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Josef Mengele: El Ángel de la Muerte.

Josef era el mayor de los tres hijos de Karl Mengele y su esposa Walburga (fallecida en 1946), unos
acaudalados industriales de la ciudad de Günzburg (Baviera). Sus hermanos pequeños eran Karl y
Alois. Mengele estudió medicina y antropología en las universidades de Munich, Viena y Bonn. Josef
Mengele creció en Günzburg en medio de un ambiente de clase alta alemana, por lo que adquirió
hábitos de caballero que, sumado a su buena imagen, atraían al sexo opuesto y le abrían muchas puertas
en la sociedad alemana. Su padre, Karl, era industrial y se hizo rico. Josef adoraba a su madre
entrañablemente, a pesar de ser muy severa y estricta; sin embargo, mantenía cierta distancia con su
padre. Una característica física distintiva de Mengele era un notorio espacio interdental entre los
dientes superiores frontales.

En 1933 su padre, quien era nazi acérrimo, ofreció su salón industrial a Hitler para que este pronunciara
un discurso en Günzburg; por estos servicios, Karl Mengele recibió amplias facilidades económicas
para hacer crecer su negocio. En Munich, Josef se doctoró en antropología en 1935 con una tesis
doctoral acerca de las diferencias raciales en la estructura de la mandíbula inferior, bajo la supervisión
del profesor Theodor Mollison. A continuación viajó a Frankfurt, donde trabajó como ayudante de
Otmar von Verschuer en el Instituto de Biología Hereditaria e Higiene Racial de la Universidad de
Frankfurt. En 1938 se doctoró en medicina con una tesis doctoral titulada Estudios de la fisura labial-
mandibular-palatina en ciertas tribus.

Josef Mengele, a partir de las convicciones de Otmar von Verschuer, se convirtió en un antisemita
acérrimo, convencido plenamente de la superioridad de la raza aria y con un absoluto desprecio por el
judío. La vocación médica de Mengele estaba orientada al estudio genético-racial, más que a la
medicina curativa. Josef, quien pertenecía a las juventudes hitlerianas, se incorporó a las SA en el
momento que éstas estaban a punto de desaparecer como grupo armado, y tuvo que renunciar. Intentó
incorporarse a las SS pero no tuvo un éxito inicial; debió intentarlo tres años después. Se casó en 1938
con Irene, una hermosa y educada dama de religión luterana (a pesar de que Mengele era católico) y
tuvo un hijo llamado Rolph.

La boda de Irene y Josef Mengele

En 1932, a la edad de 21 años, Mengele se afilió a la Stahlhelm, Bund der Frontsoldaten, asociación
nazi que se incorporó a la Sturmabteilung (SA) en 1933 y que Mengele abandonó poco después
alegando problemas de salud. Se afilió al partido nazi en 1937 y en 1938 entró en la Schutzstaffel (SS).
Entre 1938 y 1939 sirvió durante seis meses en un regimiento de infantería ligera de tropas de montaña.
En 1940 fue destinado a la reserva del cuerpo de médicos, comenzando un período de tres años en el
que serviría en una unidad Waffen SS, la 5ª SS Panzergrenadier Division Wiking. En 1942, en Rostov,
resultó herido en una pierna en el frente ruso y fue declarado no apto para el combate. Gracias a su
comportamiento brillante frente al enemigo en el frente oriental, fue ascendido al rango de capitán. Fue
reasignado entonces como Lagerarzt, médico de un campo de concentración (KZ).
El doctor Mengele en su consultorio en Auschwitz

Descontando un breve período pasado en un hospital de Leipzig, donde cursó su internado, y su gira
con la División Vikinga, Josef Mengele practicó muy poco la medicina en enfermos y heridos antes de
llegar a Auschwitz. Las evidencias indican que allí no aumentó su experiencia clínica. Si Mengele
hubiera estado interesado en el tratamiento de las enfermedades, Auschwitz le habría ofrecido una gran
variedad de oportunidades. Para todo prisionero, la enfermedad implicaba un gran riesgo. Todo el que
contrajera una dolencia grave o sufriera una herida que le dejara inválido se arriesgaba a la inmediata
selección para una terapia de Zyklon B. Mengele fue enviado al campo de concentración de Auschwitz
en sustitución de otro doctor que había caído enfermo. El 24 de mayo de 1943 se convirtió en el oficial
médico del llamado campo gitano, una parte de Auschwitz-Birkenau. Consecuentemente, Mengele se
convirtió en el oficial médico en jefe del principal campo de enfermería de Birkenau. Sin embargo, no
fue el oficial médico en jefe de Auschwitz; por encima en la jerarquía se encontraba el médico de la
fortificación, Eduard Wirt.

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Muchos hombres de las SS, en los KZ, utilizaban su posición para explotar sexualmente a las
prisioneras, a pesar de las estrictas órdenes de Himmler sobre las relaciones con judíos. Fania Fenelon,
la cantante que escribió Playing for time sobre sus experiencias con la Qrquesta de Auschwitz, solía
obedecer ocasionalmente la orden de cantar para Mengele en su alojamiento. Poco antes de morir,
Fenelon habló de sus encuentros con el médico; su entrevistador quedó con la clara impresión de que
ella estaba hablando de un antiguo amante. Constantemente circulaban rumores sobre las relaciones de
Mengele con mujeres del campamento. Una de las candidatas preferidas era la guardia Irma Grese, de
veintiún años, que formaba parte de su comitiva. Grese, una rubia de ojos azules, a la que muchos
consideraban hermosa, se había formado como enfermera bajo las órdenes del doctor Kad Gebhardt,
médico personal de Himmler y cirujano ortopedista; abandonó ese trabajo por un empleo en una granja,
pero acabó enrolándose en las SS. Grese causó en sus superiores una impresión lo bastante buena como
para que se la pusiera al frente de treinta mil mujeres. Como Mengele, se enorgullecía mucho de su
aspecto físico y se acicalaba durante horas antes de presentarse con lo mejor de las ropas confiscadas.
En otras ocasiones le encantaba pavonearse por el patio con sus botas altas, su pistola en la cadera y un
látigo en la mano, Al parecer, le gustaba azotar a las mujeres en los pechos, exhibiendo una veta sádica
de origen sexual. Muchos estaban convencidos de que Grese era lesbiana, pero otros la asociaban
íntimamente a Mengele. Capturada por los británicos cuando liberaron el campo, Grese fue condenada
por crímenes de guerra y ahorcada en 1945.

Fue durante su estancia de 21 meses en Auschwitz cuando el doctor Mengele alcanzó la fama,
ganándose el apodo de "El Ángel de la Muerte". Cuando los vagones de tren repletos de prisioneros
llegaban a Auschwitz II (Birkenau), con frecuencia Mengele esperaba en el andén junto a otros
médicos para seleccionar a los más aptos para el trabajo y la experimentación, así como a quienes
serían enviados inmediatamente a las cámaras de gas.
En esta primera etapa, Mengele se paraba en una rampa frente a las filas e indicaba con un gesto de la
mano quién moría y quién vivía: a la izquierda iban las mujeres jóvenes y hombres de evidente buen
estado de salud; a la derecha iban los ancianos, niños, mujeres embarazadas e incapacitados. Los que
quedaban en la fila de la derecha iban directamente a las cámaras de gas. Los supervivientes de este
campo que conocieron a Mengele lo describían como un oficial impecablemente acicalado, muy
apuesto y perfumado, de gestos aristocráticos y poseedor de una extraña mezcla de condescendencia y
una ferocidad morbosa ante el poder de decidir quién vivía o moría. Muy pocas veces, Mengele
demostró humanitarismo respecto de alguno de los condenados, e incluso mató personalmente a
algunos cautivos por desobedecer las reglas. Se llegaron a conocer casos de perversión sexual
practicada con las mujeres de la fila izquierda, azotando los pechos con un látigo o realizando
defenestraciones que invalidaban a las muchachas que, tarde o temprano, terminarían en las cámaras de
gas.

El oficial del megáfono les explicaba que hombres y mujeres se separarían. Aquellos en condiciones de
trabajar formarían una columna. Una segunda columna incluiría a los ancianos, los niños, las mujeres
con hijos pequeños y todo aquel que fuera considerado demasiado débil para trabajar en pro del Tercer
Reich. Esa segunda columna iría inmediatamente a las aldeas donde vivían los internos y organizarían
las labores domésticas. Todo era parte de la complicada ficción que se mantenía en los KZ. Los que no
eran considerados aptos para el trabajo iban directamente a las cámaras de gas, deteniéndose sólo para
desvestirse. Ni siquiera se registraba su llegada a Auschwitz; los funcionarios del campamento
desconocían sus nombres y sus lugares de origen.

Dibujos sobre Josef Mengele realizados por un prisionero

Naturalmente, el sistema requería de un médico que juzgara quién estaba en condiciones de trabajar
como esclavo y quién debía ir directamente a la muerte. El doctor Josef Mengele comenzó a
desempeñar ese papel en mayo de 1943, casi inmediatamente después de su llegada. Los testigos
declararon haberlo visto cumplir con esa función por lo menos setenta y cuatro veces. Es muy posible
que haya estado junto a las vías en muchas ocasiones más, pero quienes allí lo vieron murieron.

De cualquier modo, varios supervivientes ofrecen vívidos recuerdos de Mengele como seleccionador
de los recién llegados. El día en que Miklos Nyiszli, patólogo húngaro, vio por primera vez la luz de
Auschwitz, reparó en “un joven oficial de las SS, de impecable uniforme, con una escarapela de oro
adornando su solapa y las botas bien lustradas”. Cuando Nathan Shapell bajó a tropezones del tren, en
1943, vio a “cientos de hombres de la Gestapo y de las SS que les esperaban. Nos recibió un hombre a
quien pronto conocí como el doctor Mengele, el Carnicero. Al acercarse la columna a los oficiales, ésta
se reducía a una fila india para pasar delante de ese monstruo inhumano, que estaba con otras personas
en una pequeña plataforma situada encima de nosotros, levantando la mano con el pulgar extendido y
moviéndola hacia delante y hacia atrás. Nos hacían desfilar como a un rebaño, golpeándonos para que
nos moviéramos cada vez más de prisa. En ese momento no sabía lo que significaba el movimiento de
su dedo, pero pronto fue obvio. Una fila, a la izquierda, era de hombres y mujeres jóvenes. Los de edad
mediana, los enfermos, los ancianos y los niños iban hacia la derecha”.

