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Recopilación de
escritos Piera
Aulagnier
Recopilación de
escritos Piera
Aulagnier
Selección, ordenamiento y traducción del francés:
Sebastian G. Calderón
Ediciones pictograma
Bogotá, Colombia
Recopilación de escritos Piera Aulagnier
G. Calderón, Sebastian
Recopilación de escritos Piera Aulagnier
Primera edición. Bogotá, Colombia: Sebastian G. Calderón, 2020.
174 p.; 21 x 29,7 cm.
ISBN 978-958-49-0431-7
Bogotá, Colombia.
ASOCIACIÓN PIERA AULAGNIER COLOMBIA
ISBN 978-958-49-0431-7
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Recopilación de escritos Piera Aulagnier
Nota introductoria
La siguiente recopilación de artículos de Piera Aulagnier, surge como una apuesta
transversal por llevar a cabo en nuestro contexto trabajos escritos que den cuenta de una
multiplicación del discurso analítico de esta brillante psicoanalista. Es importante señalar
a propósito de estas traducciones que representamos, dos cuestiones fundamentales; la
primera concierne a la incidencia tanto clínica como teórica de la obra y en un segundo
aspecto la incidencia en el pensamiento psicoanalítico sobre todo acá en Colombia con
Estanislao Zuleta, quien introduce la obra de Piera en su notable escrito el pensamiento
psicoanalítico aún olvidado en varias academias por la incidencia mundial teórica que
reside en autores reconocidos y qué dejan de lado las construcciones epistémicas actuales
de parte de nuestro continente.
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Nota introductoria
cuenta no sólo de avances significativos teóricos en el psicoanálisis del siglo XX, sino
además la gran aportación que hacen los que fueron discípulos de la maestra Aulagnier.
Que este conjunto ensayos sea una provocación para leer y para fortalecer nuestra
clínica latinoamericana y que nos proponga nuevas líneas de estudio que de conocer la obra
de la psicoanalista Italiana y hacer puentes de pensamiento desde nuestra asociación
Colombiana, del mismo modo resaltar la labor que se ha hecho conjunta de parte de la
asociación y el apoyo tanto a invitados e invitadas que se han unido a este gran espacio que
pretende dar a conocer en entornos culturales desterritorializados el movimiento
psicoanalítico y que en gran medida logré un aporte al reconocimiento de la obra atípica de
esta psicoanalista. Agradecemos igualmente a la plataforma Cairn en Francia, por
multiplicar el conocimiento abierto y a la revista Topique por permitir esta abertura con
respecto a la obra de Piera Aulagnier.
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Recopilación de escritos Piera Aulagnier
Preámbulo
Este texto continúa el publicado el pasado mes de mayo con el título "Cómo no se
puede ser persa". En esta primera parte, el problema planteado por la enseñanza del
psicoanálisis y la trampa en la que el maestro-analista se encuentra probablemente [1] (Cf.
El Inconsciente, nº 8: esta Enseñanza del.…) Lo que sucedió entre el momento en que lo
escribimos y el día de hoy ha demostrado que nuestros temores estaban ampliamente
justificados. La pregunta que hacíamos: "¿Cómo podemos ser (persa (extranjero),
freudiano, lacaniano)?” y la respuesta que la Escuela Freudiana de París, de hecho, ha dado,
han llevado a una tercera escisión en el área psicoanalítica francesa. ¿Un simple
movimiento apasionado (lo que en nuestro medio se llama transferencia) por parte de un
grupo de analistas? ¿La revelación del estado agudo de una crisis que interesa al
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Sociedades del psicoanálisis y psicoanalistas de la sociedad
Para los no analistas, la tarea será ardua: los datos del problema pertenecen a un
campo demasiado específico para que las extrapolaciones no lo sean, la mayoría de las
veces, una fuente de error. Para los analistas, la dificultad será la misma que la nuestra: el
problema pone necesariamente en tela de juicio, para cada analista, su opción "política", si
queremos devolver a este término su significado primario, es decir lo que concierne a la
Ciudad, en nuestro caso: la ciudad analítica. Ahora, de la política a la polémica, la
asociación no es sólo fonética: el cambio es fácil tanto para el autor como para el lector.
Para evitar este peligro, hemos intentado basar nuestro análisis en la reflexión
teórica, dejando de lado las disputas entre personas. Pero reconocemos que nuestro análisis
y nuestra crítica han encontrado su fuente principal en las preguntas que nos hace la Escuela
Freudiana de París. Esto por las siguientes razones:
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permite quizás más que a otros dilucidar ciertos fenómenos propios de los grupos
psicoanalíticos.
Pero es evidente que este análisis forma parte a su vez de un problema más general:
el que plantea la existencia de "sociedades psicoanalíticas" desde su origen. Con todo rigor,
nuestro estudio debería haber interrogado las instituciones psicoanalíticas desde una
perspectiva histórica. No nos ocuparemos de ello y nos mantendremos dentro de parámetros
espacio-temporales muy precisos: la situación del psicoanálisis en 1969 en Francia.
Definiremos el significado que damos a dos términos que serán usados a menudo
en este texto. Por didáctico, designamos al analista que analiza un tema -que llamamos
candidato- que, en el curso de su propio análisis, descubre, o confirma, su deseo de ser
analista. Tanto si se declara que el analista es un estudiante de curso después de un plan de
estudios rigurosamente establecido, como si "se permite a sí mismo hacerlo", nos
referiremos a él o ella con el mismo término.
No somos sociólogos, y nuestro interés siempre ha sido solicitado por la psique del
sujeto, ya que se nos interroga por ello en nuestro campo. Pero nuestra experiencia y nuestro
trabajo en los hospitales nos permiten hacer dos observaciones:
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Sociedades del psicoanálisis y psicoanalistas de la sociedad
Estos dos factores explican por qué el analista-terapeuta está cada vez más
solicitado y por qué las listas de espera son cada vez más largas.
Este estado de cosas plantea la cuestión de las repercusiones que provoca en nuestra
disciplina y más particularmente en dos registros:
1. la vocación;
A - Sobre la vocación
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entre la llamada, la misión, el destino, el interés, este término, sin embargo, sigue siendo
manchado por el uso que se ha hecho de él en el campo religioso para designar al que es
llamado por Dios. ¿A qué "llamada" respondería el futuro analista? La respuesta más
frecuente hoy en día se basa en dos conceptos: el "deseo de saber" en lo más general y el
"deseo de transgredir" en lo más específico. Transgresión, subversión, revolución, no
somos nosotros los que rechazamos esta dimensión de la obra de Freud: pero no podemos
eludir la pregunta de qué es lo que todavía justificaría el uso de estos términos hoy en día
y qué es lo que sólo llevaría a la nostalgia de un pasado que los analistas por ahora quisieran
preservar.
Pero nada en este registro permite aún hablar de vocación, ni de analizar el motivo
de una elección particular. Esto es evidente por el interés en conocer: en cuanto al "objeto"
de asombro, ¿nos permitirá justificar el término vocación en nuestro campo? ¿O no se
refiere más bien a una serie de elementos de los que no se puede eliminar ninguno? El papel
que juega la casualidad del encuentro de la mente, la apreciación u oposición "social", la
experiencia afectiva singular, el entorno cultural, ¿no está ahí para recordarnos que el
término "sobredeterminación" no es una calificación exclusiva del síntoma?
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Sociedades del psicoanálisis y psicoanalistas de la sociedad
Entonces, ¿cómo y por qué compartir con el sujeto lo que proviene de su estructura
singular y qué es una respuesta a una inducción exterior? Todo lo que tenemos derecho a
decir (y a querer verificar cuando funcionamos como didactas) es que la inducción puede,
en ciertos casos, ser la única causa y, por lo tanto, influir en la elección del sujeto de manera
engañosa y peligrosa. Por otra parte, las motivaciones pulsionales pueden tratar de
encontrar su camino bajo el disfraz de lo que ya no es sublimación sino sustitución -un
disfraz operado en nombre de una ética que no es la del sujeto sino la del grupo, sin que en
realidad haya ninguna concordancia entre ellas.
En cuanto a la "transgresión" cuando toma el camino del saber, también nos invita
a renunciar a ciertas formulaciones que huelen a apología y -lo que es más desagradable a
auto-apologia.
Aquel que ha tenido la audacia y el genio necesarios para estas transgresiones puede
transmitir a sus herederos muchos "bienes", pero ciertamente no la posibilidad de
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desmantelar ellos mismos la barrera que ya ha sido derribada. Esto nos trae de vuelta al
problema de la vocación de los freudianos contemporáneos. Si podemos afirmar que el
deseo de saber que privilegia el hecho psíquico sigue siendo un bien común que
compartimos con Freud y sus primeros seguidores y nos permite decirnos a nosotros
mismos sus discípulos, ¿podemos sin embargo pasar por alto en silencio el papel que
desempeña esta inducción extraterritorial, que estamos dispuestos a creer que no es
exclusiva ni dominante en la elección de la función psicoanalítica? Admitamos que el
investimento del juicio social (no importa que sea, como predijo Freud, sólo el otro lado de
una resistencia siempre activa), nos da a buen precio el sitio del transgresor, ¿es la sociedad
la que nos ha recuperado, o es el analista el que ha recuperado ciertos emblemas de los que
le resultaba demasiado difícil prescindir?
¿Este "análisis originario" que habría que reinventar siempre, es sólo un último
mito? ¿La posibilidad de la aventura, la audacia de la exploración de las tierras vírgenes, la
angustia de lo desconocido se encuentra en un solo linaje: el que, a partir de Anna O., se
transmitiría en la sucesión de los analistas, mientras que el linaje de los analistas presentaría
una solución de continuidad desde el origen? Asegurados de la validez de nuestro saber,
tentados por el espejismo de una formalización que pretende cubrir exhaustivamente el
campo psíquico, ¿nos veríamos reducidos a vivir a través de intermediarios la audacia y la
hazaña superada imperceptiblemente el deseo de saber al de ser reconocidos, del papel de
explorador al de promotor? Pero estas cuestiones conciernen más al analista en funciones
que al candidato, al que volveremos.
Para este último, los elementos que hemos aislado como motivaciones inducidas
por la coyuntura sociocultural facilitan dos posibles malentendidos:
-Pueden, por otro lado, disfrazar una elección profesional, que obedece a la
fascinación de los emblemas sociales, como un deseo de saber.
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Sociedades del psicoanálisis y psicoanalistas de la sociedad
-La demanda social satisface motivaciones secundarias, que son las opuestas a las
de los pioneros; y sabemos que los beneficios secundarios de una neurosis pueden acabar
ocupando el lugar de lo que fueron sus motores primarios y que pueden resistir, más que
cualquier otra defensa, la acción del análisis.
B - La contraparte a pagar
Una vez que una sociedad reconoce la necesidad de una función, la designa como
necesaria y la solicita, es normal que exija ciertas garantías a cambio.
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de la sociedad: ¿pueden estos últimos ser culpados por querer protegerse de los disidentes
o falsificadores? Especialmente cuando uno piensa con razón que el "paciente" (o lo que el
lego siempre llama "paciente"), no puede tener la posibilidad de juzgar. A partir de
entonces, la sociedad, apoyándose en modelos conocidos, se planteará la cuestión de la
validez del "título": en un primer momento, incómoda por la oscuridad de ciertas
definiciones que se le proponen, se contentará con devolver la responsabilidad a las
sociedades formadoras y las tomará como garantes de habilitación de este nuevo y extraño
funcionario, el analista. En una segunda etapa, más desencantada o creyendo estar más
informada, o habiéndose vuelto conjuntamente más desconfiada y más "exigente", tratará
de "planificar" el problema y considerará la posibilidad de "diplomas" o "estatutos" sobre
los que podrá legislar.
-No quieren, por razones mucho más ambiguas y contradictorias, llevar el debate
fuera de los muros: un cierto deseo de esoterismo no es la prerrogativa de los lacanianos.
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Sociedades del psicoanálisis y psicoanalistas de la sociedad
reconocimiento que ya era el deseo de Freud, sin duda ambivalente, y declararlo nulo y sin
efecto. Debemos tener la lucidez para medir las consecuencias y los peligros.
-Nadie puede sostener que este tipo de institución es inútil: "El analista que se
autoriza a sí mismo solo" es una fórmula promulgada dentro de una Escuela que proclama
su vocación formativa, e incluso su utilidad pública. La desaparición de estas sociedades
sólo dejaría espacio para dos soluciones que, en última instancia, son idénticas: o bien la
transferencia de poder en las cátedras universitarias, o bien la destrucción de la obra de
Freud. No creemos, además, que tal posición sea apoyada excepto por unos pocos que,
asegurados de la durabilidad de las sociedades a las que pertenecen, pueden permitirse el
lujo de un derrotismo gratuito y de una crítica que saben que no será seguida.
Por una parte, los procesos de habilitación que ponen en marcha, convirtiéndose,
cuando no lo son ya, en la condición de la posibilidad de ejercer, no pueden ignorar las
presiones externas: estos mismos procesos deberían, de hecho, testimoniar la preocupación
de los "legisladores" por tomar en consideración únicamente aquello que protege la
experiencia didáctica de cualquier injerencia del poder, venga de donde venga.
Por otra parte, aunque denuncian el error de modelar la formación analítica sobre
cualquier otro "modelo" existente (y, por tanto, como corolario, de modelar una sociedad
psicoanalítica sobre otro tipo de asociación), no pueden prescindir de los "modelos" o
corren el riesgo de caer en la anarquía y la irresponsabilidad absoluta o en la oligarquía o
incluso en la autocracia. Al delegar en unos pocos o en uno solo el derecho a legislar, la
sociedad se vería fortalecida por lo que ya no puede ni siquiera perder: el derecho a ser
responsable de su propio destino.
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Estos términos designan para cualquier analista la razón de ser de las sociedades
psicoanalíticas.
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Sociedades del psicoanálisis y psicoanalistas de la sociedad
O esta opción, el primer paso del viaje analítico, le lleva a pronunciarse sobre lo que
nuestra teoría tiene de más espinoso: el problema de la formación.
Corre así el riesgo de caer en la trampa de una teorización cuyo valor le parecerá
demostrado por la importancia numérica de los miembros de la sociedad que la enuncie.
Aún desprovisto de toda posibilidad de juicio fundado, corre el peligro de ser metabolizado
ipso facto en un "alumno" de una sociedad cuyos intereses se le pedirá que defienda (o
cuyos intereses creerá que debe defender), antes de que pueda siquiera decidir sobre la
cuestión que está en juego. La posición de estudiante se convertirá en la de un militante.
Pero, ¿qué representa la "sociedad" para el candidato? Hay que distinguir aquí dos
campos: el de una teoría sobre el psiquismo (podemos hablar, pues, de las sociedades
freudianas, junguianas y adlerianas) y el de una teoría sobre el método de acceso a lo que
esta teoría enseña [9]. Es según lo que se juega en el segundo registro que las separaciones
se hicieron, en Francia, aunque esto signifique acusar a los ex-colegas como anti-
freudianos.
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Recopilación de escritos Piera Aulagnier
Mostraremos por qué uno de los posibles efectos de esta interacción real-imaginaria
es producir un "resto" que escapa tanto a la operación transferencial como a su elucidación
y será la causa de un punto ciego en el campo más problemático para la acción del analista:
la relación poder-saber. Este "resto", este no-analizado que se vuelve no-analizable no se
pierde por todo eso: servirá para cimentar una relación analista-sociedad (o mejor dicho,
analista-representante de la sociedad) que perpetuará, libre de toda posibilidad de
interpretación, la problemática transferencial. El peligro que supone este robo, que es
responsabilidad de la forma en que operan las empresas, ha sido denunciado por los
analistas desde hace mucho tiempo. Las diversas soluciones propuestas demuestran la
preocupación de los legisladores por proteger al candidato de lo que se ha denominado, a
su vez, "transferencia lateral", "acting out", "fuga del análisis", términos que designan la
propia tendencia del candidato a cortocircuitar el "dolor de la transferencia" a través de los
canales que la acción le ofrecería, incluido, sobre todo, el que consiste en pasar del sofá a
la silla. No hay nada malo en esta preocupación, todo lo contrario. Pero no debe a su vez
servir para enmascarar los efectos laterales que aparecen en el lado del analista cuando el
solicitante del analista es conjuntamente un candidato-estudiante y por lo tanto un posible
futuro miembro de la sociedad a la que pertenece el analista.
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Sociedades del psicoanálisis y psicoanalistas de la sociedad
¿Pero quiénes son los llamados a esta "vocación"? La respuesta podría parecer
fácil: aquellos que, en una sociedad, demuestran su interés por la formación (instructores
de cursos, controladores, profesores). De hecho, esta "vocación", esta vez por razones intra-
territoriales, puede ser igual de sobredeterminada e igualmente ambigua. Constatemos, en
primer lugar, que la fórmula "para entrenar a un estudiante-candidato" generalmente
designa, para el analista, la función didáctica. Esto se confirma por el uso que se hace de él
en nuestros grupos: "el estudiante" de tal término es el título que comúnmente se da al
analista del que nombramos, y no al "controlado" o al "enseñado". Un uso revelador que
resalta uno de los elementos que intervienen en la "vocación". Cabe añadir que, aunque a
veces se ha criticado con razón el uso del adjetivo "personal" para diferenciar el llamado
análisis "tal" del análisis didáctico (todo análisis es sumamente personal), el adjetivo
"didáctico", tomado al pie de la letra, plantea la cuestión de si todo análisis no tiene
necesariamente una dimensión didáctica. La lectura de los relatos de los análisis de Freud
haría difícil negar esto. ¿Cuántas veces se ve que no se le explica al analista la textura del
sueño, del fantasma, o más directamente esta o aquella hipótesis teórica. Y cualesquiera
que sean las tendencias más modernas de nuestra técnica, ¿se puede discutir que el análisis
tiene como objetivo dar, al sujeto que se somete a él, acceso a un conocimiento sobre su
funcionamiento psíquico? En ambos casos, transmitiríamos así un cierto conocimiento
sobre un determinado objeto, siendo la especificidad de esta "transmisión" el hecho de que
no puede hacerse directamente de los textos (obra de Freud) al lector, sino que requiere esta
experimentación in vivo que implica la presencia de un analista.
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Recopilación de escritos Piera Aulagnier
Lo que puede parecer paradójico, sin embargo, es la evidencia que nuestra teoría
impone. El primer bien que Freud nos legó está, en efecto, del lado de la transferencia: el
autoanálisis, en el caso de Freud, es este enfoque, esta exploración que no se basa en ningún
modelo teórico que pudiera haber tenido a priori. Decir que Fliess jugó el papel de analista
para Freud es una verdad a medias. Si es cierto que tomó para Freud el lugar de este
interlocutor ausente y silencioso al que vino a decir lo que descubrió en el laberinto de su
propio inconsciente, es igualmente cierto que Fliess nunca entendió nada del papel que se
le atribuía. Y es este no-saber, esta opacidad fue la que tuvo para Freud la función de
desvelar esto: el Otro que se suponía que debía saber se le apareció poco a poco en su
desnudez, descubrió que este "saber" que quería hacerle suponer no era más que el objeto
de su propio deseo, que lo que le pedía a Fliess era que le garantizara un lugar donde este
objeto existiera, donde lo único que tenía que hacer era encontrarlo. Cuando forzara al
Silencio a abrirse, descubriría el bien más preciado allí: la obra de arte que él mismo había
elaborado lentamente y reconocería mediante la transferencia. Y al mismo tiempo, sabrá
que acaba de descubrir el camino por el que el sujeto debe pasar para que la apertura del
Silencio no lleve al vacío, a la nada.
Esto ya no está en nuestro poder. El trabajo de Freud nos ha desposeído de él. Dado
que el "camino" se ha convertido en un modelo (ya sea del primer o del segundo tema),
dado que el enfoque fundador se ha convertido en un texto, cualquier intento de autoanálisis
(es decir, sin la condición previa de un análisis) se toparía con el hecho de que, al ser capaz
de repetir el enfoque de Freud utilizando el modelo que se ofrece, es Freud el que
implícitamente tomaría el lugar de Fliess para nosotros.
Su texto viene a representar al Otro supuestamente que sabe, este último estaría
clavado en el registro de un conocimiento muy real. La apertura del Silencio se convertirá
en sinónimo de la apertura de los textos: el autoanálisis de Freud, no el suyo propio, será
constantemente releído. El conocimiento siempre es en parte reinventado; implica la
necesidad de interrogación: si el conocimiento psicoanalítico es una interrogación sobre el
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Sociedades del psicoanálisis y psicoanalistas de la sociedad
deseo, todavía tiene que haber un deseo de ser interrogado. ¿Qué es lo que quiere? La
pregunta que Freud dirigió indudablemente a Fliess, sólo podemos hacerla nuestra cuando
nos enfrentamos al analista, es decir, a un sujeto gracias al cual podemos creer que somos
objeto de su deseo. El texto no puede ocupar su lugar: podemos usarlo para cuestionar el
deseo del autor, tal vez, pero este deseo ya designa su objeto en el texto: la respuesta no
puede decirnos nada sobre nuestro deseo. El texto es tal sólo a partir del momento en que
se convierte en una obra, una parte separada del autor, como tal autónoma y que se ofrece
como un objeto conformado por un deseo sobre el cual el lector ya no tiene ningún poder.
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los que cuestionan su obra, y que pueden tener derecho al título de teórico, y los que la
practican, es decir, los analistas, para los que no se puede disociar la actividad teórica y
práctica. Si estos últimos son tan sensibles a lo que concierne a la interpretación de los
textos de Freud, es porque saben que este es precisamente el punto donde la unión opera
para ellos. La interpretación del texto que opera el analista (ya sea el texto de Freud o el
texto de su propio discurso inconsciente) es lo que utilizará para justificar su método, de la
misma manera que éste debe, a imagen de espejo, probar en sus efectos la validez de una
interpretación que remita al analista a su subjetividad, a su práctica, a su interpretación.
Freudiano entre los freudianos, lacaniano entre los lacanianos, discípulo entre otros
discípulos, el analista (intérprete en dos capacidades), heredero, en el campo de la teoría,
de un bien común que debe compartir con todos sus pares, reivindicará por otra parte su
"singularidad" (es decir, lo que le permite ser en su propio nombre la transmisión del texto)
en el campo donde se encuentra confrontado con su soledad: el acto analítico.
Pero este "plus" revela fácilmente la aporía que transmite: querer transmitir lo
"singular" de su interpretación, su acción, su estilo, es negar al candidato el derecho a su
"singularidad".
La causa del avatar mayor que amenaza al tutor confrontado con esta aporía es la
tentación que puede sentir de poner su método, su interpretación, en el lugar del texto. El
candidato ya no será remitido a los fundamentos de una teoría para ser experimentada,
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Sociedades del psicoanálisis y psicoanalistas de la sociedad
La reanudación de un discurso que, por otra parte, sólo puede sostener los emblemas
de los que se adorna preservándose de cualquier posible cuestionamiento, priva al analista
del objeto que puede sostener su deseo de saber. Lo que se le ofrece es un "conocido" y no
un "a conocer" y un conocido que quiere ser exhaustivo: ante este duelo, el sujeto
retrocederá y se identificará con el objeto perdido. En el caso que nos interesa,
presenciaremos la identificación del candidato con el autor de las instrucciones de uso, un
movimiento regresivo tomará el lugar de lo que podría haberse convertido en una invitación
a la transgresión y al conocimiento. La didáctica se convierte en adoctrinamiento, la
doctrina se convierte en dogma, el analista se convierte en el mesías.
Parece que, esta tentación es tanto más activa cuanto que corre el riesgo de satisfacer
el deseo del analista tanto como el del analizando. Lo que caracteriza el campo analítico,
este espacio donde se realiza un análisis, es que, aunque el analizando no sea consciente de
ello, ambos partenaires apuntan al mismo objetivo: desenmascarar lo que se trata de deseo.
Pero mientras que el analizando se hará la pregunta del deseo del analista, querrá ser el
objeto de la respuesta, y sólo podrá desenmascarar su propio deseo porque, cada vez, tendrá
que reconocer que el objeto del deseo del analista es otro y en otro lugar, el analista se hará
la pregunta de lo que el analizando desea, del objeto fantasmático que persigue; si viene a
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Recopilación de escritos Piera Aulagnier
proponer un objeto "real" al analista con el fin de fijar su deseo, y la búsqueda se acortará,
el fantasma se esconderá de nuevo en el inconsciente, el analista tendrá la ilusión de haber
descifrado el enigma del otro cuando lo único que habrá hecho es leer en un espejo el
mensaje de su propio deseo. El analista tendrá la ilusión de haber tenido acceso a un
conocimiento cuando sólo habrá sido el fiel eco de un mensaje que traduce un deseo que
no es suyo. Ambos se habrán dejado atrapar en la trampa de la transferencia:
-El analizando, más excusable porque habrá sido inducido a recorrer un camino que
conoce bien por haberlo elegido repetidamente: la idealización le ha parecido siempre más
accesible que la sublimación, transfiriendo sobre los hombros del otro la responsabilidad
del deseo más fácil que ser el único responsable de la elección, la ilusión más humana que
la propia verdad.
