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CONSIDERACIONES ACERCA DE TRES MODELOS DIFERENTES DE

TRATAMIENTO PARA EL TDAH

Por: Bryan Osorio Morantes

UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA


DEPARTAMENTO DE PSICOLOGÍA

Dificultades del Aprendizaje

Bogotá, 2014
INTRODUCCIÓN

El Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH) es una de las condiciones
psiquiátricas más conocidas y popularizadas que se encuentran en el Manual Diagnóstico y
Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM). Se considera el diagnóstico más común entre los
que se originan en la infancia (Faraone, Antshel, 2014; Ho, Chien, & Wang, 2011, citados por
Alloway y Stein, 2014) afectando aproximadamente entre el 5 y 10% de niños y adolescentes en
Norteamérica (Wolraich et al., 1996). Ya sea a través de la televisión, el internet, la escuela o los
vecinos es seguro que alguna vez habrá escuchado este término que usualmente se usa para
describir a niños considerados como inquietos, irritables, agresivos, ruidosos y distraídos.

No obstante, pese a la amplia difusión y una buena cantidad de investigación, aún resulta difícil
comprender toda la complejidad de este trastorno, en principio porque los mismos medios se han
encargado de generar ideas erróneas y estereotipadas acerca del TDAH, y en segunda medida
porque existe todo un debate conceptual y ético alrededor de dicho fenómeno, además de que
aún son desconocidas las causas específicas y los factores de riesgo que determinan cuándo un
niño padece esta condición, cómo puede evitarse y qué tan grave puede llegar a ser.

Existen dos grandes posturas desde las cuales se puede entender este trastorno (Halperin et. al.,
2014): la primera es la postura médico-biológica, representada por el DSM y mayormente
utilizada en los Estados Unidos; en la cual el tratamiento es netamente farmacológico y el
trastorno es visto como una disfunción cerebral. La segunda postura es de corte cognitivo
conductual y se enfoca en ver el trastorno como una conducta que no necesariamente es
resultado de un daño cerebral, y que puede ser corregida mediante intervención psicológica sin
necesidad de altas dosis de medicamentos. Esta segunda vertiente es más utilizada en Francia por
ejemplo. (Wedge, 2012).

A partir de dichas consideraciones pretendo poner en discusión la definición que se tiene de este
trastorno y algunos de los métodos de tratamiento utilizados actualmente, analizando qué
diferencias hay entre estos según cada postura; de manera que el lector pueda conocer mejor esta
condición y pueda juzgar por sí mismo cuál de las concepciones resulta más apropiada. Para este
fin basaré mi argumentación en tres artículos de investigación reciente que he considerado se
enmarcan dentro de dichas concepciones y que además resultan importantes para la comprensión
del TDAH y sus posibles tratamientos, adicionando también una concepción alternativa para
dicho fenómeno. -Debo aclarar que los tres artículos fueron descargados desde la base de datos
en línea Science Direct y se trata de material protegido por derechos de autor-.

El primero de los tres artículos se titula “Exploring stimulant treatment in ADHD: narratives of
young adolescents and their parents”, de autoría de Alice Charach, et. al. (2014). Este artículo
buscó explorar las experiencias de jóvenes adolescentes y sus padres con respecto al tratamiento
con fármacos estimulantes que reciben o recibieron para hallar cuáles eran sus creencias y
actitudes hacia dicho tratamiento. El estudio se realizó mediante entrevistas semi-estructuradas a
profundidad. La muestra se compuso por 12 adolescentes -6 hombres y 6 mujeres- más sus
padres para un total de 24 participantes. Para el análisis cualitativo de los datos se hicieron
transcripciones verbatim de los audios de cada sesión de entrevista y posteriormente se siguió el
Marco interpretativo interaccionista de Denzin, que consta de una interpretación subjetiva de los
hechos para después realizar una triangulación con las versiones de otros investigadores
especializados.

