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Discurso del Ministro de Desarrollo Productivo


Matías Kulfas en la 27ª Conferencia Industrial –
Unión Industrial Argentina - Buenos Aires, 2 de diciembre de 2021

Sr. Presidente de la Unión Industrial Argentina Daniel Funes de Rioja.


Sra. Presidenta Joven de la 27ª Conferencia Industrial María Furtado.
Sr. Presidente de la 27ª Conferencia Industrial Luis Tendlarz.
Sr. Vicepresidente de la UIA Guillermo Moretti.
Sres. y sras. Industriales.
Sras y Señores.

La economía argentina se está recuperando más rápido de lo que se esperaba.


De acuerdo al INDEC, en septiembre tuvimos el nivel de actividad más alto
en más de tres años, produciendo 4,7% por encima de septiembre de 2019 y
2,6% por encima de septiembre de 2018. Algunos organismos
internacionales pronosticaban que recién en 2026 íbamos a alcanzar el PBI
de la prepandemia y ya lo hemos alcanzado en este año 2021. También se
recuperó con fuerza la inversión, que supera en 13% los niveles de 2019.

La industria ha sido fundamental en esa recuperación de la economía y de la


inversión. En lo que va de 2021, la industria creció 6% contra 2019. Es una
de las recuperaciones industriales más rápidas del mundo comparando contra

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2019, por detrás de China (+13,4%), pero por encima de Brasil (0,0%), Chile
(+2,0%), España (-3,2%), Francia (-5,8%), Italia (-1,1%), India (-2,5%),
México (-2,9%), Alemania (-6,7%), Estados Unidos (-1,3%) y Japón (-
6,0%).

El 62% de los sectores industriales está produciendo más que en 2019. Este
desempeño contrasta con lo ocurrido entre 2015 y 2019, cuando Argentina
sufrió una caída del PBI industrial per cápita superior al 17%, por lejos la
más profunda dentro de los 50 países más importantes del mundo.

La rápida recuperación reciente explica por qué tenemos hoy 42.000 puestos
de trabajo industriales más que a fines de 2019. La mejora es generalizada:
18 de 24 ramas industriales tienen más empleo que a fines de 2019, y 18 de
las 24 provincias tienen más empleo industrial que a fines de 2019.

Llevamos más de un año seguido creando empleo industrial formal, y


revertimos la tendencia del período de gobierno que nos precedió, durante el
cual se destruyó empleo industrial en 46 de 48 meses en que gobernaron.

La recuperación industrial tuvo lugar en la amplia mayoría de sectores. El


sector de alimentos y bebidas está coronando un año récord en producción,
igualando el pico previo de 2015. En algunos segmentos dentro de este
sector, tales como cervezas, proteínas animales, alimentos para animales o

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productos de molinería, el empleo formal es hoy el más alto en por lo menos


25 años.

La industria de maquinaria agrícola está teniendo el mejor año en lo que va


del siglo XXI, y tiene hoy el mayor nivel de empleo formal en 8 años.

La industria automotriz se recupera y supera en 31% los niveles de


producción de 2019.

La industria del calzado viene teniendo una veloz recuperación en 2021 y en


septiembre anotó el mejor nivel en 5 años.

La foresto-industria también está teniendo el mejor año de los últimos cinco.

La industria farmacéutica superó los 40.000 puestos de trabajo formales y


está en su máximo histórico.

La producción de vidrio está en el mayor nivel en cinco años, y la de ladrillos


en el mejor año en al menos una década.

La fabricación de electrodomésticos es la mayor de los últimos cuatro años.

La fuerte recuperación industrial no fue producto del azar. Hemos


recuperado la política productiva. En 2019 se habían gastado apenas $7.519

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millones en políticas productivas. Este año estamos terminando de ejecutar


un presupuesto de $140.000 millones, destinados a más de 150 programas
de desarrollo productivo, entre los que se incluyen más de 20 líneas de
financiamiento a tasas accesibles, dirigido fundamentalmente a las PYMES,
programas de desarrollo de proveedores locales, estímulos para la economía
del conocimiento, parques industriales, desarrollo exportador y varias
decenas de medidas adicionales.

