedad a otra, por razones tradicionales relativas a la reli-
gión o aspectos sociales, económicos y culturales, y los diferentes tipos de
gobierno.
A Montesquieu no le basta tomar a la ley en su forma natural, por el
contrario la extiende en toda su magnitud, y de ahi que en los dos prime-
ros libros de su extensa obra hable sobre las leyes en sus relaciones con
diversos seres, tanto las de la naturaleza como las positivas en cuanto a
las leyes en general, y las derivadas directamente de la naturaleza del
mismo gobierno las divide en razón de las tres formas de gobierno: del re-
publicano y las leyes relativas a la democracia, las de indole de la aristo-
cracia y las del monárquico, pero incluye en el propio libro las correspon-
dientes a la naturaleza del gobierno despótico.
No deseamos ni es nuestro propósito glosar toda la obra de Montes-
quieu, toda vez hacerlo nos llevaria a escribir buen número de volúme-
nes, pero si es pertinente para penetrar un poco en su basta obra y en sus
concepciones básicas observar algunos aspectos sobre el tratamiento de
las diferentes clases de leyes, como por ejemplo la clasificación de las na-
turales, pero para su mayor comprensión es necesario conocer sus convic-
ciones de las leyes en general, cuando dice: "las leyes, en su significación
más exacta, no son más que las relaciones naturales derivadas de la natu- •
raleza de las cosas, y en ese sentido todos los seres tienen sus leyes: la di-
vinidad tiene las suyas, el mundo material tiene sus leyes, las inteligen-
cias superiores al hombre tienen sus leyes, los animales tienen sus leyes,
el hombre tiene sus leyes ... Los que han dicho que todo lo que vemos en el
mundo lo ha producido la fatalidad ciega han dicho un gran absurdo, por-
que ¿hay mayor absurdo que una fatalidad ciega produciendo seres inteli-
gentes?"
Esa clasificación de leyes naturales se puede sintetizar como sigue:
1. La paz.
2. La debilidad del hombre y sus necesidades.
3. Atracción recíproca de sexos diferentes.
4. Motivo de unión, o deseo de vivir juntos.
En cuanto a las leyes positivas las clasifica en:
1. Los hombres viven en sociedad.
2. Igualdad y guerra dentro de su socíedad
3. Guerra de nación a nación. Como consecuencia: leyes entre los
hombres.
4. Leyes de los pueblos entre sí.
DEMOCRACIA Y REPRESENTACIÓN POLfTlCA 255

5. Derecho político: leyes que regulan las relaciones entre gobernantes


y gobernados.
6. Para regular las relaciones entre los ciudadanos unos con otros, las
que constituyen el llamado derecho civil.
7. El derecho de gentes se funda naturalmente en el principio de que
todas las naciones deben hacerse en la paz el mayor bien posible y en la
guerra el menor mal posible, sin perjudicarse cada uno en sus respectivos
intereses.
8. Además del derecho de gentes que concierne a todas las socieda-
des, hay un derecho político para cada una, que es la reunión de todas las
fuerzas particulares.
9. Poder político. Lo comprende necesariamente la unión de varias
familias.
10. Estado civil: la reunión de las fuerzas particulares no pueden hacer-
lo sin antes reunirse todas las voluntades, estas son el estado civil.
11. La ley en general: leyes políticas y civiles.
12. Relaciones de las leyes con la naturaleza, del gobierno establecido.
13. Las leyes deben estarse en relación con la naturaleza física del
país, cuyo clima puede ser templado, glacial o tórrido. Proporcionadas a
su situación, a su extensión, al género de vida de sus habitantes, labrado-
res, cazadores o pastores. Amoldadas al grado de libertad, a su religión,
inclinaciones, riqueza, número de habitantes, comercio e índole de sus
costumbres.
14. Han de armonizarse unas con otras, con su origen y objeto.
y concluye este su Primer Libro diciendo: "Es lo que intento hacer en
esta obra. Examinaré todas estas relaciones, que forman el conjunto que
yo llamo: Espíritu de las Leyes"
Como es fácil observar Montesquieu amplía en mucho el concepto
global tenido sobre las leyes e incluye un sinnúmero de relaciones gene-
rales, sus causas y efectos, y así nace en él el derecho internacional' o de
gentes, como le llama a la usanza romana, las políticas nacidas de las re-
laciones autoridad-pueblo, el civil resultante entre los particulares, y así
en todos los aspectos de la realidad en las relaciones humanas y de las
instituciones formadas. Más adelante las relativas a cada forma de gobier-
no: republicano en el cual el pueblo tiene el poder político, en sus dos va-
riantes democracia o aristocracia, en el primero el pueblo en su conjunto
y en el segundo un grupo de familias, tienen el poder supremo. El pueblo
es a veces monarca, en otras súbdito. El derecho de sufragio, el de nom-
brar a ministros y magistrados corresponde al pueblo. El senado o conse-
jo, por clases.
Las leyes fundamentales se dictan para:
1. El derecho al sufragio.
256 TEORÍA GENERAL DEL ESTADO

2. Emitir el sufragio
3. El sufragio por sorteo.
4. Fijar la manera de entregar el boletín del voto público o privado.
5. Que el pueblo sólo dicte leyes.
El gobierno democrático se finca en el patriotismo O la virtud política,
su declinación o fin al abandonar virtudes políticas e igualdad. Su territo-
rio debe ser pequeño.
Las características fundamentales del gobierno aristocrático son:
1. El poder en manos de unos cuantos quienes hacen y ejecutan las
leyes.
2. El pueblo es vasallo.
3. Las leyes fundamentales contienen:
al El sufragio es por elección.
b} El senado propone y a veces decide.
e} El senado lo integra la aristocracia.
d) El cuerpo de nobles es la democracia.
e) El pueblo no cuenta, no es nada.
4. La mejor aristocracia es aquella en la que la parte del pueblo exclui-
da sea la más reducida y pobre.
5. No seduce la idea de opresión
6. Es tanto más perfecta, cuando se asemeja a la democracia.
7. Es tanto más imperfecta cuando se asemeja a la monarquía.
8. El gobierno aristocrático se fundamenta en la moderación cuando
dismínuye o declina, llega su fin. Su territorio debe ser reducido.
Las características fundamentales de la monarquía son:
1. Gobierno de uno solo por leyes fundamentales.
2. El príncipe es fuente del poder político y civíl.
3. Los poderes intermediarios, subordinados y dependientes constitu-
yen la naturaleza del gobierno monárquico, es decir, de aquél en que go-
bierna uno solo por leyes fundamentales.
4. El depósito de las leyes se encuentra en los cuerpos políticos.
5. El poder intermedio subordinado más natural en una monarquía es
el de la nobleza, su máxima fundamental es: sin monarca no hay nobleza,
como sin nobleza no hay monarca.
El fundamento de la monarquía se encuentra en el honor, al debilitar-
se éste en los gobernantes, la monarquía ha llegado a su fin. Su extensión
territorial debe ser ni muy grande ni muy reducida.
Las características fundamentales de los gobiernos despóticos son:
1. Uno solo se encarga de ejercerlo.
2. En relación con la ley fundamental, es la existencia de un visir en-
cargado de la administración.
DEMOCRACIA Y REPRESENTACIÓN POLíTICA 257

