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H ug)Fnedndi

Estructura déla Urica


moderna

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ESTRU C TU R A
DE LA

LÍRICA M ODERNA
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J U A N P E T 1T

BIBLIOTECA B IVE v e

E D I T O R I A L S E I X B A R R A L , S. A.
BARCELONA
1959
PROLOGO

Este libro es fruto de largos años de reflexiones


Titulo de la obra original: acerca de la lírica moderna, iniciadas desde que, en
DIE STRUKTUR DER MODERNEN LYR1K 1020, cuando yo todavía no había terminado mis es­
'Ven Batidetaire bis zur Qejjcnwart tudios secundarios, cayó en mis .manos la antología
Rowohlts Deutsche P.myklopSdie Meusclilieitsdiiiuincrung (El ocaso de la humanidad)
Rowohlt - Hamburgo de K. Pinthus. Como es natural, tales observaciones,
(2.* cd. I9J8) al principio, carecían totalmente de orientación. Has­
ta que, mucho más tarde, no entré en contacto con
los líricos franceses del siglo X IX , y, más tarde aún,
con los Uricos no sólo franceses, sino también espar
ñoles, del siglo X X , no empecé a vislumbrar algunos
rasgos que me permitieron orientarme en un campo
tan amplio. Aquellos poetas alemanes de hacia 1920,
cuyo editor tanto insistía sobre sus diferencias con
respecto a los del “moribundo siglo X IX ”, no resul­
taban nacidos tan espontáneamente como parecía.
E igual puede decirse de los que surgieron en pos de
ellos, y de los de nuestros días, lo mismo en Alema­
nia que en el resto de Europa. La crítica de la lírica
contemporánea comete casi siempre el error de to­
mar únicamente en consideración un país determi­
) Edilotial Selx Butb I i S. A .-S u c c io n a D e p ó s it o L e c a l B . 4 5 2 . — I 9 S 9
nado y los veinte o treinta últimos años. La conse-
ptN T E D t ü 8PA 1N IM P R E S O EN E S P A Ñ A

O. Selx y B arritl Unos., S. A. - Provenzi, 219 - BARCELONA 7


cucada de ello es que una poesía toma el aspecto de sacrificio lograremos aclarar él horizonte de modo
un ,,cam'bio,> radical, y que, entre la lírica de 19!¡5 que nos sea posible apreciar esa mutua relación y con
y la de 1055, se admiran diferencias que ni siquiera ella la unidad de estructura de la moderna Urica
equivalen a la que puede existir entre dos distintos europea.
seguidores de unos mismos modelos. Lo que el presente libro se propone — y en mi opi­
Los fundadores, y todavía hoy los orientadores, nión, ello no se había intentado todavía hasta ahora
de la lírica moderna son algunos poetas franceses del — está claramente expresado en su titulo. No trata
siglo X IX , especialmente Rimbaud y Mallarmé. En­ de ser una historia de la lírica moderna, pues de lo
tre ellos y los podas actuales existe una serie de ca­ contrario tendría que haber estudiado muchos más
racteres comunes que no pueden explicarse como el autores. El concepto de estructura hace innecesario
mero resultado de unos influjos, ni aun en los casos el examen de la totalidad del material histórico, sobre
en que éstos son evidentes. Se trata de analogías de todo si este material sólo aporta variantes de la es­
estructura, esto es, de íntima manera de ser, que rea­ tructura básica, como en el caso de Lautréamont,
parecen con evidente insistencia en las manifestacio­ que, si bien ejerce todavía hoy una cierta influencia,
nes, por lo demás tan mudadizas, de la lírica moderna. no es en rigor otra cosa que una variante de Rimbaud
Después de una serie de intentos, algunos de los cua­ — al cual no conocía, como tampoco éste a él. Por el
les se remontan al siglo XVIII, esta estructura se mismo motivo — además de otros muchos — he pres­
incorporó globalmente a la teoría poética hacia 1850, cindido de la lírica religiosa y política del siglo X X .
y a la práctica poética hacia 1870, lo cual, aunque muy En el caso de tener alguna calidad, ésta no procede
complejo, era también perfectamente lógico. Ese pro­ ni de la fe ni de las ideas políticas — y mucho menos
ceso tuvo lugar en Francia. A través de Rimbaud y de aún de ningún partidismo determinado.. *
Hallarme se explican las leyes estilísticas de los poe­ Como romanista, es natural que haya buscado la
tas de nuestros dias, y, recíprocamente, gracias a mayoría de los ejemplos del capitulo V en las litera­
éstos se descubre a su ves la sorprendente moderni­ turas románicas. El lector no debe ver en ello tiingún
dad de aquellos franceses. Hay que decidirse, en menosprecio de los poetas alemanes úi anglosajones,
suma, a abandonar las habituales clasificaciones que puesto que me he esforzado cuanto he podido en de­
la crítica y la investigación literaria suelen estable­ mostrar, en un representante de la poesía en cada
cer dentro de la lírica europea de los últimos cien una de las mencionadas lenguas, la grandeza a que
años. Y hay que decidirse también a abandonar la aquélla podía llegar y su parentesco estructural con
estrechez de miras que supone el estudiar únicamente los franceses, españoles e italianos.
un autor o un solo tipo de estilo. Sólo después de ese Como quiera que sea, si me ocupo de esos dos Jun-

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dadores y de su predecesor Baudclaire, no es por ca­ dos los poetas que cito. Pero semejante interpreta­
sualidad y obedeciendo a mis intereses profesionales, ción se opondría a la intención misma del libro, que
sino por necesidad objetiva. Y por otro lado, no debe pretende hacer un examen de los síntomas de la lí­
parecer vanidad, sino gratitud, el hecho de que yo rica moderna por encima de todo personalismo y de
reconozca que mi especialidad me ha abierto horizon­ toda consideración de la nacionalidad o del decenio
tes más amplios que la germanística, en la que de en que surgió.
momento me moví con más facilidad. En algunos pasajes del libro, el lector encontrará
¿Qué es la lírica modernaT No pretendo dar una explicados los principios metódicos que han servido
definición. Será mejor que la respuesta surja del pro­ de base a mi exposición. Quiero sólo hacer constar
pio libro. El libro deberá dar también razón de por que el capitulo V no debe leerse sin conocer los cua­
qué 110 figuran en él líricos tan importantes como tro anteriores, pues de lo contrario no quedaría claro
Gcorge y Uofmannsthal, ni otros como Carossa, R. A. hasta qué punto los poetas actuales están relaciona­
Schródcr y Locrke. Estos poetas son herederos y clá­ dos con los franceses del siglo XIX. Pretender de­
sicos tardíos de un estilo lírico que data de varios si­ mostrarlo una y otra vez, por el análisis de cada uno
glos: precisamente de este estilo del que Francia se de sus caracteres, hubiera sido fatigoso. Debo insis­
liberó hace ochenta años. Espero que nadie deducirá tir asimismo en que he aplicado el calificativo de
de esta afirmación la consecuencia de que yo los con­ “moderna” a la época que va desde Baudelaire hasta
sidere superados. Personalmente, no siento ninguna nuestros dias, reservando el de “contemporánea” o
preferencia por el arte de vanguardia y me encuentro "actual” a la poesía del siglo X X .
mejor en compañía de Goethe que de T. S. Eliot. Pero Desgraciadamente, el reducido tamaño de este li­
eso no es lo que importa. Lo que interesa es precisar bro no me ha permitido desarrollar las comparacio­
en qué consisten los síntomas de la audacia y la du­ nes que en principio había pensado hacer con la pin­
reza del arte moderno, y creo que los filólogos ten­ tura y la música modernas, ni señalar las innumera­
drían que esforzarse mucho más de lo que han hecho bles analogías que la lírica moderna guarda con la
hasta ahora para llegar a tales conocimientos. poesía barroca. Por este mismo motivo he tenido que
Es indudable que este libro dará pie a más de una prescindir casi por completo de notas, y de las indi­
errónea interpretación: los poetas son gente suscep­ caciones bibliográficas correspondientes a los capí­
tible y muy preocupada por ser original, y sus admi­ tulos primero y último. Únicamente en los capítu­
radores les cultivan esa sensibilidad. Doy, pues, pre­ los II a IV las citas llevan números que se refieren
viamente por sentado que se me achacará, equivoca­ a las ediciones de obras completas de la Bibliotlidque
damente, el haber medido con el mismo rasero a to­ (le la Pléiadc. El lector que necesite mayor injorma-

10 u
ción acerca de ellas, la encontrará en la bibliografía.
Teniendo en cuenta al lector de lengua española, la*
citas que figuran intercaladas en el texto han sido
traducidas, salvo unas escasas excepciones. Sólo en
¡ el apéndice aparecen algunas poesías en lengua ori­
ginal, junto con un intento de traducción, a pesar de
que, como no ignora nadie que esté familiarizado con
la lírica, ésta es casi intraducibie, sobre todo la lírica I. MIRADA HACIA ADELANTE T MIRADA
moderna. HACIA ATRAS
i H ugo F r ie d r ic h
1
í» La l ír ic a co ntem po rá nea : disonancias
Friburgo de Brisgovia, Pascua de 1956. • t anormalidad

El acceso a la lírica europea del siglo xx no es


cosa fácil, en cuanto ésta se expresa por medio de
enigmas y de misterios. Su fecundidad, en cambio,
j N ota d e l tra d u ct o r . Mieutras se hallaba en salta a la vista: nadie pondrá en duda lo importante
! prensa la presente versión española, apareció la se- de la obra de los líricos alemanes desde Trakl o de
í gnnda edición del libro original. De acuerdo con ella Rilke en sus últimos tiempos hasta Gottfried Benn,
I se ha ampliado la antología de textos con dos poemas de los franceses desde Apollinaire hasta Saint-John
| de Juan Ramón Jiménez y se ha completado la bi- Perse, de los españoles desde García Lorca hasta
» bliografía. Se han añadido además, con autorización Guillén, de los italianos desde Palazzesclii hasta Un*
[ del profesor Friedrich, dos poemas de Vicente Alei- garelti, o de los anglosajones desde Yeats hasta T. S.
\ xandre.. Eliot. Ello demuestra que la fuerza expresiva de la
I lírica en relación con la situación espiritual del mo­
mento presente no es menor que la que puedan tener
la filosofía, la novela, el teatro, la pintura o la
música.
En las obras de estos poetas, el lector hace una
experiencia que, incluso antes de que él se dé t uenta,
le aproxima extraordinariamente a un rasgo esencial

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de su lírica. Su oscuridad le fascina en el mismo gra­ problema de la poesía consistiera en hacerse com­
do que le aturde, y la magia de sus palabras y su '• prender, nadie escribiría versos”.
| aura de misterio le subyugan aunque no acierte a De momento, lo único que cabe aconsejar al neó- ?
( comprenderlas. Podemos dar a esta coincidencia del filo es que intente acostumbrar sus ojos a la oscuri-:
| hechizo con la iniuteligibilidad el nombre de disonan- dad que envuelve a la lírica moderna. Por doquiera/
J cía, pues de ella resulta una tensión que se acerca niu- observamos la misma teudcncia a alejarse cuanto sea
J dio más a la inquietud que al reposo. Ahora bien, esta posible del empleo de expresiones univocas. El poema 1
tensión disonante es uno de los objetivos del arte aspira a ser una entidad que se baste a sí misma,
moderno. Stravinsky, en su Poótique musicale (1948), cuyo significado irradie en varias direcciones y cuya
escribe: “No hay nada que nos-obligue a buscar la constitución sea un tejido de tensiones de fuerzas ab­
I satisfacción únicamente en el reposo. Desde hace más solutas, que actúen por sugestión sobre capas pre-
j de un siglo son cada dia más numerosos los ejemplos rracionales, pero que pongan también en vibración
1 de un estilo en el que la disonancia se ha convertido las más secretas regiones de lo conceptual.
i eu algo independiente, en una cosa que cuenta por sí Esa tensión disonante del poema moderno se ma­
| misma. No es ni el anuncio ni la preparación de nada. nifiesta también en otros sentidos: por ejemplo, cier­
j) M la disonancia engendra
o desorden,j ni la consouan- I tos rasgos de origen arcaico, místico y ocultista se
j aa aporta ninguna garantía de seguridad”. Lo mis- j dan en contraste con un agudo intelectualismo, cier­
f mo puede decirse, sin reserva alguna, respecto a la tas formas muy sencillas de expresión concurren con
[ lírica. la complicación de lo expresado, la rotundidad del
i
¡ La obscuridad de ésta es deliberada. Ya Baude- lenguaje con la oscuridad del contenido, la precisión
[ laire escribía: “Hay cierta gloria en no ser compren- con la absurdidad, la futilidad de los motivos con el
| dido”. Y para Benn, escribir poesía es “elevar las co- más arrebatado movimiento estilístico. En parte, se
J sas decisivas al lenguaje de lo incomprensible, eon- trata de tensiones formales, que a menudo no pre­
| sagrarse a algo que merece que no se intente conven­ tenden ser otra cosa, pero también se las encuentra
id cerde ello a nadie”. Saint-John Perse, por su parte, en el contenido.
; interpela al poeta en estos extáticos términos: “¡ Hom- Si el poema moderno se refiere a realidades — ya
bre bilingüe entre cosas de dos filos, encarnación del de las cosas, ya del hombre—■, no las trata de un
j combate en medio de todo cuanto entre sí se opone, modo descriptivo, con el calor de una visión o de una
í que hablas en términos de múltiple sentido como al- sensación familiar, sino que las transpone al mundo
í guien que al azar se lanzara al combate entre alas y de lo insólito, deformándolas y convirtiéndolas en
espinas!” Y Móntale, más concisamente, dice: “Si el algo extraño a nosotros. El poema no pretende ya

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ser medido con lo que vulgarmente se llama realidad, sensibles. “¿Sentimiento? Yo no tengo sentimientos",
ni siquiera cuando, al servirse de ella como trampo­ dice el gran mago Bcun hablando de si mismo. Y si
lín para su libertad, ha absorbido en sí algunos restos algunas flaquezas sentimentaloides pretenden impo­
de aquélln. La realidad se halla arrancada del orden nerse, se les du un latigazo y se las destruye con pa­
espacial, temporal, material y espiritual y dejada al labras disonantes.
margen de las distinciones, indispensables para una Puede decirse que la poesía moderna posee un
orientación normal del mundo, entre bello y feo, pró­ dramatismo agresivo, que impera en la relación en­
ximo y lejano, luz y sombra, dolor y goce, cielo y tie­ tre los temas o motivos, más bien “contrapuestos"
rra. Según una definición derivada de la poesía ro­ que “yuxtapuestos”, como domiua también en la re­
mántica (y erróneamente generalizada) la lírica suele lación entre éstos y un estilo inquieto, que trata de
jser considerada como el lenguaje del sentimiento, del dislocar cuanto sea posible la correspondencia entre
¡alma personal. El concepto de sentimiento implica los signos y lo designado. Pero este dramatismo de­
una distensión por el mero hecho de penetrar eu lo termina también la relación entre el poema y el lec­
familiar, en un ámbito espiritual que incluso el más tor, provocando un choque, cuya víctima es este últi­
solitario comparte con todos cuantos sean capaces mo. El lector, eu efecto, no se siente seguro, sino alar­
de sentir. Precisamente es esa familiaridad comuni- mado. El lenguaje poético ya siempre se había distin­
cativa lo que el poema contemporáneo trata de evi- guido de la función normal del lenguaje, o sea la co­
tar. Éste prescinde de la humanidad en el sentido municación. Pero con excepción de algunos casos —
^tradicional de la palabra, de la “vivencia”, del sen­ como por ejemplo en Dante o en Góngora — se tra­
timiento, y a menudo incluso del yo personal del taba de una diferencia relativa y gradual. De pronto,
poeta, el cual no participa (le su poema como indivi­ en la segunda mitad del siglo xix, esta diferencia se
duo privado, sino como inteligencia que crea poesía, convirtió en radical ; entre el lenguaje corriente y el
jmino operador de la lengua, como artista que ensaya lenguaje poético se estableció una tensión desmesu­
las distintas fases de transformación de su fantasía rada que, combinándose con la obscuridad del con­
soberana o de su irreal manera de ver una materia tenido, aturde al lector. El vocabulario corriente co­
cualquiera e insignificante en sí. Ello no excluye que bra significados insospechados. Palabras proceden­
semejante poema pueda nacer del arrobamiento del tes de las especialidades más remotas se electrizan
alma o pueda provocar semejante arrobamiento. Pero líricamente. La sintaxis se descompone o se simpli­
eso nada tiene que ver con el espíritu. Se trata (le fica para formar expresiones nominales intenciona­
una expresión polifónica y autónoma de la pura sub­ damente primitivas. El procedimiento poético más
jetividad, que ya no puede descomponerse en valores antiguo, es decir, la comparación y la metáfora, es

xo ) n
E. I>!3 Lt L isie* ÜOMÍtVl. - 2
(
.■ tratado cu una forma nueva que evita el natural tér- ocupamos ui tampoco a sus fundadores franceses:
; mino de comparación para unir, a trueque del sacri- «¿í Rinxbaud y ¿Hallarme no han llegado a ser asimila­
| ficio de lo real, cosas que objetiva y lógicamente no j dos por un vasto público, ni siquiera hoy que tanto
pueden unirse. De la misma manera que en la pin-- se escribe acerca de ellos. Esa calidad de “no asimi­
tura moderna el conjunto de colores y fox-mas, con- J lables” es uua cai*acterística crónica de los autores
vertidos ya cu algo autónomo, transforma o incluso más modernos.
suprime todo lo objetivo para llegar a su propia rea­ Por el momento emplearemos las denominaciones
lización, también en la lírica puede llegar un mo­ de “anormalidad” y “normalidad” heurísticamente,
mento en que el movimiento autónomo del lenguaje j es decir, que, sin tener en cuenta las condiciones his­
y el afán de lograr unas formas*sonoras y unas cur­ tóricas, considex-aremos “normales” aquellos estados
vas de intensidad libres de significado hagan que el ' de conciencia y de ánimo en los que puede compren­
poema deje de ser comprensible a base del contenido !f derse por ejemplo un texto de Goethe o incluso de
I de sus expresiones. Su verdadero contenido, en efecto, Hofmannstlial. Ello nos permitirá descubrir más cla­
reside eu la dramática tensión de las fuerzas foi-nxa- ramente los fenómenos de la lírica contemporánea
' les, lo mismo exteriores que interiores. Ahora bien, * que se alejan tanto de la manera de ser de la poesía
como ese poema continúa siendo, a pesar de todo, len- | de aquellos autores que no queda más remedio que
guaje, aunque sea lenguaje sin objeto comunicativo, calificarlos de anormales. “Anormal” no es una ca­
! se llega a la paradójica consecuencia de que quien lo lificación estimativa, ui hay que confundirla con “de­
! percibe se siente a la vez atraído y desorientado. generado” : nunca se insistirá bastante sobre ello. El
Ante semejantes fenómenos, el lector tiene la im- ¡ admirador de la poesía moderna carente de sentido
: presión de contemplar algo “anormal” o anómalo. Ello ■ 1 crítico suele adoptar para defenderla una actitud
i se aviene con un concepto fundamental de algunos 1 de reto coxitra el apocamiento burgués y contra el
| teóricos modernos de la poesía que exigen que ésta ^ gusto escolástico y casero. Semejante actitud es pue­
^ cause sorpresa y desconcierto. Quien pretenda sor- ril, por cuanto no acierta con el “móvil” de dicha
i y
prender desconcertar tiene que valerse de medios J poesía y en cambio revela la más absoluta desorien­
* anormales, y la anormalidad es un concepto peli- tación frente a tres milenios de literatura europea.
j groso, porque suscita la impresión de que existe uua j La poesía moderna, lo mismo que el arte moderno
! norma eterna. Siempre se vuelve a demostrar que lo no pueden defenderse ni atacarse “a priori”. Como
“anormal” de una época se convierte en norma de la fenómeno constante de la actualidad tienen derecho
: época siguiente, es decix*, acaba asimilándose. Ello a ser apreciados por el “conocimiento”. Pero el lector
no es aplicable, sin embargo, a la lírica de que nos tiene también un derecho: el de buscar en la poesía


«le oiro tiempo sus criterios de valoración y el de es­ tos textos entendemos ir recorriéndolos en todas sus
tablecerlos tan ultos como eea posible. Nosotros nos valencias, y entre ellas el conocimiento mismo, en
abstendremos de juzgar según estos criterios, pero tanto que se articula en el proceso que se aspira a
si nos permitiremos tomarlos como punto de partida suscitar en el lector, es decir, en el proceso de los
para ••describir’’ y para “explicur”. intentos de interpretación de sus sucesivas e inago­
En efecto, no es imposible “explicar” ni aun tables posibilidades poéticas basta desembocar en
una poesía no destinada primordialmente a ser com­ campo abierto.
prendida y que, para decirlo con palabras de Eliot,
no encierra ningún sentido “que satisfaga una cos­
tumbre del lector; ya que — ¿úgue diciendo Eliot — C ategorías negativas

algunos poetas se inquietan ante este sentido porque


les parece superfluo y porque vea más posibilidades La explicación de la lírica moderna se halla
de intensidad poética que precisamente surgen de la ante el problema de buscar categorías con las cuales
liberación con respecto a él”. Semejante modo de es­ se la pueda describir. No se puede soslayar el hecho,
cribir poesía se puede empero totalmente “explicar” y toda la crítica lo corrobora, de que las que se im­
y “describir”, aun en el caso de que impere eu él una ponen sobre todo son categorías negativas. Pero es
tal libertad que el conocimiento llegue a lo sumo a decisivo que éstas no se apliquen para desvalorizar,
darse eucuta de ella, pero no a penetrar eu los con­ sino para definir. Y esta aplicación definitoria, y no
tenidos que ha alcanzado, tanto más cuanto que éstos desvalorizadora, es ya en sí una parte del proceso
(para emplear otra vez palabras de Eliot) son tan histórico con el que la lírica moderna se ha separado
difíciles de precisar en su significado que, más allá de la anterior.
de unos límites muy estrechos, ni siquiera el propio El cambio producido en la poesía durante el si­
poeta sabe lo que su poesía “quiere decir”. La “ex­ glo xix trajo consigo un cambio correspondiente en
plicación" de semejante poesía acepta la dificultad y los conceptos de la teoría y la crítica poéticas. Hasta
aun la imposibilidad de su comprensión como un ras­ principios del siglo x ix y parcialmente hasta más
go primordial de su voluntad estilística. Después de tarde aún, la poesía ocupaba un sitio en el ámbito
esta característica, podrán fijarse otras. Tal expli­ sonoro de la sociedad, era esperada como nna repre­
cación puede abrigar algunas esperanzas porque se sentación idealizadora de materias y situaciones vul­
refiere a condiciones históricas, a la técnica poética gares, como un consuelo, incluso cuando tomaba por
y a la innegable comunidad de lenguaje entre los tema lo demoníaco, con lo cual la lírica, como gé­
más diversos autores. Finalmente, por “explicar” es­ nero, se distinguía de los demás géneros literarios,

20 21
4
f*
¡Hinque no estuviera cu ningún modo por encima de realidad” y eleva lo individual a universalmente hu­
j ellos. Más tarde, sin embargo, la poesía se situó en mano. Las cualidades formales son: el significado,
1 oposición a una sociedad preocupada por unas ga­ esto es, el valor del contenido de las palabras, el “len­
rantías económicas de vida, se convirtió en portavoz guaje conciso”, seguro y concreto, en el que cada
de Jas querellas contra la interpretación científica palabra está acertadamente elegida “sin acepciones
del inundo y contra la falta de poesía de la opinión accesorias”. Seliiller se sirve de expresiones pareci­
pública. La tradición quedaba bruscamente interrum­ das: el poema ennoblece, dignifica el afecto, es la
pida; la originalidad poética se justificaba por la “idealización de su objeto, sin la cual dejaria de me­
anormalidad del poeta; la poesía se presentaba como recer su nombre” ; la poesía debe evitar “rarezas”,
el lenguaje de un sufrimiento’ que gira sobre sí mis­ (singularidades) que serían un obstáculo parala “ge­
mo, que no anhela curarse, sino que únicamente as­ neralización ideal” ; su perfección se basa en la ale­
pira a la palabra matizada; la lírica pasó a ser la gría del alma, su bella forma en la “coherencia de la
manifestación más pura y elevada de la poesía y, por composición”. Pero como esas exigencias y esas va­
su parte, se situó en oposición con el resto de la lite­ loraciones están delimitadas por sus contrarios, la
ratura, conquistando una libertad ilimitada que le crítica clásica debe también mencionar atributos ne­
permitía decir cuanto le dictara la más soberana gativos, pero únicamente con el fin de condenarlos:
fantasía, la introspección ampliada basta el incons­ fragmentario, confuso, “mera acumulación de imá­
ciente y el juego con una trascendencia sin objeto. genes”, noche (en lugar de luz), “abocetamiento inge­
Tal cambio se ve claramente en los caracteres o ca­ nioso”, “sueño inestable”, “tejido desigual” (Grill-
tegorías que poetas y críticos atribuyen a la lírica. parzer).
En el pasado, al juzgar los poemas, se hacia prin­ Y ahora, al llegar al otro tipo de poesía, aparecen
cipalmente referencia a sus cualidades de contenido también otros atributos, casi exclusivamente negati­
y se los describía con atributos positivos. En las crí­ vos y que por otra parte se refieren cada vez menos
ticas de poesía de Goethe sé mencionan valores como al contenido y cada vez más a la forma. En 2\ovalis
los siguientes: gozo, deleite, plenitud armoniosa; “las los encontramos ya usados no a modo de censura,
mayores osadías se ajustan a una norma de mesura” ; sino como descripción o casi como elogio: la poesía
las catástrofes se convierten en bendiciones; lo vul­ se funda en una “producción casual intencionada”,
gar se convierte en exaltado; la acción benéfica de la que ordena lo que dice “según una concatenación for­
poesía consiste “en enseñar a considerar la condición tuita y libre; cuanto más personal, local y temporal
humana como algo deseable” ; la poesía está llena de sea uu poema, tanto más se aproximará a la médula
“íntima alegría”, responde a una “visión feliz de la de la poesía” (obsérvese que por “temporal”, etc. se

23 2S

112E53
entendía, en la estética (le entonces, lo más absur­ a la de la sierra. No es necesario pensar en ninguna
damente limitado). posible influencia: la aparición de ese símbolo de la
Más tarde, el poeta en quien se acumula un ma­ sierra al cabo de un lapso de tiempo tan considerable
yor námero de atributos negativos es Lautréaraont. sólo puede explicarse como uno de los signos que me­
En 1S70 trazó con la mayor clarividencia un cuadro' jor traducen la coacción ejercida por la estructura so­
de lo que había de ser la literatura del porvenir, aun­ bre la poesía y el arte modernos a partir de la segun­
que— en la medida en que es posible interpretar a da mitad del pasado siglo.
tan caótico autor, que se oculta bajo las más variables De artículos alemanes, franceses, españoles e in­
máscaras — parece que su iutonción fue monitoria. gleses acerca de la lírica moderna entresacamos las
En todo caso, lo que desconcierta es que él, que fue siguientes fórmulas, insistiendo en que fueron emplea­
uno de los que contribuyeron a preparar la renova­ das no peyorativa, sino descriptivamente: desorien-_
ción de la lírica, acertara a precisar sus caracteres tación, disolución de lo corriente, sacrificio del or-
en una forma tal que lo que menos importa es que den, incoherencia, fragmentarismo, reversibilidad, es­
quisiera — tal vez— detener la evolución que preveía. tilo en series, poesía despoetizada, relámpagos des­
Los signos que la habrían de distinguir, según él,' tructores, imágenes cortantes, choque brutal... Y
son: congojas, desorientaciones, indignidades, mue­ finalmente esta frase de un español (Dámaso Alon­
cas, predominio de lo excepcional y de lo absurdo, so) : “De momento no hay más remedio que definir
oscuridad, fantasía desenfrenada, tenebroso afán, dis­ nuestro arte en términos negativos”. Esto fue escrito
gregación en los más antagónicos elementos, ansia de en 1932 y, en pleno conocimiento de la situación de
i aniquilación. Y luego, inesperadamente, en medio de las cosas, podría volver a escribirse en 1955.
' un mar de conceptos semejantes, aparecen las sierras. Hablar a base de semejantes conceptos está justi­
¡ Estas sierras, empero, se encuentran también en otras ficado, pero no por ello hay que creer que hayan que­
; partes. En un poema de Éluard, le Mal (1932), que dado invalidados otros. Verlaine califica de “virgi-
. consiste en una serie de imágenes de destrucción, el lianos” los versos de Itimbaud. Pero virgilianos
primer verso dice: “La puerta estuvo allí como una son también los versos de Racine. De manera que
sierra” (11 y eut la porte comme une scie). Y en varios la definición positiva tiene sólo un valor vagamen­
¡ cuadros de Picasso aparece también, sin que exista te aproximado y no da en lo cierto, porque omite
■ ninguna necesidad objetiva de ello, una sierra o por las disonancias objetivas y léxicas de Rimbaud. Un
; lo menos los dientes de una sierra, colocados oblicua­ crítico francés habla de la “curiosa belleza” de la
mente sobre superficies geométricas; y otras veces se poesía de Éluard. Pero este concepto positivo ee
ven las cuGrdas de una guitarra como imágenes afines halla perdido en medio de una serie de otros total-
24
2S
* monto negativos; y son precisamente éstos los que
cavad erizan aquella “curiosa belleza”. Entre los in­ A ntecedentes te ó r ic o s en el siglo xvm :
térpretes de la pintura se recurre a parecidas expe­ R ousseau y D id ek o t .
riencias. A un cuello pintado por Picasso lo llaman
“elegante”. El calificativo es exacto pero no lo es En la segunda mitad del siglo x v m se inician en
en cuauto se refiere a la especial elegancia de ese cue­ la literatura europea unos fenómenos que, conside­
llo, es decir, la elegancia de algo totalmente irreal, rados cu vista de la lírica posterior, pueden inter­
que ya nada tiene que ver con una figura humana, pretarse como antecedentes suyos. Nos limitaremos
sino que es un montaje de madera. ¿Por qué no tener a demosti-nrlo en el caso de Rousseau y de Diderot.
el valor de hacerlo constar así cuando se define seme­ Rousseau uo nos interesa aquí precisamente como
jante elegancia? autor de teorías acerca dcila sociedad y del Estado
El problema que se plantea es el siguiente: ¿por ni como ebrio de Naturaleza^' entusiasta de la virtud.
qué la poesía moderna se puede describir mucho me­ O tal vez ello sólo nos interesaría porque su obra
jor a base de atributos negativos que positivos? Se aparece dominada por una insoluta tensión entre dos
trata del problema del destino histórico de esta líri­ polos opuestos: la agudeza intelectual y la excita­
ca, o sea de un problema del futuro. ¿Será que todos ción afectiva, la aptitud para pensar según nn pro­
estos poetas están tan adelantados respecto a noso- ceso lógico y gradual y la sumisión a las utopías del
^ tros que no existe ningfin término que pueda adecua­ sentimiento: en una palabra, por un caso especial­
damente aplicárseles y que la percepción de su obra, mente típico de disonancia moderna. Pero ahora nos
para bailar por lo menos un punto de referencia, tie­ importan aun más otras características.
ne que recurrir a esos conceptos uegativos? ¿Kesul- Si bien Rousseau es el heredero de una serie de
tavá acaso cierta la hipótesis, ya antes expuesta, de tradiciones, su intención es emanciparse de ellas.
que se trata de una imposibilidad definitiva de asimi­ Parece como si quisiera estar completamente solo,
lación, que sería una de las características esenciales frente a frente con la Naturaleza. Y esa voluntad es
de la poesía moderna? Ambas cosas caben en lo po­ lo que importa. Rousseau se sitúa en el punto cero
sible, pero no lo sabemos. Sólo un dato de hecho pue­ de la historia, restando a ésta todo valor, por medio
de afirmarse con certeza: la anormalidad. De ahí la de sus teorías acerca del Estado, la sociedad y la
necesidad de emplear, para la exacta explicación de vida, para las cuales el tener en cuenta las condicio­
los elementos de semejante anormalidad, aquellos nes históricas equivaldría a falsearlas. For su acti­
conceptos que ella misma ha impuesto a los obser­ tud “autíslicn”, si así es permitido llamarla, o sea
vadores de más buena voluntad. por su visión de la vida a partir del puro jn, Rous-
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3T
sean encarna la primera forma radical de ruptura solitaire, Rousseau logra expresar una especie de cer­
con la tradición, que es al mismo tiempo ruptura tidumbre prerracional de la existencia. Su conteni­
con el mundo ambiente. Muchos se complacen en ver do es como un albor de ensueño que partiendo del.
en .Rousseau a un psicópata, un ejemplo clásico de tiempo mecánico penetra en el tiempo interior, el cual
manía persecutoria. Pero esa calificación no basta, deja de distinguir entre pasado y presente, desorien­
no alcanza a explicar por qué su época y la siguiente tación y acierto, fantasía y realidad. El descubri­
admiraron en él precisamente la excepción y la ori­ miento del tiempo interior no es nuevo, pero la in­
ginalidad legitimada por ella. El yo absoluto, que tensidad lírica con que Rousseau se entrega a él, es­
en Rousseau posee todo el patetismo de la grandeza pecialmente en cuanto ordenación de una vida del
iueomprendida, supone un desgajamiento con res­ alma en oposición al mundo ambiente, ejerció sobre
pecto a la sociedad. Este desgajamiento se produjo la poesía futura una influencia que no podia espe­
en la persona de Rousseau bajo unas condiciones pa­ rarse de los análisis filosóficos del tiempo según los
tológicas previas, pero es evidente que coincidió tam­ habían hecho Loche y'otros autores. El tiempo me­
bién con una experiencia de la época, que rebasaba cánico, el reloj, será considerado como el símbolo
el orden de lo personal. Lo que importaba era ver más odioso de la civilización técnica (así lo vemos
en la propia anormalidad la garantía de una voca­ por ejemplo en Baudclaire y en otros poetas más tar­
ción propia, estar tan convencido de lo imposible de díos, como A. Machado), mientras que el tiempo inte­
una reconciliación entre el yo y el mundo que en tal rior constituirá el refugio de una lírica que huye de
convicción se pudiera fundar la siguiente máxima: la congoja de la realidad.
es preferible ser odiado a querer ser normal. He aquí Rousseau logró también en muchas otras obras
una fórmula de autointerpretación que volveremos suyas esa supresión de la diferencia entre fantasía
a encontrar fácilmente entre los poetas del siglo si­ y realidad. Sólo la fantasía, dice en la Nouvelle
guiente. Verlaine encontró la expresión exacta para Hcloise, puede darnos la felicidad; la realización, en
designarlos: poetes maudits, poetas malditos. El su­ cambio, la mata. “El país de la ilusión es el único del
frimiento del yo incomprendido frente a la proscrip­ mundo que merece ser habitado; es tal la nulidad de
ción del mundo ambiente, por él mismo provocada, la naturaleza humana que sólo le resulta bello aque-
y el refugio en la intimidad que sólo se ocupa de si •11o que no es” (VI, S). A ello se añade el concepto de
misma, se convierten en un acto de orgullo; la pros­ fantasía apeadora, que partiendo de la disposición
cripción se anuncia como una reivindicación de su­ del sujeto, es capaz de crear lo no existente y aun de
perioridad. situarlo por encima de lo existente ( Confessions, II,
En su obra de senectud Le» Réverfc» du promenmr 9). Jamás se valorará como es debido la importancia

21 2»
d<> H-uiejantcs frases para la poesía futura. No obs­ to y la voluntad — estéticas, intelcctnales y éticas —
tóme, Rousseau habla impulsado por un sentimen­ venian siendo consideradas como pertenecientes a un
talismo de la felicidad teñido de matices personales. mismo orden. Con Diderot, ello termina: se asigna
Si lo eliminamos, veremos que la fantasía lia sido una situación independiente al genio artístico. Com­
audazmente elevada a la categoría de potencia que, párese tal actitud con los esfuerzos de un Lessing o
aun sabiendo lo engañosas que son sus cualidades, de un Kant para seguir haciendo compatible lo ex­
quiere por convicción que la nada — que Rousseau cepcional del genio con los valores criteriológicos de
entiende todavía como negación cu el sentido mo- • la verdad y la. bondad. No menos osado es el artículo
ral — no permita otra actividad del espíritu que la de la Encyclopcdie, que si bien deriva de una concep­
imaginaria: sólo ésta satisface la necesidad de reve­ ción más autigua, según la cual la genialidad con­
lación de lo más íntimo. Con ello se suprime la obli­ siste en una fuerza visionaria natural, capaz de in­
gación de medir los productos de la fantasía con la fringir todas las leyes, se expresa en una forma de
realidad. La fantasía se ha convertido en absoluta. la que no existían precedentes: el genio — dice —
Y así la volveremos a encontrar en el siglo xix, exas­ tiene derecho a la brutalidad e incluso al extravío;
perada hasta erigirse en dictadora y definitivamente precisamente los más sorprendentes y desagradables
liberada de los matices sentimentales que tuviera en de éstos son los que arrebatan; el genio irradia erro­
Rousseau. res que deslumbran; arrebatado por el vuelo de águi­
También Diderot confiere a la fantasía una situa­ la de sus ideas, el genio construye edificios a los que
ción independiente y le permite medirse únicamente la razón no alcanzaría jamás; sus creaciones son
consigo misma. Los procesos intelectuales de Diderot combinaciones libres, que él ama como si fueran poe­
son distintos de los de Rousseau y están en relación mas; sus posibilidades van mucho más allá que el
con una definición del genio que expone dialéctica­ mero producir o descubrir, y por lo mismo “para el
mente en el Ncveu de Ramean y linealmente en el genio, los términos de verdad o mentira han dejado
artículo “genio” de la Encyclopcdie. En la primera de tener valor preciso”. En los párrafos que extrac­
de estas obras llega a la tesis de que la coincidencia tamos se recurre con frecuencia al concepto de fanta­
frecuente y quizás necesaria de inmoralidad y geuia-1 sía, que es la fuerza motriz del genio. Lo que se con­
lidad, de inadaptación social y grandeza espiritual, • cede a éste se concede también a aquélla: uno y otra
es un hecho quizás inexplicable, pero suficientemente son libres movimientos de las fuerzas espirituales,
demostrado por la experiencia. La osadía de esta idea cuya calidad sólo se mide según las dimensiones de
es extraordinaria. Desde la Antigüedad clásica, en las imágenes creadas, según la eficacia de las ideas,
efecto, las potencias de la sensibilidad, el eonociinicn- segúu uua dinámica pura ya uo supeditada al conte-

30 31
aillo, que ha dejado tras sí las diferencias entre bien la impresión de misterio. Pero para Diderot lo esen-'
y mal, verdad y mentira. El paso que desde aquí ha­ cial es ante todo la poesía en sí, y no ya la expresión
brá que dar para llegar a la fantasía como dictadora de los objetos. La poesía es movimiento emocional
de la poesía posterior, tampoco será muy largo. obtenido por medio de la libre creación de metáforas
Ilny también otras ideas de Diderot que conviene y le está permitido “lanzarse hasta los extremos”
retener; éstas se encuentran principalmente en los valiéndose de acentos asimismo extremos. Se anun-,
Saloit9, en que critica la pintura de su época; en eia, pues, una decidida superioridad de la magia del
ellos impera una profunda sensibilidad por los valo­ lenguaje sobre el contenido del lenguaje, de la diná­
res “atmosféricos” de los cuadros y se exponen pun­ mica del cuadro sobre el argumento del cuadro. En
tos de vista completamente nuevos acerca de las leyes el mundo de la Ilustración entonces ya en su ocaso,
que rigen los colores y la luz independientemente del Diderot descubre la poesía como misterio, como “te­
asunto. Pero es todavía inás importante el hecho de jido jeroglífico”, como “habla emblemática” a base
que los análisis de pintura se enlacen con los análi­ de fuerzas sonoras que impresionan más profunda­
sis de poesía. Ello tiene ya poco que ver con la vieja m ente que las ideas. Hasta dónde puede llegar en su
teoría conocida bajo la fórmula lioraciana “1it pie- empeño de desasirse de la objetividad, lo demuestra
tura poesis". Lo que se esboza en tales análisis es eu la siguiente frase, todavía indecisa, pero aun así
más bien la aproximación específicamente moderna impresionante: “Las dimensiones puras y abstrac­
de las ideas acerca de la poesía y de las artes plásti­ tas de la materia no carecen de cierta fuerza expre­
cas; esa aproximación se repite en Baudclaire y con­ siva”. Baudclaire habrá de volver a afirmar algo se­
tinuará basta nuestros días. En los Salons surge una mejante, pero lo liará con más decisión y con ello
visión de los procesos poéticos por aquel entonces echará los cimientos de esa fase moderna del arte
sólo comparable, a lo sumo, con la de G. Vico; pero poético que podemos llamar poesía abstracta.
Diderot no conocía al italiano. Diderot ve que el acen­ Diderot, además, desarrolló una teoría de la com­
to es para el verso lo mismo que el color es para el prensión que puede resumirse así: la comprensión
cuadro, y a esa relación la llama “magia rítmica”, la sólo existe, como caso ideal, en forma de compren­
cual produce sobre el ojo, el oido y la fantasía una sión de sí mismo; el contacto entre poesía y lector,
impresión más profunda que la de la exactitud obje­ eu cambio, dada la imposibilidad del lenguaje para
tiva. Porque — dice — la “precisión perjudica”. Y de reproducir exactamente los valores, uo es una cues­
ahí la exclamación: “Poetas, sed oscuros” : con ello tión de comprensión, sino de sugestión mágica. Y final­
se quiere decir que la poesía debe tomar por asunto mente, con Diderot se inicia una ampliación del con­
objetos nocturnos, lejanos, que causen pavor y creen cepto de belleza. Aunque cou gran cautela, Diderot
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33
¡ r i m a g i n a r como representables estéticamente' planean un concepto de la pocsia futura, cuya total
Vi .•••>; rilen y el caos y empieza a ver en lo descon- importancia sólo se aprecia si se compara este con­
eer:-: *e un efecto artístico legítimo. cepto con la práctica poética desde Baudelaire hasta
T. io ello da idea de la asombrosa modernidad de nuestros días.
atisbos de aquel espíritu, cuya riqueza de Lo que dice Novalis de la poesía se refiere casi *
occ:r¿acias, de intuiciones y de estímulos explica que exclusivamente a la lírica, que a partir de entonces
a cazudo se le compare con los elementos del fuego se considera como única poesía verdaderamente taL
y el.rú a, con un volcán, y aun con Prometeo y con la Según Novalis, pertenecen a la esencia misma de la'
salamandra. Sin embargo, la bora de sus ideas no lírica la indeterminación y la distancia infinita que
lleg. Lasta que se le hubo olvidadlo, porque ya bacía la separa del resto de la literatura. A pesar de ello,
tiempo que su genio se había incorporado a otros. alguna vez la denomina “representación del senti­
miento”. Pero también escribe frases que definen el
sujeto lírico como una actitud neutral, como una to­
N ovalis y la poesía d el p o r v e n ir talidad de lo íntimo, que no se vincula con ninguna
sensación precisa. En el acto poético, la “fría refle­
La nueva determinación de las funciones de la xión” toma el mando. “El poeta es puro acero, duro
famasia y de la poesía según Rousseau y Diderot, como el pedernal". Lo mismo en la materia objetiva 1
expuesta en el capítulo anterior, se robustece en el que en la espiritual la lírica realiza la fusión de lo
romanticismo alemán, francés e inglés. La trayecto­ heterogéneo y hace fosforecer las transiciones. La lí­
ria eue desde ahí sigue hasta llegar a los autores de rica es “un arma de defensa contra la vida cotidia­
meciados y fines del siglo xix se puede seguir exacta­ na”. Su fantasía goza de la libertad de “entremez­
mente y ha sido descrita con frecuencia. Por lo tanto clar todas las imágenes” ; la lírica es una oposición
no es necesario repetirla. Podremos limitarnos a enu­ que canta frente a un mundo de hábitos, en el qne
merar los siutomas más importantes que, aparecidos los hombres poéticos no pueden vivir, porque son
ez. el propio romanticismo, presagian ya la poesía “hombres adivinos y magos”. De nuevo aparece, pues,
moderna. la comparación de la poesía con la magia, proce­
Z1 primer autor que hay que considerar es Nova- dente de tradiciones más antiguas, pero relacionada
lis. Su poesía puede dejarse de lado, pero sus refie- de un modo moderno con la “construcción” y el “ál­
xi-Lcs, contenidas en los Fragmenten y en algunas gebra”, como Novalis gusta de llamar, para distin­
páginas del OJtcrdir.gcn, tienen mucho más valor. guirlo, al aspecto intelectual de esta poesía. La ma­
C. r el propósito de describir la poesía romántica, gia poética es rigurosa, es uua “unión de la fantasía

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ky «leí vigor mentar’, un “operar” profundamente di­ puros fragmentos de las cosas más diversas”. A. la
ferente eu .sus afectos ilel simple goce, que a partir magia del lenguaje se le permite, pues, dividir el
de aliora deja de ser el acompañante de la poesía. mundo en fragmentos en aras del hechizo. La oscu­
Xovalis toma de la magia el concepto de conjuro.' ridad y la incoherencia se convierten en premisas de
“Toda palabra es un conjuro”, es un modo de provo-. la sugestión lírica. “El poeta emplea las palabras
car y subyugar las cosas que nombra. De aquí el* como si fueran las teclas de nn instrumento”, des­
“hechizo de la fantasía” y la afirmación: “el mago pierta en ellas unas fuerzas de las que nada sabe la
es poeta”, y viceversa. Su poder consiste en obligar conversación cotidiana. Malí armé hablará del “pia­
a los hechizados a “ver, creer y sentir una cosa tal no de palabras”. Contra la poesía anterior que dis­
como yo quiero” : fantasía dictadora (“productiva”). ponía “su material en un orden fácilmente captable”
Ésta es el “mayor tesoro del espíritu”, independiente escribe Novalis: “Casi me atrevería a decir qne en
de “estímulos exteriores”. Por lo tanto su lenguaje' toda poesía debe vislumbrarse el caos”. L sl poesía
es un “lenguaje autónomo” sin finalidad comunica­ moderna produce una general “enajenación” para
tiva. Cou el lenguaje poético “ocurre, lo mismo que conducir a una “patria más alta”. Su “operación” lo
cou las fórmulas matemáticas”, es decir, “forman un mismo que la del “analista en el campo de la mate­
mundo aparte, juegan sólo consigo mismas”. Este mática”, consiste en deducir de lo conocido lo desco­
lenguaje es oscuro, a veces hasta el punto de que el nocido. En cuanto al tema, la poesía sigue el azar; en
poeta “no se comprende a sí mismo”. Lo que le im­ cuanto al método, las abstracciones del álgebra, que
porta son las “relaciones anímicas, musicales”, las están en relación con las “abstracciones de la le­
secuencias de acento y de tensión, ya emancipadas yenda”, o sea con su libertad respecto al mundo co­
del significado de las palabras. Cierto es que todavía tidiano, abrumado por el peso de una “claridad ex­
se aspira a una comprensión, pero es la comprensión cesiva”.
de unos pocos iniciados. Y estos iniciados ya no espe­ Interioridad neutral en lugar de sentimientos,
ran de la poesía los atributos de sus “géneros infe­ fantasía en lugar de realidad, mundo fragmentario
riores”, es decir, “justeza, claridad, pureza, integri­ en lugar de mundo unitario, fusión de lo heterogéneo,
dad y orden”, pues existen otros más altos: armonía caos, fascinación por medio de la oscuridad y de la
y eufonía. Luego aparece, decididamente, la nioder- , magia del lenguaje, pero también un operar frío aná­
na separación entre lenguaje y contenido, en favor logo al regulado por la matemática, que convierte lo
del primevo: “Poemas que sólo suenan bien, pero que cotidiano en extraño: ésta es exactamente la estruc­
no tienen el menor sentido ni coherencia, o en los que tura dentro de la que se colocarán la teoría poética
sólo se entienden a lo sumo algunas estrofas, como de Baudelairc, la lírica de llimbaud, de Mallarmé y

30 37
»
ilo los poetas actuales. Esta estructura permanece de lo romántico. En sus armonías se hallaban laten­
1 visible incluso en los casos en que sus distintos miem­ tes las disonancias del futuro.
bros lian tenido que ser desplazados o completados.’ En 1859 Baudelaire escribía: “El romanticismo
Todo ello podría completarse con lo que dijo Frie- es una bendición celestial o diabólica a la que debe­
drich Scblegel acerca de la diferencia entre belleza, mos estigmas eternos.” Esta frase traduce con toda
verdad y moral, y acerca de la necesidad poética del exactitud el hecho de que el romanticismo, ineluso
caos, de lo “excéntrico y monstvuoso” como premisa cuando muere, deja impresos sus estigmas en sus
de originalidad poética. No valia y Sclilegel fueron herederos. Éstos se rebelan contra él precisamente ^
leídos en Francia y estimularon las ideas directrices porque sienten su influjo. La poesía moderna es ro- ’
del romanticismo francés. mnnticismo desromantizado.
No podemos dejar de estudiar rápidamente el ro­ La amargura, el sabor a ceniza, la desolación, son
manticismo en Francia, ya que constituye el puente experiencias fundamentales forzadas, pero al mismo
entre todo lo dicho hasta ahora y Baudelaire, esto tiempo cultivadas por el romántico. Para la antigüe­
es, el primer gran lírico de la época moderna, que dad clásica y para toda la cultura que de ella deriva
es al mismo tiempo el primer teórico decidido de la hasta el siglo xvm, la alegría era el supremo valor
Hrica y de la intención artística modernas en Europa. espiritual que indicaba que el sabio o el creyente, el
caballero, el cortesano, el hombre culto perteneciente
> a la “élite” social, habían alcanzado la perfección. E l
dolor, en cambio, a menos que fuera transitorio, era
E l R omanticismo fran cés considerado como un valor negativo y, por los teó­
| logos, como un pecado. A partir de las expresiones'
En tanto que moda literaria, el romanticismo de congoja prerrománticas, empero, la situación se.
francés se extinguió a mediados del siglo xtx, pero invirtió. La alegría y la serenidad desaparecieron de
perduró como destino espiritual de generaciones pos­ la literatura y en su lugar aparecieron la melancolía
teriores, incluso de aquellas que creían liquidarlo e y el dolor cósmico. Éstos no requerían ningún factor •
imponer otras modas. Lo que en él había de desme­ que los provocara, sino que se alimentaban de sí mis­
sura, de afectación, de ampulosidad, de sentimenta­ mos y se convirtieron en los atributos de la nobleza
lismo deleznable y de trivialidad, desaparecía. Sin de alma. El romántico Chateaubriand descubre la
embargo, legó 6us medios de representación a aquel melancolía sin objeto, erige la “ciencia del dolor y
estado de conciencia que desde la segunda mitad del de la angustia” en meta de todas las artes y entiende
siglo iba transformándose y alejándose cada vez más que el desgarramiento del alma es una bendición del

38 30
cristianismo. So pone de moda declarar que uno per­ todavía eu 1S01, segúu la cual la literatura es la ex­
tenece a una (-poca cultural tardía y esta conciencia presión de la sociedad, carece ya de sentido. La lite­
de ser decadente cunde y se disfruta como una fuente ratura repite la protesta de la Revolución contra la
de insospechadas maravillas. Lo destructor, morboso- sociedad constituida; se convierte en literatura de
}• criminal adquiere categoría de interesante. En un oposición o en una literatura del “futuro” ; es decir,
poema de Vigny, La Ma ison d ti Bcrgcr, la lírica se en una literatura de lo excepcional, cada vez más
convierte en un lamento ante los peligros que la téc­ orgullosa de su aislamiento. El esquema rousseau-
nica representa para el alma. El concepto de la nada niauo de la exeepcionalidad basada en lo anormal
empieza a ejercer su papel. Musset es su primer por­ será el esquema programático de esta generación —
tavoz, dentro de un campo de experiencias en el que y de las siguientes.
una juventud ilusionada, entusiasmada por Napoleón, No cabe duda de que la autoeousagración del poe­
tropieza con el mundo falto de pasiones de la mera ta y las experiencias auténticas o fingidas del sufri­
ambición y ve hundirse ambas cosas, ilusión y ambi­ miento, de la melancolía y de la nulidad del mundo
ción, en la insensatez, la devastación, el silencio y la desencadenaron unas fuerzas que favorecieron la lí­
nada. “Creo en la nada como en mi mismo”, escribía rica. Con el romanticismo la lirica francesa vuelve a
Chateaubriand. Melancolía y lamento, al fin, se true­ florecer en toda su plenitud por primera vez después
can en terror ante lo desconocido. En un poema de de tres siglos. Aunque no alcaucen categoría euro­
Nerval que lleva el título, nada acorde con su conte­ pea, hay en ella grandes valores. Le fue muy útil la
nido, de Ycrs dores (1S15) y que trata de nivelar lo idea, entonces expresada por doquiera, y también en
humano con lo inhumano, hay el siguiente verso: Francia, de que la poesía es el lenguaje originario de
“Teme en el ciego muro a la mirada que te acecha”. la humanidad, el lenguaje total del sujeto total, para
Ya veremos cómo todos estos estados de ánimo en­ el que no existen fronteras entre las distintas mate­
cuentran continuación cu Baudelaire — y cómo se rias, pero que desconoce también los límites entre él
modifican. entusiasmo religioso y el poético. La lírica román­
Siguiendo modelos alemanes — en los que se ha-, tica francesa posee vastas y al mismo tiempo sutiles
bían trivinlizado antiguas tradiciones platónicas—, experiencias íntimas, una viva capacidad de evoca­
los románticos franceses definen también al poeta ción de ambientes meridionales, orientales y exóticos,
como profeta incomprendido, como sacerdote del tem­ sabe crear una poesía bucólica y amorosa encantado­
plo del arte. Los poetas constituyen un partido con­ ras y dispone de un gran virtuosismo de la versifica­
tra el público burgués 3' finalmente diversos partidos ción. Esta lírica es centelleante, expresiva, redun­
contrapuestos. La fórmula de Mme. de Stael, usada dante y declamatoria en Víctor Hugo, el cual lo mis­

40 il
mo acierta a escribir sosegados cuadros íntimos que drama. Esas páginas representan sin duda la apor­
imágenes de visionaria vehemencia. En Husset esta tación francesa más importante a la teoría del ro­
lírica es una mezcla de cinismo y de dolor; en Lamar­ manticismo y tienen quizás 6us raíces en las mani­
tine— a veces — una nota pura, de la que él mismo festaciones de Friedricb Scblegel acerca de la agu­
pudo decir que era suave como el terciopelo. deza y la ironía, a cuyo vocabulario pertenecen con­
Aquí empieza también la poesía que parte de la ceptos como los de caos, eterna agilidad, fragmenta-
palabra, la captación del impulso encerrado en la rismo, bufonería trascendente. En cambio ha; muchos
palabra misma, que tantas consecuencias había de detalles que parecen ser originales; son ocurrencias
tener pava la poesía moderna. Víctor Hugo no sólo centelleantes de un poeta de veinticinco años, de las
empleó este método, sino que To justificó basándose que uo hay que esperar, naturalmente, demasiada
en muchos y antiguos antecedentes. En un conocido madurez. Pero son síntomas anunciadores de moder­
pasaje de las Contemplaciones leemos: “la palabra nidad.
es un ser viviente, mucho más poderoso que aquél que “Grotesco” era originariamente un término de
la usa; nacida de la oscuridad, crea el sentido que pintura que servía para designar la decoración de
quiere; la palabra es mucho más todavía de lo que el los frisos y entrepaños, muchas veces derivada de
pensamiento, la vista y el tacto externos pueden dar: motivos fabulosos. Desde el siglo xvn se fue exten­
es color, noche, alegría, sueño, amargura, océano, in­ diendo su significado hasta llegar a comprender lo
finito; es el logos de Dios”. Tendremos que recordar cuidoso, lo burlesco, lo gracioso, lo deforme y,lo ex­
este pasaje, no menos que las todavía inseguras afir­ cepcional en todos los terrenos. En este sentido lo
maciones de Diderot y las más decididas de Novalis, emplea también Víctor Hugo, pero lo extiende tam­
si queremos comprender las ideas de Malí armé acerca bién a la. fealdad. Su teoría de lo grotesco representa
de la fuerza de iniciativa del lenguaje, por más que por lo tanto un paso más, pero es el paso más deci­
líallarmé, con su rigor, se baile muy lejos del turbu­ dido que jamás se diera hacia la equiparación de lo
lento entusiasmo de Víctor Hugo. bello con lo feo. Todo cuanto hasta entonces estuvo
descalificado, y sólo se toleraba en los géneros infe­
riores o en las zonas marginales de las artes figura­
T eoría d e lo grotesco t d e lo fragm entario tivas, adquiere ahora categoría de valor expresivo
mctafísico. Víctor Hugo parte del concepto de un
No menores consecuencias, tuvo la teoría de lo mundo que por su esencia misma está dividido en zo­
i grotesco, que Víctor Ilugo desarrolla en el prólogo nas opuestas y que sólo gracias a estos contrastes
de 6U Cromicell (1827), como parte de una teoría del puede subsistir como unidad superior. Eso ya so ha-

«a
bía «Helio ¡tules de Víctor ITugo: es una idea clásica. las “arlequinadas” de Verlaine, la poesía funambu­
Tero Víctor Hugo es quien acentúa en forma nueva lesca de Rimbaud y de Tristan Corbiére, el “humor
d papel de lo feo. Ya no se trata únicamente del tér­ negro” de los suprarrealistas y de su antecesor Lau-
mino antagónico de lo bello, sino de un valor en sí. tréamont, y finalmente las absurdidades de los más
Lo feo aparece en la obra de arte como grotesco, como modernos. Todo ello está al servicio de la oscura fina-;
imagen de lo incompleto y de lo desarmónico. Pero lidad de defiuir en disonancias y fragmentos una
ser incompleto “es la mejor manera de ser armóni­ ti*ascendeucia cuya armonía y cuya integridad nadie
co”. Y vemos como bajo el concepto ya muy adulte­ es capaz de captar.
rado de “armonía” aparece el.concepto de “desar-
mouía” : desarmonía de los fragmentos. Lo grotesco
nos permitirá descansar de la belleza; con su voz “chi­
llona”, habrá de alejar la monotonía. Además, es un
reflejo dé la disonancia entre los animales y las ca­
pas superiores de la humanidad. Al descomponer las
apariencias en fragmentos, demuestra que el “gran
todo” sólo uos es perceptible fragmentariamente, por­
que el “todo” no concuerda con el hombre. ¿Qué
todo? Es significativo qne no se dé ninguna respues­
ta o que ésta sea confusa. Aun admitiendo que tenga,
como croe Víctor Hugo, un significado cristiano, es
una trascendencia vacua. Para él sólo existen sus
despojos en las muecas de los grotescos, y éstas ya
nada tienen que ver con la risa. La iñsa del grotesco
así definido cede el paso al sarcasmo o al pavor; se
convierte en mueca, en excitación provocadora y en
sarcasmo de inquietud, a la cual el alma moderna
tiende más que a la distensión.
Éstas son teorías románticas, que algunos años
más tarde reaparecen en Théophile Gautier, forman
parte de los “estigmas” de que habla Baudelaire y
señalan el camino en el que habremos de encontrar

44
'

II. BAUDELAIRE

E l poeta d e la m od ern id ad

Con Baudelaire, la lírica francesa pasa a intere­


sar a toda Europa. Así lo demuestran los influjos
que ejerció a partir de entonces en Alemania, Ingla­
terra, Italia y España. En la propia Francia se vio
muy pronto que de Baudelaire partían unas corrien­
tes de índole distinta de las derivadas de los román­
ticos. Estas corrientes alcanzaron a Bimbaud, a Yer-
laine y a Mallarmé. Este último reconoció que había
empezado allí donde Baudelaire tuvo que detenerse.
Valéry, ya en los últimos años de su vida, establecía
una línea de conexión directa desde Baudelaire has­
ta él; y el inglés T. S. Eliot dice de Baudelaire que
es “el mejor ejemplo de poesía moderna en cualquier
idioma”.
Varias son las manifestaciones análogas en que
se le califica como “poeta de la modernidad”. Y ello
está perfectamente justificado, porque Baudelaire es
el inventor de esta palabra. La usa en 1S50, excusán- 1
dosc de su novedad, pero la necesita para expresar
lo que caracteriza al artista moderno, es decir, la
facultad de ver en el desierto de la gran ciudad no

t
47
sólo la decadencia del hombre, sino también una be- estos estudios se van ampliando hasta analizar la
I Hoza misteriosa y hasta entonces no descubierta. conciencia del tiempo, es decir, la modernidad en sí,
Éste es el problema <lel propio Bnudeluire: ¿cómo porque Baudelaire entiende la poesía y el arte como
es posible la poesía en una civilización comerciali­ plasmación del destino temporal. Empieza a dibujar­
zada y dominada por la técnica? Sus poemas nos se el paso que habrá de dar Mallarmé, el paso bacía
indican el camino; su prosa nos orienta teórica­ una poesía ontológica y hacia una teoría poética
mente. Este camino conduce lo más lejos posible basada en la ontología.
de la trivialidad de lo real, o sea, a' una zona de lo
misterioso eh la que, sin embargo, puedan conver­
tirse en alados y poéticos los "estímulos civilizados D e s p e k s o k a l iz a c ió n
de la realidad comprendidos en ella. He aquí el pun­
to de arranque de la lírica moderna y de su substan­ La investigación se ha esforzado enormemente por
cia corrosiva y mágica a la vez. aquilatar las relaciones existentes entre Baudelaire
Un rasgo esencial de Baudelaire es su disciplina' y los romáuticos. Pero nosotros nos ocuparemos pre-
espiritual y la transparencia de su conciencia crí­ eisamente de aquello que le distingue de los románti­
tica. En él se une el genio poético con la inteligen­ cos, de aquello que le permitió transformar el legado
cia crítica. Sus puntos de vista acerca del arte poé­ romántico cu una poesía y en unas ideas que, a su
tico están al mismo nivel que su poesía misma y aun vez, hubieron de dar lugar a la lírica posterior.
algunas veces, como ocurre también con Novalis, son Las Fleurs du- Mal (1S57) no son una lírica de
todavía más avanzados. Y desde luego, aquellas ideas confesión, no son uu diario íntimo, por más que ha­
lian tenido mayor resonancia para el futuro que su yan penetrado en ellas los sufrimientos de un hombre
lírica. Se encuentran expuestas en Curiosités estilé- solitario, infeliz y enfermo. Baudelaire no fechó ni
tiques y en l’A rt romantique (ambas obras apareci­ uno sólo de sus poemas, como la hacía Víctor Hugo.
das póstumamente en 1SCS). E n una y otra se hallan No hay ni uno solo que pueda explicarse en su pro­
definiciones y programas, desarrollados a base del pia temática a base de datos biográficos de su autor.
estudio de obras contemporáneas, no sólo literarias, Cou Baudelaire empieza la despersonalización de la
sino también pictóricas y musicales. A una mayor lírica moderna, por lo menos en el sentido de que la
altura, vuelve a repetirse el fenómeno que anterior­ palabra lh-ica ya no surge de_Ia_unidad de poesía
mente hemos estudiado en Diderot, es decir, que, al y persona empírica, como lo habíau pretendido los
iniciarse un modo de pensar sobre poesía en vista a románticos, en contraste con la lírica de muchos si­
nuevos objetivos, se recurre a las demás artes. Pero glos anteriores._ Jamás se tomará bastante en serio

43 49
». UU LA LIBICA MODCS.Va. • 4
,1o que el propio Baudelaire dice a este respecto. E l aquellas “que no vienen del corazón”. Baudelaire
hecho de que sus ideas siguierau a otras semejantes justifica la poesía en cuanto es capaz de neutralizar
de E. A. Poe uo les resta valor, sino al contrario, las el corazón personal. Ello ocurre de un modo todavía
sitúa en la linea justa. inseguro y encubierto en parte bajo imágenes más
Fuera de Francia, Poe fue quien separó más deci-1 antiguas. Pero se produce de tal modo que puede ya
(¡idamente la lírica del corazón. Quería que el tema vislumbrarse como uua fatalidad histórica el futuro
de la lírica fuera una excitación entusiasta, pero que paso de la neutralización del individuo a la deshu­
ésta no tuviera que ver ni con la pasión personal ni manización del tema lírico, y sea como fuere, con­
Con “the inloxication of tlie heart” (la embriaguez tiene ya aquella despersonalización, que más tarde
del corazón). Toe se refiere más bien a una disposi­ será erigida por T. S. Eliot y otros en condición
ción general, a la que llama alma para llamarla de necesaria para la exactitud y la validez del arte
algún modo, pero añade cada vez “no corazón”. Bau­ poético.
delaire repite las palabras de Poe casi literalmente, Casi todos los poemas de las Fleurs du Mal ha­
o las varía con formulaciones propias. “La capaci­ blan partiendo del yo. Baudelaire es un hombre com­
dad de sentir del corazón no conviene a las tareas, pletamente replegado sobre sí mismo, pero, cnando
poéticas”, al contrario de lo que ocurre con “la ca­ escribe, apenas si mira a su yo empírico. El poeta
pacidad de sentir de la fantasía” (p. 1031 y sig.). . escribe de sí mismo en tanto que se sabe víctima de
Ilay que tener en cuenta que Baudelaire entiende la la modernidad, que pesa sobre él como una excomu­
fantasía como una actuación dirigida por la inteli­ nión. Baudelaire dijo con bastante frecuencia que su
gencia; de ello hablaremos más adelante. Estas ideas sufrimiento no era únicamente el suyo, y es signifi­
proyectan la luz necesaria sobre las palabras cita­ cativo que los pocos restos de carácter personal que
das, en cuanto implican que bay que prescindir de todavía cabe rastrear en sus poemas sólo estén ex­
todo sentimentalismo personal en aras de una fanta­ presados de manera confusa. Baudelaire no hubiera
sía clarividente, que resuelve problemas más difíciles escrito jamás versos como los que escribió Víctor
en forma más ventajosa que aquél. Baudelaire llega Hpgo con motivo de la muerte de una criatura. Con
a aplicar al poeta la siguiente divisa: “Mi misión es m ijigor frío y metódico, va recorriendo en sí mismo
sobrehumana” (p. 101 i). Eu una carta habla de la todas las fases que nacen obligadamente de la moder­
“intencionada impersonalidad de mis poemas”, con nidad: el miedo, la imposibilidad de evasión, la clau­
lo cual da a entender que son capaces de expresar dicación ante el ideal, ardientemente deseado, pero
cualquier estado de conciencia del hombre, con pre­ que constantemente se aleja hacia el vacío. Baude­
ferencia los más extremados. ¿Lágrimas? Sí, pero laire habla de su obsesión por arrostrar ese destino.

