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Los principios son conjuntos de conceptos generales atribuidos a las facultades

inherentes a la persona, por ello el principio de universalidad respalda todos los


principios anteriores, ya que permite que los derechos sean reconocidos a nivel global y
permitan la construcción de la persona dentro de la sociedad.

Por un lado, el principio de irrenunciabilidad, impide que todo ser humano renuncie a
sus derechos así sea por voluntad propia o por presión de algún otro individuo, ante esta
premisa, nadie puede ser despojado de sus derechos ni privarlo de su uso, por ejemplo,
Nadie puede ser despojado de su propia libertad, para ser sometido a esclavitud, torturas
ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes” como lo establece los artículos 3,
4 y 5 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Por otro lado, el principio de inalienabilidad engloba un conjunto de aspectos que no


puede hacer (transmitir, ceder, vender o renunciar a sus derechos), entonces, este
principio garantiza y respalda que los derechos del titular sean permanente e inherentes.
Sin embargo, el Estado puede suspender sus derechos en distintas ocasiones, con la
finalidad en virtud de la sociedad o por vulneración de una ley.

El principio de inviolabilidad, obstruye a todo individuo que atente, lesione o destruya


los Derechos Humanos; asimismo, ninguna autoridad puede vulnerar legítimamente
contra ellos, ya sea policial, militar u otro cualquiera que actúe en representación del
Estado. , Alzamora (1977), afirma que “El hombre es sujeto de derechos y deberes
porque es persona, y como persona es titular de aquellos y está obligada respetar, el
titular de derecho no solo contrae facultades, también contrae deberes; por ende, los
derechos están por sobre encima de las leyes, pues la ley protege y garantiza los
derechos y no permite que ningún individuo los vulnere.

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