3. Un hombre a quien sus cinco sentidos le dicen continuamente que


él lo es todo y los otros no son nada, es absolutamente perezoso, ignoran-
te y libertino. Abandona pues o descuida sus obligaciones.
4. A más obligaciones, menos cuidados.
El fundamento de los gobiernos despóticos es el miedo, y por lo mis-
mo, es inestable. Su territorio, por lo general es extenso.
Ninguna forma de gobierno es absoluta, es decir carece de valor en si
misma, y por ello la revolución se suscita al mortificarse su propio espírí-
tu, pero toda nueva forma adoptada tiene su valor en ella en relación a la
extensión territorial, cuando se es pequeño y teme a ,los demás,
Montesquieu encuentra la salida fácil en cuanto a la federación, y el
valor que le otorga a este concepto lo acogen las trece colonias al separar-
se del reino de Inglaterra, pero en su doctrina impera por mucho el con-
cepto de libertad, dividida en dos: la de carácter civil, cuyo fundamento
se encuentra en las relaciones entre los individuos, y la libertad política
consistente en la relación, no de los hombres entre si sino con el Estado,
quedando amparada legalmente de conformidad a las normas de derecho,
y busca con avidez las formas y procedimientos adecuados para garanti-
zarla y dejarla protegida de todo y de todos, expresando que la única for-
ma posible de lograrlo es el amparo de la ley, toda vez que la sujeción a!
Poder de la voluntad de los individuos no ofrece seguridad alguna, ni ga-
rantiza protección, y de ahi empiezan a partir los principios básicos de lo
que es el meollo de su doctrina la división de poderes <m: legislativo, eje-
cutivo y judicial, como único medio capaz de sostener el poder público
y resguardar los intereses del pueblo, mediante un sistema de frenos y
balanzas.
En el libro Undécimo titulado De las Leyes que forman la Libertad Po-
lítica en sus relaciones con la Constitución, se encuentran los dos puntos
básicos de la doctrina de Montesquieu: la libertad, y la división de
poderes.
Antes de referirse al primero de ellos, como idea general expresa la
distinción de las leyes que forman la libertad política en la Constitución,
de las referentes al ciudadano, explicando que es materia de este Libro las
primeras, las de libertad política. Para ello procede nuestro autor a distin-
guir los distintos significados de la palabra libertad, porque el mayor
número de expresiones distintas entre las palabras es sin duda la de li-
bertad. Para unos la libertad significa la facultad de deponer al mismo a
quien ellos dieron un poder tiránico, para otros la facultad de elegir a quíen
han de obedecer, algunos más lo relacionan con el derecho de usar armas,
con la presunción de poder recurrir a la violencia. Otros más lo entienden
como el privilegio de no ser gobernados sino por un connacional y por
sus propias leyes. "Pueblo existe que tuvo por libertad el uso de luengas
258 TEORÍA GENERAL DEL ESTADO

barbas", nos dice, refiriéndose sin lugar a dudas a los moscovitas a quie-
nes el zar Pedro el Grande les ordenó cortarse las barbas.
"Muchos más unen al término libertad a determinada forma de go-
bierno, con exclusión de cualquier otro. Unos la cifran en el gobierno re-
publicano en tanto otros en la monarquía. Cada uno llama libertad al go-
bierno que más le agrada a sus costumbres o inclinaciones, pero lo más
frecuente es ponérselo a las repúblicas, no así a las monarquías, porque
no conocen los males de aquellas. En fin, concluye Montesquieu, como
en las democracias tiene el pueblo más facilidad de hacer casi todo lo que
desea, pone la libertad en esos gobiernos, confundiendo el poder del pue-
blo con su libertad."
Después de esta serie de diferentes entendimientos sobre el término
libertad abre un capítulo para expresar en qué consiste la libertad, se so-
breentiende la política, y por ser tan interesante y relativamente corta no
resistimos la tentación de transcribirla para no caer en alguna falsa inter-
pretación: "Es verdad que en las democracias el pueblo aparentemente
hace lo que quiere, más no consiste la libertad política en hacer lo que se
quiere. En un Estado, es decir, en una sociedad que tiene leyes, la libertad
no puede consistir en otra cosa que en poder hacer lo que se debe querer
y en no ser obligado a hacer lo que no debe quererse. Es necesario distin-
guir lo que es independencia de lo que es libertad. La libertad es el dere-
cho de hacer lo que las leyes permitan, y si un ciudadano pudiera hacer
lo que las leyes le prohíben, no tendría más libertad, porque los demás
tendrán el mismo poder".
Consideramos estos enunciados de Montesquieu válidos para todos
los tiempos, porque sus conceptos y raciocinios son de tal naturaleza rea-
les que es imposible encontrar una forma de contradicción sin caer en el
absurdo, pero recordemos, nuestro doctrinario está hablando en una épo-
ca remota, casi medio siglo anterior a la explosión del pueblo francés y a
esa gran revolución que modificó profundamente alarbe en cuanto a las
ideas, teorías, doctrinas e instituciones políticas. Por ello, como en otros
casos de los doctrinarios analizados, les hemos otorgado la categoría de
visionarios.
Montesquieu, continuando con su teoría de la libertad, expresa: "Tan-
to la aristocracia como la democracia, concentradas ambas bajo el término
de repúblicas, no son Estados con libertad política, porque ésta tan sólo
reside en los Estados moderados, aunque no en todos, porque según lo
dicta la experiencia, el hombre al adquirir poder abusa siempre del mis-
mo, todo poder invita al abuso, a la extralimitación." y concluye su idea
con una dura expresión, pero muy real: "Ni la virtud puede ser ilimitada.
El único freno del abuso del poder es el freno que limite la propia natura-
leza de las cosas: una Constitución puede ser tal, que nadie sea obligado a
DEMOCRACIA Y REPRESENTACIÓN POLíTICA 259

hacer lo que la ley no manda expresamente, ni a no hacer lo que expresa-


mente no prohibe".
En cuanto al objeto del Estado expresa: "Aunque todos tienen en ge-
neral uno mismo, cada uno por separado tiene el suyo propio: en Roma el
engrandecimiento. En Esparta la guerra. Entre los judíos la religíón. En
China la tranquilidad pública. La libertad natural entre los pueblos salva-
jes. La satisfacción del príncipe en los gobiernos despóticos. Su propia
gloria y la del Estado en las monarquías. En Polonia la independencia
de cada individuo, de lo cual deriva una opresión general." Ya manera de
introducción en forma concreta para su teoría de la división de poderes,
con base en el objeto del Estado y en cuanto a sus leyes, Montesquieu ma-
nifiesta con toda claridad: "pero hay también en el mundo una nación
cuyo código constitucional tiene por objeto la libertad política. Vamos a
examinar los principios fundamentales de su constitución. Si son buenos,
en ellos veremos la libertad como un espejo.
"Para descubrir la libertad política en la constitución no hace falta
buscarla. Si podemos verla donde está, si la hemos encontrado en los
principios, ¿qué más queremos?", y Montesquieu nos lleva directamente a
la Constitución Inglesa, mostrándonos hasta dónde penetró en el estudio
del sistema político de Inglaterra durante sus largas estancias en dicho
país, pero lo que no nos dice es que en todos estos principios fundamen-
tales se basó en Locke.