Muchas de ellas incorporan, por primera vez en el campo de las políticas


productivas, la perspectiva de género. Esta perspectiva es fundamental dadas
las grandes desigualdades que existen entre varones y mujeres. En la
industria hay muchísimo por mejorar, ya que es el sector con la mayor brecha
salarial de género de toda la estructura productiva. Apenas el 10% de las
firmas industriales está manejada por mujeres, y esa cifra apenas roza el 5%
en las grandes empresas industriales.

La importancia de la industria

Decíamos que hemos implementado más de 150 programas de desarrollo


productivo, es decir, hemos recuperado la política productiva. Y hemos
recuperado la política productiva porque nuestra visión es, al igual que la de
ustedes, que sin industria no hay Nación.

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La industria paga salarios 17% más elevados a los del promedio que abona
el sector privado. La tasa de formalidad del empleo asalariado es
notoriamente más alta que en la media del sector privado (69% contra 60%).
La productividad industrial es 54% más alta que la media de la economía
argentina.

Además la industria explica más de dos tercios de las exportaciones


argentinas. Y es una gran herramienta de desarrollo territorial y con un gran
potencial para la movilidad social ascendente y la inclusión social. Pero para
que dicho potencial sea una realidad, es fundamental que la industria, además
de producir más, cree cada vez más puestos de trabajo formales e incremente
el poder adquisitivo de sus trabajadores y trabajadoras año tras año. No
duden en acelerar la recomposición salarial: significará más demanda en el
mercado interno y progreso social para argentinas y argentinos.

Otro punto adicional y fundamental sobre la industria argentina es su


contribución al dinamismo científico y tecnológico. Al igual que en muchos
países, la industria explica más de la mitad de la inversión en investigación
y desarrollo empresaria en Argentina. Este rol estratégico en materia
tecnológica y de innovación es el que explica por qué, como leí hace un
tiempo en un artículo, “la industria ha salido del cajón del olvido” en los
decisores de políticas públicas de los países desarrollados.

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En efecto, luego de un período en donde el dogma, al menos a nivel


discursivo, era que “la mejor política industrial consiste en no tener política
industrial”, el mundo ha vuelto a poner a la industria y a la política industrial
en el corazón de las políticas productivas. China, Estados Unidos, Japón,
Alemania, Francia, Reino Unido y una multiplicidad de países han elaborado
en los últimos tiempos estrategias de desarrollo productivo en donde la
industria tiene un rol protagónico, en ejes como industria 4.0, movilidad
sustentable, transición energética, robótica y muchas más.

Por eso los invitamos a salir definitivamente del dogma anti industrial y
adentrarnos en los enormes desafíos que tenemos para desarrollar nuestra
industria y adoptar los desafíos del siglo XXI.

Mercado interno y mercado externo

En un país donde la grieta está siempre presente, suele pensarse al desarrollo


del mercado interno y al de las exportaciones como antinomias. Hay quienes
dicen que hay que apostar con todo al mercado externo sin mayores
consideraciones por el mercado interno. Y también están quienes creen que
exportar no es un objetivo tan prioritario y que la prioridad absoluta debe ser
el mercado interno.

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Se trata de una falsa antinomia, otra grieta que nos divide y nubla nuestro
pensamiento.

Ambos desarrollos son fundamentales. Que crezca el mercado interno a


partir de la mejora salarial, de la creación de puestos de trabajo y de la
inclusión social es fundamental, no solo para elevar el nivel de vida de
nuestra población, sino también porque el mercado interno es el lugar en
donde las empresas aprenden a producir mejor y en muchos casos es en
donde van ganando una escala que les permite luego salir a exportar. No es
casualidad que los primeros destinos a los cuales una empresa industrial
exporta por primera vez sean mercados similares al nuestro, como Uruguay
y Chile y, en Europa, España e Italia.