Timbre postal sobre Auschwitz

“Nos descargaron en Auschwitz”, declaró Elizabeth Mermelstein, proveniente de Checoslovaquia, “y


allí estaba el famoso doctor Mengele, diciendo: izquierda, derecha, izquierda, derecha. Había montones
de judíos que nos aconsejaban qué hacer. Pero estábamos completamente desconcertados. Las madres
corrían tras sus hijos. Los hijos corrían tras los padres. Yo iba corriendo tras mis padres cuando
Mengele dijo, en alemán: 'A ver, gordita, tú puedes ir a trabajar. Eres bastante joven'. Nunca olvidaré
eso. Tres veces corrí hacia mis padres y las tres él me hizo volver. Mi hermana estaba conmigo. Se
llevaron a sus hijos. De pronto, increíblemente, oímos música. ¡Un vals de Strauss! Los sonidos
cadenciosos surcaban el aire gris y oscuro de la mañana. Tranquilizantes. Reconfortantes. La alegre
melodía nos hablaba de la vida que habíamos conocido y prometía un futuro. Un oficial de las SS, alto
y apuesto, caminó junto a nosotros, yendo y viniendo, inspeccionándonos. Era Mengele, en busca de un
intérprete. Descubrió que yo hablaba alemán, además de mi lengua materna, y me reclutó,
indicándome: ‘Haz la misma pregunta a todos los adultos: ¿Cuántos años tiene? Pregunta en húngaro y
dímelo en alemán’. Un anciano barbado ocupaba la cabeza de la fila. Dijo tener setenta y dos años, y le
repetí su respuesta a Mengele en alemán. El doctor movió un dedo. Un oficial de camisa parda, que
estaba a poca distancia, empujó al viejo en la dirección que había señalado el médico. Luego apareció
una madre con un bebé en brazos. Tenía veintidós años, y Mengele señaló con el dedo hacia la derecha,
el mismo rumbo seguido por el anciano. Después venía una criatura de tres años a la que su madre
había logrado mantener limpia; llevaba pantalones de deporte y zapatos de charol negro. Hersh la
reconoció como Sofie. La niña parloteaba acerca de un abundante desayuno. Mengele preguntó su
edad. La madre, enferma y fatigada, se presentó a continuación; tenía veintitrés. Mengele envió a Sofie
y a su madre hacia la derecha. A la niña se le cayó su perro de peluche y quiso volver a buscado, pero
un soldado la pinchó con un arma y apartó el peluche de una patada. El padre de Sofie, el siguiente en
la fila, levantó la voz: ‘No importa; yo le llevaré el perro’. Mengele pidió silencio. Al saber que el
hombre tenía veintinueve años, lo envió a la columna de los aptos para el trabajo. El hombre protestó,
diciendo que deseaba estar con su familia. Un soldado le dijo que los vería más tarde; los hombres
debían desayunar en una barraca distinta. El padre se opuso. Entonces el soldado levantó su arma. El
padre, aún ignorando el significado de la selección, ocupó su lugar en la fila de la izquierda”.

Durante toda la mañana, Gizelle Hersh formuló la misma pregunta a todas las personas. Una muchacha
de quince años, asignada a la columna de trabajadores, preguntó si podía acompañar a sus padres en la
de la derecha. Mengele, encogiéndose de hombros, la dejó ir hacia una rápida muerte. Mientras su
propia familia se acercaba a la cabeza de la fila de inspección, Hersh trataba de descifrar el significado
de las dos columnas. Había notado que todos los niños, como su hermana Katya, que tenía doce años,
eran enviados a la derecha, “hacia la fábrica, con su gruesa humareda gris, que escupía continuamente
hacia el cielo cubierto. También los ancianos iban en esa dirección. Eso podía significar, por supuesto,
que la gente enviada hacia la derecha no necesitaba trabajar”. Eso parecía tener sentido, pues se
ajustaba a la promesa que Adolf Eichmann había hecho a los contingentes húngaros en el momento de
partir. Pero Hersh estaba intrigada por el destino de las mujeres mayores de treinta y cinco años.
Aunque muchas eran aptas para el trabajo, las enviaban hacia la derecha y la madre de Hersh tenía
treinta y cinco años. Cuando aparecieron sus hermanas, les indicó por señas que no dieran muestras de
conocerla. Agregó un par de años a la edad de cada una, para que hasta la menor figurara como de
quince. Todas las muchachas y su hermano fueron encaminados hacia la izquierda. Entonces se
presentaron sus padres. Gizelle Hersh restó un año a la edad de su madre, presentándola como de
treinta y cuatro, y cinco a su padre, para anunciarlo como de cuarenta y nueve. Su madre le dijo:
“Gizeka, papá y yo estamos juntos”. “La mujer quiere ir con su esposo”, dijo Hersh a Mengele. El dedo
se movió ásperamente. Sus padres, de la mano, caminaron en dirección a la fila destinada a la fábrica.
Ella jamás volvió a verlos.

Mengele no usaba un gorro rígido formal, sino uno blando, con la insignia de la Cabeza de la Muerte.
Llevaba una cruz al cuello y, en el cinturón, un lema: "La muerte con la bendición de Dios”. Un
prisionero recordaba: “Mengele era un Doctor en Filosofía, un Doctor en Medicina, un hombre que
disfrutaba con la música y la poesía, y su mejor arma eran sus modales. Lograba que la gente hiciera
cualquier cosa con su actitud de persona decente. Te desarmaba totalmente. No se podía creer que
estuviera mintiendo, pero mentía sin cesar. Actuaba sobre la base de que, si uno da los buenos días a un
prisionero, está demostrando ser buena persona”. En un ambiente de violencia diaria, aplicada por
soldados y guardias que no veían la utilidad de enmascarar su personalidad, la actitud de Mengele
resultaba comprensiblemente efectiva.

“Cuando uno veía a una persona con una cara fea, con unos ojos redondos y pequeños y de mirada
dura, trataba de escapar a las barracas. Mengele, en comparación, parecía tan apuesto que, cuando lo
veíamos, casi sentíamos el impulso de correr a la puerta para saludarlo”. Una prisionera coincide en
que Mengele calculaba fríamente los efectos de sus modales. “Todo era parte de su diabólico método
para hacemos confiar en él, una y otra vez. No sólo nos mataba, sino que nos torturaba
psicológicamente. Yo era música, al igual que mi esposo. Nuestro hijo dio su primer concierto a los
diez años. Para mí, la música era algo especial, casi sagrado. Mengele nos tenía de pie durante una
selección, mientras la orquesta tocaba un alegre vals vienés. Y cuando la orquesta comenzaba a tocar
piezas de Bach, sabíamos que era el momento en que se encendían los hornos crematorios. Eso te
marca para siempre y no vuelves a soportar escuchar algo que fue para ti tan amado”.

“A Mengele le encantaba presentarse ante nosotros, con su olor a jabón perfumado, tan elegante, tan
apuesto, con aquella camisa de un bello color. Algunas muchachas me decían: ‘Me encantaría pasar la
noche con Mengele’. Era otro modo de volvemos locas. Había que estar loca para oler el crematorio y
considerar atractivo a ese individuo, para sentir ganas de pasar la noche con él. Conocía la actitud de
las mujeres. Nos llamaba ‘sucias prostitutas’. Nosotras olíamos a orina, a heces y a hambre; él
disfrutaba humillándonos, reduciéndonos a ínfimos animales”.

Hasta los otros hombres de las SS temían a Mengele. Marc Berkowitz contaba cómo se comportaba el
doctor Heinz Tilo ante la mera amenaza de Mengele: “Tilo trataba de copiar a Mengele. Creó un
cortejo para sí y trataba de desarrollar proyectos de investigación como Mengele. Le tenía mucha
envidia. Cierta vez, Mengele abandonó el campamento durante varios días y me dio instrucciones de
que nadie tocara nada en su zoológico durante su ausencia. Tilo trató de hacer una selección entre
nosotros y tenía intenciones de incluirme. Uno de los prisioneros dijo que había llegado el momento de
rezar. Yo recobré el uso de la lengua y dije a Tilo que el doctor Mengele me había encargado de cuidar
sus registros mientras él no estuviera. Tilo, al oír su nombre, olvidó la selección. El nombre de
Mengele era un santo y seña para nosotros; una palabra sagrada”.

Dibujo de Mengele supervisando un castigo

Hacia octubre de 1943, los ejércitos de Benito Mussolini se habían rendido; incluso el dictador había
huido a la seguridad del norte. Los soldados de las SS y el resto de la policía fascista gobernaban la
ciudad de Roma. En una fiesta sabática de ese mes, una redada de judíos despachó a Auschwitz a unas
mil personas. Hasta el comandante Hoess estaba junto a las vías para saludar al contingente italiano. Se
decía que los romanos eran gente de gran fortuna, que vestían pieles y lucían joyas, y sus mujeres se
ataviaban a la moda. Satisfecha la curiosidad por esos seres exóticos, los nazis se dedicaron a su tarea,
vociferando órdenes a los recién llegados. Cuando resultó obvio que no comprendían las instrucciones,
Mengele preguntó si alguien podía servir de intérprete. Un tal Wachsberger se ofreció como voluntario:
“Me ordenó decir que las ancianas y las mujeres con hijos pequeños serían puestas en camiones para
viajar hasta el campamento, que estaba a diez kilómetros de distancia. Los jóvenes permanecerían atrás
y harían el viaje a pie. Si alguno de ellos se sentía cansado y no deseaba caminar tanto (Wachsberger
recuerda que había unos cuatrocientos cincuenta jóvenes físicamente capaces en ese contingente)
también podían viajar en los camiones. Unos trescientos eligieron viajar en camión. Y murieron por
eso”.

Durante la selección, Wachsberger observaba la conducta de Mengele: “Tenía modales elegantes y un


porte tranquilo que casi siempre lindaba con la presunción y también con el extremo del encanto.
Mientras distribuía a los prisioneros entre derecha e izquierda, silbaba un aria de Wagner. Yo quería ir
en los camiones, porque mi esposa y mi hijo estaban entre los pasajeros, pero cuando iba a subir se me
acercó Mengele y me bajó de un tirón, diciendo: ‘Tú te quedas con nosotros, porque te necesitamos
como intérprete. Cuando llegues al campamento encontrarás a tu familia’. Sin embargo, llegamos al
campamento tras sólo diez minutos de caminata. No había diez kilómetros de distancia”.