El segundo artículo -que sirve contraste para el primero-, se titula “Healthy Body, Healthy Mind?
The Effectiveness of Physical Activity to Treat ADHD in Children”, de autoría de Halperin, et.
al. (2014) cuyo objetivo es demostrar que un tratamiento enfocado en actividad física con
aeróbicos “puede resultar benéfica para los síntomas centrales del TDAH, así como para otros
déficits neurofisiológicos asociados, y tal vez las dificultades académicas” (Ibid.). Esta
investigación se trata de una revisión bibliográfica de diferentes estudios llevados a cabo que
xaminaron el impacto de la actividad física sobre los niños diagnosticados con TDAH. En total
se mencionan 17 estudios diferentes. Al igual que los otros dos, es un artículo de corte
cualitativo.

Por último he considerado importante agregar una opinión alternativa bien sustentada a propósito
del TDAH, para lo cual seleccioné un último artículo titulado “Traditional Chinese Medicine in
the Treatment of ADHD: A Review”, de autoría de Ni, et al (2014). En este se hace una revisión
sistemática de diferentes fuentes literarias propias de la Medicina China Tradicional (TCM) que
abordan de forma diferenciada síntomas asociados al TDAH y la concepción que se tenía de sus
causas y tratamientos hace dos mil años. Este artículo inicia con una descripción sintomática
según la literatura China de los síndromes que podrían considerarse hoy en día TDAH para
posteriormente enfocarse en definir y explicar 5 métodos diferentes de intervención, que son:
medicina herbal, acupuntura, masaje médico Tui na, Tai Chi Chuan -arte marcial milenario-y
finalmente una terapia de dieta conocida como Yaoshan. Para cada una de estas intervenciones
ofrecen soporte empírico, así como formas de administración de cada terapia y la explicación de
sus alcances y ventajas. Esto lo abordaré más adelante.

LA CONCEPCIÓN IMPERANTE SOBRE EL TDAH

La pregunta inicial por la que considero que debe partir esta discusión es ¿qué se considera
Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH o ADHD, en inglés)?
Inmediatamente podemos pensar que es claro que se trata de un trastorno, como su propio
nombre lo indica, lo que nos lleva a pensar que hablamos de una alteración, cambio o
perturbación que para nuestro caso sería psicológica. Una vez dicho esto, es imprescindible citar
lo que popularmente se conoce como “La Biblia de la psiquiatría”; el DSM, que es donde se
supone se hallan contenidos todos los trastornos psicológicos aceptados por la comunidad
competente. Según dicho manual, en su quinta versión, el TDAH, el cual se cuenta entre los
Trastornos del Neurodesarrollo, es un “patrón persistente de inatención y/o hiperactividad o
impulsividad que interfiere con el funcionamiento o el desarrollo, caracterizado ya sea por la
inatención o hiperactividad/impulsividad” (DSM-V, 2013). Estos últimos términos incluyen los
siguientes síntomas, de los cuales una mayoría debe ser parte del cuadro para un correcto
diagnóstico:

Inatención (Usualmente presenta...):


● Fallas para prestar atención a detalles
● Dificultades para sostener la atención en tareas o actividades.
● Apariencia de que no entiende cuando se le habla directamente.
● Poca capacidad para seguir instrucciones o terminar tareas y actividades.
● Dificultades para organizar tareas y actividades.
● Evasión, falta de gusto o es reacio para comprometerse en tareas que impliquen un
esfuerzo mental prolongado.
● Pierde objetos necesarios para sus tareas o actividades.
● Facilidad para distraerse con estímulos externos.
● Olvidadizo en actividades cotidianas.

Hiperactividad/Impulsividad (Usualmente presenta…):


● Movimiento excesivo o golpes con sus manos o pies, o inquietud en su asiento.
● Deja su asiento en situaciones donde se espera que permanezca sentado.
● Corre o trepa en situaciones donde se considera inapropiado.
● Incapacidad para jugar o disfrutar de actividades de ocio con calma.
● Se encuentra todo el tiempo como “activado por un motor”.
● Habla excesivamente.
● Suele apresurarse a dar respuesta antes de que la pregunta sea completada.
● Dificultades para esperar un turno.
● Interrumpe o perturba a otros que están concentrados en alguna actividad.