50 61
t Las palabras “obsesión" y “destino” son dos de sus anterior a escribir un poema nuevo. Se ha querido
expresiones favoritas. Otra de ellas es “concentra- ver en ello una falla de fecundidad, pero en rigor se
. ción”, y junto a ella, “ centralización del yo”. Bau- trata de aquella fecunda intensidad que, una vez al­
delíiire hace suya la máxima de Emerson: “Héroe es canzado el punto de ruptura, lo va ensanchando y pe­
aquel que está sólidamente centrado”. Los conceptos netrando cada vez con mayor fuerza hasta el fondo.
opuestos son: “disolución” y “prostitución”. Este Esta fecundidad activa el deseo de perfección artís­
último — procedente de los iluminados franceses del tica, porque sólo en la madurez de la forma ve una
siglo xviir — significa abandono de sí mismo, renun­ garantía de que lo expresado rebase los personalis­
cia indebida al destino espiritual, huida al campo mos. Los escasos temas de Baudelaire se explican
enemigo, traición y deserción. Éstos son los síntomas como portadores, variantes y metamórfosis de una
déla civilización moderna, como subraya Baudelaire; tensióu básica, que para abreviar podemos llamar
peligros de los que él sabe defenderse — él, Baude- tensión entre satanismo e idealismo. Esta tensión
laire, el “maestro en virtud del destino de su situa­ permanece insoluta, pero tiene en su conjunto el
ción” (p. G7G), gracias a su recogimiento en un yo mismo orden y la misma consecuencialidad que cada
que ha eliminado los azares de la persona. poema tiene de por sí.
Se pueden ver aquí, todavía, formando unidad,
dos caminos por los que habrá de andar la lírica
C o n c e n t r a c ió n y c o n c ie n c ia f o r m a l ; futura. En Rimbaud, esta tensión no resuelta se in­
LÍRICA Y MATEMÁTICA tensificará hasta la disonancia absoluta, destruyen­
do de paso todo orden y toda coherencia. Mallarmé,
Las Fleurs du Mal están entreveradas de un ele­ por su parte, también acentuará la tensión, pero la
mento temático que hace de ellas un organismo con­ transferirá a otros temas y creará con ellos un or­
centrado. Incluso se podría hablar de un sistema, por den parecido al de Baudelaire, pero referido a un len­
cuanto los ensayos, los diarios íntimos y algunas car­ guaje completamente nuevo y de sentido oscuro.
tas de su autor nos revelan la elaborada trama de Con la temática concentrada de su poesía, Bau­
los temas. Éstos no son muy numerosos y es sorpren­ delaire cumple con el precepto de no entregarse a la
dente cuán pronto aparecen: la mayoría de ellos da­ “embriaguez del corazón”. Cuando ésta aparece en
tan ya de hacia los años cuarenta del siglo xix. Has­ su poesía, no se trata de poesía propiamente dicha,
ta la publicación de las Fleurs du Mal y hasta su sino de mero material poético. El acto que conduce
muerte, el poeta apenas saldrá de su ámbito. Baude- a la poesía pura se llama trabajo, construcción de
laire prefería trabajar en la corrección de un esbozo uua arquitectura según un plan previo, operación
5Z
53
* con los impulsos del lenguaje. Bnudelaire insistió re-t de reconocer. Después de un poema inicial, el primer
pctidawente en que las Fleurs du Mal no pretendían grupo (Spleen ct Ideal) nos ofrece el contraste en­
ser tínicamente un álbum, sino una unidad con un tre exaltación y depresión. El grupo siguiente ( Ta•
principio, una continuación articulada y un final. lleaux Parisicns) muestra uu intento de salida al
Ello es verdad. Desde el punto de vista del contenido, mundo exterior de la gran ciudad, el tercero (Le
en estos poemas hay perplejidad, parálisis, febril im­ Vin) , la experiencia de evasión en el paraíso del
pulso hacia lo irreal, anhelo de muerte y moi'bosos arte. Pero con ello no se logra tampoco ningún re­
juegos de excitación. Pero este contenido negativo poso. Por consiguiente, sigue la entrega a la fasci­
puede estar envuelto todavía por una composición nación del espíritu destructor, la cual constituye el
previamente pensada. Junto con el Canzoniere de cuarto grupo que lleva el mismo título que el libro
Petrarca y el Cántico de Guillen, Fleurs da Mal es (Fleurs du Mal). La consecuencia de todo ello es la
el libro arquitectónicamente más riguroso de la lírica rebelión sarcástica contra Dios en el quinto grupo
europea. Todo cuanto Baudelaire le añadió después (Révolte). Como último recurso, sólo cabe buscar el
* de su primera aparición está dispuesto de tal manera reposo en la muerte, en lo absolutamente desconoci­
que, como él mismo reconoce en una carta, cabe per­ do : así termina la obra en su sexto y último grupo,
fectamente en el marco que trazó ya en 1815 y desa­ La Mort. El plan arquitectónico se expresa también
rrolló en la primera edición. En ésta tuvo incluso dentro de los distintos grupos, como una especie de
un importante papel la vieja costumbre de la compo­ consecuencia dialéctica de los poemas. Pero no nece­
sición numérica. El libro constaba de 100 poemas sitamos demostrarlo ahora, porque lo esencial es el
distribuidos en 5 grupos. Ésta es otra prueba de su conjunto. Se trata de un sistema ordenado, pero en
deseo de construcción formal, en la que se echa de movimiento, cuyas líneas alternan entre sí y cuyo
ver con toda seguridad un anhelo de forma caracte­ conjunto forma una curva que va de arriba abajo.
rísticamente románico. Por otra parte, restos de pen­ El final es el punto más profundo y se llama “abis­
samiento cristiano que cabe reconocer en sus poemas mo’', porque sólo en el abismo existe todavía la espe­
‘ hacen sospechar que su sorprendente rigor formal ranza de ver lo “nuevo”. ¿Qué es eso nuevo? La es­
deriva del simbolismo de la Alta Edad Media, que peranza del abismo no tiene palabras para expre­
en las formas de composición solía reflejar el orden sarlo.
del cosmos creado por Dios. El hecho de que Baudelaire ordenara las Fleurs
» En las ediciones sucesivas, Baudelaire prescindió du Mal como un edificio arquitectónico demuestra la
de la distribución numéricamente exacta> intensifi­ distancia que le separa del romanticismo, cuyos li­
cando, en cambio, el orden interior. Éste no es difícil bros líricos eran meras recopilaciones que incluso en

84 S5
I►
, lo caprichoso do su ordenación no hacen más que re­ todavía lo que ya se había iniciado en la poesía de
petir formalmente el azar de la inspiración. También Baudelaire, es decir, la supremacía de la voluntad
pone de manifiesto el papel que tienen en su poesía de forma sobre la voluntad de mera expresión. Pero
las fuerzas formales, que representan mucho más que nos revela ya su gran anhelo de seguridad por medio
un mero ornamento o una obligada elegancia. Estas de la forma, del “salvavidas de la forma” como lo
fuerzas son medios de salvación, desesperadamente llamará más tarde J. Guillén en uno de sus versos
buscados en una situación anímica desesperadamen­ (“la forma se me vuelve salvavidas” dice exactamen­
te angustiosa. Los poetas ya habían sabido siempre te). En otro pasaje escribe: “Está completamente
que el dolor se resuelve en lsr canción. En ello con­ claro que las leyes métricas no son tiranías inventa­
siste el conocimiento de la catarsis del sufrimiento das arbitrariamente, sino reglas elegidas por el pro­
por medio de su transformación en lenguaje formal­ pio organismo espiritual. Jamás han impedido que
mente más elevado. Pero en el siglo x ix , cuando el la originalidad se manifestara. En cambio lo contra­
dolor por algo concreto se convirtió en dolor sin fina- rio es mucho más exacto, o sea, que han. contribuido
' lidad, en desolación y últimamente en nihilismo, las siempre a que madurase la originalidad” (p. 779).
formas pasaron a ser un medio urgente de salvación, Strawinsky en su Poctique musicale se referirá a este
a pesar de que, en tanto que son algo cerrado y se- párrafo, y la idea será repetida por Mallarmé y por
reuoj se hallan en disonancia con lo angustioso de los Valéry, no sólo porque confirma una antigua con­
contenidos. Volvemos, pues, a encontrarnos ante una ciencia románica de la forma, sino porque en ella se
disonancia fundamental de la-poesía moderna. De la basa una práctica favorita de los modernos, en la que
misma manera que el poema se separó del corazón, las convenciones de la rima, del número de sílabas de
la forma se separa del contenido. Su salvación sólo los versos y de la construcción de las estrofas son con­
consiste en el lenguaje, mientras el conflicto del con­ siderados como instrumentos que actúan sobre el len­
tenido permanece sin resolver. guaje estimulando reacciones a las que el mero es­
Baudelaire expresó a menudo el concepto de la bozo de coutenido del poema jamás habría llegado.
salvación por medio de las formas. Así por ejemplo Baudelaire hizo una vez el elogio de Daumier por­
en un pasaje, cuyo significado es menos inocuo de que era capaz de representar lo más bajo, trivial y
lo que parece indicar lo ordinario de sus términos: degenerado con exacta precisión. Lo mismo hubiera
“El privilegio maravilloso del arte consiste en que podido decir de sus propios poemas. En ellos se com­
> al expresar artísticamente lo feo lo convierta en bello binan la mortalidad y la precisión, lo cual les con­
y que el dolor ritmado y articulado llene el alma de vierte también en precursores de la lírica futura.
plácida satisfacción” (p. 1040). Esta frase oculta Con Novalis y Poe había penetrado en la teoría poé-

56 57
tica el concepto del cálculo. B audelaire lo recoge. manticismo. Lo que lia heredado de éste — que no :
"La belleza es el resultado del entendim iento y el es poco —•, Baudelaire lo convierte en dura experien­
cálculo”, escribe en el curso de una declaración muy cia, de manera que en comparación con él, los román­
típica de él acerca de la preponderancia de lo artís­ ticos parecen estar jugando. P ara ellos seguía siendo
tico (es decir de lo artificial) sobre lo simplemente válida la interpretación escatológica de la historia
natural (p. 911). Asim ism o, la inspiración es para según la había expuesto la Ilustración en sus ú lti­
él mera naturaleza o impura subjetividad. Como úni­ mos tiem pos: interpretación en el fondo antiquísima,
co impulso de la creación poética, sólo conduce, lo que consideraba a la propia época como una época
mismo que la embriaguez del corazón, a la inexac­ final. Sin embargo, se trataba sobre todo de un esta­
titud. tánicamente la considera Ijien venida cuándo es do de ánimo, desintoxicado en la belleza de los colo­
. el premio a una labor artística previa, que a su vez res que todavía podían admirarse en el ocaso de una
tiene categoría de ejercicio; entonces aparece la gra­ cultura. También Baudelaire se sitú a a sí mismo y
cia, como ocurre con un danzarín, que “ se ha roto a su época en un período final, pero para ello se vale
mil veces las piernas a escondidas antes de exhibirse de otras imágenes y de otros estímulos. La conciencia
, en público” (p. 1133). 2\o hay que olvidar el gran pa­ escatológica, que se extiende por Europa desde el
pel que Baudelaire asigna a los factores intelectua­ siglo xviii y llega hasta nuestros días, entra con él
les y volitivos dentro del acto poético. Lo mismo que en una fase de clarividencia a la vez aterrada y ate­
en Jíovalis. se inserta en estas reflexiones el concepto rradora. En 1SG0 aparece su poema Le couchcr du
de la matemática. Para definir el acierto exacto del soleil rom antique, con una sucesión descendente de
estilo, Baudelaire lo compara con los “m ilagros de grados de luz y alegría, hasta llegar a la frialdad de
la matemática”. La metáfora adquiere valor de la noche y al horror ante ciénagas y animales repug­
“exactitud m atem ática”. Todo ello se basa en Poe, nantes. E l símbolo es inequívoco: se refiere al oscu­
quien habló del parentesco de la misión poética con recimiento final, a la pérdida de la confianza, toda­
la “rigurosa lógica de un problema matem ático”. vía posible incluso eu plena decadencia, del alma en
A través de Maliarme, estas ideas seguirán vigentes sí misma. Baudelaire sabe que sólo puede lograrse
hasta nuestros días. una poesía adecuada al destino de su época recu­
rriendo a lo tenebroso y a lo anormal. Éstos son los
ÉPOCA FINAL T MODERNIDAD únicos reductos eu que el alma, cada vez más extraña
a sí misma, puede todavía hallar temas de poesía y
También desde el punto de vista temático, es per­ escapar a la trivialidad del “progreso” con que se
ceptible la desviación de Baudelaire respecto al ro­ disfraza la época final. Es, pues, consecuente enan­

58 os
k lo caprichoso de su ordenación no hacen m ás que re­ todavía lo que ya se había iniciado en la poesía de
petir form alm ente el azar de la inspiración. También Baudelaire, es decir, la supremacía de la voluntad
pone de manifiesto el papel que tienen en su poesía de forma sobre la voluntad de mera expresión. Pero
las fuerzas formales, que representau mucho más que nos revela ya su gran anhelo de seguridad por medio
un mero ornam ento o una obligada elegancia. E stas de la forma, del “ salvavidas de la form a” como lo
fuerzas son m edios de salvación, desesperadam ente llam ará m ás tarde J. Guillén en uno de sus versos
buscados en una situación aním ica desesperadamen­ (“la form a se me vuelve salvavidas” dice exactam en­
te angustiosa. Los poetas ya habían sabido siempre • te). E n otro pasaje escribe: “E stá completamente
que el dolor se resuelve en la canción. En ello con­ claro que la s leyes m étricas no son tiranías inventa­
siste el conocim iento de la catarsis del sufrim iento das arbitrariamente, sino reglas elegidas por el pro­
por medio de su transform ación en lenguaje form al­ pio organismo espiritual. Jam ás han impedido que
mente más elevado. Pero en el siglo x ix , cnando el la originalidad se manifestara. En cambio lo contra­
dolor por algo concreto se convirtió en dolor sin fina- rio es mucho más exacto, o sea, que han. contribuido
* liclad, en desolación y últim am ente en nihilism o, las siempre a que madurase la originalidad” (p. 779).
formas pasaron a ser un medio urgente de salvación, Straw insky en su Poétique música le se referirá a este
a posar de que, en tanto que son algo cerrado y se­ párrafo, y la idea será repetida por Mallarmé y por
reno' se hallan en disonancia con lo angustioso de los Valéry, no sólo porque confirma una antigua con­
contenidos. Volvemos, pues, a encontrarnos ante una ciencia románica de la forma, sino porque en ella se
disouancia fundam ental de la-poesía moderna. De la basa una práctica favorita de los modernos, en la que
misma manera que el poema se separó del corazón, las convenciones de la rima, del número de sílabas de
la forma se separa del contenido. Su salvación sólo los versos y de la construcción de las estrofas son con­
consiste en el lenguaje, m ientras el conflicto del con­ siderados como instrumentos que actúan sobre el len­
tenido permanece sin resolver. guaje estimulando reacciones a las que el mero es­
Baudelaire expresó a menudo el concepto de la bozo de contenido del poema jamás habría llegado.
salvación por medio de las formas. Asi por ejemplo Baudelaire hizo una vez el elogio de Daumier por­
en un pasaje, cuyo significado es menos inocuo de que era capaz de representar lo más bajo, trivial y
lo que parece indicar lo ordinario de sus térm inos: degenerado con exacta precisión. Lo mismo hubiera
“El privilegio maravilloso del arte consiste en que podido decir de sus propios poemas. En ellos se com­
t al expresar artísticamente lo feo lo convierta en bello binan la mortalidad y la precisión, lo cual le s con­
y que el dolor ritmado y articulado llene el alma de vierte también en precursores de la lírica futura.
plácida satisfacción” (p. 1040). E sta frase oculta Con Novalis y Poe había penetrado en la teoría poé-

«8 5T
tica ol concepto del cálculo. B audelaire lo recoge. m anticism o. Lo que ha heredado de éste — que no
“La belleza es el resultado del entendim iento y el es poco —, Baudelaire lo convierte en dura experien­
cálculo”, escribe en el curso de una declaración muy cia, de manera que en comparación con él, los román- •
típica de él acerca de la preponderancia de lo artís­ ticos parecen estar jugando. P ara ellos seguía siendo
tico (es decir de lo artificial) sobre lo simplemente válida la interpretación escatológica de la historia
natural (p. 911). Asim ism o, la inspiración es para según la había expuesto la Ilustración en 6us ú lti­
él mera naturaleza o im pura subjetividad. Gomo úni­ mos tiem pos: interpretación en el fondo antiquísima,
co impulso de la creación poética, sólo conduce, lo que consideraba a la propia época como una época
mismo que la embriaguez del corazón, a la inexac­ final. Sin embargo, se trataba sobre todo de un esta­
titud. í'nicam ente la considera ljien venida cuándo es do de ánimo, desintoxicado en la belleza de los colo­
. el premio a una labor a rtística previa, que a su vez res que todavía podían admirarse en el ocaso de una
tiene categoría de ejercicio; entonces aparece la gra­ cultura. También Baudelaire se sitúa a sí mismo y
cia, como ocurre con un danzarín, que “se ha roto a su época en un período final, pero para ello se vale
mil veces las piernas a escondidas antes de exhibirse de otras imágenes y de otros estímulos. La conciencia
, en público” (p. 1133). No lray que olvidar el gran pa­ escatológica, que se extiende por Europa desde el
pel que Baudelaire asigna a los factores intelectua­ siglo x v n i y llega basta nuestros días, entra con él
les y volitivos dentro del acto poético. Lo mismo que en una fase de clarividencia a la vez aterrada y ate­
en ^íovalis. se inserta en estas reflexiones el concepto rradora. E n 1SG0 aparece su poema Le coucher du
de la matemática. P ara definir el acierto exacto del soleil rom antique, con una sucesión descendente de
estilo, Baudelaire lo compara con los “m ilagros de grados de luz y alegría, hasta llegar a la frialdad de
la matemática”. La m etáfora adquiere valor de la noche y al horror ante ciénagas y animales repug­
“exactitud m atem ática”. Todo ello se basa en Poe, nantes. E l símbolo es inequívoco: se refiere al oscu­
quien habló del parentesco de la misión poética con recimiento final, a la pérdida de la confianza, toda­
la “rigurosa lógica de un problema matem ático”. vía posible incluso en plena decadencia, del alma en
A través (le Mallarmé, estas ideas seguirán vigentes sí misma. Baudelaire sabe que sólo puede lograrse
hasta nuestros días. una poesía adecuada al destino de su época recu­
rriendo a lo tenebroso y a lo anormal. Éstos son los
ÉPOCA FINAL Y MODERNIDAD únicos reductos eu que el alma, cada vez más extraña
a sí misma, puede todavía bailar temas de poesía y
También desde el punto de vista temático, es per- escapar a la trivialidad del “progreso” con que se
1ccptible la desviación de Baudelaire respecto al ro­ disfraza la época final. Es, pues, consecuente cuan-

as 09
i
^ ilo llama a sus F lcu rs du M al “disonante creación todos los actos que la uatm aleza excluye. Precisa­
de las musas de la época fin al” . mente porque las m asas cúbicas de piedra de la s ciu­
Baudelaire m editó el concepto de m odernidad en dades carecen de naturaleza y a pesar de que cons­
muy otra medida que los románticos. Ése es un con­ tituyen el lugar del mal, pertenecen a la libertad del
cepto muy complejo. D esde el punto de vista nega­ espíritu, son paisajes inorgánicos del espíritu puro.
tivo, lo identifica con el m undo de las grandes ciu­ E sta argumentación se repetirá sólo fragm entaria­
dades siu verdor, con toda su fealdad, su asfalto, su mente entre los poetas más tardíos. Pero la lírica del
iluminación artificial, sus desfiladeros de piedra, sus siglo x x sigue confiriendo a la s grandes ciudades
pecados, su desolación en medio del bullicio humano. aquella m isteriosa fosforescencia descubierta por
Significa también la época de la técnica que ha pues­ Baudelaire.
to a su servicio al vapor y a la electricidad, la época E n Baudelaire mismo las imágenes de gran ciu­
del progreso. É ste es definido por Baudelaire como dad son disonantes y tienen por lo mismo una gran
“progresiva decadencia del alma y progresivo predo- intensidad. E u ellas se dan juntos luz de gas y cielo
, minio de la m ateria” (p. 7GG, aunque cu térm iuos dis­ crepuscular, perfume de flores y olor a alquitrán;
tintos de los de la primera ed ició n ); eu otra ocasión, están llenas de gozo y de lam entos y, a su vez, están
se define como “ atrofia del espíritu” (p. 1203). Nos en disonancia con las amplias curvas vibrantes de
enteramos de su “infinito asco” ante los anuncios, sus versos. Sacadas de la trivialidad, como las dro­
los periódicos, la “marea ascendente de la demo­ gas se sacan de las plantas venenosas, se convierten,
cracia que todo lo n ivela”. Lo mismo habían dicho gracias a la transformación lírica, en antídotos del
Stendhal y Tocqueville, y algo más tarde lo dirá “ vicio de la trivialidad”. Lo repulsivo se une con la
Flanbert.. Pero el concepto de modernidad, en Bau- ' nobleza de acentos y alcanza aquel “frisson galvani-
delaire, tiene también otro aspecto: es disonante, que” (estremecimiento galvánico), que Baudelaire elo­
convierte a lo negativo directamente en algo fas­ gia en Poe. Ventanas polvorientas con restos de llu­
cinador. Lo mísero, degradado, malo, tétrico y arti- via, fachadas de casas grises y descoloridas, meta­
. Acial brinda un m aterial excitante, que la poesía no les recomidos por el cardenillo, auroras como sucias
debe desdeñar, pues encierra secretos que condueii’án manchas, como sueño animal de prostitutas, estrepi­
a la poesía por caminos nuevos. Baudelaire presien­ toso rodar de ómnibus, rostros siu labios, ancianas,
te que la inmundicia de las grandes ciudades encie­ música de hojalata, ojos empapados de hiel, rastros
rra un misterio. Su lírica l a -muestra como un res- de perfumes: lie aquí algunos de los contenidos de
* plandor fosforescente. A ello se añade que, para fun­ su “galvanizada” modernidad poética. E n E liot, to­
dar el reino absoluto de lo artificial, el poeta acepta davía hoy perduran.

«i
00
t grotesco de V íctor Ilugo. A Baudelaire le parecía
E s t é t ic a db lo fbo bien el títu lo do Poe Tales o j tlie Orotcsque and the
A rabesque, “porque lo grotesco y lo arabesco repug­
Baudelaire habló a menudo de la belleza, pero, nan al rostro humano”. E n el lenguaje de Baudelaire
en su lírica, ésta se lim ita a la construcción formal lo grotesco ya nada tiene que ver con lo jocoso. Im ­
y a la vibración del lenguaje. Los objetos no sopor­ paciente frente a lo “sencillam ente cómico”, saluda
tan ya el antiguo concepto de belleza. Baudelaire se la s “sangrientas burlas” que son las caricaturas de
sirve de recursos equívocos y paradójicos para reves­ Daumier, desarrolla una “m etafísica de la comicidad
tir la belleza de un encanto agresivo, para “ sazonarla absoluta”, ve en lo grotesco el choque del idealismo
de rareza”. Para protegerla contra la trivialidad y con lo demoníaco y lo am plía con un concepto que
para que a la vez sea un reto contra ella, debe ser habrá de tener un esplendoroso porvenir: el concepto
extraña. “Pura y rara”, dice una de sus definiciones de lo* absurdo (p. 710 y sig.). Sus propias experien­
de la belleza. Pero B audelaire deseó también since- cias, junto con las de la humanidad en general, des­
« rameóte lo feo como equivalente del m isterio que iba garrada entre el éxtasis y la caída, derivan de la “ley
a penetrar, como punto de arranque der ascenso ha­ de lo absurdo” (p. 43S). E s la ley que obliga al hom­
cia el ideal. “ D e lo feo saca el lírico un nuevo en­ bre a “expresar el sufrimiento por medio de la risa”.
canto” (p. 1114). Lo deforme provoca sorpresa y ésta Baudelaire habla de la “justificación de lo absurdo” -
sirve a su vez para el “ ataque inesperado”. Con ma­ y ensalza los sueños porque revisten a lo realmente
yor intensidad que hasta entonces, la anormalidad imposible con “la terrible lógica de lo absurdo”. Lo
se afirma como premisa de la poesía moderna, e in­ absurdo se convierte en un modo de contemplación
cluso como una de sus razones de se r : irritación con­ de la irrealidad, en la que Baudelaire y los poetas
tra lo trivial y lo tradicional que, a los ojos de Bau­ posteriores quieren penetrar, para escapar a la estre­
delaire, se halla tam bién en la belleza del estilo an­ chez de lo real.
tiguo. La nueva “belleza”, que puede coincidir con lo
feo, adquiere su inquietud mediante la incorpora­
ción de lo trivial, que deforma basta convertirlo en “E l a r is t o c r á t ic o p l a c e r d e d e s a g r a d a b ”

algo extraño, y mediante “la unión de lo pavoroso


con lo demente”, como dice Baudelaire en uua carta. Una poesía que para justificarse necesita de se­
Todo ello no es más que una aceutuación de las mejantes conceptos, o atrae al lector o lo repele de­
ideas que aparecieron a partir de la “bufonería tras­ finitivamente. La separación entre autor y público,
cendental” de Friedricli Schlegel y de la teoría de lo provocada por Rousseau, había desembocado, en el

02 63
lumnnticismo, en el tem a fa v o rito — y hasta cierto car en su obra aquellas palabras que aparecen con
punto tratado m elódicam ente — del poeta solitario. mayor frecuencia. La palabra delata cuál es su obse­
Baudelaire lo recoge en un tono m ás áspero y le da sió n ” (p. l i l i ) . E stas frases de Baudelaire contienen
aquel dramatismo agresivo que a partir de entonces un excelente principio de interpretación, que se pue­
caracterizará la poesía y el arte europeos, incluso en de aplicar al propio Baudelaire. E l rigor de su mun­
aquellos casos en que la intención de desconcertar do espiritual y la insistencia en unos pocos pero in­
no se formule explícitam ente en principios, sino tensos tem as perm iten descubrir los puntos esencia­
que se. desprenda naturalm ente de la obra. Baude­ les a base de las palabras repetidas con mayor fre­
laire tenía todavía esta clase "de principios: habla cuencia. Se trata de palabras clave, que se pueden
del “aristocrático placer de desagradar”, llam a a las clasificar fácilm ente en dos grupos opuestos. Por un
Fleurs du M al “ apasionada afición a la oposición” lado están: tinieblas, abismo, miedo, desolación, de­
y “producto del odio”, celebra que la poesía provo­ sierto, prisión, frío, negro, podrido..., por otro: ím­
que un “ataque de nervios” y se jacta de irritar al petu, cielo azul, ideal, luz, pureza... Casi en todos
lector y de que éste no le comprenda. “La conciencia los poemas encontramos esta exasperada antítesis.
poética, en otra época fuente inagotable de satisfac­ A menudo la vemos contraída en un espacio breve
ciones, es ahora un inagotable arsenal de instrumen­ y convertida en una disonancia léxica: “sucia gran­
tos de tortura” (p. 519). Todo ello es mucho más que deza”, “caído y encantador”, “pánico fascinador”,
una mera im itación de los tópicos románticos. Por “negro y claro”. E sta unión de lo que normalmente
consiguiente, la s disonancias internas de la poesía no se puede unir se llama oxymoron. E s un antiguo
son también disonancias entre obra y lector. artificio del lenguaje poético que sirve para expre­
sar estados anímicos complicados. En Baudelaire
sorprende lo excesivo de su em pleo: es la figura clave
C r is t ia n is m o en r u in a s de su disonancia básica. Babou, el amigo de Baude-
1 laire, tuvo una idea feliz al convertirla en titu lo:
No cabe hablar aquí con detalle de esas disonan­ “Fleurs du M al”.
cias internas. B asta con subrayar simplemente la ya Detrás de estos grupos de palabras persisten res­
citada disonancia general entre satanismo e idealis­ tos de cristianismo. E s imposible imaginar a Bau­
mo. Ello es necesario porque con ella aparece una delaire sin el cristianismo. Pero el poeta ya no es
característica consubstancial de la lírica posterior, , cristiano. Y esta afirmación no se ve desmentida por
que llamaremos idealismo vacuo. su tan comentado “satanism o”. Quien se sepa do-
“Para conocer el alma de un poeta hay que bus- ’ minado por Satanás lleva ciertameute estigmas cris-

64 es
D. DE t i t l n i C i MODSRV1. - 5
tumos, pero eso es muy distinto de la fe cristiana en auténticamente seria del pecado, estuvo profunda­
la redención. En la medida en que puede definirse mente convencido de la culpabilidad humana — has­
con pocas palabras, diríam os que el satanism o de ta tal punto, que se habría reído de los sabios psi­
Baudelaire es el perfeccionamiento del mal mera­ quiatras que hubiesen querido explicar sus congojas
mente animal (y con ello de la trivialidad) por el mal como “ un complejo de Edipo reprimido”. Pero no
concebido por la inteligencia, con el fin de lograr dar encontraba ningiíu camino: su oración se pierde en
el salto hacia el ideal, gracias a este grado sumo de la impotencia y acaba no siendo oración. Baudelaire
malignidad. De ahí las crueldades y la perversidad escribe poemas sobre el sufrimiento y ve en él la ca­
de las P la n s du Mal. Por “ se(j de infinito” degradan racterística más noble del hombre y ve condenaciones
la naturaleza, la risa y el amor, couvirtiéndolos en que podrían acercarnos a la idea de que pervive en
demoníacos y quieren hallar de este modo el punto él un jansenismo difuso. Pero no tiene más propó­
de partida hacia lo “nuevo” . Según otra:palabra clave, sito que el de acentuar cada vez más su escisión in­
el hombre es “hiperbólico” ; está impulsado siempre terna, exagerándola hacia ambos sentidos. Ello se ve
hacia arriba por una fiebre esp iritu al; pero está tam­ claramente en su actitud frente a la mujer. La conde­
bién esencialmente dividido, homo dúplex, y tiene nación de ésta va más allá del término medio huma­
que satisfacer a su polo satánico para poder hallar no. Su tensión “hiperbólica” sólo sería cristiana si
el camino de su polo celestial. En este esquema revi­ la fe en el misterio de la redención la comprendiera
ven formas prim itivas de mauiqueísmo y gnosticis­ a ella también. Pero eso es precisamente lo que falta.
mo cristianos llegados hasta él a través de los ilu­ Jesús sólo aparece en sus poemas como metáfora pa-,
minados del siglo xviii y de Josepli de Maistre. Por sajera o como aquel a quien D ios ha dejado caer.
otra parte, esta resurrección no se explica únicamen­ Detrás de la convicción de estar condenado, se agita'
te por unas influencias, sino que en este esquema se el deseo de “disfrutar intensamente” de ello. Claro
manifiesta una necesidad del propio Baudelaire. Por que eso no puede ni imaginarse sin una herencia cris­
ello es sintomático — incluso mucho más allá de su tiana. Pero lo que queda es un cristianismo en rui­
persona — el hecho de que la intelectualidad moder­ nas. En el concepto de creación válido para los cató­
na recurra a viejas formas de pensamiento, precisa­ licos tom istas, el mal sólo tiene una importancia
mente a aquellas que responden a su escisión. accidental. Baudelaire — como en otro tiempo los
Ni aun los muchos y variados ejemplos a que se maniqueos — lo vuelve a aislar convirtiéndolo en una
suele recurrir para demostrar el supuesto cristianis­ fuerza independiente. En la profundidad y en el pa­
mo de Baudelaire alcanzan a modificar este cuadro. radójico desenfreno de esta fuerza, su lírica encuen­
Baudelaire tuvo la voluntad de orar, habló en forma tra la valentía para ser anormal. La poesía posterior

66 67
__con excepción de ]a de Kimbaud— pierde la no­ E l poema se mueve dentro de un esquema corrien­
ción del origen de su anormalidad en la podredum­ te de origen platónico y místico-cristiano. Según este
bre de un cristianismo decadente. Pero la anormali­ esquema el espíritu se eleva a una trascendencia que
dad queda. Y ni siquiera los poetas cristianamente lo transforma de tal manera, que, al mirar hacia
más rigurosos quieren o pueden resistirse a ella; tal atrás, penetra el velo qne cubre lo terrenal y descu­
es el caso de T. S. E liot. bre su verdadera esencia. Se trata del esquema de
lo que en términos cristianos se llama la ascensio
o elevatio. E sta última designación coincide exacta­
mente con el título del poema. Pero pueden obser­
V a c u id a d d e l id e a l
varse además otras coincidencias. Según la filosofía
clásica, lo mismo que según la cristiana, el cielo su­
Entre tanto y partiendo de este cristianism o en perior es la trascendencia propiamente dicha, el cielo »
ruinas se comprende otra característica de la poesía de fuego, el cmpyreum. En Baudelaire lo hallamos
de Baudelaire que tuvo también una gran importan­ designado con el nombre de “fuego claro”. Y cuando
cia para la época siguiente. Esta poesía se sostiene a continuación leem os: “purifícate”, ello nos recuer­
sobre conceptos como “ ardiente espiritualidad”, da el acto, corriente en la mística, de la purificatio.
“idear-, “ascensión”. Pero ¿ascensión hacia qué? De Finalmente, la m ísiica solía dividir el ascenso en
vez en cuando se habla de Dios. Pero casi siempre nueve moradas, cuyo contenido podía variar, pues
se le dan nombres muy generales. ¿En qué consiste? lo que importaba era el número sagrado de nueve.
La respuesta la encontramos en el poema É lévation.' E ste número se encuentra también en este poema: •
Tanto su contenido como el tono en que está escrito nueve son precisamente los reinos que el espíritu
rayan a gran altura. Tres estrofas son interpelación tiene que atravesar para llegar al ideal. La cosa no
al propio espíritu, exhortándolo a elevarse por en­ puede ser más sorprendente. ¿Se trata de una nece­
cima de lagos, valles, montañas, bosques, nubes, ma­ sidad impuesta por la tradición m ística? Tal vez sí.
res, sol, éter y estrellas, hasta una esfera de fuego Sería una necesidad parecida a la que ejerció la he--
que está más allá y que purifica de los miasmas te­ rencia cristiana sobre Baudelaire. Pero no es el caso
rrenales. Luego esta interpelación se interrumpe y de decidirlo, tanto más cuanto que puede pensarse
sigue una explicación de carácter general: feliz el también en influencias de Swedenborg y de otros neo-
que eso consigue y aprende a comprender en seme­ místicos. Lo que importa es otra cosa: precisamente
jante altura el lenguaje de las “flores y de las cosas porque el poema coincide hasta tal punto con el es­
mudas”. quema místico, resulta más evidente que algo le falta

63 e»
I
para la to ta l coincidencia, o sea, el final del ascenso es decir, el del mal satánico y el del ideal vacuo, sir­
e incluso la voluntad de llegar a él. Tres siglos antes ven para mantener despierta aquella excitación que
el místico español San J u a n de la Cruz había escri­ hace posible la huida del muudo de la trivialidad.
to: “volé tan alto, tan alto, que le di a la caza al­ Pero esta huida no tiene objeto, no va más allá de
cance”. En cambio en Baudelaire, el llegar al fin es la excitación disonante.
una posibilidad que, aunque conocida, a él no le será, El último poema, Le Voyage, que analiza todos
dada jamás, como se deduce de la s estrofas finales. los intentos de evasión, acaba con la decisión a la
De manera muy vaga se habla de “bebida divina”, muerte. Qué es lo que la muerte trae consigo, el poe­
de la “profunda inconm ensurabilidad”, de los “espa­ ma lo ignora; pero la muerte le seduce, porque es la
cios de clara lu z”, pero jam ás se habla de Dios. Tam­ única posibilidad de conducirnos a lo “ nuevo”. Y lo
poco se'nos dice cuál sería el lenguaje de la s flores nuevo ¿qué es? Es lo indeterminado, el vacío en con­
y de la s cosas que allí se llegaría a comprender. La traste con la disolución de la realidad. En la cum­
1 meta del ascenso no sólo está muy lejos, sino que está bre del ideal baudelairiano se halla, pues, el con­
vacía: es un ideal vacuo. E os hallamos ante un mero cepto de la muerte, totalm ente negativo y falto de
polo de tensión, hiperbólicam ente anhelado, pero ja­ contenido.
más alcanzado. Lo desconcertante de esta modernidad es que está
Así ocurre siempre en Baudelaire. E l ideal va­ atormentada hasta la neurosis por el impulso de huir
cuo deriva del rom anticism o, pero él lo dinamiza y de la realidad, pero que por otra parte se siente inca­
lo convierte en una fuerza de atracción, que al mismo paz de creer o de crear una trascendencia con conte­
tiempo que despierta una tensión desmesurada hacia nido preciso y lógico. E llo conduce a sus poetas a
arriba, empuja tam bién hacia abajo al hombre que una dinámica de tensión sin solución y a un m iste­
está en tensión. Lo mismo que el mal, es una violen­ rio sin más objeto. Baudelaire habla a menudo de
cia a la que hay que someterse, sin que el que obedece lo sobrenatural y del misterio. Lo que con ello quiere
' logre por ello el reposo. De ahí la equivalencia de decir sólo se entiende cuando, como él mismo, se re­
“ideal” y “ abismo” ; de ahí expresiones como por nuncia a dar a estas palabras otro contenido que
ejemplo “ideal corrosivo”, “estoy encadenado en la no sea el pvopio misterio absoluto. E l ideal vacuo,
cueva del ideal”, “inaccesible azul” . Tales expresio- lo “otro”, indeterminado, que en el caso de Kimbaud
, nes las hemos visto también en los místicos clásicos, es más indeterminado todavía y en el de Mallarmé
que con ellas designaban el yugo, lleno a la vez de se convierte en la nada, y el misterio de la lírica mo­
gozo y sufrim iento, de la gracia divina, el estado que derna que se cierra sobre sí mismo, se corresponden
precede a la beatitud. E n Baudelaire, los dos polos, perfectamente.

70 71
pieza con el verso: “ TFcnn der lahme W eber traum t,
AIacu d e l l e x g c a jb er tvebe” (cuaudo el tejedor inválido sueña que teje).
E ste verso no pretende tanto ser comprendido como
Las Flcurs du M al uo son lírica oscura. Sus esta­ ser acogido como sugestión sonora. Cada vez se se­
dos de conciencia anormales, sus m isterios y sus di­ paran más en el lenguaje la función de mensaje y la
sonancias se expresan en versos inteligibles. Tam­ función de ser un organismo independiente de cam­
bién la teoría poética de Baudelaire es perfectamen­ pos de fuerza m usical. Fero el lenguaje determina
te clara. Y no obstante, desarrolla puntos de vista y también el proceso poético que se somete a los impul­
programas que, si bien en su propia lírica no se reali­ sos que aquél encierra. Se descubre la posibilidad de
zan o sólo llegan a form as, iniciales, preparan la crear un poema a base de una combinación que ope^
poesía hermética que poco después habrá de comen­ re con los elementos rítmicos y musicales del len­
zar. Se trata principalm ente de los dos conceptos de guaje como con fórmulas mágicas. Su sentido deriva
magia del lenguaje y de fantasía. de esta combinación, no del programa tem ático: es
La poesía, especialm ente la románica, siempre un sentido flotante e impreciso, cuyo m isterio no
había conocido momentos en los que el verso se eleva­ depende tanto del significado básico de las palabras
ba a una esfera totalm ente dominada por la sonori­ como de su poder sonoro y de sus marginalidades se­
dad, que impresionaba más profundamente que el mánticas. E sta posibilidad se convierte en la poesía
contenido. Figuras sonoras a base de vocales y con­ moderna en práctica dominante. E l lírico se con­
sonantes sabiamente acordadas o a base de parale­ vierte en mago del sonido.
lismos rítmicos, embelesan el oído. Pero esta anti­ Desde muy antiguo se conoce el parentesco entre
gua poesía jamás había prescindido del contenido, poesía y magia, pero era preciso que este conoci­
sino que procuraba realzar su significado propio por miento se volviera a conquistar, después que hubo
medio de esa preponderancia del factor sonoro. E s quedado sepultado por el humanismo y el clasicismo.
fácil citar ejemplos de V irgilio, de Dante, de Calde­ Esta reconquista se inició a fines del siglo x v in . En
rón o de Hacine. A partir del romanticismo el estado América desembocó en las teorías de E. A. Poe, las
de cosas cambia. Se escriben versos que suenan más cuales respondían, por una parte, a la necesidad cre­
que no dicen. E l m aterial sonoro del lenguaje ad­ ciente y específicamente moderna de intelectualizar
quiere poder sugestivo. En combinación con uh ma­ la poesía, y por otra, a antiquísimas prácticas. La
terial léxico apropiado para los movimientos asocia­ proximidad a que ya A'ovalis, cuando habla de poesía,
tivos, da paso a infinitas posibilidades de ensueño. sitúa conceptos como los de las matemáticas y de
Véase a este respecto el poema de Brentano que em­ la magia, es un síntoma de modernidad. Estos dos

73 78
conceptos (u otros muy parecidos) pueden encontrar­ Los sonidos se unen formando palabras y éstas se
se desde Baudelaire hasta nuestros días cuando los agrupan finalmente formando temas, con los que, en
líricos reflexionan acerca de su arte. últim o térm ino, se elabora un tejido inteligible. S e
Baudelaire tradujo a P oe y con ello le aseguró, erige, pues, en teoría lógica lo que en STovalis íu e
al menos en Francia, toda la gran consideración de sólo un esbozo y un presentim iento: la poesía n ace
que gozó hasta muy entrado el siglo x x , considera­ del impulso del lenguaje, el cual, por su parte, y obe­
ción de la que, por otra parte, lo s autores anglosajo­ deciendo a la “nota” prelingüística, señala el camino
n es— incluso E lio t — suelen m aravillarse. N os re­ donde se encuentran los contenidos; éstos no son y a
ferimos a dos ensayos de P oe: A P hilosopliy o / Com- propiam ente la sustancia del poema, sino que son por­
pesition (1S1G) y The P o e tic P rin cipie (1S19). Se tadores de las fuerzas musicales y de su s vibraciones
trata de verdaderos m onum entos de una inteligencia m ás allá del significado. Poe demuestra, por ejemplo,
artística que saca sus conclusiones de la observa­ que la palabra “P a lla s”, en uno de sus poemas, debe
ción de la propia poesía. En ellos se encarna el en­ su existencia a una nada rigurosa asociación con lo s
cuentro de la poesía y, a un nivel no inferior (en versos precedentes, no menos que a su encanto sono­
este caso incluso superior), la reflexión acerca de la ro. Poco después describe la ilación lógica — pura­
poesía, lo cual es también un síntom a esencial de mente secundaria — como mera sugestión de lo in­
modernidad. Baudelaire tradujo el primer ensayo determinado, porque de este modo se conserva la do­
completo, y el segundo sólo fragmentariamente. Pero m inante tónica y no pasa la supremacía a la domi­
se identificó explícitam ente con las teorías expuestas nante de contenido. E sta clase de poesía se explica
por P o e: por lo tanto, pueden considerarse como las como una entrega a fuerzas mágicas del lenguaje.
suyas propias. Por otro lado, la atribución de un contenido ulterior
La innovación de Poe consiste en invertir el or­ a la nota previa, debe hacerse con “precisión m ate­
den de los actos poéticos, según venía aceptándose m ática”. E l poema es un ente cerrado en sí mismo,
de estéticas anteriores. Lo que parece ser el resul­ que no comunica ni verdad ni “embriaguez del cora­
tado, es decir, la “ form a”, es el origen del poema; zón” ; no comunica nada, sino que simplemente es:
lo que parece ser el origen, en el “contenido”, es el uthe poem per se” . En estas ideas de Poe se basa la
resultado. Al principio del proceso poético hay una moderna teoría poética que se desarrollará en torno
“nota” insistente y previa al lenguaje dotado de con­ al concepto de “poésie puren.
tenido: algo así como una entonación sin forma. Probablemente Novalis y Poe conocieron lá s ideas
Para dársela, el autor busca aquellos materiales so­ de los iluminados franceses. De Baudelaire nos cons­
noros del lenguaje que están más cercanos a esa nota. ta concretamente. Y a estas ideas (en las que el sim-

n 75
bol ¡sino tiene también gran parte de su origen) per- N o im porta que las F lcurs du M al recurran sólo
i tenece también una teoría especulativa del lenguaje, escasam ente a esta m agia del lenguaje, por ejemplo
según la cual la palabra no es una creación casual bajo la form a de rimas poco corrientes, de asonan­
del hombre, sino que responde a la unidad cósmica cias distantes, de curvas sonoras o de series de voca­
primigenia; el sim ple hecho de pronunciarla provoca les que imponen un sentido y que no están im puestas
un contacto mágico entre quien la pronuncia y aquel por él. E n sus afirmaciones teóricas, en cambio, Bau-
origen remoto; en cuanto palabra poética, sumerge delaire va mucho más allá: con ellas anuncia una
de nuevo las cosas triviales en el m isterio de su ori­ lírica que en aras de la s fuerzas m ágicas sonoras
gen metafísico y descubre la s recónditas analogías renuncia cada vez más al orden objetivo, lógico, afec­
que existen entre los d istin tos miembros del Ser (1). tivo e incluso gram atical y se deja imponer conteni­
Como Baudelaire estaba fam iliarizado con estas dos procedentes de los impulsos de la palabra, que
ideas, no tenía que serle d ifícil adoptar la s teorías jamás hubiera encontrado por medio de un plan re­
poéticas de Poe, que tal vez proceden de la s mism as flexivo. Se trata de contenidos de sentido anormal,
fuentes. También Poe habla de la necesidad de la situados en el lím ite o incluso más allá del lím ite de
palabra en una frase que más tarde habrá de citar lo comprensible. Aquí se cierra precisamente el círcu­
Mallarmé: “ Hay en la palabra algo de sagrado, que lo, aquí se muestra otra característica coherente de
nos impide jugar con ella como con un juego de azar. la estructura de la lírica moderna. Una poesía cuyo
Dominar artísticam ente una lengua equivale a ejer­ ideal es vacuo se escapa de la realidad por medio de
cer una especie de conjuro m ágico” (p. 1035). E sta la creación de una esfera de m isterio incomprensi­
fórmula de “ conjuro m ágico” se repetirá con fre­ ble. A sí puede buscar todavía mayor apoyo en la
cuencia, referida incluso a las artes plásticas. E s la m agia del lenguaje, por cuanto al operar con las
expresión de un pensamiento que pertenece al mundo posibilidades sonoras y asociativas de la palabra se
de representaciones de la m agia y de la m ística se­ descubren otros contenidos de sentido oscuro, pero
cundaria (ocultismo). Expresiones como “fórmulas al mismo tiempo también m isteriosas fuerzas mági­
mágicas” u “operaciones m ágicas” no son menos cas de la pura sonoridad.
corrientes. Y finalmente aparece otra palabra clave:
“sugestión” ; más adelante volveremos a ocuparnos 'F a n t a s ía c r e a d o r a
de ella.
Baudelaire nos habla repetidamente de su “asco
(1) Véanse m is detalles en H. Frtedrlch, Die SprachthcorUn ante la realidad”. Con ello se refiere a la realidad
der frnmi'mischcn Jlluminatcn (Las teorías del lenguaje de los ilu­
minados franceses) j publicado en : “Deutsct# Ylcrteljabracbrlít lür trivial y natural, ambas equivalentes para él a la
Llterutunviss. u. GeisU'tigesrh.", 1935.

78 7T-
!

negación del espíritu. E s característico que nada le ( “rúve”) y fantasía ( “jú n ta m e ”) . Con más decisión
entristeciera tanto, cuando la s F leurs du Mal fueron que Rousseau y Diderot, Baudelaire los eleva al rango
condenadas legalinente, como la acusación de realis­ de superior facultad de creación. Y decimos facul­
mo. Ello es lógico, porque este concepto servía en­ tad “de creación” y no “creadora” para subrayar
tonces para designar una literatura que presentaba mejor la idea de las fuerzas intelectuales y volitivas
aspectos estética y ni oralmente repugnantes de la que se hallan im plícitas en sus conceptos de sueño
realidad sin otra intención que presentarlos. En cam­ y fantasía y que encuentran asimismo expresión eñ
bio, la lírica de Baudelaire aspira, no a ser una co­ el hecho de que — en la misma esfera — se hable de
pia, sino una transform ación. Baudelaire dinamiza m atem áticas y de abstracción.
el impulso del mal basta lo satánico, enciende las Claro está que también encontramos empleado el
imágenes de m iseria hasta “el estremecimiento gal­ termino sueño en su significado antiguo, por ejemplo
vánico”, trata los fenómenos neutros de tal manera cuando Baudelaire se refiere a las más variadas for­
que simbolizan estados íntim os o aquel mundo m iste­ mas de la intimidad, del tiempo interno y del ansia
rioso e indeterminado que, en él, llena el ideal vacuo. de lejanía. Pero también aquí se acentúa sobrada­
Xo tendría sentido llamar realista o naturalista a mente la supremacía de los sueños sobre la proximi­
Baudelaire. En sus temas más duros y más repulsi­ dad objetiva, el contraste cualitativo entre la ampli­
vos arde con más ímpetu que nunca su “ encendida tud del sueño y la estrechez del mundo real. Pero
espiritualidad”, que se esfuerza en escapar a todo sobre todo hay que considerar este concepto en su
lo real. Y este esfuerzo se puede observar también acepción más elevada y más dura, o sea, cuando el
en muchas peculiaridades de su técnica poética. sueño se diferencia explícitam ente de la “blanda me­
La precisión de la expresión objetiva afecta sobre lancolía”, de la “mera efusión” y del “corazón”. E n
todo a la realidad envilecida hasta el extremo, o sea, el prólogo a la traducción de las Nouvelles E isto ires
a la realidad ya transformada, mientras sorprende, de Poe, Baudelaire llama al sueño lo “brillante, mis­
en cambio, la curiosa falta de localización de los con­ terioso, perfecto como el cristal”. E l sueño es un
tenidos imaginativos — la teudencia a emplear adje­ poder de generación, pero no de percepción, que en
tivos afectivos en lugar de otros objetivamente más ningún caso actúa, ciega y arbitrariamente, sino de
exactos—, la delimitación sin estética de los lím ites manera exacta y según un programa. Pero en cual­
lógicos r otras cosas por el estilo. quier forma que se presente, lo que le distingue es
Entre los nombres que Baudelaire da a esta fa­ siempre la creación de contenidos irreales. Puede ser
cultad de transformar, de “desrealizar” la realidad, una disposición poética, pero también puede provo­
hay dos que se repiten con gran insistencia: sueño carse y pouerse en marcha por medio de estupefa-

78 79
cientos y de drogas, o surgir de estados psieopatoló- es material de esfuerzo artístico: la estatua es para
gicos. Todos estos estím ulos sou válidos para la “ope­ él más preciosa que el cuerpo viviente, el decorado
ración m ágica” gracias a la cual los sueños hacen escénico que representa un bosque, más que el bos­
prevalecer la irrealidad artificial por encima de la que natural. No cabe duda de que este modo de pen­
realidad. sar es latino, pero la manera extrema de aplicarlo es
Cuando Baudelaire dice que el sueño es “perfecto moderna. Semejante equiparación de lo artificial con
como el cristal”, la comparación no es mera casua­ lo inorgánico, este modo tan categórico de excluir
lidad. Con esta expresión se asigna un rango deter­ de la poesía lo real, sólo tiene precedentes, a lo sumo,
minado al sueño, al compararlo con lo inorgánico. en una literatura con la que la poesía moderna tie ­
Anteriormente X ovalis había ya escrito: “Las pie­ ne por lo demás seci'etos vínculos, es decir, la litera­
dras y las sustancias son sublimes: el hombre es el tura barroca española.
verdadero caos”. E sta inversión de jerarquías, pro­ Pero incluso en ella hubiera sido imposible T in
cedente de fuentes alquímicas, reaparece regularmen­ poema como el R eve parisién de Baudelaire, el texto
te en Baudelaire siempre que trata el tema de los fundamental para ver cómo espiritualiza lo arti­
sueños. Se completa degradando la naturaleza basta ficial e inorgánico. Xo aparece en él una ciudad real,
el caos y la impureza. E llo quizás no sorprenda de sino una ciudad de sueño, construida deliberadamen­
momento tratándose de un autor latino, pero ya no te; imágenes cúbicas, de las que está desterrado todo
se puede explicar partiendo únicamente del pensa­ lo vegetal; arcadas gigantescas que rodean el único
miento latino. Bajo el término de naturaleza, Bau- elemento en movimiento, aunque sin vida: el agua;
delaive entiende lo vegetativo, así como también las abismos diamantinos, bóvedas de piedras preciosas;
ordinarias bajezas de los hombres. Con las imágenes ni sol ni estrellas: sólo una negrura que brilla por sí
de lo inorgánico, sitúa el símbolo del espíritu abso­ misma; todo ello sin hombres, sin lugar, sin tiempo,
luto tan por encima de los hombres que da pie a que sin sonido. Se ve perfectamente lo que el título “sue­
surja una nueva tensión disonante. Lo mismo ocurre ñ o” significa: creación de un cuadro a partir de una
todavía entre los pintores del siglo x x . Sus cuadros espiritualidad constructiva que expresa su victoria
cubistas o de colores irreales se avienen perfecta­ sobre la uaturaleza y sobre el hombre con los símbo­
mente con el hecho de que — como Mure, Beckmann los de lo mineral y lo metálico y que proyecta las imá­
y otros — hablen de la naturaleza como de algo im­ genes que ha construido en el ideal vacío. De aquí se
puro y caótico: la estructura debe imponerse, y no reflejan, brillantes para el ojo, inquietantes para el
limitarse a ser un influjo. A los ojos de Baudelaire, alma.
lo inorgánico logra su suprema importancia cuando

80 81
1. M Ll LfSUCA UODS1.VA. - •
a la luna” (p. 311). Pero desde el punto de vista de
D e s c o m p o s ic ió n t d e f o r m a c ió n la época siguiente — y basta pensar en B im baud—
se ve la osadía y la im portancia futura de aquella
La aportación inás im portante de Baudelaire al frase sobre la fantasía. Por otra parte, no hay que
nacimiento de la lírica y el arte modernos consiste perder de vista la dirección básica, es decir, el afán
probablemente en sus afirmaciones acerca de la fan­ de huir de la angosta realidad. La verdadera agu­
tasía. Para él — lo mismo que el sueño — constituye deza del concepto de fantasía se m anifiesta allí don­
la facultad de creación, “la reina de las facultades de se le hace contrastar con un proceso de pura y
humanas”. ¿Cómo opera? En 1S59 Baudelaire escri­ simple copia. De ahí la protesta de Baudelaire con­
be: “La fantasía descompone toda la creación; y con tra la fotografía entonces naciente: es una protesta
los materiales recogidos y dispuestos según leyes desde el punto de vista de la frase antes citada. La
cuyo origen sólo puede encontrarse en lo más pro­ obra de la fantasía es llam ada en otra ocasión “idea­
fundo del alma, crea un mundo nuevo” (p. 773). Ello lización forzada” (p. S91). Idealización no significa
constituye una frase fundam ental de la estética mo­ ya aquí, como en la antigua estética, embellecimien­
derna. Su modernidad consiste en situar al princi­ to, sino “desrealización”, y presupone un acto dicta­
pio del acto artístico la descomposición, es decir, un torial. Parece como si por el mero hecho de que el
proceso destructor, que Baudelaire subraya aún por mundo moderno aplicase su ciencia técnica, bajo la
cuanto, eu un pasaje de una carta parecida, comple­ forma de fotografía, a copiar la realidad, esta rea­
ta el término “descomponer” con el de “escindir”. lidad positiva y lim itada se consumiera más de prisa
Descomponer y escindir la realidad en sus partes y las fuerzas artísticas se volvieran tanto más enér­
equivale a deformarla. E l concepto de la deforma­ gicamente hacia el mundo no objetivo de la fantasía.
ción aparece a menudo en Baudelaire y cada vez se E sta reacción es parecida a la que produjo el posi­
le da un sentido afirmativo. En la deformación im­ tivismo científico. Baudelaire condena por igual la
pera el poder del espíritu. Lo que nazca como “un fotografía y las ciencias naturales. Desde el punto
mundo nuevo” a partir de esta destrucción ya no po­ de vista artístico, la interpretación científica del
drá ser un mundo ordenado realísticamente. Será mundo es considerada como un empequeñecimiento,
una imagen irreal que ya no se dejará regir por las como una pérdida del misterio, y por lo tanto debe
leyes normales de la realidad. compensarse con el máximo despliegue del poder de
En Baudelaire todo ello se limita a esbozos teóri­ la fantasía.
cos. En sus poemas sólo encontramos muy escasos Este proceso que se desarrolla en Baudelaire tie ­
ejemplos, como cuando dice que “las nubes empujan ne una importancia incalculable hasta la actualidad.

S2 83
En una conversación, Baudelaire dijo: “Quisiera pra- Baudelaire, que lógicamente conduce a otro concepto,
1 dos teñidos de rojo, árboles teñidos de azul”. Rim- de este tipo: la abstracción. Ya Novalis lo había em­
batid compondrá poemas sobre tales prados, y en el pleado como determinante esencial de la fantasía.
siglo .\x habrá artistas que los pialarán. Para Baude- Y ello se comprende, porque la fantasía es la facnl*
laire, ttu arte nacido de la fantasía creadora podrá tad que permite crear lo irreal. Cuando Baudelaire
definirse como “surnat uralism e” : por tal se entiende dice “abstracto” significa sobre todo “m ental” en el
un arto que desobjetiva las cosas en líneas, colores, sentido de “ no objetivo”. Y aquí se vislumbran otros .
movimientos, accidentes cada vez más independientes, puutos de partida de la poesía y el arte abstractos,
y que proyecta sobre ellas aquella “luz m ágica”, que derivados del concepto de una fantasía ilimitada,
aniquila su realidad en el misterio. Del “surnatura- cuyo equivalente son las líneas y los movimientos sin
lisine”, Apollinaire derivará, en 1917, el “surréalis- objeto. A estos últimos Baudelaire los llama “arabes­
me” — y con razón, ya que con ello designa la con­ cos” : he aquí otro concepto que prosperará. “E l ara­
tinuación de lo que quería Baudelaire. - besco es el dibujo más espiritual” (p. 1192). Grotesco
y arabesco habían sido ya emparentados por Novalis,
Gautier y Poe. Baudelaire los' aproxima todavía más
A b s t r a c c ió n y a r a b e sc o entre sí. En su sistema estético, grotesco, arabesco
y fantasía andan de la mano: esta últim a es la facul­
En otra frase se aúnan la imaginación y la in teli­ tad de los movimientos abstractos, es decir, de los
gencia. En 1S5G Baudelaire escribe en una carta: “E l movimientos del espíritu completamente independien­
poeta es la máxima inteligencia, y la fantasía es la tes de todo objeto; los dos primeros son el resultado
facultad más científica de todas” (Correspondance, I, de esta facultad.
página 308). La paradoja contenida en esta frase Entre los poemas en prosa hay uno breve que se
apenas parece boy menos paradójica que en el mo­ refieren al tirso o vara de las bacantes. La fantasía
mento en que se escribió. La paradoja consiste en creadora le transforma en una figura de líneas y
que precisamente aquella misma poesía que, ante un colores danzantes, para los que la vara, según dice
mundo desentrañado y tecnieizarlo por la ciencia, se el texto, sólo sirve de pretexto — pretexto también
lanza a la irrealidad, exige para crear lo irreal la para “el movimiento ondulatorio de la palabra”.
misma exactitud y la misma inteligencia que ha con­ E ste último comentario se refiere a la relación con
vertido la realidad en algo trivial y sin horizontes. la magia del lenguaje. El concepto de arabesco, de
Más adelante insistirem os sobre ello. De momento líneas libres de todo sentido, se enlaza con el con­
se trata sólo de hacer ver la línea de pensamiento de cepto de la “frase poética”. Esta, según escribo Bau*

84
dfin iré cu un embozo de prólogo a las F leu rs <Ju M al,
es una pura sucesión de sonidos y m ovim ientos, ca­
paz de formar una línea horizontal, ascendente o des­
cendente, una espiral, un zigzag de ángulos super­
puestos. Y, precisam ente por ello, la poesía se apro­
xima a la m úsica y a la m atemática.
Belleza disonante, elim inación del corazón en el III. RIMBAÜD
asunto de la poesía, conciencia anormal, ideal vacuo,
desobjetivación y m isteriosidad, nacidos de la s fuer­ CARACTERÍSTICAS PRELIMINARES
zas mágicas del lenguaje y de la fantasía absoluta y
semejantes a las abstracciones de la m atem ática y a U na vida de treinta y siete años; una actividad
las curvas m elód icas: be aquí los elem entos con que poética que empieza en la infancia y que se in te­
Baudelaire preparó la s posibilidades que habían de rrumpe al cabo de cuatro años; después, en medio
adquirir realidad en la lírica del porvenir. de un silencio literario absoluto, un inquieto viajar
Tales posibilidades tienen su origen en un hom­ de un lado para otro, que hubiera querido llegar has­
bre estigm atizado por el romanticismo. D el juego ro­ ta A sia, pero que tuvo que contentarse con el Pró­
mántico, Baudelaire hizo una seriedad no rom ántica; ximo Oriente y con África Central, Heno de m últi­
con ideas m arginales de sus maestros construyó nn ples actividades en ejércitos coloniales, canteras, ne­
edificio mental cuya fachada les da la espalda. Por gocios de exportación, y finalmente tráfico de armas
eso se puede dar a la lírica de sus herederos el nom­ para el Negus de A bisinia; al margen de todo elloj
bre de romanticismo desromantizado. informes para sociedades geográficas acerca de regio­
nes africanas hasta entonces inexploradas; dentro
de aquel brevísimo período de actividad poética, una
velocidad de evolución vertiginosa, que al cabo de
dos años le había llevado a rebasar no sólo el marco
dentro del cual se había iniciado, sino también las
tradiciones literarias que había detrás de él, y a crear
un lenguaje que todavía hoy continúa siendo la fuen­
te de la lírica moderua: he aquí algunos datos per­
sonales respecto a Bimbaud.
La obra responde a este ímpetu. E s muy reduci-

n 87
da, pero se le puede aplicar una palabra clave del líneas truncadas, imágenes de agudo sentido, pero
* propio Rim baud: explosión. Empieza con versos liga­ irreales; pero todo ello de tal manera, que, en aque­
dos. para pasar al verso libre y desmembrado y de lla unidad, vibra el caos, sin el cual no hubiera lle­
ahí a la poesía en prosa asimétrica y ritmada de las gado a tener existencia lingüística en la unidad de
Ilhnnm ations (1S72-1S73) y de la Sa ison en enfer una musicalidad superior a los sentidos, que recorre
(1S73) (1). E sta simplificación de las formas, prepa­ todas las armonías y todas las disonancias. E l acto
rada ya por poetas anteriores, se realiza en favor de lírico se desplaza cada vez más de la expresión de
una lírica dinámica, que usa de lo objetivo y de lo un contenido a una manera de ver dictatorial, y con
formal como de medios cualesquiera de su libertad. ello a una técnica de expresión totalm ente insólita.
Tor lo demás, podemos prescindir de la división de E sta técnica ni siquiera necesita basarse en la des­
la obra en verso y prosa. Sería más lógica otra divi­ trucción del orden sintáctico. Incluso, para un poeta
sión : la de la obra en dos m ita d es: la primera hasta tan volcánico como Rimbaud, ello ocurre más bien ra­
mediados de 1871, en que term ina aproximadamente ras veces; y más raramente aún en el pacifico Ma-
la poesía inteligible, y otra que comprendería la poe- llarmé. A esta técnica le basta-con poner más tensión
' sía ulterior, oscura y esotérica. en el contenido caótico de las frases, que se sim pli­
La poesía de Rimbaud se puede comprender de fican hasta el primitivismo.
momento como realización de las ideas teóricas de
Baudelaire. Pero nos ofrece un cuadro totalmente
transformado. Las tensiones, insolutas, pero ordena­ D e s o r ie n t a c ió n • .
I
das y rigurosamente formales de las Fleurs du M al,
se convierten aquí en absolutas disonancias. Los te­ Los efectos que produce esta poesía son desorien­
mas, que sólo de vez en cuando se suceden aun vaga­ tadores. E n 1920, J. Riviére escribía acerca de Rim-
mente, presentan un sinfín de interrupciones y las baud: “Su mensaje consiste en desorientarnos” . E sta
más dé las veces aparecen, confusamente entremez­ frase es justa, por cuanto reconoce un mensaje en
clados. E l núcleo de esta poesía apenas puede decirse Rimbaud. A sí lo confirma una carta de Claudel a
que sea tem ático; más bien parece una excitación tur­ Riviere, en la que habla de su primera lectura de la s
bulenta. A partir de 1S71 ya no consiste en tramas Illum inations y continúa diciendo: “ Por fin salí del
cuyo desarrollo pueda seguirse, sino en fragmentos, mundo repulsivo de un Taine y de nn Renán, de
aquel abominable mecanismo, gobernado por leyes
(1) Estas tedias han sido puestas en duda por BoulUane de
Lóeoste, a base de algunos argumentos sugestivos aunque no Irreba­ inflexibles y además perfectamente fáciles de reco­
tibles, según loa cuales Lea Illuminatlon* serían la última obra d«
Rimbaud. nocer y de aprender. H a sido para mí la revelación

83 8»
»le lo sobreñalural”. Claudcl aludo al positivismo gran te calificación de joven perturbado por la pu­
'► cien ti Hco, que so basa on la convicción de que es po­ bertad, en toruo al cual se han formado las leyendas
sible explicar totalmente el cosmos y el hombre, sofo­ más exageradas. Un frío análisis puede perfectamen­
cando asi las fuerzas artísticas y espirituales sedien- te desmentir estas exageraciones, pero tendrá que
' tas de misterio. Por ello la poesía hermética, que reconocer en ellas una consecuencia de la fuerza que
huye del mundo explicable del pensamiento riguro­ emana de Rimbaud. Cualesquiera que sean los jui­
samente científico para lanzarse al mundo rigurosa­ cios que se formulen sobre 61, todos coinciden en que
mente enigmático de la fantasía, puede servir de no se puede prescindir del fenómeno Rimbaud, que
mensaje que ayude a quien lo recibe a dar un salto apareció y se apagó como un meteoro, cuya estela de
* parecido. Quizás sea éste uno ele los motivos funda- luz sigue aán brillando, empero, en el firmamento de
j mentales de la atracción que Rimbaud ha ejercido la poesía. Autores que no le hau conocido hasta tarde
sobre las generaciones posteriores. Su caos irreal era y que escribieron sin estar bajo su influencia, aflrman
una emancipación con respecto a la realidad opri- que su propia obra procede de la misma “necesidad
mente. Claudel le debe el impulso hacia la convcr- de expresión” que la de Rimbaud, es decir de la ine­
' sión; de ésta sólo Claudel es responsable. Rimbaud ludible expresión de las “situaciones íntim as” que
merece menos aún que Iínudelaire el calificativo de se repiten en un determinado período de cultura.
cristiano, aunque sus poemas encierren fuerzas em­ A sí se expresaba aun recientemente Gottfried Benn.
parentadas con el éxtasis religioso. Tales fuerzas,
en él, se pierden en la nada de una vacua sobrena­
turalidad. L as “ C a iit a s del V i d e n t e ” ( t r a s c e n d e n c ia vacua,
La impresión que causan los textos de Rimbaud ANORMALIDAD DELIBERADA, MUSICA DISONANT®)
es tanto más desoricnladora por cuanto parte de un
lenguaje que no sólo nos hiere con sus golpes bruta­ En 1871 Rimbaud escribió dos cartas, en las que
les, sino que os capaz <lc la s más fascinantes melodías. esbozó el programa de la poesía futura. E ste progra­
A veces parece como si su autor flotara en una bea­ ma coincide con la segunda fase de su propia poesía.
titud sobrenatural, como si viniera de otro mundo, Puesto que estas cartas giran en torno al concepto
resplandeciente y encantado. Gide le llama “zarza del vidente (vo ya n t), es costumbre designarlas como
ardiente”. Para otros es un ángel; Mallarmé habla “Cartas del Vidente” (p. 251 y sig.). En ellas se
del “ángel en el exilio”. Su obra disonante provoca confirma que también para Rimbaud, la poesía mo­
, los juicios más contradictorios, que van desde su derna debe ir acompañada de la reflexión acerca del
exaltación al rango de poeta supremo hasta la deni­ arte poético.

oo 91
Que el poeta se erija en vidente no es ninguna ¿Cuál es el sujeto de esta mirada? Las frases con
1 novedad. La idea tiene su origen entre los griegos. que Rimbaud contesta a esta pregunta se han hecho
El platonismo renacentista la volvió a desenterrar. fam osas. “ Porque “y o ” es_ otro^ Cuando la hojalata
A través de Montaigne llegó hasta Rimbaud, el cual se despierta en forma de trompeta, no hay que echar­
ya de estudiante había aprendido de memoria uno le la culpa. Yo estoy presente al despertar de m i
de los Ensayos en que M ontaigne combina dos frag­ pensam iento, yo lo contemplo, yo lo escucho. Trazo
mentos de Platón acerca de la locura poética. Tal una línea con el arco y la sinfonía se mueve en la
vez se sumaran a ello rem iniscencias de V íctor Hugo, profundidad. E s un error-decir: pienso. Habría que
pero lo importante es el sentido que Rimbaud da a decir: me pieHsan.” E l sujeto que actúa no es por
esta idea. ¿Qué es lo que ve e f poeta vidente y cómo lo tan to el yo empírico. Hay otras fuerzas que actúan
se convierte en tal? Las respuestas no tienen nada en su lugar, fuerzas subterráneas, de carácter “pre­
de griegas; por el contrario, son muy modernas. personal”, pero capaces de imponerse violentam ente.
La finalidad del escribir poesía es “llegar a lo des­ Sólo ellas son el órgano adecuado para mirar lo “des­
conocido’’, o, dicho de otro m odo: “ ver lo invisible, conocido”. Claro que en estas frases se vislumbra
, oir lo inaudible”. Conocemos ya estos conceptos; el esquema m istico: el propio abandono del yo, por­
j proceden de Baudelaire y, lo mismo que para él, son que la inspiración divina lo subyuga. Pero la domi­
palabras claves de la trascendencia vacua. Rimbaud nación viene ahora de abajo. E l yo se hunde, es
tampoco da de ellas ninguna definición m ás precisa, desarmado por las capas profundas colectivas (“Váme
sino que se queda con la definición negativa 'de la vniverselle ” ). Estam os en el umbral donde la poesía
finalidad anhelada. La califica de “no corriente”, moderna empieza a dejarse sugerir por el caos del
“no real”, a lo sumo de “lo otro” ; pero no le da con­ subconsciente, nuevas experiencias que el gastado
tenido. Los poemas de Rimbaud confirman lo mismo. m aterial del mundo ya no puede darle. Se comprende
Su volcánico modo de lanzarse fuera de la realidad que los suprarrealistas del siglo x x reivindiquen a
es ante todo un modo de dar salida a ese mismo ím ­ Rimbaud como uuo de sus ascendientes.
petu explosivo, y luego la deformación de la realidad Todavía mayor importancia tiene la continuación
en imágenes, que, aunque irreales, no son el signo de de esc proceso intelectual: el abandono del yo por sí
una verdadera trascendencia. Lo “ desconocido” es mismo debe lograrse mediante un acto operativo, di­
también en Rimbaud un polo de tensión sin conte­ rigido por la voluntad y la inteligencia. “Quiero lle­
nido. La mirada poética penetra en el misterio vacío gar a ser poeta y trabajo para serlo” ; he aquí el prin­
i a través de una realidad conscientemente hecha pe­ cipio volitivo. Su realización consiste “en desordenar
dazos, lenta, infinita y concienzudamente todos los sentí*
i
92
I
j o s ”. Más aún: “Se trata Je crearse uu alma con­ frimiento meramente armonioso” de tipo romántico.
trahecha, como uu hombre que se plantase verrugas Cuando su poesía hace cantar cosas y seres, suenan
en la cara y las cuidase para que crecieran” . E l im­ gritos y bramidos, que se intercalan en la canción
pulso poético se pone en marcha por medio de la pro­ y el canto: música disonante.
pia mutilación, del afeamiento activo del alma. Todo Volvamos a las cartas. En ellas se encuentra la
“para alcanzar lo desconocido”. E l que mira lo des­ magnífica frase: “E l poeta define la media de lo des­
conocido, es decir el poeta, se convierte en el “gran conocido que se agita en el alma colectiva de su épo­
enfermo, el gran criminal, el gran m aldito: el sabio ca”. Inmediatamente sigue la declaración programá­
máximo”. De manera que la anormalidad 3 *a no es un tica de la anormalidad: “La anormalidad se conver­
destino que se acepta, como -en otro tiempo hacía tirá en norma”. Semejante declaración culmina en
Rousseau, sino un aislam iento por cuestión de prin­ esta fra se: “E l poeta llega a lo desconocido, e incluso
cipio. E l componer poemas se asocia definitivamente en el caso de que, ofuscado, no acierte a comprender
a la premisa de que la voluntad destruya el tejido sus propias visiones, por lo menos las habrá contem­
anímico, ya que semejante destrucción hace posible plado. Aunque él sucumba en su gigantesco salto a
el ciego precipitarse a la profundidad prepersonal través de lo inaudito e innominable, otros horribles
y a la trascendencia vacía. Estamos muy lejos del trabajadores vendrán y empezarán a partir de los
vidente griego, a quien las musas hablaban de los horizontes donde él haya desfallecido.”
dioses. P oeta: el que trabaja en la explosión del mundo
La poesía nacida de semejante operación se llama por medio de una imaginación poderosa que penetra
“lenguaje nuevo”, “lenguaje universal”, para el que en lo desconocido y allí se estrella. ¿Presintió acaso
da lo mismo tener o no tener forma. E s un tejido de Riinbaud que los modernos poderes enemigos entre
“estrañeza, arbitrariedad, asco y embeleso”. Todas sí, es decir el obrero técnico y el obrero poético, se*
las categorías se bailan a un mismo nivel, lo mismo cretamente se encuentran, puesto que ambos son dic­
la belleza que la fealdad. La demostración de su va­ tadores, el uno sobre la tierra, el otro sobre el alma?
lor consiste en la excitación y en la “música”. Rim-
baud, en su poesía, habla constantemeute de la mú­
sica. La llama “la música desconocida” ; la oye en R u p t u r a d e l a t r a d ic ió n

“castillos hechos de huesos”,.en la “ canción de acero


de los postes telegráficos” ; la música es el “canto La revolución im plícita en este programa, no me­
claro de la nueva desgracia”, es “la música más in­ nos que en los propios poemas, se dirige también ha­
tensa” en la que ha quedado aniquilado todo “el su­ cia atrás y destruye la tradición. Ciertamente sabe-'

94 95
Imos que* en su niñez y en su adolescencia, Rimbaud
, dida de la auténtica conciencia de continuidad y de
tuvo verdadera pasión por la lectura y sus poemas su sustitución por el liistoricism o y por las coleccio*
• están Henos de reminiscencias de autores eontempo- ( nes m useísticas, suscita en algunos artistas del si*
' ? róñeos y del siglo x ix anteriores a él. Pero incluso j glo x ix una reacción que les lleva a rechazarlo en
'! lo que a ellos puede referirse tiene el acerado timbre I bloque. Y ésta era una característica permanente del
' propio de Rimbaud, lio de sus modelos. El patrimonio arte y la poesía modernos.
literario adoptado por él se transforma en algo to* .Durante su época de estudiante, Rimbaud fue un
; talmente diferente, ya por sobrecalentamiento, ya hum anista aplicado. Sin embargo, en sus textos la
! por congelación. En el caso de Rimbaud, estas remi- ' Antigüedad clásica aparece siempre caricaturizada,
| uiscencias sólo tienen un valor secundario. Confir- j E l mito es degradado y asociado a lo ordinario: “ba­
man lo mismo que en todos los demás casos, esto es, cantes de suburbio” ; Venus escancia el aguardiente
I que ningún autor puede partir de la nada: es de- a los obreros; en una gran ciudad, unos ciervos ma­
•} cir, no permiten ninguna conclusión específica para man de los pechos de D iana. Lo grotesco, que Víctor
l¡ Rimbaud. Más bien bay que buscarla, en todo caso, I Hugo había tomado de la s humoradas medievales, se
■ en la violenta transform ación de lo leído y en su extiende, como en Daumier, al mundo de los dioses
; actitud do deliberada ruptura con la tradición y de clásicos. En el soneto Venus Anadyoméne, este afea-
•¡ exacerbado odio contra ella. “ Maldecid a los antepa- ¡ miento es radical. E l títu lo se refiere a uno de los mi-
vj sados”, dice en la segunda C arta del vidente. Nos t tos figurativamente más hermosos: el nacimiento de
I han llegado expresiones suyas según las cuales en­ ’ Afrodita de la espuma del mar. Una extraña tensión
cuentra ridículo el museo del Louvre e incita al in­ I recorre, en cambio, el contenido del poema: de una
cendio de la Biblioteca N acional. Aunque tales afir­ I verdosa bañera de cinc sale un cuerpo de mujer obesa,
maciones parezcan pueriles, concuerdan perfectamen­ ■ con el cuello gris y la columna vertebral rojiza; en
te con la actitud m ental de su última obra (U ne Sai- • los flancos lleva grabada la inscripción “ Clara Ve-
non en E n jcr), la cual, a pesar de que su autor era j ñus”; en un lugar descrito con exactitud anatómica
. todavía muy joven, no puede ya calificarse de pueril. tiene una úlcera. Se ba querido ver en este soneto
El retado]* aislam iento de Rimbaud, tanto respecto al una parodia de determinados poemas de la época (es­
público como respecto a su época, se convierte lógi­ pecialmente del estilo parnasiano) (1), pero el resul-
camente también en aislam iento respecto al pasado. , tado es una parodia sin broma. El ataque está diri-
| Sus motivos no son personales, sino que están vincu­ Ii ________
lados con el espíritu de su tiempo. El pasado, al con­ | (1) Parnasianos se llamaban (por el titulo de las sucesivas re-
, copilnciones de sus poesías. Le Poníanse contcmporain) un grupo de
vertirse en un lastre como consecuencia de la per­ I poetas franceses aficionados a referir mitos antiguos en solemnes y
ni'loados versos.

