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RESUMEN DE LAS CREENCIAS FUNDAMENTALES

01 LA PALABRA DE DIOS
Las Sagradas Escrituras, que abarcan el Antiguo y el Nuevo Testamento, constituyen la Palabra
de Dios escrita, transmitida por inspiración divina mediante santos hombres de Dios que
hablaron y escribieron impulsados por el Espíritu Santo. Por medio de esta Palabra, Dios
comunica a los seres humanos el conocimiento necesario para alcanzar la salvación. Las
Sagradas Escrituras son la infalible revelación de la voluntad divina. Son la norma del carácter,
el criterio para evaluar la experiencia, la revelación autorizada de las doctrinas, y un registro
fidedigno de los actos de Dios realizados en el curso de la historia.

02 LA DEIDAD
Hay un solo Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo, una unidad de tres personas coeternas. Dios es inmortal,
todopoderoso, omnisapiente, superior a todos y omnipresente. Es infinito y escapa a la comprensión
humana, aunque se lo puede conocer por medio de su autorrevelación. Es digno para siempre de
reverencia, adoración y servicio por parte de toda la creación.
03 DIOS EL PADRE
Dios, el Padre Eterno es el Creador, Originador, Sustentador y Soberano de toda la creación.
Es justo y santo, misericordioso y clemente, tardo en airarse y abundante en amor y fidelidad.
Las cualidades y las facultades del Padre se manifiestan también en el Hijo y en el Espíritu
Santo.

04 DIOS EL HIJO
Dios el Hijo Eterno se encamó en Jesucristo. Por medio de él se crearon todas las cosas, se
reveló el carácter de Dios, se llevó a cabo la salvación de la humanidad y se juzga al mundo.
Aunque es verdadero y eternamente Dios, llegó a ser también verdaderamente hombre, Jesús
el Cristo. Fue concebido por el Espíritu Santo y nació de la virgen María. Vivió y
experimentó la tentación como ser humano, pero ejemplificó perfectamente la justicia y el
amor de Dios. Mediante sus milagros manifestó el poder de Dios y éstos dieron testimonio de
que era el prometido Mesías de Dios. Sufrió y murió voluntariamente en la cruz por nuestros
pecados y en nuestro lugar, resucitó de entre los muertos y ascendió para ministrar en el
Santuario celestial en favor de nosotros. Volverá otra vez en gloria para librar
definitivamente a su pueblo y restaurar todas las cosas .
07 LA NATURALEZA HUMANA
Dios hizo al hombre y la mujer a su imagen, con individualidad propia, y con la facultad y la
libertad de pensar y obrar. Aunque los creó como seres libres, cada uno es una unidad indivisible
de cuerpo, mente y espíritu, que depende de Dios para la vida, el aliento y todo lo demás.
Cuando nuestros primeros padres desobedecieron a Dios, negaron su dependencia de él y
cayeron de la elevada posición que ocupaban bajo el gobierno de Dios. La imagen de Dios en
ellos se desfiguró y quedaron sujetos a la muerte. Sus descendientes participan de esta naturaleza
caída y de sus consecuencias. Nacen con debilidades y tendencias hacia el mal. Pero Dios, en
Cristo, reconcilió al mundo consigo mismo y, por medio de su Espíritu Santo, restaura en los
mortales penitentes la imagen de su Hacedor. Creados para la gloria de Dios, se los llama a
amarlo a él y a amarse mutuamente, y a cuidar del ambiente que los rodea.