Dibujo de Mengele durante la selección de prisioneras

Con los cráneos afeitados, números tatuados en los brazos, bañados con una ducha fría y un rocío
desinfectante que provocaba escozores, Wachsberger y sus compatriotas vieron la muerte rápida y
violenta en su primera jornada en Auschwitz. Un prisionero fue fusilado por no avanzar con suficiente
celeridad; otro que cayó al suelo, agotado, fue golpeado hasta morir en el mismo sitio. Otro, en su
desesperación, se arrojó contra la cerca electrificada. “Los prisioneros judíos más antiguos decían: ‘Sus
familias están en esos sitios donde brota el humo’. Nosotros no queríamos creerlo. Otros prisioneros
dijeron que nuestras familias sólo habían ido a una zona e desinfección, para ser llevados después a los
campamentos familiares. Nosotros deseábamos creer que habían ido a los campamentos familiares”.
Mengele llamó a Wachsberger para charlar varias noches. “Quería saber qué había pasado en Italia tras
la caída del fascismo. Se mostraba ansioso y lleno de curiosidad; le dije cuanto sabía. Cuanto más le
contaba, más detalles pedía él. Bebía mucho vodka y, con frecuencia, estaba bastante ebrio”.
Wachsberger interrogó a Mengele sobre los trescientos jóvenes competentes a los que había instado a
coger el camino de las cámaras de gas. “Quien no es capaz de caminar diez kilómetros tras pasar cinco
días en un tren, no puede hacer el trabajo que necesitamos aquí”, respondió el médico. Wachsberger
llegó a la conclusión de que Mengele actuaba por cuenta propia, al menos en parte, sobrepasando los
límites fijados por Himmler, quien deseaba una abundante mano de obra esclava. Por lo común, la
cuota de supervivientes entre los pasajeros desembarcados iba del veinte al veinticinco por ciento, pero
en algunos casos un ochenta o noventa por ciento iban directamente a la muerte.

Los trenes, con su carga humana, llegaban tres o cuatro veces al día y durante la noche. Teóricamente,
la tarea de la selección tenía que dividirse por igual entre los médicos del campamento. Sin embargo,
Mengele cumplía esas funciones con mucha más frecuencia de la que le correspondía, probablemente
con la bendición de otros médicos, a quienes la tarea no resultaría tan cómoda. “Infatigable”, es la
palabra que utiliza un sobreviviente para describir la devoción de Mengele por esa selección. Insiste en
que Mengele participaba en esas selecciones “siempre, día y noche”. Mengele, por su parte, se ponía
violento cuando se interrumpía el proceso de selección. Alguna vez vio a un anciano que, a pesar de
haber recibido la indicación de ir hacia la fila de la muerte, echó a andar hacia el otro grupo, donde
estaba su hijo, calificado para trabajar. Furioso, Mengele cogió una gruesa cachiporra y la descargó
contra el cráneo del viejo. El culpable, que ni siquiera había tenido conciencia de su débil intento de
evitar la cámara de gas, cayó muerto.

Tras golpear en la cabeza en repetidas ocasiones a una judía que intentaba escaparse, le gritó: "Quieres
escapar, ¿no? No puedes escapar. Vas a arder como las otras. Vas a asarte, sucia judía”. Lo último que
vieron otras prisioneras fue su silueta desnuda, desamparada, caminando rumbo a las cámaras de gas,
con la cabeza convertida en una bola sangrienta por el ataque de Mengele. Poco después vieron al
médico en el hospital, silbando mientras se lavaba las manos ensangrentadas con jabón perfumado. El
ataque de Mengele no demostraba solamente su rápido enojo, sino también su dedicación al papel de
seleccionador. Quien desafiara sus derechos se arriesgaba a su furia. Disfrutaba de ese trabajo por el
poder de otorgar la vida y sentenciar a muerte que le daba.

En octubre de 1943, siendo Yom Kippur, la más sagrada de las festividades judías, Mengele se dirigió
en su motocicleta a un campo de fútbol que, en aquel momento, albergaba a dos mil niños varones. De
pronto, Mengele subió a un estrado y contempló a su congregación. Preguntó a un muchachito de
catorce años qué edad tenía. Aquel niño apenas formado, pero versado en las costumbres del
campamento, contestó que tenía dieciocho. Mengele, enfurecido, gritó: "Ya te voy a enseñar”. Ordenó
a uno de los guardias que buscara martillo, clavos y un trozo de madera. Luego le indicó al soldado que
clavara la madera a cierta altura sobre uno de los postes de la portería. "Pasen por ahí abajo”, ordenó
Mengele a los niños. Ellos comprendieron de inmediato: aquel cuya cabeza no llegara a la marca sería
seleccionado. Algunos niños, frenéticos, se llenaron los zapatos de piedras para agregarse altura. Otros,
asustados, vagaban en derredor, mientras Mengele aullaba sus órdenes. Cerca de un millar no
alcanzaron la norma impuesta por Mengele. Se produjo un salvaje forcejeo cuando los soldados de las
SS, acompañados por perros, reunieron a los petrificados niños. Mengele se reía, gozando de la escena.
Su hilaridad parecía aumentar con los gritos de los niños que clamaban por sus madres. En aquella
masacre de Yom Kippur, mil niños fueron seleccionados y pasados por la cámara de gas. La selección
que Mengele hizo en Yom Kippur no fue caprichosa. Conocía la religión de sus cautivos. Sabía que, en
el Día del Perdón, los judíos recitan una plegaria que habla de un rebaño que pasa bajo la vara del
pastor, el Señor, que decide quién ha de vivir. Yom Kippur proporcionó a Mengele la ocasión de
demostrar a los internos de Auschwitz que él era su Pastor, su Señor, el que controlaba la vara.

Niños sobrevivientes a la Masacre de Yom Kippur

Con frecuencia improvisaba durante sus selecciones, buscando modos diferentes de exhibir su poder.
Una ayudante integró un grupo de mujeres obligadas a desfilar desnudas al aire libre ante el médico y
su personal. A continuación, Mengele ordenó a aquellos espantapájaros costrosos que echaran a correr.
Las que no pudieron reunir energías suficientes para partir al trote integraron la Columna de la Muerte.
Mengele sólo quedó parcialmente satisfecho. Contempló pensativamente los granos, las llagas y los
abscesos que cubrían los cuerpos de las supervivientes, provocados por los piojos y la dieta.
Finalmente, las envió a la fila de la vida.

El deliberado oscurantismo del médico realzaba los dramas de la selección. No siempre la columna
derecha significaba la muerte y la izquierda la supervivencia. Muchas de las acciones de Mengele
parecen haber sido guiadas por el capricho, pero se diría que nunca le preocuparon las consecuencias.
Una prisionera recordaba la actitud de Mengele durante las selecciones, el modo en que se erguía, con
los pulgares en el cinturón de la pistolera. “Recuerdo al doctor Koenig y, a su favor, debo decir que
siempre se embriagaba profundamente antes, igual que el doctor Rohde. Mengele no. A él no le hacía
falta. Lo hacía sobrio”. Otras prisioneras decían que era un hombre guapísimo. Resulta extraño, aunque
tal vez comprensible, dadas las circunstancias, que muchos a los que Mengele otorgó la vida ante la
muerte, nunca hayan podido resolver una sensación de ambivalencia con respecto al “Ángel de la
Muerte”.

Mengele se mostró particularmente duro con aquellas internas que quedaban embarazadas de los
guardias. Madre e hija nacida o nonata iban a la cámara de gas. Muchas veces en los vagones en que se
traía a los condenados quedaban cadáveres de madres con sus hijos aún vivos en los vagones, y
Mengele ordenaba lanzar esas criaturas directamente al horno de la lavandería para que sirvieran de
combustible. Más tarde cambió de actitud: permitió a las embarazadas dar a luz, y los bebes nacidos
eran confiscados para ir a dar a una sala de experimentación en otro lugar del campo. En muchos casos,
Mengele ordenó que a la madre parturienta se le vendase el pecho para que no amamantara a su bebé.
Recopilaba datos sobre la muerte por inanición de los infantes.

Prisionera con los pechos infectados


Una prisionera recuerda: “La hora de la selección era un momento de vida o muerte. No había luz en el
cielo. Eran las tres, las cuatro, las cinco de la mañana, o tal vez el anochecer y había que esperar para
pasar lista. De pie, en fila, vestidas con harapos, descalzas. Eso podía durar una, dos o tres horas; fuera
corno fuese, parecían años. Y allí estaba Mengele, elegantemente vestido, con una bella camisa azul,
tan apuesto, tan garboso, sonriente, con olor a jabón fino o a agua de colonia. Hará personalmente la
selección. Yo estoy embarazada. Estamos desnudas y debemos caminar, como gansos, frente al doctor
Mengele. Unas cuantas jóvenes han decidido ponerme entre ellas para tratar de distraer la atención de
Mengele. No llegamos a acercamos a él. ¿Es posible? ¡El doctor Mengele no repara en mí! ¿Podré
vivir? Y la vida nueva se agita en mis entrañas”.

Mengele explicaba a otros colegas su actitud: "Cuando nace un niño judío no sé qué hacer con él: no
puedo dejar al bebé en libertad, pues no existen los judíos libres; no puedo permitirles que vivan en el
campamento, pues no contamos con las facilidades que permitan su normal desarrollo; no sería
humanitario enviarlo a los hornos sin permitir que la madre estuviera allí para presenciar su muerte. Por
eso, envío juntos a la madre y a la criatura”.

Los gemelos resultaban particularmente interesantes para Mengele. Dicho interés radicaba en las
profundas influencias inculcadas por Otmar von Verschuer y Ferdinand Sauerbruch del Instituto Kaiser
Wilhelm de Genética y Eugenesia, donde se embebió de los conceptos de herencia y raza pura, y el
problema judío era el núcleo de las discusiones. Mengele, siguiendo los pasos de Von Verschuer, había
desarrollado un fuerte interés por los gemelos como una fuente de información acerca de estos
conceptos pseudocientíficos. Por lo tanto, cuando supo que Auschwitz era su destino, no pudo ocultar
su satisfacción, pues el campo de concentración era para él un laboratorio lleno de ratas judías.

El consultorio del doctor Mengele

A partir de 1943, los gemelos eran seleccionados y ubicados en barracones especiales. Cuando en la
rampa de selección localizaba gemelos, para éstos constituía una esperanza de alargar la vida el
pertenecer a esa condición. Los gemelos eran ubicados en un recinto especial y eran tratados algo
mejor que los demás internos. Prácticamente todos los experimentos de Mengele carecían de valor
científico, pero fueron financiados por el gobierno nazi. Incluyeron, por ejemplo, intentos de cambiar el
color de los ojos mediante la inyección de sustancias químicas en los ojos de niños, amputaciones
diversas y otras cirugías brutales y, al menos en una ocasión, un intento de crear siameses
artificialmente mediante la unión de venas de hermanos gemelos (la operación fue un fracaso y el único
resultado fue que las manos de los niños se infectaron gravemente). Las personas objeto de los
experimentos de Mengele, en caso de sobrevivir al experimento, fueron casi siempre asesinados para su
posterior disección.
El doctor Mengele examinando a unos gemelos recién llegados a Auschwitz

Mengele extraía los ojos a sus víctimas mientras estaban vivas y concientes, y colocaba los globos
oculares en una pared, como un muestrario de las variedades heterocromas que existían. Casi nunca
utilizaba anestesia. Intentó también por la vía química cambiar el color de pelo de los internos mediante
la aplicación de dolorosas inyecciones subcutáneas y en algunos casos realizó castraciones y
experimentos en la médula espinal dejando paralizados a los intervenidos. También trató de cruzar
mujeres con perros para que se embarazaran.

