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EL

CURIOSO
INCIDENT
E DEL
PERRO A
07/05/2019

Sara Saiz Sevilla


Psicología clínica infanto-juvenil
ÍNDICE
1. INTRODUCCIÓN Y SÍNTESIS
2. SITUACIONES, CONDUCTAS Y SÍNTOMAS AGRUPADOS POR ÁREAS AFECTADAS
2.1. ÁREA DE LA COMUNICACIÓN E INTERACCIÓN SOCIAL
2.2. ÁREA DE CONDUCTA: PATRONES REPETITIVOS Y RESTRICTIVOS
2.3. ÁREA DE INTERESES Y RELACIONES INTERPERSONALES
3. HIPÓTESIS DIAGNÓSTICAS
3.1. TRASTORNO DEL ESPECTRO AUTISTA
3.2. TRASTORNO DE LA COMUNICACIÓN: TRASTORNO SOCIAL PRAGMÁTICO
3.3. TRASTORNO DEL DESARROLLO INTELECTUAL
4. DIAGNÓSTICO SEGÚN CRITERIOS DSM-V
5. VALORACIÓN DE LA LECTURA Y CONCLUSIONES

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1. INTRODUCCIÓN Y SÍNTESIS
Christopher John Francis Boone tiene 15 años, 3 meses y 2 días y conoce todos los países
del mundo con sus capitales y todos los números primos hasta el 7507. Le gustan los espacios
pequeños donde no hay gente, el espacio exterior, leer cosas sobre las misiones Apolo, los
tiburones blancos, las cosas que siguen un orden lógico, los horarios, el color rojo y la comida
india; pero lo que más le gustan son la física y las matemáticas, y por ello va a sacar un
sobresaliente en el examen del bachillerato de matemáticas, siendo así el primer alumno en su
colegio que lo consigue.
A Christopher no le gustan el amarillo, el marrón ni el contacto físico y por eso sus padres
no pueden abrazarle pero sí pueden abrir las palmas de la mano derecha y tocar sus dedos, y
así le dicen que le quieren. Tampoco le gustan los sitios nuevos porque es muy observador, y
cuando ve algo nuevo como, por ejemplo, un prado con vacas, no piensa “igual he dejado el
gas abierto”, que es algo sin importancia, sino que cuenta las vacas que hay, cuántas están
mirando hacia la derecha y cuántas manchas tiene cada una. Tampoco le gustan las metáforas,
porque no las entiende y es que, si lo piensas bien, una metáfora es una mentira porque decir
“su pelo es de oro” no es cierto porque ningún humano puede tener el pelo de oro porque
pesaría mucho y andaría siempre con la cabeza doblada hacia un lado y eso sería muy
incómodo.
La gente confunde a Christopher porque actúan de manera muy rara, por ejemplo, dicen
muchas cosas que no quieren decir (eso se llama ironía) y también tienen un extraño código
para comunicarse sin utilizar palabras, solo por movimientos complejos de sus caras y eso es
difícil de entender porque aunque tú dibujes un diagrama con caras y escribas al lado qué
significa cada una, el gesto de la persona nunca es igual a tu diagrama y eso hace que
equivoques, y además a Christopher no le gusta mirar a la gente desconocida a la cara. A veces
también preguntan cosas que, en realidad, no quieren que respondas, y eso se llama pregunta
retórica pero no tiene lógica porque cuando haces una pregunta es para que la otra persona
conteste.
A Christopher le gusta mucho Sherlock Holmes porque tiene un razonamiento lógico, como
él, y porque no cree en cosas falsas como dioses o la magia cuando encuentra algo que no
puede explicar. Cuando un día paseando a medianoche encuentra a Wellington, el perro de su
vecina, la señora Shears, atravesado por un horcón en su jardín piensa que quizá este sea un
buen misterio que resolver y decide dar rienda suelta a sus dotes de detective, y al mismo
tiempo lo va plasmando todo en un libro porque Siobhan le había dicho que tenía que escribir
un relato y porque así el libro irá sobre algo real y no ficticio, porque pensar en cosas que no
existen no es útil ni lógico.
Christopher vive con su padre Ed en el número 36 de la calle Randolph, en Swindon. Su
madre también vivía con ellos hasta hacía dos años, cuando murió en el hospital por un ataque
al corazón, lo cual es raro porque los ataques al corazón le suelen dar a las personas mayores y
Madre tenía solo 38 años y era muy activa y comía comida sana.
Cuando Christopher comienza a investigar sobre la muerte de Wellington descubre que
Padre no está de acuerdo con que haga las labores de detective, y le pide que no se meta en
los asuntos de los demás, pero si lo piensas bien, preguntar a los vecinos sobre el señor Shears