Consecuentemente, los tres artículos mencionados utilizan esta misma definición, o bien una
equivalente, para abordar lo que los autores han conceptualizado como TDAH. Por ejemplo, Ni
et. al (Op. Cit.) lo definen como “un trastorno neuropsiquiátrico de inicio en la infancia de alta
prevalencia que ocurre en aproximadamente el 5,29% de la población de edad escolar alrededor
del mundo, con un 66% estimado de traspaso de los síntomas a la adultez. Se caracteriza por
inatención y/o hiperactividad/impulsividad inapropiadas para la edad [...]”.
Pese a que los otros dos artículos no presentan una definición de manera explícita, se puede
entender por su argumentación que se basan en esta misma concepción del trastorno.

Por lo tanto se puede decir que las diferencias fundamentales de los artículos mencionados no
radican en la concepción que tienen los autores del TDAH, pues es posible que por efectos
prácticos hayan utilizado la más conocida a nivel mundial. No obstante, puede resultar ilustrativo
decir que las diferencias entre el DSM-V y la CIE-10 (Clasificación Internacional de
Enfermedades, manual análogo de uso en medicina) tampoco parecen ser excluyentes o muy
marcadas. Es decir, estas diferencias no son de contenido sino de forma. Por ejemplo, en la CIE
no se habla de TDAH sino de Síndromes hipercinéticos, atendiendo a que uno de los principales
síntomas es la inatención. Igualmente, en la CIE-10 este trastorno se encuentra clasificado en el
eje I, entre los Trastornos del comportamiento y de las emociones de comienzo habitual en la
infancia y adolescencia. Algunos de los síntomas del TDAH también se observan en el eje II:
Trastornos específicos del desarrollo psicológico, pero con una descripción similar a la del DSM-
V (Jara, 2009).

LOS MÉTODOS DE TRATAMIENTO: ALCANCES Y DIFERENCIAS

Ahora bien, si estas diferencias no están en la definición del trastorno entonces ¿en qué difieren?
Esta pregunta nos guía hacia el segundo eje de discusión propuesto que se enfoca en los métodos
de tratamiento. De entrada se puede asegurar que las diferencias en este aspecto serán notorias, a
diferencia del anterior, dado que es en este punto donde cada artículo hace énfasis. No obstante
quiero resaltar que las diferencias que he encontrado bajo cada método de tratamiento no son
excluyentes y que la mejor opción no consiste en separar y seleccionar un método, sino en
reconocer cuáles son los alcances de cada uno, qué se puede potenciar a partir de estos y qué
aspectos pueden resultar insatisfactorios para cada caso individual. Esa es la idea que quiero que
el lector mantenga en mente a la hora de analizar los tratamientos y que seleccione por sí mismo
lo que considera que pueden ser ventajas o desventajas de cada modelo.

Tratamiento con medicamentos psicoestimulantes


Los compuestos psicoestimulantes son los medicamentos más ampliamente usados para el
manejo de los síntomas del TDAH. Su función es ayudar a que importantes redes de células
nerviosas en el cerebro se comuniquen más efectivamente entre sí (CHADD, 2004). Esto
significa que su efecto es focal; funcionan de forma aislada para tratar algunos de los síntomas
más sobresalientes y mejorar la concentración de los sujetos.

Al tener un efecto orgánico los efectos de estos medicamentos pueden variar entre algunas
personas, provocando que algunas desarrollen tolerancia más rápido, en otras adicción y en otras
efectos secundarios adversos. Sin embargo, entre el 70 y el 80 por ciento de los niños con TDAH
responden de manera positiva a estos medicamentos. Para algunos, los beneficios son
extraordinarios; para otros, la medicación es bastante útil; y para otros, los resultados son menos
marcados. El nivel de atención, la impulsividad y la conducta enfocada con frecuencia mejora,
en particular en ambientes estructurados. Algunos niños también demuestran mejoras en la
tolerancia a la frustración, el cumplimiento y hasta en la escritura a mano (Ibíd). En contraste,
Charach, et. al. (Op. Cit.) dicen en su artículo que estos medicamentos “son efectivos por un
periodo de dos a cinco años, no obstante aún es elusiva una documentación clara de largo plazo.
Pese al uso de los estimulantes, los adolescentes con TDAH aún tienen alto riesgo de obtener
bajos resultados en logros académicos y sociales, consumo de sustancias y accidentes
automovilísticos”.