08 EL GRAN CONFLICTO
Toda la humanidad está ahora envuelta en un gran conflicto entre Cristo y Satanás en cuanto al
carácter de Dios, su ley y su soberanía sobre el universo. Este conflicto se originó en el cielo
cuando un ser creado, dotado de libre albedrío, se exaltó a sí mismo y se convirtió en Satanás, el
adversario de Dios, y condujo a la rebelión a una parte de los ángeles. Satanás introdujo el
espíritu de rebelión en este mundo cuando indujo a Adán y a Eva a pecar. El pecado humano
produjo como resultado la distorsión de la imagen de Dios en la humanidad, el trastorno del
mundo creado y, posteriormente, su completa devastación en ocasión del diluvio universal.
Observado por toda la creación, este mundo se convirtió en el campo de batalla del conflicto
universal, a cuyo término el Dios de amor quedará finalmente vindicado. Para ayudar a su
pueblo en este conflicto, Cristo envía al Espíritu Santo y los ángeles leales para guiarlo,
protegerlo y sostenerlo en el camino de la salvación.
09 LA VIDA, MUERTE Y RESURRECCIÓN DE CRISTO
Mediante la vida de Cristo, de perfecta obediencia a la voluntad de Dios, y en sus sufrimientos,
su muerte y su resurrección, Dios proveyó el único medio para expiar el pecado humano, de
manera que los que por fe aceptan esta expiación puedan tener vida eterna, y toda la creación
pueda comprender mejor el infinito y santo amor del Creador. Esta expiación perfecta vindica la
justicia de la ley de Dios y la benignidad de su carácter; porque no solo condena nuestro pecado
sino también nos garantiza nuestro perdón. La muerte de Cristo es vicaria y expiatoria,
reconciliadora y transformadora. La resurrección de Cristo proclama el triunfo de Dios sobre las
fuerzas del mal, y asegura la victoria final sobre el pecado y la muerte a los que aceptan la
expiación. Ella declara el señorío de fesucristo, ante quien se doblará toda rodilla en el Cielo y
en la Tierra.

10 LA EXPERIENCIA DE LA SALVACIÓN
Con amor y misericordia infinitos Dios hizo que Cristo, que no conoció pecado, fuera hecho
pecado por nosotros, para que nosotros pudiésemos ser hechos justicia de Dios en él. Guiados
por el Espíritu Santo sentimos nuestra necesidad, reconocemos nuestra pecaminosidad, nos
arrepentimos de nuestras transgresiones, y ejercemos fe en Jesús como Señor y Cristo, como
sustituto y ejemplo. Esta fe que acepta la salvación nos llega por medio del poder divino de la
Palabra y es un don de la gracia de Dios. Mediante Cristo somos justificados, adoptados como
hijos e hijas de Dios y librados del dominio del pecado. Por medio del Espíritu nacemos de
nuevo y somos santificados; el Espíritu renueva nuestras mentes, graba la ley de amor de Dios
en nuestros corazones y nos da poder para vivir una vida santa. Al permanecer en él somos
participantes de la naturaleza divina y tenemos la seguridad de la salvación ahora y en ocasión
del juicio.

11 CRECER EN CRISTO
Jesús triunfó sobre las fuerzas del mal por su muerte en la cruz. Quien subyugó los espíritus
12 LA IGLESIA
La iglesia es la comunidad de creyentes que confiesan que Jesucristo es Señor y Salvador.
Como continuadores del pueblo de Dios del Antiguo Testamento, se nos invita a salir del
mundo; y nos reunimos para adorar, para estar en comunión unos con otros, para recibir
instrucción en la Palabra, para la celebración de la Cena del Señor, para servir a toda la
humanidad y para proclamar el evangelio en todo el mundo. La iglesia recibe su autoridad de
Cristo, que es la Palabra encarnada, y de las Escrituras, que son la Palabra escrita. La iglesia es
la familia de Dios; somos adoptados por él como hijos, vivimos sobre la base del nuevo pacto.
La iglesia es el cuerpo de Cristo, es una comunidad de fe, de la cual Cristo mismo es la cabeza.
La iglesia es la esposa por la cual Cristo murió para poder santificarla y purificarla. Cuando
regrese en triunfo, él presentará a sí mismo una iglesia gloriosa, los fieles de todas las edades,
adquiridos por su sangre, una iglesia sin mancha, ni arruga, sino santa y sin defecto.