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(el ex marido de la señora Shears y con ello su principal sospechoso, ya que los asesinatos son
cometidos en su mayoría por conocidos de la víctima) no es meterse en ningún asunto de
nadie. Hablando con la señora Alexander, la anciana del número 39 que probablemente sea
buena persona porque le gustan los perros, descubre que Madre era muy amiga del señor
Shears y que mantuvieron relaciones sexuales, pero eso a Christopher no le afecta porque
Madre ya murió y el señor Shears ya no vive en su vecindario, entonces ponerse triste por eso
sería ponerse triste por algo que ya no es real, y eso es estúpido.
Un día Christopher hizo algo que se llama “bajar la guardia”, que es algo que nunca debe
hacer un detective, y se dejó olvidado el libro que estaba escribiendo en la mesa de la cocina
mientras veía un documental de “El planeta azul”. Cuando su padre lo encontró le preguntó a
Christopher por qué había estado hurgando en los asuntos de la gente, pero lo dijo tan bajito
que Christopher no pudo comprender que estaba enfadado hasta tiempo después, cuando
comenzó a gritar y le agarró, y como a Christopher no le gusta que le agarren acabaron
pegándose y Padre tiró el libro al contenedor.
Pero Christopher es un gran detective y no se iba a dar por vencido, así que miró en el
contenedor al día siguiente, solo para descubrir que el libro ya no estaba, esto quiere decir que
Padre debía haberlo escondido en algún sitio. Buscándolo encontró un montón de cartas
escondidas en el armario de su habitación, escritas desde Londres para un niño también
llamado Christopher por su madre, pero sabía que no podía ser él ese Christopher porque su
madre había muerto y las cartas estaban escritas después de su muerte, así que debía haber
otra explicación lógica. Siguió leyendo y observó que en las cartas se relataban episodios de su
vida, lo que quiere decir que debían de ser cartas de su madre y, puesto que los muertos no
escriben cartas, Madre debía estar viva, lo que significa que Padre le había mentido durante
todo este tiempo. Darse cuenta de esto provocó mucha confusión en Christopher e hizo que le
doliese mucho la cabeza y vomitase varias veces, perdiendo la consciencia.
Cuando Padre se dio cuenta de lo que había pasado le preparó un baño caliente y le explicó
que lo sentía mucho, que Madre se había ido a vivir con el señor Shears y que él no había
encontrado otra forma mejor de explicárselo. También le confesó que él había matado a
Wellington porque había discutido con la señora Shears, que había pasado también a ser su
amiga al igual que habían sido amigos Madre y el señor Shears.
Esto significaba que Padre no solo era un mentiroso sino que también era un asesino, y
entonces Christopher podía convertirse en su siguiente víctima porque era alguien cercano, así
que no podía seguir viviendo con él y el único sitio que conocía era la dirección de Madre en
Londres que estaba escrita en las cartas: 451c Chapter Road, pero para ello tendría que coger
el tren él solo y eso le daba mucho miedo pero también le daba mucho miedo encontrarse con
Padre y que le matara, y ambos miedos eran inversamente proporcionales.
Finalmente y después de muchas peripecias logra llegar a casa de su madre, lo que hace
sentir a Christopher un chico muy valiente porque ha conseguido viajar solo hasta Londres
rodeado de un montón de gente desconocida e incluso ha engañado a la policía para que no le
encontrasen. Pero la vida en Londres no era demasiado agradable: Madre y el señor Shears
discutían mucho, el piso no tenía jardín y además él tenía que volver a Swindon para hacer su
examen del bachillerato de matemáticas, porque el reverendo Peters ya estaba avisado para
ser su supervisor. A pesar de que en un principio Madre le dijo que no podían regresar, cuando
la echaron del trabajo decidió irse y dejar al señor Shears en Londres porque, según le dijo,
“había peligro de que alguien resultase herido”.

