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1. LOS SUEVOS
Los suevos cruzaron los Pirineos junto con otros pueblos en 409. Encontraron una
fuerte resistencia en el S de la Península por lo que pactaron sucesivamente acuerdos de
paz con la población romana de la Gallaecia. Su rey era Hermerico e hizo continuos
pillajes en la provincia, que tenía muy poco control suevo.
El rey suevo envía al obispo Symposio a Rávena para lograr la legitimidad y así la
autoridad sobre la Hispania noroccidental. Esto no sirvió. En 437 se firma un acuerdo
de paz mucho más estable. A Hermerico le sucede su hijo Requila en 438 y los suevos y
el Imperio se alejan. Requila desarrolla una política expansiva hacia el sur de la
Península.
Toma Mérida y captura al comes Censorio, embajador ante los suevos. Conquista
Sevilla y se hace con las provincias de la Baetica y la Carthaginensis, dominando toda
Hispania excepto la Tarraconensis, bajo control imperial aún. De todas formas, no
controlaron política y administrativamente esos territorios de manera permanente ni
segura. Hicieron más bien incursiones continuas para hacerse con botín. El gobierno
imperial mantenía el control del sur de la Galia y la Tarraconense.
A Requila lo sucedió su hijo Requiario a mediados del siglo V. Era católico. Puede ser
que se convirtiera para acercar a la población hispanorromana. Parece que fue al más
“romanizado” de los monarcas suevos. Buscó asentar la monarquía dentro de unos
límites territoriales. Estableció en Braga la “sede regia”, centro político y administrativo
del reino. Braga era la antigua capital de la provincia romana, lo que le aportaba
legitimidad. Asimiló las formas de poder imperial, adoptando el latín como lengua
oficial.
A mediados del siglo V se firmó una alianza entre los suevos y los godos.
Entre 469 y 550 se produce una etapa de oscuridad en la historia de los suevos. El reino
de los suevos se fue consolidando dentro de los límites que había trazado el rey visigodo
Eurico, abarcando la Gallaecia y el norte de la Lusitania. La élite de los suevos fue
asimilándose a la aristocracia terrateniente romana, en medio de una convivencia
pacífica y el respeto de la monarquía arriana a la Iglesia católica. Lo único que no podía
hacer esta era celebrar sínodos, prohibición que se levantó con Ariamiro. Teodomiro fue
el monarca suevo que convirtió el reino al catolicismo, con la labor misionera y pastoral
de Martín de Braga. Se terminaba así la dualidad religiosa. Gregorio de Tours atribuye a
Carrarico la conversión.
Martín de Braga fue el que convirtió al catolicismo a los suevos. Llegó a la Gallaecia
hacia 550. Tuvo el apoyo del rey y durante 30 años incentivó la vida monacal fundando
un monasterio en un suburbio de Braga, sede de la corte. Después fue obispo allí. Se
convirtió en el obispo-abad de la corte e influyó mucho en las nuevas estructuras de la
Iglesia en Gallaecia. Unificó la liturgia y disciplina de la Iglesia. Trató el
priscilianismo, que afectó a mucha parte de la población, sobre todo rural. Se centró en
erradicar el paganismo. La realeza católica se implicó decisivamente, identificando la
fidelidad a Cristo y al monarca, protector de la Iglesia, lo que favoreció el control de los
súbditos.
La inminente invasión de los hunos hizo unirse a romanos y visigodos. Estos lucharon
bajo mando romano en la batalla de los Campos Cataláunicos en la que derrotaron a los
hunos de Atila. Teodorico I murió en la batalla y fue sucedido por su hijo Turismundo
que acabó asesinado. Teodorico II (453-466) le sucedió.
Siguió una etapa de inestabilidad, con el conflicto sucesorio en el Imperio. Avito fue
convencido por Teodorico II para aceptar el trono imperial. Después de dos años,
Mayoriano hizo caer a Avito como emperador de Occidente. Mayoriano (458-461)
acabó siendo asesinado por el patricio Ricimero.