La experiencia histórica, tanto de Argentina como de otros países, muestra


que es muy frecuente que una precondición para la salida exportadora es
haber crecido en el mercado interno. Un ejemplo concreto: a principios de
los años 60 apenas el 3% de nuestras exportaciones eran manufacturas de
origen industrial. Para mediados de los 70, y en la medida en que había
evolucionado el aprendizaje tecnológico derivado de la sustitución de
importaciones, múltiples empresas industriales argentinas comenzaron a
exportar y las manufacturas de origen industrial alcanzaron el 25% del total
de nuestras exportaciones.

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Algunas de nuestras principales empresas industriales nacionales hoy


exportadoras, como Arcor o Siderca, fueron durante mucho tiempo empresas
que crecieron al calor del mercado interno y que luego se
internacionalizaron.

Ahora bien, con el mercado interno solo no alcanza. Y es aquí donde la


exportación se vuelve fundamental, por varias razones. En primer lugar,
porque exportar más nos da las divisas necesarias para financiar las
importaciones que muchas empresas industriales centradas en el mercado
interno necesitan.

Exportar más es condición para que los salarios suban de forma sostenible,
ya que más salario es más consumo, más consumo es más producción
industrial, y más producción industrial es más insumos importados.
Argentina tiene poco más de 10.000 firmas exportadoras de bienes y
servicios en las que trabajan casi 2 millones de personas, alrededor del 10%
de la población ocupada del país. Ahora bien, que esas empresas exporten
más (y que otras empiecen a exportar) es fundamental para los salarios del
90% restante, ya que si no suben exportaciones la moneda se devalúa, la
inflación se acelera, el poder adquisitivo se deteriora y, con ello, el mercado
interno y la producción industrial centrada en él también lo hacen.

Pero además de la cuestión de las divisas, las exportaciones tienen otras


virtudes. Exportar más genera más escala, lo cual permite abaratar costos

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unitarios para las empresas y de ese modo elevar la productividad y la


eficiencia. Exportar más expone a las empresas a otros mercados, con otros
marcos regulatorios y otras preferencias de los consumidores, todo lo cual es
un desafío que, si se logra sortear con éxito, redunda en aprendizajes para las
firmas y en construcción de capacidades.

Exportar más redunda en mayores salarios en las propias empresas


exportadoras: según un estudio reciente del Centro de Estudios para la
Producción de nuestro Ministerio, las empresas exportadoras pagan salarios
30% mayores que las no exportadoras, posiblemente por una combinación
de varios de los factores ants mencionados.

El mayor período de movilidad social ascendente de las últimas cuatro


décadas, el que tuvo lugar entre 2003 y 2011, fue de expansión simultánea
del mercado interno y del mercado externo. En ese período, nuestras
exportaciones de bienes y servicios pasaron de 30.000 millones de dólares a
casi 100.000 millones de dólares. Todo eso fue condición de posibilidad para
que la pobreza bajara 40 puntos porcentuales, el salario real subiera como no
lo había hecho en décadas y para que se crearan 200.000 empresas nuevas
en la economía, la mayoría de ellas destinada al mercado interno.

Cuando ese auge exportador se frenó y la restricción externa resurgió, ese


círculo virtuoso de mayor empresarialidad, mayores salarios, mayor empleo,
mayor crecimiento y menor pobreza entró en problemas. El gobierno anterior

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intentó compensar la falta de divisas apelando al endeudamiento externo: la


bonanza duró solo un año (2017), y después estalló la peor crisis económica
desde el año 2001.

En nuestro ministerio nos guía la premisa de fomentar tanto el mercado


interno como el mercado externo. Una parte relevante de nuestra mejora
industrial es que hemos sustituido importaciones. Pongo algunos ejemplos:
el porcentaje de patentamientos de automóviles nacionales era de apenas el
27% cuando iniciamos nuestra gestión en diciembre de 2019; hoy es del
54%, el doble que hace dos años y el mayor en al menos una década.

En maquinaria agrícola, vial e industrial el 46% de los patentamientos


correspondían a producidos en el país en 2019; hoy esa cifra es del 62%.
Cosas similares pueden decirse de los electrodomésticos, los juguetes o el
calzado, en donde la fuerte suba de la producción local ocurrió porque se
logró incrementar la participación de mercado de los productos nacionales.

