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Rosario Ferré irrumpié en el panorama de las letras 0 de euentos Papéles de Pandora. Eseritos en el estilo de las mejores histo- rias fantasticas de corte psicolégico, en estos cuen- tos se persiben ecos de Julio Cortazar, Felisherto Hernéndes y Edgar Allan Poe “La mufieca menor”, “Cuando las mujeres quieren 4 los hombres” y “EL cuento ‘envenenado” intro- ducen temas como la venganiza, los eelos y el amor ‘més alld de la muerte. Una tf solterona cose mue- ‘as rellenas de miel; una joven bailarina eventa su historia a través de cartas y recortes de periédico que sugieren mucho de Sociedad y una prostituta forman una al sorprendente luego de a muerte del hombre que amaron ambas, Eseritos con imaginacién y elegan- latinoamericanas con su is de lo que dicen; una dama cia, los cuentos de Ferré son ovidlencia témprana de su talento como escritora Iatinoamericana, vents UMM futers de Us CASA DE LA LaguRA pueg op sopedeg @ ® 8.23 a ¥ me oh & = oe 2. a a ° é a Papeles de Pandora oa a cuentos Rosario Ferré egalado a Rostura y que eanca conttoversia habla cau- sedo en una ocasin entre ella y su dfuneo marido, Salud6 @ la exposa del Alcalde con tna imperceptible inlinacn de cabeza, y se sent6 en una sila algo reticada del resto de los eudlos, en pes de un poco de silencio y sosiego. Abriendo el libro al soar sobre la falda, comens6 a hojea lentamente las ‘piginas, admisando sus iluetaciones y pensando que, abora ‘que era una mujer de medies, bien podia darse el jo de con- feccionarse para s{ misma uno de aquellos espléndidosatuen- dos de rena. Pasé varias piginas sin novedad, hasta que leg sun selata que le ams la stenciGn. A diferencia del resto, no tenia iusteaci6n alguna, y se encontrebs impreso en una ‘extrafa tinea color gusyabe. El primer pétrafo la sorprendis, ‘porque Is herons se Ilamaba exactamente igual que su hija fra, Mojdndose entonces el dedo del cors26n con la punta de Is lengua, comenss 2 separar con interés aquellas piginas que, debi a In espesa tina, se adherian molestamente unas 4 otras, Del estupor pasé al asombro, del asombro pass al ‘pasmo, y del pasmo pas6 al error, pero a pests del reciente imalesear que sent, la curiosadad no le permieia dejar de leétlas, El relato comensaba: "Rosau vivia en una casa de bbalcones sombreados por ensedaderes tupides de trinitaria péirpura..", pero Rose nunca leg a encerare de cémo ter ‘minaba. indice 1a mufeca menor Eva Maria Lacs invisible Blhombre dormido Has perdido, me dicen, I cordura Tacaida Cuando las mujeres quieren ls hombres Mercedes-Benz 20081. ‘Amalia Medes 1972 La caja de criseal 243 ° 15 roto 8 a 61 wets 8 a Indice Bl ebrigo de zorro azul El jardin de polvo ‘Marina y el eon. Laluna ofendida El collar de caméndilas infleado EB suesio y sueco area Labailaring La bella durmicnte De tu lado al paraiso Maquinolanders _, Hleuento envenenado Fes es Avie WAG 244 98 107 ng 138 nar 146 149 192 209 239 Rosaria Perré amor ti me conoces cuando te atacan me pongo como uns Fiera nosotros no cuvimes la culpa porque ya vefa viniéndo- sete encima Ia acusacién de asesinago en primer grado la ddemanda por un millén de délares, Dios mio, este mundo est leno de canallas. Ese hombre se tiré debajo de las ruedas Gel carro yo estaba aly es bueno que usted lo sepa porque ‘estoy dispuesta «dar cestimonio en cualquier corte dispuesta ‘a decirselo al mismo Jesueristo. Poniendo desde ya los pun- ‘tos sob las fes cuando la cipa se da media vuelta y vuelve a dejarme con Is palabra en la boca y yo con la boca aber que ‘me quedo mirincola desde el soft sin poder entender todavia de dénde venfa aquella cosa que segufa recorciéndoseme den- tro del pecho y la tipa que camina tranguilamente hasta la ppuerealaabre y se va, ‘Note angusties mis por eso, Mami, mira que no habséeme- lo contado antes yo hubiera hecho las investigaciones pera agarras a esos bandidos la verdad que la gente en est pais no tiene madre si vuelven a apacecer por esta casa no vayas & abrir la puerta