Con Eurico (466-484) las relaciones con el Imperio se trastocaron. El foedus se terminó
y Eurico fue contrario a los provinciales. Pero no renunció al apoyo romano que
conservaba la amistad con los godos. Mantuvo una gran diplomacia con vándalos,
arrianos, suevos, godos y el emperador de Oriente en paralelo al distanciamiento con
Rávena. Los visigodos quisieron expandirse y frenar a los suevos ante la ausencia
progresiva del poder romano en Hispania.
En 469 estalla el conflicto entre los visigodos y el Imperio. Eurico venció varias veces y
se expandió hasta el Loira y el valle del Ródano. Se hizo con todas las regiones hispanas
que quedaban aún bajo administración de Roma. Toda Hispania menos la Gallaecia
sueva, el norte peninsular poblado por cántabros y vascones y mucha parte de la
Baetica estaba bajo control visigodo, siendo una prolongación hacia el sur del reino
visigodo de Tolosa.
Eurico legisló siguiendo la tradición romana. Promulgó el edictum Eurici regis o Codex
Euricianus, un código de leyes para regir a sus habitantes godos y romanos. Este código
se basó en el Derecho romano vulgar.
Con la caída del Imperio romano de Occidente en 476, Eurico se benefició de la
descomposición. Este rey visigodo ocupó la última zona de la Galia romana, la
Provenza meridional. Odoacro (476-493) sustituyó en Italia a Rómulo Augústulo,
último emperador, y sancionó la nueva situación mediante un pacto con los visigodos.
El emperador de Oriente mandó al ejército federado ostrogodo para sustituir a Odoacro
e imponer su autoridad sobre Italia y Dalmacia. El monarca Teodorico el Grande
terminó con Odoacro y fundó un nuevo reino romano-bárbaro en Italia, el ostrogodo.
En 507 ocurrió en Vouillé una batalla decisiva. Los visigodos sufrieron una derrota
aplastante frente a los francos y Alarico II murió en el combate. Clodoveo tomó varias
ciudades de la Galia y avanzó hacia Toulouse (Tolosa), capital del reino visigodo, en la
que se hizo con buena parte del famoso tesoro real de los godos. Entonces francos y
burgundios se repartieron la mayoría de la Galia visigoda. Los visigodos fijaron en
Narbona su nueva capital.
Tras Vouillé, los francos se acercaban a los dominios ostrogodos. Estos se hicieron con
las posesiones mediterráneas visigodas de la Galia para preservar los territorios de los
visigodos y para evitar un cercamiento entre francos y bizantinos. Teodorico el Grande
intervino en el conflicto galo-hispano de comienzos del siglo VI para alejar a francos y
burgundios de sus dominios.
Tras la muerte de Alarico II, Teodorico gobierna sobre lo que queda del reino de
Tolosa. Teodorico fue a Carcasona, asediada por los francos, donde estaba su nieto
Amalarico. Tras el sitio, protegió a su nieto, candidato legítimo al trono.
Teodorico fue heredero de la tradición romana. Recuperó los viejos territorios del
Imperio y restauró la civilitas. La aristocracia visigoda fue apartada de los mandos.
Teodorico el Grande estrechó los lazos entre los dos pueblos godos. Al principio, fue
sucedido por un noble ostrogodo Eutarico. Su muerte temprana hizo que Amalarico
accediera al trono después de la muerte de su abuelo en 526.
Con Teodorico los territorios visigodos de Gallia e Hispania formaban una unidad
independiente de los dominios italianos. Ambos pueblos iniciaron un proceso de
separación pacífico. Amalarico cedió a los ostrogodos la Provenza. A cambio recibió el
tesoro real de los visigodos y el nuevo monarca Atalarico (526-534) renunciaba a los
recursos hispanos que recibía.
Narbona se convirtió en la capital del reino con Amalarico (526-531). Un ataque de los
francos hizo que la capital se trasladara a Barcelona, lo que terminó con el reino
visigodo en la Galia. Ahora el centro político y administrativo estaba en Hispania.
