Está en la página 1de 1

La Tierra se formó hace más de 4.600 millones de años.

Desde entonces hasta la actualidad, el


planeta no ha dejado de cambiar. La Tierra forma parte del Sistema Solar. Su situación
privilegiada, a la distancia adecuada del Sol para que exista agua en los tres estados (sólido,
líquido y gaseoso), permitió en un momento determinado la aparición de la vida.

Hace 10.000 millones de años, cuando el Universo apenas contaba con 300.000 años de
existencia (el equivalente a unas dos horas en la vida de una persona adulta), se produjo un
violento estallido de energía, el Big Bang, y el cosmos empezó a expandirse.

A partir de esa explosión se fueron formando las galaxias. Una de ellas fue la Vía Láctea. El Sol
apareció en el espacio hace unos 4.650 millones de años en una zona de la Vía Láctea. Tras él
se creó el Sistema Solar, a partir de una nebulosa inicial, por un proceso de acreción.

La Tierra era entonces polvo cósmico y gases que, por acción de la gravedad, se transformaron
en una masa de material fundido e incandescente. Este material empezó a reorganizarse en
capas, de forma que en el interior estaban los materiales más densos y en el exterior los más
ligeros, como el vapor de agua y otros gases. Al enfriarse, los materiales de la superficie se
solidificaron para formar la litosfera oceánica y los gases se desprendieron dando lugar a la
atmósfera primitiva.

Con el paso del tiempo, el vapor de agua se condensó y volvió a la superficie como agua
líquida, formando los primeros océanos. Las primeras rocas ígneas procedentes de las
erupciones volcánicas fueron el origen de la litosfera continental. En una intensa actividad de
formación y fusión de rocas, aparecieron las grandes masas de material continental, en cuyas
depresiones se fue acumulando el agua. Este conjunto de procesos geológicos propició las
condiciones que permitieron la aparición de la vida.

También podría gustarte