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Gran parte de la información que poseemos sobre las primeras fases en el desarrollo de la vida

procede del estudio de los fósiles. Los fósiles son restos de organismos primitivos, que han
sufrido un proceso de mineralización que ha permitido conservar partes de su estructura
orgánica, sus rastros o huellas.

Fósil es tanto el insecto conservado en ámbar como las huellas de un dinosaurio en una roca,
la mandíbula de un Australopitecus, la concha petrificada de un molusco o los mamuts
conservados en hielo que se han hallado en Siberia.

Los fósiles más antiguos encontrados hasta ahora corresponden a bacterias acuáticas, con más
de 3.000 millones de años. Cuando en un mismo lugar aparece una gran cantidad de fósiles de
uno o varios periodos geológicos se habla de yacimiento.

La fosilización es el proceso por el que los restos de un ser vivo se mineralizan. Esta
mineralización supone una transformación química mediante la que se sustituyen, molécula a
molécula, los compuestos orgánicos del organismo muerto por sustancias inorgánicas. La
ciencia que estudia los fósiles es la Paleontología.

La teoría de la evolución

Se calcula que en la actualidad viven en la Tierra sólo el 1% de las especies que han existido a
lo largo de su historia. Es evidente que algunos seres vivos actuales son parecidos a otros más
primitivos o guardan más similitudes con unas especies que con otras.

Aunque el biólogo Jean Baptiste Lamarck propuso el concepto de evolución, fue Charles
Darwin quien lo desarrolló. Lamarck suponía que los seres vivos están animados por una fuerza
innata con la que luchan frente a las condiciones ambientales adversas. Aceptaba, además,
que las adaptaciones a ese ambiente que implicasen beneficios para la población se mantenían
en las generaciones sucesivas.

Darwin planteaba que todos los seres vivos actuales descienden de unos antepasados
comunes, por lo que las distintas especies están relacionadas entre sí. Darwin recopiló pruebas
a favor de la selección natural como fundamento de la evolución biológica. Lo hizo en un viaje
que realizó a bordo del barco HMS Beagle por las costas de América del Sur y los archipiélagos
del océano Pacífico durante cinco años. Publicó las conclusiones de sus observaciones y
experiencias en su libro El origen de las especies, de consulta obligada para cualquier
naturalista.

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