Mengele en sus días de Médico en Auschwitz-Birkenau

Una prisionera francesa llamada Jeanette llegó al momento del parto en Auschwitz. Había sido un
embarazo difícil, y la enfermera descubrió que Jeanette estaba embarazada de mellizos. Consideró
mejor avisar a Mengele, quien acudió inmediatamente al iniciarse el parto. “¡Gemelos, gemelos!”,
gritó. “¡Por fin van a nacer gemelos aquí!” Como muestra de aparente gratitud hacia la madre, hizo
traer un cesto para los bebés, algunas batitas y colchas de verdad, indudablemente sacadas del botín de
“Canadá”. La misma Jeanette recibió un lujo inusitado: una sábana blanca. Un día después del doble
nacimiento, un par de soldados de las SS entró en el hospital, preguntando: “¿Dónde están los
gemelos?” Recogieron a las criaturas y se marcharon, dejando a la madre enloquecida de miedo. Todas
las noches volvían los bebés, cada vez un poco peor después de haber pasado el día con Mengele. A las
dos semanas murió uno; su hermano le siguió poco después. A continuación, la misma Jeanette fue
seleccionada; moriría poco después.

A los niños gemelos que llegaban al KZ, el mismo Mengele los llevaba a su consultorio. Uno de ellos
recordaría años después: “Mengele se lavó las manos con alcohol y se sentó en una silla. Con un
dispositivo a pilas, comenzó lentamente a inscribirme un número. Era paciente y minucioso. ‘Eres un
niño pequeño. Cuando crezcas, algún día podrás decir que el doctor Josef Mengele te puso
personalmente el número. Serás famoso. No te lo rasques”.

Mostraba un semblante benigno a la familia de los gemelos. Nadie se perturbó cuando propuso someter
a los niños a algunas pruebas. Pensaron que sería algún tipo de estudio sobre su conducta. Los
hermanos se encontraron tendidos en mesas contiguas, en el laboratorio. El chico sintió que se le
hundía una aguja en la espalda. Le ardía todo el cuerpo; luchaba para no perder el sentido. También
oyó a su hermana gimotear. “Lamento tener que hacer esto. El dolor pasará”, dijo Mengele; pero el
dolor nunca pasó. Recibieron un número interminable de sondas e infusiones de sustancias que les
atormentaban el cuerpo. Mengele extrajo de ellos una variedad de fluidos, los puso cabeza abajo
durante horas enteras, los sumergió en un tanque de acero lleno de agua fría. Les dio dulces y después
aplicó unas inyecciones horriblemente dolorosas.
Como regla, la muerte de un mellizo requería el fallecimiento del otro. Mengele no resistía la
oportunidad de semejante fenómeno, afirmando: “¿Dónde, en circunstancias normales, se pueden hallar
hermanos gemelos que mueran en el mismo lugar y en el mismo instante? Los gemelos, como todo el
mundo, se separan por las circunstancias variadas de la vida. Viven a buena distancia y casi nunca
mueren simultáneamente. Uno puede morir a los diez años, el otro a los cincuenta. En tales
condiciones, la disección comparativa es imposible”.

El campamento de los gitanos proporcionaba a Mengele otro de sus artículos favoritos: enanos. Quedó
extasiado al descubrir una familia de diez miembros que incluía a siete enanos. “¡Ahora tengo veinte
años de material para estudiar!", fue su exclamación, citada con frecuencia. Una enfermera estaba
presente cuando Mengele fue a echar una mirada más minuciosa a esos diminutos seres que habían
logrado llevar consigo sus sillas pequeñas y una mesa. Las mujeres se habían empolvado en honor al
visitante. Todas alabaron efusivamente al hombre, a quien consideraban su benefactor. “Qué hermoso
es, qué amable. Suerte la nuestra de tenerlo como protector. Qué bondad la suya, venir a ver si nos hace
falta algo”. Todos se pusieron firmes cuando Mengele entró con su cortejo. Una de las enanas se
adelantó un paso y se arrodilló para abrazarse a sus relucientes botas. “¡Usted es tan bueno, tan
encantador! Dios debería recompensarlo”. Mengele sacudió la bota, arrojándola al suelo, y se dirigió a
la madre de varios enanos, que era de tamaño normal. “Dígame cómo vivía con su pigmeo”, le espetó.
La anciana se ruborizó, pero cuando se le ordenó hablar, sólo mencionó la carrera de su esposo en el
circo. “No me hable de eso; quiero saber cómo dormía con él”. Al serle negados los detalles íntimos,
Mengele abandonó el sitio de mal humor. Pocos días después se llevó a un niño de tres años, hijo de
una enana, a su sala de exámenes. Al caer la noche, el niño estaba muerto. Uno de los enanos,
engañado por los guardias, se deslizó entre los alambres que separaban los distintos sectores. Un
soldado de las SS lo mató de un disparo. El médico no aceptaba una negativa; de un modo u otro,
obtuvo su satisfacción. Los enanos supervivientes sufrieron el dolor y las humillaciones de las pruebas
de Mengele. Los dentistas les arrancaron dientes sanos, los ayudantes les extrajeron sangre
semanalmente. Cuando les hacía transfusiones de sangre, usaba a propósito tipos sanguíneos no
correspondientes. Invadieron los vientres de las mujeres con medicamentos, exponiendo sus cuerpos a
repetidas sesiones de rayos X. Como insulto final y muestra de degradación, se les obligó a hacer su
número desnudos ante un público formado por el personal de las SS.

La familia de enanos asesinada por el médico

En cooperación con otros médicos, Mengele intentó también buscar un método eficaz de esterilización
masiva; muchas de las víctimas fueron mujeres a las que se les inyectaba diversas sustancias en los
ovarios, sucumbiendo muchas de ellas o quedándose estériles en otros casos. También se les exponía a
altas dosis de rayos X. En otras ocasiones, realizaba experimentos sumergiendo en agua helada a
internos fuertes para observar sus reacciones ante la hipotermia. También cooperó con su contraparte
de la aviación, el médico Sigmund Rascher de la Luftwaffe para algunos experimentos. Rascher fue el
equivalente de Mengele en el campo de la experimentación con humanos, pero con fines militares.
Ambos sometieron a varias personas a cambios de presión extremos en cámaras despresurizadas; estos
individuos perecían en medio de terribles convulsiones por excesiva presión intracraneana. Muchos se
jalaban el cabello, se sacaban los ojos a sí mismos o se arrancaban trozos de carne de la cara, en un
vano intento de aliviar la presión.
Hubo otros que capitalizaron las nuevas oportunidades para la investigación. El doctor Edmund
Koenig, por ejemplo, se sintió impulsado a satisfacer su curiosidad sobre los efectos de las descargas
eléctricas en los cerebros de jóvenes judíos de Auschwitz. Ernest Michel, prisionero del campamento
en la primavera de 1943, había sido herido mientras trabajaba en el complejo de I.G. Farben. Como era
estudiante de caligrafía, le habían asignado funciones de administrativo. Cierto día, él y un enfermero
se presentaron para una misión especial, guiando a varias jóvenes desde los camiones a las barracas del
hospital. Eran entre seis y ocho prisioneras, confusas, agitadas y temerosas con respecto a su futuro
inmediato. Tan sólo hacía un día que habían llegado de Hungría. Michel habló con una de ellas, una
hermosa adolescente que parecía dominarse a pesar de su aflicción. Michel y su compañero llevaron a
las jóvenes a un cuarto del hospital. Allí estaba el célebre Josef Mengele, junto con Koenig. Una hora
más tarde, Michel volvió en busca de las pacientes: “En la sala donde se llevaban a cabo los ‘servicios
médicos’, una de las mujeres estaba todavía conectada a una máquina eléctrica, posiblemente para la
experimentación con electrochoque. Ya nos habían dado órdenes de tener preparada una camilla para
sacar a las mujeres. Dos de ellas estaban muertas; una de ellas era la muchacha húngara. Dos,
obviamente, habían caído en coma. Las otras respiraban con irregularidad y dificultad. Ninguna estaba
consciente. Noté que las vivas aún tenían los dientes apretados y que les habían puesto en la boca
pedazos de papel”.

Mengele también realizó experimentos con gitanos y judíos que tenían enfermedades hereditarias de
enanismo, síndrome de Down, siameses y otras afecciones e incluso con mellizos, diseccionándolos
vivos y sumergiendo luego sus cadáveres en una tina con un líquido que consumía las carnes, dejando
libres los huesos. Los esqueletos eran enviados a Berlín como un macabro muestrario de la
degeneración física de los judíos. En una ocasión, mientras hervía varios cadáveres en una tinaja para
quitarle la carne a los huesos, varios prisioneros llegaron ante el recipiente, atraídos por el olor de la
carne hervida, y se comieron trozos de los cadáveres para aliviar el hambre.

Otra de sus líneas de investigación fue el virus etno-específico. Mengele llegó a tener una colección
particular de condenados especialmente escogidos para servir en sus ensayos; el trato recibido era aún
peor que el de los condenados a las cámaras de gas. El doctor Horst Schumann, principal figura en el
programa de eutanasia, propuso bombardear a los hombres judíos y de otras razas con altas dosis de
rayos X, lo cual aniquilaría la capacidad de producir esperma vivo. Viktor Brack, administrador en jefe
de la cancillería de Hitler, lo patrocinaba. Brack advirtió a Himmler que una sola instalación de rayos X
podía esterilizar entre ciento cincuenta y trescientas personas al día. Con veinte máquinas semejantes
en un lugar, una línea de montaje podía eliminar la potencia reproductiva de tres mil a cuatro mil
hombres al día. Los artefactos debían estar ocultos para que los rayos X atacaran silenciosamente al
hombre mientras él completaba algunos documentos sentado en un escritorio. En la práctica, las
máquinas provocaban quemaduras horribles. Los médicos internos que cubrían las guardias encargadas
de atender a los especimenes de prueba vieron a víctimas con grotescas decoloraciones en los genitales.
Josef Mengele participó en esas pruebas de rayos X, pero centró sus experimentos en las mujeres,
usando a un grupo de monjas polacas.
Un método alterno para la esterilización era la castración quirúrgica. El interés asignado a la velocidad
hacía que las operaciones para extirpar testículos fueran competencias cronometradas. Los nazis
hallaron a varios médicos prisioneros dispuestos a cooperar. Wladislaw Dehring, el polaco que
trabajaba bajo la dirección de Horst Schumann, blandió el bisturí por cuenta de sus captores. De hecho,
Dehring se enorgullecía de su técnica veloz, demostrando que la castración se podía cumplir en diez
minutos, utilizando anestesia local. También ahorraba tiempo al no esterilizar sus instrumentos ni
lavarse las manos después de cada operación. Al principio, los hombres llevados a la sala de
operaciones no se daban cuenta de lo que les esperaba. Más adelante, al propagarse la noticia, muchos
se arrojaban contra la cerca electrificada antes de someterse a las cirugías.