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A su vuelta pudo hacer el examen de matemáticas, aunque no estaba seguro de si lo habría
hecho bien porque no había dormido mucho. Padre seguía intentando ganar de nuevo su
confianza y le pidió que dedicase unos pocos minutos al día para estar con él, también le
regaló un perro al que Christopher llamó Sandy y plantaron juntos un huerto en el jardín.
Ahora Christopher vive con Madre en un piso que alquiló pero que no le gusta mucho porque a
veces hay caca en el baño y Madre tiene que limpiarla antes de que él vaya porque si no se
niega a entrar porque no se sabe de quién es la caca y, lo que es peor aún, es marrón.

2. SITUACIONES, CONDUCTAS Y SÍNTOMAS


AGRUPADOS POR ÁREAS AFECTADAS
Durante todo el libro podemos observar situaciones en las que se ve envuelto o conductas
que realiza Christopher que nos indican que su modo de razonamiento es muy particular: la
pragmática del lenguaje le resulta complicada de entender, tiene dificultades para comprender
las expresiones emocionales de la gente y se rige siempre por los principios de la lógica. Dado
que hay numerosos ejemplos, vamos a agruparlos en áreas para que sea más fácil de seguir (y
porque es más lógico):

↝ Área de la comunicación e interacción social


En varias escenas encontramos ejemplos de que Christopher tiene problemas para
entender las interacciones sociales, respondiendo en numerosas ocasiones de formas que
pueden resultar “extrañas”. Al inicio del libro explica que no le gustan los chistes porque no los
comprende, y pone el siguiente ejemplo: el capitán dijo “arriba las velas” y los de abajo se
quedaron sin luz. Aunque dice entender por qué se supone que es gracioso (por la polisemia
de la palabra velas), le resulta demasiado confuso que existan dos significados para la misma
palabra porque, según él, es como tratar de escuchar dos piezas de música distintas al mismo
tiempo.
Observamos también que tiene deficiencias en la comunicación no verbal, cosa que él
mismo reconoce en el capítulo 29 cuando dice “la gente me provoca confusión porque habla
mucho sin utilizar ninguna palabra”, se refiere a las expresiones faciales y a los gestos de las
personas, que él es incapaz de interpretar, a pesar de la ayuda de Siobhan, su psicóloga, que le
dibuja diagramas de caras con sus significados, para Christopher es muy complicado comparar
la cara y el diagrama porque las caras de la gente se mueven muy deprisa, así que la solución
que ha tomado es preguntar directamente a la persona qué quiere decir.
Hay una frase especialmente clarificadora que Christopher dice en el capítulo 163: “cuando
era pequeño no entendía que las demás personas tuvieran mentes”, y lo dice cuando una
profesora suya hace una pequeña prueba con un lápiz escondido dentro de un tubo de
smarties. Aquí se ve que Christopher tiene dificultades para comprender que el resto de
personas tienen un proceso mental más o menos similar al suyo y que la información que es
evidente a sus ojos puede no serlo a los de los demás. Cuando él ve que el tubo contiene un
lápiz y no smarties piensa que todo aquel que vea el tubo sabrá, como sabe él, lo que tiene
dentro. Esto es una muestra de lo problemático que es para nuestro protagonista entender los
estados mentales del resto de personas, incluso de sus conocidos, lo que también le hace difícil

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empatizar con ellos. Por ejemplo, cuando su padre está triste o enfadado, Christopher solo lo
entiende si realiza acciones que ya ha hecho anteriormente y que ha asociado con dicha
emoción (como, por ejemplo, gritar cuando está enfadado) y, pese a entenderlo, no muestra
empatía ni parece que comprenda las dimensiones de sus sentimientos.