Así pues, vemos que la permutación entre la práctica y texto conduce a una segunda:
ya no es la teoría freudiana la que trabaja para dilucidar la transferencia, sino la
transferencia que se pondrá al servicio de una sujeción teórica. Cada vez que el analista,
aunque sin saberlo, hace uso del poder que le ofrece la transferencia para consolidar su
dominio teórico, amputa del campo de lo analizable una zona que será anexada a su propio
campo libidinal. Si es cierto que la función del analista le invita a utilizar el análisis de la
transferencia para permitir al sujeto descifrar el deseo inconsciente, este desciframiento
requiere que todo lo que, en el discurso, aparece como efecto de la transferencia pueda ser
devuelto al remitente. Es en este camino inverso, atravesado por el mensaje, donde se puede
hacer la interpretación.
Cada vez que el analista se presenta como el destinatario real y legal de la oferta o
de una de sus partes, impide este movimiento de retorno, fija el mensaje, hace esta segunda
lectura, que es la interpretación, imposible para el analista y para él mismo. En el campo
del imaginario donde se desarrolla la transferencia, se constituye así un enclave que será
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Sociedades del psicoanálisis y psicoanalistas de la sociedad
Para preservar este enclave, tanto el candidato como el analista se enfrentarán a una
tarea muy difícil: ponerlo fuera del alcance de cualquier pulsión agresiva. Esta hazaña, y es
una cuando se sabe lo que el psicoanálisis moviliza de energía en el campo de la pulsión,
se logrará encarar dos maneras:
- O bien, por contrato tácito, todo lo que tenga que ver con la práctica será
considerado desde el principio como intocable, lo cual debe excluirse de lo analizable del
discurso (en consecuencia quedará igualmente excluido de lo que más se acerque a este
deseo de ser analista, que en una didáctica constituye el mayor punto de resistencia).
La agresividad que siente el candidato que teme la violencia de las represalias y que
teme igualmente el analista, que se siente desafiado en su propio ser, se desviará en buena
parte en el extra-analítico y se encontrará como el cemento de los clanes, de los amigos, de
las rivalidades intra e inter-sociales. Si esta salida se cierra, si esta desviación es
impracticable, veremos la agresividad irrumpir en el propio enclave y seremos testigos de
una dramática ruptura de la relación analítica (lo que prueba lo que decíamos sobre la no
analizabilidad del enclave: la agresividad sólo se puede actuar, el discurso ya no tiene
cabida).
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Recopilación de escritos Piera Aulagnier
que, por algún milagro, sería pura de toda la escoria transferencial. Una vez más, este "real",
justamente cuestionado por el analista, es aquí llamado a la ayuda, se reintroduce en el
campo didáctico, servirá de etiqueta de garantía para la novedad de su declaración.
Si este desplazamiento inducido por la relación didáctica como tal no existiera, los
factores extrínsecos derivados de la inserción de la didáctica en los parámetros de una
sociedad, a la que uno pertenece y a la que el otro pide pertenecer, tendrían poco peso. Por
otra parte, si estos factores heterogéneos no existieran, si el poder ejercido por una sociedad
no interfiriera a su vez en los parámetros de la experiencia didáctica, el cambio mencionado
sería un poco menos difícil de evitar.
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Sociedades del psicoanálisis y psicoanalistas de la sociedad
Es en este punto donde entra en juego el tercer factor: el poder del psicoanalista,
como representante elegido por la sociedad, al que delega el ejercicio de su propio poder.
Esta delegación, al igual que esta elección, se convertirá la mayoría de las veces en la
apuesta de una lucha por el prestigio, una lucha en la que este conocimiento sobre la psique,
que debería ser nuestro bien, parece disolverse, de una manera tan total como desesperada.
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Recopilación de escritos Piera Aulagnier
Nuestra respuesta apelará a la obra de Freud y al único capital teórico que nos dejó.
Su teoría - pedimos disculpas por la repetición - propone conjuntamente un modelo de la
estructura psíquica y el método de su exploración, un método que hace del análisis de la
transferencia su camino real.
Nuestra acción tiene como objetivo ofrecer al sujeto la posibilidad de encontrar sus
causas inconscientes y subjetivas para transformar en una historia de la que es autor lo que
hasta entonces estaba excluido del campo de su saber y del campo de su maestría. La
dilucidación del significado que se encuentra cada vez en este proceso combinatorio es lo
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Sociedades del psicoanálisis y psicoanalistas de la sociedad
Más allá de una nosología que se basa únicamente en una descripción sintomática,
la clínica psicoanalítica, si este término quiere tener un significado, tendrá que aislar así
una serie de entidades definidas precisamente por modelos transferenciales.
Lo que la acción del analista se refiere es, por lo tanto, una teoría de la cura que, por
sí sola, puede permitir identificar en cada caso lo específico y lo no superable.
Parafraseando lo que hemos estado diciendo sobre la estructura, diremos que Freud nos
legó los elementos universales de una teoría de "psicoanálisis" y que esta teoría prueba que,
incluso en el caso de diagnósticos idénticos, hay modalidades específicas de la experiencia
transferencial. Si por "teoría de la didáctica" queremos simplemente señalar al analista el
interés que tiene el estudio de un tipo de defensa más particularmente favorecido por la
posición de "candidato" del analista, pensamos que es un recordatorio muy útil, pero el
término "teoría" nos parece ambicioso y ambiguo. Se trata, pues, de que el analista
reflexione sobre lo que la teoría de la cura le permite poner de relieve, como efecto
resultante de una demanda que toma el "análisis" como objeto y que corre el riesgo, por lo
tanto, de inducir en el analista un determinado tipo de sordera.
Si, por el contrario, por medio de una "teoría de la didáctica" se quiere jerarquizar
un sector de la teoría de la cura hasta que ésta ocupe su lugar e invierta el orden de
precedencia (es decir, pretender que la teoría de la cura es sólo una aplicación de la
primera), pensamos que tal proceso debe ser denunciado.
En efecto, para que esta afirmación tenga una justificación teórica, primero habría
que demostrar la verdad de los tres postulados siguientes:
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Recopilación de escritos Piera Aulagnier
3. Habría que demostrar que cada vez que el que se acuesta en el sofá se presenta
como "candidato", el "estilo" de análisis debe inflexionar de una manera particular; esto
contradiría el loable esfuerzo que muchos han hecho para reintegrar la didáctica en el
campo de la cura psicoanalítica en el sentido literal (una reintegración que sólo puede
devolver su significado a la didáctica).
3. El sujeto que se dedica a este procedimiento corre el riesgo de escapar a las demás
medidas de control posponiéndolas siempre.
35
Sociedades del psicoanálisis y psicoanalistas de la sociedad
4. Por último, la teoría psicoanalítica enseña que hay estructuras que son
particularmente resistentes a la acción de la cura, de ahí el interés de localizarlas lo antes
posible.
A lo que los opositores -entre los que nos encontramos- responderán que, en efecto,
el "sí" de la selección institucionaliza desde el principio, en nombre de la sociedad, como
didacta, un análisis cuyo fin sólo podrá decirse mucho más tarde lo que se pretendía
conseguir; que, salvo algunos casos extremos, la teoría psicoanalítica invita a desconfiar de
juicios precipitados sobre cuál podría ser la respuesta del sujeto a la acción de la cura.
A partir de ahí, una conclusión nos parece evidente: o bien estamos en presencia de
un abuso de lenguaje y la fórmula "teoría de la didáctica" se utiliza sólo como sinónimo de
"reflexión sobre la formación", esta última fórmula engloba este conjunto de reglas,
sugerencias, investigaciones que toda sociedad freudiana, partiendo de la teoría de la cura,
propone como la más apta para evitar que la didáctica vaya más allá de los parámetros
propios de una cura psicoanalítica. En este caso, el proyecto de "hacer una teoría de la
didáctica" se refiere de manera precisa a una reflexión analítica, muy difícil y muy
necesaria, sobre lo que es, o debería ser, una sociedad de psicoanálisis y sobre las
motivaciones de sus representantes. O bien este proyecto reivindica un objetivo más
ambicioso, se proclama como el punto final de un conocimiento de la teoría sobre la teoría,
y se convierte en el señuelo gracias al cual toda reflexión sobre la formación o toda
reflexión sobre las sociedades psicoanalíticas, consideradas sin duda como temas un tanto
demasiado explosivos, queda en la sombra.
36
Recopilación de escritos Piera Aulagnier
que así habían hecho a Lacan y a sus estudiantes al conformismo y a la burocratización que
la autoridad internacional indujo tenían por objeto demostrar que algunos de los edictos de
esta autoridad no se basaban en ningún postulado teórico sino que servían para perpetuar
una operación que no se quería cuestionar por razones de pura conveniencia personal.
37
Sociedades del psicoanálisis y psicoanalistas de la sociedad
registro de la formación, se adherían a las críticas formuladas por Lacan y pensaban que
era posible aplicar un modelo de formación que evitara los impasses denunciados.
Este modelo, supuestamente al servicio del psicoanálisis, no era una vana utopía: la
teoría de J. Lacan planteaba un postulado que permitía, o debería haber permitido, abrir el
camino a una nueva aplicación del funcionamiento de una sociedad psicoanalítica. Este
postulado, al que nos referimos y cuya verdad había demostrado Lacan de manera ejemplar,
era que el quid de la cuestión del análisis didáctico (nos referimos a ese punto de mayor
resistencia cuya superación puede permitir por sí sola la realización de un psicoanálisis) es
la elucidación del deseo de ser analista (o del deseo del analista), que siempre se arriesga a
desempeñar la función de una pantalla en la que se proyectaría como efecto de transferencia
lo que en realidad es "efecto de analista" (lo que se denomina contratransferencia) y
viceversa. Conocer el objeto del deseo del analista, lo que motiva su acción, es la cuestión
de que cada análisis se renueve para el analista y que cada enfoque didáctico plantee para
el candidato como el último punto de lo analizable. De ahí, en la práctica, la advertencia
contra cualquier interferencia externa por parte de la sociedad que, decidiendo en nombre
del candidato, vendría a poner en cortocircuito el análisis de su deseo, de dictaminar sólo
sobre la serie de demandas que le dirige.
Pero, a partir de este momento, un segundo postulado fue propuesto por Lacan, su
contradicción con el primero se reveló gradualmente en el funcionamiento mismo de la
Escuela Freudiana de París. Este segundo postulado es el de la "pureza de la didáctica".
Esta calificación, ambigua, merece una reflexión porque permite dos interpretaciones. Lo
habíamos oído y seguimos oyéndolo como lo que especifica el objetivo esencial del
proyecto del didáctico: llevar el análisis del deseo inconsciente lo más lejos posible
aprovechando la relación que vincula, en este caso, objeto de demanda y objeto de deseo.
En efecto, para el candidato existe desde el principio una equivalencia entre lo que
es objeto de su solicitud (convertirse en analista) y lo que puede ser objeto de su deseo.
Este telescopage, fuente de muchas dificultades, nos parece positivo en un punto: mientras
que, en lo que se denomina análisis terapéutico, la satisfacción que la solicitud puede
encontrar allí (por ejemplo, la desaparición del síntoma, o el acceso a tal o cual éxito sexual
o profesional) siempre corre el riesgo de ser asimilada por el analizando a una respuesta
adecuada a su deseo y puede convertirse así en la razón de la interrupción del tratamiento,
en el caso de la didáctica, la solicitud remite directamente al candidato a la cuestión de su
38
Recopilación de escritos Piera Aulagnier
deseo de análisis. A este nivel, no puede (o no debe) haber respuestas parciales posibles: el
proyecto apoyado por la candidatura del candidato lo remite desde el principio a un deseo
de análisis (analizarse a sí mismo, analizar) que deberá reconocer como objeto de su
candidatura. Y, como este "objeto", o más bien su búsqueda, depende del análisis de su
propio deseo inconsciente, este acceso le abrirá (al menos esto debería ser posible) a una
demanda de conocimiento que toma como objeto lo desconocido de su deseo. Esta apertura
no es específica de la didáctica, pero pensamos que es en esta relación donde debería poder
liberarse más de la escoria que lleva dentro: es en su campo donde mejor debería poder
liberarse del peso de esos beneficios secundarios que pueden acabar ocupando el primer
lugar e inflexionar la trayectoria de un movimiento que tenía como objetivo el
desciframiento de la psique.
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Sociedades del psicoanálisis y psicoanalistas de la sociedad
-cambiamos las estructuras desde donde: somos los depositarios (¿futuros?) de una teoría
de la didáctica.
40
Recopilación de escritos Piera Aulagnier
entiende en este texto, en nombre de un juicio único: que el candidato sepa dar testimonio
de lo que representa para él este momento especialmente difícil del final de análisis, este
testimonio que le libera de toda necesidad de otro, en nuestra opinión mucho más difícil: el
que se refiere a lo que representa para él el acto psicoanalítico, es haber asumido en la
práctica, y no simplemente en la intención, la responsabilidad de analizar otro tema.
Esta división así instituida entre la teoría y la clínica nos parece contraria al espíritu
mismo de los textos freudianos y a lo que fue el discurso de J. Lacan. Pero, como dijimos
en nuestro preámbulo, plantea una cuestión que concierne al funcionamiento de cualquier
sociedad psicoanalítica. Nadie puede impugnar válidamente el conocimiento de Lacan, su
conocimiento de Freud y el alcance de su experiencia. ¿Cómo, entonces, podemos explicar
el resultado paradójico que se supone que es el último punto de su teoría?
41
Sociedades del psicoanálisis y psicoanalistas de la sociedad
Así, los que, gracias a Lacan, habían sido los promotores de un movimiento que
denunciaba, entre otras cosas, el peligro de asimilar el psicoanálisis y la especialidad
médica, que querían evitar reducir el objetivo analítico a un objetivo "normalizador" se han
convertido progresivamente en los defensores de una posición que asimila el acto analítico
42
Recopilación de escritos Piera Aulagnier
en su aspecto más ambicioso a una especie de prueba iniciática y esotérica, olvidando que
cualquiera que sea el precio que el analista pague en el curso de su propio análisis (en la
desesperación, la depresión o la angustia), no lo es ni siquiera ante la persona que viene a
pedir ayuda para encontrar su verdad.
Este "no estar parejo" implica que el "avance de la teoría", que es muy deseable en
sí mismo, sigue siendo coextensivo con las pruebas repetidas de la experiencia y el
conocimiento clínico del analista.
Así termina esta segunda parte: el análisis de los dos tipos de sociedad que existen
actualmente en Francia por parte de Intra-muros permite poner de relieve los peligros y los
errores, opuestos en la forma pero igual de graves en el fondo. Nuestra conclusión será
breve.
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Sociedades del psicoanálisis y psicoanalistas de la sociedad
Es una renuncia difícil, sin duda, y tanto más cuanto que también debe ser aceptada
en términos de la existencia de un modelo perfecto e inmutable de sociedad psicoanalítica.
O bien los analistas, eso es lo que un grupo ha tratado de hacer [18] tienen la "modestia"
de probarse continuamente como analistas en función y como representantes de una
sociedad (lo que implica un cuestionamiento igualmente continuo del funcionamiento del
grupo, de los efectos que de él se derivan y de los escollos inesperados que encontrará en
su evolución), y en este caso, existirán sociedades de psicoanálisis, es decir, organizaciones
que pueden pretender haber sabido aplicar la experiencia freudiana a sí mismas. O los
analistas huirán al sueño: asegurados de una teoría impecable, ¡creyendo por fin! Con la
posibilidad de una prueba por nueva que, en cada una de sus operaciones, vendrá a decirles
"aquí está la verdad y aquí el error", seguro que mientras este modelo teórico no plantee
ningún problema cuando se convierta en un modelo "social", seremos testigos de la
producción de psicoanalistas sociales, de la fragmentación acelerada de los grupos
existentes, de la creación de sectas, cada una proponiendo "su" psicoanalista, "su" teoría,
"sus" reglas de formación, "su" modelo: El nombre de Freud se convertirá en la coartada
con la que cada uno reclamará ser el heredero del título, la etiqueta que garantizará su
autenticidad.
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Recopilación de escritos Piera Aulagnier
consolarse afirmando que sólo hay verdad en la alienación. Incluso si, en el fondo, se espera
que, en el extraterritorial, alguien pueda un día proponer de nuevo al deseo de conocimiento
del hombre una meta digna de ser investido.
Entre estas dos posibilidades que se ofrecen al psicoanálisis, es difícil predecir cuál
de ellas tendrá éxito. Parafraseando a Aristóteles, diremos que toda verdad, todo principio,
todo acto de buena fe debe, y siempre tendrá que "ser juzgado por las consecuencias que se
derivan de ellos y especialmente por su fin...".
Abril-Mayo 1969.
Notas
[1]
[2]
Esto se demuestra más claramente por el malestar que sufre la generación más joven
en particular.
[3]
Dejamos de lado el problema del reembolso por parte de la Seguridad Social, que
tampoco es tan sencillo como los que están a favor de la aceptación y los que están en
contra.
[4]
Cf. Ferenczi, Sobre la organización del movimiento psicoanalítico, 1911. Uno verá
al leer este texto que estos temores ya fueron evocados...
[5]
45
Sociedades del psicoanálisis y psicoanalistas de la sociedad
[6]
[7]
[8]
[9]
Así, en Francia, todas las sociedades existentes proclaman su lealtad a Freud; y las
diferencias de interpretación que cada persona da a su obra se encuentran tanto entre los
miembros de una misma sociedad como entre los miembros de sociedades diferentes.
[10]
[11]
[12]
[13]
46
Recopilación de escritos Piera Aulagnier
Esta propuesta, a la que hemos dado la referencia, no fue votada por la E.F.P. hasta
enero de 1969: esta fue la razón de nuestra dimisión.
[14]
[15]
No conocemos ningún texto de los lacanianos sobre este tema preciso, aunque su
contribución a la teoría psicoanalítica y a la teoría de la transferencia ha sido muy
importante.
[16]
Creemos que es mejor reproducir aquí la parte del texto que se refiere a ella en su
totalidad, ... ¿Quién se presenta ante el panel de aprobación? Psicoanalistas con el objetivo
de ser reconocidos por A.E. Por qué alguien reclamaría menos, si tiene el coraje. El analista
de la escuela es, no lo olvidemos, el que contribuye al avance del psicoanálisis. ¿Por qué
no empezamos, tan pronto como lleguemos allí.
"Por otro lado, hay personas que, más modestamente, se contentarán con probarse
como analistas. Aquí es la Escuela la que interfiere, y siempre de manera positiva. Difiere
el título de A.M.E. sin necesidad de ningún postulado.
"Y este título constituye una invitación de la Escuela para solicitar el título de A.E.
"Pero, a partir de entonces, esta calificación sólo se puede obtener a través del
testimonio decisivo de la propia capacidad.
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Sociedades del psicoanálisis y psicoanalistas de la sociedad
en el sentido de que el psicoanalista sólo termina por volver a serlo en su posición con
respecto al Sujeto supuestamente conocedor.
[17]
[18]
48
Recopilación de escritos Piera Aulagnier
Piera Aulagnier
La formación del psicoanalista, tal era el título del primer número de Topique [1]
Veinte años después, estas preguntas no han perdido nada de su agudeza. Se les puede
abordar de manera directa, pero también se puede tratar de responderlas cuestionando las
características que especifican, o deberían especificar, el funcionamiento psíquico del
analista en el ejercicio de su profesión.
Las obras de este número, que inaugura la publicación de Topique por su nuevo
editor, nos muestran en vivo las condiciones necesarias para ello.
Pero una propiedad de este legado le habría sugerido a La Fontaine una de esas
morales finales de fábula que le eran tan queridas: no tiene sentido heredarla si no se sabe
cómo hacerla fructificar.
Nuestra labor de intérpretes tiene una función privilegiada en este sentido; pero este
acto de hablar sólo puede tener lugar sobre un objeto construido por la escucha de estos dos
sujetos que se encuentran en el espacio-tiempo de las sesiones. La nuestra no podría percibir
nada más allá del contenido manifiesto de las peticiones que se nos dirigen si nuestro propio
análisis no nos hubiera permitido interiorizar el único lenguaje (el de Freud) que puede
49
Cent fois sur le métier...
darnos acceso a un campo de significados que sólo puede conocerse al precio de una
modificación del propio conocimiento. Una modificación en la elección de nuestros medios
de investimento, en el lugar dado al autoconocimiento, que se ha convertido en uno de los
soportes de nuestro proyecto de identificación, una modificación en la función que tiene el
tema de la duda-certeza en la actividad de nuestro pensamiento.
Nada sería más falso que creer que es posible decodificar en el texto de un analista
los elementos implícitos de un fragmento de autoanálisis que uno haría en su lugar.
Por el contrario, su lectura será tanto más enriquecedora cuanto que permitirá ver
en acción la formación teórica y práctica sobre el funcionamiento del pensamiento y sobre
el papel que desempeña el investir de una búsqueda de la verdad, nunca cerrada y nunca
garantizada para no tropezar con un obstáculo inesperado.
Los autores que han aceptado colaborar en este tema dan la misma respuesta a esta
pregunta: nuestra teoría sólo puede seguir siendo el soporte de nuestros investimentos, el
soporte de nuestra esperanza de la verdad, si y mientras se siga ejerciendo su poder de
cuestionar nuestro propio pensamiento.
Si Freud nos dejó una obra dotada de vida y no un monumento que no sería más
que el simple vestigio de un tiempo y un conocimiento pasados, es porque la riqueza de
estos conceptos fundamentales - angustia, transferencia y contratransferencia, repetición,
pulsión de muerte, relación con lo desconocido, trauma - que son los conceptos tratados en
los textos aquí presentados, nos invitan, mejor aún nos obligan a seguir explorando sus
implicaciones, a profundizar en su alcance.
Pero es igualmente indispensable que el analista sea advertido de los límites que
debe respetar para que esta parte de "violencia" que cualquier aporte de nuevo significado,
cualquier nueva interpretación que haga obsoletos los ya dados, no conduzca a un abuso de
poder que perjudique el proyecto analítico.
50
Recopilación de escritos Piera Aulagnier
abordar analizando las motivaciones que explican este interminable alegato que la relación
del analista con su propia escucha y con la teoría que forma parte de ella le impone. He
extraído las siguientes reflexiones, que también pueden ser leídas como el comienzo de mi
propia defensa.
***
Una súplica de escucha: tanto si el texto que escribimos está esencialmente dedicado
al "retorno" a la correcta interpretación de tal o cual concepto de la teoría freudiana, como
si propone una nueva hipótesis, el hecho de que no haya un lugar explícito para la clínica
no cambia nada. Si reflexionamos sobre las motivaciones que empujan a un analista a
escribir y publicar, dejando de lado las que responden a la singularidad de su problemática
y que sólo él puede cuestionar, esta "súplica" estaría en funcionamiento, con raras
excepciones, en todos nosotros. Sería un factor determinante en este trabajo de pensamiento
que se impone al analista, fuera del tiempo durante el cual su escucha encuentra, o espera
encontrar, su objeto en lo que surge en el espacio-tiempo de la sesión. Un alegato que
merece ser considerado porque, en este caso, el analista ocupa conjuntamente el lugar del
abogado defensor (defensa de sus valores, de sus conocimientos teóricos y más aún de su
saber clínico) y el de la parte civil al servicio de los intereses de un hipotético analista que
vendría a pedir cuentas en nombre de su clase.
La peculiaridad de este juicio es que nunca termina. El alegato puede dar lugar a
una absolución, ya sea porque las pruebas de la legitimidad del analista acusado son claras
o porque las circunstancias atenuantes (que en este caso se llamarán resistencia) son tales
que justifican su despido. Esta auto-absuelta del analista acusado no pondrá fin a un juicio
en el que, como señaló Joseph K., a quien cité en la última página de La violencia de la
interpretación, cualquier absolución si no es "aparente" nunca es definitiva.
51
Cent fois sur le métier...
