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Lengua y literatura
5° año
Literatura
¿A qué llamamos literatura? ¿qué son los textos literarios y qué características tienen?
En las primeras clases de este año, estuvimos recuperando y repasando nociones que nos permiten establecer
aproximaciones al concepto de “literatura”. A continuación, repasaremos lo discutido en los encuentros
iniciales.
Realizar la pregunta qué es “literatura” implica tener en cuenta diferentes criterios que nos permiten distinguir
un texto literario de otros tipos de producciones. Algunas de estas nociones son la de función poética y ficción.
Asociada a la “ficción”, la “verosimilitud” nos permite preguntar qué tan creíbles son los acontecimientos o
circunstancias dentro del mundo ficcional literario. Cada historia posee sus propias reglas que determinan qué
elementos son esperables y cuáles no lo son. Recuerden el ejemplo de Rápido y furioso y la repentina aparición
de una princesa de Disney en un unicornio rosado o la discusión acerca del final de la película Fragmentados
cuando el protagonista -que posee un desorden psíquico- termina convirtiéndose en un monstruo que camina
por las paredes y al que no le entran las balas en el cuerpo.
A partir de la cita Piglia, recuperamos el rol del lector en el texto literario. Siguiendo a Umberto Eco, pusimos
de relieve que toda producción propone el perfil de un “lector modelo” ya que el texto -una máquina perezosa-
exige que los lectores cooperen, se esfuercen y seas activos. ¿Qué quiere decir con la metáfora de la “máquina
perezosa”? Pues bien, los textos no nos dicen todo, al contrario, están plagados de espacios en blanco que
deben rellenar (todo eso que no se dice pero que el lector interpreta y suma). El autor prevé que alguien los
rellenará introduciendo sentido, quiere dejar al lector la iniciativa interpretativa. Un texto necesita que los
lectores le ayudemos a funcionar.
Mijaíl Bajtín, filósofo ruso, estudió a principios del siglo XX la naturaleza del lenguaje. Esto le permitió pensar
la literatura desde un punto de vista social e ideológico. Para el filósofo, toda práctica humana siempre se
relaciona con el uso de la lengua y, por lo tanto, si existe una diversidad absoluta de actividades sociales
también las formas en que se utiliza el lenguaje son múltiples y particulares. En otras palabras, cada esfera de la
actividad humana tiene su propio discurso con sus temas específicos, formas de expresión y estilo.
La diversidad discursiva es inmensa porque las posibilidades de la actividad humana son inagotables. Sin
embargo, podemos reconocer claramente géneros discursivos que asociamos con prácticas sociales. Como
vimos a leer “Contra la salteñidad”, frases como “las ovejas resignadas siguen al pastor del rebaño” son propias
de un discurso religioso que explota la metáfora mencionada.
La imagen que acompaña este texto fue tomada del Animalario Vertical, libro que exploramos en clase. ¿Cómo
funcionan allí los géneros discursivos? Podemos considerar al “obituario” un tipo de discurso primario que
busca comunicar a los lectores de los diarios y revistas datos sobre los fallecimientos recientes. En el caso del
Animalario, la literatura “absorbió” a dicho discurso primario para poner en conocimiento la muerte de un tal
señor F.K. en el marco de una supuesta revista científica del Instituto Revillod. Como el obituario, los textos
que integran esta revista, si bien parecen tener la seriedad y la rigidez de las producciones científicas, relatan
asuntos delirantes y desopilantes.
Con el ejemplo recién expuesto, podemos observar cómo la literatura, un género discursivo secundario, retoma
otros géneros discursivos para lograr nuevos efectos en lector: juego, burla, parodia, crítica, etc.
Otros teóricos, como Marc Angenot, proponen que los discursos sociales llegan al oído del escritor. Este
último se caracteriza por haber “afinado” su oído: escucha atentamente las voces que circulan en la sociedad,
elige cuáles de ellas transcribir y cómo trabajarlas en el texto literario.
Por discurso social, comprende este estudioso todo aquello que llega al oído del hombre en sociedad, todo lo
que percibimos: fragmentos de voces, rumores, que no están necesariamente organizados, que circulan
caóticamente, y que contienen los conflictos y debates entre posturas e ideologías. El escritor percibe de este
caos esos discursos y los reelabora, los transforma, en la literatura.
Ahora bien, los discursos son sociales. No son las opiniones individuales, sino que incorporan una suerte de
“pensamiento colectivo” y, por ello, están regidos por normas sociales. Como expresa Angenot, estas últimas
“indican los temas aceptables e, indisociablemente, las maneras tolerables de tratarlos, e instituyen la
jerarquía de las legitimidades (de valor, distinción y prestigio) (…)”. En este sentido, los discursos sociales
están relacionados con la hegemonía: un “canon de reglas” y de imposiciones que funcionan como un
instrumento de control social.
El teórico francés utiliza el concepto de “hegemonía discursiva” y propone que en las sociedades siempre hay
temas “decibles” y formas de decirlos. En otras palabras, los mecanismos del discurso hegemónico imponen la
aceptabilidad sobre lo que se dice y se escribe, y estratifican grados y formas de
legitimidad.
Podemos pensar, con este breve análisis, que “Jesús de Fiorito” incorpora elementos de un discurso
hegemónico y, como resultado de la transformación en el texto literario, pretende mostrar cómo ciertos
gobiernos “jugaron” con una imagen popular y folklórica a su conveniencia 1.
Angenot, Marc (2010) El discurso social. Los límites de lo pensable y de lo decible. Buenos Aires: Siglo XXI
editores.
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Idea tomada de lo discutido en la clase del 14/03/18