C. TEoRÍA DE LA DIVISIÓN DE PODERES DE MONTESQUIEU

"En cada Estado existen tres clases de poderes: el legislativo, el ejecu-


tivo de las cosas relativas al derecho de gentes y el ejecutivo de las cosas
que dependen del derecho civíl. En el legislativo, el príncipe o jefe de
Estado elabora leyes transitorias o definitivas. En el ejecutivo, o de gentes,
hace la paz y la guerra, envía y recibe embajadas, establece la seguridad
pública y prevé las invasiones. El ejecutivo, o de las cosas del derecho ci-
vil, castiga los delitos y juzga las diferencias entre los particulares, se lla-
ma a este poder judicial, y al otro poder ejecutivo del Estado. La libertad
política de un ciudadano es la tranquilidad y la confianza derivada de la
seguridad, pero para su existencia es necesario un gobierno en el cual
ningún individuo tema a otro. No debe estar el legislativo ni el ejecutivo
reunidos en una misma persona o en un mismo cuerpo, porque ello impi-
de la libertad y genera desconfianza, ante el temor del dictado de leyes ti-
ránicas emanadas del monarca o del senado, ejecutadas por ellos mismos.
"Por otra parte, tampoco puede existir libertad si el poder judicial no
se deslinda del legislativo, porque este podría disponer arbitrariamente de
la libertad y aún de la vida de los ciudadanos, toda vez el juez sería tam-
bién legislador, pero asimismo debe estar separado del ejecutivo porque el
260 TEORíA GENERAL DEL ESTADa

juez, en su caso, tendría la fuerza de un opresor. Pero además, todo se


perdería en el vacío si la persona o corporación o la propia asamblea del
pueblo ejerciera los tres poderes: dictar leyes, ejecutar las resoluciones.
públicas y juzgar los delitos o los litigios entre los particulares".
En casi todos los reinos de Europa, nos dice, el gobierno es moderado
al ejercer el monarca los dos primeros y el judicial lo deja en manos del
pueblo. "En Turquía reúne el sultán los tres poderes, de lo cual resulta un
despotismo espantoso", esta idea la toma de sí mismo en su obra las Cor-
tas Persas, en cierto modo vivencias de sus viajes por Europa oriental y
países asiáticos, observadas bajo su ojo crítico con detenimiento, quizá
pensando desde entonces en escribir el Espíritu de las Leyes, lo cual ocu-
rre por igual. en otros muchos de sus escritos anteriores.
Al respecto critica a las repúblicas italianas por concentrar los tres
poderes en unas solas manos, manifestando existir menor libertad en
ellas que en Francia, no obstante el craso absolutismo de dicho país al
tiempo de escribir esas líneas, agregando: "Esos gobiernos requieren de
medios violentos para poder sostenerse en el poder, al igual que los tur-
cas." y pone el ejemplo del buzón de las denuncias de Venecia, en la épo-
ca del absolutismo y del poder tiránico de los dux, donde cualquier dela-
tor a toda hora podia depositar acusaciones, dejando inerme al ciudadano
al imponer el Estado su voluntad en relación con las leyes y juez para
aplicarlas, anulando totalmente los derechos de los ciudadanos.
El primer acto de todo monarca, decidido a imponerse a los ciudada-
nos por encima de las leyes, es hacerse de los tres poderes, pero conside-
ra diferente el absolutismo de Italia al de Asia por ser este más cruel, y
expresa como forma de mitigar el despotismo y tiranía la multiplicidad de
magistrados, porque al constituirse diversos tribunales se mitigan los rigo-
res, pero si son de la misma casta pasa como en Venecia: el Gran Consejo
legisla, el Pregadi ejecuta y los cuarenta juzgan, pero todos ellos conforme
a un sólo y único criterio, el dictado por la propia tiranía, y por lo tanto
en estricta realidad, forman un solo poder.
En relación al poder judicial considera conveniente no se ponga en
manos de un senado sino sea ejercido por individuos salidos de la masa
popular, por periodos determinados, designados por las disposiciones de
la ley formando tribunales de corta duración, idea tomada de la forma es-
tablecida en la antigua Atenas, con lo cual se evita la función de una cla-
se o profesión dominante, careciendo de jueces permanentes para no cau-
sar más temor a las magistraturas. Estima asimismo que las acusaciones
graves den oportunidad al culpable de designar concurrentemente con la
ley a los jueces, o por lo menos la posibilidad de recusar a tantos que los
restantes parecieran de su propia elección, lo cual nos parece exagerado,
pero aquí se comprende su inspiración en el sistema inglés al guardar
ciertos principios, aún existentes al actual procedimiento judicial anglo-
DEMOCRACIA Y REPRESENTACiÓN POLÍTICA 261

sajón, Inglaterra y los Estados Unidos, respecto a los jurados, cuya confor-
mación y elegibilidad debe pasar por la aceptación tanto de la fiscalía
como de la defensa, ambos con el derecho de recusación, sistema judicial
basado en la costumbre, la cual aun sin declaración alguna de magistra-
dos superiores establece la jurisprudencia, olvidando el dinamismo del
derecho y lo cambiante de las épocas, toda vez, no puede verse con la
misma objetividad lo ocurrido hace un siglo de lo acaecido hoy.
Si bien los tribunales no deben ser fijos los juicios sí deben serlo para
ser un texto preciso de la ley, porque de ser una opinión particular del
juez se viviría sin saber con exactitud las obligaciones contraídas con la
sociedad, por lo mismo es necesario también la paridad de los jueces con
el acusado, para no poder sospechar haber caído en manos de persona in-
clinada a procurarle daño.
Por lo contrario los poderes legislativo y ejecutivo deben darse a ma-
gistrados fijos o a cuerpos permanentes, porque su ejercicio no es con una
persona determinada, por ser el primero la expresión de la voluntad gene-
ral, y el segundo el ejecutor de dicha voluntad. Ahora bien, ante el peligro
de caer el legislativo por conjuración contra el Estado, o por enemigos
exteriores, el ejecutivo podría permitirle por tiempo breve y limitado ha-
cer detener a los sospechosos, quienes perderían la libertad temporalmen-
te si no fuesen culpables, de otro modo recuperarían la libertad a fin de
continuar siendo hombres libres.
"En un Estado libre si es posible gobernarse por sí mismo si el pueblo
en masa ejercería el poder legislativo, cosa por demás dificil en los Esta-
dos grandes, y aun en los pequeños se observarían ciertos inconvenientes,
por ello es menester a cada pueblo contar con representantes, pero como
regla general los habitantes de una ciudad no conozcan a los de fuera, es
pertinente elegir representantes del mismo lugar y por sus propios habi-
tantes, siendo ventaja de las representaciones electivas que los elegidos
son capaces de discutir, lo que no ocurre con el pueblo, de ahí los incon-
venientes de las democracias.
"Cuando los diputados representan a la masa popular tienen que dar
cuenta de sus actos a sus representados, pero no es lo mismo cuando se
representa a las localidades. Todos los ciudadanos de los diversos dis-
tritos deben tener derecho al ejercicio del voto y elegir a sus diputados'
excepción hecha de aquellos considerados por su bajeza, sin voluntad
propia.' El pueblo no debe tomar parte directa en la gobernación, sino. por
medio de sus representantes, lo cual está al alcance de sus conocimientos