Surge la Carpetana o Celtibérica como nueva provincia eclesiástica. Estaba sometida a
la sede de Toledo que se independiza de Carthago Spartaria (Cartagena) y gobierna en
las dos mesetas. Hacia 530 el reino visigodo llega hasta el sur de la Lusitania e
incorpora territorios suevos de la meseta norte.
Agila (549-555), tras ser coronado con el apoyo de la aristocracia, tuvo que sofocar una
rebelión en Córdoba. Fue derrotado y perdió el tesoro real.
Atanagildo pidió ayuda al emperador Justiniano (527-565). Esto propiciaría que las
tropas imperiales consolidaran un dominio territorial estable en el sureste peninsular. La
ayuda de los bizantinos derrotó a Agila que fue asesinado.
Atanagildo (555-567) quería que las tropas bizantinas se marcharan de la Península. Sin
embargo, Justiniano quería restaurar la grandeza del Imperio romano y procedió a la
“reconquista” de los territorios de Occidente. Los bizantinos controlaban el sur de la
Bética y la mayor parte de la Carthaginensis hasta Valencia. Estos territorios quedaron
integrados en la nueva provincia de Spania, junto con las Baleares, subordinada a la
Prefectura del Pretorio de África.
Leovigildo intentó la vía diplomática pero fue inútil por lo que hubo un conflicto
militar. El monarca intentó que francos, bizantinos y vascones no entraran en el
enfrentamiento, aliados de Hermenegildo. Venció a los vascones, impidió la ayuda
franca y logró la retirada de los bizantinos mediante 30.000 sueldos de oro. En 582
Leovigildo toma Mérida y Sevilla, donde muere Mirón, el rey suevo. Sevilla cayó un
año más tarde. Hermenegildo se entregó a Leovigildo y fue encarcelado y ejecutado.
Algunos vieron en la guerra civil una razón religiosa. Otros calificaron a Hermenegildo
como un tirano usurpador. Ambos contendientes hicieron propaganda religiosa.
Hermenegildo expulsó al clero arriano de varias ciudades y Leovigildo hizo lo mismo
con el clero católico.
Las finanzas estaban saneadas. En las monedas suprimió la imagen del emperador de
Constantinopla y la sustituyó por la imagen del rey con los atributos imperiales. Así,
Leovigildo rompía con el Imperio y con la subordinación del reino visigodo en él. Se
emancipaba políticamente. Ahora ambas entes políticas estaban al mismo nivel, o por lo
menos era lo que quería Leovigildo. Este asumió un ceremonial propio, aunque parecido
al imperial. Toledo, urbs regia, se engrandeció y custodiaba el tesoro de los visigodos,
además de ser la sede de la corte. Leovigildo fundó Recópolis, entre Toledo y
Cartagena.
Leovigildo fue un monarca legislador. Renovó la tarea jurídica de Eurico y de la Lex
Romana Visigothorum. Intentó suprimir lo que diferenciaba a romanos y godos.
Permitió los matrimonios mixtos. Dotó de una estructura más centralizada al reino.
Implantó el comes civitatis en el gobierno de las ciudades, con carácter civil y militar.
También creó el dux provinciae al frente de las circunscripciones territoriales.
El rey intentó superar las diferencias religiosas entre romanos y godos y hubo algunos
choques entre la monarquía y la Iglesia católica. En 580 se celebró un concilio arriano
en Toledo en el que se quiso integrar en la Iglesia del reino a los católicos. El monarca
quería bajar el radicalismo de las creencias arrianas. Este concilio determinó que los
católicos que quisieran convertirse al arrianismo con una imposición de manos y una
recitación de fe eran suficientes. Parece que hubo muchas conversiones. Todo esto no
sirvió y el reino no alcanzó la unidad religiosa. Con su hijo y sucesor Recaredo sí se
logró esta unificación pero ahora bajo el credo católico.