Sobre esto basta con evidenciar que la literatura encontrada a propósito de este tratamiento en
TDAH es sumamente divergente, pero dicha divergencia no necesariamente se debe a una
inestabilidad o ineficacia de su administración, sino más probablemente sea debido a la falta de
investigaciones a profundidad que permitan reconocer y aislar los efectos que tiene la
medicación sobre los niños y adolescentes. Adicionalmente existen consideraciones éticas que
subyacen sobre la prescripción de estos fármacos a niños menores de 12 años, razón por la cual
la opinión pública puede llegar a ser tan crítica frente a este método de intervención.

En su estudio, Charach et. al. (Ibíd) presentan cuatro temas importantes que resaltaron en las
conversaciones con los adolescentes, al indagar sobre la actitud que estos tenían hacia los
medicamentos: 1) Los beneficios que conlleva, 2) El medicamento y el sentido de sí mismo, 3)
Efectos adversos y 4) Deseo de descontinuar el consumo. Lo que encontraron es que la mayoría
de los jóvenes llegaron a comentar sobre estos cuatro temas, reconociendo que su experiencia
con los medicamentos es transversal y multifacética, siendo que incluso cuando se percibían
beneficios también surgían preocupaciones sobre el sentido de sí mismos y las implicaciones a
largo plazo de consumir los estimulantes.

Sobre los beneficios la mayoría de los participantes comentó que se sentían mejor en la escuela o
cuando desarrollaban alguna tarea que exigiera su atención. Sobre el sentido de sí mismos, la
mayoría de los jóvenes reportó sentirse diferentes a como ellos realmente son cuando estaban
bajo los efectos del medicamento, algunos dijeron sentirse menos sociables o desinteresados.
Sobre los efectos secundarios los participantes señalaron dificultades para dormir, bajo apetito,
cambios de humor y fuertes dolores de estómago. “Esto conlleva consecuencias como probar
diferentes medicamentos para hallar uno sin tantos efectos secundarios, ajustar la dosis y
descontinuar su uso” (Ibid). Finalmente, sobre continuar o no el uso del medicamento resultó ser
una consecuencia de las demás consideraciones. La mayoría de los jóvenes había tenido etapas
en que habían dejado de ingerir el estimulante y reportaban un deseo de poder dejarlo algún día.
No obstante, había otros que se sentían bien con el medicamento y que negociaban su uso. Por
ejemplo, solo lo ingerían para atender a la escuela.

Vemos entonces que no es solo en la literatura que existe divergencia frente al uso de
medicamentos estimulantes para tratar el TDAH, sino que también los mismos usuarios llegan a
diferir en las opiniones que tienen basados en su propia experiencia. En consecuencia, surge una
reflexión importante al respecto del uso de sustancias psicoestimulantes y es que no son en sí
mismas buenas ni malas, así como tampoco implican una cura per se, son solo una herramienta
que puede llegar a ser muy útil para el tratamiento, pero cuyo uso debe quedar a decisión de la
persona que lo va a ingerir informándole los beneficios que trae y los posibles efectos
secundarios. De igual manera se le debe permitir a la persona que intervenga sobre las dosis
informando al profesional que lo atiende, tomando parte activa de la terapia para que él o ella
mismo construya su experiencia de intervención.