os 97
K. DE 1.a URICA MODERNA. * 7
i
>guio contra el mito mismo, contra la tradición en ahí la poesía ciudadana de Rimbaud, que encontra­
general, contra la belleza; es un ataque lieclio como mos en Illuminations. Esta poesía tiene una fuerza
desahogo (leí impulso de deformación, el cual — y grandiosa y lleva la ciudad de sueño de Baudelaire
aquí está lo curioso — posee a su vez suficiente cali­ hasta lo superdimensional. Los poemas mejores son
dad artística para dar a la fealdad el vigor de una los que llevan por título Ville o Villes (p. 180 y sig.).
lógica estilística. Con imágenes incoherentes, agolpadas, cantan ciu­
En el poema Ce qu’on dit au poete á propos de dades fantásticas o futuras, comprendiendo todos
flcurs, la ofensiva contra la belleza y contra la tra­ los tiempos e invirtiendo todos los valores de espa­
dición es todavía más dura. Escarnio de la-lírica de cio; se mueven las masas, suenan y braman; objetos
las flores, de las rosas, las vióletas, los lirios y las y no objetos se cruzan; entre cabañas de cristal y
lilas. A la nueva poesía le sienta otra clase de flora: palmeras de cobre, por encima de abismos y despe­
en lugar de cantar los pámpanos, canta el tabaco, el ñaderos tiene lugar el “derrumbamiento de las apo­
algodón y la plaga de la patata; bajo el cielo oscuro, teosis” ; jardines artificiales, mares artificiales, una
en la edad del hierro, hay que escribir poemas negros, iglesia cuya cúpula de acero tiene cinco mil pies de
en los que la rima brote “como un chorro de sodio, diámetro, candelabros' enormes, la parte superior de
como la goma líquida” ; los postes de telégrafo son la ciudad está construida tan alta, que ya no se ve
su lira, y vendrá uno que dirá el gran amor, él, “el la inferior...; y además las frases (p. ISO): estas ciu­
ladrón de las oscuras indulgencias”. dades no lian dado cabida a nada que fuera familiar;
no hay ni un monumento a la locura; ni uno solo entre
millones de habitantes conoce a los demás, y, sin
embargo, la vida de cada uno obedece al mismo yugo
M odernidad y toesía ciudadana
uniforme que la de todos los demás; esta gente son
fantasmas, el humo de carbón es para ellos sombra
Semejante texto demuestra la actitud de Rim- de bosques y noche de verano; se muere sin lágrimas,
baud respecto a la modernidad. Lo mismo que en se ama sin esperanza y “en el barro de las calles gime
Baudclairc, es una actitud doble: por un lado, Rim- un crimen maravilloso”.
baud se opone a lo moderno en cuanto representa No hay manera de descifrar el entretejido de es­
progreso material c “ilustración” científica; pero por tas imágenes, no hay manera de descubrir en ellas
el otro, lo adopta como aportación de nuevas expe­ un sentido tranquilizador, porque su sentido está
riencias, cuya dureza y cuya oscuridad son precisa­ precisamente en su caos de imágenes, el cual, na­
mente lo que exige una poesía dura y “negra”. De cido de una fantasía excitada, alcanza lo superdi-

98 99
I

rmmsionnl, indefinible para la inteligencia, pero per­ en el poema Les prem ieres communions: una ado­
ceptible para los sentidos; signo visible de los ele- lescente sucumbe ante el cúmulo de sus instintos cuya
meDtus materiales y espirituales de la modernidad culpa se achaca al cristianismo, por cuanto es el
urbana y de sus horrores, que son las fuerzas que la culpable de su represión. Pero Rimbaud va más allá.
dominan. Probablemente en 1872 escribió un poema en prosa
que empieza con estas palabras: “Bethsaida, la pis­
cina des cinq galeries”, el cual tiene su origen en el
R e b e l ió n contra la t r a d ic ió n c r is t ia n a : relato evangélico de San Juan acerca de la curación
“ U ne s a is o n e n E n fer” milagrosa de un enfermo por Jesús junto al lago de
Bethsaida. Pero el relato aparece completamente
Viene ahora el problema del cristianismo de Rim- transformado. Hay paralíticos que descienden al agua
baud: Ya no se trata de un cristianismo en ruinas amarilla, pero no viene ningún ángel, nadie los sana.
como en Bnudelaire. Los textos demuestran que em- Jesús se apoya a una columna y contempla inm óvil
. pieza con la rebelión y acaba con el martirio de no a los qué se bañan, a través de cuyas caras Satanás
¡ poder escapar a la herencia cristiana. Clax’o que ello le saca la lengua. Entonces hay uno que se levanta
es todavía mucho más cristiano que la indiferencia y marcha con paso seguro hacia la ciudad. ¿Quién
o que la ironía de la Ilustración. La oposición de le ha curado? Jesús no ha pronunciado ninguna pa­
Rirubaud es del tipo de las que precisamente se man­ labra, no ha vuelto ni una vez la mirada hacia los
tienen bajo el poder de aquello contra lo cual se yer­ paralíticos. ¿Fue acaso Satanás? E l texto nada dice;
guen. Rimbaud mismo lo sabía. En Une saison en se limita únicamente a colocar a Jesús espacialmen­
Enfer esta conciencia se transforma en poesía. Pero te cerca de los enfermos. Precisamente de aquí puede
con ello su indignación contra el cristianismo no se surgir la sospecha de que no ha sido Jesús ni quizás
calma, sino que se hace más atormentada y más inte­ tampoco Satanás quien obró la curación, sino una
ligente— hasta perderse eñ el silencio. Forma parte fuerza de la que nadie sabe nada, ni dónde reside, ni
de su rebelión contra todo lo heredado en general, cuál es. Trascendencia vacua.
pero también de su pasión por lo “desconocido”, Aquí es preciso referirnos brevemente a Une sai-
por aquella trascendencia vacua, que sólo sabe ex­ son en E nfer (Una estancia en el infierno), porque
presar destruyendo todo cuanto le es dado. contiene la últim a palabra de Rimbaud acerca del
Los textos del primer período contienen los ata­ cristianismo. E ste texto consta de siete extensos poe­
ques más directos y pasan a ser una descomposición mas en prosa. Su lenguaje contiene un dinamismo
psicologizante del alma cristiana. Así por ejemplo múltiple compuesto de movimientos, yuxtapuestos

100 101
f sin transición: golpes secos, a modo de sacudidas, que vado”. Pero entre estas frases leemos: “Espero con
‘ ¡ empiezan una explicación y no la terminan,* palabras ansia a D ios”, y algunas páginas después, otra vez:
que se agolpan precipitadamente y sin decisión; pre­ “Jamás fui cristiano, soy de la raza de aquellos que
guntas a las que no sigue ninguna contestación y, en cantaban en el suplicio”. Pide “placeres y maldicio­
. medio de ello, la loca melodía, fascinadora y extraña nes”, pero no vienen. Xo vienen ni Jesús ni Satanás.
| a la vez, de las amplias curvas de los períodos. Desde Pero Rimbaud siente sus cadenas: “Me siento en ¿1
el punto de vista del contenido, esta obra es una revi- infierno; por lo tanto estoy en é l”. E l infierno es la
, sión de todas las fases anteriores de Rimbaud. Y, no esclavitud bajo el catecismo; los paganos no tienen
obstante, se realiza de tal manera que en el intento infierno. Por ello se le niega también el paganismo.
i de reuunciar a fases pretéritas, vuelve a caer en ellas E stas frases parecen decir que el que habla sufre
para luego volver a abandonarlas. Así se explica este bajo el cristianism o como bajo un trauma. La exci­
avanzar y retroceder desorientado!': aquello que el tación se convierte en mueca, es ataque y derrota al
autor amaba, lo odia abora, lo vuelve a amar y a mismo tiempo. E sto es precisamente lo que repre­
odiar de nuevo. Lo que en una frase está expresado senta para Rimbaud estar en el infierno. Que a ello
en forma afirmativa, se niega en la siguiente, para se le tenga que llamar infierno, es una imposición cris­
repetirlo en la tercera. La rebelión se rebela contra tiana. 2ío explícita, pero sí perceptiblemente, el tex­
si misma, basta que llega el final y lo acaba todo to entero está dominado por una pregunta: el des­
en nn adiós a toda existencia espiritual. concierto del mundo moderno, lo mismo que el de la
, Sentirse apátrida en el mundo tradicional de lo propia intimidad, ¿no será acaso un perverso des­
| objetivo, espiritual y sensato: así es como puede re- tino cristiano? Pero esta pregunta que plantea Rim­
j sumirse el contenido general de estas líneas en zig- baud queda sin contestar. Surge el segundo tem a
• zag, que comprenden también las páginas acerca del fundamental de la Saison: abandonar el Continente,
cristianismo. Aparecen vocablos cristianos — infier­ huir de los “pantanos occidentales”, de la estupidez
no, demonio, á n gel— , pero oscilan entre su signifi­ de Occidente, que “pretende demostrar la evidencia”,
cado literal y otro metafórico; valen sólo en cuanto sin darse cuenta de que con el nacimiento de Jesús
I signos de ciega excitación. “ Hojas repugnantes de vino también al mundo el burgués empedernido. E ste
mi diario de condenado”, presentadas al demonio: tema va desprendiéndose cada vez más de las líneas
| así es como Rimbaud llama esta obra. “¡ Vuelve la san- en zigzag y toma una dirección precisa, conduce ha­
1 gre pagana!... ¡el evangelio ya pasó!... yo abandono cia el otoño, el invierno, la noche, deliberadamente
I Europa, quiero nadar, cortar hierba, cazar, beber a la miseria — “gusanos por todos mis cabellos, y en
| jugos ardientes como el metal en fusión... [ser] sal- mis sobacos y otros aun mayores en mi corazón”. D e

1 10a ios
la completa consunción nace una decisión: “abrazar para explicarse psicológicam ente el texto. Pero de
la rugosa realidad”, abandonar Europa y empezar poco sirven para llegar al conocimiento de sn conte­
una vida de dura acción. nido poético. E l proceso de la deshumanización se
Rimbaud llevó a cabo su decisión: capituló ante precipita. E l yo Rimbaud, en su polifonía disonante,
la tensión, para él insoluble, de la existencia espiri­ es el resultado de aquella autotransformación activa
tual. El poeta qne había llegado m ás lejos que nadie de la que hemos hablado antes, y con ello del mismo
en dirección a “lo desconocido”, no lograba poner en estilo im aginativo, del que nace también el contenido
claro qué era ese desconocido. Entonces da media de las imágenes de su poesía. E ste yo puede disfra­
vuelta y acepta la m uerte interior y enmudece ante zarse con todas la s m áscaras, puede extenderse a t<>
el mundo por él mismo dispersado. E l mayor obstácu­ das l as formas de existencia, a todos lo s tiem pos y_a
lo para el poeta fue la herencia cristiana, que por todos los pueblos. Cuando Rimbaud, al principio d é la
otro lado no saciaba su infinita sed de sobrenatural 8aison> habla de sus antepasados los galos, todavía
y le parecía tan estrecha como todo lo terreno. Con se le puede interpretar literalm ente. Pero pocas fra­
la explosión que Rimbaud encendió en todo lo real ses después leem os: “Efe vivido en todas partes. No
y heredado, estalló también el cristianism o. Baude- hay una fam ilia de Europa a la que yo no conozca...
laire pudo establecer todavía un sistema partiendo Tengo en la cabeza caminos de las llanuras suabas,
de su propia condenación. E n Rimbaud ésta es Ta un vistas de Bizancio, m urallas de Jerusalén”. E sto es
caos y, finalmente, el silencio. Con ello concuerda el imaginación motriz, no autobiografía. E l yo artificial
hecho de que el testim onio de su hermana,-según el se alimenta de “ imágenes idiotas”, de estím ulos
cual Rimbaud murió como creyente, haya resultado orientales y prim itivos, se vuelve planetario, se con­
ser una piadosa mentira. vierte en ángel y en mago. Con Rimbaud ha empe­
zado esa separación anormal entre sujeto poético y
yo empírico, que habrá de encontrarse actualmente
en Ezra rou n d y en Saiut-John Perse, y que ya por
En yo a r t i f i c i a l ; la d e s h u m a n iz a c ió n
sí sola hará imposible comprender la lírica moderna
como expresión biográfica.
El yo que nos habla en los poemas de Rimbaud se Rimbaud define también su destino espiritual por
presta tan poco a la comprensión partiendo de la medio de las relaciones ultrapersonales de la moder­
persona del autor como el yo de las Fleurs du Mal. nidad. “ La lucha espiritual es tan brutal como la
Claro está que, si se quiere, las experiencias de infan­ guerra entre los hombres” (p. 230), dice en el mismo
cia y de juventud del poeta pueden ser un recurso texto en que, contra Ycrlaine, defiende su determi­

104 10 3
nación de ser quien se precipita a mayor profundi­ por la emoción; es algo tan impreciso como los seres
dad y puede por tanto mirar a mayor distancia, aun­ femeninos que en el texto se citan como de paso. S i
que no pueda ser comprendido de nadie y cause im­ con la emoción se entiende también la angustia, ésta
presión mortal incluso cuando es suave. Le cabe, em­ se halla hasta tal punto fuera de los lím ites norma­
pero, el orgullo de saber que “ este extraño sufrimien­ les del mundo del sentimiento, que ya no puede lle­
to posee una autoridad inquietante” (p. 161). H asta var el nombre humano de “angustia” .
nosotros ha llegado este apóstrofe suyo: “Mi supe­ Cuando Rimbaud se vale de personas para formar
rioridad consiste en que no tengo corazón”. De la el.contenido de sus poemas, éstas se nos presentan
poesía romántica detesta lo s “ corazones sensibles”. como extranjeras sin patria de origen o como cari-
Una de sus estrofas dice: “A llí te liberas del aplauso caturas. L as distintas partes del cuerpo, en despro­
humano, de los afanes mezquinos y vu elas...” (p. 132). porción con el conjunto del mismo, aparecen excesi­
No se trata de meros programas. La propia poesía vamente iluminadas y acompañadas de expresiones
de Ehnbaud es deshumanizada. No habla a nadie, anatómicas técnicas^ que las pbjetivizan. Incluso un
monologa y ninguna de sus palabras solicita audi­ poema de tan serenas notas como Le Dorm eur du val
torio; parece hablar con una voz para la que no exis­ puede citarse como ejemplo de deshumanización. D es­
te ningún soporte concebible, sobre todo cuando in­ de un pequeño prado en el valle que “bulle de rayos
cluso el yo imaginado cede el paso a una expresión del sol” nos conduce a la muerte. Paralelamente, el
impersonal. Los sentim ientos identificables son sus­ lenguaje pasa de los versos suaves y extáticos dél
tituidos por un vibrar neutro, de un modo más radi­ principio hasta la cruda frase final que revela que
cal todavía que en E. A. Poe. E llo se ve por ejemplo el silencioso durmiente es un soldado muerto. E l des­
en el poema en prosa Angoisse (1SS). E l título parece censo hacia la muerte se hace lentam ente; Rimbaud
aludir a un estado anímico preciso, pero éste es el la va retrasando y, basta el final, no la hace aparecer
que precisamente falta. N i siquiera la angustia tiene en forma rápida e inesperada. E l contenido artístico
ya un rostro familiar. ¿E xiste esta angustia en reali­ del poema reside en su proceso dinámico de lo claro
dad? Lo que se percibe es una intensidad imprecisa, a lo oscuro, pero el autor lo lleva a cabo sin parti­
mezcla de múltiples factores, de esperanzas, caída, jú­ cipar en él, con fría tranquilidad; no nombra tam ­
bilo, mueca, pregunta, todo ello dicho rápidamente y poco la muerte, sino que emplea para ello la mism a
rápidamente superado, hasta que el texto desemboca palabra con que designa al principio el prado en el
en heridas y suplicios de los que no se sabe qué quie­ valle: primero “un agujero ( “tro u ”) de verdor”, lue­
ren ni de dónde proceden. E l conjunto es de una ver­ go el plural: “dos agujeros en el costado derecho”.
tiginosa imprecisión, tanto por las imágenes como El muerto es pura imagen en el ojo del espectador.

106 107
Toda posible emoción del corazón queda excluida. dccer” y canta la locura de aquellos cuya palabra
En su lugar aparece un estilo dinámico artístico que quedó estrangulada por sus grandes visiones.
necesita de un hombre muerto como latigazo para E sta exaltación de lo cercano por medio de la le ­
detener súbitamente aquel movimiento. janía es como un esquema dinámico que atraviesa
toda la obra de Rimbaud. Cada vez se obtiene m ás
rápidamcute, a menudo en una sola frase. La excita­
R u ptura d e l o s l ím it e s ción se vuelve ditirámbica. “He tendido cuerdas de
torre a torre, guirnaldas de ventana a ventana, ca­
En el tema poético de Rimbaud penetra cada vez denas de oro de estrella a estrella, y bailo” (p. 178).
más una excitación que impele hacia lejanías ima­ E sta es la danza loca sin finalidad, como la que apa­
ginarias. La necesidad de lanzarse a “lo desconocido” rece al final de los Sept veiUards de Baudelaire. F i­
le hace hablar, como a Baudelaire, del “ abismo del nalmente, la lejanía ya no exalta, sino que destruye.
azur”. Esta altura, que es a la vez el abismo de la E l poema en prosa Tioeturne vulgaire (p. 187) empie­
derrota, “manantial de fuego, donde mares y fábulas za con las siguientes palabvas: “Un soplo abre bre­
se encuentran”, está poblada por ángeles. Pero los chas en los m uros... dispersa los lím ites de los hoga­
ángeles son puntos de luz y de intensidad, signos, que res”. Tales, palabras pueden considerarse programá­
a un mismo tiempo relampaguean y se apagan, de ticas de la poesía de Rimbaud. Ese mismo poema les
aquella altitud, de aquella lejanía, de una inconce­ da cumplimiento con imágenes dispersas procedentes
bible superabundancia; y, a pesar de todo, son ánge­ de todos los espacios, y al final, como nn estribillo,
les sin Dios y sin mensaje. Ya en los primeros poe­ repite las palabras del principio.
mas se ve cómo lo lim itado transfiere a la lejanía. A sí Un poema de contenido oscuro escrito durante el
por ejemplo en Ophélie. Esta Ofelia ya nada tiene último período, Larm e (p. 125), formula enigm as
que ver con la figura shakespeariana: va flotando río que no pueden descifrarse ni a través del título, que
ahajo, pero a su alrededor se extiende un inmenso no guarda relación con nada, ni a través de los dis­
espacio, con “ astros de oro de los que cae un m iste­ tintos contenidos. Igual que en casi toda la lírica mo­
rioso canto”, “vientos que bajan de los altos mon­ derna a partir de entonces, conviene interpretar el
tes”, “la voz de los mares, como un estertor inmenso”, poema partiendo de su propio curso dinámico, y no
“Infinito terrible”. Y ella está transfigurada y ha de las imágenes puestas en movimiento. Un hombre
adquirido carácter perdurable: hace más de m il años bebe, sentado junto a un río. Lo que bebe le repugna.
que flota por el río, hace más de mil años que “su E sta es la nota inicial. En un punto asimétrico se
dulce locura murmura su canción a la brisa del atar­ produce una sacudida: la tempestad cambia el cielo;

los 109
ilc pronto surgen países negros, lagos, estacas, co­ en poesía de aquello que resiste, en “festín ” del oscu­
lumnatas bajo la noche azul, estaciones; “la s aguas ro delirio que sabe que es funesto. “La sed enfermiza
de los bosques se perdían por los arenales vírgenes; oscurece m is arterias” ( Chanson de la plus liante tour,
el viento, desde el cielo, arrojaba témpanos de hielo en p. 131).
a los pantanos” . ¿Qué ha sucedido? Un paisaje terre­
nal limitado se ha convertido súbitamente en un pai­ “L e B atead ivrb”
saje de diluvio celestial, en el que luego tom a parte
también la Tierra. E l poema termina con unas pala­ Vamos a hablar del más famoso de lo s poemas de
bras vacilantes del bebedor — un final que no resuel­ Rimbaud, del Batean, ivre (1S71): Su autor lo escri­
ve el enigma, sino que lo" renueva, aunque en él se bió sin conocer los mares ni los países exóticos que
adivine una cosa: el acto que suprime lím ites gracias en él aparecen. Se ha supuesto que se inspiró en gra­
a la aparición de borrascosas lejanías. bados publicados en revistas ilustradas. E s posible
“Hambre” y “ sed” son palabras frecuentes en el que así sea, pero ello sólo sirve para confirmar lo que
lenguaje de Rimbaud. Son la s mismas que emplearon se desprende del propio poema, lío tiene nada que
en otro tiempo los m ísticos y Dante para designar ver con ninguna realidad. Una imaginación poderosa
el anhelo divino. Pero en Rimbaud los pasajes en que y subyugadora crea una visión febril de espacios di­
aparecen estas palabras revelan una tendencia a la latados, turbulentos y totalm ente irreales. Los inves­
insaciabilidad. La “C onclusión” de la Comédie de la tigadores suelen señalar reminiscencias de otros poe­
soij dice así: “Las palom as que se estremecen en el tas, pero tales reminiscencias — que son pura y sim­
prado, los venados que corren, y que ven de noche, plemente transfiguraciones — no consiguen ocultar
los animales de las aguas, el sometido al yugo, las que este poema tiene nn centro energético propia­
últimas m ariposas... tienen sed también. Pero ¡oh, mente suyo. Se le ha comparado con Plein Ciel (de
fundirse donde se funde esta nube sin guía, favore­ La Légende des siécles) de Víctor Hugo, por cuanto
cido por cuanto es frescor! ¡Expirar en estas viole­ en ambas poesías aparece una nave que choca con­
tas húmedas cuyas auroras llenan estos bosques!” tra el cielo. Pero en Víctor Hugo las imágenes se
(página 12$). E l mismo año 1S72, Rimbaud escribió amontonan al servicio de un trivial entusiasmo por
las Fctcs de la Jahn. Pei-o esos festines del hambre el progreso y la felicidad. E n cambio Le Batean, ivre
consisten en comer piedra, carbón, hierro y rocas bajo desemboca en la destructoi’a libertad de un náufrago
trozos de aire negro y ciclo azul atronador. E l ham­ solitario. E l tejido dinámico de este poema no tiene
bre que no se puede saciar porque el camino hacia el modelo más que cu el propio Rimbaud. Se trata de
ciclo azul está cerrado, muerde lo dui’o, se convierte una potenciación extremada, pero lógica, de aquella

uo m
i
m ism a exaltación que en Ophclic transformaba lo cierta calma; el barco va bajando a favor de la co­
limitado por medio de lo infinito. rriente. Pero a esta calma había precedido y a una
El protagonista de todo cuanto se narra es tina sacudida: la nave se desentiende de su tripulación,
nave. Tácita, pero claramente, se sobreentiende que muerta en la orilla. Luego, de pronto, todo se disloca.
J esos acontecimientos son al mismo tiempo los del su* E l navegar río abajo se convierte en una danza de
jeto poético. E l contenido de las imágenes tiene una la nave que se hace pedazos en tempestades y mares,
' fuerza tan vehemente que la equivalencia simbólica pasando a lo largo de las costas de todos los países:
| nave-hombre se descubre sólo en el curso dinámico una danza en noches verdes, entre podredumbres, en­
del conjunto. Los contenidos en movimiento son de­ tre peligros, bajo signos de muerte y “fosforescen­
talles concretos, definidos con agudos trazos. Cuanto cias cantarínas”, “ arrojada por el huracán al éter
* más extrañas e irreales se hacen las imágenes, tanto sin pájaros”, horadando el cielo enrojecido como un
más sensible va siendo el lenguaje. A ellq contribuye muro cubierto de liqúenes de sol y de mocos de azur”,
; además la técnica poética de exponer el texto como hasta que llega el cambio: la nostalgia de Europa.
1 metáfora absoluta, es decir, hablando únicamente de Pero la nostalgia ya no lleva a ningún país. E l barco
la nave, pero nunca del yo simbolizado. Lo impre­ evoca un breve idilio, de un niño que, entre los per­
sionante que ello resulta se demuestra por el hecho fumes del anochecer, juega junto a un pantano. Pero
de que Banville, a quien Rimbaud leyó el poema, echó ello sólo es uu sueño que ya no tiene remedio, porque
de menos que el poema empezara con las palabras la nave ha respirado la amplitud de los mares y los
“Yo soy una nave, q u e...”. B anville no comprendió archipiélagos de estrellas y se sabe perdida para la
que la metáfora, aquí, no es sólo una figura de com­ mezquindad de Europa. De la misma manera que en
paración, sino que crea una identidad. La metáfora la calma del inicio quedaba absorbida la sacudida,
• absoluta continuará siendo para la lírica posterior en la calma del final se encierra la aniquiladora ex­
un procedimiento estilístico dominante. Eu Rimbaud pansión de las estrofas anteriores. Es la calma del no
responde a un rasgo esencial de su poesía, que más poder ya más, del naufragio en el infinito, así como
adelante trataremos bajo el titulo de “irrealidad sen­ de la ineptitud para la limitación.
sible”. E l poema sigue una ilación extremadamente sen­
' Le Batcau ivre es todo él un acto de expansión. cilla, que mautiene lo expresado en un orden muy
Aparecen de vez en cuando algunos titubeos, des- claro. La explosión no se produce en la sintaxis, sino
j pues de los cuales la expansión se reanuda con ma- en las representaciones. Incluso puede decirse que la
' yor ímpetu hasta llegar en algunos momentos a una impresión explosiva es tanto más intensa por cuanto
explosión caótica. E l curso narrativo empieza con se baila precisamente eu disonancia formal con la

112 113
1

estructura de la frase. En cuanto a las imágenes, son que sea cada vez más abstracta, es decir, que des­
protuberancias de la fantasía, que no sólo de una es­ truya hasta la incomprensibilidad el valor real de
trofa a otra, sino de un verso a otro e incluso dentro los contenidos en favor del puro dinamismo. E ste
de un mismo verso, añaden a lo lejano y salvaje más hecho sigue siendo válido para uua gran parte de la
salvajismo y más lejanía aún. E stas imágenes son lírica moderna, sobre todo pava la que está empa­
incoherentes entre sí. 2vTo hay ninguna que derive ne­ rentada con el tipo de la de Kimbaud.
cesariamente de la anterior, y de ello resulta una En Rimbaud este triple tejido dinámico responde
arbitrariedad que perm itiría cambiar unas por otras a su actitud frente a la realidad y* a la trascenden­
estrofas enteras. E llo se agudiza por el hecho de que cia: turbulenta deformación de la realidad, anhelo
algunos grupos de imágenes nacen de la mescolanza de lejanía y fracaso final, porque la realidad es de­
de conceptos antitéticos, del maridaje de conceptos masiado angosta y la trascendencia demasiado va­
objetivamente contrarios entre sí, como son lo bello cua. Una frase en prosa resume lo que acabamos de
y lo repugnante, la sordidez y el arrobamiento, pero decir en una cadena de conceptos: “M isterios reli­
también de un insólito empleo de expresiones técni­ giosos o naturales, muerte, nacimiento, futuro, pa­
cas, especialmente marineras. Dentro de un marco sado, cosmogonía, nada” (p. 213). A l final de la ca­
sintáctico todavía incólume, bulle ya el caos. dena está la nada.
Y, sin embargo, este caos tiene también una es­
tructura. En él, una vez más, las tendencias dinámi­
cas son más importantes que los contenidos puestos D e s t r u c c ió n d e la . r e a l id a d

en movimiento. La dinámica del poema permite que


las imágenes aparezcan arbitraria e incoherentemen­ E s evidente que no debe valorarse la poesía, y me­
te, porque son sólo el soporte de los movimientos nos aún la lírica, tomando por criterio la fidelidad y
autónomos, los cuales se .desarrollan netamente en exactitud de contenido de sus imágenes con respecto
tres actos: repulsión y rebelión, proyección a lo su- a la realidad exterior. La poesía ha gozado siempre
perdimensional y descenso a la calma del aniquila­ de la libertad de modificar, y desordenar, la realidad,
miento. E stas fases forman no sólo la trama del mo­ reduciéndola a alusiones, ampliándola demónicamen-
vimiento del B atean ivre¡ sino la de toda la produc­ te, couvirtiéudola en medio expresivo de uua intim i­
ción poética de Eimbaud. En muchos puntos lo caó­ dad o en símbolo de una situación vital amplísima.
tico del contenido no se presta ya a interpretación. Pero hay que observar hasta qué punto estas trans­
Esta lírica, empero, se comprende cuando se penetra formaciones tienen en cuenta las condiciones objeti­
en su dinámica. Ello explica también lógicamente vas previas, hasta qué puuto, aun siendo poesía, si-

114 115
giu*n siendo relaciones posibles con el m undo real y quibilidad de lo “desconocido” . H e aquí la que puede
hasta qué punto se m antienen dentro del marco de llam arse “ d ialéctica de la m odernidad”, que aun mu­
aquellas fuerzas m etafóricas que preceden al origen cho después de E im baud determ ina la poesía y el arte .
de todas la s lenguas y son por lo tanto com prensi­ europeos. •
bles. A p artir de Eim baud, la lírica ya no guarda R ecuérdese la frase de B audelaire, según la cual
tales m iram ientos, y el contem plador o el crítico se al acto in icial de la im aginación es una “descompo-
ve obligado por lo tan to a recurrir heurísticam ente a sió n ” . E sta descom posición, en cuyo ám bito está y a
la realidad como térm ino de com paración, y a que sólo com prendida en B audelaire la “ deform ación”, se con­
así podrá apreciar hasta qué* punto esta realidad ha vierte en Eim baud en el procedim iento efectivo de la
sido destruida así como con cuánta violencia se ha poesía. E n la m edida en que puede decirse que existe
roto con el antiguo estilo m etafórico. todavía realidad (o que nosotros podemos, m edir heu­
E n su últim o poema, D e lire s I . V ierge folie. rísticam en te el poem a tom ando la realidad como cri­
L ’cponx in fern a l, E im baud hace decir a su amigo terio), ésta es objeto de dilatación, de descom posición,
V erlaine: “A l lado de su amado cuerpo dormido, de afeam iento, de tensiones de contraste, h asta ta l
cuántas horas he velado, por la s noches, para averi­ p unto que siem pre viene a con stitu ir una form a de
guar por qué (él, Rimbaud) ansiaba tanto huir de paso a lo irreal. E n tre lo s elem entos prim ordiales del
la realidad'*’ (p. 21G). E n la s ficticias palabras de mundo objetivo de Eim baud, figuran el agua y el
Verlaine, habla el propio E im baud. 2vi siquiera logra viento, que en lo s prim eros poem as están todavía fre­
explicarse el m otivo de su huida. Pero su obra nos nados, pero que m ás tarde se convertirán en tem pes­
m uestra una correspondencia inequívoca entre su re­ tades y fragores, en fuerzas diluviales bajo la s cua­
lación con la realidad y su pasión por lo “ descono­ les sucum birá el orden, lo mism o tem poral que espa­
cido”. E ste desconocido al que no puede darse y a cia l; “ llanuras, desiertos, horizontes se convierten
ningún contenido religioso, filosófico n i m ítico, es en la roja vestidura de la s tem pestades” (p. 121). Si
más intenso que en B au d elaire; es el polo de una consideram os ju n tos lo s objetos y lo s seres que apa­
tensión y, porque el polo es vacuo, repercute sobre la recen en sus poem as, veremos con qué inquietud pe­
realidad. Como ésta es percibida como insuficiente netra en la lejanía, en la altu ra y en la profundidad,
frente a la trascendencia — por vacua que ésta sea — sin detenerse en ninguna parte, transform ando en
la pasión por la trascendencia se convierte en una extraño lo fam iliar (lo cual se realiza generalm ente
destrucción ciega de la realidad. E sta realidad des­ porque no lo vincula a ninguna circunstancia espa­
truida con stitu ye ahora el siguo caótico de la in su ­ cial ni tem poral): carreteras, vagabundos, p rostitu ­
ficiencia de lo real en general, así como de la inase- tas, borrachos, tabernas, pero tam bién bosques, es-

116 117
trellas, ángeles, niños y. luego nuevamente cráteres no cortesanas. E l demonio era feo. Y a durante la
de volcán, armazones de acero, glaciares, mezquitas segunda mitad del siglo x v m , luego en Kbvalis y
o el mundo del circo y de los titiriteros, del cual dice más tarde en Baudelaire lo feo se acepta como algo
que es “ el paraíso de la mueca furiosa” (p. 172). “ interesante” que responde a un anhelo artístico de
intensidad y expresividad. Rimbaud le confiere la
misión de servir a una energía sensual que tiende
I n t e n s id a d d e lo feo a la máxima deformación de lo real sensible. U na
poesía cuyos objetos, más que contenidos, son la s re­
Estas realidades ya no á*e establecen según un laciones supraobjetivas de tensión, necesita también
término medio, eñ el que una cosa, un país, o un ser lo feo porque, al ofender éste el sentimiento natural
serviría de medida para las demás, sino que son hue­ de belleza, provoca aquel choque dramático que debe
llas de calor de una intensidad febril. Su exposición establecerse entre el texto y el lector.
no tiene nada que ver con ningún realismo. Y dentro En 1871, Rimbaud escribió el poema Les A ssis
del concepto de intensidad se comprende también la — “Los Sentados”, si cabe traducir así este título
fealdad que Rimbatid imprime a lo que queda de real dada la osadía de su lenguaje— . Según Yerlaine,
en sus textos. Pero también se comprende la belleza. este poema se refiere a un bibliotecario municipal de
Rimbaud tiene pasajes absolutamente “bellos”, tanto Charleville, contra quien Rimbaud se había enojado.
por sus imágenes plásticas como por la sonoridad E s posible que así sea, pero ello nos sirve de poco
de su lenguaje. Aun así, lo que importa es que estos para la comprensión del poema. Con un lenguaje sal­
pasajes no están aislados, sino cerca de otros “feos”. picado de términos inventados, anatómicos y de “ar­
Bello y feo no son ya valores opuestos, sino estímu­ got”, el autor crea un mito de una fealdad insupe­
los opuestos. Su diferencia objetiva ha sido elim i­ rable. El poema no habla de un bibliotecario, ni aun
nada, lo mismo que la diferencia entre verdad y men­ de varios, ni siquiera de libros. Habla de un rebaño
tira. El acercamiento de lo bello y lo feo produce la de ancianos animalizados, malintencionados, senta­
dinámica de contraste, que es la que importa. Pero dos en cuclillas. De momento ni siquiera se nos dice
ésta debe también surgir a partir de lo feo mismo. de quién se trata, sino que se van enumerando una
La fealdad, en la poesía anterior, era principal­ serie de macabros detalles: tumores negros, marcas
mente un signo burlesco o polémico de inferioridad de viruelas, ojos ribeteados de verde, dedos nudosos
moral. Piénsese en el Tersites de la Ilíada, en el que se crispan rascando fémures, “vagos malhumo­
Infierno de Dante, en la poesía cortés de la Alta res” que forman placas sobre la parte delantera de
Edad Media, que revestía de fealdad a las personas su cráneo, como floraciones leprosas de viejos ma­

na lí»
ros. Las figuras no aparecen liasta después: “fantás­ que se agachan sobi*e ellas; y además, la rabia im ­
ticas osamentas, que en epiléptico amor se han injer­ potente y el estado crepuscular de su sexualidad se­
tado a los esqueletos negros de las sillas; sus pies nil. Todo ello está dicho con una ironía subterránea
se entrelazan mañana y tarde con los raquíticos ba­ que se oculta bajo versos que casi cantan: el resul­
rrotes” ; soles implacables “percalizan su p iel” ; con tado es una disonancia enti’e melodía e imagen. In­
los ojos vueltos hacia la ventana “donde se marchita cluso los restos de “belleza” que encontramos están
la nieve, tiemblan con el doloroso temblor de los sa­ también al servido de la disonancia o son disonantes
pos” ; en la paja de los asientos se enciende, sofo­ a su vez, uniendo primigenias fuerzas líricas con la
cada, el alma de los viejos soles, “entre aquellas es­ trivialidad: “flores de tin ta ”, “pólenes de comas”,
pigas en que fermentaba el grano” ; con las rodillas que además se embellecen al ser comparadas con él
junto a los dientes, los ancianos están agachados, vuelo de las libélulas sobre unos gladiolos. E l papel
“verdes pian istas”, cuyos diez dedos tamborilean de­ de lo feo, aquí, no puede ser más claro. Si quisiéra­
bajo de su asiento, m ientras sus cabezotas se pier­ mos compararlo con la fealdad que podríamos lla­
den en vuelos amorosos de su senil fantasía. Si se los mar normal, se vería que esta fealdad poética defor­
llama, maúllan como gatos abofeteados, abren poco ma también aquélla, como deforma todo lo real para
a poco sus paletillas, sus torcidos pies adelantan que quede bien claro que esta deform adón es nn
perezosos, sus calvas cabezas tropiezan con las pare­ salto a lo suprarreal, que es al mismo tiempo nn sal­
des oscuras, los botones de sus levitas “ son pardas to en el vacío.
pupilas, que os hacen guiños desde el fondo de los Doce años antes, Baudelaire había escrito Les
pasillos” ; su m ortífera m irada “destila ese negro sept vicillards. También en este poema se habla de
veneno que empaña el ojo doliente de la perra apa­ fealdad de personas y cosas, pero esta fealdad com­
leada”. Cuando vuelven a sentarse, con sus manos porta m últiples orientaciones. Escena y acción se
hundidas en los sucios puños de sus camisas, bajo desarrollan según una progresión rigurosa: primero
sus enjutas barbillas se agitan los racimos de amíg­ la ciudad bulliciosa, luego la calle de suburbio, luego
dalas prontos a reventar; los ancianos sueñan con la indicación dé tiempo (madrugada); aparece un
asientos más bellos, y flores de tinta mecen sus sue­ anciano, de cuerpo entero, y luego otro hasta que
ños, escupiendo pólenes de comas. finalmente llegan a siete. E l yo lírico responde con
Esta fealdad no está copiada: es una creación. reacciones precisas: desesperación, pánico, luego,
Seres plurales de siempre y de todas partes; no hom­ para terminar, un juicio. Lo feo aparece con toda su
bres, sino esqueletos que forman un solo todo con las acuidad sensible, aunque mitigado en sí mismo y,
cosas, y aun éstas son las compañeras de aquellos sobre todo, coordinado con un espacio, un tiempo y

120 121
una pasión. Uno de lo s ancianos es comparado a J u ­ H e aquí lo que entendem os con estos térm inos. El
das, lo cual es tam bién una orientación. P or el he­ m aterial real deformado se expresa a menudo en gru­
cho de apoyarse en una figura conocida, el texto pos de palabras, en lo s que cada factor tien e calidad
nos permite volver al mundo fam iliar, de la m ism a seusible. Sin embargo, estos grupos aúnan lo objeti­
manera que la s reacciones del sujeto proyectan so­ vam ente inconciliable de un modo tan anormal, que
bre la pavorosa escena una especie de calor porque, de la s calidades sensibles nace nn ente irreal. Se tra­
a pesar del sufrim iento, son reacciones hum anas. ta siempre de im ágenes que el ojo puede ver, pero
Esta clase de orientaciones faltan absolutam ente en con la s cuales el ojo físico no tropezará jamás, por
Rimbaud. Sus ancianos sólo pueden considerarse cuanto rebasan con mucho aquella libertad que la
como grupo colectivo y este grupo consta de detalles poesía tuvo siempre gracias a las fuerzas m etafóri­
anatómicos y patológicos, no de figuras. Sólo quedan cas del lenguaje. “L a tostada de la calle” ; “el rey,
unos escasos restos de espacio, y el tiempo es un de pie sobre su barriga” ; “mocos de azur” : estas im á­
“siempre” . E s revelador que Rimbaud no aluda para genes pueden sin duda expresar a veces con m ás ta ­
nada en su poema al enojo real (biblioteca de Char- jante eficacia la s cualidades existentes en la reali­
ville) a que se refiere V erlaine; ello hubiera signifi- dad, pero no tienden a lo real, sino que signen una
i cado una orientación excesiva hacia la realidad. E l dinámica destructiva que, al mismo tiempo que re­
exceso de fealdad creada por el poeta no está frena­ presenta lo “ desconocido” invisible, convierte la rea­
do por ninguna experiencia fam iliar, que fuera po­ lidad misma en un “desconocido” sensiblemente ex­
sible aun en medio del horror. La voluntad de defor­ citado y excitante, destruyendo los lím ites de lo figu­
mación del lírico moderno lo ha llevado hasta un rativo y forzando los extremos a unirse. Alterar el
punto sin conexión con nada. orden real sin moverse, no obstante, de lo sensible,
es nn procedimiento conocido ya de la poesía m ás
antigua. E n Rimbaud encontramos a veces típicos
I r r e a l id a d s e x s ib l e ejemplos de ello. Una bandera roja es llam ada: “ban­
dera de carne sanguinolenta”. La intención real de
Sin embargo, tomar la realidad como medida del esta imagen, o sea, el rojo de la bandera, no llega
contenido de las imágenes de Rimbaud sólo puede a expresarse; el lenguaje aproxima inmediatamente
tener un valor heurístico. En cuanto la observación la metáfora, en su típica tendencia a la crudeza, a la
i profundiza algo más, tiene que rceouocer que con­ cosa siguificada. Pero en estos casos se ha retrans­
ceptos como “real” o “ irreal” dejan de servirle. H ay formado en germen aquello que la mayoría de la s
■ otro que parece más adecuado: irrealidad sensible. veces está totalm ente desarrollado, lo cual convierte
i
122 12a
la irrealidad sensible de Rimbaud en el verdadero gar de reproducir objetos, debe provocar excitacio­
teatro de su dram ática de clioque. nes por medio de líneas, colores y contornos sacados
‘•‘Flores de carne que se abren en bosques de es­ del mundo exterior, pero sim plificados y dom inados:
trellas” ; “ églogas en zuecos gruñen en el ja rd ín ” ; una verdadera m agia” . Recientem ente lo s críticos
“suciedad de la s ciudades, roja y negra como un han recurrido a esta declaración para hacer compren­
espejo, cuando en la h abitación contigua la lám para sible la pintura del siglo x x (catálogo de la exposi­
da vueltas” : todas estas cosas son probablem ente ción de P icasso en P arís, 1955). Y ello está perfecta­
elementos de la realidad sensible, pero están eleva­ mente justificado, porque esta declaración, así como
das a una suprarrealidad por medio de contraccio­ los demás textos de Rimbaud, anuncian y a la p in ­
nes, saltos, desplazam ientos y nuevas com binaciones. tura moderna, que no puede interpretarse desde el
Precisam ente por ello, la nueva imagen ya no se re­ punto de vista de lo objetivo. La libertad absoluta
fiere a la realidad, sino que obliga a la m irada a d iri­ del sujeto quiere m anifestarse como taL N o es difícil
girse al acto m ism o creado por ella. N os hallam os, darse cuenta de basta qué punto la s ideas de Baude-
ante el acto de una im aginación dictatorial. P artien ­ laire acerca de la im aginación, aunque todavía suje­
do de este concepto, que define la fuerza de choque tas a la teoría, prepararon la práctica poética y ar­
de la poesía de Rimbaud, huelga medir los tex to s del tística actual. •
poeta con la realidad, aunque sólo sea con fines heu­ Rousseau, Poe y B audelaire hablaron de la “ima­
rísticos. E stam os en un mundo cuya realidad sólo ginación creadora”, pero en tal forma que el acento
existe en el lenguaje. de la fórm ula recaía sobre la facultad de creación.
E s curioso ver cómo Rimbaud dinamiza esta fórmula
incluso en su factor básico. B abia del “impulso crea­
F a n t a s ía d ic t a t o r ia l dor” en una frase que es algo así como un resumen
de su estética: “Tu memoria y tus sentidos no serán
La fantasía dictatorial no procede registrando y más que el alimento de tu impulso creador. Pero el
describiendo, sino con una libertad creadora ilim i­ mundo, cuando tú salgas, ¿qué será de él? En todo
tada. El mundo real se desquicia bajo el ímpetu po­ caso, nada de lo que ahora parece” (p. 200). E l im­
deroso de un sujeto, que no quiere recibir sus conte­ pulso creador deja tras sí un mundo con el rostro
nidos, sino que impone su propia creación. De la época deformado y extraño, y es por lo tanto un acto de
parisina nos ha llegado una declaración oral de Rim­ poder. Una de las palabras claves de los textos de
baud: “Tenemos que arrancar a la pintura su vieja Rimbaud es “cruel”.
costumbre de copiar para hacerla soberana. En lu-- La fantasía dictatorial subvierte el orden en el

124 125
espacio. He aquí algunos ejem plos: por el cielo co- ño se valen de lo inorgánico para endurecerse y lan­
n t’ii carrozas, en la profundidad de uu lago hay un zarse a lo desconocido. “En la s horas de amargura
salón, sobre la s más altas cim as de las m ontañas está me convierto poéticamente en bolas de zafiro y de
el mar, raíles de ferrocarril corren a través y por m etal” (p. 170). Uno de los poemas en prosa m ás
encima de uu hotel. Pero la im aginación altera tam­ perfectos lleva el título de F lcurs (p. ISO). Sus perío­
bién la relación normal entre el hombre y el objeto: dos avanzan como olas, creando una tensión que, si
“El notario está colgado de la cadena de su reloj” bien queda resuella al final, no permite penetrar en
(p. 59). La fantasía obliga a reunirse las cosas más su significado. E l movimiento de las imágenes con­
alejadas, aúna lo sensible con lo im aginario: “ en­ siste en puras curvas de una imaginación absoluta
tristecido hasta la m uerte pop el murmullo de la y de un lenguaje absoluto. A ellos corresponde pre^
leche de la mañana y de la noche del siglo pasado” cisamente lo inorgánico como signo de irrealidad
(p. 103). P inta con colores irreales, es decir, colores y — en este poema — de una belleza mágica: “grada
que no corresponden a los objetos, pero que en cam­ dorada”, “ verdes terciopelos”, “ discos de cristal que
bio los hacen más extraños, como para colmar aquel se ennegrecen como el bronce al sol”, “la digital se
deseo de B audelaire: berros azules, yegua azul, p ia­ abre sobre una alfombra de filigranas de plata, ojos y
nistas verdes, risa verde, lunas negras. Lanzándose cabellos” ; “piezas de oro amarillo sembradas sobre
a la lejanía, la imaginación pluraliza cosas que sólo ágata, pilares de caoba que sostienen una catedral de
existen en singular: los E tuas, las Floridas, los esmeraldas, ram illetes de raso blanco y finas vari­
Maelstroras. De esta manera se intensifican como llas de rubí rodean la rosa de agua”. E n este am­
objetos sensibles al mismo tiem po que se arrancan biente la rosa y las rosas adquieren una dura irrea­
de la realidad. A este procedimiento corresponde lidad y se uncu en secreto parentesco con el veneno
también otra tendencia de Rimbaud, que consiste en de la digital. Porque, en lo más profundo de esta
eliminar de lo individual toda lim itación local y de fantasía, la belleza mágica es una misma cosa que
cualquier otra índole por medio de la expresión ge- el aniquilamiento.
neralizadora “todos” o “todas” : “todos los crímenes Plantas venenosas y rosas, en otros pasajes su­
y todas las batallas” ; “ todas las nieves”. Los plu­ ciedad y oro, vienen a ser como la fórmula básica de
rales y estas generalizaciones son poderosos medios las disonancias que semejante imaginación inserta en
al servicio de una imaginación que, hundiendo las sus creaciones. A menudo aparecen también agudas
manos en la realidad, la desecha para amasar nuevas disonancias de léxico, es decir, grupos de palabras
suprarrealidades. que, en breve espacio lingüístico, acoplan objetos o
Lo mismo que en Baudelaire, las visiones de sue­ valores heterogéneos: un sol borracho de alquitrán;

120 127
una mañana de julio que sabe a ceniza hivernal; p al­ apoyan en nada. Raras veces el títu lo de un poema
meras de cobre; sueños “corno palom ina” . Todo cuan­ ayuda a su comprensión. L a fragm entada tem ática
to pudiera parecer fam iliar o agradable es despeda­ oscila entre el mirar bacia atrás y el mirar hacia ade­
zado a latigazos, generalm ente al final del poema, lante, entre el odio y la exaltación, la profecía y la
por medio de la introducción de una palabra brutal renuncia. Los estím ulos se diseminan por un espacio
o vulgar. La intención de este tipo de poesía no es que va desde las estrellas basta las tumbas y está
concluir, sino lacerar. H ay que tener en cuenta tam­ poblado de figuras sin nombre, asesinos y ángeles.
bién la disonancia entre la manera de expresar y lo E l Epiro, el Japón, la Arabia, Cartago, Brooklyn se
expresado. A si, Rimbaud canta en el tono de una reúnen en un mismo escenario. En cambio, aquello
canción popular uno de su s poemas más oscuros que en la realidad está unido, aparece totalm ente
(Chanflón de la plu s haule to u r). Otro poema, Les desmembrado (por ejemplo Prom ontoire, p. 191). E l
cliercheuses de poux, transfigura la inmundicia, el dramatismo de estos poemas consiste en desmenuzar
instinto depravado, el rito de buscar los piojos, en el mundo para que el desorden sea la epifanía sen­
la más pura lírica y en el lenguaje más alado. E l caos sual del misterio invisible. E l inicio de un texto se
y la absurdidad aparecen sobrios y escuetos, los con­ baila ya tan lejos de la idea o el objeto de que brota,
trastes se suceden indiferentes sin ni siquiera un que inmediatamente toma el carácter de un frag­
“pero”, un “sin embargo” o un “m ientras”. mento, de un bólido que desde otro mundo ha llegado
hasta nosotros por casualidad. D e vez en cuando se
relata algo, como por ejemplo en Conté (p. 170). U n
“L es I l l u m ix a t io n s ” principe — ¿cuál? — m ata las mujeres que le cono­
cieron; éstas reaparecen. E l príncipe m ata a sus
Partiendo de este punto de vista se puede inten­ hombres; éstos le siguen. “¿Cómo puede uno entu­
tar explicarse Les Illum inations. Hay que observar siasmarse con la destrucción, rejuvenecerse con la
que el título tiene ya más de un sentido, pues lo m is­ crueldad?”. Un genio de belleza sobrehumana en­
mo significa “m iniaturas” que “ilum inaciones” en cuentra al príncipe y ambos mueren. “ Pero el prín­
el sentido propio de la palabra. E s imposible articu­ cipe murió en su palacio y a la edad normal”. E l
lar esta obra según su contenido. Por ella van desfi­ matar y morir en éxtasis no es posible; los muertos
lando misteriosas imágenes y extraños acontecimien­ viven; y el que pereció con el genio encuentra más
tos. En el lenguaje alternan embriagueces y duras tarde una muerte ordinaria. Quizás el sentido del
rupturas, repeticiones insistentes y monótonas de poema sea que incluso la destrucción fracasa, incluso
una misma sílaba y cadenas de palabras que no se ella conduce a lo trivial. Pero lo curioso de este

128 12 9

E. DE LA LÍBIC A MODERNA. - 9
I “cuento” es que relata una cosa absurda valiéndose uiativo que en otros países, a la vez que un sínto­
I de los medios de la precisión narrativa, aun sabiendo ma más evidente de anormalidad en la composición
! que ni ésta es suficiente. “A nuestro anhelo le falta poética.
la sabia música”, dice el latigazo final. Eimbaud adaptó incluso el lenguaje formal a su
Les Illum inations son un texto que no tiene en dislocada imaginación, contrayéndolo en versos y
|
I consideración al lector. Xo pretenden que se la s com- estrofas asimétricos, que se parecen mucho a su pro­
I prenda. Son una tempestad de descargas alucinantes sa lírica. Con ello da, en lo formal, un enérgico paso
que a lo sumo espera despertar aquel miedo ante el más que Baudelaire. A partir de M arine, el verso
i peligro que hace brotar precisamente la afición a libre se difunde por la moderna lírica francesa. Apol-
' éste. Son además un p oem a'sin yo, pues el yo que linaire, Max Jacob y P aul ífiuard habrán de ser lo s
aparece en algunos pasajes es aquel mismo yo arti­ virtuosos de este arte en el siglo x x . E l verso libre
ficial y extraño que s? proyectaba en las Cartas del será uno de los indicios formales de aquel tipo de
Vidente. D e todos modos, Les Illum inations atesti­ lírica, que a sabiendas o sin saberlo sigue a KimbaucL
guan que su autor, como se dice en una de sus frases, E l poema dice así:
| es “un inventor de méritos muy distintos de los de
j todos sus predecesores” (p. 171). E stos poemas son MARINE MARINA
el primer gran monumento de la imaginación mo­ L es cbars d’argent e t de cui- L o a corroa d e p la ta y d e
derna convertida en algo absoluto. vre— c o b re —
Les proucs d'acicr et d’ar- L a s p r o a s d e a c ero y d e
j gen t — p la ta —
B a tten t l ’écu n ie,— B a te n la e s p u m a , —
Soulevcnt les souches dea L e v a n ta n lo s tro n c o s d e lo e
T é c n ic a de la f u s ió n ronces. za rza s.
Les courants de la lande, L a s c o r rie n te s d e l e r ia l,
i
I E t les orniéres im m enses du Y lo s c a r r ile s in m e n s o s d e l
reflux, re flu jo ,
i El poema M arine pertenece quizás a Les Illumir
F ilen t circulairem ent vera l’est, S e d e s liz a n c ir c u la r m e n te
' nations; los últim os editores lo lian incluido en ese h a c ia e l E s te ,
1 grupo (p. 1SS). Marine fue escrito en el año 1S72 y es, Vera les piliers de la forét, B a c ía los p ila r e s d e l bosq u e .
Vers les fú ts de la jetáe, H a c ia los J u s te s del m a le c ó n ,
en Francia, el primer ejemplo de verso totalmente Dont 1’angle es*, bcurté par des C o n tr a c u y o á n g u lo ch o c a n
libre: diez versos de metro distinto, sin rima ni su­ tourbillons de lum iére. to rb e llin o s d e lu z .
cesión regular de terminaciones de verso m asculinas
j y femeninas. E l abandono de la métrica rigurosa fue E ste poema contiene un doble contraste: en primer
siempre — sigue siendo aún — en Francia más 11a- lugar entre el desorden métrico y la ordenada y tran-
r’ j

130 131

ti. _________________________
I quila numera de expresarse, y en segundo lugar, en- No se trata de metáforas, como si se dijera que él
I iré ésta y la extraordinaria audacia del contenido. buque surca el agua como el carro la tierra. No, lo s
I En forma mesurada, el poema va alineando una verbos se refieren a los dos ámbitos, lo mismo que
frase detrás de otra. Sólo en dos lugares éstas apa­ los distintos grupos de palabras (las corrientes dél
recen unidas por partículas conjuntivas, aunque to- erial, etc.). E n lugar de metáfora hay una absoluta-
¡ talmente insignificantes. Precisamente esta renuncia equiparación de lo objetivamente distinto. Obsérve­
a los medios de enlace es lo que da al poema una ca­ se, además, que el texto no habla del mar, sino de la
lidad superior a la de la prosa, confiriendo un carác- espuma y del reflujo; n o d e l buque, sino de la proa.
| ter misterioso — m ágica sobriedad — a su lenguaje Claro que nombrar la parte por el todo ha sido siem­
[ escueto y sin yo. A ello hay que añadir que el voca­ pre un privilegio de la técnica poética. Pero en Rim-
bulario es predominantemente nominal. Los escasos baud esta técnica se agudiza por cuanto, al nombrar
verbos ceden el paso a los sustantivos, cuyo valor sólo partes de los objetos, da paso ya a aquella des­
i de imagen ha pasado a ser ahora más importante que trucción que habrá de acometer luego el orden de
su movimiento. Y sin embargo, ocurre algo trastor- las cosas.
' nador, algo que procede del mundo sólo asequible a Con este poema tranquilo y lacónico no sólo te ­
la imaginación irreal. La M arine empieza con un nemos la primera aparición decisiva del verso libre
verso que no corresponde al títu lo: carros de plata en Francia, sino también el primer ejemplo de la
y de cobre. La segunda línea ya es más adecuada: técnica de fusión, que es a su vez un caso especial
proas de acero y de plata. Juntos, carros y proas de la desrealización de la realidad sensible. ¿En qué
'‘baten la espuma, levantan los troncos de las zar­ consiste esta novedad que de ello resulta? Desde el
zas”. Luego se habla de “cor'rieutes del erial”, de los punto de vista de lo objetivo, sólo se puede definir
| #
“carriles del reflujo”, y todo ello se desliza hacia los negativamente: se trata de una no-realidad, de una
“pilares del bosque”, hacia los “fustes del malecón”, anulación de las diferencias objetivas. E l cnigmatis-
| a su vez invadidos por los torbellinos de luz que con mo a que da origen es indescifrable. Las cosas fun­
ellos tropiezan. didas unas en otras pueden intercambiarse y mane­
He aquí cómo procede este texto: se refiere a la jarse como se quiera, lo mismo, por lo demás, que todo
vez a dos muudos, uno marítimo (buque, mar) y otro el poema: de sus diez versos se podrían intercambiar
terrestre (carro, e r ia l); pero los entrecruza de tal por lo menos tres o cuatro, sin que con ello se alte­
manera que el uno se funde en el oti*o y resulta im­ rara en lo más mínimo su organismo. La imagina­
posible separar normalmente los objetos. La marina ción que crea todo eso puede llamarse libertad. E ste
es al mismo tiempo un poema a la tierra y viceversa. sí es un concepto positivo. Pero si queremos definir

132 133
(mis esa clamen fe esta libertad, habremos de volver riñas los lím ites entre mar y tierra” ; la ciudad es
¡a los conceptos negativos. Por lo m ism o que esta li- representada con “expresiones marinas”, y el mar
Ibertad se ha logrado evadiéndose del orden real, es a su vez con “expresiones urbanas” ; así se logra un
una fusión mutua e irreal de la s cosas más dispares. cuadro de lo “irreal y m ítico”, en el que las unida­
'Semejante libertad de im aginación tiene en coujunto des de los objetos y de los ámbitos se dislocan y sus
Juna fuerza y convence artísticam ente. Pero en sus fragmentos se transforman en una irreal “nivela­
‘ distintos pasos no sigue ningún principio necesario. ción” de lo dispar. E s decir, lo mismo que acabamos
Y ello será una de la s características de la lírica mo- de observar en la Marine de Rimbaud. E l hecho de
■,dorna: los contenidos de sus distin tas frases son que Proust desarrollara esta estética tomando por
■jintercambiables, m ientras que Iti forma de expresión ejemplo una marina es una mera casualidad, pero
obedece a una ley estilística con evidencia propia. una casualidad sorprendente.
Hasta el momento presente, la técnica de la fu-
- sión es una de las muchas coincidencias entre la poe­
sía y la pintura. E s interesante que Proust le dedi­
cara un ensayo a fondo. En el tercer volumen de P o e s ía a b st r a c t a

1 A Vonitre des jeunes filies en fieur (1919, p. 97 y sig.)


describe una visita al taller del imaginario pintor
La imaginación dictatorial de Les IUum inations
Elstir. Las descripciones se entretejen con reflexiones
puede llegar hasta lo absurdo. A sí por ejemplo en
que coinciden de un modo sorprendente con la esté­
A prcs le déhige (p.lG7): una liebre en medio de la
tica de la pintura moderna. También podemos consi­
derarlas como una confirmación de la manera de es­ alfalfa reza su oración al arco iris, a través de la
cribir de Rimbaud, y, por lo mismo, del hecho de que tela de una araña; Madame instala un piano en los
la poesía señaló el camino a la pintura moderna. E l A lpes... La imaginación puede convertirse en un tor­
j poder efectivo del artista, según se deduce de las bellino de imágenes fragmentarias, como en el caso
• páginas de Proust, es el “sueño”, es decir, la fanta­ de M atinée d’ivrcsse. Pero tiene todavía otras posi­
sía superior a la realidad. Lo mismo que la poesía bilidades, es decir, aquellas a que Baudelaire se refe­
por medio de la metáfora, la pintura realiza, por me­ ría al hablar de “ abstracción”. E sta palabra puede
dio de la “metam órfosis”, una trasposición de lo ob­ aplicarse a los poemas de Rimbaud, en los que, como
jetivo a imágenes que no existen en el mundo real. un tejido independiente de los objetos (abstracto),
' Aplicado al pintor E lstir: “Una de sus metamórfo- líneas y movimientos se sitúan por encima de los con­
¡ sis más frecuentes consistía en suprimir en sus ina- tenidos imaginativos.

134 135
Ejemplo de ello es el corto poema Les P oiits talle de una ciudad sin dónde y sin cuándo no se h a
(p. 170). Tara mayor claridad lo reproducimos y tra­ obtenido copiando, siuo a través de una visión. Se
ducimos íntegro. habla de puentes, pero lo esencial en ellos no es su
volumen objetivo, sino sus lín e a s: líneas rectas, cur­
L E S JPONTS vas, oblicuas, una “figura extraña”. (Recordemos que
De ciéis gris de cristal. Un bizarre dessin de ponts, ceux-ci • ya en Baudelaire, la palabra “extraño” ("bizarre)
droits, ceux-lá bombés, d’autres descendant en obliquant en pertenecía al mundo conceptual de lo “abstracto” y
anglcs sur Ies premiers; et ees figures se renouvelant dnns les del “arabesco” .) Por ello, también de un modo suma­
nutres circuits éclairís du canal, mais tous telleinent longs et
lígers que les rives, c-bargíes de domes, s’abaissent et s’amoin- rio, se da el nombre de “figuras” a estas líneas. Las
drissent. Quelques-uns de ces ponts sont encore chargés de masu- figuras .se repiten en los “otros” (¿qué otros?) cir­
rcs. D'autres soutiennent des mftts, des signaux, de frOles para- cuitos del caual. La ley de gravedad queda en sus­
pets. Des aceords mineurs se croisent, et filent; des cordes mon-
tent des borges. On distingue une veste rouge, pcut-£‘tre d'autres penso, porque las figuras — que hay que considerar
costumes et des ¡nstrumenls de musique. Sont-ce des nirs popu- también abora como puentes — son tan ligeras, que
laires, des bouts de concerts seigneuriaux, des restants d’hymnes hunden las pesadas orillas, es decir, lo ligero hunde
publics? L’eau est grise et blcue, large córame un bras de mer.
Un rayón blanc, tombant du haut du del, anéantit cette lo pesado. Nuevas líneas, esta vez formadas por so­
comedie. nidos, que se convierten en franjas. Rápida evoca­
ción de una chaqueta roja y de algunos instrumen­
LOS PUENTES tos de música, y luego el latigazo final. Todo resulta
Cielos grises de cristal. Un extraño trazado de puentes, unos incomprensible. Dentro de una sintaxis que, una vez
rectos, otros curvados, otros que bajón oblicuamente en ángulos más, es muy sencilla, se nos ofrece algo totalm ente
sobre los primeros, y estas figuras se van repitiendo en los otros cir­ extraño. La fría exactitud de la expresión viene aún
cuitos iluminados del canal, pero todos ellos tan ¡argos y ligeros
que las orillas, cargadas de catedrales, se hunden y se empequeñe­ a subrayarlo. No hay personajes. La chaqueta roja
cen. Algunos de estos puentes están cargados todavía de casuchas. aparece aislada y uos hace sentir todavía con más
Otros sostienen mástiles, señales , y frágiles parapetos. Acordes
menores se cruzan, y huyen; del talud suben unas cuerdas. Se
intensidad, lo mismo que la música que no se nos
distingue una chaqueta roja, quizás también otros vestidos e ins­ dice de dónde viene, la ausencia del hombre. Reinan
trumentos de música, iSerán tonadas populares, fragmentos de los objetos, pero reinan en la imprecisión de lo plu­
conciertos señoriales, restos de himnos públicos? El agua es gris
y azul, ancha como un brazo de mar. ral, en lo absurdo de sus relaciones para las que no
Un rayo de luz blanca, que cae del cielo, aniquila esta comedia. existe ningún vínculo normal entre causa y efecto.
Los objetos han sido simplificados en movimientos
Este poema procede como una descripción pre­ puros y abstracciones geométricas. Aun siendo y a
cisa, pero su objeto es imaginario, por cuanto el de­ todo ello tan irreal, lo será todavía más gracias a la

130 137
1 conclusión que lo aniquila todo. Rimbaud se mueve una poesía cuya pasión por lo “desconocido”, no pu­
! sin el menor énfasis en este mundo que no está en diéndose colmar, no tiene de momento otra salida
ninguna parte. Puede renunciar a aquellos rebeldes qne embrollar y transfigurar lo conocido. Retrospec­
movimientos de evasión con lo s que sus anteriores tivamente, Rimbaud escribirá más tarde: “Anotaba
poemas tendian a lo desconocido, porque ha llegado lo inexpresable, me agarraba a los torbellinos” (pá­
1 ya a lo desconocido. U na óptica de agudo funciona- gina 2 1 0 ), pero también, algunas páginas después:
I miento se encarga de registrar aquella extrañeza que “Ya no puedo hablar”. Entre estas dos actitudes, ya
ella misma ha creado y la confía a un lenguaje que sumamente proyectadas hacia el exterior, se extien­
| la relata con el mismo tono que si fuera lo más obvio, de la oscura poesía de Rimbaud: oscuridad de lo no
aunque sin comunicarla a nadie. expresado jam ás y oscuridad de lo que ya no puede
t decirse, en la linde del enmudecimiento.
• P o e s ía m o n o l ó g ic a Quién ya no habla para nadie, ¿por qné compone
poesía? E sta pregunta apenas si tiene respuesta, a
Desde 1871, la poesía de Rimbaud va siendo cada menos que se considere esta poesía como un supre­
, vez más un monólogo. D e algunos fragmentos de sus mo intento de salvar, gracias a la expresión anormal
obras en prosa se nos han conservado borradores. Si y a la dictadura de la imaginación, la libertad del
■ los cotejamos con la s versiones definitivas, veremos espíritu, en medio de una situación histórica en la
en qué dirección corregía Rimbaud. Las frases se que los descubrimientos científicos y el poderoso apa­
abrevian, la omisión de elementos secundarios es rato de la civilización, de la técnica y de la econo­
más audaz, las agrupaciones extrañas de palabras mía, organizan y colectivizan la libertad, o sea, des­
. son más frecuentes. Por noticias de la época sabe­ truyen lo que tiene de esencial. Un espíritu para él
mos que Rimbaud solía gastar montones de papel que todos los lugares se han hecho inhabitables pue­
antes de hallar una versión que le satisficiera, que de crearse en la poesía su única morada y su único
tenia escrúpulos acerca de si debía poner o no una centro de trabajo. Quizás sea ésta la razón de que
' coma o suprimir un adjetivo y que coleccionaba vo­ escriba poesía.
ces en desuso, para emplearlas luego en sus compo-
, sicioncs. Todo ello contribuye a probar que Rimbaud "Din á m i c a del m o v im ie n t o y m a g ia
’ no trabajaba de manera distinta de la de los clásicos DE LA EXPRESIÓN
: de la claridad. Sus monólogos herméticos no son ex­
plosiones mal reprimidas, sino trabajo consciente de La red de tensión de un poema de Rimbaud se
1 artista, y como tal se avienen perfectamente con establece por medio de fuerzas parecidas a las de la

139
música. Pero la analogía con la música no estriba están formadas paradójicamente por imágeqes de lo
tam o en las figuras sonoras como en la progresión profundo: conchas m arítim as), y finalmente viene
de los grados de intensidad, en los movimientos ab­ un movimiento descendente, que acaba en lo más pro­
solutos de ascenso y descenso, en la alternancia en­ fundo. E stos movimientos, que en los elementos irrea­
tre carga y descarga. D e aquí proviene también la les se perciben más que no se ven, son dinamismos
auténtica fascinación de esta poesía oscura que pa­ absolutos, del mismo modo que lo son ló s movimien­
rece hablar en el vacío. tos de los períodos de la s frases: subidas en “cres­
El modo de proceder de esta dinámica del movi­ cendo”, y luego retardadas, basta la mitad del tex­
miento se puede estudiar en el poema en prosa to; a partir de aquí un vasto arco que de momento
M ysliquc (p. 185). E n un paisaje imaginario acon­ planea y luego desciende a sacudidas hasta que el
tece una acción que es a la vez una parte de aquél. final, cou su aislado y breve “allá bajo”, lo hace pre­
Empieza con una danza de los ángeles sobre la pen­ cipitarse en picado. E stos movimientos, y no el “con­
diente de un talud, “entre herbajes de acero y esme­ tenido”, ordenan el poema. Su fascinación aumenta
ralda”. H ay prados, pero no son prados quietos, sino cuantas más veces se lee.
“prados de llam as que saltan hasta la cumbre de la Añádese a ello la magia del lenguaje. Lo que h a y
colina”. A la izquierda “el terreno de la cresta está que entender bajo esta denominación se ha explicado
pisoteado por todos los hom icidios j todas las bata­ ya en el capítulo anterior. Desde N ovalis hasta Poe
llas, y todos los ruidos desastrosos trazan su curva”. y Baudelaire, había ido madurando el procedimien­
La franja superior del cuadro “ está formada por el to de hacer surgir un texto lírico no sólo partien­
rumor giratorio y saltarino de las conchas de los do de tem as y motivos, sino también, o quizás exdn-
mares y de las noches hum anas” . El final hace bajar sivamente, por medio de combinaciones de las sono:
“la dulzura florida de las estrellas” al “ abismo azul ridades del lenguaje y de las oscilantes asociaciones
y en flor”. Lo visible y lo audible se unen entre sí y de ideas sugeridas por las palabras. Rimbaud em­
con las abstracciones; así otra loma recibe el califi­ plea este procedimiento con una osadía sin prece­
cativo de “línea de los orientes y de los progresos”. dentes. Una poesía que ba dejado ya de tener en
Esta manera de suprimir los lím ites de los detalles cuenta la inteligibilidad normal puede recurrir a
corresponde a la elim inación de lím ites y a la de sus­ este método con tanta mayor facilidad cuanto que
tancia a todo el conjunto por medio de unos amplios en ella la palabra como sonoridad y sugestión es
movimientos espaciales: primero un movimiento ho­ algo aparte de la palabi*a al servicio de un sentido
rizontal en la base, luego otro ascendente, luego otro lógico. En la palabra se desencadenan fuerzas alógi­
horizontal, pero esta vez en las alturas (que a su vez cas que guían las expresiones y que, gracias a sen es

14 0 141
sonoras insólitas, ejercen un encanto inusitado. Éste, analogía y sitúen la poesía entre los actos del in te­
a su vez, 3 * en función subrogada, sirve tam bién para lecto y los arcaicos secretos de la magia.
dar la sensación de lo “ desconocido”, no menos que Partiendo de la expresión “alquimia de la pala­
la irrealidad sensible y que lo s movimientos abso­ bra”, Rimbaud sigue diciendo: “Regulé la form a y
lutos. el movimiento de cada consonante y, por medio de
Rimbaud habla de la “alquim ia de la palabra” ritm os instintivos, me hice la ilusión de que inven­
(p. 218 y sig.). D e ésta, así como de otras expresiones taría un verbo poético accesible, un día u otro, a
suyas, se ha querido deducir que el poeta había sido todos los significados”. Aunque estas frases de la
iniciado en prácticas m ágicas y que había sacado últim a obra de Rimbaud se refieren a una fase y a su­
partido de textos de ocultism o. Aunque es evidente perada, no alteran el hecho de que, incluso en esta
que a partir de mediados del siglo x ix esta clase de últim a obra, se recurre en grados diversos el proce­
literatura tuvo cierta difusión en Francia y penetró dimiento de la m agia del lenguaje. A cada momento
incluso en los círculos literarios de la época (entre surgen imágenes que, si (se lee en voz alta, dejan
tales textos pueden citarse lo s llamados “libros her­ entrever con cuánta premeditación se sopesaron lo’s
méticos”, o sea, preceptos de magia atribuidos a timbres de las vocales y las afinidades de las conso­
Ilermes Trismegistos, traducidos en 1SG3 por Mé- nantes. Pero esa premeditación llega a ser audacia
nard), no existe ninguna prueba contundente de que cuando el anhelo de sonoridad domina hasta ta l
Rimbaud conociera nada de este tipo. Las tentativas punto que el verso o la frase por él gobernados care­
que recientemente se han hecho — como por ejemplo cen por completo de sentido o sólo lo tienen total­
las de Gengoux — por demostrar que los poemas de mente absurdo: uXJn h ydrolat lacrym al l a v e uMo n
Rimbaud son textos cifrados secretos destinados a triste coeur bave a la poupe”. Por analogía, se piensa
ocultistas, son totalm ente absurdas. La aproxima­ en la música atonal. La disonancia entre significado
ción de la poesía a la magia y la alquimia es corrien­ absurdo y fuerza sonora absoluta es y a definitiva.
te desde el siglo x v m , pero no debe tomarse al pie H ay un ejemplo que nos obliga a insistir todavía.
de la letra. Lo que sí tiene importancia, en ella, es En el poema en prosa M étropoHtam (p. 1S9) figura
el hecho de ver en el acto poético una corresponden­ lo siguiente: “ ... et les atroces flcurs qu’on appelr
cia a la operación mágica o alquímica que, por me­ lerait cocurs et socurs, damas dam nant de langueur”.
dio de una materia m isteriosa, pretende convertir (E xiste otra versión que dice “longueur”, pero ello
los metales innobles en oro. Y una de las tendencias no tiene ninguna importancia). Si quisiéramos tra­
específicamente modeimas consiste precisamente en ducirlo diría a s í: “y las atroces flores, que llamaría­
que los poetas acepten y subrayen cada día más esta mos corazones y hermanas, condenador damasco de