↝ Área de conducta: patrones repetitivos y restrictivos


Los hobbies de Christopher no son los hobbies usuales que encontramos en un adolescente
de 15 años estándar. A él le gustan las matemáticas, pero dentro de estas tiene preferencias
por los números primos (que conoce de memoria hasta el 7507) y las utiliza para relajarse
cuando hay demasiados estímulos en el exterior que le hacen perder la concentración, por
ejemplo, en el capítulo 179 cuando está huyendo de casa y ve la furgoneta de su padre o en el
último capítulo cuando relata que se puso nervioso en el examen de matemáticas, trata de
relajarse elevando los números cardinales al cubo.
Otro ejemplo que muestra la rigidez mental de nuestro personaje es el hecho de que diga
que es incapaz de decir mentiras, no porque sea buena persona, sino porque no sabe hacerlo,
puesto que cuando trata de hablar de algo que no ha ocurrido comienza a imaginar todas las
cosas que tampoco han ocurrido y su cabeza se llena con todo este abanico de posibilidades.
Esto interfiere con sus investigaciones y hace que su padre tenga que ser extremadamente
cuidadoso a la hora de decirle lo que debe y no debe hacer, puesto que cualquier imprecisión
que quede en el aire podrá confundirle. Sin embargo, a lo largo del libro sí engaña en
ocasiones a su padre, ocultándole el progreso de su actividad detectivesca y aprovechándose
de los recovecos que quedan entre las órdenes que le había dado aquel.
Observamos también una preocupación excesiva por los colores, siendo el marrón y el
amarillo sus colores más odiados y teniendo preferencia por el rojo al nivel de tener que
utilizar colorante alimentario de este color en ocasiones. También le incomodan ciertas
mezclas de colores (como cuando la señora Alexander echa la caca de su perro Ivor en una
papelera roja, lo que supone meter algo marrón dentro de algo rojo y hace que a Christopher
le dé vueltas la cabeza) y que las comidas se toquen (salvo si ese toque se produce antes de
que se haya puesto ya en su plato).
Christopher se encuentra a gusto en las rutinas y la monotonía y, además, siente verdadera
aversión a los cambios. Dice que el hecho de que las cosas se encuentren en un orden
específico le hace sentir seguro y, de hecho, una de las cosas que hace enfadar a sus padres
cuando él es pequeño es el hecho de que se ponga furioso cada vez que alguien mueve los
muebles de casa.
Debido a su hiperreactividad al contacto físico los padres de Christopher tienen que idear
nuevas formas de mostrar cariño hacia su hijo sin que implique darle un abrazo, y entre ellos
abren las palmas de las manos y se tocan las puntas de los dedos.

↝ Área de intereses y relaciones interpersonales


Lo primero que llama la atención de las narraciones que hace Christopher sobre sus
relaciones o encuentros con otras personas son las descripciones que hace. Según dice, su
psicóloga le ha dicho que es importante describir a los personajes que aparecen en su libro y
por ello él las incluye, dándonos una demostración de cómo percibe él a quienes se cruzan en
su vida. Por ejemplo, la descripción que hace del señor Jeavons es: “huele a jabón y lleva unos