Josef Mengele (al centro) con otros oficiales de Auschwitz

Un prisionero soviético que se escapó de un grupo designado para la castración, contó a Sim Kessel, un
judío francés, que había sido llevado con otros diez o doce hombres a la “sección de biología
experimental”, dirigida por Josef Mengele. El ruso oyó gritos atormentados de dolor y escapó saltando
por una ventana. Sus compañeros habían sido emasculados sin anestesia. Mengele también hizo irradiar
a algunas mujeres, dejándolas estériles. OIga Lengyel atendió a jóvenes que tenían grotescas
quemaduras en la zona genital. Dehring también ayudaba a los hombres de las SS extirpando los
ovarios dañados para su inspección con el microscopio.

El médico civil Karl Clauberg, profesor de ginecología en Prusia Oriental y autor de varios libros y
tratados científicos, no sólo tenía un laboratorio para la investigación, sino también una fuente de
utilidades. Hizo un trato con la empresa farmacéutica I.G. Farben para probar sus fármacos en los
internos de Auschwitz; a cambio la compañía le pagaba buenas sumas de dinero por cada proyecto.
Clauberg tuvo la idea de que cierta sustancia, llamada caladium sequinum, podía esterilizar a ambos
sexos; por lo tanto, acordó comprar ciento cincuenta mujeres a las SS. Los nazis entregaron a un grupo
de judías traídas de Holanda; pocos minutos después de bajar del tren, rodeadas de guardias armados de
látigos y de perros que mostraban los dientes, empezaron los experimentos. Algunas estaban
embarazadas; algunas eran jóvenes; otras ya habían pasado la edad fértil.

Ante los divertidos soldados de las SS, las candidatas fueron desvestidas a la fuerza; se les afeitó la
cabeza y el vello púbico. “Se les untó el cuerpo con una crema grasienta antiparasitaria”, dijo la doctora
Karel Sperber, médica interna. Los espectadores bromeaban mientras embadurnaban los órganos
genitales con el ungüento. El equipo de Clauberg extirpó ovarios, inseminó artificialmente a algunas
mujeres y luego retiró los órganos reproductivos; hasta trasplantó células cancerígenas en los úteros,
antes de cortarlos un mes después para determinar los resultados. Clauberg y un colaborador, el doctor
Kaufffman, satisfaciendo sus apetitos lascivos, encerraron a un hombre castrado, desnudo, en una
habitación, con una mujer igualmente desvestida. Luego, los científicos espiaron por un vidrio, en aras
de la ciencia y del conocimiento.
Empresas privadas en el Banquillo de los Acusados al terminar la guerra

Mengele se incluyó en el grupo que buscaba un medio simple y químico de esterilización en masa.
Entre aquellas con quienes practicaba estaba Magda Bass: “Fui elegida, con otras mujeres, para recibir
inyecciones en la boca y los labios. Allí estaba Mengele, observándonos. Algunos días después, a la
mayoría se le hinchó la cabeza. Todas ellas desaparecieron. Yo tuve suerte, pues a mí no se me hinchó.
Poco después me llevaron al mismo lugar con más mujeres. En esa oportunidad recibimos inyecciones
bajo el brazo. Mengele, de nuevo, nos observaba. Al noventa por ciento de las inyectadas,
aproximadamente, se les hincharon las piernas y los pies. También ellas desaparecieron. Más adelante,
cuando vine, por fin, a Estados Unidos, quise concebir un hijo, pero no pude. Los médicos de la Clínica
Mayo me han dicho que tal vez haya quedado estéril por lo que me aplicaron”.

Víctima de experimentos

El Sonderkommando Filip Müller estaba encargado de eliminar los restos de la investigación realizada
por Mengele y sus colegas: “Algunos de los cadáveres eran horribles a la vista. Con frecuencia habían
sido desmembrados o sometidos a disección. Muchos eran de hombres y mujeres jóvenes que tenían
quemaduras extrañas y heridas infectadas en los testículos o en las partes inferiores del cuerpo, cuando
no abscesos en el vientre y en los muslos. Otros tenían un tinte azul rosado o caras purpúreas, con la
mandíbula apretada”.

El empleo de cobayas humanos en tales experimentos se justificaba en aras del perfeccionamiento de la


terapia o de la purificación de la raza. Se prometían métodos nuevos para tratar el cáncer de estómago,
curas para dolencias de los órganos reproductivos y medicamentos para controlar las enfermedades
contagiosas. Y los médicos de las SS no se mostraban tímidos en sus informes a los colegas. Según Leo
Alexander, desde 1942, “esos experimentos llevados a cabo en los campos de concentración se
presentaban públicamente en las reuniones médicas”. Sigmund Rascher llegó a usar la frase
“experimentos humanos terminales”. No hubo protestas audibles entre los médicos reunidos al oír esa
confesa corrupción del juramento hipocrático. En mayo de 1943, el doctor Ferdinand Sauerbruch,
patrocinador de Mengele, escuchó una conferencia en la Academia Médica Militar, en la cual Karl
Gebhardt y el doctor Fritz Fischer, su ayudante, disertaron sobre sus experimentos con gangrena
gaseosa en prisioneros.

Un oficial de la SS describió así a Mengele: “Estaba obsesionado por la creencia de que había sido
elegido para descubrir la causa de los nacimientos múltiples y de muchas otras enfermedades y
anormalidades, allí, entre aquellas paredes manchadas de sangre, donde permanecía sentado durante
horas enteras, encorvado sobre sus microscopios. Era una imagen que deja muchas puertas abiertas”.
El pasaporte falso de Josef Mengele

En 1944, Mengele deseaba un cambio: aunque estaba orgulloso de sus experimentos, pretendió
ascender en el escalafón de las Waffen SS haciéndose evaluar por un inspector. El informe emitido por
un coronel SS destacaba la personalidad, profesionalidad y celo del deber de Mengele, que lo
ameritaban para un ascenso y un nuevo puesto. Sin embargo, por motivos desconocidos nunca se le
reasignó desde Auschwitz-Birkenau.

Mengele hizo en una ocasión cargar un vagón de tren con unos cajones que los internos notaron
"demasiado pesados para su volumen". Los cajones iban dirigidos a Günzburg y algunos internos
dedujeron correctamente que los cajones contenían lingotes de oro, provenientes de las extracciones
dentales de las víctimas del campo. Éste fue uno de los primeros indicios de que Mengele había
presentido el fin de la Alemania Nazi.

Los titulares sobre la liberación de Auschwitz

El 26 de noviembre de 1944, Richard Baer, comandante de Auschwitz-Birkenau, recibió el extraño


comunicado de desmantelar la instalación, decayendo el ritmo de exterminio del campo. La orden
provenía directamente de Heinrich Himmler (quien después se suicidaría) y a muchos les causó
sorpresa la situación.

Veintitrés días atrás, Mengele se había parado en la rampa de selección y había enviado su última
redada a las cámaras. Para él la orden no causó extrañeza, pues suponía que Alemania perdía la guerra.
Mengele abandonó de forma encubierta el campo el 17 de enero de 1945; diez días después, los rusos
llegaron a liberar a los pocos que quedaban.

Josef Mengele abandonó Auschwitz y fue al campo de concentración de Gross-Rosen. En agosto de


1944 este campo fue cerrado. En abril de 1945 huyó hacia el oeste camuflado como un miembro de la
infantería regular alemana con identidad falsa, pero fue capturado como prisionero de guerra, cerca de
Nuremberg. Fue liberado por los aliados, que desconocían su identidad.

Durante los juicios de Nuremberg nunca se mencionó a Josef Mengele como genocida. Se han trazado
muchas conjeturas sobre la huida de Mengele, en una incluso se le atribuye la ayuda de una muchacha
judía, quien estaba enamorada de él desde Auschwitz, para su escape. Escapa gracias a la Operación
Paperclip. Tras esconderse algún tiempo en Günzburg y luego en Baviera, Mengele partió hacia
América del Sur, concretamente hacia Paraguay en 1949, donde muchos otros oficiales nazis huidos y
ayudados por la organización ilegal ODESSA habían llegado y encontrado refugio. Irene no siguió los
pasos de su marido y terminaron separándose.

Josef Mengele se divorció por correspondencia de su esposa Irene; la carta la llevaba su padre, Karl,
quien lo visitó en Argentina. Como su nombre no estaba mencionado en la prensa y al parecer la
cacería de nazis a él no lo alcanzaría, se juzgó libre de sospecha y audazmente volvió a tomar su
nombre original, se inscribió como tal en la guía telefónica de Buenos Aires e incluso viajó a Suiza a
visitar a su hijo Rolph en 1956, sin que nadie siquiera sospechara de él y su pasado.

Mujeres nazis en el banquillo de los acusados

En 1958 se casó en Argentina con Martha, la mujer de su hermano Karl, que había fallecido en 1949.
Ella y su hijo se mudaron a Argentina para reunirse con Mengele, aunque ambos regresaron a Europa
años después. Su familia en Alemania le respaldaba económicamente y prosperó en los cincuenta,
primero montando una tienda de juguetes y después como socio de una empresa farmacéutica, la Fadro
Farm.

Retrato de Josef Mengele en Argentina

El acta de divorcio entre Irene y Josef Mengele fue encontrada por el cazador de nazis, el judío Simon
Wiesenthal, y dio luces a la dirigencia judía de que Mengele estaba vivo y además en Argentina. Se
enviaron los datos para ser corroborados por colaboradores en Argentina y se pidió la extradición por
parte del gobierno de Bonn, la cual fue rechazada por el gobierno argentino, aduciendo que Mengele no
vivía en dicha dirección. Mengele fue advertido de esta situación y se escapó de Buenos Aires.

Una de las personas que advirtieron a Mengele era Hans-Ulrich Rudel, el célebre piloto, quien era
cliente de la compañía de Mengele. A Rudel sus buenas relaciones con el gobierno de Paraguay le
habían permitido tener amistad con el dictador Stroessner, presidente de esa nación, y así se permitió
aceptar a Mengele en ese país.

Retratos de Josef Mengele en Paraguay


Sin embargo, a partir de entonces Mengele vivió de manera modesta. Los socios de su compañía lo
exoneraron de sus funciones y lo despidieron. A pesar de los esfuerzos internacionales en rastrearle,
jamás fue detenido y vivió impunemente durante treinta y cinco años bajo diversas identidades falsas.

La captura y secuestro ilegal de Adolf Eichmann, juzgado y ejecutado en Israel pese a ser ya un
anciano, alimentó los miedos de Mengele y sus continuos movimientos. También la desacreditación
pública de Kurt Waldheim, quien llegó a ser Secretario General de la Organización de Naciones
Unidas.

El Mossad persiguió a Mengele durante algún tiempo, pero los esfuerzos de Israel se dirigieron hacia la
normalización de las relaciones con Paraguay y a la lucha contra enemigos más cercanos.
Increíblemente, ni el Mossad ni Wiesenthal lograron ubicarlo a pesar de que su hijo Rolf pudo visitarlo
un par de veces e intercambiar correspondencia.