13 EL REMANENTE Y SU MISIÓN
La iglesia universal está compuesta de todos los que creen verdaderamente en Cristo; pero en los
últimos días, una época de apostasía generalizada, se llamó a un remanente para que guarde los
mandamientos de Dios y la fe de Jesús. Este remanente anuncia la llegada de la hora del juicio,
14 LA UNIDAD EN EL CUERPO DE CRISTO
La iglesia es un cuerpo constituido por muchos miembros, llamados de entre todas las naciones,
razas, lenguas y pueblos. En Cristo somos una nueva creación; las diferencias de raza, cultura,
educación y nacionalidad, y las diferencias entre encumbrados y humildes, ricos y pobres,
hombres y mujeres, no deben causar divisiones entre nosotros. Todos somos iguales en Cristo,
quien por un mismo Espíritu nos unió en comunión con él y los unos con los otros; debemos
servir y ser servidos sin parcialidad ni reservas. Por medio de la revelación de Jesucristo en las
Escrituras, participamos de la misma fe y la misma esperanza, y damos a todos un mismo
testimonio. Esta unidad tiene sus orígenes en la unicidad del Dios triuno, que nos adoptó como
hijos suyos.

15 EL BAUTISMO
Por medio del bautismo confesamos nuestra fe en la muerte y resurrección de Jesucristo, y
damos testimonio de nuestra muerte al pecado y de nuestro propósito de andar en novedad de
vida. De este modo reconocemos a Cristo como nuestro Señor y Salvador, llegamos a ser su
pueblo y somos recibidos como miembros de su iglesia. El bautismo es un símbolo de nuestra
16 LA CENA DEL SEÑOR
La Cena del Señor es una participación en los emblemas del cuerpo y la sangre de Jesús como
expresión de fe en él, nuestro Señor y Salvador. Cristo está presente en esta experiencia de
comunión para encontrarse con su pueblo y fortalecerlo. Al participar de la Cena, proclamamos
gozosamente la muerte del Señor hasta que venga. La preparación para la Cena incluye un
examen de conciencia, el arrepentimiento y la confesión. El Maestro ordenó el servicio del
lavamiento de los pies para denotar una renovada purificación, para expresar la disposición a
servirnos mutuamente en humildad cristiana, y para unir nuestros corazones en amor. El servicio
de comunión está abierto a todos los creyentes cristianos.

17 LOS DONES Y MINISTERIOS ESPIRITUALES


Dios concede a todos los miembros de Su Iglesia, en todas las épocas, dones espirituales. Siendo
otorgados por la actuación del Espíritu Santo, el cual distribuye a cada miembro como le place,
los dones proveen todas las aptitudes y ministerios que la Iglesia necesita para cumplir sus
funciones divinamente ordenadas. Algunos miembros son llamados por Dios y dotados por el
Espíritu para funciones reconocidas por la Iglesia en ministerios pastorales, evangélicos,
18 EL DON DE PROFECÍA
Uno de los dones del Espíritu Santo es el de profecía. Este don es una señal identificadora de la
iglesia remanente y se manifestó en el ministerio de Elena G. de White. Como mensajera del Señor,
sus escritos son una permanente y autorizada fuente de verdad que proporciona consuelo, dirección,
instrucción y corrección a la iglesia. Ellos también establecen con claridad que la Biblia es la
norma por la cual debe ser probada toda enseñanza y toda experiencia

19 LA LEY DE DIOS
Los grandes principios de la ley de Dios están incorporados en los Diez Mandamientos y
ejemplificados en la vida de Cristo. Expresan el amor, la voluntad y el propósito de Dios con
respecto a la conducta y a las relaciones humanas, y son obligatorios para todas las personas en
todas las épocas. Estos preceptos constituyen la base del pacto de Dios con su pueblo y son la
norma del juicio divino. Por medio de la obra del Espíritu Santo, señalan el pecado y despiertan el
sentido de la necesidad de un Salvador. La salvación es totalmente por la gracia y no por las obras,
pero su fruto es la obediencia a los mandamientos. Esta obediencia desarrolla el carácter cristiano y
da como resultado una sensación de bienestar. Es una evidencia de nuestro amor al Señor y de
20 EL SÁBADO
El bondadoso Creador, después de los seis días de la creación, descansó el séptimo día, e instituyó
el sábado para todos los hombres como un monumento conmemorativo de la Creación. El cuarto
mandamiento de la inmutable ley de Dios requiere la observancia del séptimo día, sábado, como
día de reposo, adoración y ministerio en armonía con las enseñanzas y la práctica de Jesús, el Señor
del sábado. El sábado es un día de agradable comunión con Dios y con nuestros hermanos. Es un
símbolo de nuestra redención en Cristo, una señal de nuestra santificación, una demostración de
nuestra lealtad y una anticipación de nuestro futuro eterno en el reino de Dios. El sábado es la señal
perpetua del pacto eterno entre él y su pueblo. La gozosa observancia de este tiempo sagrado de
una tarde a la otra tarde, de la puesta de sol a la puesta de sol, es una celebración de la obra
creadora y redentora de Dios.