si yo no estoy es dices terminantemente que ‘no puedes atendeslos que vengan a verme a mi oficins ya sabré yo cmo liar con ellos. Pero mira cémo va el Mesce es, Mami, mira que bonico va por la recta como In seda va ‘como Ia seds los tapalodos de alante rodando rolls de rino- ceronte Ia carroceta de acero de media pulgada y lo que se eve por delance ni se encera ni una mela le hace noqueado al otro lado del mundo y sin pasaje de regreso es una condenada cabroneria este carro Mami es una condenada cabroneri, Amalia "Eché, pues, fuera al hombre, y puso al otiente del puer~ to de Bdén querubines, y una espada encendida que se revolvia a todos lados, para guardar el camino del érbol de la vida.” Gres, I, 24 “Ahora ya estoy aqui, en medio del patio peohibido, saligndo- me desde adentro, sabiendo que esto waa ser hescz donde dice sin poder parar, rodeada de golpes de stbana y aletazos donados que dan vuelea © mi alrededor, sudando caballos Dlancos y gaviotas que vomitan sal. Ahora empiezo a acunae centre los brazos esta mast cepugnante que eras ti, Amalia, y era también yo, juntas &ramos las dos una sola, esperande el fa en que nos dejarin encermidas en este patio, en que sabiendo que nos dejarin. Ahora todos se han ido y In casa are camo un hueso Blanco y doy un suspio de alivio porque ‘yn estoy sudando, porque ahora por fin puedo sudar. Uns de las sirvientas me encontré con los ojos vueltos hacia la sombea de ates citada en el suelo del patio como wna sufieca de teapo, Y empez6 a gritar y aunque yo estaba lejos 2 6 Rosario Pereé Ja ofa gritando al lado mfo con desesperacién hasta que senti «que entre todas me levantaban con mucho cuidado y me le- ‘varon a mi cuarto y me tendieron en la cama y después se fue- ‘ron todas lorundo a buscar a mamé. Ahora el beazo derecho ime pesn como un tronco y siento la aguja metida, y aunque tengo los ojascerrados sé que es la aguje porque ya la he sen ido antes y sé que debo tener paciencia y no me puedo mover porque si me muevo es la carne desgarsindose por dentro y el dolor, Oigo decrés de la puerta a las sirvientas sgimoteando y més cerca a mamné, doctor, sila nifia no hacfa fi diez minutos que habfa salido al patio, se le escap6 a las sitvientas que estaban lavando la copa en la plea, si para eso cstin ellas para vigilasla que no salga al sol, eres sirviencas para eso nada més, pero ella es lista como una ladillay se les fexcapa todo el tiempo, en cuanto se distraen se escurre como ‘una polila Blanca por la oseuridad, se esconde debajo de las hhojas de malanga ecechando, velando el perio donde se ponen fa secar las sdbanas, y cuando ve que no hay nadie sale y se facuesta en el piso ardiendo como una cualquiera, como una desvergonzads, ensucidndose el traje blanco y las medias blan- cas y los zapatos blancos, con esa casita inocence vuelta hacia arriba y los brazos abiertos, porque quiere saber lo que past, dice, quiere saber cSmo es, Ya casi no puedo dormis, doctor, cs la cuarca vez y In jcéxima la encontearemos muerta y lo [peor es no saber lo que tiene, saber nada més que no tiene remedio, verle es piel blancucina y transperente como un, boalbo de cebolla encogiéndose y ensortjindose al menor ‘contacto con el calor, ver el agua que le sale por todas pactes como si fuera una vejiga y no una nifay la estuvieran expri ‘miendo. Por las noches sueBio que la veo tiada en el suelo del 6 Amalia patio toda arugada y secs, con la cabeza muy grande y el cuerpo chiquitico, con la piel gomosa y violeta pegada sin remedio al semillero duro de los hucros. Enronces oigo sefiors, digame, entee su familia y la de su! ‘macido existe alguna relaci6n, ne que yo sepa, doctor, noha lazos de sangre si eso es Io que usced quiere decir, no quedé- bamos ni primos lejanes, pero por qué pregunta eso, qué es loque esté pensando, no nada, es que en estos casos de dege- nneracin genética siempre hay deerés alga incesto, son los ‘mismos genes que se superponen unos @ otros hasta que se

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