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zapatos marrones con aproximadamente 60 agujeritos circulares”. Según él, esto es suficiente
para que el lector se haga una idea de cómo es el señor Jeavons pero, a la vista está, que no
sería la descripción que haríamos comúnmente de nadie. Uno de los elementos que influyen
en este estilo perceptivo de Christopher es su incomodidad con respecto al contacto visual con
otras personas, como él mismo escribe en el capítulo 67 cuando pregunta a su vecino el señor
Thomson por el asesino de Wellington: “no lo miré a la cara. No me gusta mirar a la gente a la
cara, en especial si son desconocidos”.
Vemos que la gente percibe estas dificultades con el contacto visual y la ausencia de
expresión facial de nuestro protagonista cuando se dirigen a él con mensajes como “joder,
mira que eres raro, tío”, por ejemplo, algo que le dice un desconocido en el tren. Estos
elementos, junto con otros como lo restrictivo y rígido de sus temas de conversación, afectan a
su capacidad de iniciar y mantener interacciones sociales.
A lo largo de la historia se mencionan los nombres de algunos de sus compañeros de
colegio, pero en ningún momento Christopher habla de ellos como sus amigos, de hecho,
todas las conversaciones más extendidas o continuadas que tiene son con personas adultas, lo
que se explica en parte porque dentro de su forma de comunicarse emplea un lenguaje
demasiado formal para ser comprendido por un niño, sin cambiar la forma en que habla
cuando se dirige a un igual.

3. HIPÓTESIS DIAGNÓSTICAS
I. Trastorno del espectro autista:
Dadas las dificultades que observamos en Christopher a la hora de generar y mantener
interacciones sociales, de comprender los estados mentales y emocionales del resto de
personas con las que se rodea, su rigidez e incomodidad con respecto a los cambios, y su
reactividad con respecto al contacto físico; podemos concluir que este es el diagnóstico que
mejor explica la globalidad de su sintomatología. Los criterios diagnósticos se incluyen a
continuación en el siguiente punto, pero, antes de confirmar esta suposición, debemos hacer
un diagnóstico diferencial con trastornos relacionados (como el trastorno social pragmático) o
con el objetivo de descartar posibles comorbilidades.

II. Trastorno de la comunicación: trastorno social pragmático.


Según el DSM-V, todos los trastornos que antiguamente se diagnosticaban como subtipos
de autismo (Rett, Asperger, etc.) ahora se incluirán en el espectro TEA y deberá ser valorada su
gravedad en función del nivel de ayuda necesaria para los distintos dominios psicopatológicos.
En el caso de presentar el paciente notables déficits en la comunicación social pero no
presentar sintomatología que cumpla los criterios del TEA, deberá valorarse el diagnóstico del
trastorno social pragmático, cuyos criterios son:
A) Dificultades persistentes en el uso social de la comunicación verbal y no verbal que se
manifiesta por todos los siguientes factores:
1. Deficiencias en el uso de la comunicación para propósitos sociales, como saludar y
compartir información, de manera que sea apropiada al contexto social.

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2. Deterioro de la capacidad para cambiar la comunicación de forma que se adapte al
contexto o a las necesidades del que escucha, como hablar de forma diferente en
un aula o en un parque, conversar de forma diferente con un niño o con un adulto,
y evitar el uso de un lenguaje demasiado formal.
3. Dificultades para seguir las normas de conversación y narración, como respetar el
turno en la conversación, expresarse de otro modo cuando no se es bien
comprendido y saber cuándo utilizar signos verbales y no verbales para regular la
interacción.
4. Dificultades para comprender lo que no se dice explícitamente (p. ej., hacer
inferencias) y significados no literales o ambiguos del lenguaje (p. ej., expresiones
idiomáticas, humor, metáforas, múltiples significados que dependen del contexto
para la interpretación).
B) Las deficiencias causan limitaciones funcionales en la comunicación eficaz, la
participación social, las relaciones sociales, los logros académicos o el desempeño
laboral, ya sea individualmente o en combinación.
C) Los síntomas comienzan en las primeras fases del período de desarrollo (pero las
deficiencias pueden no manifestarse totalmente hasta que la necesidad de
comunicación social supera las capacidades limitadas).
D) Los síntomas no se pueden atribuir a otra afección médica o neurológica ni a la baja
capacidad en los dominios de morfología y gramática, y no se explican mejor por un
trastorno del espectro del autismo, discapacidad intelectual (trastorno del desarrollo
intelectual), retraso global del desarrollo u otro trastorno mental.
Si bien es cierto que Christopher cumple las dificultades que especifica este trastorno con
respecto a la comunicación social, el criterio D establece que el trastorno social pragmático
solo debe diagnosticarse cuando estos síntomas no se expliquen mejor por la presencia de un
trastorno del espectro autista. Y si incluyésemos a nuestro protagonista en esta etiqueta
diagnóstica no estaríamos abordando correctamente sus conductas repetitivas y restrictivas.