1 Es el llamado Voto Universal (N. del A.)


2 Es el caso de los sujetos privados temporalmente de sus derechos políticos, como 10
son presos, los sujetos a interdicción ...
262 TEORÍA GENERAL DEL ESTADO

y hacerlo y escogerlos bien, porque no son muchos con la capacidad ne-


cesaria para la realización de esas funciones, pero la elección es para ha-
cer leyes y fiscalizar su ejecución, no para tomar ninguna resolución
activa.
"El poder legislativo debe integrarse con un cuerpo de nobles al mis-
mo tiempo de otro elegido para representar al pueblo, cada uno de ellos
deliberará y tendrán sus asambleas separadamente, porque tienen miras
diferentes y sus intereses son distintos." En esta forma Montesquieu hace
nacer también la formación dual del poder legislativo, bícamaral, la de se-
nadores y la de diputados, agregando a dicho principio: "De los tres pode-
res mencionados, el legislativo y el ejecutivo necesitan de un fuerte poder
moderador para cuyo efecto la parte del poder compuesto por aristócratas,
debe ser de nobles y con carácter hereditario, primero por su propia índo-
le y segundo por ser indispensable por el interés de conservar sus prerro-
gativas odiosas por sí mismas, y que en un Estado libre siempre están
amenazadas" .
Esta concepción de la formación de la cámara de senadores de Mon-
tesquieu, es comprensible para su época pero no para la actual, sin em-
bargo guardando el principio de la búsqueda del equilibrio en el propío
poder legislativo en su evolución, se considera que ese cuerpo debe estar
formado por ancianos o sabios, porque así los dictados de los diputados
pueden ser revisados por personas sin pasiones propias del tipo de ciuda-
danos integrantes de dicha cámara, y así con más serenidad poder exami-
nar las cuestiones legisladas y modificarlas al respecto.
Posteriormente con la adopción del federalismo se le otorgó una nue-
va forma de actividad, pero conservando el principio de integración del
senado por gente mayor, con más experiencia y menos pasiones, y dada la
práctica observada en grandes e históricos debates, se le sumaron dos
agregados más: los diputados representan al pueblo, y los senadores de
conformidad al pacto federal establecido representan al territorio, y una
segunda parte es la relativa a la integración del llamado constituyente
permanente para las reformas O adiciones a la Constitución, cuando esta
es de carácter rígida y escrita, donde se exige la votación calificada de
ambas Cámaras, y en casos ser aprobadas por la mayor parte de las legis-
laturas de los estados federadas. Por esa misma razón la cámara de dipu-
tados se integra por un número de individuos proporcional al de habitan-
tes de cada entidad federativa, y la de senadores por un número igual 'por
cada estado, sin importar sus dimensiones geográficas o demográficas,
aunque este principio se ha visto roto al incorporar diversos sistemas para
incluir como mieinbros de las cámaras a representantes de las minorías.
Montesquieu continúa su doctrina relativa a la composición de las
dos cámaras, expresando: "El carácter hereditario de los miembros de esa
segunda cámara provoca a sus integrantes cuidar sus intereses partícula-
,

DEMOCRACIA Y REPRESENTACiÓN POLÍTICA 263

res y olvidar los del pueblo. por ello es preciso que ciertas leyes. como las
concernientes a la tributación no sean de su incumbencia. por eso los im-
puestos los fija y determina la cámara popular".
Incorpora al legislativo dos facultades denominadas, facultad de esta-
tuir y facultad de impedir. la primera corresponde al derecho de legislar
por sí mismo o de corregir lo hecho por otro. en tanto la segunda es el de-
recho de anular una resolución tomada por cualquier otro, equivalente al
poder de los tribunos romanos. pero esa facultad encierra en sí misma la
facultad de aprobar, o sea el no uso del derecho de impedir. que no es
otra cosa sino aprobar lo hecho por otro.
"El supremo poder ejecutor. o poder ejecutivo. nos dice. debe estar en
manos de un monarca por ser función de gobierno poder exigir una ac-
ción momentánea mejor desempeñada por uno que por varios. caso con-
trario al legislativo. porque de no ser así la libertad desaparecería al estar
unidos dos poderes en manos de un cuerpo de individuos. además de que
se requeriría la permanencia de reunión del legislativo lo cual también
haría perder la libertad. porque una de dos: o no habría ninguna resolu-
ción legislativa. cayendo el Estado en anarquía. o las resoluciones dicta-
das por el legislativo serían tomadas por el poder ejecutor, resultando en-
tonces el absolutismo.
"Sería inútil la reunión permanente del legislativo, molesto para los
representantes y daria mucho trabajo al ejecutivo. quien no pensaria en
ejecutar sino en defender sus prerrogativas y no perder el derecho a ejecu-
tar. y además el legislativo se ocuparía tan sólo de suplir los diputados
vacantes y se prestaría a la corrupción de ese cuerpo. Cuando los cuerpos
legislativos se van cambiando periódicamente, si no han sido buenos el
pueblo cifra su esperanza en lo favorable del cambio. pero si son siempre
el mismo cuerpo. al corromperse el pueblo no espera nada de sus leyes. o
se enfurecerá o acabará por caer en la indolencia.
"Por otra parte el legislativo debe reunirse tan sólo a base de convoca-
toria porque cuando no está reunido no existe su voluntad y. por lo mis-
mo no podría hacerlo sino por impulso unánime a fin de que no se supie-
ra si el verdadero cuerpo legislativo era la parte reunida o la que no se
reuniera. como tampoco debe disolverse él mismo. porque pudiera suce-
der que nunca se disolviera. siendo peligroso al poder atentar contra el
ejecutivo y. asimismo. en unos tiempos es más oportuno que en otros la
reunión legislativa. Por suerte de todo ello es conveniente la convocación
por el ejecutivo y la suspensión de sus deliberaciones. con arreglo a cir-
cunstancias que debe conocer."
Es pertinente aclarar en la evolución de la doctrina sobre la división
de poderes. la superación en algunos de sus aspectos como el anterior,
por medio del mandato constitucional precisando tiempos de las sesiones
ordinarias, así como la posibilidad de la celebración de reuniones extraer-
264 TEORÍA GENERAL DEL ESTADa