142 14 3
languidez”. Pero la traducción es falsa, no porque ta, y no sólo en Francia, la imposibilidad de tradu­
resulte absurda (el original también lo es), sino por­ cirla. La ruptura entre el lenguaje mágico de la
que no acierta a dar aquello que es esencial en la poesía y el lenguaje de comunicación normal se ha
frase, es decir, la creación de un lenguaje. La frase convertido también en una ruptura entre la s lenguas
es una sucesión abstracta de asonancias y aliteracio­ nacionales europeas.
nes. Las sim ilitudes vocálicas y consouánticas deter­
minan hasta ta l punto esa secuencia sonora que el
significado de las palabras por ella provocada ya no J u icio final
implica ninguna cohesión de imágenes o ideas. ¿Por
qué llamaríamos corazones y hermanas a la s flores? J . Riviére, en su libro acerca de Rimbaud (que
Pues por la sencilla y única razón de que eu francés hasta la fecha no lia sido aún superado) escribe: “E l
tienen las mismas vocales que la s flores (fleurs, auxilio que Rimbaud nos presta con su obra consiste
coeurs, soeurs). ¿Qué debe hacer el traductor? Debe­ en hacernos imposible la permanencia eñ lo terre­
rla intentar la desesperada empresa de encontrar n a l... E l mundo vuelve a precipitarse a su caos pri­
una frase que ofreciera una correspondencia formal m itivo, los objetos vuelven a aparecer con aquella
a la contrapuntística del original a base de una suce­ fértil libertad que tenían cuando no servían todavía,
sión de sonidos y un significado extraño, como por para nada ú til”. La grandeza de Rimbaud estriba en
ejemplo: “y las llam eantes flores, que llamaríamos haber provocado un caos, para sustituir lo “desco­
albores y ruiseñores, damascos domadores de la lan­ nocido”, que no había logrado aferrar, y haberlo sub­
guidez". Pero el intento es inútil. Rimbaud no se yugado artísticam ente con la m isteriosa perfección
puede traducir. Él mismo lo confirma: “Un golpe de de su lenguaje. Al igual que Baudelaire, emprendió
tu dedo sobre el tambor desencadena todos los soni­ sin desmayo y a sabiendas de lo que iba a ocurrir
dos e inicia la nueva armonía” (p. 175). Tal vez los aquella “brutal lucha espiritual” de la que él mismo
franceses sean capaces de oir la nueva armonía, pero hablaba y que fue el destino de su siglo. Sus desvia­
ésta se ha buscado a una tal profundidad de la len­ ciones y sus anormalidades no son otra cosa que obe­
gua popular, que las demás lenguas no logran vol­ diencia a una situación histórica.
verla a crear. La traducción, aquí, sólo puede resul­ Cuando llegó al lím ite en que su poesía, que de­
tar una indicación incompleta del argumento, o sea formaba el mundo y el yo, empezó a destruirse a sí
de aquello que ahora importa aun mucho menos que misma, él, a pesar de que sólo contaba diecinueve años,
en la lírica de otro tiempo. • tuvo el valor necesario para enmudecer. E ste silencio
Con la anormalidad de la lírica moderna aumen­ es un acto de su propia existencia poética. Lo que an­

144 uo
e. ne la l ír ic a vo o ern a . -1 0
tes liubía sido suprema libertad en la poesía, se convir­
tió en libertad de la poesía. Algunos poetas posterio­
res a quienes su ejemplo desorientó más que guió,
hubieran podido aprender de Rimbaud, es decir, hu­
bieran podido permanecer callados. Pero también ha
habido líricos posteriores a Rimbaud cuya obra de­ IV. MALLARMÉ
muestra que todavía no se habían agotado las posi­
bilidades de traducir en lenguaje el alma moderna. C a r a c t e r ís t i c a s p r e l im in a r e s

La lírica de Mallarmé no parece comparable a la


de ninguno de sus predecesores o contemporáneos.
E s la lírica de un hombre cuya vida transcurrió en
un medio normal y burgués, y que, a pesar de haber
sufrido mucho, conservaba una gran bondad y no
hacía ostentación de amargura, sino que más bien
hablaba irónicamente de su persona privada. Pero
en la calma de esa vida, su espíritu trabajaba muy
lentam ente en una poesía y en un pensamiento que,
con sus abstracciones, va todavía más lejos que la tur­
bulencia de Bimbaud. La oscuridad de su lírica es te­
mida y famosa. H ay que descifrarla a partir de un
lenguaje que no escribe nadie más. T , sin embargo,
es visible que esta lírica pertenece también a una
estructura poética cuyos elementos arrancan del Ro­
manticismo y se habían ido precisando cada vez más
a partir de Baudelaire.
E l lector que hasta aquí haya seguido nuestra
exposición, nos comprenderá perfectamente si en
unas cuantas fórmulas esbozamos en qué consiste
esta relación. Una vez más, en Mallarmé advertimos:
ausencia de una lírica de sentimiento e inspiración;

na ur
i inmili unción guinda por el in telecto ; destrucción de H ay que indicar primero en qué consisten la s
I la realidad y del orden lógico y afectivo nqrm al ;m a- particularidades de Mallarmé, refiriéndonos — lo
J nejo de J a s fu erzasim p u lsivas del lenguaje; sustitu­ mismo ahora que m ás adelante — únicamente a la
ción de la inteligibilidad p o r ! a sugestión^concien- segunda fase de su actividad poética, que empieza
j cia de pertenecer a una época tardía de la cultura; hacia 1S70. Quedamente, sin intención de imponerse,
doble actitud frente a la m odernidad; ruptura con pero tampoco de manera que pueda pasar inadver­
la tradición hum anística y cristiana; aislam iento tida, esa poesía se mueve en un espacio casi carente
i con conciencia de superioridad; y equiparación de de aire. Cada uno de los poemas tiene diversos estra­
la^poesía con la crítica poética, en la que predomi­ tos de significación que desembocan finalmente en
n a n , por lo demás, la s categorías negativas. una superación; se van superponiendo hasta desem­
J E stas características, que delatan la vinculación bocar en unas posibilidades extrem as que el lector
de Hallarme con los principios generales de la poe- apenas logra alcanzar. Mallarmé perfecciona la con­
I sía moderna, alcanzan con él una transfiguración y cepción, conocida ya desde Baudelaire, según la cual
' una profundidad que, a pesar de toda la complica­ la fantasia artística no es una copia idealizada, sino
ción del resultado, son perfectam ente inteligibles y una deformación, de la realidad. E l perfeccionamien­
lógicas. De él deriva un nuevo tipo de lírica moder­ to que él aporta consiste en darle un fundamento
na, pues no menos paradójicam ente que ocurre con ontológico. A l mismo tiempo, _justifica ontológica- a
Rimbaud, su obra enigm ática y aislada lia ejercido mente la oscuridad en la poesía y su alejamiento res­
un gran influjo. E llo es a su vez un síntoma de la pecto a una inteligibilidad lim itada. E n efecto, en
I situación en que se encuentra en conjunto la poesía Mallarmé, la unidad entre lo artístico y la reflexión
moderna. E l solitario, el que se encierra en sí m is­ sobre lo artístico es exaltada por una filosofía que
mo, inquieto, es escuchado, interpretado una y otra se ocupa del ser absoluto (equiparado a la nada) ’y
vez, atrae a discípulos y los convierte en maestros. de su relación con el lenguaje. D esde el punto de
Precisamente lo insólito de su personalidad suges­ vista teórico, aunque con mucha prudencia, este pen­
tiona a los genios cansados de lo acostumbrado. Su samiento se expresa en los ensayos recopilados bajo
j obra no es ocio literario, esteticism o o algo parecido, el título de D ivugations y en algunas cartas. Pero su
siuo que responde al más alto anhelo que un poeta verdadera forma se encuentra eu los poemas. E llo
pueda tener. H allarm e fue escuchado y su poesía dio no debe entenderse en el sentido de que se trate de
fruto. Muchos son los nombres europeos que lo ates­ poesía doctrinal, sino más bien de que la poesía pre­
tiguan : tales George, Valéry, Swinburne, T. S. E liot, tende ser precisamente el único lugar en que lo ab­
Guillen, Ungaretti. soluto y el lenguaje pueden encontrarse. La lírica

141 14 9
alcanza así una altura que no liabía tenido jam ás en esencial en las cosas cotidianas. Por ello crea lírica,
la literatura posterior a la A ntigüedad. Sin embar­ es decir, canto de lo m isterioso con palabras e imá­
go, no se ha llegado a una altura feliz, porque le falta genes a cuya percepción el alma vibra, aunque se vea
la auténtica trascendencia: le faltan los dioses. transportada a ám bitos extraños.
Todo ello se explicará m ejor más adelante. E l
lector se preguntará: ¿ E sta poesía es todavía lírica?
¿Por qué Mallarmé no expresa su s ideas ontológicas I nterpretación de tres poemas:
en forma clara e inequívoca? Quizás uno de los prin­ S a in te ; É vcn tail (d e Mme. M allarm é) j
cipales motivos para esto ííltim o sea su convicción S u rg í de la croupe
de que el lijar y precisar traería consigo la pérdida
de la misteriosidad. Y ésta, para el poeta, es esencial A ntes de penetrar en este d ifícil autor, es prefe­
y lo que más le im porta es acercarse a ella lo m ás rible analizar algunos de sus poemas, aunque al ha­
posible. E l proceso de su poesía y de su filosofía no cerlo no pueda evitarge cierta pedantería.
va del mundo empírico a lo ontológicam ente univer­ E l primero es S a in te (p. 53), cuya versión defini­
sal, sino al revés. Su lírica recurre a objetos senci-v tiva data de 1SS4. Aconsejamos al lector fam iliari­
líos: jarros, consolas, abanicos, espejos. Cierto es que zado con el francés que lea a media voz el texto ori­
aparecen desobjetivados, alejados hasta la ausen­ ginal, lo mismo de este poema que de los que estudia­
cia, y que son portadores de una corriente invisible remos luego, ya que este género de poesía aspira
de tensión. Pero en cambio, gracias a la palabra que a actuar de momento sobre el oído, a fin de preparar,
los nombra, están presentes para la imaginación. Con con sus' lim itados estím ulos musicales, la íntim a per­
esta presencia adquieren un aumento insospechado cepción de su anormal contenido. .
de significado, porque aquella invisible corriente de A la fenC-tre recílnnt A la v e n ta n a q u e o c u lta
tensión se incorpora tambiéu a ellos. Ila sta ta l pnnto Le santal vieux qui se dédore E l s á n d a lo v ie jo q u e s e
d e sd o ra
los penetra, que esos objetos sencillos de nuestro De sa viole étincelant D e s u v io la , en o tr o tie m p o
mundo cotidiano se colman de misterio hasta el fon­ Jadis avec ñute ou mandore, B r illa n te con fla u ta o m a n d a r a ,
do. Y entonces vienen a sustituir a todo lo objetivo
que nos rodea. Precisamente porque Mallarmé no pro­
cede por medio de conceptos, sino infundiendo pro­ Est la Sainte pile, étalant E s tá la S a n t a p á lid a , m o s ­
tr a n d o
fundamente el ser absoluto, la nada, en los objetos Le livre vieux qui se déplie E l lib ro v ie jo q u e s e a b re
más ordinarios, éstos pasan a ser como enigmas ante Du Magníficat ruissclant D e l M a g n ífic a t, e n o tr o tie m p o
Jadis sclon v5pre et complie: R e b o s a n te se g ú n v ís p e r a s y
nuestros ojos, logrando así obtener la misteriosidad c o m p le ta s :

10* m
A ce vitrngc d'ostensoir .4 ca te c r is ta l d e o s te n s o r io D e esta composición existe una versión que se
Que frúle une hnrpe par Q u e ro z a u n a r p a p o r e l Á n g e l
remonta casi a veinte años antes. Se titulaba: “Saín-
l’Ange
Formtfc avee son vol du soir F orm a d a co n s u v u e lo del te Cécile, jo v a n t sur Vailc d’uji Chérubin". D e todo
a ta r d e c e r ello sólo lia quedado S a in te, o sea, lo general e inde­
Pour la dílicate plialango P ara la d e lic a d a fa la n g e
terminado. E s decir, la desrealización se ha apode­
rado también del título, alejándolo de toda lim itación
Du dolgt que, snns le vieux unívoca.
D e l d ed o que, sin e l v ie jo
* santal sá n d a lo Aparecen en este poema algunos objetos: una
Ni le vieux livre, elle balance “N i el viejo libro, la S a n ta ventana, un viejo instrum ento de sándalo, el cristal
b a la n c e a
Sur le plumnge instrumental, S o b r e el p lu m a je i n s tr u m e n ta l,
de un ostensorio, un arpa, un texto del Magníficat.
Musícicnne du silencc. T a ñ e d o r a d e l s ile n c io . Pero tales objetos guardan entre sí una m isteriosa
relación, o ni siquiera están como tales objetos pre­
E l texto consta de una sola frase, que ni siquiera sentes. Desde el punto de vista sintáctico, el cristal
está, terminada. Su ilación no puede ser m ás sencilla, del ostensorio parece ser una aposición explicativa de
aunque se necesite algún tiempo para desentrañarla: la ventana. ¿H ay que entender, pues, que el cristal
“.1 la fen étre... est la sa in tc ..., A ce v itra g e ..." Cons­ es lo mismo que la ventana? E llo resulta apenas
ta de una determinación adverbial, una corta frase posible según el orden normal de las cosas. E l arpa
principal con el más ingrávido de los verbos ( “est" ) de la tercera estrofa está “formada por el vuelo del
y de una aposición también retardada, por así decirlo. atardecer de un ángel”. ¿E s por lo tanto una metá­
Pero esta estructura básica aparece disim ulada por fora para indicar el ala del ángel? Por otra parte,
la primera estrofa, introducida a modo de cuña por luego parece ser de nuevo un arpa, un plumaje que
las ampliaciones en forma de frases subordinadas de sirve de instrumento musical. Es, pues, ala y arpa,
la segunda, y finalmente por las oraciones secunda­ no sólo metáfora, sino identidad, según un procedi­
rias de la tercera y cuarta. La aposición ( “A ce vi­ m iento que hemos estudiado ya en Rimbaud. E l poe­
trage") queda en el aire y las proposiciones secun- ma se mueve en un terreno en el que no cuentan las .
s darías que la siguen ya no llegan a cerrarse en un ele­ diferencias reales, y en el que se produce un m últiple
mento acabado, sino que permanecen abiertas. E sta paso de una a otras. Pero ocurre también otra cosa:
frase, que si bien es sencilla, dibuja una elipse sobre la viola es(á “oculta” por la ventana, o sea que no
sí misma, da lugar a una especie de murmullo, en la existe como objeto real, sino sólo verbalmente. F lau­
zona que linda con el silencio (el cual, por lo demás, ta o mandora (una especie de laúd) sólo aparecen en
es nombrado en la última palabra del poema). el recuerdo de “otro tiempo”. El viejo libro del Jíag-

153
nifieat es real, pero sos detalladas cualidades tam­ de imaginar a la Santa en una hora precisa de la
poco pertenecen al presente: sus notas rebosaban en tarde. Se trata, por así decirlo, de un atardecer abso­
otro tiempo. Pero a partir de la tercera estrofa, las luto, de la categoría de tiempo adecuada para el hun­
cosas se van alejando cada vez más: la transición dimiento y la destrucción. Y esta impresión se robus­
está constituida por un arpa que a la vez es ala de tece cada vez más, hasta llegar al concreto “vuelo
ángel, es decir, por una identidad irreal. Todo lo de­ del atai'decer” de la tercera estrofa; pero este vuelo
más es ya definitiva ausencia. La Santa tañe sin viejo no está enmarcado tampoco por el tiempo empírico.
sándalo y sin viejo libro. Pero ¿toca efectivamente • Si a ello añadimos el “viejo”, repetido cuatro veces,
algo? Se diría que más bien-permanece en silencio, así como la nota de “pieza de anticuario” introdu­
“tañedora del silencio”. cida por la man dora, quedará suficientemente demos­
Vemos, pues, que lo objetivamente presente es trado que se trata de un momento de “ ocaso abso­
muy poco, y que está constituido por imprecisiones luto”. Las cosas concretas han sido aniquiladas; la s
o identidades irreales de cosas distintas, para ser determinantes de tiempo que parecían inherentes a
arrastrado finalmente por la destrucción y relega­ ellas cobran independencia. En una armonía irreal
do a la ausencia y al silencio. V olio no resulta de con la ausencia, con la nada, las notas temporales;
un proceso objetivo ni de la acción de la “Santa”, ahora absolutas, constituyen la esencia de lo tardío
sino únicamente del lenguaje. Pero al mismo tiempo y de lo pretérito — una esencia que a su vez sólo
que el lenguaje provoca ese alejamiento o destrucción puede hacerse independiente a condición de hallar­
de los objetos, también confiere a lo destruido una se en un espacio carente de objetos.
existencia en el lenguaje mismo. E stos objetos aleja­ La viola está oculta tras la ventana; la flauta y
dos, en efecto, sólo existen en él. Se trata de una pre­ la maudora sólo están evocadas por el lenguaje. ¿Por
sencia espiritual, tanto más absoluta cuanto menos qué se mencionan, siquiera no sea más que con un
empírica. acto verbal ? Se trata de instrumentos músicos, como
El poema constituye un proceso, no en las cosas, el arpa irreal, y tales objetos ocultos, ausentes o
sino en el lenguaje, y se desarrolla en un especial es­ irreales sirven también de soporte a una presencia:
trato del tiempo que a su vez aleja también los obje­ esta vez a una presencia sonora, la música. Pero ¿qué
tos del presente. Ello pnede verse ya desde el prin­ ocurre con esta música? La Santa no toca. La mú­
cipio del poema. El color dorado del sándalo que se sica es silencio, pero precisamente por ello es una
apaga crea una luz mortecina, de ocaso. “Vísperas” presencia, que junto con la presencia del atardecer
y “completas”, aunque referidas al pasado, subrayan y con el alejamiento de los objetos, tiene una exis­
esta impresión de atardecer. Sin embargo, no hemos tencia espiritual en el lenguaje, y sólo en él.

194
E ste poema de M allarmé, uno de los más bellos Avec comme pour langage Con tío m á s c o m o le n g u a je

y puros que escribió, llena sin duda nuestra percep­ Ricn qu’un battement aux Q ue un a le te o h a c ia e l c ie lo
cienx
ción visual y quizás tam bién nuestra percepción acús­ Le futur vera se dígage E l fu tu r o verso a rra n ea
tica. Pero con lo perceptible realiza una transform a­ Du logia tr&s prCcicux D e la m o r a d a p r e c io s ís im a

ción bacía lo in sólito y probablemente tam bién hacia


lo inquietante. E n la inocencia de su soñador mur­
Aile tout bas la courriére A la m u y q u e d a la m e n s a je r a *
mullo, lleva a cabo actos anormales, como el de anu­ Cet éventail si c'est lui E s t e a b a n ic o s i e s é l
lar los objetos para elevarlos a esencias absolutas Le mime par qui derriére E l m is m o p o r q u ie n d e tr á s

que, por lo mismo que y a nada tienen que ver con Toi quelque miroir a lili D e t i b r illó a lg ú n e s p e jo

el mundo empírico, están “mucho m ás definitivamen­


te presentes en el lenguaje. Gracias a éste, se esta­ Limpide (oft va redeacendre I A m p id o ( d o n d e v o lv e r á a caer
blece entre ellos una relación alejada de todo orden Pourcbassée en chaqué grain P e r s e g u id a e n c a d a g r a n o

reaL Un peu d’invisible cendre U n po co d e in v is ib le c e n iz a


Seule & me rendre chagrín) O nica q u e m e c a u s a p e s a r )
Tero para descubrir todas estas cosas hay que re­
correr un largo cam ino; se necesitan, en efecto, aque­
llas “gafas para el cerebro” de que hablaba irónica­ Toujour8 tel il npparaisse A s í a p a r e z c a s ie m p r e
mente M. Barrés cuando criticaba a H allarm e. E n Entre tes mains sana paresse. E n t r e t u s m a n o s s in p e r e z a .

efecto, semejante lírica ya no tiene nada que ver con


la poesía del sentim iento, la poesía de la experiencia D e momento se podría decir: un tema tradicional
o la poesía del fenómeno. Extrañam ente, pero con en form a tradicional. Tradicional (aunque poco usa­
una m úsica que se impone sin violencia, esta lírica da en Francia) es la forma del soneto, a la inglesa.
nos habla desde un espacio interior, incorpóreo y so­ Tradicional es el tema, el abanico de nna dama; la
litario, en el que el espíritu, libre de las sombras de poesía galante de los siglos pasados gustaba de tales
la realidad, se contempla a sí mismo y, en el juego asuntos. Pero lo que se expresa en esta forma, el p o r
de sus tensiones abstractas, alcanza úna satisfacción qué ha sido elegido este abanico tan poco im portante
de dominio parecida a la que se encuentra en los en­ y casi inexistente, y finalmente el cómo este asunto
cadenamientos de fóiunulas matemáticas. objetivo se enlaza con un tema ideal, he aquí algo
El segundo texto es el soneto É ventail (de Mine. que es lo menos tradicional posible. Lo que im pre­
Mediarme), escrito en el año 1S87 (p. 57). siona al lector no es nada tradicional, sino la incom­
prensibilidad que se obseivva ya en la manera de tra­
tar el lenguaje. E l poema no trae ningún signo de

150 15T
puntuación. La única alusión tipográfica a un sen­ ( “le fu tu r vers”) . De manera que ya en la primera
tido del texto es el paréntesis de la tercera estrofa; estrofa no se presenta a un objeto, sino que nos ale­
y éste no contribuye gran cosa a la comprensión o jamos de él; el objeto no es preciso, pero en cambio
• por lo menos no interrumpe el murmullo soñador lo es el proceso de su desobjetivización. E l tema de
que, una vez más, deja oir el lenguaje. E l comienzo la primera estrofa puede traducirse de la siguiente
de la primera y de la segunda estrofa tiene una den­ manera: la futura poesía no tiene lenguaje en el sen­
sidad que difícilmente puede aligerarse; en la segun­ tido corriente del vocablo, sino que tiene “como quien
da se recurre a algunos apóstrofes, e incluso la locu­ dice” únicamente lenguaje, el cual es casi nada, casi
ción adverbial “tou t Vas” es audazmente usada como la nada de un ligero aleteo hacia el cielo, hacia lo
apóstrofe. E ste verso es típico del estilo tardío de superior, hacia el id eal; y esta poesía se separa, par­
Uallarmé, que quiere que las palabras no hablen por te de todo lo vulgar ( “se dégage...”) . Mallarmé, con
medio de relaciones gramaticales, sino que irradien su estilo sereno, viene a decir lo mismo que dice Rim-
por sí mismas sus m últiples posibilidades significa­ baud: “Una tormenta abre brechas en las paredes,
tivas. También resulta difícil seguir la ilación de los hace explotar los límites de las casas.”
períodos, por lo menos a partir de la segunda estrofa. A partir de la segunda estrofa, el texto se refiere
"Cet éventail... toujours tel il apparaisse” van jun­ al abanico. Algo concreto, dibujado con delicados
tos. Pero el arco formado por los dos grupos de pa­ contornos, parece imponerse, para ser rechazado de
labras comprende tantas aposiciones, que cuando se nuevo. Cierto es que se nombra al abanico, pero en
lee, la frase parece ser elíptica. La trama está retor­ seguida se añade la restricción “si és é l” ; inmedia­
cida de tal modo que provoca la misma impresión de tamente, el abanico retrocede al mundo de lo impre­
equívoco que el contenido. ciso, de lo hipotético. Eso mismo se repite, se varía
Si bien es verdad que el título nombra al abanico, con el espejo: éste ha brillado a través del abanico,
el texto se aleja inmediatamente de este objeto con­ de manera que ya no está presente. Se le llama “quélr
creto y de todas sus palabras afines sólo recoge “Vat- que m iroir”, con un pronombre que Mallarmé em­
temenl” — palabra ésta que a su vez sólo es frag- plea muy a menudo como un tercer artículo, el ar­
( mentó: para ser completa tendría que decir “batte- tículo de lo indeterminado. Con este espejo ausente
vient d ’ailcs” (aleteo) — . E l fragmento que queda ocurre algo que crea una nueva no-presencia. En el
tiene un significado más general, que va mucho más espejo “caerá” (en futuro) ceniza invisible. No se nos
allá de la órbita verbal de “abanico”. “Aleteo” ya dice qué es la ceniza: ¿será acaso el cabello canoso
no se refiere al abanico, sino metafóricamente a la de la persona a quien se dirige el poema? Pero eso
poesía, a la futura poesía, es decir a la poesía ideal debe quedar en el aire. Basta con que la ceniza esté

168 15 »
presente en el lenguaje. No está presente como ob­ Semejante lenguaje, comparado con el corriente, sólo
jeto, es invisible, es algo que vendrá y además será puede ser un lenguaje “ como s i”, un lenguaje tras­
“perseguida en cada gran o”. E n estos versos, como cendente que evita toda univocidad. Sólo puede ser
en general en toda la obra de Mallarmé, hay que aten­ un aleteo, una atmósfei’a que irradie en todos sen-'
der, más que al significado aparente de las palabras, tidos, en el que todo sea movimiento y nada repre­
a las categorías con que el lenguaje trata la s cosas: sente lím ite.
por ejemplo: pasado, futuro, ausencia, hipótesis e Siempre había sido privilegio de la lírica dejar
indeterminación. E sta s categorías dominan también que la palabra volara entre m últiples significados,
la conclusión. E l poeta desea que el abanico perma­ pero Mallarmé lleva esta posibilidad hasta el extre-,
nezca a s í: un aleteo hacia el cielo, un objeto hipoté­ mo y convierte la infinita potencialidad del lenguaje
tico en m isteriosa relación con el pretérito espejo, en el auténtico contenido de su lenguaje poético. Con
con el pretérito brillar, con la futura ceniza. ello logra una misteriosidad que no sólo emancipa
E l poema se dirige a un tú , pero esta forma de de la opresión de la realidad, como ya hicieron Bau-
interpelación tiene tan poca im portancia como los delaire y Rimbaud, sino que hace posible que la tras­
restos de signos humanos, como la “ ceniza” y como cendencia vacua, ahora interpretada ontológicamen-
el “pesar”. En este poema no hay sentim ientos deli­ te, se manifieste incluso en el lenguaje por medio de
cados ni galanterías. Incluso el pesar está despro­ un total extrañamiento de lo fam iliar.
visto de sentim iento. R eina una tranquila frialdad Examinemos finalmente un tercer texto, un sone­
que excluye a la vez la s cosas y lo humano. Una vez to sin título escrito en 1SS7 (p. 74).
más, la ausencia de objetos tiene una categoría supe­ — - —1 ... T-
rior a su presencia; una vez más, las cosas subsisten Surgí de la croupe e t du bond S u r g id o d e la g r u p a y d e l
s a lto
únicamente en el lenguaje, arrancadas de su acos­ D'unc verrerie fephémfere D e u n e fím e r o c r is ta l
tumbrada usualidad. A la vez que lleva a cabo este Sans fleurir la veillée amére S in flo r e c e r la v e la d a a m a r g a
alejamiento, el poema cumple también la premisa Le col ignore s’intcrrompt. E l c u e llo ig n o ra d o s e i n t e ­
rru m p e.
expresada en la primera estrofa: arrancar de la pre­
ciosísim a morada. É ventail, como casi toda la lírica
de Mallarmé, es un poema acerca del arte poético. Je crois bien que deux bouches T e n g o p o r c ie r to q u e i o s bocas
n’on t no han
El esquema ontológico se adivina: los objetos, mien­ B u , ni son aniant ni ma infere, B e b id o , n» $u ornante ni m i
tras conservan su actualidad real, son impuros, no m a d re .
son absolutos; sólo al destruirse hacen posible el Jam ais h la mOme Chimfere, J a m á s a fa m is m a Q u im e r a ,
Moi, Sylphe de ce froid Y o , ¡ s ilfo d o e s te f r í o t e c h o l
nacimiento de sus formas esenciales en el lenguaje. p la ío n d !

160 ' 16 1

*. DB LA LÍBICA U O D S B S A . - 1 1
T-c pur vn.ee d'aueun breuvnge E l p u r o v a s o d e n in g ú n b r e b a je námico (salto), es decir, junta cosas heterogéneas.
Que rinoxiiaustible vcuvage Q u e la v iu d e s in a g o ta b le
Agonisc inais nc consent, A g o n iz a , m a s n o c o n s ie n te , E stas dos cosas, de momento, son desconocidas y
pertenecen al “efímero cristal” . E ste s í es un objeto
concreto, pero está definido con ta n ta im precisión
X n íí baiser des plus fú n e b r e s ! In g en u o b eso de lo s m ás que de momento no se le puede identificar y hay que
fú n e b r e s I
A ríen expirér annongant A e x p ir a r n a d a q u e a n u n c ie
aceptarlo como descouocido. E ste proceder es per­
Une rose dans les ténébres. U n a ro s a e n t r e la s tin ie b la s . fectam ente premeditado. La com posición em pieza
con indeterm inaciones y generalidades por lo que se
E ste soneto es form alm ente riguroso, incluso des­ refiere a los objetos, m ientras que lo s tip os de movi­
de el punto de vista de que suspirases están d istribui­ m iento son precisos, y adem ás se apoderan del objeto
das según la s leyes clá sica s del son eto: es decir, mismo, por el hecho de transform ar sus lín eas está­
mientras lo s dos cuartetos están com puestos por dos tica s en un / ‘sa lto ” . H a sta mucho m ás tarde, en la
frases d istin tas, lo s dos tercetos constituyen un pe­ tercera estrofa, una vez lograda la desobjetivización,
ríodo único. E sto coincide también con lo gradual no aparece él nombre exacto del objeto de crista l:
de la exposición. Pero lo que form alm ente se pre­ el “ puro vaso” . É ste aparece, pues, tras el velo de
senta correcto, sin apenas m ás que una lig era altera­ m ovim iento, pero sólo por un in stan te. A penas si
ción de la sin ta x is, es, en cuanto al contenido, tan llegam os a verlo. E l calificativo “p u r ” (que sign i­
oscuro como la s dos com posiciones anteriores. E l len ­ ficativam ente, lo m ism o puede interpretarse com o
guaje parece expresar la s cosas m ás n atu rales y , en “so lo ” que como “ puro”, lim pio de to d a in trom isión
cambio, dice la s m ás m isteriosas. Y tenem os que des­ que pudiera perturbar la form a), por lo m ism o que
cifrarlo laboriosam ente, b a sta el punto en que el des­ no es sino un calificativo form al, contribuye poco a
cifram iento vuelve a convertirse en audición, y aque­ hacer visib le el vaso. E l poem a se acerca algo m á s
llo que se ba descubierto por medio de la reflexión a lo objetivo, pero no acaba de fijarlo totalm en te.
puede volver a ser canto, y a perderse eñ lo in cog­ M allarm é solía hablar a menudo d el “ ilu sion is-
noscible. m o” del arte. Y con ello se r e fe r ía — en tre otras m u­
E s posible aproxim arse a este poem a observando chas cosas — a lo s versos nacid os de un m isterioso
sus fases de m ovim iento. La prim era estrofa con tiene juego com binatorio con el len gu aje; aunque el lecto r
el m ovim iento del surgir, que se ve sú b itam en te in te ­ acierte a descubrir el secreto, el verso no pierde su
rrumpido. ¿ S u r g ir de qué? D e “ cro itp e” (grupa, re­ p restigio, por cuanto este arte poético juega el gran
dondez) y “ b o n d ” (sa lto ). E l len gu aje s itú a en un juego. U no de esto s versos es el que figura en e l ep i­
mismo p lan o un valor esp a c ia l (redondez) y uno d i­ tafio de P o e: “calm e bloc ici bas clin d ’u n d é s a s tr e

10 2 163
obscur” (“sereno bloque aquí abajo caído de un de­ dormidos del lenguaje. Sacar partido del im pulso de
sastre oscuro”, p. 70). E l verso se refiere por igual la palabra no sería posible si el estilo de Mallarmé
a Poe, al sepulcro y a la poesía en general. Hubiera no se alejara por principio de la denominación nor­
sido más natural “astro oscuro”, ya que Mal]armé, mal de la s cosas y si este alejamiento no respondiera
en su prosa, se refiere a Poe en térm inos parecidos de lleno al anhelo de alejarse de la objetividad nor­
a éstos. Pero el verso evita lo más fácil y emplea en mal. U na vez que el pintor Degas, que a veces escri­
su lugar la palabra antitética, logrando así una ex­ bía también poesía, se quejaba de que se le ocurrie­
presión que tiene sentido también para el arte poé­ ran demasiadas ideas, amenazando destruir sns poe­
tico. La palabra evitada (a siré ) fue la que dio ori­ mas, Mallarmé le con testó: “Los versos no se hacen
gen a la que aparece en realidad (d é sa stre ). Ilusio- con ideas, sino con palabras”. Valéry, que nos cuen­
nisrao y magia del lenguaje. ta esta anécdota en su libro sobre Degas, añade:
Esta magia actúa probablemente tam bién en el “Todo el secreto está ahí”. Mallarmé, como la ma­
primer verso de nuestro soneto. “Redondez” (más yoría de los líricos modernos, estaba convencido de
exactamente “grupa”) y “ sa lto ” son posibles defi­ que las palabras encierran fuerzas m ás poderosas que
niciones para el volumen del jarro y para la movida las ideas. E llo es algo así como un renacimiento de
linea de su contorno. Sin embargo, son sumamente la antiquísim a fe en la palabra, ta l como se m ante­
insólitas para el sentido del lenguaje genuinamente nía aún en la filosofía y en la poesía de la alta Edad
francés, por lo que cabe la sospecha de que tengan Media. La única diferencia consiste en que el liberar
otro origen que su referencia a un objeto. Dentro el significado de una palabra no trae consigo una con­
del ámbito de significado de “ ia se ” se encuentran firmación de lo habitual y fam iliar (como por ejem­
también “coupe” (copa) y “fon d” (fondo, base). E s­ plo el orden cristiano de la creación que debía refle­
tas dos palabras, que se ocurren fácilmente, son pre­ jarse en el significado profundo de la s palabras),
cisamente las que evita el texto que estudiamos, pero sino que representa una aventura hacia lo desco­
recurre a ellas, en cambio, como estím ulo de otras nocido.
dos de sonoridad parecida: así surgen, con el de­ Pero volvamos a nuestro soneto: ¿Quién es que
seado efecto de lo insólito, “croupe” y “ 6 o»d”. E l salta y se interrumpe de pronto? “E l cuello ignora­
escamoteo tiene un sentido profundo que la sonrisa do”. Tal vez se trate del cuello del vaso, pero tam­
característica de Mallarmé oculta sólo irónicamente. bién podría ser otra cosa. Volvemos a entrar en él
Este juego de prestidigitación guarda analogía con ilusionism o del lenguaje, aunque esta vez con una
el procedimiento general de su lírica, que experimen­ variante. E n una carta anterior, Mallarmé comenta
ta con todas la s rarezas para despertar los espíritus uno de sus poemas y dice: “E l sentido — suponiendo

164
I que el poema lo tenga — es conjurado por un reflejo lo que “ una rosa cutre las tinieblas” anunciaría. La
k interior de las palabras mismas”. Con ello quiere de­ rosa, como todas las flores, es símbolo en Mallarmé
cir que una palabra puede transmitir sus significa­ de la palabra poética, y el final significa: el jarro
dos a otras palabras que nada tienen que ver con vacío, en el que ya todo es fracaso, ni siquiera con­
ella desde el punto de vista objetivo. Una de estas siente la palabra redentora, que sería igualmente re­
palabras es aquí “fleurir” (florecer, adornar con flo­ dentora aunque se pronunciara en las tinieblas (1 ).
res). Esta sirve para evocar, aunque sólo sea secun­ Este soneto es un poema de sentidos negativos.
dariamente, la imagen de la flor— y la refleja sobre Aparentemente lo que se niega son objetos: la flor
j el “cuello” : cuello de una flor, o sea tallo. Es muy no existe; el silfo no existe; el jarro está vacío; pero
' probable que el autor quisiera’sugerir esta imagen, en el fondo la negación constituye la esencia categó­
ya que en el último verso del poema aparece “rosa”, rica, que va más allá que sus representaciones empí­
que a su vez se refleja también en el cuello. Es muy ricas. E l poema, por lo tanto, sólo es posible porque
probable, pero no es ésta la única interpretación po­ la palabra es el único soporte de algo tan absoluta­
sible, porque en ningún modo se aspira a una uni­
mente abstracto como la esencia de lo negativo. Nos
versidad objetiva.
habla por medio de palabras y por consiguiente con
Lo que sí es unívoco es otra cosa. Fijémonos en
restos de representación, pero lo hace de tal modo
1 palabras como “efímero”, “ sin ”, “ amarga”, “ignora­
que las transforma en signos que expresan la esen­
do”, “interrumpe”. Todas implican sentidos negati­
cia de lo negativo. En la palabra que expresa lo obje­
vos. La más intensa de estas negaciones es el cuello
tivamente ausente está a la vez presente la nega­
ignorado; es decir, el tallo de la flor — si es que a él
ción, pero en forma incompleta, porque esta pala­
nos referimos — no existe. Estas negaciones se am-
bra no alcanza la rosa “redentora”, es decir, la abso­
• plían con la misma insistencia que en el poema
luta “palabrización” de la nada, del puro ideal. Sólo
; Sainte y en Éventail. El sujeto que habla, en la poe-
aquello a que no alcanza esta absoluta palabrización
i sía, es un silfo, un ser mítico que deriva de Para-
i celso. T lo que de él se nos dice es que sus progeni- se convierte en palabra: precisamente este poema. Es
| tores (obsérvese la alteración de la manera normal decir, aquello que fracasa ante la aspiración ontoló-
de enumerar: “su amante y mi madre” ) no amaron. gica, triunfa como poema.
, Quien esté acostumbrado a interpretar la poesía de En el fondo de este arte poético de Mallarmé
í Mallarmé comprenderá esta expresión: el silfo tam­
il poco existe. El jarro sólo contiene el vacío, está pró- (1) I.n -flor” como equivalente de palabra poética se remonta a
lina expresión de la retórica clásica (/los orationis. Cicerón. Do
^ximo a la muerte, no consiente que nada expire de Orat. III, 96), ^

ico 167
reina la claridad, pero su lenguaje es un misterio El hecho de que se quedara en torso no es consecuen­
que cania y defiende del desgaste la idea ontológica. cia de una renuncia personal, sino de un ideal so­
1 brehumano. En el caso de Mallarmé, como en el de
Baudelaire, no puede hablarse de esterilidad, y asi
I E volució n * d e l e s t il o lo demuestran las obras menores que escribió al lado
de los textos cumbres: como por ejemplo los Contes
Hallarme procedió con tiempo. Luchando tenaz­ indiens (hacia 1S93), maravillosa obra de prosa fran­
mente contra una profesión que no le gustaba (era cesa apenas apreciada, en la que su oscuro arte poé­
profesor de segunda enseñanza), contra una estre­ tico se distiende en la alegría del relato; los nume­
chez económica a veces descorazonadora, contra un rosos versos de circunstancias, las direcciones de car­
insomnio de origen neurasténico que le atormentó tas rimadas y finalmente los ejercicios que compuso
durante largos años, llevó a cabo su obra. Por ella para su clase de lengua inglesa: maliciosos aforis­
se impuso sacrificios que en nada desmerecen de los mos en la penumbra de una profundidad de espíritu
de quien se propone la perfección ética. La redacción socarrona. Hay que ser cautos ante el desdén que el
defiuitiva de cada uno de los poemas se prolongó a propio autor demuestra ante esas obras que consi­
menudo a lo largo de veinte e incluso de treinta años. dera secundarias. Son precisamente el sobrante co­
Al igual que en Baudelaire, los temas principales rrosivo de su fantasía, de su ansia juguetona de tras­
aparecen muy pronto. El ulterior desarrollo consis­ tornar todas las realidades, y brotan de la misma
tió, también en él, en una m últiple reelaboración de raíz que la oscura gravedad de sus obras principales.
los primitivos esbozos: esto es, en una evolución de Lo que en la auténtica fecundidad de Mallarmé
la dimensión interior, no de la exterior. Mallarmé fue un caudaloso fluir, un florecer y un respirar, está
podía estar seguro, como se desprende ya de una comprimido en sus poemas hasta el más alto grado
carta suya del mes de julio de 2866, de dominar las de tensión y energía en un terreno de expresión lim i­
f líneas de .su obra. Su obra, lo mismo que la de Bau- tadísimo. E llo puede seguirse a base de las distintas
:í delaire, estaba destinada a ser un conjunto arquitec- versiones de sus poemas. Toda nota demasiado fuer­
•2 tónico. Pero no lo llegó a ser. La temática variada te, sospechosa de ser oratoria, desaparece. Las ex­
j que pensó y escribió no llegó a dar ningún libro orgá- presiones que pueden parecer tópicos ceden el paso
i. nicamente estructurado como las Fleurs du Mal. íTo a las que tienen un valor de rareza. Las curvas de
¡j obstante, sus distintas partes se basan en cimientos las frases se transforman en frases atomizadas, a fin
| precisos. Incluso el torso que nos legó Mallarmé es de que las palabras, dispuestas con la mayor inde­
íjun edificio, no una mera acumulación de material. pendencia sintáctica posible, brillen por sí mismas.

168 160
EJ objeto originariamente nombrado al principio de que hay que leer, primordialmente, es el estilo trans-.
un poema es trasladado más lejos, para que el-prin­ formador, no el objeto transformado. Lo mismo ocu­
cipio quede libre para una expresión ajena al objeto. rre con Mallarmé.
Y si un objeto había aparecido primero en su sencilla
y acostumbrada totalidad, en las redacciones poste­
D esh u m a n iz a c ió n
riores es desmembrado en detalles aislados y pluri­
valentes. El número de los temas es cada vez más Uno de los rasgos principales de la poesía moder- (,.
reducido, el mundo objetivo va perdiendo peso y, en na es su alejamiento cada vez más decidido de la vida [
proporción inversa, el contenido es cada vez más natural. Junto con Rimbaúd, Mallarmé representa
anormal. Donde primero hubo versos narrativos, des­ el abandono más radical de la lírica de la vivencia
criptivos o sentimentales, es decir, versos que orien­ y de la confesión y con ello de un tipo de poesía que
taban la atención hacia contenidos limitados, se ha­ por entonces todavía estaba repi*esentado, con gran­
llan‘luego versos que la reclaman hacia sí mismos, deza, por Yerlaine. En realidad, la lírica anterior,
hacia la existencia del lenguaje como algo indepen­ desde los trovadores hasta la época romántica, sólo
diente. en muy pocos casos se refiere a verdaderas vivencias,
Esta reelaboración de los poemas se puede com­ raras veces representa nna comunicación, a modo de
parar con el modo de proceder de algunos pintores diario, de sentimientos personales; lo que ocurre es
que el error de los historiadores de la literatura, in­
de vigoroso estilo. Así, se conocen tres distintas ver­
fectado de romanticismo, nos ha inducido a consi­
siones de una “Expulsión del Templo”, de El Greco.
derarlos como tales. En todo caso lo que sí es verdad
Mientras las dos primeras denotan todavía cierto
es que la lírica estilizada, la antigua lírica a base de
parecido con el natural, la tercera obedece por com­
variaciones artísticas sobi-e lo general, se movía den­
pleto a la ley de un estilo que transfox-ma las figuras
tro del círculo de lo que al hombre le era familiar. La -fc
y los objetos, prolongándolos, afilando sus contornos
lírica moderaa excluye no sólo la persona privada,
y empalideciendo sus colores para atraer la mirada sino también la humanidad normal. Ninguno de los
no hacia el tema sino hacia su propia grafía. Otro textos de Mallarmé hasta aquí citados podría ser in­
ejemplo moderno de ello son las ocho litografías de terpretado biográficamente, pese a que por razones
toros de Picasso (1945-1916), que empiezan con una de curiosidad y de comodidad ello se ha intentado
representación fiel al natural, pasan a una reducción repetidas veces. Pero tampoco hay ninguno que pue­
anatómica y luego cubista del animal y terminan con da interpretarse como expresión de una alegría que
algo puramente lineal y totalmente incorpóreo. Lo todos nosotros conozcamos, o de un pesar que todos

170 m
comprenderemos porque lo hemos sentido. Mallarmé, de carácter único, d istin ta de todo cuanto tiende a
al escribir kus poemas, parte de un centro al que es la vid a” (p. 552). Por sus contemporáneos sabemos
dificilísimo encontrar una denominación. Si lo quere­ cuán excelente persona era M allarm é: suave de mo­
mos llamar alma, hay que hacer la salvedad de que dales, respetuoso, compasivo para con la s penas de
con esta palabra no se pretende abarcar los sen ti­ los demás y personalm ente m uy impresionable. D e
mientos difrreneiables, sino una intim idad to ta l que todo ello, en sus poemas sólo se trasluce la suavidad,
1 encierra por igual la s fuerzas prerraeionales y .l a s el famoso hablar en voz baja, que tanto le gustaba
racionales, estados de ániipo en sueños y abstraccio­ incluso en el diálogo, pero no su capacidad de sufri­
nes rigurosísim as, y cuya unidad es perceptible en m iento humano. U na vez que un visitante le pregun­
las corrientes ondulatorias del lenguaje poético. tó ingenuam ente: “A sí, ¿usted no llora nunca, en sus
Hallarme no hizo sino ir m ás lejos por el camino versos?” contestó decidido: “Y tampoco me sueno”.
señalado por N ovalis y Poe, el camino que conduce E sta deshumanización se puede observar y a en
| del sujeto poético a una neutralidad suprapersonal. los poemas de juventud, así por ejemplo en la pieza
El propio M allarmé aludió a ello más de una vez. en prosa I y itu r , esbozada ya en 1869. E l título (una
! Así por ejemplo habla en cierta circunstancia de que conjunción latina) se refiere a un fantasm a artificial,
! la lírica es algo considerablem ente distinto del entu­ que siendo sólo metafóricamente análogo a un hom­
siasmo y el d e lir io ; dice que es más bien una elabo- bre, pero sin serlo, realiza un acto espiritual, es de­
, ración exacta de la s palabras con el fin de que lle­ cir, su propia asunción en la nada absoluta. L a es­
guen a sor una “ voz que oculte al poeta no menos que cena dialogada H crodiade, en la que Mallarmé tra­
al lector" ^p. 3 3 3 ). E sta frase es un principio funda­ bajó desde 1864 hasta el final de su vida y que no
mental de la lírica moderna, cuyos sonidos no pare­ pasó de un estado fragmentario, es la transposición
cen ya surgir de ninguna boca humana ni estar des­ de un proceso espiritual de la Salomé bíblica. La
tinados a ningún oído humano. En otra ocasión, niña, presa de temor ante su cuerpo, sus anhelos, los
Mallarmé “.ama al espíritu poético “centro vibratorio aromas y las estrellas, entra en su propio destino y
de suspensión” (p. 3S6), fórmula en la que merece ob­ se convierte en un ser puramente ideal. Salomé se
servarse 1 a ausencia de cualquier concepto normal de niega a la naturaleza, muere niña, entra en la “ blan­
alma o algo sim ilar. Pero en Mallarmé se hallan tam­ ca noche de hielo y de pavorosa nieve”, en una espi­
bién expresiones más fáciles. “La literatura consiste ritualidad que destruye la vida y en la que el único
* en elimina': al señor que queda al escribirla” (p. 657). grau pesar continúa siendo no poderse elevar todavía
I Escribir poesía es “destruir un día de vida o morir más. “Du reste, je ne veax ríen d ’huniain” (Por lo
t
\ ün poco” , y\. 410); significa “ consagrarse a una tarea demás, no quiero nada humano): este verso salido

1 17a 173
(le .su boca podría ser el lema de toda la obra poética palabras dejan atrás el terrenal sentido del hablar,
de Mallarmé. Lo m ismo que en Baudelaire, a esta esto es, de ser comunicación en una clara sucesión de
deshumanización corresponde el extrañam iento de la frases. Sólo fugazmente, en pasajes com pletam ente
naturaleza vegetativa. Los pocos objetos de que hace secundarios, aparece un yo. N o hay ningún tú , sino
uso la lírica de su s últim os tiem pos son en su mayor sólo una cabellera sobre una frente, pero se tran s­
parle elaboraciones artificiales, objetos que se ha­ forma m etafóricam ente en una llam a, de la que surge
llan en la habitación o algo parecido. Cierto es que toda una cadena de imágenes del fuego; he aquí el
se habla de algunas ñores, pero son flores cultivadas, acontecim iento sensible del poema. Pero detrás de
símbolos no naturales de la palabra poética. él ocurre — y éste es el acontecer auténtico — algo
m
totalm ente d istin to : esperanza en el m ás alto ideal,
fracaso, dubitativa resignación a lo finito. E l juego
D e s h u m a n iz a c ió n d e l amok y d e la m u e r t e de la s m etáforas hace perder su esencia a lo objetivo,
es decir, el cabello; el estrato sensible interior hace
También Mallarmé conoce el tem a prim igenio de perder su esencia al sentim iento amoroso. Se ha lo­
todas las líricas, es decir, el amor ; pero la situación grado el extrañam iento.
amorosa es motivo para expresar actos espirituales Lo que acabamos de decir se aclara si compara­
de un rango igual a lo s sugeridos por el jarro vacío, mos el poema de Mallarmé con uno del italiano Ma­
una copa o una cortina de encaje. Incluso un poema rino, de principios del siglo x v i i , M entre che la sua
mantenido tan cerca del tradicional homenaje a la donna si p ettin a , tem ática y artísticam ente parecido.
mujer como es el m aravilloso soneto O s i d iere de Siguiendo un precepto estilístico del arte barroco
loin... (p. 61), del año 1S05, se aleja del sentim iento (con el que Mallarmé sin saberlo guarda cierto paren­
amoroso natural por medio de un lenguaje difícil y, tesco), el italiano sitúa también por encima del acon­
con la sutil experiencia de que un beso mudo dice tecim iento objetivo (la amada peina su cabello) un
más que la palabra, perm ite vislumbrar la experien­ espeso tejido metafórico que procede de manera muy
cia fundamental de Mallarmé, o sea que la palabra complicada. Pero esta complicación puede descifrar­
alcanza su destino de ser “ logos” en el lím ite del se porque los medios que emplea se componen de ma­
silencio, pero que en él se prueba también su impo­ terial metafórico corriente. E l lector de antaño (como
tencia. En el soneto La cheveJure vol dyune flam m e... el actual, si tiene una formación literaria) puede
(p. 53), del año 1SS7, es especialmente evidente esta orientarse en este poema a primera vista difícil, por­
superposición de una situación espiritual a la amo­ que tiene un punto de apoyo en su patrimonio cono­
rosa. E l poema se mueve a una altura en la que las cido de imágenes, que el poema se lim ita a combinar

174 175
y variar superficialmente en forma refinada. En cam­ cuerda su pasada amistad y embellecido con im áge­
bio en el poema de H all armé, las m etáforas ya no se nes del más allá, oratoriamente eficaces, pero insig­
pueden comprender a base de nna tradición, sino nificantes desde el punto de vista ideal. E n el segun­
únicamente a base de la obra completa del propio do, en cambio, el muerto ba pasado a una lejanía
Mallarmé, a la vista de la cual aparecen como sím ­ inaccesible, está consumido por un pensar en el que
bolos, de vasto alcance, de relaciones ontológicas. con la muerte perece también el alma, mientras su
Estas últimas se liberan de su estím ulo objetivo,‘co­ espíritu continúa en la obra poética realizada, que
bran independencia y alcanzan ámbitos que ya nada precisamente ahora que el hombre se ha extinguido
tienen que ver con el cabello de la amada. Otra dife­ alcanza la libertad en la más deseable de las imper­
rencia consiste en que Marino compone su poema sonalidades, es decir, una doble deshumanización. E l
sobre un efectivo acontecim iento exterior, el hecho poema de Mallarmé fue escrito, en su primera versión
de peinarse, m ientras que en Mallarmé, ante todo, (que temáticamente es igual a la definitiva), en la
sólo se trata de nn acontecim iento aparente (cabe­ misma época que el de Hugo. T no cabe im aginar a
llera que cae sobre la frente), tras el cual se desa­ ninguno de los dos poetas sin el romanticismo. E l uno,
rrolla un proceso de tensión abstracto que no se ahox*a ya en la vejez, había sido uno de sus fundadores
refiere a ningún contacto humano. El poema de Ma­ y lo había perfeccionado; el otro es su heredero pró­
rino tiene un significado sencillo: el amante con­ digo. Pero entre sus dos poéticas, contemporáneas, no
templa cómo la amada se peina y se da cuenta de existe ya ningún puente.
su amor dolorosamente feliz. En cambio no es posi­
V
ble llegar a descifrar por completo el soneto inallar- * \
meano. Éste no tiene solución, deliberadamente, para La l ír ic a com o r e s is t e n c ia , co m o tarea
que se conserve aquel resto de plurivalencia que im­ Y COMO JUEGO
pide su regreso al mundo humano natural.
Si comparamos los poemas funerarios de 3Iallar- Mallarmé estaba plenamente convencido de que
mé con los de otros líricos llegaremos a resultados la poesía es un lenguaje insustituible, el único cam­
parecidos. Comparemos por ejemplo el Tombeau de po en el que puede suprimirse por completo el azar
Thcophile Gautier (1S72) de Víctor Hugo con el Toast y todo cuanto la realidad tiene de mezquino e indig­
fúnebre á TliéophUe Gautier (última versión de 1SS7) no. E ste convencimiento llegó a asumir en algunos
de Mallarmé. En el primero hay un duelo por el momentos la forma de una verdadera religión. Pero
muerto, que aunque ha desaparecido, permanece hu­ el poeta tenía suficiente buen gusto para llamar a la
manamente próximo, acariciado por el poeta que re­ orden a los más jóvenes de sus admiradores cuando

17« 17 7
S. DZ LA LÍBICA MODEBSA. - 12
éstos pretendían tributarle demasiado incienso. Por tiene las manos sencillas” (p. 412), dice en cierta
otra parte, esta especie de culto debe comprenderse ocasión, indicando que lo sencillo está libre de todo
como un esfuerzo por mantener, en medio del “río compromiso. Claro que se trata de la sencillez de la
de la trivialidad”, una isla de pureza espiritual no abstracción, que al separarse del mundo comer­
condicionada por ningún objetivo. “A la vista de los cializado deja atrás al hombre natural. La moder­
demás, mi producción es lo que las nubes en el ocaso nidad es algo extremo, incluso en su afán de domi­
o las estrellas: in ú til” (p. 35S). Malí armé continúa nio del espíritu no-natural: en este aspecto — aparte
aquel proceso que desde principios de siglo x ix ha­ de otros m otivos — Mallarmé está adscrito a aquel
bía situado a la poesía frente a la sociedad comercia-' mismo sentido dictatorial de la poesía moderna que
Iizada y a la resolución científica del m isterio del expusim os al hablar de Rimbaud.
universo. Sería absurdo desdeñar semejante actitud Para su propia obra, ello significa la sum isión al
como meramente literaria. Se trata de la forma, mo­ más duro trabajo. E s preciso hacer experimentos y
derna sólo como tensión, de la insatisfacción ante el llegar a aquella plurivalencia de la palabra que pa­
mundo, que desde siempre se había dejado sentir en radójicamente podríamos llam ar ambigüedad feliz,
los espíritus superiores. por cuanto significa signo obligado de tensiones
A Mallarmé no le gustaba la polémica, pero aun irreales. N ada de inspiración, que para Mallarmé
así, a veces m anifestó abiertamente su desagrado equivale a nefasto subjetivismo. E l poeta nos habla
frente al n iid o de la publicidad. Como la mayoría de de su “laboratorio”, de la “geometría de la s frases”,
sus contemporáneos, reconocía la fuerza y el peligro vigila su arte poético altamente especializado con la
que representaba el periodismo. Tenía horror a los responsabilidad de un técnico: de un técnico de la
reporteros, “que se ven obligados por las masas a intelectualidad y de la magia del lenguaje. Su canto
asignar a cada cosa su carácter ordinario” (p. 276), es el fruto de una fría maestría que trabaja obede­
y que rebajan el nivel de lo extraordinario con su ciendo a condiciones que, por lo mismo que son difí­
modo de escribir rápido, para satisfacer las necesi­ ciles e impopulares, se llaman “enemigas” (p. 535).
dades cotidianas. Contrariamente a eso, el libro, para E l verso, nacido de este trabajo, recrea “con varios
él, era — en cuanto obra espiritual — como una crea­ vocablos una palabra total nueva”, para asegurar en
ción que “ vence el azar, palabra por palabra” (pági­ ella el “ aislamiento del lenguaje” (p. 36S), esto es,
na 3S7). “A zar” es la palabra que Mallarmé emplea el aislamiento del mundo utilitario, el “ cuerpo uni­
para designar la mera realidad y por lo tanto la an­ versal del leuguaje poético que da vueltas sobre sí
títesis de aquella necesidad que sólo siente el espí­ mismo”, como en otro tiempo había dicho Schelling,
ritu cuando obedece a su ley propia. “ Quien piensa, en otro razonamiento parecido aunque menos extre-

378 179
tundo. Quien pronuncia sem ejante palabra, es decir, Pero ese rigor formal contrasta con la im precisión
el poeta, está también aislad o; es el “ desgraciado” de los contenidos. “ Cuanto más ampliemos nuestros
a los ojos de la gente corriente, el “enfermo” elegido, contenidos, y cuanto más los ahilemos, m ás debere­
pero precisamente por ello también el que sabe ma­ mos ceñirlos en versos netamente marcados, tangi­
nejar los m ateriales explosivos, con los que, en bu la ­ bles e inolvidables”, escribe en una carta de 1885. E l
bor solitaria, descubrirá la palabra (p. (55-1). E s evi­ contraste entre lo “ ahilado” (inmaterial) del conte­
dente que toda esta actitud representa un progreso nido y lo ceñido de la forma es el contraste entre pe­
en el camino iniciado a p artir de R ousseau: la poe­ ligro y salvación. A l hablar de Baudelaire y a había­
sía se funda en la anorm alidad que se ba vuelto de mos observado algo parecido. En 1S66, Mallarmé,
espaldas a la sociedad. también en una carta, escribe algo relativo a l fun­
A veces Mallarmé, por ironía, define el signifi­ damento ontológico a que, en su obra, hace tam bién
cado de la poesía por medio de conceptos que, a los referencia la forma: “ Después de haber encontrado
ojos del vulgo, habrían de ser su sentencia de muer­ la nada, encontré la belleza”. En el concepto de be­
te. “¿De qué sirve todo esto? D e juego” (p. 6á7), 6 lleza hay que incluir aquí también la belleza de la s
“brillantez de la m entira” (de su Correspondencia). formas métricamente perfectas. E l esquema ontoló­
Pero el “quid” está precisam ente en el significado no gico de Mallarmé (en aquella carta sólo intuido y no
popular de semejantes conceptos. “Juego” significa definido hasta más tarde) relaciona la nada (el abso­
libertad respecto a lo utilitario, incluso libertad ab­ luto) con el “logos” : el “logos” es el lugar donde la
soluta del espíritu creador; “m entira” la anhelada nada nace a su existencia espiritual. Siguiendo una
irrealidad de sus creaciones; y ambos conceptos jun­ antigua idea románica, las formas poéticas son tam­
tos significan a su vez la transitoriedad de lo logrado bién fenómenos del “logos”. Desde este punto de vis­
frente a la gravedad de la empresa. E stos conceptos ta puede comprenderse la frase de Mallarmé. Su poe­
son también un juego: un juego de ilusionism o con sía, por lo mismo que destruye toda realidad, clama
. la verdad. con tanta más fuerza por la belleza, por la belleza
formal del lenguaje. Y éste, si las relaciones m étri­
L a NADA 7 LA FORMA cas satisfacen las más profundas exigencias, se con­
vierte así en el receptáculo salvador de lo que, objeti­
La labor poética de Mallarmé es también un tra­ vamente hablando, no es más que la nada. La justi­
bajo por lo que a la exactitud formal del verso se ficación ontológica de la forma dada por Mallarmé
refiere. Su lírica guarda las convenciones de las le­ habrá de ser abandonada más tarde, pero en la lírica
yes métricas, de la técnica de la rima y de la estrofa. contemporánea — como por ejemplo en la de Valéry,

180 181
Guillén y sus seguidores — quedará firmemente esta­ en ninguna comunicación u tilita ria y por lo tanto
blecido que una poesía de abstracción y plurivalen- no se ba convertido en nna serie de clisés qne im pi­
cia extrem adas exige la ligazón de la form a, como den a la poesía y al pensam iento pronunciarse como
apoyo en un espacio vacío y como camino y medida algo totalm ente nuevo. Escribir poesía representa
para su canto. Y G ottfried Benn hablará de la “in ­ para H allarm é renovar tan radicalm ente el prim iti­
tensidad de exigencia form al de la nada”. L a inter­ vo acto creador del lenguaje, que, para él, decir es
pretación m allarm eana de la s form as confirma que siempre decir lo nunca dicho. E stas m ism as ideas ya
la separación entre belleza y verdad iniciada en el se habían expresado antes de Hallarm é, pero él la s
siglo x v n i era y a definitiva. Sin embargo, esta belle­ lleva — teórica y prácticam ente — tan lejos que la
za de la forma absoluta ofrece precisam ente una ga­ primera formulación verbal de lo no-dicho debe con­
rantía de que ni siquiera ante la nada se. apaga el servar su carácter de “inicialidad” a fin de que, gra­
fulgor del “lo g o s”, de la dignidad esencial del cias a una permanente inasim ilabilidad a la com­
hombre. prensión lim itada, sea imposible su reversión a lo s
caminos de lo consuetudinario. H allarm é aspira a
D e c ir lo nunca d ic h o : algunos r e c u r so s que la palabra poética no sea ya sólo un grado su­
ESTILÍSTICOS perior y monumental del lenguaje comprensible, sino
una indescifrable disonancia con cualquier norma­
Siempre serán pocos lo s lectores que tengan la lidad.
paciencia necesaria para descifrar el insólito len­ Los medios de semejante lenguaje poético tienen
guaje de H allarm e. Incluso él — en la medida en que que ser forzosamente insólitos. A títu lo de mera in­
contaba con lectores — sólo contaba con esos pocos. dicación señalaremos los siguientes: verbos en infi­
Pero sea como fuere que se juzgue ese anormal modo nitivo absoluto (en lugar de la forma conjugada que
de hacer d ifícil el lenguaje, hay que reconocer que sería de esperar), participios empleados al modo del
no se trata de un fenómeno aislado, sino meramente ablativo absoluto latino, inversiones gramaticales
de un rasgo de la poesía moderna llevado hasta el injustificables, supresión de la diferencia entre sin­
extremo. H allarm é se ocupó repetidamente en sus gular y plural, empleo del adverbio como adjetivo, al­
reflexiones de justificar su lenguaje particular. Y to­ teración del orden normal de las palabras, artículos
das ellas dan vueltas a la idea de que al lenguaje hay indeterminados nuevos, etc. H ás todavía que en la
que devolverle aquella libertad en la que tiene abier­ lírica, estos procedimientos son empleados en D iva-
tos los caminos de los “prim itivos destellos de la ló­ gations, prosa contrapuntística llena de complicadas
gica” (p. 3S6), cuando todavía no se lia malgastado sutilezas, capaces de entretejer una línea de pensa-

182 183
I aliento con otra distinta, de tal modo que ambas, y a
voces otras aún, se expresen a la vez. Este procedi­ La p r o x im id a d d e l s il e n c io
miento tiene gran similitud con la música, especial-
I mente porque a través de la simultaneidad de varias Mallarmé conoce y quiere la proximidad de lo
líneas de pensamiento, se produce una síntesis en imposible, la proximidad del silencio. El silencio
movimiento que se impone como algo independiente penetra en sus poemas por medio de las cosas “calla­
por encima de las diversas líneas de pensamiento, de das” (es decir, “anonadadas”) y por medio de un len­
una manera comparable al efecto acústico sintético guaje que con los años va siendo cada vez más escue­
de un período musical contrapuntístico. to en cuanto al vocabulario y más ligero en cnanto
En su totalidad, estos procedimientos estilísti- a la musicalidad. (Este y otros motivos hacen inad­
I eos'no podían ser adoptados por nadie. Ello es tam­ misible la fragorosa traducción alemana de Sfobiling,
bién una prueba de la inasimilabilidad de Mallarmé. llena de signos de exclamación y de palabras altiso­
Sólo algunos vuelven a aparecer en la lírica poste- nantes). En las reflexiones de Mallarmé el “silencio”
I rior, sobre todo aquellos que están al servicio de la constituye uno de los conceptos más frecuentes. Así
; inversión o del entrecruzamiento de los órdenes obje- por ejemplo, llama a la poesía “envío tácito de abs­
| tivos y de la desobjetivización de la realidad. Los me- tracción” (p. 3S5) y sus poemas son un “desvane­
i dios estilísticos de Mallarmé permiten crear un ám­ cerse” (p. 409), una maravilla que sólo se percibe
bito en el que, en oposición a la moderna prisa en la por entero cuando las palabras han vuelto a perderse
lectura, se vuelve a dar a la palabra toda su primi- en el “tácito concierto” de donde vinieron (p. 3S0).
genidad y toda su consistencia. Es significativo que El poema ideal sería el “poema callado, en blanco”
ello sólo sea posible por medio de la desintegración (p. 3G7). En estas frases se vislumbra nuevamente
de la frase en fragmentos. Discontinuidad en lugar un pensamiento místico según el cual la experiencia
de ligazón, yuxtaposición en lugar de conjugación de lo sublime se traduce en la insuficiencia del len­
de elementos: he aquí los signos estilísticos de una guaje. Pero ello eouduce a Mallarmé a una mística
discontinuidad interna, de un hablar en los límites de la nada, como a Baudelaire y Rimbaud les condujo
de lo imposible. El fragmento adquiere la categoría a una mística de la trascendencia vacua.
de símbolo de la perfección que se acerca: “Los frag­ Mallarmé se daba cuenta de que la proximidad
mentos son los testimonios nupciales de la idea” de lo imposible era también el límite de toda su obra.
l(p. 3S7). Esta frase es también fundamental para El soneto Saint, que sirve de introducción a su volu­
la estética moderna. men de poemas, enumera las tres fuerzas fundamen­
I tales de su lírica y de su pensamiento: soledad (si-
I 184 185
'función originaria del poeta moderno), escollo (en diííeilraeute a abarcar, de vocablos y metáforas insó­
el que naufraga) y estrella (ideal inasequible, que litos, y de ocultas alusiones y subterráneas asocia­
| tiene la culpa de todo). En sus conversaciones Ma- ciones de ideas. Sin embargo, bay que tener en cuen­
! liarme Labia confesado: “ Mi obra es un callejón sin ta las diferencias. Por enigmática que sea la poesía
salida”. E l aislamiento de Mallarmé es absoluto y de Góngora, emplea un material metafórico, simbó­
consciente. Lo mismo que Rimbaud, aunque por ca- lico y conceptual que era patrimonio común del autor
j minos distintos, Mallarmé lleva sn obra basta un y de su lector. Aquella poesía estaba destinada a una
punto en que se destruye a sí misma: más aún, anun- élite, que el poeta podía suponer de antemano en po­
1 cia el final de toda poesía. Lo curioso es que este pro­ sesión de unos determinados y selectos estímulos es­
ceso se repite varias veces en la poesía del siglo x x , tilísticos. Para ella, aquella poesía tan oscura era
lo cual Lace suponer que responde a una profunda una deleitable ocasión de resolver acertijos, y de
tendencia de la modernidad. cultivar el ingenio. E l propio Góngora lo había he­
cho notar, esgrimiendo argumentos que en todo tiem­
po han sido empleados por autores y teóricos de la
O s c u r id a d . C o m p a r a c ió n con G óngora poesía oscura: a saber, que la oscuridad protege de
los ojos vulgares, hace más precioso el valor de la
El aislamiento de Mallarmé se confirma también obra y confirma la comunidad con una aristocracia
si se le compara con líricos anteriores estilística­ social o intelectual. Góngora pensaba, pues, todavía,
mente emparentados con él. A causa de su oscuridad en el contacto con unos lectores, aunque su número
se le La comparado a menudo con el más hermético fuera reducido.
de los poetas europeos antiguos, o sea con Luis de Este uo es el caso de Mallarmé. Menos todavía
Góngora. Efectivamente, entre ambos existen mu­ que la de Rimbaud, su lírica no tiene lector previsto,
chas analogías, y es también parecido el fin que sus sino que — en el mejor de los casos — se creará “su”
técnicas poéticas se proponen (ésta es la razón de lector, que vendrá a ser un especialista de sus textos
que las traducciones que en el siglo x x se han hecho especializados. La deshumanización destruye el trián­
i de Mallarmé parezcan, deliberadamente, tan gongo- gulo autor-obra-lector y separa la obra de las dos re­
rinas). Góngora, como Mallarmé, elimina la realidad laciones humanas. “El texto, despersonalizado, en
y su expresión lingüística normal, sustituyéndolas cuanto nos separamos de él como autor, no reclama
por un mundo muy remoto de representaciones ori­ la aproximación de ningún lector. Ello ocurre de tal
ginalmente creadas y por un estilizadísimo tejido de manera que la obra se halla sola: creada y existente”
abniTocadns líneas de expresión que el lector alcanza (p. 372). Por otra parte, el simbolismo de Mallarmé es

18T
anárquico. Los pocos símbolos que no derivan de él haya añadido un poco de oscuridad” . Y un visitan te
mismo, pertenecen sencillam ente a la tradición más que quería saber si un determinado soneto se refería
reciente (a Baudelaire), pero la mayoría fueron crea­ al rosicler del ocaso, al del amanecer o al absoluto,
ción suya y sólo son comprensibles partiendo de su recibió la siguiente respuesta: “E o, a mi cómoda”.
propia poesía. Eso constituye también una considera­ En la autoparodia (de la que sólo son capaces los
ble diferencia con la poesía oscura de épocas anterio­ espíritus superiores) se esconde una de la s fuerzas
res. El estilo simbólico moderno que lo convierte todo de ese arte poético: su libertad de jugar y su con­
en signo de otra cosa, sin situar esta otra cosa en ciencia de ser provisional. Pero no por ello es menos .
ningún encadenamiento <]e ideas coherentes, tiene solitario.
que trabajar necesariam ente con símbolos autárqui-
cos, que permanecen sustraídos a cualquier compren­
P o e s ía n o i n t e l ig i b l e , s in o s ü g e r id o b a
sión limitada, especialm ente a aquella que pudiera
relacionarse con una simbología tradicional. Mallar-
mé, por último, hace brotar la poesía oscura de la E n esta clase de poesía el lenguaje ya no es co­
oscuridad que late en el fondo de todas las cosas y municación. Comunicación supone comunidad con
que sólo “se deja iluminar un poco en la noche del aquél al cual se comunica. E l lenguaje mallarmeano,
escribir”. en cambio, es sólo manifestación de sí mismo. Ya he­
Diderot, N ovalis y Baudelaire habían expresado mos subrayado repetidamente el papel que tiene lo
sus exigencias de una poesía oscura. E n compara­ absurdo en la poesía moderna; también en Mallarmé
ción con la radicalidad ahora alcanzada aquellas ex i­ lo encontramos, bajo una forma que en último tér­
gencias resultan ingenuas, a pesar de que fueron las mino podríamos expresar diciendo que Mallarmé ha­
que prepararon la evolución que, iniciada con Rim- bla para no ser comprendido. E l hecho adquiere, em­
baud, alcanzó con Mallarmé un grado de premedita­ pero, un aspecto algo menos absurdo, aunque no me­
da oscuridad que ni siquiera en el siglo x x ningún nos anormal, si se renuncia al concepto habitual de
lírico quiso o pudo lograr. comprensión y en su lugar se deja paso al concepto
Esta clase de poesía puede ser parodiada, incluso de infinita posibilidad de sugerencia. La plurivalen-
por su propio autor. Los sobres rimados (p. 81 y sig.) cia de la lírica mallarmeana subyuga al lector por­
son un ejemplo de estas autoparodias de Mallarmé. que el oído de éste no puede escapar al extraño he­
En una ocasión en que un periodista le solicitaba con chizo de la sonoridad de su lenguaje. Mallarmé pien­
impaciencia que le entregara un manuscrito, Ma­ sa en un lector “atento a la comprensión m últiple”
llarmé le con testó: “Espere por lo menos a que le (p. 2S3). E n realidad, su lírica excita al lector a que