III. Trastorno del desarrollo intelectual:

Cuando encontramos un caso con posible trastorno neurológico como es el caso del
autismo es importante hacer un diagnóstico diferencial con la discapacidad intelectual.
Teniendo en cuenta los siguientes criterios diagnósticos:

A) Deficiencias de las funciones intelectuales, tales como el razonamiento la resolución de


problemas, la planificación, el pensamiento abstracto, el juicio, el aprendizaje
académico y el aprendizaje a partir de la experiencia, confirmados mediante la
evaluación clínica y pruebas de inteligencia estandarizadas individualizadas.
B) Deficiencias del comportamiento adaptativo que producen fracaso del cumplimiento
de los estándares de desarrollo y socioculturales para la autonomía personal y la
responsabilidad social. Sin apoyo continuo, las deficiencias adaptativas limitan el
funcionamiento en una o más actividades de la vida cotidiana, como la comunicación,

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la participación social y la vida independiente en múltiples entornos tales como el
hogar, la escuela, el trabajo y la comunidad.
C) Inicio de las deficiencias intelectuales y adaptativas durante el período de desarrollo.
Pese a que Christopher tiene dificultades en el inicio y mantenimiento de relaciones
sociales, las tiene en un sentido distinto: no se trata de “conversación y lenguaje inmaduros,
dificultades de regulación de la emoción e ingenuidad”, sino más bien de rigidez, dificultades
en la comprensión de los elementos no verbales y pragmáticos del lenguaje, y quizá, ausencia
de interés mismo en el contacto interpersonal.
Con respecto al criterio A, está claro que nuestro protagonista no tiene problemas en
cuanto a capacidad de razonamiento, sino más bien debido a la excesiva rigidez del mismo.

4. DIAGNÓSTICO SEGÚN CRITERIOS DSM-V


El manual diagnóstico DSM-V se sirve de los últimos avances en la investigación del autismo
y lo incluye en el grupo de Trastornos del Neurodesarrollo, un grupo de trastornos que se
originan en el periodo de gestación y se caracterizan por limitaciones en áreas específicas o
globales a nivel personal, social, académico, laboral, etc.
En esta última edición del DSM, el autismo junto con otros subtipos con los que aparecía en
los manuales (Síndrome de Rett, Síndrome de Asperger, etc.), se presentan en conjunto como
Trastornos del Espectro Autista, reconociendo así una sintomatología autista común a un
amplio abanico de fenotipos. Los criterios diagnósticos establecidos en el DSM-V son:
A. Deficiencias persistentes en la comunicación y en la interacción social en diversos
contextos, manifestados por lo siguiente, actualmente o por los antecedentes.
A.1 Deficiencias en la reciprocidad socioemocional; por ejemplo:
- Acercamiento social anormal,
- Fracaso en la conversación normal en ambos sentidos,
- Disminución de intereses, emociones o afectos compartidos,
- Fracaso en iniciar o responder a interacciones sociales.
A.2 Deficiencias en las conductas comunicativas no verbales utilizadas en la
interacción social; por ejemplo:
- Comunicación verbal y no verbal poco integrada,
- Anormalidad en el contacto visual y del lenguaje corporal,
- Deficiencias en la comprensión y el uso de gestos,
- Falta total de expresión facial y de comunicación no verbal.
A.3 Déficits en el desarrollo, mantenimiento y comprensión de relaciones; por
ejemplo:
- Dificultad para ajustar el comportamiento a diversos contextos sociales,
- Dificultad para compartir el juego imaginativo o hacer amigos,
- Ausencia de interés por las otras personas.