Letrero de “Se Busca” ofreciendo recompensa por Mengele

En 1959 vivió en Paraguay en forma muy modesta como inquilino de una familia alemana. Los costos
de manutención eran pagados por la empresa Mengele en Alemania hasta 1960; sin embargo, debido a
ciertos conflictos de faldas, de carácter y principalmente a la persecución que se ejercía sobre el ex nazi
Klaus Barbie (conocido como “El Carnicero de Lyon”), los miedos alimentaron la paranoia
persecutoria de Mengele.

La cacería de Klaus Barbie

Se trasladó a Brasil para vivir bajo el alero de otra familia de origen alemán, también subvencionada
por la compañía Mengele, esta vez bajo el nombre de Pedro Gerhard. Luego se independizó y trasladó
a una favela, viviendo en una modestísima cabaña. Cuando alguna persona muy cercana le interrogaba
sobre su infausto pasado, solía decir que él se limitaba a seleccionar sólo a personas aptas para el
trabajo y que no mató a nadie.

Retratos de Josef Mengele en Brasil, bajo su identidad de “Pedro Gerhard”

En 1979, su estado de salud estaba en franco deterioro y la familia alemana que lo asistía lo invitó a
refrescarse en una playa de pendiente muy suave, Bertioga, y Mengele accedió. Cuando algunos
miembros se introdujeron en la playa, Mengele les siguió hasta alcanzar una distancia de cien metros y
escasa profundidad. Por motivos poco claros, Mengele se ahogó, a pesar de que uno de sus amigos
llegó pronto a darle auxilio. Se especuló que había sido un calambre, un ataque cardíaco, mareo, hasta
una probable muerte provocada. La versión oficial es que se golpeó con un madero mientras nadaba.
Pero Mengele no sabía nadar.

El esqueleto de Josef Mengele

Fue enterrado en un cementerio en Embu con un nombre falso, Wolfang Gerdhard, con la asistencia de
su hijo Rolf. Ningún miembro más de su familia asistió. En 1985 se le realizó en Yad Vashem un juicio
público en ausencia. Ese mismo año, sus restos fueron exhumados e identificados en medio de una
mediática presión de Israel, Estados Unidos, Simon Wiesenthal y otros grupos antinazis. La
identificación de los restos resultó satisfactoria para quienes lo buscaban. El defecto dental que poseía
Mengele en los dientes superiores frontales fue comprobado, además de coincidir en edad y estatura.
En 1992, los análisis de ADN confirmaron finalmente su identidad.

Mengele se convirtió en un personaje literario y cinematográfico, apareciendo en novelas


posteriormente llevadas al cine e inspiradas en su persona, como Los Niños del Brasil y Marathon Man.
Fue también objeto de la canción “Angel of death” (“Ángel de la Muerte”) del grupo Slayer en su
álbum Reign in Blood (1986).

El tema “Operación Mengele” del disco No intente hacer esto en su casa del grupo Soziedad
Alkohólika hace referencia indirecta a él. Mengele también es mencionado en la canción “Errores
Médicos I” del grupo Def Con Dos, así como en la canción del grupo madrileño Los Nikis llamada
“Los niños del Brasil” y en “Mengele y el amor”, de Klaus & Kinsky.

VIDEOGRAFÍA:

Biografía de Josef Mengele (en español)

Josef Menegele en Cazadores de Nazis (en español)

Documental Josef Mengele: El Ángel de la Muerte (en español)


Los niños del Brasil (trailer)

Marathon man (trailer)

”Angel of Death” – Slayer

”Los niños del Brasil” – Los Nikis

”Operación Mengele” – Soziedad Alkohólika

”Mengele y el amor” – Klaus & Kinski

BIBLIOGRAFÍA:
FILMOGRAFÍA:

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56 comentarios:

Anonymousdomingo, 27 de julio de 2008 a las 13:07:00 GMT-5


QUE RELATO TAN TERRORIFICO!!!!!!!
jm: SU NOMBRE ESTARÁ
MALDITO PARA SIEMPRE EL MALNACIDO INNOMBRABLE PSEUDO SER HUMANO
VERGÜENZA DE LA HUMANIDAD. ENGENDRO MALDITO. QUE SE PUDRA PARA
SIEMPRE...

Responder

Anonymousdomingo, 27 de julio de 2008 a las 13:14:00 GMT-5


Grandísimo hijo de puta. Espero que exista la justicia divina. Lo que me pregunto siempre es...¿como
piensan estos individuos ? ¿como pensaban? ¿ como podían hacer algo así? si sabéis de algún
documental con entrevistas a nazis por favor ponédmelo! adiós gracias

Responder

Escrito con Sangredomingo, 27 de julio de 2008 a las 16:55:00 GMT-5


Para mayor información, recomiendo la serie de seis capítulos producida por la BBC, titulada
"Auschwitz: los Nazis y la 'Solución Final'", disponible en DVD. Incluye entrevistas con víctimas y
con ex nazis.

Responder

Anonymouslunes, 28 de julio de 2008 a las 04:00:00 GMT-5


Para ampliar las cosas: busquen la Trilogía de Auschwitz de Primo Levi, judío italiano que estuvo en el
campo de concentración durante el último año, formada por los libros "Si esto es un hombre", que
cuenta su experiencia, "La Tregua" que cuenta los tres o cuatro años que tardó en volver a su casa tras
la liberación, y "Los Hundidos y los Salvados", escrito mucho después en el que realiza un análisis del
holocausto y cuenta experiencias de otros prisioneros. Explica muy bien el funcionamiento del campo
de concentración. De "La Tregua" hay película, no muy buena, en la que él colaboró en el guión, pero
no la vio terminada ya que se suicidó poco antes.

En la misma línea, pero en los campos de concentración de Stalin, está "Archipiélago Gulag", escrito
por Alexander Solzhenitsyn, que también resulta revelador en cuanto a las circunstancias de campos de
concentración. Es un poco lioso y difícil de seguir, y a veces incluso repetitivo, pero bastante revelador
sobre lo bestia que puede ser la gente.

Por otro lado, también está el libro "Las Benévolas", de Jonathan Little, premio Goncourt de hace un
par de años, que cuenta la historia novelada de un agente de las SS intentando dar su punto de vista.
Este es un buen ladrillo de libro, más de mil páginas de letra minúscula, un tanto escandaloso pero que
hace pensar y enseña el monstruo que toda nación puede llevar dentro.

Saludos

Responder

Anonymousmiércoles, 30 de julio de 2008 a las 22:04:00 GMT-5


Excelente la recopilación de la información y lo bien detallado y conciso, incluido el material
fotografico que es un factor añadido a la lectura de muy buena calidad, felicitaciones por tu Blog, es
necesario leer tanto de los logros de la humanidad como de las aberraciones de la misma, el
conocimiento no tiene limites.

Responder

Anonymousjueves, 30 de octubre de 2008 a las 13:21:00 GMT-6


Hola,este relato me ha matado el alma,y no tengo calificativo para definir al tipo de seres que llegaron a
cometer semejantes atrocidades.serian demonios o algo peor en cuerpos de personas metidos,y si es
verdad que hay dios,justicia de la vida...etc,no se como se dejo que ocurriera una barbarie de tal
magnitud.

Responder

Anonymouslunes, 10 de noviembre de 2008 a las 19:21:00 GMT-6


grande mengele , orgullo de la medicina , aun se toman en cuenta sus aportes a la ciencia ,fue el unico
que se atrevio a experimentar con humanos , la experimentacion con enanos , gemelos sirvio mucho
para entender un poquito mas el camino de la genetica ,y si se dan cuenta es lo que nesecitamos para
entender un poco mas la intrincada vida humana

Responder

Anonymousmiércoles, 19 de noviembre de 2008 a las 12:45:00 GMT-6


Y TU: ANONIMO, el de mengele el grande, NECESITAS unas clasesitas de ORTOGRAFIA...VA? o
bien podrán los médicos modernos hacerte un trasplante de cerebro de cerdo (que es el más parecido al
de los humanos) y quizás, cuando externes tus doctas opiniones, no sean éstas tan estúpidas.Ah y
disculpa mi anonimato, pero de anónimo a anónimo ahí la llevamos...

Responder

Anonymousviernes, 12 de diciembre de 2008 a las 21:07:00 GMT-6


el desgraciado que escribe anonimamente debe ser un nazi o hijo de nazi hijo de puta que Dios los
juzgue hijo del demonio ese mengele y el imbécil que dice que fué un gran médico orgullo de la
medicina que mierda orgullo de la arrogancia esa mierda humana que fué mengele se creía Dios .. que
pobreza del weon que dijo que era un orgullo pobre weon.. que asco!!!

Responder

Anonymousdomingo, 11 de enero de 2009 a las 19:07:00 GMT-6


muy fascinante tu escrito muy bien hecho la verdad, te felicito, mengele tal vez allá sido un demonio en
el cuerpo de un hombre o quizas un genio que enloquecio, lo cierto es que sus experimentos me
intrigan aun mas... la mente humana es infinita, creo que hay que conocer el mal para entregarnos a la
practica del bien..

Responder

Anonymousmiércoles, 11 de febrero de 2009 a las 21:25:00 GMT-6


La verdad es que Menguele no aporto cosas relevantes a la ciencia, ya que sus estudios carecian de
bases cientificas. Era un monstruo que disfrutaba el dolor y era incapaz de ser empatico. Sus
experimentos son desordenados y caoticos mas se parecen a los juegos de un niño aplastando hormigas
que a investigaciones bien fundamentadas. Y eso que tenia estudios de medicina, pienso que el y el
marques de sade nacieron con la misma falla cerebral. Solo que este era hipocrita por que incluso se
murio pensando que hizo un aporte importante a la ciencia. Solo paso a la historia como uno de los
monstruos mas ESTUPIDOS! - al igual que sus seguidores- Y creo firmemente que debe estar en el
lugar que le corresponde, el infierno de donde guarda la esperanza de escapar algun dia, y no lo lograra.
Atentamente Ana. Los comentarios anominos no valen nada por que nadie los ha dicho.

Responder

nightriderlunes, 16 de febrero de 2009 a las 10:19:00 GMT-6


Pero qué tiene que ver El pobre Marqués de Sade, con el Chiflado dr Mengele????, los experimentos de
Mengele no tenían una base científica sólida , no tiene nada que ver con la genética moderna ya que
ignoraba la existencia del los ácidos nucléicos.

Responder
Anonymousjueves, 26 de febrero de 2009 a las 09:07:00 GMT-6
Q GRAN PERSONA!!!!