1SS 180
continúe con .su propio esfuerzo el acto creador in­ serva para llegar hasta el lector sean los efectos de I,;
concluso que en ella se encierra, evitando, del mismo sugestión. Pero la auténtica unión con el lector ha
modo que lo evita el poeta, llegar a un reposo final. desaparecido. La sugestión sólo brinda a un posible
La infinita potencialidad en que este lenguaje se lector una posibilidad de sumarse a unas determina­
mueve sólo alcanza al lector en cuanto le im pulsa a das vibracioues. Ello no excluye que el lector pueda
buscar una potencialidad igualm ente infinita de sig­ reconocer los temas descifrables básicos de la lírica
nificados. Lo que im porta no es tanto que el lector mallarmeana y los siga hasta allí donde se pierde en
descifre, como que entre a su vez en el m isterio, in tu­ lo im preciso: de lo contrario toda interpretación se­
yendo soluciones pero sin precipitarse al final, e in ­ ría absurda. Pero este reconocimiento no es necesa­
cluso pensando en interpretaciones del poema que ni rio. E l aislam iento de la poesía oscura no cesa por
siquiera figuraban en el plan del autor. Valéry, el propia voluntad.
discípulo más insigne de Hallarme, expresará m ás
tarde esta idea en la frase: “ Mis versos tienen el
significado que se les dé.” El e s q u e m a o n t o l ó g ic o •
Para indicar este contacto ya tan remoto con el
lector, Mallarmé recurrió al concepto de sugestión, a) A lejam iento de la realidad
que esencialmente deriva, de Baudelaire, quien lo ha­
bía usado ya en relación con el concepto de magia. Hemos hablado repetidamente del esquema onto­
Mallarmé, en un ensayo escrito en 1896, reconoce que lógico de Mallarmé, que forma el verdadero fondo
lo que los estilos modernos tienen en común es que de su lírica madura. Como desde una gran distancia,
su “idealism o... evita lo s m ateriales naturales, pero rige el curso del poema de tal modo que. éste se con­
también, por demasiado brutal, rechaza todo pensa­ vierte en la realización de un proceso ontológico.
miento exacto, que los ordene”, para quedarse en E ste esquema puede percibirse porque en los m ás di­
mera sugestión. Ésta, dice después, es la antítesis versos poemas vuelven a aparecer siempre lo s m is­
de la descripción objetiva, es “conjuro, alusión” mos actos fundamentales, dando a los temas, pala­
(p. 365). Y en otro pasaje leem os: “Nombrar un ob­ bras o imágenes más sencillos, una dimensión que a
jeto significa estropear tres cuartas partes del goce base de sí mismos sería imposible explicar. Los fun­
de un poema, pues este goce consiste en adivinar damentos teóricos se encuentran en las Divagation*
poco a poco; sugerir, he aquí el ideal” (p. S6 D). Para y en algunas cartas. No es necesario emprender aquí
Mallarmé, como para casi toda la lírica posterior a la crítica de este esquema, ya que no debemos valo­
él, es significativo que el único puente que se con­ rarlo como aportación filosófica, sino como sintom a

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I de modernidad. Su contenido, absolutam ente origi- dad, porque es vulgar” (p. 73). En un pasaje en prosa
f nal, consiste en dar una definición ontológica a las se encuentran, en resumen, la s siguientes ideas: la
experiencias fundam entales de la modernidad — ex­ naturaleza existe, y sólo se le pueden añadir inven­
periencia del fracaso del anhelo de trascendencia, ciones materiales, ciudades, ferrocarriles; pero el
• experiencia del triunfo de lo incoherente y de lo frag­ verdadero acto disponible, para siempre y únicamen­
mentario— y trasladarlas, desde aquella distancia, te, consiste en captar relaciones recónditas, gracias
nuevamente a la lírica. Pero hay que insistir en ha­ a algún estado interior, y extenderlas a capricho,
cer notar que la lírica, a pesar de estas pretensiones, simplificar el mundo; así la creación poética equi­
quizás excesivas, no pierde nada de su esencia. La vale a crear “la palabra para un objeto inexistente”
maestría artística de M allarmé sabe conjugar el es­ (p. G17). La eliminación de la realidad positiva y él
quema ontológico y la palabra poética dentro de establecimiento de la fantasía creadora van juntas.
aquella esfera de sonoridad vibrante y de fascina- En la poesía eso conduce a un procedimiento m últi­
I dora plenitud de m isterio que fue siempre, aunque ple, en el que hay que incluir también el empleo sim­
dentro de lím ites m ás estrechos, el mundo de la bólico de objetos inorgánicos. Lo mismo que en Bau­
lírica. delaire, los metales, las joyas y las piedras preciosas
De los textos comentados al principio de este ca­ se convierten en signos de la espiritualidad superior
pítulo se deduce que uno de los actos fundamentales a la naturaleza. De ahí su papel en E érodiade como
del arte poético de Mallarmé consiste en transferir equivalentes de aquella esfera de abolición, de la vida
lo objetivo al terreno de la ausencia. Ello revela ante a que se eleva la doncella. De ahí el cariño con que
I todo el mismo anhelo de huir de la realidad que de­ Mallarmé describe vestidos de lujo y joyas en la re­
mostraban las teorías de Baudelaire y la poesía de vista de modas La Dernicre Mode, por él dirigida.
Jtimbaud, y guarda también relación con las circuns­ Tero la desrealización más intensa se logra a través
tancias temporales que las motivaron, y que ya he­ de la ya varias veces citada transposición de lo obje­
mos estudiado en los capítulos anteriores. A ellas se tivo al terreno de la ausencia, así como evitando la
añade ahora la creciente presión de la literatura na- univocidad en el lenguaje. Uno de los procedimientos
jturalista. Pero Mallarmé extiende todos estos moti­ para esto último es la perífrasis. En este terreno, el
v o s en profundidad. La desrealización parece ser en afán de Mallarmé por eliminar estilísticam ente la
i él el resultado de una incoherencia o to ló g ica m en te realidad lo lleva a aproximarse a las particularida­
entendida entre realidad y lenguaje. des de la literatura barroca y de su forma francesa,
Existe una serie de frases programáticas que do­ el preciosismo. Igual que en éste, la perífrasis ma-
cumentan su ideal: “Excluye de tu poema la reali­ llarmeami tiene por objeto liberar las cosas de su

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E. LiE H L fr.lC l MODEnNi. • 1 3


brutal materialidad, así como del desgaste de la pa­ idealismo permanecen en igual imprecisión. Sólo la
labra que ordinariamente las designa. Pero Malí armé designación negativa crea un concepto más preciso:
va más lejos y emplea la perífrasis para descompo­ le ncant, la nada. Con ello se ha dado el paso extre­
ner el objeto en cualidades que pertenecen a mundos mo en el camino que hemos podido seguir de Baude-
interiores. En U érodiade se leen unos versos que di­ laire en adelante y que hemos designado con la fór­
cen: “Enciende tam bién... la s antorchas en la s que mula de “ trascendencia vacua”.
la cera, al ligero fuego, Hora entre el oro vano una Xo es posible analizar detenidamente aquí lo s ca­
lágrim a extranjera.” Con esta perífrasis el poeta se minos por los que Mallarmé llegó a este concepto de
refiere a las velas. Pero estos objetos lim itados apa­ la nada. X i siquiera cabe estudiar la posible, pero
recen superados por m ú ltip les rasgos sim bólicos: llo ­ problemática, infleneia de la filosofía alem ana (He-
rar, vanidad, extranjero, que forman el verdadero gel, Schelling, quizás también F ichte) y de la teolo­
contenido de los versos y que y a nada tienen que ver gía negativa. Sólo cabe hacer algunas indicaciones.
con las velas, sino úuicam ente con el íntim o estado’ Así, es evidente que Mallarmé emplea desde 1865 le
de ánimo de la que habla y, en últim o térm ino, con ncant en aquellos pasajes de sus poemas cuyos m is­
los temas fundam entales de Mallarmé. mos tem as había traducido en com posiciones ante­
riores con palabras como “ azur”, “ ensueño”, “ id ea l” .
En una carta del mes de enero de 1866 dice: “L a n a d a
es la verdad”. E l documento m ás im portante es el y a
b) E l idealism o, ¡o abso lu to , la n a d a citado I g itu r (1S69), donde se pone de m anifiesto el
papel com plem entario de los dos conceptos del abso­
luto y de la nada. E l primero representa un id eal d el
A l anhelo de escapar de la realidad corresponde
que se han borrado todos lo s “ accidentes” em píricos.
un anhelo hacia el ideal. E n este aspecto, M allarmé
E l cam ino hacia el absoluto pasa por el “ absurdo”
parece acercarse a veces, al pensam iento p latón ico.
(obsérvese la repetición de esta palabra fundamen­
H ay una frase en prosa que podría interpretarse de
talm ente moderna también en M allarmé), es decir,
la siguien te m anera: “L a divin a transposición, por
por la renuncia a lo habitual, natural y viviente. E l
cuya realización ex iste el hombre, va del hecho a l
absoluto mismo, empero, que se llam a así porque
id ea l” (p. 522). E sta dirección de «abajo arriba tiene
debe ser independiente del tiem po, del espacio y d el
sin embargo un aspecto totalm en te an tip latón ico,
objeto, se llam ará, una vez lograda su to ta l inde­
por cuanto el “ id ea l” (por'otra parte designado con
pendencia, la nada. I g itu r , la figura alegórica que
una palabra m uy im precisa) no tiene existen cia m e­
sirve de títu lo al poema, desciende a la s tum bas ju n to
tafísica. Todas la s dem ás definiciones p ositivas del

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104
al mar, llevando consigo la redoma de veneno, “que dejar no sólo vacía la trascendencia (como hicieron
contiene la gota de nada que falta todavía al mar” ; Baudelaire y Eimbaud), sino de extremarla en la nada.
echa los dados y cuando éstos se quedan quietos se El nihilismo de Mallarmé puede explicarse como con­
detiene también el tiempo y todo cuanto hay en él, secuencia de un espíritu que elimina todos los datO B
esto es, la vida; pero también se detiene la muerte; para dejar lugar a su libertad creadora. Y se puede
sólo queda el espacio vacío y absoluto: la nada. hablar de un nihilismo idealista, que nace de una
Mallarmé tiene la suficiente cautela para no lan­ voluntad casi sobrehumana de abstracción, de pen­
zarse a especulaciones acerca de la nada, y por sar en el absoluto como esencia pura del ser (es decir,
lo tanto también nosotros debemos abstenernos de libre de todo contenido) y aproximarse experimen­
hacerlo. Pero sí es preciso subrayar la importantí­ talmente a él con una poesía en la que el lenguaje
sima función de este concepto en su lírica, y el he­ mismo da a la nada toda la presencia que le permite
cho de que en una de las cumbres de la poesía mo­ la destrucción de la realidad propiamente dicha.
derna campee tan soberanamente el más negativo de
todos los conceptos.
Sin embargo, no hay que incurrir en el error de
creer que la nada tenga aquí uu valor calificativo, al c) La nada y él lenguaje
estilo, por ejemplo, del nihilismo moral. Se trata de
un concepto ontológico de origen totalmente idea­ El problema ontológico fundamental de Mallar­
lista. Lo que preocupa a Mallarmé es la insuficiencia mé, sin embargo, se refiere a la relación entre la nada
de todo dato real, y esta insuficiencia sólo se puede y el lenguaje. Ésta es para el poeta una cuestión vital.
sentir dentro de una concepción idealista. Pero cuan­ En sus respuestas reviven restos de la idea del “lo-
do el pensamiento ideal, que sirve de medida, se co­ gos” griega, sin que en realidad pueda identificarse
loca tan alto que ya no hay definición que lo alcance ningún contacto con el mundo clásico griego. Es per­
y permanece en la pura indeterminación, hay que lla­ fectamente posible que Mallarmé pensara así por su
marlo forzosamente la nada. Partiendo de los esbo­ propia cuenta, llevando hasta sus últimas consecuen­
zos que Baudelaire trazó del ideal vacuo, Mallarmé cias las influencias de la teoría romántica del len­
confiere a la nada, así concebida, la cualidad de ser guaje, sin saber que en ellas, aunque muy remotas,
una fuerza de la trascendencia que domina y obliga se reflejan teorías griegas. En mayo de 1867 Ma­
al espíritu como un castigo. Del destino común a to­ llarmé escribe en una carta: “Ahora soy impersonal;
dos los modernos, de carecer originariamente de toda ya no soy Stépbane, tal como tú le conociste, sino
finalidad y de toda tradición, deriva la voluntad de una facultad del universo espiritual de verse y de

io s 197
desarrollarse a sí mism o, precisam ente a través de para al absoluto (o sea a la nada) y hace posible su
' lo que fue mi y o ... Sólo me cabe aceptar lo s desarro- pura presencia (libre de toda objetividad) en la pala­
I líos absolutam ente necesarios para que el universo bra. Aquello que es destruido objetivamente por el
I encuentre en este j o su identidad.” La form ulación lenguaje cuaudo éste expresa su ausencia, alcanza
es algo descuidada, pero su sentido es clarísim o: el en el mismo lenguaje, cuando éste lo nombra, su exis­
i puesto del yo em pírico viene a ser ocupado por un tencia espiritual.
yo impersonal, que es el lugar donde el “ universo” Con ello se cim ienta, por vía ontológica, la mo­
1 lleva a cum plim iento su identificación espiritual. derna hegemonía de la palabra, pero también la de
A ello hay que añadir una frase del año 1S95: “A la fantasía ilim itada. La palabra, así entendida, es el
nuestra raza (es decir, a la humanidad) cupo el ho­ hecho creador del espíritu puro. Uno de los caracte­
nor de prestar entrañas al miedo que la m etafísica res de su absolutez es no tener en cuenta ya la rea­
i y claustral eternidad tiene de sí m ism a..., y ello en lidad empírica, sino poderse abandonar a sus propios
I forma distinta de la conciencia hum ana” (p. 391). E l movimientos. E s decisivo que Mallarmé no entienda
> metafórico lenguaje de esta frase encierra el comple­ estos movimientos como sujetivisrao arbitrario, sino
mento de aquella m anifestación epistolar. Ambas más bien como fenómenos ontológicos, necesarios por
contienen la idea de que en el hombre, en tanto que sí mismos. Sin embargo, también puede dar el nom­
espíritu — y por lo tanto len gu aje— , se realiza el bre de “fan tasía” al espíritu independiente, pero
ser absoluto, encontrando en él y sólo en él su ori­ también lo puede llamar “ensueño”. Ambas denomi­
gen. E l absoluto, identificado con la nada, llam a al naciones habían sido empleadas ya mucho antes in ­
lenguaje — el “logos” (le v e r le ) — para hallar en distintam ente para designar la libertad creadora.
Y el hecho de que aparezcan también en Mallarmé es
| él el lugar de su pura aparición,
i Tai-tiendo de esta idea, que Mallarmé formula importante para nosotros, porque de ello se puede
! expresamente, aunque no muy a menudo, se aclaran deducir el camino recorrido por el concepto de fan­
tasía desde fines del siglo x v m y cuál era su peso
I muchos enigmas de su poesía, y ante todo su trans­
cuando fue legado al siglo x x . Compárese lo que diji­
posición de lo objetivo y de la realidad en general
mos de la imaginación al hablar de Itimbaud. E stos
al terreno de la ausencia. Esta transposición signi-
autores impusieron siempre la fantasía como algo
| tica mucho más que un destierro artístico de la reali-
superior a la realidad: más aún, como fuerza dicta­
;' dad. E s un proceso que debe comprenderse desde un
torial. Mallarmé le da un valor más elevado todavía,
punto de vista ontológico; es precisamente aquel pro-
concibiéndola como la sede que el ser absoluto exige
1 ceso por medio del cual el lenguaje confiere al objeto
para su existencia espiritual. La coherencia con qne
i aquella ausencia que, en cuanto categoría, lo equi­
199
108
todo deriva de oslados anteriores es sorprendente y ,<e encuentra en ningún ram illete?” (p. 368). D es­
confirma una vez m ás la unidad de estructura de la pués de lo que hemos venido exponiendo, esta frase
poesía moderna y del pensam iento moderno acerca apenas requiere aclaración alguna. En ella se vuelve
de la poesía. Además, el concepto mallarmeano de fan­ a definir la poesía como destrucción de lo objetivo,
tasía legitim a también el carácter esencial de este y esta idea se com pleta con la de que sem ejante des­
arte poético, o sea, la destrucción de la realidad. In ­ trucción acontece para que el objeto se transform e
cluso antes de encontrar la justificación ontológica en la palabra en “idea pura”, en esencia espirituaL
de esta característica, M allarmé había recurrido a Esta “idea” sólo puede existir en la palabra poética,
ella. En una carta de 1S67, declara haber creado su y ésta es la razón de que la “flor falte en todos lo s
obra exclusivam ente a base de destrucción, y estar ram illetes”. (Hay que hacer constar que esta frase,
peuetrando cada vez m ás profundam ente en la ex­ junto con la de Rimbaud citada en la página 124
periencia de las “ oscuridades absolutas”. Y luego, con figuró en el catálogo de la exposición de P icasso en
una alusión a D ante, afirm a: “La destrucción fue mi París en 1955). E l arte poético es abora nn quehacer
Beatrice”. que irradia, completamente solitario, su juego de
Una palabra favorita de Mallarmé para designar ensueños y su m ágica música en un mundo aniqui­
aquel alejam iento de lo objetivo es abolition, y alre­ lado. Lo que expresa en sus últim as capas sensibles
dedor de ésta gravitan otras afines, como “hojro”, son figuras y tensiones abstractas de plurivalencia
“blanco”, “ vacío”, “ ausencia”, que son la s palabras ilimitada. Tor eso en Mallarmé el concepto de ara­
claves negativas de su poética y de su poesía defini­ besco, ya empleado por Baudelaire, aparece ampliado
das ontológicam ente. H ay otra de aspecto positivo: hasta un “arabesco to ta l”, al que poco después se
“flor”, que a menudo varía en distintos nombres de vuelve a llamar “cifrado melódico tácito” (p. 648).
flores (“rosa”, “lir io ”, etc.), y que designa sim bóli­
camente al lenguaje como carácter distintivo esen­
cial del hombre, “glorificación de la propia intim i­
“S es rcus o n g i. e s ” ( I n t e r p r e t a c ió n )
dad de la raza, en su flor, el lenguaje” (p. 492). Pero
la fuerza mayor del lenguaje es la poesía. Y he aquí
el pasaje fundam ental: “ ¿Para qué, pues, la mara­ En 1SS7, Mallarmé redactó la versión definitiva
villa de transponer un hecho natural en su casi total de un soneto sin título, que empieza con las siguien­
desaparición vibratoria según el juego de la palabra, tes palabras: “Scs purs ongles...” (p. G8 ). Lo repro­
si de ello no naciera — libre de todo contacto — la ducimos a continuación (juntamente con su traduc­
idea pura, una flor, que se yergue cantando... y no ción) como demostración de ese procedimiento lírico

200 20 1
que por uu lado niega lo objetivo y por otro lo crea Mais proche la croiséc au nord M as j u n t o a la v e n ta n a a l
por medio del lenguaje. La primera versión (18G8) vacante, un or n o r te a b ie r ta u n o ro

empleaba otras palabras, pero su tem ática era y a la Agonise selon peut-Ctre le décor A g o n iz a se g ú n q u ié n sa b e é l
fr ito
misma que en el poema definitivo. Mallarmé lo co­ Des licornes ruant da feu B e los u n ic o r n io s q u e a r r o ja n
mentó por entonces en una carta diciendo: “E l so­ contre une nixe, fu e g o c o n tr a u n a o n d in a ,

neto es fruto de un estudio proyectado acerca de la


palabra... C onsta en lo posible de blanco y negro y
se prestaría a un grabado a base de ensueño y ausen­ Elle, défunte nue en le miroir, E lla , d i f u n t a n u b e e n é l
encor e s p e jo , a u n
cia, como ejem plo: una ventana abierta a la noche; Que, dans l’oubli fermé par le Q u e , e n e l o lv id o c e r ra d o p o r
una habitación sin nadie dentro; una noche formada cadre, se fixe e l m a r c o t e fije
de ausencia y m isterio; sin muebles, a lo sumo con De scintillatíons sitOt le D e c e n te lle o s in m e d ia to e l
septuor. te p iim in o .
una vaga apariencia de consolas y un espejo colgado
apagado al fondo, que al reflejar incomprensiblemente
la Osa Mayor, une esta habitación abandonada con E n el original se oyen rimas de extraño, pero
el cielo” . E ste com entario es válido también para la poderoso hechizo. Singular, y difícilm ente traduci­
última versión, que es como sigue: ble, es el vocabulario, en parte de origen griego, aun­
que no con el fin de dar ningún color local, sino para
Scs purs onglcs tris haut Con sus puras uñas muy alto conferir al texto una fuerza verbal desconcertante.
dédiant leur onyx, dedicando su ónice,
L’Angoisse, ce minuit, soutient, La Angustia, esta medianoche, ¿En qué consiste? Ante todo, en la angustia, con algu­
lampndophore, sostiene, lampadófora, nos atributos. Aparece bajo una especie de figura ale­
Maint rOve vcspfiral brulé par Más de un sueño vesperal que­ górica, pero en sí carece de vida, y domina todo el
le Phénix mado por el Fénix
Que ne recueiUe pas de ciné- Que no recoge ninguna cine­ poema, como una esencia. Están luego la noche, un
rairc amphore raria ánfora salón vacío, un espejo, una ventana abierta, un oro
\i' “que agoniza”. Pero también hay algo más, aunque
sólo sea en el lenguaje. E l “sueño vesperal” está
Sur les crédences, au salón Sobre las credencias, en él “quemado” y no es recogido por ninguna ánfora ci­
yide: nul ptyx, salón vacio: ni un pliegue,
Abolí bibelot d'inanité sonore, Bagatela abolida de inanidad neraria: el pliegue (p ty x ) es mencionado negativa­
sonora, mente (nul p ty x ), y esta mención va seguida del ver­
(Car le Maítre est allí puiser (Pues el Maestro se fue a posar so más característico, que dice que este objeto sin
des pleurs au Styx llantos a la Estigia
Avec ce seul objet dont le Con aquel solo objeto con que importancia (“bagatela” ) está abolido y que existe
NCant s’honore). la nada se honra. sólo en cuanto sonoridad, pero sonoridad inane, por

202 203
lo mismo que es insuficiente. E ] 11 Maestro” (¿qué pía oscuridad gracias a la ausencia de los demás.
maestro?) se ha ido y se ha llevado consigo aquel Pero todo ello es obra del lenguaje; lo que en él se
objeto del que ahora se dice que con él “la nada se desarrolla no puede acontecer en ningún mundo real.
honra”, es decir, la nada alcanza la gloria precisa­
mente gracias al objeto abolido que, por lo mismo
que no es, resu lta ser una pura creación de la pala­ La d is o n a n c i a o n t o l ó o ic a

bra que lo nombra. La ondina de la tercera estrofa


es una “difunta nube” . D e los objetos que quedan, E s indispensable confesar que, en nuestro empe­
la ventana y el espejo son símbolos mallarmeanos ño en acercar al lector a este difícil poeta, quizás
para indicar la penetración de su mirada en el infi­ hemos armonizado la tram a de so pensamiento lógico
nito de la trascendencia. Todos los demás objetos son más de lo que verdaderamente es debido. Porque esta
destruidos al m ismo tiem po que el lenguaje los crea. secuencia lógica está atravesada por una ruptura: la
E l poema entero es un apagarse, un pasar de la pre­ misma que vimos en Baudelaire y en Rimbaud, o sea,
sencia a la ausencia. A l final se nos dice que el cen­ la ruptura entre lenguaje e ideal, entre querer y po­
telleo de las estrellas se detiene de inm ediato: el der, entre anhelo y fin. Pero en este caso la vemos,
tiempo, que ya en las prim eras estrofas tenia una además, ontológicamente argumentada. T en el m is­
presencia apenas movida, se convertirá en intempo­ mo esfuerzo que Mallarmé hizo para cimentar ta l ar­
ralidad; está convirtiéndose en ella. El poema sólo gumentación, debe verse la prueba de lo profunda que
puede y quiere acercarse al absoluto hipotéticamente es esta ruptura. Así, una determinada idea y su apa­
y en el futuro, del mismo modo que sólo expresando rición en el poema se revelaron como síntomas del
enigmáticamente su significado puede acercarse a espíritu moderno, es decii*, de aquella característica
la s ausencias (la nada). Si pretendiera asumir plena­ suya que repetidamente hemos definido como sobe­
mente en sí lo absoluto y lo intemporal, no podría ranía de la disonancia. Mallarmé hizo de ella una
subsistir como poema: no sería más que silencio, disonancia ontológica.
mancha vacía. E l lenguaje se detiene en el lím ite ex­ En los poemas aparecen repetidamente palabras
tremo en el que, con la abolición de los objetos por como “escollo”, “naufragio”, “ahogarse”, “caída”,
medio de la palabra que los niega, todavía es posible “noche”, “inanidad”. Son palabras claves del fra­
crear un espacio donde pueda entrar la nada. Pero caso. Pero este fracaso puede también manifestarse
esta entrada va acompañada de angustia. Ésta es la sin recurrir a ellas, sólo a través del proceso simbó­
única que puede extenderse, que empapa los pocos lico del poema, y puede ser de dos clases: fracaso del
objetos que quedan, los oscurece y aumenta su pro­ lenguaje frente a lo absoluto (llamémoslo, para sim­

204 aos
plificar, fracaso subjetivo) y fracaso objetivo, o sea,
obra sólo puede sonreír a su ideal, pero no lo alcan­
de lo absoluto frente al lenguaje.
za; el “espíritu de lucha” que se encierra en ella (con .
Hemos expuesto ya varios ejemplos del primero
esa expresión se alude a la discordia entre voluntad._•
y nos limitaremos a completarlos brevemente. Una
y fin), tiene que perdurar, como dolorosa conciencia. .
de las frases del I g itu r dice a s í: “Yo profiero la pa­
de que “existe aquella tierra” (la tierra del ideal) ;...
labra, para volver a hundirla en su inanidad” (pági­
que obligará siempre á la poesía a elevarse bacía
na 451). En otro pasaje leem os: “todo cuanto, como
ella, pero a fracasar también, aunque el fracaso mis­
vehículo o morada, se ofrece al ideal, le es contra­ mo venga a atestiguar la existencia invisible del
rio”, e inmediatamente se habla de la “ recíproca con­
ideal. . ... - * • i.
taminación de la obra y sus medios” (p. 371). E l pro­ Todo ello está todavía en la línea de Bandelaire, .
yecto ideal de la obra, precisamente por su elevación, aunque completada en el aspecto ontológico. Pero no
hace resaltar lo que tiene de limitado el lenguaje, tarda en aparecer otro tipo muy distinto de amplia­
que a su vez impide llevar a su perfección ese eleva­ ción. En Mallarmé la deshumanización ha llegado a
do proyecto. Superando Ig itu r, el poema tardío Un tal extremo que el poeta transfiere más allá del hom- .
coup de dés (impreso según una disposición contra- bre el origen remoto de la poesía y del pensamiento,
puntística de las frases) insiste en el mismo tema: para situarlo en el ser absoluto. Como si le impul­
ni siquiera la nada es asequible, porque el pensa­ sara una presión exterior, Mallarmé se siente obli­
miento no es capaz de escapar a los “accidentes” (del gado a pensar y a poetizar también la disonancia del
lenguaje y del tiem p o); el hombre es llamado “prín­ espíritu moderno como si fuera una propiedad del ser
cipe amargo del escollo” (p. 4G9). E l poema Prose absoluto. Y con más rigor todavía que en sus demás
pour des E sseintcs (p. 55), especie de poética versi­ temas, impone ahora, en lugar de un posible contacto
ficada que pasa por ser la cumbre de lo incomprensi­ entre hombre y trascendencia, la más completa ausen­
ble, puede ser entendido partiendo de este tema de cia de contacto. No sólo el lenguaje es insuficiente
la insuficiencia del lenguaje (1). Las primeras diez cuando se propone crear espiritualmente lo abso­
estrofas contienen la llamada a una poesía tensa ha­ luto, sino que lo absoluto sólo puede plegarse al len­
cia una meta suprema y giran alrededor de la posi­ guaje eu una forma insuficiente. Ambos polos, len­
bilidad de su creación. Luego el arco desciende: la guaje y ser infinito, están sujetos a la ley del fracaso.
Aun así, para Mallarmé la poesía sigue siendo la
(1) Como el título ha dtulo tontos quebraderos de cabeza. Indi-
coremos que “■Proíc" deriva del latín eclesiástico “Prosa", que sig- máxima posibilidad dentro de esta insuficiencia, aun­
niliea cutre oirás cosas ‘•himno”. Ksta tesis viene confirmada por
el hecho de que el poema está distribuido en estrofas hímuicas de que la disonancia ontológica represente también para
cuatro versos y de que eu la segunda estrofa aparece efectivamente
la palabra “h jin n e " . ella el máximo daño. Lo que esta poesía logra, es la

206 20 7
' palabra para expresar el fracaso del contacto entre go de un brazalete.” Una profunda resignación corre
! lo absoluto y el hombre, y lo expresa con la mayor a lo largo de este bello y oscuro poema.
discreción. E l segundo es el soneto P e tit A ir I I (p. 6 6 ), es­
j Un breve análisis de dos poem as servirá para ilus* crito con una sintaxis excesivamente dilatada, que
1 trar lo que acabamos de decir. E l primero se titu la repugna a la estructura analitica de la frase fran­
I A iitrc évcntaü (p. 58). E n él se desarrolla un doble cesa: adverbio, verbo y aposición van delante del
proceso, objetivo y espiritual. E l primero no puede sujeto de la frase, para subrayar que son aquellas
ser más sencillo: alguien mueve un abanico abierto palabras la s que expresan lo esencial. Mallarmé lo ­
y luego lo cierra. Y no obstante, es idéntico al pro- gra de tal modo ocultar el acto ontológico tras el
| ceso espiritual y, en últim o térm ino, podemos decir proceso descriptivo que a primera vista nos podría
que lo simboliza. E s decir: un abanico vive “la pura parecer que el poema sólo nos comunica un doloroso
delicia sin camino” hacia arriba, hacia el ideal que idilio. “Indomablemente” ha debido estallar en lo
se extiende hasta el infinito. Pero el espacio — que alto una voz perdida, con furia y silencio. E sta voz
representa al ideal — “se estrem ece como un gran estalla en el mismo instante en que “mi esperanza”
i beso, que, enloquecido de nacer para nadie, no puede (la voluntad hacia lo absoluto) levanta el vuelo. Se
I surgir ni calm arse” . O sea que tam bién el absoluto trata de la voz “del pájaro, que no se oyó otra vez
' sufre el aislam iento; su “beso” no encuentra al espí­ en la vida” — la voz de lo absoluto. Pero con todo
ritu que lo pueda recibir. Por eso se cierra el aba­ su empeño, enmudece, no llega. O sea, vuelve el ais­
nico. También la voluntad de ascensión fracasa, vuel­ lamiento de lo absoluto. Luego dice el poeta: empieza
ve a caer sobre si misma y no conserva más que “ una un sollozo, que expira en la duda de si es un sollozo *
risa sepultada”, esto es, la conciencia de su doble de mi seno y no del suyo, porque yo no oí su voz o su
fracaso. Sólo una cosa queda: “las orillas rosas es­ sollozo, porque no llegó hasta mí. Lo que queda de
tancadas sobre los atardeceres de oro” : el reflejo del este nuevo doble fracaso es el pájaro “desgarrado en
absoluto. Se queda en el doble sentido de la s pala­ algún sendero” : lo absoluto que no puede alcanzar
bras: no adelanta, jamás llegará a ser plena luz; pero la perfecta existencia espiritual. Pero la expresión es
queda también como eternización gracias a la pala­ imprecisa, es más bien una intuición de que todo
bra que ha intentado lo imposible. La nada, con su podría ser así que un saber que es así. Al llegar a este
I propio aislamiento, tiene un refugio en la palabra, extremo lím ite de su poesía, Mallarmé no se atreve
por insuficiente que sea. E l lenguaje simbólico de la a emplear una expresión unívoca. Sólo se atreve a
: última estrofa lo expresa de la siguiente forma: presentar un acontecimiento simbólico susceptible
“Ese blanco vuelo cerrado, que apoyas contra el fue­ de múltiples interpretaciones, lo cual es también un

209
208
PB LA LÍRICA MOPtOXA. - 11
fracaso: un fracaso premeditado, porque sólo el poe­ con V. E . Miclielet, que difundía las doctrinas ocul­
ma alusivo y sin estridencia puede impedir que la tistas de la baja.A ntigüedad atribuidas a HermeB
casi inconcebible tragedia existencial se gaste y cai­ Trismegisto — de ahí el nombre de “hermetismo” —
ga en el olvido por culpa de una comprensión lim i­ y recomendaba que fuesen acogidas en la poesía.
tadora. (Todavía hoy, en Francia, “hermetisme” significa
En 2812, Jean P aul, en sus Prelccciones de esté­ principalmente ocultismo, alquimia, etc.). Mallarmé
tica escribió acerca del “actual espíritu de época, aceptó esa sugerencia. E n su ensayo Magie, dice:
que egoísticam ente destruye el mundo y el todo, úni­ “Entre los antiguos ritos y el sortilegio que la poe­
camente para crearse un espacio libre en la nada”, sía será, siempre, existe un secreto parentesco; por
en lugar de copiar la Naturaleza. E sta frase, que lo tanto, escribir poesía significa evocar, en una os­
figura en el capítulo sobre los “nihilistas poéticos” curidad expresamente buscada, el objeto no nombra­
parece presagiar la poesía moderna de Mallarmé — do por medio de palabras alusivas, jamás directas;
lo mismo que en el Roquairol del T itán se anuncia supone una tentativa cercana a la creación, única­
a Baudelaire. La diferencia se halla, a pesar de todo, mente puesta en juego por el encantador de letras
en que en Mallarmé el “ egoísmo” deriva de una in d e­ que es el poeta” (p. 400). Luego siguen conceptos
pendencia del espíritu argumentada ontológicamen- como hada, mago y “charrne” en el sentido latino de
te, y sea cual fuere el juicio que pueda merecer esta la palabra, es decir, embrujo: el mismo que le dará
argumentación, hay que respetar el tesón con que más tarde Valéry al titular Channes su libro de poe­
aquel hombre silencioso y abnegado meditó hasta sus mas; y en una carta, Mallarmé habla de los “alqui­
últimas consecuencias y realizó artísticam ente la si­ mistas, nuestros antepasados”. No cabe duda de que
tuación negativa asignada a la poesía moderna. Se­ en todo ello se manifiesta más bien la convicción de
mejante lírica tiene que ser forzosamente difícil y la correspondencia entre poesía y magia que una
oscura. Pero una de las razones de su permanencia auténtica adhesión a los círculos ocultistas. No obs­
reside precisamente en su íntim a coherencia lógica. tante, esta convicción, ya expresada anteriormente
por otros, se hace más rigurosa en Mallarmé, en
cuanto éste participa también en la necesidad que la
O c u l t is m o , m a g ia ir m a g ia del len g u a je . poética moderna siente de combinar con los estra­
tos anímicos mágico-arcaicos una poesía surgida de
Mallarmé se interesó vivamente por la literatura profundas reflexiones. La magia del lenguaje de sus
ocultista. A través de V illiers de l’Isle-Adam conocía versos, en combinación con la oscuridad de sus conte­
la obra de Eliphas Lévi y sostenía correspondencia nidos, constituye un medio muy personal de ejercer

210 211
I
1 aquella sugestión con que el propio poeta quisiera una fuerza insistente que nos los fija en la memoria,
• haber sustituido la com prensibilidad fácil. aunque su significado nos escape. E l propio Valéry
La magia del lenguaje puede m anifestarse en el lo confirmó al escribir que su mala memoria, que no
I poder sonoro de los versos, pero también en un im- le permitía aprender nada de corrido, retenía en
j pulso de las palabras que dirige el poema. E s famosa cambio los “extraños versos de Mallarmé”. E sta ex­
la frase xnallarmeaua: “E l poeta cede la iniciativa periencia puede extenderse a numerosos líricos del
' a las palabras” (p. 3G6). Y hay otra que dice: “E l siglo x x y, a veces, constituye el único criterio para
ritmo del infinito, entre la s teclas del piano verbal, saber si un poema es bueno, o no.
• y como resultado del tanteo de una improvisación,
1 nace de las palabras adecuadas, cotidianas” (p. 648).
’ Y él mismo reconocía haber esciúto muchos de sus
P o e s ía p u r a
poemas obedeciendo al im pulso del lenguaje, o haber
modificado primeras versiones siguiendo la pendien­
te de las exigencias de éste. U n poema ya antes citado Al llegar a este punto es preciso volver a hablar,
empieza: “ O si chcre de loin ct proche et M anche...” aunque sólo sea brevemente, del concepto de “poesía
(p. 61). E ste verso contiene dos indicaciones de dis- pura”, al que habían recurrido ya Sainte-Beuve, Bau-
1 tancia (loin, proche) y, en la m isma línea, un califi­ delaire y otros, y que de nuevo aparece en Mallar-
cativo de color (M anche). D iríase que, siguiendo el mé. En el siglo x x se usa para designar una teoría
impulso emprendido, el poeta nos daría otra idea de poética que se funda precisamente en Mallarmé (y en
espacio, pero en lugar de ello se inserta algo que no los sim bolistas). E s fácil descubrir el significado de
tiene nada que ver con é l : Manche no pertenece a nin­ este concepto si tenemos en cuenta el valor que da
gún encadenamiento de im ágenes dispuestas según un Mallarmé a las palabras “puro” y “pureza”, que con
orden objetivo. Lo que decide aquí no es ese encade­ tanta frecuencia usa, de conceptos privativos, es de­
namiento; es el lenguaje mismo. E l origen de “ Man­ cir “puro” es lo que está “libre de algo”. E sta acep­
che” está en el sonido ch de “chére” y “proche” que ción se parece a la que le da K ant cuando habla de
Se extiende como sonoridad independiente y reclama ideas puras, “en las que no hay nada que pertenezca
una palabra que le satisfaga. E ste es un pequeño a la sensación”. Cuando Mallarmé llama pura a una
ejemplo entre los muchos que no es necesario citar cosa, 6 e refiere a su esencialidad, a su estar libre de
aquí. Pero sí conviene hacer notar que los versos enojosas promiscuidades. En un párrafo de una car­
1 mal!ármennos especialmente sonoros— incluso cuando ta de 1S91 nos aclara qué puede significar la pureza
' no emplean sonidos agradables, sino agrios — tienen un el conjunto de su lír ic a : “Descomponer y consu-

219

i
mir las cosas en nombre de nna pureza central.” La rica mnllarmeana. En su significado privativo es el
condición previa para la pureza poética es, pues, la equivalente teórico de la nada a cuyo alrededor gira
desobjetivización. E n este concepto, tal como Mallar- esta lírica. Y más allá y después de Mallarmé, este
mé lo empleó y lo legó a la posteridad, se engloban concepto sigue siendo válido para toda la lírica que
asimismo todas la s dem ás características de la lírica no tiene por objeto sentimientos primarios y conte­
moderna : repudio de todas las m aterias de la expe­ nidos de este mundo, sino que pretende ser nn juego
riencia cotidiana, de todo contenido didascálico o de del lenguaje y de la fantasía.
cualquier otra índole u tilita ria , de toda verdad prác­
tica, de todo sentim iento vulgar, de la “ embriaguez
del corazón” . Con la exclusión de todos estos ele­
F a n t a s ía d ic t a d o r a , a b s t r a c c ió n .
mentos, la poesía adquiere la libertad de dejar im­
y “ m ir a d a a bso lu ta ”
perar» la m agia del lenguaje. En el juego de la s fuer­
zas del lenguaje, situadas por encim a y por debajo de
las funciones de mera com unicación, se logra la mu­ En los capítulos anteriores habíamos hablado re­
sicalidad dominadora y desvinculada de todo signi­ petidamente de la fantasía dictadora. A l estudiar a
ficado que confiere al verso la fuerza de una fórmula Mallarmé tenemos que referirnos también a ella, pues
mágica. Lo mismo que sus predecesores, Mallarmé sus imágenes sustituyen la realidad, cuya ordena­
habló a menudo del parentesco entre poesía y música. ción objetiva lia dejado de interesar al poeta. E n la
Algunas de sus m anifestaciones en este sentido sir­ poesía de Mallarmé, esta fantasía procede más silen­
vieron luego para la definición de la poesía pura. Así ciosamente que en la de llim baud, pero su queda efi­
por ejemplo, A. Berne-Joffroy escribió en 1914: “P oe­ cacia tiene el peso de un acto con fundamento onto-
sía pura es el momento cumbre en que la frase olvida lógico. En su esfera de significados aparece, como
en forma armónica su contenido. E s el verso que ya ocurría con Xovalis y con Baudelaire, el concepto de
no quiere decir nada, sino únicamente cantar”. Pero abstracción. “Estrictam ente imaginativo y abstrac­
en Mallarmé, por m usicalidad no bay qne entender to, por lo tanto poético” (p. 544), dice una caracterís­
sólo la sonoridad agradable del lenguaje, sino más tica comparación en la que “poético” tiene el valor
bien una vibración de lo s contenidos intelectuales de que tenía en griego, o sea “ creador”. Pero a su lado
la poesía y de sus tensiones abstractas, más fácil de aparece también otro concepto: regará aT>$olu (mi­
captar para el oído interno que para el externo. Por rada absoluta). E l significado de este concepto 6 e
lo demás, el concepto de poesía pura se adapta per­ desprende del ensayo “B a llets” (1S91), en el que lee­
fectamente a los principios fundamentales de la lí­ mos lo siguiente: “La bailarina no es una mujer que

211 210
baila; no es una mujer, sino una m etáfora que resu­ todavía el mundo de lo fenoménico, lo trastorna y lo
me uno de lo s aspectos prim igenios de nuestra for­ sustrae al orden normal de espacio y tiem po. Y aquí
m a: espada, copa, flor, etc.; y por lo mismo que no reside, pese a que sus m otivaciones son distintas, el
baila, sino que sugiere con un prodigio de abreviacio­ parentesco estructural entre Mallarmé y Rimband.
nes o ím petus, con una escritura corporal, se necesi­ Citaremos todavía algunos ejemplos. E l hecho de
tarían num erosos párrafos para traducir su danza volar sombreros negros por la calle se convierte en :
en prosa” (p. 304). Mirar a una bailarina significa, “la calle, sujeta al negro vuelo de los sombreros”
pues, ver form as prim igenias a través de su presen­ (p. G5); la calle antecede al acontecim iento y éste,
cia empírica. E ste ver es efecto de una “m irada im­ a su vez, en la generalidad de un vuelo negro (además
personal, fulgurante y ab solu ta” (p. 306). Eso parece de la irreal conjunción de color y movim iento), ante­
platónico, pero al final del ensayo se lee: “la baila­ cede a lo s sombreros; una visión normal vería pri­
rina, a través del últim o velo que siempre queda, mero los sombreros, m ientras que aquí están al.final,
te entrega la pureza de tu s ideas y escribe silenciosa como algo secundario. Mallarmé gusta también de
tu visión en form a de un signo que es ella m ism a.” acercar y juntar las cosas más distantes a la manera
La idea va a desembocar de modo nada platónico en de la técnica de fusión de Rimbaud, que antes hemos
el sujeto que m ira, el cual no aprecia formas primi­ descrito. E l principio de su ensayo P la isir sacré (sus
genias objetivas, sino la s form as prim igenias de su ensayos son también poemas) contiene una expre­
propio espíritu, y la s introduce en la apariencia de sión, que traducida al lenguaje normal (y por lo tan­
la bailarina, transform ándolas en signos de este es­ to desfigurada) diría lo siguiente: en otoño, lo s pari­
píritu. Lo fenom énico es dominado por la mirada sinos regresan de caza, van al teatro y se dejan en­
absoluta que se dirige a su propio sujeto y sólo puede cantar por la música. Pero en realidad el texto trae:
aprovecharse de aquello como lenguaje simbólico li­ “Un viento, o miedo de perderse alguna cosa, exi­
bremente disponible para indicar sus movimientos. giendo el regreso, hace huir del horizonte a la ciudad
E l ensayo 6 obre el ballet es la justificación más abso­ a la gente, cuando el telón va a levantarse sobre la
lu ta que ba hallado b asta aquí la creación poética magnificencia desierta del otoño. E l cercano juego
ilim itada. “Mirada absoluta” es una expresión que del dedo luminoso, que suspende la fronda, se mira,
puede servir como lema de la poesía abstracta de entonces, en el foso de la orquesta” (p. 3S8). Obsér­
Mallarmé y sus sucesores, pero también de la pintura vese cómo el otoño aparece en trasposición m etafó­
abstracta, que sustituye los objetos por un sistema rica, o sea, allí donde se habla del teatro (“telón” )
de tensiones a base de líneas, colores y formas puros. y del director (“juego del dedo”). Ambos ámbitos,
En la medida en que la poesía de Mallarmé roza otoño o teatro, forman una unidad que es ya algo

218 21T
más que una mera m etáfora. La subordinación que
una vez se reconoce aquí, del todo a los detalles, del L a SOLEDAD CON E L LENGUAJE
contenido auténtico a lo accidental, es otra caracte­
rística — que habrá de ser fecundísim a — del estilo Con estos escasos ejemplos hemos vuelto a la
irreal. El ángel con una espada desnuda se convierte, maestría artística de Mallarmé. Por sí solos basta­
por la concentración de la cualidad de la espada, en: rían para confirmar su principio de que la poesía eB
“un ángel está en la desnudez de su espada” (p. 28). un edificio solitario. E n todo caso, su obra es el más
Malí armé habla de un grupo de bailarinas, pero no solitario que la lírica moderna erigiera jamás. Cons­
de las figuras, sino que d ic e : “ De palideces evasivas de truido sobriamente con pocos materiales, trata de
muselina, salían una sonrisa y unos brazos abiertos “cifrar el infinito espacio vacío de lo absoluto en él
con la pesadez triste del oso ” (p. 276); las bailari­ lenguaje de lo terrenal, melódica y calladamente”
nas aparecen únicam ente en una de sus cualidades (p. GIS). Mallarmé m anifestó una vez, en una con­
parciales y con ella se funde la cualidad parcial de versación, que la poesía se había extraviado a partir
otro ser; pero se funde hasta ta l punto que resulta de la “gran aberración de Homero”. Cuando le pre­
difícil ver qué es, es decir, un payaso. Los accidentes guntaron qué había antes de Homero, contestó:
se desprenden de la s figuras y se condensan en imá­ “Orfeo”. E s decir, recurrió a una' figura m ítica re­
genes irreales. Un poema tardío empieza, de un modo mota para hallar el concepto fundamental del canto,
sólo muy alusivo, sugiriendo una cortina de encaje; en el que poesía y pensamiento, ciencia y m isterio
pero luego la segunda estrofa dice: “E ste unánime son una misma cosa. Quizás lo hizo porque se sentía
blanco conflicto de una guirnalda consigo misma, hu­ cu cierto modo emparentado con la poesía órfica, o
yendo contra el pálido cristal, flota más que amor­ quizás también porque la anhelada primigenidad de
taja” (p. 74). Lo objetivo ha sucumbido completa­ su propio lenguaje lírico le impulsaba a darla a com­
mente bajo las volutas de movimiento en que lo ha prender aludiendo al origen mítico más remoto de
transformado la fan tasía que todo lo abstrae. E ste la poesía.
procedimiento no debe llam arse impresionista, como I.a lírica de Mallarmé encarna el total aislamien­
tantas veces se ha hecho, por cuanto no deriva de to. No sicute ninguna necesidad de la tradición cris­
una captación de impresiones, sino que es por sí m is­ tiana, humanística ni literaria; se prohíbe a si mis­
mo impresión de figuras poetizadas sobre un mate­ ma toda intromisión en el presente. Rechaza al lec­
rial ya completamente desrealizado. tor y se niega a ser humana. También respecto al
futuro se manifiesta solitaria: “no tiene que hacer
más que trabajar con misterio, en vista al jam ás”

218 219
(]>. GG4). La realidad es sen tid a como lo inalcanzable,
la trascendencia es la nada, la relación con ambas
es una disonancia insoluble. ¿Qué queda? E l decir,
que tiene su evidencia en sí mismo. E l p oeta está solo
frente a su lenguaje. E n él tiene su p atria y su li­
bertad, a cambio -de que nada le im porte que le en­
tiendan o no. Si é sta no fuera la situ ación prim or­
dial de la poesía m oderna, H allarm e no hubiera en­ V. LA LÍRICA EU R O PEA E N E L SIGLO X X
contrado ta n ta veneración.
O b s e r v a c io n e s m e t o d o l ó g ic a s

Únicamente Francia, entre todos lo s países de


Europa, había ya visto nacer, en la segunda m itad
del siglo x ix , el estilo lírico que hasta ahora ha veni­
do imperando en el siglo x x . E ste estilo, esbozado ya
a partir de Bau del aire, había sido presentido por el
alemán N ovalis y el americano Poe. Rimbaud y Ma-
llaruié habían fijado los lím ites extremos a los que
puede llegar la poesía. Y por muy dotados que ha­
yan 6 ¡do algunos de sus poetas, la lírica del 6 Íglo x x
no aporta nada fundamentalmente nuevo. E sta afir­
mación no menoscaba en nada el prestigio de aqué­
llos, pero nos permite e incluso nos obliga a recono­
cer en sus obras la unidad de estilo que los une
con aquellos antepasados suyos. Unidad de estilo no
es sinónimo de monotonía, que siguifica una común
actitud en la manera de tratar el lenguaje, en el
modo de ver, en la tem ática y en las curvas inter­
nas. Goethe y Trakl no tienen unidad de estilo. E n
cambio dos líricos tan difícilmente comparables como
Trakl y Benn la tienen. Pero la originalidad no eu-

220 221
frc detrimento por ello, 3 'a que la originalidad es una influencias, sino que, una vez más, creemos justifica­
cuestión de calidad, que no se decide por el tipo. Éste, do el método que consiste en describir los síntom as
en cambio — en este caso la unidad estilística de la de una actitud poética común.
lírica m oderna— facilita la comprensión. Más aún: Tampoco tiene sentido establecer clasificaciones
el reconocimiento de esta unidad de estilo es la única y subdivisiones según programas y partidos litera­
manera de penetrar en aquellos poemas que se apar­ rios. Las historias de la literatura suelen hablar del
tan voluntariamente de la comprensión normal. Cla­ “simbolismo”, que hacen extinguirse hacia el año
ro que la fase inm ediata tendría que ser penetrar en 1900. En nuestro estudio hemos evitado este concep­
la individualidad artística del poeta, y eso sólo po­ to escolar, porque enmascara el hecho de que lo s líri­
demos intentarlo aquí a modo de ejemplo. ^Nuestro cos en él comprendidos — principalmente Mallarmé
propósito, en los capítulos siguientes, es aclarar el — ofrecen características que son todavía patrimo­
embrollado panorama de la lírica contemporánea, nio de poetas contemporáneos como por ejemplo Va-
mostrando en qué elevada proporción han sobrevi-’ léry, Guillen, Ungaretti o E liot. Por lo tanto, o bien
vido los síntom as que nacieron durante el siglo el simbolismo no ha muerto todavía o este concepto
pasado. es insuficiente para definir un estilo poético y, por
¿Han sobrevivido porque actuaron como influjo? consiguiente, tiene que ser sustituido por la descrip­
En algunos casos quizás sí, pero ello no puede esta­ ción de las características de dicho estilo. Quien lea
blecerse como regla general. E n los poetas de pri­ estudios de historia literaria o ensayos de crítica
mera lila, la influencia literaria no es nn mero pro­ acerca de la poesía europea de los últimos cincuenta
ceso pasivo, sino consecuencia de una afinidad que años, verá cuántos estilos, escuelas y tendencias se
los ha conducido a confirmar y acentuar en un pre­ han ido sucediendo: dadaísmo, futurismo, expresio­
decesor sus propias facultades artísticas. Pero tam­ nismo, unanimisrao, creacionismo, neo-objetivismo,
bién en los casos en que no ha actuado ninguna in­ modernismo, ultramodcrnismo, suprarrealismo, her­
fluencia de este tipo, encontramos en los poetas con­ metism o... Mientras estamos escribiendo este libro
temporáneos una estructura parecida a la de aque­ nos llega la noticia de que en Italia se ha implantado
llos antepasados suyos, lo cual demuestra el hecho — el anti hermetismo; podemos estar tranquilos de que
evidente asimismo- por otras razones — de que en pronto vendrá un neohermetismo — tal vez se haya
cada época existe necesariamente un estilo y una es­ inaugurado ya cuando este libro aparezca. E l espa­
tructura. En este caso se trata de los que vienen de­ ñol llamón Gómez de la Serna escribió en 1943 una
terminando la lírica europea desde hace casi un si­ serie de ensayos titulados Ism os, en los que incluyó
glo. Por lo tanto no debemos estudiar las posibles a todos los modernos que pudo alcanzar. Probable­

222 223
mente, el dar exagerado valor a esas variantes lite­
rarias y artísticas responde a la tendencia, tan di­ ••F i e s t a d e l in t e l e c t o ” i “ derrota del in t e l e c t o ”
fundida en los países neolatinos, a seguir las modas,
lo cual impide ver la s relaciones que existen entre X o cabe duda de que hay que andar con cuidado
ellas. Tal vez baya influido tam bién el modelo de los al hacer simplificaciones. Sin embargo, en la visión
m últiples partidos y luchas políticas. En un sen­ de conjunto que acabamos de esbozar se dibujan dos
tido, no obstante, esta visión de un supuesto cambio tendencias que permiten una primera orientación.
constante y rápido de estilo s es a su vez sintomá­ Se trata de las mismas que en el siglo pasado inicia­
tica para la época moderna, pues concuerda con el ron Rimbaud y Mallarmé. En resumen y para enten­
propósito m anifestado a menudo por los poetas de dernos diremos que la primera es una lírica formal­
no escribir para la eternidad, sino a lo sumo para mente libre y alógica, y la segunda una lírica in te­
un futuro desconocido, frente al cual su obra sólo lectual y de formas rigurosas. E n 1929 estas dos ten­
pretende ser un experim ento momentáneo, aunque dencias hallaron también su expresión programática
para parecer futuro, rompa con el pasado, incluso en forma completamente opuesta. Una de la s for­
el más reciente. D e ello tuvo ya conciencia Rimbaud, mulaciones es la siguiente, debida a V aléry: “E l poe­
y Jean Cocteau la tuvo tam bién cuando en 1953, en ma debe ser una fiesta del intelecto” (L ittéra tu re, y
Démarches d’un p o ete, se declaró partidario de un luego en Tcl quel I). E l texto continúa perfilando
arle que es perm anente anhelo de algo distinto, des­ esta fórmula a la manera típica de todas la s refle­
precio de la tradición y carrera tan rápida como la xiones de Valéry. La otra fórmula nace de lá pro­
moda, o, mejor dicho, m ás aún que el amaneramiento testa; su autor es el suprarrealista André Bretón.
de la últim a m oda,.a punto ya de convertirse en “be­ Dice: “ El poema debe ser la derrota del intelecto”,
lleza”, o sea en hábito. L a prisa en el tiempo ha he­ y poco después d ice: “Perfección es pereza” (Jtevue
cho inestable la conciencia artística y ello se refleja «i i r r e a l i* t e , 1929).
en esa opinión sobre el rápido cambio de estilo. Pero El hecho de que en la lírica del siglo x x existan
se trata de una ilusión óptica. No existe tal m ulti­ tales contradicciones y se formulen de un modo tan •
plicidad: existen sólo m atices y variantes que ates­ extri-mado, forma parte de su estilo general. Pero
tiguan las numerosas posibilidades de la poesía con- • ello no autoriza a considerarlas Como posiciones anti­
temporánea, pero que no son sustanciales para el téticas de dos partidos literarios, pues sólo lo son
juicio de su estructura estilística. aparentemente. Su polaridad se repite, aunque con
alguna alteración, en cada uno de los dos tipos mis­
mo*, como liemos podido comprobar repetidamente

225
224
i;. HE 1.4 UÍHICA MODEU.VA. - 15
eu los capítulos precedentes. Se trata de la polari­ Haftmann, hay que reconocer que estas dos “provin­
dad general de la poesía moderna, de la tensión que cias son posiciones contrarias extrem as”, cuyas ma­
existe en casi todos lo s líricos entre fuerzas cerebra­ neras de ver y de proceder se funden en la práctica
les y fuerzas arcaicas. Por otra parte, la s numerosas porque están emparentadas. La unidad de estruc­
coincidencias entre aquellos tipos extrem os denotan tura de la poesía moderna, en la que tanto tenemos
constantem ente su unidad de estructura, por encima que insistir aqui, es, pues, una unidad de estruc­
de los partidos a que cada uno de ellos pertenece. La tura de todo el arte en general. E llo explica las ana-
poesía intelectu al coincide con la alógica en cuanto logias de estilo entre la lírica, la pintura y aun la
huye, como ella, de la actitud del hombre medio, música, que vienen a ser confirmadas, aunque sólo
rechaza la objetividad normal y los sentim ientos sea exteriorraente, por el intenso contacto personal
corrientes, renuncia a la inteligibilidad lim itada, entre poetas y pintores durante toda la época aquí
substituyéndola por una sugestión plurivalente, y descrita, desde las relaciones de Baudelaire con De-
afirma su voluntad de convertir el poema en algo lacroix hasta el grupo Heñid Rousseau, Apollinaire,
independiente y autónomo, cuyos contenidos se man­ Max Jacob, Picasso y Braque, e incluso hasta la amis­
tienen sólo gracias a su lenguaje, a lo ilim itado de su tad entre García Lorca y Salvador D alí. Los textos
fantasía o a su irreal juego de ensueños y no porque programáticos de pintores y m úsicos recurren a ideas
reproduzcan el mundo o expresen unos sentim ientos. y términos sacados de programas literarios y vice­
E s interesante que el estudio de la pintura mo­ versa. En otra época, Diderot había llegado a nocio­
derna haya llevado a resultados parecidos. W. Haft- nes revolucionarias partiendo del análisis de cuadros.
mann, en su obra M alerei im 20. Jah rln in dert (L a Teniendo en cuenta las relaciones que desde enton­
pintura• del siglo X X , 1954), se refiere a la oposición ces lian ido surgiendo, en ello puede verse un presa­
formulada por K andinsky entre “gran realidad” y gio de la unidad de estructura que se observa entre
“gran abstracción” . A base de ellas, Haftm ann lo­ toda» las osadías de la época moderna, lo mismo en
gra elevar a “un plano superior” las tendencias en­ el terreno poético que en el artístico.
tre sí contradictorias de esta pintura. Las caracte­
rísticas artísticas que describe bajo el concepto de
“gran realidad”, coinciden de un modo sorprendente La l ík ic a e s p a ñ o l a c o n t e m p o r á n e a

con lo que nosotros hemos llamado la irrealidad de


Rimbaud; la “gran abstracción” coincide asimismo I-2 n los capítulos siguientes volveremos a hablar
con los puros procesos de tensión de la lírica rnallar- repetidamente de la poesía española, y ello merece
meana destructora de la objetividad. También según una explicación. Desde principios del siglo x x fiore-

226 227
ce en España una lírica de tal abundancia y calidad consecuencias fueron una tem ática y una técnica poé­
que los críticos del país hablan de un segundo siglo ticas que habían de tener necesariamente el mismo
de oro de su literatura, y lo s del extranjero se ven aspecto que en Francia, lo cual explica que muchos
obligados a darles razón. La obra de A ntonio Ma­ poemas de los españoles modernos se aproximen a l
chado, Juan Ramón Jim énez, García Lorca, Rafael campo de radiaciones de Rimbaud, Mallarmé y sus
Alberti, Gerardo Diego, V icente Aleixandre y otros sucesores. Ko obstante, conservan un sello propio,
es quizás el tesoro m ás valioso de la lírica europea especialmente en un determinado aspecto: en E spaña
contemporánea. Los españoles gustan de subrayar la poesía moderna ha tendido a ser oscura y esoté­
que su lírica moderna se ha hecho independiente de rica, pero para los españoles el lím ite de lo esotérico
influencias extranjeras, pero incluso suponiendo que no ocupa el mismo lugar que para los demás euro­
así fuera — lo cual es problem ático—, no pueden peos sino que se halla más alto. E l regreso a la tra­
pasarse por alto la s num erosas relaciones mutuas dición nacional no llevó a los poetas españoles única­
de orden estructural que tiene con la lírica francesa, mente a Góngora, sino también a la poesía popular,
así como con la inglesa. E n 1925, Ortega y Gasset sobre todo a los romances. E sta antigua vena de la
afirmaba que toda la poesía de aquel momento seguía poesía se había caracterizado ya por su estilo oscuro,
las huellas de Mallarmé. E so era una exageración, lleno de laconismos y alusiones, con tendencia a con­
pero sirve para demostrar que incluso los españoles fiar en la intuición y a suprimir los enlaces objetivos
son capaces de sentir hasta qué punto su lírica, pese y lógicos. La lírica moderna se apoderó de ese estilo.
a su singularidad, puede compararse con la fraueesa. El oído español aprecia en algunos versos llenos de
A partir de fines del siglo x ix se había producido en misterio de García Lorca, y aun de Alberti, la fam i­
España un cambio de estilo, surgido del cansancio liar sonoridad de los romances arcaicos, m ientras
de una poesía vivcncial, ingenua unas veces, brutal que el extranjero sólo percibe un lenguaje enigmá­
otras, y como reacción a toda la clase de naturalis­ tico, de una fascinación que no le parece nada popu­
mo. En su ayuda vino además la tradición nacional, lar. Sólo a mucho mayor altura, con los líricos deci­
en forma de la m etafórica y nada natural poesía de didamente intelectuales (Guillen, Luis Cernuda y
Góngora. E ste alejam iento del naturalismo se pro­ otros), el español tiene la impresión de oscuridad
dujo por las mismas causas y con idénticos objetivos . esotérica. Pero eso son, después de todo, problemas
que en Francia. Una lírica que trabajaba con los me­ internos de España, aunque es significativo que los
dios artísticos más rebuscados que tiene el lenguaje españoles del siglo x x hayan tomado de su poesía
quería recuperar los secretos y las sutilezas del alma, popular e incluso de las canciones gitanas de Anda­
ahuyentados por la investigación civilizadora. Las lucía ese leuguaje simbólico y oscuro, que más que

228 229
designar, evoca. E llo se debe a que este lenguaje se la lírica del resto de los escritos narrativos y dramá­
presta al estilo lírico moderno que por muchas razo­ ticos, basados en relaciones objetivas y en la lógica.
nes quiere ser oscuro y audaz. Es la distancia que media entre el escribir monoló-

I gico y el escribir comunicativo. “La lírica es un arte


de anacoretas”, explicaba Gottfried Benn.
| D O S REFLEXIONES SOBRE LA L ÍR IC A : APOLLINAIBB Vamos a ocuparnos brevemente de dos exposicio­
I
v G a r c ía L o r c a nes teóricas. Ambas permiten darse cuenta de la s
características esenciales de la poética del siglo xix
Desde Poe y Baudelaire, los líricos desarrollan que han pasado a la del siglo xx.
una reflexión poético-teórica que avanza paralela­ La primera es el manifiesto de Guillaume Apol-
mente a su propia obra. Y no lo hacen precisamente linaire, L’E sp rit nouveau et les poétes, publicado
por razones didácticas, sino más tíien obedeciendo en 191S en el M ercure de France. A pesar de su em­
| a la convicción moderna de que la tarea poética es brollada exposición se pueden descifrar algunas ideas
i una aventura del espíritu operante, que al mismo que forman una especie de constante: el “nuevo es­
tiempo se observa a si mismo, aumentando así la alta píritu” es el espíritu de la libertad absoluta. La
tensión poética por el hecho de teorizar acerca de libertad en poesía lleva a aceptar todos lo s tem as
su propia tarea. La opinión de que semejante refle­ sin limitación, sea cual sea su rango. La poesía se
xión pueda conducir a un estado no-poético tiene ya enciende con nebulosas y con océanos, pero también
tan poca vigencia como la n e ja frase que decía: con un pañuelo que cae o una cerilla que arde. D e las
“Artista, crea y no hables” . Casi todos los grandes cosas más extraordinarias como de las más triviales
líricos del siglo x x lian propuesto una poética, una extrae lo nunca percibido, lo transforma en sorpresa
especie de sistema de su poesía o de la poesía en ge­ irritante, en “nueva alegría, aunque sea dolorosa de
neral. E stas poéticas no nos informan menos acerca s u p o r t a r ” . E l objeto más insignificante le sirve para
de la lírica moderna que los poemas mismos. Además saltar hacia una “desconocida infinidad, donde ar­
han robustecido la idea, ya corriente desde princi­ den los fuegos de los significados m últiples”, pero
pios del siglo x ix , de que la lírica es el fenómeno más también pava penetrar en los crepúsculos del incons­
! puro y más sublime de la poesía. E l aislamiento mo­ ciente. Lo ridículo y lo absurdo tienen igual impor­
derno del poeta se refleja en la idea de que desde la tancia que el mundo de los héroes. Pero también las
< solitaria cima de la lírica no hay ningún camino que nuevas realidades de la civilización técnica son tema
l conduzca a la s llanas laderas de la literatura. E stas de la nueva poesía: el teléfono, la telegrafía, los avio­
poéticas insisten en la distancia infinita que separa nes y las “máquinas, las hijas sin madre del hombre” .