En una obra que trata de problemas muy similares, Sophie de Mijolla se pregunta
sobre las condiciones de posibilidad de este ejercicio particular que representa, para el
analista, la rendición de cuentas de un análisis, aunque sabe muy bien que, en el mejor de
los casos, terminará en la reconstrucción siempre infiel de un proceso del que sólo puede
recuperar lo que ha sido inscrito en su memoria. De ahí la pregunta del autor: "Si el relato
de un análisis resulta ser un reto imposible, ¿cómo es posible entender su persistencia hoy
en día, cuando la necesidad en que se encontraba Freud de defender y promover "la causa"
ya no pasa por la necesidad de demostrar in vivo el significado de los procesos psíquicos y
la especificidad de su enfoque por la cura psicoanalítica? [3]
Si es cierto que hoy en día -no fue lo mismo para Freud y sus contemporáneos-
podemos confiar en una demostración ya hecha de la validez de los postulados
fundamentales de la teoría freudiana, si sigue siendo cierto que la suma de lo que podemos
saber de las experiencias clínicas realizadas por nuestros predecesores justifica la práctica
que esta misma teoría instituyó y hace posible, ¿cómo podemos explicar la insistencia de
este alegato que se impondrá, periódicamente, a todo analista?
Siguiente... bueno, agregaré a esto todos los sujetos dispuestos a apostar por la
existencia, no de Dios, sino del inconsciente. Una apuesta muy diferente, ya que ganarla no
les traerá ningún consuelo contra la muerte, sino todo lo contrario.
Que esta apuesta sea necesaria para que el sujeto acepte, no para creer a priori en
nuestras hipótesis, sino para ponerlas a prueba, no es evidente.
Hace algún tiempo, leí en no sé qué publicación, que había una sociedad en Londres
cuyos miembros todavía mantienen que la tierra es plana y no redonda. Un análisis de este
grupo probablemente nos confrontaría con varios problemas psicológicos. Pero, como
analista, puedo considerar remotamente, sin temor a equivocarme, este rechazo del sujeto
a las contribuciones y experiencias más incontrovertibles de su propia cultura, como un
signo de una psicopatología no cotidiana. No juzgaré de la misma manera la evasión, la
reacción de sordera que la teoría de Freud puede inducir. Veré en ello un efecto de la
resistencia que el yo opone al descubrimiento de lo que a menudo ha tenido tanta dificultad
52
Recopilación de escritos Piera Aulagnier
53
Cent fois sur le métier...
Aquí haré una breve observación sobre la acción de transferencia en este problema
de duda y puntos de certeza que sustenta la actividad de todo pensamiento. Una de las
peculiaridades de esta demanda de amor que la transferencia pondrá en primer plano es
abordar este "sujeto supuesto saber" todo lo que concierne a su ser, sus deseos, sus
carencias. De este modo, la relación de transferencia se acercará, sin ser nunca una
reproducción fiel, a la relación vivida en aquella época lejana en la que el omnisciente y
todopoderoso amor eran los dos atributos otorgados a esta primera representante del Otro
en el escenario de la realidad, la madre.[4]
54
Recopilación de escritos Piera Aulagnier
Añado inmediatamente que el final del análisis del analista (¡y el de los demás, por
supuesto!) no suele conducir a este resultado paradójico.
Si dejamos los términos jurídicos a nuestro criterio, podemos analizar este debate
como el cara a cara entre un yo que persigue una imagen de su propio funcionamiento
coherente con la que la teoría le había hecho desear y esperar como resultado del
experimento (su análisis) y este mismo yo juzgando el experimento? su analista? la teoría?
incapaz de cumplir todas sus promesas.
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Cent fois sur le métier...
mecanismos de idealización que nos hagan creer que lo hemos adquirido de una vez por
todas.
Cuanto más amplio sea el alcance de nuestras posibles relaciones, mayor será
nuestra libertad para movernos en el tablero de ajedrez de las identificaciones y mayor será
nuestra tolerancia al conflicto, pero siempre dentro de ciertos límites, por supuesto. Si en
nuestras relaciones personales tenemos el derecho y la posibilidad de rechazar una petición
que nos asigna, como destinatario, un lugar que no podemos ocupar, es diferente en nuestras
relaciones analíticas. No sólo estamos ahí para promover estos mecanismos de proyección,
sino que no podemos protegernos de ellos por adelantado. Es fácil "en teoría" hacer el rango
de proyecciones que un analista igualmente "teórico" puede apoyar.
"En la práctica", no podemos prever ni anticipar los efectos que una nueva relación
analítica puede ejercer repentinamente sobre estos puntos de referencia que son
indispensables para que nos movamos sin miedo en nuestro propio espacio relacional.
Protegernos de este imprevisible cuestionamiento supondría que nuestra escucha
reemplazaría un discurso vivo, un discurso que ya ha sido contestado por la teoría que
hemos hecho nuestra. Denunciar tal maniobra no es suficiente para resolver el problema
planteado por la función que la teoría tiene en nuestra escucha, su acción en la construcción
del objeto sobre el que se ejercerá nuestra interpretación.
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Recopilación de escritos Piera Aulagnier
en este primer intento de dar sentido a la relación sujeto/mundo que el discurso materno
propone e impone. Una elaboración conjunta del significado de este espacio relacional en
el que la madre y el niño sólo pueden orientarse si logran compartir la misma terminología,
en el sentido fuerte del término, para nombrar y, por este medio, hacer pensables y
comunicables los movimientos emocionales movilizados por su encuentro. Designación de
los afectos pero también contribución de las primeras declaraciones de identificación por
las que cada uno de los dos designa al otro el puesto que ocupa como destinatario de una
solicitud y como agente de la respuesta que recibirá.
Dura prueba a la que todos nos hemos enfrentado en este momento de aparición de
una instancia (el yo) que debe pagar con este precio su acceso al campo de la palabra y al
registro relacional.
¿Podemos plantear la hipótesis de que en este sector del campo semántico que se
relaciona con la denominación de los afectos, y por lo tanto con los fundamentos de nuestro
espacio relacional, la apropiación-interiorización por parte del analista del lenguaje
freudiano se enfrenta no al niño sino al sujeto en que nos hemos convertido con lo que, en
una primera aproximación, lo que definí como "violencia teórica"? Si la característica de
la "violencia primaria" es imponer al infante/niño que pasa de este hecho al estado de niño,
esta nominación que le permitirá pensar-comunicar el afecto transformándolo en la
declaración de un sentimiento que forma parte del decible, el lenguaje de Freud y su
nominación de pulsiones nos lleva por el camino opuesto. En última instancia, el objetivo
final de cualquier interpretación es encontrar en estas demandas, estos conflictos que
especifican la relación analítica, el rastro de la experiencia afectiva que, en un pasado
lejano, fue su fuente. ¿Cuáles pueden ser las consecuencias de esta violencia teórica, de
esta puesta en palabras de lo que se suponía que iba a seguir formando parte de un no-
decible sobre estos puntos de referencia, estos "puntos de certeza", en los que se basa
nuestro pensamiento, y que son necesarios para orientarnos en nuestro propio espacio
relacional? Pregunta paradójica ya que en la perspectiva más optimista sólo podré dilucidar
las preguntas que pueden ser respondidas por el lenguaje teórico cuyos efectos estoy
cuestionando sobre el funcionamiento psíquico y los procesos de pensamiento del sujeto
que lo hizo suyo. Al aceptar esta paradoja, hago una apuesta a mi vez: demostrar que la
teoría de Freud es capaz de dar cuenta de los límites que se impone a sí misma y a la
elección de los objetos que componen nuestra interpretación. Si, como cualquier analista,
estoy convencido de que esta teoría era la única capaz de incluir en el registro de lo
57
Cent fois sur le métier...
cognoscible lo que antes no podía estar ahí, creo también que debemos preguntarnos -y ahí
está el problema- qué otros enfoques del fenómeno mental, del campo social, del cuerpo,
son incompatibles con los postulados en los que se basa nuestra actividad como intérpretes.
Se puede impugnar esta cuestión alegando que se trata de un falso problema y que
cualquier fenómeno que afecte a los seres humanos de cualquier manera puede
reformularse en términos que lo hagan conforme a nuestro paradigma, se puede obligar a
la teoría a cohabitar con otra, a pesar de sus evidentes incompatibilidades. También
podemos reconocer que no está en nuestro poder retirarnos, cuando queramos, de esta
violencia teórica para privilegiar otros puntos de referencia conceptuales, mientras
continuamos utilizando el lenguaje freudiano como un instrumento amorfo al servicio de
un dominio sobre el pensamiento de los demás. Contrariamente a lo que ha ocurrido en
nuestro acceso al lenguaje, podemos decidir escapar de esta segunda "violencia", pero con
la condición de que renunciemos al mismo tiempo a hablar el lenguaje de Freud.
Con la excepción de este caso, debemos tener claros los límites que cualquier teoría,
por rica y revolucionaria que sea, impone al campo y a los objetos que permiten y justifican
su aplicación.
58
Recopilación de escritos Piera Aulagnier
He dicho antes que, en última instancia, toda interpretación tiene como objetivo
encontrar en lo que se dice, se juega y se muestra en la escena analítica, la marca, la
impronta de este primer "trazador" que ha sido y sigue siendo el deseo inconsciente. Una
fórmula que debe ser aclarada: este trabajo de excavación y de enlace sólo puede justificarse
y tiene posibilidades de éxito si el sujeto -por diversas razones- no ha podido permitirse dar
su palabra singular a sus representaciones fantásticas, lo que habría permitido que el deseo
se apoyara en el vector de sus exigencias. Nuestra tarea es hacer que la palabra sea capaz
de nombrar el afecto, que encuentre su anclaje en esa parte del capital de fantasía que todo
ser hablante debe ser capaz de tener: esta es nuestra tarea.
Un alegato a favor de la escucha pero quizás, sobre todo, un alegato a favor de esta
profesión de intérprete que nos enfrenta a la vez con momentos de sordera y con el riesgo
de ir más allá de los límites de su campo: un riesgo que a veces es más difícil de superar
que cualquier otro.
Notas
[1]
[2]
Joyce McDougall, Plaidoyer pour une certaine anormalité, París, Gallimard, 1978.
[3]
59
Cent fois sur le métier...
[4]
[5]
60
Recopilación de escritos Piera Aulagnier
Christine Voyenne
61
El concepto de potencialidad psicótica
autorretrato en el que el artista continuaba añadiendo rasgos, modificando otros, que a veces
intentaba borrar por completo porque no se reconocía en ellos.
En nuestro enfoque clínico, siempre tenemos que lidiar con el tiempo posterior,
aunque sólo sea porque un primer retrato de este bebé recién nacido fue compuesto por la
psique materna y mantenido en reserva dentro de ella. Ahora bien, este retrato previo
influirá tanto en la actividad pictórica de este niño, que tendrá que auto-figurarse para
posicionarse como existente para su propia psique, como en la de una madre que tendrá o
deberá tener en cuenta en adelante la conformidad entre el retrato y el modelo. El lienzo
nunca es virgen: el niño pintor traza sus primeras líneas en un lienzo previamente pintado.
Por eso la esperanza de encontrar un momento de origen puro que se pueda aprehender sin
tener en cuenta ninguno antes es un mito. Pero la aceptación de esta observación hace aún
más preciosos los conocimientos adquiridos por quienes han podido analizar in statu
nascendi la puesta en marcha y la aplicación de estas primeras maniobras y posiciones
defensivas que, si no se abandonan o reelaboran, corren el riesgo de obstaculizar la
organización que debe ser respetada por el proceso de identificación y el espacio relacional.
Veremos que para que este camino y espacio se conserven, la autoridad psíquica
que asume esta doble tarea debe asegurarse la persistencia y la posesión inalienable de un
cierto número y cantidad de puntos de anclaje (o emblemas de identificación) y soportes
de investir. Este camino y este espacio tendrán que permitir conjuntamente el libre acceso
a nuevos encuentros, aceptar las consecuencias y las auto-modificaciones que resultarán de
ellos.
62
Recopilación de escritos Piera Aulagnier
más elaboradas más que en términos de relación. Encontraremos este requisito de nuestro
pensamiento en el punto de partida y en el punto de llegada de nuestro enfoque teórico y
clínico:
-En el punto de partida, porque siempre veremos en la tabla que se nos presenta la
manifestación de la relación del sujeto con el otro y con el mundo, sería esta relación una
relación de ruptura o de fusión
63
El concepto de potencialidad psicótica
investir. Nuestra historia libidinal es el texto manifiesto de una historia identificatoria que
representa su texto latente: ambos son indisociables.
Sólo que estas dos historias no comienzan al mismo tiempo para los dos polos de
una primera relación madre/hijo. Para el primero, el nacimiento del niño, la gestación y su
expectativa, coinciden con el investir de una representación relacional que incluye la
designación de los dos polos que ocuparán la madre y el niño. Para el segundo, no es lo
mismo. Esta puesta en relación y - con ella - la activación del proceso de identificación,
tendrá lugar desde el momento en que la madre sea reconocida como un ser separado. Esta
conciencia llevará a otras cuatro:
Antes de continuar mi análisis del "yo" y del proceso de identificación por el cual
se constituye y conserva, quisiera subrayar muy brevemente uno de los caracteres
diferenciales que separan este concepto del de "yo", tal como lo conceptualizó Freud y lo
retomaron la mayoría de sus sucesores. No les ofreceré un resumen de la teoría del Yo en
la obra de Freud, un resumen que asumiría el de la metapsicología en su totalidad.
Simplemente les recuerdo que tanto en el primer como en el segundo tema, el Moi - en el
caso de Freud - tiene una autogénesis interna, son "moléculas de la propia materia psíquica"
que evolucionarán para constituir un nuevo sistema que se añadirá a la organización del
aparato psíquico.
64
Recopilación de escritos Piera Aulagnier
En el segundo tema, es una parte del ello que se irá diferenciando paulatinamente
para hacerse cargo de un conjunto de funciones en servicio, como dice Freud en El esquema
de Psicoanálisis [2] de la "salvaguarda" de esta misma instancia, porque está al servicio de
las condiciones que deben respetarse para que la vida se preserve. Este personaje por sí solo
está lejos de dar una idea (incluso aproximada) de la complejidad y riqueza del concepto
del "yo", pero sin embargo forma parte de los personajes que le son propios. En mi
concepción, el "yo" es dado a luz por el "yo" de otro, pasa por un tiempo de gestación en
el psiquismo materno y no llega a la escena psicológica del infante/niño que - en este
momento del resto - pasa al estado de niño, sólo en un tiempo que no se puede fechar con
certeza, pero que sigue al nacimiento de un cuerpo y a la puesta en actividad del aparato
psicológico. También podría haber dicho que es el conocimiento del objeto como separado
lo que hará que suceda y dará su estatus a una instancia co-nacimiento gracias a y a través
de esta separación, es decir en el momento del conocimiento del concepto de "separable".
Al inducir en el lactante que logra investir por medio de una de sus señas de
identidad y uno de sus parámetros relacionales, la madre descubre que ha perdido su
posesión. Poco a poco o repentinamente, se da cuenta de que ya no estará en su poder
65
El concepto de potencialidad psicótica
decidir el destino de este punto de referencia, las transformaciones que sufrirá, los objetivos
a los que el "yo" del niño lo esclavizará, el movimiento relacional que seguirá.
Por eso cada investir implica un riesgo para el yo del otro, sea cual sea la calidad
positiva de la investimento que los une.
Se trata de precisar en qué perspectivas "ontogénicas" (término que hay que poner
aquí entre comillas) sitúo el yo: representa, podría decirse, "esta pequeña parte" que se
separa del espacio de un yo para depositarse en otro terreno psíquico y allí evolucionar
según los elementos que componen este terreno, según la acción ejercida sobre él por las
culturas que crecen en estos otros terrenos limítrofes. Se trata de una "pequeña parte" que
en un tiempo futuro este "yo", a su vez, depositará en el suelo de otra psique y así
sucesivamente, a menos que el sujeto decida renunciar a cualquier función parental. Sería
útil aquí ver qué relación se puede establecer entre esta "pequeña parte" separable del yo y
lo que había escrito en Los destinos del Placer [3] sobre "une pequeña parte separable de
la muerte".
Será a través de este camino que pasa de Yo al Yo que se produce una transmisión
que no es la herencia de ningún innatismo. Este "pedacito" que el yo parental deposita en
el niño lleva la marca del tiempo, la historia y los encuentros que han marcado la vida de
este yo, desde su propia aparición hasta este momento en que llegó a ocupar el lugar de un
padre. Con esta primera "identificación" se rompe así el acceso del psiquismo a la
temporalidad y su propia inscripción en una historia libidinal en la que se comenzará por
ocupar un lugar privilegiado que, aunque modificado, generalmente se le concederá de por
vida.
66
Recopilación de escritos Piera Aulagnier
Antes de continuar, aclararé el significado del término demanda en este trabajo. Fue
Lacan quien introdujo en la terminología analítica la trilogía: necesidad-deseo-demanda
para diferenciar los objetos-objeto que deben -en la ley- especificar estos tres registros. Me
vienen a la mente dos expresiones que uno encontrará en su texto sobre la transferencia:
"demandar, el sujeto nunca ha hecho nada más" y "cada demanda es una demanda de amor".
Dos afirmaciones que son difíciles de discutir, siempre que se añada que toda demanda de
amor es una demanda de reconocimiento de su singularidad, y tanto como la de una petición
y una oferta que uno reclama, y que le gustaría, fuera inalterable.
67
El concepto de potencialidad psicótica
contenido manifiesto del tono de la voz que pronuncia, se revela la interpretación, a veces
consciente, a veces inconsciente, que hace la madre (No quiere mi amor, quiere hacerme
sufrir, soy una mala madre, no puede vivir lejos de mí...).
Queda que en la mayoría de los casos, una declaración de "principio" ocupa el frente
de la escena relacional de la madre y se desvanece sólo temporalmente, para dar lugar a
otros que la niegan. Esta declaración dice: "Está pidiendo el amor de su madre que
necesita”.
68
Recopilación de escritos Piera Aulagnier
"demandantes". Diría abruptamente que hay dos posibles escenarios. En el primer caso, la
madre reconoce, acepta e invierte como prueba de la actividad de pensamiento de su propio
hijo el desfase entre las exigencias que ha atribuido a un yo anticipado y las formuladas por
ese yo ocurrido. Así podrá situarse, a veces, en el lugar donde le espera el yo del niño,
ayudándole a su vez a afrontar el igualmente inevitable agujero que separa a la madre ya
que como él la desea como composición con ella. Poco a poco se establecerá un
compromiso relacional e identificativo que no evitará los momentos de conflicto, pero que
permitirá que se mantengan dentro de un cierto umbral. El yo infantil, seguro de no
arriesgarse a perder definitivamente su privilegiado (y necesario) apoyo libidinal, podrá,
gracias al conflicto que inevitablemente le opondrá periódicamente al otro, aprender lo
lícito y lo prohibido en el registro del deseo, lo permisible y lo prohibido en su relación con
los demás; lo posible y lo imposible en su relación con la realidad. Se trata de un aprendizaje
doloroso, pero que, a cambio, garantizará que ninguna otra persona pretenda tener el
derecho y el poder de privarle de sus puntos de anclaje, que le sitúan en una línea que le da
acceso a la temporalidad, le garantizan una posición inalienable como hijo y su derecho
igualmente inalienable a ocupar la posición de padre en el futuro. A lo largo de la infancia,
se establecerá un compromiso de identidad y relación entre él y los padres. Aceptará
renunciar a un conjunto de satisfacciones pulsionales y hacer suyas ciertas prohibiciones a
cambio de una promesa sobre su futuro. Aceptará reconocer que no es objeto del deseo
sexual de sus padres, a cambio de la seguridad de un amor protector y, sobre todo, de una
primera libertad en la elección de sus nuevos objetos de investimento: un novio, un
profesor, la pasión por un juego se presentarán a los padres en un desafío que a menudo se
ignora como tal, como prueba de este comienzo de autonomía que el niño ha adquirido. Si
esta reorganización económica puede ser aceptada por los padres y llevada a cabo con su
alianza, el período de la infancia puede concluirse con nuevas cláusulas de un compromiso
de identidad gracias a las cuales el sujeto puede tomar en sus manos la continuación de su
viaje de identidad que tendrá en cuenta los nuevos encuentros, las fuentes de placer o de
sufrimiento, las realizaciones, los lutos, los accidentes, tanto buenos como malos, que
marcarán su vida.
69
El concepto de potencialidad psicótica
como la madre de este niño. De ahí su lucha para que este decodificador no sea
descalificado y su deseo imposible de "que nada cambie". En un buen número de casos de
niños psicóticos, veremos la presencia de esta lucha librada por la madre.
¿Cuál puede ser la respuesta del yo del niño a este abuso de violencia que trata de
impedir cualquier cambio, sobre todo si tenemos en cuenta que no está en el poder que
ningún yo puede eludir las modificaciones que se inscribirán en su cuerpo, en su relación
con el mundo, en su propia decodificación de la realidad? A menos que intervenga la
muerte, uno nunca permanece como un niño, nunca regresa a ese estado, ni puede
permanecer idéntico al niño que fue.
Con imprevisible quiero decir que está más allá del poder de cualquier analista,
independientemente de los conocimientos que pueda tener o de lo que pueda suponer del
problema parental, saber de antemano cómo puede el niño renegociar el efecto de sus
encuentros con el otro, qué prótesis sustitutivas es capaz de encontrar, qué reconstrucciones
masivas o microscópicas puede imponer a los mensajes que le envía el mundo y, gracias a
ello, dar respuestas inesperadas. Podemos predecir que la organización del ambiente
psíquico en el que el infante/niño toma su lugar y en el que tendrá lugar la infancia, hará
que esta o aquella respuesta por su parte sea mucho más probable. No podemos,
afortunadamente, estar seguros.
70
Recopilación de escritos Piera Aulagnier
Tres caracteres especifican las partes necesarias para poner en su lugar la parte
central construida por el niño:
1. La madre proporcionará las primeras partes y, con ellas, un primer boceto de las
instrucciones de uso. Las otras partes, que pronto se añadirán y que el pequeño constructor
puede elegir de un conjunto más grande, se utilizarán con las primeras para formar una
"carta familiar" que debe seguir un orden muy particular.
2. Este orden no puede ser elegido únicamente en nombre del deseo del constructor
o en nombre de aquellos que le ayudan en esta tarea (padres o sustitutos). Debe cumplir
con los requisitos que imponen un lugar bien definido e inalienable a cada uno de los
personajes del cuadro, de acuerdo con el sistema de parentesco que transmite su orden y
ley de generación en generación.
3. En cada una de estas piezas debe aparecer un elemento perteneciente a uno solo
de los personajes que tendrá que ocupar su lugar en el cuadro.
Para que un rompecabezas se sostenga, las superficies entrelazadas deben estar bien
ajustadas. No debe haber vacíos o forzamientos entre las piezas. En este caso, como la
construcción nunca está terminada definitivamente, la parte central del rompecabezas debe
ser lo suficientemente fuerte como para no desarmarse al agregar nuevas piezas. También
será necesario que estas nuevas composiciones sigan siendo compatibles con la primera,
que no la hagan incongruente o extraña al conjunto del dibujo.
71
El concepto de potencialidad psicótica
corre el riesgo de romper el ensamblaje central de identificación que soportaba las partes
añadidas en pedazos. La posición de un hijo frente a esta madre y/o padre no puede
preservarse en ausencia de este mismo y único padre, esta misma y única madre, este mismo
y único hijo, siempre y cuando los tres garanticen la ilusoria convicción de la permanencia
de la misma organización relacional. ¿Debe pensarse que las piezas proporcionadas por la
madre estaban mal formadas o que el niño sufre problemas de visión que le hacen percibir
una mezcla de rasgos y colores, cuando no es así? La respuesta no importa, y probablemente
es una combinación de las dos: una madre muy preocupada por la clasificación de las partes
podría haber compensado el defecto visual; una mirada menos angustiante podría haber
corregido los errores de impresión.
-Un efecto de encuentro con otra persona a la que investir antes de que hayas podido
darte cuenta de que el lugar donde te coloca para investir a su vez es incompatible con el
lugar que creías que ocupabas y que creías que era definitivo.
-Un efecto-encuentro con la muerte de uno de los personajes del cuadro, pero
también con un cambio inesperado en su relación con un otro.
-Un efecto de encontrar una imagen de tu cuerpo que de repente es ajena a la que
conocías.