dinarias mediante la colaboración de Poderes, donde puede ser por el eje-


cutivo o por el propio legislativo mediante determinados procedimientos
incluidos en la propia Constitución, los cuales no analizaremos por estar
fuera de nuestro objeto y corresponden al Derecho Constitucional.
Monstesquieu nos sigue diciendo: "El poder ejecutivo tiene derecho a
contener al legislativo para no caer en un poder despótico, porque pu-
diendo atribuirse toda facultad anularía a los demás poderes. Pero a la re-
cíproca no debe poner trabas a! ejecutivo, porque la ejecución tiene sus lí-
mites en su propia naturaleza y es inútil limitarla, además, el poder
ejecutor se ejerce siempre en cosas momentáneas. El poder de los tribuna-
les de Roma era vicioso al no concretarse a la legislación, extendiéndose a
la ejecución, resultando así grandes males.
"En un Estado libre el legislativo no debe inmiscuirse en las funcio-
nes ejecutivas ni paralizarlas, pero sí tiene el derecho y la facultad de exa-
minar la ejecución de las leyes dictadas por él, pero no así el de juzgar a
nadie y mucho menos a! ejecutivo, porque la conducta y la persona de
éste deben ser indiscutibles y sagradas, por ser la persona necesaria al
Estado para evitar al cuerpo legislativo convertirse en tiránico, porque
desde el momento de ser acusada y juzgada su libertad desaparecería, en
cuyo caso el Estado dejaría de ser una monarquía, sería una república
pero sin libertad, pero corno el ejecutivo no puede hacerlo ma!, sino por
culpa de malos consejeros, por odio a las leyes como ministros, a éstos si
debe perseguirse y ser penados. De no ser aSÍ, el pueblo no recibiría la sa-
tisfacción ni pedir cuenta a las injusticias hechas." En este caso Montes-
quieu toma el ejemplo de los magistrados romanos, quienes no podían ser
acusados durante el ejercicio de su cargo, sino hasta el término de su ma-
gistratura, como en casos en la actualidad por la facultad de ciertos fun-
cionarios al derecho de fuero, para cuyo objeto se les debe seguir previa-
mente durante el ejercicio de su cargo un juicio político.
Sin embargo Montesquieu establece tres excepciones para ser juzga-
dos los funcionarios del ejecutivo por miembros del poder legislativo,
fundadas en el interés de quien haya de ser juzgado: "primero el juicio
entre pares, es decir, que los nobles comparezcan no a tribunales ordina-
rios sino ante la parte del cuerpo legislativo formado por los nobles, en
consideración a la envidia provocada por los grandes que juzgados por el
pueblo correrían peligro. Segundo, considerando a la ley como previsora
y ciega, en casos podría ser excesiva y los jueces no son sino la boca que
pronuncia las palabras de la ley sin poderla mitigar, por tanto es necesa-
rio constituir un tribunal y ser juzgados por los miembros antes dichos
del legislativo, porque su misma autoridad puede moderar la ley dictando
un fallo menos riguroso. Tercero, pudiese ocurrir que algún ciudadano en
el campo político violara derechos del pueblo y cometiese delitos que los
magistrados ordinarios no supieran o no pudieran castigar, pero como el
DEMOCRACIA Y REPRESENTACIÓN POLÍTICA 265

legislativo no está en general, para juzgar y menos en tratándose del inte-


rés del ¡iueblo, puede ser acusador, pero ¿ante quién? se pregunta el pro-
pio Montesquieu, ¿habrá de rebajarse ante los tribunales ordinarios, infe-
riores a él, y por esa misma inferioridad habrían de inclinarse ante la
autoridad de tan alto acusador? No, es indispensable, para conservar la dig-
nidad del pueblo y la seguridad de cada uno, que la parte popular del
cuerpo legislativo acuse ante la parte del mismo cuerpo que representa a
los nobles, ya que esta parte no tiene las mismas pasiones que aquélla
ni los mismos intereses".
Hemos querido transcribir literalmente este párrafo, por su valioso
contenido en cuanto habla sobre el cuerpo representativo del pueblo, en-
tre nosotros la Cámara de Diputados, y la de nobles la Cámara de Senado-
res, formativos del Poder Legislativo en la actualidad dentro del sistema
presidencial, reafirmando más su propia función de equilibrio de poder al
expresar en el párrafo siguiente las ventajas de este gobierno, al comparar-
lo con la mayor parte de las repúblicas antiguas, en las cuales el pueblo
era al propio tiempo juez y acusador, como una ventaja ofrecida por nues-
tro autor en razón de la división de poderes.
El ejecutivo por su parte, y he aquí nuevamente la colaboración clara-
mente establecida, toma parte en la labor legislativa por su facultad de
restricción o veto, sin el cual podría verse despojado de sus prerrogativas,
pero si el legislativo interviniera en las funciones del ejecutivo, perdería
su autoridad y eficacia. Aquí se contradice un tanto Montesquieu, porque
hemos visto también las funciones por colaboración de éste en aquél,
pero en realidad sólo es falta de claridad en algunos párrafos del texto
más que contradicción doctrinal.
Con el' fin de corroborar lo anterior y observar la división por colabo-
ración transcribimos el siguiente párrafo: "He aquí, pues, la constitución
fundamental del gobierno de que hablamos: Compuesto de dos partes el
poder legislativo, la una encadenará a la otra por la mutua facultad del
veto. Ambas estarán ligadas por el poder ejecutivo, como este por el legís-
lativo. Estos tres poderes, (puesto que hay dos en el legislativo), continúa
diciendo Montesquieu, se neutralizan produciendo la inacción. Pero im-
pulsados por el movimiento necesario de las cosas, han de verse forzados
a ir en concierto.
"El poder ejecutivo forma parte del legislativo únicamente en la facul-
tad de impedir, pero incapacitado para entrar al debate de las cuestiones
surgidas del gobierno, por tanto es innecesario que proponga porque está
facultado para rechazar, lo cual encierra su desaprobación a las conside-
radas inconvenientes.
"Si el poder legislativo estatuyera las cargas públicas, no para una
temporalidad sino para siempre, perdería su libertad y ya no dependería
el ejecutivo de él, pero teniendo el derecho aquél de hacer el cobro de los
266 TEORíA GENERAL OEL ESTADO

impuestos votados por éste, ya no lo necesita. pero no debe olvidarse. y la


historia de Roma es un ejemplo. que como todas las cosas humanas tie-
nen un término, el Estado se perderá cuando el poder legislativo esté más
viciado que el ejecutivo."
Así. concluye Montesquieu en su grandioso Espíritu de las Leyes, el
sistema de división de poderes, en el cual. en mayor o menor grado, he-
mos encontrado ya no esa división tajante de funciones como lo trazara
Aristóteles en La Política, ni como sus seguidores hasta Rousseau, sino en
determinados momentos no basta el equilibrio buscado mediante frenos y
balanzas. sino por demás la necesaria colaboración de uno con los otros
para el buen funcionamiento del Estado y para salvaguardar. como su fin
primordial, los intereses del pueblo, su felicidad y seguridad.

D. COLABORACIÓN y CONFUSIÓN DE PODERES


Al fincarse en definitiva el Estado Moderno. recogidos todos los ele-
mentos constitutivos mediante las aportaciones doctrinarias analizadas
con anterioridad. cabe agregar con relación a la división de poderes desde
la rigidez de Aristóteles hasta los preámbulos de la Revolución francesa y
el enriquecimiento de Montesquieu, con base en el constilucionalismo las
variables nacidos en su aplicación práctica. como son los fenómenos de la
colaboración y confusión.
Esas variantes en el ejercicio actual nos ofrecen dos formas: la con-
centración de poderes y la separación flexible. Aparece la concentración
cuando en el Estado las tres funciones las ejerce un solo órgano del Esta-
do. llamada confusión absoluta, y confusión relativa cuando en un órgano
reside la facultad decisoria respecto de los otros dos en todos los aspectos
concernientes a los mismos.
Esa confusión absoluta donde residen las funciones legislativa, admi-
nistrativa y jurisdiccional, sólo permite a los demás órganos creados por
el mismo Estado desarrollar funciones de índole administrativa, pero
siempre sujetas a las disposiciones y procedimientos dictados por el órga-
no superior de control, lo cual se encuentra fácilmente en las monarquías
no parlamentarias, denominadas de división por actividad.
Por su parte la confusión relativa nos ofrece otra visión. toda vez exis-
ten los tres órganos de la división, legislativo, ejecutivo y judicial, encar-
gados cada uno de la función específica correspondiente. pero se encuen-
tran subordinados unos a otros y las decisiones corren a cargo de alguno
de ellos, quien con toda autoridad dirige el ejercicio de las funciones gu-
bernamentales. Esta figura nos ofrece la confusión relativa por subordina-
ción de unos órganos a otros. muy común en la estructura interna de las
dictaduras.
En contraposición de la confusión existe el sistema de colaboración.
DEMOCRACIA Y REPRESENTACIÓN POLÍTICA 267