230 231
El poeta amalgama estos objetos con m itos libremen­ ritu de Rilabaud. Esta poética de Apollinaire es el
te inventados, a los que todo está permitido, espe­ e.'labón más importante que une las teorías de Rim-
cialmente lo imposible. Su finalidad es el “poema sin­ baud con las de los líricos del siglo x x .
tético”, que debe ser como una página de periódico, Este programa dirigido al futuro irá seguido de
desde la que las cosas más dispares saltan simultánea­ la conferencia retrospectiva que Garda Lorca pronun­
mente a los ojos, o como una película, que rápidamente ció en 192S acerca de Góngora (La imagen poética de
alinea una imagen junto a otra. Yada de estilo des­ Don Lttis de Góngora). E sta conferencia es un im­
criptivo, ornamental o grandilocuente; nada de ba­ portante testimonio del renacimiento español de
ratijas campesinas; en su lugar, fórmulas tajantes Góngora en el siglo x x , pero es también una esté­
que delimiten el conjunto de la manera más precisa tica de la poesía contemporánea. E l redescubrimien­
posible. Escribir poesía es algo así como el trabajo to de Góngora en España, desde 1910, había fecun­
de un mecánico de precisión. La poesía debe hacer dado la poesía moderna, la cual a su vez fecundó la
cuanto pueda para si.tuarse a la altura de las auda­ comprensión del más difícil de todos los poetas es­
cias de la matemática. Mas adelante, Apollinaire dice pañoles antiguos. García Lorca le llam a “padre de
también: “Lo mismo que los alquimistas, debe esfor­ la lírica moderna”, pero cita también a Mallarmé,
zarse en alcanzar fórmulas y procedimientos raros” diciendo que es el mejor discípulo de Góngora, a pe­
y llegar a ser una “ alquimia lírica prim igenia”. La sar de que el francés no conoció al español. A l lado
nueva poesía, lo mismo que el nuevo espíritu en ge­ de sus diferencias, hace ver el parentesco que existe
neral, está llena de peligros y de emboscadas; es un entre ambos, el cual se basa en la técnica poética.
experimento arriesgado, pero que merece sus ries­ La conferencia trata de esta técnica y de sus funda­
gos, en el que más que el éxito cuenta la valentía de mentos, y puede interpretarse como una descripción
la empresa. La poesía debe proponerse siempre sor­ indirecta de la lírica moderna. Igual valor debe darse
prender. Y en ésta — en el agresivo dramatismo de a las palabras de García Lorca, que pueden resumirse
su expresión contra el lector — ve Apollinaire la ver­ a s i: Góngora estaba convencido de que el valor de una
dadera diferencia entre la'poesía moderna y la anti­ poesía aumenta en proporción a su alejamiento de
gua. Pero el poeta que busca lo desconocido para ex­ la normalidad del mundo, tanto exteiáor como inte­
presarlo en lenguaje anormal, estará solo, y será ob­ rior. Góngora amaba la belleza pura e inútil que sólo
jeto de burlas y de desprecio. aparece cuando los “sentimientos comunicables” ban
Apenas es necesario subrayar hasta qué punto sido eliminados. Odiaba la realidad, pero era dueño
este programa (que por otra parte su autor aplicaba absoluto de los ámbitos de existencia meramente poé­
ya entonces en sus propios poemas) deriva del espí­ tica. En su paisaje espiritual no hay otra cosa que la

232 233
autonomía de las palabras, con las que construye un
edificio que resiste al tiempo. La naturaleza no tiene El e s t il o i n c o n g r u e n t e y e l “ nuevo l en g u a je ”
cabida en él. Porque “la naturaleza que procede de
las manos de Dios, no es aquella que vive en el poe­ Para definir un poema moderno es preciso dete­
m a”. Las creaciones de Góngora no se deben medir nerse mucbo más en el estudio de su técnica expre­
con la realidad, sino consigo mismas. Góngora llevó siva que en el de sus contenidos, su argumento y sus
objetos y acontecimientos “a la cámara oscura de temas. Ello es una comprensible consecuencia de su
su cerebro, de la cual volvieron a salir transforma­ planteamiento. Goethe podía comunicar al público
dos para saltar por encima del mundo”. La fuerza los poemas de Hebel y de otros poetas explicando su
transformadora está en la fan tasía metafórica, que argumento. Claro está que su contenido poético no
crea imágenes irreales que tienen el valor de mitos se transmitía, pues por este procedimiento no se
y que acoplan los campos m ás alejados entre sí. Con puede transmitir; pero semejante procedimiento era
tales imágenes Góngora proj'ecta sobre el contenido posible y útil tratándose de una lírica que reclamaba
objetivo de su poesía unos rayos tan poderosos que la compañía del lector para comunicarle cosas obje­
éste pierde todo su valor. Por encima de sus versos tivas como son los sentimientos, en un lenguaje ade­
está “la fría luz de Roma”. Quizás les precedió la ins­ cuado a ellas y dentro de su orden natural. "Un texto
piración, pero su pura y dura sustancia la adquirie­ de Eliot, de Saint-John Perse o de Ungaretti, en cam­
ron gracias a los dolorosos ensayos con los valores bio, no se puede comprender satisfactoriamente par­
semánticos y sonoros de que dispone el propio len­ tiendo sólo de su asunto, pese a que estos textos tie­
guaje. Así nació una poesía que no busca al lector nen también sin duda sus “ asuntos”, y pueden in­
sino que le huye. H ay que conquistarla por medio del cluso pertenecer a una esfera argumental sumamen­
entendimiento; su oscuridad, no obstante, es un ex­ te significativa para la comprensión de cada autor.
ceso de luz espiritual. Pero la distancia entre tema y técnica artística es
E l tono, la finalidad y el nivel de los dos textos mucbo mayor que entre los poetas anteriores. Lo
citados son muy diferentes, pero los une la misma culminante de la obra y de su efecto consiste en la
aprobación de una poesía dirigida por el cerebro y técnica. Las energías artísticas se concentran casi
de su independencia con respecto a lo real y lo nor­ exclusivamente en el estilo, que es la realización en
mal, así como de su disonante extrañamiento ante al lenguaje y por lo tanto el fenómeno más inmediato
lector. de la gran transformación de lo real y de lo normal.
La diferencia respecto a la lírica anterior consiste,
pues, en que el equilibrio entre contenido de expre­

234 235
sión y modo de expresión lia sido sustituido por el (1ruiar la pobreza de valor objetivo de las cosas. A bí
predominio de este últim o. Con su s inquietudes, in­ comprende que los líricos modernos hablen siem­
coherencias y rarezas, el estilo anormal atrae la aten­ pre de la futilidad de sus temas. Keverdy escribía en
ción sobre sí mismo. Ya no es posible olvidar, como IfilS: “El poeta no dispone de ningún objeto; se con­
en los poetas anteriores, la manera de decir en aras sume eu sí m ism o... La obra tiene valor precisamente
de lo que se dice. E l desacuerdo entre signo y cosa porque no revela ningún motivo de su discontinuidad
designada es una ley de la lírica moderna, lo mismo ni del procedimiento de que se vale para unir lo in­
que del arte moderno. En un cuadro, un pedazo de congruente”. Para el poeta español Salinas, es pre­
lienzo se convierte en el signo incongruente del cuer­ misa indispensable de la poesía pura el mantenerse
po de una mandolina. En-un poema, el bosque se con­ lo más libre que se pueda de objetos y temas, y a que
vierte en signo del reloj de la torre, el azul en signo sólo así el movimiento creador del lenguaje encuen­
del olvido, el artículo determinado en signo de lo tra espacio para desenvolverse. Gottfried Benn de­
indeterminado, la metáfora en signo de la identidad cía en I0o0: “El estilo conserva su vuelo gracias a
objetiva. ardides form ales..., las ocurrencias se clavan como
A nte semejante supremacía del estilo incongruen­ Hechas y de ellas colgamos el resto. Xo hay nada que
te, los objetos que él toca pierden casi por completo se entreteja material o psicológicamente: todo se in i­
su importancia. La poesía moderna evita reconocer cia, nada se lleva a término.”
con versos descriptivos y narrativos el mundo de las El estilo de la poesía moderna, sobre el cual se
cosas (incluso el íntim o) en su existencia objetiva, han escrito estas frases, niega a los contenidos el de­
por cuauto ello amenazaría el predominio del estilo. recho a un valor propio y a una coherencia, se ali­
Y los restos del mundo objetivo normal que recoge menta de sus propias ambiciones dictatoriales y se
no tienen otra función que la de poner en marcha la halla en una dramática indecisión entre éstos y sus
fantasía transformadora. Pero ello no significa, en contenidos. Este estilo anda buscando constantemen­
rigor, que la lírica contemporánea deba lim itarse a te el "nuevo lenguaje”, lo mismo que en tiempos de
objetos tan escasos e insignificantes como los de Himbaud. En los CaUiyrummcs de Apollinaire se
Mallarmé. A veces ocurre así, pero también existe lee: "Oh bocas, el hombre quiere un nuevo lenguaje
otra lírica que rebosa de objetos. Ahora bien, esta del que ningún gramático pueda ya informarnos.”
gran cantidad de objetos está subordinada a una Pero ¿cómo ha de ser este leuguaje? La respuesta de
nueva combinatoria de la manera de ver y de los Apollinaire resulta algo imprecisa, aunque alude pri­
medios estilísticos, o sea que es m aterial a disposi­ mero a un lenguaje brutal y disonante y luego a uno
ción del sujeto lírico, lo cual no hace más que con- divino: “Consonantes sin vocales, consonantes que

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suenen apagadas, sonidos como el girar de una peon­ solución del problema del shock”. Él mismo reco­
za, como el chasquear de la lengua, como secas expec­ noce lo sorprendentes que le parecieron en su día
toraciones” ; pero dice luego: “la nueva palabra es Iíimbaud y Alallarmé. Los suprarrealistas hablan del
imprevista y como un D ios sobrecogedor.” Aragón, • desconcierto” que debe resultar de la poesía; Bre­
en el prólogo de L es l'ei/a? d'Elsa (1942), escribe: “La tón llama a la lírica “despliegue de una protesta”.
poesía sólo existe gracias a una constante recreación ¡Saint-Jolm Perse señala el “lujo de lo insólito” como
del lenguaje, lo cual equivale a decir un desquicia­ “primer párrafo de la actitud literaria”. V istas y re­
miento del sistem a del lenguaje, de la s reglas grama­ lacionadas cu un cuadro más vasto, estas frases de­
ticales y del orden del discurso.” Obsérvese que to­ muestran hasta qué punto ha aumentado el carde»
das estas expresiones son negativas. E l inquebranta­ ter protestatario de la poesía iniciado con el roman­
ble deseo de renovación sólo sa le expresarse progra­ ticismo. En la medida en que la lírica moderna se
máticamente como destrucción de lo existente. Yeats define todavía en relación con el lector, se define pre­
decía de sí m ism o: “Yo no tengo ningún lenguaje, ferentemente como un ataque. E l abismo entre autor
sino sólo imágenes, analogías y sím bolos.” En el y público se mantiene abierto por medio de efectos
Ash-W ednesday de T. S. E liot aparece, como una de "shock”, que se manifiestan en el estilo anormal
súbita explosión, el siguiente verso: “Lenguaje sin del “ nuevo lenguaje”.
palabra y palabra sin lenguaje”. Saint-Jolm Perse Fluubert, m ientras escribía su Madame B ovary,
habla de su “ sin taxis relámpago”. Todos buscan una definió el estilo como “una manera de ver” : defini­
especie de trascendencia del lenguaje, pero ésta per­ ción imposible de imaginar en una estética más an­
manece tan indeterminada como aquella otra tras­ tigua, pero que rige para las novelas de Flaubert,
cendencia vacua, de la que nos ocupamos ya al ha­ para la novela moderna en general y cada vez más
blar de Baudelaire. pura la lírica. Las leyes de un estilo así concebido no
E l concepto de “lenguaje nuevo” sólo se precisa derivan de los objetos y asuntos, ni del lenguaje ar­
un poco allí donde acentúa su intención agresiva. Al tístico tradicional, sino del autor mismo. E llo tiene
romper con lo habitual, se convierte en un “shock” como consecuencia"uu fenómeno que se pone de ma­
para el lector. “ Sorpresa” es ya desde Baudelaire nifiesto especialmente en la pintura. Desde Cézanne
un término técnico de la poética moderna, como en se estableció la costumbre de que el pintor recurra
otro tiempo lo fue de la literatura barroca. Valéry una y otra vez a uu asunto sin importancia, porque
escribe: “Un estudio acerca del arte moderno ten­ lo que le interesa no es ese asunto, sino poner a prue­
dría que hacer ver al lector que, desde hace más de ba sus propias posibilidades estilísticas. E s decir, la
medio siglo, cada cinco años se descubre una nueva invención de un asunto cede el paso a la forma, a la

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cual se confía el establecimiento de un organismo •ligio y una fuerza. Pero esta fuerza se estudia como
autónomo constituido sólo por los propios medios una explosión, desencadenada experimentalmente, de
del cuadro, j no a base de elementos de la realidad algo así como la energía atómica de la palabra, y se
exterior. Con ello no sólo se reduce en general el considera su misterioso lenguaje como el sorpren­
número de asuntos, sino que el asunto pasa a ser dente resultado de unas combinaciones químicas in­
mero tema de ejercicio para múltiples variaciones. tentadas por primera vez. E l poeta es el aventurero
Estos temas son testimonios de un estilo que sólo se que se lanza a territorios del lenguaje todavía no
interesa por sí mismo. Igual |)rocedimiento se en­ hollados. Va armado con los ajiaratos de medición
cuentra en la poesía. Valéry escribió en cierta oca­ de sus conceptos, que en cada momento le permiten
sión que a su manera de ver la poesía equivalía controlarse a sí mismo y le aseguran contra la fuer­
casi a “escribir muchas variaciones sobre un mismo za arrolladora del sentimiento trivial. E l encanto
tema”. Guillen publicó unas Variaciones c1c una dur­ que puede emanar de los poemas modernos está fre­
miente que son cuatro traducciones y refundiciones nado por el hombre. Sobre sus disonancias y sus os­
muy diversas de la Dormeuse de Valéry. Pierre-Jean curidades reina Apolo, la clara conciencia artística.
Jouve dio, de algunos de sus poemas, dos versiones Va desde los inicios del siglo x ix , la emoción inspi­
distintas. Un volumen de poesías de Raymond Que- radora había perdido prestigio en cuanto testimonio
neau lleva incluso el título de Exorcices de styl-e único de la calidad poética. Claro está que todavía
(1947) y varía un tema noventa y nueve veces. He quedan frutos tardíos de ella, y que la opinión ge­
aquí una prueba del interés que el estilo transfor­ neral se le ha mantenido fiel. E l ejemplo más admi­
mador siente por sí mismo. rado de este tipo es un poeta alemán del siglo x x ,
artísticamente grande, pero sin sexo. La poesía le
fue “impuesta” cu medio de “tormentas nocturnas”,
penetró en sus “.sentimientos abiertos de par en par”,
A po l o en lugak de D io n is o
de tal manera que “le temblaba la mano y le crujían
los tejidos” ; y luego relató ampliamente ese “arre­
La lírica moderna se ha convertido en algo frío. bato por obra de las musas” a princesas, baronesas,
Incluso la reflexión acerca de ella es también fría. damas y “nobles y distinguidos caballeros”, en nn
Los juicios se formulan a base de competencia téc­ lenguaje cuajado de nobilísimos genitivos y de “en
nica. Sin embargo, eso sigue unido a la conciencia algún modo” y “en alguna parte”. Esto tuvo con­
de que la lírica es un misterio, un territorio fron­ secuencias fatales y motivó turbias confusiones entre
terizo conquistado a lo apenas expresable, un pro* c-.-íte caso particular y los poetas en general.

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* 1*6 LA L fltlT A MODERNA. - 1 6
Casi todos los principales líricos europeos miran ciou del sujeto poético, gracias a la cual su función
con desconfianza a la inspiración y saben distinguir parece a la de la ciencia, pone de relieve la “inten­
perfectamente la excitación de la fuerza y la turba­ sidad del proceso artístico” e invita no sólo a mirar
ción personal de los valores espirituales. “La poesía al corazón, sino “más hondo”, es decir, “en la cor­
es un arte sumamente escéptico, que presupone una teza cerebral y en el sistem a nervioso”. E n Alema­
extraordinaria libertad frente a nuestros propios nia, Benn insistió en los mismos temas, en formula­
sentimientos. Los dioses nos conceden la gracia de ciones decisivas que renovaron la atmósfera. Su con­
un verso; luego nos toca a nosotros componer el ferencia Problem as de la lírica representa el ars poé­
segundo que sea digno de aquel sobrenatural primo­ tica de la generación actual. Benn volvió a dar valor
génito. Para ello bastan apenas todas las fuerzas (le al concepto de “artístico”, refiriéndose con ello a la
la experiencia y del espíritu”. A sí se expresa Valéry voluntad de estilo y de forma, que tiene una verdad
en su ensayo acerca del Adonis de La Fontaine. “El propia, superior a las verdades de los contenidos.
suspiro y el sollozo elem ental”, dice en otro pasaje, En una frase muy latina, Benn afirma: “Sólo en la
no tienen nada que hacer en la poesía m ientras no esfera de la forma se reconoce al hombre”. L a inspi­
se hayan transformado en “figuras espirituales”. Gar­ ración no guía, sino que desorienta. E lla es la que
cía Lorca, en su conferencia sobre Cóngora, alaba ‘ hace surgir un par de versos”, pero luego aparece
estas ideas de Valéry y las acentúa más aún. A par­ el hombre con su fuerza creadora, “toma estos ver­
tir de la reacción contra la lírica patético-oratoria sos, los pone en el microscopio, los examina, les d a
de D ’Annunzio, los poetas italianos siguen caminos color, busca las partes enferm as...” '
parecidos, colocando la “palabra escueta” largamen­ También los líricos contemporáneos gustan de ha­
te pensada (Ungaretti) por encima del hablar emo­ blar de su “laboratorio”, de “operaciones”, de “ál­
tivo. En el fondo se trata de maneras de ver ya an­ gebra”, del “cálculo” de los versos. Valéry, en su
tiguas. Y el hecho de que aparezcan con tanta fre­ libro sobre Degas, describe a un pintor moderno:
cuencia precisamente en los países de lengua romá­ Nada queda ya que uos recuerde el agradable desorden
nica, se explica por la tradición latina. Pero la insis­ de los antiguos estudios de artistas, sino que nos
tencia de su aparición desde Baudelaire basta la hallamos en un “laboratorio de pintura”, en el que
hora presente demuestra que la lírica moderna se un hombre impecablemente vestido de blanco, con
halla todavía en vías de “desromautización” . guantes de goma, trabaja según un horario exacto,
Por lo demás, estas ideas se expresan también rodeado de instrumentos de precisión. Valéry, iróni­
en otros países. Ya en N ovalis se percibía un anun­ camente, presenta esta descripción como un cuadro
cio de ellas. T. S. E liot habla de la despersonaliza- del futuro, cuando en realidad ya bacía tiempo que

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era verdad. Si leemos ]a obra P in tu ra del siglo X X que en la lírica moderna tiene la conciencia de la
de Haftinann, tenemos la impresión de que esta pin­ forma. En los poetas al estilo de Mallarmé, ésta se
tura es algo así como un gigantesco trabajo de labo­ pune de manifiesto en el empleo de formas métricas
ratorio, en el que trabajan personas de vocación esen­ precisas; la teoría que acompaña esta poesía sigue
cialmente intelectual, que “descubren fórm ulas”, también el camino trazado por Mallarmé, aunque sin
“definen” el espacio y hacen experimentos con “se­ aceptar sus motivaciones ontológicas. E l testimonio
ries de notas”. Con la lírica ocurre algo parecido. más fiel de ese rigor formal, tanto desde el punto
E l tipo que prevalece actualm ente es el del “lírico de vista práctico como teórico, es Yaléry. Sus pre­
pensador” (E. Langgiisser), para quien las naranjas ceptos constituyen una de las cumbres de la cultura
y los limones se convierten-en “álgebra de frutas ma­ formal neolatina. Yaléry reconoció la secreta alian­
duras” (Krolow) y que puede decir de sí mismo lo za cutre el escepticismo y el rigor form al: “La duda
que dijo B enn: “Soy p rism ático; trabajo con crista­ conduce a la forma”. La duda reconoce la arbitra­
le s”. E s característico que Valéry al hablar de poe­ riedad que imperó en otro tiempo en la invención
sía, dé a esta palabra su originario valor griego y de las formas métricas, y sabe cuán problemáticos
use la voz “Jabrication”, pensando menos en la obra son los meros hallazgos de contenido; la poesía, em­
que en el acto de su composición, por medio del cual pero, recurre a estas formas considerándolas como
el espíritu también se eleva y se perfecciona. un sistema de leyes que deben observarse rigurosa­
No hay que caer en el error de considerar esta mente, y las erige por encima de la brutal esponta­
actitud de los líricos modernos como una fría susti­ neidad y del caos de aquellos hallazgos. La origina­
tución de las fuerzas creadoras. Más bien hay que lidad del rigor métrico de la lírica moderna reside,
tener en cuenta que la reflexión intelectual conduce por otra parte, en su contraste con lo nebuloso de los
el lenguaje a la victoria lírica precisamente cuando contenidos, análogo a aquel otro contraste de ten­
aquél debe dominar un material complicado, como sión entre lo sencillo de la sintaxis y lo complicado
el que procede de los imprecisos sueños. E s signifi­ de la expresión.
cativo que la extraordinaria sensibilidad del alma Pero también líricos menos o nada rigurosos, por
moderna se haya confiado al preciso juicio artístico lo que a la forma se refiere, adoptan una actitud re­
apolíneo, el cual cuida de que aquélla, en su anhelo flexiva respecto a sus medios formales. Claudel es­
de alcanzar una poesía mágica y plurivalente, de­ tableció el ritmo de sus versículos libres exactamen­
muestre su necesidad en una larga experimentación, te de acuerdo con los períodos respiratorios. Ara­
antes de prorrumpir a hablar. En relación con lo gón analiza complicadamente las innovaciones de
que acabamos de decir está el papel pi’eponderante su sistema de rimas. Todo ello demuestra la clara

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conciencia que la poesía- moderna tiene de ser algo recobra WFsonrisa; la poética, con todo, en su últim a
completamente distinto de la técnica poética esco­ razón, es una “ontología”.
lástica de las épocas anteriores. García Lorca, que
agotó todas las posibilidades formales hasta llegar a
la completa descomposición del verso, confesaba en D O S ACTITUDES FRENTE A LA MODERNIDAD
una conversación: “ Si es verdad que soy poeta por Y AL LEGADO LITERARIO
la gracia de D io s— o del diablo — lo soy también
gracias a la técnica y al esfuerzo y porque me doy Desde Baudelaire, la lírica ha vuelto la mirada
perfecta cuenta de qué es un poema”. T. S. E liot ve hacia la modernidad, entendida como civilización
en el acto poético un trabajo de precisión, que lleva técnica. Lo característico de esta tendencia ha con­
consigo obligaciones p aread as a las de la construc­ tinuado siendo que su actitud puede ser por igual
ción de una máquina o del torneado de la pata de positiva o negativa. Apollinaire entreteje el mundo
una mesa. Sus formas m étricas son libres, pero el supremamente real de la máquina con las imágenes
trabajo de precisión se demuestra en su refinado de ensueño de lo absurdo. La máquina se convierte
modo de repetir algunos versos y en la disposición de en algo mágico. Incluso a veces se le da una consa­
sus poemas más largos a la manera de las composi­ gración religiosa; pero este intento conduce a la
ciones musicales en varios tiempos. disonancia. En Zone de Apollinaire, el gran poema
Finalmente, obsérvese el paralelismo con la mú­ que inicia sus Alcools (1913), se hallan a un mismo
sica contemporánea y con ello nuevamente la amplia nivel los hangares de aviones y la s iglesias, y Jesu­
unidad de estructura de todas las artes modernas. cristo es “el primer aviador”, que bate la marca de
En la Poétique m usicale de Stravinsky (contrapar­ altura. Una variante de eso es el poema de Jacques
tida de la In trodu ction á la poétique, de Valéry) se Trévert, Le conibat avec Vange (en Paroles, 1949):
hallan estas ideas directrices: toda tarea artística el combate con el ángel es un combate de boxeo en
debe realizarse bajo “la luz sin sombras” de la poé­ el “ring”, a las luces del magnesio, y el hombre ven­
tica, es decir, de la conciencia de la propia labor; cido se desploma en el serrín. Diríase que la técnica
el artista es el tipo m ás elevado del homo ja b er; su y el contenido vital de las masas en las grandes ciu­
dios es Apolo, no D ioniso; la inspiración es una cues­ dades atraen en igual medida que hacen sufrir, como
tión de orden secundario; lo esencial es el descu­ si fueran nuevos estímulos, pero al mismo tiempo
brimiento activo, que sustituye la improvisación por aportaran también nuevas experiencias de desola­
la construcción, y la libertad caótica por “el reino ción. En efecto, la reacción del lírico ante ellas adop­
de la lim itación artística”, único en que la melodía ta esta doble forma. E l fenómeno es muy difícil de

247 -
comprender. A través de la lírica, el sufrim iento pasa con un par de versos de Jouve. Para el italiano Car-
a la falta de libertad de la época, dominada por pla­ darelli la hora que precede a la muerte se asemeja
nificaciones, relojes, coacciones colectivas: esta época a la espera bajo el reloj de una estación de ferroca­
que con su “ segunda revolución industrial” lia re­ rril, cuyos m inutos contamos. E n los poemas de E lio t
ducido al hombre a un m ínimo. Sus propios aparatos, y Saint-John Perse estas futilidades se elevan a la
creación de su poder, le ban destronado. La teoría altura de un auténtico canto, sin perder por ello so
de la explosión cósmica y de sus m iles de millares disonancia. Pero todavía hay que observar otra cosa. .
de años-luz le hunde hasta convertirlo en un accidente Lo mismo que la poesía de Rimbaud y Mallarmé, la
insignificante. Tales cosas han sido descritas con fre­ lírica contemporánea ha llegado a intentar m atarse
cuencia, pero parece que ex ista una relación entre a sí misma. E sta sobrecogedora consecuencia de la mo­
estas experiencias y algunas de las características de dernidad tiene su equivalente en el esfuerzo que rea­
la poesía moderna. La evasión a la irrealidad, la fan­ liza la humanidad para descubrir la manera de hacer
tasía que empieza mucho más allá de la normalidad, estallar el globo terrestre.
la m isteriosidad deliberada, el hermetismo del len­ Auálogameute, también ofrece un doble aspecto .
guaje: todo se comprenderá ta l vez como una tenta­ su actitud frente al legado literario y a la historia
tiva del alma moderna, en medio de una época some- en general. La regla que impera es la voluntaria rup­
’ tida a la técnica, a la comercialización y al imperia­ tura con la tradición. Gx*acias a las ciencias histó­
lismo, por conservar para sí la libertad y para el ricas, a la facilidad de acceso a todas las literaturas,
muudo lo m aravilloso, que nada tiene que ver con u la institución de los museos y al desarrollo de los
los “prodigios de la ciencia”. métodos de reproducción y de interpretación, el peso
A pesar de todo, esta lírica está también mar­ excesivo del patrimonio histórico, que empezaba ya
cada por la época a la cual opone su extremada li­ a sentirse en el siglo x ix , fue aumentando a l nxisrno
bertad. La fxüaldad de su artesanía, su tendencia a tiempo que aumentaba la tendencia opuesta, es decir,
lo experimental, su dureza de corazón: éstas y otras la repulsión hacia el pasado, ya desde tiempo pre­
muchas características son efectos inm ediatos del parada por la desintegración de la mentalidad hu­
“espíritu de la época” . La lírica intenta el “poema manista. E sta repulsión puede tomar todas la s for­
sintético”, en el que la s imágenes líricas primigenias mas, desde el hastío a la agresividad. Incluso en los
— estrellas, mar y vientos — se mezclan con los pro­ espíritus más modex*ados, el recuerdo de la litera­
ductos de la técnica y con el vocabulario del especia­ tura anterior se ha tx*ansformado en necesidad de
lista. “Veo una densa mancha de aceite de máquina componer, cueste lo que cueste, una poesía propia,
y pienso largam ente en la sangre de mi madre”, di- distinta de la de sus predecesores. Valéry, en su

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noble e irónico estilo, escribía: “Para mí, la lectura bre en las que se tocan Europa y Asia, y primigenias
es un lastre. A veces me felicito de ser tan pobre y imágenes mágicas y míticas. Ello se vio ya en Rim-
tan incapaz de atesorar sabiduría. Soy pobre, pero baud, mucho antes de que C. G. Jung desarrollara
soy el rey de mis monos y mis papagayos interiores.” su psicología del inconsciente colectivo y de los ar­
En la medida en que la lírica moderna procede quetipos, que tanta influencia había de ejercer. La
simbólicamente, se repite el hecho observado ya des­ lírica moderna es rica en composiciones llenas de
de Mallarmé, de que los símbolos se emplean de un resonancia universal, poética, m ítica y arcaica. En
modo autárquico, y no se toman de un patrimonio ella es lícito que aparezcan reminiscencias folklóri­
familiar a todos. Yaléry y Guillén parecen constituir cas y que reaparezcan asuntos y leyendas medievales,
una excepción. Pero sus. símbolos no se remontan de los que puede surgir una obra tan encantadora
más allá de Mallarmé, es decir, atestiguan un tipo como la continuación de los F io retti de San Fran­
de estilo también moderno, y no una voluntad de cisco de A sís por Cl. e Y. Goll (Nottvelles petites
nutrirse en la tradición. Cuando*Saint-John Perse flcurs... 1943). Los poemas de Saint-Jokn Perse están
convierte en signos simbólicos objetos como la cal, llenos de referencias a la pintura antigua, a m itos
la arena, los escollos o la ceniza, no existe ninguna clásicos y a centros de cultos exóticos. Ezra Pound
formación literaria tradicional que ayude a inter­ entrevera sus textos de fragmentos de poesía pro--
pretarlos, tanto menos cuanto que el. autor no pre­ venzal, italiana antigua, griega y china. E l W aste
tende darles ningún sentido concreto. Basta con que Land de E liot recoge de una obra erudita algunos
sugieran pasajeras posibilidades de sentido. Los sig­ símbolos de la leyenda del Grial, pero utiliza tam­
nificados de los símbolos varían de un autor a otro bién varios temas de los Upanisliad y de la B iblia
y es preciso a veces descifrarlos a partir del autor junto con cortas citas textuales o veladas de 'Wagner,
que los ha empleado, a menudo con el resultado de B.iudelaire, Shakespeare, Ovidio, Dante y San A gus­
que no hay fundamento para ninguna interpreta­ tín. El propio autor cuida de darnos en un autoco-
ción. Hasta qué punto este simbolismo autárquico se mentario — en el que es difícil distinguir la serie­
ha hecho extensivo, por ejemplo, a la música, puede dad de la ironía — las necesarias aclaraciones. E ste
deducirse del prólogo que Hindemith escribió para procedimiento ha creado escuela, como vemos por
su Marienleben (1948). ejemplo en el italiano Móntale y en el español Ge­
Sea como fuere, a esta manifiesta ruptura con la rardo Diego.
tradición se le opone una gran receptibilidad para Con todo, estos fenómenos no derivan ya de una
todas las literaturas y religiones, así como la volun­ auténtica vinculación con la tradición, que presu­
tad de penetrar en las honduras psíquicas del hom­ pondría el sentirse identificado con una época his­

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tórica unitaria y cerrada. E sta clase de referencias,
adaptaciones y citas son sólo restos espectrales, re­ D e s h u m a n iz a c ió n
cogidos al azar, de un pasado en ruinas. T al vez el •
poeta quiera darles el valor de sín tesis, pero su efec­ En 1925, Ortega y G asset publicó su ensayo L a
to es el del caos. Pertenecen, lo mismo que la ilim i­ deshumanización del arte. E ste títu lo se ha conver­
tada adopción de m undos de cosas elevadas a un m is­ tido desde entonces en una fórmula de uso frecuen­
mo rango, al estilo de la arbitrariedad, de la incohe­ te, y constituye un ejemplo de cómo un observador
rencia, de la m ezcolanza de todo con todo. Como del arte y la poesía modernos debe incurrir a un con­
puede observarse sobre todo en Ezra Pound, son ma­ cepto negativo, no para que le sirva de anatema,
neras de convertir el sujeto poético en una especie sino como medio de caracterización. D etrás de la s
de sujeto colectivo, que juega a sorprendernos cam­ afirmaciones de Ortega se halla, aunque no se men­
biando constantem ente de careta. Otras veces, como cione explícitam ente, parte de un patrim onio que
ocurre en Saint-Jolm Perse o en Benn, este procedi­ procede de la estética de K ant y de Schiller, sobre
m iento responde a la intención de crear, a base de todo la teoría de la belleza sin objeto. E l acento del
palabras buscadas lo m ás lejos posible, una magia ensayo recae sobre la idea de que la sensibilidad
de sonoridades y de im ágenes cuyo hechizo lírico es, humana provocada por una obra de arte aleja al ob­
a pesar de todo, elevado. Semejantes poemas proce­ servador de la calidad estética de aquélla. Ortega
den entrecruzando í-estos históricos y signos de len­ refiere primero esta idea a cada una de la s épocas
guaje con otros que, cronológicamente, nada tienen artísticas y se declara partidario de la superioridad
que ver con ellos, o poniéndolos bruscamente junto de todo estilo que transfox*me y altere los objetos.
a expresiones características de la época moderna. "Estilizar es deformar la realidad, desrealizar. E sti­
“Pi*omimpen los ciclos: antiquísimas esfinges, violi- lización implica deshumanización”. E s decir, una vez
nes y una puerta de Babilonia, un ja zz de Kio Gran­ más volvemos a encontrarnos ante el concepto de “de­
de, un sicing y una oración ...” (Benn). E stos versos f o r m a r " . Aunque esta frase pretenda enunciar un
son el resultado del derecho que tiene la lírica a re­ principio estético general (y con ello tiene razón hasta
correrlo todo, a condición de hacerlo cantando. Pero cierto punto), resulta una frase específicamente mo­
al suprimir los lím ites y la contención muere la his­ d e r n a , en cuanto une la deformación con la deshuma­
toria. La lírica moderna deja sin patria lo mismo el nización. ¿>ólo teniendo en cuenta los hechos ocurridos
espacio histórico que el espacio de las cosas. Y esta desde mediados del siglo xxx, es posible definir el
afirmación pretende sólo trazar su perfil; pero no estilo partiendo de algo negativo. E, insensiblemente,
la condena. las afirmaciones do Ortega se han transferido al arte

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•moderno. Pora Ortega, los rasgos esenciales de éste lurnna de p la ta ”. La metáfora es bella. Pero, lo m is­
•consisten en la desvalorización de los seres orgánicos, mo que todo el poema, se refiere a un alma de la que
así como en la idea de que la obra de arte no tiene ha huido aquella melancolía fácil, a un alma con­
iaiás importancia que la que reside en sus propias vertida en una tensión — no mucho más precisa —
fuerzas estilísticas deformadoras, y también en la entre lo alto y lo bajo. La lírica de Ungaretti, sobre
autoironía, que es una reacción frente a la actitud todo a partir de Sentim enlo del tempo (1936), habla
patética del arte anterior. Pero su característica desde una situación que no conoce ni la alegría n i
li'undamental es aquella deshumanización que se mani­ el dolor, sino que flota en una neutral contemplación.
fiesta en el abandono de los estados sentim entales Así, por ejemplo, .en un poema sobre la aurora, evita
' naturales, en la inversión del orden jerárquico pre­ cualquiera de la s expresiones de júbilo que tradicio-
viamente válido entre el objeto y el hombre, situan­ ualmcnte hubiera traído consigo ese tema. Los m o­
do ahora al hombre eu el lugar inferior,-y en la re­ vimientos del poema son sólo los del lenguaje y de
presentación del hombre desde un ángulo que le deja la irreal sucesión de las imágenes, sin el menor valor
parecerse lo menos posible un hombre. “El goce esté­ “anímico”. La sola sospecha de que en poesía pueda
nico del artista moderno deriva precisamente de este haber sentim ientos fam iliares hace desconfiar inclu­
triunfo sobre lo humano.” La coincidencia de este so del nombre de poesía. Por eso aparecen títu ­
ensayo con los manifiestos y con la práctica poética los como Apoém es de lien ri Pichette (1917), L a
de Baudelaire es sorprendente. havie de la poésie de Georges B ataille (1917) y
Bajo el nombre de deshumanización pueden des­ ProCmcs de Francis Ponge (1918). Incluso el aristo­
cribirse muchas peculiaridades de la lírica contem­ crático Valéry subraya que la tarea poética, lo m is­
poránea. Su sujeto es un ente anónimo y sin alribu- mo que la científica, tiene “algo de inhumana”. A sn
jtos, que, cuando amenaza ablandarse demasiado, pue­ fórmula de la poesía como “fiesta del intelecto” aña­
de endurecerse y hacerse más remoto gracias al em­ de que contiene la imagen de aquello que ‘'normal-
pleo de elementos que podríamos llamar “astringen­ rnente uno no es”, ya que, eu el poema, “lo cotidiano”
tes”. La diferencia entre esta actitud y un sujeto del hombre guarda silencio. Compárese hasta qué
más humano es perfectamente perceptible en la evo­ punto esa cotidianidad había hablado en la lírica de
lu ción de Juan Ramón Jiménez. Antes de la primera Verlaine.
guerra mundial escribía una poesía muy personal, Ejemplo de lírica deshumauizada y sin yo es la
llena de nostalgias, ensueños, lágrimas y bien cuida- de García Lorca en E l Grito (en Cante jondo, 1921),
'dos jardines. A partir de los años veinte se vuelve poema que consta sólo de unos pocos versos. “La
más duro. En uno de sus poemas llama al alma “ co- elipse de un grito — va de monte — a m onte...” Lo

235
234
primero uo es el espacio ni siquiera el grito, sino la
dos, casinos, consulados. Ilacia el final se apaga la
elipse, una figura geométrica. É sta es el sujeto del
voz: “ Sol muerto por el rayo, Luna carbonizada” .
acontecimiento, y de ella, en objetivización secun­
Nada de dolor personal. Sólo hay dolor en las cosas,
daria, van naciendo luego el espacio, los montes, los
que son una mezcolanza de grotesco, trivial, civili­
olivos, la noche. La elipse se convierte, medio obje­
zado y cósmico. En ellas, el dolor se endurece en
tiva medio metafóricamente, en un arco iris negro, acontecimiento no sentimental.
y luego en un “ arco de viola”, bajo el cual vibran las Hay líricos que protestan contra el dolor. Pero
“largas cuerdas del viento”. No^se nos dice quién no por ello han reconquistado ya la alegría humana
lanza el grito; sólo que está ahí. Una manifestación de la poesía anterior. “No abras tu lecho al dolor”,
humana queda separada del hombre; pero ¿procede dice Saint-John Perse. Y sin embargo sus poemas
del hombre? Al final se habla de gente que ha oído evolucionan por regiones marginales interiores, en
el grito: “Las gentes de la s cuevas — asoman sus ve­ que apenas se le puede seguir, tanto menos cuanto
lones”. Pero eso ya no logra humanizar el texto: que se han sustraído al tiempo y al espacio del
además estas últimas palabras van entre paréntesis. mundo exterior, a base de los cuales sería posible
El poema, como desde una lejania ya mayor, y en orientarse. Su llamamiento en favor de la alegría
vano, mira a las gentes que han quedado irremedia­ de vivir es inmenso y arrollador. Su poesía arrastra
blemente atrás. E l Grito es el anonimato hecho len­ al lector hacia paisajes espirituales desconocidos, en
guaje, su asunto es la línea sonora, que hoy, ayer o los que no puede reaccionar con “alegría” ; pues se
mañana alcanza los montes, los olivos o el viento, trata de artificiosidades monumentales. Volvamos a
pero que no tiene su origen en el hombre. García Alberti: en su libro A la pin tu ra (1918) incluye un
Lorca es un maestro en ese inmenso dominio de la himno al blanco como color simbólico de la alegría.
poesía moderna, el dominio de lo anónimo. Una maraña de imágenes es forzada a referirse a
Cierto es que a menudo aparecen también temas esta blancura; pero como el blanco que celebran sólo
más corrientes y más humanos, como el de la pena tiene carácter sintético, todo se queda en insisten­
del amor. Pero una poesía de Rafael Alberti nos tes llamadas del lenguaje, producto de una fantasía
muestra cómo ha sido modernizado este tema, “Miss ebria de luz, pero deformadora. En la poesía de Gui­
X, enterrada en el viento del oeste” (1926). No es llen se ha alabado la falta de tragedia y de amar­
el poeta quien llora sino “peluqueros que lloran sin gura. “ Padecer, sumo escándalo”, dice ella misma.
tu cabello”. Un bar llora porque Miss X ya no está: Pero no por ello está menos deshumanizada. Trans­
“el cielo ya no radia tus m ensajes”. Rápidas evoca­ forma objetos y hombres en categorías abstractas;
ciones de buques, de hidroaviones, de bancos cerra­ mira impersonalmeute en las figuras puras del espa-

357
üo y de la luz. Su goce intelectual no logra acallar sea de un modo distinto, o sea como lenguaje y fan­
¿na disonancia más profunda. No tiene sentido pre­ tasía creadores. La deshumanización de los conte- l
juntar a la lírica moderna cuándo nos habla de do­ nidos y de las reacciones anímicas se produce como
lor y cuándo de alegría. E stos contenidos, que sin efecto del poder ilimitado que el espíritu poético se
duda están, se elevan o retroceden a una zona en la arroga. En poesía como eu otros campos, el hombre
puc el alma es más vasta, m ás fría, pero también más se ha convertido en dictador de sí mismo. Destruye
usada que el hombre sensible. su propio ser natural, se destierra a sí mismo del
A las muchas variantes de la deshumanización mundo y destierra a su vez a éste, únicamente para
pertenece también una lírica cuyo contenido consta satisfacer a su libertad. Ésta es la curiosa paradoja
¡exclusivamente de objetos. Y lo" que la caracteriza de la deshumanización.
no es sólo la elección de objetos cuanto más insigni­
ficantes mejor, sino también la renuncia a cualquier
¡calificación. E sta lírica es como una continuación A isl a m ie n t o x a n g u s t ia

■de lo que Flaubert aportó en su tiempo a la novela.


¡Y aquí hay que menciouar al francés Francis Ponge, Cuando en la lírica hablan aún contenidos aní­
¡de quien se ha dicho que permite vislumbrar lo que micos, se trata principalmente de los del aislamiento
puede ser la poesía cuando se ha dejado de creer en y de la angustia, ilu sil, en un ensayo póstumo, defi­
ella (Picón). Los objetos de su poesía libre de for­ nió al poeta como “el hombre que tiene más concien­
mas se llaman pan, puertas, moluscos, guijarros, ve­ cia de la irremediable soledad del yo en el mundo
las, cigarrillos, y se les acoge con tal objetividad y cutre los hombres”. E sta idea ya aparece en el
que se ha podido hablar de “ fenomenología lírica” romanticismo, pero le ha sobrevivido y ha perma­
(Sartre). E l yo que los acoge es ficticio, es un mero necido como idea moderna, lo mismo que la del
soporte del lenguaje. Y éste, en verdad, está muy “poeta condenado”. Ésta halló su deformación en
lejos de ser realista. En rigor no deforma los objetos, mueca en el relato en prosa de Apollinaire Le poete
sino que les da una tal rigidez, o a los ya rígidos de ttssas-shu’ (191G); su alegórico-absurda acción desem­
sí les infunde una vida tan extraña, que crea una boca en el asesinato que todos los países cometen
irrealidad fautasmática, eu la que el hombre no tie­ contra todos los poetas; un escultor erige al héroe
ne cabida. asesinado “una estatua de nada”. De los poemas tar­
Pero precisamente esta poesía aparentemente ob­ díos de Trakl se ha podido decir con razón que en
jetiva nos hace ver que el hombre, en la totalidad ellos el individuo ya no está en relación sino consigo
de la lírica moderna, sigue estando presente, aunque mismo. Saint-Jolm Perse da el título de E x il a un

258 2 50
o poema (1942), en el que llam a “ puro lenguaje
sobre el grito, <>.,/ fnlfido E l s ile n c io . Pero éste no
exilio” a su propia lengua, que in v ita al des-
desvirtúa la e x i j . / atmósfera creada por aquel gri­
;ro. Se lia diclio m ás o m enos que vivim os en la
to inhumano, s-v. /.ie crea 0trSj esta vez la del si­
•joca de la an gu stia”. Y el in g lés W . H. A uden lencio donde \*s. ,...rn va]jes y ecos— y qUe indina
aló un poema con esta s palabras (1946). Pero en
las frentes L*.-.. ^ sl,elo”. Más de una vez con­
>as m últiples proclam aciones de angustia, la m oda
vierte el silenev. f^cj(a presencia de la angustia.
|ae un considerable papel. L a angustia es un fac-
Abí por ejemp.c ,a £j'Cg í a d e l s ile n c io , en la que
r obligado de la poesía de lo s jóvenes “ al d ía ”,
se le llama due:.v ja armonía, humo de quejas”,
•mo lo fueron en otro tiem po la lu n a y la nostal-
porque lleva et / «antiquísimo dolor y el eco de
Pero los poemas m ejores y nrás varoniles de- los gritos a p p ara siempre», gu poesía nos
uestran efectivam ente la autenticidad de esta ex­ habla luego de .... ,-.s.pec¡e “sobreangustia”. Asi,
igencia básica. entre sus poemv ...,]ios encontramos P a n o r a m a c ie ­
\ Goethe escribió un poema, “M ceresstille” (Cal- go d e N ueva * ritmos libres y con conteni­
a del m a r), en el que se habla de la sobrecogedora
Í scinación de lo pavoroso, de la trem enda e inm óvil
dos que muy y / : v.nen que ver con el título. ¿Dón­
de está el gra; ej dolor absoluto? No en las
janía. Pero a ese poema corresponde otro, “Glücklir ciudades g i g a c o n su sangre y su miseria,
•íie F a lirt” (V ia je fe liz ): lo pavoroso desaparece; el no sobre la ‘ u- .. ~r>n las puertas siempre iguales
'angustioso nudo” se desata, el navegante recobra que conducen ^ i0s frutos” ; ni tampoco
n valor, y en lontananza se divisa ya la tierra en la voz, que ^ --.vC. dolor, sino sólo dientes, pero
¡alvadora. Aquella clase de poesía sólo aceptaba lo dientes que se > tT) solitarios en el pavor negro.
pavoroso y la angustia como paso hacia la lu z y Esto es pánjct n atormenta porque no encuen­
l esperanza. E n la lírica moderna será d ifícil en- tra con que ku?... hambre de pánico. En un poe­
E ontrar un texto que, si empieza en la angustia, se ma de Éluart > ^ni (publicado en L a v i e im m é-
ibere de ella. H ay un poema corto de Juan Ramón d ia te , 1932) U ¡a nos habla en otra forma. Es
Jiménez que guarda cierta sim ilitud de tema con el decir, el poeu . , nombra, pero el texto crea nna
de Goethe: Afares: viaje en barca, choque de ésta con­ sugestión hipn.-.. --on su repetición de “ti y e u t n
tra algo; pero no sigue nada, sólo silencio y olas (técnica conoc- í; p0r Rimbaud), con esta frase
ly algo “nuevo” para lo que no hay palabras de que en forma de ..... que gobierna el poema entero.
1disponer. E l camino se recorre al revés que en Goe- “Hubo la puc.* . ..ruó una sierra..., la soledad sin
1the es decir, de la esperanza a la paralización. Gar­ objeto..., huí- . vestales rotos, la carne dramá­
d a Lorca escribió después del poema antes citado tica del vieui. - ¿.-.«arraba en ellos..., hubo los lí-

360 361
¡tes de los p a n ta n o s..., en un cuarto solitario, en que apenas guaW au entre sí sucesión causal. L a no­
d cuarto abandonado, en un cuarto v acio” . Los obje- vela actual ha acentuado todavía m ás esta ruptura
>s incoherentes, rápidam ente esbozados, no deben de contacto; piénsese en Camús y en H em ingway.
•rse por sí m ism os. Son sím bolos de negación, de Por los años veinte, Berfc'W echt adoptó la palabra
tohibición, de destrucción y de aislam iento, y por Y e rfra n d u v g ” (extrañam iento) como lema de su
i mismo, de la angustia que lo s percibe o, mejor di- teoría poética, y aconsejaba im plantarlo por medio
¡o, que lo s crea, aunque el lenguaje se abstenga de de la supresión de cualquier causa orientadora de un
endonarla. proceso. Poco antes de morir, A pollinaire habló de
En el lenguaje corriente se puede decir que un los “extraños dom inios” hacia los que se dirige la
íarto m iserable “ tiene poesía”. Jacob Burckhardt poesía. E l poema J a rd ín m ystérieu x (1928), de Max
amó poesía al “prodigioso espectáculo” de la liisto- Jacob, es todo él espera y oído atento; pero lo que se
ia. En ambos casos, poesía significa la “habitabi- percibe — incoherentes sonidos de un mundo exte­
¡dad” del fenómeno sensible, ya sea insignificante, rior enajenado — no calm a aquella espera, que, más
*a m aravilloso: por lo tanto, presupone uu contacto allá del poema, se prolonga en una espera eterna d e
ntre el hombre y el mundo. E ntre los modernos, la algo que no llegará jamás.
oesía tiene otro aspecto: deliberadamente trueca Musil, después de la frase antes citada acerca del
o familiar en extraño y lo próximo en remoto. P a ­ poeta, continúa con la siguiente idea (también invo­
rece estar forzada a romper no sólo el contacto en­ luntariamente m oderna): “E l poeta sigue sintiendo,
ríe el hombre y el mundo, sino también el de lo s incluso en la am istad y en el amor, el hábito de anti­
. lombres entre sí. En la s últim as novelas de Flaubert, patía que m antiene a todo ser alejado de los demás.”
tsta ruptura de contacto se había convertido en ley En la lírica moderna aparece con frecuencia el tem a
del estilo, lo mismo del interno que del externo: los de que la proximidad humana es en realidad una
bjetos se comportan en forma contraria al hombre, lejanía. Canto, de U ngaretti, desemboca en el dolor
t s decir, si éste sufre, aquéllos brillan y florecen: si no sentimental de que la amada esté “lejana como
.'ano va a ver a la amada, a lo largo de su viaje van en un espejo” y de que el amor descubra la “tumba
desfilando míseras casuclias suburbiales; una situa­ infinita” de la íntim a soledad. García Lorca escri­
ción típica de estas novelas es que las personas se be: “¡Qué lejos estoy contigo, — qué cerca cuando
pierdan unas a otras, en el espacio y en el espíritu, te vas!”. En un poema amoroso de Kroloiv (1955)
|y que nadie alcance su ideal; los períodos paratác- leemos los siguientes versos: “ ...¿Me escucharás —
ticos, sin conjunciones, reflejan estilísticam ente la detrás del rostro amargo de hierbas de la luna, — que
degradación de la acción a uu conjunto de procesos se disuelve?... Y la noche se quiebra como soda, azul

202 263
negra.” En la dureza de las im ágenes, en su disol- la ciudad y ésta le perdió a él. E l simbolismo pro­
erse y hacerse añicos actúa de un modo significativo fundo de estos poemas inadecuadam ente tildados de
fl fracaso de la proximidad profundam ente anhelada, suprarrealismo no admite confusión, por muy difí­
pero también la salvación por medio del lenguaje ciles de interpretar que sean sus versos uno por uno.
¡reador: la única salvación. En otro tiempo los ángeles fueron mensajeros de luz
Incluso la natural ausencia de los muertos se y de gracia para el hombre, e incluso cuando luego
rueca en lejanía absoluta. Son fam osos los poemas
{ e García Lorca sobre la m uerte del torero Sánchez
le trajeron congojas como vengadores de D ios, eran
mensajeros enviados por Él. Pero al llegar no le re­
lejías (1935), el últim o de lo s cuales se titu la A lm a conocieron : estaban tan cansados de él, que el hom­
juscHíe. Apenas se habla del m uerto, pero sí de que bre, ahora, sólo puede verlos como imágenes de lo feo
•nadie le reconoce: ni el toro, n i lo s caballos, ni la s y de lo muerto.
hormigas de su casa, ni el niño, ni la noche, ni la Hay una parábola de Kafka, en la que un anciano
piedra bajo la cual yace. E stá tan lejos que ni si­ dice: “No acierto a comprender que un joven pueda
guiera le alcanza el recuerdo. “ Pero yo te canto” ; decidirse a ir a caballo al pueblo inmediato, sin tgner
cero ni eso- vale; tam bién el poeta queda solo ante miedo a que el tiempo de la vida corriente y de trans­
4l muerto inasequible y sólo puede cantar el hálito curso feliz no sea corto, absolutamente, para seme­
'de pena que sopla entre los olivos. jante viaje.” E sta parábola expresa una situación,
En 1929, Rafael Alberti publicó su libro de poe­ típica de la poesía moderna, o sea la de no llegar ni
mas Sobre los ángeles. Como en Rimbaud, tampoco a la meta más inmediata. Como ejemplo lírico cita­
aquí tienen los ángeles un significado cristiano. Son remos la Canción de jin ete de García Lorca. E l ji­
/■estos de símbolos de algo sobrenatural, son el ser nete no ignora los caminos para ir hacia su meta, la
poetizado de un solitario, mudo como los ríos y los ciudad de Córdoba, pero sabe también que jamás Re­
¡mares. Entre ellos y los hombres se desarrolla un gará a ella; la muerte le mira desde las torres de la
¡drama que puede term inar en una total falta de ciudad; no regresará, sino que irá a la muerte en la
i
contacto. E l hombre sabe que el ángel existe, pero aucha llanura barrida por el viento. Una vez más,
no le ve, no le ve la luz, “ni el viento, ni los cris­ una mirada a la poesía más antigua puede ayudar­
tales”. Tampoco el ángel le ve a él: no conoce las nos a comprender la moderna. A nte todo, el soneto
¡ciudades por donde camina, no tiene ojos, no tiene “Jleureux qui comine U /i/sse”, de Joachim du Bellay,
¡sombra, en sus cabellos teje el silencio, “No es un poeta del siglo x vi. E l que habla, que se halla en
,hombre, c-s un boquete — de humedad, negro... un Roma, siente añoranza por su lejano pueblo junto al
pozo tú, seco” ; entre nosotros está muerto, perdió Loira. Se le van apareciendo imágenes íntim as: la

204
alma que rodea su casita, el humo de su chimenea, en el espacio está m ás bien cerca que lejos, el poeta
;js tejas de pizarra. La lejanía aparece claramente la ha rechazado a una lejanía absoluta. U n m isterio,
j»n su alma y de ella emana una calm a fam iliar, a representado por la muerte, la ha hecho inalcanzable
■pesar de que no está allí. Pero la razón de que él
y ha convertido el breve camino que conduce a ella
' lio esté allí pertenece a experiencias humanas perfec­ en infinito y m ortal. No hay nostalgia ni lágrim as, es
tamente fam iliares: vive en el extranjero por nece­ decir, no hay sensaciones claras y distintas que res­
sidad profesional. Pasemos luego el poema de Goethe, pondan a ello. E l alma se encierra en una determi­
leí boceto que empieza D ejadm e llorar ( “Lusst mich nación sin contornos. Un par de bruscas invocacio­
‘ veinen”).. También aquí el que habla se encuentra
nes al caballo, a l camino, a la muerte: eso es todo.
:: nuy lejos de su ideal. Pasa la npche en un desierto Y además, las frases elípticas, que con su falta de
'inmenso, piensa en la s m illas que le separan de verbo crean el escenario lingüístico para la acepta­
Suleika y llora. Ambos poemas tienen de común que ción inmóvil de lo extraño. La profunda diferencia
|Cn ellos hay un hombre que piensa en un ideal lejano salta a la vista. A llí, en los poetas antiguos, él ideal
ique le atrae. Pero este algo espacialm ente remoto no espacialmente lejano permanece espiritualm ente pró­
(está lejos de él; en realidad le pertenece como objeto ximo. Aquí, en los modernos, la proximidad espacial
de su nostalgia, le sigue siendo fam iliar y en últim o se convierte precisam ente en lejanía íntim a. La Can­
¡término asequible. T)u Bellay siente añoranza, Goe­ ción de jin ete, de García Lorca, es la poesía del re­
the llora “por las enojosas tortuosidades que alargan greso para siempre imposible, porque una fuerza des­
el camino”, pero en ambos casos del sufrimiento de- conocida ha hecho extraño el cercano hogar.
. riva el consuelo. Uno y otro se consuelan recordando
,figuras de la Antigüedad clásica; uno piensa en Uli-
\
ses y Jasón — si bien les envidie porque pudieron La f u n c ió n in d e t e r m in a t iv a de los d e t e r m in a n t e s
I regresar al fin ; el recuerdo envidioso se mantiene
| dentro de los lím ites de la hermandad hum ana— ; liem os de referirnos ahora a un fenómeno esti­
1el otro piensa en Aquiles, en Jerjes, en Alejandro, lístico muy frecuente en la lírica moderna, que está
y'no’se avergüenza de sus lágrimas, porque también cu relación con este rasgo suyo fundamental de con­
aquellos grandes hombres lloraron. vertir lo fam iliar en extraño. Le daremos el nombre
| Volvamos ahora a García Lorca. A. Córdoba se de “función indeterminativa de los determinantes”
la llama desde luego “lejana” ; y ello no debe com- y por tal entendemos lo siguiente: un poema de Benn,
1 prenderse únicamente en el sentido espacial. E l ji- Welle der Naclit (Onda de la noche), termina con el
: nete ve ya ante sí la ciudad. Pero a pesar de que siguiente verso: “la blanca perla rueda de nuevo

268 267
1 m ar”. Quienquiera que tenga una sensibilidad emplea lo s demás determ inantes, como por ejemplo
ingüística normal se preguntará: ¿qué perla? Los los pronombres personales, adverbios de lugar, etc.
rersos precedentes no hablaban de ninguna perla. Lo cu este mismo sentido. D urante el siglo x x este pro­
¡interior era un alentar, un rodar, que tenían por cedimiento se extiende prodigiosam ente y se convier­
- ligero apoyo unos seres y unos objetos, o quizás más te en uno de los rasgos estilístico s fundam entales de
¡propiamente sus m ágicos nombres. La perla no es la lírica contemporánea. Un poema de J u les Super­
otra cosa que uno de esos apoyos. E n ella acontece viene, L'A ppel, contiene un acontecim iento fantás­
lo que es m ás significativo que ella m isma: una sono­ tico: “Las damas vestidas de negro..., el espejo..., é l
ridad del lenguaje y el m ovim iento absoluto del ro- violín de m árm ol...” Todos lo s elementos del pro­
- dar hacia atrás. E l artículo determinado no expresa ceso están expresados en form a determinada, como
una determinación objetiva del substantivo que acom­ si ya hiciera tiempo que los conociéramos. Pero no
paña. Se lim ita a introducirlo para convertirlo en están relacionados con nada que nos sea fam iliar,
signo sonoro de un movimiento absoluto, que a su como suele ocurrir en los relatos de verdad. Los ejem­
jvez invierte y cierra los m ovim ientos en circulo y plos de ese procedimiento abundan sobre todo en
hacia adelante de los versos anteriores. Lo que el E liot y en Saint-John Perse. E n todos los casos, la s
sustantivo significa, es decir, la perla, no había sido palabras determinantes, en contemporáneo contras­
preparado por nada, y precisam ente porque el ar­ te con la indeterminación de lo que se expresa, crean
tículo determinado choca con este desconocimiento, una tensión anormal del lenguaje y con ella una ma­
produce una impresión de im precisión y de misterio. nera de revestir de extrañeza la s cosas que suenan a
“Una perla b la n ca ...” hubiera trasladado el verso familiares. La lírica moderna que, de por si, tiene
a un ambiente distinto. una evidente preferencia por los contenidos incohe­
1 E n el lenguaje normal, el artículo determinado rentes, introduce así elementos nuevos con sorpren­
tiene por misión indicar una cosa que generalmente dente improvisación. Y los determinantes, al dar a
es ya conocida o que ya ha sido presentada en el tex- estos elementos un falso aspecto de fam iliaridad,
' to. E s el medio de que se vale el lenguaje para con- aumentan la desorientación y convierten lo nuevo,
firmar lo que ya se conoce. E n la poesía moderna, en aislado y sin origen, en algo todavía más enigmático.
cambio, se le emplea de tal forma, que si bien llama
I la atención como medio determinante, la desorienta O s c u r id a d , “ h e r m e t is m o ” , U ngaretti
inmediatamente por la total novedad del objeto que
I introduce. E ste procediemiento aparece ya en los La lírica moderna exige del lenguaje la doble y
líricos del siglo x ix , especialmente en Rimbaud, que paradójica función de expresar y a la vez encubrir

20» 269
un significado. La oscuridad ha llegado a ser el prlu- pió. Los medios estilísticos que sirven do soporto n v
cipio estético universal, por cuanto ella es la que dis­ la oscuridad del contenido son: cambio de función
tingue principalmente la poesía do la normal fun­ de las preposiciones, de los adjetivos y adverbio» y
ción de comunicación del lenguaje, para mantenerla do las formas verbales temporales y modales; alto-
J liad liando en una esfera desde la que más bien pue­ racióu del orden normal do los periodo»; tendcnciu
de alejarse de nosotros que acercársenos. A menudo u las frases abiertas, que por ejemplo pueden constar
se diría que la poesía moderna no es más «pie una únicamente do nombres a los que no acompaña nin­
anotación de presentim ientos y experiencias ciegas, gún verbo, o do oraciones subordinadas n las quo no
una anotación en vista a un futuro en el que pudie­ sigue ninguna principal; suslautivos usados sin ar­
ran encenderse presentim ientos más claros y experi­ tículo; empleo de palabras quo sólo so explican por
mentos más afortunados. Kn ella hay un constante su raíz, pero (pie actualmente ya no so usan, ote. Lo»
“poner a disposición” algo que de momento no se poemas modernos llevan muchas veces títulos quo no
puede utilizar aún. A partir de Ivimliaud y Mallar- concuerda» con el contenido y quo sirven para aña­
I mé, el posible destinatario de la poesía es el por­ dir a los textos un nuevo estrato de ambigüedad.
venir, absolutamente indeterminado. Siempre hubo Otras veces la poesía demuestra su renuncia a tenor
poetas que se atribuyeron tiñes profetices y hablaron contenido, a vincularse a lo real y corriente, renun­
de sí mismos con profunda sublimidad. Tero la pro- ciando también u adoptar un título. Este procedi­
' fecía moderna no es nada sublime. El futuro no se miento encuentra su paralelo en Picasso, quien, como
refleja en ella como una imagen clara. La lírica ac­ es sabido, no sulla dar titulo n sus cuadros, dejando
tual gira inquieta alrededor de unas posibilidades que io hicieran los marchantes o los organizadore»
imposibles de lijar. de exposiciones.
Esta oscuridad impera por igual en los conteni­ Son frecuentes las manifestaciones do los líricos,
dos que cu los medios estilísticos. La poesía habla de defendiendo programáticamente la poesía oscura y a
acontecimientos, seres u objetos, sobre cuya causa, veces incluso argumentándola. De algunas do talca
' tiempo y espacio el lector no posee ni poseerá nin­ manifestaciones hemos hablado ya en el capitulo I.
guna información. Las expresiones no concluyen, El afán de oscuridad trae consigo el problema de
sino que se interrumpen. .Muchas veces el contenido la comprensión. La respuesta a éste va en el mismo
i no consiste más que en mudadizas actitudes lingüís­ sentido en que la formuló ¿Maliarme, aunque sea me­
ticas, ova bruscas y precipitadas, ora suavemente nos premeditada. Yeats quiere que el poema tenga
1 lláidas, ¡jara las cuales los acontecimientos objetivos tantos sentidos como lectores encuentre. Para T. 8.
1 o afectivos son únicamente m aterial, sin sentido pro­ Eliot el poema es un objeto independiente, situado

270 271
I
entre el autor y el lector, pero las relaciones entre Cierro los ojos. Y persiste un mundo
Grande que me deslumbra así, vacio
autor y poema no son las mismas que entre poema De bu profundidad tumultuosa.
y lector; gracias a éste, el poema entra en un nuevo
juego de significados que tiene sus derechos propios, Mi certidumbre en la tinicbla fundo.
aunque le aleje de la intención del autor — inten­ Tenebroso el relámpago es m&s mío,
Eu lo negro se yergue basta una rosa.
ción que, por lo demás, no se había precisado—■.
Para el poeta español Pedro Salinas, la poesía cuen­
ta ante todo “con esa form a superior de interpreta­ E l sentido de la composición es claro: la oscuri­
ción que es le m alcntendu. Cuando una poesía está dad procede del querer protegerse del mundo exte­
escrita se termina, pero no n cab a; empieza, busca rior; el interior se abre, y, liberado del tumulto y de
otra en sí misma, en el autor, en el lector, en el si­ aquello que en la vida es mortal, trueca en luz la oscu­
lencio”. E l concepto de la comprensión ha cedido ridad— ausencia de lo re a l—•, y se convierte en na­
ante el concepto de la “ continuación” del poema: cimiento de la rosa, que sólo florece en la luz de la
continuación por obra del lector, pero también de tiniebla (“rosa”, como en Mallarmé, es aquí símbolo
aquellas anónimas fuerzas poéticas de las que el pro­ de la palabra poética, aunque aquí no se halla el
pio autor no sabía nada y que duermen inéditas en tema del fracaso). Sólo en la irrealidad, que obliga
su lenguaje e incluso en su silencio. E ste pensa­ a la poesía a ser oscura, la obra poética alcanza su
miento es denso de contenido y oscuro, tan oscuro perfección. Eu esta idea se encierra una decisión fun­
como la poesía que acompaña. En el Cántico de Gui- damental de la lírica moderna.
llén hay un poema, Cierro los ojos, que es una justi­ ITace cosa de veinte años surgió en Italia el tér­
ficación poética de la oscuridad poética, con ecos de mino de “hermetismo” para designar la poesía oscu­
Mallarmé, de cuyo S u rgí de la croupe adopta un ra. Empleado al principio en sentido despectivo y
verso como lema (“Une rose dans les ténébres”): aplicado al confuso reino del ocultismo, pronto ad­
quirió un sentido positivo. La historia de su signi­
Cierro los ojos, y el negror me advierte ficado, por lo tanto, es una historia en sentido ascen­
Que no es negror y alumbra unos destellos dente, como suele ocurrir con la de la mayoría de los
Para darme a entender que st son elloB
El fondo en algazara de la suerte, nombres de grupos o escuelas literarias. Fundamen­
talmente, los italianos incluyen entre sus poetas her­
Incógnita nocturna ya tan fuerte méticos a Ungaretti, a Quasimodo y a Móntale (que
Que consigue ante mí' romper sus sellos se hizo famoso también como traductor de T. S.
Y sacar del abismo los mós bellos
Residandores hostiles a la muerte. Eliot). Pero eso es uua convención de la crítica, y a

272 27*
■ D I LA L ÍB IC A M ODERNA. - 1 *
que se podrían incluir cu este grupo a muchos otros , rctü en el poema de métrica libre U Isola (publicado
líricos. Lo interesante es que el hermetismo se haya ¡ en Scutim ento del tem po). E l poeta expresa en pe­
convertido en un concepto concreto de la crítica, que ¡ riodos balanceados, sonoros y sumamente sencillos, 1
, con él acepta uno de los rasgos esenciales de la poe- ( un acontecimiento sin yo. E l sujeto es “él”. Pero
| sía moderna, ¿quién? No nos lo dicen: función indeterminadora
Uugarctti, único a quien citaremos como ejemplo y i de los determ inantes: en este caso, de un pronombre
muy rápidamente, recibió influencias de Mallarmé, personal. E sta indeterminación aumenta con la yux­
Apollinaire, Valéry, Saint-John Perse, pero también t taposición sin enlaces de las expresiones. E l mate­
de Góngora. Desde los años veinte, su lírica es una i rial del acontecimiento está formado por imágenes
lírica de extremada concentración de lenguaje. La | tomadas de los idilios bucólicos: isla, bosques, ninfa,
palabra, como él mismo dice, es una breve interrup- | pastor, corderos. “De antiguas selvas absortas des­
ción del silen cio : lo mismo que en Mallarmé. E s sólo | cendió,— Y se adentró,-^-Y llamó su atención ru­
un fragmento, que vibra entre el mundo ligeramente ' | mor de plumas — D el latir estridente desprendido —
rozado, pero muy misterioso, y el silencio que vuelve . | Del corazón del agua tórrida, — Y una larva... con­
a cerrarse a su alrededor. Todos los poemas de Un- | tem pló;— Que era una ninfa... — En sí, de simula­
garetti se distinguen por este carácter fragmentario. , cro a llama verdadera — Vagando, llegó a un prado
La mayor eficacia se halla en los poemas cortos, en y allí — Las sombras en los ojos se espesaban — D e
los que es maestro, como García Lorca. No deben ( las vírgenes...” (¿Qué vírgenes?). Aquí termina el
leerse por su contenido, pues éste suele ser de una proceso, que no será más que un fragmento, sin causa
desconcertante insignificancia, o absolutamente in- | ni finalidad. El final es una inmovilización. La cone­
sondable. H ay que aceptar sus palabras (que no tie- | xión de las palabras es cada vez más anormal: “ Des­
nen equivalente en ninguna traducción) como líricas j tilaban las ramas — Perezosa de dardos una lluvia. —
formas sonoras que dejan tras de si como una estela Allí ovejas... ramoneaban — La alfombra luminosa;
de fascinación. Los poemas más largos tampoco tie­ — Las manos del pastor eran un vidrio — Afinado
nen contenidos objetiva y necesariamente coheren­ por una leve fiebre”. ¿Dónde está “é l”, el que vino
tes. Los movimientos (como por ejemplo: abrir, ilu­ a la orilla? El plácido cuadro final ha olvidado el
minarse, hundirse, desvanecerse temblando) son más acontecimiento inicial como si éste y su sujeto no
fáciles de captar que lo movido, y, sin embargo, son hubieran existido jamás. Pero el sujeto tenía menos
plurivalentes en sí y podrían desarrollarse en un importancia que el proceso mismo. E l contenido del
orden distinto. poema está en las líneas de su m ovim iento: una lle­
Veamos qué aspecto tiene la oscuridad de Unga- gada, un encuentro, un reposo. Los movimientos son

274 275
abstractos, no tienen otro significado que sí mismos
sexto soneto a Orfeo: “el soneto, hay que saberlo o
y están henchidos del m isterio del proceso incom-
adivinarlo, está dirigido a un perro; yo no quisiera
pi’ensible en que aparecen. E l final tampoco desen­
tener que com entarlo”. Mallarmé, en tales casos, se
traña aquel m isterio, sino que sirve para añadir to­
defendía con la autoironía. .
davía otro. Cierto es que su quietud pone fin a los
movimientos, pero la disonancia de sus imágenes (ma­
nos como de vidrio) apunta a otro estadio superior, es
M a g ia del l en g u a je y s u g e st ió n
decir, al del lenguaje soberano e independiente, que
se pierde otra vez en la oscuridad.
La lírica moderna, desde Riinbaud y Mallarmé;
La poesía hermética de algunos líricos da la im­
se ha convertido cada vez más en magia del lenguaje.
presión de que su obra acaba con un “portazo”, como
Ya hemos dicho en los capítulos anteriores qué sig­
dijo en cierta ocasión Gaiitan Picón. Pero cuando
nificado debe darse a este concepto. E n la s teorías
no es más que una actitud de moda, da origen a una
poéticas del siglo x x aparece constantemente el con­
charlatanería, que puede decir lo que quiera: se la
cepto de la sugestión, en cuanto se plantea el proble­
admira igual. A lgunos autores “ de vanguardia”, que
ma del efecto lírico. Bergson, en Les données inirné-
se dan mucha im portancia, ganan fama con frases
diates de la conscicnce (18S9) hizo de él un elemento
de la más pura estupidez. D e vez en cuando, también
básico de su teoría del arte, y el mismo concepto se
se le escaparon algunas a Riinbaud. La consecuencia
encuentra también en pintura y en música. La suges­
de un hermetismo convertido en moda, es la desorien­
tión empieza en el momento en que la poesía dirigida
tación de la crítica. E n A ustralia, hubo hace poco
por la inteligencia desencadena fuerzas anímicas má­
un par de individuos que se divirtieron publicando
gicas y emite radiaciones a las que el lector no pue­
unos versos de lo más absurdo y presentándolos como de escapar, aunque no “comprenda” nada. Tales ra­
obra póstuma de un supuesto minero; la crítica se diaciones sugestivas derivan principalmente de las
conmovió ante la “profundidad” de aquellos versos.' fuerzas sensibles de la s palabras, de su ritmo, su
En una edición americana de Yeats, aparecía en un sonido y su timbre. Actúan juntamente con lo que
determinado momento un “ soldier A risto ile ”. Se tra­ podríamos llamar “notas semánticas superiores”, es
taba de una errata de imprenta, por “solider Aris- decir, significados que sólo se encuentran en la s zo­
to tle”. Un joven poeta, que no se dio cuenta de que nas lím ites de una palabra o que se producen al unir
era una errata, quedó sobrecogido ante el misterio palabras de un modo anormal. La poesía fundada en
del “soldado A ristóteles”. Pero el colmo se encuen­ la sugestión y en la magia del lenguaje confiere a la
tra en el comentario epistolar de Rilke a su décimo- palabra el poder de ser el primer motor del acto poé-

27T
tico. Para esta poesía lo único verdaderamente real ginnda por lo fragmentado e interrumpido de su for­
es la palabra, no el mundo real. Por esto los líricos ma, sirve también para tender un arco que lo une
contemporáneos insisten siempre en que el poema todo, y que convierte el poema en algo inolvidable.
no significa, sino que es. Las m últiples definiciones En 61 se demuestra hasta dónde puede llegar la re­
' de la poesía pura no hacen otra cosa que glosar esta nuncia a temas líricos tradicionales, sin destruir la
idea. sustancia lírica, la cual más bien se diría que cobra
E l principio formulado por Poe, según el cual el libertad para llegar a ser una sonoridad nueva y
poema debe esbozarse a partir del poder sonoro del meditativa, por muy cerca que nos parezca estar
lenguaje, anterior al significado, para darle luego de la prosa.
un significado — que no pasará nunca de ser secun­ Una vez más, nos referiremos a Juan Ramón J i­
dario—, sigue en vigencia. Benn escribe: “E l poema ménez, cuyos poemas más recientes tienen unos efec­
ya está terminado antes de empezar; sólo que el tos hipnóticos, debidos al hecho de que algunos ver­
i autor todavía no sabe qué texto le dará”. En otro sos están repetidos en forina de estribillo, m ientras
pasaje que guarda una sorprendente analogía con otros tienen una forma interrogativa, sin que se les
una frase de Xovalis (véase pág. 3G) dice también: dé ninguna respuesta. La repetición y la interroga­
“Sólo existen trascendencias verbales: los teoremas ción no contestada dan tal ingravidez a lo que se
' matemáticos y la palabra como arte”. En la lírica dice, que lo elevan a un encanto puramente m usical
de Benn impera ese principio de la palabra como y ondeante, que es el verdadero soberano de estos ver­
fuerza motriz, especialmente como valor sonoro, ca­ sos. Escribir poesía partiendo del impulso de la s
paz de convertir en lírica los contenidos más insig- palabras o de la mera sonoridad conduce a m últi­
1 nificantes. Su poema Chopin es una biografía sono­ ples fenómenos poéticos del tipo descrito al final del
ra. Sus contenidos son fragm entos alusivos a acon­ capítulo sobre Rimbaud. E n Henri Michaux encon­
tecimientos, reflexiones, monólogos interiores, expre­ tramos lo siguiente: “dans la toux, dans Vatroce.
dans la transe” ; el lenguaje, obedeciendo a su pro­
sados con frases incompletas. Su curso no corres­
pio impulso combinatorio, crea un sentido incohe­
ponde al orden temporal vida-muerte, sino viceversa.
rente, pero se clava profundamente en el oído; un
Se intercalan nombres de pianos de cola, se habla de
grupo de sílabas persistente ( “dans la”) desenca­
unos honorarios, de una dirección y de unos datos
dena un grupo sonoro variado, pero de sonoridad
exactos acerca de la técnica de Chopin, se formula
parecida. Al final del TPaste Land de E liot suena de
también un diagnóstico médico (“ con hemoptisis y
pronto la sílaba sin sentido “D a ”, que se repite va­
* cicatrizaciones”). Pero incluso la expresión objetiva
rias veces, y acaba dando origen a fragmentos de una
más fría está atravesada por una vibración que, ori-
279
27 >
frase budista, en la que se intercalan cosas comple­ más, o sea una escena espiritual del propio arte poé­
tamente distintas; pero sólo hacia el final aparecen tico, para el cual la espera de la musa es más di­
un grupo de palabras sánscritas: procedimiento mu- chosa aún que su advenimiento. E l poema contiene
| sical, que sólo es posible en una lírica que emplee el ambos significados y es imposible separar el uno del
lenguaje principalmente como potencia sonora. otro, porque de lo contrario perdería la penumbra
en que artísticamente ha sido sumido.
En el fondo del pensamiento de Valéry hay un
P aul V aléry decidido nihilismo epistemológico, que no es ahora é l
momento de estudiar a fondo. Precisamente porque
Valéry es quien probablemente ha reflexionado el conocimiento es imposible, el lenguaje poético lo ­
más profundamente, siguiendo el camino abierto por gra la total libertad de proyectar sus creaciones en
las ideas de Hallarme, acerca de las relaciones de la la nada. Valéry llama a esas creaciones “m itos” y las
, \ poesía con la fuerza independiente del lenguaje. E s­ define de la manera siguiente: “mito es el nombre
cribir poesía, según una. de las ideas que Valéry ex­ de todo lo que no existe y sólo está presente gracias
presó con más frecuencia, significa penetrar en aque­ a la palabra”. Pero la palabra “es el medio de que
llos estratos primigenios del lenguaje donde en al­ dispone el espíritu para reproducirse en la nada” .
gún tiempo nacieron, y pueden todavía volver a sur­ Frente a la realidad, que por otra parte sólo existe
gir, las fórmulas mágicas. Por otra parte, escribir bajo la forma de lo casual y de lo caprichoso, la poe­
poesía equivale a ensayar la s combinaciones entre sía opera una transformación constante hasta llegar
' ' zonas de significado cambiable y de distintos efec- a aquella irrealidad que el propio Valéry califica de
■tos sonoros hasta hallar aquélla única combinación “ensueño”. En la poesía, el espíritu.reconoce sus pro­
que posee la imprescindibilidad de una fórmula ma- pias fuerzas y las perfecciona dominando la resis­
I temática. Valéry sabe que la víctim a de esta concep­ tencia d«- la forma rigurosa, exigida por sí misma.
ción de la poesía será el “significado”. E l poema no Sólo sus propios actos son necesarios y por lo tanto
debe tener un “significado real”, o sea ninguno que superiores a la realidad casual. Obsérvese cuán cer­
. por sí solo lo agote. La lírica del propio Valéx*y per­ ca están estas ideas de las de Mallarmé y hasta qné
mite siempre varias interpretaciones. Un poema como punto el mayor lírico francés del siglo x x justifica
Les Pas parece referirse a una delicada escena amo­ la poesía partiendo del puro subjetivismo (no per­
rosa, o por lo menos ésta es la única interpretación sonal), cuya patria son el lenguaje y el “sueño”, pero
que se le da en la traducción de Rilke. Pero al mismo no el mundo. Esta clase de poesía tiene la escéptica
r , tiempo emplea expresiones que dejan vislumbrar algo clarividencia de reconocer que la condición de su