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Recopilación de escritos Piera Aulagnier
En este caso seremos testigos de una vacilación del edificio de identificación, una
descalificación de los parámetros relacionales. Salvo una maniobra defensiva inmediata, es
muy probable que el sujeto se encuentre del lado de la psicosis para enfrentarse a la
confusión de un montaje que ha seguido un modelo arbitrario. Terminaré este trabajo con
una anotación clínica:
Voy a ilustrar lo que quiero decir con lo que me enseñó hace poco una joven que
llevo unos cuatro años analizando.
73
El concepto de potencialidad psicótica
la acoge de esta manera, que no suele tener dolor en ninguna parte y que es su manera de
hacer que le preste atención a solas. La panadería está a diez metros de su casa, uno de los
dos mayores podría ir allí sin ningún problema. Sin embargo, ante esta situación, repetirá
un tipo de experiencia que conoce bien. Sus pensamientos se confunden, trozos de frases
truncadas se agitan en su cabeza, tiene una sensación de parálisis motora que le hace
sentarse de repente en el primer asiento a su alcance, se siente abrumada por un sentimiento
de asombro como cree que deben sentir las personas que presencian un desastre. Pero, en
este caso, no se me ocurre ninguna imagen. Ella vino a verme después de la misma
experiencia: la causa desencadenante había sido una crítica de su jefe de departamento que
lo hizo sentirse "descalificada" (el término es suyo).
Si observamos un poco más de cerca lo que está en juego en este tipo de experiencia
psicológica, podemos ver en primer lugar que la sensación de pánico reemplaza a la de la
angustia. La angustia es una señal de alarma que se activa con la esperanza de evitar el
peligro; el pánico es la reacción a un accidente imprevisto que se está produciendo.
El otro hallazgo del análisis de este tipo de experimentos es que, para cuando lo
experimentan, estos sujetos ya no tienen un "escudo relacional". El neurótico, una vez que
pueda hablar de ello, vinculará sus sentimientos depresivos, la culpa, la rabia o la ansiedad,
al miedo, al rechazo, a un deseo agresivo que le golpea de forma inesperada, a un deseo
que le preocupa y que se abstiene de expresar. El psicótico verá en la catástrofe que
experimenta la manifestación del poder de un perseguidor. En el caso que estamos
analizando, el sujeto siente y sitúa la fuente y el lugar del peligro como algo puramente
interno. Es él mismo quien se siente invadido por un sentimiento de disolución en ausencia
de cualquier enemigo externo al que pueda atribuirlo, encontrándose así privado de
cualquier posibilidad de reaccionar ante él, proyectando a través de la huida, la agresividad,
el delirio. Tales experiencias nos dan a ver y oír las muy peligrosas consecuencias de una
separación momentánea entre el espacio relacional y el espacio de identificación. El suelo
de este último se tambalea, de ahí el pánico del sujeto ante la idea de que pueda colapsar.
Seguirá este momento de pausa, de inmovilidad, con la esperanza de que las piezas pronto
se junten de nuevo.
Me gustaría decir unas palabras sobre la maniobra que la paciente de la que hablo
había encontrado para salir de su estado de pánico: con su mirada recorrió la habitación,
mirando fijamente cada objeto hasta que pudo reconocerlo como un objeto familiar. No
74
Recopilación de escritos Piera Aulagnier
pudo decir si esta visión general duraba unos segundos o unos minutos, pero una vez que
se completó, se "re-habitó" en un espacio familiar y pudo, a partir de entonces, reanudar el
curso de sus pensamientos, escuchar lo que sus hijos le decían y darles respuestas
adecuadas. Una vez que el sujeto se sumerge en tales experiencias, o bien logra apelar y
hacer frente a sus investimentos relacionales, encontrando así puntos de anclaje que puede
reintroducir en su espacio de identidad para orientarse en él; o bien fracasa la apelación y
la persona se ve sumida en un episodio psicótico. Durante el análisis de esta misma joven,
pude presenciar en vivo la aparición de una de estas crisis, que recuerda, hay que decirlo,
el pródromo de una crisis de despersonalización. A principios de mes, le había advertido
que a partir del mes siguiente, tendríamos que cambiar el día de una de sus sesiones. Lo
discutimos juntos y encontramos otro día posible para ambos.
75
El concepto de potencialidad psicótica
La labor realizada durante estos cuatro años de análisis, que sigue en curso, ha hecho
que este tipo de episodios sean mucho menos frecuentes y, sobre todo, le ha permitido, una
vez superado, no aferrarse más a la dolorosa convicción de que el próximo firmará -si no
su muerte física- al menos su muerte psíquica.
Nadie puede saber si, en ausencia de un análisis, este temor se habría hecho realidad.
Por otro lado, estoy convencido de que su trabajo analítico la ha protegido de este peligro.
Notas
[1]
[2]
[3]
[4]
[5]
76
Recopilación de escritos Piera Aulagnier
77
Los movimientos de apertura en el análisis de las psicosis
Usted conoce ciertamente este pasaje de Freud citado a menudo: "El que trata de
aprender en los libros el noble juego del ajedrez no tarda en descubrir que sólo las
maniobras del principio y del fin permiten dar de este juego una descripción esquemática
completa, mientras que su inmensa complejidad a partir del principio del juego se opone a
cualquier descripción" (De la técnica psicoanalítica, p. 81).
Todas estas reglas constituyen lo que se suele llamar el contrato analítico, teniendo
lugar en nuestra disciplina lo que el científico llama protocolo: en este último caso el
experimentador sabe que para poder reproducir el experimento de tal manera que se
obtenga el mismo resultado, o para impugnarlo por motivos bien fundados, se debe respetar
fielmente cada una de las cláusulas del protocolo. En este singular experimento, el nuestro,
que reúne dos "cuerpos" humanos que, por otra parte, están hablando, sería vano esperar la
misma ausencia de ambigüedad, la misma precisión tanto en la redacción de las cláusulas
como en la forma en que se aplican. Si estas cláusulas no pueden ser singulares cada vez
sin hacernos caer en el lado de la arbitrariedad y el sinsentido, no pueden, sin fallar en su
espíritu y propósito, ser tomadas y aplicadas como dogmas sagrados o como códices
testamentarios igualmente inmodificables. El hecho es que las condiciones generalizables
relativas al desarrollo del juego son, en efecto, posibles y necesarias y son compartidas y
respetadas por todos los analistas, al menos por aquellos que afirman ser el primer
experimentador de Freud. No sólo definen las "reglas del juego" a las que ambos partenaires
78
Recopilación de escritos Piera Aulagnier
deben ser fieles, sino que establecen y preservan el único campo experimental compatible
con el objetivo que persigue el análisis.
Si bien es cierto que el resto del viaje puede distorsionar, inflexionar hacia otros
objetivos lo que era o parecía posible y presente al principio del juego, lo contrario no es
cierto. Un comienzo fallido llevará excepcionalmente, y yo tendería a escribir nunca, un
final exitoso.
79
Los movimientos de apertura en el análisis de las psicosis
Las “causas” " a las que atribuyen los efectos-sufrimiento o efectos-placer que su
yo sufre o busca pueden ser, por supuesto, diferentes; son diferentes en cuanto
consideramos este conjunto de fenómenos que designamos con el término "síntoma" y que
se presentan, se manifiestan, bajo la forma de estos afectos, como la fuente de un
sufrimiento que obstaculiza el funcionamiento psíquico, sexual, somático de quien nos pide
que lo liberemos de él. Pero esta diferencia no impide que el analista y el analizante
compartan el mismo funcionamiento en un punto esencial: no sólo es por la nominación de
su causa que la experiencia afectiva se inscribe en el registro del yo, sino que esta
nominación decidirá en gran parte -aunque raramente de manera exclusiva- la reacción
afectiva al fenómeno cuya aparición se acompaña de sufrimiento o de riesgo de sufrimiento.
Otro carácter del funcionamiento psíquico es compartido por los dos co-experimentadores:
esta búsqueda de una causa a la que atribuir el afecto que se vive o que se sufre, causa que
es necesaria para que la "información" que la realidad externa, la realidad del propio cuerpo,
la realidad psicológica que se devuelve al "yo" siga teniendo sentido. Esta búsqueda de un
sentido que pueda "informar" al sujeto de lo que ocurre en su propio espacio y en el espacio
del mundo, este aporte de conocimientos necesarios para que una respuesta o la ilusión de
una respuesta pongan en marcha esta pulsión epistemofilica propia del sujeto hablante que
somos, esta búsqueda es una exigencia que todo yo hace suya, el rasgo que singulariza y
especifica el trabajo psicológico que le incumbe.
Hemos recordado estos datos, podemos, aunque de manera muy resumida, definir
en estos términos los objetivos perseguidos por este particular acto de habla, que llamamos
interpretación:
80
Recopilación de escritos Piera Aulagnier
sujeto, y una causa (el deseo inconsciente) que, sin análisis, seguiría siendo incognoscible,
innombrable.
Añadamos que esta interpretación viene a sustituir al "ya interpretado" por el "yo".
Para interpretar cuál es la causa de si, del mundo, de sus deseos, de sus sufrimientos, el yo
nunca ha hecho otra cosa. Se puede incluso añadir que la petición de análisis se produce en
el momento en que este "ya interpretado" (o esta causalidad neurótica) viene
repentinamente a interrogar al intérprete, en el momento en que sus vínculos causales le
hacen volver en forma de una pregunta y una pregunta que no puede, sin riesgos mayores
para su funcionamiento psicológico, dejar sin respuesta, poner en silencio.
2. La relación causal que plantea el análisis entre estos "efectos" que vienen a
sacudir este bello orden sintáctico al que hasta ahora había recurrido el yo para conjugar
sus diferentes tiempos de los verbos ser, tener, amar, empujar e "inclinarse" de los que el
yo tiene conocimiento porque están inscritos en su carne, en su sexualidad, en su discurso,
y una causa hasta ahora protegida de cualquier revelación, de cualquier nominación, este
nuevo vínculo causal es la creación, la contribución de una nueva relación significado-
causal que debemos al análisis.
81
Los movimientos de apertura en el análisis de las psicosis
presencia de este objetivo, sin el cual el análisis no es más que un juego de mesa, una estafa
o un farol, implica que el analista no es neutral con respecto a los objetivos elegidos
respectivamente por Eros y Tánatos. En el conflicto que opone a estas dos fuerzas ha hecho
su elección, es de esperar que el odio, el desprecio, la burla, no tengan el primer lugar).
Una vez que hayamos definido en estos términos lo que significa interpretar, la
función esperada de los parámetros que definen y especifican el espacio-tiempo de las
sesiones se hace más clara: crear las condiciones en las que los efectos psíquicos (afectos)
que se derivan de ellos puedan con suficiente garantía -aunque la certeza rara vez es nuestra
prerrogativa- estar vinculados a la transferencia como causa.
Para obtener este doble resultado nos concedemos el derecho de disponer de una
"maniobra" muy particular: la que he definido como "reducción señalada" en relación con
82
Recopilación de escritos Piera Aulagnier
todo lo que pueda ser signo de nuestras expectativas, nuestros deseos, nuestros puntos de
referencia teóricos y prácticos. Se trata de una "reducción" que requiere este derecho de no
respuesta (escandaloso e inadmisible en todas partes, incluso en la institución y sus
reuniones), un derecho de no respuesta que nunca ha significado un derecho a guardar
silencio.
83
Los movimientos de apertura en el análisis de las psicosis
las veces será entre estos dos extremos donde se sitúa el lugar, el lugar desde el cual el
sujeto nos habla. La experiencia transferencial es una amalgama en la que sentimientos tan
marcados como las demandas por las que se nos expresan se entrelazan, se alían y se
oponen. Como la fantasía, la demanda transferencial es un ser de "sentimientos mixtos"
(Freud comparó el fantasma con un ser de "sangre mixta"), de "causalidad mixta": y es este
movimiento, esta complejidad, la que nos permite convertirlo en un aliado necesario,
aunque a menudo resulte ser bastante retorcido.
Me disculpo de antemano porque sólo puedo tratar esta segunda parte a un nivel
más cercano a la descripción que a la aclaración exhaustiva. Separaré estas observaciones
en tres puntos:
b. Me parece que este es el criterio determinante cada vez que participo en una
experiencia analítica con un psicótico.
c. Tratar de aislar de manera arbitraria, sin poder hacer otra cosa, uno de los
objetivos que trato de alcanzar en este tiempo necesario para hacer posible la interpretación
-por posible me refiero a hacerlo asumible, operativo, metabolizable en un bien propio para
y por quien se propone.
84
Recopilación de escritos Piera Aulagnier
4. La presencia de ideas delirantes sobre lo que causa la realidad del yo y del mundo.
Estas ideas pueden coexistir con lo que yo llamo un discurso racionalizador, que no es más
que el eco de una serie de estereotipos, de imágenes de Epinal, presentes en el discurso del
entorno y en el discurso cultural: mientras esta coexistencia sea posible, nos encontraremos
con el equivalente a un delirio de sector, cuando esta coexistencia ya no sea posible, nos
encontraremos con una sistematización del delirio.
5. La renuncia del sujeto a creer e incluso a esperar que entre él y los demás haya
convicciones compartidas en cuanto al registro causal. La ausencia de esta esperanza se nos
demuestra por las dos manifestaciones que estamos tratando antes de que comience el
investir de una relación analítica:
La simple enumeración de estos caracteres bastaría para advertir que sería vano o
irrisorio responder a tal problema estableciendo una relación y una situación, un espacio y
un tiempo conforme al problema neurótico y sus exigencias. Antes de ver qué nuevas
85
Los movimientos de apertura en el análisis de las psicosis
respuestas podrían preverse, quisiera responder a otra pregunta: ¿cuáles son los criterios -
explícitos y a veces implícitos- que me hacen decidirme a proponer a un psicótico para
entablar una relación a la que, personalmente, atribuyo un objetivo analítico desde el
principio? La etiqueta nosográfica tiene poco lugar en mi decisión. El criterio esencial está
representado por mi evaluación del "estado de actividad" o "letargo" del conflicto entre
Eros y Tánatos en este tema. Una minuciosa sistematización del delirio puede ir de la mano
de lo que me suena al oído como el rechazo activo del sujeto a un estado de muerte psíquica;
investir, en casos aparentemente menos perturbados, puedo sentir que el sujeto, de hecho,
ha renunciado a seguir una lucha demasiado dolorosa o demasiado desigual. Lo que puedo
vislumbrar sobre la relación del sujeto con un deseo de muerte que le amenaza, mucho más
de lo que amenaza a otros, juega un papel decisivo en la oferta que propondré o no. Añadiré
que, si bien es cierto que la pulsión suicida siempre proyecta su sombra en la psicosis, y
que esta sombra es probable que se intensifique desde el momento en que asumimos la
responsabilidad de despertar el ruido y la furia que hasta ahora el mutismo o el delirio
habían intentado amordazar, esta pulsión no es, sin embargo, la prerrogativa de la psicosis,
puede estar presente en el registro de las neurosis. Pero mientras que en este último caso
acompaña a un conflicto en el que no ha habido ni ganador ni perdedor, en la psicosis surge
después de un primer asalto que ya ha sido ganado por Tánatos. El conflicto psicótico es el
centro y último asalto que se juega entre el perdedor, Eros, que se había visto obligado a
firmar un compromiso por el que cedía al oponente buena parte de sus prerrogativas y
bienes, y Tánatos que vuelve al asalto con la esperanza de excluir definitivamente a Eros
del campo de batalla. ¿Cuál fue el compromiso firmado? La supervivencia del yo al precio
de una renuncia al disfrute autónomo de su cuerpo y mente. El estallido de una psicosis
ante esta frágil estabilización que provocará el delirio, va acompañado de este sentimiento
de fin del mundo en el que Freud vio la consecuencia de una retirada masiva de los
investimentos libidinosos. Esta retirada no sólo concierne a los "objetos del mundo" sino
también a los pensamientos que representan estos objetos en la escena psíquica y, sobre
todo, a estos pensamientos por los que el "pensador", es decir, el "yo", podría seguir siendo
objeto de su propio investimento. Lo que trato de evaluar, antes de entrar en una relación
con el sujeto que difícilmente podría sostener si lo decretara de antemano como inútil, sin
salida, concierne a la resistencia, a la lucha que el yo pueda o no seguir oponiéndose a este
movimiento de des-investimento de su propio espacio de pensamiento y por lo tanto de sí
mismo.
86
Recopilación de escritos Piera Aulagnier
Habiendo explicitado estos dos puntos, paso ahora a los movimientos de apertura
necesarios para crear las condiciones que harán posible el efecto de la interpretación. Como
he dicho antes, estas condiciones se basan en un a priori que está inmediatamente presente
y asegurado en el registro de las neurosis: el neurótico y yo compartimos un cierto número
de convicciones causales sobre la realidad, las percepciones, la denominación de los
afectos, el significado de los términos de parentesco. Como resultado, algunas de nuestras
declaraciones gozan recíprocamente de una "presunción de inocencia", un veredicto de no
mentira, la propiedad de lo obvio. Lo compartido y lo compartible, tanto en el campo de
los significados como en el registro causal, aseguran a ambos sujetos una identidad en el
registro de las percepciones y también una identidad relativa a un número mínimo de
conceptos. Este compartir es el a priori indispensable para cualquier interpretación. Esta
certeza a priori, esta certeza sobre el testimonio sensorial y ciertos elementos del campo
semántico falta, para nosotros y para el otro, desde que entramos en el campo de la psicosis.
87
Los movimientos de apertura en el análisis de las psicosis
¿Qué le pide el psicótico al analista? Diría que empieza sin pedir nada, pero
mostrando algo a nuestra mirada, nuestra reacción a esta "monstruosidad" hará posible o
no, en un tiempo posterior, hacer una petición. Lo que se nos muestra: un sujeto que en su
totalidad se ve y se da a ver como una suma de los efectos de una causa que sufre, que no
ha elegido y contra la que lucha sin poder, por todo ello, nombrarla. El psicótico muestra,
ya sea que hable o permanezca en silencio, el primer lugar que nos da es el del testigo. Pero
testigo de lo que, si no de la conformidad presente entre estos signos de sufrimiento,
angustia, despojo que ofrece a nuestra mirada y la representación de él que nos es
desconocida, pero que es responsable y que acompaña a las palabras con las que el psicótico
declara estos signos de sufrimiento. No podemos compartir su causalidad delirante, pero sí
podemos, ante cualquier interpretación que presuponga que el sujeto ya ha podido
compartir parcialmente nuestro orden de causalidad, podemos por tanto compartir, pensar,
poner en palabras la relación actual entre los efectos que se manifiestan en su propio espacio
psíquico y las representaciones, los afectos, que inducen en el nuestro. Convertirse en una
voz que por primera vez piense con él, y no para él, lo que el portavoz y luego los demás
habían decretado como impensable. Es mucho más difícil lograr encontrar palabras que
puedan decir ciertas imágenes de las cosas, ciertas imágenes del espacio corporal y del
espacio psíquico, que apelar a la relación actual entre estas imágenes de las cosas y una
causalidad que nuestra teoría nos da a priori. La relación entre los signos que acompañan a
la experiencia esquizofrénica y lo que puede haber sido la relación oral con la madre no
plantea grandes problemas para el analista. Ese conocimiento es útil, pero interpretar esta
relación con el psicótico requiere que primero le proporcionemos los medios para compartir
un orden causal no ilusorio. De lo contrario, interpretar es proporcionar información que o
bien permanecerá incomprensible, o bien se metaboliza inmediatamente en un significado
heterogéneo al que se suponía que debía transmitirse y en una significación homogénea al
sistema delirante.
88
Recopilación de escritos Piera Aulagnier
interpretación causal. Dije antes que la persistencia de un conflicto abierto entre Eros y
Tánatos era para mí una condición esencial para que un proceso analítico tuviera alguna
posibilidad de tener lugar. Decir que en este conflicto el analista se alía con lo que yo defino
como "yo pensando", o "yo deseando", sería una tautología; más importante aún, esta
alianza presupone que logramos basarla en percepciones compartidas en el registro de
afectos y en el registro de representaciones. Que se logre convencer al psicótico, y
convencerlo porque responderá a nuestra verdad íntima, que ambos compañeros observen
y reconozcan los mismos "signos" de sufrimiento, de expropiación, tanto en lo que respecta
a sus pensamientos como a la experiencia de su propio espacio corporal. Sólo este
reconocimiento compartido permitirá al analista hacer posible que el psicótico piense, se
formule, reconozca los afectos en la fuente de algunos de sus pensamientos [1].
Afectos que estaban presentes y reconocidos por el infans durante una primera
formulación de los experimentados, el pensamiento, los observados, afectos que
secundariamente trató de reprimir, de silenciar, porque el sufrimiento que transmitían o
bien era negado, o bien provocaba el rechazo del portavoz, o bien era declarado por éste
como un sentido, o en el mejor de los casos, relacionado con una causa absurda: un conjunto
de respuestas que debían ser detenidas, no provocadas más, porque sólo podrían haber
llevado al des-investimento de toda la actividad de pensamiento.
Lograr dar otra respuesta a su sufrimiento, a las palabras y signos con los que nos
lo expresa: es esta respuesta la que espera el psicótico, la única que puede ayudarle, la única
que puede oír y compartir con nosotros durante todo el tiempo, y a menudo mucho tiempo,
de su viaje analítico. Nadie puede asegurarnos a priori que podremos hacerlo, nadie puede
asegurarnos siquiera que este trabajo preliminar será suficiente para que se realice un
análisis con alguna posibilidad de realizar su proyecto. Es cierto que la certeza de alcanzar
la meta tiene poco lugar en la empresa humana y ningún lugar en la empresa analítica.
Notas
[1]
89
La muerte en el alma
LA MUERTE EN EL ALMA
Nathalie Zaltsman
Por un lado, la mayor parte de lo que aporta a la génesis del funcionamiento psíquico
es totalmente nuevo y está fuera de los parámetros de la metapsicología freudiana.
Por otra parte y al mismo tiempo, muestra que cualesquiera que sean las
experiencias afectivo-corporales de la prehistoria de un sujeto, deben necesariamente
convertirse, transformarse, hacerse homogéneas al funcionamiento de los procesos
primarios descubiertos por la metapsicología freudiana. Y muestra que es en los fracasos
de esta transformación que las posibles semillas de un futuro psicótico comienzan a
formarse. Retomando una de las nociones clave de P. Aulagnier, la del encuentro, y
utilizándola aquí en el sentido de una metáfora metapsicológica, es como si se establecieran
las premisas de una psicosis cuando, en lugar de un encuentro de unión bajo el signo del
placer entre lo originario y lo primario y de la metabolización exitosa de lo originario por
la causalidad de la fantasía, se estableciera una relación de exclusión, o en el mejor de los
casos de antinomia, entre los dos sistemas representativos. Y es este encuentro fallido, esta
relación de incompatibilidad entre la interpretación originaria y la interpretación
fantasmática lo que el yo, otra instancia no freudiana, tendrá que resolver.
Esto significa que la obra de Piera opera un doble movimiento. Cuestiona la doctrina
freudiana en sus fundamentos mismos al introducir un sistema representativo fuera del
fantasma, lleva la doctrina freudiana a sus límites, desde los cuales explora un continente
psíquico fuera de las fronteras freudianas, de hecho dos continentes que prolongan la escena
freudiana, la de lo originario y la de la instancia del yo, es decir dos nuevos espacios en los
dos polos de la evolución que cada sujeto debe atravesar entre la actividad representativa
del origen y la del historiador que se encargó en mantener su unidad identificante-
identificado.
90
Recopilación de escritos Piera Aulagnier
Mientras que muchos autores, explorando etiologías distintas de las neurosis y cada
vez más tempranas en la vida psíquica, promueven otros modelos de funcionamiento
psíquico, mientras que estas distintas corrientes atribuyen otras prioridades a otras
nociones, avanzadas como más decisivas que las nociones freudianas, Piera demuestra
directa e indirectamente la unidad metapsicológica de la práctica analítica estableciendo
una cohesión de sus avances con el aparato conceptual freudiano.
Como escribe en El aprendiz de brujo (p. 49-50): "El analista nunca recurrirá a un
modelo metodológico que piense que contradice el que sigue en toda su práctica". Las
nuevas hipótesis teóricas deben formar parte o deducirse de aquellas en las que el analista
basa la validez del método analítico en su totalidad.