Responder

Anonymouslunes, 16 de marzo de 2009 a las 07:52:00 GMT-6


q les puedo decir hizo cosas espantosas... pero hizo buenos aportes como la inseminacion artificial la
verdad no soy su adoradora pero admiro el hecho de q tuviera tantos cojones como para experimentar
con seres humano y no sentirse para nada culpable o q se le conmoviera la conciencia un poquito...
bueh muy buen material gracias ^.^

Responder

Dannymiércoles, 1 de abril de 2009 a las 13:26:00 GMT-6


Como bien dicen antes, sus experimentos carecían de cualquier tipo de bases científicas, a la
inseminación artificial no le aportó nada, simplemente se dedicaba a aplicar inyecciones y sentarse
como el imbécil que era a ver que pasaba, para alguien con dos centímetros de frente no se le ocurre
decir que eso fué un avance. Mucho menos alguien normal (o sea, que usa el cerebro) va a decir que
que bueno que no se conmovía, el mundo está lleno de tarados al parecer.

Responder

Bárbaramiércoles, 27 de mayo de 2009 a las 10:29:00 GMT-5


Lo único que voy a decir es: quedensé tranquilos de que la justicia divina existe y nadie, pero NADIE,
se salva.

Bárbara.

Muy buena pñagina.

Responder

Anonymousdomingo, 14 de junio de 2009 a las 22:17:00 GMT-5


¿Qué me dicen del Cardenal Williamson y las evidencias de la inexistencia de los gaseos?... no digo
que no haya sido tétrico lo sucedido en el "holocausto" pero ¿Cuál fue la necesidad de inventar una
cantidad como 6 millones de judíos cuando no fueron solamente judíos los muertos allí? ¿Y qué
necesidad de inventar un gaseo que no fue?...

Leonardo

Responder

Anonymouslunes, 6 de julio de 2009 a las 12:28:00 GMT-5


Leonardo: sí fueron 6 millones, aunque la propaganta antisemita quiera engañarnos con estudios
"revisionistas"

Deberías ver documentales serios, no los producidos por neonazis

Responder
Aitorlunes, 17 de agosto de 2009 a las 18:04:00 GMT-5
Me considero una persona con una curiosidad un tanto oscura, imagino que como todos los que leemos
este blog, pero lo de Mengele me ha impactado.

No sólo es lo que hizo si no a quién: pobres niños y esclavos indefensos. Haciendo uso de su
superioridad.

Claramente era un psicópata ya que por muy científico que quiera ser uno, para hacer las salvajadas que
hizo este nazi hijo de puta hay que estar desprovisto de toda condición humana, empezando por la
empatía.

Algunos pobres prisioneros creían que Mengele era educado y gentíl con ellos, pero si se comportaba
señorialmente era sin duda alguna
de una forma egocéntrica, para disfrutar de sus propias formas y elegancia, para jactarse de si mismo y
para nadie más.

No es que sienta mucha simpatía hacia los judios (tampoco soy anti-semita!!) pero me habría gustado
que lo hubieran pillado, juzgado y haberle sido sometido a todos y cada uno de los experimentos que él
realizó a los demás.

No creí que un asesino pudiera impactarme como lo ha hecho éste.

Responder

jesusdomingo, 4 de octubre de 2009 a las 22:10:00 GMT-5


josef mengele es lo mejor! qe sea malvisto por los debiles mentales es otra cosa!

Responder

Ernestoviernes, 9 de octubre de 2009 a las 19:15:00 GMT-5


Todos estos pajeros filonazis son unos catetos que no saben ni las más elementales reglas de ortografía.
Pobres infelices ¡ en la Alemania aria, hubieran sido eliminados en el mayor de los desprecios; sin
siquiera despertar el odio o el miedo que suscitaban los judíos.

Responder

POGO1980domingo, 8 de noviembre de 2009 a las 17:32:00 GMT-6


esto si es brutalidad por parte de un ser humano sin embargo sus investigaciones creo que no tuvieron
fin alguno solo fue un asesino mas de esa etapa de la guerra

Responder

Anonymoussábado, 5 de diciembre de 2009 a las 17:12:00 GMT-6


como pueden decir que tenia cojones para hacerlo?
si los judios no eran seres humanos para ellos..
y da gracias por no haber nacido en esa epoca porq no saben en que lado de la fila ubieras terminado..
recorda que los nazis buscaban la raza perfecta y solo ellos se concideraban perfectos..
y Mendel solo fue un psicopata sadico un egolatra..

Responder

Abejandramartes, 5 de enero de 2010 a las 12:04:00 GMT-6


La verdad este tipo no era nisiquiera un cientifico como mencionan anteriormente no tenia técnicas de
experimentación fundamentadas no hizo aportes de nimgun tipo..pero por otro lado si estoy deacuedo
en la experimentacion con seres humanos , de que tipo; pues en personas como Mengele que existen
por monton ejemplo de esto la mayoria si no todos los asesinos publicados en el blog, la razon es
simple otras especies no solo no tienen la misma morfofisiologia que el ser humano sino además
nosotros como seres humanos no tenemos ningún derecho hacerlos sufrir en nuestro beneficio, para mi
eso es peor que asesinar a otro ser humano, que por lo menos como en el caso de este tipo genero
atrocidades por las cuales mereceria usarse para experimentación en humanos con beneficios (curas de
enfermedades entre otras) en conclusion SI A LA EXPERIMENTACION EN HUMANOS QUE SE
LO MERECEN POR SUS ATROCIDADES Y NO EN OTRAS ESPECIES

Aleja

Responder

Rodrigo Fleitasjueves, 7 de enero de 2010 a las 11:40:00 GMT-6


esta bibliografia estubo mejor que la de Auschwitz, me encanto leerlo y ademas me informo que ese
asqueroso CIENTIFICO piso mi noble tierra, soy paraguayo y no entiendo como un pte nuestro pudo
darle asilo a ese asesino, ojala ahora se pudra en el infierno y pase el solor que le hizo pasar a cada ser
en aquel entonces!Le pregunto al moderador si hay alguna pelicula en DVD que sea sobre el mismo
tema, y por cierto, excelente bibliografia

Responder

Escrito con Sangrelunes, 11 de enero de 2010 a las 11:26:00 GMT-6


Rodrigo Fleitas: te recomiendo ver el documental sobre Mengele que incluimos en este mismo post, en
la sección "Videografía". O puedes ver la serie "Auschwitz: los Nazis y la Solución Final", de la BBC.
Está disponible en DVD.

Responder

lady tijuana♪♪♪♪♪♪♪♪♪♪jueves, 21 de enero de 2010 a las 01:49:00 GMT-6


mendigo,maldito,y lo peor esque tuvo una muerte no tan fea porque para lo que hizo una ahogadita
noes nada a esa gente deberia aver una ley para que los pudieran desollar vivos que sufran en vida
porque no creo que la justicia divina exista alos criminales como estos pederastas tods los que van por
hay habria que torturarlos pero a y viene derechos humanos a defenderlos esos no son humanos son
mountruos o lo que le sigue perdon por los mounstruos

Responder

Rodrigo Fleitasviernes, 22 de enero de 2010 a las 09:22:00 GMT-6


Viiejooo.sos un genio encerio, que buena onda esta tu webside!!de lo mejor es, me lo paso leyendo
todos los días!
y gracias por la acotación, voy a buscar el DVD!!suerte, seguí así!!
Responder

Tripallocavipasecdomingo, 31 de enero de 2010 a las 04:59:00 GMT-6


Esta web está llena de falsedades.
Por citar una, la foto de la "familia de enanos asesinada por el médico", ojea Wikipedia y a ver si lo
rectificas. Aquí un resumen:
Los Ovitz, familia de enanos judíos rumanos, consta que fueron internados en Auschwitz, de donde
salieron con vida después de ser tratados por el Dr. Mengele. Sus liberadores soviéticos, en vez de
dejarlos marchar a casa también los internaron en un campo. Posteriormente emigraron a Israel, donde
compraron una sala de cine una vez jubilados, después de años cosechando éxitos en el mundo del
espectáculo. El último enano superviviente, una mujer, falleció en 2001.
A ver si somos un poco más serios, ok?

Responder
Respuestas

Angeles Hz.domingo, 24 de marzo de 2013 a las 13:51:00 GMT-6


Wikipedia es una plataforma UGC (user generated content), vale decir que su contenido está generado
en un 100% por los usuarios como tu y como yo. De hecho he aportado algunas biografías al sitio. El
hecho es que lo que allí se expone es el conocimiento de las personas comunes y corrientes, no hay
nada confirmado y nadie expone su nombre y apellido.no deben creer todo lo que leen en wikipedia.

Responder

Anonymoussábado, 10 de abril de 2010 a las 21:30:00 GMT-5


antes que nada muy buena pagina y para todos aquellos que creen que fue sacado de wikipedia o esas
paginas hay una cosita que se llama BIBLIOGRAFIA!!!!!!!!! Este hombre era un genio, lo que queria
lo tenia y el prospecto para sobresalir es una inspiracion y que si bn es un genocida cuantos judios
capitalistas matan diariamente a miles de personas?????? No voy a favor del movimiento ProNazi pero
mis respetos para el DR J Mengele

Responder

Sebastian Marquezdomingo, 25 de abril de 2010 a las 20:38:00 GMT-5


Creo q l importante es ser imparcial, tratar la noticia como noticia y la informacion como informacion,
la interpretacion es personal. Por mi parte creo que Mengele no es mas que un loco y un asesino, nada
mas. Muy buena la pagina!

Responder

alexx_nenatokimartes, 27 de abril de 2010 a las 01:07:00 GMT-5


Eran exactamente las 2 a.m cuando comenze a leer. Encontre el articulo de Mengele de cusualidad y
han pasado dos horas, cada palabra del relato lo hacía mas aterrador. Complementado con este tetrico
ambiente!

Responder

Anonymouslunes, 10 de mayo de 2010 a las 12:19:00 GMT-5


ojala que dios, no haya tenido piedad de ellos, asi como ellos no la tuvieron con tantos inocentes,
espero que se este pudriendo en el infierno. exelente investigacion felicidades

Responder

Anónimomiércoles, 15 de junio de 2011 a las 22:40:00 GMT-5


alguien sabe si alguno de los experimentos que hizo sí sirvio para un bien o cura medica en la
actualidad?

Responder

Sebastianmiércoles, 15 de junio de 2011 a las 23:00:00 GMT-5


Si la ciencia y la humanidad para desarrollarse necesita gentuza como esta prefiero que no haya ciencia
ni desarrollo lo dice un humilde cientifico

Responder

Anónimomiércoles, 15 de junio de 2011 a las 23:00:00 GMT-5


Por cierto no fue el "unico" asesino disfrazado de cientifico o profesional que tubieron las Nazis en sus
filas, en cada campo habia muchos medicos SS que experimentaban en SERES HUMANOS, si si no
soy Judio pero ellos son Seres Humanos aun cuando para estas mentes "brillantes" los "judios" eran
menos que un animal eso si se olvidaban que muchos de los "mejores cientificos alemanes de la epoca
" eran judios.
Otros "cientificos" como el Doctor Oskar Dirlewanger no hacian experimentos sino que directamente
mataban... Creo que este ultimo merece un capitulo aparte en este blog de Asesinos....