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280
fínica posible realización, es decir, de su realización
como por ejemplo: “Dormeuse, amas doré d’omhres
poética, reside en el escaso valor de la realidad, así
et d'abandons...” O: “ ...P u is s’étendre, se jondre, et
como en la nulidad de la trascendencia. “E l poema
pcrdre sa vcndange— E t s’éteindre en un songe en
es un fragmento perfectamente realizado de un edi­ qui le soir se change”. H ay en estos versos un subir
ficio inexistente”, dice una de las frases m ás defi­
y bajar de vocales y nasales desde lo más alto a lo
nitivas de Yaléry (V a riété Y, 1945, pág. 113). “Ine­ más profndo, hasta volver otra vez a la media altura
xistente” significa que su contenido tiene existen­ del principio. Pero la iniciativa de las palabras pue­
cia únicamente como lenguaje: “'fragmento” signi­ de arrancar también de su significado. E l poema In-
fica que el poema, frente al ideal, es siempre un fra­ tcrieu r— cuyo proceso se desarrolla al mismo tiem ­
caso. Obsérvese cómo una vez m ás ban sido necesa­ po en un espacio interior y exterior — empieza con
rias dos definiciones negativas para apoyar lo único los versos siguientes: “Una esclava de largos ojos,
que se puede expresar positivamente, o sea el acto agobiados por muelles cadenas — Cambia el agua a
poético en si. Otra frase de Yaléry dice: “ Nada hay mis flores, se zambulle en los espejos cercanos”. La
tan bello como lo que no existe” . La semejanza de metáfora de las cadenas tiene su origen en la esclava
esta frase con otra de Rousseau citada anterior­ y el agua procede del hundirse en los espejos. E stos
mente (pág. 29) salta a la vista. E l fundamento, tan versos no son descriptivos, sino que pretenden ser
distinto del de aquélla y tan absolutamente no-sen­ aceptados como creaciones del lenguaje. Además,
timental, que sirve ahora de soporte a la idea, de­ los espejos llevan un calificativo que debe entenderse
muestra el duro camino que ha recorrido de enton­ como de tiempo, no de lugar (prochaines), que los
ces acá el pensamiento acerca de la poesía. sitúa en una dimensión anormal, y que es a su vez
Valéry califica el verso de “maravilloso y sensi­ creación del lenguaje, es decir, el poeta renuncia al
bilísimo equilibrio entre la fuerza sensible y la inte­ calificativo que tenía más a mano: proches, cerca­
lectual del lenguaje”. Se puede decir que su propia nos. Un poema de juventud, L a Fílense, parece un
lírica posee este equilibrio.' Más de una vez nos ex­ eco del tema mallarmeano de la falta de contacto
plica cómo algunos de sus poemas nacieron de un entre el hombre y el mundo, realizado en puro sim­
juego de ritmos y sonoridades todavía faltos de sen­ bolismo de imágenes. Una niña, sentada frente a una
tido, al que luego se añadieron palabras, imágenes ventana en el atardecer, se sumerge en el sueño y el
e ideas. En el poema terminado esta gradación gené­ ensueño; en vano una rosa saluda desde el jardín
tica se conserva como gradación de valores; es decir, a la durmiente; mientras entre niña y flor ya no hay
el poema es canto y sólo en segundo término conte­ ningún contacto, el lenguaje entreteje los dos seres
nido. Así surgen versos de encantadora musicalidad, Feparados en una fusión irreal, por medio de pala­

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bras que se desprenden como espíritus de la palabra dad. Precisam ente ello denota que lo que le importa
que traduce el motivo conductor “h ilar” : “ La dur­ es la dramática espiritual como tal, o sea la “comé-
miente hila una lan a aislada, enigm áticam ente, la d ie in te l le c tu c ll e ” . Por otra parte, los procesos inte­
lánguida sombra se entreteje con el hilo de sus dedos lectuales pueden cambiar mucho. Unas veces se tra­
largos que duermen, h ilad a” ; pero fuera, el mundo ta del despertar de las oscuridades caóticas del en­
que va al ocaso se convierte en “hilandera” . sueño hacia la luz de la conciencia; otras, al revés,
Claro está que la lírica de Yaléry no puede defi­ del hundirse en el ensueño. Por muy de cerca que
nirse únicamente a base de estos efectos de lenguaje, Valéry siga a Mallarmé, la rigurosa, aunque oculta,
sino que tiene también una ley del estilo interno, que fidelidad de aquél a sus tem as, cede el paso a una
no consiste tanto en los temas-como en que esta lírica variabilidad de asuntos. C a n tiq u e d e s C o lo rin es es un
hace perceptibles, en el m aterial de la s imágenes, canto de la s líneas puras de cuerpos arquitectónicos,
unos actos espirituales que son puramente lo s de la un canto silencioso para los ojos, que perciben al Ser
conciencia artística. Valéry habla en cierta ocasión ordenado matemáticamente, que descansa en su re­
de la “ comedia in telectu al”, que constituye el acon­ poso de piedra. E l espíritu armoniza con ese Ser.
tecimiento íntim o de un poema. Uno de los ejemplos Pero hablemos ahora del C im e tié r e m a r in . E se fa­
más claros de ello es A u P la ta n e . Apenas es necesa­ moso poema tiene un hálito lucreciano, y no sólo por
rio hacer observar que el árbol no está tratado en los temas e imágenes tomados de Lucrecio. Se trata
este poema como objeto natural. Por su apariencia, del poema de una crisis espiritual. La conciencia in­
es pura dinámica, en tensión entre la libertad de lo tenta identificarse con la existencia en reposo, con
alto y el encadenamiento en lo profundo. E l plátano el “techo” del mar, con la diadema de la alta luz,
oye la llamada de los vientos, que quieren conver­ luego con el no-ser de los muertos. Pero el movi­
tirse en él en lenguaje, pero siente al mismo tiempo miento de la vida la atrae más poderosamente, y a é l
la necesidad de deber renunciar al lenguaje, todo se entrega por fin, aun conociendo su falsedad. Las
ello de acuerdo con las experiencias artísticas que se precedentes metáforas del mar, primero estáticas y
conocen desde Mallarmé. Y lo mismo que en éste, la luego dinámicas, desaparecen. E l mar recobra 6US
tensión permanece insoluta. En las abstractas fuer­ denominaciones naturales (olas, agua), lo cual nos
zas de tensión del poema habla una disonancia, pero indica que la conciencia se ha abierto a la realidad
también habla en el hecho de que su contenido inso­ natural. E s como una retractación de la desobjeti-
luto contraste con un canto perfectamente resuelto. vización extrema que se operaba en la lírica mallar-
Sorprende que, en la lírica de Yaléry, ni los temas meana, y como una contrapartida al C a n tiq u e d e s
C o lo n n es. Pero en otros poemas hallamos también
ni las soluciones que se les dan tengan ninguna uni­
28»
2 84
soluciones completamente d istintas. Lo que importa ella. Un gozo tranquilo, aunque ajeno al hombre, atra­
uo son las soluciones, sino que el acto espiritual se viesa esta obra. E s el gozo intelectual de una fuerza
i convierta en canto, en el que armonicen inteligencia de contemplación que percibe en los objetos el repo­
y sensibilidad, claridad y m isterio. so de sus formas primigenias y que se sabe poseedora
del poder de dar, a todo cuanto es, el ser espiritual
y eterno en la palabra.
J orge G o i l l An
A Guillén se le ha llamado “el más eleático de lo s
poetas”, pretendiendo indicar así su relación con la
Desde aquí se extiende un puente basta el espa­ existencia trascendente. Pero su lírica no es exac­
ñol Jorge Guillén, cuya poesía está, influida por tamente expresión del Ser en sí, pues de lo contra­
Malí armé y Valéry, al cual ha traducido. Guillén es, rio no podría ser lírica. E s más bien m ovim iento:
entre los vivientes, el poeta lírico intelectual más movimiento hacia el Ser, movimiento desde el caos
I maduro y consecuente. Todos su s poem as son eslabo- , a la luz, desde la inquietud al reposo. Su valor su­
nes de una obra unitaria, C ántico, publicado por pri­ premo es la luz, como fenómeno inmaculado de la
mera vez en 192S, considerablemente ampliado des­ existencia; los poemas que contienen mayor canti­
pués, reeditado en versión definitiva en 1950. E sta dad de luz son también los formalmente m ás riguro­
obra tiene una estructura arquitectónica como las sos. “Hay siempre lu z”, dice un verso, pero la verda­
, Fleurs du M al de Baudelaire, con un orden composi­ dera acción en esta poesía es el advenimiento de la
tivo numérico de un rigor casi dantesco. La poesía de luz, el “supremo pasaje”. Su energía lírica deriva
Guillén es, en su más amplio sentido, una ontología de la tensión hacia un “más allá”. Su fuerza consiste
| lírica y una poética ontológicam ente argumentada. en elevar un objeto hasta completarlo de momento
Fluctúa entre las imágenes m ás sencillas y la s abs­ en su esencia natural, es decir, hacer el jardín “m ás
tracciones más sutiles. Su oscuridad, de cuya motiva- jardín”, el puente “más puente” para llegar a sí a
I ción cuida la poesía misma (véase pág. 272), la con- la esencialidad categorial (como Mallarmé), por en­
' vierte en algo de lo más d ifícil que se puede leer en cima de la cual brilla finalmente la luz de la perfec­
I la lírica moderna. En ella no nos habla ningún yo per- ción del Ser. E ste proceso abarca todo el mundo obje­
i sonal. Su sujeto son los “ojos del espíritu”, que nos tivo y sensible, en el que “la materia obtuvo la gracia
recuerdan la “mirada absoluta” de Mallarmé. Los de ser imagen”. Pero el poeta lo transforma y lo
ojos del espíritu se separan de la materia viva para aleja. Los objetos se inclinan “llorando” ante la pura
convertirse en espejo de la m ultiplicidad del mundo irrealidad. E l lenguaje no se adorna, sino que des­
y de la existencia pura que se vislumbra a través de nuda su esencia, introducida en relaciones comple-

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tórnente irreales. Sobre una ciudad estival (“ciudad gonistas, sino el sol y los hombres, y también las
'accidental” la llama el primer verso del poema), las manos de los niños, aunque convertidas en seres in­
¡“sedas, extremas sedas” de la luz “insinúan, esqui- dependientes; y el poema concluye con un último
!van — ángulos fugitivos”. La ciudad, “loca de geo­ paso a la música de los conceptos: “¡Oh vínculos —
metría”, se llena de “exactas delicias”, se convierte rubios! Y conchas, conchas. — Acorde, cierre, círcu­
en la Ciudad de los estíos, en la “ciudad esencial”. lo ” (P la ya ). Porque en el círculo “invisible dentro
' Los paisajes pasan a ser tejido inm aterial de tensio­ del bloque del aire”, habla el misterio del Ser supe­
nes. La nieve y el frío son las palabras que simbo­ rior a la vida, que en la luz “refulge y se cela” —
lizan el absoluto, en el que no existe la necesidad como el poema (Perfección del C írculo).
mortal de la vida, ni siquiera .ésta, a pesar de que Si sólo se habla de esta lírica a título informa­
Guillen parece a veces exaltarla en una especie de tivo, apenas se podrá dar a comprender que es canto,
panvitalismo. Lo visible pierde sus cualidades sen­ cauto metálico en la dura y vigorosa sonoridad de
sibles ante nuestros ojos. Nace así un vacío del es­ la lengua española. Sus abstracciones son también
p a c io imaginativo, característico de Guillén, en el canto. De acuerdo con su temática, esta lírica tiene
, que predominan los primigenios fenómenos estáticos que trabajar con un rico vocabulario de abstraccio­
j (círculo, línea, volumen) o los símbolos desobjetiva­ nes y conceptos geométricos: curva, plenitud, actua­
dos de tales fenómenos (rosa, río, mar). La obra se lidad, infinito, sustancia, nada, centro. Entre estas
presenta como una especie de modelo del Ser, cons­ palabras y las que sirven para designar objetos sen­
truido estereométricamente y bañado de luz. En ella cillos, el lenguaje apenas establece frontera, como
no se deja al hombre ninguna humanidad normal. tampoco la hay objetivamente entre los contenidos
, La poesía amorosa, asimismo, es una poesía de cono­ conceptuales y los contenidos sensibles de este mun­
cimiento cada vez mayor del Ser. En el cuerpo de la do lírico. Ilay un verso que, refiriéndose al cisne,
amada, no en su alma, el amante, que lo contempla dice: “Todo el plumaje dibuja un sistema — de si­
I pensativo, ve cómo surge el Ser y cómo progresa hacia lencio fa ta l” (pág. 147). E n los poemas que contie­
1la plenitud de lo fenom énico; pero la amada no sabe nen una escena, los actores suelen ser abstracciones.
en absoluto que es “una ventana en lo diáfano” ( Cán­ Pero el lenguaje tiene también otros medios de adap­
tico, pág. 103). El brillar de la primavera no está des­ tarse a su temática. Preferentemente se vale de ex­
tinado al corazón de los hombres; “sobre el rumor presiones nominales pobres en verbos, con las que
difuso el grito pasa — lejos ya y disolviéndose,— aisla fenómenos y couceptos, los arranca del tiempo
Í blando grito de nadie para nadie” (pág. 119). Unos o los invoca como en un himno. El lenguaje no fluye,
' niños juegan en la playa, pero no son ellos los prota­ sino que avanza entre dudas e interrupciones, va dis-

28* 289

6. DE LA L ÍE IC A M ODERNA. - 19
jponiendo bloques y luego viene de nuevo una breve se difunde — la cxpectacióu de espuma” — ; un pri­
pregunta, que queda sin respuesta, o una cautelosa mer ascenso desde el fondo, “ascensión a lo blanco” —:
'tentativa. Guillén es un virtuoso del arte de arran- mientras “adorables arenas — exigen gracia al vien­
j car ecos a las palabras más escuetas y hacerlas reso­ to ” — ; y un segundo, que sólo se realiza en una pre­
nar largamente en un espacio lleno de misterio. Tam­ gunta, pero que preguntando eleva el mundo a una
bién en él, como en tantos otros modernos, existe un “blanca, — total, perenne ausencia”. E l poema está
contraste fundamental entre la aparente sencillez formado por puros campos de tensión, que en virtud
de la sintaxis y la oscuridad de los contenidos. Por­ de la pregunta no contestada que aparece al final
que éstos, ya sean imágenes ya conceptos, aparecen se quedan sin desenlace. No nos habla ningún yo. Sólo
como fragmentos yuxtapuestos,.ninguno de los cua- habla el lenguaje que identificando lo visto con lo
' les deriva de otro anterior. Incluso los más tenues ideado los confina al frío de una fórmula casi m ate­
puentes de enlace han sido suprimidos. En estos mática. Pero la fórmula canta.
poemas siempre ocurre algo, pero las fases de los
acontecimientos, mientras permanecen en el mundo
i de lo empírico, no son necesarias en sí mismas, sino P o e sía a l ó g ic a

Igratuitas, y carecen de causa y de efecto. La necesi­


dad no actúa basta más tarde, en el transcurso o en E l polo opuesto a esta poesía que deriva del lega­
los cambios de las tensiones abstractas. Sólo está do de Mallarmé es la poesía de lo alógico, de conte­
clara una cosa: la total ausencia de familiaridad. nidos sonambulescos y alucinantes, nacidos — verda­
En el poema Noche de luna se ve el partido que dera o pretendidamente — de la seiniinconsciencia y
| esta lírica puede sacar de uu tema clásico. Lleva como de la inconsciencia total. E sta poesía gusta de de­
subtitulo: sin desenlace. Se trata de un paisaje de cirse emparentada con Rimbaud y Lautréamont, pero
conceptos: altitud, blanco, espera, voluntad, delga- también con el ocultismo, la alquimia y la cábala. L a
| dez. Estos conceptos señalan una especie de red de poesía alógica pretende ser poesía de lo soñado, en­
Iesencias supraobjetivas, que encierra un proceso in­ tendiendo por tal, en sentido psicológico, lo soñado
humano en la iluminada noche fría. Los pocos ele- estando dormido o lo soñado estando despierto, en
!meatos sensibles a la vista se deslizan como fantas- virtud de un estímulo artificial, como las drogas n
mas a través del proceso irreal, cuyo orden es de otros. E ste tipo de ensueño se contrapone, pues, al
I movimiento, es decir, uu descenso — mientras “los ensueño poético, que, según la acepción moderna de
plumajes del frió — tensamente se ciernen” — ; una la palabra en las lenguas románicas, equivale a fan­
corta estancia en una planicie — m ientras “callada tasía creadora. La línea divisoria entre ambos en-

290 291
i
i
J sueños no es precisa, sobre todo en su aplicación ar- Su predecesor inmediato es Apollinaire, al que se
I tistica. E s la línea divisoria que existe entre un prin- debe también la palabra “surréalism e”. En 1908;
j cipio psicológico y uno estético. Pero ambos princi­ Apollinaire escribió un poema en prosa titu lad o
pios coinciden en afirmar que el sujeto no depende On ir ocritique. E ste títu lo transform a el concepto de
¡ de la realidad y que el hombre es el dueño del mundo ensueño (que en francés tiene un significado tan
gracias a su capacidad de 6oñar. equívoco) en un tecnicismo científico, sin duda apo­
La poesía alógica, lo mismo que la intelectual, yándose en la obra OneiroJiritilcé (In terpretación de
saca partido de la fan tasía creadora de imágenes los sueños) del escritor helenístico Artemidoro de
irreales. E lla, empero, recibe sus contenidos pasiva­ Efeso. Estudiarem os a continuación algunos de sus
mente de los estratos m ás profundos de lo soñado pasajes; y de acuerdo con su carácter, esta selec­
estando dormido o estando despierto, sin ordenarlos. ción puede ser tan arbitraria como la de lo s frag­
En actitud agresiva, frente al hombre, por cuanto mentos que omitimos: “Los carbones del cielo esta­
I éste es un “no-animal cerebral” (A. Bretón), esta ban tan cerca, que me dio miedo su olor. D os anima­
poesía lo identifica con la fuerza que predomina en les desiguales se aparejaron, y los brotes de los rosa­
, su fondo anónimo y prepersoual. A l hombre no se les dieron pámpanos, grávidos de los haces de la
le niega su poder; sólo se le motiva en forma distin­ luna. De la garganta del mono salieron llam as y
ta. E s significativo que un teórico de la poesía aló­ embellecieron el mundo con lirios. Los monarcas se
gica hable elogiosamente de la “ dictadura del espí­ alegraron. Vinieron veinte sastres ciegos. H acia el
ritu” (Tr. Tzara). E l acento de esta fórmula recae anochecer se fueron los árboles volando y yo me
sobre “dictadura” ; y el hecho de que el “espíritu”, centupliqué. Los rebaños que yo fui, se sentaron
) aquí, pretenda identificarse con el mandar o el no junto al mar. La espada apagó mi sed. Cien m arine­
mandar de los más profundos estratos alógicos, hace ros me mataron noventa y nueve veces. Todo un pue­
aun más despótica su dictadura. Lo mismo vimos ya blo, prensado en el lagar, sangraba cantando. D esi­
I al hablar de Rimbaud. Pero, entre tanto, habían ejer­ guales sombras oscurecían amorosas la púrpura de
cido su influencia las teorías de Freud y de C. G. las velas, mientras mis ojos se multiplicaban en los
I Jung. Este último explica la poesía a partir del im- ríos, en las ciudades y por encima de la nieve de las
1 pulso de unas oscuras “visiones prim igenias”, para montañas”.
las que el poeta sólo es un “médium” que deja fluir E l iniciado oirá la voz de Rimbaud a través de
a través de sí los m ateriales del inconsciente colec­ estos versos y reconocerá su procedencia. E ste texto
tivo; la forma es cuestión secundaria. Esta teoría parece una continuación apócrifa de las IIlu m in o
tuvo sus consecuencias en los suprarrealistas. tions. Bajo el aspecto de un relato sucesivo se van

302 293
!
• jineaudo im ágenes irreales y fragm entos de sucesos tas, como A ragón o Éluard, no deben su poesía a
¡te no tienen ninguna clase de con tacto entre sí y aquel program a, 6Íno a la general necesidad estilís-.
jtie podrían perfectam en te estar en un orden dis- tica, que desde Rim baud ha convertido la lírica en
: jato. Si casualm ente ex iste una relación entre lo s di- lenguaje del onirism o alógico. E l suprarrealism o es
• ¡frentes procesos, es un enlace de m etáforas absur­ una consecuencia, no una causa; es una de la s m úl­
das, lo mismo que en los sueños (una cabeza se trueca tiples form as del m oderno “anhelo de m isterio”
p. una perla, unas n otas en culebras). N o aparece ni (Julien Gracq).
• |n sólo hombre: siem pre m asas. Lo mismo la s imá- E sta penetración de la lírica en crepúsculos de
■ jenes que la form a de expresión están em parentadas sonámbulo ensueño se observa por doquiera en E uro­
<pn los sueños. Pero se trata de u n mundo de sueños pa. A diferencia de la poesía soñadora rom ántica de
íe la locura, de la fealdad, de la mueca y del asesi- otro tiempo, ésta se adentra más hondo al otro lado
ato. En ello, y no únicam ente en la experim entación del umbral, m ás acá del cual algunos residuos del
S e un estilo onírico, consisten lo s síntom as de mo­ mundo de la vigilia podrían servirnos de apoyo. El
dernidad de esos poem as. poema de Benn titu lad o D cr Traum (E l ensueño), es
En comparación con lo que lo s suprarrealistas una pura m elodía de ensueño; por él ondean nom­
mismos han heclio desde lo s anos veinte acá, su pre­ bres exóticos; im ágenes en irreales aparejamientos
cursor Apollinaire es aún el poeta m ás original de surgen, se desvanecen y se rozan; “hálito complacido
•: todos ellos. Los surrealistas sólo pueden interesar- en sí mismo de flores ya nombradas” ; “mujeres arro­
e nos por sus m anifiestos, que con una armadura me­ dilladas, apenas en relación de figura con las cabe­
dio científica justifican un procedim iento poético ini- zas colgadas muy alto en la oscuridad” ; el poema es
I
ciado ya en tiempo de Rimbaud. Convicción de que aquello mismo que dice del ensueño: “sus nombres
el hombre puede extender hasta lo infinito sus expe- no se refieren a nada en el m undo... Contemporáneos
I riendas en el caos del inconsciente; convicción de son los mundos de este ensueño, y también conespa-
fque el enfermo m ental no es menos “genial” que el ciales, y ondean y ca e n ...”.
poeta en la creación de una “ suprarrealidad” ; con­
cepción de la poesía como dictado sin formas del in-
■consciente: lie aquí algunos puntos de este programa, G a r c ía L orca, “R om ance so nám bulo ” -

que confunde el vóm ito — y por añadidura, artifi­


I cial— con la creación. Pero de él no ha derivado Hay que mencionar aquí el famoso poema de Gar­
ninguna poesía de altura. Los líricos de elevadas cua­ cía Lorea Romance sonámbulo (antes de 1927). Para
lidades que suelen incluirse entre los suprarrealis- orientarnos en su “contenido” podemos decir: una

394 295
¡jña está a la luz de la luna junto a la baranda de ! E l verdadero tema, esto es, el amor y la muerte, no
jjj balcón; en algún otro lugar, dos hombres hablan i se nombra. Pero brota como una fuerza no expre- *
po con otro; más tarde también ellos se acercan al , sada, de los esbozos de aconteceres y de objetos. Sur-
lilcón, más tayde aún, la niña yace muerta en el al- . gen grandes m etáforas: “la higuera frota su viento
|íbe. Pero semejante resumen, que termina en un ; — con la lija de sus ramas” ; “el monte, gato gar-
yiraeu de amor, destruye el poema. Porque lo que , duüo — eriza sus pitas agrias” ; “un carámbano de
’ furre es algo completamente d istin to : es un sonám- ( luna — la sostiene [a la niña] sobre el agua". E n
: pío entrelazarse de residuos de acontecimientos lugar de una acción clara, sólo está claro lo que se
■penas indicados con un m aravilloso embrujo irreal , desarrolla en el ámbito soberano de las palabras'y
l imágenes y palabras. E l poema empieza con un los colores: en el verde, antes de que suene por ú lti­
jolor: verde. ("Verde que te quiero verde. — Verde ma vez, se ha introducido un negro, signo de muerte
tiento. Verdes ramas".) E ste color no tiene nada (“cara fresca, negro pelo, — en esta verde baran-
’ yie ver con la acción, ni con los objetos. No deriva . d a!”). Todo se evoca y todo queda abierto. Apenas
lt ellos, sino que va haci'a ellos: “ verde viento..., estamos aún sobre la tierra. De la misma manera que
■urde carne, pelo verde". E l verde es una fuerza no hay espacio entre los distintos lugares (sólo las
Mágica que lanza sus reflejos a través de todo el poe- metáforas irreales forman espacio), el tiempo tampo­
t ja, es algo así como un velo sonoro. (Encontramos co transcurre. Primero es de noche, luego viene la ma­
¡n antecedente de este verde en el poema La verde- drugada herida por “mil panderos de cristal”, y al
V.¡¡lia, de Juan Ramón Jiménez, por el que también ! final vuelve a ser de noche. Pero no se trata de tiem-
iste color se extiende de un modo irreal; pero allí ¡ po épico, sino de perspectivas líricas del tiempo in-
i
it le ve todavía como causalidad, es decir, el verde j variable (como en la Fílense de Valéry, en la que de
' iene su arranque en los verdes ojos de la niña; en la luz del anochecer se pasa a la noche y de ésta otra
■lambió en García Lorca no hay arranque ninguno.) vez al anochecer). El final, que repite los mismos
Confusamente y sin relación entre sí, aparecen frag­ versos del principio, parece cerrar un círculo, pero:
mentos de paisaje y entre ellos acontecimientos tam- ( “Quizás no se movió absolutamente nada, sino que,
. tén fragmentarios y perfiles humanos. “Un barco en el espacio de un instante, a la velocidad de la luz,
jobre la mar — y un caballo en la m ontaña” se ade- se abrió un abanico: imágenes que se despliegan en­
ntan juntos en dos versos y estos dos versos se tre los numerosos verdes, que lo sostienen como esta-
( nvierten en una fuerza sonora que va repitiéndose, ( cas” (G. Zeltner-Neukromm). E sta poesía, magnífica
curso del poema no es épico, sino lírico, y pres- y valiente, no necesita justificarse por medio de las
índe de toda precisión espacial, temporal y causal. teorías de la psicología de los sueños.

298 | 397

I
garra el cielo y pone al descubierto el “inmenso mar
, L O ABSURDO j EL “ HUMORISMO” del vacío” ; el humor es la expresión de la incon­

J Pero la moderna poesía de los sueños tiende tam­


bién a la disonancia de lo absurdo. Baudelaire ya
gruencia entre el hombre y el mundo, es el rey de
lo inexistente. Como puede verse, esta teoría no es
más que una variante de la poética moderna.
había exaltado en el sueño la cualidad de inventar
absurdos, en cuanto ello representa un triunfo del
1 sujetivismo liberado. En 1939, Éluard, haciendo eco R e a l id a d
' a Rimbaud, exigía de la poesía que “destruyera la
1 lógica hasta llegar a lo absurdo”. Bretón fue más Una vez más, podemos plantearnos el problema
allá y declaró que sólo lo absurdo era capaz de poe­ de la realidad, que ya nos planteamos al hablar de
sía. A esta escuela pertenecen por ejemplo los poe- Rimbaud, y en la misma forma heurística en que lo
| mas grotescos a la manera de Rafael Alberti, pero planteamos entonces. La realidad nos dará una vi­
también toda aquella producción que en Francia se sión más precisa de la fuerza con que la poesía m o­
, ha incluido bajo la denominación apenas traducible derna transforma, destruye o rechaza por completo
de “humour noir”. Se trata de un humor sin alegría, la materia del mundo. Desde el punto de vista poé­
que lleva hasta sus últim as consecuencias la teoría tico y artístico del siglo x x , el mundo es tan estre­
de lo grotesco de Víctor Hugo. E l mundo desgarrado cho como lo definió Baudelaire en sus versos: “E l
! en fragmentos, la extravagancia y la payasada son mundo, monótono y pequeño, hoy, ayer, mañana,
; casos particulares del estilo deformante al modo de siem pre...”. Pero también sigue en vigor lo que he­
, Rimbaud. Gómez de la Serna ha dado forma escrita mos calificado de dialéctica de la modernidad (véa­
1 a la teoría del “humor” moderno, al que llama “hu­ se pág. 117), es decir, la pasión por lo infinito, invi­
morismo” (en Istnos) . Lo interesante de esta teoría, sible o desconocido tropieza con una trascendencia
I así como de muchas otras parecidas que han elabo- vacua y retrocede para volver a caer en forma des­
' rado los franceses, es que en ellas coinciden todas tructora sobre la realidad. Porque frente a la lírica
las características que lo son también del estilo de- moderna es lícito hablar también de una trascenden­
formante y por lo mismo de una gran parte de la cia vacua, a menos que se trate de una lírica confe­
lírica moderna. E sta teoría puede resumirse así: E l sional, la cual no deja de tener también sus proble­
l humor hace pedazos la realidad inventando las cosas mas. En la poesía de Guillén, lo absoluto es sin duda
i más inverosímiles, junta los tiempos y las cosas más luz y perfección geométrica, pero no se da ninguna
dispares y desfigura todo lo existente; el humor des­ definición de su contenido. Y cada vez que la lírica

299
se refiere a cualquier ideal, se imponen términos la cotidianidad del mundo moderno. La fealdad, con­
totalmente imprecisos o símbolos de pura misterio- vertida desde Eimbaud en un excitante dinámico,
sidad: conserva su soberanía. Un poema de Benn, B ilder
< La lírica contemporánea observa actitudes muy (R etratos), consta de un solo período, cuya articula­
diversas respecto al mundo, pero el resultado es ción, sin embargo, no es el resultado de recursos sin­
siempre el mismo: desvalorización de la realidad. tácticos formales — en los versos primero, trece y
Lo mismo que en la novela, en la lírica el mundo real quince se encuentra la expresión “Siehst d u ...” (“S i
se desmenuza en fenómenos de detalle, se criba cui­ ves...”), como velada oración condicional, pero en el
dadosamente y se coloca en lugar de un todo com­ último verso se lee “Du sieh st...” (“V es...”), como ve­
pleto. Estos fenómenos de detalle pueden presentarse lada oración principal—•, sino sólo por los juegos
en una forma brutalmente concreta, referidos como de equilibrio internos y por el cambio de acento, de­
en un reporte periodístico, como en los poemas de morado hasta la conclusión. En este período único
Blaise Cendrara, uno de cuyos tomos lleva el título apa recen varias imágenes de fealdad, enfermedad y
de Documentations, y originariamente se llamó in ­ depravación, para culminar en la conclusión de que
cluso Kodak. Este procedimiento neutraliza basta tal todas ellas son obra “del gran genio”. ¿Se trata de
punto el mundo, que no se diría sino que ya no tiene un escarnio o de la interpretación de lo feo como
nada que ver con el hombre. Una lírica “mediadora” signo de un mundo superior? Probablemente de esto
que a través de objetos o de paisajes haga hablar a último. El tono, quedamente extático, los ecos de
un alma humanamente próxima, apenas puede en­ una indeterminada trascendencia, la ambigüedad del
contrarse. Como en la novela ocurrió en otro tiempo significado, y todo ello en esa condensación de imá­
con Flaubert y hoy con H em ingvay, la lírica trata genes de la fealdad, que es algo completamente dis­
a menudo el mundo exterior como si fuera un inerte tinto de lo meramente opuesto a la belleza, consti­
obstáculo que se opone al hombre. Lo objetivo se tuyen las características que permiten reconocer en.
busca preferentemente en lo trivial y bajo, porque Benn a un lírico moderno.
ahí su peso parece todavía m ás abrumador y aisla Incluso la elección de la fauna y de la flora se
j aun más al hombre. D etritus de las grandes ciudades, produce a un nivel más bajo. “E l laurel se cansó de
1 vapores de agardiente, raíles, tabernas, patios de fá- ser poético” viene a decir un verso de García Lorca.
| brica, retazos de periódico y otras cosas semejantes, Y se habla de algas, de fucus, de ajos, de cebollas,
; aparecen, cuando los poemas son buenos, animados de cornejas, caracoles, arañas. En Trakl se encuen­
\ por aquel “estremecimiento galvánico” que Poe y tran ángeles, de cuyos párpados “ gotean gusanos”.
Baudelaire ya preconizaron para infundir lirismo a Con ello concuerda el hecho de que Sartre en una

300 301
de sus novelas compare la vida con las raíces. Para rica moderna. Se manifiesta sobre todo en un pro­
Goethe, las raíces algo confuso e informe, algo que cedimiento que consiste en tomar fragmentos del
“jamás lograría ascender” . M óntale tituló un libro mundo real y reelaborarlos cuidadosamente en sí
de poemas Ossi d i Scppia (E u eso s de jib ia ); nna de mismo, pero procurando que sus superficies de frac­
sus palabras favoritas es “árido” ; también nos ha­ tura no concuerden unas con otras. E n estos poemas,
bla de la “sílaba torcida, que es seca como una el mundo real aparece rasgado por abigarradas vías,
rama”. Como en Baudelaire, lo inorgánico aparece y ha dejado ya de ser reaL
como signo de espiritualidad superior a la vida. De este modo llegamos a T. S. E liot. Las inter­
Ejemplos de ello los encontramos en Valéry y en pretaciones de que la obra lírica de este poeta ha
Guillen. Pero también m ás-de una vez lo encontra­ sido objeto por parte de la crítica difieren hasta ta l
mos deliberadamente colocado junto a lo orgánico punto que no se pueden conciliar. Sólo en un punto
sin este valor aristocrático. U n poema sin título de concuerdan todas y es que esta obra llena de incon­
Móntale, que empieza: A d d ii... (en Le Occasioni), gruencias resulta fascinadora por su “musicalidad”.
habla de una despedida; como residuo humano, sólo Esta musicalidad es resultado de una mezcla de so­
un “ tú ”, sin ulterior determinación; todo el peso nidos, aunque no armónica, imposible de olvidar. E l
de la expresión recae sobre los automatismos que lenguaje transcurre, siempre de modo imprevisto,
“ van apareciendo, cohibidos, por los corredores”, y por las más diversas m odulaciones: relato escueto,
en la “ronca letanía del tren expreso”. - nostalgia, contemplación, melodía de flauta, de vez
en cuando patetismo y luego otra vez ironía, sarcas­
mo, estilo coloquial descuidado. E sta polifonía es
para cada uno de sus poemas una trabazón mayor
T. S. E lio t
que la situación espiritual o anímica que pueda ha­
ber en su fon d o; pero está tan en su fondo que nadie
En la poética de Mallarmé y, más recientemente, ha sabido decir todavía en qué consiste en realidad.
en la de Valéry, el concepto de fragmento llegó a Claro está, sin embargo, que pueden reconocerse al­
alcanzar gran importancia. Con él se designa la más gunos temas, como por ejemplo la orfandad del hom­
elevada actualización posible de lo invisible en lo bre én el desierto de la gran ciudad, la inestabilidad,
visible, que, precisamente por su carácter fragmen­ reflexiones acerca de la función del tiempo y del ex­
tario, demuestra la superioridad de lo invisible y la trañamiento del mundo. Pero estos asuntos, más que
inasequibilidad de lo visible. E l fragmentarismo ha servir de soporte a los poemas, pasan a través de
seguido siendo también una característica de la lí­ ellos. El verdadero soporte es lo que el propio E liot

302 303
llama la emoción artística, que debe comprenderse
m * dice en un grupo de versos, se destruye en el si­
como algo totalm ente im personal. E sta emoción tien­
guiente, o se olvida. Lo mismo ocurre con la s imáge­
de hacia la altura y hacia la profundidad, “vestida
nes y los acontecim ientos, que son un centón de frag­
de blanco y azul, los colores de la Virgen María, y
mentos de origen heterogéneo, sin ordenación nin­
diciendo las cosas m ás triv ia les”, como se lee en dos
guna en el tiempo ni el espacio. Muebles pasados de
versos de A sli-W edn esday (M iércoles de C eniza). La
moda, alumbrado de gas, ratas, automóviles, niebla
emoción penetra en la “ correspondencia objetiva”,
londinense, hojas secas, luego ninfas, Tiresias, pie­
es decir en las im ágenes, acontecim ientos de seres
dras preciosas, pero también un mercader de Esmir-
humanos o de cosas. Pero, ¿qué imágenes y qué acon­
na sin afeitar: todo ello revuelto y sin orden. A l
tecim ientos son ésos? E liotjd ice en una ocasión que
lado de un camarero centellea el recuerdo de Aga­
los caracteres esenciales de la época actual son la
menón; R iver P ía te es al mismo tiempo Sacré Coeur,
inestabilidad y el antagonism o llevado al extremo.
es decir, los espacios culturales se superponen sim ul­
Pero precisamente éstos son también los caracteres
táneamente. E liot, en F our Q uartets (C uatro Cuar­
esenciales de su técnica poética. Por lo tanto aquella tetos), empieza la descripción de un día de noviem­
afirmación de E liot equivale a reconocer que su obra bre y la interrumpe diciendo: “E sta era una manera
corresponde a la civilización moderna, que con sus de expresarlo — no muy satisfactoria” ; y luego pro­
complicaciones, sus contradicciones y su hipersensi- sigue con el mismo tema en un estilo totalm ente dis­
bilidad nerviosa, exige una poesía de amplios ámbi­ tinto y obtiene un contenido también plenamente dis­
tos, pero que sólo sugiera y hable indirectamente, y tinto; este procedimiento tiene su antecedente en
que por lo tanto ha de ser necesariamente difícil. Lautréamont. La segunda parte de E ast Coker, en
Al principio de The W aste Land leemos el si­ el mismo poema, termina con un verso que parece
guiente verso: “ Porque tú sólo conoces un montón una sentencia: “La única ciencia que podemos pre­
de imágenes rotas”, y al final: “Con estos fragmen­ tender— es la de la humildad, que es infinita” ; e
tos he apuntalado m is ruinas”. Debemos aceptarlos inmediatamente siguen, en forma completamente in ­
como adhesión al fragmentarismo, que es la ley de coherente, dos imágenes: “Todas las casas yacen bajo
la poesía de E liot. E l fragmentarismo determina su el mar. — Todos los que bailaban yacen bajo el co­
modo de expresarse, que empieza por ejemplo con llado”. El final parece significar una oculta relación
un corto relato, lo interrumpe y prosigue con un entre el contenido de aquella sentencia y dos sucesos
monólogo interior, interrumpido a su vez por una objetivos (de casa y bailadores, por lo demás, se ha­
cita que no viene a cuento, a la que sigue un frag­ bía hablado en un pasaje muy anterior). Pero la
mento de diálogo entre personajes sin perfil. Lo que posible relación sólo se expresa en la dura e incohe-

304 305
>. DE I .A L ÍR IC A M ODERNA. - 20
rente yuxtaposición de concepto y acontecimiento. La ‘‘Universo del exilio”. La realidad que contiene eá
'relación se sugiere por medio de la no-relación. una realidad desconocida, extraña, procedente" de
' ¿En qué mundo se desarrolla esta poesía? En países exóticos, de culturas extinguidas, de m itos
The W aste Land aparece repetidamente la palabra raros. E s característico de Saint-John Perse intro­
“irreal”. En Asli W ednesday se nos habla de la “vi- ducir en medio de las creaciones de su fantasía he­
■sión indescifrada en el sueño más a lto ” y de la “pala­ chos concretos, pero traídos de tan lejos o expresa­
bra inaudita”. E stas expresiones se complementan. dos de manera tan extraña o imprecisa, que su valor
•Esta poesía sabe lo que se hace. Con el poder omní- de realidad ya no se pueda apreciar y se conviertan
imodo del “sueño”, destruye el mundo y lo lanza a la en melodía de un “canto no destinado a ninguna ori­
, irrealidad, para irradiar en ella m isterios que, mien­ lla”. E sta delirante búsqueda de infinito contrasta
tras el mundo sea real, no podrá irradiar jamás. La ásperamente con la minuciosa precisión de sus indi­
mágica polifonía del lenguaje confina con lo inefa- caciones acerca de detalles sensibles y corrosivos, to ­
' ble y la música sorda del sueño sólo puede captarse mados sobre todo del mundo de los olores animales.
por medio de palabras entrecortadas. Pero incluso estos detalles se nombran de un modo
enigmático, porque el poeta recurre a vocablos ma­
I rineros, cinegéticos, botánicos, médicos, poco frecuen­
S aint-J ohn P erse tes, que ni siquiera el lector francés suele compren­
der sin ayuda de un diccionario. Mejor es abando­
Tornos hablado antes de la irrealidad sensitiva narse a estas palabras como a la m úsica de un in s­
de Rimbaud. Este mismo concepto parece poderse trumento exótico. Entre los detalles y la informe
aplicar a los poemas de Saint-John Perse, que, por infinidad, cualquier objeto, paisaje o situación pier­
lo que a su contenido respecta, apenas son asequibles. de su totalidad, por voluntad del poeta. Un pasaje
I Sus versículos, a la manera de los de los himnos o de de filogcs puede, resumido, traducirse a sí: Frente

I los salmos, conmueven al lector como si fueran dilu­


vios cósmicos. En ellos van sucediéndose evocacio­
bajo manos amarillas, recuerdo de “flechas, lanzando
a través del mar de los colores” ; naves musicales en
I nes solemnes y grandiosas, desplegando una profusa el muelle, montañas de madera azul; pero “¿qué se
I . hizo de las naves? Palmeras” ; luego: “un mar, m ás
sucesión de imágenes siempre nuevas, que a la vez
I exaltan y desconciertan la fantasía del lector. Estas hospitalario y aduendado por viajes invisibles, esti­
imágenes no conducen jamás a un reposo. Toda el bado como un cielo sobre los jardines, repleto de fru­
í
)
alma y todo el universo ondulan en espumoso movi­ tos dorados, de peces violetas y pájaros” ; los aromas
miento. Pero este universo nos es extraño: es el se elevan a alturas maravillosas “y gracias al árbol

306 30T.
!

3¿ la canela del jardín de mi padre gira vertigino­ aunque revestidas de cualidades sensibles, ya no per­
samente un mundo enajenado, deslumbrante de esca- tenecen a ninguna realidad. Bastará que citemos al­
• isas y caparazones”. gunas de ellas: “E l mar en calambres de medusa” ;
1 Un mundo enajenado. E l hombre que vive en él “La negra lana de los tifones” ; “de la verde esponja
ra a la aventura a través de todos los tiempos y to- de un árbol chupa el cielo su jugo color violeta” ; un
áos lo s espacios, es un príncipe que penetra en un hombre que contempla el cielo matutino “apoya su
país inédito, es Alejandro Magno — por eso el poeta barbilla sobre la últim a estrella” ; “pestilencias del
tituló A n a la se (A n á la sis, en recuerdo de la expedi­ espíritu en el crepitar de la sal, en la lechada de cal
ción de Alejandro a A sia) una de sus obras poéti­ viva” ; “matemática, colgada de los icebergs de la
cas— . Pero el conquistador tiene que destruir todo sal”. Todos los fragmentos de estas imágenes 6on
lo que es anterior a él. Un pasaje impresionante de sensibles, pero las imágenes son irreales porque en
Pluies (L luvias) dice: “ Borrad la mancha del ojo ellas se funde lo incongruente: irrealidad sensible.
■I del biennacido, la mancha del benemérito, del dota­ Es curioso que Saint-John Perse introduzca tan a
do ; borrad la historia de los pueblos, los grandes menudo la “sa l” en sus imágenes. También lo hizo
'anales y las grandes crónicas, borrad las tablas de Rimbaud. ¿Se trata de una exigencia de la estruc­
la memoria, borrad en el corazón del hombre la s más tura como aquella “sierra” de Lautréamont, que vol­
‘bellas palabras hum anas...” Porque el conquistador vimos a encontrar en Éluard y en Picasso (véase
Jya “no se deja contaminar por el vino y las lágrimas pág. 24)? Esta exigencia se confirmaría si esa “sa l”
de los hombres”. Pero ¿dónde está su meta? Saint- procediera de las doctrinas alquimistas, en la s que
John Perse tampoco contesta a esta pregunta. Sólo es un elemento simple de la naturaleza al lado del
\
habla de partir hacia lo desconocido — “cada vez azufre y el mercurio.
más lejos del lugar de nacim iento” —, y del “poema Saint-John Perse ha sido traducido al inglés por
' nunca escrito”. E ste esquema es exactamente el mis­ Eliot y al italiano por Ungaretti, y apreciado por el
mo que el de Rimbaud, o sea, destrucción de lo fa- español Guillén. En 1929, Ilofm annsthal escribió al­
! m iliar para evadirse a lo desconocido; ante lo desco­ gunas páginas de introducción a A nulase. E n ellas
nocido fracasa el lenguaje; sólo es capaz de emitir define a Mallarmé, Valéry y Saint-John Perse como
sonidos extraños que proceden de la s capas más pro- “individuos creadores que se trazan a sí mismos el
1 fundas del mundo de las palabras y que se acercan lenguaje” ; y luego añade: “Ésta fue siempre la m i­
al silencio o a la locura. nera latina de acercarse al inconsciente, lo cual no
I También Saint-John Perse, como Rimbaud, está se realiza, como en el espíritu germánico, dejándose
! impulsado por una pasión creadora de imágenes que, llevar por un estado de ensueño, sino sacudiendo y
j
308 300
mezclando los objetos y perturbando el orden”, en infinito, — ¡qué pura y larga herida — dejó su fan­
un “oscuro y poderoso autoencantam iento gracias a ta sía!”. Ortega y Gasset com enta: “ E l alm a lírica se
la m agia de la palabra y de lo s ritm os”. revuelve contra las cosas naturales, y la s vulnera
o asesina”. Y para Gerardo D iego la poesía “ es crear
lo que nunca verem os”. Marcel P rou st escribía: “E l
I m a g in a c ió n d ic t a d o r a artista actúa como aquellas altas tem peraturas bajo
las cuales las combinaciones de átom os se disgregan,
H ofm annsthal llam a a estos poetas “individuos para formar grupos completamente d istin to s”. Benn
creadores” . E llo nos conduce otra vez a un concepto califica al espíritu occidental, im plicando en él tam ­
del que ya nos servimos al hablar de Rim baud: el de bién al arte, como “disolución de la vida y de la natu­
imaginación dictadora. En la poesía actual existe, raleza y reconstitución a partir de una ley hum ana”.
pues, también esta im aginación dictadora como ori­ Picasso llama a la pintura un Uquehacer de ciegos”
gen de todas estas transform aciones y destrucciones y con ello alude a la libertad del arte frente a toda
del mundo de la realidad. Y lo es h asta tal punto que exigencia objetiva. E l poder de la im aginación in i­
sus resultados sólo pueden m edirse con la realidad ciado a fines del siglo x v m ha llegado en el x x a su
y con la situación normal del hombre heurísticamen­ plenitud. También la lírica ha llegado definitivamen­
te, pero no como conocim iento exclusivo. Cierto es te a ser el lenguaje de un mundo creado por la fan­
que la lírica borró siempre la diferencia entre “es” tasía, que va más allá de la realidad o incluso la
y “parece”, y sometió sus tem as al poder del espíritu destruye.
poético. Pero lo que es verdaderamente moderno es \
que el mundo nacido de la fan tasía creadora y del \
lenguaje iudependiente sea enemigo del mundo de LOS RESULTADOS DE LA IMAGINACIÓN DICTADORA

la realidad. Aquella frase baudelairiana según la cual


la imaginación empieza descomponiendo y deforman­ Apenas es necesario hablar de los efectos que un
do y luego recompone de acuerdo con sus propias principio tan absoluto de la poesía puede tener desde
leyes, no sólo se confirmó en la práctica poética del ti punto de vista del contenido y de la técnica del
siglo x x , sino también en la s afirmaciones de los pro­ lenguaje.
pios poetas y de los artistas plásticos. Y lo que más En la lírica, incluso el espacio se descompone,
sorprende es que en estas afirmaciones intervengan perdiendo su coherencia y el orden normal de orien­
siempre expresiones agresivas o negativas. García tación de sus dimensiones. Schiller criticaba en cier­
Lorca dice de Juan Ramón Jim énez: “En el blanco ta ocasión un poema porque hablaba de la falda de

310 su
)js montañas e inm ediatam ente de un prado en el profusión porque se presta a la creación de irreali­
valle; juzgándolo desde el punto de vista del orden dades y a aumentar el peso de la palabra trasladada.
jeal del espacio, lo censuraba como un salto que “Un anciano de oro con un reloj de lu to ” (Prévert)
jompía “la continuidad de las relaciones” . E l lector en lugar de: un anciano de luto, etc. “Rama triste y
•puede volver a leer las citas que anteriormente he- corazón seco” (Juan Ramón Jiménez), en lugar de:
1j o s hecbo de E lio t y de Saint-John Perse, para darse rama seca, etc.
menta de hasta qué punto un poema moderno puede E l tiempo asume también una función anómala.
jasar sin transiciones de unas partes del espacio a Unas veces porque viene a representar una cuarta
• as que más alejadas estén de ellas. En un poema dimensión espacial, por cuanto cosas que en el tiem­
le Trakl leemos: “U na blanca camisa de estrellas po están separadas se unen por un solo instante, al
juema los hombros que la llevan” ; en esta fusión de que corresponde un solo espacio visual; esto mismo
las estrellas con la figura humana el espacio ya no lo vimos ya en E liot. Otras veces, porque los califi­
'existe en absoluto. E n Zone, de Apollinaire, reina la cativos de espacio están sustituidos por calificativos
ámultaneidad de todos los espacios: Praga, Marse­ de tiempo: los “espejos cercanos” de Valéry. Sin
lla, Coblenza, Amsterdnin, son el escenario sim ultá­ embargo, el caso más frecuente suele ser el de la
neo de una misma acción interior y exterior. En la completa supresión de las fases temporales, e inclu­
juayorla de los casos ni siquiera hay indicaciones de so del propio tiempo. E llo se realiza sobre todo lia-
lugar; en otros son empleadas al revés. En Valéry, cieudo pasar un poema de un tiempo a otro sin que
íl mar duerme sobre la s tumbas, en Alberti “sobre la el contenido argumental se adapte a este cambio. Las
estrella [está] el viento — y sobre el viento la vela”. formas verbales son aquí exclusivamente perspecti­
Pero ello forma parte de la general alteración del vas líricas de algo que está en reposo o que no está
orden de las cosas. “E l aire apura la fronda amarga” en ningún tiempo, a menos que se la s utilice mera­
(Quasimodo); “ Esta oscura humedad tangible huele mente como variantes de sonoridad o de ritmo supe­
.a puente” (Guillén). En este últim o ejemplo hay ade- ditadas al curso autónomo del lenguaje. Pero el
!nás un adjetivo colocado fuera de su lugar: “tangi­ poeta dispone también de otros medios. En un poe­
ble”, que en realidad corresponde a puente, se con­ ma de M.-L. Kaschnitz titulado Genazzano, los pri­
vierte en cualidad de la humedad casi inmaterial. meros cinco versos contienen una oración nominal
'Este procedimiento (la hipálage, reconocida ya por sin ningiín verbo, que parece un proceso real: subir
la retórica clásica, aunque no recomendada para ser en burro hacia una pequeña ciudad de m ontaña;
jasada con frecuencia) va exténdiéndose a partir de luego aparecen verbos, pero están en un imperfecto
¡Rimbaud y lo encontramos actualmente con gran supratemporal, que abarca distintas fases (entre ellas

sis
un futuro), en las que se pueden situar los aconte- concatenación causal. Lo hemos citado como uno
•' cimientos ulteriores, ya de puro ensueño — en el caso de los innumerables ejemplos de supresión de la cau­
de que se tuvieran que “pensar” — . Vemos, pues, que salidad. Pero también puede ocurrir lo contrario. Un
el acontecimiento real, que se desarrolla en el tiem­ verso de E liot dice: “Ve, dijo el pájaro, porgue las
po empírico, aparece sin indicación de tiempo ver­ hojas estaban llenas de niños”. E ste verso establece
bal, mientras que el acontecimiento irreal es presen­ una aparente relación de causa y efecto entre cosas
tado con varios verbos, cuyas fases temporales son que no la tienen ■ sólo gracias a la fantasía lo que
completamente irreales, porque, lo mismo si expre- se dice en el segundo hemistiquio se convierte en
' san el futuro que el pasado, prescinden de esta di­ “motivo” del grito del pájaro. Lo que en la lírica
ferencia. antigua era posible, pero poco frecuente, en la lírica
1 Hay un poema de ocho versos de García Lorca, moderna se ha convertido en ley: la paradoja de
Cazador, que procede como una suma óptica: “ ¡A lto destruir relaciones materiales o encadenamientos ló­
* pinar! — Cuatro palomas por el aire van. — Cuatro gicos suprimiendo las conjunciones causales, adver­
palomas — vuelan y tornan. — Llevan heridas — sus sativas o de otra índole, mientras que por otra parte
1 cuatro sombras. — ¡Bajo pinar! — Cuatro palomas, se usan estas conjunciones para relacionar cosas y
i en la tierra están” . Acontecimiento narrado en el acontecimientos que no tienen nada que ver entre sL
! lenguaje más escueto, sin que su concatenación cau- Estamos en el reino fantástico de la imaginación.
{ sal esté expresada, sino más bien sustituida por la Otra ley estilística que se ha convertido casi en
■'mínima conjunción copulativa “y ”, así como por el tópico consiste en situar a un mismo nivel lo tan­
cambio de espacio (a ltu ra-su elo). Por un instante, gible y concreto y lo abstracto: “La ceniza de la ver­
el lenguaje se acerca a lo doloroso (“heridas” ), pero güenza” (Saint-John Perse); “E l candelabro atra­
inmediatamente lo evita hiriendo sólo las sombras. viesa vuestra inaccesibilidad” (Bilke, refiriéndose a es­
El motivo del cambio de imagen y de espacio se calla: pejos) ; “La flotante consunción aletea como un chor­
¡ el tiro del cazador contra las palomas. E l principio lito ” (W. Lehmann). T finalmente la imaginación
J y el final del poema están por igual en presente, a se apodera de lo visible y audible por medio de colo­
' pesar de que ambos fragmentos de acción pertenecen res irreales. Generalmente emplea el verde. “Pasos
1 a momentos distintos, o pertenecerían a momentos verdes” ; “tus ojos verdes de púrpura” ; “sol verde” ;
distintos si el poema se refiriera a la realidad. Pero “oro verde” ; “olor verde” ; “música verde”. E ste fe­
se trata de una imagen de movimiento creada por la nómeno, o uno de sus aspectos, suele denominarse
i fantasía, que sustrae al acontecimiento real todo sinestesia, pero en esta designación retórica se olvi­
cuanto es posible, entre otras cosas el tiempo y la da que se trata de un acto de extrañamiento, de di-.

316
sonancia, del cual debe surgir un estremecimiento Pero iucluso cuando la metáfora uo renuncia por
t como el que causa lo fabuloso. completo a su función comparativa, resulta ser el
procedimiento estilístico m ás adecuado a la ilim ita­
T é c n ic a de r e f l e jo s y m etáforas da fantasía de la poesía moderna. La m etáfora sir­
vió siempre para modificar poéticam ente el mundo,
, En Kimbaud se observa por prim era vez un pro­ y Ortega y Gasset así lo expresó en uno de sus ensa­
cedimiento que hemos dado en llam ar técnica de la yos al afirmar que la m etáfora es el más sublim e po­
fusión. La lírica del siglo x x tam bién hace uso de der del hombre, por cuanto raya en la m agia y es
ella. En un poema tardío de R ilke titulado “Las pa­ algo así como un instrum ento creador, que D ios dejó
lom as” aparecen al lado de la s palabras — ya muy olvidado en el interior de sus criaturas, como el ciru­
abstractas — relativas a los anim ales, otras muy dis­ jano distraído puede dejar olvidado un instrum ento
tintas com o: luz de lámpara, humo, víctima de amor, dentro del cuerpo del operado. La metáfora clásica
libación, vaso, sacerdote. Pero ya no se trata de tér­ e s tá condicionada por la analogía entre objeto e ima­
minos de comparación o de m etáforas, sino de inter­ gen. Cuando llam a oro al cabello, la analogía salta
ferencias de otro mundo (rito de los sacrificios) so- a la vista sin necesidad de más. En algunas épocas
( bre el fenómeno palomas. D ice García Lorca: “ Pasan de la literatura posterior a la Antigüedad, la m etá­
caballos negros... por los hondos caminos — de la fora sirve para realizar poéticam ente aquella rela­
1 guitarra” . Otro m aestro en el manejo de este estilo ción entre las cosas, que según el pensam iento cris­
es Gerardo Diego. En su Insom nio, el insomne habla tiano se funda en su común origen en Dios. La metá­
a la durmiente. Un verso en el que en lugar del verbo fora moderna, en cambio, atenúa o destruye la analo­
aparece un “por” creador de espacio dice así: “Tú gía ; no expresa una relación mutua, sino que fuerza
por tu sueño, y por el mar la s naves”. La durmiente a unirse cosas entre sí incoherentes. Su característi­
y el mar se convierten en una unidad irreal, en la ca permanente es la distancia cuanto más grande
¡ que se sume también el que habla, por cuanto los mejor entre objeto e imagen (lo cual, dicho sea de
términos procedentes del mundo marino concreto — p a so , demuestra una vez más su parentesco con la
i isleño, acantilados, e tc .— , le abarcan también a él. literatura barroca). E ste procedimiento resulta en
( Otro poema titulado Sucesiva es un constante flujo detrimento del objeto y de su valor de realidad, pero
’ y reflujo de agua y figuras humanas. Ya no se puede en cambio favorece la imagen, es decir, el resultado
hablar aquí de metáforas, porque la comparación que de la fantasía creadora. La fuerza espiritual que
i se establece en ellas se ha convertido en absoluta siempre había actuado en la metáfora se eleva ahora
identificación.
i a soberanía total. La metáfora se convierte en ima-

310 317
gen absoluta que sólo presenta ya lejanos restos de lejanas, por otro las hay que son meramente diso­
•'‘copia” y que nace, más que de una comparación, de nantes. Alberti: “Costas con frente de culebra” ;
jn salto, y aun de un salto extraordinario. Ezra García Lorca: “La arena del espejo” ; Éluard: “La
Pound exige de la imagen m etafórica que sea “ tor- paja del agua”.
. bellino radiante en el que crucen veloces las ideas”,
; que tengan resonancia infinita. U n poema de Ray-
t mond Queneau L’E xplication des m étapliores (en Ú l t im a s c u e s t i o n e s ; c o n o c im ie n t o e n lugas
i Les Ziaux, 1943), dice: “Las metáforas vierten sus DE PRONÓSTICO
imágenes negativas en la nada, son pluralidad efer­
vescente, dobles inventados de "la verdad”. Y otro Bien se ve hasta qué punto la metáfora moderna
poema dice: “ ...la poesía no olvida ciertamente que coincide con todo cuanto hasta aquí habíamos des­
• el... viento unas veces se llama labios; otras arena” crito. Incluso en la disonancia y con este concepto
(Aleixandre). volvemos a lo que había constituido el inicio de nues­
Para aclarar las ideas citaremos algunos ejem­ tro libro. A llí citábamos una frase de Stravinsky
p lo s. Éluard: “En el tormentoso llano se pudren las acerca de la disonancia. En 1914, los pintores Marc
raíces de los suspiros”. García Lorca: “La luna siega y Kandiusky formularon la “ley de la disonancia del
lentamente el viejo temblor del río”. A veces la lírica color”. Y los músicos contemporáneos hablan a ve­
' coloca la metáfora en forma de aposición inmediata­ ces de acordes “en tensión” o “ultraagudos” y se
mente junto al objeto, creando así casi una identi­ refieren a su valor absoluto, y no a su función de
dad con él. E s famoso el escueto verso final de Zone mero paso a la consonancia que los “resuelve”. E n
de Apollinaire que dice así: “ Sol — cuello cortado” ; cuanto a la lírica moderna, hay que reconocer que
este verso transfigura la puesta del sol. O el de Gui- en sus disonancias obedece a una ley de su propio
\ lien: “Octubre, isla de perfil preciso” . La metáfora estilo. Y esta ley obedece a su vez, como ya hemos
absoluta, en la que el objeto que se quiere comparar tratado de explicar repetidas veces, a la situación
,ni siquiera se cita, o sólo se cita mucho más tarde, histórica del espíritu moderno. La amenaza a su li­
1se acerca aún más a la identificación y se aparta aún bertad es tan violenta, que su tendencia a la libertad
más de la comparación. Así K rolow : “Las monedas se hace también violentísima. Su arte encuentra tan
' de plata del río”. O V aléry: “E ste tranquilo techo”. poco el “reposo” en la realidad objetiva, actual e h is­
Sólo más tarde nos enteramos de que se trata del tórica como en la auténtica trascendencia. Por eso
* mar. Si por un lado todas estas metáforas represen­ su reino poético es el mundo irreal creado por él m is­
tan una fusión forzada y anómala de cosas entre sí mo, y existente sólo gracias a la palabra. Sus órde-

318 319
t

(íes, exclusivamente propias, se mantienen en una siendo lenguaje, aunque sólo pocas veces sea un len*
tteusión deliberadamente insoluta frente a lo corrien­ guaje destinado a la comprensión. Los poetas están
te y seguro. Incluso cuando semejante poesía es me­ solos ante el lenguaje, pero éste solo basta para sal­
nos acentuada, se observa en ella esa estrañeza diso­ varlos. Incluso los más solitarios saben que con ello
nante, cuya congoja es encanto y cuyo encanto es pertenecen a una eternidad, es decir, a la eterna liber­
congoja. La lírica moderna es como un gran cuento tad del lenguaje para inventar, jugar, cantar y trans­
■jamás oído y muy solitario; en su jardín hay flores, formar.
'pero también piedras y colores químicos; frutas, liem os tenido que recurrir casi exclusivamente a
'pero también drogas peligrosas; vivir sus noches conceptos negativos para describir la lírica moderna,
■bajo la s temperaturas extremas-es terriblemente ago­ pero ha quedado demostrado con qué necesidad sus
tador. E l que es capaz de oir, percibe en esta lírica distintas características, incluso anormales, derivan
un amor duro, que quiere permanecer virgen y que unas de otras o se encadenan entre sí. Ésta es la
por eso mismo prefiere hablar a la enajenación o in ­ razón de que la lírica moderna pueda identificarse
cluso al vacío que a nosotros. La realidad mutilada en su estructura incluso cuando más misteriosamen­
‘o destrozada por la violencia de la fantasía es como te habla o cuando más arbitrariamente procede. Su
unas ruinas que sirven de base a la poesía. Encima íntima lógica al alejarse de la realidad y la norma­
de ellas se edifican las irrealidades forzadas. Pero lidad, así como la aplicación de sus propias leyes de
jen las ruinas y las irrealidades se encierra el miste- extrema deformación del lenguaje, son también una
;rio, y en virtud de éste escriben los líricos. piedra de toque para apreciar la calidad de nn poeta
Lo que dicen, lo dicen en forma disonante: ya sea y de un poema líricos. La antigua norma poética se­
expresando lo indeterminado por medio de deter­ gún la cual un poema tenía que obedecer a una nece­
minantes, ya lo complicado por medio de frases sen- sidad artística, no ha perdido vigencia. Únicamente
■cillas, ya lo que no tiene fundamento por medio de se ha transferido de las imágenes e ideas a las cur­
'argumentos (o al revés), ya lo inconexo por medio vas sin significado del lenguaje o de la tensión. É stas
jde conexiones (o al revés), ya lo espacial o lo intem­ pueden subyugar aunque aparezcan en un m aterial
poral por medio de adverbios de tiempo, ya lo abs­ oscuro susceptible de m últiples interpretaciones; si
tracto por medio de las fuerzas m ágicas de las pala- subyugan, el poema es bueno. Con el tiempo, y a base
, bras, ya lo arbitrario por medio de formas rigurosí- de estas indicaciones, uno va aprendiendo a distin­
| simas, ya la imagen de lo invisible por medio de frag- guir a los seguidores de la moda de los verdadera­
imentos de imágenes sensibles. É stas son las disonan­ mente elegidos, a los charlatanes de los cantores.
cias modernas de Lenguaje poético. Pero continúa Frente a la pintura y a la música moderna, la

320 321
E. !>E LA L ÍR IC A M ODERNA. • 21
gente se pregunta a menudo a dónde se irá a parar.
Las respuestas que se oyen no son satisfactorias,
porque no liay ninguna posible. Jam ás se ha podido
pronosticar qué aspecto tendría un arte del porve­
nir. Y la lírica moderna, que no menos que la pin­
tura y la música parece haber agotado sus posibili­
APÉNDICE
dades y a veces parece andar hacia su propia destruc­
ción, tampoco sabemos cómo continuará. Lo único
que cabe hacer es comprender lo que es y cómo llegó P oem as del s ig l o xx cok t r a d u c c io n e s

a serlo.
Es posible amarla y es posible rechazarla. Pero Los textos que siguen están destinados a facili­
lo mismo el amor que el alejamiento deben ser tar únicamente un mínimo material que conviene co­
conscientes. nocer directamente. No todos han sido comentados
en el libro ni todos los poemas citados en el libro se
han consignado aquí. Las fechas se refieren general­
mente al año en que se publicó por primera vez u n
poema. La traducción se ciñe en lo posible a la so­
noridad de los originales, aunque ha debido renun­
ciar a la exactitud métrica, y a las rimas, excepto en
los fragmentos de Zone, de Apollinaire, en que se ha
intentado conservar las asonancias del original; en
los restantes casos, sólo un leve ritmo interno pre­
tende indicar que se trata de lírica.

322 323
I

G. A pollenatrb G u il l a u m e A p o l l in a ik b

Zone (1918) Zona (fragmentos)

Al final todo ese mundo antiguo y a te cansa.


(F ragm en tos)
P astora oh Torre E ijjel el rebaño de los m ontes esta
mañana bala
A la fin tu es las de ce monde ancien
Estás harto de vivir entre la antigüedad griega y
Bergére 6 tour E iílel le troupeau des ponts béle ce
rom ana
m atin
H asta los autom óviles aquí parecen ser antiguos sólo
j Tu en as assez de vivre dans l’antiquité grecque et
la religión
I romaine
Sigue aún conservándose nueva sí la religión
Ici meme les automobiles ont l ’air d’étre anciennes
Sigue siendo sencilla como los cobertizos de
La religión seule est restée toute neuve la religión
P ort-A vión ...
) E st restée simple comme les bangars de Port-Avión...
‘ ’ • " v

I
«Tai vu ce matin une jolie rué dont j'ai oublié le nom E sta mañana v i una hermosa calle de la que olvidé
Neuve et propre du soleil elle éta it le clairon el nom bre
i Les directeurs les ouvriers et les belles sténo-dacty- Nueva y lim pia era el clarín del sol
i lographes Los directores los obreros y las bellas taquim ecas
' Du lundi matin au samedi soir quatre fois par jour Desde el lunes por la mañana hasta el sábado p o r
! ' y passent la tarde cuatro veces al día pasan p o r ella
¡ Le matin par trois fois la siréne y gémit Tres veces la sirena gim e p o r la mañana
' Une cloche rageuse y aboie vers m idi n a d a mediodía ladra rabiosa una campana
I Les inscriptions des enseignes et des muraüles Los rótulos de las tiendas los letreros de las paredes
f Les plaques les avis á la fagon des perroquets Los anuncios chillan como loros y tam bién los
criaillent carteles

324 325
i
¿Taime la g rlce de cette rué industrielle Me gusta la gracia de esta calle in d u stria l de P arís
Située á P aris entre la rué Aumont-Thiéville e t Situada entre la Avenue des Ternes y la R ué
PAvenue des Ternes Aum ont-Thiéville
Voilá. la jeune rué et tu n’es encore qu’un petit eníant R e aquí la calle joven y tú no eres sino un niño aún
Ta mére ne t'habille que de bleu e t de blanc... Y tu m adre te viste sólo de blanco y de a zu l...

Maintenant tu marches dans Paris tou t seul parini


la foule
Ahora caminas tú solo entre el gentío p o r P aris
Des troupeaux d’autobus m ugissants prés de to i
Rebaños de mugientes autobuses corren ju n to a t i
roulent*
La angustia del amor te oprime la garganta
L’angoisse de l ’amour te serré le gosier
Como si no hubiese ya de quererte nunca nadie
Comme si tu ne devais jam ais plus étre aimé
S i vivieras en el tiem po antiguo entrarías en un
Si tu viváis dans Paucien temps tu entrerais dans
monasterio
un monastére
Os da vergüenza cuando os sorprendéis en pleno rezo
Vous avez honte quand vous vous surprenez á dire
Te ríes de ti mismo y como el juego del infierno
une priére
chisporrotea tu risa
Tu te moques de to i et comme le feu de Penfer ton
Los destellos de tu risa doran el fondo de tu vida
rire pétille
Es un cuadro que en algún oscuro museo cuelga
Les étincelles de ton rire dorent le fonds de ta vie
Y a veces vas allí y lo m iras de cerca...
C’est un tableau pendu dans un sombre musée
E t quelquefois tu vas la regarder de prés... • V i

Ahora estás a orillas del m ar M editerráneo


Maintenant tu es au bord de la Méditerranée
Sous les citronniers qui sont en fleur toute Pannée Bajo los limoneros que florecen todo el año
Avec tes amis tu te promanes en barque... Junto con tus amigos te paseas en un barco...

Tu es dans le jardín d’une auberge aux environs *


de Prague E stás en un jardín en P raga en las afueras
Tu te sens tout heureux une rose est sur la table Te sieiites m uy feliz hay una rosa encima de la mesa
E t tu observes au lien d’écrire ton conte en prose Y tú observas en lugar de escribir tú cuento en prosa
La eétoine qui dort dans le cceur de la rose... La cetoina que duerme a i el corazón de la rosa...

326 327
Tu es debout devant le zinc d’un bar crapuleux E stás de p ie an te el m ostrador de u n "bar de
f Tu prends un café á deux sous parmi les malheureux perdularios
Tu es la n u it dans un grand restaurant 7 por dos perras tom as café entre los desdichados
Ces femmes ne sont pas m échantes elles ont des soucia P or la noche estás en un gran restau ran te
cependant Esas m ujeres no son m alas tienen cu itas no obstan te
: Toutes méme la plus laid e a fa it souffrir son amant E incluso la m ás fea ha hecho sufrir a su am ante
| E lle est la filie d’un sergent de ville de Jersey E s hija de uno de J ersey qué es gu ardia urbano
1 Ses m ains que je n?avais pas vues sont dures et Yo no lo había visto tiene callos y g rieta s en las
gercées m anos
! J ’ai une p itié mímense pour les contares de son Me dan inm ensa lástim a los costurones de su i. .
I ven tre... vien tre. . . ¡ r. • • V"1
• *»* »1•
Tu es seul le m atin va venir E stás solo va a llegar la m añanat •)
Les laitiers font tin ter leurs bidons dans les rúes... Por las calles los lecheros van tañendo sus latas.r.
I .
E t tu bois cet alcool brúlant comme ta vie Y tú bebes ese alcohol como tu vid a ardien te ■■■
: Ta vie que t.u bois conuue une eau-de-vie Como tu vida que tú bebes como si fu era aguardiente
¡ Tu marches vers A uteuil tu veux aller chez toi á pied Vas caminando hacia A u teu il quieres ir a casa a p ie
i Dormir parmi tes fetiches d’Océanie et de Guiñee Dormir entre tu s fetich es de Oceanía y de Guinea
' lis sont des Cbrist d’une autre forme et d’u n e a u tr e Son C ristos de otra form a y de otra fe
I croyance • V: ■ •• S -O.
Ce sont les Christ inférieurs des obscures espérances Son los C ristos inferiores de las oscuras esperanzas
Adieu Adieu Adiós, adiós ••. •!*' • •• : • .« ' •. • »*
I Soleil cou coupé. Sol cuello cortador'-.. • : ¡i*.-

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328 329
P aul Y alébt . .
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P. V aléht
Interior • n • :¿
Intérieur (1921) ' • -
Una esclava de largos ojos, agobiados por muelles
Une esclave aux longs yeux cfcargés de molles clialnes cadenas,
Change l’eau de mes fleurs, plonge aux glaces Cambia el agua a mis flores, se zambulle en los espejos
prochaines, cercanos,
Au lit mystérieux prodigue ses doigts purs; Al lecho misterioso prodiga sus dedos puros
Elle met une femme au milieu de ces mura Y pone a una mujer en medio de estas paredes
Qui, dans n a réverie errant avec décence, Que, en medio de mis ensueños vagando con recato,
Passe entre mes regards sans briser leur absence, Pasa entre mis miradas, pero sin quebrar su ausencia>
Comme passe le verre au travers du soleil, Como a través del sol el cristal pasa . . : =.
E t de la raison puré épargne l ’appareil. Y salva el aparejo de la razón pura,. '

Les P as (1921) Los Pasos.