que cada día se extíende más en los Estados democrátícos contemporá-


neos, y si bien conserva la tradicional división de la doctrina clásica, sus
funciones no son de rigidez absoluta como se estableció originalmente,
porque disponen de acción recíproca, pero siempre con separación de ór-
ganos, lo cual está implicito en la naturaleza misma de la colaboración.
Por consiguiente es factor típico en este sistema la carencia de subordina-
ción de órganos, y ejercicio separado de las funciones específicas, pero
vinculados entre sí en la realización de las tareas del Estado para el logro
de su objeto y fines, pero es pertinente recordar en algunos casos la exis-
tencia de cierta invasión porque aun considerado que todos realizan actos
formalmente propios a su función, materialmente corresponde a otro de
los órganos llevarlos a efecto.
Así encontramos al ejecutivo realizando actos materiales formalmente
legislativos, como son frecuentemente el dictado de reglamentos, y el le-
gislativo a su vez lleva a efecto actos invadiendo la esfera de actívidad del
ejecutivo, como los de carácter presupuestario, y ambos asimismo ejecu-
tan actos formalmente jurisdiccionales como el de jurado, y en el judicial
atribuciones formalmente legislativas o ejecutívas realizadas en su funcio-
namiento interno, como son el dictado de ciertas disposiciones normati-
vas, o la de actos ejecutivos de nombramiento y designación de funciona-
rios del poder judicial. y a la inversa los hechos por el ejecutívo respecto
al poder judicial, todo ello dentro de las normas constítucionales como
respuesta al fenómeno válido de colaboración y corresponsabílidad.s
Las posibilidades de división, ya sea de carácter teórico o práctico, no
se agotan con lo descrito, se requeriria hacer un estudio de derecho com-
parado muy prolijo para observar las formas como esto ocurre en las di-
versas legislaciones de muy diferentes países, conforme al sistema guber-
namental seguido al efecto, como puede ser el de asamblea, rechazado en
la actualidad por buen número de tratadistas ante la consideración de la
dificultad de que un órgano así creado pueda ejercer los tres poderes a
la vez, demostrado de conformidad a su criterio, en el hecho de encomen-
dar a un comité o un individuo la función ejecutiva, por medio de un ór-
gano gubernamental creado especificamente al respecto, y con este hecho
aparece de inmediato la figura de la colaboración, toda vez quien realiza
la función puede ser removido por la propia asamblea que lo ha designa-
do, o por el contrario adueñarse de la propia asamblea, cayendo con ello
en la confusión, como históricamente ha ocurrido en diversos Estados al
intentar la incorporación de tal sistema a su régimen interno.

3 Al respecto, en el caso el constítucíonalísmo mexicano puede consultarse un estudio


completo en mi obra: "El Equilibrio del poder en México", publicado por la Universidad
. Nacional Autónoma de México, en sus cuatro ediciones.
268 TEORÍA GENERAL DEL ESTADO

En el sistema político de Suiza se estima la existencia del régimen


de asambleas pero tan sólo es aparente sin resistir un análisis crítico al
respecto, por la llamada Confederación de Estados. que nos sugiere un fe-
deralismo en un pequeño Estado. donde se realizan efectivamente asam-
bleas populares en algunos de sus cantones de poca densidad demográfi-
ca. pero lo ejercido ahí es propiamente dicho una democracia directa. y
no un régimen de asamblea por su reducida dimensión geográfica, escasa
población. las rígidas costumbres y respeto absoluto a sus tradiciones.
todo lo cual hace posible realizarlo como el único caso en el mundo, y he-
mos de recordar cómo la República de Uruguayejercia un sistema similar
con características propias, pero abrogado por su decadencia política de
hace varios lustros.
En la ex Unión Soviética por conducto del parlamento. como deposi-
tario de la soberanía popular, también fue ficticio el régimen de asamblea.
por el ejercicio de un sistema de dictadura flexible con la existencia de
los soviets como poder legislativo. el poder judicial a cargo de tribunales
diversos y el ejecutivo con un presidente de la Unión, lo cual se repetía
en las quince Repúblicas integrantes, pero el Comité Central del Partido
Comunista ejercía de hecho las funciones. cayendo así en la confusión de
diversa forma. de conformidad al detentador del poder público. el del Se-
cretario General del Partido.
Para concluir hemos de afirmar la inexistencia dentro de la historia
de las doctrinas e instituciones politicas, un sistema que pueda sustituir a
la división de poderes. por ser esta la mejor forma de control con el fin de
evitar la tirania y el despotismo, mediante el sistema de frenos y balanzas,
para obtener un verdadero equilibrio, evitando el dominio de un poder
sobre los demás para conformar un gobierno moderado en bien de los ciu-
dadanos. significado mayormente en las democracias plurípartídístas, tan-
to en las monarquías limitadas como en los regímenes parlamentarios y
presidenciales característicos de nuestros tiempos donde se procura por
una limitación al poder público de los gobernantes.

IV. FEDERALISMO

Los gobiernos establecidos a partir de la formación del Estado Moder-


no han incorporado paulatinamente la doctrina del federalismo, o unión
de diversas entidades autónomas en forma de alianzas o federación de
Estados. como existe actualmente en diversas partes del mundo, adoptan-
do para su ejercicio gubernamental la forma del federalismo. cuyos ini-
cios principiaron por previas alianzas de distintos grupos para formar
unidades mayores. con objeto de obtener fortaleza para enfrentarse a otros
grupos, ya sea en defensa o en clara manifestación guerrera, por expan-
sión, colonización. o por simple ambición de poder. .
DEMOCRACIA Y REPRESENTACIÓN POLÍTICA 269

Dentro de los principios del federalismo se encuentra la naturaleza


jurídica de la soberanía y autonomía, desde los más pequeños grupos,
llámense distritos, cantones, pueblo o provincias independientes, con re-
ducción de cierta parte de autonomía en aras de la creación de comunida-
des de mayores dimensiones, y por otra parte la conformación de confe-
deraciones como son las llamadas federaciones regionales, la unión de
Estados independientes, Unión de Repúblicas, como el caso de las quince
Socialistas Soviéticas de la desaparecida URSS, sustituida por una Comu-
nidad de Estados Independientes, CEI, con estructura similar, aunque de
sistemas opuestos.
Con lo anterior podemos distinguir fácilmente el comportamiento dis-
tinto del federalismo. Por ejemplo, en la formación de los Estados Unidos
al separarse del Reino Unido de la Gran Bretaña, el federalismo primario
consistió en la unión de las Trece Colonias a fin de conformar un Estado
soberano e independiente, en el caso de México al sacudirse el yugo del
invasor hispano se sustituyó el sistema colonialista de división territorial
en provincias sujetas a un poder central, para la formación de estados li-
bres y soberanos, quienes consintieron formar una República, no cedien-
do parte de su soberanía sino participando de la nueva soberania de la Fe-
deración, sujeta exclusivamente a las normas constitucionales sobre la
materia, todo lo cual es diferente sustancialmente, aunque el objetivo sea
el mismo, como en la conformación de la Unión Sudafricana, la propia
URSS y otras diversas, y dentro de ellos cabe hacer mención asimismo, el
Parlamento Europeo, cuya naturaleza es diferente al concepto tradicional
de federalismo, convertido en una verdadera Confederación de Estados
Independientes unidos para determinados fines.
La naturaleza del fenómeno denominado federalismo encierra en sí
mismo una sutileza sumamente compleja por los distintos procedimientos
de conformación, llamado en ocasiones, como en México, descentralizado
o federal, formando una federación como la resultante de la suma de las
entidades federadas, la confederación considerada una federación de
mayor envergadura compuesta por Estados distintos y en ocasiones anta-
gónicos, como fue la composición de Yugoslavia al término de la Segunda
Guerra Mundial, la 'alianza' o conjunción de voluntades para lograr un
objeto determinado, el llamado alineamiento, también unido por volunta-
des para un especial fin, como el alineamiento político de los países fir-
mantes del Pacto de Varsovia o los de la Organización de Países del
Atlántico del Norte (OTAN).
En las diversas formas del federalismo se dan dos criterios opuestos:
Unidad completa y separación absoluta, unidad y diversidad, y podría-
mos intentar una definición, a la manera de Carl J. Friedrich, en su obra
Gobierno constitucional y democracia, al decir: "el federalismo es la for-
270 TEORíA GENERAL DEL ESTADQ