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B. Patrones restrictivos y repetitivos de comportamiento, intereses o actividades que se
manifiestan en dos o más de los siguientes puntos, actualmente o por los
antecedentes:
B.1 Movimientos, uso de objetos o habla estereotipada o repetitiva; por ejemplo:
- Estereotipias motrices simples,
- Alineación de juguetes,
- Cambio de lugar de los objetos,
- Ecolalia,
- Frases idiosincráticas.
B.2 Insistencia en la monotonía, excesiva inflexibilidad a rutinas, o patrones
ritualizados de comportamiento verbal y no verbal; por ejemplo:
- Elevada angustia ante pequeños cambios,
- Dificultades con las transiciones,
- Patrones de pensamiento rígidos,
- Rituales de saludo,
- Necesidad de seguir siempre la misma ruta o de comer los mismos alimentos
cada día.
B.3 Intereses muy restrictivos y fijos que son anormales en cuanto a su intensidad y
focos de interés se refiere; por ejemplo:
- Fuerte vínculo o elevada preocupación hacia objetos inusuales,
- Intereses excesivamente circunscritos y perseverantes.
B.4 Híper o hiporreactividad a los estímulos sensoriales o interés inusual por los
aspectos sensoriales del entorno; por ejemplo:
- Aparente indiferencia al dolor o temperatura,
- Respuesta adversa a sonidos y texturas específicas,
- Oler o tocar excesivamente objetos,
- Fascinación visual con luces o movimientos.

C. Los síntomas han de estar presentes en las primeras fases del periodo de desarrollo
(pero pueden no manifestarse totalmente hasta que la demanda social supera las
capacidades limitadas, o pueden estar enmascarados por estrategias aprendidas en
fases posteriores de la vida).
D. Los síntomas causan un deterioro clínicamente significativo en lo social, laboral u otras
áreas importantes del funcionamiento habitual.
E. Estas alteraciones no se explican mejor por la discapacidad intelectual (trastorno del
desarrollo intelectual) o por el retraso global del desarrollo. La discapacidad intelectual
y el trastorno del espectro del autismo con frecuencia coinciden; para hacer
diagnósticos de comorbilidades de un trastorno del espectro del autismo y discapacidad
intelectual, la comunicación social ha de estar por debajo de lo previsto para el nivel
general de desarrollo.

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Especificar:
- Gravedad actual de los criterios A y B en función del deterioro comunicativo y social
y en patrones de comportamiento restringidos y repetitivos.
La gravedad del trastorno del espectro autista en el DSM-V se especifica en función del
grado de ayuda necesaria para cada uno de los dominios psicopatológicos. En el caso
de Christopher parece que hablamos de un TEA de grado 1, que el DSM-V describe
como:
a) Comunicación social: sin ayuda in situ, las deficiencias en la comunicación social
causan problemas importantes. Dificultad para iniciar interacciones sociales y
ejemplos claros de respuestas atípicas o insatisfactorias a la apertura social de
otras personas. Puede parecer que tiene poco interés en las interacciones
sociales. Por ejemplo, una persona que es capaz de hablar con frases completas y
que establece comunicación pero cuya conversación amplia con otras personas
falla y cuyos intentos de hacer amigos son excéntricos y habitualmente sin éxito.
b) Comportamientos restringidos y repetitivos: la inflexibilidad de comportamiento
causa una interferencia significativa con el funcionamiento en uno o más
contextos. Dificultad para alternar actividades. Los problemas de organización y
de planificación dificultan la autonomía

- Con o sin déficit intelectual acompañante.