Tes pas, enfants de mon 6ilence, . Tus pasos, hijos del silencio mío,
Saintement, lentement placés, Posados santa, lentamente,
Vera le lit de n a vigilance Hacia el lecho de m i vigilancia
Procédent muets et glacés. Caminan mudos y helados. ’.

Personne puré, ombre divine, Persona pura, sombra divina,


Qu’ils sont doux, tes pas retenus! ¡Qué dulces son tus pasos contenidosI
D ieux...! tous les doria que je devine ¡D ioses...! los dones todos que adivino
Viennent á moi sur ces pieds ñus! Vienen a m í en esos pasos desnudos. .

330 331
Si, de tes lévres avancées, S i, adelantando tu s la tio s,
Tu prépares pour Papaiser, Preparas, para calm arle,
A Phabitant de mes pensées A quien habita m i pensam iento
La nourriture d’nn baiser, E l alim ento de un "beso,

Ne M te pas cet acte tendre, No precipites esa tierna acción,


Douceur d’étre e t de n’étre paa, D ulzura de ser y de no ser,
Car j ’ai vécu de vous attendre, Pues he vivido de esperaros
E t mon coeur n’était que t o s pas. Y m i corazón no era sino vuestros pasos.

• » P. É luabd
. . . P. É luabd ’ * '
La Saison des A m ours (1982) La estación de los amores (1932) .j •
• i .. * . *’ .
Par le chemin des cótes Por el camino de las cuestas ............... -- ■
Dans l ’ombre á trois pans d’un sommeil agité En la sombra en tres lienzos de un sueño agitado
Je viens á toi la double la m últiple Voy hacia ti la doble la m últiple
A toi semblable á l’ére des deltas. lia d a ti parecida a la era de los deltas.

Ta tfite est plus petite que la mienne Tu cabeza es menor que la m ía .


La mer voisine regne avec le printemps El mar vecino reina con la prim avera
Sur les étés de tes formes frágiles Sobre los veranos de tus form as frágiles v
E t voici qn’on y brble des fagots d’hermines. Y he aquí que en ella queman arm iños en haces

Dans la transparence vagabonde . En la transparencia vagabunda


De ta face supérieure De tu cara superior
Ces animaux flottants sont admirables Son admirables esas bestias que flotan
J ’envie leur candeur leur inexpérience Envidio su candor su inexperiencia
Ton inexpérience sur la paille de l’eau Tu inexperiencia en la paja del agua '
Trouve sans se baisser le cbemin d’amour llalla sin agacharse el camino de amor

332
Par le chemin des cfltes
Por el camino de las cuestas
E t sans le talism án qni révfilo
Y sin el talism án que revela
Tes rires á la foule des femmcs Tus risas a las mujeres en gentío
E t tes larmes á qui n’en vcut pas. Y tus lágrim as a quien no las quiere.

“L a violencc. . . ” (1982) La violencia

La violence des vente du Inrge La violencia de los vientos m ar adentro


Des navires de vieux visages Navíos de viejos rostros
Une demeure permanente Una morada perm anente
E t des armes pour se défendre Y armas para defenderse
Une plage peu fréqnentée Una playa poco frecuentado ■. .
Un coup de feu nn senl Un tiro uno solo
Stupéfaction du pére Estupefacción del padre
Mort depuis longtemps. Muerto hace largo tiem po. . ■

É tre (1936) v Ser

Le front comme un drapcau perdu La frente como una "bandera perdida


Je te traine quand je suis seul Te arrastro cuando estoy solo
Dans des rúes froides P o r calles frías
Des chambres noires Habitaciones negras
En criant misére Gritando m iseria

Je ne veux pas les lácher No las quiero so lta r


Tes mains claires et compliquées Tus manos claras y complicadas
jtfées dans le miroir clos des miennes Nacidas en el cerrado espejo de las m ías

334 S3S
Tout le reste est p a rfa it Todo el resto es perfecto
Tout le reste est encore p lu s in u tile • Todo el resto es m ás in ú til to d a vía
Que la vie Que la vid a
i* i • í v* . f. * . : - • . ■ . * )

Creuse la terre sou s to n ombre Cava la tierra debajo de tu som bra

U ne nappe d’eau prés des seins^ Una capa de agua cerca de los pechos
Oú se noyer D onde anegarse
Comme une pierre. Como una piedra.

S aint-J ohn P ersb ... v


E x il ( 19Jj2) ' ’ ’’ S a in t - J h o n P ersb

(F ragm en tos) ‘ •' > Destierro (fragmentos)

A nuiles rives dédiée, á nuiles pages confiée la A ningxmas orillas riberas dedicado, a ningunas
puré amorce de ce ch a n t... páginas confiado el puro cebo de este can to...
B ’autres saisissen t dans les temples la corne pein- O tros se agarran en los tem plos al cuerno p in ­
te des autels: tado de los altares: \
Ma gloire est sur les sa b les! ma gloire est sur les ¡M i gloria está en las arenas! ¡M i gloria está en
sables!... E t ce n’est point errer, ó Pérégrin, las arenas!... Y no es errar, oh Peregrino,
Que de convoitcr Paire la plus nue pour assem- Codiciar la m ás desnuda de las eras para reu n ir
bler aux syrtes de l ’exil un grand poóme né de ríen, en las sirtes del destierro un gran poema nacido de
un grand poéme fa it de rién ... la nada, un gran poem a hecho de n ada...
Silllez, 6 frondes par le monde, chantez, ó con­ ¡Silbad, oh frondas p o r el mundo, cantad, oh ca­
ques sur les eaux! racolas en las aguas!
J ’ai fondé sur Pabime et Pembrun et la fumée H e construido sobre el abismo y la brum a y el
des sables. J e me coucberai dans les citernes et dans humo de las arenas. Me acostaré en las cisternas y
les vaisseaux creux, en los cóncavos navios,
En tous lieux vains et fades oú git le goút de la E n todos los sitios vanos y sosos en que yace él
grandeur. afán de grandeza. >

336 337
E. DE LA L flU C A M ODERNA. - 2 2
“ ...Moius de souffles flattaient la famille des “...Menos susurros halagaban a la fam ilia de los
rJulcs; rnoins d’alliances assistaient les grandes cas- Julios, menos alianzas asistían a las grandes castas
tes de prétrise. del sacerdocio
Oü vont les sables á leur chant s’en vont les Prin- Donde van las arenas a su canto, van los P rínci­
ces de l ’exil, pes del destierro,
Oú furent les voiles baut tendues s’en va l ’épave Donde fueron las velas tensas en alto se va el
plus soyeuse qu’un songe de luthier, pecio más sedoso que el sueño de un violero, -•
Oü íurent les grandes actions de guerre déjá blan- Donde fueron las grandes hazañas de guerra ya
cbit la múchoire d’áne, blanquea la quijada de asno,
E t la mer á la ronde roule. son bruit de cránes Y el m ar a la redonda hace rodar su entrechocar
sur les greyes, de cráneos contt'a los cantos de la playa.
E t que toutes eboses au monde lu i soient vaines, Y que todo lo del mundo es para él cosa vana, he
c’est ce qu’un soir, au bord du monde, nous contdrent aquí lo que una tarde, al borde del mundo, nos con­
Les milices du vent dans les sables d’e x il...” taron
Las m ilicias del viento en las arenas del d es­
tierro.

Sagesse de l ’écume, 6 pestilences de l ’esprit dans Cordura de la espuma, oh pestilencias del espí­
jla crépitation du sel et le la it de chaux vive! ritu en la crepitación de la sal y la leche de cal v iv a l
Une science m’écboit aux sévices de l ’ám e... Le ■ Una ciencia me es dada en las sevicias del alm a...
rent nous conte ses flibustes, le vent nous conte ses ¡El viento nos cuenta sus piraterías, el viento nos
m éprises! cuenta sus erroresI
] Comme le Cavalier, la corde au poing, á l ’entrée Como el Jinete, cuerda en mano, en la linde del
! du désert, desierto,
j J ’épie au cirque le plus vaste l ’élancement des E spío en el circo más vasto el brotar de los signos
signes les plus fastes. • más faustos.
! E t le matin pour nous mdne son doigt d’augure Y la mañana guía para nosotros su dedo de augur
1 parmi de saintes écritures. entre sagradas escrituras.
L’exil n’est point d’bier! l ’exil n’est point d’bier! ¡E l destierro no es de ayer1 ¡E l destierro no es
# “O vestiges, 6 prémisses”, de ayer! “Oh vestigios, oh prem isas”,
j D it l’Etrauger parmi les sables, “toute cbose au Dice el E xtranjero entre las arenas, “toda cosa

338 33S
monde m ’est n ou velle!...” E t la naissance de son en el mundo es nueva para m il” 7 el nacim iento de
chant ne lu í est pas moins étrangére. su canto no le es menos ajeno.

VI VI

“ ...C elui qui erre, á la m i-nuit, sur les galeries u ...Q uien vaga, a medianoche, p o r las galerías
de pierre pour estim er les titres d’une belle cométe; de piedra para evaluar los títu lo s de un helio come­
celui qui veille, entre deux guerres, á la pureté dea ta ; quien vela, entre dos guerras, p o r la pureza de
grandes lentilles de c r ista l; celui qui s ’est levé avant las grandes le?ites de crista l; quien se levantó antes
le jour pour curer les íon tain es, et c’est la íin des del a lia para m ondar las fuentes, y se acalaron las
grandes épidémies; celui qui laque en haute mer avec grandes epidem ias; quien laca en a lta m ar con sus
6es filies et ses brus, e t c’en éta it assez des cendres hijas y sus -nueras, y la s ta la y a con las cenizas de
de la terre... la tie rra ... t

Quien halaga a la dem encia en los grandes hospi­


i Celui qui flatte la démence aux grands bospices tales de yeso azul, y es domingo s o lr e los centenales,
’ de craie bleue, et c’est Dünanche sur les seigles, á. a la hora de la gran ceguera; quien sube a los órga­
rheui'e de grande cécité; celui qui monte aux orgues nos solitarios, a la entrada de los ejércitos; quien
’ solitaires, á l ’entrée des arm ées; celui qui réve un sueña un día con extrañas latom ías, y es un poco
jour d’étranges latom ies, et c’est un peu aprés midi, después de m ediodía, a la hora de gran viu dez; quien
á l ’heure de grande viduité; celui qu’éveille en mer, es despertado en el m ar, al soplo del viento de una
bous le vent d’une íle basse, le parfum de sécheresse isla la ja , po r el perfum e de sequía de una pequeña *
d’une petite immortelle des sables; celui qui veille, siem previva de arenal; quien vela, en los puertos, en
dans les ports, aux bras des femmes d’autre race, los brazos de las m ujeres de otra raza, y es un sabor
¡ et c’est un goüt de vétiver dans le parfum d’aisselle de espinacardo en el perfum e de axila de la noche
I de la nuit basse, et c’est un peu aprés minuit, á. l ’heu­ profunda, y es un poco después de medianoche, a la
re de grande opacité; celui, dans le sommeil, dont hora de la gran opacidad; quien, durante el sueño,
i le soufíle est relié au souffle de la mer, et au renver- cuyo aliento está unido al aliento del m ar, y al'cam ­
sement de la marée voici qu’il se retourne sur sa biar la marea he aquí que se da vu elta en la cama
* couche comme un vaisseau change d’amures... como un navio cam bia de am uras...

340 341
Colín qui marche sur la terre á la rencontre des Quien cam ina por la tie rra hacia los grandes her­
grauds lieux d’lierbe; qui donne, sur sa route, con- bazales; quien da, en camino, consejos para el tr a ­
sultntion pour le traitem ent d’un tres vieil arbre; tam iento de un árbol viejísim o; quien sube a las to­
celui qui uioute aux tours de fer, aprés l ’orage, pour rres de hierro, después de la tem pestad, para lan zar
éventer ce goüt de crépe sombre des feux de ronces al viento ese sabor a oscuras hojuelas de los juegos
en forét; celui qui veille, en lieu x stériles, au sort de maleza en el bosque; quien vela, en los sitios esté­
des grandes lignes télégraphiques.... riles, por la suerte de las grandes líneas telegráficas...

Celui qui o u \ t c un corapte en banque pour les


Quien abre cuenta en un banco para las búsque­
recherches de l ’esprit; celui qui entre au cirque de
das del esp íritu ; quien entra en el circo de su obra
son ocurre nouvelle daus une tres grande animation nueva con grandísim a animación del ser, y , p o r tres
de l’élre, et, de trois jours, nul n?a regard sur son días, nadie considera su silencio sino su m adre, nadie
silence que sa mere, nul n’a l ’accés de sa chambre tiene acceso a su cuarto sino la más vieja de las sir­
que la plus vieille des servantes; celui qui méne aux vien tas; quien lleva su cabalgadura a las fuentes sin
sources sa monture sans y boire lui-méme; celui qui beber él tam bién; quien sueña, en las guarnicione­
reve, aux selleries, ú'un parfum plus ardent que celui rías, con su perfum e más ardiente que el de la cera...
de la cire...

Celui qui donne la hiérarcliie aux grands offices Quien da su jerarquía a los grandes cargos del
du langage; celui h qui l’on montre, en tres baut lieu, lenguaje; aquel a quien le enseñan, en altísim a cima,
de grandes pierres lustrées par l ’insistance de la grandes piedras abi'illantadas por la in sisten cia de
flamme...' la llam a... .
► Ceux-li sont princes de l ’exil et n’ont que faire Esos son principes del destierro y p ara n ada ne­
de mon chant.” cesitan m i canto.?

342 345
)

J . P bévert
J . P révert
Le com bat avec l’ange (1946)
I E l combate con el Angel
}
W j va pas No vayas
¡Tout est combiné d’avance Todo está combinado de antem ana
¡Le m atch est truqué E stá falseado el com bate
■Et quand il apparaitra sur le rin g Y cuando él aparezca en el “ring'*
Envii'onné d?éclairs de magnésium Rodeado de fogonazos de magnesio
lis entonneront á tue-téte le TE DEUM Entonarán a voz en g rito el TE D E U M
|E t avant mcme que tu te sois levé de ta chaise E incluso antes de que te levantes de la silla-
i lis te sonneront les cloches á tou te volée Doblarán p o r t i las cam panas a voleo
llls te jetteront á la figure Te arrojarán a la cara
¡L’éponge sacrée La esponja sagrada
|Et tu n’auras pas le temps de lu i voler dans les Y no tendrás tiem po de volar h asta sus plum as
' plumea Se lanzarán sobre t i \
Ds se jetteront sur to i Y él te golpeará por debajo de la cin tu ra
j Et il te frappera au-dessous de la ceinture Y tú te desplom arás
. E t tu t ’écrouleras ' Estúpidam ente en cruz los brazos
l
Les bras stupidement en croix En el aserrín • . ’
Dans la sciure Y nunca más podrás volver a hacer él amor.
E t jamais plus tu ne pourras faire l ’amour.

i
*4

3U 345
en un tra n q u ilo y p u ro v e n c im ie n to ,
h a ce que la verd ad y a n o lo sea ,
y que se a verd ad e te r n a y s o la
lo que n o lo era.
J . R . J im é n e z S í.
¡ S e n c ille z d iv in a *
A m i alm a (1915) que d errotas lo c ierto y p o n e s a lm a
n u ev a a lo verd ad ero!
Siempre tien es la rama preparada ¡R o sa no p r e se n tid a , q u e q u ita r a
para la rosa ju sta ; andas a lerta a la ro sa la ro sa , q u e l e d ie r a
siempre, el oído cálido en la puerta a la ro sa la r o s a !
de tu cuerpo, a la flecha inesperada.

U na onda no pasa de la nada, D e sv e lo (1 9 2 3 )


que no se lleve de tu som bra abierta
la luz mejor. D e noche, estás despierta S e v a la noche, n egro to r o
en tu estrella, a la vida desvelada. — p len a carn e d e lu to , de e sp a n to y d e m is t e r io — ;
que h a bram ado terrib le, in m e n sa m e n te ,
Signo indeleble pones en la s cosas. al tem or sudoroso d e to d o s lo s c a íd o s ;
Luego, tornada gloria de la s cumbres, y el d ía vien e, n iñ o fresco ,
revivirás en todo lo que sellas. pidiendo confianza, am or y r is a

Tu rosa será norma de la s rosas; — n iñ o que, a llá m u y le jo s,


tu oír, de la arm onía; de la s lum bres en lo s arcan os d on d e
tu pensar; tu velar, de la s estrellas. se encu en tran lo s co m ien zos con lo s fin es ,
h a ju gad o u n m om ento,
por no sé qué p rad era
L a luna "blanca... (1916) de lu z y som bra, -
con el to ro que h u í a — ■. ■
La lu n a blanca quita a l mar
el mar, y le da el mar. Con su belleza,

340 34T
E l S ilencio (1921)

O ye, hijo m ío, el silencio.


E s un silencio ondulado,
un silencio,
donde resbalan valles y ecos
y que in clin a la s frentes
hacia el suelo. \
F . G arcía L orca

E l G rito (1921)
H alagüeña (1921)

La elipse de un grito ,
La m uerte , . .
va de m onte
entra y sale •
a m onte. -
de la taberna. 1 «

D esde lo s olivos
Pasan caballos negros
será un arco ir is negro
y gente siniestra •*" •
sobre la noche azul.
por los hondos caminos
de la guitarra.
¡A y !

Y hay un olor a sa l
Como un arco de viola
y a sangre de hembra
el grito h a hecho vibrar
en los nardos febriles .
largas cuerdas del viento.
de la marina.
¡A y !
La muerte * 1 •
entra y sale,
(Las gentes de la s cuevas
y sale y entra
asoman sus velones)
la muerte
de la taberna.
¡A y !
349
343
C a n c ió n ( 1 9 2 1 ) C a n c ió n d é J i n e t e (192% )

P or la s ram as del la u rel Córdoba. .


van dos palom as oscuras. - L ejana y sola.
L a una era el sol,
la otra la lu n a. Jaca negra, luna g ra n d e,.
V ecinitas, le s dije, y aceitunas en m i alforja.
¿dónde está m i sepultura? Aunque sepa lo s cam inos
En m i cola, dijo el sol. ■ yo nunca Llegaré a Córdoba.
E n m i garganta, dijo la luna.
T yo que estaba caminando Por el llano, por el viento, .*
con la tierra a la cintura jaca negra, luna roja.
vi dos águ ilas de mármol La. muerte me está mirando
y una m uchacha desnuda. desde la s torres de Córdoba.
La una era la otra
y la m uchacha era ninguna. ¡A y qué camino tan largo!
A guilitas, les dije, ¡A y m i jaca valerosa! •
¿dónde está m i sepultura?’ ¡A y que la m uerte me espera,
En mi cola, dijo el sol. antes de llegar a Córdoba!
En m i garganta, dijo la luna.
Por la s ram as del cerezo Córdoba.
vi dos palom as desnudas, Lejana y sola.
la una era la otra,
y las dos eran ninguna.

3SO 301
I
A lm a ausente (1935)
»
I No .te conoce el toro ni la higuera,
ni caballos ni hormigas de tu casa.
( M u e r te (1 9 3 5 ) No te conoce el niño n i la tarde
porque te has muerto para siempre.
¡Qué esfuerzo!
|

¡Qué esfuerzo del caballo por ser perro! No te conoce el lomo de la-piedra,
! ¡Qué esfuerzo del perro por ser golondrina! ni el raso negro donde te destrozas.
: ¡Qué esfuerzo de la golondrina por ser abeja! No te conoce tu recuerdo mudo
¡Qué esfuerzo de la abeja por ser caballo! porque te has muerto para siempre.
Y el caballo,
E l otoño vendrá con caracolas,
¡qué flecha aguda exprime de la rosal
uva de niebla y montes agrupados.
¡qué rosa gris levanta de su belfo!
Pero nadie querrá mirar tus ojos
« Y la rosa, .
porque te has muerto para siempre.
¡qué rebaño de luces y alaridos
1 ata en el vivo azúcar de su tronco! Porque te has muerto para siempre,
‘ Y el azúcar, como todos los muertos de la Tierra,
i ¡qué puñalitos sueña en su v ig ilia !; como todos los muertos que se olvidan
Y los puñales, en un montón de perros apagados.
¡qué luna sin establos, qué desnudos!,
piel eterna y rubor, andan buscando. • No te conoce nadie. No. Pero yo te canto.
i Y yo, por los aleros, Yo canto para luego tu perfil y tu gracia.
1 ¡qué serafín de llamas busco y soy! La madurez insigne de tu conocimiento.
j Pero el arco de yeso, Tu apetencia de muerte y el gusto de su boca.
1 ¡qué grande, qué invisible, qué dim inuto! La tristeza que tuvo tu valiente alegría.
| sin esfuerzo.
Tardará mucho tiempo en nacer, si es que nace,
un andaluz tan claro, tan rico de aventura.
!.
! Yo canto su elegancia con palabras que gimen
*
y recuerdo una brisa triste por los olivos.
i
I
| 353
392
I G. DE LA LIRICA MODERNA.-23
E ste es el prólogo (hacia 1935)
(F ragm entos)
B. A lberto

Un libro de poesías “S i m i v o z... ” a m ) ■


es el otoño m uerto:
los versos son las hojas Si m i voz muriera en tierra,
negras en tierras blancas. llevadla al nivel del m ar
y dejadla en la ribera.
Llevadla al nivel del mar
E l poeta comprende y nombradla capitana
todo lo incomprensible, de un blanco bajel de guerra.
y a cosas que se odian, ¡Olí mi voz condecorada
él, amigas las llama. con la insignia marinera:
Sabe que los senderos’ sobre el corazón un ancla
son todos imposibles, y sobre el ancla una estrella
y por eso de noche y sobre la estrella el viento
va por ellos en calma. y sobre el viento la vela!
"N
\
\
Poesía es amargura, E l ángel (1927)
m iel celeste que mana
de un panal invisible Dándose contra los quicios,
que fabrican la s almas. contra los árboles.
Libros dulces de versos La luz no le ve, ni el viento,
son los astros que pasan ni los cristales.
por el silencio mudo Ya, ni los cristales.
al reino de la Nada, No conoce las ciudades.
escribiendo en el cielo No las recuerda.
sus estrofas de plata. Va muerto.
Muerto de pie, por la s calles.

354 355
No le preguntéis. ¡Prendedle!
No, dejadle.
Sin ojos, sin voz, sin sombra.
Ta, sin sombra.'
Invisible para el mundo,
O. D ie g o
para nadie.
Jinsomnio (1930)

“Se equivocó la p a lo m a . ..” Tú y tu desnudo sueño. No lo sabes.


m
Duermes. No. No lo sabes. Yo en desvelo,
Se equivocó la palom a. y tú, inocente, duerm es.bajo el cielo.
Se equivocaba. Tú por tu sueño y por el mar las naves.
Por ir al norte, fue al sur.
Creyó que el trigo era agua. En cúrteles de espacio, aéreas llaves
Se equivocaba. te me encierran, recluyen, roban. H ielo
Creyó que el mar era el cielo; cristal de aire en mil hojas. No. No hay vuelo
que la noche, la m añana.
que alce hasta ti las alas de mis aves.
Se equivocaba.
Que las estrellas, roció;
•Saber que duermes tú, cierta, segura
que la calor, la nevada.
— cauce fiel de abandono, línea p u ra —>
Se equivocaba.
tan cerca de mis brazos maniatados.
Que tu falda era tu blusa;
que tu corazón, su casa.
Se equivocaba. * Qué pavorosa esclavitud de isleño,
(Ella se durmió en la orilla. ^ insomne, loco, en los acantilados, .
Tú, en la cumbre de una rama.) '•ts naves por el mar, tú por tu sueño.

350
33T
,

I luí» violentas alas


I
1 que azotan rostros como eclipses,
I
V. A leixandre que parteu venas de zafiro muerto,
ipil- seccionan la sangre coagulada,
¡ Los Aguila* (1933) rompen el viento en mil pedazos,
mármol o espacio impenetrable
¡ E l mundo encierra la verdad de la vida, donde una mauo muerta detenida
aunque la sangre mienta melancólicamente i-.s el claror que eu la noche fulgura.
| cuando como mar sereno en la tarde
, siente arriba el batir de las águilas libres. Aguilas como abismos,
i como montes altísimos,
Las plumas de metal, derriban majestades, troncos polvorientos,
las garras poderosas, e>a verde hiedra que eu los muslos
¡ ese afán del amor o la muerte, finge la lengua vegetal casi viva.
’ ese deseo de beber en los ojos cou un pico de hierro,
i de poder al fin besar lo exterior de la tierra, Se aproxima el momento en que la dicha consista
¡ vuela como el deseo, en desvestir de piel a los cuerpos humanos,
' como las nubes que a nada se oponen, cu que el celeste ojo victorioso
j como el azul radiante, corazón va de afuera \ ca sólo a la tierra como sangre que gira.
, en que la libertad se ha abierto para el mundo. N
Aguilas de metal sonorísimo,
Las águilas serenas . arpas furiosas con su voz casi humana,
no serán nunca esquifes, cantan la ira de amar los corazones,
i no serán sueño o pájaro, amarlos con las garras estrujando su muerta. •
¡ no serán caja donde olvidar lo triste,
j donde tener guardado esmeraldas u ópalos.

| El sol que cuaja en las pupilas,


que a las pupilas mira libremente,
it es ave inmarcesible, vencedor de los pechos
; donde hundir su furor contra un cuerpo amarrado.

358 359
Mediodía perfecto, se querían tan íntimos,
mar altísimo y joven, intim idad extensa, .
soledad de lo vivo, horizontes remotos
ligados como cuerpos en soledad cantando.
¿Y t / i t e r í a n (193S)
i Amando. Se querían como la luna lúcida,
! Se querían. como ese mar redondo que se aplica a ese rostro,
Sufrían por la luz, labios azules en la madrugada, dulce eclipse de agua, m ejilla oscurecida,
labios saliendo de la noche dura, donde los peces rojos van y vienen sin música.
labios partidos, saugre, ¿sangre dónde?
Se querían en un lecho navio, mitad noche mitad luz. Día, noche, ponientes, madrugadas, espacios,
I
ondas nuevas, antiguas, fugitivas, perpetuas,
)
Se querían como las flores a las espinas hondas, mar o tierra, navio, lecho, pluma, cristal,
i a esa amorosa gema del amarillo nuevo, metal, música, labio, silencio, vegetal,
? cuando los rostros giran melancólicamente, mundo, quietud, su forma. Se querían, sabedlo.
j giralunas que brillan recibiendo aquel besó.

1 Se querían de noche, cuando los perros hondos


, laten bajo la tierra y los valles se estiran
; como lomos arcaicos que se sienten repasados:
caricia, seda, mano, luna que llega y toca.

¡ Se querían de amor entre la madrugada, .


j entre las duras piedras cerradas de la noche,
i duras como los cuerpos helados por las horas,
j duras como los besos de diente a diente sólo.

I Se querían de día, playa que va creciendo,


ondas que por los pies acarician los muslos,
¿ cuerpos que se levantan de la tierra y flotando...
' Se querían de día, sobre el mar, bajo el cielo.
I 360 861
p e r f e c c i ó n d e l círcu lo (1 9 5 0 )
J . G uillén

L o s n o m b r e s (1 9 5 0 ) Con m isterio acaban


E n filos de cim a,
Albor. E l h o rizo n te S u jeta a u n a lín e a
E ntreabre su s p esta ñ a s F ie l a la m irada, . . .
T em pieza a ver. -¿Qué? Nom bres.
E stá n sobre la p á tin a L os claros, am ables
M uros de un m isterio,
D e la s cosas. L a ro sa In visib le dentro
Se llam a to d a v ía D el bloque del aire.-
H oy rosa, y la m em oria
D e su trá n sito , prisa. Su luz es d ivin a: . .
M isterio sin sombra.
P risa de vivir m ás. L a sombra desdobla
¡ A largo am or n os alce • V iles m ascarillas.
E sa pujanza agraz
D el In sta n te, ta n á g il M isterio perfecto,.
P erfecció n d el círcu lo,
Que en llegando a su m eta C írculo d el circo,
Corre a im poner D espués! S ecreto d el cielo.
¡A lerta, alerta, alerta,
Yo seré, yo seré! M isteriosam ente
K efulge y se cela.
¿Y las rosas? P estañ as — ¿Quién? ¿D ios? ¿ E l poem a?
Cerradas: horizonte — M isteriosam ente.!.
Final. ¿A caso nada?
Pero quedan lo s nombres.
363
302
U n a P u e r ta (1 9 5 0 ) N o c h e d e lu n a ( s i n d e s e n la c e ) (1 9 5 0 )

E ntreabierta, la puerta. A ltitu d veladora:


¿A quién bnsca esa lu z ? Descienden y a v igías
F lúido el claroscuro. Por ta n ta luz de luna.

Se trasluce, se esquiva ¡A stral candor del m ar!


— ¿Para quién el s ile n c io ? — Los plum ajes del frío
Un ám bito en clausura. Tensam ente se ciernen. * ■'

Llam a, quizá promete Y, planicie, la espera:


La incógnita. Vislum bres. Callada se difunde
¿A qué so l ta l reposo? La expectación de espuma.

¡A h! ¿Por fin? D esde el fondo


Y el trán sito propone,
Los sueños de la s algas
D irige por un aire
A la noche ilum inan.
Vacante, persuasivo.
\
Voluntad de lo levé:
Interior. E sto s muros
Adorables arenas
Encuadran bien la incógnita.
Exigen gracia al viento.
¿Aquí? N ogal, cristal.

¡A scensión a lo blanco!
U n silencio se aísla.
Los muertos m ás profundos,
¿F am iliar, muy urbano?
A ire en el aire, van.
H uele a rosa diaria.

D ifícil delgadez:
Puerta cerrada: lejos.
¿Busca el mundo una blanca,
¿E sta luz es destino?
Total, perenne ausencia?
Entonces, frente a frente...
365
364
G. UKGAEEm G. U ngaretti
L ’Iso la , (1 9 2 5 ) La Isla

A una proda ove sera era perenne A u n a p r o a e n q u e p e r e n n e e r a la t a r d e


D i anziane selve assorte, scese, D e a n tig u a s s e lv a s a b s o r ta s d e s c e n d ió ,
E s ’inoltró Y s e a d e n tr ó ,
E lo richiam ó rum ore di penne y lla m ó su a te n c ió n r u m o r d e p lu m a s
Cli’erasi sciolto “dallo stridulo D e l l a t i r e s tr id e n te d e s p r e n d id o
B atticuore dell’ acqua tórrida, D e l c o r a zó n d e l a g u a t ó r r i d a ,
E uua larva (languiva }' u n a la r v a ( la n g u id e c ía
E rifioriva) vide; • Y d e n u e vo flo r e c ía ) c o n te m p ló ;
R it ornato a salire vide A l v o lv e r a s u b ir s e d io c u e n ta .
Cb’era una n in fa e dormiva Q ue e r a u n a n in f a y q u e d o r m ía "
R itta abbracciata a un olmo. Erguida a b r a z a d a a u n o lm o .
*I
In sé da sim ulacro a fiamma vera E n s í, d e s im u la c r o a lla m a v e r d a d e r a
Errando, giunse a un prato ove V a g a n d o , lle g ó a u n p r a d o y a llí
L’ombra negli occbi s ’addensava L a so m b r a s en lo s o jo s s e e s p e s a b a n
D elle vergini come D e la s v ír g e n e s co m o
Sera appié degli u liv i; L a ta r d e a l p i e d e lo s o liv o s ;
D istillavano i ram i D e s tila b a n la s r a m a s
Una pioggia pigra di dardi, P e re zo sa d e d a r d o s u n a llu v ia .
Qua pecore s’erano appisolate A l l í o v e ja s s e h a b ía n a d o r m ila d o
Sotto il liscio tepore* B a jo la lis a tib ie z a ,
A ltre brucavano O tr a s ra m o n e a b a n
La coltre lum inosa; L a a lfo m b ra lu m in o s a ;
Le m ani del pastore erano un vetro L a s m a n o s d e l p a s to r e r a n u n v id r io
Levigato di fioca febbre. A fin a d o p o r u n a le v e fie b re .

368
3ST
N ascita d ’A urora (1925)
Nacimiento de Aurora

N el suo docile m anto e nelT aureola, En su manto tan dócil y en la aureola,


D al seno, fuggitiva, Del seno, fugitiva,
Deridendo, e páre inviti, Hurlándose, y diríase que in vita ,
Un flore di pallida brace Una flor de brasa pálida
Si toglie e getta, la nubüe notte. Se arranca y arroja, la noche virginal.

É l’ora che disgiunge il primo chiaro Es la hora que separa


D alí5 ultimo tremore. E l prim er clarear del tem blor ú ltim o.

D el cielo all5 orlo, il gorgo livida apre. En la linde del cielo, abre el abism o, lívida.

Con dita smeraldine Con dedos de esmeralda


Ambigui m oti te sso n o ' Ambiguos m ovim ientos
U n lino. Tejen un lino.

E d’oro le ombre, tacitando alacri De oro las sombras, con afán reprim iendo
Inconsapevoli sospiri, Inconscientes suspiros,
I solchi mutano in labili rivi. Los surcos truecan en fluidos ríos.

Canto (193%) Canción

Rivedo la tu a bocea lenta Vuelvo a ver tu boca lenta


(II mare le va incontro delle notü) (E l mar sale a su encuentro p o r las noches)
E la cavalla delle reni V la yegua de tus caderas
In agonía caderti Caer en agonía
R elie mié braccia che cantavano, En mis brazos que cantaban,
E riportarti un sonno Y te traen un sueño
A l colorito e a nuove morti. De un nuevo colorido y de unas m uertes nuevas

36»
3 0 8
* r» s n U b ic a m o d e r n a . - 24
E la crudele solitudine Y la cru el so le d a d
Che in sé ciascuno scopre, se ama, Que cada n n o , s i a m a , en s i d escu b re,
Ora tomba infinita, Ahora tu m b a in fin ita f
Da te mi divide per sempre. De ti m e a le ja p a r a sie m p re .

Cara, lontana come in nno specchio... ¿mor, leja n a com o en u n e sp e jo . .. .

E. M óntale E. M óntale
A l tr o e ffe tto d i tu n a (1 9 3 4 ) Otro efecto de luna

La trama del carrubo che si profila L a tr a m a d e l a lg a rro b o q u e se p e r fila


nuda contro l’azzurro sonnolento, d esn u d a c o n tr a el a z u l so ñ o lie n to ,
il su ono delle vori, la trafila el ru m o r d e la s v o c e s, y la h ile ra
del le dita d’argento sulle soglie, de los d e d o s d e p l a t a en lo s u m b ra le s,

la piuma che s’invischia, un trepestío y la p lu m a e n lig a d a , u n p is a r f u e r te


sul molo che si scioglie en el m u e lle c a d a v e z m á s le ja n o ,
e la feluca gú\ ripiega il volo y la fa lú a q u e re c o g e y a e l v u e lo
con le vele dimesse come spoglie. con la s v e la s p le g a d a s cu a l d e s p o jo s.

“ A d á n . . . ” (1 9 3 9 ) ■ Adioses

Adii, fischi nel buio, cenni, tosse A d io scs, s ilb id o s en la n och e, se ñ a s, to s e s


e sportelli abbassati. É Pora. Forse p o rte zu e la s c e rra d a s. E s la h ora. Q u ién s a b e
gli automi lianno ragione. Come appaiono si los a u tó m a ta s tie n e ti ra zó n . ¡C ó m o se le s v e
dai corridoi, m urati! en cerrados e n tr e m u ro s, d e s d e lo s c o r r e d o re s !

— Prestí anche tu alia fioca — ¿ T a m b ién t ú p r e s ta s a la d é b il


litania del tuo rápido quest’ orrida leta n ía de tu r á p id o e s ta h o r r ib le

e fedele cadenza di carioca? — y fiel ca d e n c ia d e c a r io c a f

370 *71
T. S. E l io t
T. S. E liot
The W aste L and (1922) De La Tierra Desierta
I (F ragm en tos)
I. E l entierro de los muertos
i
I. The B urial of th e Dead £1 vi es de abril es m uy cruel; hace "brotar
Lilas de la tierra m uerta; mezcla
Memoria y deseo; despierta
A pril is -the cruellest month, breeding Yertas raíces con su lluvia de prim avera.
Lilaos out of the dead land, mrsdng El invierno nos conservó abrigados, cubriendo
Memoi-y and desire, stirring Con nieve de olvido la tierra y alim entando • ■ •
D ull roots with spring rain. Una vida pequeña con sus secos tubérculos.
W inter kept US warrn, covering £1 verano nos sorprendió. cayendo sobre el
Earth in forgetful snow, feeding Starnbergersee
A little life with dried tubera. Con una ráfaga de lluvia; nos param os en la
Sunimer surprised ns, coming over the Starnbergersee colum nata
W ith a shower of r a in ; we stopped in the colonnade, Y continuamos por el sol, por el H ofgarten,
And went on in sunligbt, into tbe Hofgarten, Y tomamos café y charlamos una hora
And drank coffee, and talked for an hour. Bin gar keine Russin, stam m ’aus Litauen, echt
B in gar keine Russin, stamm’ aus Litauen, echt deutsch,
deutsch. Y cuando éramos niños y vivíam os en casa del
And when we were children, staying at the archiduque,
arch-duke’s, Mi primo, él me llevó en trineo,
My cousin’s, he took me ont on a sled, Y yo tenía miedo. Él me dijo “M arie,
And I was frightened. H e said, Marie, Marie, agárrate bien”, y nos lanzamos cuesta abajo.
Marie, hold on tight. And down we went. En ¡as montañas, uno se siente libre.
In the mountains, there you 'feel free. Leo hasta entrada la noche y en invierno voy hacia
I read, much of the night, and go south in the winter. él Sur.

STS
W hat are tke roots th a t cluth, w hat branches grow ¿Cuáles son Jas raíces que se hincan, cuál la ram a
Out of this stony rubbisk ? Son of man, j que sale
Yon cannot say, or guess, for yon know only l)c esos resto s de p ie d ra ? H ijo del hom bre,
A heap of broten im ages, where the sun beata, .Yo ¡o puedes decir, n i adivinar, pues tú sólo conoces
And tbe dead tree gives no shelter, tke cricket no i n montón de im ágenes ro ta s, sobre el que cae el sol,
relief, . .Yin que le dé cobijo el árbol m uerto, n i consuelo el
And the dry stone no sound of water. Only grillo,
There is shadow nnder th is red rock, y i el enjuto peñasco ruido de agua. Ú nicam ente
(Come in under the shadow of th is red rock), Hay sombra debajo de esta roca roja,
And I w ill show you something. different from either ( Vente a la som bra de esta roca ro ja ),
Yonr shadow a t m orning striding behind you Y te enseñaré algo que es po r igual d istin to
Or your shadow at evening risin g to meet you ; De tu sombra en la m añana que anda detrás de ti,
I w ill show you fear in a handful of dust. Y de tu sombra en el ocaso, que se levan ta a tu
encuentro,
Te enseñaré la angustia en un puñado de ceniza.'

I I I . The F ire Serm ón III. E l Sermón de Fuego

The river’s ten t is broken: tbe la st fingers of leaf La tienda ju n to al rio se rom pió: los dedos últim os
Clutch and sink in to the w et bank. The wind De las hojas se agarran y se hunden en la húmeda
Crosses the brown land, unheard. The nymphs are orilla. 7 el viento
departed. Cruza la tierra gris, sin que le oigan. S e marcharon
Sweet Thames, run softly, till I end my song. las ninfas.
The river bears no empty bottles, sandwich papers, Dulce Támesis, corre poco a poco, hasta que term ine
Silk handkerchiefs, cardboard boxes, cigarette ends m i canto.
Or other testim ony of summer nights. The nymphs El rio no se lleva botellas vacías, papel de envolver
are departed. bocadillos,
Pañuelos de seda, cajas de cartón, colillas,
y i otros testim onios de las noches de verano. S e
marcharon las ninfas.

37S
ar«
And tlieir friends, the loitering lieirs of city y s u s a m ig o s , lo s o c io s o s h e r e d e r o s d e lo s d i r e c t o r e s
, directora; d e "bancos;
Departed, haré left no addresses. Se m a rch a ro n , s in d e ja r su s señ a s.
By tlie waters of Leman I sat down and wept... J u n to a la s a g u a s d e l L e m a n m e s e n t é y m e e c h é
i
i a l l o r a r .. .

Cuatro Cuartetos
I F o u r Q u a r te ts
t
De “Burnt Norton”
¡ B u r n t N o r to n (1 9 3 6 )

i (F ra g m e n to s) V.

! v. Las palabras se m ueven, la m úsica se m ueve


i
i Sólo en el tiem po; y lo que sólo vive
’ W ords move, m nsic xnoves Sólo puede m orir.
Only in tim e; but tb at w hich íb only living Las palabras, después de haber hablado ■
Can only die. W ord, after speech, reach Entran en el silencio. Únicam ente -
| lu to the silence. Only by the form, the p attem , Por medio de la form a, del diseño,
Can words or music reacli La música o las voces consiguen la quietud,
! The stilln ess, as a Chínese jar s till Como se mueve un ja rró n chino inm óvil
' Moves perpctually in its stilln ess. Perpetuam ente en su inm ovilidad.
i N ot the stilln ess of the violin, w hile the note lasts, -Yo la inm ovilidad del violín m ien tras dura
¡ Not that only, but the co-existence, La nota, no sólo eso, sino la coexistencia,
| Or say th at the end precedes the beginning, O digamos que el fin antecede el prin cipio
' And the end and the beginning were always there Y que el fin y el principio siem pre estaban presentes
¡ Before the beginning and after the end. .•lun antes del principio, y después del final.
And all is always now. W ords strain, Y todo es siem pre ahora. L as palabras se estiran,
Crack and sometimes break, under the barden, Crujen, y algunas veces se quiebran bajo él peso
Under the tensión, slip, slide, perish, Y la tensión, resbalan, se deslizan, perecen,
x Decay w ith imprecisión, w ill not stay in place, La imprecisión las roe, se m udan de lugar,
j
W ill not stay still. Shrieking voices Xo se quedan tranquilas. Voces híspidas
I
376 37T
I
Scolding, mocking, or m erely cbattering, Increpando, burlándose, o ta n sólo charlando ■■
A hvays assail tbem. The W ord in the desert Constantemente las acosan.
I s m ost attacked by voices of tem ptation, i' la P alabra en el desierto
The crying shadoTv in the funeral dance,. Es la más atacada po r voces ten tadoras,
The loud lam ent of th e disconsolate chimera. La sombra plañ idera del baile funeral,
El lamento sonoro de la tr is te quim era.

(Trad. J . E . W ilcock)

G. B enn G. B bnn
* I
Chopin (1948) Chopin

N icht sehr ergiebig im Gesprach, Yo muy fecundo en la conversación,


Ansichten waren nicht seine Stárke, las opiniones no eran su fu erte,
Ansichten reden drum herum, las opiniones son palabrería,
wenn Delacroix Theorien entwickelte, cuando D elacroix explicaba teorías
wurde er unruhig, er seinerseits konnte él se inquietaba y p o r su p a rte
die N otturnos nicht begründen. no acertaba a hallar tem as para los nocturnos.

Schwacher Liebhaber; Amante sin fu erzas; - ;


Schatten in Nohant, sombra en N ohant,
wo George Sands K inder - donde los hijos de George Sand
keine erzieherischen Katschlhge *• • no recibían de él
von ihm annahmen. ningún consejo educativo.

Brnstkrank in jener Form Enfermo del pecho en aquella form a


m it Blutungen und Narbenbildung, con hemoptisis y cicatrizaciones,
die sich lange hinzieht; que largo tiempo va arrastrándose;
stiller Tod. muerte tranquila,

S 7S 3T9
im G egensatz zu einem el contrario d e aquella
mit. Schm erzparoxysm en c<j¡i paroxism os d e d o lo r
oder durch G ew eh rsalven : o a tiros d e fu s il:
m an rückte den F lü g e l (E rard) an die Tür, arrimaron el p ian o (u n E ra rd ) co n tra la p u e rta ,
und D elphine P otock a y Dclpliine P o to c k a .
sang ihm in der letzten S tn n d e te cantó en su ú ltim a h ora • .
ein V eilclienlied. bna canción de vio leta s.

Itizo un via je a In g la te rra y se llevó tr e s p ia n o s:


Nach E n glan d reiste er m it drei F lü g eln :
1’ley el, E ra rd , B roadw ood, . *
P leyel, Erard, Broadw ood, . -
tocó por 20 guineas cada noche
spielte für 20 Guiñeen abends
un cuarto de hora
eine V iertelstunde
en casa de los R oth sch ild, de los W ellin gton , en
bei R othschilds, W ellingtons, im Strafford H ouse
S tra ffo rd H ouse
und vor zahllosen H osenbündern;
y ante un sinfín de caballeros de la J a r r e te r a ;
verdunkelt von M üdigkeit und Todesnáhe
abrumado p o r el cansancio y p o r la m u erte p ró x im a
kebrte er heim
se volvió a su casa
au f den Square d’Orléans.
en el Square d’Orléans.

D ann verbrennt er seine Skizzen' Lucyo quema sus esbozos .


und Manuskripte, y manuscritos; \
nur keine Restbestande, Fragm ente, N otizen, nada de restos, fragm entos n i n otas,
diese verráterisclien E in b lick e— , esas m iradas tra icio n era s...;
sagte zum Schluss: dijo por fin:
“m eine Versuche sind nach Massgabe dessen “mis intentos se lograron en la m edida
voliendet, de lo que yo pude alcanzar
w as mir zu erreicben m oglich w ar”. Cada dedo tenía que to car
Spielen sollte jeder F inger con la fuerza correspondiente a su estru ctu raj
m it der seinem Bau entsprechenden K raít, el cuarto es el más débil
der vierte is t der schwáchste (sólo un siamés del m edio).
(nur siamesisch zum MitteLflnger). Cuando empezaba, estaban sobre el mi, fa sostenido,
Wenn er begann, lagen sie auf e, fis, gis, h, e. sol sostenido, si, do.

380 >81
Wer je bestixmnte Práludien
von ihm horte, Quienquiera, que le oyó
tocar ciertos preludios,
sei es in Landháusern oder
ya en una casa de campo,
in einem Hohengelñnde
ya en una tierra alta,
oder aus offenen Terrassentüren
o desde las puertas abiertas de una terraza,
beispielsweise aus einem Sanatorium,
tn un sanatorio, por ejemplo,
wird es schwer vergessen. difícilmente lo podrá olvidar. '
Nie eine Oper komponiert, Jamás compuso una ópera,
keine Symphonie, ni una sinfonía;
nur diese tragischen Progressionen sólo esas trágicas progresiones
aus artistischer Überzeugung por convicción artística
und mit einer kleinen Hand. y con una mano pequeña. . -

W elle der N acht (1948) Onda de l a noche

Welle der N acht—•, Meerwidder und Delphine Onda de la noche—, ariete del mar y delfín
mit nyacinthos’ leiclitbewegter Last, con el movedizo lastre de Jacinto,
die Lorbeerrosen und die Travertine las adelfas y los travertinos
weh’n um den leeren istrischen Palaat. ondean en torno al palacio, en Istria .

Welle der N ach t— , zwei Muscheln miterkoren, Onda de la noche—, dos conchas, elegidas juntas,
die Fluten stromen sie, die Felsen her, las olas las arrojan a las rocas
dann Diadem und Purpur mitverloren, luego, perdidas juntas diadema y púrpura,
die weisse Perle rollt zurück ins Meer. la llanca perla rueda de nuevo al mar.

B ilder (1948) Retratos .


Siehst du auf Bildern in den Galerien Si res en retratos, en las galerías,
verkrümmte Rücken, graue- Mauler, F alten espaldas corcovadas, hocicos grises, arrugas
anstossiger gedunsener Alten, de lascivos ancianos "barrigones
die schon wie Leichen durch die Dinge zieh’n, que ya como cadáveres se arrastran entre las cosas,

3S2 38S
B rücbige F elle, Stoppeln, k ásiger B art, resquebrajados pellejo s, barbas m a l a feita d a s y
blntunterflossenes F e tt von F uselrauscben, g ra sicn tas,
gew andt, für Korn zu prellen und zu táuschen, gordura in yecta en sangre de inm undas borracheras,
den Stuim nel fischend und im Tucb v en vah rt; hábil a esta fa r p o r trig o y a engañar,
p a ca n d o la colilla p a ra g u a rd a rla en e l pañuelo;
E in Lebensabend, reichliches Dekor,
Reicbtum an U nflat, Lam pen, P estilenzen, Ocaso de una vid a , decoración suntuosa,
ein H ocbbinauf w echselnder R esidenzen; riqueza en suciedad, bribones, p estilen cia s,
im Leibhaus tags und nachts im Abflussrohr, continuo m ejorar de resid en cia s;
el Monte de P ied a d d ía y noche en el tu bo d e escape,
S ieb st du auf B ildern in den Galerien,
w ie diese A lten für ihr Leben zahlten, Si ves en re tra to s en las galerías,
sieb st du die Züge derer, die es m alten, lo caras que esos viejos pagaron sus vidas
du sieh st den grossen G en iu s— , Ihn. si ves los rasgos de quienes los p in ta ro n
vos al gran genio — a él.

K. K bolow
K. K rolow
L ie b e s g e d ic h t (1 9 5 5 ) \

Poema amoroso
M it halber Stimme rede ich zu dir:
W irst du mich hdren .1 media voz hablo contigo:
H inter dem bitteren K ráutergesicbt des Mondes, ¿Me escucharás
Der zerfállt? Detrás del rostro amargo de hierbas de la luna,
U nter der himmlischen Schonheit der Luft, Que se disu elvef
W enn es Tag wird, ¿liajo la celestial belleza d el aire,
D ie Frühe ein rotlicber F isch is t m it bebender Cuando alborea,
F losse? Y la mañana es un rojizo p ez de aletas tem b lorosast

Eres hermosa,
D u bist scbSn.
Presea y lim pia es tu tez.
Eoihl und trocken ist deine H aut.
383
384
i . un la l Ciiica moderna . - 23
Dein Blick — Bauft und sicher wie der eines Vogels. r.i mirada — dulce y segura como la de un pájaro.
Ich sage es dem scbwiugenden Wind. Se lo digo al viento que ondea.
Deiu Is'acken — hürst du — ist aus Luft, Tu nuca — ¿me oyest — es de aire,
Die ^vie eine Taube durch die Maschen des blauen Que como una paloma se desliza entre las mallas del
Laubes scblüpft. follaje azul.
Du liebst deiu Gesicht Levantas la cara.
An der Ziegelmauer erscbeint es nocli einmal ais L'ua vez más, sobre el muro de ladrillo, aparece como
Schatten. una sombra.
Sebón bist du. Du bist schQn. Hermosa, eres hermosa.
Wasserkübl war dein Scblaf "un meiner Seite. l'roeo como el agua era tu sueño.
Mit balber Stimme rede ich zu dir. -I media voz hablo contigo.
Und die Nacbt zerbriclit wie Soda, scbwarz und blau. V la noche se quiebra como soda, azul y negra.

S I.-L . K a s c h n it z
M. L. K a s c h n it z

Genazzano (1955) Genazzano


Genazzano am Abend . ' Genazzano por la tarde
"Winterlich Invernal
Glásernes Klappern Entrechocar quebradizo como él vidrio
Der Eselsbufe De los cascos de asno
Steüauf die Bergstadt. Que suben monte arriba a la ciudad.
Hier stand icb am Brunnen Aquí estaba en la fuente
Hier Avuscb icb mein Brautbemd Aquí lavaba m i camisa de novia
H ier wuscb icb mein Totenbemd Aquí lavaba m i camisa de m uerta
Mein Gesicbt lag weiss IIi cara yacía blanca
Unterm scbwarzen Wasser Bajo las aguas negras
Im Avebenden Lanb der Platanen. A la ondulante sombra de los plátanos.
Meine Hunde waven zwei Klumpen E is Mis ?nanos eran dos bloques de hielo
Fünf Zapfen an jeder Cada una de ellas con cinco carámbanos
Die klirrten. Que tintineaban.

388 387
1
S IN O P S IS CRONOLÓGICA

1759 y sigu ien tes D iderot, B alón »


1760 (? )-1 7 7 2 Diderot, L e N e v e u d e R a m e a u
1776-1777 R ousseau, L e s R é v e r ie s d u p ro m e n e u r so ­
lí ta ir e
1798 N ovalis, F r a g m e n te
1801 N ovalis, H e in r ic h t o n O fte r d ln g e n
1821 B au d elaire n ace e n P a rís
1827 Víctor Hugo, P r é f a c e d e C rotn w éU
1842 M allarm é n ace en P a rís
1845- 1846 B au d elaire, C u r io s ité s e s th é tiq u e s (edición
com pleta 1868)
1846 L autréam ont n ace en M ontevideo
1846 E . A . P oe, A P h ilo s o p h y o f C o m p o s itio n
1846- 1862 B au d elaire, L 'A r t R o m a n tiq u e (edición com ­
p leta 1868)
1848 E . A . P oe, T h e P o e lic P r in c ip ie
1854 G . d e N erval, C h im é r e s
1854 R im band n a ce en C h arleville
1857 B au d elaire, F le u r s d u M a l (redacción d e­
fin itiva 1868) *
1862 M allarm é escrib e su s p rim eras p o esía s
1863-1870 M allarm é p rofesor d e in g lé s en Touroon,
E esan gon , A viñón
1864 B a u d ela ire, P e t i t s p a to n e s e n p r o t e
1867 L au tréam on t en P a r ís .
1867 B a u d ela ire m uere en P a r ís
1S6S-1S69 L au tréam on t, C h a n ts d e M a ld o r o r
1869-1873 R im bau d escrib e s u s p o esía s

S89
!
Mallarmé. //'iioti.i/ír>«3 (poemas en prosa
jl$70 Lautréamont muere en París tés* y ensnro¿ d« |r.*»ría poética, compuestos
M670-1S94 Mallarmé profesor eu París desde **' adelante)
isn Rimbaud, Lctires d'un Toyant - Rimbaud MaUarmé, iedici6n definitiva)
i se traslada a París J&98
1£98 Mallarmé bU talvina
jS71 Valéry nace en SSte
J¿38 Apollinaire Itéaloda a París
'1874 Rimbaud abandona sus actividades litera­
i rias y empieza su vida errante íé s s Saint-Johil Ve»"** traslada a París
11874 Mallarmé, La Derniére Mode 1299 García Loftí» nací* en Fuentevaqueros (Gra­
1875 Rilke nace en Praga nada)
3992 Alberti uttOP Puerto de Santa María
1870 Mallarmé es retratado por Manet
(Cádiz)
■lSS-0 y siguientes Rimbaud en Africa Picasso amistad con Apollinaire
;1SS0 Apollinaire nace enJRoma 13905
IDOS Apollina lie J/bluchanteur pourrissant (en
;issi Juan Ramén Jiménez nace en Palos de- él esté póiilPidda Onirocrlllque)
Moguer (Huelva)
3910-1914 Ungaretll Ul J',,rÍ3» donde establece con­
1884 Yerlnine, Les Podtes Maudits (entre otro3, tactos, M'lie otros, con Apollinaire.
acerca de Rimbaud y de Mallarmé)
1911 Saint-Job b Éloyes
i 18S5 Víctor Hugo muere en París
1913 Apollina]*^ //'« Peintres cuUstes
, 1SS5 Ezra Pound nace en Haily (EE. UU.) ApoUinaiífc> Ak-eols (en él figura Zone} •
1 1686 Bonn nace en Mansfeld Ungaretti traslada a Italia
1914
, 1887 Mallarmé, Poésies (escritas desde 1862) Trakl, (hdúhttí
3914
18S7 Saint-John Pcrse nace en Saint-Léger-lea Trakl miP-is eU Cracovia
Feuilles (Guadalupe) Apollina)*'-. l)0éte assaseiné
1916
; 18S7 Trakl nace en Salzburgo ApoUinsí'"-. f/tfsprit nouveau el les Poétcs
3918
’ 18SS Ungaretti nace en Alejandría Apollinaí^. fJolUgramm.es
1888 T. S. Eüot nace en Saint Louis (EE. TTD.) ApollinaiV* /aAcre en Paría
j 1889 Bergson, Essai sur les données vnmédiates 1920 Mensclti^’-i ts'^tnmerunff ; Hymphonle /flrqr*
de la consciente gter J j y í /f'j, publicadas por K. Pinthuft
. 1891 Rimbaud muere en Marsella 1921 García Libro de poemas
j 1891 Valéry visita a Mallarmé García &■>'<*, Poema del cante ¡onda
l 1892-1893 Apogeo de los “martes” de Mallarmé en so.- 1921 Valéry,- f-i
i casa jde la Rué de Rome, en París 1922 Saint-Jó’xo y'crse, Anabase
1893 Guillén nace en Valladolid 1922 T. S. El»«<»“.• '/Jit Waste Land
1894 Debussy, Prélude d VAprés-midi d’un faune 1922 García íx-v-vu traba amistad con el cotft-
1894 Mallarmé deja la enseñanza, da conferen­ positdp" .♦íAdiuel de Falla
cias en Inglaterra y se retira, con nna 1924 Primer ,;v,«adtiesto suprarrealista (AmltA
pensión, a Yalvins (Seine) Brefo"*^
1896 Gerardo Diego nace en Santander 1924-1944 Valéry,’ ,>“<xsj/ité I-V
1S98 Móntale nace en Gánova 1924 Alberti-- ‘Mro en tierra
1896 Verlaine muere en París 1924 Garcfá; Canciones

300
1925 Ortega y Gasset, La deshumanización iel 1948 Stravinsky, Poótique musicale
arte 1949 Prévert, Paroles
1925 Móntale, Ossi di sepia 1950 Guillén, Cántico (redacción definitiva)
1925 García Lorca traba amistad con Goillén 1950 Ungaretü, Terra promessa
y con el pintor Salvador Dalí 1951 Benn, Problcme der Lyrik
192$ Rilke muere en Val-Mont (Suiza) 1952 Éluard, Poérnes pour toas (contiene poesías
1927 T. S. Eliot adquiere la nacionalidad in­ escritas desde 1917 a 1952)
glesa 1952 Krolow, Die Zeichen der Welt
1927 Beun, Gesammcltc Gedichte 1956 Benn muere en Berlín
1928 Alberti, Sobre los ángeles
1928 Guillén, Cántico (primera versión)
1928 García Lorca, Canciones
García Lorca, La” imagen poética en Don
Luis de Góngora (conferencia, publicada
en 1932)
192S y siguientes Móntale, Le Occasioni (1940)
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libro Poeta en Nueva York (1940)
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i tón)
i
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|i Mejlas
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¡ 1936 García Lorca es fusilado en Granada por
los franquistas
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1938 Valéry, Introduction d la poétique
¡ 1940 Saint-Jobn Perse se traslada a los Esta­
dos Unidos -
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tiene composiciones anteriores)
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, 1942 Saint-Jobn Perse, Exil
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1944 T. S. Eliot, Four Quartets
1945 Valéry mnere en'París
* 1948 Alberti, A la pintura
1 1948 Benn, Statisclic Gedichte
|
i 302 393
i
IN D IC A C IO N E S B IB L IO G R Á F IC A S

L a b ib lio g rafía que sigue no p re te n d e se r com pleta. S61o


m enciona la s com posiciones m íls im p o rta n te s de lo s líric o s
contem poráneos. E l liecho de que se cite u n d eterm in ad o es­
tu d io critic o o científico no presupone siem pre q u e e l a u to r
e sté de a cu erd o con é l ; p o r el co n tra rio , ta le s e stu d io s so n
ta m b ié n titile s cuando su sc ita n discusión.

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407
ÍNDICE ALFABÉTICO D E AUTORES CITADOS

Agustín, San, 251. Benn, Gottfried, 13, 14, 17,


Alberti, Rafael, 22S, 229, 250, 91, 182, 221, 231, 237, 243,
257, 261, 29S, 312, 320, 329, 244, 252, 267, 278, 295, 301,
355, 356, 391, 392. 311, 37S-3S5, 390, 392, 393,
Aleixandre, Vicente, 12, 22S, Bergson, Henri, 277, 390.
31S, 35S-361. Berne-Joffroy, A., 214.
Alonso, Dámaso, 25. Bouillane de Lacoste, H., 88.
Apollinaire, Guillaume,13, 84, Braque, Georges, 227.
131, 227, 230-233, 237, 247, Breebt, Bert, 263.
259, 263, 274, 293, 294, 312, Brentano, Clemens von, 72.
318, 323, 324-329, 390, 391. Bretón, André, 225, 239, 292,
Aragón, Louis, 238, 245, 295, 29S, 391, 392.
392. Burckhardt, Jacob, 262.
Artemldoro de fifeso, 293.
Auden, W. H. 260. Calderón, Pedro, 72.
Cnmus, Albert, 263.
Babou, J., 65. Cardarelli, Vincenzo, 249.
Banville, Théodore de, 111. Carossa, Hans, 10.
Barras, Maurice, 156. Cendrars, Blaise, 300/
Bataille, Georges, 255. Cernuda, Luis, 229.
Baudelaire, Charles, 10, 11, Cózanue, Paul, 239.
14, 29, 32, 33, 37-40, 44, 47- Cicerón, Marco Tulio, 167.
86, SS, 90, 92, 9S, IOS, 109, Claudel, Paul, 89, 90, 245.
116, 117, 119, 121, 125, 126, Cocteau, Jean, 224.
131, 135, 137, 141, 147, 149, Corbifire, Tristan, 45.
161, IOS, 169, 174, 181, 185, Cruz, San Juan de la, 70.
1S8, 190, 192, 193, 196, 197,
201, 205, 207, 210, 213, 215, Chateaubriand, Francois-
221, 227, 230, 23S, 242, 245, René de. 39, 40.
247, 251, 254, 2S6, 298, 299,
300, 302, 389. Dalí, Salvador, 227, 392. *
Beckmann, Max, 80. D’Annunzio, Gabrlele, 242.

400
r>:>nle Aligbicri, 17, 25, 7 2 , Gómez de la Serna, Ramón, Dnutróamont, Isidor Ducasse, Ovidio (Publio Ovidio Na-
1<>9. US. 200, 254. 223, 298. llamado Conde de, 9, 24, s6n), 251.
Pumnlir, Llonoré, 57, 62, 07. Góngora, Ruis de, 15, 17, 136, 45, 291, 305, 309, 389, 390.
Debussy. Claude, 390. 1S7, 22S, 229, 233, 234, 242, Delimann, W., 315.
1 >f":is, Edgar, 165. 274. Dessing, G. E., 31. Palazzeschi, 13.
Pelaeroix, Eugéne, 227. Gracq, Julien, 295. Dévi, Éliplias, 210, 211. Paracelso (T. von Hohen-
Diderot. Douis, 27, 30-34, 48, Greco, El (Dominikos Theto- Docke, John, 29. heim), 166.
70. 3SS, 227, 389. kopulos), 170. Doerke, G., 10. Petrarca, Francesco, 54.
Diego, Ocrardo, 22S, 251, 311, Dorca, v., García Dorca. Picasso, Pablo, 24, 26, 125,
Grillparzer, Franz, 23. 170, 201, 271, 309, 311, 391.
316, 357, 300, 392. Guillén, Jorge, 13. 54, 57,148, Ducrecio (Tito Ducrecio Ca­
ro), 285. Picón, Gaétan, 258, 276.
Du Bellay, Joachin, 263, 266. 223. 220, 240, 250. 257, 272, Pichette, Henri, 255.
2SG-291, 299, 302, 309-312, Pinthus, K., 7, 39D
EHot, T. 8.. íol 31, 47, 51, 61, SIS, 362-365, 390, 391, 392, Machado, Antonio, 29, 228. Platón, 92.
6S. 74, 14S, 223, 235, 23S, 398. Maistre, Joseph de, 66. Toe, Edgar Alian, 50, 57, 68,
242, 245, 249, 251, 269, 271, Mallnrmé, Stdphane, 8, 37, 61, 63, 73, 74, 75, 76, 79, 85,
273, 279, 302-305, 309, 312, n.nftmann, W., 22G, 227, 244. 42, 47, 49, 54, 57, 58, 71, 106, 125, 141, 163, 164, 172,
313, 315, 372-379, 390, 391, riebel, Joliann Peter, 235. 76, 90, 147-220, 221, 223, 221, 230, 278, 300, 389.
392. Ilogel, Georg, 195. 225, 22S, 229, 233, 236, 239, Ponge, Frangois, 255, 258.
Hemiugwuy, Ernest, 263, 300, 245, 240, 250, 270, 271, 272,
Clunrd, Paul, 24, 25, 131, 261,
293, 29S, 309, 318, 319, 332- Hcrrnes Trismegisto, 142, 311. 273, 271, 277, 2S0, 2S1, 2S4, . Pound, Ezra, 105, 251, 252,
318, 390.
336, 392, 393. Hindeinitli, Paul, 250. 2S5, 2S6, 2S7, 302, 309, 3S9, Prévert, Jacques, 247, 313,
Hofmaunsthal, Hugo ron, 10, 390, 391. 344, 345, 393.
Emerson, Ralph TValdo, 52. Manet, Edouard, 390.
19, 309, 310. Proust, Marcel, 134, 81D
Hugo, Víctor, 41, 42, 43, 44, Marc, Franz, 80, 319.
Falla, Manuel de, 391. 49, 51, 63. 92, 97, 110, 176, Marino, Giumbattista, 175,
Ficlite, Joliaun Gottlieb, 105. 177, 298, 3S9, 390. 176. Quasimodo, Salvatore, 273,
Flnubert, Gustave, 60, 239, Mónard, Donis, 142. 312.
25S, 262, 300. Jacob, Max, 131, 227, 263. Michaux, Henry, 279. Quencau, Raymond, 240, 318.
•Tean Paul (Richter), 210. Miehelet, V. E., 211.
Francisco de Asís, San, 251. Montaigne, Michel de, 92.
Jiménez, Juan Ramón, 12, Racine, Jean, 25, 72.
22S, 254, 200, 279, 296, 310, Móntale, Eugenio, 14, 251, Renán, Ernest, 89.
García Doren, Federico, 13, 313, 346, 347, 390. 273, 302, 370, 371, 390, 392. Reverdy, Pierre, 237.
227, 228, 229, 230, 233, 242, Jouve, Pierre-Jean, 240, 249. Musil, Robert, 259, 263. Rilke, Rainer Maña, 13, 276,
245, 255, 250, 260, 263, 264, Jung, C. G., 251, 292: Musset, Alfred de, 40, 42. 2S0, 315, 316, 390,.
265, 2GG, 267, 274, 295, 296, Rimbaud, Arthur, 8, 9, 25,
301, 310. 314, 316, 318, 319, Kafka, Franz, 265. Nerval, Gérard de, 43, 389. 37, 45, 47, GS, 71, 83. 87-
348-354, 391, 392. Kandinsky, Wassili, 226, 319. Nobiling, 185. 119, 122-131, 133-135, 138,
Gautier, Tbéopliile, 44, 85, Kant, Immanuel, 31, 213, 253. Novalis (Friedrich von Har- 139, 141, 142-148, 153, 159,
176. Kaschnitz, M.-D., 313, 386, denberg), 23, 34-38, 48, 57, 161, 171, 179, 185, 1S6, 187,
Gengoux, J., 142. 387. 5S, 73, 74, 75, 80, 85, 119, 192, 199, 201, 205, 215, 217,
Gcorge, Stefan, 10, 148. Krolow, K., 244, 263, 318, 141, 172, 188, 215, 221, 242, 221, 224, 225, 226, 229, 233,
Gide, André, 90. 3S4-387, 393. 278, 389. 237, 239, 249, 251, 261, 264,
Goethe, Joh an n Wolfgang 270, 276, 277, 279, 291. 292,
ven, 10, 19, 22, 221, 235, Da Fontaine, Jean de, 242. Orfeo, 219. 293, 294, 295, 29S, 301, 306,
250, 2GG, 302. Dnmartine, Alphonse de, 42. Ortega y Gasset, José, 228, 30S, 309, 310, 312, 316, 3S9,
Goll, Claire e Tres, 251. Danggiiser, E., 244. 253, 254, 311, 317, 392. 390.
410 4 11
JviviC-re-, Jncques, 8, 9, 145. Trakl, Georg, 13, 221, 259,
Rousseau, Uenrl ( L e D o u a - 302, 312, 300, 391.
n i c r ) , 227. Tzara, Tristan, 292.
Rousseau, Jean-Jacques, 27,
2S, 29, 30, 34, 63, 79, 94, Ungaretti, Giuseppe, 13, 148,
125, ISO, 2S2, 389. 223, 235, 242, 255, 263, 269,
273, 274, 309, 366-370, 390,
Saint-Jolin Perse (Alexis Lé- 391, 392, 393.
ger), 13, 14, 105. 235, 238,
249, 250, 251, 252, 257, 259, ÍNDICE GENERAD
269, 274, 306-309, 312, 315, Valéry, Paul, 47, 57, 148, 165,
336-343, 390, 391, 392. 1S1, 190. 211, 213, 223, 225,
23S, 240, 242, 243, 244, 245, V&gn.
Saiutc-Beuve, Charles-Augus-
tin de, 213. 219, 250, 255, 274, 2S0-2S6, P rólogo ................................................................................................................... 7
Salinas, Pedro, 237, 272. 297, 302, 309, 312, 313, 318,
Sartre, Jean-Pnul, 25S, 302. 330-332, 390, 391, 392. I. M ir a b a h a c ia adelante: v m ir a d a h a c ia atb A s .' 13

Sehelling, F. W., 179, 195. Verlaine, Paul, 25. 2S. 45, 47, II. B a u d e l a ib e ......................................................................................... 47
Scbiller, Friedrich von, 23, 105, 116, 119, 122, 171, 255, III. R im b a u d ................... .............................................................................. 87
253, 311. ' 390. IV . M allabm é ........................................................................... 147
Sclilegel, Friedrich, 3S, 43, Vico, Giambattista, 32. V. L a l I k ic a europea en el s ig l o x x ..................................’ 221
62. Vigny, Alíred de, 40.
Schroder, R. A., 10. A p é n d ic e . .
Villiers de l’Isle Adam, Au-
Shakespeare, William, 251. guste, 210. P oem as d e l s ig lo x x con tr a d u c c io n e s .................................... 823
Stael. Mme. de, 40. Virgilio (Publlo Virgilio Ma­ G . A p o llin a ir e , Z on e ........................................................................ 324
Stendhal (Henry Beyle), 60. rín), 72. P . V a lé r y » 7»i térieur . . . . . . ' ........................................ 330
Stravinsky, Igor, 14, 57, 245,
319, 393. — , Les Pa.8 ................................................................ 330
Superrlelle, Jules, 269. YTagner, Richard, 251. P . É l u a r d , La Saison des Am ours .................................... 332
Swedenborg, Emmanuel, 69. — , “La violence" .................................................................-. — 334
Swinburne, A. A.,.. 14S. r* Yeats, WiUiani B., 13, 238,
— , Étre ..................................................................................................... 334
271, 276.
Taine, Hippolyte, 89. S a i n t - J o h n P e r s e , Exil ............................................................. 336
Tocqueville, Alexis de, 60. Zelter-Xeukomm, G., 297. J . P r é v e r t , Le combatavec Tange .................................. 344
J . R . J i m é n e z , A mi a lm a .............................. .. .................. 346
— , La luna "blanca............... ..................................... 346
— •, Desvelo ............................................................................. 347
F . G a r c í a L o r c a , El G rito ....................................................... 348
— , El Silencio ...................... . . . . . ' ................................................ 349
— , Malagueña .................................................................................... 349.
— , Canción ........................................ 350
— , Canción de Jinete ............................................. * . . . . . . . 351
— Muerte .................................................................. 352
— , AUna ausente ............................................................................ 353
— , Este es el prólogo ..................................................... 354

4X2 413
Pfiga.
R. Allierti, “Si mi vos..." .................................. 355
—, El ángel .................................................... .. 355
—•, “Se equivocó la paloma...” ......................... 356
G. iDiego, Insomnio ............................................... 357
—, Las. águilas ...................................................... 358
—> Se querían................... '................................ 360
J. Guíllén, Los nombres ....................................... 362
—, Perfección del circulo .................................. 363
—, Una Puerta....... ............................................... 364
—, Moche de luna (sin desenlace) ..................... 365
G. Ungaretti, L'Isola...........7.............................. 366
—> Ma.‘¡cita d'Aurora............................................ 368
—•, Canto ............................................................. 368
E. Móntale, Altro efjeto di luna ....................... 370
“Addii...” .......................................................... .370
T. S. EUot, The Waste L a n d .............................. 372
—v Burnt X o rto n ................... 376
G. Benn, Chopin.................................................... 378
—. Welle der Naclit ................................................ 382
—, Bilder .................................... .......................... 382
K. ÍCroloM", LieliCsgedicM......................................... 384
M.-L. Knsehnitz, Qenazzano .................................... 386
Sinopsis cronológica ......................................................... 389
Indicaciones bibliográficas.............................................. 395
índice de autores ......................................................... 409

414

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