Tratamiento con terapia de actividad física


En su artículo, Halperin et. al. (Op. Cit) inician destacando las siguientes limitaciones del modelo
de tratamiento con psicoestimulantes:
1. Algunos niños no responden bien o experimentan efectos secundarios
2. Muchos padres no se sienten cómodos con este método de intervención
3. Muchos de los individuos tienen respuestas parciales al tratamiento, presentando parte de
los síntomas aún con medicamentos.
4. La mayoría de los individuos descontinua el consumo del medicamento en el primer año
5. Una vez se deja de tomar el estimulante los síntomas regresan en el próximo día
6. El medicamento no resulta efectivo para tratar las habilidades sociales o déficits en
funciones ejecutivas.

Basados en el argumento de que el ejercicio físico tiene una influencia directa en el desarrollo
neuronal, los autores sugieren que dentro de estas seis limitaciones del modelo anterior, una
terapia con actividad física puede hallar sus fortalezas. Por esta razón proponen como modelo de
tratamiento “la implementación de cambios en el estilo de vida de forma que el ejercicio físico
sea incorporado en rutinas cotidianas. Si bien esto puede no acarrear el alivio sintomático
dramático característico de los medicamentos, sí tiene el potencial de disminuir la trayectoria
adversa del trastorno y obtener mejoras en los resultados de largo plazo” (Ibid.)

De esta forma, los autores presentan 17 artículos de investigación, de los cuales 16 datan de esta
y la última década. De cada uno se presenta los participantes, el diseño experimental, el tipo de
ejercicio realizado con cada grupo control, las medidas, y los resultados. Me enfocaré en revisar
el tipo de ejercicio y los resultados de algunos de los estudios con el fin de invitar al lector a
averiguar sobre aquellos que le llamen la atención.

Ahmed y Mohamed (2011, citados por Halperin et. Al., Op. Cit.) hicieron “un ejercicio de
aeróbicos de con una intensidad de 3 veces por semana durante 10 semanas. Las sesiones
inicialmente fueron de 40 minutos hasta la semana 4; a partir de la quinta semana fueron de 50
minutos, más media hora de caminata los fines de semana a partir de la sexta semana. El grupo
experimental mostró mejora significativa en atención, habilidades motoras y comportamiento
académico y dentro del aula de clase. El grupo control no mostró cambios significativos en la
intervención pre a post”.
Gapin y Etnier (2010 citados por Ibíd.) realizaron un estudio de observación con variables no
manipuladas. “Este consistió en permitir a los sujetos llevar a cabo una Actividad Física
Vigorosa Moderada de forma libre (MVPA) (p. ej. Nadar, montar patineta, montar bicicleta)
grabada por un periodo de 7 días. Los autores hallaron que una mayor cantidad de horas
invertidas en la actividad resultaba como predictor de puntajes más bajos en el ítem Movimiento
total de la prueba de la Torre de Londres –la cual consiste en llenar unos espacios con discos de
diferentes colores como forma de resolución de problemas- y un tiempo de ejecución más rápido,
ambos indicativos de un mejor desempeño”.
Un último estudio para mencionar fue el realizado por McKune et. al. (2003, citados por Ibíd.) en
el cual el modo de ejercicio para los sujetos consistió en “15 minutos de calentamiento, 30
minutos de actividad aérobica, 10 minutos de relajamiento, 50% - 75% de tasa cardíaca máxima
durante 20 minutos. El estudio se realizó durante cinco semanas, cada una con cinco sesiones
igualmente. Se tomaron medidas durante y Post-ex Vs. Pre-ex. Los resultados indican que no
hubo hallazgos significativos cuando los datos se analizaron en función del grupo y el tiempo.
Los datos fueron agrupados entre los grupos e investigados usando medidas repetidas a través del
tiempo. Se vieron mejoras significativas en el comportamiento total, atención, habilidades
motoras y emocionales; pero no en orientación a la tarea de la intervención pre a la post”.

