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El tabernáculo, lo que era y su significado

El tabernáculo era una tienda móvil o transportable símbolo de la presencia de


Dios en medio de su pueblo. Servía como santuario donde los israelitas
presentaban sus oraciones, sus sacrificios y su alabanza a Dios.

El pueblo de Israel construyó el tabernáculo mientras vagaba por el desierto luego


de que Dios los liberó de la esclavitud en Egipto. Dios les dio instrucciones muy
específicas a través de Moisés sobre los materiales a usar y cómo debía ser
(Éxodo, capítulos 25-40).

El tabernáculo se construyó con ofrendas voluntarias del pueblo tal como lo


pidió Dios. Todos los que quisieron ofrendaron por voluntad propia, por amor a
Dios.

El significado de sus partes

Muchos de los símbolos que encontramos en el tabernáculo eran proféticos y


apuntaban hacia Jesús.

 El tabernáculo: Simbolizaba la presencia de Dios en medio de su pueblo.


Era donde llevaban los sacrificios y rendían adoración a Dios. Puede ser el
símbolo de varias cosas. Primero, de Jesús, Dios con nosotros (Isaías 7:14;
Mateo 1:23). Luego, de la presencia de Dios en medio de las alabanzas de su
pueblo (Salmo 22:3). Y puede ser símbolo de los creyentes en Jesús. Nuestro
cuerpo es templo del Espíritu Santo (1 Corintios 6:19). Juan 14:23 - «Le contestó
Jesús: El que me ama, obedecerá mi palabra, y mi Padre lo amará, y haremos
nuestra morada en él.»
 La entrada: Había una sola entrada frente a la mesa de los sacrificios. La
entrada es símbolo de Jesús. Jesús dice en Juan 10:9: «Yo soy la puerta; el que
entre por esta puerta, que soy yo, será salvo. Se moverá con entera libertad, y
hallará pastos.»
 El altar de bronce para los sacrificios: Este altar simboliza a Jesús, el
sacrificio perfecto y sin mancha. Hebreos 9:13-14: «La sangre de machos cabríos
y de toros, y las cenizas de una novilla rociadas sobre personas impuras, las
santifican de modo que quedan limpias por fuera. Si esto es así, ¡cuánto más la
sangre de Cristo, quien por medio del Espíritu eterno se ofreció sin mancha a
Dios, purificará nuestra conciencia de las obras que conducen a la muerte, a fin de
que sirvamos al Dios viviente!»
 La fuente o lavacro: Los sacerdotes se lavaban las manos y los pies en la
fuente como símbolo de la limpieza necesaria antes de entrar al lugar santo.
Puede ser un símbolo del bautismo, la necesidad de nacer del agua. Juan 3:5:
«Yo te aseguro que quien no nazca de agua y del Espíritu no puede entrar en el
reino de Dios —respondió Jesús—.»
 La mesa de los panes: Esta mesa servía como recordatorio de la
provisión constante de Dios para el pueblo durante los 40 años que vagaron por
el desierto, provisión de alimento, de su presencia y de protección. La mesa
también habla de Jesús, el pan de vida. Juan 6:35: «Yo soy el pan de vida —
declaró Jesús—. El que a mí viene nunca pasará hambre, y el que en mí cree
nunca más volverá a tener sed.»
 El candelabro: Este también puede ser un símbolo de Jesús, la luz del
mundo. Juan 8:12: «Una vez más Jesús se dirigió a la gente, y les dijo: Yo soy la
luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la
vida.» También puede representar la Palabra de Dios que alumbra nuestro
camino (Salmo 119:105) y la gloria del Señor que trae luz espiritual a nuestras
vidas y nos muestra a Jesús (Apocalipsis 21:23).
 El altar de oro para el incienso: Aquí era donde el sacerdote presentaba
las oraciones del pueblo ante Dios. Allí intercedía por el pueblo
como Jesús intercede por nosotros (por ejemplo Juan 17:9; 14:16). Habla también
de las oraciones de los santos subiendo ante el trono de Dios (Apocalipsis 8:3-
4).
 El velo: Este separaba el lugar santo del lugar santísimo y era muy
elaborado y pesado. Habla de la separación entre la santidad de Dios y el pecado
del hombre. El sumo sacerdote era el único al que se le permitía pasar al otro lado
una vez al año. Este es el velo que se rasgó cuando Jesús fue crucificado (Mateo
21:50-51). Gracias al sacrificio de Jesús los hijos de Dios somos ahora sacerdotes
(1 Pedro 2:9) y podemos acceder a su presencia en cualquier momento a través
de la oración.
 El arca del testimonio: Era un símbolo de la presencia de Dios entre su
pueblo y del pacto que había establecido con ellos. Era el lugar donde el sumo
sacerdote ofrecía los sacrificios para la expiación de sus pecados y los del pueblo.
El sacerdote rociaba la sangre de los animales sobre el arca, simbolismo de la
sangre de Jesús que limpió nuestros pecados (1 Juan 1:7). Juan 1:29b - Juan el
bautista hablando de Jesús: «¡Aquí tienen al Cordero de Dios, que quita el pecado
del mundo!»