Vemos que hay parte de la opinión pública que defenestra el término


“sustitución de importaciones”: pero la verdad es que eso es básicamente
desconocer la historia de prácticamente todas las experiencias de desarrollo.
¿Cuántas grandes empresas industriales mundiales nacieron exportando? En
general, la experiencia indica que centraran primero sus ventas en sus
mercados locales y luego se internacionalizaron. Y el mundo hoy sigue sin
utilizar ese término, apelando a políticas de promoción de la producción

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local: si eso no fuera así, ¿cómo se explica la multiplicidad de nuevas


iniciativas de política industrial en los países desarrollados?

A la vez, tenemos un compromiso total con el objetivo de exportar más. Se


dice que somos un gobierno antiexportador, pero lo cierto es que este año
estamos con los mayores niveles de exportaciones desde 2013. Y eso no es
solo efecto del aumento de los precios internacionales, sino también del
crecimiento de las cantidades exportadas. El año 2021 es uno de los mejores
de la última década en cantidades exportadas. Por supuesto que la
reactivación de la economía global incide en ello, pero también empiezan a
dar resultado algunas de las políticas que hemos implementado desde el
inicio de nuestra gestión.

Pusimos en marcha una diversidad de líneas de crédito para financiamiento


de exportaciones, también capacitaciones, asistencias técnicas y programas
de fomento de la competitividad (los PAC) a PyMEs para ayudarlas a que
puedan exportar. Hoy el 98% de las partidas arancelarias, equivalentes a
alrededor del 70% del monto exportado, tiene menos derechos de
exportación que cuando el gobierno anterior las reinstauró en 2018.
Rediseñamos el esquema de retenciones y reintegros para incentivar la
agregación de valor: hoy los bienes finales pagan 0% de retenciones y tienen
un piso de 7% para reintegros. Las PyMEs industriales que exporten pagan
0% de retenciones en los primeros 500.000 dólares.

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En la industria automotriz implementamos un esquema de retenciones


mediante el cual las empresas pagan 0% de derechos de exportación por
aquellas ventas externas adicionales respecto a 2020. Esta industria es quizá
la que mejor muestra las virtudes de combinar sustitución de importaciones
y promoción de exportaciones. En 2021, la producción es 31% más alta que
en 2019, los patentamientos nacionales subieron notoriamente dentro del
total y, además, las exportaciones subieron 16% contra 2019. Todo esto lo
hicimos trabajando en un plan articulado y consensuado en una mesa junto a
las terminales automotrices, las autopartistas y los sindicatos. Un éxito de
diálogo social para aumentar la producción nacional, la integración
productiva, el empleo y las exportaciones.

Y todavía escuchamos voces que dicen que no es posible lograr cosas


positivas a través del diálogo constructivo…

Sostenibilidad ambiental

Está claro que para crear puestos de trabajo y disminuir sosteniblemente la


pobreza necesitamos producir más. Pero cada punto adicional de producto
tiene impactos ambientales: consumimos más energía, requerimos más
materiales, producimos más desperdicios. Por eso es fundamental que el
proceso de crecimiento sea no solo con sostenibilidad macroeconómica, sino
también con sostenibilidad ambiental. Nuestra industria puede y debe ser
parte de la solución ante este desafío.

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El mundo está yendo en esa dirección, y es fundamental que nuestra industria


se acople. No solo por un imperativo moral -que el mundo de las próximas
generaciones sea más vivible que el mundo actual- sino también desde la
racionalidad económica. Las empresas que no mejoren sus prácticas
ambientales correrán el riesgo de perder mercados de exportación o ser
penalizadas por consumidores y consumidoras cada vez más conscientes en
términos ambientales.

Desde el Ministerio venimos impulsando con fuerza el desarrollo productivo


verde, esto es, la búsqueda simultánea del bienestar social, la estabilidad
macroeconómica y la sostenibilidad ambiental. Creemos que Argentina
puede y tiene que ser protagonista del desarrollo productivo verde, el cual,
ofrecerá grandes oportunidades para nuestra industria. Elaboramos el
proyecto de ley para el fomento de la movilidad sustentable, para favorecer
la producción local de vehículos eléctricos, como autos, pickups, buses,
motos o bicicletas por ejemplo.