Esta restricción teórica a la que somete las construcciones teóricas necesarias para
que dé cuenta de los determinantes específicos de las soluciones psicóticas, pocos autores
innovadores la han puesto en práctica con tal disciplina de pensamiento, con tal exigencia:
"Las hipótesis teóricas que pueden hacer que privilegie (haga un privilegio de analista) en
tal o cual situación, un nuevo enfoque terapéutico tendrá que formar parte o deducirse de
las que dan cuenta a sus ojos de la validez del método analítico en su totalidad". Es
imposible decir más claramente qué consistencia se requiere entre:
91
La muerte en el alma
fundamentos. Del respeto de este requisito capital depende que el psicoanálisis como
conocimiento general del funcionamiento psíquico y como práctica basada en este
conocimiento pueda seguir desarrollándose o que cada escuela de pensamiento cree sus
propios sistemas de referencias sin preocuparse por las contradicciones que estas nuevas
referencias aportan a la teoría general. Otra consecuencia perjudicial de esta falta de
coherencia interna entre la teoría y la práctica podría ser que cada categoría diagnóstica se
remitiera a un sistema metapsicológico que le fuera propio, lo que fragmentaría las
prácticas, rompería la unidad del análisis, haría del análisis una terapia sintomática,
mientras que el análisis nos enseña a considerar todos los trastornos psicológicos como
efectos de la historia libidinal de cualquier sujeto en el que el síntoma es sólo una pista de
señalización hacia esta historia libidinal inconsciente. Si digo todo lo que no parece formar
parte del tema anunciado, es porque quisiera someterme a mi vez a esta exigencia y
confrontar la noción de potencialidad psicótica con lo que esta noción aporta a la práctica
general del psicoanálisis. La potencialidad psicótica es una noción característica del riesgo
psicótico. Sin embargo, se pueden captar rastros discretos de ella en muchas
configuraciones distintas a la de una psicosis, y estos rastros hacen inteligibles muchas
historias libidinosas distintas a las de las psicosis.
Piera muestra en esencia que la misión prioritaria de la vida psíquica es dar una
interpretación de lo que le sucede de tal manera que mantenga su devenir como investible
y deseable. Demuestra con mayor claridad que la de Freud, la preservación de los
investimentos, sólo puede lograrse sobre la base del mantenimiento de un investir
relacional. La dimensión relacional es la condición misma de la auto-conservación, es decir,
inseparablemente, del auto-investimento y el investir objetivo. Para que los pulsiones del
yo, el narcisismo, sigan siendo auto-conservadores, es necesario primero que se preserve
una posibilidad relacional, es decir, una posibilidad de enlace fantasmático con el deseo de
otro. Desde este punto de vista, cualquier formación patológica puede considerarse como
un intento de curación, pero no sólo por los compromisos que pretende establecer entre el
ello y el yo para la neurosis, entre el ello y la realidad para la psicosis, sino ante todo y
fundamentalmente porque pretende mantener o restablecer una posibilidad de investir
relacional. Esta exigencia relacional, esta necesidad vital para la vida psíquica, se ve
redoblada por la obligación del yo, la otra autoridad no freudiana de Piera Aulagnier (la
primera es lo originario), de elaborar una versión de sí mismo que integre su prehistoria y
su pasado infantil y que sea también imperativamente investible, reconocible, inteligible
92
Recopilación de escritos Piera Aulagnier
para el conjunto del yo. Esta dimensión relacional de la vida psíquica está en el origen del
método analítico; lo que generó su invención, la transferencia en el análisis es una forma
"experimental" de esta necesidad de la vida psicológica. Y la palanca de la interpretación
deriva su poder de esta limitación, esta violencia del requisito relacional.
Esta exigencia relacional es la doble condición previa de la que depende que el ello,
el depósito impulsivo, siga aportando su contribución en el curso de la vida psíquica. Fuera
del auto-engendramiento, cualquier representación inconsciente puede existir en la psique
y, para ella, sólo si se puede postular conjuntamente como una representación, también,
para otra psique. La psique, más allá de lo originario, funciona sólo en términos de
fantasías, es decir, como una referencia relacional entre los deseantes. Y esta causalidad
interpretativa el yo debe lograr rendirse cuenta a sí mismo en términos de causalidad que
sean compatibles con las causalidades compartidas por todos los yo.
93
La muerte en el alma
unido, también logre tener sentido, ser reconocible e investible por los representantes del
conjunto humano en el que vive.
Insisto en la restricción que ejerce esta doble obligación relacional. Fuera de esta
doble obligación, la noción de potencialidad psicótica se vuelve incomprensible.
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Recopilación de escritos Piera Aulagnier
hecho de que el odio puede dominar sobre el amor y que la voluntad de poner el deseo a la
muerte es tan grande como el deseo de desear.
95
La muerte en el alma
Cabe destacar los puntos de acuerdo de estos dos autores, tan diferentes, y
cuestionar el alcance de sus diferencias en la teoría y la práctica analítica de las psicosis en
particular, tanto en la práctica de las neurosis como de las psicosis y los síndromes
polimorfos. Cualquier lector de la obra de Piera habrá notado que nunca utiliza el término
estado límite, sino el término genérico de síndromes polimórficos. Me parece que este
término siempre connota una organización patológica que es un problema psicótico y no
una neurosis fallida. Los autores que dedican sus trabajos a los Estados fronterizos y a los
sufrimientos narcisistas no toman claramente este lado y, con poca preocupación por
integrar las nuevas y justificadas nociones que avanzan en el cuerpo común de la doctrina,
parecen tratar la doctrina freudiana como obsoleta o reservarla para la élite de las neurosis
o para la transmisión entre analistas. Es a la luz de estas divisiones teóricas, que conducen
96
Recopilación de escritos Piera Aulagnier
Me parece que Winnicott y Aulagnier tienen una concepción muy cercana y clara
de lo que distingue un problema psicótico de un neurótico. Y esta distinción no se basa en
síntomas manifiestos como el delirio, ni en mecanismos de defensa como la escisión o la
exclusión, sino en el gran interés del problema psicótico, que es un interés de la existencia.
Como diría Piera, esta apuesta sólo puede formularse en términos isomórficos al
funcionamiento de un yo, en términos de un conflicto identitario sostenible, pero para ella
es precisamente cuando un yo ya no puede soportar investir esta conflictividad, cuando esta
crisis está en ruptura de referencia relacional, que se revela la existencia de un riesgo
psicótico, de una potencialidad psicótica. "El neurótico", escribe en El aprendiz de brujo
(p. 187), "ha podido adquirir estos puntos de referencia identificantes que le han permitido
garantizarse un lugar en el registro del ser... y plantear las causas de su sufrimiento en el
registro del tener, del perder, del pedir". Para "el psicótico, las señas de identidad han
seguido siendo demasiado problemáticas como para que pase definitivamente del registro
del ser al de los bienes". Winnicott coloca el problema psicótico en la misma perspectiva,
la de la pérdida del sentido de continuidad en la propia existencia. Pero este sufrimiento es,
a sus ojos, una búsqueda activa de esta contribución libidinal que el entorno inicial no le
proporcionó en su tiempo. La perspectiva terapéutica para Piera es obviamente muy
diferente, ya que lo que indica la problemática psicótica es una caída de lo relacional por
no pasar de la representación pictórica del dolor a su representación fantasmática. Pero me
detendré un poco más en los puntos de concordancia.
Para Winnicott (en El miedo al colapso - Gallimard 2000 - p.221): "A la pregunta,
¿son neuróticos los niños? las teorías cada vez más complejas del desarrollo de la primera
infancia pueden sustituir en la mente de un público atento con una nueva pregunta: ¿está
loco todo niño? "La teoría", responde Winnicott con firmeza, "no entiende la idea de una
etapa de locura en el desarrollo infantil". Esta posición, como saben, no es la de los
kleinianos, para quienes la etapa esquizo-paranoica forma parte del desarrollo normal del
niño e inscribe un núcleo psicótico en el bagaje de toda la evolución psíquica; además, un
núcleo psicótico independiente del entorno psíquico circundante y de toda la realidad
97
La muerte en el alma
externa. La psicosis no forma parte del bagaje de cada niño, dice Winnicott en sustancia;
no todos pueden volverse psicóticos. Y en su conferencia: "¿Trastorno de Personalidad
Psicótica o Núcleo Psicótico?" Piera toma la misma posición: "No creo en la persistencia
de 'núcleos psicóticos' que puedan ser movilizados en cualquier sujeto". Ni uno ni otro
atribuyen una evolución psicótica a una potencialidad general. Para ambos, el medio
ambiente (Winnicott), el medio psíquico (Aulagnier) es una parte integral de la psique
desde su prehistoria. La psique no funciona sobre sí misma y la realidad dañina no es
exclusivamente proyectiva.
La psicosis, escribe Winnicott, es "la enfermedad que tiene su origen en las etapas
del desarrollo de un individuo antes del establecimiento de un patrón de personalidad
individual. Los neuróticos, por otra parte, son "las personas que están en condiciones de
tener dificultades propias; no se ofenden porque esas dificultades sean propias y no las
consecuencias de fallos o deficiencias del entorno". Aquel que lleva dentro de sí la
experiencia de un colapso al que no podría estar presente (postulado implícito de una
actividad psíquica fuera del sujeto y fuera del objeto que es, en efecto, la característica de
lo originario), no puede asumir este colapso como parte de sí mismo. ¿No es el colapso en
el sentido winnicottiano una construcción muy cercana a la experiencia de aniquilación del
pictograma de rechazo? Aquí es donde terminan los puntos de acuerdo. Si he querido
destacarlas es porque creo que es importante señalar que dos metapsicologías tan diferentes
pueden lograr captar la misma realidad clínica y hacer analíticamente inteligible la cuestión
que el paciente está tratando de resolver mediante una solución psicótica. Incluso el déficit
de fiabilidad introyectada y las distorsiones que inflige, las fisuras que produce en los
vínculos con el entorno no es ajeno, según Aulagnier, a la supresión en lo originario de un
posible potencial relacional y a las distorsiones de las intenciones y el discurso del portavoz
que el potencial psicótico debe realizar para mantener un posible investimento relacional.
Para Piera Aulagnier, lo que ha sido destruido, expulsado por la operación del
pictograma de rechazo y que, por otra parte, está prohibido representar por la madre ya ha
inscrito, sin duda para ella, una fisura en el capital identificador, fisura que toda actividad
psíquica posterior deberá entonces tratar de evitar, pero que ya no podrá ser compensada.
98
Recopilación de escritos Piera Aulagnier
del sujeto. "En la relación analítica", escribe Winnicott, "estos pacientes pueden retroceder
porque un nuevo entorno les ofrece la posibilidad de volver a un estado de dependencia
muy temprano" donde las privaciones sufridas serán remediadas al analista, su fiabilidad
puesta a prueba por su repetida derrota hasta que se pueda establecer una fiabilidad, una
posible confianza.
Sabemos que la recusación de Winnicott con Melanie Klein se basa en gran medida
en la negación de la pulsión de muerte. También conocemos el lugar que Winnicott dio al
odio, en particular en la contratransferencia del analista, y el lugar decisivo que atribuyó a
la destrucción repetida del objeto para establecer un investir duradero. Si rechaza con tan
insistente obstinación el recurso a la pulsión de muerte, es porque también se da a sí mismo
sólidas limitaciones de coherencia entre su teoría, su práctica y su concepción de la vida
99
La muerte en el alma
psíquica. Como ya he dicho, para él el aparato psíquico sólo pide funcionar en el mejor de
sus intereses; lo cito "en el mejor de la tendencia innata al desarrollo y evolución personal".
Su coherencia es la siguiente: la teoría del psicoanálisis es una teoría del desarrollo mental;
la enfermedad es un obstáculo para este desarrollo; la práctica analítica se relaciona con el
origen de los obstáculos en la psicogénesis del sujeto y "si se elimina un bloqueo del
desarrollo, entonces el desarrollo seguirá debido a las poderosas fuerzas de las tendencias
innatas del ser humano" (El concepto de trauma - 1965).
Para Piera, como todo lector haría sin reconocerla, conoce que la actividad de
Tánatos está inmediatamente presente, activa desde el principio. El rechazo del placer es
tan imperativo como la búsqueda del placer; el deseo de no deseo es tan poderoso como el
deseo de deseo. Todo proceso de investir moviliza inmediatamente un deseo de no deseo
hasta el punto de que incluso el pictograma de unión, que es el epítome de lo que la psique
experimentará al investirse, de un encuentro con el objeto y su relación con el mundo, este
pictograma al mismo tiempo también cumple los objetivos de Tánatos mediante el borrado
de lo investido realizada por medio de la satisfacción. Desde esta perspectiva, Tánatos se
alimenta desde el principio de cualquier investimento, incluso la más exitosa. Si, además,
el entorno, el portavoz no logra hacer inverosímiles los acontecimientos emotivo-
corporales marcados por un disgusto importante, si, además, las expresiones que
acompañan a la falta de fiabilidad del vínculo entre madre e hijo ignoran el dolor
experimentado por el niño, lo niegan, o lo designan como prohibido de ser experimentado
y más tarde prohibido de ser reconocido, nombrado, el capital de las investimentos
relacionales se empobrece aún más.
100
Recopilación de escritos Piera Aulagnier
que el objetivo general de la vida psíquica, desconocido para ella misma, es lograr mantener
o inventar interpretaciones de lo que se experimenta de tal manera que el investimento de
esta experiencia siga siendo posible. No se trata de una dialéctica dual de Eros - Tánatos.
Piera ha sacado el análisis de esta doble forma de pensar. El objetivo de la psique es
mantener el conflicto como investible. Y esto es lo que el conflicto de identidad deja de ser
en la crisis psicótica y la idea ilusoria primaria logra hacerla invulnerable de nuevo. Me
atrevería a decir con mayor radicalidad que todo su trabajo sobre las psicosis y las diversas
alienaciones muestra que la lucha entre el investir y el des-investimento bien puede ser
ganada por Tánatos y que ciertas formas de vida psíquica le deben más a Tánatos que a
Eros, que ella sola ha logrado hacer pensable.
Piera Aulagnier usó la primera tópica freudiana como un principio activo seguro. Y
desarrolló las consecuencias clínicas del giro del “Más Allá del Principio del Placer”. Ella
muestra que existe efectivamente un funcionamiento psíquico desde el punto de vista de
Eros, pero que esta perspectiva no es suficiente y que todo funcionamiento debe ser
considerado también desde el punto de vista de Tánatos. Este es el objetivo de su libro: Los
destinos del placer. Y la psicogénesis del desarrollo psíquico y sus avatares, que son las
enfermedades psíquicas, han dado, en su perspectiva, sustancia al enigma que Freud se
planteó en el “Más allá” cuando dijo que el enigma no es la compulsión de la repetición y
la supresión de las tensiones de los seres, sino que el psicoanálisis debería más bien aclarar
cómo las pulsiones sexuales han logrado ponerse en marcha, desgarrarse de la tendencia
imperativa de lo inorgánico a restablecer lo no vivo. En “Más Allá del principio del Placer”,
Freud escribe: "la tendencia del sueño a realizar deseos es sólo un producto tardío, sólo
podría adquirir esta función después de que toda la vida psíquica hubiera caído bajo el
dominio del principio del placer". Cómo la actividad representativa pasó de la tendencia
dominante de la repetición hacia el auto-engaño, a la aparición de un nuevo principio de
economía psíquica, el del principio del placer del deseo onírico, esa es la cuestión
fundamental para S. Freud y para Piera. Pasar de la pesadilla al sueño es una tarea de la
psique que va más allá de las divisiones entre la psicosis y la neurosis.
No basta con tener un entorno favorable para que la ameba abandone su modo de
mantener la vida por duplicación. La sexualidad y el investir sólo son concebibles a partir
del anclaje de un protista singular en un organismo pluricelular con todos los riesgos y
cambios que ello conlleva para la ameba inicial.
101
La muerte en el alma
Pero el desvío de Winnicott fue necesario para que no cayera en una paráfrasis de
su enfoque.
¿Me habrá permitido este desvío destacar hasta qué punto, en un campo de la
práctica analítica donde precisamente Freud se encuentra cada vez menos utilizable y útil,
Piera se sirvió de instrumentos de pensamiento freudianos, declarados poco útiles en el
campo de las neurosis? ¿Me habría permitido mostrar cómo los ancló literalmente en vivo
en una práctica en la que trabajaban sólo en teoría o no trabajaban en absoluto? Si insisto
en este punto no es por fidelidad ideológica freudiana, sino en nombre de la exigencia de
coherencia, que fue la de Freud y Piera, de coherencia entre el uso de un método, el análisis,
el fundamento teórico del que nació este método, la forma de dar cuenta de lo que permite
o no permite descubrir, la confirmación o la refutación que corresponde extraer nuevas
teorías en cuanto a los presupuestos del método empleado.
Piera ha mostrado, como nadie antes, qué condiciones relacionales internas se han
conquistado que suspenden las posibilidades de cada ser humano de investir hacia sí mismo
y hacia los demás.
102
Recopilación de escritos Piera Aulagnier
Las psicosis son una revelación privilegiada de la dificultad de esta tarea psíquica.
Pero, ¿no se origina la gran cohorte de la culpa informe, de las inhibiciones oscuras, de toda
la parálisis del pensamiento, en este mismo caldo de cultivo de las pulsiones de muerte?
¿No es cada invento innovador, cada vínculo de amor también un reto para el trabajo de
Tánatos? ¿No es toda la vida psíquica también siempre lo que Piera Aulagnier nombró,
exploró, condensó en términos del crimen de lesa-Tánatos?
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Las nociones de pictograma y de potencialidad –psicótica– en la obra de Piera
Aulagnier
En este homenaje a Piera Aulagnier quiero subrayar la filiación directa de estas dos
nociones con Freud, que la propia Piera no dejó de mencionar en varios de sus textos.
1. El pictograma
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Recopilación de escritos Piera Aulagnier
Para la mente curiosa, hay un precursor lejano en este campo, mucho menos
conocido por los psicoanalistas: Condillac (1714-1760) quien, con una intuición genial, dio
no prioridad sino primacía a las percepciones olfativas y táctiles, y luego a los rastros y
huellas mnémicas que dejan. Este es el origen de la memoria, incluso Condillac añade.
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Las nociones de pictograma y de potencialidad –psicótica– en la obra de Piera
Aulagnier
Los que lean a Condillac se sorprenderán al saber, por su proto -y arquetípica
figuración del estatuto-, que "En el primer momento de su existencia, no puede formar
deseos; pues antes de poder decir deseo, debo haber dicho yo o yo" [1].
2. La potencialidad
Por lo tanto, en nuestra opinión, el alcance de tales nociones debe ser definido con
precisión. En el modelo de lo que en la física se denomina energía potencial y energía
cinética, según se trate de agua contenida en una presa o liberada por una cascada, que
luego se canaliza y transforma en energía eléctrica.
Por lo demás, se podría decir que el niño nacido, el infans como lo llama siempre
P. Aulagnier, que el infans, por lo tanto, tiene todas las potencialidades: neurótico, perverso,
psicótico, e incluso - como diría el otro, normal.
106
Recopilación de escritos Piera Aulagnier
Unas palabras de Montaigne para concluir: "Platón ordena tres partes a quien desee
examinar el alma de un escriba, Ciencia, Benevolencia, Audacia" [3].Por su trabajo, su
práctica, su amistad, Piera nos deja un ejemplo eminente de estos tres dones, aptitudes y
virtudes.
Notas
[1]
[2]
[3]
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Gregor Samsa y la filiación persecutoria
¿También ellos (mis padres) me pondrán en la tumba, al final de una vida que en su
cuidado me habrían hecho feliz?
En 1980, Piera Aulagnier escribió un texto relativamente corto titulado "la filiación
persecutoria".
Este texto, que ofrece fuertes y nuevas ideas sobre la relación con el cuerpo,
condensa una reflexión que, partiendo de una práctica difícil, arriesgada y alejada de
certezas, la de la psicosis en particular, Piera se preocupa constantemente por dotarse de
herramientas conceptuales para pensar en el sufrimiento psíquico. Al escribir sobre la
práctica del riesgo, la oí hacer una observación que le era familiar: ¿arriesgado para quién?
Preguntó, lo que significa claramente que los riesgos asumidos por cualquier analista que
se involucre en las curas que lleva a cabo no deben hacernos perder de vista los incurridos
por los propios pacientes.
Este texto combina su experiencia clínica de las neurosis con sus serpenteos, no
siempre tan lejanos como se podría pensar desde el lado psicótico, y sus avances teóricos
y prácticos en el campo de las psicosis, cada una de estas fuentes enriquece a la otra.
108
Recopilación de escritos Piera Aulagnier
Para ella, el sufrimiento es este "esquema matricial" que le dará acceso a la realidad.
Estamos lejos de un valor redentor, el sufrimiento es un marco, un apoyo, un
apuntalamiento: "el sufrimiento es a la vez una necesidad y un riesgo, no por un poder
purificador sino porque es el único que obliga a la psique a tener en cuenta el concepto de
diferencia, empezando por el que separa la realidad de la fantasía" ...o: "El ensayo del
sufrimiento y el ensayo de la realidad, en una primera fase de la actividad psíquica como
co-nacimiento".
La realidad es, pues, una prueba más que un principio, y su estrecha vinculación en
la prueba del sufrimiento contribuye a la polisemia del término prueba y a la complejidad
de los hilos así tejidos: la probada con su gama de sensaciones y sentimientos y su
connotación corporal, el juicio de atribución y existencia, la resistencia como rechazo pero
también la solidez y el coraje, la adversidad como prueba de investir y como confrontación
con los límites y debilidades, el orden y la tranquilidad que exige en el desafío a un poder
superior. Se habrá entendido que, visto de esta manera, el sufrimiento es un schibboleth.
En una carta citada por M. Blanchot, Kafka dice que la actividad de escribir es para
él "lo más importante en la tierra, como puede ser su delirio para el loco (si lo perdiera, se
volvería 'loco') o para una mujer su embarazo".
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Gregor Samsa y la filiación persecutoria
En su Diario, Kafka puede escribir en primera persona un texto que se percibe como
ficción y pasar sin problemas a una notación personal e íntima; borra la demarcación,
tomando vida de la literatura, habiendo sido todo lo demás "terriblemente atrofiado".
Escrito en el registro de la necesidad tanto como del deseo, el cuerpo sólo está ahí
para hacerlo posible y someterse a él, para vivirlo eventualmente en una tensión constante
de exigencia y sufrimiento. La escritura está al final de un ascenso interminable sin fin o
descanso: "Estoy flotando en las alturas, desgraciadamente no es la muerte, son los eternos
tormentos de la muerte". (6, 14 de agosto)
"Un artista del trapecio", es un texto corto en el que un trapecista sólo puede vivir
encaramado en su trapecio, teniendo intercambios medidos y distantes con los humanos, lo
que su empresario, que lo vigila con solicitud, le permite hacer. Así, el artista recibe allí
arriba todo lo que necesita, pero aun así, llega el día en que pide un segundo trapecio,
incapaz de resolverse a tener sólo una "barra en sus manos". Después de que el empresario
accede a su petición, el artista se duerme y aparece en su frente lo que podría ser una primera
arruga, la de la carencia y el deseo, la de salir de la infancia en un sufrimiento iniciático.
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Recopilación de escritos Piera Aulagnier
-El que marca el paso de una primera relación yo-cuerpo, como fuente de placer y
sufrimiento en el espacio corporal, y la relación que, a partir de este encuentro inaugural,
se establecerá entre el "yo" y la realidad.
-El que se puede identificar como el que se encuentra entre este primer objeto, el
cuerpo, culpable de ejercer un poder que es probable que se convierta en persecutorio, y
los diversos objetos a los que se atribuirá este mismo poder para desviar un conflicto que
de otro modo sería mortal.
Esta filiación implica los dos principios que Freud asigna al "curso de los
acontecimientos psíquicos", el de la realidad y el de la relación que se establece con ella,
el de la alternancia placer-des-placer. Pero mientras que para Freud la realidad viene a
templar la exigente y peligrosa dominación del placer, para P. Aulagnier se desliza en y a
través de esta función reguladora y protectora, una forma de dominio posiblemente
persecutoria, ligada a las estacas de la muerte presentes en la realidad y encarnadas en el
cuerpo. Lo que este texto nos da con fuerza es un duelo en el que el cuerpo parece animado
por un poder autónomo, imponiendo al yo una cohabitación a menudo dolorosa. Decir,
como hace Piera, que el cuerpo es el primer representante metonímico de la realidad, es
poner al cuerpo bajo el signo dominante de un antagonismo del placer, mientras que para
Freud, la realidad vendrá a imponer su marca a las exigencias impulsivas y a la búsqueda
del placer que son intrínsecas a la vida del cuerpo y a la sexualidad.