Componentes del tabernáculo

Dios dio instrucciones precisas a Moisés sobre cómo debían construir el


tabernáculo. Este constaría de dos partes principales: el atrio (o patio exterior) y
la tienda o santuario, compuesto por el lugar santo y el lugar santísimo. El
pueblo debía construir todo tal y como Dios había indicado a Moisés. Él les
recordó esto en diversas ocasiones como vemos en Éxodo 25:9, 40; 26:30;
27:8. Dios da mucho valor a la obediencia de su pueblo.
1. Estructura exterior del atrio (Éxodo 27:9-19)

El área del tabernáculo estaba rodeada por una gran estructura rectangular
demarcada por cortinas de lino fino, veinte postes y veinte bases de bronce en los
dos lados más largos. Estos debían estar posicionados hacia el norte y hacia el
sur. La cortina de entrada debía estar en dirección este, hacia la salida del sol. El
atrio o espacio exterior medía 45 metros de largo y 22,5 metros de ancho.

Todo el pueblo podía acceder a la zona del atrio. Todo el que quisiera
presentar sacrificios a Dios podía entrar por la puerta colocada al lado este y
dirigirse al altar de los holocaustos.

Cortina de entrada al atrio

A la entrada había una cortina de 9 metros de largo. Estaba hecha de púrpura,


carmesí, escarlata y lino fino, recamada artísticamente. La sostenían cuatro postes
y cuatro bases (Éxodo 27:16). Las estacas y todos los utensilios de servicio que se
usarían en el santuario debían ser de bronce.

El altar de bronce para los sacrificios

Esta era la zona del atrio donde se realizaban los sacrificios a Dios y podía
acceder todo el pueblo. Era lo primero que veían al entrar. Servía como
recordatorio de que, para entrar a la presencia del Señor, debían ofrecer primero
sacrificios para recibir el perdón de sus pecados.

Todo el altar estaba cubierto de bronce formando una sola pieza (Éxodo 27:1-8).
Era cuadrado, de dos metros con treinta centímetros por lado y de un metro con
treinta centímetros de alto. Contenía unas varas que facilitaban su transporte.
El lavacro, fuente o lavamanos

Esta fuente se hizo «con los espejos de las mujeres que servían a la puerta de la
tienda de reunión» (Éxodo 38:8). Estaba cubierta de bronce, tenía un pedestal
(también de bronce) y estaba colocada entre el santuario o tienda de reunión y el altar
para los sacrificios (Éxodo 30:17-21).

La fuente contenía agua para que Aarón y sus hijos (los sacerdotes) se lavaran las
manos y los pies antes de entrar al lugar santo.

Siempre que entren en la Tienda de reunión, o cuando se acerquen al altar y


presenten al Señor alguna ofrenda por fuego, deberán lavarse con agua las manos y
los pies para que no mueran. Esta será una ley perpetua para Aarón y sus
descendientes por todas las generaciones.
(Éxodo 30:20-21)

2. La tienda o santuario
Solo los sacerdotes tenían acceso al santuario o tienda de reunión. Para entrar,
cruzaban una cortina de tela azul, púrpura y escarlata sostenida por cinco columnas
de acacia revestidas de oro. El santuario estaba dividido entre el lugar santo y el lugar
santísimo. A este último solo podía entrar el sumo sacerdote una vez al año, el día de
la expiación.