No hay pruebas de la existencia de un déficit intelectual comórbido al TEA.
- Con o sin deterioro del lenguaje acompañante.
No se aprecia deterioro de la capacidad de expresión ni de la fluencia verbal.
- Asociado a una afección médica o genética, o a un factor ambiental conocidos.
No contamos con pruebas suficientes que así lo indiquen.
- Asociado a otro trastorno del desarrollo neurológico, mental o del comportamiento.
No contamos con pruebas suficientes que así lo indiquen.
- Con catatonia.
A pesar de que tiene episodios de parálisis tras los que no recuerda lo ocurrido (el
momento en el que descubre que su madre no ha muerto) no parecen, a priori,
suficientes para acompañar el diagnóstico de catatonia.

5. VALORACIÓN DE LA LECTURA Y CONCLUSIONES

Siendo totalmente sincera, no empecé la lectura con mucho entusiasmo puesto que con el
agobio en mente de la recta final del Grado consideraba excesiva la carga de trabajos que se
nos impone. Sin embargo y pese a que el nivel de estrés continúa subiendo, el libro me ha
sorprendido muy gratamente y estoy muy contenta de haberme cruzado con él de una forma o
de otra.

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Considero que tiene una forma cuidadísima de dejarte entrar en el proceso mental de una
persona con trastorno autista y, sobre todo, de comprender que, dentro de sus esquemas, su
pensamiento es totalmente coherente. Yo me refiero siempre en primer lugar a los ojos
cuando quiero describir a alguien, y esto se debe a que es lo primero en lo que me fijo de una
persona; pero si viviese en un mundo donde todos caminasen mirándose a los pies, la
descripción de los 60 agujeros de los zapatos del señor Jeavons que hace Christopher sería
totalmente lógica y la mía, una extravagancia. El libro tiene muchos puntos como este, donde
te hace conectar con la importancia que tiene la contextualización de los trastornos mentales
dentro de su cultura y tiempo, y te recuerda la necesidad de entender que lo que entendemos
por trastorno se refleja en una serie de conductas que, si bien son desadaptativas y/o
disruptivas, lo son siempre en un contexto, momento y sociedad concretos. Al fin y al cabo,
como bien dice nuestro protagonista, para una persona que trabaja en una oficina cubierta le
afecta de igual forma la salida o no del sol como la visión de varios coches rojos seguidos, sin
embargo afectarse por lo primero es lógico y por lo segundo, algo raro y anormal.
No es cuestión en absoluto de desmerecer la gravedad de un trastorno que afecta
gravemente a quienes lo padecen y a sus cuidadores (debe de ser dificilísimo para los padres
de Christopher no poder abrazar a su hijo), y que perturba aspectos básicos del desarrollo
humano (tales como las relaciones sociales o la comunicación interpersonal) desde momentos
muy tempranos de su formación; pero sí es una buena forma de invitar a la reflexión sobre lo
que consideramos patológico y no dentro de la salud mental, algo que está en debate
actualmente, encontrando incuso corrientes dentro de la psicología que cuestionan la utilidad
de las etiquetas diagnósticas, aunque personalmente mantengo que el problema en salud
mental no es el diagnóstico, sino el mal uso del mismo por parte de profesionales que se
limitan solo a adjudicarlo y nada más, y, por parte de la sociedad en general que mantiene un
fuerte estigma sobre ellas.
Para cerrar solo diré que su lectura, ya solo por las reflexiones que suscita, es totalmente
recomendable y que la próxima vez que vaya a un prado con vacas de viaje intentaré fijarme
más en las manchas de cada una en lugar de pensar si mi amiga Julie ya dio a luz o todavía no.

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