Marie sueña que su madre alimenta a un niño tirándole leche a la cara; el niño está
delgado y desnutrido, y es aconsejable alejarlo de su madre, que lo retiene. El niño debe
entonces ser alejado de ella, y el soñador teme que la mala condición del niño se deba al
desgarro y se preocupa por la devastación que causará.
111
Gregor Samsa y la filiación persecutoria
Para Freud el cuerpo es ante todo un cuerpo de placer que será refrenado por la
realidad, para P. Aulagnier es ante todo un cuerpo de realidad que vendrá a imponer sus
dictados al yo, según el hecho de que su poder de dar placer intensifica el de dar
sufrimiento. El cuerpo aparece así como el lugar electivo de derrocamiento donde lo más
íntimo, familiar y beneficioso se transforma en lo preocupante y persecutorio. Este cambio
aparece en lo que ella llama "des-corporeización", un sentimiento de extrañeza que alcanza
y se lleva lo más familiar, denudando la trama de un vínculo que usualmente parece ser
inseparable entre el yo y su espacio corporal. De esta manera, ella plantea con fuerza el
cuerpo como un actor principal en la escena psíquica.
112
Recopilación de escritos Piera Aulagnier
No hay zona de sombra, la madre puede hacerlo todo, lo sabe todo, libera al niño de lo que
le afecta, animada por una fantasía de transparencia que trata de frustrar lo incognoscible
de toda la realidad, y que además lleva el germen de una posible persecución susceptible
de ser internalizada.
Así, P. Aulagnier sitúa desde el principio una potencialidad conflictual que afectará
a la relación con la diferencia y la alteridad y que se expresará con fuerza en la
representación psíquica del cuerpo, "en el encuentro inaugural entre el "yo" y un “espacio
corpóreo", predispuesto desde entonces a ser el soporte carnal de una reducción del
sufrimiento a un tono persecutorio, tanto más cuanto que el sufrimiento del niño alimentará
a su vez el crisol.
Pero para encontrar el sueño, es necesario que adopte una cierta posición que le
permita dormirse, y es allí donde la nueva realidad de un cuerpo desconocido recae sobre
él: ciertos movimientos o posturas requieren ahora un gran esfuerzo y exigen un aprendizaje
de ese cuerpo extraño que ha caído sobre él, y de los objetos circundantes, incluidos los
más familiares, aquellos cuyo disfrute le fue asegurado. Sus intentos de ponerse de lado
son en vano, es constantemente enviado de vuelta a la posición inicial, en un balanceo cuya
repetición evoca la cruel parodia de un balanceo loco o lastimero, oscilaciones
incontroladas de un cuerpo incómodo, engorroso, maltratado, incapaz de encontrar
descanso.
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Gregor Samsa y la filiación persecutoria
De hecho Gregorio tendrá que dejar emerger las sensaciones que le da el contacto
de su cuerpo, la distribución de las zonas duras, blandas y viscosas, todo este conjunto
incongruente que define su nuevo espacio corporal. Las sensaciones familiares de hambre,
sueño, sufrimiento o placer están ahí, pero tendrán una traducción diferente y responderán
a otros objetos de satisfacción, que descubrirá con asombro. Tendrá que reconsiderar el
enfoque sensible de las cosas que pueden herir, lastimar, y en particular tendrá que
encontrar. Encontrar posturas que faciliten una respiración que se ha vuelto laboriosa e
incierta de ahora en adelante.
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Recopilación de escritos Piera Aulagnier
Así, la mirada materna se sitúa en dos de los tres lugares que toda figura femenina
puede ocupar, como nos recuerda Freud: la mirada envolvente, contenedora, portadora de
la madre se convierte en una mirada que revela, se retuerce, de la que hay que escapar,
hasta convertirse en una mirada que borra, entierra, velada. Gregorio Samsa el monstruoso,
es así un cuerpo ignorado, intacto, el cuerpo de un niño sin madre.
Para P. Aulagnier, "La relación que cada sujeto mantiene con su propio cuerpo...
con el representante psíquico que forja de él está marcada para siempre por una dimensión
conflictiva". Esto lo predispone a convertirse en un objeto-juego, en dos niveles:
1. Por una parte, entre el "yo" que habita en el cuerpo y otro "yo" investido por él,
en la medida en que todo placer, todo sufrimiento, tanto en su experiencia como en su
intencionalidad, atribuida o sufrida, tiene al cuerpo como territorio y como mediador.
Piera se apodera del primer rastro de una filiación persecutoria inscrita en el terreno
elegido que es el espacio corpóreo, rastro en el que se encuentra la sombra hablada hecha
carne, la huella de un origen, una concepción, una gestación, una filiación. Nos propone
allí una quintaesencia de la alienación fundamental, cuya lógica llevará al extremo, la
elección de destruir todo como única posibilidad de deshacerse de lo insoportable, cuando
la conflictualidad ya no sólo está latente sino que llega a investir al cuerpo como un objeto
destructible para aniquilar su poder como objeto destructivo.
"Objeto-juego para un juego de ruleta rusa", dice, un juego donde el azar y la muerte
van de la mano, sin oponerse o evitarse, la muerte buscada de manera lúdica como un
desafío que da la seguridad de un derecho reconocido y reafirmado a la vida, o de nuevo
de manera propiciatoria como un triunfo y un segundo nacimiento que puede tener el valor
de una fantasía de autogeneración, cuando el disparo realizado no ha sido letal.
115
Gregor Samsa y la filiación persecutoria
siendo, hasta que el yo lo reclame para su uso personal de la omnipotencia ejercida en este
territorio a su merced.
Gregorio Samsa tiene que conocer este nuevo hábitat con dulzura y humildad:
nuevas reglas de movilidad y comodidad, de gustos y disgustos. Así la leche, tan apreciada
"antes", se vuelve imbebible, mientras que los adornos y otros desechos se convierten en
deliciosos y codiciados manjares, que Greta, su hermana, sabrá adivinar y proporcionarle,
junto con la soledad y la discreción necesarias para este consumo que ya no puede hacerse
bajo la lámpara y en la mesa familiar. Mientras que su madre, una pequeña mujer asfixiada
por el asma o el miedo, será sólo un rostro de ausencia y silencio.
116
Recopilación de escritos Piera Aulagnier
Sabemos lo mucho que la voz ocupa un lugar privilegiado como posible objeto de
persecución. Ahora, en el curso de su negociación interna, de su diálogo consigo mismo
para aprehender este paso de un cuerpo a otro, de un estatus a otro, Gregorio se abstiene de
toser, ¡temiendo que su tos suene como la de un hombre! La inadecuación de la voz y la
forma, el colapso de las certezas más íntimas, los vínculos entre la percepción y la
representación se ven socavados.
Sin embargo, espera con impaciencia que sus padres acudan en su ayuda, y se
esfuerza en que no se atreva a decir que es sobrehumano salir de su habitación e ir a ellos,
pero la magnitud del desastre le será revelada por el miedo de la madre y el odio del padre.
Renunciando por fin a las posturas humanas, encuentra un poco de bienestar a nivel
del suelo, y descubre que puede utilizar esta sustancia pegajosa que produce para caminar
sobre el techo y así encontrar algún placer: "La respiración se hizo más libre, un ligero
movimiento oscilante atravesó su cuerpo, y en el estado de euforia que se apoderó de
Gregorio allá arriba, a veces se soltaba del techo y se aplastaba en el suelo.
Cuando Gregorio se mete en la piel de las alimañas, explora sus gestos, posturas y
hábitos, vemos al padre de pie, vestido de manera grandilocuente y servil como un libertino
brillante, vistiendo ropas bonitas y poniéndose de pie en majestad, incluso parece más
joven. Es como si estuviéramos asistiendo a una encarnación de la filiación en la que, sin
piedad, uno vive y crece a expensas del otro: el hijo, habiéndose hecho adulto, alimenta a
la familia con su trabajo, entonces la metamorfosis tiene el efecto de que la desgracia del
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Gregor Samsa y la filiación persecutoria
hijo beneficia al padre que vemos rejuvenecido, estruendoso y grotesco. Es el más violento
en su rechazo a Gregorio, a quien empuja de nuevo a su dormitorio-cama, bajo una ráfaga
de manzanas de proyectil, una de las cuales se insertará en su caparazón, provocando una
separación radical entre sus dos mundos.
Las mujeres parecen ser menos hostiles, más empáticas, tratando de adivinar e
interpretar sus nuevas necesidades. Comparten con Gregorio las sensaciones de asfixia que
le da su laboriosa respiración: la madre tiene asma, la hermana se asfixia al entrar en la
habitación y tiene que abrir la ventana inmediatamente. Para facilitar sus idas y venidas, su
hermana comienza a retirar los muebles de su habitación, lo que Gregorio ve primero como
una iniciativa que le dará más espacio y movilidad. Luego llega el momento patético en
que la partida de sus objetos familiares constituye un desarraigo de su vida, una mutilación
de su memoria, y el vacío se vuelve opresivo cuando se le quita "la buena influencia de sus
muebles", especialmente su famosa sierra, que era su único placer y relajación. Un
alejamiento materializado de lo que constituía su humanidad, su inclusión en esa familia,
su derecho a disfrutar del patrimonio común: "¿Quería realmente dejar que esta cálida
habitación, cómodamente amueblada con muebles familiares, se transformara en una cueva
donde pagaría por un rápido y completo olvido de su humanidad pasado el derecho a retozar
en las paredes?".
Sabemos la difícil y dolorosa relación entre Kafka y su padre. Así, cuando se le pide
que lea un texto, el padre tiene esta terrible palabra: "el lío de siempre".
Más que el padre mismo, el objeto perseguidor podría ser la vida misma y el
momento indeterminable e irrepresentable de su comienzo: "mi vida es la vacilación antes
de nacer", escribe Kafka el 22 de enero, y en este extracto de una carta a Felice Bauer, dice
su horror del origen en su realidad corporal : "...la vista del lecho matrimonial de mis
padres, las sábanas que se usaron, los camisones cuidadosamente colocados, pueden
exasperarme hasta la náusea, pueden volverme del revés; como si no hubiera nacido
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Recopilación de escritos Piera Aulagnier
definitivamente, como si siempre saliera de esta vida asfixiante para nacer en este cuarto
asfixiante, como si tuviera que ir constantemente allí a buscar la confirmación de mi vida,
como si estuviera, si no completamente, al menos en parte, inseparablemente ligado a estas
cosas odiosas...". (Diario, 18 de octubre, 16)
-El carácter mortal del cuerpo, que ella coloca en primer lugar:
119
Gregor Samsa y la filiación persecutoria
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Recopilación de escritos Piera Aulagnier
-El poder erógeno del cuerpo que, tras caer de la inmortalidad, un crimen contra el
narcisismo, también es probable que alimente una relación persecutoria.
Este espacio corporal fuera del yo nos permite conjugar el verbo tener en el
descubrimiento de la posibilidad de darse a sí mismo y de dar placer al otro, y el verbo estar
en la investidura del cual es el objeto y que subyace a los primeros marcadores
identificadores o narcisistas, ya que para P. Aulagnier está claro que la libido narcisista y
la identificación no son distintas.
Es, sin embargo, a través de la prueba del sufrimiento, este "patrón de matriz", que
el hecho de que su cuerpo tenga su propio destino, que la distancia sea tan irreducible como
el vínculo permanezca cercano, será revelado al yo, y que esto es una paradoja inherente a
la vida. La experiencia del sufrimiento establece el índice de un objeto real cuyo cuerpo se
verá afectado en adelante, no reducible a un ser psíquico puro. Salida de la plenitud
imaginaria en y a través del sufrimiento, que aparece a la vez como una elipse y una
confluencia de los flujos de identificación: vendrá a anclarse este compromiso esencial con
la realidad, que es el fundamento de la dinámica de lo viviente al desarmar la omnipotencia
para integrar el límite, el pasaje fundador de la separación y la vida.
Pero sucede que las necesidades del cuerpo y su demanda de satisfacción exceden
el deseo de vida del yo, y de nuevo aparece una confrontación entre el yo y este otro que
abrirá la puerta a los objetivos de Tánatos: si el cuerpo no puede movilizar el yo para sus
propios objetivos de vida y amor, son las fuerzas silenciosas de la retirada, el deseo de no
deseo, las que ganarán el juego.
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Gregor Samsa y la filiación persecutoria
Fuerte idea que viene a hacer del cuerpo, este mismo lugar de la más íntima
singularidad y alianza vital, un territorio en disputa, y por lo tanto un arma siempre
dispuesta a girar como un bumerán contra el sujeto. Complejas negociaciones presiden el
"trabajo de metabolización-representación" exigido por el encuentro de los vivos con el
mundo exterior, pero también por la propia actividad psíquica que viene a sostener el
cuerpo, pero que también está tentada de anular en un movimiento de odio y de
destructividad este otro lugar que no siempre puede controlar.
¿Cómo no asociar esta visión del vínculo irreductible de amor y de odio que une la
vida a la muerte, esta joya frustrada aún más que la dualidad del cuerpo psíquico, con las
dolorosas negociaciones de Gregorio Samsa para domar este cuerpo de animales en el que
se encuentra encerrado? aunque su pensamiento sigue siendo lo suficientemente humano
como para hacerle evaluar su declive, que su memoria sigue siendo lo suficientemente
vívida como para recordarle sus privilegios perdidos, que su sensibilidad sigue siendo, a
pesar de los avatares, lo suficientemente aguda como para hacerle sentir dolor y malestar o
apaciguamiento.
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Recopilación de escritos Piera Aulagnier
"Si nos pinchas, ¿no sangramos? Si nos haces cosquillas, ¿no nos reímos? Si nos
envenenas, ¿no moriremos?" El lamento de Shylock es el de todos los desterrados,
desterrados, exiliados, literal o figuradamente, ya sea la persecución real o la lucha
interminable con los demonios en su interior.
Que el cuerpo tiene una vida y una muerte que no responden necesariamente al
deseo del yo es un hecho que puede ser cuestionado, o aceptado pero percibido como la
expresión de una alianza difícil y precaria en su misma indisociabilidad. Lo que nos
propone P. Aulagnier es considerar el otro lado del espejo, cuestionar este "fondo
representativo", testigo de la enigmática asociación entre cuerpo y psique. Esta
confrontación casi facial del cuerpo y el "yo" que evoca nos invita a romper las amarras, a
ir más allá del vínculo familiar y la comprensión tácita, a encontrar la conflictividad y la
oposición entre el mundo interior y el mundo exterior, el amor y el odio, erigidos en el
cuerpo, el heredero ambivalente de este "cuerpo imaginado" y de todos los gestos, palabras,
afectos que lo han asaltado. Todos estos elementos tejen en el cuerpo una trama y una
urdimbre tanto propia como ajena, irreducible y necesaria: cada sujeto lleva así dentro de
sí el precio de su inscripción en una genealogía humana.
"Necesito sentir que puedo sobrevivir a algo, o a otros". Maurice es un hombre que
duda de su capacidad para vivir, y se considera más bien un superviviente. La leyenda
materna hace de su nacimiento un momento indeciso, durante el cual, medio asfixiado,
habría permanecido entre la vida y la muerte. El túnel que persigue sus sueños es una clara
ilustración de la falta de aliento de esos primeros momentos, pero también es una
representación materializada del mosquitero forjado por el discurso de la madre, que se ha
convertido en devenir-mosca en el que se encierra y se refugia, inseguro de su capacidad
para vivir.
123
Gregor Samsa y la filiación persecutoria
Gregorio Samsa, más que ningún otro, está prendado de este cuerpo que debe ser
alimentado y protegido, asumido y si es posible amado. En el corazón de este antagonismo
y plagado de hambre, irá hacia la música, la suya propia encontrada o redescubierta, que se
va con la del otro, un aliento de eternidad.
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Recopilación de escritos Piera Aulagnier
El dolor físico se desata y el dolor moral, aún contenido, recae sobre él cuando cae
el veredicto: su des-investimento se convierte en la suya, y él acoge su voto de muerte como
el único vínculo superviviente con su comunidad de antaño, en definitiva da su
asentimiento a una filiación que trae la muerte después de haber, en otro tiempo, traído la
vida.
Así es como para Piera Aulagnier, el yo podrá decidir salir de la alienación, para
convertirse a su vez en maestro del juego, poniendo su propio cuerpo a muerte, en una
unión desesperada, pero permaneciendo bajo el signo de Eros, entre las fuerzas de la vida
y de la muerte de las que dice ser el heredero y el demiurgo, por una vez.
"Que tenía que irse, sabía... que permanecía en este estado de meditación pacífica y
vacía... entonces su cabeza se derrumbó a pesar de sí mismo y su último aliento dejó
débilmente sus fosas nasales." (Kafka)
125
Gregor Samsa y la filiación persecutoria
convierte en descendente, un arma asesina dirigida contra el niño, hasta que éste la toma de
las manos de sus padres para descargarla y volverla contra él.
Pero podemos considerar que esta narración, o al menos su tema, tendrá avatares:
la metamorfosis, el doble, la revelación a uno mismo y al otro del abandono, parecen ser
temas recurrentes.
Podemos leer así el relato que da en su Diario, el 12 de enero, del intento de adquirir
un esmoquin bajo la égida de su madre. Los trajes de noche que se le ofrecieron tienen el
fantástico atractivo de un doble perseguidor comparado con el que buscaba y que, por
supuesto, parecía imposible de encontrar, hasta que el esmoquin de sus sueños pareció ser,
a su vez, un perseguidor interiorizado con exigencias igualmente crueles.
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Recopilación de escritos Piera Aulagnier
introducido y acogido en el círculo de los hombres: "No me sedujo la idea de imitar a los
humanos; los imité porque buscaba una salida".
Comienza por ser más simio que la vida, "señal" de todas las actitudes, mímicas y
otros gestos que se esperan de un simio, hasta que fascina a sus perseguidores carcelarios
humanos y es capaz de robarles sin saberlo sus lamentables secretos y códigos sociales de
pertenencia y reconocimiento, para finalmente ser a su imagen, la única vía de escape
concebible. Fundido en la masa, perdido en la niebla, el mono tendrá que elegir entre los
dos términos disponibles para él, el jardín zoológico o el espectáculo de variedades.
"Intenta con todas tus fuerzas ir al espectáculo de variedades, la salida está ahí. Aprendes
cuando quieres salir de esto, aprendes cuando no quieres. Mantén un ojo en ti mismo, un
látigo en tu mano; serás hecho papilla a la menor retirada".
Pero también vemos el vínculo... ¿o la filiación? de este trabajo con las formas
imaginarias más poderosas dadas a la violencia ordinaria, la violencia blanca,
aparentemente no sangrienta, con la que se puede citar una serie de ejemplos.
127
Conmemoración a Piera Aulagnier
Introducción
Dividiré mi charla en tres partes, la primera más personal y las otras dos más
teóricas.
128
Recopilación de escritos Piera Aulagnier
El Servicio, donde trabajaba en el lado de las mujeres, recibía unas diez personas al
día y las remitía al día siguiente, la mayoría de las veces al Servicio Hospitalario
correspondiente al Sector que su hogar determinaba. Allí se podían estudiar todas las
variedades de la clínica psiquiátrica y cada examen conducía a una observación y un
certificado de internamiento, pero también a la hospitalización en el Servicio Gratuito o en
un Hogar de Salud Privado, o una pura simple alta. A veces, el jefe decidía mantener en su
Servicio a tal o cual paciente, que consideraba que esta medida le sería beneficiosa.
Era, pues, un lugar muy propicio para adquirir una práctica completa de la clínica
psiquiátrica, pero también para discutir con pleno conocimiento de causa todos los
problemas que esta clínica no dejaba de plantear a la historia rigurosa y a la epistemología
crítica de nuestra disciplina. Y aquí podríamos evocar muchas conversaciones bastante
largas con la propia P. Aulagnier, G. Daumézon, G. Benoit, G. Ph. Brabant y M.
Lubtschanski, uno de los raros psicoanalistas de la época que intentaba tratar a los pacientes
psicóticos.
Creo que ella, al igual que yo, tenía un excelente recuerdo de aquellos años pasados
en libertad y cuestionando todo, que luego recordaba con placer, como años de aprendizaje,
parafraseando a Goethe, que se transmutaron rápidamente en años de práctica iluminada.
La doble referencia
Tomo esta expresión, que se ha vuelto un poco obsoleta, en dos sentidos diferentes,
uno en relación con un proyecto de trabajo común, el otro para designar el doble
tratamiento, psicoanalítico y quimioterapéutico, del mismo paciente.
Primer aspecto: P. Aulagnier seguía desde hacía tiempo a una joven cuya
manifestación patológica dominante, y probablemente exclusiva, consistía en un pequeño
automatismo mental que tenía la particularidad de no evolucionar según los cánones
establecidos por G. de Clérambault y de atenerse, sin ninguna modificación, a esta
alteración de la propiedad privada del pensamiento que, nos parece, constituye la parte
esencial del mismo. G. Daumézon propuso que escribiéramos un artículo sobre este tema
para la revista que fundó, "Recherches sur les maladies mentales", y dividió el trabajo de
la siguiente manera: retomaré, por mi parte, de manera histórica y crítica, la exposición de
la noción de automatismo mental y su estudio semiológico y psicopatológico, y expondré
129
Conmemoración a Piera Aulagnier
A menudo hablábamos de ello, con interés mutuo, y los dos habríamos estado
encantados de firmar juntos una obra de este tipo, pero a medida que pasaba el tiempo, se
volvió más reacia a publicar una observación, con un comentario psicoanalítico, sobre un
paciente de su consulta. Acordamos desde el principio no disimular nada excepto las
iniciales del nombre, pero a medida que el análisis avanzaba, se hizo cada vez más difícil
para ella resolver un dilema: o bien hacer algunos cambios detallados en la observación, de
modo que la paciente no pudiera reconocerse, a costa de eliminar cualquier valor clínico
específico, o bien escribir una observación muy precisa, pero con el grave inconveniente
de violar la estricta obligación de secreto, en la que ambos insistimos. Por cierto, se enteró
por la propia paciente de que ésta frecuentaba librerías médicas y hojeaba las revistas de
psiquiatría y psicoanálisis. Acordamos entonces, sin la menor duda, no publicar este caso
y limitarnos a un artículo de puro conocimiento histórico y crítico. El jefe nos aprobó, y
desde entonces a veces me he encontrado con colegas que me preguntan dónde se publicó
la segunda parte del artículo; algunos no creen en mis explicaciones y se quejan de que les
oculto algo.
Cuando la indicación resultaba juiciosa, esta práctica podía ser muy útil, a condición
de que cada uno se mantuviera en su lugar y que no se confundieran las tareas respectivas.
Así, antes de mi partida a Estrasburgo en 1965, tuve varias oportunidades de hacer un
seguimiento de la quimioterapia para los pacientes, incluyendo a P. Aulagnier que era la
psicoanalista. Fue con mi amigo S. Leclaire con quien también trabajé de la misma manera,
al mismo tiempo.
Quisiera recordar a este respecto que P. Aulagnier era entonces una de las más
extrañas psicoanalistas que se ocupaban de los sujetos psicóticos, en particular de ciertos
pacientes maníaco-depresivos, y que realizaba una consulta, con una remuneración muy
130
Recopilación de escritos Piera Aulagnier
Psiquiatría y psicoanálisis
Esa función seguía siendo aún más legítima para una psicoanalista que, como P.
Aulagnier, consideraba que su práctica específica podía referirse a los pacientes psicóticos
y, en particular, a los pacientes maníaco-depresivos. No se trataba ni por un momento de
confundir las dos disciplinas, y menos aún de reducir una a la otra, sino de aprovechar lo
que le podía seguir siendo útil en la semiología psiquiátrica.
131
Metabolizaciones psíquicas del cuerpo en la teoría de Piera Aulagnier
132
Recopilación de escritos Piera Aulagnier
"persona probada", que es el término que utiliza: la aplicación del modelo freudiano de
comprensión a la respuesta que la experiencia del encuentro con el paciente psicótico ha
suscitado que en ella deja fuera de juego a parte de su propia persona probada. A partir de
la observación de esta disociación entre la experiencia del analista de lo que ha vivido y la
teoría analítica, formula una hipótesis: los analistas suponen que su conocimiento de la vida
psíquica debe permitir actuar sobre el fenómeno. Ahora "hay un conocimiento del
fenómeno psicótico cuya acción es inoperante en el campo de la experiencia”. [2]
Dando acceso a lo que se ha dejado fuera del campo, tal sería el proyecto teórico-
clínico. Me parece que se puede escuchar esta fórmula, "devolver el acceso" como un eco
de otras preocupaciones, menos explícitas en el texto. La Violencia de la Interpretación
vuelve a poner al cuerpo en el centro de la reflexión psicoanalítica, y, como trataré de
mostrar a partir de la noción de metabolismo, el cuerpo en todos sus estados, y en todos sus
registros desde el más somático al más erógeno. En este sentido, el libro es testigo de un
formidable itinerario intelectual de cuestionamiento que permite al autor liberarse en gran
medida de la influencia de la teoría de Lacan y encontrar o recuperar el acceso a las fuentes
de su epistemofilia personal.