El lugar santo

Los sacerdotes accedían al lugar santo pasando por una cortina de tela azul, púrpura
y escarlata, y de lino fino torcido. Esta estaba colgada con ganchos de oro sobre cinco
columnas de madera de acacia que habían sido revestidas en oro. Las columnas
estaban afirmadas sobre cinco bases de bronce.

Dentro del lugar santo, al lado norte, se encontraba la mesa de los panes de la


proposición. En el lado sur y frente a la mesa se encontraba el candelabro. El altar
de oro para el incienso estaba colocado delante del velo que marcaba la entrada del
lugar santísimo.

Sobre la mesa de madera de acacia revestida en oro se colocaba el pan (o los doce
panes) de la Presencia perpetuamente delante de Dios (Éxodo 25:30; Levítico 24:5-
9)). Encima de la mesa había fuentes, vasijas, jarros y tazones de oro puro para
usarse en las libaciones. Los panes se colocaban en dos hileras de seis panes cada
una y sobre cada una de las hileras se colocaba incienso puro.
La mesa con los doce panes servía para recordar el pacto de Dios con su pueblo y su
provisión fiel. El incienso sobre los panes era una ofrenda encendida al Señor
(Levítico 24:7).

El candelabro (o menorah) estaba hecho de oro puro, labrado a martillo formando


una sola pieza con sus copas, sus cálices y sus flores. Era una pieza muy elaborada
con siete brazos que terminaban en forma de flor de almendro.

Las siete lámparas del candelabro alumbraban la zona que quedaba delante de este
tal como Dios alumbraba el camino de ellos y aun alumbra el nuestro. El aceite que se
usaba en las lámparas era aceite puro de olivas machacadas y debía arder
continuamente (Levítico 24:2).

El altar para el incienso era más pequeño que el de bronce, cuadrado, hecho de


madera de acacia revestida de oro. Tenía un cuerno de oro en cada esquina; todo el
altar formaba una sola pieza. Estaba colocado frente al velo que separaba el lugar
santo del lugar santísimo.

Sobre este altar Aarón debía quemar incienso aromático cada día y presentar las
oraciones y alabanzas del pueblo ante la presencia de Dios. El incienso debía arder
día y noche (Éxodo 30:7-8).

El lugar santísimo

Se conocía como lugar santísimo a la última zona del tabernáculo. A esta zona, que
era la más sagrada, solo tenía acceso el sumo sacerdote en el día de la
expiación (Éxodo 25:10-22; Levítico 23:27-32).

Aarón, el sumo sacerdote, entraba al lugar santísimo a través de un velo que


separaba el lugar santo del lugar santísimo. El velo era muy grueso y alto, estaba
confeccionado con tela azul, púrpura, escarlata, y con lino fino que tenía querubines
bordados. Estaba colgado sobre cuatro columnas de madera de acacia revestidas de
oro y se usaba para cubrir el arca cuando la transportaban. El sumo sacerdote llevaba
incienso al entrar a la zona del arca para que el humo cubriera el resplandor de Dios.
Nadie debía ver la presencia del Señor. El que la viera, moriría (Éxodo 33:20).

Est
e espacio contenía el arca del testimonio y sobre esta se colocaba el propiciatorio.
El arca era de madera de acacia recubierta de oro puro por dentro y por fuera y, como
todo el tabernáculo, estaba preparada para poder ser transportada (Éxodo 25:10-15).
Dentro del arca Moisés colocaría el testimonio o las tablas de la ley que Dios le
entregaría (Éxodo 25:21).

Hebreos 9:3-4 dice sobre el arca:

Tras la segunda cortina estaba la parte llamada el Lugar Santísimo, el cual tenía el
altar de oro para el incienso y el arca del pacto, toda recubierta de oro. Dentro del
arca había una urna de oro que contenía el maná, la vara de Aarón que había
retoñado, y las tablas del pacto.

El propiciatorio estaba hecho de oro puro y tenía dos querubines labrados en los dos
extremos. Desde allí Dios hablaba con el sumo sacerdote y le comunicaba su
voluntad para el pueblo.

Yo me reuniré allí contigo en medio de los dos querubines que están sobre el arca
del pacto. Desde la parte superior del propiciatorio te daré todas las instrucciones
que habrás de comunicarles a los israelitas.
(Éxodo 25:22)

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