Hemos dado un gran paso en el desarrollo del hidrógeno verde, con el


anuncio de inversión de la empresa australiana Fortescue de 8.400 millones
de dólares, para producir lo que será uno de los combustibles del futuro en
la provincia de Río Negro. Ese proyecto será una oportunidad histórica para
el desarrollo de proveedores asociados, cientos de industrias se beneficiarán
y seguiremos poniendo en valor nuestra industria de bienes de capital y
servicios de ingeniería. Rescatamos a la empresa IMPSA de la quiebra, una

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de nuestras joyas tecnológicas industriales, y con ello tendremos capacidades


nacionales para fabricar molinos eólicos o tecnología para represas
hidroeléctricas y la industria nuclear.

También pusimos en marcha iniciativas con financiamiento para el fomento


de la economía circular, o para ayudar a más de 3.000 PyMEs industriales a
mejorar sus procesos productivos en materia ambiental a través del Programa
PyMEs verdes.

Tenemos por delante el debate de una Ley de Envases, otro cambio


estructural muy importante, que tal vez requiera más tiempo de discusión e
intercambio para estructurar consensos, pero que es fundamental para
avanzar en los desafíos de la economía circular, el reciclamiento y el
aprovechamiento de materiales y la inclusión social.

Que quede bien claro: el camino hacia la sostenibilidad ambiental requiere


de la transformación industrial, pero en ese cambio hay oportunidades para
la mejora de procesos, para la eficiencia energética o para producir nuevos
bienes y servicios acorde a los tiempos que vendrán. Y el Estado será un
socio clave de la industria para lograr tal objetivo, apoyándola en lo que haga
falta para acelerar dicha transición.

El peronismo

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Solemos escuchar que somos un gobierno anti mercado o anti empresa.


Algunos, desorientados, conceptualizan al peronismo a partir de una frase de
nuestra popular Marcha Peronista. Sí, hemos sido históricamente una fuerza
política que ha combatido y combate los excesos del capital, que trabaja por
el desarrollo de un capitalismo productivo, inclusivo, armonioso y destinado
al progreso social de las grandes mayorías.

Nos ubicamos bien lejos del capitalismo financiero especulativo y también


estamos muy lejos de prédicas anti capitalistas y anti empresas. Somos una
fuerza centrada en la producción y el trabajo que busca incansablemente un
gran acuerdo entre los sectores de la producción y el trabajo para sacar al
país adelante.

El peronismo nació como una fuerza modernizadora que instauró los


derechos de la clase trabajadora e impulsó, como no se había hecho hasta
entonces, el desarrollo industrial, particularmente en complejos estratégicos
como la siderurgia, la metalmecánica, la aeronáutica y la energía nuclear.
Hoy nos toca asumir los desafíos del siglo XXI: la industria 4.0, la industria
del software, hoy en su etapa superadora con la Ley de Economía del
Conocimiento, la electromovilidad, el hidrógeno verde, las cadenas de valor
en torno a los recursos naturales y los nuevos desafíos de la industrialización
del siglo XXI, en tiempos de pandemia, con cadenas internacionales de
suministro en crisis y nuevas oportunidades de industrialización. Una vez
más, trabajano para generar más empleos, mejores salarios, más inclusión

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social y asumiendo los desafíos de los empleos del presente y los empleos
del futuro.

Lo vamos a hacer con todos ustedes y con las nuevas generaciones


industriales que vemos en esta UIA Joven que comienza a ganar cada vez
más lugar.

Lo vamos a hacer con las miles de PYMES y cooperativas que hoy


protagonizan esta reactivación.

Lo vamos a hacer con los trabajadores y trabajadoras y sus organizaciones,


con los sectores de la ciencia y la tecnología nacional.

Vamos a transformar esta reactivación en crecimiento y a este crecimiento


en desarrollo económico con inclusión social para mejorar año a año el
bienestar de cada uno de los habitantes de este querido país.

Muchas gracias.

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