En este libro Piera Aulagnier cita sólo a dos autores, Freud y Lacan, y sólo dialoga
con ellos. Con Freud para afirmar su filiación y situarse en la continuidad y la
profundización de su teorización de la pulsión, con Lacan para reconocer lo que le debe,
pero para criticarlo y distanciarse de él.
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Metabolizaciones psíquicas del cuerpo en la teoría de Piera Aulagnier
Para tomar la medida del camino recorrido es necesario releer viejos artículos de
Piera Aulagnier, los de los años sesenta, es decir, del final de la Sociedad Francesa de
Psicoanálisis, donde acababa de hacer su formación, y del comienzo de la Escuela
Freudiana, de la revista La Psychanalyse, luego de la revista L'Inconscient, es decir, antes
del Cuarto Grupo y antes de la revista Topique. La independencia de la mente, los centros
teóricos de interés, ciertas formulaciones, el temperamento, la "patte", ya están ahí, pero
todavía atrapados en una referencia y reverencia a un pensamiento al que trata de adherirse
cuando ya está manifiestamente en contradicción con ella.
Este atajo es sorprendente si se consideran los desarrollos teóricos que tendrán lugar
unos diez años más tarde, cuando la noción de actividad pictórica se haya hecho concebible.
Para ilustrar su idea teórica, tan condensada en su momento, y del orden del ensueño teórico
o de la teorización flotante, Piera propone una imagen, en una preocupación que ya da
testimonio de lo que más tarde llamaría figuración hablada: "Para el psicótico, la única
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Recopilación de escritos Piera Aulagnier
La explicación teórica que se da a sí misma para concluir su artículo está muy por
debajo, en ese momento, de la fuerza enigmática de las palabras de este hombre. Pero es el
impacto de este enigma lo que la hizo escribir en la introducción de La violencia de la
interpretación: "Frente a este discurso, hemos sentido a menudo que lo recibimos como la
interpretación salvaje del analista de la no obviedad de lo obvio”. [3]
"¿Qué se entiende por vida psíquica? Si llamamos así a todas las formas de actividad
psíquica, sólo se requieren dos condiciones: la supervivencia del cuerpo y, para ello, la
persistencia de una investimento libidinal que resista a una victoria definitiva de la pulsión
de muerte”.
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Metabolizaciones psíquicas del cuerpo en la teoría de Piera Aulagnier
Especifica que la vida psíquica sólo puede tomar forma a partir de un cierto umbral
de esta actividad, cuya activación depende de una situación de encuentro que nunca cesa.
La situación de encuentro y el préstamo del modelo corporal son dos nociones que
tendremos que explicar e ilustrar, que conducen a la noción de metabolización pero que no
pueden ser comprendidas fuera de ella.
"Partimos de la hipótesis de que la vida del organismo tiene como fundamento una
oscilación continua entre dos formas elementales de actividad que llamamos: "tomarlo
dentro de sí", "rechazarlo fuera de sí", siendo estas dos actividades acompañadas por un
trabajo de metabolización del "tomado", que lo transforma en un material del cuerpo
limpio, siendo expulsados del cuerpo los residuos de esta operación. Respirar y comer es
un ejemplo simple y claro”. [4]
"La característica del ser vivo es su situación de continuo encuentro con el entorno
físico-psíquico que le rodea”. [5]
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Recopilación de escritos Piera Aulagnier
Para comprender mejor cómo estos modelos somáticos pueden llegar a ser
utilizables para la creación de formas de vida psíquica, debemos añadir a la noción de
metabolización la de préstamo.
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Metabolizaciones psíquicas del cuerpo en la teoría de Piera Aulagnier
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Recopilación de escritos Piera Aulagnier
En esta teorización, las formas elementales de vida psíquica son, se podría decir,
"ex-corporales" de las formas de vida somática. Estas "limitaciones formales", que
podríamos llamar micro-escópicas o "moleculares", son más fundamentales en la forma en
que se conforman los primeros esbozos de la vida psíquica, que las formas que podemos
llamar "macro-escópicas", los movimientos corporales de las zonas erógenas, en primer
lugar la zona oral. El modelo de deglución y de vómito no haría más que redoblar y
confirmar secundariamente estas primeras inscripciones de formas resultantes de las
modalidades de funcionamiento de las grandes funciones del organismo y tal vez no sólo
de la sensorialidad, ya que la sensorialidad, por muy preñada que esté, no está aislada, ni
puede estar completamente aislada, de otros sistemas.
Prestar/apoyar
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Metabolizaciones psíquicas del cuerpo en la teoría de Piera Aulagnier
con razón la diferencia en esta enigmática interacción entre una actividad orgánica y el
"fondo representativo":
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Recopilación de escritos Piera Aulagnier
Otro enigma subrayado por Piera Aulagnier pero que le permite introducir la noción
de la expectativa de que el objeto tenga un poder de excitación, siendo la respuesta a esta
expectativa tan vital para el organismo y la vida psíquica, como la satisfacción de las
necesidades calóricas:
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Metabolizaciones psíquicas del cuerpo en la teoría de Piera Aulagnier
propias metabolizaciones. Piera Aulagnier nos propone una representación del objeto
primario que nace en la emergencia misma de las capacidades representativas originarias:
“Un cuerpo probado y comprobado nuestro ocupa el lugar que ocupará más tarde la
madre: al "yo" anticipado hecho durante una "madre anticipada" por un cuerpo probado y
comprobado”. [14]
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Recopilación de escritos Piera Aulagnier
excitaciones somáticas endógenas. En las siguientes líneas, me parece que Piera Aulagnier
indica caminos de reflexión que pueden ir en esta dirección:
"Sin la circulación por el cuerpo de una experiencia común de placer, la psique del
lactante no recibirá el "alimento" de placer que necesita en una forma adecuada para su
asimilación o metabolización. El placer estará presente, es una energía vital sin la cual el
aparato psíquico no podría funcionar, pero su cualidad, sus propiedades se traducirán por
anomalías y sobre todo por la resistencia que esta forma de energía ofrece para ponerse al
servicio de las funciones relacionales del aparato”. [15]
"Si, como hemos planteado, existe una necesidad de información sensorial de la que
el respondedor psíquico es el deseo de encontrar el placer ligado a la excitación de las zonas
correspondientes, hay que admitir la presencia de un placer auditivo que no tiene en esta
fase ninguna relación con la calidad significativa de los ruidos emitidos por el ambiente y
sólo se relaciona con la calidad sensorial de lo audible. Esta hipótesis debería habernos
llevado a mirar las experiencias de la desaferencia sensorial auditiva”. [17]
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Metabolizaciones psíquicas del cuerpo en la teoría de Piera Aulagnier
La madre embarazada
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Recopilación de escritos Piera Aulagnier
del yo-cuerpo: "La emoción modifica el estado somático (...) El cuerpo de uno responde al
cuerpo del otro, pero como la emoción concierne al yo, podemos igualmente adelantar que
éste se mueve por lo que su cuerpo le da a conocer y a compartir a partir de la experiencia
del cuerpo del otro" [20].
"Si nos quedamos con este único proceso representativo (es decir, el originario), nos
damos cuenta de que el objeto existe psíquicamente sólo por su poder único de modificar
la respuesta sensorial (y por lo tanto somática) y, de esta manera, actuar sobre la experiencia
psíquica”. [21]
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Metabolizaciones psíquicas del cuerpo en la teoría de Piera Aulagnier
por sí misma a partir de su vínculo con lo somático, permite también pensar en los efectos
somato-psíquicos de la cura psicoanalítica, conocida como tratamiento psíquico, es decir,
cómo el habla movida puede modificar el vivir en determinadas circunstancias.
Notas
[1]
Topique n° 49, " Penser l'originaire ", Dunod, París, 1992.- Pensar lo originario.
[2]
[3]
ídem
[4]
ídem, p.54
[5]
ídem, p.20
[6]
ídem, p.57
[7]
ídem, p.42
[8]
ídem, p.28
[9]
ídem, p.26
[10]
ídem, p.57
[11]
146
Recopilación de escritos Piera Aulagnier
[12]
[13]
Idem, p.74
[14]
[15]
Idem, p.134
[16]
[17]
ídem, p.104
[18]
[19]
ídem, p.132
[20]
ídem, p.110
[21]
ídem, p.118
[22]
ídem, p.125.
147
Un crimen impune (sobre el interés del concepto de originario)
Pierrette Laurent
El riguroso vínculo que mantenía entre su práctica y su teoría son sólo la otra cara
de su exigencia de que la palabra del analista pueda abrirse a algo nuevo incluso en el sujeto
psicótico y que la palabra del analizando pueda eventualmente transformar la del analista
o incluso su teoría. Es a este precio que la metapsicología agudiza la escucha del analista
sin cerrarla a lo desconocido por una respuesta preparada que aliena la palabra del analista.
Este enfoque permitió a P. Aulagnier pensar en la actualidad de lo originario y su modo de
representación pictográfica. "Es el discurso psicótico el que nos indujo a postular una forma
de actividad psíquica cerrada a lo conocible, para siempre y para todo sujeto, y sin embargo
siempre en funcionamiento, 'fondo representativo' que persiste en paralelo a otros dos tipos
de producción psíquica: la propia del proceso primario y la propia del proceso
secundario". [2]
Trabajando desde hace mucho tiempo en una institución para niños y adolescentes
gravemente psicóticos y autistas, me pareció que la actualidad de lo originario era
particularmente interesante para el enfoque de estos temas: libera la creatividad del analista
frente a ciertos trastornos psicóticos del pensamiento llegando a imaginarlos y a
148
Recopilación de escritos Piera Aulagnier
Así, la interpretación materna del mundo, moldeada por los efectos de la represión
y las construcciones fantásticas de esta psique materna, se incorpora a la psique infantil y
se somete a sus propias leyes de funcionamiento. Notemos, sin entrar en detalles, que esta
incorporación de la interpretación materna del mundo por parte de la psique infantil se
acerca al concepto lacaniano de introyección originaria, al de W. Bion de que el objeto ha
residido "en el útero" y la psique materna, y al enigmático significante de J. Laplanche.
149
Un crimen impune (sobre el interés del concepto de originario)
luego implementa mecanismos de defensa cuya forma y coherencia determinan los cuadros
psicopatológicos.
Con el psicótico, incluso de niño, no nos encontramos con el pictograma como tal,
sino con una "re-actualización entre el espacio originario y el espacio fuera de uno mismo
en un estado de especularización" [4].
En el niño psicótico muy joven, donde los procesos secundarios están todavía poco
instalados, donde las señas de identidad del yo permanecen muy ligadas a la identificación
primaria y al efecto de la supuesta omnipotencia del deseo materno, la re-actualización de
lo originario podría ser particularmente significativa y tener graves consecuencias para el
funcionamiento psicológico, al inhibir parcialmente la instalación del proceso primario y
poner en tensión la construcción del yo. Se comprende mejor la importancia ya reconocida
150
Recopilación de escritos Piera Aulagnier
de una intervención temprana con estos niños cuyo primer objetivo sería ayudar a la
instalación o el refuerzo de la fantasmatización. Es entonces cuando el lenguaje en el
análisis debería convertirse en el lugar donde las cosas son nombradas por su función de
visualizar imágenes de las cosas y una representación pictográfica que no es ni visible ni
pensable como tal, sino reconstruida por nuestro pensamiento especulativo. "Requisito que
debemos satisfacer... porque nos damos cuenta de que sin hacer esta conexión entre las
imágenes de las palabras (las que creemos que hablamos) y las imágenes de las cosas con
una cualidad afectiva particular, sin hacer operativa tal conexión para el sujeto, nada
esencial será transformable en su economía libidinal". [6]
Encontrar estas palabras que nombran y esperar poder modificar las pruebas
psíquicas arcaicas abriéndolas a la simbolización, depende profundamente de nuestra
capacidad de aceptar dentro de nosotros mismos la aparición de imágenes de cosas que nos
sugieren el comportamiento, las emociones, las palabras y el ritmo de nuestra pequeña
pareja. Esta posibilidad se basa tanto en nuestro propio trabajo analítico, nuestra
experiencia clínica como en nuestras concepciones metapsicológicas.
Con un niño, aunque la mayor parte del trabajo se hace con él mismo, se apoya en
la relación entre sus padres y el analista. Los padres de Jean han sido capaces de darle la
libertad de investir fuertemente en nuestra relación, además, la han fomentado con su
confianza y esperanza en nuestro trabajo.
Jean tiene cuatro años cuando sus padres me consultan sobre él. No ha dormido en
absoluto durante al menos dos años, lo encuentran revoltoso pero se preguntan "si todos los
niños de hoy en día no son un poco así". Está aterrorizado por todos los ruidos que llama
"petardos". Es incomprensible.
151
Un crimen impune (sobre el interés del concepto de originario)
Con nosotros tres, Jean está muy agitado, habla con una voz aguda y ecléctica, sin
dirigirse a nadie, se sienta en un traje y se balancea, mecido por una onomatopeya estridente
que sus padres llaman risa.
El Sr. y la Sra. O. no podían decir nada sobre Jean hasta que tuvo dos años y medio,
excepto que era "un bebé normal". A esa edad se convirtió en encoprético e insomne, que
fueron los únicos síntomas que reconocieron en Jean.
Octubre 97 - Abril 98
Corre en todas las direcciones, lanza violentamente las bolas de arcilla, habla de
petardos y explosiones, sus ojos parpadean y sus manos tiemblan.
Grita que la piel se tira y se corta, que se pincha y que la madre se pega.
152
Recopilación de escritos Piera Aulagnier
Puntúo suavemente, imagino y a veces digo que el cuerpo del bebé, seco por la sed
y la falta, doloroso e invadido por la intrusión.
Grita el terror del gordo que hay que desmontar, rompe la arcilla. Me bombardea.
Sigo hablando de su miedo y su ira, recibe suavemente las bombas, y casi podría
convertirse en un juego. Me da la espalda y se retira en ensordecedores y rítmicos rituales
de tambores.
Cuando Jean evoca las sensaciones de su cuerpo (tirar de la piel, trozos de espinas...)
cuando corre, tira, traga, escupe y hasta habla, no siento que existo delante de él o para él.
La mayoría de las veces no me mira y no parece escuchar lo que le digo. Sólo su llegada a
las sesiones, su forma alegre de nombrarme saludando, y su risa juguetona antes de
cerrarme la puerta en la cara con bastante regularidad me aseguran que me conoce, me
reconoce y, más aún, que diferencia el espacio de la sesión del exterior. Esta diferencia que
establece me apoya en la idea de que lo que muestra y dice allí generalmente está dirigido
a mí de manera transferencial. Sin embargo, creo que cuando me bombardea y quiere
desmantelarme es más porque intento penetrar en su mundo hablando con él que por
cualquier otra representación más precisa que me concierna. Estas puntas madre espinosas
que se pegan, esta piel espinosa que me tira no tolera la desviación y estos escenarios
arcaicos en los que no siento lugar hacen inoperantes los conceptos habituales de
proyección e identificación proyectiva.
En este comienzo de una cura en la que tenemos que construir la relación analítica
con un niño que evita cualquier relación para vivir en un mundo auto-engendrado que a
veces es tranquilizador, a veces perseguidor y constantemente negado por la exterioridad
del objeto, Los temas del origen y el fondo representativo que tiende son recursos teóricos
que permiten investir el tiempo de los encuentros colocando su contenido en una
perspectiva metapsicológica que permite tanto representarlo como proponer una causa
diferente del propio sujeto, es decir, que ya no es la de la auto-engendramiento. Concebir
una especularización donde el sujeto y el objeto se fusionan y donde uno engendra al otro,
153
Un crimen impune (sobre el interés del concepto de originario)
apoya al analista en la figuración de una escena que él piensa que es la más cercana a lo
que está en juego en ese momento, una figuración cuyo objetivo es inducir la creación de
un tercer término que incida en esta reflexión infernal. Pensar estos afectos, ponerlos en
palabras tiene como objetivo separar la mirada de la mirada, el sentimiento y la sensación;
proponer una causa diferente de la percepción misma tiene como objetivo abrirse a la
fantasmatización del proceso primario.
Durante estos siete meses de sesiones, trato de acoger el drama que Jean me cuenta
y hacerlo decible lo más cerca posible de sus imágenes, sus sensaciones y sus palabras. Que
no permanezca cerrado en sus representaciones cercanas a las imágenes de las cosas
corporales que se despliegan como un mal sueño que experimenta en la sesión y a lo largo
de su vida.
154
Recopilación de escritos Piera Aulagnier
cuando escucho los pinchazos, aparece la imagen de un pecho ausente, de una boca que lo
busca o incluso frente a una boca cerrada. Estas imágenes representan el dolor que
acompaña a un acto, un movimiento, un encuentro de dos objetos: el cuerpo del bebé y el
mundo que lo rodea. El pictograma es al mismo tiempo una representación del afecto y una
representación del afecto. El concepto de originario viene a restituir/constituir dos partes
donde la psique del infante percibía sólo una y modular esta percepción por el mecanismo
de la especularización.
La falta de empatía de la Sra. O. con nadie, su incesante flujo de palabras sea cual
sea su interlocutor, o incluso la ausencia de su interlocutor, su indiferencia ante la alteridad
y su dependencia de cualquier persona investida me permiten imaginar que las necesidades
básicas del bebé que era Jean podrían haber sido satisfechas ya sea de manera caótica y
arbitraria, o de manera muy rígida en la sumisión a una voz en off (médico idealizado,
amigo, madre...) experimentada como todopoderosa por la Sra. O. Las palabras de la
psicoterapia no tratan de compensar esta supuesta falta de cuidados suficientemente buenos
en la primera infancia, sino que tratan de reanudar un proceso de simbolización en el que
ha permanecido en el dolor.
155
Un crimen impune (sobre el interés del concepto de originario)
en él o son el reflejo del incesante flujo de palabras maternas? ¿qué estatus metapsicológico
se les debe otorgar? Sin embargo, las escucho y me son de gran ayuda: sólo me queda
confirmar esta experiencia de rechazo y vincularla a una causa, mi ausencia, que luego
puede transformarla en un afecto de odio o de rabia contra mí, es decir, incluirla en una
relación, la relación analítica, y abrirla a la fantasía.
Mayo 98 - Julio 98
156
Recopilación de escritos Piera Aulagnier
Las escenas se vuelven más complicadas, más ricas. Su propia evocación del lecho
paterno: "calla, ... duerme, ... está cansado, ... soñó" le lleva a crear un neolenguaje que
llamaremos "su lenguaje de secretos" y que a menudo volveremos a escuchar después.
¿Reacciona más a sus angustiosas producciones psíquicas o a mi interés reavivado por el
entonces esperado guion de su primitiva escena? Sin embargo, continúa su elaboración
ocultándolo en mis ojos y oídos sin encerrarse en los tambores.
Septiembre 98 - Diciembre 98
Digo el tumulto de sus miedos y su ira por nuestra larga separación de verano, de
su odio contra mí que lo abandonó todo este tiempo, que bien puede recordarle otras
soledades aterradoras. Entonces experimentará el odio que pueden provocar las
necesidades y deseos insatisfechos.
El monstruo muerde/muere.
Podría chuparme boca a boca, ojo a ojo, y en la sesión sólo somos dos monstruos
idénticos o tal vez, ¿incluso uno? Reflexión, devorar, morder, muerte.
La aparición muy repetitiva de las sesiones de estos pocos meses es agotadora: sólo
su repetición posterior nos permite observar finas variaciones y progresiones. La dificultad,
antes de ser interpretativa, es identificar nuestros lugares en estas escenas: si yo soy el
157
Un crimen impune (sobre el interés del concepto de originario)
monstruo, cualquier cosa que diga será monstruosa, si él es el monstruo lo destruye todo,
incluso escuchando mis palabras, y la mayoría de las veces somos sólo dos monstruos que
se reflejan el uno al otro o quizás uno y el mismo monstruo. Estamos en la representación
de una indiferenciación difícil de pensar: un monstruo refleja un monstruo, ¿imagen espejo
o especulación? Sin embargo, el trabajo del proceso primario es fácil de detectar: Jean
escenifica una historia, un monstruo, afecta y refina su puesta en escena de una sesión a
otra, incluso si este monstruo es eterno y no tiene otra relación que su vida en un mundo
hostil que ataca y que debe atacar. Hay dos mundos (el monstruo y su entorno), las nociones
de proyección e introyección nos permiten pensar en lo que se puede jugar en estas sesiones.
El proceso primario reconoce la existencia de un exterior de la psique y trata de reducirlo.
Para responder a la exterioridad irreductible del objeto, postula que éste está enteramente
sujeto al deseo del otro: el primario propone una puesta en escena de lo que percibe e
interpreta esta percepción como un efecto del deseo del otro hacia él. "Esta interpretación
es conjuntamente una proyección en un fragmento del exterior de un Otro deseante y un
reconocimiento o introyección en la escena psíquica de una manifestación relativa al deseo
que se le imputa y al que se responde". [9] P. Aulagnier insiste: "Es la relación entre estos
dos deseos la que se proyecta-introduce" [10]. O bien el sujeto asume un deseo de placer
proyectado en él y se convierte en una fuente de placer, o bien asume un deseo de desagrado
y se convierte en una fuente de desagrado.
158
Recopilación de escritos Piera Aulagnier
Jean finalmente lleva la figura del monstruo en una almohada que puede tirar en mi
cara, retirarla, pegarse a su propia cara y también acoplarla con un "bebé" (un bañista que
está en la oficina).
Poco a poco el bebé y el monstruo están menos pegados, más cara a cara, "el bebé
está lleno de caca y el monstruo está lleno de ira". Su lucha se vuelve más pictórica, más
detallada: las orejas, los brazos, las piernas son arrancadas. Mucho más tarde toda esta
lucha de infantería articulará al niño rebelde, al niño malo en una causalidad transferible,
"Estoy enojado porque eres malo", y él tirará las sillas.
Es a partir de enero del 99, más de un año después del comienzo de nuestras
sesiones, que Jean a veces no pone su propio cuerpo en juego en sus escenas: crea un
espacio de actuación en el que no juega directamente, podemos ver juntos a este monstruo
de almohada, compartirlo, intercambiarlo. Existe una brecha entre Jean y el monstruo, entre
yo y el monstruo, entre Jean y yo y podemos hablar de ello. Esta brecha me parece que
marca una distancia desde los primeros días de la escuela primaria, donde la representación
de la fantasía sólo puede ser representada por imágenes de cosas corporales en una
correspondencia entre el espacio corporal del representante y el espacio del mundo. Creo
que encuentro allí un comienzo de simbolización que permite vínculos temporales,
diferentes significados posibles y un refuerzo de la representación por la imagen de las
palabras.
159
Un crimen impune (sobre el interés del concepto de originario)
160
Recopilación de escritos Piera Aulagnier
Para concluir
161
Un crimen impune (sobre el interés del concepto de originario)
Cuál no fue mi pena el día en que comprendí que Jean, durante un buen número de
sesiones, ya había intentado hacerme oír su representación de un mundo en el que cada
persona viviente (pequeños hombres que tuve que hacer rápidamente) fue instantáneamente
aplastada en "castañas, sin cabeza, brazos, piernas o vientre" sometida a una disciplina
despiadada, dispuesta en un lugar fijo sin ninguna desviación posible. Ante el miedo y la
tristeza que decía sentir en un mundo así, empezó a hablar de "crimen impune". Este crimen
impune se podía ver de diferentes formas: su miedo a los cachorros y quizás su culpa por
haberlos destruido (Jean es hijo único), su exclusión de la escuela, el descuido de sus
necesidades, "su palabra cortada"... y alentó un importante trabajo con su madre donde ella
podía sorprenderse al encontrar interés en lo que su hijo decía. Pensé entonces en articular
las posibles relaciones de este "crimen impune", este deseo de aniquilar toda forma de vida
con la pulsión de muerte y la hipótesis de un pictograma de unión experimentado en el
sufrimiento. Sin embargo, en el curso de este trabajo, lo encontré interesante:
162
Recopilación de escritos Piera Aulagnier
Notas
[1]
[2]
[3]
[4]
[5]
[6]
[7]
[8]
[9]
[10]
[11]
163
Un crimen impune (sobre el interés del concepto de originario)
[12]
[13]
164
Recopilación de escritos Piera Aulagnier
165
El cuerpo psicótico y la perspectiva psicosomática
Para definir la noción de cuerpo psíquico, debemos primero referirnos a las nociones
de espacio psíquico y del yo como se nos presentan en la construcción metapsicológica del
autor.