En su artículo Halperin et. al. no mencionan estudios en los que se hayan encontrado medidas
incoherentes con la hipótesis de que el ejercicio físico ayuda al tratamiento del TDAH. Esto se
puede deber bien a escasez en la literatura, o bien al hecho de que los autores hayan decidido
seleccionar únicamente artículos que validaran su hipótesis. En todo caso este asunto también
requiere indagación por parte de los interesados, cosa que no hace parte de los intereses del
presente ensayo.

La conclusión más importante que se puede extraer a partir de este método de intervención es
que la terapia física puede, en efecto, ser tomada como una forma de tratamiento plausible para
algunos de los síntomas del TDAH, no obstante requiere de constante autorregulación,
supervisión en cierta medida y suele ser más efectiva solo cuando se inicia en edades tempranas
y se motiva a los sujetos a integrar la actividad física como parte de sus rutinas diarias, haciendo
de este un tratamiento difícil para personas que no puedan disponer libremente de su tiempo.
Adicionalmente hay que recalcar que se necesita aún mayor evidencia que ayude a esclarecer
este asunto.

Tratamiento alternativo: Medicina Tradicional China


Este artículo resulta un poco más confuso y a la vez difícil de explicar debido a la cantidad de
terminología en chino, propia de la revisión bibliográfica que hicieron los autores. Por tal razón
me enfocaré en aspectos sumamente puntuales que considero claves para comprender este
método de tratamiento.

Comenzaré por enunciar los síndromes de la TCM que aparecen correlacionados en el artículo
con diferentes subtipos de TDAH:

1. CALOR EN EL CORAZÓN Y EL HÍGADO


Síntomas principales: Sobreactividad y habla excesiva, impulsividad, interrupciones constantes,
debate o pelea de forma ruidosa, irritabilidad y explosividad, pérdida de compostura.
Síntomas secundarios: tez rojiza, sensación de fiebre e irritación en el pecho, adormecimiento de
la lengua y boca. Irritación ocular, cefalea, sabor amargo en boca, constipación, orina turbia.
Principios terapéuticos: purificar el fuego del corazón y tranquilizar el hígado, aquietar el
espíritu y estabilizar la mente.
Subtipo de TDAH: Predominantemente hiperactivo/impulsivo.

2. PERTURBACIÓN INTERNA DE LA “PIROFLEMA”1


Síntomas principales: arrogancia extrema e intranquilidad, habladurías y ruidos, llanto y gritos,
aullidos e insultos de forma iracunda, balbuceo, inatención, tez rojiza y esputo amarillo
Síntomas secundarios: Sensación de fiebre e irritación en el pecho, aflicción y ensoñación, falta
de interés, apariencia de despistado.
Principios terapéuticos: Purificar el fuego del corazón, resolver la flema y aquietar el corazón
Subtipo de TDAH: Predominantemente hiperactivo/impulsivo

3. DEFICIENCIA DEL HÍGADO-YIN Y EL RIÑÓN-YIN


Síntomas principales: Intranquilidad e incapacidad para quedarse quieto, impaciencia y
berrinche, impulsividad y vigila, inatención, falta de memoria, logros académicos pobres.

1
La piroflema hace referencia a “un fuego visible, invisible y tormento pilar del esputo, enfermedad de
riñón y el síndrome “nido de flema”. Se compone de síntomas que no son obvios como resultado de
heridas internas”.
Definición tomada de:
http://www.swewe.net/word_show.htm/?100006279_1&Pyrophlegm_(nest_bag_of_phlegm) traducción
propia.
Síntomas secundarios: Disforia en el pecho y las palmas, sudor nocturno, dolor en extremidades
y falta de fuerza, insomnio y ensoñación, hablar durante el sueño y enuresis.
Principios terapéuticos: Nutrir el riñón y el hígado, calmar el hígado y suprimir el Yang.
Subtipo de TDAH: De tipo combinado.

4. DEFICIENCIA HÍGADO-BAZAL
Síntomas principales: Apariencia de ausente, inatención, falta de interés, hiperactividad, no hay
mal temperamento, discurso incoherente, impulsividad, fatiga y falta de fuerza.
Síntomas secundarios: Memoria empobrecida, lentitud en el pensamiento, falta de sueño, ingesta
de comida reducida, distención abdominal, sudoración espontánea, palpitaciones cardíacas, etc.
Principios terapéuticos: Nutrir el corazón y calmar los nervios, vigorizar el bazo y suplementar
el qi.
Subtipo del TDAH: Tipo no atencional.

