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Universidad Nacional de Colombia- sede Bogotá

Facultad de Derecho y Ciencias Políticas


Asignatura: Políticas Públicas de Familia.
Estudiante: Erika Noguera García
Profesor: Luis Eduardo Montoya
Fecha: 01/11/2021
Ensayo N. 4

LA VISIÓN PATRIARCAL DEL DERECHO

EL presente ensayo aborda algunas reflexiones sobre la problemática de las prácticas de


discriminación contra mujeres a partir de expresiones discriminatorias del lenguaje jurídico.
Para ello, se realiza un estudio de la jurisprudencia de la corte constitucional a través de las
sentencias C-804 de 2006 y C-410 de 1994, con el fin de analizar el lenguaje jurídico
discriminatorio sobre los derechos de las mujeres y asimismo observar el alcance de la
discriminación por razones de sexo; cabe destacar que dicha temática es muy útil para
apreciar la extensión de este tipo de prácticas discriminatorias, así como su extenso alcance
en los aspectos más comunes de la vida diaria, ya que la discusión y la problemática del uso
de lenguaje discriminatorio en el derecho, como la mayor parte de los problemas de género,
son una dificultad que presentan los operadores jurídicos en la toma de decisiones, lo que
genera interrogantes sobre si el lenguaje en sí mismo discrimina y perpetúa la
discriminación.

Mediante la sentencia C-804 de 2006, la Corte Constitucional estudió la validez del artículo
33 de la Ley 57 de 1887, que declaraba lo siguiente,

ARTICULO 33. Las palabras hombre, persona, niño, adulto y otras semejantes que
en su sentido general se aplican a individuos de la especie humana, sin distinción de
sexo, se entenderán que comprenden ambos sexos en las disposiciones de las leyes,
a menos que por la naturaleza de la disposición o el contexto se limiten
manifiestamente a uno solo. Por el contrario, las palabras mujer, niña, viuda y otras
semejantes, que designan el sexo femenino, no se aplicarán a otro sexo, a menos que
expresamente las extienda la ley a él.

Después de un desarrollado análisis en torno a la exequiblidad del artículo, la sentencia C-


804 de 2006 declaró parcialmente inconstitucional este texto y quedó de la siguiente forma:
“La palabra persona en su sentido general se aplicará a individuos de la especie humana sin
distinción de sexo”. De esta manera se promulgó un texto con un contenido absolutamente
diferente al artículo 33 original, pero conforme a la Constitución, en tanto es respetuoso con
principio de igualdad.

Ahora bien, cabe resaltar que los hombres durante un largo tiempo fueron los mayores
participantes en el ámbito político, históricamente ellos hicieron parte en la vida activa de
las sociedades; según la Corte el sexo masculino fue un referente predominante por mucho
tiempo. Así las cosas, los hombres adquirieron la capacidad de representar de manera
simultánea lo positivo y lo neutro. En ese sentido, se comprende el contexto ideológico y
valorativo en el cual se emitió la definición analizada y contenida en el artículo 33 del
Código Civil, filosofía histórica que inspiró esa codificación.

En efecto, lo depositado en el artículo 33, tenía el propósito de perpetuar el dominio


masculino sobre la mujer, puesto como se mencionó anteriormente, las disposiciones
referentes a la mujer en el Código Civil estaban dirigidas a reafirmar la inferioridad de la
mujer respecto del hombre. No obstante, si bien hoy en día el Código Civil se ha
interpretado de conformidad con los principios, valores y derechos consagrados en el
ordenamiento constitucional, es inocultable el sentido originalmente sexista y discriminador
de la codificación, por lo que la Corte rechaza todas aquellas expresiones del lenguaje
jurídico que denoten discriminación.

En ese sentido, la decisión de la sentencia C-804 de 2006 se fundamentó en la precisión de


que el lenguaje jurídico no puede constituir discriminación por razón de sexo, pues el
predominio de la razón patriarcal y su proyección en la manera como se fijan los
contenidos de las normas jurídicas no sólo tiene un impacto simbólico, sino que además
presenta serios y graves obstáculos en el camino hacia la igualdad real y efectiva entre
hombres y mujeres. Razón por la cual, no debe existir en el ordenamiento jurídico
colombiano disposiciones que establezcan tratos discriminatorios aun cuando se trate de
regulaciones dirigidas supuestamente a protegerlas, pero que al estar inspiradas en
estereotipos sociales y culturales machistas perpetúan la desigualdad.