21 LA MAYORDOMÍA
Somos mayordomos de Dios, a quienes se nos ha confiado tiempo y oportunidades, capacidades y
posesiones, y las bendiciones de la tierra y sus recursos. Y somos responsables ante él por el
empleo adecuado de todas esas dádivas. Reconocemos el derecho de propiedad por parte de Dios
mediante nuestro servicio fiel a él y a nuestros semejantes, y mediante la devolución de los
diezmos y las ofrendas que damos para la proclamación de su evangelio y para el sostén y
desarrollo de su iglesia. La mayordomía es un privilegio que Dios nos ha concedido para que
crezcamos en amor y para que logremos la victoria sobre el egoísmo y la codicia. El mayordomo
fiel se regocija por las bendiciones que reciben los demás como fruto de su fidelidad.
22 LA CONDUCTA CRISTIANA
Somos llamados a ser un pueblo piadoso que piense, sienta y actúe en armonía con los
principios del cielo. Para que el Espíritu recree en nosotros el carácter de nuestro Señor, nos
involucramos sólo en aquellas cosas que producirán en nuestra vida pureza, salud y gozo
cristiano. Esto significa que nuestras recreaciones y nuestros entretenimientos estarán en
armonía con las más elevadas normas de gusto y belleza cristianos. Si bien reconocemos las
diferencias culturales, nuestra vestimenta debiera ser sencilla, modesta y de buen gusto, como
corresponde a aquellos cuya verdadera belleza no consiste en el adorno exterior, sino en el
inmarcesible ornamento de un espíritu apacible y tranquilo. Significa también que, puesto que
nuestros cuerpos son el templo del Espíritu Santo, debemos cuidarlos inteligentemente. Junto
con la práctica adecuada del ejercicio y el descanso, debemos adoptar un régimen alimentario lo
más saludable posible, y abstenernos de los alimentos inmundos, identificados como tales en las
Escrituras. Como las bebidas alcohólicas, el tabaco y el uso irresponsable de drogas y
narcóticos son dañinos para nuestros cuerpos, debemos también abstenernos de ellos.

23 EL MATRIMONIO Y LA FAMILIA
El matrimonio fue establecido por Dios en el Edén y confirmado por Jesús para que fuera una
unión para toda la vida entre un hombre y una mujer, en amante compañerismo. Para el cristiano,
el matrimonio es un compromiso con Dios y con el cónyuge, y debiera celebrarse sólo entre
personas que participan de la misma fe. El amor mutuo, el honor, el respeto y la responsabilidad
constituyen la estructura de esa relación, que debe reflejar el amor, la santidad, la intimidad y la
25 LA SEGUNDA VENIDA DE CRISTO
La segunda venida de Cristo es la bienaventurada esperanza de la iglesia, la gran culminación del
evangelio. La venida del Salvador será literal, personal, visible y de alcance mundial. Cuando el
24 EL
Señor MINISTERIO
regrese, DE CRISTO
los justos muertos resucitarán y, junto con EN ELque
los justos SANTUARIO
estén vivos, serán glorifica-
CELESTIAL
dos y llevados al cielo, pero los impíos morirán. El hecho de que la mayor parte de las profecías esté
alcanzando su pleno cumplimiento, unido a las actuales condiciones del mundo, nos indica que la
Hay undesantuario
venida Cristo esen el cielo, elElverdadero
inminente. momentotabernáculo que el
cuando ocurrirá Señor
este erigió y no elnohombre.
acontecimiento ha sido En él
revelado,
yministra Cristo
por lo tanto se en
nosfavor de nosotros,
exhorta para ponerena todo
a estar preparados disposición
tiempo.de los creyentes los beneficios de su
sacrificio expiatorio ofrecido una vez y para siempre en la cruz. Cristo llegó a ser nuestro gran
Sumo Sacerdote y comenzó su ministerio intercesor en ocasión de su ascensión. En 1844, al
concluir el período profético de los 2.300 días, inició la segunda y última fase de su ministerio
expiatorio. Esta obra es un juicio investigador, que forma parte de la eliminación definitiva del
pecado, prefigurada por la purificación del antiguo santuario hebreo en el Día de la Expiación. En
el servicio simbólico, el santuario se purificaba mediante la sangre de los sacrificios de animales,
pero las cosas celestiales se purifican mediante el perfecto sacrificio de la sangre de Jesús. El
juicio investigador revela a las inteligencias celestiales quiénes de entre los muertos duermen en
Cristo, siendo, por lo tanto, considerados dignos, en él, de participar en la primera resurrección.