5. DEPRESIÓN DEL HÍGADO Y DEFICIENCIA DEL BAZO


Síntomas principales: Apariencia de ausente, inatención, impulsividad y vigilia, irritabilidad,
fatiga y falta de fuerza, llenura estomacal, apetito reducido, etc.
Síntomas secundarios: Pesimismo, depresión, suspiros constantes, expresión facial impasible,
extremidades frías, constipación, etc.
Principios terapéuticos: Calmar el hígado y fortificar el bazo, tonificar el qi y resolver la
depresión.
Subtipo de TDAH: De tipo combinado.

A partir de lo anterior se hace notorio que las características sintomáticas de los síndromes
descritos por la TCM se corresponden en su gran mayoría, bien de forma directa o indirecta, con
los que ya he presentado del DSM-V. La diferencia está, igual que en el caso de la CIE-10, en la
forma en que se dividen los síntomas en diferentes categorías, y para este caso, en la etiología de
las mismas y por supuesto la terminología que utilizan.

A continuación pasaré a explicar brevemente cada uno de los cinco tratamientos explicados en el
artículo:
TERAPIA CON MEDICINA HERBAL
Si bien la medicina herbal china no tiene una amplia aceptación médica científica, se tienen
diferentes reportes de su efectividad y sus ventajas de ser menos invasiva y de producir menos
efectos secundarios que la medicina tradicional. Para tratar el TDAH se utilizan diferentes
plantas y hierbas que se enfocan en vigorizar el corazón y el riñón, calma los nervios y refuerza
la inteligencia. En el artículo se cita un estudio probabilístico de Li y Chen (1999 citados por Ni,
et. al. Op. Cit.)

ACUPUNTURA
Este procedimiento se realiza mediante la introducción y rotación sistemática de finas agujas
esterilizadas que busca inducir reacciones psicofísicas conocidas como De-Qi, una experiencia
sensorial relacionada con eficacia clínica. “La acupuntura trata el TDAH limpiando el meridiano,
regulando el Yin-Yang y el Zang-Fu junto con un reforzamiento y reducción de puntos agudos a
lo largo y en dirección contraria al meridiano. El tratamiento del TDAH se suele complementar
con medicina herbal” (Ibíd). Los resultados de algunos estudios mencionados sugieren que la
terapia de acupuntura tiene efectos de largo plazo. En adición, la eficacia de este método se halló
altamente correlacionada con la duración del mismo y la edad de los pacientes, demostrando que
a menor edad y mayor duración, mejores resultados terapéuticos se obtenían.

MASAJE MÉDICO TUI NA


“Es una naturopatía no invasiva, libre de drogas en la cual se aplica una manipulación especial
de tipo masaje a través de todo el meridiano y puntos agudos sobre la superficie de la piel del
paciente. Esta terapia también suele usarse en conjunto con otras de las mencionadas para tratar
el TDAH” (Ibíd). En un estudio comparativo se encontró que personas que habían sido tratas con
medicamentos tenían rangos de respuestas similares al tratamiento. Sin embargo, luego de seis
meses de periodo post tratamiento hallaron que las personas que hicieron el Tui Na tenían tasas
de recaídas significativamente menores a los del grupo medicado (Ibíd).
ARTE MARCIAL TAI CHI CHUAN
Es un arte marcial de 300 años de antigüedad que últimamente se ha vuelto popular en la cultura
occidental. El principio básico de este arte es obtener un equilibrio entre las fuerzas Yin y Yang
intercambiándolo con el exceso de deficiencia energética, lo cual acopla los mismos principios
de las teorías de la Medicina China Tradicional. Para el tratamiento del TDAH se ha utilizado
muy pocas veces este arte marcial como terapia. No obstante, la evidencia demuestra que los
adolescentes pueden llegar a disminuir factores como la ansiedad, la ensoñación, emociones
inapropiadas, hiperactividad y desórdenes de conducta; resultados que persistieron hasta una
revisión post tratamiento dos semanas después (Ibíd).