Destaco que para Piera Aulagnier el cuerpo es tanto un cuerpo sensorial como un
cuerpo pulsional.
Desde el comienzo de su vida, la actividad psíquica extrae sus materiales de su
propio espacio somático; lo corpóreo, lo sensorial, están ahí, banqueros forzados de los
cuales lo psíquico toma prestados los elementos presentes en la representación pictórica, a
saber, el "tomar en sí" y el "rechazar fuera de sí", sinónimos de investir y des-investir. Este
préstamo del banco sensorial no está exento de peligro, ya que es probable que esta
información sensorial supere el umbral de tolerancia y se transforme en sufrimiento para
ser rechazada; un rechazo que lleva a la psique a automutilar su propia representación de lo
que establece el escenario de la zona de excitación.
Para Piera Aulagnier, "la fuente somática de la representación psíquica del mundo"
(que parafrasea a Freud y la "fuente somática de afecto") está en la base de su concepción
de originario, donde se mezclan con precisión las sensaciones, los afectos y las
representaciones.
En el proceso de origen, "el psiquismo atribuirá a la actividad de las zonas
sensoriales el poder de generar sus propias experiencias (placer o sufrimiento), sus propios
movimientos de investir o desinvestir y, por lo tanto, la única "evidencia" que puede existir
en este amanecer de la vida", de ahí, en este tiempo que precede al juicio de separación,
este postulado: "la realidad es autogenerada por la actividad sensorial". [1]
Con el advenimiento del proceso primario, pasamos de un encuentro
complementario objeto-zona y su representación pictórica auto-engendrada, a una relación
entre dos espacios separados y la aparición de la fantasía que da una interpretación escénica
de esta relación. La configuración relacional que se establezca se formulará de la siguiente
manera: "La realidad se rige por el deseo del otro". "En la organización de este fragmento
de realidad que habita e invierte, como en el funcionamiento de su cuerpo, el sujeto leerá
primero las consecuencias del poder ejercido por la psique de aquellos otros que le rodean
y que son los soportes privilegiados de sus investimentos". [2]
Hay que añadir que a nivel del espacio corporal, todas las zonas erógenas están
presentes, activas y unidas al cuerpo del otro.
Durante la primera infancia, el sujeto sigue convencido de que todo lo que le sucede,
tanto en su cuerpo como en su mundo, da testimonio del poder de un deseo: deseo
166
Recopilación de escritos Piera Aulagnier
prohibido, permitido u oculto, propio o de sus padres. Una concepción tan infantil no dejará
del todo al adulto para el que el azar no siempre sea responsable de lo que le suceda.
Más tarde, cuando se instale el proceso secundario, el yo deberá tener en cuenta
otros datos: los que definen la realidad en su espacio sociocultural. "De ahí que el sujeto
considere esta formulación: la realidad se ajusta al conocimiento dado por el conocimiento
dominante de una cultura." [3]
Estas tres formulaciones Piera Aulagnier las propone para dar cuenta de la relación
del psiquismo con la realidad que pueden, según ella, "aplicarse tal cual a la relación actual
entre el psiquismo y su propio espacio somático". [4] Los tres dan testimonio de las
construcciones que son obra de los tres espacios funcionales (originario, primario,
secundario) que seguirán funcionando juntos a lo largo de la vida.
La revisión metapsicológica que la llevó a conceptualizar la noción de originario y
a postular esta coexistencia permanente de los tres modos representativos es una forma de
pensar en el doble salto de lo somático a lo psíquico y de lo psíquico a lo somático, que
también opera a lo largo de la vida en lo originario y en lo primario.
Volvamos por un momento al espacio originario, que es una mezcla de lo psíquico
y lo somático, y consideremos su producción: el pictograma complementario de objeto-
zona. Esta figuración de un cuerpo-mundo no tiene evidentemente ningún lugar en el
proceso primario, ni en el proceso secundario; no puede participar en ninguna represión
secundaria, ya que sólo contiene representaciones que ya han sufrido el trabajo del director
en sentido. Consciente de no quedar atrapado en la trampa de la construcción teórica que
propone, confirma que sólo desde el exterior podemos imaginar este "ser" psíquico. "Nunca
podremos ni pensar ni fantasear desde el interior del efecto somático como el único
representante del mundo y de la vida psíquica, como el único reflejo de este efecto del
cuerpo. Sin embargo, es en efecto esta construcción la que nos ayuda a comprender lo que
se organiza en este tiempo psíquico que precede a esta mirada sobre el mundo que la hará
fantástica y pensable. Cada vez que nuestra relación con el mundo escapa a cualquier
control en una fantasía o en un pensamiento, nos encontramos en una situación cercana,
aunque no idéntica, a la que inauguró nuestra existencia: la vida y el mundo están
representados sólo por los efectos somáticos que acompañan la angustia del encuentro con
una escena vacía". [5]
A este espacio originario debe seguirle un escenario en la historia de la vida
somática, un paso del cuerpo sensorial al cuerpo relacional; el biógrafo debe "ocupar el
167
El cuerpo psicótico y la perspectiva psicosomática
lugar de aquel por quien y a quien llegan los acontecimientos y no el lugar del
acontecimiento mismo",[6] como en el accidente somático, por ejemplo.
Para que el cuerpo psíquico se constituya, son necesarias al menos dos condiciones:
un discurso sobre el cuerpo, enunciado principalmente por la madre, y la posibilidad de que
el yo construya la historia de este cuerpo. La imagen del cuerpo del niño forma parte del
"yo" anticipado por el discurso materno; este cuerpo guarda así la huella del deseo del
portavoz pero también de su pasado y de su propia economía psíquica; este cuerpo está pre-
investido en ausencia de su apoyo real y siempre existe el riesgo de descubrir una
inconformidad entre la imagen y su apoyo, situación a veces conflictiva o insuperable para
la madre. Piera Aulagnier subraya la importancia del componente somático de la emoción:
"la relación de la madre con el cuerpo del niño incluye inmediatamente una parte de placer
erótico, tanto permisible como necesario, que ella puede ignorar parcialmente pero que
constituye la base del anclaje somático de este amor que ella lleva al cuerpo singular de su
hijo, un amor que lejos de ignorar, está dispuesta a proclamar. Este cuerpo que ve, toca,
esta boca a la que une el pezón, son o deberían ser para ella una fuente de placer en la que
participa su propio cuerpo. Este componente somático de la emoción materna se transmite
de cuerpo a cuerpo; el contacto con un cuerpo que se mueve toca el tuyo; una mano que te
toca sin placer no causa la misma sensación que una mano que siente el placer de
tocarte". [7]
Una vez terminada la infancia, el sujeto debería haber renunciado, salvo en la
experiencia del goce, a la utilización de su cuerpo como transmisor privilegiado de
mensajes, ya que ha sido capaz de diversificar los destinatarios y objetos de su solicitud.
Sin embargo, subraya Piera Aulagnier, "el cuerpo cuya madre le va a transmitir los cuidados
al final de la infancia debe tener como referente 'un cuerpo psíquico' cuya historia
demuestra el amor que se le ha dado, el reconocimiento y la potenciación de su identidad
sexual, su singularidad, el deseo de verlo preservado, modificado, convertido en autónomo.
De lo contrario, las "enfermedades" de las que seguirá sufriendo el "cuerpo psíquico" harán
que el "yo" mantenga con su cuerpo una relación que retome la que tenía la madre con
respecto al cuerpo del niño o, más exactamente, la que el niño le ha imputado en la historia
que se ha construido para sí mismo. [8]
Yo añadiría para cerrar esta visión teórica lapidaria que para Piera Aulagnier, tiene
en cuenta la definición de la realidad del espacio sociocultural en el que el sujeto vive con
sus semejantes es una necesidad. "Nuestra relación con el cuerpo así como nuestra relación
168
Recopilación de escritos Piera Aulagnier
con la realidad es una función de la manera en que el sujeto oye, deforma o permanece
sordo al discurso del conjunto." [9]
"La tarea de todo discurso cultural es efectuar una especie de aculturación de una
parte de los objetivos fantásticos." [10] Ella dice:
“Con el declive del discurso religioso a favor del discurso científico, la comprensión
de nuestro funcionamiento somático se ha transformado y "lo que especifica el cuerpo con
el que la ciencia nos enfrenta es la exclusión del deseo como causa de su funcionamiento y
como explicación causal de su destino y muerte". [11]
Es de suma importancia el compromiso que cada sujeto puede o no lograr establecer
entre lo que se afirma en este discurso científico y un cuerpo que puede ser fantaseado e
investido por su psique.
Pero si la construcción de la realidad dada por el discurso científico nos ofrece
pensar en un cuerpo cuyo interior está hecho de partes, órganos, piezas no relacionadas con
el deseo, otro tipo de discurso sobre la realidad somato-psíquica cada vez más en nuestro
espacio sociocultural. Procede de ciertos círculos médicos y de un cierto movimiento
"psiquico" que han interpretado las aportaciones psicoanalíticas sobre los vínculos entre el
psiquismo y el soma: este discurso afirma la omnipotencia del espíritu sobre el cuerpo, de
la mentalización y la simbolización sobre la enfermedad, del deseo de curar sobre la muerte,
atestiguando así el resurgimiento del sistema causal propio del funcionamiento del proceso
primario.
Ahora me gustaría hablarles de un hombre, su sórdido final, su cita perdida con la
vida y lo que esto me ha permitido entender sobre el cuerpo psíquico que fue afectado.
Luego, hablaré de otras dos historias, más alentadoras y menos fatales, que cuestionan el
lugar de los accidentes somáticos por rayos al comienzo del análisis.
"La muerte es una enfermedad que se contrae al nacer" escribió Frédéric Dard y este
aforismo podría servir de preámbulo a la historia que condensa el principio y el fin de la
existencia de Roger.
No lo conocí como analista, pero me reuní con él unas diez veces en un círculo de
conocidos; por lo tanto, tengo muy poca información sobre su biografía y su
funcionamiento psíquico. Sin embargo, su viaje, su brutal final y los escritos que dejó atrás
arrojan luz sobre lo que es probable que ocurra con un sujeto y su cuerpo cuando, mutilado
desde la infancia por su capacidad de investir al otro como portador de un deseo de vida y
dispensador de placer, el accidente físico da testimonio del desmantelamiento de las últimas
barreras psicológicas, la pérdida de las últimas quimeras con las que había poblado su
169
El cuerpo psicótico y la perspectiva psicosomática
desolado mundo. Desnudar la vida y la muerte de este hombre podría ofender, pero lo que
me enseñó sin querer sobre esta zona de sufrimiento somato-psíquico, que no incluyo en
un informe libidinal, me parece digno de interés y respeto.
A sus cincuenta años, soltero, ronco, solitario, Roger es profesor en un colegio y
dispensa en su trabajo toda la energía de una cierta obsesión que exige la perfección. Se ve
mal en su gran cuerpo rígido y deprimido, pero no quiere mostrarlo en la sociedad, así que
lo esconde detrás de un tono juguetón y un vestido impecable. Me enteré después de su
desaparición que vivía en un oscuro y sucio apartamento de tres habitaciones, lleno de miles
de libros. Todas sus vacaciones las pasa viajando solo al extranjero y creo que puedo
adivinar que esta es la forma que ha encontrado para vivir su vida homosexual libremente.
Su salud no recibe la atención y el cuidado que merece: el alcoholismo, un estómago
ulcerado y las varices esofágicas, dejadas deliberadamente sin tratar, se apoderarán de su
vida.
En dos ocasiones, Roger intentará hablarme de su depresión y sus problemas; me
hace oír medias palabras que le traen los adolescentes; piensa que sus dificultades
psicológicas son insolubles; las repite indefinidamente sin ver una salida; el pasado y el
futuro sólo se aprehenden a través de la niebla de la "depresión". Le muestro mi
disponibilidad y mi deseo de escucharlo; incluso me pedirá dos veces una entrevista, pero
en el último momento, la cancela con varios pretextos. Decididamente, el signo de relación
con lo que puede apoyar de esperanza parece haber abandonado su escena psíquica; además,
se aísla cada vez más y huye de las oportunidades de encuentro. El año de su muerte, Roger
es puesto en jubilación anticipada; asumí que era una manera conveniente para la
administración del colegio de escapar de un posible escándalo, ya que en ese momento en
Bélgica, el asunto Dutroux y la caza de brujas estaban en marcha.
En Nochebuena, que pasa todos los años en compañía de su anciano padre, Roger
ha hecho la maleta y la botella de champagne; está a punto de salir de su apartamento
cuando se lo lleva un rapto digestivo hemorrágico que le dejará sin vida delante de su
puerta.
Algunos de sus parientes vaciarán el apartamento; se molestarán al descubrir un
cuaderno escolar en el que Roger ha escrito dos historias: una es una autobiografía
inacabada de unas pocas páginas, fechada ocho años antes de su muerte, y la otra, sin fecha,
es una ficción autobiográfica. El cuaderno me fue confiado por aquellos que sentían que
estos documentos decían algo esencial sobre la desaparición de Roger.
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Recopilación de escritos Piera Aulagnier
teorización dada por Piera Aulagnier sobre la intrusión impulsiva que tiene lugar en ciertos
casos.
En la clásica domesticación de la libido, el truco de Eros sólo tiene éxito a condición
de que en el espacio originario, el estado de encuentro, de unión sea plenamente
satisfactorio y por lo tanto que el placer sensorial erógeno ejerza su poder de irradiación,
de totalización sobre todas las zonas erógenas. "Esto sólo es posible si la
complementariedad del espacio-espacio psíquico del mundo no se ve perturbada por ningún
exceso, fracaso o inconformidad de éste". [12]
En la hipótesis de que las zonas sensoriales erógenas se encuentren con
complementos cuya unión se hace en la violencia y el sufrimiento, se produce una
experiencia de intrusión, representada en el pictograma, que luego será cargada por una
sensación de dolor. Sin embargo, en este espacio psíquico que escapa a la influencia de la
actividad primaria/secundaria, no es posible erotizar el sufrimiento para convertirlo en
masoquismo primario. Así, el enredo pulsional falla y es la pulsión de muerte que desvía a
Eros en su propio beneficio. La supervivencia psíquica impone entonces disociar
implacablemente el estado de vida y el estado de placer, una tarea abrumadora si alguna
vez hubo una.
Esta es la interpretación que se puede dar a la historia de Roger, que continúa y
luego se suspende por la narración de sus primeras experiencias homosexuales durante el
servicio militar. Lo que podría haber abierto un campo relacional pierde su propósito
porque los encuentros descritos, aunque excitantes, son furtivos y sin ilusión en cuanto a la
esperanza de una relación genuina; el estado de vida y el estado de placer están así
resueltamente desarticulados.
El segundo es un cuento corto en el que Roger se pone en la piel de Albert Einstein,
que murió y luego resucitó.
"Este absurdo comenzó en el preciso momento de mi muerte... Llegué aquí en el
flamante cuerpo de un bebé de doce meses; tengo unos padres a los que he empezado a
querer y que me pagan bien", escribe a modo de introducción.
Morir para renacer y ser adoptado por otra familia, para disfrutar de un nuevo cuerpo
y del placer de ser acunado y cuidado por una madre atenta; en efecto, los cuidados
maternos se describen ampliamente. Y sin embargo, incluso en este remanso de felicidad,
el pequeño Albert Einstein es superado por visiones de horror, guerra y violencia vomitadas
por la televisión. Con la pequeña Marie Curie, que ha sufrido la misma transmutación,
172
Recopilación de escritos Piera Aulagnier
sueña con trabajar por la felicidad de la humanidad, pero "no es bueno dejarse llevar por
los sueños".
Tratando de apelar a la frágil barrera de la fantasía del renacimiento antes de ser
envuelto en la última convulsión de un cuerpo desconectado del que lo habita.
Nadie sabrá nunca qué movimientos psíquicos animaron a Roger en los últimos
momentos de su vida, ni qué disgusto vital tuvo que ser evacuado tan radicalmente para
que dejara de existir al mismo tiempo.
Si aceptamos compartir esta lectura del accidente somático y de sus escritos,
debemos postular, como Piera Aulagnier, que el cuerpo puede convertirse para el yo en un
perseguidor, un enemigo a matar. Este posible funcionamiento psíquico se puede actualizar
cada vez que el "yo" ya no encuentra en el escenario del mundo un objeto que le permita
vincular un exceso de sufrimiento a una causalidad fantástica y así, preservar el enredo
impulsivo, aunque sea tan particular como el descrito anteriormente. Si el compromiso no
puede ser preservado, "el conflicto entre Eros y Tánatos estallará sin máscara y sin
mediador, con el riesgo mortal de convertir el propio cuerpo en el enemigo a ser masacrado.
Un riesgo mortal, ya que si no está en el poder del yo rechazar la muerte, está en su poder
rechazar el cuerpo para vivir". [13]
La mediación fantástica es lo que permite a la psique protegerse del encuentro con
una realidad que se acercaría demasiado a su representación pictórica de rechazo, y la
condición de su mantenimiento es el investimento de otro yo deseando.
Pero, ¿qué pasa si uno cree que sólo puede encontrarse con los odiados y ya no con
los deseados? Al igual que Piera Aulagnier, creo que sólo me quedan dos opciones: la
muerte o la llamada al perseguidor.
Imaginé, pero tal vez sea sólo una divagación, que en esta Nochebuena, antes de ir
a reunirse con su padre, Roger sólo imaginaba un mundo de aborrecedores: pensé en
Herodes, que trataba de suprimir a todos los recién nacidos de Israel, a todos los pequeños
Albert Einsteins de su fantasía, y en Hitler, esa monstruosa figura paterna para la que los
cuerpos no tenían nombre.
Para continuar esta reflexión sobre los conflictos impulsivos primitivos, tan
peligrosos para la economía del sujeto, y cuyas vías de escape son principalmente la
psicosis o la invasión somática, quisiera cuestionar una situación particular: la de la
exigencia de análisis como una removilización violenta de estos conflictos fuera de la
psique, con promulgación en el cuerpo, en sujetos que, subrayo, hasta entonces no habían
manifestado su sufrimiento por la vía somática.
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El cuerpo psicótico y la perspectiva psicosomática
He recibido en dos ocasiones a mujeres que, tan pronto como se hizo la solicitud de
análisis, desaparecieron de las pantallas del radar durante un largo período de tiempo tras
una impresionante serie de amontonamientos físicos en los que se juega con la vida, la
muerte y el riesgo: dar la vida, dar la muerte, arriesgar la propia vida. Finalmente volverán,
magullados, derrotados, para comenzar el análisis.
Claire y Alice tienen muchas cosas en común: su edad (35 y 37 años), su
cuestionamiento de la maternidad que no tenía cabida en sus vidas, el agotamiento
psicológico, la falta de placer en la vida, una historia infantil marcada por el rechazo, el
maltrato y la sordera al cuerpo sufriente del niño (esto sólo lo sabremos más adelante), y
finalmente un padre pasivo, presente pero reducido al papel de un mueble, la posesión
exclusiva de la madre.
¿Qué les pasó cuando decidieron consultar?
Para Claire (37 años), fuimos capaces de reconstruir el viaje de esta manera.
En la noche de nuestra primera entrevista, concibe un niño, estéril, con un hombre
que pasa por allí. Dos meses separaron las entrevistas preliminares del comienzo del
análisis y durante este período, Claire fue hospitalizada por hemorragia y dolor abdominal;
al mismo tiempo, descubrió que estaba embarazada y que corría el riesgo de perder el bebé.
Cuando se le pregunta si quiere o no quedarse con este niño, no sabe qué responder.
Se la envía a casa para que reflexione y su situación física empeora; esta vez el aborto es
evidente y Claire se somete a un legrado que, para su gran desesperación, quedará registrado
en su expediente médico como un aborto. De vuelta a casa, aparece el dolor y la fiebre alta.
La llevaron de urgencia al hospital y encontraron que la cavidad uterina había sido
perforada, lo que dio lugar a una cirugía, seguida de complicaciones infecciosas y
hemorrágicas que requirieron una transfusión de sangre, de la que se le diagnosticó el virus
de la hepatitis C. Algún tiempo después, se le diagnosticó un cáncer cervical temprano.
El trabajo analítico, a lo largo de varios años, reconstruirá la historia de su infancia
y la relacionará con los choques del cuerpo; le permitirá reinvestir sus relaciones con los
hombres y una vida profesional satisfactoria, pero sobre todo aceptar que se le trate el
cáncer como se propone, en lugar de recurrir únicamente a las medicinas alternativas
(aceites esenciales, meditaciones, masajes).
También intentará desenmarañar las interpretaciones que se ha dado a sí misma de
lo que le ha sucedido: qué es causalidad inconsciente y qué es accidental (como el virus de
la hepatitis C).
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Recopilación de escritos Piera Aulagnier
accidentes, con todo lo que ello implica en términos de efectos de encuentros, revelaciones,
reordenamientos posibles o imposibles a lo largo de la vida.
Nunca será posible volver a trazar todos los caminos que han llevado, para cada
sujeto, al establecimiento de esta potencialidad y su actualización.
Diré simplemente que en el caso de Roger, la relación de signos, en su connotación
de esperanza de reconexión, no parecía tener mucho peso, o ya no lo tiene, frente a las
fuerzas impulsivas destructivas; sus valses vacilantes han hecho que los pocos datos de su
historia y las reconstrucciones fantásticas de las que dispongo no se hayan comunicado en
una relación, sino que sólo se han escrito y mantenido ocultos.
Por otra parte, si Claire y Alice pagaron primero en su carne los efectos de un
encuentro y de una transferencia intensa e inmediata sobre el analista, salvaguardaron el
investimento de la relación.
En estas dos historias clínicas, he favorecido deliberadamente la forma narrativa-
reportuaria de los eventos psicosomáticos, describiendo los desvíos y deslizamientos de
estos cuerpos que parecen escapar de su conductor, para resaltar el momento de desborde
de la actividad representativa que permite que las acciones se desarrollen.
Las razones de la génesis y la elección de la expresión psicótica o somática no
pueden tratarse en unas pocas líneas. Las reconstrucciones realizadas en el análisis permiten
pensar que para Alice, la balanza se inclinó a favor de los primeros traumas relacionados
con el cuerpo y los efectos en él de su encuentro con la psique materna y el entorno familiar;
aquí no se trata de establecer marcas de identificación fundamentales, vinculadas a un
significado perdido o a una prohibición de pensar, como en el caso de la potencialidad
psicótica.
En Claire, en cambio, ambas esferas están dañadas (cuerpo y marcas de
identificación relativas al origen); vemos entonces que coexisten esa potencialidad
somática y una teoría primaria delirante que busca preservar la madre como soporte
libidinal.
Claire y Alice no se han visto abrumadas en sus cuerpos por nada: han tropezado
con el punto preciso de dar a luz a una edad en la que esta cuestión es más apremiante.
Registrarse como mujeres y madres fértiles es una prueba formidable en su viaje de
identificación, porque implica algo muy diferente a los datos clásicos de un conflicto
neurótico: aquí el odio y el asesinato se combinan con la procreación.
Estas dos mujeres han demostrado cuán peligrosamente, que la demanda de análisis
puede remover la dimensión conflictiva originaria entre las pulsiones de vida y muerte, esta
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Notas
[1]
Piera Aulagnier, "Naissance d'un corps, origine d'une histoire", Les Belles Lettres,
1986, páginas 102-103.
[2]
Ibid, página 101.
[3]
Ibídem página 101
[4]
Ibídem página 103
[5]
Ibid, página 122.
[6]
Ibídem, página 112.
[7]
Ibídem, página 127.
[8]
Ibid, páginas 132 y 133.
[9]
Ibídem página 104.
[10]
Ibid, página 105.
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[11]
Ibid, página 105.
[12]
Piera Aulagnier,Un interprète en quête de sens, Ramsay, 1986, p. 372.
[13]
Piera Aulagnier, Un interprète en quête de sens, Ramsay 1986, página 326.
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Este libro se publicó en Bogotá D.C., Colombia, en el mes de noviembre de 2020.
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