26 LA MUERTE Y LA RESURRECCIÓN
La paga del pecado es la muerte. Pero Dios, el único que es inmortal, otorgará vida eterna a sus
redimidos. Hasta ese día, la muerte constituye un estado de inconsciencia para todos los que han
fallecido. Cuando Cristo, que es nuestra vida, aparezca, los justos resucitados y los justos vivos
27 EL MILENIO Y EL FIN DEL PECADO
El milenio es el reino de mil años de Cristo con sus santos en el cielo, que se extiende entre la
primera y la segunda resurrección. Durante ese tiempo serán juzgados los impíos; la tierra estará
completamente desolada, sin habitantes humanos con vida, pero sí ocupada por Satanás y sus
ángeles. Al terminar ese período, Cristo y sus santos y la Santa Ciudad, descenderán del Cielo a la
Tierra. Los impíos muertos resucitarán entonces y, junto con Satanás y sus ángeles, rodearán la
ciudad; pero el fuego de Dios los consumirá y purificará la Tierra. De ese modo el universo será
librado del pecado y de los pecadores para siempre.

28 LA TIERRA NUEVA
En la Tierra Nueva, en que habita la justicia, Dios proporcionará un hogar eterno para los redimidos
y un ambiente perfecto para la vida, el amor, el gozo y el aprendizaje eternos en su presencia.
Porque allí Dios mismo morará con su pueblo, y el sufrimiento y la muerte terminarán para
siempre. El gran conflicto habrá terminado y el pecado no existirá más. Todas las cosas, animadas e
inanimadas, declararán que Dios es amor; y él reinará para siempre jamás.
05 DIOS EL ESPÍRITU SANTO
Dios el Espíritu Eterno desempeñó una parte activa con el Padre y el Hijo en la creación, la
encarnación y la redención. Inspiró a los autores de las Escrituras. Infundió poder a la vida de
Cristo. Atrae y convence a los seres humanos, y renueva a los que responden y los transforma a la
imagen de Dios. Enviado por el Padre y el Hijo para estar siempre con sus hijos, concede dones
espirituales a la iglesia, la capacita para dar testimonio en favor de Cristo y, en armonía con las
Escrituras, la guía a toda la verdad.

06 LA CREACIÓN
Dios es el Creador de todas las cosas, y reveló en las Escrituras el relato auténtico de su actividad
creadora. El Señor hizo en seis días “los cielos y la tierra” y todo ser viviente que la habita, y
reposó en el séptimo día de esa primera semana. De ese modo estableció el sábado como un
monumento perpetuo conmemorativo de la terminación de su obra creadora. Hizo al primer
hombre y la primera mujer a su imagen como corona de la creación, y les dio dominio sobre el
mundo y la responsabilidad de cuidar de él. Cuando el mundo quedó terminado era “bueno en gran
manera”, proclamando la gloria de Dios.

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