ma de organización política acomodada a las comunidades donde el pa-


trón de objetivos territorialmente diversificado, intereses y tradiciones,
puede establecerse eficazmente gracias a los esfuerzos de todos en la
consecución de objetos e intereses comunes, y al cultivo de tradiciones
compartidas."
Por su parte, Maurice Duverger nos expresa la cierta identidad exis-
tente en cuanto a las teorías de la soberanía con la del federalismo, por-
que ambas ofrecen características especiales, la primera para justificar el
desarrollo del Estado, en tanto la desvalorización de la segunda engendra
teorías opuestas, unas atacan al Estado en dos flancos diferentes al mismo
tiempo: la autonomía de grupos más pequeños que el Estado, o sea, las
partes integrantes del mismo apoyados en las teorías politicas anglosajo-
nas y nórdicas, en tanto la otra se inclina por una autonomía estatal, que
se va reduciendo paulatinamente en beneficio de comunidades mayores y
hasta en una comunídad internacional global. Con base en ello Duverger
estima dos tipos de federalismo: el interno y el ínternacional. El primero a
su vez se subdivide en tres: autonomía comunal. Estado federal y organi-
zación corporativa.
El federalismo ínterno es la forma tradicional y primaria de dicho sis-
tema y por tanto el más conocido y desarrollado en la historia, del cual se
desprende la autonomía comunal, con muy amplia independencia me-
diante la forma descentralizada o selfgovernment, a territorio de reducida
extensión o agrupaciones y aun pequeñas ciudades, compuestas por gru-
pos humanos muy antiguos consideradas por tal motivo como necesarias
y naturales, aunque hemos de decir que existe una discusión doctrinaria
sobre los conceptos del federalismo y descentralización por ser distintos,
aunque en su naturaleza interna. no exista mayor diferencia sino exclusi-
vamente de grado al decirse que la "descentralización es un federalismo
atenuado, en tanto el federalismo es una descentralización muy avanzada".
La segunda subdivisión de Duverger, el genio del constítucionalismo
moderno, es el llamado Estado Federal, o sea, la posibilidad de otorgar
una organización política a los cuadros intermedios, regiones o provin-
cias, o estados. como les denominamos en México y otros países, consti-
tuidos como verdaderos Estados en el interior de un Estado, en oposición
de Ins federados al Estado federal que los ha englobado y coordina, como
ocurre en México, y aunque el gran maestro francés pone el ejemplo de
Estados Unidos, Suiza y la URSS, entre otros, estamos acordes con él en
cuanto al primero por ser uno de los más antiguos existentes en la actua-
lidad, pero no así con Suiza, toda vez que su verdadero nombre es el de
Confederación Suiza por su composición de cantones diversos, aun con
diferentes idiomas; y menos aún la URSS a la que nos hemos referido en
cuanto a su integración de Repúblicas diferentes, lo cual consideramos
DEMOCRACIA Y REPRESENTACiÓN pOLíTICA 271

como una Confederación de Estados, y la prueba es la forma dada al trato


político, por ejemplo, en los pasaportes se inscribía con toda claridad:
ciudadano soviético de nacionalidad georgiana, armenia ... y por demás
está decir que en lo concerniente a la Rusia actual, la Confederación de
Estados Independientes, porque en su denominación misma se establece
como una Confederación integrada por diversos.Estados, unidos exclusi-
vamente para determinados fines.
La tercera subdivisión del federalismo interno es la llamada organiza-
ción corporativa, concediendo poderes autónomos a aquellas organizacio-
nes profesionales constituidas en corporaciones, como las universidades,
las de carácter intelectual. .. considerada por sus seguidores como una for-
ma intermedia entre el liberalismo económico y el socialismo, pero sin
aceptar ellaissez faire y loissez passer del primero, ni el estatismo del se-
gundo, cuya tendencia es organizar la profesión para los propios profesio-
nales, dividida en dos tendencias opuestas: la de carácter moderado de
los cristianos sociales y la estatal propiamente dicha, utilizada en mucho
por los fascistas en la propaganda de sus sistemas, con los cuales intentan
convencer y engrosar sus filas mediante actos proselitistas.
Por su parte, siguiendo a Duverger, el federalismo internacional, cons-
tituido en épocas más recientes, trata de incrementar al Estado con otros
más, a fin de constituir otro con mayor potencialidad, también subdividi-
do en tres diferentes formas: en la primera, el federalismo en si mismo
considerado, se opone radicalmente a la formación de alianzas o confede-
raciones, la diferencia sustancial entre federación y confederación del si-
glo pasado es típica al respecto. Las autoridades superiores de una federa-
ción tienen poder sobre los demás Estadas incorporados, es, por tanto un
super-Estado con relación a los demás. y tiene la doble forma de ser ob-
servada o estudiada, como federalismo interno si es considerado como
Estado federal, o internacional en caso de estimar así a los Estadas miem-
bros. Por el contrario, si en la cúspide no existen sino organismos de
coordinación y no un poder superior de decisión, la autoridad continúa
estando en manos de los confederados y las decisiones tomadas deberán
ser por unanimidad, contrariamente a los organismos federales donde los
acuerdos son tomados por mayoría. .
En la segunda forma, debe distinguirse claramente si es federalismo
total o parcial, como ejemplo de esta última podemos observar La Comu-
nidad Europea sobre el Carbón y el Acero, donde los Estados miembros
dejan el poder de decisión en manos de los gobernantes federales, en tan-
to en el total "los gobernantes federales tienen una competencia más ge-
neral en cuestiones de orden público. de seguridad tanto interior' como
exterior". Para el federalismo total se utiliza el término federal, para el
parcial el de supranacional.
272 TEORfA GENERAL DEL ESTADa

Por último, una tercera forma es aquella: donde debe distinguirse fede-
ralismo global del local, sea aquél extendido a toda la comunidad o éste
restringido a ciertas limitantes geográficas. El ejemplo más claro para el
primero es la Organización de las Naciones Unidas, sin poder de decisión,
salvo en ciertas áreas técnicas de competencia limitada, en tanto las fede-
raciones organizadas como los Estados Unidos, México ... son de carácter
local con decisiones de mando interno.
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ÍNDICE

póg.

