Está en la página 1de 2

Numerología

Los números siempre han estado muy unidos a nosotros, apenas nacemos y nos convertimos en
números: somos un número para el registro de la clínica, para el registro civil. Tenemos un número
de RUDE en la escuela, un numero de carnet de identidad. Formamos parte de la estadística de un
país. Cuando crecemos necesitamos de un número de cuenta bancaria, un numero de celular, uno
de seguridad social. Estamos fiscalizados por medio de una clave, que no es otra cosa que un
número. Nuestra vida podría explicarse, y de hecho se explica, a través de los números.

En concreto: los números rigen nuestra vida. Esto es un fenómeno que se ha conocido desde
culturas remotas. Sabios de todos los tiempos observaron la influencia de los números en la vida
de las personas. De hecho, entre las disciplinas metafísicas, como el tarot, astrología, quiromancia,
destaca la numerología, que precisamente se concentra en tratar de encontrar y describir los
principios y leyes, la relación causa-efecto, de los números para con el mundo. Pitágoras fue de los
primeros en establecer y desarrollar una teoría basada en la numerología, llamada "la armonía de
las esferas", una serie de postulados que consisten en explicar que el universo se rige a través de
proporciones numéricas armoniosas.

Es importante entender el significado evolucionista de cada Número Maestro para que quienes los
tengan en su nombre puedan captar su energía simbólica.

Por ello el conocer los alcances de nuestro Ser interior nos permitirá despertar a sus propósitos de
vida, lo que nos llevará a tener éxito, incluso en actividades mundanas, aunque la satisfacción
primordial será la de sentirnos más integrados en el otro desde lo álmico y espiritual.

Lo que no es visible se revela al que sabe mirar dentro de sí.

Esta mirada, replegada sobre sí misma hace descubrir un vasto dominio de conocimientos
independientes de toda observación material. Son nociones que se imponen por su propia
evidencia. Ellas se refieren a lo que es necesariamente y constituyen así la ciencia de lo absoluto
que no sufre más inexactitudes que las matemáticas.

Esta ciencia que es la más importante de todas está encerrada en nuestro espíritu que la descubre
como un tesoro ignorado desde que logra percibirse a sí mismo. Es así que el conocimiento de sí
mismo es el punto de partida de toda filosofía.
Pero es imposible conocerse directamente a sí mismo sin el auxilio de un espejo. Las abstracciones
que están en nosotros no se hacen perceptibles hasta que se reflejan en un signo exterior.

Estos símbolos intervienen entonces para hacernos manifiestas las verdades que están en nosotros.
Ellos nos presentan la imagen fiel de lo que contiene nuestro espíritu. Cuando éste está vacío no
tienen por consiguiente ninguna significación. La culpa no es de los símbolos sino de aquel que no
sabe ver nada.

Nada puede salir de una inteligencia vacía. Los símbolos al menos no hablan por sí mismos. Para
hacerlos elocuentes es preciso haber abierto el santuario de las verdades abstractas, gracias a la
llave que nos proporciona el estudio de las propiedades intrínsecas de los Números.

Hno. Vladimir Loayza Espinoza

También podría gustarte