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Bogotá, octubre 19 de 2021

Señor
RICARDO GARCÍA DUARTE
Rector Universidad Distrital Francisco José de Caldas
Ciudad.

El día 11 de octubre del presente año mi hija recibió el título de Licenciada en educación básica
con énfasis en educación artística, un día que pese a todo fue de mucha emotividad para ella, su
hija, su compañero, sus padres, su hermano, sus familiares y sus amigos. Sin embargo, fue
sumamente triste ver la manera cómo la universidad toga a sus estudiantes: fuimos hasta la sede
de la Macarena, donde se la citó a las 9 de la mañana, el celador nos dijo que únicamente podía
entrar ella, cosa que así hizo. Quince minutos después bajó con su diploma guardado en un feo
sobre que le entregó la encargada de la facultad. La señora del aseo, quien la reconoció, le deseo
lo mejor y la felicitó. Esa fue la ceremonia que recibió después de 5 años de dedicación y
sacrificio.
Entiendo y comprendo que por cuestiones de la pandemia del Covid-19 existen aún algunas
restricciones, las cuales poco a poco van cediendo, basta ver las calles, los centros comerciales,
los eventos públicos, para darse cuenta de que el estado de normalidad está volviendo al país.
Aún así, es necesario conservar algunas prevenciones, así lo creemos y así has ido nuestro actuar
familiar desde la declaratoria de la pandemia. Pese a ello, nos parece inexplicable que una de las
universidades públicas más importantes del país no haya ni siquiera contemplado una ceremonia
virtual para quienes han culminado con éxito sus estudios profesionales en este segundo semestre
de 2021, como es el caso de mi hija.
Se que por su condición poco o nada le importan los estudiantes, máxime cuando las rectorías se
vuelven andamiajes burocráticos para pagar favores políticos o para silenciar a las voces
disidentes que existen en ese tipo de instituciones. La verdad, como colombiano, como residente
en esta ciudad, sentí vergüenza ajena con mi hija, con su hija y su pareja, con mi hijo y con mi
esposa, sentir que hay un desamparo total para ese grueso estudiantil y de jóvenes profesionales a
quienes pomposamente muchos llaman “el futuro del país”, entre ellos los rectores universitarios,
olvidando que son el aquí y el ahora y que en ellos se cimienta el andamiaje social y cultural de la
nación.
Sin embargo, actos como los del grado de mi hija, no hacen sino marchitar la esperanza que
guardamos por un país más justo y equitativo, un país en donde la justicia social sea una cuestión
de facto y no un mero discurso. Usted que se graduó en la universidad pública más grande del
país, en la Facultad de Derecho, en donde con seguridad tuvo algunos maestros que yo tuve,
como el maestro Eduardo Umaña Luna, sabrá que el día de la graduación es un día de fiesta, de
plácemes para toda la comunidad universitaria, por eso hasta los consabidos totes retumbaban en
el León de Greiff, ante la mirada silente del Che.
Pero qué parquedad, qué pobreza material y espiritual la de la Universidad Distrital que usted
regenta, ni siquiera un sobre digno para guardar el diploma, ni siquiera un recuerdo del alma
mater en donde se viven los mejores momentos de la vida. La mezquindad ha tomado camino, y
claro se ampara con seguridad bajo el pretexto del aislamiento, cuando muchas universidades de
la ciudad, por no ir más lejos, celebran los grados virtualmente con el cariño que se merecen sus
egresados. Pero de Ud., de los decanos, de los directores de carrera, nada, un silencio cómplice de
esa mezquindad.
Triste, muy triste que mi hija, quien es la 5ª generación de profesionales de mi familia, haya
recibido su indiferencia como regalo de grado.

De Usted,

J. Mauricio Chaves-Bustos
jemaoch@gmail.com

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