CONCLUSIÓN

La evidencia demuestra que no existe un tratamiento que sea más efectivo que los demás a la
hora de abordar el TDAH, sino que cada cual puede ser adaptado de acuerdo con las necesidades
del caso particular, las preferencias del implicado y de su familia y la disponibilidad terapéutica
que haya en su medio. No obstante es importante reconocer las propiedades que cada terapia
puede ofrecer, los beneficios y los costos y así poder asesorarse para tomar una decisión
consciente de qué se puede hacer para tratar el TDAH. Cada modelo presentado tiene sus
alcances, sus objetivos, ventajas y desventajas, según demuestran los estudios ningún tratamiento
puede ofrecer por sí solo todas las garantías de una mejora permanente, lo cual no significa que
aplicando varios de forma simultánea se pueda alcanzar este objetivo. Lo que significa es que se
deben evaluar las capacidades y las dificultades de cada persona diagnosticada, tomar en cuenta
sus preferencias y ofrecerle la orientación necesaria acerca de cada uno de los modelos que
pueda tener a su alcance para que a partir de estos se pueda seleccionar una estrategia de
intervención más efectiva.
REFERENCIAS

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learning in non-comorbid samples of ADHD and SLI. International Journal of
Educational Research Volume 64, Pages 26–31 [En línea] Disponible en:
http://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0883035513001249
● Asociación Americana de Psiquiatría (2013) Manual Diagnóstico y Estadístico de los
trastornos mentales (5° ed) Trastornos del Neurodesarrollo. Arlington, VA.
● Charach, A., Yeung, E., Volpe, T., Goodale, T., dosReis, S. (2014) Exploring stimulant
treatment in ADHD: narratives of young adolescents and their parents. BMC Psychiatry.
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● Children and Adults with Attention-Deficit/ Hyperactivity Disorder (CHADD). (2004) El
manejo de la medicación en niños y adolescentes con el TDA/H. National Resource
Center on AD/HD Children and Adults with Hyperactivity Disorder. [Artículo en línea]
Disponible en: http://help4adhd.org/documents/WWKspan3.pdf
● Faraone, S. V., Antshel, K. M. (2014) Towards an Evidence-based Taxonomy of
Nonpharmacologic Treatments for ADHD. Child and Adolescent Psychiatric Clinics of
North America Vol. 23, Issue 4, Pages 965–972. [En línea] Disponible en:
http://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S1056499314000601
● Halperin, J. M., Berwid, O. G., O’Neill, S. (2014) Healthy Body, Healthy Mind? The
Effectiveness of Physical Activity to Treat ADHD in Children. Child and Adolescent
Psychiatric Clinics of North America Vol. 23 899–936 [En línea] Disponible en:
http://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S1056499314000376
● Jara, A. B. (2009) El TDAH, Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad, en
las clasificaciones diagnósticas actuales (C.I.E.10, D.S.M.IV–R y C.F.T.M.E.A.–R
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http://antigua.ome-aen.org/norte/35/NORTE_35_050_30-40.pdf
● Ni, X., Zhang-James, Y., Han, X., Lei, S., Sun, J., Zhou, R. (2014) Traditional Chinese
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Clinics of North America Volume 23, Issue 4, October 2014, Pages 853–881 [En línea]
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● Wedge, M. (2012) Why French Kids Don't Have ADHD. Suffer the Children [Blog en
línea] Published on March 8, 2012 by Marilyn Wedge, Ph.D. in Suffer the Children.
Disponible en: http://www.psychologytoday.com/blog/suffer-the-children/201203/why-
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● Wolraich, M. L., Hannah, J. N., Pinnock, T. Y., Baumgaertel, A., Brown, J. (1996)
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