ADVERTENCIA. • . . • IX
A MANERA DE PRÓLOGO. XIII

CAPÍTULO PRIMERO

LA TEORÍA GENERAL DEL ESTADO y EL DERECHO


1

CAPITULO SEGUNDO

ORIGEN DE LAS INSTITUCIONES POLÍTICAS Y SOCIALES


I. El Hombre y su medio ambiente. 7
n. El sedentarismo. . . . . . . . . . 11
III. La familia. . . . . . . . . . . . . 15
A. Forma primigenia de unión social. 15
B. La poligamia y sus clases . . . . 16
C. Diversas formas de unión familiar. 18

CAPiTULO TERCERO

FORMAS PREESTATALES
1. La banda. 23
n. La tribu 25
III. La horda . 28
IV. La gens . . 31
V. El clan y el tótem 34
VI. El tabú . . 36
VII. El carisma . . . 39

CAPITIJLO CUARTO

ORIGEN DEL ESTADO


I. Encuadramiento del tema. . . . . . . 43
n. Diversos significados del término Estado 44

277
278 íNDICE

111. Conceptos previos sobre el Estado. . . . . . . 44


IV. Escuelas y tratadistas sobre el origen del Estado. 51

CAPíTULO QUINTO

INSTITUCIONES SOCIO POLÍTICAS


DEL MÉXICO PREHISPÁNICO
1. La aparición del hombre en el continente americano. 55
A. Encuadramiento del tema 55
B. Primeros asentamientos . . 58
1. Meseta central. . . . . 60
a. Cultura teotlhuacana . 60
b. Cultura tolteca . . 60
c. Cultura chichimeca . 60
d. Cultura azteca. . . . 61
2. Costa norte del Golfo de México. 61
a. Cultura olmeca antigua. . . . 61
b. Cultura olmeca reciente . . . 61
c. Cultura totonaca antigua el Tajín 61
d. Cultura huasteca . . . . . . . 61
e. Cultura. totonaca. . . . . . . . 61
f. Cultura totonaea reciente Cempoala 61
3. Costa sur del Golfo de México. 62
a. Cultura zapateea 62
b. Cultura mixteca. . . . . . 62
4. Costa del Pacífico . . . . . . 62
a. Cultura zapoteca en Michoacán . 62
b. Cultura tarasca . . . . 63
C. Desarrollo de la cultura azteca 63
1. El calpulli. . . . . . 63
2. La región o provincia. . 68
3. Régimen de asambleas . 69
4. Señoríos independientes 70
5. Régimen electoral 70
6. La federación . . 71
7. La confederación. 72

CAPÍTULO SEXTO

PRIMEROS ASENTAMIENTOS SOCIOPOLÍTICOS


EN ORIENTE
1. Encuadramiento del tema. 77
Il. La antigua Mesopotamíe 79
III. Egipto . 80
[V. La India . . . . . . . 92
ÍNDICE 279

V. Israel. 95
VI. China 99

CAPiTULO SÉPTIMO

LA EDAD MEDIA
1. Encuadramiento del tema. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 103
n. El papado. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 106
III. Acontecimientos que inciden en la evolución y desarrollo del Estado
durante la Edad Media. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 108

CAPiTULO OCTAVO
CIENCIA POLÍTICA
l. La política, el polltico y lo político. 111
n. El pensamiento griego . 114
A. Sócrates y los sofistas 118
B. Platón. . . . . . . 119
C. Aristóteles . . . . . 121
l. Doctrina politica . 121
2. El libro Sexto de La Política. 124
111: Influencia del pensamiento griego en la historia de las ideas políticas 129
A. Alejandro Magno y el Helenismo 129
B. Roma y Polibio . 132
1. Roma. 132
2. Polibio . . . 135

CAPITULO NOVENO

TEORÍA DEL ESTADO


1. Encuadramiento del tema. . . 139
n. Objeto de la teoría del Estado. 141
III. Relaciones con otras ciencias . 143
IV. Método y metodología . . . . 144
A. Concepto y clases de métodos 144
B. Método dialéctico. . . . . . 145
C. Método de la Teoría General del Estado 146

CAPíTULO DECIMO

EL ESTADO
1. Encuadramiento del tema. 153
n. Elementos constitutivos del Estado. 153
A. Pueblo . . 154
B. Poder . . 156
C. Territorio. 157
280 INDICE

III. El concepto nación. 159


IV. Justificación y fines 160

CAPiTULO DÉCIMO PRIMERO

FORMAS DE ESTADO y FORMAS DE GOBIERNO


1. Encuadram íento del tema. . . 163
n. La aristocracia y la monarquía. 165
Ill. La república . 167
IV. La democracia. 169

CAPÍTULO DÉCIMO SEGUNDO

DIVERSAS TEORÍAS Y ESCUELAS SOBRE EL ESTADO


1. Encuadramiento del tema. . 171
11. Ideas políticas de la reforma 173
A. Martín Lutero. . . . . . 173
B. Melanchtbón y Swinglio . 174
C. Calvino . 175
Ill. Teorías Políticas de la Patrística Universal 177
A. Conformación de la Patrística. . . . . 177
B. San Agustín (350-430). . . . . . . . 178
C. San Bernardo de Claraval (1091-1153) . 179
D. Juan de Salisbury (1115-1180) . . . . 180
E. Santo Tomás de Aquino (1227'1274) 181
N. Maquiavelo y el concepto sobre el Estado. 183

CAPÍTULO DÉCIMO TERCERO

EL ESTADO MODERNO
1. Antecedentes. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 191
A. La separación de las Trece Colonias de Norteamértca, del Reino
Unido de la Gran Bretaña . . . . . . 191
B. La Revolución Francesa . . . . . . . . . . . . . . . 198
C. Las primeras constituciones de Francia . . . . . . . . 203
D. Declaración de los derechos del Hombre y el ciudadano . 205
E. Principales doctrinas y doctrinarios de los siglos XVI. XVII Y XVIII. 206
F. Principios doctrinarios sobre la soberanía . . . . . . . . . 208
1. lean Bodin y la soberanía interna . . . . . . . . . . . 208
2. Hugo Grocio y la soberanía del Estado frente a los demás. 211

CAPiTULO DÉCIMO CUARTO

EL ESTADO MODERNO: LOS CONTRACTUALISTAS


1. Grecia . . . . . . . 215
11. Sócrates y los sofistas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 216
íNDICE 281

1lI. Los Epicúreos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 217


N. Principales autores antímonárquícos del siglo XVI. con base en las Doc-
trinas del contractualismo. . . . . 218
V. Altusio y los derechos del Hombre. 222
VI. Hobbes y la representación política 223
VII. Puffendorf (1632-1694). . . . . . 230
VIII. john Locke. Democracia y constitucionalismo . 232
IX. jean jaeques Rousseau (1712-1778): libertad y axíología política.. 240

CAPÍTULO DÉCIMO QUINTO

DEMOCRACIA Y REPRESENTACIÓN POLÍTICA.


DIVISIÓN DE PODERES Y FEDERALISMO
I. Encuadramiento del tema. . . . . . 247
Il. Democracia y representación política. 248
III. División de poderes 251
A. Antecedentes. . . . . . . . . . 251
B. Montesquieu . . . . . . . . . . 252
C. Teoría de la División de Poderes de Montesquieu . 259
D. Colaboración y confusión de poderes 266
IV. Federalismo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 268

BIBLIOGRAFÍA. . . 273
Esta obra se terminó de imprimir y encuadernar
el 2 de enero de 2008 en los talleres
Castellanas Impresión, SA de CV,
Ganaderos 149, col. Granjas Esmeralda,
09810, Iztapalapa, México, DF

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