Responder

Anónimojueves, 16 de junio de 2011 a las 12:36:00 GMT-5


Tripallocavipasec, MUY ACERTADO TU COMENTARIO.
A TODOS LOS QUE PUTEAN Y SE ESCANDALIZAN POR EL HORROR LLEVADO A CABO
POR JOSEPH MENGUELE:
SE OLVIDAN ACASO QUE EL SER HUMANO REALIZA A DIARIO IDENTICOS Y PEORES
EXPERIMENTOS EN ANIMALES??? LAS BASES MORALES DE J.M SE SOSTENIAN EN EL
HECHO DE QUE CONSIDERABAN INFERIORES A LOS JUDIOS, NEGROS,
HOMOSEXUALES, ETC., Y QUE POR CONSIGUIENTE, ELLOS, LOS ARIOS, PODIAN HACER
LO QUE SE LES ANTOJARA EN ARAS DEL PROGRESO O LA PUREZA DE RAZA. USTEDES,
PELOTUDOS...EXPLIQUENME CUAL ES LA DIFERENCIA CON LO QUE SE HACE AHORA
CON LOS ANIMALES??? NOSOTROS NOS CONSIDERAMOS SUPERIORES, Y EN ARAS DEL
"PROGRESO", TORTURAMOS SISTEMATICAMENTE Y A DIARIO SERES INFERIORES,
COMO LOS ANIMALES. SOMOS MENGUELES HIPOCRITAS Y CON MENOS ESCRUPULOS.
SI TANTA CONCIENCIA Y MORAL TIENEN, EMPIECEN A HACER MANIFESTACIONES A
LOS LABORATORIOS PARA QUE DEJEN EN PAZ CIENTOS DE MILES DE ANIMALES, QUE
TAMBIEN SUFREN CUANDO SE LES INYECTAN PORQUERIAS, SE LOS SOMETE A LA
CORRIENTE, SE LOS MUTILA, Y UNA SERIE DE ATROCIDADES MAS MUCHO MAS
TERRIBLES QUE LO QUE HIZO MENGUELE.
BASTA DE HIPOCRESIAS. Y CUANDO LES DUELA LA CABEZA, Y SE TOMEN SU
ASPIRINA, RECUERDEN CUANTOS "SERES INFERIORES" FUERON TORTURADOS PARA
EVITAR QUE USTEDES SUFRAN UN RATITO.
GISELLE

Responder

DaTriXjueves, 16 de junio de 2011 a las 12:58:00 GMT-5


Que tal Sangrientos. Muy interesante la biografía de este pseudocientífico nazi. Para las personas que
lo alaban, deberían justificar sus respuestas especificando que aportaciones hizo en la genética. Nunca
he estado de acuerdo en la experimentación con animales, pero imaginémoslo un poco. Si la cura del
SIDA, por ejemplo, está en experimentar en una "hormiga" o en un "ratón", es preferible salvar la vida
del animal que a millones de personas. O como dijo alguien en este mismo blog, deberían experimentar
con criminales jejeje. Quiero hacer un agregado a este blog y mencionar la película "The Unborn" que
se le conoció en español como "La Semilla del Mal" o "La Profecía del No Nacido" donde la
protagonista sufre de la maldición de un demonio como producto de experimentos que hacían con
gemelos en los campos de concentración en Auschtwitz. No se si sea verdad que había fondos Nazis
dedicados a la investigación en el Ocultismo y la fuerzas paranormales para el servicio del Tercer
Reich y que podrían haber formado parte de las atrocidades llevadas a cabo en estos campos de
concentración. Saludos sangrientos...

Responder

SERPENTHYSmiércoles, 18 de abril de 2012 a las 01:33:00 GMT-5


OJALA VOLVIERA ALGUIEN ASI Y EXTERMINARA
VIOLADORES,CORRUPTOS,ASESINOS,SECUESTRADORES ...Y ASI EL MUNDO SERIA
MEJOR

Responder

kaalogiimiércoles, 8 de agosto de 2012 a las 02:42:00 GMT-5


Estoy muy de acuerdo con Giselle.

Hoy en día muchos torturan y experimentan con animales (según ellos inferiores) sin piedad, tal como
lo hacía Menguele con humanos.

Deberían experimentar con humanos, siempre que ellos quieran servir como "conejillo de indias". Yo
digo NO a la experimentación con animales. Prefiero que experimenten con humanos (siempre que
estén de acuerdo) o con asesinos (sin piedad).

Menguele fue un cabr*n, mató a tantos niños y gente inocente... solo por pensar en ello me pone los
pelos de punta.

Has hecho un gran trabajo con este blog, te doy mi enhorabuena. Voy a seguir leyéndote.

Responder

Comandante Bigotesmiércoles, 19 de septiembre de 2012 a las 00:39:00 GMT-5


Sería interesante leer un artículo sobre Shiro Ishii (contraparte japonesa de Josef Mengele) y los
"experimentos" que llevó a cabo en Manchuria al mando del Escuadrón 731.
Responder

Valemiércoles, 19 de diciembre de 2012 a las 00:18:00 GMT-6


Excelente trabajo de investigación, por eso esta página es mi favorita, gran aportación!

Responder

Anónimojueves, 4 de abril de 2013 a las 16:52:00 GMT-6


Q ser más REPUGNANTE fue y sera este maldito pseudocientifico que nunca se interesó en lo
absoluto en ejercer tan NOBLE profesion en favor de otros, sino que utilizo sus conocimientos para
satisfacer una diabolica obseción personal y morbosa, usando como excusa "fines cientificos" que no
tuvieron ningún exito aparte de disfrutar de la agonía y desesperación de otros seres humanos.

He conocido mucho+ acerca de este NEFASTO personaje a traves de este blog que lo descubri ayer,
gracias x compartir conocimiento! saludos

Responder

Luisjueves, 6 de junio de 2013 a las 04:17:00 GMT-5


Muy buena información. Recuerdo una pelicula en donde uno de los evadidos tenia un hijo en
argentina y al crecer se vuelve historiador y cuando ve la foto dice: me parezco a este personaje.
Lo otro es que este tipo NO es médico, era una asesino a sangre fría y degenera a aquellos como yo que
practica la medicina. Igual hicieron los japoneses en esa guerra un verdadero asco.

Responder

CaruchisWolfviernes, 6 de junio de 2014 a las 17:43:00 GMT-5


HIJO DE LA RE MIL PUTA ES UNA ESCORIA QUE TRAUMA EL QUE ME QUEDO AL LEER
TODO ESTO QUE MALPARIDO ODIO A ESOS NAZIS DE MIERDA .l.

Responder

Anónimomiércoles, 23 de julio de 2014 a las 17:53:00 GMT-5


Como granito de arena aunque sea muy pequeño podemos empezar por no consumir marcas que
experimentan con animales. Y es bien sabido que algunas si pagan a personas por ser parte de un grupo
de prueba. Por otra parte, esas personitas que son fans de este sadico podrian ponerse al servicio de la
ciencia para que experimenten con ellos, y que sigan haciendo aportes a la medicina aun mas "grandes"
que los que según hizo el hijo de puta de mengele.

Elba

Responder

Anónimodomingo, 31 de agosto de 2014 a las 18:24:00 GMT-5


Q monstruo tan detestable, no puedo creer q existiera alguien así. Q pena q haya pasado el resto d su
vida en libertad, x mucho es el peor asesino d la historia!!!

Responder
Némesis Reisingmiércoles, 10 de septiembre de 2014 a las 10:51:00 GMT-5
Excelente artículo, bastante completo :D la historia de la alemania nazi siempre va a ser facinante . y el
libro Crónicas del Holocausto me fué regalado para mis 15 años, por mucho uno de mis mas preciados
tesoros <3

Responder

Ampersandmartes, 16 de diciembre de 2014 a las 18:40:00 GMT-6


Un completo imbécil con aires de grandeza, sin criterio y con ideas sólo para el mal, que aprovechó su
posición del lado de los criminales nazis que condujeron a buena parte del mundo a la guerra, para
realizar los caprichos de su torcida imaginación, haciendo todas las atrocidades aquí contadas con un
grado de indiferencia pasmosa .... eso puede llamarse científico, o ser humano ????

Las atrocidades de la Alemania Nazi son algo que como especie el ser humano no debe olvidar jamás,
por muy cruel que sea escuchar, ver, leer o investigar acerca del tema, para evitar en grado sumo repetir
una época por demás cruenta ..... Saludos !!!

Responder

Unknownlunes, 15 de febrero de 2016 a las 20:30:00 GMT-6


todo eso k decis esta muy bien..pero igual no sabeis k algunos de los experimentos de mengele..sobre
todo los de la reaccion del cuerpo humano a las presiones de mas alla de la atmosfera..fueron la base
con los estudios de Wernher von Braun (creador de las v1 y v2 k murio en virginia en 1977)k llevaron
el hombre a la luna...no se puede hacer una tortilla sin romper algunos wevos

Responder
Respuestas

Anónimoviernes, 20 de octubre de 2017 a las 06:33:00 GMT-5


Los mejores experimentos no necesitaron tales sacrificios igualmente se hubiera llegado a lo mismo
tarde o temprano imbécil

Responder

Unknowndomingo, 27 de marzo de 2016 a las 04:27:00 GMT-6


Excelente recopilación de datos.
Por más doloroso que sea forma parte de nuestra historia y de futuras generaciones por venir, que se
estudie es indispensable para saber hasta donde llegamos como seres humanos y no cometer los
mismos horrores.
Mi satisfacción personal como creyente es saber que todos estos genocidas están allá abajo siendo bien
utilizados como cobayas humanas por toda la eternidad. Tarde o temprano, se hayan fugado o no
terminarán ahí.

Responder

Marcoviernes, 20 de octubre de 2017 a las 06:28:00 GMT-5


Realmente aquí no hubo justicia sin embargo si hubiera sido judío y sobreviviente personalmente
hubiera extinguido a esta familia de locos y para el caso ninguno de sus estúpidos experimentos fue un
éxito sólo fueron fracasos q pena q la justicia no llegara a este imbécil bueno para nada
Responder

Anónimoviernes, 20 de octubre de 2017 a las 06:38:00 GMT-5


Por otro lado q pena q América latina se preste para estas cosas lamentable

Responder

Alexander Strauffonlunes, 28 de mayo de 2018 a las 00:18:00 GMT-5


Lo que mencionas de Los Niños del Brasil y Mengele es de una trama muy particular. Es una historia
ficticia en la que el Dr. Mengele se encuentra en Brasil y empieza a crear clones de Hitler. Es de los
años 70, y muestra cómo ya en la época se tenía mucho interés en el tema de la clonación y qué uso le
daría quien fuera capaz de hacerlo.

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