Además, la Corte pronunció que el empleo de expresiones genéricas usualmente orientadas


a denotar un solo sexo, como el vocablo “hombre” en su uso social, pero aplicadas en un
sentido general, supuestamente para abarcar los dos sexos en definiciones jurídicamente
relevantes, se cae en lo que la doctrina ha denominado “vocablos genéricos con trampa”,
esto es, expresiones que parecen incluir a los dos sexos, pero con frecuencia son
excluyentes respecto de las mujeres.

En líneas generales, la Corte expresó que el lenguaje legal debe ser acorde con los
principios y valores que inspiran la Constitución de 1991, puesto que el lenguaje jurídico
no es un instrumento neutral de comunicación, razón por la cual debe ajustarse al contenido
axiológico de la Constitución Nacional. Además, el lenguaje es expresión y como tal afecta
las relaciones de poder, porque con el lenguaje se pretende describir la realidad de lo que se
aprecia, expresar y provocar emociones, e influir y orientar conductas.

Por otra parte, la Corte Constitucional en reiteradas sentencias ha pronunciado el valor


proteger a la mujer debido a la desigualdad frente al hombre; el propósito es proteger a la
mujer en distintos aspectos de la vida en sociedad a través de acciones afirmativas que
mejoran las condiciones de vulnerabilidad y posición desigual frente a los hombres. Así
pues, mediante la sentencia C-410 de 1994, la Corte hace claridad sobre la necesidad de
implementar acciones en favor de las mujeres, aquellas que permitan una mayor equidad en
el tratamiento a los desiguales para poder lograr la materialización de la igualdad.

La sentencia C-410 de 1994, estudió la demanda de inconstitucionalidad en contra de


algunos artículos de la Ley 100 de 1993, donde se destaca el acceso a la pensión de vejez,
un requisito de edad; puesto que la mujer se pensiona a los 57 años, mientras que los
hombres a los 62; demanda que se sustenta en que las mujeres resultan favorecidas por el
señalamiento de una edad menor que la exigida a los varones, a quienes, en consecuencia,
se discrimina y por consiguiente, se viola el artículo 13 de la Constitución, respecto de la
“libertad e igualdad que deben tener las personas ante la ley, sin mediar discriminación
alguna por razones de sexo, raza, origen nacional o familiar, lengua, religión, opinión
política o filosófica”.
En consecuencia, la Corte consideró que si bien “el primer motivo de discriminación que el
artículo 13 constitucional prohíbe es el sexo”, la discriminación que en diferentes ámbitos
han soportado las mujeres durante largo tiempo es indudable, por lo que en el contexto
laboral se han dado procesos sociales que han situado a la mujer en condiciones de
subordinación, por lo que fue necesario adoptar transformaciones legislativas en pro de
lograr la igualdad formal, esto con el fin de disminuir las escenarios de desventaja bajo las
cuales se ha encontrado tradicionalmente la mujer.

Así, el pronunciamiento de la Corte Constitucional permite concluir que la diferenciación


en la edad para adquirir el derecho a la pensión es una medida de acción afirmativa donde
la edad mínima para adquirir el derecho pensional se basa en el principio de igualdad
formal, es decir, la igualdad de derechos y deberes entre hombres y mujeres, sin llegar eso a
significar una decisión desproporcionada, sino que es acorde con el orden constitucional
vigente.

Finalmente, a partir de la sentencia citada se concluye que hoy en día la mujer ocupa un
lugar importante en el campo laboral, y no se puede olvidar aquellos obstáculos por los que
debe atravesar la mujer posterior al acceso a un trabajo, pues las dificultades persisten
porque la organización laboral sigue asentada sobre bases masculinas, las normas y las
experiencias de los hombres dominan el mundo del trabajo que se estructura conforme a un
modelo en el que la presencia femenina se torna extraña y por ende inestable.

Referencias

Corte Constitucional Sentencia C- 410 de 1994, M.P. Carlos Gaviria Díaz. Bogotá, D.C.

Corte Constitucional Sentencia C- 804 de 2006, M.P. Humberto Sierra Porto. Bogotá, D.C.

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